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^Bf é&B ^B Febrero H H gg mM ^^r ^^^bk ^B^^Hk V Jam BHH ^^J^^^^V IB Fascículo ^m jH ^^Bk jH ^A ^v [B ^^^ H ^v^^^^^^A DR. LUIS S. GRANJEL LA FIGURA DEL MEDICO EN EL ESCENARIO DE LA LITERATURA PICARESCA ESPAÑOLA PUBLICACIONES MEDICAS BIOHORM. - SECCIÓN: MEDICINA E HISTORIA | N.° R.: B. 1023-63 | D, L: B. 27541-63 ¡ EDtTORtAL ROCAS. DIRECTOR:. DR. MANUEL CARRERAS. COLABORAN: DR. AGUSTÍN ALBARRACIN - DR. DELFÍN ABELLA - PROF. P. LAIN ENTRALGO - PROF. J. LÓPEZ IBOR - DR. A. MARTIN DE PRADOS - DOC- TOR CHRISTIAN DE NOGALES - DR- ESTEBAN PADROS - DR. S1LVERIO PALAFOX -PROF. J. ROF CARBALLO - PROF. RAMÓN SARRO - PROF. MANUEL USANDIZAGA - PROF. LUIS S. GRANJCL* PROF, J0S5 M. 1 LÓPEZ PINERO ^ DFt JUAN RIERA - SECRETARIO DE REDACCIÓN; DR, FELIPE CID - DIRECCIÓN GRÁFICA: PLA-NARBONA

ESPAÑOLA - FU1838

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Page 1: ESPAÑOLA - FU1838

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DR. LUIS S. GRANJEL

LA FIGURA DEL MEDICOEN EL ESCENARIODE LA LITERATURA PICARESCAESPAÑOLA

PUBLICACIONES MEDICAS BIOHORM. - SECCIÓN: MEDICINA E HISTORIA | N.° R.: B. 1023-63 | D, L: B. 27541-63 ¡ EDtTORtAL ROCAS. • DIRECTOR:. DR. MANUELCARRERAS. COLABORAN: DR. AGUSTÍN ALBARRACIN - DR. DELFÍN ABELLA - PROF. P. LAIN ENTRALGO - PROF. J. LÓPEZ IBOR - DR. A. MARTIN DE PRADOS - DOC-TOR CHRISTIAN DE NOGALES - DR- ESTEBAN PADROS - DR. S1LVERIO PALAFOX -PROF. J. ROF CARBALLO - PROF. RAMÓN SARRO - PROF. MANUEL USANDIZAGA -PROF. LUIS S. GRANJCL* PROF, J0S5 M.1 LÓPEZ PINERO ^ DFt JUAN RIERA - SECRETARIO DE REDACCIÓN; DR, FELIPE CID - DIRECCIÓN GRÁFICA: PLA-NARBONA

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\ •}De esta edición se han separado cíen ejemplares

numerados y firmados por el autor.

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DR. LUIS S. GRANJEL

LA FIGURA DEL MEDICOEN EL ESCENARIODE LA LITERATURA PICARESCAESPAÑOLA

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La «literatura picaresca» constituye una de las modalidades de expresión literaria más adecuadas al genio his-pánico, si bien el motivo histórico que ocasionó su aparición y auge no puede considerarse privativo de nuestrapatria. El género literario a que se alude queda consagrado con el Guzmán de Alfarache (1599) Y declina con laVida de Estebanillo González (1646). Fue este medio siglo de vida española período decisivo en cuyo transcursosobreviene una honda remoción en los modos de convivencia y en las ideas ; supone el tránsito de la actitud vitalrenacentista a la conciencia barroca. El suceso se hizo evidente en las más diversas formas del existir humano,y siempre bajo el aspecto de una inadecuación para satisfacer lo que ahora, desde la nueva situación aún no bienconsolidada, exigían los hombres de unas instituciones y unas actividades que persistían asidas a un sistema devida ya caducado. Esta disarmonía la acusa con precocidad e intensidad no igualadas la Medicina, y es naturalque así sucediese, pues si el motivo de su quehacer, el hombre mismo, es quien primero experimenta las mu-danzas de los tiempos, necesariamente los aires de una nueva actitud histórica han de soplar sobre su cuadranteantes de que los perciban otras ciencias o manifestaciones del vivir comunitario.Esa subterránea vivencia de disconformidad la recogió la literatura picaresca para devolverla agigantada y ador-nada con un disfraz en el que se mezcla, abigarradamente, la burla y el consejo, la sátira y la intención moraliza-dora ; así aderezados, todos los menudos síntomas de desconcierto que transitan por el espíritu colectivo de laépoca, alcanzan resonancia y vida real, proclamados por boca del «picaro», verdadera concreción simbólica dela propia sociedad a quien se dirige. Por ser así, apunta Américo Castro,1 «en aquellas «atalayas de la vida hu-mana», alzadas por la picaresca, el verdadero protagonista no es el picaro, sino el mundo en torno a él». El re-trato de la vida social hecho por el picaro, descontados sus extremismos, la deformación caricaturesca, reproduce,con fidelidad y minucia en el detalle, la realidad del modelo. La pintura de la sociedad, trazada con fuertes rasgossobre el tenue entramado de la ficción novelesca, incluso, como tantas veces hace Quevedo, sin recurrir a su ar-tificio, es una reproducción exacta del mundo que se la inspira : «cosas como las que escribo —dirá Castillo So-lórzano 2— no son fingidas de la idea, sino muy contingentes en estos tiempos. El interés moralizador puestoen lo que escriben es confesado, explícitamente, por casi todos los autores ; ejemplo lo ofrece el siguiente textode Vicente Espinel 3 : «El intento fue ver si acertaría a escribir en prosa algo que aprovechase a mi república,deleitando y enseñando».Sobre aquel escenario del mundo, el que compone la literatura picaresca, entre la abigarrada muchedumbre quepor él transita y gesticula discurren los médicos ; en ellos se detuvo, con marcada predilección, la mirada aguday socarrona del picaro ; a ellos dirigió algunos de sus más acerbos comentarios. Invito al lector a que me acom-pañe en esta excursión retrospectiva durante la cual unos picaros van a irnos contando cómo eran, cómo fueron,los médicos de hace tres centurias.

