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José Ma. Alegre Peyrón Escandinavia y los orígenes del Feudalismo europeo Romansk 1 nstitut K0benhavns Universitet Nummer 102 Maj 1982 Njalsgade 78-80 2300 Kbh. S Gebyr 5,00 kr.

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José Ma. Alegre Peyrón

Escandinavia y los orígenes del Feudalismo europeo

Romansk 1 nstitut K0benhavns Universitet

Nummer 102 Maj 1982

Njalsgade 78-80 2300 Kbh. S Gebyr 5,00 kr.

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REVUE ROMANE ETUDES ROMANES RIDS

Revue Romane Romansk Institut under Kobenhavns Universitet udgiver foruden RIDS tidsskriftet REVUE ROMANE, der kommer med to numre om &ret. Det stpttes af Statens humanistiske Forskningsr&d og har siden 1966 v<eret Skandinaviens eneste internationale tidsskrift for romanistik med b&de

litteratur og sprogvidenskab.

I 1981 blandt andet:

José Ma. Alegre: Las mujeres en el Lazarillo de Tormes Daniela Quarta: Il teatro prefuturista di Marinetti. Marie-Alice Séférian: Mer, ville, désert, trois espaces

pdvilegiés du Muezzin de Bourboune. Disp·_¡tatsforsvar: Marcel Hénaff, Sade. L' invention du

corps libertin. Indl<eg ved Yvon Belaval og Ebbe Spang-Hanssen, svar ved Marcel Hénaff.

Etudes Romanes fremstar som sacrnumre af REVUE ROMANE og rummer storre sam-­lede afhandlinger.

Nr. 19 (1979) Arne Schnack: Animaux et paysages dans la description des personnages romanesques (l8oo-l845)

Nr. 2o (1979) Lene Waage Petersen: Le strutture dell' ironía ne "La Coscienza di Zeno" di Italo Svevo

Nr. 21 (l98o) Michael Herslund: Problemes de syntaxe de l' ancien franc;ais. Compléments datifs et génitifs

***

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Una de las partes más esenciales de la Historia de las Ins­tituciones es quizás la que abarca de los siglos II al IX. En es­tos casi ochocientos años se forjan muchos de los fundamentos de toda la sociedad medieval y, en parte, los de toda la historia posterior.

El final de una época histórica como consecuencia de las in­vasiones bárbaras en el Imperio romano, el gran comercio, la eco­nomía monetaria, urbana y parcialmente industrial surgen en es­tos momentos de la trasformación de una sociedad levantada sobre elementos heredados del mundo greco-latino por una parte, y del mundo escandinavo-germano por la otra.

En qué proporción sea lo medieval más romano que germano es problema sujeto a tesis aceptables respecto a una y otra idea,pe­ro que,prácticamente, no tiene por el momento solución clara y concluyente. La misma incógnita que se nos presenta repetidamen­te a lo largo de la Historia aparece aquí con más fuerza, si ca­be: ¿ de qu~ parte viene, qué cultura ha dejado el residuo más fuerte, la herencia que hemos organizado a nuestro modo y de la que hemos vivido durante siglos?

La Edad Media es en todos sus aspectos resultado de la uni6n de dos grandes círculos que llegan a tocarse por múltiples cir­cunstancias: el primero, enorme, es ya en sí condensación de más de cuarenta siglos de hacer humano, es el recuerdo de pueblos e imperios total o parcialmente destruidos o aniquilados. El segun­do, nuevo y fuerte, ha tenido escasas intervenciones en lo que po­dríamos llamar el mundo culto. Es el círculo de los pueblos es­candinavos que han estado durante más de cinco siglos recorrien­do las tierras de Europa del Norte.

Llegará un momento en que el viejo círculo se agote por si mismo y en que el círculo joven, dándole un golpe de gracia, in­tente, -no lo logrará del todo-, sustituirlo.

De esta biosíntesis nacerán una época y una sociedad en par­te nuevas y en parte residuales. Los posteriores grandes cambios

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y aportaciones , -Islam, Extremo Oriente, América, etc.-, no con­

seguirán alterar por completo las claras líneas que la humanidad consiguió irse haciendo a partir del siglo V.

De este modo, hasta la decimoquinta centuria el mundo no ha­ce sino tratar de ir asimilando todas las innovaciones, de hallar unas formas, unos cuadros político-sociales más o menos definiti­

vos, unas instituciones firmes. Cada pueblo y cada individuo in­tentará en una larga pugna contra su época encontrar una organi­

zación en todo conforme a las facilidades naturales y a la idio­

sincracia específica de un lugar y un espacio.

Siendo la Edad Media, en nuestra opinión, esta dilatada lu­cha por un equilibrio en el que cuentan por igual elementos bien

diferenciados, cada uno de los grandes fenómenos que en ella na­

cen, viven y perduran en mayor o menor grado es una etapa apar­

te de esta lucha magnífica. Y, volviendo a la idea del principio,

se constituirá sobre bases latinas o germanas y tendrá diversos caracteres según la proporción en que estas bases coexistan y se

mezclen. Entre estos fenómenos uno, la génesis del Feudalismo presen­

tará problemas particularísimos y siempre fundamentales, con ma­

tices muy diferentes según los países.

Por una serie de circunstancias, que intentaremos desentra­ñar a lo largo de estas páginas, Escandinavia ofrece quizás uno

de los más interesantes, ya que no el único, de los cuadros his­

tóricos de la Alta Edad Media, e incluso de la época anterior, aunque existen todavía muchas lagunas de imposible solución por el momento. La particular configuración política y social de los

pueblos que la habitaron ayuda extraordinariamente a separar eta­

pas y elementos diversos. Sus géneros de vida y la legislación,

-muchos de los primeros sin conocer, y en cuanto a la segunda só­la aparece escrita en el siglo XII-, desde los primeros pasos da­

dos en el campo estrictamente nacional, es una incógnita de difí­

cil solución entre los pueblos diseminados por la geografía es­

candinava. Un estudio más profundo de estas leyes escritas, aun­que tardías, nos aportará soluciones parciales a cierta parte de

los problemas de su historia.

Mi propósito en este estudio es intentar ver sucintamente ca­

da pequeño fenómeno de interés para la génesis del Feudalismo en

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las antiguas sociedades escandinavas que integran lo medieval y, una vez unidos éstos, seguir en lo posible paso a paso las alter­nativas de la historia social e institucional de los pueblos es­candinavos, a la vez que señalaré las importantes y decisivas la­gunas que aparecen ante el historiador.

Asi pues, en el momento en que los dos circules de los que hablé anteriormente llegan a ponerse en contacto,el conjunto de pueblos nórdicos presenta una organización evidentemente retrasa­da, de tipo tribal y guerrero. El nomadismo es aún una tendencia innata, siendo tardio y raro el asentamiento definitivo.

Sin duda, el fundamento de la unidad escandinava fue del orden lingüistico. Dentro del mundo germánico, las lenguas escan­dinavas formaron y siguen formando todavia un sector caracteris­

ticamente individualizado (l).Según Musset (2), en las lenguas habladas en Escandinavia durante los tiempos prehistóricos no se puede señalar con precisión algún elemento pre-germánico, y con­cluye que el primitivo sustrato lingüistico escandinavo debe ser relacionado con una lengua no germánica. Sin embargo, la carencia de documentación suficiente no nos permite afirmar la existencia de una población diferente a la germánica al no haber dejado hue­llas lingüisticas diferentes.Tampoco los recientes descubrimientos arqueológicos aportan indicios convincentes para afirmar la exis­tencia de una población no germánica (3).

En el estado actual de las modernas investigaciones sólo nos queda la posibilidad de recurrir a la tesis de Jordanes cuando afirma que Escandinavia fue el nabitat más antiguo de los germa­nos (4).

Si los descubrimientos arqueológicos nos permiten resaltar la importancia de Dinamarca por su riqueza en silex, superior a la de sus vecinos, y la comercialización del ámbar de Jutlandia, sin embargo, no debemos olvidar que la civilización escandinava hasta el cuarto milenio antes de Cristo acusa un notable retraso en relación al resto de Europa occidental. Sólo a principios del tercer milenio, con la aparición de la agricultura en el sur de Escandinavia y la profusión de monumentos megaliticos en Dinamar­ca y en la zona meridional de Suecia, nos permite señalar esta re­gión como un importante foco de civilización europea que duraria hasta el año 1500 anterior a nuestra era (7). A partir de esta fe-

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cna, la del desarrollo de la cultura del bronce en Escandinavia,

la prolifereración de restos arqueológicos resalta el desarrollo de la civilización en Jutlandia, -consecuencia de las transaccio­

nes comerciales del ámbar como medio de adquisición de bronce en

Europa central-, convirtiendo las landas jutlandesas en zona de gran riqueza de enterramientos en túmulos (6).

Durante la Edad del Hierro el uso de este metal se generali­za en Escandinavia en una área mayor, aunque la pobreza de consis­

tencia del metal empleado, el posible desplazamiento del mercado

del ámbar desde Jutlandia a Samland, -tesis rechazada por F0s­sing (7)-, y en particular la expansión celta parecen naber redu­

cido los lazos de contacto entre el mundo escandinavo y Europa occidental.

En el periodo comprendido desde el año 500 antes de Cristo

nasta el principio de nuestra era, la in1'luencia de los países

celtas, en los que se desarrollan las conocidas civilizaciones del Jiallsttat y de la 'l'ena, fue muy preponderante. A partir de

este momento, a principios de nuestra era-, en que los paises cel­

tas fueron sometidos por Roma-, la influencia romana dejará sus

huellas en Escandinavia nasta medlados del slglo IV a.C (8).A pe­

sar de la pobreza ae la calldad ael metal, parece ser que la Edad

del Hierro fue un periodo favorable al desarrollo de la vida ru­

ral en Escandinavia (9). La cultura rúnica es sin duda desde un principio el patrimo­

nio común de los pueblos germánicos (10). No deseo entrar aquí

con detalle en las múltiples teorías en que los investigadores

escandinavos se debaten durante años. Prefiero admitir la hipóte­

sis de aquéllos que atribuyen a los godos y escandinavos, cuya in­fluencia cultural es hoy día innegable, la difusión de la cultura

rúnica (11) en las razas germánicas de Alemania, en Frisia y en los pueblos anglo-sajones, durante el siglo VI de nuestra era.

