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Escritos, 1935 - 1936 · 2021. 1. 1. · Escritos Tomo 7 1935 - 1936 volúmen 1 4 Prólogo El tercer país en el que trascurrió el œltimo exilio (1929-40) de León Trotsky fue Noruega

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  • Escritos1935 - 1936

    Tomo VIIvolumen 1

    León Trotsky

    mayo 1935 - noviembre 1935

  • Edición OriginalWritings (1935 - 36)Pathfinder Press, New York, 1977

    Traducción deDaniel Acosta

    CarátulaRodrigo Cortés

    © by Editorial Pluma Ltda.Bogotá, 1979Printed in ColombiaImpreso en Colombia

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    Prólogo

    El tercer país en el que trascurrió el último exilio(1929-40) de León Trotsky fue Noruega. Deportado dela Unión Soviética en 1929, residió en Turquía hasta1933, año en que el gobierno francés le concedió asilo.No había trascurrido un año cuando se le exigió aban-donar el país pero, dado que ningún gobierno queríaaceptarlo, la orden no pudo cumplirse sino hasta juniode 1935, fecha en que el gobierno laborista noruego,recién llegado al poder, consintió en admitirlo. Perma-neció en Noruega hasta diciembre de 1936, cuandoese mismo gobierno lo obligó a embarcarse en un bu-que tanque rumbo a Méjico. Esta selección de impre-sos artículos, cartas y discusiones, no editados en otroslibros en circulación, cubre los dieciocho meses de laestada de Trotsky en Noruega; esta segunda edición,con aproximadamente el doble de artículos que la pri-mera, contiene gran cantidad de material no editadopreviamente en inglés, y en muchos casos en ningúnotro idioma.

    La principal preocupación de Trotsky durante su es-

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    5tada en Noruega fue la lucha por la creación de la CuartaInternacional, en la cual él y sus camaradas se habíanembarcado en 1933, después que el fracaso criminalde la Internacional Comunista por impedir el ascensode los nazis al poder les hubo convencido de que de-bían abandonar su esfuerzo por reformar a la Comintem.En el trascurso de estos meses en Noruega Trotskyescribió la Revolución Traicionada -profundo análisisde la degeneración de la Unión Soviética bajo el stali-nismo como aporte a la construcción de la Cuarta In-ternacional. El contenido de este volumen indica hastaqué punto su atención y su pensamiento estaban abo-cados al proyecto de la nueva internacional y sus sec-ciones nacionales. Era la época en que las grandes po-tencias empezaban a reorganizarse para la SegundaGuerra Mundial. Cuando Trotsky arribó a Noruega, laItalia fascista se aprestaba a invadir Etiopía, y lo llevóa cabo pocos meses más tarde. En julio de 1936 losfascistas españoles, bajo el mando de Franco, iniciaronuna guerra civil que Hitler y Mussolini utilizarían des-pués como campo de prueba para sus armas y tácticasnuevas.

    La burocracia soviética también iniciaba sus apres-tos para la guerra que se avecinaba. Uno de los prime-ros pasos en este sentido fue el abandono de esa polí-tica ultraizquierdista proclamada y aplicada por la In-ternacional Comunista de Stalin entre 1928 y 1934,que facilitó la victoria de Hitler. Durante esos años,que comprenden el llamado «tercer período», los par-tidos de la Comintem habían proclamado la inminenciade la revolución en todas partes, prohibiendo lacolaboración y la formación de frentes únicos con otrospartidos o tendencias obreras, tachadas de

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    6«social-fascistas».

    La nueva política stalinista empezó a tomar formapública en la primavera de 1935 - Trotsky estaba toda-vía en Francia-, cuando Stalin firmó un pacto con laFrancia imperialista y anunció que «comprende y aprue-ba plenamente» el rearme francés. En agosto de 1935la Comintem celebró en Moscú su séptimo y últimocongreso mundial, donde se discutieron funda-mentalmente dos temas, el «frente popular» y la «se-guridad colectiva». Allí la nueva política recibió su san-ción universal: los stalinistas de todo el mundo debíancolaborar, no sólo con las fuerzas obreras llamadas hastael momento « social-fascistas « (salvo con los «trots-kistas»), sino también con los capitalistas «democrá-ticos» y «progresistas» y sus partidos y, a escala inter-nacional, apoyar los preparativos militares y di-plomáticos de los gobiernos imperialistas democráti-cos para la lucha contra los gobiernos fascistas. Comoresultado de esta política -aplicada hasta la firma delpacto Hitler-Stalin en 1939- las oportunidades re-volucionarias que surgieron en Francia y en España en1936 se desperdiciaron deliberadamente y la clase obre-ra se encontró políticamente desarmada al estallar laSegunda Guerra Mundial.

    Ante este abrupto viraje de los stalinistas hacia de-recha, Trotsky redobló sus esfuerzos para la cons-trucción de una nueva organización leninista mundial.Poco antes de partir de Francia redactó el anteproyectode la Carta abierta por la Cuarta Internacional, primerartículo de este volumen. La misma tuvo por objetoacelerar y, en lo posible, completar el reagrupamientointernacional de fuerzas auténticamente revoluciona-rias iniciado en 1933, cuando la Oposición de Izquier-

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    7da se trasformó en Liga Comunista Internacional. En1933-35 la LCI trató de vincularse a ciertas fuerzasque se desplazaban a la izquierda en el seno de variasorganizaciones centristas. La fusión de las seccionesde la LCI con tales elementos en Estados Unidos y Ho-landa dio origen al Partido Obrero de Estados Unidos(1934) y al Partido Socialista Obrero Revolucionario deHolanda (1935). Ambos firmaron la Carta abierta. En1934 la sección francesa de la LCI ingresó al PartidoSocialista y a su movimiento juvenil para ganar a susmilitantes revolucionarios. Cuando Trotsky llegó a No-ruega los dirigentes del PS francés se aprestaban aexpulsar a los partidarios de la Cuarta Internacional.Los militantes del Partido Obrero de Estados Unidosingresarían al Partido Socialista Norteamericano en1936.

    Las tácticas empleadas para eliminar los escollosorganizativos en el camino de estas fuerzas centristasizquierdizantes provocaron una fuerte resistencia, lu-chas fraccionales e inclusive escisiones por parte deaquellos sectarios de la LCI a quienes resultaba difícildiferenciar los principios de las tácticas, o que se sen-tían cómodos en su situación de aislamiento. Buenaparte de este tomo aborda estos y otros problemas dela construcción del partido, además del centrismo, elfraccionalismo, el sectarismo y el oportunismo en Bél-gica, Inglaterra, Holanda y Estados Unidos.

    Por otra parte, la experiencia del entrismo en lospartidos socialistas, a la vez que atraía a nuevos cua-dros hacia la Cuarta Internacional, coincidió, y en al-gunos casos estimuló, con el desarrollo de tendenciasoportunistas dispuestas a sacrificar sus principios enaras de una maniobra táctica. Este peligroso proceso

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    8provocó una escisión en la sección francesa tras suexpulsión del Partido Socialista, hacia fines de 1935.Contra los deseos de los editores, no fue posible incluireste importante episodio en este volumen, debido a lagran cantidad de material que ha salido a la luz y a loextenso del tomo. Los escritos de Trotsky referentes ala ruptura, así como a sus consecuencias, apareceránpor separado en The Crisis in the French Section(1935-36) [La crisis en la sección francesa (1935-36)].Hemos eliminado algunos de los artículos que aparecie-ron en la primera edición de Escritos 1935-36 para tras-ladarlos a ese volumen.

    Si bien la Carta abierta por la Cuarta Internacionaltuvo poca repercusión, Trotsky pensaba que quienescoincidían con su línea debían dar inmediatamente losprimeros pasos tendientes a crear una nueva interna-cional. Esa fue su propuesta a la Primera ConferenciaInternacional por la Cuarta Internacional, convocadapor la LCI en julio de 1936. Pero los delegados juzga-ron que tal medida era prematura y resolvieron crearel Movimiento pro Cuarta Internacional; el congresode fundación de la Cuarta Internacional se reuniría dosaños más tarde. Este volumen incluye tres documen-tos escritos por Trotsky y aprobados por la conferenciade 1936.

    Mientras la burocracia soviética adoptaba actitudesconciliadoras con los imperialistas democráticos en elextranjero y aprobaba una nueva constitución en elpaís, alimentaba la persecución, encarcelamiento yasesinato de revolucionarios y militantes de la Oposi-ción en la Unión Soviética. La verdadera envergadurade esta represión se hizo notoria cuando dos revolucio-narios escaparon en 1935 y describieron las condicio-

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    9nes que imperaban en las cárceles, campos deconcentración y en los lugares de exilio poblados pordocenas de miles de militantes de la oposición soviéti-ca. Trotsky denunció incansablemente la represión ylanzó llamados a la solidaridad y ayuda internacionalpara las víctimas de las prisiones y campos de concen-tración stalinistas.

    La represión alcanzó un nuevo nivel en agosto de1936, cuando las «confesiones» y el juicio en Moscú adieciséis acusados, encabezados por los viejos bolche-viques Zinoviev y Kamenev, conmovió al mundo. Trots-ky, el principal acusado, inició inmediatamente la de-nuncia del juicio, al que consideró el fraude judicialmás monstruoso de la historia, pero el gobierno No-ruego, presionado por Moscú, lo obligó a callar y losometió a arresto domiciliario. La última parte de estetomo incluye los testimonios de Trotsky acerca del jui-cio, además del resumen de su dramático testimonio apuertas cerradas ante un tribunal noruego. Poco des-pués, Trotsky y Natalia Sedova, su compañera, fueronembarcados hacía Méjico.

    Antes de que el juicio de Moscú empezara a acapa-rar todo su tiempo, Trotsky escribió sobre gran varie-dad de temas, incluidos en esto volumen: las relacio-nes entre las fracciones y el partido; el terrorismo; lahuelga general; el papel del estado capitalista en lalucha contra el fascismo; el Séptimo Congreso Mundialde la Comintem; la defensa por los marxistas de lalibertad de culto en la Alemania fascista; la nueva cons-titución soviética; Rosa Luxemburgo; el frentepopulismoy otros.