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Estampa del médico. Era este atuendo disfraz que engañaba sobre la inten-ción de sus actos ; vicio, desde luego, no exclusivo degalenos. Cuando Quevedo,7 fingiendo ser conducido,en sueños, a la Calle Mayor del Mundo contempla, enella, el desfile de las profesiones y los estados más di-versos : hidalgos, caballeros y discretos ; viejos y ni-ños ; escribanos, alguaciles y corchetes ; cortesanos,criados y bufones, lo primero que le mostrará el Desen-gaño, su guía, será un médico que aparenta ir

«a la brida en muía tartamuda de paso, con ropillay ferreruelo y guantes y receta, dando jarabes»

cuando en verdad anda

«...a la brida en un basilisco, con peto y espaldary con manoplas, repartiendo puñaladas de tabar-dillos, y conquistando vidas, que allí parecía quecuraba..., estirando las enfermedades para queden de sí y se alarguen, y allí parecía que rehusa-ba las pagas de las visitas.»

La figura del médico, su atuendo, atrae sobre sí burlasy sarcasmos. Unos, aludirán a la muerte que dicen setransparenta en aquella, como en esta referencia 8 a lamuía de un galeno, a la que éste vestía :

«De gualdrapa en invierno y en verano,Traje de viudas, cuyo luto tristeDeclara que la muerte va en su mano.»

Pocas palabras le fueron precisas a Quevedo * para di- A f i a d e d m i s m o ^ ^ c a m b i a n d o d m o t i v o n o

bujarnos la silueta de los médicos de su tiempo : la intenci6n •

T . v i ! , . - , j 11 M «Si la muerte a quien sirven es pelada,«Lo primero linda muía, sortijon de esmeralda en ^ 1 1 , 1 1 -, 1 ., T , J 1 1 J -11 1 i ̂ h barbaros barbados, que en traiciones

el pulgar, guantes doblados, ropilla larga, y en • . , . , . , . . -, j ^ r . / ^ r x. - A 4. biempre estudiáis!, si sois la ardiente espada

verano sombrerazo de tafetán. Y en teniendo esto, T_ L . . \ ^

, . , Vi 1 , Y los ministros de la muerte fuerteaunque no hayas visto libro, curas v eres dotor.» , .

¿Por que negáis el traje de la muerte?»

Tampoco la honorabilidad profesional queda bien pa-Salas Barbadillo 5 añade su pincelada a este retrato : r a ¿ a e n estas primeras escaramuzas del médico con el

genio ágil e incisivo de los creadores de la literatura

«...los de a muía, unos barbones picaresca. Recomendaba Quevedo 9 a un supuesto in-

cuyo rostro es un bosque y selva extraña.» ocutoi .

«...para acreditarte de que visitas casas de seño-•""—" res, apéate a sus puertas, y éntrate en los zagua-

nes, y orina y tórnate a poner a caballo ; que ely lo completa Enríquez Gómez 6 con aquella descrip- q u e t e v i e r e e n t r a r y s a l i r > n o s a b e s i e n t r a s t e a

ción de un médico que nos ofrece la Transfiguración VIII o r i n a r 0 n o > p o r l a s c a l l e s v e s i e m p r e COrriendo y

de su Siglo pitagórico: a deshora, porque te juzguen por médico que tellaman para enfermedades de peligro. De noche

«Compró media docena h a z a t u s amigos que vengan de rato en rato aDe libros de Avicena llamar a tu puerta en altas voces para que lo oigaUn quintal de Galenos, l a vecindad : ÍCA1 señor dotor que lo llama el du-Unos guantes de perro, que son buenos, 4 u e i <lue e s t á m i señora la condesa muñéndose ;Una sortija, cuatro pañizuelos, 4 u e l e h a dado al señor obispo un accidente" ; yY con estos anzuelos c o n e s t o visitarás más casas que una demanda, yDesde su muía roma caballero, t e v e r á s acreditado, y tendrás horca y cuchillo so-Iba pescando vidas y dinero.» b r e l o m e Í o r d e l mundo.»

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Esta estampa del médico, trazada por distintas plumas, Saber y quehacer.la resumen los siguientes versos puestos por EnríquezGómez 10 en boca de un hijo de Esculapio :

«Mi cotidiano pan, es la sangría ;Mi ganancia suave,Uno y otro jarabe :Mi hacienda bien ganada,Una purga endiablada ;Mi mayorazgo, el pulso ;La muerte, mi recurso ;La orina, mi consejo ;La cámara, mi espejo ;Mi puñal, un barbero ;La botica, mi acero ;

Y mi renta segura,La siempre dilatada calentura.