Creo que no importa tanto el saber si el rúnico fue un producto

importado a Escandinavia durante la Edad del Hierro, o si fue una

creación germánica común. El hecho nistórico es que debemos natu­ralizar la civilización rúnica en el área escandinava, y así po­

demos afirmar que la civilización nórdica,durante la época de las

grandes invasiones,se halla en un estadio más avanzado al del res­to de los pueblos bárbaros.

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Los importantes avances en la investigación del mundo bárba­ro nos dan pie para afirmar que el Imperio romano no empieza a darse cuenta de la importancia de estos pueblos hasta la época de Augusto. ~ra necesario también encontrar un vocablo común para designar los pueblos invasores. Se les denominó "germani", al pa­recer introducido en el lenguaje literario por el historiador grie­go Poseidonios, en el primer siglo anterior a nuestra era, y po­pularizado más tarde en los Comentarios de Julio César.Sin em~ bargo, los germanos no se atribuyeron a sí mismos este nombre ge­nérico, y solamente aquéllos que se quedaron en el continente des­pués de la emigración anglo-sajona se autodenominaron con el nom­bre de "deutsche" [¿siglo VIII?], que significaba "gentes del pueblo", y servía para resaltar la diferencia entre los elementos germánicos y romanos en el Imperio carolingio. Entre los escandi­navos, al contrario, encontramos denominaciones de origen culto, como los "nordboer" y "skandinaver".

En el estado actual de las investigaciones, debemos recurrir a los lingüistas para sentar las bases de una clasificación racio­nal de los pueblos germánicos. Con sus recientes estudios, los lingüistas han revolucionado por completo la vieja y tradicional clasificación de estos pueblos, al mismo tiempo que nos ayudan a determinar con mayor precisión las analogías, parentescos y deri­vaciones de las lenguas nórdicas con los dialectos del interior de la antigua Germanía. E. Schwarz (12) nos da, para la época de las invasiones, una clasificación tripartita: en dos polos opues­tos se encontrarían el germánico continental Ldialectos de los francos, alamanes, bávaros, lombardos, etc.J y el godo-escandina­vo ldialectos nórdicos y ósticos, entre este ~ltimo el burgundio, vándalo, ruge, bastarno, etc., todos extinguidos], y entre estos dos polos el germánico del Mar del Norte Lnordseegermaniscn],ori­gen del anglo-sajón y del frisón, y quizás también de un germáni­co del Elba [Elbgermaniscn].

A partir del siglo IV de nuestra era abundan las fuentes es­critas concernientes al mundo escandinavo. Es, pues, el momento de su entrada en la Historia (13). El greco-marsellés Pythéas nos describe su viaje realizado en el año 300 a.C. por lnglate­rra, Escocia, Islandia y [quizás por Jutlandia (14)] hasta Thulé, en Noruega (15). Si bien es ésta la primera fuentP escrita, los

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inJormes de Pythéas, difusos e imprecisos, nos obligan a. restarle

importancia práctica. Lo mismo ocurre con los datos aportados por

la obra del geógrafo griego Estrabón, contemporáneo de Cristo. Bn

cambio, considero el libro de Julio César, De Bello Gallico, La­

ños 58-51 a.C.] y las noticias en él aparecidas sobre la Germa­

nía como la primera fuente importante. De gran valor serían, sin

duda, las referencias que Tito Livio legaba en sus Historias de

las relaciones políticas de Roma con los germanos, pero por des­

gracia la obra se perdió y la conocemos sólo por referencias. La

decisión del emperador Augusto de conquistar Germanía será el o­

rigen de las importantes fuentes escritas referentes a los pue­

blos germanos llegadas hasta nosotros si exceptuamos las confusas

noticias que ya se tenían de los cimbrios (16). En el año 5 d.C.,

el emperador Tiberio llega con su flota hasta las costas de Jut­

landia (17). A partir de este momento, los autores posteriores

nos irán dejando un numero interesante de datos: Pomponius Mela

(18), Plinio el Viejo (19), Ptolomeo (20), Ammianus Marcellinus •••

y sobre todo Tácito.Este autor latino, nacido en Roma a mediados

del siglo primero de nuestra era, escribió poco después del año

98 la célebre obra Germanía (21) que divide en dos partes: en la

primera, lcapítulos 1 al 27J, describe la vida y costumbres de

los germanos, comunes a todos los pueblos germánicos; en la se­

gunda, Lcapítulos 28 al 46j, habla de cada pueblo en particular.

Au~que parece ser que Tácito no visitó personalmente los pue­

blos y tierras descritos en su obra, no cabe duda que se basó pa­

ra escribirla en un amplio repertorio de gentes y de fuentes.Las

personas que pudieron aportarle datos concretos serian los oficia­

les y comerciantes conocedores de los lugares en razón de sus in­

tervenciones guerreras y viajes comerciales. Entre las fuentes es­

critas, el propio Tácito cita a Julio César y, aunque el autor no

lo diga, es posible que tuviera presente la obra de Plinio, via­

jero por aquellas regiones en los años cincuenta de nuestra era.

Conocemos bien los avatares de la obra de Tácito. Olvidada

durante toda la Edad Media, fue encontrado en 1.400 en un conven­

to alemán un manuscrito del año 900 del que se sacaron varias co­

pias. La primera edición impresa de la Germanía se nizo en Vene­

cia en 1.470. Las notic~as sobre los pueblos escandinavos transmitidas por

los autores a::::ericres a 'J'ácito son muy imprecisas y siempre frag-

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mentarías. Si exceptuamos estas fuentes, habrá que a~itir la ca­rencia de conocimientos exactos y abundantes sobre la historia de Europa del Norte antes de las grandes invasiones.

Durante un milenio, la historia de Escandinavia fue rica en traumas de enorme magnitud cuyas influencias se dejaron sentir en todo el mundo occidental. El resultado de la inestabilidad ge­neral anterior y de las crisis del mundo escandinavo será la cau­sa de las sucesivas olas invasoras de gentes del Norte desde los años 113 a.C., con la invasión de la Galia, España e Italia del Norte por cimDrios y teutones, hasta las invasiones vikingas va­rios siglos más tarde (22).

A partir del siglo Ill a.C., -y quizás incluso antes-, el mundo germánico presenta el fenómeno de las corrientes migratorias hacia el Sur, al principio con ritmo lento, y después con mayor aceleración. Los historiadores de la época se percataron de este

fenómeno y Jordanes, en su Genetica LlV,2')j nos dice: "Skandza ínsula, quasi officina gentium aut certe velut vagina nationum". Sin embargo, como siempre ocurre en parecidas ocasiones, nos es difÍcil encontrar explicaciones simples a un fenómeno tan impor­tante. Parece ser que a mediados del milenio anterior a nuestra era se produjo en Escandinavia y en las regiones del Háltico un empeoramiento climático, pero esto no nos da pie para considerar­lo como la causa principal de las migraciones. Tampoco tenemos in­dicios de que en dlchas regiones se diera el factor de la super­población. Bien al contrarlo, los recientes hallazgos arquelógi­cos nos dejan pensar que Dinamarca, en los últimos siglos ante­riores al comienzo de nuestra era, se hallaba bastante despobla­da. Si echamos mano de factores sociológicos, podemos preguntar­nos si los escandinavos conocieron el ver sacrum que obligaba a los jóvenes de cada generación a buscar fortuna en el exterior por medio de las armas, o si estas migraciones respondían a un deseo generalizado de aventura y de botín. En el momento presen­te no podemos contestar a estas preguntas.

Basándose en Ptolomeo y Plutarco, Chütte sitúa el emplaza­miento del pueblo cimbrio en Jutlandia, -Himmerland-, contra la teoría opuesta de L. Weibull (23), que lo sitúa entre el Rhin y el Elba, y la actitud reservada de Schmidt (24) y de Johannes Br0ndsted (25). Las primeras migraciones correspondieron a tribus

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escandinavas mal conocidas, bajo influencias celtas todavía, que se movían con extraordinaria libertad a lo largo de una Europa aparentemente poco poblada. Hacia el año 230 a.C., los bastarnos y los skires amenazan la desembocadura del Dnieper. Parece ser que llegaron hasta allí procedentes del Norte siguiendo rutas que iban desde el mar Báltico al mar Negro. Los romanos los aniquila­ron casi por completo en el año 29 a.C., pero algunos bastarnos quedaron diseminados por aquellas regiones hasta el siglo III de nuestra era. En cuanto a los skires supervivientes se integraron en la emigración de los godos y su independencia duró hasta el 469. De esta estirpe procedía Odroaco, el exterminador del Impe­rio romano en 476. El desplazamiento del pueblo cimbria nos mues­tra una de las primeras direcciones desplazatorias de los bárbaros: el corrimiento hacia el sureste desde Escandinavia hasta la costa sur del Báltico, y después hacia Ucrania y la estepa. Godos, ván­dalos y burgundios siguen más tarde la misma ruta en sus despla­zamientos hacia el sur. No conocemos con detalle la dramática, pe­ro fulgurante aventura desplazatoria de los cimbrios. Después de abandonar Jutlandia, atraviesan Europa Central, se enfrentan deno­dadamente a los galos boyenos de Bohemia, y en 113 se presentan ante la plaza fuerte romana de Noreia en Carinthia. Después de derrotar sucesivamente a cuatro cónsules romanos, emprenden un itinerario a todas luces ilógico que va por Baviera, el este de la Galia, y por el valle del Ródano llegan hasta la Cataluña fran­

cesa. Mario terminaría con ellos en la batalla de Verceil, en el verano del año 101. La misma suerte correrían los pueblos teuto­nes y ambros aniquilados también por Mario un año después en Aix­en-Provence, en el otoño de 102.

