64
1 ETNIA Y CONFLICTO EN EL SUR DEL TOLIMA, 1950 1980 1 César Augusto Velandia Jagua José del Carmen Buitrago Parra “ Señor… y qué van a hacer con los culpables?...INTRODUCCION Este informe es el resultado de una preocupación, compartida por el Instituto Colombiano de Antropología y la Universidad del Tolima, hacia uno de los hechos menos estudiados en la historiografía colombiana; la historia de las minorías étnicas y, en particular, de las comunidades indígenas situadas en el Sur del Tolima. Problema poco trabajado, no sólo por las dificultades de orden logístico -- para usar un eufemismo-- que aquejan la investigación social en Colombia sino, porque el hecho de la superviviencia de sociedades indígenas pone en evidencia más de una situación incómoda, por decir lo menos, en la historia de nuestra nacionalidad donde los indígenas han aparecido siempre en una condición vergonzante. Una historia contradictoria que al mismo tiempo que nos explica y justifica como sociedad dominante, los explica y justifica a ellos como dominados, como minorías que deberán "integrarse" al embate de la civilización y que por lo tanto están condenados a la desaparición. Sin embargo, y a pesar de quinientos años de "invasión, genocidio y evangelización," como rezan sus banderas, el hecho es que están ahí y que para ellos también sucedió la Historia. El trabajo consistió en historizar el quehacer por la supervivencia de las comunidades indígenas ubicadas en el territorio del Sur del Tolima durante tres décadas: de l950 a l980. La escogencia del tema y su delimitación temporal se justificó en varias razones: En primer lugar, el carácter "indígena" de estas comunidades está puesto en discusión con muy diversos argumentos por distintos autores que, para ser más precisos, poco o muy 1 Informe de Investigación publicado en: MUSEOlógicas, Revista del Museo Antropológico, Vol.II, N° 2/3, 1994, pp. 5-90; Universidad del Tolima, Ibagué, Colombia * La Investigación fue financiada por el Instituto Colombiano de Antropología, ICAN y la Universidad del Tolima

Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Informe de Investigacion realizada por Cesar Augusto Velandia Jagua y Jose del Carmen Buitrago Parra, con el auspicio del Instituto Colombiano de Antropologia, ICAN y la Oficina de Investigaciones de la Universidad del Tolima, Colombia

Citation preview

Page 1: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

1

ETNIA Y CONFLICTO EN EL SUR DEL TOLIMA,

1950 – 19801

César Augusto Velandia Jagua José del Carmen Buitrago Parra

“ Señor… y qué van a hacer con los culpables?...”

INTRODUCCION Este informe es el resultado de una preocupación, compartida por el Instituto Colombiano de Antropología y la Universidad del Tolima, hacia uno de los hechos menos estudiados en la historiografía colombiana; la historia de las minorías étnicas y, en particular, de las comunidades indígenas situadas en el Sur del Tolima. Problema poco trabajado, no sólo por las dificultades de orden logístico -- para usar un eufemismo-- que aquejan la investigación social en Colombia sino, porque el hecho de la superviviencia de sociedades indígenas pone en evidencia más de una situación incómoda, por decir lo menos, en la historia de nuestra nacionalidad donde los indígenas han aparecido siempre en una condición vergonzante. Una historia contradictoria que al mismo tiempo que nos explica y justifica como sociedad dominante, los explica y justifica a ellos como dominados, como minorías que deberán "integrarse" al embate de la civilización y que por lo tanto están condenados a la desaparición. Sin embargo, y a pesar de quinientos años de "invasión, genocidio y evangelización," como rezan sus banderas, el hecho es que están ahí y que para ellos también sucedió la Historia. El trabajo consistió en historizar el quehacer por la supervivencia de las comunidades indígenas ubicadas en el territorio del Sur del Tolima durante tres décadas: de l950 a l980. La escogencia del tema y su delimitación temporal se justificó en varias razones: En primer lugar, el carácter "indígena" de estas comunidades está puesto en discusión con muy diversos argumentos por distintos autores que, para ser más precisos, poco o muy

1 Informe de Investigación publicado en: MUSEOlógicas, Revista del Museo Antropológico, Vol.II, N° 2/3, 1994, pp. 5-90;

Universidad del Tolima, Ibagué, Colombia

* La Investigación fue financiada por el Instituto Colombiano de Antropología, ICAN y la Universidad del Tolima

Page 2: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

2

tangencialmente se han ocupado de problematizar la presencia histórica de estas comunidades. Los estudios en que éstas aparecen referidas, o son muy remotos y estrictamente localizados (Rivet, P.; Reichel-Dolmatoff, G.; Tovar, H. Bejarano, J. etc.) o tan contextuales temáticamente (Triana Antorveza, A.; Fajardo, D.; Henderson, J.: Santa, E.: Guzmán, G.: etc.) que en concreto no han sido analizadas. Unos y otros, antropólogos e historiadores, --en mor de su tema "macro": la violencia, la economía cafetera, los bandoleros, etc.-- asumen sin entrar en mayores especificaciones que se trata de supervivencia de los Pijaos, por ejemplo, o con reservas, pero también sin mayores trámites, como comunidades aculturadas e integradas de manera marginal a las condiciones del campesinado pobre. De modo que para el común de los historiadores --que no se ocupan de indios-- el asunto es un tema para antropólogos; y para el común de éstos, (nos referimos por supuesto a quienes aún abrigan las ilusiones de la Prehistoria) no tiene mayor interés un tema tan desprovisto de aventura. Un segundo aspecto para justificar nuestro proyecto consistió en que, independientemente de la manera como se las considere, lo concreto es que dichas comunidades están históricamente articuladas en una de las zonas de mayores conflictos sociales del país, que por su tradición agrícola se inscriben de hecho en el complejo de los problemas agrarios y por lo tanto, deducíamos que los indígenas se relacionaban de alguna manera con las luchas o movimientos campesinos.

Ahora, si considerábamos que ésta región había sido una de las más castigadas por la violencia, era obvio preguntarse de que manera fueron afectadas las comunidades y de qué modo sus luchas específicas por la recuperación del "Gran Resguardo de Ortega y Chaparral" se articularon con el epifenómeno de la violencia si la consideramos como un producto de las contradicciones inherentes a la sociedad dominante, que coyunturalmente enfatiza o modifica la violencia de su relación contradictoria con aquellas. En consecuencia, los propósitos del trabajo se definieron de la siguiente manera: a) Describir la formación y proceso de las luchas indígenas en el contexto de los conflictos agrarios regionales; b) Establecer una posible tipología de los movimientos indígenas del Sur del Tolima y el modo de su articulación con otros movimientos, campesinos e indígenas, de carácter nacional; y c) Un balance crítico del problema indígena actual y de su posibles perspectivas. La determinación del lapso de l950 a l980 obedeció a la necesidad de situar el problema de la violencia en su relación con los indígenas, como recomendara Gonzalo Sánchez en su balance de los estudios sobre el tema (Sánchez y Peñaranda, l986:30), criterio que coincidía con el interés del entonces Director del ICAN, doctor Roberto Pineda Giraldo, por impulsar las investigaciones regionales acerca de la cultura, para lo cual era

Page 3: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

3

indispensable precisar una perspectiva contemporánea sobre las condiciones sociales y políticas que la hacen posible. Esta ubicación del tiempo, un tanto arbitraria al elaborar el proyecto, tenía implícito un problema de orden metodológico, pues en principio no era posible otra forma de temporización sino contextualizando el conflicto en el marco de unas coyunturas o momentos puntuales que por su relevancia nacional permitiera determinar unos referentes para situar el problema local y también buscar unos hechos condicionantes que la sociedad dominante impondría a los procesos de las minorías étnicas. Por ello, pretendimos en un comienzo tomar como puntos relevantes del fenómeno de la violencia, el proceso del Frente Nacional desde sus antecedentes en el gobierno militar hasta el término de la alternación bipartidista y sus consecuencias, en la década del setenta. Pero la investigación y el objeto mismo del trabajo acabaron por darnos los elementos de otro punto de vista. Nos encontramos con el caso de que las coyunturas de la macro-historia o historia nacional no coinciden necesariamente con las coyunturas de los procesos regionales y que éstas comunidades por estar articuladas diferencialmente con el sistema dominante de relaciones sociales, económicas, políticas y culturales y en razón de su carácter de minoría étnica, habían desarrollado procesos relativamente autónomos que debían ser vistos, por lo tanto, de manera diferencial. Propusimos entonces un modelo del proceso que en lo esencial no tiene otra intención que tratar de reflejar la estructura del proceso real. Y de acuerdo con los lapsos que marcan tales coyunturas, definimos el modelo de nuestra explicación, de modo que a cada uno de tres segmentos corresponde un capítulo que se titula de acuerdo con el fenómeno histórico dominante en el mismo:

I. LOS AÑOS DE LA RESISTENCIA, 1948-1964 De los comienzos de la violencia, a la caída de la República Liberal y del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, hasta la emigración de la comunidad de Yaguara a los Llanos del Yarí.

II. LA PAZ BLANCA, 1964-1975 De la emigración de Yaguara al surgimiento de la organización política de las comunidades agrupadas en el Cabildo Regional Indígena del Sur del Tolima.

III. LA LUCHA ORGANIZADA, 1975 - 1980 De la organización del Cabildo Regional Indígena del Tolima - CRIT, hasta la formación de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC.

Page 4: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

4

La determinación de las coyunturas de 1948, 1964 y 1975 significan momentos en los cuales el desarrollo de los hechos generó alternativas y modificaciones cualitativas de notable incidencia en el progreso de las comunidades. Con los propósitos y condiciones ya anotadas, es comprensible que la investigación propiamente dicha tuviera más de una dificultad, sobre todo porque las fuentes de documentación posibles eran muy diversas y porque en rigor no existen archivos, lo que no es raro en un "país desmemoriado" como el nuestro, según lo llamara alguna vez Lucas Caballero, Klim. Cuando apenas empezábamos la investigación formal que conduciría a éste trabajo, un indígena de Coyaima, al final de una reunión en la cual exponíamos nuestras intenciones y durante la cual no atravesó palabra, nos espetó una pregunta que desde entonces consideramos como tema para el epígrafe de nuestro informe: "Señor, ... y qué van a hacer con los culpables?" Pregunta para la cual nos fue muy difícil, en esa circunstancia, encontrar una respuesta satisfactoria. Sobre todo por las implicaciones que tenía para nosotros, el hecho de asumir un complejo de problemas tan incisivos para sus protagonistas, en su propia casa. De la conversación subsiguiente quedó claro que no se nos había malinterpretado en el sentido de que se hubiera confundido nuestra propuesta de investigación con alguna pesquisa de carácter policíaco. No; por el contrario, estaba claro para nuestros interlocutores que de lo que hablábamos era de la Historia y que los actores de la misma estaban vivos y por lo tanto eran susceptibles de un reclamo sobre su responsabilidad en los hechos que la configuraban. Para nosotros, se hacía tangible un problema de método que apenas habíamos presentido al esbozar el proyecto: Pretendíamos abordar la "historia caliente", como dijera el señor Claude Levi-Strauss, de una sociedad que, no sólo no es la nuestra sino con la cual, ésta se halla en una relación contradictoria: Aquella en la condición de una "minoría étnica" y ésta como la "sociedad dominante". Es decir, que al problema ya clásico en las Ciencias Sociales, patético en la Historia como en ninguna otra, de la imposibilidad de la reconstrucción "objetiva" de los hechos por cuanto el investigador está necesariamente condicionado por su situación social, se añade el de que también se halla mediatizado por los pre-juicios y valoraciones de su propia cultura. Pero el problema es más complejo si la mirada que se extiende no cobija simplemente a una sociedad "distinta" sino a una con respecto de la cual el investigador representa el término polar de una antinomia irreductible: Civilización Barbarie. Una contradición que Maurice Godelier considera "... inherente al oficio de antropólogo, ya que éste se consagra al

Page 5: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

5

estudio y reconstrucción mental de modos de vida y de sociedades que su propia sociedad transforma y

destruye y, en consecuencia, no puede evitar facilitar o discutir estas transformaciones, aceptar o denunciar

esta destrucción ..." (Godelier, l976:293). Este planteamiento nos sacó de la simple constatación de tal hecho y nos llevó al terreno del "qué hacer" y del "cómo hacer", es decir, a la reflexión propiamente metodológica, entendida en su doble sentido: como procedimiento metódico (propedéutico) y como conciencia del propio quehacer. Sin la pretensión de una profunda digresión teórica, era necesario que nos planteáramos esta cuestión pues de ésto derivaba que pudiéramos aproximar los problemas objeto del trabajo con cierto "nivel" de objetividad, o al menos con la conciencia de que teníamos entre manos un asunto complicado. Las circunstancias singulares de las comunidades indígenas en el Sur del Tolima y el hecho de no encontrar referentes de éste tipo de trabajos que nos pudieran orientar acerca del "cómo hacer", nos llevaron al punto de la supuesta colisión entre la Antropología y la Historia, cuando se ha pretendido a aquella como la "ciencia de la Barbarie" y a ésta como la "ciencia de la Civilización"; a aquella identificada con la "Pre-historia" o con la descripción de los hechos de sociedades exóticas que tanto en el pasado como en el presente están condenadas a la anomía por carecer de una tradición escrita y a ésta con las virtualidades de la ciudad, el progreso y el deber ser de una supuesta "verdadera sociedad"; es decir, el problema nos condujo a los terrenos de confrontación de las incomodidades ideológicas que marcan la posibilidad de la historiografía científica, porque obviamente el problema tiene un origen ideológico. Y, por lo tanto, es un problema político. En consecuencia, la salida tenía que ser política: asumiendo que hacíamos parte de la contradicción y que por ello teníamos que adoptar un punto de vista so riesgo de quedar "au dessus de la melée" cómodamente por fuera del conflicto. Máxime cuando, como ya se habrá advertido, debíamos trabajar en estrecho contacto con las comunidades a través de informantes directos y con información escrita cuyos redactores podrían ser contrastados y cuando los personajes de esa historia podrían sentirse "acusados" por el simple hecho de encontrarse ubicados por nuestras preguntas en los azares de unos hechos que esperaban ya estuvieran olvidados. La información testimonial tiene esa dificultad precisamente: que los informantes asumen el papel de testigos de unos hechos que también incumben a otros. De otra parte, de muchos conflictos todavía se huele el humo y algunos personajes que "deben viejas cuentas" aún se hallan administrando "intereses del Estado". Todo esto explica las reticencias y suspicacias de los posibles informantes; que de alguna parte nos hubieran mandado decir que era mejor para nosotros que no volviéramos por allí o que se nos respondiera sin opción de réplica que lo que buscábamos era "información clasificada:"

Page 6: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

6

De esta suerte, los supuestos linderos entre la Antropología y la Historia se desvanecieron porque, en primer lugar, para historizar el quehacer de las comunidades indígenas del Sur del Tolima, fue necesario recurrir a procedimientos poco ortodoxos en la historiografía tradicional y decididamente prestados de la Antropología que, de otra parte, ha prohijado en un nuevo campo disciplinario: la Etnohistoria; y, en segundo lugar, porque para nosotros, las sociedades indígenas --tanto en el pasado como en el presente-- están en la Historia, hacen la Historia. Lo primero nos indicó el "cómo hacer" y lo segundo nos aclaró el punto de vista.

Mapa 1 - En el recuadro, Territorio del Gran Resguardo de Ortega y Chaparral

Page 7: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

7

1. LOS AÑOS DE LA RESISTENCIA, 1948-1964

1.1 Antecedentes La irrupción violenta de los conquistadores españoles a partir del decenio de los treinta del siglo XVI en el escenario histórico de lo que hoy conocemos como el departamento del Tolima, generó una prolongada resistencia de los grupos étnicos Pijao, Panche, Coyaima y Natagaima, que dio como resultado su casi aniquilamiento y dominación en menos de un siglo. Durante el período de la Colonia, el Estado español impuso y estableció formas institucionales de dominación, organización y explotación de las comunidades indígenas que lograron subsistir, tales como la encomienda, la mita, el resguardo, las reducciones, el mestizaje y la tributación entre otras. En el siglo XIX, después de las guerras de Independencia el resguardo continuó siendo la institución defensiva de las comunidades indígenas, que las protegió relativamente del proceso de expropiación colonial. Pero con los cambios propios del período de transición hacia el capitalismo dependiente, como lo fue la mayor parte del Siglo XIX y especialmente con las Reformas Liberales, el resguardo formalmente quedó abolido. Comenzó entonces un proceso de desintegración inducido por la imposición del sistema hacendario señorial con medidas como la expropiación, el arrendamiento, los remates, la compra, los lanzamientos, el encarcelamiento y la violencia directa. Factores que tuvieron continuidad durante el Siglo XX, a pesar de la aprobación de la Ley 89 de l890 que tiende a defender aún hoy, a casi un siglo, legalmente al indígena. El resguardo de Ortega y Chaparral en el Sur del Tolima, no escapó a los mecanismos de desintegración anotados anteriormente. Además de la lucha legal, que empezaba por reclamar el respeto a los derechos que reconocía la Ley, la movilización indígena como respuesta defensiva a la política de concentración de la tierra fue más patente durante los decenios del veinte y treinta del siglo XX. Movilización que fue reforzada por la solidaridad de las Ligas Campesinas y del embrionario movimiento obrero colombiano, y que logró neutralizar y contener parcialmente en el Sur del departamento, la arremetida violenta de las principales familias terratenientes como los Rocha, Alvira, Salamanca, Mosquera, Ruenes y Lozano. Dentro del movimiento indígena surgieron luchadores de gran importancia como Manuel Quintín Lame, José Gonzalo Sánchez, Eutiquio Timoté y Dimas Luna. En estas circunstancias, y con similares tendencias se llegó a los años cuarenta en un clima de tensión social agudizada por la culminación de los intentos reformistas de desarrollo capitalista impulsados por la "República Liberal"; por la implantación de la

Page 8: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

8

alternativa represiva del estado a los movimientos sociales, después de la renuncia del presidente Alfonso López Pumarejo en el año de l945, y la emersión de una fuerza popular anti-oligárquica acaudillada por el líder Liberal Jorge Eliécer Gaitán. Desde finales de los años cuarenta y hasta comienzos de los años ochenta, el fenómeno producido por la resistencia de las comunidades indígenas a los factores de disolución agenciados por la sociedad dominante, que denominamos genéricamente como "el conflicto indígena", se desplazó por diversos lugares del sur del departamento del Tolima: Yaguara, jurisdicción del municipio de Chaparral; Guatavita-Túa, Vuelta del Río, Bocas del Tetuán, Cucharo San Antonio, Espinalito y Aico, jurisdicción del municipio de Ortega; Chenche Agua-Fría, Chenche Buenos Aires, Santa Marta El Palmar y Lomas de Hilarco, jurisdicción del municipio de Coyaima; y, finalmente Tinajas y Tamirco, jurisdicción del municipio de Natagaima. Dentro de este territorio específico el conflicto no aconteció simultáneamente ni con la misma intensidad en los diferentes lugares, sino que durante el transcurso de los aproximadamente cuatro decenios enunciados, se fueron conformando epicentros que, por los diversos factores inherentes a la violencia determinaron su desplazamiento y modificación dentro de la región, propiciando cambios en la organización, el pensamiento y las formas de lucha del movimiento indígena.

