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ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA SITUACIÓN DE LOS REOS DE MUERTE EN EL MÓDULO H, PENITENCIARÍA ESTATAL DE OKLAHOMA

Mayo de 1994 Índice AI: AMR 51/34/94/s Distr: SC/CO SECRETARIADO INTERNACIONAL, 1 EASTON STREET, LONDRES WC1X 8DJ, REINO UNIDO TRADUCCIÓN DE EDITORIAL AMNISTÍA INTERNACIONAL, ESPAÑA

C O N T E N I D O

I. Introducción .......................................... pág.1

Resumen de las conclusiones de Amnistía Internacional .... 3

Cooperación del personal de la Penitenciaría Estatal de

Oklahoma....................................................... 4

II. Instalación y acondicionamiento material del Módulo H

Condiciones de la celda y tiempo fuera de ella ........... 4

Preocupaciones por las condiciones descritas ............. 7

Los patios de ejercicio físico .......................... 10

Efecto de las condiciones descritas en los presos ....... 11

Aislamiento y falta de contacto en el edificio .......... 11

Doble ocupación de las celdas ........................... 14

Servicio de comidas........................................... 16

Servicios médicos y psiquiátricos ....................... 17

Otros comentarios sobre el diseño y funcionamiento del Módulo H19

Fundamentos para recluir a los presos condenados a muerte en el

Módulo H ................................................ 20 III. Situación de los condenados a muerte en otros estados.... 22

IV. Normas sobre el tratamiento de los reclusos

Normativa internacional....................................... 24

Normativa nacional ..................................... 25 V. Conclusiones y recomendaciones ........................... 27

Índice AI: AMR 51/34/94/s Amnistía Internacional, mayo de 1994

ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA SITUACIÓN DE LOS REOS DE MUERTE EN EL MÓDULO H, PENITENCIARÍA ESTATAL DE OKLAHOMA I. Introducción En noviembre de 1991, todos los presos de sexo masculino condenados a muerte en Oklahoma fueron trasladados al Módulo H, pabellón de nueva planta edificado en la Penitenciaría Estatal de Oklahoma (PEO). La PEO es la prisión de máxima seguridad de Oklahoma, y está situada en McAlester, unos 160 kilómetros al este de Oklahoma City. El Módulo H fue diseñado por un comité integrado por personal penitenciario como edificio de «supermáxima» seguridad de la PEO. Construido enteramente de hormigón y con todo el espacio habitable

situado bajo tierra, el Módulo H se controla por medios electrónicos y está pensado para reducir al mínimo el contacto entre los reclusos y el personal de la prisión. Los presos permanecen durante 23 ó 24 horas al día encerrados en celdas sin ventanas, lo cual apenas permite la entrada de luz natural y aire fresco. No existen programas laborales, recreativos ni profesionales. Según un documento elaborado por el propio establecimiento penitenciario antes de inaugurarse este módulo, «el diseño de esta unidad garantiza un máximo de seguridad y control y a la vez proporciona a los reclusos y al personal un entorno de vida y trabajo seguro y moderno»

1. Pero una vez construido, representantes de

los reclusos y otras personas expresaron preocupación por el diseño del pabellón y las condiciones que deberían soportar los presos.

En diciembre de 1991, Amnistía Internacional remitió una carta al director del Departamento de Prisiones de Oklahoma en la que exponía sus preocupaciones por los informes recibidos acerca de las condiciones del nuevo módulo, como la ausencia de luz y aire naturales y el prolongado confinamiento en las celdas, las cuales afirmaba podían tener un efecto perjudicial en la salud física y psíquica de los reclusos. James Saffle, director del citado Departamento para la Región Suroriental, contestaba a esta carta negando que en la unidad se dieran condiciones inhumanas, y afirmaba que reunía los requisitos exigidos por la Asociación de Prisiones de Estados Unidos

2. Finalmente invitaba a Amnistía Internacional

a visitar el nuevo módulo. En vista de los alarmantes informes recibidos por la

organización sobre las condiciones imperantes en el Módulo H, una

1 Documento interno sin fecha titulado Historial de la

Penitenciaría Estatal de Oklahoma.

2 La Asociación de Prisiones de Estados Unidos y la Comisión

de Acreditación de Prisiones, con la cual coopera, gestionan un programa nacional de acreditación de las institucciones correccionales en Estados Unidos, y fija normas para la administración de los centros penitenciarios. Cualquier organismo estatal o federal puede solicitar voluntariamente su inclusión en este programa y someterse periódicamente a una auditoría.

EE.UU.: Condiciones en el Módulo-H, Penitenciaría del estado de Oklahoma 2


delegación de Amnistía Internacional efectuó una visita a la prisión entre los días 3 y 4 de marzo de 1994. La delegación la integraban un miembro del personal del Secretariado Internacional de AI y Roy King, catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Gales, Reino Unido. Roy King ha llevado a cabo diversas investigaciones en prisiones de Gran Bretaña, Rusia y Estados Unidos; también ha colaborado con el Ministerio de Interior británico en calidad de asesor sobre encarcelamientos prolongados y ha sido miembro del grupo de asesoramiento e investigación del sistema penitenciario federal de Estados Unidos.

La delegación visitó las secciones del Módulo H destinadas a los presos condenados a muerte así como otras partes de la PEO, como el antiguo pabellón celular de condenados a muerte, la Unidad de Segregación Administrativa y el centro médico de la prisión. Además, mantuvo entrevistas de cierta duración con siete reclusos condenados a muerte y con el alcaide de la PEO, Dan Reynolds, y también habló con otros funcionarios de la prisión, como el personal de los servicios médicos y psiquiátricos. En el momento de realizar su visita Amnistía Internacional se acababa de proceder al traslado de nuevos presos al Módulo H, y en marzo de 1994 este edificio albergaba a un total de 117 presos condenados a muerte, además de unos 50 presos clasificados como «excedente de recepción» (cuya estancia allí era provisional, en

tanto eran clasificados y trasladados a otras unidades) y alrededor de 190 presos en régimen de segregación administrativa o disciplinaria o clasificados como de «3

er grado» (seguridad media),

los cuales eran alojados allí por falta de espacio en otras unidades. Los presos integrados en el sistema de niveles son sometidos a revisiones periódicas y pueden aspirar a pasar a niveles de seguridad inferiores y, finalmente, a una institución de seguridad media tras cumplir determinados periodos de buena conducta. En cambio, los reclusos condenados a muerte (cuyos casos habitualmente se prolongan durante años en espera de su resolución a través de las diversas instancias de apelación) son los únicos que no pueden acogerse al procedimiento de clasificación y por tanto pueden permanecer confinados en el Módulo H indefinidamente sea cual sea su comportamiento individual. Este informe trata fundamentalmente de

los presos condenados a muerte, aunque muchas de las conclusiones de Amnistía Internacional se aplican a las condiciones generales de esta unidad. Resumen de las conclusiones de Amnistía Internacional Amnistía Internacional considera que las condiciones soportadas por los reos de muerte en el Módulo H constituyen un «trato cruel, inhumano o degradante» y en consecuencia una violación de la normativa internacional al efecto. Esta conclusión se basa en la combinación de distintos factores, como son: las condiciones materiales en el interior de las celdas y la cantidad de tiempo



que los reclusos permanecen en ellas; el aislamiento y la ausencia de programas; y el hecho de que estos reos deban soportar durante años tales condiciones de reclusión por la única razón de estar condenados a muerte. Condiciones como la falta de luz natural o aire fresco en las celdas constituyen una violación flagrante de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos de la ONU. Los delegados de Amnistía Internacional comprobaron que algunas de estas condiciones vulneraban igualmente la normativa de la Asociación de Prisiones de Estados Unidos (como por ejemplo, el reducido tamaño de las celdas para compartirlas dos presos teniendo en cuenta el tiempo que pasan en ellas), pese a que James Shaffle

asegura que el diseño del pabellón cumple dicha normativa. (Amnistía Internacional quiere señalar que la última inspección realizada por la Asociación de Prisiones en la PEO fue en abril de 1991, cuando la construcción del Módulo H se acercaba a su fin). También conviene señalar que en algunos aspectos básicos, las condiciones de vida son peores en el Módulo H que en el anterior pabellón destinado a los reos de muerte, sobre todo en lo referente al acceso a luz natural y aire fresco, las instalaciones para hacer ejercicio físico y el contacto con el personal penitenciario y de otro tipo. En su exposición, Amnistía Internacional hace especial hincapié en las conclusiones de Roy King, cuyo informe se ha publicado íntegro en un documento aparte. Roy King hace una evaluación pormenorizada de las condiciones imperantes en el Módulo

H, así como un perfil de las condiciones generales de la PEO y de su historial. Aun reconociendo el valor de las aportaciones del personal penitenciario al diseño del edificio, King concluye que el Módulo H es un ejemplo de construcción en el que se da excesiva importancia a consideraciones de seguridad y control en detrimento del trato humano, y lo compara con otras instituciones penitenciarias ─como Oak Park Heights (Minnesota), otro establecimiento de alta seguridad «enterrado»─ que, en su opinión, ofrecen un entorno bastante más humano y constructivo que el Módulo H. Amnistía Internacional ha podido saber que otros estados del país han construido ─o se disponen a hacerlo─ centros de «supermáxima seguridad», y algunos presentan características semejantes al

Módulo H. Aunque en este informe Amnistía Internacional no puede hablar con detalle de otras instalaciones penitenciarias, espera que sus conclusiones se hagan extensivas a estos centros. La organización sostiene que, aunque la mayoría de los presos condenados a muerte en Estados Unidos permanecen confinados en bloques aislados destinados exclusivamente a ellos, parece que pocos imponen tantas restricciones como el Módulo H; bastantes permiten a los reos de muerte pasar más tiempo fuera de las celdas y relacionarse más con otros compañeros reclusos, y hay reos de muerte que colaboran en tareas de la prisión u otros programas. Cooperación del personal de la Penitenciaría Estatal de Oklahoma



Amnistía Internacional quiere expresar su agradecimiento al personal de la PEO por la cooperación y cortesía demostradas, y en concreto agradece a su alcaide, Dan Reynolds, que hiciera todo lo posible para facilitar la visita de la organización y autorizara su entrada en las distintas secciones de la penitenciaría. El alcaide Reynolds dijo estar dispuesto a tener en cuenta las conclusiones de la organización y afirmó que ya se estaba estudiando la situación de confinamiento de los presos condenados a muerte. Amnistía Internacional espera que las autoridades actúen conforme a sus conclusiones y recomendaciones.