Los cimbrios dejaron constancia de su presencia en Himmerland, al sur de Aalborg. Quizá lo mismo ocurriera con los teutones en Ty, en los alrededores de Thisted, y con los ambros en la isla de Amrum. Hay que rechazar la tesis del sueco L. Weibull que, deso­rientado por un error de Estrabón, afirma que la migración de los cimbrios, teutones y ambros no partió de Escandinavia sino que lo hizo desde las riberas del bajo Elba.

Es también hipotética la tesis sobre los vándalos como pobla­dores vecinos de los cimbrios en tierras de Jutlandia (26). Su pri­mitiva historia está basada sobre raíces inciertas, mezcladas con

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tradiciones godas, lombardas o inglesas, y sobre algunos datos o­nomásticos o hallazgos arqueológicos. Sin embargo, la mayor parte de estos vestigios nos hacen pensar en el origen escandinavo de los vándalos. Los restos arqueológicos hallados en Vendsyssel, (Dinamarca), muestran semejanzas interesantes con otros restos vándalos de época posterior hallados en Silesia que datan de las postrimerías del último siglo anterior a nuestra era. ~os restos de Silesia nos permiten clasificar este yacimiento como el primer habitáculo plenamente conocido de los vándalos. Los descubrimien­tos de Vendsyssel nos autorizan a afirmar que anteriormente al ha­bitat de Silesia, los vándalos vivieron en Dinamarca, en la punta norte de Jutlandia, al otro lado del Limfjord. Su lenguaje parece haber sido un dialecto óstico, próximo al gótico. La historia nos habla por primera vez de los vándalos en el siglo primero de nues­tra era cuando ya estaban establecidos en la ribera sur del Bál­tico. La denominación de "vandali" o "vandili" abarca un gran nú­mero de pueblos, entre los que Plinio cita a los burgundios y a los varinos y sitúa su habitáculo en tierras de Posnania y de Po­merania. Más tarde, el nombre de vándalos se empleará solamente para designar a dos tribus: los silingos (mencionados por Ptolo­meo y establecidos en la actual Silesia) y los hasdingos (nombra­dos por Doin Cassius y establecidos entre el alto Vístula y el alto Dniester). Estos dos pueblos llevaron una existencia para­lela, pero separada. Nuevos estudios determinan el origen silin­gio de Silesia, y afirman que el nombre hasdingo se empleó sólo para denominar la familia real. Conocemos bastante bien los des­plazamientos por Europa de los vándalos hasdingos a partir del año 171 d.C., intentando entrar en Dacia, su convergencia y fu­sión con los silingos en territorios situados a la orilla izquier­da del Danubio poco antes del año 400, su entrada en Rhetia en 401, el paso del Rhin, su entrada en Ualia, la invasión de Espa­ña en el otoño del 409, el reparto de este país como botín de gue­rra y de conquista,y su paso al Norte de Africa.

Conocida es la afirmación de Jordanes (27) remontando el ori­gen de los godos, -instalados en el siglo I de nuestra era en las riberas del Vístula-, a los países escandinavos vecinos del Bál­tico, concretamente en la isla de Gotland (Suecia). Tampoco entra-. ré aquí en detalle acerca de las innumerables guerras filológicas entre partidarios y enemigos del autor godo Jordanes (28). Los

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godos fueron, sin ningún género de dudas, el grupo étnico más im­portante que recorrió el Imperio ramano de punta a punta, que fun­dó Estados durables, que logró agrupar elementos germánicos y roma­

nos, y que poseyó una importante cultura autónoma. Hasta Justinia­no, los godos detentarán la supremacía del mundo bárbaro y su pres­

tigio entre los otros pueblos germánicos quedaría reflejado en la tradición épica. Ateniéndonos a las tradiciones recogidas por

Gassiodoro y Jordanes entre los ostrogodos de ltalia en el siglo

VI, los godos procederían de la isla de "Scandza", -nombre idénti­

co a Scania, y por lo tanto originarios de Escandinavia-, atrave­sarían el Báltico hacia la "orilla del océano citerior", se apo­

derarían del país de los "ulmerungios" y someterían a los vánda­

los. Es decir, procedentes de Escand.inavia, se instalarían en el

litoral polaco del mar Báltico. Podemos decir que, a pesar de cier­

tos detalles legendarios, el origen escandinavo de los godos nos

parece a todas luces veros{mil. La tradición ~ecogida por Cassio­

doro y Jordanes habla de los orígenes y formación de un grupo de

pueblos estrechamente relacionados entre si como fueron godos,ru­

ges, vándalos, érulos y skires que, por consiguiente,tendría lu­

gar en la época de su establecimiento a orillas del Háltico.

Si bien debemos a Ulfila el perfecto conocimiento de la len­gua de los godos, los estudios lingüísticos realizados hasta el mo­

mento actual no nos han permitido esclarecer el confuso origen de

este pueblo, y se limitan a señalar que hay que buscar dicho ori­

gen en el área nórdica. No podemos en la actualidad delimitar el

área de ocupación goda en el s.iglo anterior a nuestra era. En cam­bio, durante el Imperio romano existieron dos pueblos escandina­

vos que nos recuerdan el primitivo origen de los godos: los gutar, de la isla de Gotland, y los g5tar, de G5taland en la mitad meri­

dional de la antigua Suecia.

La arqueología, en vez de ayudarnos a esclarecer el misterio,

nos aporta datos contradictorios. Los enterramientos godos, cuando

este pueblo se hallaba establecido en Pomerania, presentan carac­

terísticas distintas de los demás pueblos germánicos, ya que los godos no depositaban armas en las tumbas masculinas, práctica fu­

neraria esta que se siguió utilizando durante el siglo anterior a nuestra era en la parte occidental de G5taland (Vasterg5tland), y que, según Eric Graf Oxenstierna (29), parece ser que dicha re-

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gi6n se hallaba despoblada de hombres en el momento preciso en que las fuentes romanas nos hablan del establecimiento de los go­dos en la parte sur del Báltico. La práctica funeraria era también distinta, pues, mientras que casi todos los godos establecidos a orillas del Vistula practicaban la inhumaci6n, en Escandinav'ia lo hacian siempre por incineraci6n.

La historia conocida del pueblo godo se inicia con las citas del Plinio en el año 75 al hablarnos de los gutones, y con las de Tácito al nombrar a los gothones alrededor del año 98. En este tiempo, los godos estaban ya establecidos en el noroeste de Germa­nía. Ptolomeo señala que estaban en la orilla derecha del bajo Vistula. A partir de estas fechas conocemos con detalle el devenir del pueblo godo: su divisi6n en visigodos y ostrogodos, sus avan­ces hacia las fronteras del Imperio romano, su penetraci6n en el mismo,los "foedus"establecidos con Roma, y su definitivo estable­cimiento en tierras de Italia, Francia y España.

Si aceptamos el origen escandinavo de los cimbrios, teutones y godos, -con las reservas ya apuntadas-, podemos pensar que des­pués de su emigraci6n hacia el sur s6lo quedarian en Escandinavia pueblos de habla n6rdica. Y a partir de este momento debemos re­currir a las fuentes escritas de los autores de la antigüedad clásica (30), porque juzgo de poca consistencia la tesis sobre el origen escandinavo de los lombardos (31). Más interesantes me pa­recen las tesis afirmativas del origen escandinavo de anglos y

jutes y su emigraci6n a Inglaterra por via maritima en el siglo lV (32).

Entre la emigraci6n de anglos y jutes y la de los vikingoe, Jordanes nos da una lista de pueblos escandinavos diseminados por la inmensa geografia de las tierras n6rdicas. No pienso entrar en detalle en la descripci6n de estos grupos étnicos porque poseemos abundante bibliografia (33), pero si es necesario recordar que a la par que se desarrollan las grandes migraciones terrestres desde Escandinavia a Europa continental, el estudio de otros desplaza­mientos humanos por mar, menos conocidos, desde Escandinavia a zonas costeras del noroeste de Europa, nos ayudarán a completar

el panorama migratorio desde las zonas costeras del Báltico hacia tierras de Europa continental. Alli entrarán en contacto con otros pueblos anteriormente establecidos, de origenes diversos, -algu-·

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nos, como hemos visto, escandinavos-, con la consiguiente simbio­sis de culturas diferenciadas por el paso de los siglos. Estos grupos étnicos escandinavos que utilizan el camino del mar y que convergen con otros grupos procedentes de las costas de Germanía y de la actual Holanda, coincidirán a finales del siglo III en una empresa diversificada, pero con efectos comunes,como fue la ruina de la autoridad y civilización romanas en la Bretaña francesa.Es­ta actividad cobrará nueva intensidad durante los siglos V y VI y llegará a afectar toda la zona marítima europea comprendida des­de Galicia, en España,hasta las costas de Noruega, siendo un pre­cedente importante de las futuras invasiones vikingas.

Los érulos, pueblo originario de Dinamarca oriental, o de Suecia meridional, inician con sus mal conocidas incursiones ma­rítimas a mediados del siglo III la historia de estas migracio­

nes por mar.En el año 267 llegan hasta el mar de Azof, avanzan hacia el Bósforo y saquean las costas del Egeo. Pero las princi­pales incursiones tendrán lugar hacia Occidente: en el 287 y 409 atacan las costas de la Galia, hacia el año 456 saquean las de Galicia y Portugal, y en el 459 llegan hasta la Bética. La cre­ciente potencia de los francos dificulta sus incursiones por lo que intentarán asegurarse la alianza con los visigodos. A partir de las primeras décadas del siglo VI desaparecen las menciones sobre los érulos.

A los érulos sucederán otras expansiones marítimas más im­portantes a cargo de sajones, anglos y jutes. Incursiones piratas al principio,pero que muy pronto se convertirán en empresas de conquista y colonizaci6n. Plinio llama "ingvceones" a los habitan­tes de las costas del Báltico occidental y del tla.r del Norte, al este del río Wesser. Sin duda, los "ingvceones" formaban un grupo coherente de etnies que hablaban un lenguaje que los ligüistas llaman el "nordseegermanisch". Entre estos grupos étnicos, Táci­to menciona a los "chanci", establecidos entre el Ems y el Elba, y a los "angli", arraigados en el sur de Jutlandia. Habla también de numerosos grupos que vivían en la península jutlandesa, entre los cuales los más conocidos eran los "varini". Ptolomeo, en el siglo II, cita a un nuevo pueblo, los sajones, que habitaban en el mismo sector jutlandés y que sitúa con más precisión en el .tiolstein.

