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Estudios Atacameños Universidad Católica del Norte [email protected] ISSN (Versión impresa): 0716-0925 ISSN (Versión en línea): 0718-1043 CHILE 2006 Hernán J. Muscio APROXIMACIÓN EVOLUTIVA A LA COMPLEJIDAD Y AL ORDEN SOCIAL TEMPRANO A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE REPRESENTACIONES RUPESTRES DE LA QUEBRADA DE MATANCILLAS (PUNA ARGENTINA) Estudios Atacameños, número 031 Universidad Católica del Norte San Pedro de Atacama, Chile pp. 9-30 Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal Universidad Autónoma del Estado de México

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Estudios AtacameñosUniversidad Católica del [email protected] ISSN (Versión impresa): 0716-0925ISSN (Versión en línea): 0718-1043CHILE

2006 Hernán J. Muscio

APROXIMACIÓN EVOLUTIVA A LA COMPLEJIDAD Y AL ORDEN SOCIAL TEMPRANO A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE REPRESENTACIONES RUPESTRES

DE LA QUEBRADA DE MATANCILLAS (PUNA ARGENTINA) Estudios Atacameños, número 031

Universidad Católica del Norte San Pedro de Atacama, Chile

pp. 9-30

Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México

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Aproximación evolutiva a la complejidad y al orden socialtemprano a través del estudio de representaciones rupestres de la

quebrada de Matancillas (Puna argentina)

HERNÁN J. MUSCIO1

RESUMEN

A partir del estudio de la elaboración rupestre de la que-brada de Matancillas (Provincia de Salta, Puna argenti-na), discutimos desde la perspectiva evolucionista algunosaspectos de la conducta social durante el Período Tempra-no en la región (1000 AC – 400 DC). En la escala localesta evidencia indica una sociedad heterogénea, con unadiversidad amplia de nichos sociales y un orden socialandrocéntrico. En la mesoescala, los geoglifos y petroglifosseñalando rutas de movilidad y territorios, sugieren orga-nizaciones sociales basadas en el intercambio entre gru-pos. Más particularmente, se sostiene que esta elaboracióncultural sirvió para la reproducción de instituciones socia-les derivadas de la competencia por el acceso y el uso delespacio productivo, donde intervino la transmisión cultu-ral para la replicación de los diseños rupestres y de lainformación atinente a la conducta social.

Palabras claves: complejidad social – arte rupestre – eco-nomías de producción de alimentos – arqueología evolu-tiva – elaboración cultural y sociobiología.

ABSTRACT

Based on the study of rock art in the gorge of Matancillas(Salta Province, Argentine Puna), this paper discusses,from an evolutionist perspective, a few aspects of socialbehavior during the Early Period in the region (1000 BC– 400 AD). In the local scale of analysis, it is argued thatevidence suggests a heterogeneous society, with a widediversity of social niches and an androcentric social order.In the meso-scale, the presence of geoglyphs andpetroglyphs indicating routes of mobility and territories,suggests social organizations based on inter-groupexchange. More particularly, we hold that this sort of cul-tural elaboration contributed to the reproduction of so-cial institutions that derived from the competition overthe access and use of productive spaces, where culturaltransmission controlled the replication of rock-art designsand information regarding social behavior.

Key words: social complexity – rock art – food productioneconomies – evolutionary archaeology – culturalelaboration and sociobiology.

Recibido: agosto 2005. Aceptado: diciembre 2005.

1 Grupo de Investigación Cultura, Comportamiento y Evolu-ción (GICCE), Sección Arqueología, Universidad de Bue-nos Aires, 25 de mayo 217, 3er piso (1002), Buenos Aires,ARGENTINA. Email: [email protected]

Introducción

La aplicación de modelos seleccionistas al análi-sis de sociedades humanas, posible luego de laformalización del modelo de fitness inclusivo(Hamilton 1964) de la teoría evolutiva de juegos(Maynard Smith 1964 y 1974; Trivers 1971;Dawkins 1976 y 1982; Gintis 2000), y la genéticade la conducta (Tooby y Cosmides 1992) demues-tran la existencia de una gran diversidad de adap-taciones sociales y sistemas organizativos,explicables por el principio de selección natural.Un aspecto crucial es que los procesos de evolu-ción y dinámica de la conducta social no tienenpatrones direccionales inherentes, sino contingen-tes con las propiedades del entorno (Krebs y Davis1991). Esto descubre lo inadecuado de las nocio-nes progresivistas de la evolución social (Dennet1995; Dickens 2000). Dentro del marcoseleccionista pueden analizarse, en escalas detiempo arqueológico, tanto el surgimiento de ins-tituciones sociales diferentes como las distintastrayectorias de aumento o disminución de la he-terogeneidad de las sociedades humanas. El ma-terialismo darwiniano permite distinguir los fac-tores causales de estos procesos evolutivos.

Este trabajo aborda el estudio de las representa-ciones rupestres desde una perspectiva darwiniana,buscando establecer correlatos de esta produccióncultural con la sociabilidad de poblaciones arqueo-lógicas. Por esta razón su contenido teórico esinevitable. Tomando como caso de estudio las re-presentaciones rupestres de Matancillas, Puna dela Provincia de Salta (Argentina), se discuten as-pectos del orden social durante el Período Tem-prano. A partir de la consideración de las repre-sentaciones rupestres como elaboración culturalde alto contenido comunicacional (Muscio 2002),se abordan los aspectos funcionales de esta pro-ducción cultural, enfatizando el análisis de patro-nes en las representaciones relacionados con ladimensión espacial del comportamiento social yla interacción entre individuos y grupos.

Estudios Atacameños N° 31, pp. 9-30 (2006)

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Aspectos teóricos: Arqueología evolutiva ydinámica social

La evolución de la sociabilidad humana, particu-larmente la interacción en grupos de acción co-lectiva, puede explicarse a partir de contextos se-lectivos favorables para el aumento del tamañode los grupos sociales de primates (Dumbar 1999).Es decir, mediante un proceso selectivo favorablepara la formación de unidades sociales grandes.En esta hipótesis, la competencia es la presión deselección natural (Foley 1995). Siguiendo esterazonamiento, Kosse (1994) argumenta que lacomplejidad sirve para mantener la eficiencia fun-cional de los grupos sociales humanos, en rela-ción al incremento de las interacciones y de lainformación, derivadas de un mayor número deindividuos. Desde esta perspectiva, que consideraa la competencia como la principal fuerza selecti-va operando en los procesos de evolución social,construyo la argumentación subsiguiente.

El término complejidad refiere al aumento de ladiferenciación de partes de un sistema cualquiera(Tainter 1995). En las poblaciones humanas lacomplejidad social se expande conforme aumentala diversidad de sus nichos sociales y se modifi-can las relaciones organizacionales de la estruc-tura social: los sistemas normativos que legitimantales nichos. Ambos aspectos, organización y di-versidad de nichos sociales, definen la escala decomplejidad social. Los sistemas normativos sonleyes societales, que controlan los conflictos deinterés por el acceso a los recursos bajo compe-tencia (Chagnon 2000: 119).

En la acepción más general, el concepto de nichoconstituye el conjunto de las adaptaciones de losorganismos a las variadas dimensiones de su en-torno (Pianka 1995). Considerando la dimensiónsocial del entorno, los nichos sociales puedendefinirse como los roles sociales, que tienen losindividuos en una organización social de cualquierescala (ver Sugiyama y Chacon 2000). El domi-nio del nicho social incluye al conjunto de adap-taciones individuales relacionadas con las propie-dades de las organizaciones sociales de la pobla-ción. Estas se relacionan estrechamente con la baseeconómica (Winterhalder 2001). A partir de estasdefiniciones, la diversidad social (la cantidad to-tal de nichos sociales distintos) y el sistema derelaciones organizacionales de la estructura socialson propiedades de una población evolutiva.

Los nichos sociales ocupados por los individuosvarían en relación al contexto socioecológico, lashabilidades, el sexo y la historia de vida. En otrassociedades de primates existe una variedad denichos sociales que incluyen jerarquías (Wilson1975). Un mismo individuo puede simultáneamen-te ocupar más de un nicho social. Por ejemplo, ensociedades humanas, ser artesano especializado ycazador. El repertorio de comportamientos aso-ciados a un nicho social puede resultar de la ex-presión de información genética, cultural o deambas (Durham 1992). Cuando predomina latransmisión cultural para estos roles y cuando es-tos aumentan en diversidad, la información cultu-ral atinente a la conducta social aumenta en elnivel del grupo.