II. INSTALACIÓN Y ACONDICIONAMIENTO MATERIAL DEL MÓDULO H El Módulo H es una edificación «artificialmente enterrada» ─es decir, que ha sido construida a ras del suelo y posteriormente cubierta con un banco de arena excepto por la zona de entrada. No hay ventanas al exterior en todo el espacio destinado a alojamiento, que está literalmente situado bajo tierra. El edificio se divide en cuatro recintos cuadrangulares dotados de 50 celdas cada uno, la mayoría diseñadas para albergar a dos presos, de manera que la unidad posee una capacidad máxima de 400 reclusos. Todas las celdas son idénticas excepto las seis de castigo, de una sola plaza.

Condiciones de la celda y tiempo fuera de ella Las celdas destinadas a alojamiento tienen unas dimensiones de 7 pies 7 pulgadas x 15 pies 5 pulgadas (2,27 x 5,1 metros) y su mobiliario consiste en dos literas de hormigón situadas a ambos lados de un mueble mixto de lavabo y retrete sin tapa. Aparte de esto, sólo hay dos estantes de hormigón en la pared del fondo que hacen las veces de «mesas» y otras dos repisas parecidas más arriba donde puede colocarse un televisor ─si los presos disponen de fondos para adquirirlo en el almacén de la prisión─

3. Al ser las paredes

de hormigón y no estar pintadas, los presos no pueden colgar nada en ellas. La puerta es de hierro macizo salvo en su extremo superior,

en el que se abre una ventana de plexiglás protegida exteriormente por gruesos barrotes.

3 Según denunciaron los presos, los artículos de la «cantina»

(en la que los presos pueden comprar diversos productos alimenticios y material para trabajos manuales o tiempo libre) son más caros que en el exterior; esto se aplica sobre todo a los televisores. Las ganancias obtenidas en esta cantina se emplean en beneficio del personal y para cubrir necesidades de la población reclusa, lo cual atenta contra la normativa del Departamento de Prisiones, según el informe acreditativo de la Prisión Estatal de Oklahoma de 1991.



Las celdas, repartidas en dos pisos, están dispuestas a lo largo de tres de los cuatro lados del recinto cuadrangular y miran a un pasillo vallado, más allá del cual se extiende una espacio central vacío. La fuente principal de luz natural que abastece el área celular es un tragaluz situado en ese espacio central libre. Según el Departamento de Prisiones, esta luz se filtra a las celdas y por tanto se cumplen las normas de la Asociación de Prisiones, que exigen que todas las salas y celdas destinadas a los reclusos tengan acceso a una fuente de luz natural (Norma 3-4140). Pero cuando los delegados de Amnistía Internacional apagaron la luz eléctrica

en una de las celdas (hay que decir que era un día muy soleado), comprobaron que la habitación quedaba sumida en una oscuridad casi total y sólo entraba un poco de luz por la puerta hasta unos cuarenta centímetros hacia dentro. La única luz posible en el interior de las celdas procede de dos bombillas eléctricas sin cubrir que cuelgan en el fondo de la celda, en la zona de literas y estanterías, a la altura de los ojos. No hay sistema de ventilación con aire fresco; las celdas disponen de un sistema de aire acondicionado mediante una red de tuberías en el que el aire entra y sale a través de dos respiraderos situados en el fondo de la habitación. Todas las celdas están conectadas a un sistema de intercomunicación controlado por los guardias desde la torre de control central de cada recinto

cuadrangular; sólo si está conectado los presos pueden establecer fácilmente comunicación con los guardias. No existe ningún timbre de alarma para casos de urgencia. Los días laborables los presos permanecen 23 horas diarias encerrados en la celda que hemos descrito, y el fin de semana durante las 24 horas del día. Únicamente pueden salir: quince minutos tres días a la semana para ducharse; una hora cinco días a la semana para hacer ejercicio en un patio cerrado de hormigón, si es que el clima lo permite; durante las visitas (los que las reciben); y para acceder a la biblioteca jurídica de la prisión

4. Además

un día a la semana pueden asistir en grupos de no más de diez reclusos a un servicio religioso improvisado en un rincón del recinto. Todas las comidas se hacen en las celdas.

Los presos del Módulo H no pueden acogerse a ningún programa laboral, educativo ni profesional pero sí estudiar en solitario

4 La biblioteca jurídica, que abastece a la totalidad del Módulo

H, permanece abierta siete horas al día y en ella sólo caben cuatro presos a un tiempo (los cuales trabajan por turno en reducidos habitáculos con barrotes en los que se sientan de cara a la pared), de manera que el grado de utilización de esta biblioteca por los reclusos es necesariamente bajo. Se da prioridad a los presos que ya tienen fecha de comparecencia ante el tribunal o para ser ejecutados.



para obtener el Diploma de Educación General, si es que reúnen los requisitos básicos para ello

5. Aun así, no hay previsto ningún

tipo de formación para las personas que no cumplen los requisitos exigidos para recibir estos cursos, ni ayuda alguna para los presos analfabetos. El módulo está dotado de una pequeña biblioteca de ocio repleta de libros en rústica, de los cuales todas las semanas se entrega una selección a los distintos recintos. No parece que entre éstos haya ningún libro de tipo educativo. Además de la sección destinada a alojamiento que hemos descrito, en el Módulo H hay ocho celdas de «máxima seguridad» en

las que los presos pueden permanecer encerrados hasta un máximo de 30 días en régimen de segregación disciplinaria (por graves violaciones de la normativa). Estas celdas están equipadas con una cama de hormigón provista de unos dispositivos para restringir el movimiento en cuatro puntos y un mueble mixto compuesto de silla-retrete y lavabo. Estas celdas tienen un sistema de doble entrada que consiste en dos puertas con una reducida zona de ducha entre ambas. Aunque se puede observar al preso a través de esta doble puerta, tampoco en esta clase de celda hay timbre de alarma y la comunicación se realiza a través de un interfono. Preocupaciones por las condiciones descritas

La ausencia de luz natural y aire fresco en estas celdas desprovistas de ventanas vulnera claramente las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos de la ONU, que en su Artículo 11 estipulan lo siguiente: «En todo local donde los reclusos tengan que vivir o trabajar: a) Las ventanas tendrán que ser suficientemente grandes

para que el recluso pueda leer y trabajar con luz natural; y deberán estar dispuestas de manera que pueda entrar aire fresco, haya o no ventilación artificial»

El delegado de Amnistía Internacional Roy King señala en su

informe que, si bien las normas de la Asociación de Prisiones imponen el acceso a una fuente de luz natural y una ventana susceptible de abrirse si se trata de presos en régimen general que deben permanecer más de diez horas al día confinados en una celda, parece que está permitido que la fuente de luz se encuentre a seis metros de las celdas en vez de en la propia celda

6. Roy King señala que

5 Los presos pueden dar cursos de correspondencia pagándolos

de su bolsillo; Amnistía Internacional pudo saber que son pocos los presos que pueden permitírselo.