    Esta segunda edición difiere de la primera en lo si-guiente:

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    101.- Es mucho más amplia. De los 132 artículos que

    la componen, 70 aparecen por primera vez en inglés;estando señalados con asterisco en el índice de mate-rias. Esta edición no incluye el largo ensayo «EdouardHerriot, político del justo medio», que el lector hallaráen la antología de Trotsky Portraits, Political and Per-sonal [Retratos políticos y personales] (Nueva York,Pathfinder Press, 1977). «Antes de la segunda etapa»aparece en Leon Trotsky on France [Escritos sobre Fran-cia]. Hemos trasladado los artículos «La expulsión dela juventud francesa», « Rótulos y Números «, «Traslos acontecimientos de Tolón», «Prólogo al folleto deFred Zeller», «Por comités de acción, no al Frente Po-pular», «¿Qué es un periódico de masas?» y «Leccio-nes del entrismo en la SFIO» a The Crisis of the FrenchSection (1935-36). El artículo «Estoy dispuesto a en-frentar el tribunal noruego» ha sido eliminado por noser Trotsky su autor. «En la Noruega socialista «, sín-tesis retrospectiva de la estancia de Trotsky en No-ruega, pasa al volumen 1936-37 de los Escritos.

    2. La primera edición estaba dividida en nueve sec-ciones temáticas. En la presente edición, los artículosestán dispuestos en orden cronológico, con excepciónde una serie de cartas referidas a los juicios de Moscúdirigidas por Trotsky a su abogado francés. Estas apa-recen juntas por razones técnicas y para mayor conve-niencia de los lectores.

    3. Se han rectificado errores en las fechas de algu-nos artículos. Asimismo, ciertos escritos que en la pri-mera edición aparecieron incompletos, por no podercontar en el momento con el texto total, aparecen aquíen su versión completa.

    Trotsky escribió estos artículos en Honefoss, a unos

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    11cuarenta y cinco kilómetros al norte de Oslo, donderesidía en la casa de un parlamentario laborista; en unhospital de Oslo, donde debió permanecer internadodurante seis semanas hacia fines de 1935; en Opda-gelseschef, una pequeña isla donde estaba gozando deunas vacaciones cuando le llegó la noticia del juicio deMoscú; y en Sundby, donde el gobierno noruego lomantuvo bajo arresto domiciliario durante tres mesesy medio, hasta que lo deportó a Méjico. Varios de losartículos, cuando se publicaron por primera vez, esta-ban firmados con seudónimo o no estaban firmados,generalmente por razones de seguridad; es por elloque Trotsky suele utilizar la tercera persona al hablarde sí mismo. La fecha que precede a cada selecciónindica cuándo se terminó de escribir. Cuando ésta nose conoce, se da la fecha de su primera edición. Lastraducciones originales de los años 30 y 40 fueronrevisadas para corregir algunos errores evidentes yunificar la ortografía de los nombres, la puntuación,estilo, etcétera. El reconocimiento por los artículos ytraducciones y el material explicativo sobre las perso-nas y acontecimientos mencionados en ellos se encuen-tran en la sección titulada «Notas y reconocimientos».1

    En Otros escritos de 1935 a 1936 se enumeran loslibros, folletos y artículos de ese periodo que no seincluyen en este volumen porque ya están editados.

    Hemos podido ampliar y corregir esta edición gra-cias a la Biblioteca de la Universidad de Harvard, quenos permitió estudiar y utilizar el material de la sec-ción «abierta» del Archivo de Trotsky; a la Bibliotecade Historia Social de Nueva York, que nos permitió es-tudiar y utilizar el material del archivo de James P.Cannon, recientemente fallecido; a Kenth-Ake

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    12Andersson, fallecido, quien localizó y proporcionó artí-culos de Trotsky publicados en la prensa escandinava;a Albert Glotzer, quien nos facilitó copias de cartas deTrotsky que se encuentran en su archivo personal; aJohn Archer, quien aclaró ciertos aspectos de la his-toria del trotskismo británico; a Jean Van Heijenoort,Herman Pieterson y Dick Fidler, quienes colaboraronen la elaboración de las notas; y a Louis Sinclair por suobra Leon Trotsky, A Bibliography (Hoover InstitutionPress, 1972).

    Los editores (norteamericanos)Septiembre de 1976

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    Cronología

    1935

    Primavera: Trotsky escribe la Carta abierta por la CuartaInternacional.18 de junio: Trotsky llega a Noruega.14 de julio: El Frente Popular realiza una gran manifes-tación en París.30 de julio: El Congreso de Lille de la Juventud Socialistafrancesa expulsa a los trotskistas de la dirección de lamisma.25 de julio-20 de agosto: La Comintern celebra su sépti-mo y último congreso mundial, donde aprueba la líneadel Frente Popular. Tres días después, Trotsky comien-za a escribir su análisis («El congreso de liquidación dela Comintern»).Agosto-septiembre: La dirección del PS francés repu-dia al periódico trotskista La Verité y comienza a ex-pulsar a los militantes trotskistas adultos.Septiembre: El Biulleten Oppozitsii publica una cartadel exilado soviético Tarov, que echa nueva luz sobre la

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    14situación de los presos políticos soviéticos.19 de setiembre: Trotsky ingresa al hospital en Oslo ypermanece internado durante seis semanas.3 de octubre: El ejército italiano invade EtiopíaOtoño: Los conservadores británicos triunfan en laselecciones.Noviembre: Trotsky concede una entrevista acerca delos problemas políticos de Inglaterra.6 de noviembre: Los trotskistas franceses expulsan ala fracción encabezada por R. Molinier por violar la disci-plina.

    1936

    24 de enero: Trotsky aprueba la propuesta de los trots-kistas norteamericanos de iniciar el entrismo en el PS.16 de febrero: Triunfo electoral del Frente Popular es-pañol.1° de marzo: El congreso del Partido Obrero de Esta-dos Unidos aprueba el entrismo al PS.7 de marzo: Los nazis anuncian oficialmente la remi-litarización de las provincias del Rin.Abril: El Biulleten Oppozitsii publica los artículos deCiliga sobre los prisioneros políticos soviéticos.26 de abril-3 de mayo: Triunfo electoral del Frente Po-pular francés.26 de mayo: Se inicia una oleada de huelgas masivasen Francia.4 de junio: El gobierno del Frente Popular francés asu-me el poder encabezado por Leon Blum como primerministro.5 de junio: Pravda anuncia la aprobación de una nueva

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    15constitución «democrática por el Comité Central so-viético.12 de junio: La policía secuestra el primer número deLutte Ouvriere, periódico del POI, el nuevo partido trots-kista francés.28 de junio-5 de julio: A. J. Muste visita a Trotsky enNoruega.17 de julio: La insurrección fascista de Franco inicia laGuerra Civil Española.29 al 31 de julio: La Primera Conferencia Internacionalpor la Cuarta internacional se reúne en Ginebra (enrealidad en París) .Agosto: El gobierno de Blum aprueba la política nointervención en España.4 de agosto: Trotsky termina el manuscrito de La revo-lución traicionada. Una pandilla de nazis noruegos asaltay roba su casa.19 al 24 de agosto: Finaliza el primer gran juicio deMoscú: el tribunal pronuncia la sentencia de muertecontra los dieciséis acusados.26 de agosto: Trotsky se niega a firmar una declara-ción que le exige el gobierno noruego.28 de agosto: El gobierno noruego coloca a Trotskybajo arresto domiciliario.2 de septiembre: El gobierno noruego traslada a Trots-ky a Sundby, donde lo mantiene prácticamente inco-municado.Octubre: El abogado noruego de Trotsky entabla juiciopor calumnias a los Periódicos stalinistas y fascistas,pero el gobierno noruego promulga decretos especia-les que le impiden a Trotsky iniciar acciones legales.Octubre: Los trotskistas expulsados del Partido Labo-rista Belga crean el PSR.

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    167 de noviembre: La GPU roba los archivos de Trotskyde un instituto parisino.11 de noviembre: Un nuevo decreto especial del gobier-no noruego le prohíbe a Trotsky entablar demandas entribunales extranjeros.11 de diciembre: Trotsky presta declaración durantecuatro horas ante el tribunal que juzga a sus atacantesfascistas noruegos.19 de diciembre: El gobierno noruego obliga a Trotskya embarcarse en un buque tanque rumbo a Méjico.

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    Carta abierta por la creación de laCuarta Internacional2

    A todas las organizaciones y gruposrevolucionarios de la clase obrera

    Mayo de 1935

    El ascenso de Hitler al poder, que no encontró lamenor resistencia por parte de los dos poderosospartidos obreros -uno de los cuales, para colmo, tienesu base de apoyo en la URSS- ha desenmascaradoinapelablemente la putrefacción interna de las inter-nacionales Segunda y Tercera.3 En agosto de 1933,cuatro organizaciones elaboraron un documentoprogramático en el cual por primera vez se formulabala nueva tarea histórica: la creación de la CuartaInternacional.4 Los acontecimientos posteriores hanconfirmado incontrovertiblemente que no existe otrocamino.

    La aniquilación del proletariado de Austria5 ha de-mostrado que es imposible lograr la victoria mediante

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    18llamados de último momento a la insurrección de lasmasas, desorientadas y desangradas por el oportunis-mo y después que se hubo conducido al partido a uncallejón sin salida. Es preciso preparar las condicionespara la victoria en forma sistemática; para ello se re-quiere una política revolucionaria en todas las esferasdel movimiento obrero.

    La aniquilación del proletariado de España nos brin-da exactamente la misma lección.6 Bajo ninguna cir-cunstancia, menos aun en el transcurso de una revolu-ción, es licito volverle la espalda a los trabajadores enaras de un bloque con la burguesía. Es imposible espe-rar y exigir que las masas engañadas y desilusionadascorran a tomar las armas ante las exhortaciones tar-días de un partido en el cual han perdido toda confian-za. No se puede improvisar la revolución proletaria bajolas órdenes de una dirección en bancarrota. Es menes-ter preparar la revolución mediante la incesante e im-placable lucha de clases, en el curso de la cual la direc-ción se gana la confianza inconmovible del partido, unea la vanguardia con el conjunto de la clase y convierteal proletariado en dirección de todos los explotados dela ciudad y del campo.

    Tras la ignominiosa caída de la sección principal delreformismo -la carcomida socialdemocracia alemana-el ala izquierda de la Segunda Internacional se de-rrumbo estrepitosamente en Austria y en España. Peroestas pavorosas lecciones no dejaron el menor rastro;los cuadros de dirección partidaria y sindical del refor-mismo han degenerado hasta la médula de sus hue-sos. Sus intereses personales y posiciones patrióticaslos encadenan a la burguesía y son absolutamente in-capaces de embarcarse en la senda de la lucha de cla-

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    19ses.

