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MAYO 2017 HACER FAMILIA / 23 22 / HACER FAMILIA MAYO 2017 8-11 años Primeras decisiones Los hiperpadres están conquistando a las familias occidentales y, gracias a ellos, los hijos se han convertido en los ejes absolutos del universo familiar. ¿Las consecuencias? Niños inseguros, más estresados, incapaces de resolver problemas y sin tolerancia a la frustración. Con su libro Hiperpaternidad: del modelo mueble al modelo altar, la periodista española Eva Millet analiza el tema, el cual profundiza en esta entrevista. Por Jorge Velasco Cruz. Foto: Shutterstock Eva Millet: Los hiperpadres y los niños altar El libro Hiperpaternidad: del modelo mueble al modelo altar , escrito por la periodista española Eva Millet, ha sido un boom desde su aparición a comienzos del año pasado. No en vano ya va en su tercera edición. ¿Casualidad? Para nada. Es una obra que destaca y desarrolla una verdad tan actual como universal, al me- nos para los países occidentales. Hoy los padres buscan darles todo a sus niños y están encima de ellos prác- ticamente en forma permanente. Son los hiperpadres o padres helicóptero: personas que están atentas a todas las necesidades de sus hijos y que incluso los sobreestimulan para lograr que se desarrollen más y que, a fin de cuentas, sean exitosos en la vida. ¿El resultado? Niños que han perdido la capacidad de jugar, la autonomía y la suficiencia para esforzarse por obtener resultados. “La hiperpaternidad es el mode- lo educativo en boga entre las clases medias y altas de occidente. Se carac- teriza por una atención excesiva hacia los hijos, que se han convertido en los ejes absolutos del universo familiar: se han puesto en un altar doméstico y sus padres les rinden un culto que antes se rendía a los antepasados. Se caracteriza por la hipeprotección y resolución sis- temática de los problemas de los hijos, por nimios que sean. La hipereducación y la estimulación precoz son otras de sus características. Los hijos se han conver- tido prácticamente en un producto que ha de ser perfecto y del cual los padres pueden presumir en las redes sociales”, comenta Eva Millet, periodista española que desde hace 15 años escribe sobre educación. En 2014 puso en marcha el blog www.educa2.info, en el cual entre- ga aportes y noticias que ayudan a las familias a formar a sus hijos. “Este modelo implica mucho estrés familiar. No solo para los hijos, quienes van de arriba a abajo todo el día y no tie- nen ni tiempo para parar y pensar, sino también para las madres, que todavía llevan el peso de la crianza. Además de agotadas (porque si ser madres ‘están- dar’ ya es cansador, ser hipermadres es extenuante), se sienten inseguras. Mu- chas creen que no están haciendo lo suficiente para que sus hijos triunfen y se sienten infelices”. HIPERPADRES Y NIÑOS ALTAR Nacida en Estados Unidos, la hiper- paternidad es un producto de su tiem- po. Las familias tienen menos hijos, lo hacen en forma más tardía y los padres tienen más tiempo para planificar cómo quieren que sean. A ello se suma la in- certeza del mundo actual. Son tiempos supuestamente más inseguros y donde hay más competencia. “Esta incerteza se arropa con una oferta abrumadora para darle a los hi- jos todo y más, tanto a nivel académico como a nivel lúdico. La infancia se está convirtiendo en un campo de entre- namiento infantil y los padres, también nos estamos convirtiendo en animado- res lúdico-culturales de los hijos, entre otras cosas”, comenta Eva Millet. ¿Qué modelos hay de hiperpadres y en qué se diferencian? En el libro hablo de los padres guar- daespaldas (sobreprotectores); los he- licópteros (sobrevolando sin descanso las vidas de la prole); los apisonadoras (preparando el camino a los hijos en vez de preparar a los hijos para el camino); los asistentes personales (resolviendo todo el día a día de los niños). ¿Qué conductas típicas tienen los hi- perpadres para con los niños? Una de las características de este mode- lo es que no se deja ir a los hijos, que es la base de la educación: darles herramientas para que vayan adquiriendo autonomía. Por otro lado, ¿qué características tie- nen los niños “altar”? Por un lado, son niños con una inflada noción de sí mismos porque, desde que han nacido, han sido el centro absoluto de la atención familiar: están colocados en este altar del que habla mi libro. Se les ha dado todo y consentido sin pedir nada (o casi nada) a cambio. Pero, por otra parte, son críos que llevan incor- porado el “yo no puedo”, ya que se han criado con la idea de que sus papás lo hacen todo por ellos. Sus padres —con buena intención— han creído que que- rer a los hijos es resolverles sistemáti- camente todos sus problemas. Y este “yo no puedo”, esta falta de autonomía e inseguridad, unido a la prepotencia y una baja tolerancia a la frustración… ¡Es un cóctel explosivo! “LOS PADRES NO SOMOS LOS ASISTENTES PERSONALES, LOS MAYORDOMOS, LOS CHOFERES NI LOS GUARDAESPALDAS DE LOS HIJOS. SOMOS SUS PADRES Y DEBE- MOS DE CREARLES UN AMBIENTE RELAJADO, AFECTUOSO Y SEGURO PARA QUE ELLOS SE DESARROLLEN, NO UNA INFANCIA FRENÉTICA Y SOBREPROTEGIDA”.

