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1
ESTRUCTURA DE REDES COMPLEJAS Y EL MODELO RICARDIANO
DE COMERCIO INTERNACIONAL
Brayan Bejarano Crespo
0630538-3340
TUTOR
Boris Salazar Trujillo
UNIVERSIDAD DEL VALLE
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y ECONÓMICAS
DEPARTAMENTO DE ECONOMÍA
SANTIAGO DE CALI
2013
2
Estructura de redes complejas y el modelo ricardiano de comercio
internacional
Resumen
A partir de los supuestos de la reconstrucción neoclásica del modelo ricardiano de comercio
internacional es posible generar una estructura de red basada en las relaciones fundamentales
existentes, es decir, los vínculos de la red y el proceso de maximización de la utilidad y del
beneficio. Las relaciones fundamentales incluyen los precios, los bienes, el salario y las
preferencias. La existencia de agentes representativos relacionados en un sistema de equivalencias
permite categorizar los nodos de la red y su interdependencia. Luego de observar que la situación de
autarquía presenta una estructura particular en equilibrio, pues es determinante para la situación de
comercio, se puede observar que es necesario un cambio estructural en el sistema económico
representativo para poder lograr un beneficio, esto a partir de la formación de ventajas
comparativas. No obstante, el modelo es estático, o sea, que las relaciones y el ajuste que existe
entre ellas es simultáneo e instantáneo, por lo que no cabe un análisis de la formación, propiamente
dicha, de las ventajas comparativas. Con esto, es posible ver que, si la estructura de autarquía no se
analiza con un planteamiento lineal, entonces, en presencia de factores dinámicos -
interdependencia, acople, flujos, fases- las ventajas comparativas serían un concepto impreciso,
aislado para un mundo lineal y sencillo, que puede no ser aplicable a una economía en desarrollo.
Palabras Clave: Modelo ricardiano de comercio, Redes complejas, Dinámica de sistemas
complejos, Ventajas comparativas, Autarquía.
Clasificación JEL: F11, Y20, Y40, C45, B41.
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Introducción
A partir de la arquitectura de las redes complejas y mediante una análisis metodológico es posible
reinterpretar el modelo ricardiano de comercio para evaluar la validez de los postulados canónicos
que permiten el desarrollo del modelo actualmente válido, o sea, la planeación sobre las políticas de
relaciones comerciales a partir de las ventajas comparativas, lo cual continua dibujando el mapa
geopolítico internacional con zonas de libre comercio y coaliciones económicas. Sin embargo,
cuando el análisis estático de las ventajas comparativas, que subyace al modelo neoclásico, es
examinado desde una perspectiva dinámica, es posible ver que existe una distorsión de dicho
concepto, en la realidad y en la teoría. La diferencia fundamental radica en la naturaleza del
planteamiento, mientras el modelo usual se basa en relaciones lineales, las redes complejas y las
diversas teorías de sistemas complejos se aproximan a una realidad conectada e interdependiente
que fluctúa y busca la forma espontánea de organización que permita la persistencia de las
relaciones fundamentales que se forman. Ahora bien, la revisión de la validez general del modelo
canónico bajo la lupa de una metodología más versátil, como es la de las redes complejas, intenta
sentar las bases de un programa de investigación que, si bien se desarrolla paralelamente en
sistemas relacionales masivos particulares, aún no se ha planteado para fenómenos económicos
concretos, como es el caso de las relaciones comerciales internacionales.
Así pues, esta propuesta de análisis teórico constituye una primera aproximación al problema de las
relaciones económicas internacionales desde la perspectiva de los sistemas de redes complejas, por
lo que el punto de partida debe ser la explicación más simple -la ley de las ventajas comparativas- y
la hipótesis de trabajo más general, a saber, que la ley de las ventajas comparativas se sitúa en un
escenario económico estático y sumamente simplificado que imposibilita la aprehensión de la
dinámica del proceso de intercambio y la formación de vínculos internacionales a partir de
decisiones económicas. También constituye un esfuerzo por identificar las herramientas
metodológicas necesarias para abordar el problema de las relaciones económicas desde su
complejidad, su constitución y su continúa adaptación al proceso de desarrollo del conocimiento.
Por esto, es necesario señalar tres grandes corrientes en las que se puede encontrar el punto de
partida del siguiente análisis: la teoría de redes complejas, la dinámica de sistemas complejos y el
axioma de la acción humana.
4
La reconstrucción neoclásica del modelo de Ricardo sobre comercio internacional
En 1816 David Ricardo (1) formuló su teoría de las ventajas comparativas para explicar por qué dos
países con diferentes niveles de riqueza comerciaban entre sí. El problema de Ricardo se centraba
en por qué es posible la existencia de comercio entre dos países, aún cuando uno de ellos es más
productivo en la producción de ambos bienes. Para esto, los “cuatro números mágicos” relacionan
los costos de producción de los bienes que exportan los países y el costo de oportunidad que genera
la producción de los bienes. Ricardo consideró a Inglaterra y Portugal en la producción de tela y
vino, en la cual, Inglaterra era más productiva en la producción de ambos, es decir, Inglaterra tenía
menores costos en unidades de trabajo. Sin embargo, Portugal podría exportar el vino que produce a
cambio de tela inglesa; especializándose en la producción de vino, Portugal se beneficiaría de la
productividad de Inglaterra en la producción de telas. Así, el patrón comercial establecido entre
estos dos países es determinado por la relación entre la productividad de cada industria, es decir, la
relación entre el costo de oportunidad en el que incurre cada país al producir cada bien. En esta
caso, las ganancias del comercio son contabilizadas en unidades de trabajo ahorradas en el proceso
productivo, unidades que serán utilizadas para producir masivamente el bien en el que el país tiene
ventajas comparativas.