    Los partidos de la Segunda Internacional aceptancon toda tranquilidad que, ante la primera señal delcapital financiero su presidente7 belga, haga causa co-mún con los intermediarios católicos y liberales parasocorrer a los bancos a expensas de las masas trabaja-do ras. A la zaga de Vandervelde vino De Man, el jac-tancioso crítico de Carlos Marx, el autor de un Plan;8

    tampoco el centrista de izquierda Spaak dejó de trai-cionar a la oposición socialista a cambio de una libretaministerial.9

    Despreciando lecciones y advertencias, el PartidoSocialista de Francia sigue vanamente aferrado a losfaldones de la burguesía republicana, y finca mayo-res esperanzas en la amistad del Partido Radical queen el poderío revolucionario del proletariado.10 En to-dos los otros países en Holanda, en Escandinavia, enSuiza, la socialdemocracia, a pesar de la decadenciadel capitalismo, sigue siendo la agencia de la burgue-sía en el seno de la clase obrera y demuestra su abso-luta incapacidad para movilizar a las masas en su pro-pia defensa frente al fascismo.

    Si sus éxitos electorales permiten al Partido Labo-rista llegar nuevamente al poder,11 ello no redundaríaen la transformación socialista pacífica de Gran Breta-ña sino en la consolidación de la reacción imperialista,o sea, en una época de guerra civil ante la cual la di-rección del Partido Laborista revelará inevitablementesu bancarrota total. Los cretinos parlamentarios y sin-dicalistas no se convencen aún de que el peligro fas-cista es tan real en Inglaterra como en el continente.

    El desarrollo tempestuoso de la crisis de EstadosUnidos, la interminable oleada de huelgas, el crecimien-

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    20to de las organizaciones obreras, todo contra el tras-fondo de las posibilidades generadas por la demagogiadel plan Roosevelt,12 se estrellan contra las fuerzasprofundamente conservadoras y burguesas en el senodel movimiento obrero. Por su parte, el partido stali-nista se encuentra atado de pies y manos por las rim-bombantes declaraciones de Litvinov, quien, a cambiodel reconocimiento de la URSS por el imperialismo yan-qui, se desvinculó públicamente de los comunistas nor-teamericanos.13 Este partido, corrompido por diez añosde maniobras sin principios y experimentosliquidacionistas con partidos (el Partido Campesino[Farmer]-Laborista)14 que ni por su composición, ni porsu programa tienen que ver con los partidos proleta-rios, este partido stalinista, en cumplimiento de lasórdenes emanadas de Moscú, se limita a cumplir elpapel de movimiento de intelectuales izquierdistas, desirviente estadounidense de la diplomacia stalinista.Pero la profunda crisis del capitalismo norteamericanodespierta a amplias capas de obreros de sus sueñossemiprovincianos, disipa gradualmente las ilusionesburguesas y pequeñoburguesas, arrastra al proletaria-do hacia grandes movilizaciones de clase (Toledo,Minneapolis, San Francisco),15 y le brinda al partidomarxista revolucionario la posibilidad de ganar una in-fluencia amplia y profunda sobre el desarrollo y orga-nización de la clase obrera norteamericana. El papelhistórico que le cabe a la Cuarta Internacional y a susección norteamericana -no sólo en los confines delhemisferio occidental sino también a escala mundial-reviste una importancia excepcional, dado que el aplas-tamiento del imperialismo norteamericano reviste im-portancia decisiva para el proletariado mundial.

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    21Mientras, la Tercera Internacional se empeña en

    despilfarrar los últimos remanentes de la influencia yautoridad que adquirió durante los cinco primeros añosde su existencia. A pesar de las circunstancias extre-madamente favorables imperantes en Austria y Espa-ña, la Internacional Comunista no sólo fue incapaz decrear una organización de influencia mínima, sino quese dedicó sistemáticamente a desprestigiar el concep-to de partido revolucionario ante los ojos de los obre-ros. El plebiscito del Saar16 demuestra que el proleta-riado alemán ya no deposita ni un ápice de confianzano sólo en la socialdemocracia, sino tampoco en el Par-tido Comunista, partido que capituló tan ig-nominiosamente ante Hitler. En Gran Bretaña, Bélgica,Holanda, Escandinavia, los dos continentes americanosy en Oriente las secciones de la Internacional Comu-nista, aplastadas por el fardo de doce años de políticaerrónea, son incapaces de salir de las sombras.

    Es cierto que, tras la catástrofe alemana, la Inter-nacional Comunista sustituyó el aventurerismo del ter-cer período por la política capituladora del frente úni-co a cualquier precio.17 Sin embargo, la experiencia fran-cesa, donde este último viraje ha alcanzado su máxi-mo desarrollo, demuestra que la Internacional Comu-nista, con todas sus contradicciones y cambios de rum-bo, sigue cumpliendo su función de freno de la revolu-ción proletaria.

    Al rechazar la creación de milicias obreras ante elpeligro fascista inmediato, sustituyendo la lucha por elpoder por su programa de reivindicaciones inmediatasy por una política parlamentaria, la Internacional Co-munista siembra las más funestas ilusiones reformis-tas y pacifistas, apoya al ala derecha del Partido Socia-

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    22lista contra la izquierda, desmoraliza a la vanguardiaproletaria y abre el camino para la insurrección fascis-ta.

    Por último, la burocracia desenfrenada que ha tras-formado a la dictadura del proletariado en el absolutis-mo conservador de Stalin,18 en el curso de los últimosaños, ha logrado aplastar completamente, al partidofundador de la Internacional Comunista, al Partido Co-munista de la Unión Soviética. Valiéndose de per-secuciones, fraudes judiciales, amalgamas y una re-presión sangrienta,19 la camarilla dominante intentacortar de raíz toda manifestación del pensamiento mar-xista. En ningún lugar del mundo se persigue al leni-nismo auténtico con tanta saña como en la URSS.

    La ultima voltereta oportunista de la InternacionalComunista está íntimamente ligada al vuelco de la po-lítica exterior soviética hacia la Liga de las Naciones yla alianza militar con el imperialismo francés.20 La bu-rocracia gobernante de la URSS ha llegado a la conclu-sión definitiva de que la Internacional Comunista esincapaz de prestarle la menor ayuda frente al peligrode guerra y que, al mismo tiempo, constituye un estorbopara la diplomacia soviética. La dependencia humillante,verdaderamente servil, de la Internacional Comunistacon respecto al estrato superior soviético se revela ní-tidamente en la reciente declaración de Stalin en laque aprueba la política de defensa nacional del impe-rialismo francés.

    Por intermedio de un ministro imperialista, el líderde la Internacional Comunista le trasmitió al PartidoComunista Francés la orden de concertar ahora unatregua patriótica con la burguesía francesa. Así, la Ter-cera Internacional, cuyos congresos no se reunieron

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    23durante casi siete años, ha pasado oficialmente de laposición internacionalista a la del socialpatriotismo másdescarado y servil. Se convoque o no al tantas vecespostergado séptimo congreso, la Tercera Internacionalno resucitará. El comunicado Stalin-Laval es su certi-ficado de defunción.21

    Mientras tanto, las fuerzas destructivas del capita-lismo prosiguen su obra infernal. La desintegración dela economía mundial, las decenas de millones de des-ocupados, la ruina del campesinado, colocan imperio-samente a la revolución socialista en el orden del día.Los trabajadores, amargados y soliviantados, buscanuna salida. La postración, derrumbe y putrefacción delas Internacionales Segunda y Tercera dejan al prole-tariado carente de dirección revolucionaria y conducena las masas pequeñoburguesas hacia la desesperación.Los dirigentes en bancarrota intentan atribuir la res-ponsabilidad del triunfo del fascismo a la pasividaddel proletariado; así, la calumnia complementa la trai-ción política.

    Debatiéndose en la garra de contradicciones insal-vables, el capitalismo prepara una nueva masacre delos pueblos. Ministros y diplomáticos especulan abier-tamente acerca de si la guerra estallará dentro de unaño o de tres. Todos los gobiernos compiten en la fabri-cación de instrumentos de destrucción y con ello ace-leran la explosión, que bien podría resultarinconmensurablemente más horrenda que la guerra de1914-18.

    Los dirigentes de los autotitulados partidos obrerosy sindicatos cantan grandes loas a la paz, parloteanacerca del desarme, exhortan a sus gobiernos a ha-cer las paces entre si, inducen a las masas a depositar

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    24sus esperanzas en la Liga de las Naciones, a la vez quejuran su lealtad a la causa de la defensa nacional esdecir, la defensa del régimen burgués y sus guerrasinevitables.

    Tras la máscara del frente único y aun de la uni-dad orgánica, la diplomacia soviética, a espaldas delos obreros conscientes, prepara la paz de clase entrelas secciones de las dos internacionales y la burguesíade los países que mantienen alianzas militares con elestado soviético. Así, el estallido de una nueva guerraconducirá forzosamente a una nueva traición, que eclip-sará a la del 4 de agosto de 1914.22

    La traición a la revolución internacional por parte dela burocracia soviética ha significado un fuerte revéspara el proletariado mundial. Las dificultades que se leplantean a la vanguardia revolucionaria son inmensas.No obstante, su posición en la actualidad es incompa-rablemente mejor que en vísperas de la última guerra.En esa época, el capitalismo parecía omnipotente, casiinvencible. La capitulación patriótica de la SegundaInternacional fue toda una sorpresa, incluso para Le-nin.23 Tomó de improviso a los elementos revoluciona-rios del mundo entero. La primera conferencia interna-cional -numéricamente muy pequeña y con una mayo-ría indecisa- se reunió más de un año después de ini-ciada la guerra.24 La formación de cuadros revoluciona-rios era un proceso lento. Incluso la mayoría de losdelegados zimmerwaldistas negaba la posibilidad deuna revolución proletaria. Sólo con la victoria de octu-bre en Rusia, en el cuadragésimo mes de la guerra, seprodujo un cambio en la situación, que significó unpoderoso impulso para la formación de la Tercera In-ternacional.25

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    25Hoy la debilidad interna y la corrosión del capitalis-

    mo son tan evidentes que constituyen el tema princi-pal de la demagogia fascista. En la crisis colosal deEstados Unidos, en la desocupación no menos colosal,en el aventurerismo económico de Roosevelt, en laenvergadura de las huelgas, en la agitación dentro detodas las organizaciones obreras se acumulan por pri-mera vez las condiciones para un poderoso desarrollodel movimiento revolucionario en Norteamérica. Elejemplo de la primera revolución proletaria victoriosavive en la memoria de las masas. La experiencia de losgrandes acontecimientos de los últimos veinte años estámarcada a fuego en la conciencia de los mejores mili-tantes. En todos los países existen organizaciones, o,al menos, grupos auténticamente revolucionarios. Es-tán estrechamente vinculados ideológica y, en parte,también organizativamente. Constituyen aun en la ac-tualidad una fuerza incomparablemente mas influyente,homogénea y templada que la izquierda deZimmerwald que en el otoño de 1915 tomó la inicia-tiva de empezar a crear la Tercera Internacional.