Eva Millet: Los hiperpadres y los niños altar22 / HACER FAMILIA MAYO 2017 MAYO 2017 HACER FAMILIA / 23 8-11 años ... blog , en el cual entre - ga aportes y noticias que ayudan a

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MAYO 2017 HACER FAMILIA / 2322 / HACER FAMILIA MAYO 2017

8-11 añosPrimeras decisiones

Los hiperpadres están conquistando a las familias occidentales y, gracias a ellos, los hijos se han

convertido en los ejes absolutos del universo familiar. ¿Las consecuencias? Niños inseguros,

más estresados, incapaces de resolver problemas y sin tolerancia a la frustración. Con su libro

Hiperpaternidad: del modelo mueble al modelo altar, la periodista española Eva Millet analiza el

tema, el cual profundiza en esta entrevista. Por Jorge Velasco Cruz. Foto: Shutterstock

Eva Millet: Los hiperpadres y los niños altar

El libro Hiperpaternidad: del modelo

mueble al modelo altar, escrito por la

periodista española Eva Millet, ha sido un

boom desde su aparición a comienzos

del año pasado. No en vano ya va en su

tercera edición. ¿Casualidad? Para nada.

Es una obra que destaca y desarrolla una

verdad tan actual como universal, al me-

nos para los países occidentales.

Hoy los padres buscan darles todo a

sus niños y están encima de ellos prác-

ticamente en forma permanente. Son

los hiperpadres o padres helicóptero:

personas que están atentas a todas las

necesidades de sus hijos y que incluso

los sobreestimulan para lograr que se

desarrollen más y que, a fin de cuentas,

sean exitosos en la vida. ¿El resultado?

Niños que han perdido la capacidad de

jugar, la autonomía y la suficiencia para

esforzarse por obtener resultados.

“La hiperpaternidad es el mode-

lo educativo en boga entre las clases

medias y altas de occidente. Se carac-

teriza por una atención excesiva hacia

los hijos, que se han convertido en los

ejes absolutos del universo familiar: se

han puesto en un altar doméstico y sus

padres les rinden un culto que antes se

rendía a los antepasados. Se caracteriza

por la hipeprotección y resolución sis-

temática de los problemas de los hijos,

por nimios que sean. La hipereducación

y la estimulación precoz son otras de sus

características. Los hijos se han conver-

tido prácticamente en un producto que

ha de ser perfecto y del cual los padres

pueden presumir en las redes sociales”,

comenta Eva Millet, periodista española

que desde hace 15 años escribe sobre

educación. En 2014 puso en marcha el

blog www.educa2.info, en el cual entre-

ga aportes y noticias que ayudan a las

familias a formar a sus hijos.

“Este modelo implica mucho estrés

familiar. No solo para los hijos, quienes

van de arriba a abajo todo el día y no tie-

nen ni tiempo para parar y pensar, sino

también para las madres, que todavía

llevan el peso de la crianza. Además de

agotadas (porque si ser madres ‘están-

dar’ ya es cansador, ser hipermadres es

extenuante), se sienten inseguras. Mu-

chas creen que no están haciendo lo

suficiente para que sus hijos triunfen y

se sienten infelices”.

HIPERPADRES Y NIÑOS ALTARNacida en Estados Unidos, la hiper-

paternidad es un producto de su tiem-

po. Las familias tienen menos hijos, lo

hacen en forma más tardía y los padres

tienen más tiempo para planificar cómo

quieren que sean. A ello se suma la in-

certeza del mundo actual. Son tiempos

supuestamente más inseguros y donde

hay más competencia.

“Esta incerteza se arropa con una

oferta abrumadora para darle a los hi-

jos todo y más, tanto a nivel académico

como a nivel lúdico. La infancia se está

convirtiendo en un campo de entre-

namiento infantil y los padres, también

nos estamos convirtiendo en animado-

res lúdico-culturales de los hijos, entre

otras cosas”, comenta Eva Millet.