La escuela neoclásica de economía realiza una reconstrucción del modelo a partir de los supuestos
que caracterizan a esta línea de pensamiento económico. La competencia perfecta en la industria, la
libre movilidad de mercancías y la no intervención del Estado en la actividad económica, delimitan
un esquema de libre cambio y de división internacional del trabajo. El análisis neoclásico sugiere
una profundización del paradigma de las ventajas comparativas, en el sentido que las ganancias del
comercio, en un estado de equilibrio, alcanzan su máximo cuando los países se especializan en la
producción de un bien y, a partir de este, obtienen los otros bienes mediante el mecanismo de
sustitución de importaciones. Es claro que este paradigma es el sustento teórico del proceso de
globalización que experimenta el mundo desde mediados del siglo XX. La relación entre países
industrializados (o países ricos) y los países en vías de industrialización (o países pobres) es cada
vez más compleja, a medida que aumenta la interdependencia se expande también la posibilidad de
mayores rendimientos de capital y el contrato de fuerza de trabajo a bajo costo. Las relaciones
5
comerciales evidencian la dominación política de las grandes potencias, que reflejan sus intereses
en instituciones internacionales, sobre todo en la industria financiera, mientras los principales
bloques geopolíticos marchan bajo la bandera del desarrollo económico y de la estabilidad en un
tejido económico cada vez más interconectado.
Es importante entender que, más allá de una comparación entre los niveles de productividad de los
países, son los objetivos políticos, económicos y sociales de una nación los que establecen los
patrones de adaptación al proceso global de desarrollo, que principalmente es tecnológico y
segundariamente institucional. El proceso histórico de los países sugiere una estructura difusa,
como resultado de diversos elementos sociales que generan eventos discontinuos y fragmentarios
que, no obstante, genera causas constantes, con sistemas de incentivos diversos, con motivaciones
culturales y limitaciones espaciales y de recursos. Así mismo, un modelo de ventajas comparativas
puede responder más a las necesidades de un país que de otro, por eso la necesidad de un análisis
desde la estructura misma de cada economía, para poder observar que las consecuencias son muy
diferentes para cada país, sea desde el punto de vista político, económico o social.
La síntesis neoclásica del modelo ricardiano se desarrolla bajo un conjunto de supuestos que
permiten alcanzar un estado de equilibrio en dos etapas. En primer lugar se desarrolla el modelo en
autarquía, es decir, en un estado de plena autosuficiencia económica, donde se alcanza el primer
equilibrio, el del mercado interno. Éste consiste en la igualación de la oferta y la demanda con su
respectivo vector de precios. Una vez alcanzado el equilibrio doméstico se hace la comparación con
el equilibrio de la economía exterior, esto a partir de los costos de oportunidad que tiene cada país
al producir bienes. Con el resultado de la comparación se establece un intervalo de precios que
definirán la forma que toma la oferta relativa mundial y la demanda relativa mundial (2) en un caso
de especialización completa, es decir, en el rango en que cada país se especializa produciendo
bienes con un menor costo de oportunidad que su contraparte exterior. Así pues, se llega al
equilibrio de una situación de comercio internacional, en este caso, de especialización completa, lo
que implica que cada país se encarga de la producción de un bien para intercambiarlo por otro,
producido en el exterior, con el fin de generar ganancias a partir de la utilización eficiente de los
factores productivos.
El desarrollo del modelo en autarquía
Se supone un equilibrio de igualación entre la demanda y la producción total de bienes. Para el caso
de la economía doméstica (análogo a la economía foránea) se tiene una economía que produce dos
bienes con un factor productivo (trabajo). Se tiene que
es la cantidad producida del bien i,
6
donde representa los requerimientos de trabajo para producir cada bien y el trabajo disponible en
el sector; son los niveles agregados de producción de las industrias, por lo que es posible
tomarlos como representativos de cada sector que produce los bienes.
Así, cada nivel de producción representa la agregación de una industria o algún sector económico.
La vinculación entre estas industrias representativas se da a partir de la utilización de factor
productivo disponible en la economía. Como L se distribuye en las industrias representativas
dependiendo de la remuneración que perciben los individuos, la vinculación entre las industrias es
sobre la movilidad de factores, que no tiene restricciones.
Ahora, situándose en la forma estructural de los supuestos, es decir, en la contraparte estructural del
modelo, es posible ver:
A partir del problema de maximización de las empresas se establece una Frontera de Posibilidades
de Producción (FPP) de la forma
.
Con respecto al consumidor representativo, se tiene un proceso de maximización de la forma:
De esto se deduce que los consumidores generan un vínculo con cada sector por medio de sus
preferencias, así, la estructura del consumidor representativo es:
Los vínculos con las industrias se dan a partir de y se establece una Línea de
Expansión del Gasto (LEG) de la forma
.