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Después de repasar la bibliografía existente hay que concluir

que el establecimiento de estos importantes grupos étnicos escan­dinavos en Noruega, Dinamarca y Suecia es todavía mal conocido (34).

Autores como M. Kristensen (35), P. J0rgensen (36) y La Cour (37) tratan de los frisones, pueblo germano que juntamente con los daneses y suecos ocuparon los lugares,en la provincia de Jut­landia,abandonados por los anglos y parte de los jutes al emigrar a Inglaterra. Establecidos los frisones primeramente en las islas y costas bajas del mar del Norte, entre las desembocaduras de los ríos Rhin y Elba, ocupan después las tierras bajas costeras del sur de Jutlandia entre Ejder y H0jer. Sometidos posteriormente a los daneses, conservaron, sin embargo, la lengua y costumbres du­rante toda la Edad Media formando una especie de enclave étnico y lingüístico (38). Otros autores como J. ~r0ndsted (39) y T.Rams­kov (40) no son tan categóricos en sus deducciones y aunque nos hablan de los frisones y de sus relaciones comerciales con Escan­dinavia se limitan a transcribir las noticias aportadas por Pli­nio, situándolos en la actual tlolanda, entre los ríos Weser y Schelde, con el nombre de cnauchernos. Los datos aparecidos en las obras de estos dos historiadores daneses se reducen a descri­bir el adentramiento de los frisones por tierras ribereñas del Rhin y recalcan la importancia comercial de este pueblo aprove­chado por Carlos Martel como intermediario en las relaciones con los eslavos.

Sajones, anglos, frisones y jutes protagonizaron las invasio­nes germánicas en ~retaña. Nos resulta difícil averiguar las cau­sas de esta importante expansión marítima protagonizada por pue­blos escandinavos. Sólo podemos afirmar que hubo progresos en la técnica de navegación y en la construcción naval sin alcanzar un perfeccionamiento importante. Se conserva. un modelo de navío de la época encontrado el año 1864 en Nyda , en la costa báltica de S0nderjylland (Dinamarca) el cual presenta ya una innovación im­portante como es la superposición de planchas de madera sujetas con clavos de hierro. Pero su tamaño reducido (33 m de largo por 3.2? de ancho), quilla pequeña, pilotaje a remo y carencia de más­til nos demuestra que en el siglo IV este tipo de embarcación quedaba muy lejos de los airosos y veloces navíos vikingos.

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A partir de la emigración de los anglos y jutes, los pueblos

escandinavos entran en lo que los historiadores llaman el "perio­do épico". Las historias nacionales de estos pueblos aparecen re­

flejadas en las sagas y dan origen a una rica e interesante pro­ducción literaria en lengua escandinava desde los años 400 al

900 de nuestra era, o en idioma inglés antiguo. Pero para el his­toriador presentan sólo un valor relativo. Como fuentes documenta­

les son bastante tardias y no aparecen escritas hasta el siglo XI

y los manuscritos que han llegado hasta nosotros datan del siglo

XIII. Los manuscritos ingleses son anteriores, de los siglos X y XI. Los ciclos y periodos de las sagas escandinavas han sido y son

objeto de concienzudos y valiosos estudios criticas (41).

Los origenes de la literatura nórdica se remontan hasta los

temas aparecidos en las sagas, expresados y transmitidos por via

oral en forma de poesia heroica. Si en un principio los temas de

esta literatura heroica escandinava se basan en el ciclo de Atila

y de sus contemporáneos,-común a toda la literatura épica germá­

nica-, luego toman un carácter nacional y se dedican a cantar las

gestas, bien que de forma mitica, de los héroes daneses y suecos.

Un gran inconveniente para los filólogos es el hecho de no haber

llegado hasta nosotros los ciclos, descritos en las sagas, en len­gua original. Un ejemplo caracteristico es el de la epopeya dane­

sa conocida solamente por las traducciones en prosa que de ella se hicieron, y sobre todo por los hexámetros latinos del más gran­

de de los historiadores escandinavos, Saxo Gramaticus (42).

El problema que aparece ante el historiador es el del valor histórico y el de la credibilidad de las sagas. Es evidente que

todos estos poemas tardios no pueden describir con exactitud la sociedad escandinava y sus costumbres de los siglos V al IX. Sin

embargo, apreciándolos desde un punto de vista más general encon­

traremos en ellos elementos topográficos y noticias de personajes

reales que posteriores estudios históricos y sobre todo descubri­

mientos arqueológicos nos inducen a aceptarlos como válidos (43).

Aunque no estoy de acuerdo con algunos historiadores escandina­

vos (44) que intentan reconstruir toda una cronologia de reyes y

de hechos basándose en dichas fuentes, tampoco me es posible re­

chazarlos por completo y negarles interés histórico. Si las fuentes conocidas nos impiden establecer un estudio

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completo y sistemático de la sociedad escandinava durante el pe­riodo épico, los recientes descubrimientos arqueológicos nos per­miten ver con más claridad en este mundo de tinieblas que los his­toriadores tienen ante si. La numismática nos ayuda a compr~nder cómo la variedad de monedas aparecidas en Escandinavia se debe, sin duda, al intenso intercambio comercial entre los pueblos del área del Báltico y los del sur de Europa que pueblan toda la costa mediterránea hasta el oriente bizantino (45).

Todos los historiadores coinciden en calificar los dos siglos precedentes a la expansión vikinga como el periodo más oscuro de la historia de Escandinavia. Por suerte, el Codex Regius,apare­cido en Islandia en 1643, nos permite, a pesar de sus importan­tes lagunas, conocer con bastante detalle las creencias religio­sas y mitológicas de los pueblos escandinavos. Aunque esta fuen­te, conocida también bajo el nombre de Cantos de la antigua Edda (46), se remonte sólo hasta el año 1270 tiene un valor inesti­mable para el conocimiento de ciertos aspectos de la historia de Escandinavia, sobre todo por aparecer en ellos noticias de una mitologia más propia del área escandinava que de los pueblos ger­manos en general. Aparecen los grandes dioses mitológicos nórdi­cos Odin, Thor, etc., y los nuevos hallazgos arqueológicos han servido para mostrarnos el verdadero emplazamiento de sus santua­rios (47).

Moviéndonos en un terreno muy dificil para poder sacar con­clusiones válidas, dada la falta de documentación suficiente, se puede, sin embargo, presentar un cuadro más o menos aproximado del estado de la cuestión y establecer las coordenadas necesarias que un dia nos servirán para completar el cañamazo histórico de la in­fluencia de Escandinavia en el mundo altomedieval europeo. Es ne­cesario prufundizar más en el estudio de los pueblos escandinavos en la época que va desde los últimos siglos anteriores al princi­pio de nuestra era hasta los dos primeros siglos de ésta.

Hoy dia podemos afirmar que en el siglo III asistimos a una reorganización del mundo escandinavo-germánico. Aquellas confede­raciones citadas por Plinio,de carácter más cultural que politico, se habian disgregado. A partir de finales del siglo II aparecen otras formaciones de pueblos de carácter eminentemente militar. Con anterioridad al siglo V, varios movimientos de pueblos mal

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conocidos cambiaron la faz de Escandinavia meridional. Han desa­

parecido las antiguas tribus de cimbrios, teutones y chauchernos,

han emigrado los érules de las islas danesas y sobre sus ruinas han aparecido los jutes y los daneses, mientras que piratas pro­

cedentes de las costas danesas y de Germanía infestan desde el

año 285 las zonas marítimas nórdicas de la Galia, Bretaña y Es­paña hasta la Bética. Durante esta época, la civilización de es­

tos pueblos es compleja y variada. Los germanos de la estepa,(go­

dos y tribus vecinas), germanos del bosque, (la mayor parte de

las tribus que habitaban en la Alemania actual), germanos del mar,

(sajones, frisones, daneses, etc.), presentan géneros de vida muy diferentes. Hacia el siglo V, en las lenguas germánicas aparecen

variantes muy notables que hacen casi imposible su comprensión

entre los mismos pueblos originarios de los territorios aludidos,

y sólo dos lenguas empiezan a fijarse en una tradición escrita: el nórdico, que se escribe con caracteres rúnicos, -los germanos

del continente no adoptarán la escritura rúnica hasta el siglo

VI-, y el gótico, que gracias a la influencia del obispo Ulfila

(hacia 311-383), se convierte en lengua literaria, sobre todo en

la traducción del Nuevo 'l'estamento, y utilizando un alfabeto ins­pirado en el griego adquiere el rango de lengua cultural, aunque

desaparecerá pronto hacia finales del siglo Vl. Los demás dialec­tos tendrán que abrirse camino poco a poco, con grandes cambios

lingüísticos, hasta conseguir el estadio de lenguas literarias.

No existiendo coherencia lingüística entre los pueblos es­candinavo-germánicos, ¿se puede hablar de unidad religiosa? 'l'am­

bién aquí la solución del problema se nos presenta muy difícil.

Empezamos por desconocer el culto de un pueblo tan esencial como

era el godo y tan apenas nos han quedado fuentes sobre el perio-

do que va desde Tácito hasta el establecimiento de las primeras

misiones cristianas. Sin embargo, podemos aceptar un panteón co­

mún de divinidades formado a lo largo de diversas etapas cronoló­

gicas. Con respecto a la mitología sólo nos ha llegado la versión escandinava escrita en el siglo XIII, (Edda en verso, comentada por

la Edda en prosa), del islandés Suo;ri Sturluson. Las grandes figu­

ras divinas son: Wothanaz, -Wotan, Odhinn-, dios de la magia y de

la victoria; Tiuz, -Ziu, Tyr-, dios del derecho y de las asambleas.:, Thunraz, -Donar, Thorr-, dios del rayo; Njordhr, divinidad de la

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guerra y de la fecundidad (forma nórdica) que Tácito la presenta como la diosa Nerthus, y por último la divinidad Freyr. ¿~ué in­fluencia tuvieron estas divinidades entre los invasores del Impe­rio? Sólo sabemos que habían sido incorporadas a los vocablos que sirvieron para designar los nombres de los días de la semana.En cambio, conocemos muy poco del culto y ritual: sacrificio masivo por inmersión de los prisioneros de guerra con sus armas después de una victoria, -práctica confirmada por los relatos de guerra de los cimbrios y atestiguada por los descubrimientos arqueológi­cos en Dinamarca-, procesiones con carros sagrados y algunas prác­ticas adivinatorias o propiciatorias. El paganismo entre los ger­manos meridionales era poco firme y se encontraba en periodo de decadencia en víspera de las invasiones, no así entre los suecos, daneses y sajones que todavía después del siglo VIII practicaban un culto nacional con santuarios centrales.