6 La Norma 3-4141, al establecer la previsión de una ventana

susceptible de abrirse para aquellos reclusos en régimen general



no es de sorprender esta alternativa, habida cuenta del gran número de prisiones estadounidenses en que las celdas son interiores con puertas deslizantes de barrotes y van a dar a un pasillo con ventanas. Sin embargo, declara que «sería excepcional que esta alternativa se considerase aceptable para un edificio de nueva construcción». Y continúa diciendo: «En mi opinión, la decisión de enterrar la instalación de tal forma que resulta imposible ver el exterior desde las ventanas de las celdas indica una persecución ilógica e innecesaria de ciertas metas en materia de seguridad en perjuicio de las condiciones humanas», y que «en el mejor de los casos, iluminar la instalación mediante tragaluces centrales parece un acatamiento

simbólico de las normas de la Asociación de Prisiones y la Comisión de Acreditación de Prisiones» (King, párrafo 7.2v). La superficie total destinada a celdas en el Módulo H es de 5,43 metros cuadrados por persona cuando las celdas están completas (10,86 metros cuadrados si las habita una sola persona), lo cual contraviene claramente las normas de la Asociación de Prisiones, que exigen «al menos 7,43 metros cuadrados de superficie total por ocupante» cuando el confinamiento excede las diez horas diarias. Las normas de la Asociación de Prisiones respecto a los presos en régimen de segregación no sólo especifican un mínimo de 7,43 metros cuadrados por persona; agregan que debe disponerse un espacio adicional en las celdas para realizar actividades en su interior en vista de los prolongados periodos que deben permanecer los

reclusos en ellas (Norma 3-4136). Las normas de la Asociación de Prisiones exigen 3,25 metros cuadrados de superficie despejada por preso. Roy King comprobó que la cantidad de espacio despejado en el Módulo H tampoco se ajusta a las normas de la Asociación de Prisiones cuando hay dos presos por celda si se mide la superficie que va desde las literas a la puerta de la celda, y sólo cumple las reglas mínimas de la Asociación si se toma en cuenta el estrecho espacio que existe entre las literas. Amnistía Internacional encuentra alarmante el hecho de que en un nuevo establecimiento diseñado para recluir a los presos de dos en dos se hayan construido celdas de estas dimensiones, sobre todo si se piensa el tiempo que los presos permanecen encerrados en ellas. La ausencia de muebles en las celdas también vulnera la

normativa de la Asociación de Prisiones 7. A los delegados de

que deban permanecer más de diez horas al día en la celda, la amortigua en un comentario general que afirma: Debe ofrecerse luz natural procedente de una abertura o ventana que dé al exterior, o bien de una fuente lumínica situada a menos de seis metros de la sala o celda.

7 No había sitio para colgar la ropa ni un armario apropiado,

tal como exige la Norma 3-4129 de la Asociación. Además, la Norma 3-4308 establece que «cuando las comidas se tomen en la propia celda, ésta deberá dotarse de una pequeña mesa o estante y algún tipo de asiento».



Amnistía Internacional les preocupó el hecho de que no hubiera sillas ni otro tipo de soporte para los reclusos que trabajan o comen en sus celdas. Esto supone un deterioro de las condiciones respecto a la antigua sección de condenados a muerte en el Módulo F, donde los presos disponían de una mesa y una silla en cada celda. Si bien el grado de higiene en el Módulo H era en general alto, los delegados de la organización expresaron preocupación por las implicaciones para la salud que supone el hecho de que los presos coman en sus celdas, dada la proximidad del retrete a las literas y la zona de comer. Como la distancia entre las dos literas no llega

a un metro, el retrete queda a pocos centímetros de cada litera. Roy King señala en su informe que «La colocación del mueble mixto de lavabo y silla-retrete entre los cabeceros de las camas no ofrece ninguna intimidad cuando la celda tiene dos ocupantes, y dado que esta zona es la única que proporciona una superficie para comer ─y todas las comidas se hacen en la celda─, puede decirse que esto entraña un peligro para la salud». Añade que «el retrete-lavabo podía haber sido ubicado a un lado de la puerta de la celda y aislado mediante una pared, lo cual habría proporcionado un entorno más íntimo y al mismo tiempo más sano» (King, párrafo 7.2 iv). A la organización también le preocupó la ausencia de timbres de alarma en las celdas, lo cual podía suponer un peligro en casos de urgencia. Esto reviste especial importancia dadas las condiciones

de estrecho confinamiento y compartimiento de la celda (véase más adelante), y también resulta más preocupante en el caso de las celdas de máxima seguridad, donde existe una doble barrera entre la celda y el exterior. (Aunque las celdas de máxima seguridad están diseñadas para una ocupación a corto plazo por graves infracciones disciplinarias, Amnistía Internacional siente aún mayor preocupación en vista de ciertos informes según los cuales en una ocasión un preso federal condenado a muerte permaneció más de cinco meses encerrado en una de estas celdas por meras razones administrativas. Este preso, que a partir de entonces fue trasladado a la sección de condenados a muerte del Módulo H, era epiléptico y su abogado había expresado gran preocupación porque su cliente permanecía recluido en una celda en la que no había ningún medio para avisar a nadie en caso de que éste sufriera un ataque)

8.

Todos los presos entrevistados se quejaron de la calidad del aire en las celdas y la acumulación de polvo de hormigón procedente

8 El preso en cuestión fue condenado a muerte en 1993 en

aplicación de la Ley contra el Abuso de Estupefacientes, de 1988, y fue recluido por Oklahoma en virtud de un contrato entre el gobierno federal y este estado. Según informes, el preso permaneció recluido en una celda de máxima seguridad desde noviembre de 1993 hasta finales de abril de 1994 porque el Departamento de Prisiones de Oklahoma afirmaba que no disponía de información suficiente para clasificarlo.



de las paredes. Alegaban que el sistema de ventilación era absolutamente deficiente, y que el polvo y otros detritos entraban continuamente a las celdas a través del hueco de ventilación de 18 centímetros. Varios presos dijeron sufrir dolores de cabeza o de garganta y problemas respiratorios por respirar este polvo, y que la situación empeoraba a causa de las puertas selladas de la celda. Otros presos también habían formulado por escrito estas denuncias a Amnistía Internacional. El alcaide Reynolds reconoció que había quejas respecto al polvo, y afirmó que el sistema de ventilación se había revisado pero no se había encontrado ninguna deficiencia. Amnistía Internacional considera que el sistema de

aireación debería revisarse de nuevo, y señala que una solución inmediata para aliviar los efectos percibidos por los reclusos sería permitirles pasar más tiempo fuera de la celda o dejar la puerta de la celda abierta a ratos durante el día, además de pintar las paredes de la celda. Aunque los presos pueden adquirir material para dedicarse a sus pasatiempos en la celda, a Amnistía Internacional le preocupa la falta de actividades y programas de crecimiento personal para los presos del Módulo H. Esto va contra el Artículo 77(1) de las Reglas Mínimas, que hacen hincapié en la importancia de aplicar programas educativos, incluida la alfabetización de presos iletrados, y también contra el Artículo 78 de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos, según la cual «para el bienestar

físico y mental de los reclusos se organizarán actividades recreativas y culturales en todos los establecimientos». Los patios de ejercicio físico Los delegados expresaron especial preocupación por las instalaciones habilitadas en el Módulo H para hacer ejercicio. Los presos se ejercitan en un patio de 7 x 6,7 metros rodeado por sólidos muros de hormigón de 5,48 metros de altura. El techo está formado por vigas cubiertas con una red de malla. No hay vistas al exterior, a diferencia de los otros patios que los delegados de Amnistía Internacional vieron en el resto de la prisión, rodeados por alambradas que al menos permitían ver algo del mundo exterior. Los

patios del Módulo H no tienen ninguna otra instalación aparte de un banco de ejercicio provisto de unas pesas soldadas a él que, según afirmaron los presos, era difícil si no imposible de utilizar. No había protección frente a la lluvia o el calor del sol en verano, ni tampoco una fuente para beber. Las normas del Módulo H no permiten la presencia de más de cinco presos a un tiempo en cada patio. El único utensilio existente para el esparcimiento es una pelota de balonmano, y el patio es tan pequeño que, aunque sólo haya cinco reclusos en él, no es posible hacer otra cosa si se juega con dicha pelota. No hay donde sentarse, y según pudieron saber los delegados de Amnistía Internacional, para los reclusos ya mayores, con enfermedades en las articulaciones



o con muletas es casi imposible utilizar el patio, y por esta razón algunos reclusos no hacían uso de su tiempo para salir al patio o sólo lo usaban de forma esporádica

9.

Los presos también manifestaron que a veces el periodo de ejercicio se cancelaba si hacía mal tiempo, o sin ningún motivo aparente; la mayoría de los entrevistados dijeron que no siempre les permitían hacer uso de las cinco horas de ejercicio semanal, y que otros a veces decidían no hacer uso de ella para poder estar algún tiempo a solas en su celda. Aunque Amnistía Internacional no vio el patio de ejercicio de la antigua sección de condenados

a muerte, los presos dijeron que era bastante mejor que el del Módulo H, más extenso y con instalaciones para realizar múltiples actividades, como el baloncesto, además de mesas en las que los presos podían sentarse y jugar a los dominós, y que podía ser utilizado por un número mucho mayor de presos al mismo tiempo. Roy King señala en su informe que el tamaño de los patios del Módulo H cumple la norma de la Asociación de Prisiones para unidades segregadas, que establece una asignación mínima de 1,39 metros cuadrados por preso. Pero en su opinión esta medida era «absurdamente pequeña». Afirma que «el espacio disponible para hacer ejercicio está injustamente restringido, sobre todo teniendo en cuenta que los presos que no desean jugar al balonmano no pueden moverse sin estar en medio» (King, párrafo 7.3 i).

Además, la estructura cerrada del patio de ejercicios suscita la pregunta de si realmente puede considerarse una instalación exterior, ya que únicamente está abierto al aire libre por arriba y no puede verse el exterior. Asimismo, habida cuenta de que sólo se permite hacer ejercicio cinco días a la semana, Amnistía Internacional considera que las instalaciones para ejercicio en el Módulo H no cumplen las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos de las Naciones Unidas, cuyo Artículo 21(1) establece que: «El recluso que no se ocupe en un trabajo al aire libre deberá

disponer, si el tiempo lo permite, de una hora al día por lo menos de ejercicio físico adecuado al aire libre».