La perspectiva evolucionista implica una rupturacon el pensamiento esencialista. Así, la compleji-dad social humana es conceptualmente una varia-ble con una gradiente de estados, no reducibles aorganizaciones típicas (bandas, jefaturas, señoríos,Estados). Además, el darwinismo difiere del pa-radigma progresivista spenceriano, ya que sostie-ne que la dinámica del comportamiento social estácanalizada por las propiedades cognitivas de laespecie y es sensible a las características cambian-tes de la historia cultural y el entorno ecológico,y sin direccionalidad. En suma, se sostiene que laescala de complejidad de una sociedad humanaes una función creciente de la competencia y dela proliferación de nichos sociales diferenciados(Muscio 2004).

En el marco teórico de la arqueología evolutiva,las representaciones rupestres son extensiones delfenotipo humano, cuya variación y persistenciapueden ser explicadas por procesos selectivos endistintos niveles, y por la acción de la transmi-sión cultural (O’Brien y Lyman 2002). El interésde este trabajo es explorar cómo esta construc-ción cultural es informativa de la sociabilidad depoblaciones con nichos económicos agropastorilestempranos en la Puna de Salta.

La ocupación de la quebrada de Matancillas:Agricultura, competencia y sociabilidad

La quebrada de Matancillas se localiza sobre laCordillera Oriental en el valle de San Antonio delos Cobres, con una altitud promedio de 3670m.snm (Figura 1). Esta quebrada constituyó unhábitat local en el mosaico ecológico regional,

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Figura 1. Localización de la quebrada de Matancillas y de los sitios arqueológicos mencionados en el texto.

favorable para su colonización por poblaciones conun nicho económico en el cual la agricultura fuela estrategia predominante (Muscio 2002). La in-formación obtenida de los sitios Matancillas-1 yMatancillas-2 (en adelante M1 y M2 ) expone untiempo de ocupación breve en la escala arqueoló-gica. El rango radiocarbónico de la misma, obte-nido a partir de cinco dataciones C14, está entrelos 2040±40 AP (UGA 8624) y 1925±80 AP (AC1659), fechas sin calibrar. Esto sugiere un proce-so de colonización y extinción local oportunista,

esperable en ambientes fluctuantes, donde laestocasticidad ambiental (fluctuaciones imprede-cibles) genera un entorno selectivo de riesgo. Eneste planteamiento, extinción local refiere a laextirpación de una población local de su hábitat.Los trabajos en Matancillas expusieron una dis-tribución heterogénea de estructuras de cultivo,sugiriendo una táctica agrícola de manejo de ries-gos, y exponiendo que la estocasticidad, propiadel bioma de desierto de altura puneño, fue qui-zás la principal presión selectiva (Muscio 1998).

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10 km

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Geoglifos

Bolivia

Argentina

Chile

–(ARG.)

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La evidencia cerámica relaciona a la ocupaciónde Matancillas con la Tradición Alfarera San Fran-cisco (TASF) (Muscio 2004). La estrategia tecno-lógica de esta ocupación estuvo orientada a lamaximización de la utilidad de los recursos y fuealtamente dependiente de materias primas no lo-cales. Por ejemplo, las obsidianas de Zapaleri yTocomar explican el 76% de los artefactos líticos.Esto permite sostener la existencia de inter-acciones sociales de gran escala espacial, entrepoblaciones locales distantes. Tomando como cen-tro a Matancillas, esta evidencia implica un espa-cio de interacción social de aproximadamente96200 km2. Además, esta materia prima, dominala muestra de artefactos líticos de la quebrada deUrcuro, también en el valle de San Antonio delos Cobres. Su ocupación actualmente conocidaes alrededor de 450 años posterior a la deMatancillas (Muscio 2004). Esto indica que laspoblaciones locales de Matancillas y Urcuro par-ticiparon de una sociedad de macroescala, en don-de las interacciones basadas en el flujo de bienesfueron perdurables en el tiempo. Por otra parte,la obsidiana de Cerro Zapaleri está presente tam-bién en Huirumpure (Susques) y en Las Cuevas(prepuna de la Provincia de Salta) (Yacobaccio etal. 2002). Cada uno de estos casos sugiere unaprofundidad temporal extensa de las redes de cir-culación de estos bienes, y la continuidad de lar-go plazo de una sociedad espacialmente muyinclusiva, que perduró aun cuando algunas de laspoblaciones locales se extinguían. Sobre la basede esta información desarrollamos las principaleshipótesis acerca del orden social que debió preva-lecer durante el Período Temprano en la región.Nos interesa generar proposiciones en la escalalocal (la quebrada de Matancillas y sus inmedia-ciones) y en la mesoescala (la Subárea Circum-puneña), considerando los efectos de la compe-tencia en la sociabilidad humana, para luegoevaluar las representaciones rupestres bajo lasmismas.

Hipótesis de escala local

En la escala local, la quebrada de Matancillas, unacuestión importante es el efecto de la escasez delos terrenos de cultivo. Podemos modelar estoapelando a funciones de fitness simples, pero quecaptan la naturaleza del problema (Smith yWinterhalder 1992). Así, planteamos que el valordel espacio productivo debió seguir una funcióncreciente en los inicios de la colonización de

Matancillas durante el Período Temprano (Figura2). Considerando el valor del espacio productivoen fitness esperamos que en un ciclo inicial (t)este aumente aceleradamente en relación con sucantidad. Es decir, cada fracción x de terreno nue-vo tiene un mayor valor marginal al ya poseído.En la Figura 2 el paso de x1 a x2, sobre el eje yilustra este razonamiento. En este caso la nuevaunidad de espacio a incorporar, de idéntica canti-dad, triplica la ganancia de fitness (w2=3w1). Así,existe intergrupalmente un incentivo creciente porla demanda del espacio local.

En nuestro planteamiento la demanda de espaciosde cultivos debió seguir dos objetivos: 1) la ob-tención de parcelas para satisfacer los requerimien-tos de las unidades domésticas, y 2) la dispersiónespacial para minimizar riesgos. Así, la escasezdel espacio productivo plantea un escenario deaumento de la competencia, conforme aumentanlos requerimientos productivos de maneradensodependiente. Esto hace esperable la emer-gencia de comportamientos basados en la compe-tencia y la posible exclusión territorial que de-mandan sistemas de ordenamiento de las posibili-dades de dispersión espacial y acceso al espacio(Wilson 1975; Winterhalder y Goland 1997).Ambos aspectos debieron requerir de órdenes so-ciales e instituciones adecuadas para garantizar elacceso local a los campos de cultivos, mitigandola competencia interindividual a partir de la exis-tencia de jerarquías que absorben los costos demantener el bien colectivo: el orden social, obte-niendo beneficios privados (Boone 1992). Estos

Figura 2. Función de fitness del espacio productivo.

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beneficios pueden ser ganancias en fitness indivi-dual reproductivo o en fitness inclusivo sin nece-sidad de acceso diferencial a recursos económi-cos, sino ligados al estatus (Durham 1992;Chagnon 2000). La existencia de una sociedadheterogénea, con líderes, es una de las hipótesisque discutiremos.

Hipótesis de mesoescala

Es importante considerar que los beneficios de laexplotación de recursos limitados no pueden cre-cer indefinidamente de manera exponencial. Poresto esperamos que, conforme aumente la persis-tencia de la población local en un estado de cre-cimiento no estacionario, la función de valor delespacio productivo pronto revierta a un ciclo debeneficios marginales decrecientes. En la Figura2 esto ocurre en t+1. Aquí el beneficio obtenido(w5), en el pasaje desde x4 a x5, es mínimo com-parado a (w2) del ciclo anterior. En tal contexto,la competencia intragrupal por el espacio declina,y puede ser mucho más costosa que la obtenciónde recursos críticos a partir de poblaciones veci-nas, lo que da lugar a la emergencia de sistemasde cooperación basados en el intercambio recí-proco, en economías abiertas y simbióticas. Estoes de especial importancia en relación con las tác-ticas de manejo del riesgo, que consumen espacioextra y aumentan los costos globales de la pro-ducción. En este contexto se espera que declineel incentivo por la búsqueda de mayor espacio siexiste la posibilidad de obtener recursos que amor-tigüen el riesgo de vecinos. Se trata de un cambioen la táctica de manejo de riesgo, que aumenta laescala espacial de la obtención de recursos a par-tir del intercambio interregional en detrimento dela búsqueda de más espacio local para la disper-sión de campos (Muscio 2004).