Del cruce de la LEG y la FPP resulta el conjunto de equilibrio:
Equilibrio de autarquía Vínculo
Consumo por trabajador del bien 1 [q1, U]
Consumo por trabajador del bien 2 [q2, U]
[L, U]
Utilización óptima de trabajo
[q1, L]
Utilización óptima de trabajo [q2, L]
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En el caso de una economía cerrada, la relación entre los individuos gira en torno al
comportamiento del consumidor representativo y del productor representativo de cada sector. De
esta forma, y en el equilibrio definido por la teoría neoclásica, los vínculos pueden tomarse como el
resultado de las relaciones entre consumidor y productor; dicho de otra forma, los vínculos
constituyen el conjunto de canales materiales (dinero, materias primas, contratos) e informacionales
(conocimiento, incertidumbre, expectativas) por medio de los cuales los agentes económicos
(consumidores y productores en este caso particular) se relacionan bajo un esquema de medios y
objetivos por cumplir. Sin embargo, para el caso de la síntesis neoclásica, los vínculos son la
materialización estructural del equilibrio general entre cantidades demandadas, cantidades
producidas, trabajo empleado y salario percibido. Esto permite contar, en el escenario del modelo,
con una estructura para una economía cerrada que produce y consume dos tipos de bienes, lo que
sintetiza y simplifica la presencia del canal material (bien, cantidades monetarias) y del
informacional (precio, propensión a consumir).
De entrada existen dos problemas, a saber: que la forma en que se determina la estructura no
responde a una formación propiamente dicha, sino al resultado de la solución simultanea de dos
programas de maximización representativos; y la homogeneidad de los agentes induce a un
problema de indeterminación, en cuanto a la posibilidad de resultados asimétricos. La naturaleza del
equilibrio define, en este caso particular, la forma del proceso, pues, si bien los agentes tienen
integrado un conjunto de acciones para desenvolverse en el mercado, la agregación de un conjunto
de acciones similares sólo representaría un escenario de convergencia, mientras que la
heterogeneidad de los sujetos, en un escenario real de interacción, determina principalmente las
condiciones de la divergencia, o sea, la forma en que se organiza el proceso intercambio. Si el
proceso de intercambio es una convergencia masiva, entonces el equilibrio está determinado per se
por el estado anterior del sistema, que tiene una tendencia bien definida: la agregación simultanea
de equivalencias; pero cuando el sistema cuenta con tantas asimetrías entre los sujetos, entonces
existen fases de acoplamiento entre grupos que convergen de manera local pero no de forma global,
por lo que el ajuste del sistema termina creando diversas capas de relaciones, con diferencias
sustanciales en la información y la materia necesaria para interactuar con estados diversos de
expectativas y objetivos. El proceso de intercambio tiene que ver entonces con la maximización
racional que, con éxito, realiza cada individuo. Pero en la síntesis neoclásica esa maximización
racional tiene que ver con un conjunto homogéneo de posibilidades, o una senda de acción
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automatizada, más que con la solución real de un problema, que lo que implica es una proyección
continua y racional de: qué medios utilizar bajo qué circunstancias.
El supuesto de competencia perfecta e información completa hace que sea posible tomar una
representación del proceso global en tres nodos. Esto porque, al iniciar el proceso con igual
capacidad de interactuar con la información disponible, los resultados del proceso de decisión van a
ser equivalentes para cualquier conjunto de nodos que genere una interacción. Esto sugiere que la
aglomeración de individuos y la formación de estructuras aleatorias no tienen ningún efecto sobre el
equilibrio; por lo que, en autarquía, la estructura de las relaciones va a estar determinada por la
correspondencia entre consumo y producción de ambos bienes. Entonces, la estructura de las
relaciones, nuevamente, refleja el estado de los programas de maximización representativos, pero
pierde de vista la capacidad de respuesta a nivel local de los nodos y los efectos globales de los
ajustes locales. Es claro que la relación de correspondencia puede ajustar cambios en la demanda o
en la oferta, pero a nivel agregado, es decir, a nivel global, el sistema no se comporta de esa manera,
pues la relación entre los dos grandes conjuntos representativos (consumidores y productores) no es
necesariamente de retroalimentación, mucho menos una retroalimentación lineal. El ajuste de un
cambio a nivel agregado de causas locales no tiene el mismo efecto que el ajuste de un cambio
global de relaciones a nivel local. De una forma más simple, las causas pueden ser más grandes que
las consecuencias y viceversa. Esto trata de aclarar que, si bien existe una relación entre oferta y
demanda, esta no se da de manera simultánea, ni homogénea, ni lineal, sino que se presentan ajustes
locales paralelos que pueden agregarse para generar cambios de fase en la interacción con la
demanda, así como con la oferta. Por ejemplo, un sector de demanda de bienes especializados puede
que no afecte en gran medida a un sector público de oferta de servicios, aunque su participación
para el mercado sea crucial; sigue existiendo una relación de correspondencia, pero no es
deleznable el efecto de dicha determinación.
Con esto, la forma estructural del equilibrio en autarquía1 es:
1 Es de notar, que el concepto de autarquía señala un tipo de autosuficiencia económica, o dicho de otra
forma, un fortalecimiento del tejido económico de cada país ex ante el comercio internacional. El hecho de
desarrollar el modelo a partir de una configuración autárquica sugiere un alto desarrollo económico antes de
concurrir al mercado internacional.