Efecto de las condiciones descritas en los presos Los muros macizos del patio de ejercicio junto con la ausencia de ventanas en las celdas confinan virtualmente a los presos en

9 El personal médico de la prisión confirmó que eran muchos

los reclusos con problemas de articulaciones. Uno de los presos entrevistados afirmó que a su compañero de celda, ya mayor, y a otros dos presos que padecían del corazón les permitían pasearse por la tarde por el pasillo como alternativa al ejercicio, aunque esto más bien parecía una concesión especial y no parte de una política general.



un mundo de hormigón en el que nunca pueden ver hierba, tierra, árboles o cualquier otra manifestación de la naturaleza. La mayoría de los presos interrogados dijeron que esto era lo que más les irritaba de su reclusión en el Módulo H, y lo comparaban con la antigua sección de condenados a muerte en el Módulo F que, aunque vieja y sin aire acondicionado, tenía celdas con ventanas al exterior y acceso al aire fresco. Diversos presos asociaban su encierro en el Módulo H con la sensación de estar encerrados en una tumba. También hubo denuncias en el sentido de que algunos presos habían desarrollado una depresión profunda a partir de su ingreso en el Módulo H. Los delegados de Amnistía Internacional pudieron saber

que algunos presos que con anterioridad solían jugar al baloncesto y eran sociables en general ahora pasaban todo su tiempo en celdas en penumbra, sin hacer más que esporádicamente el mínimo de ejercicio permitido. Aislamiento y falta de contacto en el edificio El Módulo H fue diseñado para reducir al mínimo el contacto físico entre los presos y el personal de la prisión. Cada recinto cuadrangular está dirigido por los guardias desde una sala de control central a través de medios electrónicos. El personal penitenciario no patrulla de forma sistemática por la zona de celdas, salvo los carceleros (los que llevan las llaves), que se encargan de abrir

las ranuras 10 tres veces al día para entregar la comida a los presos.

Casi toda la comunicación entre guardias y presos se establece por medio del interfono instalado en cada celda, manejado desde la sala de control. Cuando dejan salir a los presos para ducharse o ir al patio, las puertas de las celdas se abren electrónicamente y el personal vigila desde el otro lado de los barrotes. En las contadas ocasiones en que un preso tienen trato directo con los guardias (por ejemplo, al acudir a las visitas del abogado, a la biblioteca jurídica o a la enfermería), lo encadenan con esposas y grilletes y al menos dos funcionarios de prisiones se ocupan de escoltarlo. El aislamiento del Módulo H, bastante más extremado que en el Módulo F, también fue citado como una de las primeras causas de tensión nerviosa entre los presos entrevistados. Aunque la

mayoría tenía un compañero de celda en el momento de producirse la visita de Amnistía Internacional, esto no aliviaba en lo más mínimo su sensación de aislamiento; más bien constituía un motivo de preocupación dadas las condiciones de reclusión (véase más adelante). Según las denuncias recibidas por Amnistía Internacional, el contacto de los presos tanto con los guardias como entre ellos es mucho menor en comparación con el Módulo F, donde las celdas estaban abiertas por delante y los presos podían comunicarse entre ellos así como con los guardias que regularmente

10 Se trata de una pequeña abertura practicada en la puerta

de la celda por la cual se pasa la comida y otros artículos.



hacían la ronda por el pasillo. En el Módulo H, el preso ni siquiera puede comunicarse con la persona de la celda contigua a causa del grosor de las puertas, y la única forma de contactar con quien recorre el pasillo es a través de la ranura situada en la parte inferior de la puerta, siempre que no esté cerrada. La mayoría de los presos sólo pueden establecer contacto ─aparte del recluso que comparte su celda y los compañeros de patio durante la hora de ejercicio─ con el «hombre de turno» o preso designado en cada recinto cuadrangular para barrer y fregar el pasillo, recoger encargos para la cantina y repartir libros de la biblioteca.

Según contaron a los delegados de Amnistía Internacional, cuando el sistema de interfono no está conectado los presos no tienen otra forma de llamar la atención que golpeando o dando patadas a las puertas, lo cual puede traducirse después en una acusación de comportamiento anómalo. Como ya hemos señalado, también existe el peligro potencial de no poder pedir ayuda para una urgencia al no haber un timbre en el interior de las celdas. A la inversa, el sistema de interfono hace que los presos sufran una pérdida real o figurada de intimidad; si bien pueden utilizar este dispositivo para comunicarse con los guardias, nunca saben cuándo está conectado. Algunos presos comunicaron a Amnistía Internacional que estaban convencidos de que en ocasiones los guardias escuchaban sus conversaciones telefónicas, por ejemplo. También denunciaron que los guardias habían utilizado el sistema de interfono para crear

«voces imaginarias» en el caso de un preso mentalmente trastornado que padecía de alucinaciones. Amnistía Internacional reconoce que los presos pueden ser alborotadores y hacer demandas improcedentes. Sin embargo, a la organización le preocupa que este entorno donde no hay contacto posible y el distanciamiento entre los presos y el personal penitenciario puede fomentar cierta indiferencia hacia las legítimas necesidades de los presos. La organización ha recibido numerosas denuncias de presos del Módulo H que afirman no haber recibido contestación durante semanas a peticiones formuladas al personal penitenciario, incluso de asistencia médica, o bien éstas han sido ignoradas del todo, y que en algunos casos la reacción esperada se ha producido tan sólo merced a la presión exterior.

El carácter de excesivo aislamiento del Módulo H también se extiende a los contactos con el exterior, como las entrevistas con los abogados. En el Módulo F, los presos condenados a muerte podían mantener encuentros cara a cara con sus abogados, aunque tenían que llevar esposas y grilletes para la ocasión. Ahora las visitas se reciben en una sala donde el preso permanece aislado de su abogado por una pantalla de plexiglás, con una abertura en la parte inferior por la cual se pueden pasar documentos. El capellán de la prisión también debe permanecer separado físicamente de los presos durante el servicio religioso, lo cual también ha supuesto un cambio con respecto a la práctica en el Módulo F, donde los presos (esposados) y el capellán celebraban el servicio reunidos en una habitación.



A los reos de muerte nunca les han permitido el contacto directo en las visitas de familiares y esta norma sigue vigente en el Módulo H, donde los mantienen separados por una pantalla de plexiglás y sólo pueden comunicarse a través de un teléfono. Aunque tienen permiso para recibir ocho visitas al mes de dos horas de duración, algunos rara vez las reciben. Tres de los siete presos entrevistados por los delegados de la organización sólo recibían visitas esporádicas. Los presos se relacionan con el mundo exterior a través de

la correspondencia, la radio, la televisión, las revistas y los periódicos, si disponen de medios para adquirirlos. También tienen permiso para hacer una llamada personal de 15 minutos a la semana mediante un teléfono móvil que se les lleva a la celda, y existe una línea telefónica aparte para las llamadas a los abogados. No obstante, Amnistía Internacional opina que esto no les compensa del estado general de aislamiento causado por la falta de contacto con guardias, presos y demás personas. En este informe Roy King se cuestiona el fundamento de erigir instalaciones de este tipo (véase el epígrafe 4.2 Integridad física y filosofías de control basadas en la ausencia de contacto) y cita trabajos de investigación y experiencias en otros centros, de los que podría deducirse que ofrecer a los presos la oportunidad de

realizar actividades y desarrollar buenas relaciones con el personal proporciona un índice de seguridad mayor que el existente en las instalaciones donde no hay ningún tipo de contacto. Además observa que, irónicamente, «estas instalaciones donde no hay contacto suelen resultar más caras en concepto de personal debido a la necesidad de mantener a diversos funcionarios exclusivamente para esposar y poner los grilletes a los presos y escoltarlos. En los intervalos entre estas actividades estos funcionarios se encuentran ociosos, de modo que este tipo de instalaciones no ofrecen un trabajo satisfactorio ni gratificante a los funcionarios de prisiones (King, párrafo 4.2). Esto parece confirmarse en el caso que nos ocupa, pues según la información recibida por los delegados de la organización, hacían falta más funcionarios de prisión en los recintos cuadrangulares del Módulo H destinados a reos de muerte

─un total de 33 funcionarios en tres turnos─ que en el Módulo F para el mismo número de condenados a muerte (donde por cada una de las dos rondas había tres funcionarios en cada turno). El aumento registrado en el Módulo H en la proporción entre el personal y los reclusos aún resulta más llamativo en vista de un informe recién publicado sobre las prisiones de Oklahoma, en el que se afirma que, en general, la proporción entre personal y número de reclusos en la PEO en realidad descendió en un 34 por ciento entre febrero de 1992 y marzo de 1994

11. También parece significativo que los propios

11 Plaintiff's Report to the Court and the Parties on the Status

of Compliance, de marzo de 1994, por Louis W. Bullock, página 14 (informe sobre la conformidad de Oklahoma con diversas órdenes



presos dijeran no sentirse más seguros en el Módulo H sino al contrario, que ahora se sentían más desprotegidos al estar encerrados en una celda con otro recluso sin haber apenas contacto con otros individuos del exterior. Doble ocupación de las celdas Cuando se hizo el primer traslado a la sección para reos de muerte en el Módulo H, los presos ocuparon las celdas de forma individual. Sin embargo, en el momento de producirse la visita de

Amnistía Internacional, la mayoría de las celdas estaban habitadas por dos presos, ya que la unidad estaba a punto de alcanzar su plena capacidad. Aunque la presencia de un compañero de celda pueda resultar beneficiosa a efectos de aliviar el aislamiento en ciertas condiciones, la idea general que se transmitió a los delegados fue la de que provoca una gran tensión en las condiciones de reclusión del Módulo H. Los presos describieron la experiencia comparándola con estar encerrado permanentemente en una caja con alguien de quien no tienes escapatoria. Que los presos además tengan que ducharse y hacer ejercicio con su compañero de celda aumenta las tensiones, y algunos reclusos dijeron que se negaban a hacer ejercicio ─o habían decidido hacerlo sólo en días alternos─ para poder disponer de un poco de tiempo y espacio para ellos solos.