    En el seno de los partidos y sindicatos reformistassurgen y se fortalecen grupos de oposición; algunosasumen la forma de organizaciones independientes.Dentro de las secciones de la Internacional Comunista,en virtud del régimen carcelario que impera allí, la opo-sición tiene un carácter más callado y clandestino, peroigualmente se está desarrollando. Inclusive, la ne-cesidad de desatar constantemente nuevas purgas yrepresiones dentro de la URSS, demuestra que la buro-cracia es incapaz de desarraigar el espíritu de la críticamarxista que le resulta tan odioso.

    El espíritu y las tendencias de oposición actuales

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    26tienen en su mayoría un carácter centrista, es decir, amitad de camino entre el socialpatriotismo y la revo-lución. Cuando las organizaciones tradicionales de lasmasas se encuentran en proceso de descomposición yderrumbe, el centrismo representa, en muchos casos,un estadio transitorio inevitable, incluso para gruposobreros progresistas. Los marxistas deben ser capacesde encontrar el acceso a tales tendencias y así, me-diante el ejemplo y la propaganda, acelerar su pasajehacia la senda revolucionaria. Para ello es premisa in-dispensable la crítica implacable a la dirección centrista,la denuncia de los intentos de crear una InternacionalSegunda y Media,26 y explicar incansablemente que lastareas revolucionarias de nuestra época condenan deantemano al fracaso estrepitoso toda unificación híbriday amorfa.

    En la actualidad, los centristas propagan con in-sistencia la consigna de unidad de todas las orga-nizaciones obreras, prescindiendo de sus programas ytácticas; los reformistas, más previsores y justamentetemerosos de quedar al margen, también la explotan.Los centristas suelen sustituir la idea de la nueva in-ternacional por la fusión de las dos ya existentes. Enrealidad la unidad con los reformistas y social-patrio-tas, tanto socialdemócratas como stalinistas, significaen última instancia unidad con la burguesía nacional y,por consiguiente, la escisión inevitable del proletaria-do, tanto a nivel nacional como internacional, sobretodo en el caso de guerra. La auténtica unidad de lainternacional, y de sus secciones nacionales no se puedegarantizar si no es sobre bases marxistas re-volucionarias, y éstas a su vez sólo pueden ser creadasmediante la ruptura con los socialpatriotas. Callar res-

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    27pecto de las premisas y garantías principistas para launidad proletaria es unirse al coro de los que siembranilusiones, engañan a los obreros y preparan nuevascatástrofes.

    Para caracterizar la posición humillante e impotentede las viejas internacionales basta recordar que el pre-sidente de una es ahora el humilde ministro de su rey,mientras el verdadero amo de la otra utiliza a la orga-nización proletaria mundial como moneda para sus tran-sacciones diplomáticas. Cualesquiera sean las manio-bras de unificación que realicen estas dos burocraciasigualmente corrompidas, no han de ser ellas quienessellarán la unidad del proletariado, ni les ha de corres-ponder a ellas señalar la salida. Los esfuerzos de loscentristas para conciliar lo inconciliable y salvar conremiendos aquello que está condenado a la destruc-ción, están predestinados al fracaso. La nueva épocarequiere una nueva internacional. La primera premisapara obtener el éxito en este camino es la fuerte conso-lidación nacional e internacional de los auténticos re-volucionarios proletarios, los discípulos de Marx y Le-nin, sobre la base de un programa común y bajo unabandera común.

    Cualquier intento de prescribir un curso idéntico paratodos los países resultaría fatal. De acuerdo con la si-tuación nacional, con el grado de descomposición delas viejas organizaciones de la clase obrera y, por últi-mo, con el estado de sus propias fuerzas en el mo-mento dado, los marxistas (socialistas revolucionarios,internacionalistas bolcheviques-leninistas) puedenconstituirse en organización independiente, o bien enfracción de alguno de los viejos partidos o sindicatos.Es claro que, cualquiera sea la época o el lugar, este

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    28trabajo fraccional es sólo una etapa en la construcciónde los nuevos partidos de la Cuarta Internacional, par-tidos que pueden surgir, tanto del reagrupamiento delos elementos revolucionarios de las viejas organiza-ciones, como de las organizaciones independientes.Pero, cualquiera sea el terreno y los métodos de fun-cionamiento, deben hablar en nombre de principios sintacha y de consignas revolucionarias claras. No jueganal escondite con la clase obrera; no ocultan sus fines;no sustituyen la lucha principista por la diplomacia ylas maniobras. En todo momento, y cualesquiera seanlas circunstancias, los marxistas dicen abiertamente laverdad.

    El peligro de guerra, cuestión de vida o muerte parael pueblo, es la prueba suprema para todo grupo y ten-dencia de la clase obrera. La lucha por la paz, lalucha contra la guerra, la guerra a la guerra y otrasconsignas similares son frases huecas y fraudulentassi no van acompañadas por la propaganda y la aplica-ción de métodos de lucha revolucionarios. La únicamanera de poner fin a la guerra es derrocando a laburguesía. La única manera de derrocar a la burguesíaes mediante una revolución.

    Frente a la mentira reaccionaria de la defensa na-cional es necesario levantar la consigna de la destruc-ción revolucionaria del estado nacional. Al manicomioen que se ha convertido la Europa capitalista es nece-sario contraponer el programa de los Estados UnidosSocialistas de Europa, como paso hacia los EstadosUnidos del Mundo.

    Los marxistas repudian implacablemente las con-signas pacifistas de desarme, arbitraje y amistadentre los pueblos (o sea, entre los gobiernos capi-

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    29talistas), que son el opio de las masas populares. Lasalianzas de las organizaciones obreras con los pacifis-tas pequeñoburgueses (el Comité Amsterdam-Pleyel yotras empresas similares)27 le prestan el mejor de losservicios al imperialismo al desviar la atención de laclase obrera de la realidad y sus serias luchas, yengañarla con alardes impotentes.

    La lucha contra la guerra y el imperialismo no puedeser tarea de comité especial alguno. Luchar contra laguerra significa preparar la revolución, y esa es tareade los partidos obreros y de la internacional. Los mar-xistas le plantean esta gran tarea a la vanguardia pro-letaria sin ninguna clase de adornos. A la exasperanteconsigna de desarme contraponen la consigna deganar al ejército y armar a los obreros. Esta es, preci-samente, una de las demarcatorias más importantesque separan al marxismo del centrismo. Quien no seatreva a mencionar las tareas revolucionarias a vivavoz, jamás tendrá el coraje de realizarlas.

    En el año y medio que ha transcurrido desde la pu-blicación del primer programa de la Cuarta Internacio-nal, la lucha por sus principios e ideas no se ha deteni-do un solo instante. Las secciones y grupos nacionalesrevolucionarios se han acrecentado: algunos han am-pliado su base e influencia, otros han logrado mayorcohesión y homogeneidad. Organizaciones de un mis-mo país (Estados Unidos, Holanda) se han unificado;se han elaborado una serie de documentos programáti-cos y tácticos. Este trabajo proseguirá indudablementeen mejores condiciones si se lo correlaciona y unifica aescala mundial bajo la bandera de la Cuarta In-ternacional. El peligro de guerra inminente no permitedemorar esta tarea ni un solo día.

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    30Los nuevos partidos y la nueva Internacional deben

    construirse sobre bases nuevas: esta es la clave quepermitirá realizar todas las demás tareas. El ritmo dela nueva construcción revolucionaria y el momento desu consumación dependen evidentemente del rumbogeneral de la lucha de clases, de las futuras victorias yderrotas del proletariado. Los marxistas, empero, noson fatalistas. No descargan sobre el proceso histó-rico las tareas que el propio proceso histórico les plan-tea. La iniciativa de una minoría consciente, un progra-ma científico, agitación audaz e incesante en nombrede objetivos claramente formulados, crítica implacablea todas las ambigüedades: tales son algunos de losfactores más importantes para la victoria del proleta-riado. No se puede concebir la revolución socialista sinun partido cohesionado y con temple de acero.

    Las circunstancias son difíciles; los obstáculos, gran-des; las tareas, colosales; pero no existe el menormotivo para caer en el pesimismo ni para descorazo-narse. A pesar de todas las derrotas del proletariado,el enemigo de clase sigue en una situación desespera-da.

    El capitalismo está condenado a muerte. La salva-ción de la humanidad reside únicamente en la revolu-ción socialista.

    La misma secuencia de internacionales posee supropia lógica interna, que coincide con el ascenso his-tórico del proletariado. La Primera Internacional ela-boró el programa científico de la revolución proletaria,pero fracasó al carecer de una base de masas. La Se-gunda Internacional sacó de las sombras, educó y movi-lizó a millones de obreros pero, en la hora decisiva, sevio traicionada por la burocracia parlamentaria y sindi-

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    31cal corrompida por el capitalismo en ascenso. La TerceraInternacional dio el primer ejemplo de revolución pro-letaria triunfante, pero fue aplastada entre las ruedasde molino de la burocracia del estado soviético aisladoy de la burocracia reformista de Occidente. Hoy, en elmarco del derrumbe definitivo del capitalismo, la CuartaInternacional, parada sobre los hombros de sus ante-cesoras, enriquecida por la experiencia de sus victoriasy derrotas movilizará a los trabajadores de Occidente yOriente para el asalto victorioso a las fortalezas delcapital mundial.

    Proletarios de todos los países, ¡uníos!Adjuntamos a este documento la Declaración de

    los cuatro sobre la Cuarta Internacional [véase Es-critos de León Trotsky (1933-34)]. Ni una sola línea deeste manifiesto ha quedado perimida. La presente esuna reafirmación de la Declaración de los cuatro a laluz de las experiencias del último año y medio.

    Llamamos a todos los partidos, organizaciones, frac-ciones, tanto dentro de los viejos partidos como dentrode los sindicatos, a todas las asociaciones y gruposobreros revolucionarios que compartan los principiosfundamentales y la gran tarea que hemos expuesto -lapreparación y construcción de la cuarta Internacional-a añadir sus firmas a esta Carta abierta, y a hacernosllegar toda propuesta o crítica que estimen oportuna.28

    Todo camarada que no haya estado ligado a nuestrotrabajo hasta el momento, y se proponga seriamenteunirse a nuestras filas, debe ponerse en contacto connosotros.