1.2 La "Guerra Grande" y el éxodo de Yaguara Cuando, en consecuencia de "El Bogotazo", se generalizó la violencia a nivel nacional, las luchas de resistencia de las comunidades indígenas combinaban diversas instancias de apelación jurídica y de movilización, dirigidas a contrarrestar la agresión de los terratenientes. El fondo del conflicto era la competencia por la tierra que para los indígenas constituye la esencia no sólo de su supervivencia material sino de su permanencia histórica como tales, pues sus valores culturales y los procesos de reproducción social dependen de la forma como la usufructúan. Así enunciado, el problema indígena, a pesar de tener sus condiciones y caracterología específicas, no se puede desligar de la problemática general agraria dominante en la región y por lo tanto es congruente la interpretación de Darío Fajardo cuando afirma que

"…en esta etapa característicamente se produce la denominada por Gilhodes revancha de los

grandes terratenientes contra el campesinado que se les había rebelado en los años procedentes; en

la violencia que se desata en el Sur del Tolima...” (1) – [Cfr. Notas y Citas Documentales, al final] Medófilo Medina demuestra cómo en el Sur del Tolima el enfrentamiento entre campesinos y peones por un lado y hacendados por otro, como también las

Page 9: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

9

colonizaciones y las acciones represivas de los terratenientes coaligados con las autoridades locales configuran una situación continuada durante los años cuarenta y de la cual los indígenas de Natagaima y Coyaima no estuvieron exentos:

"... Por el mismo tiempo llegaban denuncias similares de otras localidades del Sur del Tolima

especialmente de Natagaima y Coyaima. En este municipio los latifundistas imponían impuestos

arbitrarios a los indígenas. Allí mismo y en aplicación de la llamada Ley de Vagancia y Ratería se

alejaba del lugar de su residencia a familias indígenas con el fin de facilitarle a los terratenientes la

usurpación de tierras de la comunidad... A mediados del mes de septiembre de l943 se encontraban

l50 trabajadores indígenas y campesinos detenidos en la cárcel de Coyaima como consecuencia de

las demandas entabladas contra ellos por los terratenientes..." (2) Las poblaciones de Coyaima, Natagaima y Ortega [v. Mapa 2] han sido escenario de una tradicional lucha por la tierra que ha tenido una particular influencia del Partido Comunista (3) la cual se remonta al l° de Mayo de 193l en que…

"... las masas indígenas encabezadas por los comunistas fueron reprimidas con especial encono por

las autoridades... [que] atacaron una manifestación en Coyaima dejando numeroso saldo de

muertos, heridos y encarcelados...” (4) Esa tradición de conflictos ha determinado que la población, de mayoría indígena, se haya visto obligada a migrar de unas a otras localidades dentro de la región y especialmente hacia el sur como un mecanismo de defensa que, en los años de l948 a 1953, cuando la violencia partidista asumió en forma más cruda, convirtió al Sur del Tolima en el polo de resistencia campesina y particularmente a la localidad de Yaguara en el epicentro de la resistencia indígena. En el año de 1949, la tensión política de los partidos tradicionales adquirió un carácter armado que afectó a las comunidades indígenas:

"... El antiguo defensor de la población indígena del Tolima, Quintín Lame, protestó ante el

gobernador Herrera porque grupos de blancos armados estaban aprovechando el desorden para

abusar de su pueblo..." (5). Pierre Gilhodes refiere que "... Por todo el país continuó la

expoliación de propiedad indígena. En 1949 los indios Troches del Sur del Tolima que pertenecían a

la región conocida como Tierradentro fueron atacados por vecinos blancos, y en 1950 fueron

obligados a vender sus tierras a un Efraín Bonilla. Estas tierras se conocieron posteriormente como

Marquetalia ..." (6); y James Henderson cita el caso de cuando "... La Policía y civiles

conservadores quemaron cincuenta casas en una zona rural cerca de Ortega a finales de 1950,

inaugurando extraoficialmente el empleo del fuego para destruir milares de estancias indígenas entre

Coyaima y Ortega ...” (7).

Page 10: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

10

Mapa 2 – Escenario de las luchas indígenas por la tierra en el Sur del Tolima

Page 11: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

11

El momento más álgido de ésta coyuntura lo encontramos caracterizado vivencialmente en el recuerdo de un indígena de la comunidad de Yaguara que pesar de las tres décadas transcurridas, conserva nítidas las imágenes de la tragedia:

"... Eso fue una guerra que hizo el Presidente Laureano Gómez ... eso fue en el año 50; ... antes de

esa guerra ... usted podía andar tranquilo por ahí por los pueblos [como] forastero, lo que hacían

era recibirlo bien los liberales y conservadores; ... Laureano Gómez formó la guerrilla ... se puso a

perseguir toda esa cacha de pobres y mató un poconón y los que no pudo matar se escaparon p'al

monte ... --Que vienen matando, vienen quemando, vienen matando hasta lo que no hay! ...

entonces el uno le dice al otro: --Y ahora qué vamos a hacer nosotros ? y el uno le dice al otro:

Usted es conservador ?. --Sí, yo soy conservador... [y el otro] -- Pero no ve que yo soy liberal?; ...

allá llegaron a una casa conservadora y ahí mataron chiquito y grande, el ejército ahí mató de todo ...

Pero, allá llegaron a otra casa que es bien liberal, bien roja, y los mataron a todos ... allí mataban a

cinco conservadores y allá mataban dos liberales ... y entonces eso no valía (la diferencia) ... eso

estaban matando era a los pobres.

Y entonces mucha gente se enmontó... pero allá nos llegaron a decir: --Usted es conservador o

liberal y no le vamos a hacer nada;... sino que de una vez, tome [un arma] y mate! Entonces la

gente se callaba... pero entonces el ejército los sacaba [a los civiles] a la "comisión " y el que no

quisiera ir para pelear con ellos, entonces lo mataban.

Y ya entonces salimos, y uno que otro por ahí, que habían animosos, se fueron a formar el

comunismo, Y dije yo:

- Pero nosotros dejarnos acabar así, íntegros... eso si es mucho; y yo si estoy bien pasado del

hambre pero, yo si no! aunque me toque, yo no me dejo acabar. Entonces, pasado del hambre,

como no topaba qué comer, yo no podía salir del pueblo ni a buscar trabajo... y entonces dije: -- Yo

no tengo sino este fisto, pero yo voy a salir a que me maten de una vez... yo prefiero morir peleando

y no entregarme.

Cogimos el monte... por Calarma, por ahí nos pudimos defender. Yo perdí la mitad de la familia ahí

[en Yaguara]... a las casitas [les] metieron candela, las quemaron; y un ganadito que había, eso

se lo llevaron ... no quedó sino la pura finca ... y los escombros fue lo que quedaron.

Entonces así fue que se formó la guerra... se van formando frentes y frentes... y se mete más

gente... gente que resulta mala... después de que era como una ovejita la gente resulta mala, porque

a usted le matan un hermano, una hermana y otro cualquier familiar y usted por mucho que no

sienta, a usted le adolece mucho y por muy bueno que sea, se daña; y entonces comienza a atacar

también.

Page 12: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

12

Así fue que éste presidente mandó la guerra... por dejarse creer de los Estados Unidos, porque el

que lo mandó a hacer esa guerra fue los Estados Unidos... sí, fue el que lo mandó a armar guerra

contra la pobrecía... Lo que quería era dejar los puros millonarios colombianos y acabar con todos los

pobres... para que no quedara ni un pobre, ... podía ser liberal o conservador; ... esa era la Ley de

Estados Unidos.

Como el gobierno le estaba debiendo harta plata, entonces le dijo que tenían que hacer lo que

dijeran... tenían que hacerlo aquí en Colombia... y entonces rompió la guerra y de ahí para acá

quedó la guerrilla.

Antes de eso no había guerrillas... pero ya al tiempo [aparecieron] las guerrillas de "limpios" y de

comunistas; los "limpios" eran los liberales y los "comunes" eran los comunistas”...

Y yo les dije: --Estos cuáles serán? ... son grandes o son chiquitos?... o ésta gente qué será lo que

tiene?, ... ésta gente que será lo que piensa? ... pues [si,] yo no sé qué están pensando,

[entonces] yo no sé cuáles serán ellos... y a poco me topé una cuadrilla del partido liberal "limpio"

... que los persiguen porque son rojos, ... a ellos los "limpios" y también a los comunistas; ... y los

"limpios" están detrás del gobierno ... y entonces (dije) así sí estamos jodidos porque así no vamos a

ninguna parte porque ahoritica, nosotros no topamos refugio por parte del gobierno ni por parte de

ningún otro, porque todos son enemigos ...

Entonces yo digo que soy cualquier cosa, porque de una vez me sacan y me matan;... entonces es

mejor no creer en nada... Yo soy pobre y yo no sé las políticas porque yo no pude estudiar... yo no

puedo saber que será el comunismo... ni cuál será el partido liberal "limpio" ni el conservatismo,

porque yo no he sido estudiado;... y entonces un día me preguntaban...y bueno, -- Como no sabe

nada para qué lo ofendemos más... mejor dejarlo por ahí...

Y entonces él nos dio la libertad; él, Rojas Pinilla... entonces nos presentamos al gobierno... nosotros

pues, nos entregamos. Que por qué habíamos cogido p'al monte: ... y entonces le dijimos que como

las fuerzas armadas estaban persiguiendo a todos los campesinos, pues mucha gente cogió p'al

monte, no por hacerle mal al gobierno, sino por defendernos ... porque como ustedes mandaron a

matar hasta lo que no había ... y entonces dijo: --Pero, yo no fui, eso fue el presidente Laureano

Gómez, antes nosotros venimos a pedir la paz y para que no pase nada otra vez ... Esto fue lo que le

dijimos a un coronel de esos de Rojas Pinilla ..." (8) El advenimiento del gobierno militar del General Gustavo Rojas Pinilla, el 13 de Junio de 1953, produjo un clima de distensión y expectativa con su propuesta de parar la guerra civil no declarada y de amnistiar a los guerrilleros con la promesa de otorgarles términos especiales para que retornaran a sus parcelas abandonadas. Este proceso no se cumplió

Page 13: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

13

sin traumatismos y obviamente estuvo limitado por las condiciones de cada región. Respecto de las comunidades indígenas, Henderson anota:

"... Pero no se alzaron voces en defensa de los indígenas de Ortega y Chaparral, cuyas propiedades

habían sido cercenadas por los blancos desde los primeros años de la violencia. Los indios sufrieron

más que ningún otro grupo tolimense el desorden incesante de los años 1950-1953, cuando los

blancos inescrupulosos, liberales y conservadores, a veces contrataban violentos para que los

explotaran. Sus casas fueron quemadas y su gente asesinada en Ortega, aún mientras el

gobernador Cuéllar Velandia aceptaba la entrega de Tiberio Borja en Rovira..." (9) Preguntado el Gobernador, Coronel Cuéllar Velandia al respecto, manifestó que…

"…tales desmanes fueron obra de la policía departamental, de la famosa División Tolima; esos

individuos cometieron atropellos en el Yaguara ... y mi labor más dura fue eliminar 814 elementos de

esa policía antigua ... esa era una policía importada de elementos -- hay que decirlo con todo

carácter y toda franqueza --eran unos asesinos ... unos verdaderos pájaros ... de trayectoria delictiva

amparada por el gobierno conservador ... y entonces antes de que fueran a darme un contra-golpe --

pues eran casi el doble de los soldados que yo tenía en Ibagué -- procedí a neutralizarlos y luego

mediante la acción legal y con el apoyo del Teniente Coronel Ernesto Polanco Puyo ... fuimos

eliminando hasta el último oficial, el último sargento, el último cabo, el último policía ... de esa policía

mala ... vino luego la Policía Nacional ..." (9a). La comunidad de Yaguara, ubicada al noreste de Chaparral, continuó resistiendo la agresión policial y de los terratenientes, en particular por parte de las familias Salamanca y Mosquera. Ya desde finales del año 1949, los Salamanca con la ayuda de un piquete de la policía, ejecutaron el lanzamiento sorpresivo de un grupo de comuneros, en un acto de agresión más en consonancia con el espíritu de violencia generalizada que como vindicación de sus intereses personales. Luis Emiro Valencia y Gloria Gaitán de Valencia describen los acontecimientos posteriores a este hecho:

"...Después de este lanzamiento no vuelven a Yaguara SALAMANCA Y MOSQUERA (sic.), pero se

trazaban una línea a seguir, para aprovechar toda una situación de incertidumbre de esos tiempos,

para que los indios desaparezcan y con ellos todas sus riquezas. Esta vez los MOSQUERA se

salieron de la órbita de Yaguara y entregaron a la policía la Hacienda de "Providencia" cerca al

corregimiento del Limón, para así facilitar al gobierno la persecusión a los campesinos del Sur del

Tolima, y SALAMANCA se mueve en Ibagué y Bogotá en pos de conseguir la Alcaldía del Municipio

de Ortega, Tolima, para un señor CECILIO HERNANDEZ, quien desde esa posición movería toda la

persecusión contra Yaguara, ya que ésta queda a la mano, por colindar con Ortega por la parte del

sur.

Page 14: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

14

...CECILIO HERNANDEZ, había sido una unidad de policía de Chaparral, por mucho tiempo y por

tanto de mucha confianza de ALVIRA Y MOSQUERA, mejor dicho es una hechura de ellos.

...Pero había un gran obstáculo para el éxito de las labores del señor CECILIO HERNANDEZ, al

posesionarse de la Alcaldía de Ortega, frente a la destrucción de Yaguara. Cuál era su obstáculo?

PERDOMO. Este cuando se estaba tramando tan siniestro plan, PERDOMO ya estaba enrolado con

todos los dirigentes campesinos del Sur del Tolima, organizando la autodefensa, ya no solo de los

indígenas de Yaguara sino del campesinado de toda una gran región porque los tiempos que se

acercaban eran muy oscuros ..." (sic.) (10). La situación social en la comunidad de Yaguara se tornó más crítica cuando comenzó a ser atacada por "... las comisiones de policía de baquianos enviados por la alcaldía de Ortega..." (11) que mediante el robo, el saqueo y el incendio de las viviendas y de los cultivos, dejaron convertida la comunidad en verdaderos escombros. Es así como hacia el mes de Agosto de 1953, más de 100 hogares habían sido arrasados. Haciendo un balance económico de pérdidas, en sólo 25 hogares alcanzó un total de $583.839, suma estimable como muy alta para la época (12). Bajo la consigna de "Paz, Justicia y Libertad", la mayoría de los comuneros de Yaguara regresó a la parcialidad, la cual había quedado literalmente devastada. Acogidos a la política de "Rehabilitación" del nuevo régimen, la comunidad después de superar varios obstáculos logró la fundación y aprobación de la "Cooperativa Agropecuaria Comunal de Yaguara" el 27 de Julio de 1955. De nuevo los señores Salamanca y Mosquera desplegaron una serie de recursos de apariencia legal contra la comunidad, tales como convenir contratos por intermedio de terceros, solicitar la revisión de títulos, interferir el otorgamiento de créditos y el intento de asesinato con el fin de obtener el despojo de los indígenas. A pesar de todo, la comunidad logró sobrevivir. Emiro Valencia y Gloria Gaitán de Valencia en una de las conclusiones de su trabajo, al respecto anotan:

"... Haber sido capaz los comuneros del Resguardo de Yaguara, superar el proceso del terror del

período de 1948 a 1953. Y volver a su tierra con el mismo cariño de ayer. De igual manera haber

atendido en medio de tanta miseria en quedaron, la revisión de los títulos impuesta por el señor

Salamanca en el año 1954 ante el gobierno de las Fuerzas Armadas. No se diga del acierto al

terminar la revisión de los títulos en 1954, haberle pedido el gobierno la organización en su

Resguardo de la "Cooperativa Comunal de Yaguara Limitada" hasta ponerla a funcionar y

conseguirle Personería Jurídica, anteponiéndose a todo sabotaje del Comerciante Antonio Cruz, los

Salamanca y Gerentes de las Sucursales de la Caja Agraria de Chaparral. No se diga del gran

Page 15: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

15

cuidado que tuvieron al elaborar los Estatutos de la Cooperativa, de darle el principio mancomunado

de la autoridad del Cabildo dentro de la Cooperativa como su Consejo Administrativo…” (13). El gobierno militar del Tolima aplicó un proyecto elaborado por el doctor Elías Sabogal como Secretario del Gobierno y el Capitán Darío Suárez Pinzón como Secretario de Agricultura y que luego de presentado y discutido en el Consejo de Administración del Tolima, fue aprobado por el General Rojas Pinilla; el cual consistía, en palabras del Ex-Gobernador Coronel Cuéllar Velandia "en un adelanto de la Reforma Agraria". Concebido como recurso legal para condicionar la entrega de los grupos guerrilleros y su desmovilización se hizo extensivo a las comunidades indígenas del Sur del Tolima.

"Se le entregaba [a cada familia indígena] de 12 a 15 fanegadas de terreno a título gratuito, se

les suministraban semillas y herramientas y un préstamo en dinero para su manutención mientras

recogían la primera cosecha ... la única condición, ya se tratara de guerrilleros o de indígenas, era

que cultivaran la tierra. En el caso de los guerrilleros debían entregar las armas. De lo contrario la

tierra debería ser devuelta al Estado. No al gobierno, pues de lo contrario los políticos comenzarían a

comprar los terrenos y a hacer obras sucias. Mi concepto es de que la tierra es para quien la trabaja

y no para el que la tiene, cosa que me valió que el Senador Luis Torres Quintero me acusara de

comunista, de que yo había recibido instrucciones de Antonio García, que yo estaba auspiciando el

asentamiento de los indígenas en propiedades que eran de particulares ..." (14) Donde los programas de "Rehabilitación" del gobierno militar no lograron desmovilizar y absorber la resistencia campesina e indígena, se recrudeció la violencia, ejercida ahora por el ejército nacional en consecuencia de la política de "Pacificación". Muchos indígenas del Sur del Tolima fueron tomados presos sobre todo en las veredas de Ortega, Purificación, Natagaima y Coyaima y en algunos lugares se cometieron atroces matanzas. Un viejo indígena de Coyaima recuerda:

"... de distintas partes trajeron gente... gente indígena porque en ese tiempo lo que había era más

indígenas que blancos. Estábamos desayunando onde mi tía, cuando subió por aquí un escuadrón

de ejército con toda esa gente y al rato empezó a traquiar el monte... era disparos... pura

ametralladora que tronaba. Al rato fuimos por allá y era el mismo ejército que estaba matando

montones de gente en el salto de Guaguarco ..."

... En después de esto, eso lo más que se demoraban eran ocho o quince días para principiar de

nuevo a matar ahí en el Salto. De puras vainas quedamos gentes vivas por aquí contando el cuento.

En la primera vez hicieron tres matanzas... eso fueron como trescientos y pico porque en después

yo fui por allá para un jueves santo y me jalé arriba en el filo onde lo aventaban y reparé en todo eso

y ahí estaban los muertos en los vallados comiéndoselos los animales... y en el remanso del chorro

... eso estaba… mejor dicho... llenito de huesos y cabezas ..."