Antes de realizar la visita, Amnistía Internacional ya había recibido denuncias sobre la impropiedad de la doble ocupación de las celdas; por ejemplo, casos de presos cuyo compañero de celda presentaba un historial de violencia en instituciones penitenciarias; presos fumadores recluidos con no fumadores; o presos casi ancianos con reclusos muy jóvenes; o presos con trastornos mentales compartiendo celda. En el curso de su visita, se dijo a la organización que se estaba intentando que los presos pudieran compartir celda con personas de su elección. Sin embargo, a los presos seguía preocupándoles enormemente la situación de doble ocupación. Según los informes, un preso no fumador al menos (mayor y al parecer asmático) seguía cohabitando con un fumador de pipa empedernido, pese a haber solicitado varias veces su traslado en 1993. Los delegados pudieron saber que, desde la inauguración del

módulo, varios presos habían sufrido agresiones físicas por parte de sus compañeros de celda. Claramente existe un peligro inherente al hecho de juntar a dos presos trastornados o deprimidos en estrecha convivencia durante 23 ó 24 horas al día, en celdas cerradas sin timbres de alarma ni una visión clara del exterior. En el Módulo F, los presos permanecían encerrados en celdas individuales separadas del pasillo por barrotes, y podían atraer fácilmente la atención si algo anómalo pasaba. Es interesante señalar que, siendo la seguridad la razón primera que se adujo para construir el Módulo judiciales respecto a su sistema penitenciario desde la década de los 70).



H como instalación donde se redujera al mínimo el contacto, estos presos permanecen confinados en circunstancias que posiblemente resultan más peligrosas que antes. La inconveniencia de mantener a dos presos encerrados en estrecha convivencia se reconoce en las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, cuyo Artículo 9(1) establece que: «Las celdas o cuartos destinados al aislamiento nocturno no

deberán ser ocupados más que por un solo recluso. Si por razones especiales, tales como el exceso temporal de

población carcelaria, resultara indispensable que la administración penitenciaria central hiciera excepciones a esta regla, se deberá evitar que se alojen dos reclusos en cada celda o cuarto individual.»

A Amnistía Internacional le preocupa que para un nuevo edificio como el Módulo H se hayan previsto celdas cerradas destinadas a doble ocupación en estas circunstancias. Servicio de comidas Todos los presos entrevistados se quejaron del servicio de comidas del Módulo H; además, la organización ya había recibido

denuncias semejantes con anterioridad a su visita. La comida se traía en carritos desde la cocina de la prisión, situada a cierta distancia del Módulo H y, según denunciaron los presos, las raciones eran demasiado escasas, la comida a veces sólo estaba medio hecha y temían comer carne en ese estado, y habitualmente la servían fría (de hecho, el alcaide reconoció que el calentador de uno de los carritos había desaparecido desde hacía meses y no lo habían repuesto, aunque prometió poner remedio a esta situación cuando los delegados de Amnistía Internacional le plantearon sus preocupaciones respecto a la temperatura de la comida). Según pudo saber la organización, la mayoría de los presos que pueden permitírselo compran artículos alimenticios adicionales empaquetados o enlatados en la cantina. Parece ser que las denuncias respecto a la comida son generalizadas en toda la PEO, donde otros

pabellones están igual de alejados de la cocina que el Módulo H o aún más, y en el informe de abril de 1991 de la Asociación de Prisiones se hicieron constar quejas sobre la temperatura de la comida. Según los informes, las raciones de comida en el Módulo H son más escasas que en el Módulo F, donde la comida se servía individualmente a los presos y éstos tenían más control sobre lo que les daban y podían pedir ración extra de verduras. Al plantear esta cuestión al alcaide Reynolds, éste nos comunicó que la reducción del presupuesto asignado a comida por preso se había traducido en



un control más estricto de las raciones 12. Aunque negó que éstas

fueran escasas, dijo que intentaría aumentar la ración de verdura pese a las restricciones presupuestarias. Roy King observa en su informe que: «Es difícil sobrestimar la importancia de la comida en la cárcel... Existe un volumen considerable de estudios que demuestran el lugar predominante que ocupa la comida en la mente de los presos. Me preocupó sobremanera que ningún preso hablara bien de la comida. Nada puede servir de excusa a la sociedad más rica y tecnológicamente avanzada de toda la historia para no ofrecer a sus presos una comida equilibrada,

debidamente cocinada y servida caliente...». King recomendaba una revisión urgente y exhaustiva de las cocinas y el servicio de comidas (King, párrafo 8.2). Servicios médicos y psiquiátricos Amnistía Internacional ha recibido numerosas denuncias en torno a la asistencia médica prestada a los presos del Módulo H. En la última inspección de la Asociación de Prisiones, realizada en abril de 1991, se concluyó que, en general, los programas de asistencia para la salud mental en la PEO podían calificarse de «excelentes»

13. Sin embargo, los reclusos del Módulo H han

denunciado falta de acceso a los servicios médicos, dentales y

psiquiátricos, así como deficiencias en la calidad de estos servicios. Los delegados de Amnistía Internacional no estaban capacitados para evaluar las instalaciones y los tratamientos médicos suministrados en la prisión. Sin embargo, la organización estima que hay una serie de preocupaciones que deberían ser objeto de investigación. Según informaron a Amnistía Internacional, en el Módulo H hay algunos presos con graves trastornos mentales que apenas reciben tratamiento psiquiátrico, si es que alguno. Entre ellos, los hay que sufren presuntamente alucinaciones; otros que se niegan a observar los cuidados básicos de higiene y cuyas celdas y ropas están sucias; y algunos que amenazan con herirse a sí mismos o a otros. En el momento de efectuarse la visita de la organización,

sólo había un psiquiatra en jornada completa asignado al servicio penitenciario de Oklahoma, y su principal función en la PEO era atender la Unidad Especial de Urgencias. Ubicada en el propio establecimiento penitenciario, la unidad está dotada de 44 camas para atender a los presos con trastornos mentales, y además del

12 Los gastos en alimentación habían descendido de 2,75 dólares

a 2,42 dólares por recluso y día.

13

Informe del Comité de Inspección de la Comisión de Acreditación de Prisiones sobre la Penitenciaría Estatal de Oklahoma, del 15 de mayo de 1991.



psiquiatra trabajan en ella otros profesionales de salud mental. Sin embargo, no había ningún reo de muerte recibiendo tratamiento en esta Unidad Especial de Urgencias en el momento de la visita de los delegados de Amnistía. Unos 18 meses antes, tres reos de muerte habían sido trasladados a la Unidad, pero al cabo de unos 30 días habían sido devueltos al Módulo H. El psiquiatra comunicó a la organización que no tenía mucha relación con los presos enfermos mentales del Módulo H, y señaló que éstos no recibían ni el tratamiento ni la vigilancia adecuados. Este psiquiatra fue apartado del servicio penitenciario a finales de marzo de 1994, al serle suspendida la licencia por falsear presuntamente su currículum en

la solicitud de empleo. Era el segundo psiquiatra despedido por la PEO en cinco meses, y en el momento de redactarse este informe el departamento se encontraba sin un psiquiatra trabajando toda la jornada

14.

Si bien hay dos médicos y un dentista de servicio en la PEO y una enfermera visita el Módulo H diariamente para administrar medicamentos, los presos se han quejado a menudo de que sus peticiones de asistencia médica o de tratamiento dental son ignoradas o no reciben contestación durante semanas, aun en situaciones de mucho dolor

15. Tal como Roy King señala en su informe,

algunos reos de muerte denunciaron que se les negaba tratamiento porque ya los daban por «muertos» ─aunque esto fue negado tajantemente por el personal médico de la prisión, según el cual

los presos no estaban necesariamente en condiciones de evaluar el tratamiento que necesitaban, y a veces pedían asistencia simplemente para poder salir del recinto. Amnistía Internacional quiere señalar al respecto que, en un entorno tan restrictivo, una visita a la enfermería puede considerarse como algo fuera de la rutina sin que

14 El jefe de psiquiatría del departamento de prisiones fue

despedido en noviembre de 1993, después de que la Junta Estatal de Concesión de Licencias Médicas le retiró la licencia por acoso sexual de compañeros de trabajo (informe en The Daily Oklahoman del 20 de noviembre de 1993). Según los informes, a ambos psiquiatras ya les habían retirado la licencia en otros estados antes de entrar a trabajar en la PEO.