En el cotidiano enfreiitamiento del médico con el en-Vivamos y matemos fermo, encontraron sobrados temas en que ejercitar suY con salud a muchos enterremos.» ingenio quienes dedicaban su pluma a retratar, denos-

tándola, la sociedad dentro de la cual vivían. Quevedo,sin recurrir, como hicieron otros, al artiñcio de exponersu pensamiento por boca de personaje fingido, describeasí el acto médico X1 :

' ¿Jeringa? Ni por pienso he de admitirla.Haga por recibirla.

Grabado de la época (anónimo de !a escuela holandesa) y para que esta noche tenga SUeño

Venga papel y tinta, que he de darleCosa, que recordarleEl mal no pueda. Y la verdad decía,Porque daba su alma antes del día.»

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Usan los médicos, añaden sus detractores, de un len- «Recetar lamedores, jarabes y purgas, para queguaje que más que significar sabiduría parece querer tenga que vender el boticario, y que padecer el en-ocultar ignorancias 12 : fernio. Sangrarle y echarle ventosas ; y hecho esto

una vez, si durare la enfermedad, tornarlo a hacer

«...buscan términos exquisitos para significar co- h a s t a <lue ° a c a b e s c o n e l e n £ e r m o ° c o n l a e n f e r "sas que, por ser tan claras, tienen vergüenza de medad. Si sirve y te pagan, di que llegó tu hora ;nombrarlas en canto llano, y así les es necesario y S1 m u e r e > di que llego la suya.»hablarlas con términos desusados, que parecen dejunciana o jacarandina.» ——™ ———• ! *—™ ~™

„ Si el enfermo muere, en efecto, basta culpar al quemurió de su miserable fin ; añade el autor que cito en

Su arte diagnóstica es falible, burdo e inadecuado a la o t r a d e s u s o b r a s 17> haciéndoselo decir a un condenadocomplejidad del enfermar humano. Razona este pensa- c o n e l <lue h a U Ó e n s u v i a Í e P o r l a s zahúrdas de Plutón :miento Guzmán de Alfarache 13 :

' «...voto a tal —exclama aquel—, que sólo estoy, j . t . ., ,, 1 , « sentido aquí del dotor, que no solamente me persi-

«...un medico, luego que visita, solo de tomar el ., ^ , 7 . « .1 i r i i • , i guio sano, me mato enfermo, sino que pasa la oie-

pulso conoce la enfermedad ignota y remota de su . - - - . ? ..- , . . , . , ,. .. - riza de la sepultura ; y en expirando uno, por dis-

entendimiento, luego aplica remedios para el se- i. i i -¡ • • _ , ', TVT r i • • 1 1 i culparse dicen del mil infamias : —Dios le perdo-

pulcro. ¿No íuera bien, si es verdad su regla que r " , * ,7 .7 7 7 7 7 . ne : que el mucho beber le acabo : ; como le había-la vicia es breve, el arle larga, la experiencia en- - . . - - ~ X-M

7 . . . 7. r, ., . , mos de curar si era desordenado? ±u era msensa-crañosa, el nució difícil, irse poco a poco, hasta , t _ . _ - , - .. . , ,

. . to, estaba loco, no obedecía a la medicina, estabaenterarse y ser dueños de lo que quieren curar, j . j 1 ., 1 ,, . ., ,

_ J 11 podrido, era un hospital ; el vivió de suerte, queestudiando lo que deban hacer para ello?» i 1 -j • , \ ,