Page 16: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

16

... mejor dicho para que nos ponemos a contarlos a todos, no acabaríamos... porque ese salto sí que

cargó gente, oiga, cargó a lo perro... y allí en El Niple pasó la misma cosa, ese es otro salto feísimo

que hay y también aguantó gente cuando el ejército se llenó por esa tierra..." (sic.) (l5) Y Pierre Gilhodes corrobora que:

"... en Abril de 1956, el ejército tomó por asalto la cordillera de Calarma, sede de las antiguas

comunidades indígenas de Ortega - Chaparral, y 400 campesinos fueron asesinados y sus casas y

campos destruidos..." (16) La represión por parte del ejército en los últimos meses del gobierno militar de Rojas Pinilla, alentó la retaliación de las bandas de "pájaros" que desencadenaron nuevamente el terror, obligando a muchos indígenas a buscar refugio en la cordillera, dejando sus tierras que fueron aprovechadas por personas ajenas a la región que venían desplazadas de otras localidades y por los terratenientes. "... Cuando volvieron [los indígenas] eso no había

ni perros... el llano estaba todo quemado... y las cercas las habían corrido los terratenientes...” (17) La iniciación del Frente Nacional el 7 de agosto de 1958, como producto del armisticio pactado en Sitges y Benidorm por los dirigentes de los partidos en contienda, constituyó una apertura fundamental a la paulatina recuperación del Bloque de poder. Con medidas como el Plan de Rehabilitación, las amnistías, la Ley 19 del 25 de noviembre de 1958 que creó la Acción Comunal, la Ley 135 de 196l o Ley de Reforma Social Agraria y posteriormente mediante las acciones cívico-militares, el Estado logró neutralizar y absorber parte de la inconformidad social agraria, medidas todas encaminadas a quitarle el piso de conflicto social a la guerra, que de paso le dotaban de una careta democrática. Pero, al mismo tiempo desplegó una política represiva contra sectores sociales que continuaban al margen del sistema, en franca resistencia al régimen, por medio de diversos recursos militares que iban desde la violencia selectiva hasta la guerra de "tierra arrasada", como la que desató contra las llamadas "Repúblicas Independientes". Sin embargo, dentro de este contexto, sectores de las comunidades indígenas del Sur del Tolima, continuaron el proceso de retorno a sus tierras. La comunidad de Yaguara logró subsistir, pero los factores tradicionales de la violencia, a pesar de haber disminuido de una manera apreciable en su intensidad, continuaron haciendo mella en la estructura socio-económica de la parcialidad, generando modificaciones que en los años sesenta minimizaron su capacidad para manejar el conflicto. Este empezó a desplazarse hacia otro epicentro. La Cooperativa Agropecuaria Comunal se convirtió entonces en el baluarte más importante de resistencia de la comunidad, pero ya desde el gobierno de la Junta Militar, que sucedió a Rojas Pinilla, por el acoso de los terratenientes y de las autoridades

Page 17: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

17

locales, presentaba agudos problemas económicos, por lo cual se vieron obligados a dirigirse a la Junta Militar y al Ministerio de Agricultura, solicitando se les eximiera del pago de los créditos adquiridos ante la Caja Agraria de Chaparral como producto del "Socorro de Rehabilitación". En uno de los apartes del memorial dirigido a la Junta Militar decían:

"... Ahora recientemente el actual Gerente de la Caja Agraria doctor Germán Alvira, dice que los

indios de Yaguara puedan pagar dichas deudas tenemos que demigrar a otro Departamento, porque

aquí nos van a embargar todas nuestras pocesiones del Resguardo Indígena es decir nuestras

tierras...

... Excelentícimos Generales: Pedimos se dignen en considerarnos dichas causas ya anotadas y nos

conseda la gracia de perdonarnos dichas deudas ..." (sic.) (18) Su mayor amenaza en esos momentos, la constituyó el Gerente de la Caja Agraria de Chaparral, del cual los indígenas se quejaron al Ministerio de Agricultura ya que…

"... según él no hay tal comunidad indígena; que eso ya no existe en Colombia. Ay que tengamos en

cuenta que sino desocupamos a las vuenas, que tenemos que desocupar a las malas, Que en el

nuevo Gobierno Civil no nos va a alcahuetear más ..." (sic.) (19). Además de la crítica situación económica de la Cooperativa, a partir del año 1959 la comunidad tuvo que enfrentar una fuerte tendencia de partidarios de distribuir la tierra en parcelas, la eliminación del Cabildo y la no aprobación de nuevos préstamos a la Cooperativa (20), con el obvio respaldo de los latifundistas y de las autoridades locales (21), ante el temor de cierta influencia comunista (22). Los problemas se agudizaron especialmente con la llegada de los "nuevos moradores" (23), que por la diversidad de sus criterios e intereses acerca de las tierras se pueden agrupar en cinco rangos: 1. Los ocupantes de hecho, también denominados "usurpadores" o "poseedores de mala fé". Son personas extrañas a la comunidad, que aprovechando la situación de violencia de los años cincuenta, ocuparon las tierras y viviendas de los comuneros que se vieron obligados a abandonar, ante la persecución oficial-terrateniente. Se convirtieron en el principal problema y nuevo factor de descomposición de la comunidad. En un memorial dirigido por los cabildantes de la comunidad de Yaguara al Alcalde de Chaparral manifestaban:

"... Ellos an sido estimulados por los enemigos de la comunidad para declaraciones falsas,

consentidores y ausiliares de planes terroristas contra los dirigentes de la Cooperativa, los

Page 18: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

18

abanderados de la tala de bosques de las pocas recerbas florestales de la parcialidad indígena en

momentos que ya no an quedado sino los de recerba de aguas ..." (sic.)(24) 2. Los comuneros o nativos, que habiendo vendido sus derechos, regresaron o permanecen dentro de la comunidad. 3. Los comuneros que con el pretexto de comprar mejoras, presionaban la parcelación de las tierras. 4. Los poseedores de buena fé o familias amigas

"... que la mayor parte de estas bienen ciendo aliadas del grupo de los comuneros en todas sus

luchas en defensa de las tierras de la comunidad y por sus cerbicios prestados con tanta fraternidad

se les a dado posesión..." (sic.) (25). 5. Los comuneros o nativos que no han vendido sus derechos, porque consideran que la tierra no debe ser un instrumento negociable. Continúa siendo el grupo más numeroso e importante. Esta nueva composición social generó una serie de contradicciones internas que propició una nueva oleada de violencia, caracterizada por el cuatrerismo, el robo, el saqueo, la impunidad oficial y el atentado personal. El cabildo reclamó al gobierno que acabara con la impunidad, deteniendo y sancionando a los malhechores; además, que los auxiliares o cómplices se comprometieran ante las autoridades a no volver a organizar cuadrillas (26). Aún, en una actividad benevolente, el Cabildo les ofrecía la oportunidad de que se reivindicaran ante la comunidad, con la condición de que abandonaran su vida delictiva (27).

"... Para nosotros los campesinos e indígenas que vivimos en las tierras de los Departamentos con

Estado de sitio, nos permitimos manifestar que si en verdad el Gobierno ha hecho el máximo de

esfuerzo por reducir la delincuencia ya en los delitos de sangre y contra la propiedad y con referencia

en las zonas rurales, también hay que decir que toda vía resta mucho asesino e insendiario de 1949 -

1951 -1952 - y de 1953 sin llamarceles a la justicia a responder por tan sin números delitos...

... En el propio corregimiento o caserío de Olaya Herrera Tolima todavía se pasea por las calles en

peligroso malhechor en los tiempos de los años que ya indicamos. Ese individuo se llama Tiberio

Rada Capera.

... Desde 1949 en compañía del finado Pedro Rada padre de Tiberio principiaron la organización de

toda una vida ilícita. Primero principiaron por el robo de gallinas en la fracción de Yaguara después

Page 19: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

19

de cerdos, ovejas, cabras, enseres de casa y cosina, luego ganado mayor, y ya en 1952 en grandes

insendiarios y acesinos en la región de Calarma y Yaguara.

... Nosotros pedimos en aras de la lucha contra la impunidad, que ya sea con un investigador

especial o de oficio en los Despachos Administrativos y Policivos donde abarque toda esta gran

comarca de Calarma Olaya Herrera y Yaguara la investigación de hechos punibles de carácter

masivo...

... Todas estas tres zonas enumeradas están alerta para ayudar a la investigación en todo cuanto se

nos exija hasta que la autoridad haya rendido todas las piesas procesales que la justicia exija ..." (sic.) (28).

Sobre el mismo personaje, el Cabildo reclamó a la División de Asuntos Indígenas:

"... De igual manera investigue, porque habiendo voleta de cautura contra Tiberio Rada jefe de

cuadrilla de ladrones con residencia en Olaya Herrera, todavía esté muy campante en el

corregimiento, dizque esperando una situación como la de 1950 para volver a su vida delictiva en

compañía de algunos elementos que se han camuflado en Yaguara a pretexto de comuneros ..." (sic.) (29).

Otro caso representativo, es el de Nicolás Chaguala Rodríguez a quien el Cabildo, aunque le da la oportunidad de reivindicarse ante la comunidad, en uno de los apartes de la carta que le dirige le recuerda que:

"... En 1955, usted era un elemento impulsivo en la cuadrilla de ladrones organizada y dirigida por

Agustín Hernández Reinoso. En el archivo de la comunidad reposan documentos que cuando

principiaron a faltar los hijos de Agustín Hernández, porque los tuvieron que asesinar como mal

hechores y el 18 de Julio de 1956 tuvieron que fusilar al padre de estos, o sea el jefe de la cuadrilla

Ud tomo la iniciativa para organizar la segunda cuadrilla de malhechores para luchar contra el

Cabildo y la Cooperativa, como tan claro lo demostró Ud y su familia, en el asalto del 20 de Julio de

1958 en la Escuela rural del mismo Yaguara y como tan claro lo reza la prueba sumaria que se

recogió en el proceso que huvo que adelantar contra Saltarín, Ud, sus hijos su yerno Bernabe

Vaquiro .."

... No se diga su conducta de ahi para aca, ahi tiene un hijo en la carcel como prueba de ello y otro

que anda huyendo a la justicia..." (sic.) (30). La situación que se vivía era de incertidumbre y de zozobra, con mayor razón, cuando los enemigos de la Cooperativa y del Cabildo intentaron la eliminación física de sus miembros y de "…todo los indígenas que no han vendido sus derechos de tierras en comunidad..." (31) Por todos estos factores, Jaime Antonio Perdomo, asesor y líder de la comunidad; Agustín Palomino Yaguara, Presidente de la Cooperativa y Aniceto Palomino Yaguara, presidente del Cabildo e integrante del Consejo de Aministración de la Cooperativa,

Page 20: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

20

solicitaron a Gregorio Hernández de Alba, jefe de la División de Asuntos Indígenas, la "ayuda para obtener terrenos de colonización en el Yarí" (32) en vista de que los Estatutos de la Cooperativa contemplaban una "sección de colonización". Idea que fue inicialmente sugerida por el alcalde militar de Chaparral Mayor Rodríguez Suárez, durante el régimen del general Gustavo Rojas Pinilla (33). Hernández de Alba manifestó su colaboración ante dicha solicitud, con el fin de buscarle una solución pacífica y legal al grave problema de Yaguara. La comunidad, durante los años de 1962 y 1963, continuó el proceso de deterioro socio-económico, en el cual influyó decisivamente la presión de los terratenientes Salamanca y Mosquera a través de mecanismos tales como el litigio de tierras, el bloqueo económico, el apoyo a una fuerte corriente partidaria de las parcelaciones --amparada en la Acción Comunal--, producto de las contradicciones generadas por la conformación de los nuevos grupos o "Moradores". También, con el desarrollo de formas de violencia “bandidezca”, las cuales eran manipuladas por los terratenientes, para perseguir violentamente a los comuneros, especialmente en los diferentes momentos en que la comunidad dio muestras de recuperación. Para rematar, se agrega la posición oficial de reconocer la comunidad sólo como "Resguardo parcelado" (34) y además, que, debería en esa forma buscar una organización legal, distinta a las que contemplaba la Ley 89 de 1890, para poder recibir la ayuda de los nuevos planes de Rehabilitación y de la Reforma Agraria. Gregorio Hernández de Alba, en carta al Alcalde de Chaparral en uno de sus apartes expone:

"...Según los documentos que posee esta División al parcelarse lamentablemente el Resguardo,

algunos de los descendientes de Indígenas que recibieron títulos por una parcela resolvieron

organizarse como comunidad civil .

... En consecuencia no debería elegirse un Cabildo de Indígenas, pero sí consideramos muy

importante el que los comuneros o dueños de derechos de tierras, se organicen de manera legal y

pacífica, lo cual urge para que puedan beneficiarse de los planes de mejoramiento y desarrollo en

que Incora, ésta División y el Ejército Nacional estamos empeñados..." (35) Todos estos factores, más el problema agrario del momento, tanto a nivel nacional como departamental, y la política oficial del gobierno del presidente Guillermo León Valencia, de exterminio del bandolerismo político, y de los núcleos guerrilleros conocidos como "Repúblicas Independientes", especialmente la de "Marquetalia", desató un clima de tensión social que obligó a que el 2 de diciembre de 1964, varias familias comuneras de Yaguara, no tuvieran más alternativa que iniciar el éxodo hacia los Llanos del Yarí.

Page 21: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

21

Darío Fajardo precisa la situación de la siguiente forma: "Los Estatutos de la Cooperativa preveían la adquisición de tierras para la comunidad, la contratación con el gobierno para la colonización de baldíos, la apertura de caminos de penetración hacia tales baldíos y el desplazamiento de familias hacia las tierras así adquiridas. Esta política presentada como un logro de la comunidad no hizo sino proporcionar una válvula a la presión contra sus tierras, proveyendo condiciones "legales" para su traslado a lugares inhóspitos como la Nueva Yaguara, en el Caquetá..." (36)

Mapa 3 – De Yaguara I en el Tolima, a Yaguara II en los llanos del Yarí

Page 22: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

22

Escolástico Ducuara, comunero de Yaguara, quién también fué Presidente de la Cooperativa, y se salvó casualmente de un atentato personal (37), tuvo que emigrar con su familia a los Llanos del Yarí, donde actualmente orienta la comunidad en su calidad de Gobernador del Cabildo del Resguardo de Yaguara II. En relación con la persecución llevada a cabo por los terratenientes, y sobre su migración a Yaguara II, dice Ducuara:

"…Fue entonces cuando los mismos señores de antes, hicieron todas las intrigas posibles para que

acabara la colaboración, se fueron hasta el gobierno departamental y nos acusaron de subversivos y

de bandoleros y que por este motivo no se debía ayudar; lo lograron, se perdió y de nuevo

quedamos endeudados. El compañero Eugenio Colorado nos conectó con el Incora, Instituto que

hizo inversiones en la comunidad indígena de Yaguara, pero los interesados en desalojarnos y en no

dejarnos trabajar volvieron a llevar la violencia…” (38) Después de describir los pormenores del viaje a los Llanos del Yarí, agrega: "…Nos desplazamos del Tolima, y recordando la tierra de origen le han puesto a la colonización el nombre de Yaguara II…” (39). Para estos momentos, cuando ocurre la migración masiva a los Llanos del Yarí, el epicentro del conflicto indígena del Sur del Tolima, ya se había trasladado a las comunidades de Coyaima y Ortega.

2. LA PAZ BLANCA, l964-l975 2.l La segunda violencia La política de pacificación del gobierno de Guillermo León Valencia, caracterizada ejemplarmente mediante la acción militar contras las "Repúblicas Independientes", determinó una situación difícil para las comunidades indígenas en el vasto e intrincado territorio de la cordillera central, desde el Cauca al Tolima. Durante los últimos diez años estas comunidades habían resentido una marcada influencia de los grupos guerrilleros de tendencia comunista que persistieron en el proceso de resistencia después de la liquidación de El Davis a finales de 1953, la cual se hacía posible gracias a la configuración geográfica, a la casi absoluta ausencia del Estado y al hecho de que desde los tiempos de José Gonzalo Sánchez el Partido Comunista tenía un notorio prestigio entre ellas. Además, dos de los líderes más notables, Jacobo Prías Alape "Charro Negro", y Ciro Trujillo Castaño eran de origen indígena; el primero provenía de "Las comunidades indígenas de Natagaima" y el segundo era de un ancestro Paez, según

Page 23: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

23

refiere Medófilo Medina en su trabajo sobre "La Resistencia Campesina en el Sur del Tolima" (40) A comienzos de 1964 el Ejército asumió la ofensiva contra Marquetalia dentro de los términos del llamado Plan Laso, con la cual "…empiezan entonces los veinte años de la segunda violencia…" según Pierre Gilhodes (41). Este Plan, destinado a eliminar las zonas de influencia comunista (42) fué dirigido por los generales Gabriel Revéiz Pizarro y Jaime Fajardo Pinzón con la asesoría norteamericana en novedosas tácticas de contrainsurgencia que llevaron al Ministro de Guerra, General Alberto Ruiz Novoa a explicar: "…El guerrillero es como el pez en el agua; hay que quitarle el agua. Esta es la tarea de la acción

cívico-militar y de la guerra psicológica…" (43). En consecuencia con las nuevas maneras de la guerra, el General Fajardo Pinzón se remitió al doctor Gregorio Hernández de Alba, Jefe de la División de Asuntos Indígenas, el 16 de abril de 1954 para solicitarle "…su decidida colaboración para el mejoramiento de las

condiciones de vida de las poblaciones indígenas que habitan los Departamentos del Tolima y Cauca

[mediante] la elaboración de programas en coordinación con Incora [...] a fin de evitar que caigan

definitivamente bajo el adoctrinamiento comunista y se pierdan como ciudadanos de bien para la vida interna

de la Nación…". (44) Dicha solicitud estaba enmarcada en los criterios de Ruiz Novoa acerca del manejo de la guerra que, en palabras de Gonzalo Sánchez, estaba "…influido a su vez por las nuevas

concepciones del famoso Informe Lebret, en el cual el sacerdote y economista francés defiende la tesis de las

ventajas de las funciones civiles y socioeconómicas de los militares en países en vías de desarrollo…” (45) Pero "quitarle el agua al pez" significaba eliminar, de manera por demás mecánica, unos fundamentos sociales de la sedición que, generados por decenios de violencia, apenas si podían paliar las acciones cívicas del ejército. La preocupación del general Fajardo Pinzón la causaban "...11.500 descendientes de Pijaos

sobre los cuales tiene influencia el cabecilla Isauro Yosa (a. Lister), quien los dirige buscando por todos los

medios el ganarlos para la causa comunista en Marquetalia y 10.000 Paeces y Guanbiamos de la región de

Tierradentro, bajo el control doctrinario de Ciro Trujillo Castaño..." (46) La solicitud del comandante del ejército, comedidamente respondida por Hernández de Alba, y que motivó hasta una reunión formal de éste con personal técnico del Incora (47), al parecer no tuvo ningún resultado práctico si consideramos el contenido de su oficio del Secretario General del Ministerio de Defensa, Brigadier General Edmundo Rubiano Groot, dirigido al Ministro de Gobierno, doctor Pedro Gómez Valderrama el 1 de Agosto de 1966, dos años después de iniciadas las acciones del Plan Laso, en el que exponía el "…problema de los indígenas en el área de Gaitania…"

Page 24: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

24

El asunto fue motivado por la denuncia de varios indígenas ante el Ministerio de Gobierno acerca de maltratos por parte del ejército a las comunidades de origen Paez situadas en la parte superior del río Atá y en el Valle de Marquetalia, durante el proceso de ocupación militar de la región. El documento, justificatorio de la actitud de las tropas frente a la población civil, expone de manera minuciosa el estilo de la guerra adoptado como estrategia contra las guerrillas y, a pesar de negarlo expresamente, deja en claro el tratamiento dado a las comunidades indígenas. "... La situación de los indígenas que habitaban el área de Gaitania, margen derecha del Río Atá, era de

franca colaboración, por consentimiento o por la fuerza, con las bandas comunistas que actuaban en esa

zona; colaboración que aún después de iniciadas las operaciones y dentro del proceso de persecución y

destrucción de las bandas, continúo a pesar de los llamamientos hechos por las autoridades militares para

que los indígenas negaran su concurso a los antisociales.

...La situación anterior determinó la necesidad de una evacuación general de la población civil del área

situada al norte del Río Atá, con el objeto de negar en forma definitiva la colaboración y apoyo a las bandas

armadas.

... La evacuación de la población civil se hizo inicialmente hacia el área urbana de Gaitania, donde se creó

una pequeña aldea para indígenas.