La vida económica entre estos pueblos era muy dispar. Todos los germanos conocían la agricultura sedentaria, aunque los friso­nes y sajones, cuyas casas se encaramaban en colinas en medio de húmedas planicies, se dedicaban con preferencia a la ganadería bovina. Los germanos del bosque practicaban sobre chamiceras un cultivo más o menos rotativo, sin duda organizado colectivamente. Los de la estepa, que vivían en poblados y conocían la agricultu­ra, se dedicaban con preferencia a la cría de ganado, en especial el caballar.

Muchas de los términos empleados por los escandinavo-germá­nicos en el comercio, transporte o medidas fueron tomados del la­tín: (del latín caupo =danés k0be, all., kaufen; lat., aureus = danés~' etc.). A pesar del gran número de monedas romanas que penetró en Escandinavia no se logró implantar un sistema de cam­bio monetario ya que hasta muchos siglos después se seguirá usan­do el ganado como patrón de valor juntamente con barras y anillos de metales preciosos. En cuanto a aglomeraciones urbanas, en Es­candinavia no existían ciudades, viviendo la población en peque­

ñas agrupaciones humanas. Poco es también lo que conocemos de la estructura social de

estos pueblos, lo que nos impide afirmar que en algunos de ellos existiera una nobleza junto a la familia real. Los hombres libres, los guerreros cuya muerte violenta obligaba al pago de la campen-

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sación más elevada, formaban la base de la sociedad escandinavo­germánica. Por debajo de los hombres libres, que en algunas tri­bus no constituian la mayoria de la población, existia una clase numerosa de "semilibres" cuyo origen procedia de los pueblos ven­cidos. Habia también numerosos esclavos, con preferencia cautivos, tanto domésticos como asignados al cultivo de la tierra. Durante el siglo IV, ciertos ciudadanos romanos implantados en la socie­dad escandinavo-germánica constituyeron un factor humano muy im­portante en algunas tribus, cuyo ejemplo más significativo es la ascendencia capadociana del apóstol de los godos, Ulfila.

En todos aquellos pueblos, ya tuvieran una organización mo­nárquica o republicana, el objetivo fundamental del Estado fue

de orden militar, y las solas subdivisiones sólidas eran las del ejército. La jerarquia social descansaba en la institución guerra­ra, la "comitatus" latina, por la que grupos de jóvenes guerreros de probada fidelidad quedaban unidos a sus jefes.

Debo confesar que me encuentro ahora en el momento más esca­broso de mi estudio. Consecuente con la afirmación anterior de que los dos siglos que preceden a la expansión vikinga, -mitades del siglo VI a mitades del VIII-, corresponden al periodo más oscuro de la historia de Escandinavia, me impiden hacer un estudio de la sociedad n6rdica en esta época y no puedo precisar con detalle las instituciones que de manera directa o por pueblo interpuesto, -en este caso los germanos del continente-, influyeron en la génesis del Feudalismo. A veces el historiador debe recurrir a hipótesis en espera de que nueva documentación o nuevos hallazgos arqueoló­gicos le den la razón. Esto es lo que han hecho los autores que han historiado este periodo. A algunos hay que desecharlos por sus arriesgadas conclusiones emitidas, a mi juicio, muy a la li­gera. Otros merecen más credibilidad. Es el caso de Musset cuan­do afirma que "hasta tiempos muy avanzados de la época de los vi­

kingos, la organización politica de Escandinavia descansaba sobre los mismos principios que en Germania en el momento anterior a las grandes invasiones" (48), y para afirmar esto se apoya en el testimonio de los historiadores del Derecho (49).

Por estos autores sabemos que en tiempos de paz la autoridad de los poderosos descansaba en su influencia social y en el número_ de fieles. Los reyes gozaban además del prestigio religioso, pero

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el verdadero poder lo detentaban las asambleas locales de hombres libres, -thing, en Escandinavia, mahal, en Alemania, mallus = la­tín-, celebradas al aire libre con regularidad periódica. En cam­bio, en tiempos de guerra los jefes hereditarios o elegidos.te­nían un poder casi absoluto con la sola condición de respetar cier­tos derechos elementales, como el de los soldados en la parte del botín. En los primeros siglos de nuestra era, el mundo escandinavo, Sajonia y ciertos pueblos anglo-sajones presentaban una estructura propia de sociedad en tiempos de paz. En cambio, la mayor parte de los estados implantados en territorio romano lo habían hecho mediante conquista y tenían una estructura característica de pue­blos en armas. La monarquía y pueblo merovingios, -en los albo-res del Feudalismo en Francia, cuando el mallus detentaba un po­der real importante, a la vez que el poder del monarca era consi­derable-, hay que situarlos en la conjunción de estas dos socie­dades descritas. Hay que tener presente que la Francia merovingia no es la creación de un solo pueblo franco. Los merovingios, a mediados del siglo VI, recogieron la herencia del reino burgundio y la continuaron con todo vigor sin atentar contra la idea de "na­cionalidad" burgundia. La aristocracia de este pueblo siguió de­tentando los puestos claves del Estado entre los merovingios.

Conviene hacer incapié en esta herencia burgundia para ayu­dar a despejar la incógnita sobre la influencia escandinava en la génesis del Feudalismo francés. Los burgundios, -o burgondio­nes (50)-, aparecen en el siglo I en la región del Báltico como un elemento del grupo de los "vindili". Después penetran en el in­terior, hacia el medio Vístula. Por su lengua y costumbres se pue­de apreciar que es un pueblo de origen escandinavo. Su dialecto óstico se parece mucho al gótico, y sus tradiciones, recogidas posteriormente, se remontan a una isla llamada "Scandinavia" (51). Muchos nombres escandinavos son análogos a la toponimia burgun­dia: el país de Borgund, en el Sognefjord (Noruega), y sobre to­do la isla danesa de Bornnolm,llamada Borgundarholm en el siglo XIII.

No entraré aquí en el estudio de las etapas de la invasión burgundia desde el Báltico hasta la Galia romana, pues-existen a este respecto trabajos científicos de reconocido mérito (52), aun­que pienso que el día que conozcamos mejor las formas de vida y

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costumbres, y sobre todo la estructura politica de este pueblo cuando vivia en Escandinavia, habremos dado un gran paso en el estudio de la génesis del Feudalismo europeo.

Basándonos en la hipótesis ya apuntada por Musset, nos bas­tará recordar que toda la sociedad germánica tenía su base funda­mental en la familia y en la prolongación de la sippe, en la mis­ma linea de naturaleza que la "gens" latina y la "genos" griega, esto es, constituida según las normas del parentesco agnaticio (53). La estructura en sippes llegó a alcanzar una gran signifi­cación militar y agraria, y en todos los órdenes jurídicos, pero no rompió la idea política general del Estado (54). Esta idea de ESTADO tardó mucho en abrirse paso y, cuando lo hizo, la sippe no influyó en su creación sino en cuanto había un jefe militar que tenía o se arrogaba el derecho de conservar el poder para sus des­cendientes directos.

El Estado germano no será de tipo familiar pero sí es cierto que la idea errónea de la patrimonialidad del reino, tan fuerte

entre los visigodos y merovingios,es bastante germánica y se pare­ce mucho a la tutela o poder paterno (munt) del jefe de familia.

La historia de los germanos hasta su irrupción en Occidente ado­lece, como ya he dicho, de una gran falta de noticias (55). Mu­chos problemas nos son aún prácticamente desconocidos. Tácito nos describe ya una monarquía hereditaria pero no absoluta, aunque los pueblos por él descritos no se encuentran en el mismo estado de evolución que en el siglo IV, aparte de que sus datos no pueden

ser generalizados (56). Lo que parece más seguro es que en épocas de guerra, con rey

o sin él, se elige a un "dux" con poderes supremos según el prin­cipio de la autoridad personal, de tanto arraigo posteriormente. El principio de autoridad se va fortaleciendo durante las inva­siones en detrimento de la antigua nobleza bastante poderosa.Con todo hay una fuerte tendencia a la independencia personal.

Es normal que este fortalecimiento progresivo de la monar­quía en favor del simple "dux" se dé durante las invasiones pues es el jefe el que conduce al pueblo y el que pacta con el enemigo. En un momento determinado el viejo monarca se borra ante el "dux" militar.

Otra consecuencia de las invasiones fue que siendo un pueblo

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entero en movimiento no sólo eran las clases superiores las que luchaban sino todos en general. Incluso nada prueba que el "dux" fuese un noble. Luego la organización cambiaría por completo y lo mismo que se destruiría la monarquía tradicional se difuminaría la vieja estratificación de la sociedad (57).

Entre los germanos, el lazo de relación personal es muy im­portante y fuerte puesto que llega a entrañar la carencia de una verdadera organización política. Su naturaleza es fundamentalmen­te distinta, a lo que contribuye el fuerte sentido democrático de estos pueblos que, en circunstancias normales, depositan los po­deres supremos en las asambleas y no en el rey.