    Las organizaciones fundadoras, firmantes de la Car-ta abierta han resuelto crear un Comité Provisorio de

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    32Contactos entre aquellos partidos y grupos que com-partan la posición de construir la Cuarta Internacional.Se encargará al Comité Provisorio la publicación de unboletín de informaciones.

    En el futuro inmediato el comité garantizará la ela-boración regular y colectiva de los documentosprogramáticos y tácticos fundamentales de la CuartaInternacional.

    El problema de la preparación de una conferenciainternacional será resuelto con base en las respuestasrecibidas y en el curso general del trabajo de prepara-ción.29

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    33

    Luxemburgo y la Cuarta Internacional30

    Observaciones superficiales sobre un temaimportante

    24 de junio de 1935

    Actualmente se están haciendo esfuerzos en Fran-cia y en otras partes para construir un supuestoluxemburguismo, como defensa de los centristas deizquierda contra los bolcheviques-leninistas. Esta cues-tión puede adquirir considerable importancia. Quizásen un futuro cercano se vuelva necesario dedicar unartículo más extenso al luxemburguismo real y al pre-tendido. Aquí sólo quiero referirme a los aspectosesenciales de la cuestión.

    Mas de una vez hemos asumido la defensa de RosaLuxemburgo contra las tergiversaciones insolentes yestúpidas de Stalin y su burocracia. Seguiremos ha-ciéndolo. No lo hacemos movidos por consideracionessentimentales, sino por las exigencias de la críticamaterialista histórica. Sin embargo, nuestra defensa

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    34de Rosa Luxemburgo no es incondicional. Los aspectosdébiles de las enseñanzas de Rosa Luxemburgo hansido desnudados en la teoría y en la práctica. La gentedel SAP y otros elementos afines (véanse, por ejem-plo, el diletantismo intelectual de la cultura proleta-ria del Spartacus francés, el periódico de los estudian-tes socialistas belgas y, a menudo también, el ActionSocialiste belga, etcétera),31 sólo hacen uso de los as-pectos débiles y de las deficiencias que de ningunamanera son decisivos en Rosa; generalizan y exageranestas debilidades al máximo y sobre esa base constru-yen un sistema totalmente absurdo. La paradoja yaceen que en su viraje más reciente, los stalinistas -sinreconocerlo, sin siquiera comprenderlo- también seaproximan, en teoría, a los aspectos negativoscaricaturescos del luxemburguismo, por no mencionara los centristas tradicionales y a los centristas de iz-quierda en el campo socialdemócrata.

    Es innegable que Rosa Luxemburgo contrapuso apa-sionadamente la espontaneidad de las acciones demasas a la política conservadora coronada por la vic-toria de la socialdemocracia alemana, sobre todo des-pués de la revolución de 1905.32 Esta contraposiciónrevestía un carácter absolutamente revolucionario yprogresivo. Mucho antes que Lenin, Rosa Luxemburgocomprendió el carácter retardatario de los aparatospartidario y sindical osificados y comenzó a luchar con-tra los mismos. En la medida en que contó con la agu-dización inevitable de los conflictos de clase, siemprepredijo con certeza la aparición elemental independientede las masas contra la voluntad y la línea de conductadel oficialismo. En este amplio sentido histórico estácomprobado que Rosa tenía razón. Porque la revolu-

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    35ción de 1918 fue espontánea, es decir, las masas lallevaron a cabo contra todas las previsiones y precau-ciones del oficialismo partidario.33 Pero, por otra parte,toda la historia posterior de Alemania demostró am-pliamente que la espontaneidad por si sola dista de sersuficiente para lograr el éxito; el régimen de Hitler esun argumento de peso contra la panacea de la espon-taneidad.

    La misma Rosa nunca se encerró en la mera teoríade la espontaneidad, como Parvus, por ejemplo, quienposteriormente trocó su fatalismo respecto de la revo-lución social por el más repugnante de los oportunis-mos.34 En contraposición a Parvus, Rosa Luxemburgose esforzó por educar de antemano al ala revoluciona-ria del proletariado y por reunirlo organizativamentetanto como fuera posible. En Polonia construyó unaorganización independiente muy rígida. Lo más quepuede decirse es que en su evaluación histórico-filosó-fica del movimiento obrero, la selección preparatoriade la vanguardia era deficiente en Rosa, en compara-ción con las acciones de masas que podían esperarse;mientras que Lenin, sin consolarse con los milagros defuturas acciones, tomaba a los obreros avanzados yconstante e incansablemente los soldaba en núcleosfirmes, legales o ilegales, en las organizaciones demasas o en la clandestinidad, mediante un programaclaramente definido.

    La teoría de Rosa de la espontaneidad era una sanaherramienta contra el aparato osificado del reformis-mo. Pero el hecho de que a menudo se la dirigiera con-tra la obra de Lenin de construcción de un aparatorevolucionario revelaba -en realidad solamente en for-ma embrionaria- sus aspectos reaccionarios. En Rosa

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    36misma esto ocurrió sólo episódicamente. Era demasia-do realista, en el sentido revolucionario, como paradesarrollar los elementos de la teoría de la espontanei-dad hasta convertirla en un sistema metafísico consu-mado. En la práctica, como ya se ha dicho, ella mismaminaba esta teoría a cada paso. Después de la revolu-ción de noviembre de 1918 se abocó a la ardua laborde reunir a la vanguardia proletaria. A pesar de sumanuscrito sobre la Revolución Soviética,35 muy débildesde el punto de vista teórico, escrito en prisión y queella nunca publicó, el accionar posterior de Rosa per-mite asegurar que, día a día, se acercaba a la nítidaconcepción teórica de Lenin sobre la dirección conscientey la espontaneidad. (Seguramente fue esta circuns-tancia la que le impidió hacer público su manuscritocontra la política bolchevique, manuscrito que luegosería objeto de vergonzosos abusos).

    Tratemos nuevamente de aplicar a la época actualel conflicto entre las acciones de masas espontaneas yel trabajo organizativo deliberado. ¡Qué inmenso gastode fuerza y desinterés han hecho las masas trabaja-doras de todos los países civilizados y semicivilizadosdesde la guerra mundial! No hay nada en toda la histo-ria previa de la humanidad que pueda comparársele.En esta medida, Rosa Luxemburgo tuvo toda la razóncontra los filisteos, los cabos y los necios del obstinadoconservadurismo burocrático, coronado por la victo-ria. Pero es justamente el derroche de estas energíasinconmensurables lo que constituye la base del granrevés del proletariado y el exitoso avance fascista. Puededecirse sin temor a exagerar: lo que determina la si-tuación mundial en su conjunto es la crisis de la direc-ción proletaria. Hoy, el campo del movimiento obrero

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    37todavía está lleno de inmensos escombros de las vie-jas organizaciones en bancarrota. Luego de innumera-bles sacrificios y desilusiones, el grueso del proletaria-do europeo se ha retirado, al menos, al cascarón. Lalección decisiva que ha extraído, consciente osemiconscientemente, de estas amargas experiencias,dice: grandes acciones requieren una gran dirección.Para asuntos corrientes, los obreros todavía les dansus votos a las viejas organizaciones. Los votos... perode ninguna manera su confianza ilimitada.

    El otro aspecto es que, después del colapso misera-ble de la Tercera Internacional, resulta mucho más di-fícil hacerles depositar confianza en una nueva organi-zación revolucionaria. Es ahí, justamente, donde resi-de la crisis de la dirección proletaria. En esta situación,cantar una monótona canción sobre acciones de ma-sas para un futuro indeterminado, en contraposición auna selección deliberada de cuadros para una nuevainternacional, significa realizar un trabajo totalmentereaccionario. Ese es, precisamente el papel del SAP enel proceso histórico.

    El buen muchacho Paul Froelich puede, desde lue-go, acudir a sus recuerdos marxistas con el fin de de-tener el torrente de la teoría del espontaneísmo bárba-ro. Estas medidas proteccionistas puramente literariasdifícilmente impedirán a los discípulos de un Miles (apre-ciado autor de la resolución sobre la paz y el no menosapreciado autor del articulo en la edición francesa delBoletín Juvenil), a los Oscar Wassermann y a los BorisGoldenberg, introducir los disparates espontaneístasmás repugnantes en las propias filas del SAP.36 La polí-tica práctica de Schwab37 (la astucia de no decir loque es y el eterno consuelo con las acciones de masas

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    38futuras y el proceso histórico espontáneo) no es sinouna explotación táctica de un luxemburguismo total-mente distorsionado y vulgarizado. Y en la medida enque los Paul Froelich no atacan abiertamente esta teo-ría y práctica en su propio partido, sus artículos contraMiles adquieren el carácter de búsqueda de una coar-tada teórica. Este tipo de coartada sólo se vuelve ne-cesaria cuando uno participa en un crimen premedita-do.

    La crisis de la dirección proletaria no se puede supe-rar, desde luego, mediante una fórmula abstracta. Setrata de un proceso extremadamente prolongado. Perono de un proceso puramente histórico, es decir, delas premisas objetivas de la actividad consciente, sinode una cadena ininterrumpida de medidas ideológicas,políticas y organizativas con el propósito de unir a losmejores elementos, los más conscientes, del proleta-riado mundial bajo una bandera inmaculada, elemen-tos cuyo número y confianza en sí mismos debenfortalecerse constantemente, cuya ligazón a sectoresmás amplios del proletariado debe desarrollarse yprofundizarse; en una palabra, devolverle al proleta-riado, bajo condiciones nuevas y sumamente difíciles yonerosas, su dirección histórica. Los trasnochadosconfusionistas del espontaneísmo tienen tanto dere-cho a referirse a Rosa como los miserables burócratasde la Comintern a Lenin. Dejemos de lado las cuestio-nes secundarias, superadas por los acontecimientos, ycon plena justificación podemos colocar nuestro traba-jo por la Cuarta Internacional bajo el signo de las tresL, no sólo bajo el signo de Lenin, sino también deLuxemburgo y Liebknecht.38

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    El SAP y la Carta Abierta39

    2 de julio de 1935

    Al Secretariado InternacionalQueridos amigos:Debo reconocer que este asunto del manifiesto por

    la Cuarta Internacional empieza a preocuparme sobre-manera. Al principio acepté en silencio la idea de unacercamiento al SAP como parte del riesgo. Ahora com-prendo que fue un error.