... Posteriormente se construyó una aldea en la región de SAN PEDRO, con habitaciones más higiénicas

comparadas con las que habitaban los indígenas, aldea que ha recibido atención preferencial del apoyo de la

Acción Cívico-Militar en todos sus aspectos. Los indígenas en estas condiciones permanecen protegidos por

la Fuerza Pública contra retaliaciones por parte de los bandoleros, a la vez que se les permite trabajar en sus

antiguas parcelas bajo control militar ..." (47) Durante mucho tiempo y en diferentes tonos el ejército negó haber aplicado este tipo de prácticas de la guerra o minimizó sus efectos bajo el eufemismo del "estado de sitio" y justificó las evacuaciones de población civil y prácticas de guerra de "tierra arrasada", como la quema de cultivos, para "quitarle el agua al pez", con las caritativas donaciones de los mercados de la organización CARE y con la exposición de buenas intenciones, --que nunca se cumplieron--, como "…adjudicar parcelas, suministrar créditos personales supervisados

a cada cabeza de familia y crear una escuela y un centro de salud…". Pero los estrategas militares jamás imaginaron las implicaciones que tendrían a la larga las modificaciones introducidas. Con el tiempo y por razones más que obvias, una vez que se hubo controlado la región y que se dispersó a los grupos alzados en armas, el ejército, incapacitado para garantizar la "protección de la Fuerza Pública", optó por armar a los indígenas y constituirlos en un grupo de autodefensa, según el criterio, expresado

Page 25: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

25

por el entonces Coronel José Joaquín Matallana de que era "…necesario, casi indispensable enseñar y aún obligar a la población civil a defenderse a sí misma…" (48). Veinte años después, al tiempo de redactar este informe se escucha la noticia de la muerte de seis indígenas y dos guerrilleros de las FARC en un encuentro armado en la región de San Pedro. Al parecer el informe del señor Lebret también en esto, como en otras cosas, equivocó su visión sobre Colombia. No solo un ejército no resuelve alguna condición socioeconómica ni puede asumir funciones civiles sino que en lo concreto, las acciones Cívico-Militares, a la manera del general Ruiz Novoa, lejos de cualificar a las comunidades indígenas en el Sur del Tolima, las condicionaron a una penosa dependencia de la eventual caridad gubernamental o de las entidades religiosas. En su carácter de grupos de autodefensa en que, para "quitarle el agua al pez", los civiles quedaron cumpliendo funciones militares, dichas comunidades fueron aisladas del proceso que en el Cauca y el Tolima llevó a la formación de las más sólidas organizaciones indígenas en Colombia. Mientras para éstas se abren perspectivas políticas y económicas, fundamentadas en la autogestión y autonomía cultural, las comunidades de Gaitania sufren una deplorable situación. Aislados de sus hermanos de origen, los Paeces del Sur, no pueden integrarse al movimiento indígena organizado en el Tolima, a pesar de los varios intentos de una y otra organizaciones por acercarlos mediante la adopción de fórmulas conciliatorias. Veinte años después de aquella campaña de pacificación el balance es, por lo menos, discutible: al parecer los indígenas de Gaitania se salvaron de caer "bajo el adoctrinamiento comunista" y definitivamente se ganaron "como ciudadanos de bien para la vida interna de la Nación", como quería el General Fajardo Pinzón, pero a la larga ni la Nación, ni las acciones cívico-militares, ni la tutela del ejército, ni las obras de caridad, han podido salvarlos del hambre, la tuberculosis y la ignorancia que irremediablemente las consume. Las acciones de la guerra contra Marquetalia y demás "Repúblicas Independientes" pusieron finalmente la paz en el territorio del Sur del Tolima. Pero, como acabamos de enunciar, una paz así lograda tiene siempre condiciones, máxime cuando se han impuesto a una sociedad con las contradicciones históricas que implica su carácter de minoría étnica. Así, los indígenas, a la manera del hombre-hicotea que inventara el maestro Fals Borda, para explicar la supervivencia de las comunidades del Bajo Magdalena (49), "desaparecieron" ante el embate de la difícil situación económica y política. Algunos emigraron transitoriamente hacia otras regiones en busca de trabajo y capearon el temporal como recolectores de café en el Quindío y Norte del Tolima, o de algodón en las plantaciones de Codazzi y San Alberto. Pero la mayor parte asumió los términos de la paz de la sociedad dominante como único recurso para supervivir. Si bien, en el resto del Tolima las condiciones no eran iguales a las que afectaban a las comunidades de Gaitania, de todas formas la paz impuesta, la

Page 26: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

26

Paz Blanca, era la misma. Y consideramos que ninguno tan pertinente como éste concepto de Robert Jaulin (50) para explicar ésta forma específica de dominación de una sociedad sobre otra que es la forma característica del colonialismo y del etnocentrismo. Lo singular aquí es que ese colonialismo se ejerce contra unas sociedades cuyos contenidos culturales e históricos se suponen como constitutivos genéticos de la sociedad dominante. La "pacificación" consistió, por lo tanto, en la mediatización del conflicto puesto que los factores del mismo no desaparecieron. El conflicto, por el contrario, a la manera de un Proteo, se desplazó y se transformó. Y como veremos adelante, cuando se lo creía eliminado, reapareció convertido en un vigoroso movimiento organizado. Como ya hemos expuesto, durante la década de los años cincuenta el conflicto indígena tuvo su epicentro en Yaguara, es decir, que la manifestación política y social tuvo allí un mayor énfasis mientras en otras zonas como Ortega y Coyaima, igualmente golpeadas por la violencia, tuvo otra forma de expresión. Esta diferencia se debió esencialmente al hecho de que en tanto Yaguara logró alguna forma de organización, como fue el caso de la Cooperativa Agropecuaria Comunal y, al menos formalmente, conservó la figura jurídica del Cabildo Indígena, en Ortega, Coyaima y Natagaima las comunidades no pudieron ni presentar un frente común de resistencia ni aglutinar intereses comunes bajo una dirección central. Así, mientras Quintín Lame Chantre rompía sus lanzas jurídicas contra las manipulaciones de terratenientes y autoridades locales en Ortega, en Coyaima y Natagaima las familias de indígenas, controladas y supeditadas por los terratenientes bajo distintas formas de explotación del trabajo y mediante el recurso del endeudamiento, resistían individualmente sin mayores resultados, dada precisamente su incapacidad de organización. Por aquellos años los grandes y medianos propietarios dedicaban la tierra casi exclusivamente a empresas ganaderas mediante el sistema de explotación extensiva. Los indígenas, establecidos dentro de las enormes haciendas, en parcelas de una a diez hectáreas, trabajaban como peones a jornal mientras supervivían con pequeñas huertas de pan-coger, cercadas, en tanto que el resto de las haciendas permanecían como "tierras en soltura", según la expresión local. Con el tiempo, y como sugiere Gregorio Hernández de Alba (51) "…posiblemente inspirados

por Quintín Lame…", empezaron a reclamar derechos de propiedad sobre los predios ocupados. Presumimos nosotros que el reconocimiento más o menos expreso, del fuero histórico que vindicaban los indígenas, implicado en la política asumida a su respecto por

Page 27: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

27

el gobierno del General Rojas Pinilla, y caracterizado en la inclusión de las comunidades indígenas en los programas de "Rehabilitación" que contemplaba la compra por parte de la Nación de predios en litigio para serles entregados (52), puso en discusión el derecho alegado por los terratenientes y estimuló la pretensión de los indígenas en el sentido de redimir las tierras perdidas y en cuya procura las instancias legales no habían producido algún arreglo. Desde entonces se generalizó este procedimiento como solución expedita para, como reclaman ahora los indígenas, "sanear" la tenencia de las tierras. Gregorio Hernández de Alba refiere el caso --que nos sirve para ejemplarizar el problema--, de cómo se formó la hacienda "El Triunfo":

"... desde 1835 comenzaron a repartirse o parcelarse los resguardos indígenas de Ortega, Chaparral

y Coyaima, entre las familias de indios existentes ... --(en cumplimiento de "... un decreto del Jefe

político del cantón del Espinal, General Joaquín Buenaventura, de fecha 19 de Enero de 1835,

fundándose éste a su vez en el Decreto de 9 de Abril de 1832, originario del Ejecutivo del estado

soberano del Tolima en virtud de la Ley de 6 de Marzo del mismo año sobre distribución de

resguardos de indígenas ..." (53) -- ya con la copia de la diligencia respectiva o título, por estancias

y cabuyadas de tierras, casi todos los nuevos propietarios de lotes delimitados, fueron vendiendo a

gentes extrañas a los grupos indígenas los derechos o parcelas y se formaron grandes haciendas.

Así por ejemplo, el caso de un señor Juan Bautista Barrios... compró parcelas a los indios, formando

la hacienda "El Triunfo" cuya extensión fue de nueve estancias sesenta y ocho y cuarto cabuyadas

de tierra, (54) o sea más o menos 2.006 hectáreas más 1.392 metros cuadrados, que luego agrandó

el señor Luis Vargas Reyes con compras a los indios: Saturnino Tique, Nepomuceno Timoté;

Domingo, Ezequiel, Trinidad y Sandalia Alape en 1864 y 69. Las muchas compras a los indios

hechas por Juan Bautista Barrios se sucedieron entre los años de 1861 y 1881, y eso siguió hasta los

primeros años de este siglo, de modo que casi toda la propiedad antigua de indígenas pasó a manos

de negociantes que constituyeron las grandes haciendas..." (55) Las condiciones de irregularidad en que se realizaron las ventas y traspasos de tierras, puesto que según la Ley de Marzo 6 de 1832 los indígenas no podían vender las tierras adjudicadas sin el cumplimiento de términos restrictivos; el desconocimiento por parte de éstos de los alcances e implicaciones de la misma Ley; el uso de distintos y aún arbitrarios patrones de medición de las tierras; las manipulaciones de los administradores públicos en favor de los terratenientes, etc.; determinaron una confusión tal, que obligó con el tiempo, a buscar soluciones distintas a la reconstrucción legal de los predios. La sanción de la Ley 81 de 1958 "sobre fomento agropecuario de las comunidades indígenas" cambió en cierta medida la situación de los indígenas en el Sur del Tolima pues, si bien fue propuesta como una solución a problemas derivados de la violencia en el Cauca y sobre las condiciones de las comunidades organizadas en Resguardos, algunos de los

Page 28: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

28

instrumentos creados incidieron de manera significativa, en especial, sobre las comunidades de Coyaima, Ortega y Natagaima. Por lo menos, modificó el tono de las relaciones de éstas con el Estado pues, en palabras de Roque Roldán, era "…un ordenamiento que, aunque no abolía ni cambiaba fundamentalmente el

propósito de incorporar a los indígenas a las pautas de vida económica, social y cultural del resto de los

colombianos, si fijaba criterios nuevos, métodos menos coactivos para conseguirlo..." (56) La organización de las secciones de Negocios Indígenas y de las Comisiones de Asistencia, inició un proceso de descentralización que obviamente permitió ventilar los problemas con más agilidad. En 1960, mediante el decreto 1634 del Ministerio de Gobierno se trasladó a éste la sección de Asistencia Indígena de la División de Extensión Agropecuaria del Ministerio de Agricultura con la categoría de División de Asuntos Indígenas y se encargó de su jefatura el Antropólogo Gregorio Hernández de Alba quien hasta entonces fungía como Jefe de la Sección de Resguardos Indígenas del Ministerio de Agricultura. Con los nuevos criterios sobre integración de las comunidades indígenas y con la tarea proteccionista que le confirió el decreto 1634 a la dirección de la División, Hernández de Alba asumió una gestión más bien paternalista que, a pesar de las objeciones que se puedan hacer a tal tipo de administración, promovió la discusión de los problemas de las comunidades ante sectores del Estado en los que, hasta entonces, no habían tenido ningún recibo ni cuidado. En cumplimiento de lo mandado por el decreto 1634 Hernández de Alba abrió las oficinas regionales de asistencia y el 25 de febrero de 1961 se instaló la Comisión de Asistencia y protección Indígena del Tolima en la localidad de Coyaima. Esta oficina, que operó hasta finales de 1964, contribuyó a disminuir la tensión del conflicto mediante una serie de acciones como la asistencia técnica de ingenieros y prácticos agrícolas, mejoradoras del hogar y la asesoría de abogados que se encargaron de ordenar algunos pleitos; todo lo cual, contrastado con los problemas generados por la militarización del Sur del Tolima, produjo cierta confianza en una solución gubernamental, como de manera un tanto ingenua lo expresaba el líder de la comunidad de Guatavita -Túa, Belisario Tique Capera:

"... Hoy como los indígenas de dicha comunidad contamos es con el apoyo y abrigo es el de su

Señorio que nos ha sabido defender en nuestra comunidad con todas estas garantías que hemos

alcanzado por su Señorio que nos ha sabido defender de autoridades menores con que estos ricos

cuenta con ese apoyo. Pero hoy día hemos sido defendidos por mi gobierno del Doctor Gregorio

Hernández de Alba y la buena administración de justicia que hizo el Doctor Luis Trujillo aquí en el

Tolima en favor de nosotros los indígenas... Así mismo les damos miles de felicitaciones y

agradecimientos a mis Doctores y esperamos y le agradecemos gratuitamente en el alma de todos

Page 29: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

29

nosotros los indígenas que el Doctor Hernández nos dé nuestra tierra libre y nos ordene o nos feche

el día de la entrega de nuestra tierra..." (sic.) (58). Y la calificamos de ingenua pues se requirieron casi veinte años más en que los indígenas de Guatavita-Túa debieron amenazar con invasiones, taponar carreteras, sufrir encarcelamientos y pagar con muertos y heridos el reconocimiento de los fueros sobre sus tierras. No obstante, la actividad de la Comisión de Asistencia y Protección abrió algunas expectativas para las comunidades, impulsó su proceso de identificación y, tal vez lo más notable dejó en claro para las instancias del gobierno central cómo, no solo sí había un conflicto real del cual no se podía responsabilizar a los indígenas, sino que los políticos regionales, gamonales y administradores locales interferían, en su beneficio particular, cualquier acción gubernamental encaminada a resolverlo. Cuando la comisión fue retirada de Coyaima, a pesar de las protestas de las comunidades, para los indígenas del Sur del Tolima quedó en claro que las mediaciones legales y oficiosas frente al Estado no bastaban. Y hacia 1968 se inició el proceso de la búsqueda de una organización política de las comunidades. Y uno de los escenarios fue precisamente Coyaima no sólo porque las condiciones de las comunidades cercanas eran más agudas sino porque la oficina de Asistencia y Protección indígena había aglutinado un centro de discusión de los problemas. El otro escenario fue Ortega. Población que desde los años veinte, aparecía en el mapa de los conflictos campesinos particularmente vinculada con la actividad de Manuel Quintín Lame en favor de los indígenas del Tolima, sus "hermanos de raza". El descubrimiento que hizo Quintín Lame de la existencia de una legislación indigenista que, a pesar de su espíritu etnocentrista contenía algunos criterios proteccionistas acerca del derecho de los indígenas al usufructo de sus antiguas tierras, y algunas relativas victorias como litigante, le llevaron a abandonar su idea original de construir una Nación de Indios y de recurrir al alzamiento de éstos con el fin de lograrlo. Es posible que este criterio acerca de las bondades de la lucha legal, propiciara su separación de José Gonzalo Sánchez quien, desde las filas del naciente Partido Comunista, tenía una idea distinta de la misma. La beligerancia de Quintín Lame fue disminuyendo en la medida en que se generalizaban las acciones violentas promovidas por los terratenientes contra los indígenas y en que aumentaban las penurias de la edad. Sin embargo Lame mantuvo hasta su muerte en 1967 el convencimiento de que el cumplimiento de la Ley 89 de 1890 resolvería sus problemas.

Page 30: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

30

Si bien el ejercicio de Quintín Lame como litigante no les permitió a las comunidades obtener muchas victorias en cuanto a la recuperación de sus tierras, si influyó notablemente en el cuestionamiento de la validez de los títulos exhibidos por algunos terratenientes al punto que numerosos predios pasaron a considerarse en condición de litigio. El papel de Quintín Lame, quitándole cierta aureola chauvinista, se concreta en que logró concientizar a los indígenas sobre la necesidad de reclamar sus fueros históricos y de conservar sus rasgos étnicos y culturales para apoyar en ellos la posibilidad de una acción mancomunada. Esta actitud magisterial y la repercusión de sus viejas hazañas, terminaron por conferirle al caudillo, que de hecho lo era, una actitud mesiánica que, lejos de permitirle aglutinar a sus hermanos, lo fue separando de las dispersas comunidades. Después de su muerte en el año 67, el conflicto entró en una etapa de receso hasta que, los vientos promisorios de una Reforma Agraria, volvieron a agitar sus banderas.

2.2 Campesinos e indígenas El año de 1970 tiene una particular importancia en la historia de los conflictos de las minorías étnicas en Colombia. Fue el momento en que nació la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos -ANUC, auspiciada por la política que con respecto a la Reforma Agraria había impulsado el Gobierno de Carlos Lleras Restrepo. Desde un principio participaron activamente en su confirmación representantes de distintas comunidades indígenas, motivados por la promesa liberal de vindicar las tierras usurpadas (58). Las diferencias de conceptos acerca de la tierra y la disparidad cultural distanciaron desde un comienzo la posibilidad de una política común para los indígenas y campesinos, situación que hizo su primera crisis antes de cumplirse el primer año de la ANUC precisamente por la posición asumida por su dirigencia que, en palabras de un vocero indígena "…buscaba campesinar a los indígenas, desconociendo las características culturales que

habíamos empezado a reclamar…" (60). Pero los indígenas recogieron la experiencia. Reunidos en una memorable asamblea con la presencia de delegados de casi todas las comunidades del país, nació el 24 de Febrero de 1971 en Toribío, el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, que habría de convertirse en los años siguientes en el modelo y mentor de otras organizaciones. La organización gremial del campesinado, a pesar de las manipulaciones políticas, tuvo una consecuencia inmediata: La generalización de los conflictos de tierras caracterizados en la invasión de predios y en movilizaciones regionales dirigidas a respaldar una nueva relación de fuerzas en el debate que se abría entre grandes y pequeños propietarios. Este fenómeno, desigual según las regiones, coincidió desde 1971 con el Movimiento

Page 31: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

31

Universitario que, hasta su declinación hacia 1974, y desde sus diferentes ópticas políticas, intentó una vinculación por lo menos táctica, con aquel. También desde su origen, el movimiento campesino buscó articularse operativamente con los sectores urbanos en conflicto, pero como anota precisamente Salomón Kalmanovitz, el activismo de la ANUC "…no tiene suficiente fuerza para consolidar muchas de ellas [se refiere a las

invasiones] porque no hay fuerzas urbanas importantes, [en 1972] en particular un desarrollado

movimiento obrero, que las apoye decisivamente..." (60) La ruptura de la ANUC, o mejor el "paralelismo sindical" generado por la Convocatoria de los "campesinos" ricos en 1973 en Armenia, puso de manifiesto cómo desde su origen se articulaban en su seno dos posiciones opuestas. Una, la "patronal" que respaldaba la gestión del gobierno en correspondencia con el planteamiento inicial que justificó la creación de un ente con el fin de presionar el cumplimiento de la Reforma Agraria pero que garantizara la permanencia de la mano de obra necesaria para el desarrollo capitalista en el campo, y la otra, que aglutinaba la perspectiva "progresista" del campesinado pobre, o que simplemente no estaba satisfecho con los alcances reformadores de la política agraria. De tal suerte, la ANUC suponía de hecho el campo de encuentro del conflicto agrario, dentro del cual los indígenas no llevaron ciertamente la mejor parte. Alinderados en ambos bandos, iniciaron desde 1972 un proceso de integración bajo las banderas de Unidad, Tierra y Cultura levantadas por el CRIC que, frente a las contradicciones partidistas del campesinado, optó por una forma de organización autónoma aunque sin separarse completamente de la organización gremial campesina, enunciada políticamente en su primer programa (61). El "pacto de Chicoral" echó por tierra las ilusiones del programa democrático formulado en el Primer Congreso de la ANUC en 1971, titulado con gran entusiasmo como el Primer Mandato Campesino, y declinó los ímpetus reformistas que pusieron en tela de juicio la gran propiedad territorial. En esas condiciones la ANUC no solo enfrentaba la ausencia de una credibilidad en su proyección programática, que estaba apoyada precisamente en la posibilidad de la redistribución de la tierra, sino también una represión generalizada como consecuencia de su reacción frente al fracaso de Chicoral; situación que la llevó a formalizar la ruptura en su Tercer Congreso que se reunió en Sincelejo en septiembre de 1974. La ANUC, línea Sincelejo, conservó la Secretaría Indígena Nacional como un recurso, no solo para evitar que continuara la fragmentación de la organización campesina sino porque precisamente requería el apoyo de los indígenas que para entonces hacía mucho tiempo habían probado su capacidad combativa y de organización. El Tercer Congreso campesino contó con la presencia de 400 indígenas (62) en representación de distintas comunidades coordinadas por la Secretaría Indígena

Page 32: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

32

Nacional y con una delegación del CRIC que, por consenso, presentaron una ponencia en la cual se establecía la "Posición de los Indígenas en el Movimiento Campesino" (63). En dicho documento, el primero de carácter político de alcance nacional, se definían varios puntos de referencia de la condición general de los indígenas frente a los conflictos sociales y la lucha por la tierra así como los criterios para su movilización. Es necesario detenernos en algunos aspectos que son sintomáticos del conflicto y de la perspectiva indígena frente al mismo. En primer lugar, el documento fija un concepto sobre la tenencia de la tierra que se constituye en el fundamento de la noción, que los indígenas tienen de sí mismos y de su relación con la sociedad dominante y que al asumirlo marca los referentes de las contradicciones con el movimiento campesino.