Una segunda diferencia con Roma es la de que estos lazos no tendrán entre los primitivos germanos una razón esencialmente eco­nómica, sino político-militar. A pesar de la inclinación a la in­dependencia personal, propia de tribus más o menos errantes y de concepciones políticas restringidas, en el ambiente militar la dependencia de un jefe victorioso y de prestigio es algo consi­derado como un honor. Es lo que se llama gesinde o Gesellschaft ("comitatus" latino)(58). Según sus usos, el jefe premiará con los medios a su alcance y alimentará a sus "comites" que, por su parte, se comprometen a seguir en paz y en guerra a su caudillo, a defender su vida y a morir por él.

Es l'1ontesquieu el primero que ve en este "comitatus" un ori­gen directo del Feudalismo y por ello escribe: "Chez les germains il y avait des vassaux". En general los grupos seguidores no se mantienen sino en tiempo de guerra. Después de la campaña el jefe les premia con la framea, un caballo y armas ••• , pero nunca se les concede la propiedad de una tierra. El "comitatus" tampoco consti­tuye en ningún momento un principio de organización política (59). Este vasallaje que quiere l'1ontesquieu no tiene ninguna concomitan­cia con el medieval, pero es cierto que a cada paso encontramos huellas de germanismo en las relaciones personales que mantienen las clases sociales en la época del Feudalismo.

En cuanto a la posesión de la tierra, lo poco que de la cues­tión sabemos hoy está recogido en fuentes demasiado antiguas como para juzgar por ellas la organización de los bárbaros del siglo IV. César nos dice que no existe la propiedad privada de la tie­rra, pero Tácito habla ya de una explotación agraria organizada

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con existencia de propiedades individuales a pesar de haber aso­ciaciones agrícolas (markgenossenschaften). Quedan indivisas los allmende o tierras comunales de pastos y bosques,como ocurrirá en las zonas donde el asentamiento se verifique por el método de la "hospitalitas".

Según afirma Jacques Ellul (60), en el siglo II los cultivos eran sacados a suertes anualmente entre las sippes y los jefes re­partían los lotes entre los hombres. La propiedad es aún, pues, colectiva pero en fase de evolución hacia la individual y con fi­jación de las zonas de cultivo.

Nos encontramos ahora con un fenómeno peculiar: la sippe se vuelve sedentaria mientras que el cultivo de las tierras adopta una forma nómada, es decir, cambiante. Seguramente la asignación de tierras entre las sippes se iría estabilizando poco a poco,con­virtiéndose en asignaciones fijas, perdiéndose así la costumbre de la repartición anual. Se establece entonces la propiedad fami­

liar y el jefe no puede alienar la propiedad sin la autorización de todos los miembros de la familia. Tampoco puede trasmitirla a un extraño por testamento ni donarla en dote al marido de la hija que se une en matrimonio (61).

El estudio de las Instituciones de los bárbaros, y sobre todo del encuadre jurídico de estas sociedades, nos ayudará a estable­cer analogías y diferencias entre romanos y germanos. El Brevia­rio de Alarico,de 506, del Estado visigodo; la Lex Romana Burgun­dionum, de principios del siglo VI, de los burgundios; el Edictum Theoderici, de la misma época, de los ostrogodos, y la Lex Romana Curiensium, del siglo VIII, de los recios, se basan en el derecho "vulgar" recogido en la codificación de Justiniano y están redac­tados en latín. En cambio, en la Ley Sálica de los francos y en el Edicto de Rotario de los lombardos se encuentran aspectos más arcaicos. Desconocemos el derecho germánico de los vándalos, y en cuanto a las otras leyes de los bárbaros: Ley Ripuaria, Ley de los 'l'uringios, Ley de los Francos Cnamaros, son legislaciones secun­darias de los siglos VII, VIII y IX, mientras que las de los ala­manes y bávaros: Pactus Alamannorum y Lex Bajuvariorum se redacta­ron cuando estos pueblos habían perdido su independencia.

Basándonos en las leyes más antiguas de estos textos, encon­tramos que en todos ellos existe un "espíritu" común de derecho

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bárbaro, caracterizado por las siguientes características: proce­

dimiento único oral y formalista, personalidad de las leyes, im­portancia de la conjura y de la ordalia, tasificación de las com­

posiciones pecuniarias (wergwld), solidaridad familiar, etc. Hu­chos de estos rasgos aparecerán en el derecho escandinavo, r'edac­

tado a partir del siglo XII y lejos de toda influencia de Roma.

C O N C L U S I O N E S

Nos resulta fácil apreciar el abismo que separa al mundo es­

candinavo-germánico de la sociedad romana. El primero se nos pre­senta animado de un dinamismo singular, aunque de tipo rural, ca­

si inculto y sin una verdedarea organización estatal, mientras que la segunda, si bien bastante decrépita, se asienta en ciudades im­

portantes y está basada en un derecho escrito, a la vez que some­

tida desde la época de Diocleciano a la autoridad abrumadora de una burocracia totalitaria. En definitiva, la sociedad germánica

del siglo V representa la continuación de una estructura social que los romanos habían encontrado y destruido a principios de nues­

tra era en la Galia, España y en la regiones del Danubio, a todas

luces más arcaica y rudimentaria que la herencia legaaa a Roma por

el mundo greco-oriental. Por lo que respecta a las invasiones escandinavas en el Impe­

rio romano, una de sus más importantes consecuencias fue la des­trucción de la Romanía, con unidad lingüística, cultural y políti­

ca, que los romanos habían establecido en Occidente. El germanis­

mo logrará infiltrarse en este edificio tambaleante, -no logrará

derribarlo-, mediante la adopción de compromisos diversos en las distintas regiones. Por eso no podemos hablar de un germanismo in­tegral sin residuos o influencias latinas, ni de una romanidad in­

tacta sin intromisiones germánicas. Así pues, a partir de esta épo­ca la civilización europea, en proporciones variables, será la he­redera del legado de Roma y de los escandinavo-germánicos.

La influencia escandinava dependería de la densidad y empuje

de sus establecimientos en el Imperio romano durante las primeras generaciones que siguieron a las invasiones. Allí donde las dis­tancias que separaban los dos mundos fueran menores, o en aquellos lugares en los que la desorganización de las estructuras romanas permitieran la colonización directa de la tierra, el elemento es-

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candinavo arraigaría con más intensidad y su preponderancia mili­tar, -aunque no social y política-, intentaría eliminar los ele­mentos romanos. En cambio, allí donde la osatura social romana se mantendría con más o menos vigor,los conquistadores escandina­vos s6lo podrían establecer pequeñas colonias no permanentes que permanecerían independientes por poco tiempo hasta ser aniquiladas o integradas por los mismos romanos o por otros pueblos invasores. Sin duda, estas colonias integradas jugarían más tarde un papel local importante en la preparaci6n del terreno a futuras invasio­nes (62).

Por el momento no podemos afirmar la existencia de una in­fluencia real escandinava en la génesis del Feudalismo europeo. S6lo cuando aparezcan estudios más completos sobre la existencia en Escandinavia de la propiedad privada o de comunidades agrarias; sobre el origen, desarrollo e influencias de la "centena" en los diversos pueblos n6rdicos, -su influencia fue diferente entre los godos, francos y escandinavos-; sobre influencias celtas, o no, en el origen del "comitatus" latino; sobre la existencia de facto­res escandinavos en las formaciones militares privadas en Germania y Roma durante el Bajo Imperio; sobre la autoridad real de los mo­narcas escandinavos y sobre las relaciones personales de dependen­dencia de sus fieles, -si es que las hubo-, y en especial, sobre el carácter de estas relaciones de dependencia, entonces habrá llegado el tiempo de revisar los conceptos actuales en los que se basan los historiadores para estudiar la génesis del Feudalismo.

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N O T A S

(1) E. WESSE: The Scandinavian Comunity of langpage, en Le

Nord, IV, 1941, pp.221-236; D.A. SEIP: Norden; Samh0righet og Sprakutvikling, Oslo, 1931; P.SKAUTRUP: Det danske Sprogs Histo­rie, 1-II, Copenhague, 1944-1947; E. WESSWN: Svensk Sprakhistoria,

2 vols.Estocolmo, 1943. (2) L. MUSSET: Les Peuples scandinaves au Moyen Age, París,

1951, pp.7-8 y l-45; Obras importantes son también: ALLEN MAWER: Early Scandinavia, en el Cap.:The Vikins, de Cambridge Medieval History, T.III, pp.307-310; tlENRY HUBERT: Les Germains, París,

1952, pp.94-ll8, y 160-183, 297-319; ROBERT LATOUCHE: Les gran­des invasions et la crise de l'Occident au ve siecle, París,l95l,

pp.l-26; F. LOT: Les invasion barbares, París, 1937, pp.ll7-196. (3) Véase: JOHANES BR0NDSTED: Danmarks Oldtid, 3 vols., Copen­

bague, 1957-1960; Ibid: De reldste Tider. Indtil ar 600, Politikens Forlag, Copenhague, 1969, pp.ll-42; GEOFFREY BIBBYS: Spadens Vid­nesbyrd, Arhus, 1957; H.C.BROHOLM: Danmarks Bronzealder, 4 vols., Copenhague, 1943-1949; P.V.GLOB: Mosefolket, Copenhague, 1965.

(4) "Scanza insula, quasi officina gentium, aut certe velut va­gina nationum", en Getica,IV,p.25. He consultado la edición ingle­sa: The Gothic History of Jordanes (in English version with and introduction and commentary by CHARLES CHRISTOFER MIEROW, Prince­ton University Press and Oxford University Press, 1915); F.LOT: Les invasion barbares, op.cit., p.117.

(5) Vide el cap. de J.BR0NDSTED: De forhistoriske Minder, en la obra de STRUCKrillNN, JESSEN y HJERL-HANSEN: De danske Heder, T.I., Copenhague, 1943.

(6) P.V.CLOB: Helleritsninger i Danmark, en Jysk Arkreol. Sels­kabs Skrifter, f.VII, 1969; JOHANNES BR0NDSTED: De reldste Tider, op.cit., pp.203-344.

(7) P.F0SSING: Pytheas og Ravlandet Abalus, en Aarb0ger for Nordisk 01dkyndighed og Historie, Copenhague,l943, pp.l74-182.