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Ilustración 1 – Estructura del equilibrio interno en autarquía
El equilibrio de una economía cerrada que produce dos bienes utilizando intensivamente fuerza de
trabajo, se determina a partir de la interacción del consumidor representativo con los dos
productores representativos de cada sector. De esta manera, el equilibrio genera una estructura con
unas propiedades que podrían catalogarse como las de un “mundo ultra-pequeño”, donde la
distancia entre los nodos es de uno, situación sumamente importante a la hora de poder establecer
un análisis sobre la dinámica del vínculo, en este caso, la dinámica del proceso de intercambio que
tiene lugar en cada fase del proceso y para cada nodo. El por qué de la importancia de este tipo de
estructura está relacionado con la arquitectura de los “mundos pequeños” (4), dado que constituyen
un escenario aproximado de la relaciones reales, en el sentido de la vinculación agregada de éstas;
de esta forma se destaca el papel fundamental de la posición estructural de los nodos, pues existe
una altísima probabilidad de que los nodos estén vinculados todos entre sí con cierto grado de
separación, o sea, de enlaces intermedios. Entender esto en un sistema masivo de relaciones
comerciales es inestimable a la hora de aprehender el proceso por el cual se regulan y se constituyen
las interacciones a los largo del sistema. Así, y teniendo que la distancia promedio en “mundos
pequeños” es de 6, o sea, 6 vínculos intermedios entre cualquier par de nodos, en el caso del modelo
ricardiano la distancia entre cualquier par de nodos (sectores representativos) es de 1, por lo que es
un “mundo ultra-pequeño”, lo que resulta extraño en un sistema tan complejo como este. Pero
revela una situación importante, y es que el modelo es incapaz per se de comprender o captar la
presencia de conglomerados de interacciones locales con efectos globales y conjuntos de cambios
globales con efectos locales. Así pues, la relación representativa entre los conjuntos fundamentales
de oferta y demanda tiene un ajuste perfecto en las fases de interacción, sin contar la ausencia de
todo tipo de inter-temporalidad. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que estas características
corresponden a un esquema dinámico, contrario al desarrollo del modelo usual, es decir, estas
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características de ajustes locales y globales tienden a modificarse a medida que cambia el volumen
de información y materia, de forma que la interacción genera nuevos y más complejos rangos de
coordinación, llevando a los nodos a cambiar deliberadamente la intensidad de su interacción y a
revelar, o no, reglas importantes en el curso de las transacciones que tienen lugar en el sistema
económico.
En la estructura de red y en la dinámica subyacente se manifiestan las implicaciones de los
supuestos. Aunque en realidad no existe dinámica, esta hace referencia, en el modelo neoclásico, al
ajuste simultáneo que resulta de la noción de información completa. Así pues, el ajuste automático
de las correspondencias deja de lado todas las características de la interacción inter-temporal entre
los agentes, derivando, por ejemplo, las decisiones de los individuos a partir de los precios. Este
escenario sugiere que los sujetos saben de antemano, en el proceso de decisión, el resultado de cada
ajuste que tiene lugar, o sea, la fijación de salarios, la fijación de la oferta y la misma estructura de
preferencias que subyacen en la demanda de bienes y servicios. Pero la imposibilidad de la
dinámica real de un sistema complejo en este planteamiento neoclásico, radica en la limitante
estructural de nodos presentes sólo para garantizar el equilibrio del sistema de relaciones.
Uno de los aspectos con causas importantes a nivel estructural, y que deviene de los supuestos
canónicos, es el que determina el volumen de nodos que está presente en el proceso. Cómo la
producción está sujeta a la dotación de factores y el nivel tecnológico, es necesario revisar las
implicaciones sobre la estructura del factor productivo fundamental, en el caso de la reconstrucción
neoclásica, el trabajo. Teniendo en cuenta que la forma estructural contiene n nodos y k vínculos,
los supuestos de dotación y de movilidad de factores dan cuenta de las condiciones dinámicas de
estos elementos, pues constituyen variables de flujo que escapan al modelo neoclásico, como el
volumen de recursos y la ubicación de estos en la estructura, los se movilizan con respecto a
decisiones concretas de nodos con programas de acción diversos, condicionados por las condiciones
del entorno y situados en rutas de interacción determinadas por la presencia de la estructura de
oferta y demanda; sin embargo, en el modelo canónico estos flujos se captan de forma que los
factores sean fijos y la movilidad esté restringida. Ahora, si se supone que cada individuo ofrece
una hora de trabajo y alcanza el valor que consume en el margen, entonces la cantidad de nodos -
empleados- es fija. Esto puede mostrarse de la siguiente manera:
En el modelo ricardiano se supone una estructura simple de producción y consumo, con una
economía con k vínculos y n nodos, para lo cual:
+ + [1]
11
[2]
Donde i son los consumidores, j las firmas y s es el sector económico (s=1,2).
La implicación del supuesto con el que se asume que las economías tienen una dotación fija de
recursos, es que es fijo, pues por sencillez se supone que cada individuo ofrece una hora de su
mano de obra; y si todos los trabajadores alcanzan el valor, marginalmente, de lo que consumen,
entonces sólo son consumidores aquellos que generan un salario asociado a uno de los dos sectores.