"... Para nosotros los indígenas, la tierra no es solo el objeto de nuestro trabajo, la fuente de los alimentos que consumimos, sino el centro de toda nuestra vida, la base de nuestra vida, la base de nuestra organización social, el origen de nuestras tradiciones y costumbres..."

Y en consecuencia de tal concepto, se explica que las formas de la lucha por la tierra estén inscritas en un concepto también diferente:

"... Al igual que los demás compañeros campesinos, estamos empeñados en la recuperación de nuestras tierras […] esta recuperación adopta formas propias, tanto en la lucha misma como en la utilización de la tierra recuperada...”

Y la conciencia de esta diferencia se concreta al considerar que...

"... Algunos sectores campesinos... pueden tener una concepción individualista de la tierra o de la organización del trabajo, mientras que para nosotros las formas comunitarias no significan una estructura nueva que hay que aprender pacientemente, sino un componente básico de nuestro modo de vivir de siempre..."

Desde la formulación de este documento en 1974 quedó clara esta perspectiva política de las comunidades indígenas que, reiterada desde los tiempos de José Gonzalo Sánchez y Quintín Lame, no había tenido sin embargo, una formulación tan explícita. El carácter intelectual de la misma no debe sorprender pues, de una parte, los indígenas lo han logrado como resultado de su política de capacitación y educación; así, es ya frecuente encontrarlos incluso en la Universidad; y de otra, es obvia la participación de estudiosos de distintas disciplinas que han asumido un trabajo de apoyo a la gestión colectiva de las comunidades, como asesores técnicos de la organización. Independientemente del modo literario, encontramos el mismo concepto en diversos casos consultados. Los indígenas hacen una taxativa diferencia respecto de los criterios

Page 33: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

33

que ilustran el por qué de sus luchas. El elemento fundamental es la reconquista de la tierra que, de manera unánime, consideran como suya independientemente del proceso histórico que explica el cambio de dominio sobre la misma. Para ellos, los terratenientes actuales usufructúan, como herederos directos de quienes expoliaron a sus antepasados, derechos que no les corresponden. Pero, ésta noción se extiende al campesinado pobre y a los colonos, lo cual dificulta, por lo menos, el diseño de una estrategia común frente a la concentración de la propiedad de la tierra. Este fue precisamente uno de los puntos de discusión ante las propuestas de la ANUC que sostenía la necesidad de unificar los criterios políticos y de centralizar la dirigencia. A esto se referían cuando la acusaban de intentar "…campesinar a los indígenas…". Si bien en la introducción de la ponencia presentada al Tercer Congreso asumen que "…los indígenas somos campesinos…", por considerar que "…nuestros enemigos como los del resto del campesinado, son los terratenientes, los comerciantes, los usureros y todos los aparatos del Estado y de la Iglesia Católica que están a su servicio…", en otra parte, definen que "…al lado de estos rasgos comunes con toda la población campesina tenemos otros más específicos…". A pesar de lo mucho que pudiera unirlos en una acción común, los rasgos específicos que los diferencian son tales que dicha unidad no es posible en razón de que la distinción no se apoya en que puedan suscribir formalmente un similar memorial de agravios sino

que, con diferencia de grado, la contradicción que los enfrenta con el terrateniente es

la misma que con el campesino pobre: la forma de la posesión de la tierra. Este, el campesino pobre, como también el colono, participa de la misma noción que el terrateniente acerca de la utilidad y de las formas de tenencia de la tierra. Los principios de la propiedad privada y de la máxima ganancia en que se apoya la sociedad dominante, excluyen de hecho la situación que, por derecho histórico, reclaman los indígenas, y que en alguna medida les reconocía la Ley 89 de 1890. Y de esto tienen perfecta claridad cuando plantean que, "…estamos empeñados en la recuperación de nuestras tierras…" pero que esta tarea de recuperación "…adopta formas propias, tanto en la lucha misma como en la utilización de la tierra recuperada…". Pensamos que es aquí donde se encuentra el punto crucial de todos los conflictos de las minorías indígenas y donde, por lo tanto, se hallan también sus posibilidades de superarlo. El conflicto que plantean los indígenas desde 1492 no consiste en que pongan en tela de juicio un derecho adquirido por la posesión legal de unos predios. Lo que contrastan en realidad es el principio en que se apoya la legalidad que confiere tal tipo de derechos: la propiedad privada que enajena de hecho, en beneficio exclusivo, individual, la posibilidad del usufructo colectivo de un bien cualquiera, sobre la cual posibilidad descansa precisamente la estructura de las sociedades indígenas.

Page 34: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

34

Las acciones vindicativas de los indígenas sobre lo que consideran históricamente como suyo, compulsan siempre al Estado de derecho que, por contradicción, necesariamente los niega. Esto es lo que los hace tan "incómodos" a la hora de elaborar discursos patrioteros para justificar los méritos de nuestra relación de dominio y para explicar su condición de minoría superviviente Este asunto nos lleva a un terreno de explicación, aunque un tanto impertinente en este tipo de trabajo, obligado para comprender la situación particular en el Sur del Tolima. Sobre todo porque uno de los propósitos era el de explorar la perspectiva política sobre la cual se articulan las movilizaciones indígenas. Las condiciones de ambigüedad en que se encuentran los habitantes de esa región, indígenas para unos o campesinos para otros, según les convenga considerarlos, es el producto de todas las manipulaciones legales acumuladas en quinientos años de expoliación. Y aunque la decisión legal, de si son lo uno o lo otro, depende de las investigaciones que puedan definir su carácter --que por cierto no se han iniciado--, el hecho concreto es su presencia histórica allí. Y sobre la cual ellos reclaman tener derecho. Dicha condición de ambigüedad es también la de los demás pueblos indígenas en Colombia que, como fantasmas de alguna pesadilla, tienen que, para poder supervivir, demostrar su carácter de "indígenas" frente al Estado de derecho; lo cual se caracteriza en que cualquier acción de tipo legal que pretendan, requiere dicho procedimiento previo. 2.3 El proceso hacia la organizacion Los indígenas del Sur del Tolima estuvieron representados mediante comisiones delegadas en el proceso de constitución de la ANUC, en cuyos debates hicieron las primeras letras de la que más tarde sería su organización. Si bien estuvieron siempre relacionados y asesorados por los dirigentes del movimiento indígena en el Cauca, no lograron como estos allanar el camino hacia la misma sino hasta 1975, cuatro años después de la conformación del CRIC. De particular importancia para su organización fue la participación de varios delegados de las comunidades de Natagaima, Coyaima y Ortega en la asamblea citada por el CRIC en el Resguardo La Susana del Municipio de Tacueyó el 6 de septiembre de 1971, en la cual se formuló el programa definitivo, se ratificó la estructura de la organización y, lo más significativo para nuestro caso, se estableció una relación activa con las demás comunidades indígenas en Colombia, encaminadas a extender el movimiento y prohijar donde fuese posible la formación de otras organizaciones. De dicha asamblea trajeron los delegados una idea más

Page 35: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

35

aproximada de las tareas que debían emprender para lograr construir un ente que recogiera los intereses de las comunidades. Después de varios intentos --fallidos unos, mejor logrados otros-- (64), se realizó el Primer Encuentro Regional Indígena de los Pueblos de Ortega, Chaparral, Coyaima, y Natagaima en el Resguardo de Chenche Agua Fría durante los días 28 y 29 de Julio de

1975 y se creó el Cabildo Regional Indígena del Sur del Tolima (65). La importancia de este encuentro reside en que por primera vez los indígenas del Sur del Tolima lograron constituir un aparato político que centralizara, independientemente de la estructura de los cabildos, la capacidad de decisión de las comunidades y que unificara criterios con el fin de establecer metas y propósitos comunes. Sin embargo en ese momento no lograron desprenderse del concepto que identificaba el organismo de dirección política con las instancias de dirección y organización internas de las comunidades: el Cabildo.

3. LA LUCHA ORGANIZADA, 1975 -1980 Apenas tres meses después, el 12 de octubre, se llevó a cabo una Reunión "…en la

localidad indígena de Cucharo San Antonio [en la que participaron] 528 compañeros pertenecientes a

[las comunidades de] Ortega, Chaparral, Coyaima, Natagaima, Purificación, Ataco, Asociación

Departamental de Usuarios Campesinos, Acción Comunal Campesina Colombiana, Sindicato Agrario y

Delegación de obreros y estudiantes…" (66) Aparte de "…hacer un análisis de la situación actual…" y de denunciar que "…estamos siendo

golpeados por los terratenientes, gamonales, politiqueros, clero y gobierno en general […] un hecho

importante de nuestra reunión fue nuestra decisión de crear nuestra organización a la cual hemos llamado LA

QUINTINIADA y que abarcará a toda la población indígena del Sur del Tolima... [con el fin de] reivindicar

todos nuestros derechos usurpados" (67). Esta colisión de organizaciones es significativa no sólo de la obvia inexperiencia sino también de la imprecisión y dispersión de criterios acerca del manejo político. Para el año 1975, aunque ya el movimiento universitario iba de capa caída, es notoria la participación de los distintos grupos de izquierda que tratan de ajustar el problema indígena a su discurso coyuntural. LA QUINTINIADA, a pesar de su evocación poética, se disolvió en el curso del siguiente año. En el Segundo Encuentro Indígena del Sur del Tolima, realizado del 16 al 18 de diciembre de 1976, en Rincón Velú, Natagaima, el Cabildo Regional Indígena del Sur del

Page 36: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

36

Tolima logró formalizar algunos criterios fundamentales tanto para la organización como para la prospección del trabajo político. Se propuso "…fortalecer el trabajo en las comunidades; hacer más claridad en las bases sobre la

importancia de la organización, el por qué de la lucha, y qué se consigue con la lucha, como también

discusión de ideas para la búsqueda de la unidad. Se analizó además la importancia que tiene la

organización nacional indígena formando el Consejo Nacional para centralizar las luchas, en el cual deben

quedar representadas las comunidades más avanzadas nacionalmente..." y "... sostener la ley 89 de 1890,

que ampara todos nuestros derechos, como es la tierra dejada por los antepasados, la cultura, los trabajos

comunitarios y otras reivindicaciones que tenemos que recuperar, que no nos crean más menores de edad,

con el desconocimiento de esta ley los terratenientes han venido invadiendo las tierras y nos han arrinconado

a las serranías más estériles y áridas donde ya no se da ni la rabia...", (68) de los cuales propósitos es identificable la asesoría de la dirigencia del CRIC, con sus banderas de Unidad, Tierra y Cultura. Sin embargo, los méritos de este Segundo Encuentro no fueron muy bien considerados por la dirigencia de la comunidad Guatavita Túa de Ortega, que elevó una denuncia formal ante las demás comunidades porque los organizadores "…prefabricaron el encuentro sin

que pudiéramos asistir nosotros los de Guatavita -- Ortega, en cambio si aceptaron la participación de

campesinos de bolsillo miembros de la ANUC de Ortega y Coyaima... sólo avisaron la víspera aprovechando

la precaria condición económica. Este enfrentamiento no está sirviendo sino para hacerle el juego a los

enemigos comunes…" (69). Estas disensiones que, como ya dijimos, estaban implícitas en el proceso de organización, muestran la forma como el movimiento se articulaba con otros sectores políticos. De las consignas con que rematan los informes y las denuncias se deduce fácilmente a unos y a otros. En ese momento la dirigencia del Cabildo Regional Indígena del Sur del Tolima se encontraba bastante permeada por militantes del Movimiento Obrero Independiente Revolucionario – MOIR, que hacían extensiva a los indígenas su consigna de que "la tierra, es para quien la trabaja", situación no muy del agrado de la militancia del Partido Comunista que, frente a aquellos, reclamaba los fueros ganados en varias décadas con la resistencia campesina e indígena en el Sur del Tolima. Las comunidades indígenas no estuvieron exentas de constituirse en escenario de las contiendas, no siempre internas, de los grupos de izquierda que desde 1970 y al compás de la agudización de los problemas agrarios, habían logrado extender su ámbito de acción, inicialmente citadino y casi que estrictamente universitario, a las áreas rurales, a las cuales trasladaron, de manera por demás mecánica, sus conflictos teóricos y sus esquemas sobre el deber ser de una revolución hacia el socialismo.

Page 37: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

37

Aparte de alguna constancia y de algunos mensajes de solidaridad en los cuales los indígenas aparecen generalmente dentro de la categoría de "los demás sectores en conflicto", la izquierda colombiana en sus distintas vertientes no ha producido un sólo documento como resultado de un análisis sobre la condición singular de las comunidades indígenas ni de su carácter como minoría étnica en contradicción con nuestra sociedad dominante (70), razón por la cual todos los teóricos de la izquierda al formular las "líneas" para la acción revolucionaria en el campo, siempre confundieron a los indígenas bajo la etiqueta común del campesinado. Esta situación la encontramos denunciada abiertamente por las comunidades agremiadas en el CRIC, que en Septiembre de 1976 declaran como "…saboteadores de las luchas populares…" a los militantes de un grupo político que intentó desarticular la organización simplemente porque no controlaba la dirección del CRIC, ya que desautorizaban cualquier otra alternativa de lucha o cualquier otro enfoque político:

"... es indispensable que denunciemos con vigor el absurdo sectarismo que por tanto tiempo ha

primado en la izquierda colombiana. Para muchos grupos políticos, en la práctica, el enemigo

principal no es el imperialismo, ni la oligarquía, sino los demás grupos rivales que les merecen el

despectivo calificativo de "Revisionistas" "Trostkistas", "Populistas", "Oportunistas " y otros

semejantes. Gran parte de los esfuerzos se sustraen a la lucha de clases para ser utilizados en esta

caricatura de lucha ideológica que constituyen las peleas de los grupos de izquierda […] no

vacilamos en calificar de saboteadores de las luchas populares a todos aquellos que enfilan baterías

principalmente contra las organizaciones que desarrollan un trabajo de base. Es indudable que

existen contradicciones entre los distintos enfoques políticos sobre el proceso revolucionario y que

éstas contradicciones no van a desaparecer porque buenamente resolvamos unirnos. Pero el

tratamiento de estas contradicciones debe estar de acuerdo con el desarrollo mismo del proceso

donde la práctica de cada organización, y la discusión honesta con las demás, va clarificando el

camino a seguir. No debemos permitir que una polémica agresiva y estéril frene el proceso de

cambio ni que las contradicciones entre la izquierda, se vuelvan más importantes que la lucha que

mantenemos con el enemigo..." (71) Por supuesto que las disputas políticas no se limitaban a la confrontación empírica, de la diversidad de los puntos de vista de la izquierda. Otros grupos, entroncados en los partidos tradicionales y parcialmente desplazados por el activismo de izquierda mantenían vigentes sus intereses y no perdían oportunidad para meter baza en el conflicto, según denunciaban "…los compañeros de las comunidades de Cucharo - San Antonio, globo

común de Nicurgo y Guatavita- Túa...de algunas maniobras divisionistas de la dirección de la ANUC…" (72) que por entonces se hallaba manejada por la “línea Armenia”; y de otra manera, porque siempre mantuvieron el control electoral a través de los gamonales frente a los cuales, particularmente el MOIR y la militancia local del Partido Comunista, sostenían un combate singular por la distribución de los votos posibles.

Page 38: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

38

En febrero de 1977 el Cabildo Regional Indígena del Sur del Tolima envió representantes al Cuarto Congreso de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC, que se reunió en la localidad de Tomala, en el departamento de Sucre en el cual "…la ANUC se

plantea más moderadamente como un camino hacia la conformación de un partido campesino, se apresta a

dejar su tradicional política abstencionista en las contiendas electorales y se hace a una plataforma

nacionalista de reforma…", y sobre los cuales lineamientos la ANUC inicia su proceso de recuperación después de la represión de los años anteriores y de la división planteada por la "línea Armenia", según concepto de Salomón Kalmanovitz (73). Sin embargo, el balance que los indígenas hicieron del Cuarto Congreso no coincide con el que hicieron sus dirigentes y que Kalmanovitz parece reflejar en su análisis. Por el contrario, escuetamente acusan a la dirigencia del Congreso de haberlos conducido a una encerrona:

"... Hace ya muchos meses el Comité Ejecutivo de la ANUC venía preparando su Cuarto Congreso.

Preparándolo con mucho cuidado para evitar que pasara lo del Tercero, donde según ellos mismos

comentan después, "Se les fue la mano" con la democracia a causa de lo cual les dijeron muchas

cosas desagradables y casi dan al traste con la maquinaria que tenían allí montada. Esta vez no

iban a correr ningún riesgo. No fue accidental la escogencia, como sede del evento, de un lejano

rincón de la Costa sin vías de comunicación, y donde los organizadores podían ejercer un control

absoluto. Para trasladarse de Magangué hasta Tomala había que viajar l4 horas en planchón, (sin

agua potable) luego caminar 7 a 8 horas más, de modo que no es de extrañar que varios

compañeros llegaron enfermos allá, y muchos más volvieron enfermos a sus sedes después del

Congreso. Las credenciales las manejaban también el ejecutivo a su amaño. A cada Asociación

Departamental, le habían dicho que podían llevar los l0 delegados oficiales y 20 más, pero para los

incondicionales no había ningún límite numérico, llegando hasta 200 y 300 como en el caso, de los

delegados del Caquetá ..." (sic.) (74). El proceso de radicalización de las luchas campesinas, derivado por una parte del obvio progreso en la cualificación política de los cuadros directivos y de otra como reacción a la creciente represión de los aparatos del Estado, se objetiva en la pretensión de crear como conclusión del Cuarto Congreso de la ANUC una Organización Revolucionaria del Pueblo, O.R.P., que si bien contribuyó a dirimir definitivamente las diferencias con la "línea Armenia" y contra el reformismo del gobierno liberal, no propició la aglutinación de las fuerzas que tanto requería la ANUC en ese momento. Por el contrario, las organizaciones indígenas rompieron con la dirigencia de la "línea Sincelejo" y a partir de allí van a reclamar la autonomía de su movimiento. Aunque sin desconocer la validez del movimiento del campesinado pobre, sólo sostienen con éste una relación de solidaridad táctica desde entonces.