le na sido mejor; esto le convenía (¡miren queconvenía éste a mi costa!) ; llegó su hora5'. Pues

~~~ "~ tomen el dicho a la hora de todos los difuntos, yella dirá que ellos la llevan y la arrastran, y que

Salas Barbadillo,14 abunda en la misma opinión, y defi- d l a n o s e u O h , ladrones ! ; ¿No basta ma-1 1\/T A' ' o i • Í i u

ne la medicina como : t a r a u n o y hacerle que pague su muerte, costum-bre de los verdugos, sino tener la disculpa de la

«...la ciencia que se fía ignorancia en la deshonra del pobre difundo?»De acechar la salud por orinalesY que por un latir de un pulso leveLos pasos mide de la vida breve.»

Sobre la ciencia de recetar, es bien conocida la historie-ta del picaro Alfarache sobre «lo que aconteció en laMancha con un médico falso» 15 :

«No sabía letra —nos cuenta^— ni había nuncaestudiado. Traía consigo gran cantidad de recep-tas, a una parte [de] jarabes y a otra de purgas.Y cuando visitaba algún enfermo, conforme al be-neficio que le había de hacer, metía la mano ysacaba una, diciendo primero entre sí : "¡Dioste la depare buena !", y así le daba la que prime-ro encontraba. En sangrías no había cuenta convena ni cantidad, más de a poco más o menos,como le salía de la boca.»

Lo que la criatura literaria de Mateo Alemán, un tantopiadosamente, contó de «un falso médico», lo repitieronotros, con mayor acritud aún, y refiriéndolo a los mé-dicos con vida real coetáneos suyos. Quevedo, entreotras recomendaciones para ser buen médico, explica laque transcribo 16 :

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Asistimos a una consulta. Interviene Matanga, esperando aclarar el significadode las preguntas de Rebenque :

«Si lo sensible padeceopresión universal,sin darle lugar al requies.»

Termina Ribete que trata, asimismo, de hacer inteli-gibles, a Ginés, las expresiones de sus colegas :

«Dicen si el mal le estimulaad invicem, o si tieneimpírica posesión

Castillo Solórzano, con el entremés «La prueba de los e n e l c u e rP° permanente.»doctores», que incluyó en su novela La niña de los em-bustes, Teresa de Manzanares, nos ha legado una de las A 1 interrogatorio, así conducido, sucede el ritual exa-más acerbas parodias entre tantas que en su tiempo, m e n d e l a o r i n a - La pide Ribete, diciendo : «Menestercomo en los que le precedieron, y hasta nuestros días, e s v e r l a o n n a » (y s a c a n u n o r m a l c o n v i n o) 5 s o b r e e l l a

se han inspirado en el quehacer médico. Constituye la s e encarniza la sagacidad profesional de nuestros doc-escenificación burlesca de una consulta médica. La re- o r e s •presentación se ajusta al siguiente argumento : Ginésse finge enfermo, y su mujer, Brígida, creyendo en suenfermedad, recurre a la ciencia de tres galenos : Ribe- Dictamina Ribete :te, Matanga y Rebenque ; completan el reparto de estejuguete teatral : Truchado, amigo de Ginés ; músicos «Galeno in Verrem,y mujeres. y Rasis en su Thebaida,Da comienzo la «consulta» tomándose el pulso al su- e s t e color aborrecen»,puesto enfermo ; habla Ribete :

y confirma Matanga :

«Déme ese pulso derecho,y veré de qué procede. «Hipócrates en su Eneida,Ya que el pulso le he tomado, d i c e que el peligro temevuestras mercedes se enteren, d e l enfermo que esta orinaque él después informará ex corpore suo expelet.»

de su mal.»

~~ ~~~~ Tras la sentencia, procede ya a deliberar sobre el caso :

Cumplido, gravemente, este primer requisito, se le per-mite a Ginés exponer sus dolores : Matanga: «Ginés, el mal es tan grave,

que retirarnos conviene

Ribete. «Pues hemos tomado el pulso, a h a c e r l o s t r e s u n a Í u n t a

el enfermo ahora puede s o b r e l o <lue h a c e r s e d e b e :

informarnos de su achaque.» que l a o r i n a n o s i n d i c a

estar el cuerpo dolienteLos doctores asedian al fingido enfermo con sus dispa- de grave modo.»ratadas preguntas, buena burla del pedantesco hablarde los médicos ; pregunta Ribete : L o 1 u e s i S u e i l a conversación que rueda en boca de los

galenos, bien ajenos a que Ginés les espía, constituye,«; Reconcéntrase en las renes posiblemente, la parte del entremés donde la burla con-esa intención dolencial?» • serva un sabor más actual. Es, la de ellos, una conver-

sación amigable e intrascendente, en la que debatenañade Rebenque • sobre el tema de las excelsitudes y variadas virtudes de

sus muías respectivas, sin olvidar el problema, propicio«¿No tranquiliza el tesón?», siempre al comentario, de la clientela; por este cami-

no, la charla recala, finalmente, en la causa motivo de

y como Ginés contesta: «No lo entiendo», repite el su reunión, para terminar decidiendo, sin pararse a dis-ealeno • cutirla, la pauta a seguir con el bueno de Ginés. La

terapéutica galénica, motivo de particular animadver-«;No lo entiende? s i ° n e n t o d a ^a literatura satírica de la época, sufre enDigo si lo vigoroso l a s palabras de estos honrados doctores la inexcusable

suele' estar intercandente.» deformación grotesca.

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9

Propone Rebenque: ~~ *

Y concluye cantando, para el público, con acompaña-ce...para que se descargue miento de músicos y mujeres, los siguientes versos, enel humor de que procede lo s q u e reCoge la acostumbrada moraleja :he de echarle cien ventosas