Considerando que los hábitats locales de la Punanorte de Argentina para poblaciones agroganaderasson, en general, de baja calidad, esperamos queel ciclo de valor decreciente del espacio producti-vo se alcance rápidamente con densidades pobla-cionales bajas. En este contexto predominaránestrategias de beneficio mutuo entre poblacionesvecinas en la mesoescala, la Subárea Circum-puneña. Esto da lugar a la emergencia y persisten-cia selectiva de redes de interacción basadas en elintercambio interregional, donde las unidades

domésticas son las unidades de intercambio; perotambién a la competencia intergrupal por los es-pacios locales, y la defensa y demarcación terri-torial de estos. Esta hipótesis de cooperación ycompetencia intergrupal en la mesoescala es elsegundo planteamiento que abordaremos en elestudio de las representaciones rupestres deMatancillas. Particularmente, analizando la pro-ducción rupestre vinculada con la movilidadinterregional y la demarcación de territorios, enla línea desarrollada por otros autores (Núñez1976, 1983; Yacobaccio 1979; Muñoz y Briones1998; Aschero 2000).

Más generalmente, Aschero (2000: 17) destacó elrol de las representaciones rupestres como partede estrategias de “comunicación visual” de lassociedades surandinas, cuya modalidad habríacambiado formas y significados a lo largo deltiempo. Para el Período Temprano propuso unmodelo de dos bloques temporales, con diferen-tes patrones en la diversidad de las representacio-nes rupestres circumpuneñas. El primero “a” (ca.2500 AC a 900 DC) se caracterizó por una altadiversidad regional de diseños, y estuvo asociadocon redes de tráfico caravanero de larga distanciay con los inicios de las economías productivas(Aschero 1996). El segundo “b” (ca. 900-1000DC) se caracterizó por una mayor homogeneidadde los patrones de diseño, principalmente de fi-guras humanas y camélidos, lo cual se vinculócon la reducción de las distancias abarcadas porlas redes de tráfico y por un patrón de cambiomucho más rápido. Exploraremos también estasideas en el estudio de las representaciones rupes-tres de Matancillas, en relación con los mecanis-mos de transmisión cultural que pueden explicareste patrón. Aschero concibe explícitamente a lasrepresentaciones rupestres como elementos suje-tos a la transmisión de información socialmenteaprendida, replicados selectivamente por los indi-viduos en contextos socioeconómicos particula-res (Aschero 1996 y 2000). Por lo tanto, esta pro-puesta es adecuada para estudiar la variabilidaden los diseños de elementos iconográficos, a par-tir de su replicación diferencial mediada por latransmisión cultural, es decir, en términosdarwinianos (Boyd y Richerson 1985). Más aún,este acercamiento es compatible con la concep-ción de las representaciones rupestres como unaextensión del fenotipo humano.

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Características de la elaboración rupestre deMatancillas

La elaboración rupestre de Matancillas consiste enpetroglifos y geoglifos. Los primeros son graba-dos sobre soportes de ignimbrita que afloran enlas serranías contiguas a los sitios excavados M1,M2, y de un sitio no excavado, Matancillas-3 (M3).También se presentan no asociados a sitios conevidencias de ocupaciones, estos son MatancillasPetroglifos-1 y 2 (MP1 y MP2). Los geoglifos songrandes camélidos hechos con bloques de cuarzoblanco alineados, sobre sectores altos del faldeode los cerros. Detectamos dos conjuntos, Matan-cillas Geoglifos-1 y 2 (MG1 y MG2). Los geogli-fos y los petroglifos se diferencian por los moti-vos representados, los recursos visuales emplea-dos y el emplazamiento de las representaciones.

La evidencia de geoglifos es nueva en Argentina.No así en el norte de Chile (Núñez 1976 y 1983).Sin embargo, entre ambas existen diferencias sus-tanciales de diversidad, estilo, diseño, y manufac-tura. En Matancillas son estructuras simples yesquemáticas. Discutiremos esta evidencia sobrela base de la temporalidad de los sitios excavados.Desde el diseño, podría sugerirse una temporali-dad algo mas tardía en el Formativo regional, so-bre la base de la tendencia al esquematismo y lalinealidad detectada en el arte rupestre para laPuna argentina (Aschero 1996). Sin embargo, larepresentación de camélidos en geoglifos asocia-dos a rutas tiene antecedentes en el Formativo delnorte de Chile, particularmente en Cerro Sombrero,que si bien se diferencian de los de Matancillas porla modalidad de ejecución son similares en sudiseño (Muñoz y Briones 1998). Dado que enMatancillas no hay evidencias de ocupacionesposteriores al 100 DC, asignamos hipotéticamentelos geoglifos al Período Temprano (González1977). Junto a los geoglifos, en superficie se ha-llaron cabezales líticos triangulares, similares alos de excavación, dando más sustento a la asig-nación temporal (Muscio 2004). Otros indica-dores cronológicos más robustos resolverán estahipótesis.

En cuanto a lo metodológico, realizamos elrelevamiento de las representaciones rupestresmediante la confección de calcos sobre acetato,el procesamiento de fotografías mediante filtrosdigitales de contraste, registro fílmico y localiza-ción geográfica GPS de los lugares con represen-

taciones rupestres. La metodología se basó enconsiderar a las representaciones individualescomo unidades mínimas de análisis. Estas, al igualque los artefactos, poseen atributos que caracteri-zan a su diseño y a su variabilidad. Las represen-taciones individuales o los agregados de represen-taciones, fueron catalogados asignándoseles unnúmero de panel. Los paneles consisten en secto-res discontinuos de los afloramientos rocosos delsoporte de los petroglifos. La discontinuidad delos mismos es consecuencia de la forma discretade la distribución de planos naturales en los aflo-ramientos rocosos, útiles como soporte. A conti-nuación caracterizamos a los petroglifos y a losgeoglifos de Matancillas.

Petroglifos

Los petroglifos fueron realizados mediante el pi-cado de cuerpo lleno. En las representacioneshumanas tienen una fuerte captación analítica (Fi-gura 3). Los diversos motivos incluyen figurashumanas simples, figuras humanas zoomorfizadas,figuras zoomorfas, pisadas humanas y decamélidos, líneas sinuosas, y representaciones es-quemáticas de los asentamientos, o maquetas. Es-tas son circunferencias y figuras geométricas irre-gulares de distinto tamaño, adosadas. En un casoinferimos que junto al asentamiento se representóel curso del río Matancillas, con líneas sinuosascoincidentes con el recorrido del cauce en el sectorde emplazamiento del panel. En términos genera-les, la mayor parte de estas representaciones sehallan aisladas en los paneles. En algunos casos,donde se presentan agrupaciones, se pueden dis-tinguir “escenas”, entendiendo a estas últimas comoa los agregados de representaciones rupestres queconstituyen una unidad de representación de ac-ciones, llevadas a cabo por entidades humanas,no humanas o sobrenaturales, y donde fundamen-talmente intervienen las interrelaciones entre losreferentes representados y las articulaciones conel soporte sobre el que están dispuestas. En estostérminos, las escenas pueden representar accio-nes de la vida cotidiana, ritual o religiosa (Figura3e). De la misma manera que las representacio-nes individuales, las escenas sirven para la trans-misión de información social formando parte dela “cultura simbólica” (sensu Chase 1999).

En M1 y M2 la localización de los paneles rupes-tres está en vinculación directa con los sitios. Enambos casos se ubican en los farallones de

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Figura 3. Ejemplos de representaciones rupestres de Matancillas: a, b, c, f y g) representaciones antropomorfas; d) pisadas; e) escenas.

a b c

d e

f g

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ignimbrita que afloran en los cerros. En M1 lospaneles con petroglifos se hallan en todo el sec-tor oriental del sitio. El total de paneles relevadosfue de 14. En M2 el total de petroglifos es detres, localizados en el sector occidental del sitio,separados del mismo por un pequeño cauce. EnM3, que está emplazado en el sector intermediode la quebrada, el total de paneles es de 72. Lasrepresentaciones rupestres se concentran en unpeñasco de ignimbritas que sirvió para el soportede múltiples paneles. Este sitio aún no se haexcavado. No obstante, en todo el sector donde selocalizan los paneles existen concentraciones deartefactos de superficie comparables a las de M1y M2, canchones de cultivo probablemente arqueo-lógicos y corrales arqueológicos. Esto sugiere queel contexto en el cual se replicaron las represen-taciones rupestres fue doméstico y productivo.

Los petroglifos de MP1 y MP2 se localizan encontextos totalmente diferentes al resto. El em-plazamiento de ambos ocurre en sendas que co-nectan a la quebrada de Matancillas con el fondode cuenca del valle de San Antonio de los Co-bres, sin estar asociados a ninguna clase de insta-lación residencial o productiva. Esto no podría serde otra manera, dado que los petroglifos se em-plazan en sendas escarpadas entre los cerros degran pendiente y altura. En MP1 hay un solo pa-nel que se encuentra destruido por la exfoliacióndel soporte. Por esta razón no se discutirá esteconjunto, pero señalamos que los apenas cincomotivos que se conservan, constituyen pisadashumanas y círculos picados. En MP2, hay dospaneles bien conservados. Estos se emplazan la-teralmente a una senda muy estrecha y de granpendiente, localizada en un sector muy escarpadodel tramo intermedio del cerro meridional en elcual comienza la quebrada de Matancillas. Am-bos conjuntos de representaciones están distan-ciados de los sitios residenciales aproximadamente8 km. Por la ubicación de los mismos, el contex-to de uso y replicación de las representacionesrupestres fue de tránsito y movilidad.