(8) G. EKHOLM: On Romarnes Handels pa Nordeuropa, en Fornvan­nen, XXX, 1934, pp.349-365; Ibid: Zur Geschichte des romisch-Ger-

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manischen Jiandels, en Acta Archeologica Scandinavica, Copenha.gue, T. VI, 1935, pp.49-98; D.B. SADDING'l'ON: Roman Attitudes to the gentes of the Nord, en Acta classica, IV, 1961; K. CRIST: Romer und barbaren in nohen Kaiserzeit, en Sreculum, X, 1959: M. CARY: The Frontier Policy of the Roman Emperors down to A.D. 200, en Acta classica, I, 1958; M.WHEELER: Les influences romaines au­

dela des frontieres impériales, Paris, 1960; L.HARMAND: L'Occi­dent Romain, Paris, 1960; M.P. CHARLESWOR'l'ti: Trade routes and Co­merce of the Roman Empire, 2a. ed., Cambridge, 1962.

(9) JOHANNES BR0NDSTED, op.cit., pp.347-449; G.HATT: Prehis­

toric fields in Jylland, en Acta Archeologica, T.II, Copenhague, 1931¡ pp.ll7-l58; Ibid: Landbrug i Danmarks Oldtid, Copenhague, 1937; lbid: Oldtidsagre, Copennague, 1943; A.W.BR0GER: Jernet og Norges eldste 0konomiske historie, en Vidensk. Akad., II, Oslo,

1940. (lO) JOHANNES BR0NDSTED, op.cit., 509-512; F.ASKEBERG:Norden

och Kontinenten i gammal tid, Uppsala, 1944, pp.38-94; O. VON FRIESEN y A. B&KSTED: Runerne, deres historie og brug, en Nordisk Kultur, VI, Copenhague, 1943; L.JACOBSEN y E. MOLTKE: Danmarks

Runeindskrifter, Copenhague, 2 vols., 1942; A.B&KSTED: Islands Runeindskrifter, Copenhague, 1942; THORKILD RAMSKOV: Normannerti­

den, Politikens Forlag, Copenhague, 1969, pp.76-84; M. OLSEN diri­gió a partir de 1914 las publicaciones sobre la escritura rúnica: Norges indskrifter indtil Reformationen: I. Norges indskrifter med de reldre runer; II. Norges indskrifter med de yngre runer; En Sue­cia, E. WESSEN comenzó en 1940 la publicación titulada: Upplands runinskrifter; EUGENE LOZOVAN: Varegues, Roméens et le lion du Pi­rée, en Revue Romane: Mélanges Poul H0ybye, T. ·III, Fascicules l-

2, Akademisk Forlag, Copenhague, 1973, pp.l5l-l56. (11) LUCIEN MUSSET, op.cit., p.l5 (12) E. SCHWARZ: Goten, Nordgermanen, Angelsachsen. Studien

zur Augliederung der germanischen Sprachen, Berna, 1951. (13) Véase E. JANSSEN: Histoire ancienne de la Mer du Nord,

2a. ed., (14)

(15) (16)

Bruselas, 1946. JOHANNES BR0NDSTED, op.cit., p.358. L. MUSSET, op.cit., p.l7.

.::;;R;.;:e""s---'"g""e""s-"t.;;;;rec...;::d;;::i"'"v-=i'--_;;A;.;;u.gu==s:...;t=i , en Monumen tum Ancyranum, ed. de GAGÉ, Paris, 1935.

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(17) Ibídem, cap.26, p.l28

(18) De Chorographia, III,54. (19) Historia Natural, IV,96. (20) G. SCHÜTTE: Die Quellen der "Pt<:>lemaischen Karten von Nord­

europa, en Beitrage zur geschichte der deutschen Sprache, XLI,l906, pp.l y ss.

(21) E.NORDEN: Die germanische urgeschichte in Tacitus Germa­

nía, Stuttgart, 1959; ROBERT LATOUCHE: Les grandes invasions, París, 1946, pp.l3-35; JOHANNES BR0NDSTED: De reldste tider, op.cit.

pp. 373-401. (22) G.SCHÜTTE: The origen of the Cimbrian, en Acta Philol.

Scand., l930,pp.2l y ss; Ibid: Kimbrerne, en Scandia, l940,pp.227 y ss.; Ibid: Die Wohnsitze der Angeln und Kimbern, en Acta Philol.

Scand., 1920, pp.25 y ss. (23) L.WEIBULL: Upntackten av den Skandinaviska Norden, en Sean­

día, VII, 1934, pp.80-l30; Ibid: Kimbrernas bopladser, en Scandia, XIII, 1940, pp.284 y ss.

(24) Zur Kimbern und Teutonenfrage, en Klio, XXII, l928,pp.97

y SS.

(25) De reldre tider, op.cit., pp.366-372. (26) G.KOSSINNA: Die Wandalen in Nordjütland, en Mannus, XXI,

1929, pp.232-255; KR.HALD: Angles and Vandals, en Classica Medire­valia, IV,l94l,pp.62-78; S. BR0NDUM-NIELSEN: 0navnet Sjrelland, en

Namm og Bygd, XX, 1932, pp.94-99. (27) Op.cit., IV,pp.25 y ss;y XVII, p.99; Véase N.WAGNER:Geti­

ca.Untersuchungen zum Leben des Jordanes und zur frühen Geschich­

te der Goten, Berlín,l967. (28) B.NERMAN: Ein Kristen mission pa Gotland, en Forvanen,

XXXVI, 1941, pp.3l-40; YRWING: Gotland under aldre medeltid, Lund,

1940. (29) Véase: Die Urheimat der Goten, Leipzig y Estocolmo,l948.

(30) G.SCHÜTTE:Nordens reldste Indbygernavne, en Nord.Hist.Tids­

krift, IV,l920, pp.l y ss.; Respecto al origen de los angli (Tá­cito), situándolos en la costa oriental de Jutlandia y emigrados

luego a Inglaterra, véase: KR. HALD: op.cit., pp.62-78; H.JANKUP~:

Zur Frage nach der Urheimat der Angeln, en Zeitschrift der Ges. f. Schleswig-Holst.Gesch., 1943.

(31) Véase: T.E.KARSTEN: Les anciens germains, traduc. de F.

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MOSSÉ, Paris, 1931. (32) Para los anglos, véase la bibliografia de la nota ante­

rior. Sobre los jutes, véase: G.SCHÜT'l'~: Our Forefathers, pp.307 y ss.¡ V.STARCKE: Danmark i Verdenshistorien, Copenhague,l946,pp. 83-99; A.C.BOUMAN: The Heroes of the fight at Finnsburh, en Acta Philol. Scand., X,l935, p.l30¡ R.H.HODGKIN: A History of the An­glo-Saxons, Oxford, 1933; J. CALMETTE: Le monde féodal, Paris,

1951, p.22. (33) L.WEIBULL: Skandza und ihre Volker in der Darstellung des

Jordanes, en Arkiv for Nordisk Filologi, XLI, 1925, pp.213 y ss.¡ K.MALONE: The identity of the Getae , en Acta Philol. Scand., IV, 1929-30, pp.84-90, y la réplica de E.WADSTEIN: The Beowulf poem as a English National Epos, ibid., VIII, 1933, pp.273-291.

(34) G.SCHUTTE: Daner og Eruler, en Danske Studier, 1927, pp. 65-74¡ E.WADSTEIN: Namnet Danmark, en Gotenborg Hogskolas Arss­krift, XXIV, 1918 y XXV, 1919; L.SCHMIDT: Geschishte der deutschen Stamme, I. Die Ostgermanen, 2a, ed., Munich, 1934, pp.558-559; Más bibliografia aparece en L.JACOBSEN: Danemarks Runeinskrifter, I, 1942, col.646 y 817-819, y en Schultz Danemarks Historie, T.I,Co­penhague, 1941, p.384.

(35) En S0nderjyllands Historie, T.I., pp.lOl-107. (36) Über die Herkunft der Nordfriesen, en Kgl. Danske Videns-

kabernes Selsk. Hist.Filol. Meddel., XXX, 5, 1946. (37) Cfra. nota 35, pp.314-325. (38) L. MUSSE'l': op.cit., pp.22-26. (39) Op.cit., pp.365-66. (40) Op.cit., pp.65-67. (41) F.JONSSON:Den oldnorske og oldislandske Litteraturs Histo­

rie, 3 vols., 2a. ed., Copenhague, 1920-192á; F.PAASCHE: Norges og Islands Litteratur indtil utgangen av middelalderen, Oslo, 1924; J.DE VIRES: Altnordische Litteraturgeschichte, en Gründris der germ. Philol. begr. von H. Paul 16, 2 vals., Berlin; 1941-1942; Existe una edición muy valiosa de las Sagas islandesas traducida por autores daneses, entre ellos: JOHANNES V.JENSEN,3 tomos, Co­penhague, 1960. En Reykjavik se ha hecho una edición de 48 volú­menes de las Islendiga Segur. Los originales, después de ser guar­dados durante siglos en Copenhague, fueron devueltos a Isl'andia. En cambio, en Dinamarca existe una rica y variada colección de

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ediciones diplomáticas o fotocopiadas de los manuscritos deposi­tados en la Biblioteca real por gentileza de la Kongelige Nordis­ke Oldskrift-Selskab.

(42) Véase: AXEL OLRIK: Kilderne til Saxos Oldhistorie, 2. vols. Copenhague, 1892-1894; Ibid: Danmarks Heltedigtning, 2 vols., Co­penhague, 1903-1910¡ Ibid: The heroic legends of. Denmark, New-York, 1919; EUGENE LOZOVAN: Doina et saga. Paralleles épigues roumano­scandinaves, en Actes du 4e Congres des Romanistes Scandinaves dé­

diés a Holger Sten, en Revue Romane, Numéro Spécial 1, Copenhague, 1967, pp.207-214¡El texto de la obra de Saxo ha sido editado por C.KNABE, P.HERRMANN, J.OLRIK y H. ~DER, Copenhague,l931; Un re­sumen de las sagas de tema danés aparece en la obra de THORKILD RAMSKOV: Normannertiden, 600-1060, op.cit., pp.ll-49.