rajadas» ; «Doctores hay pistoletes_ que al primer recipe parte

el enfermo a la otra vida,añade Ribete : sin que remedios le basten.

Oigan y callen,«Yo le echaré doce ayudas y quien más los celebra,de bencina y agua fuerte dellos se guarde.para evacuarle el humor» Doctores hay almaradas,

que sacando poca sangre,al que cogen de antubión

y concluye Matanga : no hay miedo que se escape.Oigan y callen, etc.

«Pues yo, tras los dos remedios, Doctores hay carnicerosle purgaré doce veces.» que tronchan, cortan y raen,

y éstos por lo criminal"~~~ son de la muerte montantes.

Acordado el tratamiento, retornan nuestros galenos al Oigan y callen, etc.lecho del fingido enfermo, y Ribete, con el asentimiento ™} doctor y e^ albéitartácito de sus colegas, definirá doctoralmente : siempre compiten

en quien mata más hombres«El mal es muy peligroso ; ° m a s r o c i n e s -paciencia, Ginés, apreste, E n s u s recipes fundaque un sacrificio le aguarda. s u c i e n c i a e l doctor,Llamar seis barberos pueden m á s e n l o <lue r e c i b e

con otros seis boticarios, °lue e n lo# <lue ordenó,

porque han de hacerme presente ^ a s n a v a J a s Parecencon ayudas y ventosas a l ° s doctores,que la cura se comience, Que l o a & u d o n o s muestranque esto nos dice la orina.» y e* ̂ ° esconden.»

Es en este momento respondiendo al parlamento de ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ M ^ ^ ^ ^ ^ P ^ ^ ^ ^ ^ ^ P ^

Ribete, cuando Ginés descubre la traza de su burla para ¿|p2p%L ^ ^ 5 ^ 3 ^ 1 ^ ^ 5 ^ P ^ ^ v l í ^ ^ m

Médicos tomando el pulso (Edición en Pavía,1517)

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Servidores de la muerte. sos, sus muías de vuestedes son escaleras de lahorca de pelo negro. Tiempo es de verdades. Siyo hubiera usado de recelas, como de daga, noestuviera aquí, aunque hubiera asesinado a cuan-tos ine ven.»

«Ponzoñas graduadas» 1<J es uno de los calificativos quecon mayor fruición emplea Quevedo para nombrar alos médicos ; y en otro lugar 20 hace hablar así a lapropia Muerte :

«...todos enferman del exceso o destemplanza dehumores ; pero, lo que es morir, todos mueren delos médicos que los curan.»

La crítica se dibuja con tintas más sombrías ; el sar- Tomás Rodaja,21 amparado en su necedad, se permitecasmo gana en acritud y dureza, cuando se enfrenta afirmar •con el saber del médico. La afirmación que sostienen,sin rebozo, los picaros es tajante : el médico no cura a ( ( _ g ó l o l o g ^ ^ n Q g p u e d e n m&t^ y n ( g m&_sus enfermos, los mata ; los médicos son sus verdugos, t a f l s ¡ n t e m o j . y & p { e q u e d o > g i n d e s e n v a i n a r o t r a

se han convertido en servidores de la muerte. e s p a d a q u £ k d e u n ^ . ^ . y n Q h a y c o m Q d e g c u _Con toda crudeza^ formuló Quevedo esta paradoja na- b r i r g e g u g d e l i c t o g ) p o r q u e &J m o m e n t o l o g m e t e n

cida de la incapacidad profesional de los galenos coetá- debaio de la tierraneos suyos. En «La hora de todos y la Fortuna conseso» l s describe cómo Júpiter ordena a la Fortuna queen una hora determinada («...para satisfacción de lasgentes», agrega) se encuentren los humanos con aquello „ , . r 1 , 1 ^ ~ - , , ,, . . , . , Poco difiere del de Cervantes y Quevedo, el modo dede que se han hecho merecedores por sus actos ; cuín- , „ . „ , ,.„ TT , ,

, , T̂ . , , , . -. pensar de balas Uarbadillo. Uno de los epigramas 111-ple la fortuna el mandato, y «...como quiere toda sin- , • 1 , , ~; , ¿ J 4. J 1. i. J cluidos en la primera parte de su Caballero Puntual "roma, empezó a desatar su rueda, que arrebatada en . ,, . , , . . ., termina asi :huracanes y vueltas, mezclo en nunca vista contusióntodas las cosas del mundo». Será a un médico a quienprimero sorprenda, y desnude, esta hora preñada de <<^1 e s ^-ue l e <lm e r e s matar,verdades. Escribe Quevedo : d o n Sancho, saber procura

el médico que le cura,que éste es el buen negociar» ;

«En aquel propio instante, yéndose a ojeo de ca-lenturas, paso entre paso, un médico en su muía, , ,le cogió la hora y se halló verdugo, perneando so-

bre un enfermo, diciendo credo, en lugar de recipe, y hablando, en otras de sus obras, de su criatura decon aforismo escurridizo.» ficción d d o c t o r j u a n d e L u n a >s3 d i c e d m i s m o a u t o r .

~ ~ ~~~ «Si otros hacen ciudades los desiertos,Este hace desiertas las ciudades,

A la misma figuración onírica pertenece la escena del Tal es su espada y tantos son los muertos,rufián al que van a ajusticiar, quien, vuelto locuaz por Y aun no castigó el cielo sus maldades.»la hora de verdad que lo arrebata en tan angustiosotrance, dirigiéndose a los que esperan contemplar elespectáculo de su muerte, descubriendo entre todos unos

médicos, se encara a ellos para decirles : Cuando Enríquez Gómez hace que don Gregorio Gua-

daña nos hable de sus padres, en el primer capítulo de

«¡ Ah, señores doctores! Aquí tienen vuestedes la narración de su vida,24 éste dirá:lugar, si son servidos, pues por los que han muer-to merecen el mío, y por lo que saben despachar, «Mi padre fue doctor en medicina, y mi madre co-el del verdugo. Algún entierro ha de haber sin madre ; ella servía de sacar gente al mundo, y él degalenos, y también presume de aforismo el espar- sacarlos del mundo ; uno les daba la cuna y otro sepul-to. En lo que tienen encima, y en los malos pa- tura. Llamábase mi padre el doctor Guadaña.»