Todos los petroglifos se disponen de manera ho-rizontal o ligeramente inclinados con respecto alterreno. Por esto, el espacio visual en su conjuntoes perceptible ubicándose por encima de las figu-ras, es decir, cuando el observador se posicionaverticalmente a las mismas. No creemos que estose deba a los condicionantes de la roca de basesobre la producción rupestre, debido a que esta

ofrece superficies sobre las cuales se pudieronhaber realizado grabados dispuestos en planos la-terales, para ser observados de manera perpendi-cular, como ocurriría en el caso de paredes natu-rales. En consecuencia, consideramos que se tra-tó de un atributo visual que formó parte del dise-ño de los petroglifos, cuya ejecución fue realiza-da para que sean vistos en situaciones tales comolas de caminata. Es muy significativo el caso deM1 y M3, donde las representaciones son visi-bles conforme se asciende o desciende del sitio; yde las presentaciones de MP1 y MP2, donde sonvisibles cuando se transitan las sendas de ascensoy descenso entre los cerros.

Geoglifos

Los geoglifos fueron construidos mediante hile-ras de bloques de cuarzo de dimensiones varia-das, enterrados en los sectores altos, pero menosescarpados de los cerros (Figura 4). Las represen-taciones consisten en grandes figuras de crías decamélidos y camélidos adultos (Figura 4a). Eldiseño de estas figuras es esquemático y estático,y se perciben alineadas cuando son vistas a unadistancia de aproximadamente 3 km. No obstantesu esquematismo, los geoglifos tienen un granrealismo, ya que se han destacado las patas, hoci-cos, orejas y colas de los camélidos mediante ro-cas de menor tamaño dispuestas para resaltar lasformas. La presencia de los geoglifos ocurre enla línea de cerros occidentales del valle de SanAntonio de los Cobres que separan a las quebra-das de Urcuro y Matancillas, en dos lugares dife-rentes de la entrada a Matancillas.

El primer conjunto, MG1, se encuentra en elfaldeo de un gran cerro paralelo al río San Anto-nio de los Cobres. Es decir, que las representa-ciones son visibles desde el fondo de cuenca delvalle, contiguo a Matancillas, y no lo son desdeel interior de las quebradas. El conjunto está com-puesto por dos representaciones y es el mejorconservado (Figura 5). El segundo conjunto, MG2,se localiza en la entrada de la quebrada deMatancillas, y también se compone de dos repre-sentaciones. Este conjunto está muy deteriorado,reconociéndose las figuras desde una distancia deaproximadamente 500 m, siendo únicamente vi-sible desde el interior de la quebrada, particular-mente cuando se atraviesa un portezuelo que co-necta ambos conjuntos (Figura 4). En efecto, laubicación de MG2 ocurre sobre el faldeo oeste de

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Figura 4. Localización de los geoglifos en la quebrada de Matancillas: a) Detalle de las figuras.

Figura 5. Fotografía de los geoglifos de Matancillas, conjunto MG1.

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un pequeño cerro lateral al valle de San Antoniode los Cobres, que comunica directamente a laquebrada con el fondo de cuenca. Actualmente estasenda natural es utilizada como un atajo para elmovimiento de personas y animales hacia el fon-do de cuenca, e implica subir hasta una altura de4110 m.snm, desde donde se desciende fácilmen-te hacia el fondo de cuenca.

Todos los puntos destacados de este trayecto es-tán señalizados con representaciones rupestres, quedemarcan tramos dentro del recorrido. Los pun-tos extremos están señalizados por los geoglifos,la depresión entre la línea de cerros que forma elabra, está señalizada por petroglifos –es el casode MP1– y por una apacheta moderna; los secto-res de descenso también están señalizados conpetroglifos paralelos a caminos muy estrechos, tales el caso de MP2.

Comportamiento social y representacionesrupestres

A partir de la ubicación espacial de las represen-taciones rupestres, distinguimos dos contextos dereplicación y uso de las mismas, que son mutua-mente excluyentes. El primero es el contexto do-méstico-productivo, que comprende lugares conrepresentaciones rupestres directamente asociadasa estructuras residenciales o productivas, talescomo las representaciones rupestres de M1, M2 yM3. El segundo es el contexto de tránsito. Se tra-ta de sectores en el paisaje que sirven para la cir-culación de corta distancia, en la escala local, yde mayor distancia entre diferentes regiones quevinculan a distintos grupos sociales. Las repre-sentaciones rupestres de estos contextos ocurrenen espacios alejados de las residencias, como lospetroglifos de MP1, MP2, y los geoglifos MG1 yMG2.

Los dos contextos se diferencian por el marco yfundamentalmente la escala en el cual tiene lugarla conducta social que incluyó el uso de represen-taciones rupestres. La distinción de ambos con-textos es metodológica, explícitamente diseñadapara discutir las hipótesis de trabajo. Teóricamen-te estos son distintos contextos selectivos, clavespara el estudio de los procesos de selección queactuaron sobre las representaciones, a partir desesgos derivados del comportamiento social deindividuos o grupos. En los contextos doméstico-productivos esperamos que la replicación de mo-

tivos rupestres haya seguido sesgos derivadosmayormente de la vida cotidiana de los indivi-duos. En los contextos de tránsito esperamos quela replicación de diseños rupestres haya estadofuertemente sesgada por la conducta social, vin-culada con la movilidad y el flujo de individuos einformación, donde tienen lugar las interaccionesy la transmisión cultural en el nivel del grupo. Ladiferenciación entre estos dos contextos respondea las hipótesis planteadas que postulan escalas deinteracción social de distinto orden.

Sobre el total de las representaciones individua-les de la quebrada de Matancillas realizamos unaclasificación según el diseño de cada una de ellas.La Tabla 1 presenta para los dos contextos de usoy replicación de representaciones rupestres: 1) lafrecuencia de cada clase de representación, en lospetroglifos de M1, M2 y M3, MP2 y en losgeoglifos de MG1 y MG2; 2) el total de represen-taciones identificadas de cada clase por conjunto;3) la riqueza de clases de cada conjunto; 4) la fre-cuencia de representaciones no identificables; 5) lapresencia o ausencia de superposiciones de repre-sentaciones en el conjunto total, y 6) la presenciao ausencia de escenas en los conjuntos. Comopuede verse existe una clara diferencia entre lasrepresentaciones rupestres presentes en los dosdistintos contextos de uso y replicación de lasmismas. En los contextos doméstico-productivosla riqueza de clases es mucho mayor, y son losúnicos en los cuales las figuras humanas estánrepresentadas, mientras que en los contextos detránsito predominan las pisadas, humanas y nohumanas (Figura 6). Esto prueba que actuaronmecanismos de replicación sesgada de represen-taciones rupestres que fueron diferentes en cadacontexto de uso del espacio. Más aún, permiteinferir que las representaciones rupestres sirvie-ron para señalizar el espacio de interacción socialen distintas escalas espaciales, donde las presio-nes selectivas que favorecieron la replicación demotivos y modalidades de diseño fueron diver-gentes, lo cual nos habilita para discutir las hipó-tesis planteadas.

Sociabilidad intergrupal y señalización delespacio mediante representaciones rupestres

A partir de la localización espacial de lospetroglifos y geoglifos, y considerando las clasesde representaciones ejecutadas, proponemos quela elaboración cultural llevada a cabo por las

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representaciones rupestres sirvió para: 1) demar-car territorios de uso exclusivo por grupos loca-les, y 2) para la señalización de circuitos de mo-vilidad local y de circuitos de movilidad que co-nectaron distintas sociedades en la mesoescala.