Así, se tiene que:
Pero si los recursos ya están utilizados plenamente ¿es posible, teniendo en cuenta que la
innovación no existe en el modelo, que entren nuevas firmas sin factores productivos? Si esto no es
posible, entonces también es fijo, así:
[5]
En un escenario de intercambio internacional, el hecho de que desaparezca un nodo para cada
economía en una situación de especialización a partir de las ventajas comparativas, sugiere que los
cambios estructurales de la red están asociados a la creación de vínculos. Esto quiere decir que, la
diversidad de las economías se reemplaza por la existencia de un intercambio “beneficioso” en
términos de trabajo, pero no en la generación de mismo sino en la optimización de su utilización; de
todas formas cabe mencionar que un escenario distinto no es posible por el mismo supuesto de
factores fijos del modelo, sin embargo, en la realidad, no es posible argumentar que la desaparición
de un nodo -para el caso, un sector representativo- se deba al traslado a un mejor sector, pues la
desaparición implica la desaparición de las relaciones fundamentales que determinan la dinámica de
cualquier sector. Así, y alejándose del supuesto del agente representativo, no es posible que un
sector desaparezca sin tener más consecuencias nocivas que bondadosas. Desde el punto de vista
estructural, la desaparición de un nodo, fuera de ser representativo, implica una trayectoria de
relaciones implícitas en el proceso productivo y son parte crucial de las expectativas, pues la
transmisión y la transducción de incentivos necesitan de canales que, paulatinamente, disminuyan la
incertidumbre en el proceso de intercambio; ahora bien, la desaparición de un nodo a nivel
estructural implica el cambio controlado, o no, de toda la estructura, es decir, el efecto local de la
eliminación y reemplazo de un nodo tiene una consecuencia global más allá del mero cambio en
12
una equivalencia, o sea, en el “equilibrio internacional”. Entonces, cabe mencionar que, si las
ventajas comparativas determinan la eliminación de un nodo que no es productivo ni eficiente en la
utilización de un factor, como es el trabajo, esa misma eliminación va a terminar condicionando las
“ventajas” que motivan dicho cambio; esto ocurre en un escenario donde la configuración se adapta
instantáneamente.
El hecho restrictivo de agentes “constantes” -y homogéneos- hace que se pierdan de vista
problemas tan importantes como la aglomeración y la intermediación en estructuras masivas de
interacción, así como el fallo y distorsión de las transacciones. Se pierde el contenido fundamental
en las estrategias colectivas (por ejemplo, el cambio del resultado de juegos con coaliciones frente a
jugadores con estrategias individuales) y las posibilidades de cambio inter-temporal. También, al
hacer referencia a las industrias como nodos -resignándose al supuesto de individuos
representativos- no es posible observar el proceso de las empresas y la entrada y salida de
competidores; hecho que, a su vez, representa la entrada y salida de métodos de producción,
transporte, comercialización, etc. En suma, la ausencia de procesos, como las olas de innovación, no
permite observar las fluctuaciones locales y globales del sistema, cuando es posible que el
desarrollo técnico restrinja la plasticidad de los vínculos de una industria que tienda a ser obsoleta.
Con esto, el esquema de análisis sobre la interacción de las expectativas, por una parte, y de las
preferencias, por otro, termina subestimando las trayectorias que definen la posibilidad de
desarrollar sectores económicos bajo las condiciones de los procesos de concurrencia y
coordinación en los que participan los individuos; esta posibilidad se pierde ante la homogeneidad
de los nodos y de sus programas de maximización y no es posible observar el proceso de
aprendizaje que subyace la relación entre las expectativas y las preferencias materializadas en
procesos estratégicos de decisión. Es fácil encontrar en la realidad estas estructuras atadas a
vínculos de interdependencia. Así, la demanda efectiva genera conjuntos de vínculos que
reproducen la dinámica del sistema, asentando medios y formas de consumo, así como
consolidando objetivos de consumo final e intermedio. Dicho de otra forma, la interacción inter-
temporal hace referencia a las ondas de innovación -de larga y corta duración- que generan cascadas
globales de información (desde la estructura de precios, hasta los nichos de mercado de procesos
especializados), es decir, el proceso que lleva a los canales informacionales y materiales de
interacción a tener una tendencia, en diversas fases para el proceso, hacia la saturación y, por
consiguiente, a la mayor posibilidad de un fallo estructural.
La estructura de la demanda efectiva, del entorno empresarial y de las trayectorias de inversión
ofrece un escenario sumamente complejo, con propiedades emergentes en cada periodo de tiempo,
13
que intervienen en la creación y acumulación de riqueza, así como en los métodos organizacionales
que se adoptan y desarrollan para lograr un mejor desenvolvimiento en ambientes donde pueden
cambiar aun las reglas de juego. Esto muestra la importancia de la estructura para la interacción
local de los agentes, pues se configuran ondas o cascadas de información condicionadas por el
nivel de aglomeración o por la preeminencia -intermediación- de cualquier conjunto de nodos. Este
hecho significativo muestra la asimetría de los conjuntos relacionales, definiendo, estructuralmente,
funciones y nuevos flujos de información, sea mediante la creación/destrucción de vínculos o la
renovación/desaparición de nodos. La asimetría de los sujetos es fundamental para comprender el
sistema relacional, pues aún teniendo los nodos un conjunto de programas de acción para el acceso
al “mercado”, en este caso, es la senda de los componentes heterogéneos la que define el
comportamiento del sistema a largo plazo, dado que las relaciones fundamentales que mantienen la
coherencia interna del sistema se ven sujetas a los fallos en la coordinación de los agentes, el cual es
un evento más común que la aglomeración de equivalencias. La asimetría es fundamental, en suma,
para comprender la misma convergencia del sistema, esto porque las fluctuaciones difícilmente se
dan entre estados cuasi-idénticos. La configuración estructural también es fundamental para
desarrollar las trayectorias de interacción que determinan el comportamiento estratégico, desde los
consensos institucionales hasta el riesgo asociado a las expectativas más cercanas o relevantes; esto
lleva a la posición estructural, pues cada nodo tiene restricciones a la hora de posibilitar una
trayectoria, es decir, de desempeñar una función asociada con una dinámica generalizada. En suma,
la posición estructural de los nodos implica una función asociada con las capacidades individuales,
con las expectativas y con las trayectorias potenciales, es decir, con la actividad inherente de los
sujetos en el sistema. La posición estructural refleja el estado topológico de las relaciones de los
nodos en todo momento, o sea, del desenvolvimiento real de los nodos en un escenario que no es
representativo y tiene múltiples restricciones para los conjuntos de acciones que pueda construir un
agente, en suma, la imposibilidad de que un estado sea “completo”, en el sentido de que converja
definitivamente a un equilibrio.