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Lascivia y codicia. «Llama a tu médico cuando estés bueno, y daledineros porque no estás malo ; que si tú le das di-nero cuando estás malo, ¿cómo quieres que te déuna salud que no vale nada, 3̂ te quite un tabar-dillo que le da de comer?».

Los mismos gestos, la actitud vergonzante que, al pa-recer, repetían los médicos cada vez que recogían elprecio de sus desvelos, tuvieron su deformación carica-turesca. Salas Barbadillo 28 describe una de estas es-cenas :

«...quitando la gorra con la mano izquierda y tor-ciendo la derecha, recibieron su doblón, y agra-decidos a la buena paga, juraron de alargar lacura, aunque se pusiese a peligro la vida del pa-ciente, porque como de semejantes delitos no co-

Dos pecados capitales descubrieron sus críticos en el n o c e k g a k d e l o s s e ñ o r e g A l c a l d e S í y e s e s t a c a u .modo de ejercer los médicos su profesión. Fueron los s a s o b r e q u i e n n ¡ d d g u a c i l d e n u n c i a n i e l e s c r i ,de lascivia y codicia. h,l primero aparece señalado - e l b a n Q p u e d e d a r u n a s o k p l u m a d a > c o m o s u p e r i o .hecho merece anotarse- una sola vez entre tanta pa- ^ u g a n d e k a b s o l u t a s i n d a r r e s i s t e ncia a otrorodia, sátira y denuesto ; hizo su denuncia Enríquez j u e z a j d e j cjei0>))

Gómez ;25 he aquí su texto :

«Cuando enfermaba alguna noble dama,Sentándose en la cama, Pero Grullo, ante el trono de la Muerte, por quererloPor muy pequeña fiebre que tuviese, así Ouevedo, sentencia 29 :La hacía que los pechos descubriese.

Y decía, la nieve está pintada, «...hay quien corre echando los codos adelante,No será tabardillo, esto 110 es nada, que son los médicos, cuando vuelven la mano atrásCubra vuesa merced tanta hermosura, a recibir el dinero de la visita al despedirse, queQue sólo en un Doctor está segura.» toman el dinero corriendo y corren como una mona

al que se lo da porque le maten,»

Con mucha mayor frecuencia se vieron acusados los ga-lenos del pecado de codicia. Guzmán de Alfarache,26

de mi tío el boticario.»El médico se marcha ofendido porque el enfermo no cumple sus prescripciones

(L. de Avila. Vanquete de mobles caballeros. 1530).

Quevedo, al responder a la Proposición 24 (Para que teduren poco las enfermedades) de su «Libro de todas lascosas y otras muchas más», expone, con aire razonable :

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El juicio y la sanción. rrenal ; y con el mismo talante usado por él para des-cribir las movidas escenas del vivir que discurría entorno suyo, nos va relatando las etapas de su figura-ción : primero, como espectador del Juicio Final; des-pués, de curioso viajero en las profundidades del reinode Plutón.En el «Sueño del juicio final o de las calaveras»,30 to-das las profesiones, oficios y estados, despliegan antesus ojos. Embebido en esta contemplación, cuentaQuevedo :

«Divirtióme... un gran ruido que por la orilladel río venía de gente en cantidad tras un médi-co, que después supe lo era en la sentencia. Eranhombres que había despachado sin razón antes detiempo y venían por hacerle que pareciese, y, alfin, por fuerza, le pusieron delante del trono»

allí, continúa :

No podían quedar sin castigo tantos desafueros, críme-nes y necedades como a diario, de creer a sus detracto- «...estaban juntas las desgracias, peste y pesa-res, cometían los médicos ; y si la investidura de su dumbres, dando voces contra los médicos. Decíaciencia les capacitaba para realizarlos a salvo de res- l a P e s t e 1 u e e l l a l o s h a b í a h e r i d o l> l o s hombres],ponsabilidades humanas, de nada había de servirles P e r o <lue e l l o s l o s habían despachado. Las pesa-aquélla ante el juicio y la sanción ultraterrenos. Estu- dumbres, que no habían muerto ninguno sin ayu-vo a cargo del humor agresivo, sombrío y mordaz como d a d e l o s doctores. Y las desgracias, que todospocos, del gran Quevedo, dibujar, para deleite de sus l o s <*ue h a b í a n enterrado habían sido por en-lectores, una anticipada visión de lo que les acontecía trambos.»a los galenos cumplido el periplo de su existencia te-

Tras el juicio y la condenación, nuestro autor relatael desfile de los doctores hacia su destino eterno. Sedistinguen de cuantos hacen idéntica jornada, pues con-servan el atuendo y las maneras que los singularizóen vida :

«...la vista asquerosa de puro pasear los ojos por_ orinales y servicios ; las bocas emboscadas en bar-

=T"" -~ — ^ ^ nazas y lancetones.»Este grabado, también del "Vanquete de nobles caballeros", probablementerepresenta que la enferma fallece mientras los médicos discuten sobre la _ ^ —

orina 11530).

Ya en los infiernos, ocupan lugar privilegiado : el ca-marín de Lucifer, que comparten con cornudos y al-guaciles ; allí, resume gráficamente Quevedo,31

«Había pipotes de médicos .s