Con relación al uso de las representaciones ru-pestres en la señalización de territorios, es impor-tante la evidencia de los contextos domésticos yproductivos. En ellos encontramos representacio-nes antropomorfas de uno o más personajes enactitudes estáticas presentados frontalmente, decuerpos alargados, con los miembros superiores einferiores cortos esbozados, tocados y rostros de-lineados por el contraste con el fondo que no fuegrabado (Figura 7, M1 panel 29, ver también Fi-gura 3a). Estos diseños son similares a las repre-sentaciones alargadas pintadas, características delPeríodo Temprano y relacionadas con la represen-tación de los ancestros. Para estos diseños se haplanteado la relación entre la litomorfización delancestro en monolitos con la fertilidad de los cam-pos y la demarcación de territorios; es decir, larepresentación rupestre de las piedras cadáveres(González 1977; Aschero 2000). Siguiendo estainterpretación proponemos que en M1 y M3 es-tos diseños sirvieron para demarcar territoriosexclusivos, mediante la representación rupestre deancestros. Precisamente esta es una expectativa dela hipótesis de competencia territorial intergrupal.

Además, la representación de ancestros en loscontextos doméstico-productivos es una eviden-cia que favorece a la hipótesis de jerarquías basa-das en linajes, la cual se desprende de la lógicade la selección de parentesco (Maschner y Paton1995).

La señalización de espacios es también evidentepor las maquetas, ubicadas en contextos de pro-ducción, que pueden interpretarse como represen-taciones de los espacios explotados y de uso ex-clusivo por grupos locales (Figura 7, panel 27).Estos diseños aparecen asociados a representacio-nes de suris y camélidos (Figura 7, paneles 7, 14y 34). Respecto de la función de las representa-ciones en la señalización de circuitos de movili-dad, los petroglifos localizados en los contextosde tránsito, que comprenden representaciones conmotivos de pisadas humanas, círculos, y pisadasde camélidos (Figura 7, MP2 y M3 panel 42) su-gieren que sirvieron para señalizar el espacio demovilidad local e intergrupal. Estas representacio-nes se disponen en vías naturales que conectandiferentes zonas de obtención de recursos, y dis-tintos hábitats que albergaron potencialmente aotras poblaciones locales. Tal es el caso de lospetroglifos de MP1 y MP2, que se emplazan encaminos que conectan a Matancillas con la que-brada de Urcuro y con el fondo de cuenca. Deeste modo, proponemos que estas manifestacio-nes rupestres se vincularon con el circuito demovilidad de escala local, relacionado principal-mente con las actividades de predación y pasto-reo, y con la interacción con poblaciones vecinas.En cuanto a los geoglifos, proponemos que sufunción fue señalizar los circuitos de movilidadligados con el intercambio. En la mesoescala lageografía del valle de San Antonio de los Cobresestá organizada por la planicie del fondo de cuen-ca, la cual constituye un espacio en donde la cir-culación humana debió organizarse a partir de ladirección de la cuenca del río homónimo y susprincipales afluentes. En esta escala la planicieconecta, de norte a sur, al borde oriental de lapuna y la cuenca Guayatáyoc-Salinas Grandes conel norte del valle Calchaquí, y las quebradas deprepuna, como la quebrada del Toro. Hacia eloeste, siguiendo la cuenca del río Tocomar, el vallede San Antonio de los Cobres conecta con las tie-rras altas orientales de la Puna, y a mayor distan-cia con el norte de Chile. Etnográficamente exis-ten datos sobre el uso de estas vías de tránsitointerregional, en el intercambio de productos ya

Figura 6. Distribución de las clases de representacionesantropomorfas, zoomorfas y pisadas, en los sitios Matancillas-1,2 y 3 (M1, M2, M3) y Matancillas Petroglifos-2 (MP2).

40%

54%

6%

40%

50%

10%

37%

25%

38%

6%

94%

M1 M2

M3 MP2

Antropomorfas

Zoomorfas

Pisadas

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Figura 7. Ejemplos de representaciones por paneles de cada sitio.

sea desde la alta puna a los valles mesotermales oviceversa. Así, en la mesoescala es esperable quela señalización del espacio mediante representa-ciones rupestres ocurra en el fondo de cuenca.Precisamente esto es lo que muestran los geoglifosdel valle.

Tomando el modelo de Aschero (2000), la ocupa-ción de la quebrada de Matancillas se ubica en ellapso “a”, en una situación en la cual el tráficocaravanero abarcó grandes distancias, y donde la

diversidad iconográfica en el ámbito circumpu-neño fue mayor. Así, podemos proponer que unade las derivaciones de este modelo es que los di-seños rupestres fueron funcionales para señalizarrutas de intercambio de mesoescala, organizandoespacialmente a los circuitos de circulación debienes, en línea con lo propuesto por otros auto-res (Aschero 2000; Núñez 1983). Como vimos,los geoglifos constituyen diseños para ser vistosdesde distancias largas, cercanas a los 3 km. Lalocalización de MG2 sugiere que fueron concebi-

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dos para señalizar un punto del espacio en el re-corrido de la cuenca que desemboca en las Sali-nas Grandes, la que conecta al resto de las que-bradas laterales que presentan evidencias de ocu-pación humana durante el Temprano, como las delrío las Burras y Cobres (Fernández Distel 1998;Muscio 2004). Por esto, puede plantearse que elbeneficio obtenido por participar en redes de in-tercambio de gran escala debió justificar los cos-tos de producción de los geoglifos. Es decir, queesta producción cultural expresa también el bene-ficio del intercambio y de las interacciones socia-les de larga distancia.

Por otra parte, la localización de los geoglifos deMG1, en la entrada a la quebrada de Matancillassugiere que su construcción fue llevada a cabopara señalizar lugares en los cuales se realizó elintercambio. Notoriamente la tecnología deMatancillas fue muy dependiente de obsidianasprovenientes del Cerro Zapaleri, cuya obtencióndebió provenir del acceso indirecto o intercam-bio. Sobre la base de esta evidencia proponemosque la construcción de geoglifos fue llevada a cabocon el fin de señalizar espacios de tránsitocaravanero y lugares específicos con poblacionesintervinientes en las redes de intercambio. Asíseñalizados, los faldeos de los cerros se constitu-yeron en artefactos para la transmisión de infor-mación funcional para la interacción intergrupal,relacionada con el flujo de personas y bienes enuna estructura social de macroescala.

En suma, sostenemos que las representacionesrupestres de Matancillas emplazadas en contex-tos de tránsito y movilidad fueron el resultadodel comportamiento adaptativo en entornos so-ciales de alta interacción de grupos. Estainteracción se basó tanto en la competencia comoen la cooperación intergrupal establecida por elintercambio, y está en las expectativas de la hi-pótesis de sociabilidad de mesoescala. Más pre-cisamente, sostenemos que: 1) la representaciónde ancestros-cadáveres en los espacios domésti-cos señalizó territorios de uso exclusivo por gru-pos locales organizados en linajes, en un contex-to de competencia intergrupal; es decir, estas re-presentaciones fueron marcas territoriales; 2) lospetroglifos emplazados en contextos de movili-dad de corta distancia –como Matancillas yUrcuro– donde están ausentes las representacio-nes humanas sirvieron para señalizar los espa-cios de tránsito intervinientes en el rango de

movilidad de obtención anual de recursos y deinteracción con vecinos; 3) los geoglifos sirvie-ron para señalar los circuitos de movilidad de lasactividades de intercambio de mesoescala. A con-tinuación discutimos la elaboración rupestre deMatancillas, relacionada con los procesos detransmisión cultural de la conducta social en elámbito de lo doméstico.

Sociabilidad intragrupal y arte rupestre

En la quebrada de Matancillas las representacio-nes antropomorfas y las escenas que exponen ac-ciones colectivas se restringen únicamente a loscontextos doméstico-productivos, en donde elcomportamiento social está estrechamente vincu-lado con la vida cotidiana (Shennan 1988). Desdelo teórico este es el contexto donde tienen lugarlos procesos de transmisión cultural intragrupal,horizontal y vertical (sensu Cavalli-Sforza yFeldman 1983). Más precisamente, es el contextoen el cual actúan los mecanismos de aprendizajecultural de los patrones de comportamiento indi-vidual y los sistemas normativos de la conducta(Boyd y Richerson 1985). En los contextos do-mésticos la evidencia muestra una gran diversi-dad de diseños de representaciones de figurasantropomorfas y zooantropomorfas. Hay escenasdonde ocupan un lugar relevante los personajescon atributos destacados, tales como máscaras,probables tocados, bastones y hachas de mano(Figura 7, panel 8). Las escenas hacen referenciaa actividades sociales donde las figuras tienen grandinamismo, inclusive las que representaninteracciones entre personas y camélidos con atri-butos (Figura 7, panel 46). Estas escenas puedeninterpretarse como rituales colectivos (Figura 7,panel 8 y panel 46, con escenificaciones de coitoy probablemente danza, y panel 29). En cada unade estas escenas, interpretamos a los personajescon atributos particulares como individuos social-mente diferenciados. Estos aparecen también re-presentados de manera aislada, portando bastones(Figura 7, panel 7), o con piel de felino, en elcual se distingue la cola (Figura 7, panel 22). Esteúltimo rasgo es característico del Período Tem-prano, como también lo son las escenas de activi-dades sociales con la presencia de individuos conbastones, hachas de mano, máscaras o tocados(Aschero 1996, 2000). Se ha planteado que estosatributos son indicadores de diferencias de estatuso poder, vinculados con las economías producti-vas (Aschero 1996; Aschero y Korstanje 1995;