La situación de comercio internacional Una vez establecido el equilibrio del mercado interno, el
modelo sugiere que, según las relaciones que se establecen en el equilibrio entre oferta y demanda,
se tiene una relación entre la producción de los bienes elaborados a nivel nacional. Ahora, teniendo
en cuenta que la configuración de la economía exterior es análoga a la configuración de la economía
doméstica, la equivalencia entre oferta y demanda determina un equilibrio, que a su vez determina
la relación entre los productos foráneos. La única distinción entre las dos economías, a la luz del
modelo ricardiano neoclásico, es el tipo de tecnología, aunque esta no cambie en el proceso. Cabe
decir que esta relación de equivalencia en las economías se da a partir de la estructura de precios.
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De esta forma, es probable que exista una diferencia entre la productividad de cada país para
elaborar uno de los bienes; de aquí se deduce un intervalo que, según el modelo, determina el rango
de productividad de cada país. Por supuesto, se toma que uno de los bienes domésticos tiene un
menor costo de oportunidad, es decir, su elaboración es más productiva que en la economía foránea.
De aquí se desprende la noción de ventaja comparativa, que es, esencialmente, una diferencia en la
productividad de uno de los bienes. Esta diferenciación determina per se una especialización en la
producción del bien más productivo, sin embargo, esta especialización está asociada a las
ganancias, en términos de costos de oportunidad, del comercio con una economía extranjera.
El análisis del comercio internacional parte del equilibrio interno de las dos economías, y del
supuesto de que la economía doméstica es más productiva en uno de los bienes (lo que
inmediatamente hace más productivo en la elaboración del otro bien a la economía exterior). En el
escenario internacional se consideran dos países en una situación de libre comercio que producen
dos bienes utilizando L de forma intensiva. Se supone que los costos de transporte son cero, por lo
que existe libre movilidad de mercancías; no obstante, el trabajo no tiene libre movilidad y está
restringido sólo a trasladarse entre los sectores de un país. También se supone que los países tienen
una moneda común, es decir, que la tasa de cambio nominal es igual a 1.
Igualmente, se tiene en cuenta que: a partir del equilibrio de autarquía (autosuficiencia económica)
se determina la producción global relativa de cada economía. La Curva de Oferta Relativa Mundial
(2) recoge la producción total de uno de los bienes sobre la producción total del otro bien. Sin
embargo, es necesario tener en cuenta, antes de establecer el volumen de producción de cada bien a
nivel mundial, la especialización de cada país en la producción de uno de los bienes. Esta
especialización depende de la ventaja comparativa del país, es decir, de la relación entre el costo de
oportunidad de producir ambos bienes. Se supone que el costo de oportunidad de producir el bien 1
es menor en la economía doméstica, es decir:
[6]
La curva de oferta relativa mundial incluye la producción total del bien 1 ( ) ponderada por la
producción total del bien 2 ( ), de forma que:
[7], donde
representa los precios en una situación de comercio.