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Su rehabilitación. <lue n o ^e aprovechen de ningún modo los reme-dios que le aplican... Si siempre los médicos cu-rasen y diesen remedio a los enfermos, ¿qué lesfaltara? Eso era asimilarse al divino poder, encuya mano está el alargar o acortar la vida ; queel médico no puede hacer más que aplicar a sutiempo la medicina y remedio conveniente, y queobre Dios conforme su divina voluntad.»

Refiriéndose a la acusación de codicia, pecado que tantose les reprochaba a los médicos, especifica :

«Ya pasó el tiempo en que contaban que los mé-dicos, pareciéndoles indigna cosa recibir pagas porsus visitas, volvían la mano atrás, como tenién-dolo por cosa indigna que se premiase con el di-nero un deseo y una propia voluntad de procurarla salud al enfermo ; pero ya en nuestros mise-rables tiempos, antes es necesario abrir las manosy ponerlas delante, y aun pedir que los paguen, y

A la defensa de los vapuleados galenos salió, cuando con todas estas ceremonias sea el Señor servidomás arreciaban sobre ellos bromas y dicterios, el médi- que tenga efecto la buena diligencia.»co segoviano don Jerónimo de Alcalá Yáñez y Rivera.Publicó este doctor, en 1624, la parte primera de sunovela, de clásico corte picaresco, El donado habladorAlonso, mozo de muchos amos, en la cual el protago- Más no deja de mostrar la Medicina lacras y miserias ;nista, dialogando con el Vicario en el convento en que nuestro autor lo reconoce y no lo calla. En la segundavive recogido como «donado», nos relata las peripecias, parte de su discurso señala Alonso los dos grandesaventuras y desgracias de su agitada y trashumante males que acibaran la vida del médico. Uno lo cons-vida de picaro. Muchos fueron los amos a quienes sir- tituye :vio : unos estudiantes, en Salamanca ; un capitán ; unsacristán; un recién casado de Toledo; un letrado; (( k s e n e m i s t a d e s d e l o s d e m á s médicos, el pro-una señora viuda ; un autor de comedias ; unas monjas, c u r a r d e r r i b a r l o s u n o s a b s o t r o ^ k p o c a cor_y, entre ellos, a un médico. El capítulo sexto de esta t e s í a q u e a l g u n o g g u a r d a n e n p r o c u r a r a n i q u i l a r

primera parte contiene la narración que Alonso hace al &J c o m p a ñ e r O í p a r a l e v a n t a r d e p u n t 0 su opiniónVicario de los días transcurridos sirviendo al doctor, y letras »salpica sus recuerdos de observaciones y juicios por losque traslucen las preocupaciones profesionales del bue-no de don Jerónimo.Gracias a él no todas fueron críticas, burlas o sarcas-

„ _, , . - r ., el otro, las pesadumbres que le deparan su guerra de-mos • utilizando de las mismas armas —la ficción nove-

> clarada a ensalmadores, curadores y charlatanes : con-lesca— usadas por quienes les atacaban, el doctor segó- -

- r . , ., tra cuantos, y no debieron ser pocos, competían porviano rompe una lanza en íavor de sus colegas, y quien .,

^ . _ 1 1 hacer, sin tener íormacion para ello, aquello para losabe si en defensa propia. En tres partes puede desar- 1 o -r _. " . , , cual sus estudios capacitan al medico.ticularse su alegato. Las resumiré, brevemente, reco- — - . / . 1 - 4.1.11fe

1 Entreverada con su narración, incluye Alonso esta bellagiendo sus propias palabras. idealización del médico :La primera, constituye el reverso de cuanto dijeron, yrepitieron con machacona insistencia, los creadores dela literatura picaresca por boca de sus entes de ficción «La antigüedad, para mostrarnos la propiedad yo incluso prescindiendo de este tenue embozo litera- partes requisitas que es forzoso tenga el sabiorio. Sólo trabajos, les responde Alonso, depara al mé- y prudente médico, le dibujó desta suerte : Pintódico su profesión. Su sabiduría, añade también, es bien al dios Esculapio, padre de la medicina, muy bar-comprensible, no goza de infabilidad, y por eso, bado, en la cabeza un sombrero, y por toquilla una

guirnalda de laurel ; tenía a su lado una hermo-«...no todas las enfermedades se dejan conocer, y sísima doncella, con unas alas muy ligeras ; en lapor discreto y docto que sea un médico, no todo mano derecha tenía un cetro, en quien se enrósca-lo puede alcanzar ; que también hay cosas que de ba una culebra, junto a él una gallina y una le-suyo son incurables, y más cuando interviene la chuza, haciendo sombra al médico un dragón y unvoluntad del cielo de que padezca el enfermo, y cuervo.»

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Seguidamente explica al Vicario el significado de cada El laurel :símbolo. Si reproduzco esta descripción es porque cons-

, , r i i . - j i * j - . «El laurel por toquilla da a entender dos cosas :tituye la contrafigura del retrato del medico que entre . , , ,

. , , , • j - r j - / 1 i-, . • la primera, que ha de saber conocer las yerbas, suslocosidades y amonestaciones ditundio la literatura pi- . , ' . , , . , . '

, , , , . n . . propiedades y virtudes, entender de botica para lacaresca. JNo cabe dudar que esta ultima refleia mejor , . . - , , , , ... ,-. ., , . , ;.,. , , , , elección de las drogas y compuestos, asi cordialeslo que debieron ser los médicos de la época; pero tam- .. t , J . . . . .