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Korstanje y Aschero 1996). Esta interpretación esincompleta, dado que estas representaciones pue-den tener por referentes iconográficos a clases deartefactos que funcionan como “emblemas”(Nielsen 2005, 2006) presentes en el bagajeartefactual de la población. Esto es importante,ya que los emblemas marcan posiciones en unaestructura social y cuando son corporativos lo ha-cen en una estructura en la cual las posicionesson apropiadas por grupos, donde los individuosque ocupan esas posiciones lo hacen transitoria-mente (Nielsen 2006). Este parece ser el caso deMatancillas. En nuestra opinión, esperamos queconforme aumenta la importancia socialmente sig-nificativa de los emblemas estos tiendan a mate-rializarse en artefactos de alto costo, al serviciode la transmisión cultural de informaciónidentitaria culturalmente legitimada por sistemasnormativos del comportamiento (Shennan 2003).Más generalmente proponemos que la existenciade una alta diversidad de emblemas materializa-dos en artefactos de alto costo manifiesta una es-tructura social con un aumento en la diferencia-ción y en la institucionalización de los nichossociales ocupados por los individuos, y la expre-sión de poblaciones socialmente heterogéneas.

Aschero (1996) sugiere que en el N.O.A. entre200-500 DC cobran importancia los tocados comorepresentaciones de estatus, así como las armas ylos rasgos felínicos en las figuras de humanos ycamélidos, aplicados a máscaras y tocados. Estosatributos están presentes en M1, M2 y M3. Esimportante destacar la presencia de personajes conmáscaras, tanto en escenas como en representa-ciones aisladas. Hay dos casos en los cuales lafidelidad de la replicación de los mismos es muyalta (Figura 7, paneles 33 y 32). Se trata de figu-ras humanas zoomorfizadas, donde se destacan losrabos que pueden ser atribuibles a colas de pielesde felinos utilizadas como capas. Los rostros pre-sentan rasgos felínicos en la nariz y la boca. Elpersonaje central de la escena de danza y coito deM3 tiene estas características. En su cintura pre-senta lo que puede interpretarse como tamboriles,y en su mano porta un bastón. El personaje tam-bién presenta cola atribuible a felino (Figura 7,panel 29). Lo mismo se observa en M1, en unaescena donde el personaje central presenta atribu-tos similares (Figura 7, panel 8). En este mismositio, se obtuvo la figura modelada de cerámicade un rostro con rasgos de felino, la cual podríaser el referente en la alfarería de esta iconografía

rupestre fechada a comienzos de la era (Figura8a). Estos personajes con atributos diferenciadosa menudo portan tocados que pueden ser inter-pretados como emplumaduras. Esto es claro en elpersonaje del extremo inferior de la Figura 7, pa-nel 46, el cual también porta en su mano un bas-tón doble. Es importante señalar que de contextosexcavados se obtuvieron tecnologías de alto costoy uso no utilitario. Es el caso de las pipas, proba-blemente vinculadas con actividades de alta sig-nificación social (Figura 8b). En M1 y M3, tantola escena como el personaje central presentan unaalta fidelidad de replicación, lo cual sugiere laacción de sesgos muy fuertes para la transmisióncultural de estos motivos, especialmente de la in-formación acerca de las acciones representadas enlas escenas. Sugerimos que fueron sesgos que fa-vorecieron la transmisión de patrones de compor-tamiento en rituales colectivos, donde se expresa-ron fuertemente las jerarquías y los nichos socia-les de los individuos.

Como hipótesis interpretativa puede plantearse queestas escenas representan rituales colectivos, dondese expresaron las diferencias sociales, ya que enestas representaciones hay: 1) agregación de in-dividuos en los cuales se destaca su dinamismo;2) diferenciación de los individuos por los atribu-tos y atuendos que se representaron y por su posi-ción en las escenas; 3) representación de persona-jes centrales demarcados por atributos que remitena emblemas, tales como bastones, máscaras y to-cados, y 4) porque etnográficamente, y a nivel deespecie, cada una de estas características definenla conducta ritual colectiva (Chase 1999). En es-tos términos, el ritual es un conjunto de conduc-tas colectivas e intencionales orientadas a expre-sar aspectos de la cultura simbólica de un grupo,

Figura 8. a) Modelado cerámico con la representación de unfelino, procedente de Matancillas-1; b) pipa angular procedentede Matancillas-2.

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a partir de la dramatización de roles individualesque tienen sentido en una narrativa grupalmentesignificativa. Si bien los aspectos temáticos de estanarrativa no pueden discutirse con la evidenciadisponible, desde la teoría sí es posible inferiralgunos elementos funcionales de esta conducta.Ya hemos planteado (Muscio 2004) que el ritualcolectivo es un contexto propicio para la compe-tencia interindividual por ocupar nichos deliderazgo en la sociedad, en donde la conducta deorganización y ejecución de los mismos constitu-yen señales costosas (Zahavi 1977), informativasde las habilidades de liderazgo de los individuosen displays con audiencias públicas (Chase 1999).En estos términos, el ritual fue un medio para latransmisión interindividual de los patrones de con-ducta social, y probablemente para la competen-cia por nichos sociales de liderazgo. Es decir,constituyeron conductas colectivas en donde tuvolugar la transmisión cultural de los sistemas nor-mativos del comportamiento interindividual eintergrupal, y la competencia para conseguir omantener roles institucionalizados de liderazgo(Shennan 2003). En tales performances debieronser claves las ideas mágicas contraintuitivas,generalizables en cualquier sociedad humana(Boyer 1999). Estas ideas forman parte de siste-mas cognitivos que permiten mezclar conceptosde distintos dominios naturalmente separadoscomo, por ejemplo, animales con característicashumanas y al servicio de la transmisión cultural(Boyer 1999). Sin descartar otras cuestiones vin-culadas a los ritos (p.e., rogativas por el pasto-ralismo, la agricultura o la caza; Aschero 2000);nuestra hipótesis es que en el marco de tales acti-vidades grupales, tuvo lugar la transmisión cultu-ral, que mediante el uso de cultura material sirviópara replicar información atinente a la conductasocial, la demarcación de jerarquías y la repro-ducción del orden social e institucional. Es decir,para la creación de individualidades.

A partir de las representaciones rupestres es posi-ble postular algunas hipótesis acerca de los as-pectos más generales del orden social caracterís-tico de la ocupación temprana de Matancillas.Entre la diversidad de representaciones antropo-morfas es importante destacar la presencia de atri-butos que indican el sexo de los personajes repre-sentados, los cuales son siempre masculinos. Lademarcación sexual está asociada con elementosdel género: la expresión cultural de la diferencia-ción sexual. Al respecto, las representaciones

masculinas –en las que se ha destacado el pene–son las únicas que presentan los atributos asocia-dos con desigualdad de poder.

Por otra parte, existen representaciones carentesde rasgos que sugieran sexo, las que en su mayo-ría son de menor tamaño que las masculinas. Estoes claro en las escenas. Estas representaciones sonvariadas, pero en ningún caso portan emblemasde jerarquías. Hay una representación aislada enM1 de un personaje de frente con las extremida-des ejecutadas frontalmente, con una piernasemiflectada, donde la relación figura fondo de-marca la silueta del rostro, y lo que probablemen-te sea un tocado, y que puede interpretarse comouna mujer que porta un cuenco (Figura 3f). Otroscasos de representaciones que probablemente re-miten a mujeres son aquellos personajes de granvolumen y cuerpo pequeño, con las piernas au-sentes o semiflexionadas, y cabezas alargadas, quetambién parecen portar artefactos utilitarios (Fi-gura 3g). Estas representaciones son diseños dealta fidelidad en su replicación, ya que los halla-mos incorporados a escenas o individualmente enM1 (Figura 7 paneles 8 y 48). Sobre la base deesta evidencia arriesgamos la hipótesis de que, enrelación al género, en la población de Matancillaslo femenino se vinculó con el ámbito de lo do-méstico, en una sociedad ordenada a partir de ins-tituciones masculinas de poder. Reiteramos quelas únicas representaciones que denotan sexo sonmasculinas y que, además, portan emblemas rela-cionados con posiciones de poder, mientras quelos personajes que podrían corresponder a repre-sentaciones de mujeres se asocian con tecnolo-gías utilitarias.