Entonces, el proceso productivo que tiene lugar en las dos economías se reduce al volumen de
producción de cada bien, pues cada economía se encuentra en equilibrio, sin innovación, sin
15
instituciones y sin cambios estructurales. También es necesario tener en cuenta que los precios
relativos se fijan en este equilibrio, determinados por la competencia perfecta, que hace que el
mercado laboral sea competitivo; en resumen, el salario nominal en cada economía es igual al
producto marginal del trabajo, por lo que se asume que el costo de oportunidad de producir el bien 1
es igual a su precio relativo, es decir:
[8]
Los precios relativos definen los incentivos que tiene la economía doméstica, en este caso, para
producir el bien 1. Como la configuración de las economías es la misma, entonces la ventaja de
producir el bien 1 se traduce en una diferencia con los precios relativos internacionales, definiendo
de esta forma un rango para los términos de intercambio, así:
Existe una ganancia sobre los
costos relativos
No hay excedente
No hay ganancia sobre los
costos relativos
De la misma manera, para la economía exterior, que tiene ventaja sobre la producción del bien 2, se
tiene un incentivo a partir de los precios relativos internacionales. De esta forma, la oferta relativa
mundial debe su forma a los términos de intercambio (precios relativos internacionales), así:
[9]
Es posible decir que las economías generan un vínculo relacionado con el volumen de producción
de cada bien, para este caso: la curva
. Ya que la forma de esta curva está determinada por
los términos de intercambio, la vinculación de cada sector productivo con el sector internacional
depende también de la relación de precios internacionales. Partiendo del caso usual de las ventajas
comparativas de especialización completa, la estructura económica en red tiene la forma:
16
Ilustración 2 - Topología de red del equilibrio internacional para la especialización completa de cada país
En el equilibrio de especialización completa se tiene que:
Con lo que se definen los condicionantes del escenario internacional. Resulta que la estructura del
comercio internacional, para este caso entre dos países, es un mundo ultra-pequeño donde los
determinantes fundamentales (disponibilidad del factor productivo y preferencias) están a distancia
1. El equilibrio general del sistema tiene una particularidad estructural, a saber, la desaparición de
dos nodos ( , ) y la creación de dos nuevos vínculos ([q1, U*], ([q*2, U]). Esta redistribución del
sistema está basada en la proporción relativa de los términos de intercambio, es decir, la
productividad relativa re-direcciona la estructura de la demanda. En este hecho particular cabe
señalar la homogeneidad de los bienes producidos en las economías. La relación de sustitución de
los bienes es perfecta en el equilibrio, por lo que no se tiene en cuenta la función de la estructura de
la demanda en sí misma, sino de sus determinantes representativos. Esta estructura refleja la
presencia de un ciclo infinito, sin restricciones y, mucho menos, sin posibilidades de adaptación.
Pero la adaptación queda anulada ante la ausencia de fallos, es un equilibrio neoclásico, o mejor, un
ciclo absurdo. El problema fundamental radica en que el ciclo que resulta claramente, está
determinado por las “ventajas comparativas”, nada más. Un conjunto de equivalencias que resultan
en un bucle. Este concepto es totalmente incompatible con un sistema complejo de estructuras
relacionales que fluctúa constantemente, entre el colapso y las bonanzas, todas como resultado de la
acción humana, por demás, impredecible, más no incomprensible. Así pues, las “ventajas
comparativas”, tan estimadas a la hora de hacer política comercial, conduzcan irremediablemente a
un callejón sin salida
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Esto pone de relieve la importancia de la estructura de la demanda, pues la demanda efectiva es el
catalizador del proceso de generación de vínculos, dado que permite que se genere un vínculo entre
empresario y consumidor. Ahora, es necesario tener en cuenta que los cambios estructurales tienden
a generar cambios locales, por lo que las expectativas del empresario con respecto a la estructura de
la demanda tienen varios condicionantes, desde culturales hasta institucionales. No obstante, el
individuo representativo por parte de la industria, no permite captar la interacción que lleva a la
generación de vínculos al nivel de la demanda efectiva en otro país cualquiera. Es claro, por demás,
que las condiciones de la demanda en un país extranjero necesariamente influyen en las
expectativas y en el riesgo que tiene en cuenta el empresario a la hora de delinear algún tipo de
comportamiento estratégico.
Pero hasta aquí, en el modelo canónico, la importancia de los vínculos queda relegada a relaciones
de equivalencia, es decir de ajustes simultáneos sobre el comercio en equilibrio, partiendo del
equilibrio en autarquía. Queda entonces de lado el problema de la formación de la estructura, en
general, y de los flujos, en particular. Dicho de otra forma, la interacción local de los individuos y
los escenarios de coordinación son subestimados por el modelo.
Traer el modelo ricardiano de comercio a la forma de una red lleva a plantear ciertos casos:
En un sistema complejo adaptativo, como son las relaciones económicas, no tienen cabida
los ajustes simultáneos e instantáneos.
Si se definen satisfactoriamente las formas de las relaciones económicas en cualquier punto,
entonces es posible mostrar una dinámica en el sistema. Es de esperar que, desarrollando el
sistema a partir de otras características, la validez de las ventajas comparativas no se
sostenga.
La primera aproximación, es mostrar a partir del proceso de intercambio que las
propiedades del mercado interno, incompatibles con la autarquía, dependen de las
propiedades topológicas de la red relacional.
La acción de los agentes, así como la acción potencial, las expectativas el aprendizaje y la
interpretación generan estructuras con un cierto contenido estratégico. Existe concurrencia,
aglomeración y cooperación de nodos con fuertes programas estratégicos, es decir, existen
atractores de interacción; con relaciones internacionales de intercambio fluctuantes.
Sólo tomando el comportamiento de las economías en autarquía a partir de premisas
dinámicas, es posible mostrar que las ventajas comparativas son un concepto impreciso, por
lo menos teóricamente.
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Autarquía. Imposibilidad de formación económica.