    Las organizaciones que lanzan el manifiesto apoyana la Cuarta Internacional en la realidad, vale decir, ac-tivamente. El SAP no pertenece a esta categoría. Aligual que cualquier otra organización, tendrá la opor-tunidad de expresar su opinión una vez publicado nues-tro llamado. Pero no existía razón ni consideración al-guna para que le brindáramos un tratamiento especiala este grupo. Sería criminal olvidar que, tras la publi-cación de la Declaración de los Cuatro en agosto de1933, el SAP saboteó la lucha por la Cuarta Interna-cional de todas las formas posibles. El hecho de que el

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    40acuerdo de los cuatro se rompiera al día siguiente deser concertado significó, naturalmente, un gran revésen la lucha por la creación de la Cuarta Internacional.Esta prolongada interrupción de la lucha organizativase debe únicamente a la mala voluntad oportunista dela dirección del SAP, junto con la camarilla criminal deDe Kadt.40

    Han pasado dos años irrecuperables. La guerra lla-ma a la puerta. En un alarde de traición política vil, laTercera Internacional está formando una alianza con laSegunda Internacional. Ahora, en el preciso momentoen que deseamos volver a desplegar el estandarte dela Cuarta Internacional, nos volvemos amablementehacia el grupo que ya nos traicionó una vez, y que seencuentra desarrollando una política sin principios yen última instancia traidora en Francia, el centro po-lítico de la Europa de hoy.

    Desde luego si en el marco de las circunstanciascaracterizadas más arriba consideramos el acercamientoal SAP desde un punto de vista meramente organizativo-como intenté hacerlo hace un par de semanas- pode-mos considerarlo una medida organizativa absoluta-mente inocua. En esencia no es así. Pensándolo concuidado, la misma necesidad de volver a inclinarnosante nuestro traicionero ex-aliado refleja falta de con-fianza y de aplomo revolucionario en nuestras propiasbases o en las de nuestros aliados más cercanos.

    Si hemos meditado cuidadosa y profundamente,sobre la situación histórica, incluyendo las malas artesde la Comintern, sí tenemos claridad acerca de la mag-nitud de nuestra misión revolucionaria, entonces nodebemos vacilar ni un solo día mas en la realización dela tarea más fundamental y apremiante: ¡hablarle al

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    41proletariado mundial, decirle la verdad, y llamar a losmejores elementos para construir una nueva In-ternacional! Encadenar la realización de esta tarea a lamanifiesta mala voluntad oportunista del SAP es unasunto lamentable que nos deparará nuevas sorpresasdesagradables.

    Sólo los oportunistas impotentes pueden decir: lacuestión no es tan vital; por el momento, las masasno están suficientemente interesadas en la Cuarta In-ternacional; todavía nos queda tiempo para realizarmaniobras diplomáticas en pequeña escala, etcétera.Es cierto que las masas conocen muy poco (debido, enparte, a nuestra negligencia) sobre la bandera de laCuarta Internacional; pero lo que las masas necesitany lo que un número creciente de elementos compren-den -o al menos sienten- es la necesidad de una direc-ción revolucionaria con orientación justa, con deter-minación y coraje. Y quienes titubean y vacilan ante elproblema de la Cuarta Internacional, inevitablementeno están a la altura de la tarea histórica en todos losdemás problemas. Cuando escriben, sus plumas vaci-lan; cuando hablan, sus voces tiemblan; no han rotosus vínculos con el pasado. Y las masas poseen uninstinto infalible para percibir la resolución intrínsecade la palabra hablada y escrita. Distintos sectores de laclase seguirán consignas erróneas, pero jamás depo-sitarán su confianza en líderes irresolutos y vacilantesque desplazan constantemente su peso de uno a otropie. Desde luego que la resolución, de por sí, no basta:es menester tener una línea política acertada. Pero enesta etapa de tormenta y conmoción son los grandesfactores políticos y sociales, no las consideraciones se-cundarias, mezquinas, las que deben guiar a la políti-

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    42ca. Sea como fuere, cualquier vacilación, cualquier inde-cisión en esta etapa, conducen inexorablemente haciala ruina.

    Lo dicho de ninguna manera excluye que nos adap-temos a la realidad. Por el contrario: nuestras más re-cientes experiencias en Francia demuestran que nodebemos retroceder cuando se trata de tomar las me-didas más audaces con el fin de encontrar nuestro cami-no hacia las masas.

    Una cosa es tener en cuenta a las verdaderas masasy sus giros al contemplar la posibilidad de un virajepolítico, y otra muy distinta es buscar la benévola apro-bación de los oportunistas consuetudinarios y los men-tirosos profesionales cuando damos un importante pasoadelante. Cuando trabajamos cautelosamente dentrode una organización de masas, el esconderse y, si esnecesario, el disfrazarse para no caer en manos de lapolicía parlamentaria y sindical del capitalismo, no sóloes licito: es nuestro deber. Pero con una condición:que se trate de una lucha auténtica por la verdaderabandera revolucionaria. Y es necesario que los elemen-tos más avanzados, la vanguardia de la vanguardia,desplieguen esta bandera ante el proletariado inter-nacional. Esta bandera es la de la Cuarta Internacio-nal.

    Desde luego, no se trata tan sólo del numero, sinode un programa, de una estrategia y de un centro deplanificación y conducción.

    Parece que la propuesta es aguardar la respuestadel SAP hasta el 10 de julio. ¿Y entonces? Los falsarioscentristas, cuya única preocupación consiste en retra-sar al máximo su bancarrota final, nos presentarán untexto diferente o toda una serie de enmiendas. Enton-

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    43ces, ¿qué? ¿Corresponde realizar una nueva discusióninternacional en torno a cuestiones que todos tenemosclaras... o que deberíamos tener claras? Hace dos añosque los dirigentes del SAP vienen saboteando nuestralucha por la Cuarta Internacional con éxito innegable:ahora les brindamos una nueva oportunidad de seguircumpliendo su función política lo mejor que puedan.

    Todos nosotros (de ninguna manera me excluyo)hemos cometido un grave error, que lamentaremos.Para no permitir la multiplicación de las nefastas con-secuencias de este error, debemos ponerle coto ya. Hagola siguiente propuesta:

    a. Si el SAP envía su firma sin ninguna clase dereservas (cosa que podemos descartar) para el 10 dejulio, publicaremos el manifiesto inmediatamente, conla firma del SAP.

    b. Si el SAP contrapone un texto al nuestro, publi-caremos nuestro texto inmediatamente sin ninguna otranegociación en torno al SAP y su texto.

    c. Si el SAP propone enmiendas a nuestro texto, leconcederemos el derecho a publicar sus reservas bajosu propia firma, pero a la menor brevedad posible pu-blicaremos el nuestro bajo nuestra firma.

    En otras palabras: no permitiremos más demoras,ni si quiera de veinticuatro horas.

    Si hubiéramos publicado nuestro texto hace algu-nas semanas, le habríamos provocado una profundaimpresión a la base del SAP, habríamos acelerado sulucha interna y, quizás habríamos atraído a los elemen-tos revolucionarios del SAP -si los hay- hacia nuestrasfilas. Lo único que logramos con la espera y con lasnegociaciones interminables es encubrir los titubeosdel SAP, ayudar al ala derecha contra la izquierda y, lo

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    44peor de todo, empezar a titubear nosotros mismos. Einsisto: cualquier grupo que en esta etapa titubea osiquiera da esa impresión, está condenado a la des-trucción.

    L. Trotsky

    Posdata:La última consigna del SAP -por un nuevo

    Zimmerwald- sólo revela el deseo de estos caballerosde desembarazarse de la bancarrota del IAG41 sin lla-mar la atención. No tenemos el menor interés en apo-yar directa o indirectamente esta nueva confusión. Esono significa, desde luego, que rechacemos a priori laparticipación en posibles reuniones de distintos gruposinternacionalistas, centristas de izquierda, etcétera,individualmente. Todo depende de la situación concre-ta. Por ejemplo, fue un gran acierto que nuestra sec-ción francesa participara en el intento de diversos gru-pos de resistir a la nueva oleada chovinista. Pero sólopodemos participar en tales empresas si estrechamosnuestras filas y como pioneros de la Cuarta Internacio-nal, con fuerte cohesión interna. En caso contrario,caeremos víctimas de la confusión del SAP e iremos dedesastre en desastre.

    L.T.

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    Por un servicio de información especial42

    2 de julio de 1935

    Al Secretariado InternacionalQueridos Camaradas:Les envío una carta referente a la publicación del

    manifiesto de la Cuarta Internacional. Les suplico queno sigan demorando esta cuestión. Si ya tienen la fir-ma de los norteamericanos, esto bastará para ejercerla presión adecuada sobre la organización holandesa,de ser necesario. Espero que los holandeses no nie-guen su firma... aún sin presiones organizativas. Seacomo fuere, el manifiesto debe ser publicado antes deldía 11 del corriente.

    Algunas observaciones respecto a otros problemas:1. La vida interna de la Segunda Internacional y,

    sobre todo, de la Tercera, sigue siendo un libro selladocon siete sellos. También en este terreno informar so-bre lo que ocurre constituye una tarea política impor-tante. Para llevarla a cabo debemos saber la verdad, esdecir, qué pasa en los partidos. Deberíamos organizar

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    46un servicio de información especial para reunir y clasi-ficar cuidadosamente todas las noticias, inclusive da-tos pequeños y de índole personal, un poco como ha-cen los servicios militares con las noticias provenien-tes del país del presunto enemigo. Nuestra prensa debepublicar de inmediato toda noticia importante o queposea valor organizativo.

    En realidad, no tenemos nada por el estilo. Por elcontrario, uno recibe la impresión de que los directoresde nuestra prensa se avergüenzan de tratar los asun-tos internos, y sobre todo personales, de los partidosen los periódicos, de que tachan a estas cuestiones dechismografía. Esto es inexacto. En muchas ocasionesla mejor manera de presentar las ideas generales a loslectores en forma clara, es mediante ejemplos concretosy vividos, aunque se trate de hechos de segundo or-den.

    Por ejemplo, hace poco recibí copia de una cartadirigida por Wo. al camarada Erde, con datos suma-mente interesantes y descripciones instructivas de losprocesos internos de la Comintern y su sección ale-mana.43 El público debe conocer todo esto. No sólo loscamaradas antes mencionados, sino muchos más, es-tán en situación de colaborar regularmente con artícu-los y notas de este tipo para nuestra prensa.