Hay consenso en que las sociedades del Tempra-no estuvieron basadas en unidades familiares deproducción, articuladas por relaciones de intercam-bio (Aschero 2000; Olivera 2001). Este marco fueel propicio para el carácter androcéntrico del or-den social de Matancillas. En el mismo, la diver-sidad de nichos sociales caracterizó a una pobla-ción socialmente heterogénea, con líderes religio-sos y políticos masculinos, sin descartar posibleslinajes de identidad grupal basados en mujeres.Esta inferencia es importante, porque implica unasociedad con una diversidad de nichos sociales einstituciones que los legitimaron. La escasez deterrenos productivos y las bajas probabilidades dedispersión habrían propiciado la existencia de je-rarquías efectivas para disminuir la competencia

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intragrupal y para administrar las posibilidades dedispersión espacial con el fin de minimizar el ries-go. Así proponemos que la elaboración rupestrede Matancillas expresa esta situación, con líderesmasculinos reproduciendo este orden social y susinstituciones. Esto no implica jefaturas ni tomade decisión centralizada, sino simplemente indi-viduos encargados de representar los intereses desu comunidad a cambio de prestigio premiado confitness (Kelly 1995).

Respecto a la alta diversidad de los diseños, exis-ten muchos que son recurrentes en el arte rupes-tre del Período Temprano del N.O.A., en parti-cular las representaciones de camélidos con mar-cas que Aschero (2000) denomina “enflorados”,y que, salvo el caso de Matancillas, comprendediseños pintados. Otro caso que manifiesta re-gularidades de significación temporal, son losmotivos que recuerdan a los camélidoscuadricéfalos de Antofagasta de la Sierra (Oliveray Podestá 1993) (Figura 7, panel 52). Pero tam-bién existen representaciones particulares de ca-rácter local, como las escenas en las cuales in-terviene una diversidad de personajes y que aquíhemos interpretado como alusivas a rituales. Detal modo, el caso de Matancillas es interpretableen el momento “a” del modelo de Aschero(2000), cuya principal característica fue una altadiversidad regional en el contexto de redes am-plias de tráfico caravanero, donde los contextosde significación respondieron a ideologías basa-das en la producción doméstica de familias, co-nectadas por antepasados. Nosotros coincidimoscon esta propuesta y agregamos que estos órde-nes sociales basados en familias promueven laretención de una mayor variación cultural en elnivel del grupo, por los efectos de la transmi-sión conformista (Boyd y Richerson 1996). Unade las características de este mecanismo es quepermite la diferenciación cultural de grupos, auncuando la conectividad entre poblaciones es alta(Henrich y Boyd 1998). Esta era la situacióncuando las redes de intercambio fueron muyamplias, conectando a las poblaciones localescircumpuneñas. Por esto, la transmisión confor-mista debió actuar manteniendo una mayor di-versidad interregional de representaciones rupes-tres, como un producto de la diferenciación degrupos. El análisis filogenético, cladístico, pue-de resolver esta cuestión (O’Brien y Lyman2002).

Discusión

Concibiendo a las representaciones rupestres comouna extensión del fenotipo humano concluimosque la señalización visual del espacio en la que-brada de Matancillas fue un proceso de construc-ción de un entorno cognitivo hereditario. Es de-cir, los individuos no sólo heredaron informacióncultural, sino también un entorno modificado. Estofue un producto selectivo en el cual intervino elcomportamiento social interindividual e inter-grupal. Así, los elementos del ambiente físico yciertos lugares discretos del paisaje fueron trans-formados en artefactos para la transmisión cultu-ral de información de carácter política, constitui-da en la vida cotidiana y transgeneracionalmentereproducida.

La elaboración cultural de las representacionesrupestres de Matancillas fue el resultado de lainstitucionalización de un orden social emergentede la competencia, en el cual la complejidad so-cial estuvo basada en jerarquías de carácter here-ditario, en la diferenciación de nichos sociales yen instituciones masculinas de poder. Esto tuvolugar en una sociedad en la cual las unidades do-mésticas fueron los agentes de producción y or-ganización política. Del proceso de elaboracióncultural rupestre resultó la construcción de unentorno cuya dimensión simbólica permitió: 1) latransmisión de información cultural, al serviciode la demarcación de territorios o de puntos enredes de caravaneo, y 2) la evocación en términosemocionales y cognitivos (Shennan 1988), de in-formación con respecto a nichos sociales, conduc-tas domésticas y sistemas normativos del compor-tamiento interindividual (Chase 1999). Esto tuvopor efecto la formación de individualidades en elmarco de un orden social jerarquizado. En conse-cuencia, la asociación de representaciones rupes-tres con las redes de caravaneo o con lugares deuso económico fue solamente una de las dimen-siones funcionales de este paisaje de significacio-nes, cuya función principal habría sido de índolepolítica. Particularmente, la transmisión culturalde información sobre el orden social e institu-cional, del cual participaron los individuos de lapoblación de Matancillas durante el Período Tem-prano. Como hemos sostenido, una de las carac-terísticas de este orden social fue su carácterandrocéntrico, lo que no implica que las mujeresno habrían tenido lugar en la reproducción de esteorden social ni que fueran carentes de autonomía.

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Desde lo teórico la transmisión cultural verticalsupone un balance entre los padres culturales deambos sexos de un individuo naïf, de manera si-métrica a la transmisión genética (Boyd yRicherson 1985). Es decir, que el rol de las muje-res debió ser tan importante como el de los hom-bres en la transmisión cultural de la informaciónatinente al orden social, en edades tempranas dela ontogenia de los individuos. Pero si nuestrahipótesis de que los rituales fueron performancespara la transmisión cultural es correcta, entonceses la transmisión horizontal lo que cuenta. Bajoeste modo de transmisión determinados modelospara imitar, en este caso hombres con poder dife-renciado, son los principales individuosintervinientes en los procesos de transmisión cul-tural. Al proceso de retención de variación cultu-ral por esta vía Durham (1992) lo denominó roleselection. Independientemente de si las mujerestuvieron nichos de privilegio para la transmisióncultural, o aun para la conformación de linajes deidentidad colectiva, lo central finalmente es: ¿quie-nes fueron los individuos culturalmente habilita-dos para la toma de decisión y la reproduccióndel orden social, sobre los cuales recaía el podergenuino acerca del funcionamiento de las institu-ciones sociales? La elaboración rupestre deMatancillas sugiere que estos eran hombres, y queocuparon nichos sociales con el potencial efecti-vo para constituirse en modelos para imitar y paragenerar la persistencia de un orden androcéntricopor procesos de role selection. La biología evolu-tiva humana, basada en el dimorfismo sexual delas estrategias reproductivas entre sexos, apoyaesta idea (Chase 1999).

Más precisamente, la evidencia global deMatancillas se ajusta al modelo de Harpending yCochran (2002), según el cual las sociedades agrí-colas con baja escala de productividad y en bajasdensidades poblacionales propician entornosadaptativos adecuados para la expresión de loscondicionantes genéticos del comportamientocompetitivo masculino: el alelo 7R asociado alfenotipo ADHD. Según esto, en tales sociedadesel esfuerzo reproductivo de los hombres se invierteprincipalmente en la búsqueda de parejasreproductivas, mientras que las mujeres absorbenlos costos parentales y gran parte del trabajo enlos cultivos. Precisamente esta hipótesis prediceun peso mayor de las mujeres en la transmisióncultural a los individuos jóvenes, y el rol de loshombres en la transmisión horizontal de patrones

de comportamiento orientados a la competenciamasculina, lo que da lugar a la competenciainterindividual masculina y a la evolución de so-ciedades androcéntricas. Este patrón de absorcióndel costo parental por las mujeres ha sido obser-vado en sociedades etnográficas de la Puna deSalta (Azcune y Gómez 2002 Ms).

El caso de Matancillas se ajusta a las expectativasde la genética del comportamiento propuesta porHarpending y Cochran (2002). Además, los ta-maños poblacionales pequeños y la baja escalade producción habrían sido característicos delPeríodo Temprano (Olivera 2001), por lo cual losórdenes sociales androcéntricos y con niveles al-tos de competencia intragrupal, pudieron habercaracterizado a gran parte de las poblaciones dedicho período, que incluyeron a la agricultura ensu nicho económico. Esta hipótesis imparte unalínea de investigación futura, basada en el estudioarqueológico de las dispersiones démicas demacroescala, ya que el fenotipo ADHD y su ex-presión alélica es muy frecuente en las poblacio-nes de las tierras bajas sudamericanas. El conoci-miento de la historia cultural de la Puna argentinadesde los comienzos de su ocupación indica unaalta conectividad demográfica con poblaciones delas tierras bajas subandinas, por lo cual el flujogenético es lo esperable y del cual existe algunaevidencia (Cocilovo et al. 2001).