15 La PEO posee una enfermería general abierta las 24 horas

del día, con una plantilla de enfermeras autorizadas y dos médicos y un dentista que pasan consulta en la prisión los días laborables, desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde (también disponibles fuera de horario para casos de urgencia). La proporción entre el personal médico y la población reclusa podría haber descendido en los últimos años, ya que el número de presos en la PEO pasó de 779 en abril de 1991 a más de 1.300 en marzo de 1994. El último informe sobre la situación de las prisiones de Oklahoma (véase Nota 10) también indicaba que las dimensiones de la unidad médica en la PEO no parecen adecuadas para dar servicio a una instalación que alberga a 1.300 personas.



esto signifique que el preso esté simulando una enfermedad, y asimismo considera que el acceso sería más sencillo si hubiera una instalación médica situada en el mismo módulo, como al parecer se había previsto en un principio (véase más adelante). Además, algunos presos también manifestaron que nunca les habían realizado un examen médico en el Módulo H. Esto podría contravenir las normas de la Asociación de Prisiones, según las cuales «todos los reclusos deben ser sometidos a un exhaustivo examen médico cada dos años al menos, y los reclusos de 50 años o más, a uno al año como mínimo...» (Norma 3-4348 de la Asociación de Prisiones).

Según los alarmantes informes que algunos presos han proporcionado a Amnistía Internacional, hubo el caso de un preso condenado a muerte, Bobby Dale Smith, que murió en el Módulo H tras sufrir un ataque al corazón en junio de 1993. Su compañero de celda afirmó que, cuando Bobby Smith comenzó a enfermar de madrugada él había pedido ayuda golpeando la puerta de la celda, pero al menos transcurrió una hora antes de que el personal del módulo accediera a asistirle y llevarlo a la enfermería de la prisión, pese a que Bobby presentaba un historial de enfermedad cardíaca. Las denuncias acerca de este caso, de ser ciertas, sugieren la existencia de una indiferencia alarmante por parte del personal del Módulo H ante las necesidades de un preso gravemente enfermo. Su compañero de celda, que era amigo íntimo de Bobby Smith, también dijo sentirse desolado ante la insensibilidad con que le habían comunicado la

muerte de Bobby Smith, y aseguró que las autoridades penitenciarias nunca le habían interrogado sobre las circunstancias de la crisis de Bobby Smith ni sobre el presunto retraso en la reacción del personal ante esta situación. Otros comentarios sobre el diseño y funcionamiento del Módulo H Según los informes de que dispone la organización, el Módulo H fue en gran medida planeado y diseñado por un comité integrado por personal de la PEO. Roy King admite la importancia de las aportaciones del personal de prisiones al diseño de unidades penitenciarias, y señala que en el del Módulo H se han incluido algunas características provechosas, como por ejemplo la amplitud

de las escaleras, más seguras para el personal y los presos y, en principio, la ubicación de las ranuras en la parte inferior de la puerta de la celda

16. No obstante, también concluyó que, en general,

el diseño de esta unidad daba más importancia a consideraciones de control y seguridad que a las necesidades de la población reclusa.

16 Se decidió colocar las ranuras en la parte inferior después

de que un guardia fue apuñalado en el pecho a través de la abertura de una puerta de celda en otro pabellón. Sin embargo, al ser esta ranura el único medio de comunicarse con cualquiera que esté en el pasillo, su baja ubicación obliga a los presos del Módulo H a arrodillarse junto a la puerta para llamar a través de ella.



Esto quedaba de manifiesto en distintos hechos, como el que en un principio no hubiera instalaciones para que los presos mantuvieran entrevistas confidenciales con los abogados. Más tarde se habilitaron para ello unos reducidos cubículos en los que no había espacio para intercambiar documentos; la situación cambió merced a un pleito entablado por los presos, y se adoptaron medidas que dieron lugar a las instalaciones actuales (véase anteriormente). Tampoco se había previsto al diseñar la unidad una instalación para celebrar servicios religiosos. Hubo un tiempo en que los presos

condenados a muerte asistían a estos servicios en la capilla de la prisión. Si bien la situación cambió con anterioridad al traslado al Módulo H, se tomaron medidas para que los presos pudieran celebrar el servicio en una reducida sala del Módulo F. Pero en el Módulo H, los servicios religiosos se celebran en un reducido espacio próximo a la poterna (entrada) de cada recinto cuadrangular. No hay sillas, y los presos deben permanecer esposados y de pie en el suelo de hormigón, lo que según informes causa bastante incomodidad a los más mayores o con problemas de articulaciones. Según informaron a Amnistía Internacional, una vez un preso se llevó su manta para sentarse en ella pero no le dejaron hacerlo. Además, los presos contaron a los delegados que la celebración de los servicios en un lugar tan próximo al pasillo molestaba a otros reclusos.

Otras características del Módulo H también parecen causar molestias o apuros innecesarios a los presos y sus familiares. En la antigua sala de visitas había máquinas en las que los familiares podían adquirir productos alimenticios y bebidas y entregárselos a un guardia para que se los entregara al preso y éste pudiera consumirlos durante la visita. En el Módulo H no existen este tipo de máquinas, aunque podrían instalarse fácilmente sin menoscabo para la seguridad, dada la imposibilidad de establecer contacto con las visitas. También se ha denunciado la falta de aire en las cabinas, excesivamente pequeñas y cerradas, en las que los presos deben meterse para recibir visitas; esto también tendría fácil arreglo abriendo huecos de ventilación en las puertas, por ejemplo.

En el informe de Roy King se describían otros ejemplos de precariedad en el diseño, algunos de los cuales ya hemos citado, como la ausencia de timbres de alarma y la mala disposición del retrete en las celdas. Aunque reconoce que es una consecuencia lógica de la política de evitar el contacto en la unidad, King también considera desaprovechado todo el espacio libre en el centro de cada recinto, que describe como «la zona más amplia y aireada de toda la unidad». Asimismo, Roy King opina que la ausencia de una cocina y un centro médico en el propio módulo (que según informes estaban previstos en el diseño original pero posteriormente se anularon



por falta de fondos) «socava seriamente la viabilidad de la unidad» (King, párrafo 4.1). Fundamentos para recluir a los presos condenados a muerte en el Módulo H En los últimos años, una serie de violentos incidentes en la PEO precedieron a la construcción del Módulo H. El más grave de todos fue una revuelta ocurrida en 1985, en la que diversos funcionarios del establecimiento fueron tomados como rehenes y tres

de ellos resultaron heridos de gravedad. A partir de entonces, la mayoría de los presos de la PEO han sido «encerrados», esto es, obligados a permanecer confinados en sus celdas durante 23 horas al día, y únicamente los presos de «cuarto grado» (el nivel de seguridad más bajo) pueden trabajar y pasan la mayor parte del día fuera de ellas. En abril de 1989, otro guardia de la prisión resultó gravemente herido a manos de un preso de la Unidad de Segregación Administrativa, y parece que este incidente fue la causa directa de la construcción del Módulo H como pabellón de supermáxima seguridad. Ya antes de su traslado al Módulo H los presos condenados a muerte permanecían confinados en sus celdas durante 23 horas al día y, a diferencia de otros presos, no podían acceder por el sistema

de niveles a otras categorías de menor grado de seguridad. Sin embargo fueron los primeros en ser trasladados al Módulo H, pese a que los violentos incidentes referidos anteriormente no se produjeron en la sección de los condenados a muerte. Si bien los reos de muerte tienen algunos privilegios de «cuarto grado» en lo referente a adquisiciones en la cantina y llamadas telefónicas, las conficiones físicas de encierro que soportan en el Módulo H parecen ser peores en algunos aspectos que las impuestas en la Unidad de Segregación Administrativa (Módulo D), donde se confina a los presos con graves problemas disciplinarios

17.

Hay pruebas que demuestran que los reos de muerte, como grupo, no entrañan mayor riesgo para la seguridad que otros presos en cuanto a su comportamiento en una institución penitenciaria, pese a los

delitos por los cuales han sido condenados. La sentencia emitida en julio de 1993 respecto al pleito sobre las visitas de los abogados al Módulo H, el juez de distrito afirmaba que «los reclusos condenados a muerte no entrañan mayor riesgo para la seguridad que cualquiera de los restantes reclusos de máxima seguridad. Hay

17 El Módulo D es uno de los edificios más recientes de la prisión

principal; hay mucha más luz natural y aire fresco que en el Módulo-H y las celdas, individuales, están provistas de ventana. Aunque los presos en régimen de segregación administrativa hacen sus ejercicios en solitario, los pasillos destinados al efecto están rodeados de una valla a través de la cual se puede ver el exterior.



pruebas contundentes de que, en realidad, plantean menos problemas de control que muchos delincuentes condenados por delitos de menor gravedad. Hay muchos casos de personas condenadas por asesinato a quienes no se ha impuesto la pena capital, y así son susceptibles de pasar por las distintas clasificaciones o niveles de seguridad y en última instancia ser reinsertados en la sociedad... La conducta de los reos de muerte en la cárcel suele ser mejor porque puede utilizarse como prueba en los procedimientos de conmutación o atenuación de la pena»

18.