    Por ejemplo, se habla mucho del conflicto entre Welsy Aufhäuser, de los acontecimientos en el Partido So-cialdemócrata austriaco, etcétera. Nuestra prensa nolo menciona. Esta abstención es característica del es-píritu de aislamiento y falta de interés en los procesosinternos de otras organizaciones, es decir, falta de vo-luntad de intervenir en dichos procesos.

    El Secretariado Internacional podría asesorar y dar

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    47ejemplo en este terreno.

    2. Parece que los stalinistas franceses han abando-nado momentáneamente la posición de Stalin en favorde la posición del SFIO.44 Es probable que Blum hayalogrado imponer el siguiente argumento: Si nos pro-nunciamos abiertamente por el militarismo ahora, se-remos liquidados aún antes de que estalle la guerra.Por ahora debemos mantener una política ambigua, parapoder completar el viraje en el momento en que esta-lle la guerra y arrastrar con nosotros a los obreros so-bre una oleada de patriotismo.

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    48

    Partido Mundial de la Revolución Social45

    14 de julio de 1935

    Al Secretariado InternacionalQueridos camaradas:1. Debemos darle un nombre a nuestra Internacio-

    nal. Cuarta es solo un número, no un nombre. No lapodemos llamar Socialista ni Comunista, porque los dosnombres ya están tomados y muy desprestigiados. Porcierto que, en el futuro, le devolveremos a la palabracomunismo, la bandera de Marx y Lenin, todo su ho-nor. Por el momento no podemos utilizarla. Socialistarevolucionaria tampoco significa gran cosa porque esel rótulo tras el cual suelen ocultarse los centristas. Meparece que el único nombre apropiado para nuestraInternacional es Partido Mundial de la Revolución So-cial. Este nombre tiene el gran mérito de caracterizar,claramente y sin ambigüedades, la tarea histórica denuestra época, justificando así la existencia de la nue-va internacional. La Segunda Internacional gime sobrelas ruinas del capitalismo. La Tercera es un instrumen-

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    49to para mantener el régimen de la burocracia soviéti-ca. La Cuarta es el Partido Mundial de la RevoluciónSocialista.

    Con el paso del tiempo, nuestras secciones podránadoptar este nombre, al menos como rótulo. Por ejem-plo: Partido Obrero de EE.UU. (sección norteamerica-na del Partido Mundial de la Revolución Social).

    Sería completamente erróneo replicar que la revo-lución social no es la tarea única y exclusiva del movi-miento obrero, ya que todas las luchas de este períododeben ser adaptadas a las necesidades de la revolu-ción social y el nombre del partido debe indicar cuál essu tarea principal. Sería aun más erróneo decir que elnombre podría asustar a las masas. Sería un argu-mento clásico de los centristas. La revolución no esuna perspectiva histórica sino la tarea del momento.Nuestra orientación consiste precisamente en llamar aesta tarea histórica por su nombre. El nombre debecorresponder al pensamiento y a la imaginación de lasmasas y, a la vez, diferenciarnos claramente de lasdemás organizaciones.

    El problema del nombre reviste gran importancia.Por lo tanto, hay que elegirlo con todo cuidado y con lamayor unanimidad posible. Es absolutamente necesarioque todas las secciones coloquen este problema en elorden del día de sus reuniones y lo discutan. Al mismotiempo, se debe informar a todas las Secciones acercade las demás propuestas, de manera que podamos es-tablecer el nombre de la nueva internacional por refe-réndum; digamos que para mediados de septiembre.Creo que se podrían realizar reuniones públicas paradiscutir este tema. Nuestros propagandistas podríanexponer con seriedad los motivos del nombre, y luego

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    50el mitin votaría. De esta manera, sectores más am-plios se considerarían cofundadores de la nueva interna-cional.

    2. Puede suponerse que Moscú está preparando unanueva amalgama para fortalecer la anterior y lograrnuevas víctimas. Es absolutamente necesario que nues-tra prensa trate el problema. También sería bueno re-dactar un memorándum explicativo para la prensa obre-ra mundial. El último número de Rundschau contienebastante información al respecto. El camaradaParabellum podría utilizar la prensa rusa para ese me-morándum, que entonces podría ser publicado en nom-bre del SI.46

    3. Respecto al asunto del Consejo General: los con-sejales de cada ciudad forman un comité de acción que,naturalmente, no tiene poder de decisión pero que po-dría ser de gran ayuda en este sentido. El eje centralserían los concejales parisinos, quienes podrían des-empeñar un papel importante mediante una cola-boración regular con el secretariado de Amsterdam.47

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    51

    El conflicto ítalo-etíope48

    Publicado el 17 de julio de 1935

    Al Secretariado InternacionalNuestras secciones, sobre todo la sección francesa,

    le prestan muy poca atención al conflicto ítalo-etíope.La cuestión reviste gran importancia por dos razones:primero, por el problema en sí; segundo, desde el pun-to de vista del viraje de la Comintern. Desde luego,somos partidarios de la derrota de Italia y de la victoriade Etiopía y, por consiguiente, debemos hacer todocuanto esté a nuestro alcance por impedir que el impe-rialismo italiano reciba apoyo de las demás potenciasimperialistas y, a la vez, facilitar en lo posible el envíode armamentos, etcétera, a Etiopía.

    Sin embargo, queremos subrayar que no se trata deuna lucha contra el fascismo sino contra el imperialis-mo. Existiendo una guerra de por medio, para nosotros,no se trata de determinar quién es mejor, si el Neguso Mussolini,49 por el contrario, es un problema de lasrelaciones entre las clases y de la lucha por la indepen-

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    52dencia de una nación subdesarrollada frente al impe-rialismo. Los camaradas italianos podrían proporcionar-nos una breve reseña histórica para demostrar cómo laderrota de Crispi incidió positivamente sobre el desa-rrollo posterior de Italia.50

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    Por la defensa de los revolucionariossoviéticos51

    17 de julio de 1935

    Al Secretariado InternacionalEstimados camaradas:1. Es muy importante el hecho de que Action

    Socialiste aprobara la propuesta de formar una comi-sión internacional para juzgar los actos terroristas per-petrados contra elementos revolucionarios en la UniónSoviética. Creo que debemos desarrollar una gran cam-paña internacional en torno al problema. El SI podríapublicar un manifiesto al respecto. Tal vez podría ha-cerlo en nombre de la Cuarta Internacional. Sea comofuere, no debe haber demoras. Opino que nuestro lla-mado debe ser breve y su tono frío y totalmente ob-jetivo:

    Hay una escalada de medidas terroristas contra loselementos comunistas y los antiguos colaboradores deLenin (el asunto de Zinoviev, el caso de Yenukije).52

    Las acusaciones que la prensa oficial y oficiosa (Deut-

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    54sche Rundschau) de la Comintern lanza contra los revo-lucionarios viejos y jóvenes se vuelven cada vez másmonstruosas y difíciles de creer. (Tal vez ciertas citasdel Rundschau). Ni siquiera los grandes periódicos dela Comintern se atreven a reproducir las acusacionesdel Rundschau. No obstante, se las utiliza para sen-tenciar y ejecutar a distintos individuos. Gran desaso-siego y preocupación y muchas veces indignación,cunden en las filas del proletariado internacional. Paradisipar la desconfianza creciente, el gobierno soviéticoestá obligado a demostrar con hechos y documentosque realmente se trata de una lucha contra enemigosdel estado obrero y no de una guerra de exterminiolibrada por una camarilla burocrática contra sus opo-sitores y críticos. Esto sólo puede lograrlo una comi-sión internacional que garantice tanto total objetividadcomo lealtad al estado obrero y al proletariado mun-dial.

    Este es sólo un índice aproximativo del contenido.La tarea Consistiría en ganar el apoyo de distintos gru-pos, organizaciones e individuos. Para este fin es com-pletamente lícito colaborar con organizaciones centris-tas respetables. Si se emprende el proyecto con ener-gía, tal vez se logre crear una organización internacio-nal de ayuda.

    2. Todavía no hemos recibido el manifiesto. El su-plemento sobre Estados Unidos podría generar la sos-pecha de que mediante frases generales se trata delograr el apoyo propio y de otros a una posición sobrela lucha de las distintas tendencias en el WPUS.53 Si losautores del suplemento no tuvieron esa intención, tantomejor.

    3. Acerca de la composición del Consejo General: es

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    55evidente que todas las secciones deben estar repre-sentadas en el mismo, inclusive aquellas que no tie-nen representación en el Secretariado Internacional.En mi carta anterior no mencioné a algunas seccionesporque no tenía en claro su composición.

    Por ejemplo, en la sección alemana: ¿Bur, Johre,Fischer o Nicolle deben ir como miembros del SI?54 Esnecesario consultar con la propia sección respecto delos dos camaradas que conviene incorporar. No conoz-co la situación de España, Grecia y América Latina.Sea como fuere, todos los grupos importantes, o losque tengan camaradas aptos para ello (inclusive nues-tros amigos polacos), deben tener representación enel Consejo General. En el período de ilegalidad, cuandoresulte imposible convocar congresos plenos, el poderde decisión recaería en el Consejo General.

    4. Es hora de estudiar la experiencia belga con todaatención. Ya resulta claro: en lo esencial, nuestrosamigos belgas tienen razón. Un fuerte conflicto conMarteau es la mejor garantía para evitar la degenera-ción stalinista del ala izquierda del PS.55 Con el tiempoesa ala del PS adquirirá una importancia muy distintaen Bélgica que en Francia. Dicho sea de paso, el ejem-plo belga demuestra que, al hacer entrismo en los par-tidos reformistas o centristas, lo importante no son losderechos legales sino mas bien la situación políticadentro y fuera del partido. Ampliaré esto en la carta alos camaradas polacos.

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    56

    Las perspectivas en Polonia56

    18 de julio de 1935

    A los bolcheviques-leninistas polacosEstimados camaradas:Recibí del SI el material polaco y también una carta

    dirigida a mí, con una lista de preguntas formuladascon precisión. Las discusiones entre los camaradas po-lacos se desarrollan en dos terrenos, vinculados entresí pero diferentes; por un lado, los principios y criteriosgenerales del movimiento obrero y sus tendencias; porel otro, la evaluación de las oportunidades con quecuentan nuestros camaradas polacos para su trabajo.

    En cuanto a la pregunta general, creo que los acon-tecimientos del último período ya la han respondido engran medida. ¿Acaso hemos abandonado la evaluaciónleninista del reformismo y el centrismo? ¿Acaso de-bemos revisarla? ¿Debemos abandonar la idea de laCuarta Internacional?