Page 39: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

39

El punto de discordia estuvo centrado en la discusión de una "plataforma" política del movimiento que según los analistas de Unidad Indígena, era "…en realidad la plataforma

correspondiente a un partido político, pues gran parte de ella no tiene la menor relación con las luchas

campesinas, tal como se ha venido llevando a cabo en nuestro país…" (75). Además la actitud agresiva de los delegatarios frente a la votación negativa de los Comités Indígenas que en palabras del editorialista "…fue grande el resentimiento de todos por el

trato recibido y casi estalla nuestra ira cuando la barra recibió con el grito de abajo los indios la intervención

de un compañero…", lo llevó a concluir que después del Cuarto Congreso "…es difícil seguir

considerando a la ANUC como la representante de los intereses de los pobres del campo en Colombia y hay

que ir pensando en cómo se recomienza el trabajo de organización y movilización de las masas

campesinas…". Estos hechos son significativos de alguna de las equivocaciones del radicalismo de izquierda que en Colombia ha tenido lamentables resultados para el desarrollo de los movimientos populares: Pretender que las masas respondan "objetivamente" en consecuencia con las "condiciones subjetivas" determinadas por la dirigencia. Al parecer, no es cierto que las condiciones objetivas y subjetivas de los movimientos sociales se correspondan cualitativamente; al menos, no necesariamente. Incluso, a pesar de una correcta interpretación (subjetiva) de las condiciones (objetivas) del movimiento social, la dirigencia del mismo no puede pretender que las masas "hablen" un discurso para el cual, o no están preparadas, o simplemente no están dispuestas a asumir. En el caso que estudiamos, el hecho indica que la dirigencia hizo mal las cuentas. Los indígenas ni estaban preparados para integrarse en el proyecto de un partido popular (no por los riesgos, que de éstos están curados después de 450 años de genocidio), ni estaban de acuerdo con la interpretación unilateral que la dirigencia había hecho de sus problemas. Interpretación unilateral, no sólo porque se hubiera hecho sin su participación sino porque, como es común en la generalidad de los "indigenistas", proyectaba sobre ellos una perspectiva que en realidad los excluía al considerarlos, sin salvedades, como parte integral del movimiento campesino, o a lo simple, como un sector popular más en conflicto. Pero, éste conflicto no era privativo de la relación entre el movimiento indígena y el movimiento campesino. De hecho se reflejaba en las dificultades internas que la dirigencia debía soslayar no sólo para conservar la unidad del mismo, sino para incrementar cualitativa y cuantitativamente el movimiento. El problema político de fondo no estaba generado por la participación activa de la izquierda. La discusión con estos sectores políticos tenía un coro de fondo: las contiendas del bipartidismo tradicional en beneficio, obviamente, de los terratenientes y medianos propietarios que no podían aceptar el activismo de ningún contestatario de su control político en la región, contiendas que tenían como escenario también el seno mismo de la organización.

Page 40: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

40

La organización indígena tiene que luchar no sólo con sus contradictores históricos, los usurpadores de sus tierras, que utilizan en su beneficio y contra aquella todos los aparatos del Estado, sino también contra quienes desde adentro de la misma contribuyen, sobre todo por su inconsciencia política y de su ser indígenas, a su desarticulación y a perpetuar el control de los terratenientes sobre el manejo político de la región. Así, son numerosos los casos observables en los archivos judiciales en que los indígenas demandan, generalmente por abuso de confianza, perjurio o testimonio falso, a miembros de su misma comunidad, en los que la reclamación casi siempre aparece acompañada de la denuncia de que el ofensor se halla al servicio de algún terrateniente o de algún político regional; circunstancia que se agudiza significativamente en épocas de campaña electoral. Pero también la organización ha tenido que combatir contra muchos otros que han asumido la noble misión de civilizarlos, evangelizarlos, culturizarlos, moralizarlos y etcétera "buenas intenciones", que se apoyan siempre en un común denominador: negarlos como indígenas para transformarlos en otra cosa. Así, durante varios años el Cabildo Regional Indígena del Sur del Tolima tuvo que mediatizar la influencia de distintas organizaciones religiosas particularmente protestantes, y de predicadores de panaceas como los Hermanos Gregorianos; o apocalípticos como los Santísimos Hermanos, y Redentoristas y Testigos de Jehová y Evangélicos, que durante los años de la "guerra grande" y luego durante "la participación" de los años sesenta, y ante la carencia precisamente de una organización que por lo menos frente a los problemas hubiera podido racionalizar el genocidio, habían actuado como cataplasma curativa de las dolencias de espíritu generadas por el conflicto. Porque, obviamente, de las dolencias concretas de la comunidad no pudieron dar cuenta. Por el contrario, a la larga se han convertido en un factor desarticulador de la necesaria unidad que requiere la organización; acción que además ha contado si no con el apoyo directo, por lo menos con el beneplácito de los organismos estatales, a pesar del desagrado manifestado por el clero de la Iglesia Católica, que de otra parte, no tiene mucho énfasis en el Sur del Tolima. Esto último no se debe solamente a que, como sostienen Myriam Jimeno y Adolfo Triana "…se asiste al debilitamiento del papel de la Iglesia, en

buena parte por haber cumplido su labor de penetración ideológica y sujeción política…” (76) sino al hecho de que quienes administran los Institutos que tienen que ver con los asuntos indígenas, no abrigan mayores escrúpulos a la hora de evaluar los resultados de la acción ideológica; no importa de qué evangelio se trata, siempre y cuando no ponga en discusión la estructura que manejan mientras sí, por el contrario, contribuya a eliminar la expresión política de los factores de conflicto en las comunidades.

Page 41: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

41

En las comunidades del Sur del Tolima se dan unas condiciones particulares que explican el por qué la clerecía católica no ha tenido el eco que si ha tenido en otras regiones o en otras comunidades. Por una parte, el simplismo que ha caracterizado ciertos estudios diagnósticos de supuesto rigor "antropológico", (77) las eliminó de la categoría de indígenas, con lo cual quedaron por fuera del régimen de misiones y de educación contratada con la Iglesia Católica; circunstancia que, unida a la incapacidad económica de las comunidades para sostener a los párrocos regulares, dejó la región desde los años sesenta en manos de las sectas protestantes. De otra parte, la práctica litúrgica tradicional hasta aquella época y en especial la aplicación o cumplimiento de los rituales sacramentales siempre chocaron con la noción cosmogónica indígena (que, entre otras cosas, no ha merecido la atención de los antropólogos) produjo una notable

suspicacia hacia la práctica del culto católico. Según Franz Faust "…El bautismo católico está

considerando como una contra para evitar el robo del espíritu, razón por la cual se estima como el único

sacramento necesario de la Iglesia…" (78). Sea por unos u otros factores, el hecho es que las Iglesias protestantes tienen sus reales en el Sur del Tolima, de lo cual es ilustrativo el siguiente texto:

"...Este Cabildo de Indígenas de la Tribu de los Resguardos Nacionales de Ortega y de Chaparral,

Tolima; decendiente de la Tribu de Levi Ochocientos años, antes de venir Elmecias al mundo: Pueblo

de Ysrrael: Pueblo de Dios primeramente: protesta y rreprotesta Energicamente más de siete mil

veces, contra las Cectas Comunista, Marxistas, Atea y contra las Leyes, Decretos, Resoluciones,

Ordenanzas posteriores, Clandestinas o Inclandestinas, Inicuas, Absurdas y anti Cristianas: y

protesta Energicamente contra los grupos de Indigenas Comunistas de los sitios de Túa de la Vereda

Guatavita, Vuelta del rio Tetuán, de los Llanos de Yáguara y asi sucesivamente contra los grupos de

Indigenas comunistas de otros sitios de las más Veredas de los citados Resguardos, los que estan

unidos con personas Extrañas, particulares Desconocidas perjudicando los territorios de los

Resguardos por medio de imbaciones, violando la Ley 89 de 1890 y más Leyes Especiales de

Indigenas que la rrespaldan al Respecto Legalmente: Falsos rrepresentantes de la raza indigena,

Francisco Aroca palma jefe de los grupos de indígenas comunistas del sitio de Tua de la Vereda de

Guatavita: La filosofia Sabia Divina y Cristiana dice, dar a Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es

del Cesar.

Decretese contra dichas uniones de grupos de imbasores perjudicadores del inmueble raíz de los

Resguardos, suspensión de nó seguir ni perjudicar los Resguardos con imbaciones de ninguna

naturaleza..."(sic.) (79). Texto que calificaríamos de candoroso si no fuera por las implicaciones políticas que subyacen y por las consecuencias que la actitud que refleja ha tenido durante las dos últimas décadas en el proceso de unificación y organización política de las comunidades.

Page 42: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

42

La familia Yaima Oyola, de la comunidad de Espinalito, vereda de Sortija en la jurisdicción de Ortega, caracteriza plenamente una de las tendencias o formas de lucha que de una u otra forma, organizada o no, promueven la restitución del Gran Resguardo de Ortega y Chaparral. Desde la muerte de Manuel Quintín Lame, el 9 de Octubre de 1967, cuyos despojos mortales se encargaron de enterrar, los hermanos Yaima --Gabriel, Damián y Manuel José-- asumieron a su manera la continuidad de la obra de Q. Lame. Se convirtieron, especialmente Gabriel, en una especie de seguidores de su maestro, de quien tomaron el aire mesiánico que éste había asumido en los últimos años y que encuadraba consecuentemente en su actividad como militantes de una secta protestante. Asumieron el papel de litigantes y memorialistas que con desigual fortuna ejerció Q. Lame, y durante veinte años se han reclamado como "luchadores jurídicos" por la defensa de "la sagrada ley 89 de 1890". De Q. Lame heredaron también el estilo y la retórica al punto que algunos de sus memoriales parecen calcados de los alegatos y sumarios de Lame que reposan en los archivos judiciales de Ortega. Sin embargo, su activismo legalista apenas se limita al envío de memoriales, petitorios y denuncias a las oficinas de los Institutos relacionados con Asuntos Indígenas, que consisten en un galimatías de términos "jurídicos" y prédica bíblica de ningún resultado práctico aparte de los efectos implícitos de orden político ya anotados que, ingenuamente, sólo sirven para justificar a los terratenientes. Su discurso sólo hace justicia a Quintín Lame en su convicción por la recuperación de las tierras del Resguardo y por la Conservación de su identidad indígena. A partir de la conformación del Cabildo Regional Indígena del Sur del Tolima, se realizaron anualmente los siguientes encuentros. En 1977 el Tercer Encuentro en la comunidad de Guatavita -Túa, municipio de Ortega; en 1978 el Cuarto Encuentro en la comunidad de Santa Marta Palmar, municipio de Coyaima; y en 1979 el Quinto Encuentro en la comunidad de El Cucharo-San Antonio, del municipio de Ortega. Esta regularidad parlamentaria es indicativa de la afirmación de la organización sobre todo si tenemos en cuenta las dificultades políticas de aquellos años en el campo colombiano determinadas por la generalización e incremento de las guerrillas izquierdistas y particularmente en el año 1979 por la aplicación del Estatuto de Seguridad y la aparición de un proyecto del gobierno de Turbay Ayala para la puesta en marcha de un Estatuto Nacional Indígena cuyo articulado, al desconocer la ley 89 de 1890 que a pesar de su espíritu colonialista, reconoce el derecho histórico de los indígenas al usufructo de la tierra y a la supervivencia y autonomía de sus formas de organización social y política, pretendía incorporar a los indígenas definitivamente en las condiciones de explotación del campesinado pobre. La militarización de los territorios indígenas, bajo el pretexto de que las comunidades apoyaban a las guerrillas comunistas, dio las condiciones para la reaparición en el Cauca, Córdoba y Sur del Tolima de la ominosa figura de los "pájaros". Así, en pocos meses fueron asesinados notables dirigentes como Benjamín Dindicué, Marcos Avirama y Avelino Ul en el Cauca y Armando Tique y Joaquín Timoté en el

Page 43: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

43

Tolima, las cuales muertes radicalizaron la acción de las comunidades con la consecuente represión de las instituciones armadas. Así, en octubre de 1978 el Cabildo Regional denunciaba el violento desalojo de 45 familias pertenecientes a la comunidad de Tinajas en Natagaima:

"... El Cabildo Regional Indígena del Sur del Tolima denuncia a las demás comunidades indígenas de

Colombia, campesinos pobres y demás sectores populares, la violenta represión desatada contra

más de 45 familias de la comunidad por parte del ejército.

…El único delito que hemos cometido es el de recuperar parte de la tierra de la Hacienda Tinajas que

por espacio de más de treinta años estuvo abandonada. La Hacienda cuenta con una extensión de

más de 1.700 hectáreas en terreno plano y 3.000 en terreno de loma aptos para la ganadería.

... Durante cerca de un año construimos nuestras viviendas de bahareque y sembramos algunos

cultivos de pan-coger yuca, maíz, fríjol y llevamos nuestros animales de carga y aves de corral.

Sembramos además algunos lotes de caña y plátano. Rozamos algunos pedazos y los dejamos

listos para sembrar algunos productos para vender en el mercado y poder comprar aunque fuera sal.

…Nuestro gran deseo era poner a producir esa tierra que estuvo enmontada por años mientras

nosotros no teníamos ni un pedazo ni para sembrar el pan-coger...

... Pero como siempre en este país se persigue a los que queremos trabajar, el 20 de Septiembre, un

mes después de celebrado el encuentro campesino de FIRMES, llegaron 80 soldados del Batallón

Caicedo de Chaparral al mando de un Capitán y 45 policías mandados por un sargento. Al frente de

éste grupo de uniformados venía el alcalde de Natagaima Hernando Molina.

…El ejército y la policía alegando el "cumplimiento de la Ley", procedieron a desalojar las familias,

saqueando nuestras pertenencias, quemando nuestras viviendas y sacrificando cuanto animal se les

aparecía.

…Violentamente fuimos obligados a subirnos a camiones y las mujeres y los niños fueron

abandonados y posteriormente bajándolas a patadas en la carretera que conduce a Neiva. Los

hombres y algunos niños, fuimos llevados a las instalaciones de la tercera Brigada en Ibagué.

…En los calabozos de dicho batallón permanecieron incomunicados y algunos enfermos se les ha

negado la atención médica y a otros los alimentos..." (sic.) (80). La aplicación del Estatuto de Seguridad dio como resultado un sonado juicio que tuvo hasta repercusiones internacionales por la protesta de diferentes organizaciones

Page 44: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

44

indigenistas, políticas y académicas que se declararon en contra del procedimiento de los consejos verbales de guerra contra indígenas. A finales del mes de Marzo de 1979 el Cabildo Regional envió sus delegados al Foro por los Derechos Humanos convocado por las fuerzas progresistas y personalidades democráticas y por el movimiento FIRMES de tendencia izquierdista que de esa manera se manifestaron abiertamente contra el Estatuto de Seguridad, y en el cual expusieron el problema de la militarización de los territorio indígenas (81). A comienzos de 1980 se llevó a cabo una reunión de solidaridad de las Comunidades Indígenas con el CRIC y el Cabildo Regional Indígena del Sur del Tolima en Bogotá y en ella se acordó realizar un Primer Encuentro Nacional Indígena durante los días 8 a 12 de octubre del mismo año en Lomas de Hilarco con el Cabildo Regional Indígena del Sur del Tolima como anfitrión y con el CRIC como Coordinador Nacional (82). Asistieron representantes de casi todas las comunidades organizadas regionalmente y se formó un nuevo ente que centralizara las acciones antes dispersas en una Coordinadora Indígena Nacional, de vigencia bastante efímera pues su función específica fue la de organizar el Primer Congreso Indígena Nacional que se realizó del 24 al 28 de Febrero de 1982 y que tuvo como conclusión culminante el nacimiento de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC (83).

4. EPILOGO PARA UNA HISTORIA INCONCLUSA

4.1 Los últimos siete años, 1980 - 1987 La formación de un ente jurídico de carácter nacional que aglutinara la acción vindicativa de las minorías étnicas indígenas en Colombia, ha implicado un hecho político de relevante importancia para los movimientos agrarios en la presente década, no sólo porque a partir de ese momento los indígenas tienen una presencia política definida, sino porque frente a otros bloques de acción política oponen unos argumentos y una plataforma unificada, todo lo cual les confiere una capacidad de negociación que antes no tenían. Y en este proceso tuvo señalada participación el Cabildo Regional Indígena del Sur del Tolima. Con la recién adquirida experiencia en la organización de los encuentros precedentes y la reunión preparatoria del Primer Congreso Nacional Indígena, en Lomas de Hilarco, la dirección del Cabildo Regional, organizó al Primer Congreso Regional Indígena del Tolima, del 10 al 14 de Enero de 1982 en Ortega, con la participación de todas las

Page 45: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

45

comunidades agrupadas en los cuatro pueblos de Ortega, Coyaima, Chaparral y Natagaima, en el curso del cual se nombró un Comité Ejecutivo que recogió la representación equitativa de los mismos y el Cabildo Regional se transformó en el CONSEJO REGIONAL INDIGENA DEL TOLIMA - CRIT: El Primer Congreso aprobó como política de trabajo un Plan de cinco puntos: 1. Recuperación de las tierras de los Resguardos; 2. Impulso y consolidación de los Cabildos; 3. Desarrollo de los programas económicos comunitarios; 4. Impulso de los programas de educación y salud; 5. Exigir al Incora el pago de las mejoras de terratenientes y colonos para la entrega saneada de los resguardos (84). Programa que recoge en lo sustancial al mismo criterio que el enunciado por el CRIC en el Cauca: Unidad, Tierra y Cultura; asumido por el CRIT en su divisa Unidad, Tierra, Organización, Autonomía. En 1984, del 18 al 22 de Julio, se realizó el Segundo Congreso Regional Indígena del Tolima en la localidad de Coyaima. En el informe del Comité Ejecutivo al Congreso, encontramos no sólo un balance de los trabajos ejecutados en cumplimiento del programa propuesto en el Primer Congreso, sino una clara definición de la política a seguir:

"... La realización de este Congreso es el esfuerzo de muchos hombres y de muchas organizaciones

que nos han dado su solidaridad moral o económica y en la acción. Debemos destacar al CRIC y la

ONIC por su constante y decidido respaldo.