En vista de todas estas circunstancias, hay motivos para

preguntarse por qué los primeros en ser trasladados al Módulo H fueron los reos de muerte, y por qué los trasladaron a todos en bloque sin hacerse ninguna evaluación individual de su conducta. III. Situación de los condenados a muerte en otros estados En la mayoría de los estados, los presos condenados a muerte permanecen recluidos en secciones aisladas dentro de instituciones de máxima seguridad. Aunque estos presos suelen soportar condiciones más estrictas de reclusión que otros reclusos y pocos tienen acceso a programas de trabajo, rehabilitación o de otro tipo, en los últimos años las condiciones han mejorado en diversos estados, normalmente a través de litigios. Según la información que obra en poder de

Amnistía Internacional, pocos estados imponen actualmente el mismo grado de restricciones que soportan los reos de muerte en el Módulo H prescindiendo de su conducta; y son pocos también los que imponen condiciones tan duras en las celdas para este tipo de presos, especialmente si se trata de una unidad moderna. Algunos estados permiten a los reclusos permanecer mucho más tiempo fuera de la celda. Como California, donde todos los reclusos disfrutan de entre 9 y 12 horas de ejercicio físico a la semana en el exterior, y los presos de «Grado A» (registro de buena conducta) disponen de 42 horas a la semana para estar fuera de sus celdas; como Georgia, donde los reos de muerte pueden permanecer a diario una media de siete horas fuera de la celda; Carolina del Norte, donde los condenados a muerte pasan todo el día fuera de sus celdas

y comen en la cafetería del establecimiento; Virginia, donde la sección de condenados a muerte se divide en cinco grupos y en cada uno de ellos los presos pueden permanecer cinco horas al día fuera de sus celdas; y Missouri, donde los reos de muerte que presentan un registro de buena conducta conviven con la población general del establecimiento de máxima seguridad, pasan casi todo el día fuera de sus celdas y pueden participar en las labores rutinarias de la prisión. Algunos estados, como Tennessee, han creado un sistema de clasificación para los reos de muerte con distintos grados de

18 Memorándum del caso Mann contra Reynolds, archivado el 21

de julio de 1993.



restricción, en el que los presos pueden progresar conforme a su registro de conducta. Aunque la cantidad de ejercicio permitido varía de un estado a otro, a Amnistía Internacional le consta que no hay otro patio peor equipado para ejercitarse los condenados a muerte que el del Módulo H, y muchos estados destinan una sala interior para esparcimiento de los presos si hace mal tiempo. Aun en aquellos estados en que este tipo de presos permanecen confinados en sus celdas durante periodos prolongados, éstos tienen ocasión de entablar conversación con otros reclusos a través de los barrotes,

al contrario que en el Módulo H. En un gran número de estados también se permite el contacto en las visitas a los reos de muerte. Texas es uno de los pocos estados del país que ha puesto en práctica un programa de trabajo para los condenados a muerte. Desde 1987, se ha autorizado a 120 reos de muerte en Texas (alrededor de un tercio del total) a trabajar en una fábrica textil en la Unidad Ellis, Huntsville, unidad destinada a este tipo de presos. Éstos pueden relacionarse libremente durante los turnos de cuatro horas, y servirse su propia comida y bebida. En una entrevista publicada en un periódico británico en febrero de 1994, el jefe de seguridad de condenados a muerte en el Departamento de Prisiones de Texas, afirmó que hacían falta menos guardias para vigilar la fábrica textil que la unidad de segregación de la sección de condenados a muerte,

ya que los presos que trabajaban en la fábrica, al no querer perder este privilegio, se mostraban más tratables y menos problemáticos en materia de seguridad. Aunque los presos tenían acceso a cuchillos, tijeras y otros utensilios de corte y confección, en siete años sólo se habían producido cuatro peleas entre reclusos en la fábrica, y en ninguna se hizo uso de armas

19. Existe una lista de espera

para entrar en la fábrica, y los presos se someten a una evaluación periódica. Los reclusos condenados a muerte en Texas que no pueden acogerse al programa de trabajo permanecen 21 horas al día confinados en sus celdas, y disfrutan de tres horas de esparcimiento diarias. Tal como ya ha señalado Amnistía Internacional en informes anteriores, el aislamiento prolongado y la ausencia de programas para los reos de muerte pueden agravar la crueldad inherente al

hecho de estar pendientes de ejecución, y causar en los presos graves depresiones e incluso un estado de psicosis

20. Son muchos los casos

de presos estadounidenses que han obtenido la anulación de su sentencia tras interponer un recurso, con frecuencia después de haber permanecido encerrados durante años en el pabellón de condenados a muerte, y algunos incluso han salido en libertad. La

19 Tomado del artículo publicado en The Observer Magazine el

domingo 27 de febrero de 1994.

20 Véase por ejemplo United States of America: The Death

Penalty, 1987, 147-154.



implantación de programas de trabajo, rehabilitación y formación aumentaría la posibilidad de rehabilitación para estos presos, o al menos les daría ocasión de hacer una vida más productiva en la prisión. La experiencia en otros estados demuestra que hay alternativas a la práctica de confinamiento y aislamiento en celdas, alternativas que benefician tanto al personal como a los reclusos. IV.Normas para el tratamiento de los reclusos Normativa internacional El Artículo 5 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas proclama el derecho de todo individuo a no sufrir tortura ni trato o pena cruel, inhumana o degradante. Otros tratados e instrumentos también prohiben tales prácticas, como el Artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), ratificado en su día por Estados Unidos

21.

Según el Artículo 10(1) del PIDCP, «toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.». Los *Principios Básicos sobre el Tratamiento de Presos adoptados por la Asamblea General de la ONU en diciembre de 1990 establece entre otras cosas que: *«»

(Principio 5). Junto a estos principios generales, podemos encontrar una normativa específica sobre las condiciones de detención en las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Presos, adoptadas por el Primer Congreso de la ONU sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en 1955. Aunque las Reglas Mínimas no tienen los efectos jurídicamente vinculantes de un tratado, ofrecen directrices sobre tratamiento y administración correcta basadas en condiciones mínimas aceptadas por la globalidad. Como ya hemos expuesto, las condiciones que imperan en el Módulo H no se ajustan en algunos aspectos importantes a las Reglas Mínimas, como son las normas que Amnistía Internacional considera de obligado cumplimiento para ofrecer un trato humano a los presos condenados

a encierro prolongado. Entre ellas, las Reglas Mínimas relativas al acceso a luz natural y aire fresco, al ejercicio, y a las actividades que beneficien la salud física y mental de los reclusos. No existe en la legislación internacional una jurisprudencia relativa a las condiciones generales de las prisiones o instalaciones de la misma que pueda aplicarse completamente al Módulo H. Sin embargo, el Comité de Derechos Humanos (que vigila el cumplimiento del PIDCP por parte de los estados) encontró

21 El gobierno estadounidense ratificó el PIDCP en junio de

1992.



violaciones del Artículo 10(1) del PIDCP en diversos casos uruguayos a comienzos de la década de los 80 en que los presos denunciaban las condiciones carcelarias que soportaban, como el aislamiento unido a una vigilancia constante sin posibilidad alguna de contacto, la falta de acceso a luz natural y de ejercicio y otros tratos crueles (desnutrición y hostigamiento por parte de los guardias). En su informe, Roy King se apoya en las conclusiones del Comité Europeo para la Prevención de la Tortura y otras penas o tratos inhumanos o degradantes, constituido en virtud del Convenio Europeo para la Prevención de la Tortura de 1987. El Comité Europeo ha

emprendido investigaciones periódicas sobre las condiciones penitenciarias en los 25 estados europeos que han ratificado el Convenio, y es el primer organismo designado específicamente para abordar las condiciones de detención en el ámbito del derecho internacional humanitario. Roy King señala que, en 1991, el Comité examinó las condiciones imperantes en las cárceles de Brixton, Wandsworth y Leeds del Reino Unido y, según pudo comprobar, en ellas se infligía un trato inhumano y degradante a causa del confinamiento prolongado en las celdas (22 horas y media al día) y la ausencia de actividades fuera de la celda, unido a la masificación general y la falta de higiene integral en las celdas. En 1993 se alcanzaron conclusiones muy parecidas en relación con dos prisiones de Francia. Roy King señala que en el Módulo H el espacio y la higiene de las celdas son mejores que en los ejemplos europeos. Pero concluye que

el efecto combinado de las demás privaciones que sufren los presos en el Módulo H, especialmente la cantidad de tiempo que permanecen encerrados en celdas sin ventanas, la precariedad de las instalaciones destinadas a ejercicio físico, la ausencia de relación con el personal, las visitas sin posibilidad de contacto y la falta de programas educativos, profesionales o laborales, constituyen un trato inhumano y degradante con arreglo a la normativa establecida en los informes del Comité Europeo. Roy King señala que, en el momento de redactar su informe, los reos de muerte ya llevaban dos años y cuatro meses recluidos en el Módulo H, bastante más tiempo del que permanecieron encerrados los presos cuya situación criticaba el Comité. Normativa nacional La Octava Enmienda a la Constitución Estadounidense prohibe la imposición de penas «crueles y excepcionales». Según la Ley de Derechos Civiles (federal) de 1871, las presuntas víctimas de violaciones constitucionales pueden demandar a los funcionarios estatales o federales directamente ante un tribunal federal. Esta ley ha sido muy utilizada por los presos en los últimos años para obtener mejoras en las condiciones de reclusión. Si bien ciertas prácticas o condiciones concretas se han juzgado como inconstitucionales en cualquier circunstancia, la mayoría de los tribunales estadounidenses han tomado en cuenta la «totalidad» de condiciones que imperan en una institución en particular a la hora



de estipular si constituyen o no una pena «cruel e infrecuente», en lugar de sentar normas absolutas. La Corte Suprema de Estados Unidos ha fallado que deben existir salvaguardias procesales en la imposición de la segregación administrativa o disciplinaria, pero no ha fallado contra la segregación o el confinamiento en régimen de aislamiento en sí mismos, ni se ha pronunciado contra la segregación sistemática de los presos condenados a muerte. A lo largo de la década de los 80, los tribunales estadounidenses decidieron que las condiciones que ofrecían diversos pabellones destinados a reos de muerte constituían una

pena cruel y excepcional y violaban la Octava Enmienda, y ordenaron la implantación de ciertas mejoras. Sin embargo, la mayoría de los fallos se formularon de forma individual, tomando en cuenta las circunstancias del estado o la institución en particular, y no fijaron normas que obligaran a los restantes estados. Aunque la PEO fue incluida en un importante pleito sobre las condiciones penitenciarias desde 1972 hasta principios de la década de los 80 22, no ha habido ningún otro litigio sobre el Módulo H en particular