Es claro que el fenómeno de la autarquía no se ha presentado en los países en vías de desarrollo. Es
decir, no ha existido una suerte de auto-suficiencia económica que lleve a pensar en la concurrencia
a un espacio donde las relaciones económicas están plenamente desarrolladas y gocen de un
equilibrio estable. En el modelo ricardiano, la autarquía se trata como la relación puntual entre un
productor y un consumidor, ambos representativos de un país. Sólo existe un flujo constante entre
este par de nodos. Pero un planteamiento semejante debería explicarse a partir de un proceso
dinámico de formación de vínculos, o relaciones fundamentales, como una organización topológica
con un volumen mínimo de entropía, es decir, con un aumento paulatino de la organización del
sistema de relaciones ante cambios en el entorno y por la presencia de fallos que, posiblemente y
ante la relativa escases de recursos, tiendan a minimizarse. El proceso de generación de vínculos, y
también de destrucción de éstos, que subyace al proceso de intercambio, contiene un conjunto de
factores que relacionan la actividad intrínseca de los sujetos con la posición estructural que su
comportamiento y el entorno determinan. De forma pues que un estado de autarquía como base para
un mercado internacional sugiere que existen cliques, o conjuntos de nodos relacionados entre sí
pero aislados del resto, que se organizan y desarrollan para después establecer una comunicación
con el exterior. Es demasiado suponer que, para el caso ricardiano de dos países, las relaciones
fundamentales que gobiernan un proceso productivo puedan encajar automáticamente con otro, al
tratarse de un claro “ajuste” esto no es posible. Lo que lleva a considerar que, si bien la economía
de un país se desarrolla autónomamente, los vínculos que se establecen entre sujetos de diferentes
países dan cuenta de una transfusión de conocimientos, códigos, tratos, et cétera. Se produce un
enlace entre los procesos productivos que varía de intensidad en el tiempo y genera cambios en las
relaciones fundamentales de cada sistema, hasta generar un componente (el mercado) vinculado por
múltiples puentes y nodos intermedios. La autarquía desvía la importancia del proceso de formación
de cada economía, de sus vínculos reales y los potenciales, aduciendo la presencia de un aparato
productivo a un desarrollo aislado, cosa que no puede aplicarse a un sistema complejo de relaciones
que cambian continuamente, teniendo que la base del cambio continuo es la transformación del
pensamiento y de la acción humana. Desde este punto de vista no es posible atribuir un
comportamiento “constante” a las relaciones económicas, y mucho menos, a la generación y
evolución de todo un mercado.
Fuera de los supuestos de los agentes representativos, es posible encontrar un enmarañamiento de
relaciones cada vez más complejo y masivo, lo que significa la creciente complejidad del sistema,
principalmente en lo difusos que se hacen los conjuntos de relaciones fundamentales, por ejemplo
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en la mera linealidad de oferta-demanda. Su estructura es mucho más que eso, da cuenta de un
conjunto masivo de procesos de decisión con condicionamientos locales y globales y consecuencias
en ambos sentidos. De forma que una estructura como la del comercio internacional no puede
entenderse en los términos de cantidades agregadas que se conectan a partir de relaciones de
equivalencia. Esto lleva a pensar el mercado interno como algo más complejo que un simple
conjunto de equivalencias que no varían en el tiempo. Es necesario observar la forma en que fluye
la información relacionada con el accionar humano, con el fallo de expectativas, con el riesgo sobre
decisiones fundamentales y sobre la aparición de condicionantes espontáneos, como las
revoluciones sociales y tecnológicas en los países.
Ciertamente, la complejidad de la estructura relacional, con todas sus determinaciones históricas, es
fundamental para comprender la naturaleza de los enlaces existentes entre los diversos componentes
que generan, y tienden a optimizar, ciertas funciones o actividades. En otras palabras, el
desenvolvimiento estructural de los sujetos, es decir, la conducta condicionada por factores locales
y globales, se incrusta en procesos evolutivos –adaptativos- de los diversos mercados que se erigen
como excitadores o inhibidores del proceso económico y social en general. La concentración de
actividad en un entorno de negocios o la expansión de un método novedoso, implica un tejido
social, una interrelación recíproca por medio de la cual se comunica el resultado de un conjunto de
relaciones. O sea, las relaciones humanas que transforman cada nivel de actividad están
circunscritas a la pro-alimentación y retro-alimentación de información, y no a equivalencias y
escenarios representativos. Es el carácter impredecible del devenir del conocimiento, las
expectativas y las preferencias pujando por escenarios de enlaces más o menos benéficos, en suma,
el comportamiento estratégico, cosa que es impensable como plana y lineal, es el condicionante del
desarrollo de toda una sociedad, desde las capas más “bajas” hasta las más “altas”. Es fundamental
para comprender la noción que lleva a la formación de rangos de coordinación y al refinamiento -y
creación- de medios más precisos para detallar la realidad de las relaciones humanas y sus fines. La
información, como sujeto disponible de interpretación y procesamiento se encuentra incrustado en
todo el desarrollo del mercado, donde se incluye también la generación espontánea de información
pertinente y superflua, pero con la misma capacidad de desencadenar grandes cambios a nivel
estructural. De modo que la representatividad, aunque senda necesaria en el pensamiento, se queda
corta para explicar la economía actualmente. No obstante, la estabilidad de los estados y la
posibilidad de errores, o cambios, espontáneos se asocia mejor a un continuo cambio en la
estructura de las posibilidades de desenvolvimiento que a un ajuste continuo, por ejemplo, en los
precios relativos entre países. Esto deja delante un panorama enteramente diverso que conduce de
los problemas metodológicos del individuo representativo y de la carga de la estática comparativa al
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entendimiento de la complejidad de los sistemas económicos, encarnados en los mercados y las
instituciones, y a las propiedades emergentes de cada nivel en la estructura relacional, global y
local. Así, resulta complicado entender el funcionamiento real de un sistema masivo que evoluciona
hacia límites insospechados, a partir de la comparación imprecisa de estructuras de oferta y
demanda simplificadas.
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