…Los indígenas del Tolima estamos por la paz. No queremos que en nuestras comunidades se siga

derramando la sangre de los indígenas y que bajo el pretexto de la persecución a guerrillas se siga

militarizando a nuestras comunidades y ejecutando gentes inocentes; no queremos que los "pájaros"

intranquilicen más nuestros resguardos. Tampoco queremos que se nos impongan políticas o que

con la fuerza se venga a querer impedir la acción organizativa de masas. Somos los indígenas con

nuestros dirigentes quienes tenemos derecho a buscar el camino propio. Queremos entonces que

se nos deje ser nosotros mismos, que se nos respete el derecho a decidir sobre lo que es mejor para

nosotros. Es decir, queremos la paz pero no con hambre, no sin tierra, sin educación, sin salud y sin

cultura..." (85)

Page 46: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

46

Bajo estos presupuestos el Segundo Congreso definió y aprobó como conclusión del mismo un programa de l0 puntos: 1. Reconstituir y unificar los Cabildos indígenas del Tolima. 2. Recuperar las tierras pertenecientes a las comunidades. 3. Rescatar nuestra cultura por la unidad, la organización, la tierra y la autonomía. 4. Estudiar la legislación indígena para exigir su aplicación, haciendo válidas las adjudicaciones de los cabildos y la titulación colectiva y no por familias. 5. Impulsar el trabajo comunal en las tierras recuperadas y en las organizaciones económicas comunitarias. 6. Ejercer el control sobre los recursos naturales de nuestras comunidades indígenas. 7. Adelantar un programa propio de salud y reclamar la aplicación de la resolución 10013 de 1981. 8. Desarrollar un plan autónomo de educación y exigir el cumplimiento del decreto 1142 de 1978. 9. Ejercer autonomía ante las entidades oficiales. l0. Fortalecer el Movimiento Indígena Nacional con nuestro propio trabajo (86). A partir de 1984, y estimulados por el balance favorable hecho en el Segundo Congreso, los comuneros de las distintas parcialidades organizadas en el CRIT emprendieron una serie de campañas para cumplir el programa propuesto; de las cuales fueron significativos las encaminadas a la recuperación de tierras y de impulso de la organización mediante la formación de nuevos cabildos. Tal vez el logro más importante fue la recuperación de 1.200 Hs. del predio llamado de Paso Ancho, hecho que, rememorado por un indígena, recapitula el proceso que han tenido que seguir todas las comunidades:

"...Todo empezó por allá en el año de 1936. Esas gentes vivíamos en las "vegas" en donde había

cantidad de armadillos, ñeques, borugos y conejos. Son las tierras que hoy llamamos "Paso Ancho",

situadas en la vereda de "Chicuambe" en el municipio de Ortega, al Sur del Tolima, donde los

indígenas nos hemos organizado en Cabildos por medio del Consejo Regional Indígena del Sur del

Tolima.

…Eran tiempos del gobierno de Alfonso López Pumarejo; el que prometió Reforma Agraria, como

ahora, y que tampoco cumplió, el que hablaba de la revolución verde. Cuando eso, ya había

violencia y a nuestra comunidad llegó con Gentil Castro: Un arriero que se volvió politiquero y le

gustaron nuestras tierras: las de "Paso Ancho"; lo nombraron presidente del Concejo y con la policía

empezó a sacarnos de la tierra y obligó a la gente a subirse hasta

la loma, a las tierras malas.

Page 47: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

47

…Hicieron subir a los Rivas, a los Viquens, a los Alcalis, Loaiza y Tapieros: todos indios. Recuerdo

que los Rivas escondieron los títulos y Cesáreo Gómez, quien se casó con una Rivas, le vendió un

lote y Gentil fue el primer invasor, llevaba hasta a las ancianas presas. En ese tiempo el abogado

Alcibiades Castellano hizo una historia de los títulos que venían desde los Alcalis, Viquens y Rivas.

…El segundo invasor fue Enrique Torres, éste le vendió a Gildardo Armel y éste a Augusto Ramírez

quien fue el más bravo e hizo que muchos se fueran por la represión. Entonces Abraham Loaiza

Tapiero empezó a luchar al lado de Quintín Lame para exigir que se hiciera escritura del resguardo.

Después vendieron las tierras a Jaime Uribe. Sin embargo, la gente continuó luchando, pero por

familias, y no consiguieron nada, hasta que compró Bernardo Lozano Bahamón, el que se dice actual

propietario, y contra quien hemos dado la lucha en forma más organizada.

…El 5 de Junio de 1984 hicimos la primera entrada y fuimos sacados por la polícia. El 5 de

diciembre entramos de nuevo para cultivar y defender las viviendas que ya teníamos allí, pero un

escuadrón de la policía al mando del capitán Martínez nos atacó violentamente destruyendo cinco

viviendas. La policía fué apoyada por el mayordomo Celestino Ortíz y varios pájaros a sueldo.

…A pesar de los atropellos no nos desanimamos y el 5 de abril de 1985 volvimos a entrar y nos

volvieron a sacar. Esperamos un tantico hasta el 5 de Junio ¡qué vuelta! nos volvimos a meter.

Mientras tanto nuestros dirigentes iban y venían a Bogotá, Ibagué, Coyaima y Ortega para presionar

al Incora, hasta que el 10 de Julio, Bernardo Lozano con los funcionarios del Incora nos llamaron

para entregarnos las llaves de la casa de la hacienda y recorrimos la finca por los costados oriente y

norte. Las 120 familias de la comunidad hemos tomado posesión definitiva de las 1.200 hectáreas,

para hacer valer nuestra Escritura No. 242 registrada en la Notaría del Guamo, Tolima..." (sic.) (87) El fortalecimiento de la organización, caracterizado por la afiliación de nuevas comunidades y por la concreción de acciones prácticas, así como por la generalización de un espíritu comunitario expresado en la ejecución de obras de beneficio común mediante el trabajo comunal o "mingueo", ha llevado a las comunidades del Sur del Tolima a obtener cierta independencia respecto de otras organizaciones gremiales, campesinas u obreras, con las cuales antaño tuvieron una relación de carácter más seguidista que protagónico; y de la defensa pasiva de memoriales, denuncias y petitorios y de las solicitudes de solidaridad que nunca obtuvieron como respuesta por parte de las organizaciones gremiales algo más que algún condolido telegrama, pasaron a una confrontación más activa de sus problemas. De esta manera,

"... El 14 de Agosto (de 1985) el CRIT realizó una movilización de 300 indígenas en Ibagué y nos

tomamos las instalaciones de la Gobernación del Tolima para exigir atención a los problemas de las

comunidades indígenas del Sur del Tolima y el cese de la represión...”

... Ese día en la sala de juntas de la Gobernación, nos reunimos, ocho representantes del CRIT, con

el Gobernador del Departamento, Eduardo Alzate García, el Secretario de Salud departamental y

Page 48: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

48

representantes de la Secretaría de Desarrollo, de Educación, Secretaría de Gobierno, dos

representantes del Incora y un representante de la Policía Nacional.

…Durante doce horas, estuvimos manifestando, para hacer saber a la opinión pública que no

estamos dispuestos a dejar que se nos sigan desconociendo nuestros derechos. La comisión

negociadora exigió la solución a ocho puntos:

l. Retiro inmediato de la comunidad Aico de los civiles armados, apoyados por los terratenientes

Felipe Lozano, Jerónima Yate y el Alcalde de Ortega Benjamín Donoso.

2. Destitución del Alcalde de Ortega.

3. Castigo para los responsables de los actos criminales ocurridos el 6 de Agosto de 1985.

4. Castigo para los asaltantes de la casa del Gobernador de la Comunidad de "Paso Ancho",

compañero Crispín Loaiza, hecho ocurrido el 6 de Agosto.

5. Solución a los actuales conflictos de tierra.

6. Reconocimiento del decreto 1142 de 1978 sobre Educación Indígena.

7. Agilización, por parte de la Procuraduría General de la nación, sobre la investigación al Juez penal

de Coyaima, Alberto Félix Beltrán, por violación a las leyes sobre indígenas.

8. Cese de la persecución a nuestros dirigentes y respeto a nuestra organización.

…Han pasado ya dos meses y los principales problemas como son los de tierras de los resguardos

de Aico, Lomas de Ilarco, y Agua Fría no ha tenido solución. Los pájaros a sueldo de Jerónima Yate

y Felipe Lozano continúan en la comunidad y los compañeros perdieron sus cultivos y no han podido

volver a sus parcelas. En Ilarco la terrateniente Hipólita Bautista e Israel Bautista Acosta, mantienen

cinco personas armadas y vienen aumentando el ganado para que acabe con los cultivos. En la

comunidad de Agua Fría el pleito con el señor Paz Ayala no ha sido resuelto. Además el Incora

pretende continuamente desconocer nuestros títulos estimulando con ésta actitud a los

terratenientes.

…Dos meses después de la movilización a Ibagué y de las promesas del Gobernador y entidades

oficiales la situación se agrava; nuestros dirigentes son amenazados, se siguen quemando nuestros

ranchos, la comunidad se encuentra amedrantada y las soluciones que nos prometieron no se ven

por ninguna parte..." (sic.) (88). La ofensiva organizada motivó la reaparición de los "pájaros" pagados por los terratenientes que en el lapso de Julio de 1985 a Agosto de 1986 quemaron doce casas y agredieron a varios comuneros en las parcialidades de Guatavita-Túa, Aico y Lomas de Hilarco (89). El 19 de Septiembre de 1986, en confusos hechos ocurridos en el curso de un desalojo ejecutado por la policía murió la indígena Doris Lozano, lo cual propició una airada respuesta de las comunidades de Aico, Guatavita-Túa y Vuelta del Rio que realizaron un cortejo fúnebre hacia Ortega el día 20 de Septiembre y siete días después, las 23

Page 49: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

49

comunidades organizadas en el Consejo Regional iniciaron una marcha desde Coyaima con la pretensión de llegar a Ibagué.

"...Porque ante el hambre y la miseria y la situación que vivimos, hemos exigido nuestros derechos

ante todas las entidades que tienen que ver con la tierra, la salud y la educación y solo hemos

encontrado promesas a través de los años.

…Porque al no aguantar más la miseria que vivimos, hemos entrado a ocupar parte del resguardo

que legalmente nos pertenece y la respuesta del gobierno ha sido proteger a los terratenientes y

darnos represión con gases lacrimógenos, cárcel y demás.

…Porque cuando muere un personaje de la política o de los negocios; la prensa y todos los medios

de comunicación, hacen gran escándalo; pero cuando muere uno de nosotros, asesinado por la

policía tenemos que enterrarlo a escondidas. No queremos morir en el silencio, queremos denunciar

a los asesinos para que estas muertes no se sigan presentando..."(90). La manifestación fue detenida el día 28 en El Espinal por el ejército. Se formó una comisión constituida por representantes del Gobierno Departamental, el Incora y la Procuraduría que discutió con el Comité Ejecutivo del CRIT los términos del problema y acordaron, entre otros puntos, asumir la investigación de los asesinatos y atropellos ocurridos y "sanear" antes de un año la situación de los predios de Cofrarías en Guatavita - Túa y el Salado en Aico (91). A pesar de las dilaciones burocráticas y del franco incumplimiento de acuerdos que al parecer sirvieron a los políticos de turno para superar el momento, los indígenas han logrado mediante las acciones organizadas ser considerados dentro de los programas de desarrollo regional elaborados por los institutos del Estado. Es el caso por ejemplo del llamado "Plan Triángulo del Tolima" que implica el diseño de un distrito de riego concebido como indispensable para el desarrollo agrícola de la región y que ha dado lugar a polémicas acerca de la validez de los criterios que definen dichas políticas de desarrollo. Según el CRIT, en las condiciones en que se encuentra actualmente la tenencia de dichas tierras, considerando el régimen de concentración de las mismas y el uso que se hace de ellas, el "Plan Triángulo del Tolima" no favorecería el proceso y las opciones de desarrollo de las comunidades indígenas. Para los comuneros del CRIT el "Plan Triángulo del Tolima" sólo beneficiaría...

"...a los propietarios o poseedores de tierra, que en su mayoría son terratenientes, pues la población

campesina e indígena está reducida a pequeños minifundios de una o dos hectáreas por familia,

quedando el resto (más de las 3/4 partes) en manos de los grandes propietarios.

Page 50: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

50

…A aquellos que cuentan con capital suficiente para invertir en maquinaria principalmente en tractor

y combinada, pues actualmente las cosechas se pierden por demora en la preparación del terreno y

por imposibilidad real de corte en cultivos como el sorgo y el arroz... ni siquiera en zonas como

Ortega en donde hay riego y grandes agricultores se consigue maquinaria arrendada para una

pequeña extensión de 20 o 50 hectáreas... por lo anterior, comunidades como Vuelta del Río,

Hilarco, Totarco y Tamirco, han perdido sus cosechas.

…A aquellos que cuentan con acceso al crédito agrario, lo que equivale a tener grandes patrimonios,

fiadores millonarios, palancas políticas, ser experto en dar comisiones, etc.

…A aquellos que están en capacidad de desarrollar su producción a costa de pagar bajos salarios y

de desconocer derechos a sus trabajadores, para poder así compensar los altos impuestos del sector

agrario sobre todo para la entrada al país de maquinaria e insumos.

…Cuando vemos las tierras áridas, la baja producción, la inseguridad en las lluvias, reconocemos

que el riego es una solución técnica para la agricultura en la zona. Sin embargo, estamos seguros

que sin una verdadera reforma agraria, el "Plan Triángulo" será un atentado más en la historia de

despojo y desconocimiento de nuestros derechos y que solamente servirá para imponer un modelo

de desarrollo capitalista en el Sur del Tolima que, como en el resto del país, generará migración,

miseria y no garantizará la atención de las más elementales necesidades de educación, salud,

vivienda y cultura..." (sic.) (92). El Plan Nacional de Rehabilitación propuesto por la administración de Virgilio Barco abrió grandes expectativas como siempre ocurre con los programas "bandera" de cada nuevo gobierno pero, cumplida la mitad de la administración aún no se concretaba en ninguna acción específica para el Sur del Tolima.

"... El Plan Nacional de Rehabilitación durante casi un año, se ha convertido en un programa que no

sale de las promesas. Las verdaderas transformaciones sociales, la erradicación de la pobreza

absoluta se aplazan cada día, a pesar de que el gobierno firma convenios y se compromete, ante la

presión de los sectores populares.

…El consejo de Rehabilitación Departamental no ha sido más que una pantalla de Democracia del

gobierno, en la cual se nos ha convidado para simular que se le daba participación a los sectores

populares. " Respecto de la estructura y funcionamiento del Concejo Municipal de Rehabilitación, el CRIT considera que se deben eliminar las manipulaciones de los políticos locales ya que en su concepto éstos han frenado la posibilidad de aplicación del Plan y proponen que:

"...Su composición mayoritaria debe provenir de los sectores populares, quienes tendrán voz y voto

en las deliberaciones. Estos sectores populares en nuestro municipio expresan en Sindicatos, Juntas

de Acción Comunal, Cabildos, Comités de Vivienda, Cooperativas y otros; cada sector a través de

reuniones de su organización municipal, deberá elegir sus representantes.

Page 51: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

51

…Las tareas de Rehabilitación en el municipio deben hacerse de acuerdo a planes o proyectos de

desarrollo que presente cada sector. El CRIT, para las comunidades indígenas presentará un plan

que contemple una acción integral en: tierras, asistencia técnica, créditos, etc., no creemos que

problemas de nuestro municipio se solucionen con una obrita aquí y otra allá; no queremos escuelas

sin maestros, centros de salud sin dotación y sin enfermeras, créditos a altos intereses y sin

asistencia técnica; queremos programas integrales que no descuiden los aspectos más importantes

del campo y del pueblo..." (sic.) (93). La política de confrontación activa de los conflictos asumida por el CRIT produjo en muy corto tiempo la apertura de varios frentes de lucha necesarios para enfocar correctamente problemas que, dada su especificidad, requieren un tratamiento especializado. Así, a diferencia de la situación en las décadas precedentes, cuando la diversidad de los conflictos se afrontaban sobre el común denominador de "lo indígena", en la cual los mismos indígenas no podían precisar las variables de su problemática, ahora, no sólo ésta ha sido definida sino que a partir de ella están en capacidad de formular programas y alternativas para su desarrollo. De una condición de física supervivencia, cuando incluso tenían que demostrar que aún medraban por allí, las comunidades indígenas del Sur del Tolima pasaron en menos de quince años a plantearse como una alternativa social para el desarrollo de la región, mediante la articulación de su organización en el complejo de relaciones políticas nacionales y por su proyección de futuro, en medio de una coyuntura de crisis generalizada. Este es el resumen que podríamos deducir de la culminación del Tercer Congreso Regional Indígena del Tolima, realizado en Ortega, durante los días 2 a 6 de Diciembre de 1987; en el cual participaron casi 4.000 personas, representantes de diversas entidades populares nacionales y delegatarios activos de 27 comunidades afiliadas en el Consejo Regional Indígena del Tolima, CRIT.

4.2 Balance y perspectivas Hacer la cuenta final de un proceso que no ha terminado es necesariamente una aproximación que deja por fuera algunos cabos sueltos. Por esto, advertidos de no poder hacerlo, queremos, sin embargo, evaluar los hechos en algunos puntos que hemos considerado relevantes a lo largo de este informe: la organización, la noción sobre la autonomía y la cultura. La organización que, necesariamente recoge las formas y esquemas de aparatos gremiales ya experimentados tiene, no obstante, características particulares. Estas se derivan de dos nociones básicas que los indígenas, sin mucha fundamentación teórica, han asumido de una manera un tanto empírica: una, la noción de la estructura de una

Page 52: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

52

sociedad comunitaria y otra, la noción del ejercicio democrático, ambas como condición para la gestión de una sociedad igualitaria. El Consejo Regional se apoya en un modelo de representatividad directa cuya máxima instancia es el Congreso que consiste en la reunión de todas las comunidades, las cuales están representadas en su organismo ejecutivo, el Cabildo. Así, al Congreso asisten con voz y voto cinco cabildantes por cada comunidad que conforman la junta directiva del Congreso y que es, con propiedad, El Consejo de todas las comunidades. En este momento son 135 miembros que representan a 27 comunidades. A su vez, estos eligen un Comité Ejecutivo de 12 miembros permanentes, cada uno de los cuales preside un comité encargado de la planeación, coordinación y ejecución de cada programa. Esta estructura le imprime a las comunidades indígenas un sentido antagónico con la estructura de la sociedad dominante máxime cuando se apoya en dos conceptos que fundamentan su carácter autogestionario y su pretensión de autonomía: la tenencia colectiva de la tierra y el trabajo comunitario. La autonomía, que también proponen y reclaman las demás organizaciones federadas en la ONIC, es significativa de un doble problema político: El modo de las relaciones hacia adentro y hacia afuera de las comunidades. Hacia adentro, para lograr la afirmación de su diferencia con las estructuras y formas sociales, económicas, políticas y culturales de la sociedad dominante; y hacia afuera para establecer la prudente distancia en que, sin eliminar su articulación histórica, la sociedad dominante les permita asumirse como minoría étnica. En otras palabras, la noción de la autonomía supone el reconocimiento de la diversidad, en que de hecho se construye la sociedad colombiana. Y este es un problema que la acción política de las comunidades indígenas está lejos de resolver, pues no depende únicamente de la situación de enfrentamiento de su condición étnica con la sociedad dominante, en la medida que ésta no se reconoce a sí misma como una sociedad compuesta con el resultado de la articulación histórica de diversas formas culturales. Por lo tanto, este reclamo del reconocimiento de su gestión autónoma, implica un problema eminentemente político para la organización indígena. De allí que el CRIT enfatice las acciones encaminadas a recuperar de entre los "restos y pedazos" (Levi-Strauss) de la antigua cultura, los elementos que podrían apoyar su pretensión. En las conclusiones de la Comisión de Cultura y Autonomía del Tercer Congreso Regional encontramos una declaración que no solo supone una objetivación de su presente sino el enunciado de lo que ya empezaron a hacer para el futuro:

Page 53: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

53

"... La cultura es la base de la unidad considerando que en ella se fundamenta una organización fuerte. La conciencia en la lucha parte de la historia y de la cultura en común... Recuperar nuestra historia y nuestra cultura críticamente, no significa negar otras formas de vida y otras culturas, ni tampoco vivir como en el pasado... Sin nuestra cultura, no podemos reclamar nuestros derechos propios, nuestras tierras, nuestra medicina, nuestras creencias, nuestra autonomía..." "Si tratamos de volvernos blancos, no seremos ni blancos ni indios...”

Quintín Lame Chantre

Page 54: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

54

Notas y Citas Documentales 1. FAJARDO, Darío

“La Violencia, 1954-1964. Su desarrollo y su impacto”, Once ensayos sobre la Violencia; Fondo

CEREC, Bogotá, 1985, p.277.

2. MEDINA, Medófilo

“La Resistencia Campesina en el Sur del Tolima”, Pasado y Presente de la Violencia en Colombia;

Fondo Editorial CEREC, Bogotá, 1986, p.243.