(aparte de algunas cuestiones individuales, como la de las visitas de los abogados). Si bien los pleitos siguen siendo el principal recurso para acabar con las violaciones constitucionales, es al preso o los presos a quienes incumbe entablar un proceso que puede ser largo y caro. Sin embargo, la normativa internacional exige a los estados que investiguen y pongan remedio a las violaciones

de los derechos humanos al margen de que la víctima haya o no interpuesto una denuncia formal. Como ya hemos explicado, la Asociación de Prisiones de Estados Unidos ha promulgado un conjunto de normas sobre condiciones penitenciarias que los estados pueden adoptar de forma voluntaria, y que la Asociación supervisa a los que las adoptan mediante inspecciones periódicas. Aunque las normas de la esta Asociación suponen una valiosa guía para la teoría y la práctica penal, Roy King encuentra deficientes algunas de ellas (por ejemplo, las que se refieren a iluminación y superficie de los patios), sobre todo si se aplican a una instalación moderna. King señala que, en la última inspección practicada a la PEO en abril de 1991, la Asociación de Prisiones acreditó que ésta cumplía al cien por cien las 40 normas

obligatorias contenidas en las Normas para Instituciones Correccionales de Adultos, y en un 98 por ciento las 420 normas optativas ─casi el mismo grado de cumplimiento que Oak Park Heights, en Minnesota, que ofrece un tipo de confinamiento bastante

22 Entre las diversas cuestiones planteadas en el pleito contra

la PEO y otras prisiones de Oklahoma estaba la discriminación racial, el empleo de celdas de castigo oscuras y antihigiénicas, la falta de asistencia médica adecuada y la masificación. El pleito concluyó en 1983, al aceptar el tribunal las medidas reparadoras y las promesas por parte del estado de observar las normas, y suspendió la vigilancia regular.



distinto─. King sugiere que el proceso de acreditación podría haberse convertido en una rutina, sin inspeccionarse debidamente y con independencia la calidad real del trato que se ofrece. No obstante se pregunta si, en vista de las condiciones imperantes en el Módulo H, la Asociación de Prisiones aún piensa hoy, como manifestó en 1991, que «es evidente que la PEO sigue confinando a sus presos de un modo seguro, ofreciendo un entorno de vida y de trabajo seguro y humano, ofreciendo oportunidades de crecimiento y desarrollo personal» (King, párrafo 9.2). Por último, señala que la Asociación de Prisiones no ha establecido una normativa para el confinamiento de presos condenados a muerte, si bien confía en

que ahora aborde ésta y otras cuestiones citadas. V. Conclusiones y recomendaciones Amnistía Internacional considera que las condiciones que soportan los reos de muerte en el Módulo H constituyen un trato cruel, inhumano o degradante y violan la normativa internacional, como el Artículo 7 y el Artículo 10(1) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP). La organización ha llegado a esta conclusión a raíz de las condiciones que ofrece esta unidad: confinamiento prolongado en celdas sin ventanas y condiciones materiales de las celdas; falta de luz natural y aire fresco; precarias instalaciones para ejercicio; aislamiento y ausencia de

contacto con el personal de la prisión y otros; y previsión nula de actividades fuera de la celda, como programas laborales, sociales, recreativos o educativos. Amnistía Internacional ha tenido en cuenta el hecho de que los reos de muerte pueden permanecer durante largos periodos confinados en estas condiciones al margen de su conducta individual, así como el hecho de que no parecen existir motivos para someter a estos presos en grupo a tales condiciones. Amnistía Internacional cree que las condiciones descritas, si se aplican durante cierto tiempo, pueden tener un efecto perjudicial en la salud física y mental de los presos. Asimismo la organización considera que cualquier preso, al margen de su categoría actual, tiene derecho al crecimiento personal. Esto se aplica igualmente a los reos de muerte que durante años aguardan

el resultado de sus apelaciones, de los cuales una proporción importante obtiene finalmente la conmutación de su sentencia. La organización no ha recibido denuncias que insinúen la práctica de abusos sistemáticos y deliberados contra los presos por parte del personal de la PEO. Pero le preocupa que el diseño del Módulo H y el aislamiento extremado que impone den pie a una indiferencia institucionalizada hacia las legítimas necesidades de los reclusos. Amnistía Internacional entiende que la disposición de un entorno más humano, con centros ocupacionales y más posibilidades de contacto con el personal y otros, sería beneficioso tanto para el personal como para los presos, sin que ello comprometa los requisitos de seguridad.



Amnistía Internacional recomienda: - 1. Que se efectúe una revisión urgente de las medidas de custodia para los presos del Módulo H, a fin de eliminar aquellas condiciones que, en opinión de Amnistía Internacional, constituyen un trato cruel, inhumano o degradante. Cuestiones a abordar con especial interés son: permitir que todos los presos condenados a muerte pasen más tiempo fuera de sus celdas; mejorar las instalaciones para ejercicio; permitir el acceso al aire fresco; y dar ocasión a los

reos de muerte de progresar en las distintas categoría de custodia; y, a los reclusos que no representen un riesgo para la seguridad, ofrecerles más posibilidades de relación y programas de trabajo, formación y educación. Asimismo debería estudiarse la autorización para que haya contacto en las visitas. Aunque Amnistía Internacional no está capacitada para recomendar con detalle las medidas de custodia que deberían adoptarse, quiere llamar la atención sobre las observaciones hechas por Roy King en el párrafo 8.1 de su informe, respecto a la posibilidad de mezclar a algunos reos de muerte con la población general reclusa de la PEO. Asimismo, la organización quiere hacer hincapié en algunas de las recomendaciones prácticas de Roy King para mejorar de forma inmediata las propias condiciones del Módulo

H (en el párrafo 9.3:- Recomendaciones varias). Entre ellas: •mejorar las instalaciones en los patios de ejercicio, y estudiar

la posibilidad de aumentar el tamaño de los patios en el Módulo H;

•ofrecer programas educativos y aumentar el tamaño de la instalación

dedicada a biblioteca de ocio; •adoptar medidas alternativas para los servicios religiosos; •utilizar todo el espacio libre entre los pasillos y las salas de

control para actividades asociadas;

•instalar timbres en las celdas; •poner en marcha la rotación regular del personal en el Módulo H. 2. Amnistía Internacional no está en situación de sacar conclusiones sobre la prestación de asistencia médica en la prisión. Sin embargo, recomienda una inspección en profundidad de los servicios médicos, dentales y psiquiátricos para los presos del Módulo H por parte de una autoridad competente e independiente, de acuerdo con la recomendación de Roy King expresada en el párrafo 8.3 de su informe, para garantizar que los presos pueden acceder



sin demora a los servicios médicos, dentales y psiquiátricos; que se dispense un trato y una medicación adecuadas; y que se efectúe una vigilancia adecuada de las necesidades de los presos por el interés de su salud mental. 3. Debería inspeccionarse el servicio de comidas para garantizar que los presos reciben siempre la comida caliente, y en la cantidad y calidad adecuadas. 4. Amnistía Internacional tiene constancia de que en el Módulo H hay otros presos que soportan las mismas condiciones de

confinamiento que los reos de muerte, si bien la categoría de estos presos se revisa periódicamente. Amnistía Internacional considera que ningún preso sometido a un largo periodo de confinamiento debe soportar las condiciones descritas anteriormente, y apoya la recomendación de Roy King respecto al establecimiento de límites claros sobre el tiempo que los presos pueden permanecer en la unidad (véase King, párrafo 8.1).

PIES DE FOTO:

(pag.0) Vista del Módulo H desde el exterior Foto: Allen Hailey (pag.4) Vista del interior de una celda del Módulo HFoto: Allen Hailey (pag.6) Vista de un recinto cuadrangular y sus celdas correspondientes del Módulo H Foto: A.Hailey (pag.8) Vista de una celda. El pestillo situado bajo las letras de la puerta corresponde a la «ranura» por donde se entrega la comida a los reclusos. Foto: Allen Hailey (pag.10) Vista de una litera y un estante, con el hueco de ventilación junto a la cama. Foto: Allen Hailey

(pag.12) Rincón de un patio de ejercicio físico; el techo está cubierto con una red de malla. Foto: Allen Hailey (pag.14) Vista de la escalera que conduce al segundo nivel de un recinto. La sala de control está situada a la derecha de las escaleras. Foto: Allen Hailey (pag.16) Hilera de puertas de celda. Foto: Allen Hailey (pag.18) Puerta de una celda. Foto: Allen Hailey (pag.22) Vista de un patio de ejercicio desde el segundo nivel del

recinto. Foto: Allen Hailey (pag.25) Fábrica textil en el pabellón de condenados a muerte, Huntsville, Texas, 1994. c.F Carter Smith

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ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA SITUACIÓN DE …€¦ · Módulo H .....20 III. Situación de los condenados a muerte en ... 24 horas al día encerrados en celdas sin ventanas, lo cual