En síntesis, en el ámbito doméstico la producciónrupestre en Matancillas durante el período quetratamos sirvió básicamente para la reproduccióndel orden social. En el marco del mismo se cons-tituyeron individualidades androcéntricas(Shennan 2002). Por la perduración transgene-racional de esta producción cultural, los espacioscon representaciones rupestres se constituyeron enartefactos para la transmisión cultural de la ideo-logía del grupo, para su evocación y para el apren-dizaje transgeneracional de las pautas de compor-tamiento social de hombres y mujeres, institu-cionalizando la cooperación intergrupal, lasinteracciones de intercambio y la desigualdad so-cial. Esto último es evidente en las representacio-nes de ancestros-cadáveres que sugieren desigual-dad por linajes, aun cuando estas representenmujeres ancestros. Precisamente no es casual queel ámbito doméstico haya sido el principal con-texto selectivo de información cultural, por me-canismos de transmisión sesgada, del cual ex-pusimos ejemplos.

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Por otra parte, las representaciones rupestres enMatancillas exponen una alta diversidad de moti-vos, entre los cuales tienen alta frecuencia las re-presentaciones de tecnologías vinculadas con lasociabilidad y el estatus. Esto indica una alta in-versión global en tecnología, siendo lo esperablepara poblaciones de baja movilidad y con estrate-gias de producción de alimentos, donde los cos-tos de las tecnologías disminuyen, particularmen-te de las que intervienen en la sociabilidad y enla competencia interindividual (Kelly 1995).

En la escala circumpuneña la evidencia no sólomuestra la señalización del espacio, sino tambiénla existencia de individuos con roles sociales li-gados con el intercambio. Esto tiene sentido con-siderando la evidencia de poblaciones que ocupa-ron ambientes locales con nichos económicos di-vergentes. Es el caso de Susques, donde el nichoeconómico fue de pastoreo y caza durante todo elPeríodo Temprano (Yacobaccio et al. 1998). Estaes la precondición para el mutualismo económico(Boone 1992; Layton 2001) minimizador de ries-gos, y se explica por el modelo de tráfico conmovilidad giratoria circumpuneño (Núñez yDillehay 1978). Reconociendo la variabilidadecológica de la Subárea Circumpuneña esesperable una alta diversidad de órdenes socialeslocales, vinculados con el nicho económico local.Por ejemplo, en los sistemas organizativos y en laescala de complejidad entre ocupaciones con unpredominio de la agricultura y aquellas en lascuales predominó el pastoralismo, como enSusques. Sin embargo, debieron haber sido co-munes las instituciones que garantizaron el inter-cambio interregional en un orden social inclusivoy basado en el tráfico de recursos. El caso deTulan-54 parece señalar la emergencia del mismoen los Andes surandinos (Núñez 1994).

En Matancillas la estrategia tecnológica fue de-pendiente de recursos líticos no locales. En con-secuencia, debió basarse en un sistema de distri-bución que aseguró la alta disponibilidad de estosrecursos. Las estrategias tecnológicas altamentedependientes del intercambio requieren de la exis-tencia no sólo de potenciales agentes de intercam-bio, sino fundamentalmente de la persistencia deórdenes sociales capaces de minimizar las fluc-tuaciones y la incertidumbre de las condicionesde intercambio y del abastecimiento de los recur-sos en juego. Esto demanda individuos que ga-rantizan los contratos sociales y económicos, es-

tableciendo certeza acerca de las acciones recí-procas. Así, sugerimos que la población deMatancillas participó de una sociedad de mayorescala, donde el aprovisionamiento de los recur-sos líticos de alta calidad fue poco fluctuante, porla existencia de agentes que garantizaron la cir-culación de bienes y los acuerdos de intercambio.Este fue el rol de los caravaneros y de su nichosocial. En estos términos puede explicarse la per-duración de largo plazo de redes de circulaciónde obsidiana, que se interrumpen con la expan-sión incaica (Yacobaccio et al. 2002). Estas fue-ron posibles por la persistencia de institucionesque garantizaron contratos sociales efectivos parael intercambio entre distintas poblaciones locales,incluyendo la de la quebrada de Matancillas. Esdecir, economías abiertas tendientes a la previsi-bilidad. Este planteo no implica especializacionescon respecto al nicho social de los caravaneros.Estos muy probablemente fueron los mismos je-fes de las unidades domésticas. Esta situación esla esperable en economías de baja escala, y hasido observada etnográficamente (Nielsen 1998;Muscio 2004). En estos casos las restricciones deinversión temporal no son limitativas para la ocu-pación de más de un nicho social por parte de losindividuos. Lo importante es que estos individuosampliaron la diversificación de nichos sociales yla escala de la complejidad social.

Este trabajo es interpretativo, dado que brindahipótesis de los referentes de las representacionesrupestres, pero no de sus contenidos simbólicos.Respecto de las hipótesis, estas quedan abiertaspara su contrastación con evidencia independien-te. La evidencia paleodemográfica es una de lasprincipales líneas de investigación a seguir pararesponder aspectos del orden social de poblacio-nes arqueológicas (Shennan 2003).

El estudio de la dimensión social de las poblacio-nes tempranas con economías de producción dealimentos en el N.O.A. se suele abordar en elmarco de nociones progresivistas del cambio apartir de la noción de Formativo. Esta constituyeuna unidad de análisis con contenido teórico, queno sólo describe a la variabilidad, sino a sus cau-sas que se plantean en el marco de la tendenciainherente de las sociedades humanas al progresoeconómico e institucional, dentro del paradigmaevolutivo progresivista spenceriano (Muscio2001). En estos términos, salvo excepciones(Aschero y Korstanje 1995; Korstanje y Aschero

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1996; Nielsen 1995, entre otros), se describen alas sociedades agroganaderas tempranas delN.O.A. como sociedades tribales, constituidas poruna serie gradualmente inclusiva de grupos basa-dos en familias, mayormente igualitarias y ten-dientes a la autosuficiencia económica, asumien-do relaciones de cooperación beneficiosas en elnivel del grupo (Raffino 1988; Tarragó 1999). Estaimagen es una analogía etnográfica directa de lasllamadas “economías tribales Zen” (Sahlins 1972),e implícitamente asume adaptación en la escaladel grupo (Maschner y Paton 1995; Kelly 1992).Además, es una propuesta que suprime la varia-bilidad que puede manifestar el registro arqueo-lógico del comportamiento social (Nielsen 1995).Al respecto, la evidencia de Matancillas sugiereque la imagen de sociedades igualitarias y ten-dientes a la autosuficiencia económica no es ade-cuada; como tampoco lo es aquella que ignora elconflicto derivado de la competencia. Desde laperspectiva materialista evolutiva aquí adoptada,la imagen que nos brinda el análisis de la elabo-ración rupestre de Matancillas y del conjunto dela evidencia arqueológica es la de una sociedadpolíticamente desigual, por estatus y por género,no basada en la autosuficiencia y con institucio-nes derivadas del conflicto selectivo.

Finalmente, termino este trabajo refiriéndome a unacuestión central para su correcta interpretación.Explicar y justificar la conducta son cosas diferen-

tes. Quienes suponen que los acercamientosbiológicamente inspirados al comportamiento hu-mano implican que lo “natural” es lo moralmentedeseable, caen en el error lógico de confundir lasafirmaciones acerca de lo que “es” con las afirma-ciones de lo que “debería ser”. Las últimas no sederivan de las primeras. Por supuesto, esto es váli-do también para las conductas culturalmente expli-cadas, que muchas veces no son tolerables ni de-seables en los acuerdos éticos de nuestra propiacultura. Por esta razón, la conclusión más agudade este trabajo acerca de la existencia de un ordensocial androcéntrico pasado, sostenible desde nues-tro conocimiento aún rudimentario de la genéticadel comportamiento humano y de la evidencia ar-queológica, no debe confundirse con una justifica-ción moral del mismo. Entonces el mensaje es muyclaro: si ni la biología ni la cultura son destino, losórdenes sociales no son inmutables. Esta idea co-rrosiva es el legado persistente de Darwin.

Agradecimientos Este trabajo se realizó confinanciamiento del CONICET. Agradezco profun-damente a Celia Mercuri y a Sebastián Frete porsu ayuda en el campo, y a Axel Nielsen por ladiscusión de ideas clave que enriquecieron nota-blemente este trabajo. También agradezco a losrevisores, ya que sus aportes fueron clave paramejorar el contenido del trabajo. Finalmente, miagradecimiento permanente a Stephen PatrickMorrisey por su inspiración.

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