3. MEDINA, Medófilo

Op. cit., p.240

4. COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE COLOMBIA.

Treinta años de lucha del Partido Comunista de Colombia; Editorial La Pulga, Medellín, 1973,

p.160.

5. HENDERSON, James

Cuando Colombia se Desangró. Un estudio de la Violencia en metrópoli y provincia; El Áncora

Editores, Bogotá, 1984, p.160.

6. GILHODES, Pierre

Las Luchas Agrarias en Colombia. Ediciones El Tigre de Papel, Bogotá, s/f, p.53

7. HENDERSON, James

Op.cit. p.186

8. Entrevista con Jeremías Luna; Yaguara II, Junio 21 de 1988

9. HENDERSON, James

Op.cit. p.186

9a. Entrevista con el Coronel ® César Augusto Cuéllar Velandia; Bogotá, Agosto 5 de 1988. 10. VALENCIA, Luis Emiro y GAITÁN DE VALENCIA, Gloria

La parcialidad Indígena de Yaguara; Bogotá, 1961, pp. 20,21

11. Ibídem, p.21

12. Ibídem, pp. 22,23

13. Ibídem, p.30

Page 55: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

55

14. Entrevista con el Coronel ® César Augusto Cuéllar Velandia; Bogotá, Agosto 5 de 1988

15. Unidad Indígena, Consejo Regional Indígena del Cauca – CRIC; Bogotá, Agosto 5 de 1988

16. GILHODES, Pierre

Op. cit., p.63. También en Tribuna; Ibagué, Noviembre 26 de 1958, p. 1: Citado por Darío Fajardo,

Violencia y Desarrollo; Ediciones Suramérica, Bogotá, 1979, pp. 117,118.

17. Entrevistas con Escolástico Ducuara: Yagura I, Chaparral, Septiembre 26 de 1987 y Yaguara II, Llanos

del Yarí, Junio 21 de 1988.

18. Memorial dirigido por socios de la Cooperativa Agropecuaria Comunal de Yaguara a la Junta Militar;

Enero 29 de 1958, Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de Gobierno,

Bogotá.

19. Memorial dirigido por socios de la Cooperativa al Ministerio de Agricultura; Febrero 6 de 1958, p.1, Archivo

División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá.

20. Memorial dirigido por socios de la Cooperativa al Ministerio de Agricultura; Febrero 6 de 1958, p.1, Archivo

División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá.

21. Correspondencia entre funcionarios de Chaparral y la Sección de Indígenas del Ministerio de Agricultura;

desde Mayo 20 a Julio 30 de 1959, Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima,

Ministerio de Gobierno, Bogotá

22. Memorandum (sic.) de Gregorio Hernández de Alba, Jefe de la División de Asuntos Indígenas al

Ministerio de agricultura; Enero 11 de 1969, p. 2, Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección

Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá

23. Memoriales enviados por el Cabildo de Yaguara al Alcalde de Chaparral; Septiembre 26 de 1960 y

Octubre 4 de 1961; Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de Gobierno,

Bogotá.

24. Memorial dirigido por el Cabildo de Yaguara al Alcalde de Chaparral; Septiembre 26 de 1960, p.3;

Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá

25. Memorial dirigido por el Cabildo de Yaguara al Alcalde de Chaparral; Id. id., p.2.

26. Memorial enviado por el Cabildo de Yaguara al Alcalde de Chaparral; Octubre 4 de 1961, p.2; Archivo

División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá

Page 56: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

56

27. Memorial Resolución enviado por el Cabildo de Yaguara al ex Comunero Nicolás Chagualo Rodríguez;

Julio 20 de 1961, p.3; Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de

Gobierno, Bogotá.

28. Carta abierta del Cabildo de Yaguara; Abril 9 de 1961, pp. 1,2; Archivo División de Asuntos Indígenas,

Sección Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá

29. Memorial dirigido por el Cabildo de Yaguara al Alcalde de Chaparral; Octubre 4 de 1961, pp.1, 2; Archivo

División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá

30. Memorial Resolución enviado por el Cabildo de Yaguara al ex Comunero Nicolás Chagualo Rodríguez;

Julio 20 de 1961, pp.2, 3; Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de

Gobierno, Bogotá.

31. Memorial dirigido por el representante de la Cooperativa y del Cabildo de Yaguara al Jefe de la

Superintendencia de Cooperativas; Julio 13 de 1961, p. 1; Archivo División de Asuntos Indígenas,

Sección Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá.

También, en carta del Jefe de la División de Cooperativas al Secretario General del Ministerio de

Gobierno; Julio 24 de 1961, p.1; Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio

de Gobierno, Bogotá.

32. Carta de Gregorio Hernández de Alba al Alcalde de Chaparral; Julio 25 de 1961, p.1; Archivo División de

Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá.

33. PERDOMO, Jaime Antonio. Breve Historia de Yaguara II, Julio 25 de 1978. Manuscrito inédito, Archivo

personal de Escolástico Ducuara, Gobernador del Cabildo de Yaguara II, Llanos del Yarí.

34. Proyecto Yaguara; 1963, p.3; Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de

Gobierno, Bogotá.

35. Carta de Gregorio Hernández de Alba al Alcalde de Chaparral; Agosto 25 de 1964; Archivo División de

Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá.

36. FAJARDO, Darío

“Las luchas indígenas por la tierra en el Sur del Tolima durante el siglo XX”. Indigenismo y

Aniquilamiento de Indígenas en Colombia. Ediciones CIEC, Bogotá, 1981, pp. 124, 125.

37. Entrevista con Escolástico Ducuara; Yaguara II, Llanos del Yarí, Junio 20 de 1988.

38. El Colombiano; Medellín, Diciembre 12 de 1961

Page 57: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

57

39. El Colombiano; Medellín, Diciembre 12 de 1961, p.2.

40. MEDINA, Medófilo

Op. Cit. P.262.

41. GILHODES, Pierre

El ejército colombiano analiza la violencia. Pasado y Presente de la Violencia en Colombia, Fondo

Editorial CEREC, Bogotá, 1986, p.315.

42. Ibídem, p.315

43. Ibídem.

44. Oficio N° 14.477 de Abril 16 de 1964, dirigido por el Mayor General Jaime Fajardo Pinzón, Comandante

del Ejército a. Gregorio Hernández de Alba; Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima,

Ministerio de Gobierno, Bogotá.

45. SÁNCHEZ, Gonzalo y MEERTENS, Donny

Bandoleros, Gamonales y Campesinos; El Áncora Editores, Bogotá, 1964, p.232.

46. Ibídem.

47. Oficio N° 02754 de Agosto 1° de 1966, dirigido por El Brigadier General Edmundo Rubiano Groot,

Secretario General Del Ministerio de Defensa (con membrete del Ministerio de Guerra) al doctor

Pedro Gómez Valderrama, Ministro de Gobierno; Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección

Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá.

48. El Cronista, Ibagué, viernes 17 de Enero de 1974, p.3; entrevista concedida por el Coronel José Joaquín

Matallana al periodista Waldo Carmona Fitzgerald.

49. FALS BORDA, Orlando

Historia Doble de la Costa: Mompox y Loba; Tomo I, Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1979

50. JAULIN, Robert

La Paz Blanca. Introducción al etnocidio; Editorial Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1973;

Cfr. Introducción.

51. Informe de Comisión al Tolima; Diciembre 12 de 1958; rendido al Ministro de Agricultura doctor Augusto

Espinosa Valderrama por Gregorio Hernández de Alba, Jefe de la Sección de Resguardos Indígenas

del Ministerio de Agricultura; Archivo de la División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio

de Gobierno, Bogotá.

Page 58: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

58

52. Este argumento como solución a un caso concreto lo encontramos por primera vez en un oficio remitido

por el Teniente Coronel César Augusto Cuéllar Velandia, gobernador del Tolima, al Brigadier General

Rafael Calderón Reyes, Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, en el cual propone

[respecto del predio de Yaguara]: "...quizá la solución sería la de que el Gobierno Nacional comprara

el aludido terreno y lo parcelara, a título de ventas, entre los Comuneros, especialmente entre

quienes tengan ocupaciones o posesiones en él. Sería, a la vez, la manera de extirpar las tendencias

comunistas que agitadores profesionales propalan entre campesinos ignorantes e ingenuos a

quienes se les hace creer que ese predio es de ellos y que les ha sido usurpado por capitalistas

audaces..." Oficio No 159, 26 de Enero de 1955, Gobernación del Tolima, foliado No. 052, Archivo de

la División de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno, Sección Tolima; Bogotá.

53. Estudio del Problema de Indígenas de Ortega; Informe rendido al Gobierno del Tolima por el señor

Pedro Labrador Rivera, Ibagué, 1953, impreso. Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección

Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá.

54. Ibídem, 1 cabuya = 62 metros; 1 cabuyada = 62 metros cuadrados; 1 estancia = 220 Hectáreas,

55. HERNÁNDEZ DE ALBA, Gregorio

Informe de Comisión al Tolima; p. 3

56. ROLDÁN ORTEGA, Roque

Fuero Indígena. Disposiciones legales del orden nacional, departamental y comisarial.

Jurisprudencia y conceptos; DIGIDEC, División de Asuntos Indígenas, Bogotá, 1983, p.21.

57. Carta (manuscrita) enviada por Belisario Tique Capera a Gregorio Hernández de Alba em Octubre 27 de

1961; Archivo División de Asuntos Indígenas, Sección Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá.

58. Unidad Indígena; CRIC, Bogotá, Año 1, N° 1, p.2; Enero de 1975

59. Unidad Indígena; ONIC; Bogotá, Edición Especial, p. 4, Febrero de 1986.

60. KALMANOVITZ, Salomón

“Desarrollo capitalista en el campo”, Colombia Hoy; Mario Arrubla y otros; Editorial Siglo XXI,

Bogotá, 1982, p.314.

61. Unidad Indígena; ONIC; Bogotá, Edición Especial, p. 6, Febrero de 1986.

62. Ibídem, p.4

Page 59: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

59

63. “Posición de los indígenas en el movimiento campesino”; Ponencia presentada por la Secretaría

Indígena de la ANUC y por el Consejo Regional Indígena del Cauca al Tercer Congreso Nacional

Campesino, Bogotá, Agosto 31 de 1974; impreso.

64. Reunión en Coyaima, Julio 8 de 1974 / Primer Encuentro Regional Indigenista – Ortega 12,13 de 1974;

Unidad Indígena, Año 1, N° 1, Enero de 1975; Unidad Indígena, Año 2, N° 10, Enero de 1976.

65. La Organización CRIT, Cartilla de difusión, p.4, 1987, impreso

66. Unidad Indígena; CRIC, Año 2, N° 10, p.10, Enero de 1976.

67. Ibídem.

68. Unidad Indígena, Año 2, N° 19, p.18, Febrero de 1977

69. Ibídem, p.9.

70. Con la excepción del Partido Comunista, que desde 1931 reconoció “su completa libertad y […]

autodeterminación de sus propios gobiernos”; Cfr. Medófilo Medina, Historia del partido comunista

de Colombia; Editorial CEIS, Bogotá, 1980, Tomo I, p.218.

71. Unidad Indígena; CRIC, Año 2, N° 16, p.2, Noviembre de 1976

72. Unidad Indígena; CRIC, Año 3, N° 26, p.11, Noviembre de 1977

73. KALMANOVITZ, Salomón

Op. Cit. P.315

74. Unidad Indígena; CRIC, Año 3, N°20, p.2, Marzo de 1977

75. Ibídem.

76. JIMENO, Myriam y TRIANA A., Adolfo

Estado y Minorías Étnicas en Colombia; Ed. Cuadernos del Jaguar, FUNCOL, p.81, Bogotá, 1985.

77. De los cuales tiene la palma el de Alberto Mendoza Morales: Comunidad de Guatavita – Tuá. Plan de

desarrollo; Ministerio de Gobierno, DIGIDEC, Bogotá, 1972.

78. FAUST, Franz Xaver

El Sistema Médico entre los Coyaimas y Natagaimas; Klaus Renner Verlag, Hohenchaftlarn,

1986, p.13

Page 60: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

60

79. Carta dirigida al doctor Alfonso López Michelsen en abril 24 de 1976, por Gabriel Yaima, Secretario del

Cabildo de la Comunidad de Espinalito, Ortega; Archivo de la División de Asuntos Indígenas, Sección

Tolima, Ministerio de Gobierno, Bogotá.

80. Unidad Indígena, CRIC; Año V, N° 35, p.4, Mayo de 1979.

81. Revista Alternativa; Números 203, 204 y 205, Marzo de 1979, Bogotá.

82. Unidad Indígena, CRIC; Año VIII, N° 55, p.2 y ss. Marzo de 1982.

83. Unidad Indígena, ONIC; Edición Especial, 10 Años; Febrero de 1986.

84. Segundo Congreso Consejo Indígena del Tolima; Ponencia y Conclusiones, Coyaima, Tolima, Julio 18

a 20 de 1984, p.12; impreso por Escipión Editores, Bogotá, Agosto de 1985.

85. Ibídem, p.19.

86. Ibídem, Cfr. Contracarátula.

87. Unidad Indígena, ONIC, N° 74, p.12, Agosto de 1985; Paso Ancho, un triunfo de las luchas del CRIT

88. Unidad Indígena, ONIC, N° 75, p.5, Noviembre de 1985, Bogotá; Dos meses después de la toma de la

Gobernación, CRIT.

89. Unidad Indígena, ONIC, Año XI, N° 77, p.5, Mayo de 1986, Bogotá.

90. Unidad Indígena, ONIC, Año XI, N° 80, p.4, Diciembre de 1986, Bogotá.

91. Ibídem.

92. Unidad Indígena, ONIC, Año XII, N° 81, p.5, Febrero de 1987, Bogotá.

93. Unidad Indígena, ONIC, Año XII, N° 83, p.11, Agosto de 1987, Bogotá; El CRIT frente al PNR.

Page 61: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

61

BIBLIOGRAFIA

ARRUBLA, Mario y otros

1962 Colombia Hoy; Editorial Siglo XXI, Bogotá.

COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE COLOMBIA

1973 Treinta Años de Lucha del Partido Comunista de Colombia; Editorial La Pulga, Medellín.

CRIT, COMITE EJECUTIVO

1985 Segundo Congreso Consejo Regional Indígena del Tolima, Coyaima, 1984; Ponencias y

Conclusiones; Escipión Editores, Bogotá. 1988(?) Tercer Congreso, Ortega, 1987; Consejo Regional

Indígena del Tolima; s. ed., s.f.

DIAZ POLANCO, Héctor

1980 Teoría Marxista de la Economía Campesina; Ediciones K. Caracas.

1987 Etnia, Nación y Política; Juan Pablos Editor, México.

FAJARDO, Dario

1979 Violencia y Desarollo; Fondo Editorial Suramericana, Bogotá.

GILHODES, Pierre

s.f. Las Luchas Agrarias en Colombia; Ediciones el Tigre de Papel, Bogotá.

GODELIER, Maurice

1976 Antropología y Economía; Editorial Anagrama, Barcelona.

GRUNBERG, Georg (Coordinador)

1972 La Situación del indígena en América del Sur; Editorial Tierra Nueva, Montevideo.

HENDERSON, James

1984 Cuando Colombia se Desangró. Un estudio de la violencia en metropoli y provincia: El Ancora

Editores, Bogotá.

HOBSBAWN, Eric y otros

1985 Once Ensayos sobre la Violencia; Fondo Editorial CEREC, Co-Editor Centro Gaitán; Bogotá.

JIMENO, Myriam y TRIANA ANTORVEZA, Adolfo

1985 Estado y Minorías Etnicas en Colombia; Ed. FUNCOL - Cuadernos del Jaguar, Bogotá.

Page 62: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

62

LABRADOR RIVERA, Pedro

1953 Estudio del Problema de Indígenas de Ortega. Informe rendido al gobierno del Tolima; Ibagué,.

Impreso linotipo

LAME, Manuel Quintín

1973 Las luchas del Indio que Bajó de la Montaña al Valle de la "Civilización"; Selección, arreglo y

notas: Gonzalo Castillo Cárdenas; Editor Publicaciones La Rosca, Bogotá.

MEDINA, Medófilo

1980 Historia del Partido Comunista de Colombia; Editor Centro de Estudios e Investigaciones

Sociales, CEIS; Bogotá.

ROLDAN ORTEGA, Roque

1983 Fuero Indígena; División de Asuntos Indígenas, Ministerio de Gobierno; Editorial Presencia, Bogotá.

SANCHEZ, Gonzalo y MEERTENS, Donny

1983 Bandoleros, Gamonales y Campesinos; El caso de la Violencia en Colombia; El Ancora

Editores, Bogotá.

SANCHEZ, Gonzalo y PEÑARANDA, Ricardo (Comp.)

1986 Pasado y Presente de la Violencia en Colombia; Fondo Editorial CEREC, Bogotá.

TORRES GIRALDO, Ignacio

l975 La Cuestión Indígena en Colombia; Editor Publicaciones La Rosca, Bogotá.

UMAÑA LUNA, Eduardo y otros

1987 Grupos Etnicos, Derecho y Cultura; Editor FUNCOL, Cuadernos del Jaguar, Bogotá.

VALENCIA, Luis Emiro y GAITAN DE VALENCIA, Gloria

196l La Parcialidad Indígena de Yaguara; Estudio Jurídico, económico, social y de orden público,

Impreso en la Editorial América Libre, Bogotá.

Page 63: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

63

ENTREVISTAS

EDELMIRA PALOMINO CALEÑO, Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Regional Indígena del Tolima,

CRIT; Coyaima, Octubre de 1988.

PRIMITIVO PRADA CHANGO, Comunero de la Parcialidad Indígena de Aico, Tolima, Octubre de 1988.

MARIANO PRADA, Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Regional Indígena del Tolima, CRIT;

Coyaima, Octubre de 1988.

ESCOLASTICO DUCUARA, Gobernador del Cabildo del Resguardo Indígena de Yaguara II; Septiembre de

1987, Yaguara I, Tolima; Junio de 1988, Yaguara II, LLanos del Yarí.

JEREMÍAS LUNA, Comunero del Resguardo Indígena de Yaguara II, Llanos del Yarí, Junio de 1988.

OLINDA DUCUARA LUNA, Enfermera del Resguardo Indígena de Yaguara II, Llanos del Yarí, Junio de 1988.

ORLANDO HURTADO, Maestro del Resguardo Indígena de Yaguara II, Llanos del Yarí, Junio de 1988.

CÉSAR AUGUSTO CUÉLLAR VELANDIA, Coronel; Ex-Gobernador del Tolima, Bogotá, Agosto de 1988.

ARCHIVOS

ALCALDIA MUNICIPAL DE COYAIMA, Tolima

ALCALDIA MUNICIPAL DE ORTEGA, Tolima

DIVISIÓN DE ASUNTOS INDIGENAS, Ministerio de Gobierno, Bogotá

INCORA Sección Resguardos Indígenas. Bogotá

TRIBUNAL SUPERIOR DE IBAGUE, Tolima

JUZGADO PRIMERO MUNICIPAL DE ORTEGA, Tolima

JUZGADO PRIMERO CIVIL MUNICIPAL DE PURIFICACION, Tolima

JUZGADO SEGUNDO PROMISCUO MUNICIPAL DE ORTEGA,Tolima

PERIODICOS

Tribuna, Ibagué

El Tiempo, Bogotá

El Cronista, Ibagué

Tribuna Roja, Bogotá

Voz Proletaria, Bogotá

Page 64: Etnia y Conflicto en el Sur del Tolima, 1950 - 1980

64

Unidad Indígena, Bogotá

El Colombiano, Medellín

Diario de Colombia, Bogotá

REVISTAS

Alternativa, Bogotá

Revista del Ejército, Bogotá

Revista de la Policía Nacional, Bogotá