    Quien sostenga esta posición no tiene nada que ha-cer en nuestras filas. Para caracterizar nuestra política,

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    57basta citar los siguientes hechos: a) las unificacionesen Estados Unidos y en Holanda;57 b) el entrismo denuestras secciones en los partidos socialdemócratasfrancés y belga; c) una vigorosa campaña contra elSAP y otros de su calaña; d) la publicación del mani-fiesto por la Cuarta Internacional. Sólo teniendo encuenta estos hechos uno puede comprender suinterrelación recíproca y formarse un cuadro exacto dela línea estratégica de los bolcheviques-leninistas. Po-demos permitirnos el entrismo en los partidos oportu-nistas porque tenemos cuadros preparados; porquetenemos una actitud implacable hacia los oscurantistasprofesionales tipo SAP; porque desarrollamos todo nues-tro trabajo, bien como organización independiente, obien, temporalmente, como fracción dentro de los par-tidos oportunistas, pero siempre bajo la bandera de laCuarta internacional, vale decir, sin la menor concilia-ción con las concepciones y métodos de la Segunda yTercera internacionales. Quien destruya esta forma deorganización, que no inventamos sino que nos fue im-puesta por la situación de conjunto; quien aísle la tác-tica de la estrategia y convierta una norma circunstan-cial en una fórmula universal, corre el riesgo de pere-cer en el pantano del oportunismo o en el desierto delsectarismo.

    Es erróneo decir que no debemos entrar en un par-tido socialdemócrata a menos que se nos acepte comofracción estatutaria, se nos permita publicar nuestraprensa, etcétera. No cabe duda que sería extraordina-rio contar con ello.

    Pero fuera de Francia, cuyo PS posee una estructuray tradición muy particulares, jamás encontramos talescondiciones, tampoco son decisivas. El ejemplo belga

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    58demuestra que el entrismo está condicionado por fac-tores políticos, no estatutarios. No se trata de entrar adeterminado partido al son de pífanos y atabales, sinode lograr auténticas oportunidades para desarrollar eltrabajo revolucionario dentro del partido. Dentro de lospartidos stalinistas nuestros amigos deben trabajar enla clandestinidad absoluta. Lo mismo es igualmente lí-cito en los partidos reformistas. Para nosotros no setrata de desarrollar una política decorosa, sino unapolítica revolucionaria.

    En Bélgica tuvimos algunos temores dado que nues-tra sección se vio obligada a dejar de publicar su pren-sa y, sin la menor garantía de respeto a sus dere-chos, entrar al PS, partido que para colmo compartía elpoder gubernamental. Pero los hechos demostraron quenuestros camaradas belgas tenían razón. En la actuali-dad desempeñan un papel muy importante en el alaizquierda del partido, lo que se revela con toda cla-ridad en la expulsión del doctor Marteau, agente sta-linista, de la dirección del periódico de oposición LActionSocialiste. Es imposible exagerar la importancia de estehecho. Por consiguiente, la dirección revolucionaria sólopuede desarrollarse en el seno de este partido y de lossindicatos vinculados a él. Se trataba de determinar sieste proceso tomaría un rumbo stalinista o leninista.Ahora podemos decir con toda certeza que las pers-pectivas stalinistas se han deteriorado consi-derablemente mientras que las nuestras han mejoradoen la misma medida. Es muy importante resaltar queel stalinista Marteau sólo cuenta con apoyo en Bruse-las, donde tiene que vérselas con Vereecken y su gru-po. Eso demuestra incontrovertiblemente que el grupoVereecken no ejerce la menor influencia sobre el ala

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    59izquierda del POB.58

    Es posible que suframos aun muchos contragolpes,tanto en Bélgica como en Francia. Pero se ha dado unpaso importante. En última instancia, el veredicto dela práctica ha puesto punto final a la discusión en tor-no a la justeza del viraje organizativo.

    El hecho de que los partidos recientemente unifi-cados de Norteamérica y Holanda todavía no hayan ob-tenido grandes éxitos, parece desilusionar, inclusivedescorazonar, a ciertos camaradas: el partido holandésincluso perdió votos en las ultimas elecciones. En estecaso, como en todos los demás, el análisis marxista esla única garantía contra las esperanzas exageradas yla desazón injustificada. Los dos partidos no son or-ganizaciones nuevas; sus orígenes se encuentran enorganizaciones viejas. La clase obrera casi no los cono-ce como partidos autónomos. Después de las grandesdesilusiones históricas, la vanguardia proletaria nodeposita espontáneamente sus esperanzas en agrupa-ciones desconocidas. Sólo un programa de acción su-mamente claro, sólo la agitación concentrada, sólo laparticipación activa en los combates y en la vida inter-na de las organizaciones de masas pueden arraigar alos partidos nuevos en la conciencia de la vanguardiaproletaria. Esto aún no ha sido logrado en Holanda yEstados Unidos. Podemos decir con certeza que nues-tros avances en Francia y Bélgica son relativamentemás importantes que los de Holanda y Estados Unidos.Extraer conclusiones generales de este hecho sería erró-neo o, cuando menos prematuro. Toda obra necesitatiempo para madurar. Debemos estudiar muy cuidado-samente los procesos de distintos países, establecersus similitudes, estudiar las condiciones y sólo enton-

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    60ces extraer las conclusiones necesarias. En todo caso,no debemos perder tiempo y empezar de una buenavez.

    En cuanto a los problemas concretos de Polonia, meresulta muy difícil -a pesar de los importantes docu-mentos que nos enviaron los amigos polacos- llegar aalguna conclusión. En todos los documentos campeaun tono que podría calificarse de pesimista: se diceque la clase obrera no está en condiciones de pelear;que el fascismo podría desarrollarse sin encontrar re-sistencia, etcétera. ¿Es así realmente? En estos casos,no hay error más grande que el de subestimar las po-sibilidades de combatir.

    ¿Qué representa el PSP [Partido Socialista Polaco]?59

    ¿Cuántos obreros militan en sus filas? ¿Cuál es su in-fluencia política en general y en los sindicatos en par-ticular? ¿Cómo se desarrolla la vida interna del parti-do? Lo que dicen los documentos y cartas al respectoes demasiado general. Podemos suponer que nuestrogrupo -en virtud de todo su pasado- se mantiene de-masiado aislado del PSP, sólo mantiene relaciones su-perficiales y circunstanciales con el mismo y, en con-secuencia, no sigue de cerca su vida interna. En talescondiciones, el asunto se presenta como una ecuacióncon demasiadas incógnitas.

    Hipotéticamente puede suponerse que, aun en elcaso en que el régimen actual obtenga un triunfo totaly no encuentre resistencia y que, asimismo, el PSPdesaparezca sin oponer resistencia, la presión de losacontecimientos obligará a la fracción revolucionaria aromper con el PSP; dicho de otra manera, los elemen-tos revolucionarios del viejo partido sólo sobreviviránen la clandestinidad. También en este caso seria muy

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    61importante acercarse oportunamente al ala proletariadel partido.

    Si el régimen ha de volverse totalitario, los intentosde concertar un frente único se volverán más enérgi-cos y es muy posible que se obtengan resultados con-cretos a través de una eventual escisión en el PSP. Demanera que el ala izquierda de este partido tambiénpuede abrir la vía para que nuestros camaradas se acer-quen a los stalinistas capaces de evolucionar. Además,parece totalmente evidente que bajo estas condicio-nes, refugiarse en el Bund equivaldría a volverle la es-palda a todas las oportunidades de desarrollo mayor.60

    Pero, por otra parte no se puede ayudar a los obrerosjudíos a salir del callejón sin salida del Bund hacia unterreno más amplio si el trabajo revolucionario no seve coronado por el éxito en el seno del proletariadopolaco.61

    Entonces, parece que durante un cierto período nues-tros camaradas deben dejar de discutir entre ellos so-bre cuestiones generales y, sin expulsar ni desplazar anadie empeñar todas sus energías en la formación devínculos con el ala izquierda, en particular con los ele-mentos proletarios del PSP y los sindicatos, reuniendotodo el material pertinente para que esta investigaciónles permita tomar decisiones concretas; esto tambiénpuede servir como medio de propaganda de nuestrasideas.

    Trotsky28 de julio de 1935

    Estimados camaradas:Quiero completar mi primera carta con algunas ob-

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    62servaciones. Cuanto más lo pienso más errónea meparece la afirmación de que si no se producen grandesacontecimientos revolucionarios en otros países, el pro-letariado polaco sería incapaz de luchar. En Polonia nose ha producido ninguna catástrofe que paralice a laclase obrera por muchos años. Hay mucha desilusión,pero bajo la superficie duerme aun intacto el poderíodel proletariado. Posiblemente sea necesario un fuertegolpe desde el exterior; pero ese golpe también puedeser desencadenado por acontecimientos polacos. Pri-mero: la situación del campesinado parece insoporta-ble. La cuestión agraria aún no está resuelta.62 Segundo:la cuestión nacional. Tercero: los roces entre los parti-dos burgueses; boicot de las elecciones, etcétera.

    Cuarto: la disputa -casi inevitable- en el campo acé-falo de Pilsudski.63 Para diagnosticar estos procesosoportunamente, uno no debe permitir que los pronós-ticos pesimistas lo adormezcan. Semejante estado deánimo es muy peligroso en un estado mayor revolu-cionario.

    En mi primera carta mencioné el ejemplo de Franciay Bélgica. Debo citar un tercer ejemplo, el de Suiza.¡Nuestro grupo publica un periódico independiente!¡Trotz Alledem! [A pesar de todo] Sin embargo, la ma-yoría del grupo milita al mismo tiempo dentro del PS,reúne a la oposición de izquierda e intenta con éxitotomar la dirección. Ustedes comprenden la diferencia:en Francia, entrismo con organización propia y prensa;en Bélgica se abandona la prensa en favor de un tra-bajo fraccional interno sistemático; en Suiza, trabajofraccional interno combinado con un periódico indepen-diente fuera del partido.

    El PSP es un partido legal. Nuestra participación en

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    63su vida interna y en sus actividades (cualquiera sea laforma) coincide en gran medida con una combinacióndel trabajo legal con el ilegal. Si lograran crear unafracción dentro del PSP (y una fracción complementa-ria en el Bund) tendrían que complementar ese trabajocon la publicación de periódicos legales e ilegales.

    Todo esto es puramente hipotético. Insisto en miprimera propuesta: dediquen algunos meses a la inves-tigación y al acercamiento, y sólo entonces tomen unadecisi