. . . . . . _. . , como ungüentos ; la segunda, la victoria que se lebien es cierto que siempre, por la gracia de Dios, en la , , , ,,. . . , . . - ,. , . . . . , n , i i , 1 debe al medico si venció la enfermedad.»debilidad y flaqueza de la naturaleza humana, luce untenue reflejo de la perfección divina, y porque esto esverdad, pueden los hombres, y por ser hombres los mé- g j cetro •dicos, atados a sus miserias, soñar un sueño de supre-ma perfección y creerlo hacedero. Y si conocemos cuál «...muestra el imperio que ha de tener, aun confue éste, no podremos asegurar que hemos llegado a los mismos príncipes y reyes a quien curare.»conocer lo que aquéllos fueron.

La culebra :«...en figura del dios Esculapio >—dice Alonso—se pintaba al buen médico, porque los médicos tie- «...enseña la sagacidad y prudencia, por quiennen un no sé qué de gracia y don del cielo más Cristo Señor nuestro dice : Estote prudentes sicutque los otros hombres, pues rehacen lo que Dios serpentes; sed prudentes como las serpientes, quehace.» c o n Ia c ° l a tapan el un oído y el otro le juntan con

la tierra para no oír la voz del encantador.»

La lechuza :La barba :

«...da a entender, la vigilancia y cuidado para con1 , . . . , , . . _ . los enfermos, que si tuvieren necesidad de tres vi-

«...el medico ha de ser vieio en el oficio, y no ., , , , , , . ,sitas o cuatro, que se les haga, y no las olvide ni

puede ser bueno el que es nuevo en el arte, por g e d e s c u i d e d e l l o S ) )

faltarle la experiencia, tan necesaria en la me-dicina.» — — — — :

La gallina :

«...ésa muestra dos cosas: la primera, que debeproveer de mantenimiento saludable al enfermo,

La hermosa doncella : quitándole lo que le ha de hacer m a l ; la segunda,que sienta el médico que cura la enfermedad y fa-

«... significa la salud, que todos la aman y apete- tiga del enfermo, como lo hace la gallina, que concen, y principalmente la honestidad y recato, que ver sus hijuelos con ella, se conoce que los tiene ysiempre debe guardar el médico, así en el hablar que está criando.»como en todas sus acciones.»

El dragón y el cuervo :

«...significan dos cosas. La primera, que sepa deLas alas : pronósticos, porque el dragón y el cuervo antes que

llegue la mudanza del tiempo la conocen, y es bien«...significaban la presteza que ha de tener, no que pronostiquen el suceso de la enfermedad, parasiendo perezoso para sus visitas, madrugando y que con el tiempo el enfermo pueda hacer cuanto letrasnochando, de día y de noche, pues tiene oficio fuere necesario para su alma y para su cuerpo, re-de tan gran cuidado, y que en perdiendo la ocasión, cibiendo los santos sacramentos, y disponiendo detodo se pierde » s u n a c i e n < i a y c a s a 1° 1 u e mejor tuviere... La se-

gunda, que el cuervo y el dragón se ceban siempreen carne podrida, condición forzosa para el médi-

—— ——_— — —— C0) qU e n o ha de ser asqueroso, sino cegarse alenfermo, mirarle con amor cuantas llagas tuviere,

El sombrero : sin hacer extremos de mal olor, compadeciéndosede su miseria. Aquí también hace el ser caritativo

«...mostraba el conocimiento que debe tener de los y bueno, para que acierte en su curación, y Dioscielos, para saber en qué tiempo purga o sangra, le haga las mercedes y favores que suele hacer a lossi es menguante o creciente, si es conjunción o está suyos, pues es cierto que la divina sabiduría nollena, en qué signo hace su curso.» entra en malévolo.»

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1. A. Castro : España en su Historia. Cristianos, Moros y Judíos, 449-50, Buenos Aires, 1948.2. La Garduña de Sevilla y el anzuelo de las bolsas. Edit. de F. Ruiz Morcuende, Madrid, 1942.3. Vida del escudero Marcos de Abregón. Edic. S. Gili Ga3^a, Madrid, 1922.4. «Libro de todas las cosas y otras muchas más». Obras Completas, Prosa. Edic. de L. Astrana Marín, Madrid, 1941.5. Corrección de vicios, novela quinta : «La mejor cura del matasanos». Edic. de E. Cotarelo y Mori, Madrid, 1907.6. El siglo pitagórico y vida de don Gregorio Guadaña. Madrid, 1788.7. «El mundo por dentro». Edic. de los Sueños, de J. Cejador y Frauca, Madrid, 1916-17.8. Salas Barbadillo : Op cit.9. «Libro de todas las cosas, etc.», edic. cit.

10. El siglo pitagórico, etc., edic. cit.11. «Libro de todas las cosas, etc.», edic. cit.12. López de Ubeda : La picara Justina, libro II, segunda parte; cap. III.13. Guzmán de Alfarache. Madrid, 1926-36, parte i.a, lib. 2.0, cap. IV.14. Corrección de vicios, novela quinta, edic. cit.15. Guzmán de Alfarache, edic. cit. ; parte i.a, lib. i.°, cap. III.16. «Libro de todas las cosas, etc.», edic. cit.17. «Discurso de todos los diablos o infierno emendado» ; Obras Completas. Prosa, edic. cit.i.S. Sueños, edic. cit.19. «Las zahúrdas de Plutón o Sueño del infierno» ; Sueños, edic. cit.20. «Visita de los chistes o Sueño de la Muerte» ; Sueños, edic. cit.21. Cervantes : «El licenciado Vidriera» ; Novelas ejemplares, Edic. de F. Rodríguez Marín, Madrid, 1917.22. Edic. de E. Cotarelo y Mori, Madrid, 1909.23. «La mejor cura del matasanos» ; Corrección de vicios, edic. cit.24. El Siglo pitagórico, etc. ; edic. cit.25. Ibid.26. Guzmán de Alfarache, edic. cit. ; parte i.a, lib. 2.0, cap. IV.27. El Siglo pitagórico, etc. ; edic. cit.28. «El caballero Puntual», de Salas Barbadillo; edic. cit.29. «Visita de los chistes, etc.» ; edic. cit.30. Edic. de los Sueños cit.31. «Visita de los chistes, etc.» y «Las zahúrdas de Plutón, etc.», edic. de los Sítenos cit.