(43) Destacan los trabajos de B.NERMAN: Studier over Svarges hedna litteratur, Uppsala, 1913; Ibid: Det Svenska rikests Upp­komst, Estocolmo, 1941¡ S.TUNBERG: Gotarnas Rike, Uppsala,l940¡ O.MOBERG: Svenska rikets Uppkomst, en Forvannem, Estocolmo,l944, pp.l58-186¡ O.JANSEN: Notes sur les premiers rois paiens de la Suede, en Rev. Etudes anciennes, XXVI, París, 1926, pp.243-253.

(44) N.C.LUKMAN: Skjoldunge und Skilfinge, en Classica et Me­direvalia dissertationes, III, Copenhague,l943, p.173.

(45) G.EKHOLM: Gallisk-Sakandinavisk forbindelser, en Fornvan­

~' Estocolmo, XXX, 1935, pp.l93-205; Ibid: Handelsvagarna mellem Skandinavien och det romerska riket, en Scandia, X, Estocolmo,l937, pp.l49-599; O. JANSEN: Notes sur le solidi romains et byzantins trouvés en Scandinavie, en Revue Numismatigue, XXV, París,l922, pp.33-48.

(46) Véase la traducción de MARTIN LARSEN en 2 vols.,l943-1946. (47) JOHANNES BR0NDSTED: De reldste Tider, op.cit., pp.512-514¡

THORKILD RAMSKOV: Normannertiden, op.cit., pp.255.26l y 323-329; Obras importantes son: H.SHETELLING y HJ.FALK: Scandinavian Arche­

~' traducida al inglés por E.V.GORDON, Oxford,l937, y J. DE VRIES: Altgermanische Religionsgeschichte, 2 vols., Berlín, 1935-

1937. (48) L.MUSSET, op.cit., p.78. (49) Ibidem, pp.78 y 115

(50) En la bibliografía francesa, salvo en ALFRED COVILLE: ~­cherches sur l'histoire de Lyon du Ve au IXe siecle, Paris.l928,

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aparecen con el nombre de "burgondes" = burgundios. Hay que des­confiar de la obra, anticuada ya desde su aparición, de RENE GUI­CHARD: Essai sur l'origine du peuple burgonde, De Bornholm vers la Bourgagne et les Bourguignons, París, 1965.

(51) Passio s. Sigismundi, en MGH, SS, Rer.Merov., II,333.Sin duda el texto está influenciado por Jordanes.

(52) Véase: MARCEL BECK: Bemerkungen zur Geschichte des ersten Burgundenreiches, en Schweizerische Zeitschrift für Geschichte, XIII, 1963, pp.430-534; MAURICE CHAUME: Les origines du duché de Borgogne, Dijon, 1925, 4 vols.; ALFRED COVILLE, op.cit; A. JAHN: Geschichte der Burgundionen und Burgundiens bis zum Ende der l. Dynastie, Halle, 1874, 2 vols.; G.KOHLER: Die Bekehrung der Burgun­den zum Christentum, en Zeitschrift für Kirchengeschichte, LVIII,

1938, pp.227-243; FERDINAD LOT: Les limites de la Sapaudia, en Revue Savoisienne, LXVII, 1935, pp.l46-l56; P.E.MARTIN: Le pro­bleme de la Sapaudia, en Revue suisse d'histoire, XVIII, 1933, pp.l83-205; •rrt. PERRENOT: La toponymie burgonde, París, 1942; HANS ZEISS: Studien zur den Grabfunden aus dem Burgunderich auf der Rhone, en Sitzungsber. der Bayer. Akad. der Wiss., Phil.-Hist.

Klasse, 1938. (53) F. COULANGES: La ciudad antigua, Madrid, 1945, pp.l37-l53. (54) J:lANUEL •rollliES en Historia de España, dirigida por R. Me­

néndez Pidal, T.III, pp.9-l0. (55) Véase: L. MUSSET: Les invasions, les vagues germanigues,

Coll. Nouvelle Clio, 12, París, 1965; Ibid: Les invasions, le se­cond assaut contre l'Europe chrétienne, París, 1971; M.BLOCH:Sur les grandes invasions, en Revue de synthese, 60, 1940-1945; Ibid: Les invasions, en Annales d'histoire sociale, 1945; HENRI HUBERT: Les Germains, París, 1952; Si bien la bibliografía sobre el tema es incompleta, esto no quiere decir que las obras apareci-das carezcan de interés. Son muy valioso.s los estudios de L.HAL­PHEN: Les barbares, París, 1940; J.R.LATOUCHE: Les Grandes Inva­sions et la crise de l'Occident au Ve siecle, París, 1946; F.LOT: Les invasions germanigues, la pénétration mutuelle du monde barba­re et du monde romain, 2a. ed. París, 1945; Ciertos pueblos ger­manos han sido objeto de estudios monográficos. Para los alanos, véase: P.A.KUZNEZOV y V.K. PUDOVIN: Alany y zapadnoj Evropy y

epoku velikogo peresenelija narodnov, en Sovet. Arkheol., 1961,

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pp.79-95; El problema de las razas primitivas y de su superviven­cia en los reinos bárbaros ha sido estudiado de una manera gene­ral por K.KIENAST: Studien über die franzosischen Volksstame des Frühmittellalters, Stuttgart, 1968, y sus consecuencias por E. EWIG: Volksstum und Volsbewusstsein im Frankenreich des 7. Jahr­hunderts, en Settimane di studio., Spoleto, V, 1957, pp.587-648¡ Sobre los borgoñones, véase aRENÉ GUICAHRD: Essai sur l'Histoi­re du peuple burgunde, París, 1965, y a ODET PERRIN: Les Burgon­des, Neuchatel, 1968¡ Sobre los visigodos: R. DE ABADAL: Del rei­no de Tolosa al reino de Toledo, Madrid, 1960. Una bibliogarfía selecta aparecerá en mi trabajo inédito: JOSE MARIA ALEGRE: Feu­dalismo.Anotaciones al estudio de génesis y desarrollo, pp.l80-

196·Sobre los vándalos véase: J.CARCOPINO, Profils de conguérants: Gen~éric et les vandales con uérants de l'Afri ue, Paris,l96l.

ide clfra. nota 21. (57) ROBERT LATOUCHE, op.cit., p.233 (58) J. ELLUL, op.cit., p.732. (59) Ibidem, pp. 630, 643 y 667. (60) Ibidem, p.642. (61) B.H. SLICHER VAN BATH: De agrariche geschiedenis van West­

Europa (500-1850), Utrech-Anvers, 1960, pp.67-69; M. BLOCH: Champs et villages, en Annales d'histoire économigue et sociale, V, Pa­rís, 1934, p.479; L. MUSSET: Les invasions, op.cit. T.I, París, 1965, p.85; P. COURCELLE: Histoire littéraire des grandes invasions germaniaues, París, 1948, p.?O¡ Concretamente esta norma es la Lex Burgundionum, X, 1,8 y en la Lex Wisigothorum, X,l,B.

(62) Merecen ser destacados los trabajos de: EUGENE LOZOVAN: De la mer Baltique a la mer Noire, in: F.Altheim - R. Stiehl, Die Araber in der alten Welt, Berlín, 1965, 2 vols., pp.524-554¡ I­dem: Rurik et Dragol, en Revue des Etudes Romaines, París, 1965, pp.61-80.

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De seneste numre af RIDS

76. Henrik Prebensen: Prredikative relativsretninger i fransk gram­matik.

77. E. Lozovan: D. Cantemir avant les "Lumieres".

78. Henning N0lke: Pragmatisk lingvistik i studiet af fremmed­sprog.

79. Henrik Prebensen: Den franske opinion i 1940: Fyrre millioner pétainister?

80. J0rn Ivar Qvonje: Un emploi spécial du pronom roumain sine et le probleme de la particule ~·

81. Daniela Quarta: "La Traviata Norma". Espressioni formali di una minoranza nel movimento del '77.

82. José Alegre Peyron: IGLESIA: génesis del poder espiritual (siglos I al VI)

83. Bente Lihn Jensen: Tegnet 'si' pa moderne italiensk. Et ind­lreg i diskussionen om hvad 'si' er.

84. Oleg Koefoed: 'La Serrure' de Jean Tardieu. Essai d'analyse sémiotique.

85. Marianne Plum : Om artikelsyntaks ved landsnavne pa italiensk efter di og in.

86. Isabelle Durousseau et Ole Kongsdal Jensen: Perception des erreurs de prononciation.

87. Lis Glebe-M0ller: Hovedtrrek af. fransk-amerikanernes historie - en overset minoritetsgruppe i USA.

88. Barbara Melchior: Sagprosa-<malyse. 89. Eric Eggli: Histoire de temps.

90. Fran9ois Marchetti: Pour un supplément au dictionnaire fran-9ais-danois de Blinkenberg et H~ybye.

91. x 2+3xy: PK-grammatik. Et alternativ.

92. Eugene Lozovan: Cantemir: "Le panégyrique de Pierre le Grand".

93. Ole· Hjordt-Vetlesen: Forskelle og ligheder pa rumrenske sprog­lyd.

94. Vibeke Grubbe: Juan Goytisolo: Makbara (1980), en neoanarkis­tisk nomadeutopi.

95. Merete Grevlund: L'Amérique de Chateaubriand. 96. Henning N~lke: Udviklingslinjer inden for nyere adverbial­

forskning, specielt roed henblik pa fransk. 97. Jules Lund: Fra handens til andens arbejde - og retur.

Linjen i Daniel Mothés forfatterskab fra 1954 til 80.

98. Lise Velschow: Brugen af den bestemte artikel ved possessiv i forbindelse med FAMILIEBETEGNELSER pa moderne italiensk.

99. Gretter Aggernres y Birgit Hansen: Lista de adjectivos que se construyen con ~ o estar en oraciones atributivas.

100. Michael Herslund: DATIV, en syntaktisk-semantisk analyse af á N strukturer pa fransk.

101. Lis Glebe-M~ller: Fra "le fran9ais fondamental" til "le niveau-seuil"

ATlAS-OlJICKA-S.KBH$ Un 4•