¿Qué modelos hay de hiperpadres y en qué se diferencian?En el libro hablo de los padres guar-

daespaldas (sobreprotectores); los he-

licópteros (sobrevolando sin descanso

las vidas de la prole); los apisonadoras

(preparando el camino a los hijos en vez

de preparar a los hijos para el camino);

los asistentes personales (resolviendo

todo el día a día de los niños).

¿Qué conductas típicas tienen los hi-perpadres para con los niños?

Una de las características de este mode-

lo es que no se deja ir a los hijos, que es la

base de la educación: darles herramientas

para que vayan adquiriendo autonomía.

Por otro lado, ¿qué características tie-nen los niños “altar”?Por un lado, son niños con una inflada

noción de sí mismos porque, desde que

han nacido, han sido el centro absoluto

de la atención familiar: están colocados

en este altar del que habla mi libro. Se

les ha dado todo y consentido sin pedir

nada (o casi nada) a cambio. Pero, por

otra parte, son críos que llevan incor-

porado el “yo no puedo”, ya que se han

criado con la idea de que sus papás lo

hacen todo por ellos. Sus padres —con

buena intención— han creído que que-

rer a los hijos es resolverles sistemáti-

camente todos sus problemas. Y este

“yo no puedo”, esta falta de autonomía

e inseguridad, unido a la prepotencia y

una baja tolerancia a la frustración… ¡Es

un cóctel explosivo!

“LOS PADRES NO SOMOS LOS ASISTENTES PERSONALES, LOS MAYORDOMOS, LOS

CHOFERES NI LOS GUARDAESPALDAS DE LOS HIJOS. SOMOS SUS PADRES Y DEBE-

MOS DE CREARLES UN AMBIENTE RELAJADO, AFECTUOSO Y SEGURO PARA QUE

ELLOS SE DESARROLLEN, NO UNA INFANCIA FRENÉTICA Y SOBREPROTEGIDA”.

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MAYO 2017 HACER FAMILIA / 2524 / HACER FAMILIA MAYO 2017

8-11 añosPrimeras decisiones

Ficha del libro:HIPER PATERNIDADAutor: Eva Millet

Editorial: Plataforma Editorial.

QUIÉN ES:

Eva Millet Malagarriga (Barcelona, 1968)

es periodista, licenciada en Ciencias de la

Información de la Universida Autónoma de

Barcelona. Madre de dos hijos y autora del

blog www.educa2.info.

¿Qué consecuencias tiene la crianza bajo el modelo de la hiperpaternidad?Además de niños con una bajísima tole-

rancia a la frustración y altos niveles de

estrés, la hiperpaternidad produce niños

muy miedosos. La tendencia de los hi-

perpadres es a ocultarles, maquillarles

y evitarles los miedos: si un niño tiene

temor a los perros y ve uno, los papás

cruzarán la calle de inmediato para evi-

tarle ese momento de “enfrentamiento”

(vital para superar el miedo). La valentía

es una habilidad que requiere educarse

y es tan o más importante que el inglés

o las matemáticas.

Este modelo híper también está qui-

tando tiempo para el juego en la infan-

cia —que es un derecho de los niños— y

está acabando con algo tan importante

como es la capacidad de asombro: tan-

ta estimulación mata la curiosidad. Hay

que dejar que nuestros hijos se aburran

de vez en cuando.

POR UNA MAYOR AUTONOMÍALa hiperpaternidad no solo afecta el

funcionamiento del hogar, sino que

también trasciende a un mundo que ge-

neralmente va de la mano, el educacio-

nal. “Los colegios están un poco des-

concertados con estos nuevos padres.

Si antes el espacio del colegio era casi

sagrado y el profesor ‘siempre tenía la

razón’, ahora hemos pasado al otro ex-

tremo”, dice Millet.

Hoy los padres quieren ayudar más

con las labores escolares, porque creen

que es su deber, pero el límite entre co-

laboración e intromisión es muy fácil de

confundir. “Ahora el niño siempre tiene

la razón y el padre hará lo posible para

que la escuela se adapte a su hijo y no a

la inversa. Hay progenitores que solici-

tan que no se les asignen determinados

profesores o que no les den de comer

alguna cosa porque a sus críos ‘no les

gusta’ y punto”, comenta.

¿Es posible escaparse del modelo de la hiperpaternidad, considerando que incluso los colegios piden una parti-cipación activa de los padres en sus actividades y hay una agenda copada con infinita cantidad de cumpleaños y eventos familiares, entre muchos otras? Es verdad que ahora, si dejas más a su

aire a los hijos o no tienen todas las tar-

des ocupadas con actividades extraes-

colares desde muy pequeños, te miran

un poco mal. Y es verdad que la parti-

cipación de las familias en la escuela es

cada vez más intensa. Pero como todo,

hay que tratar de buscar el punto me-

dio, el equilibrio y dejarse llevar un poco

por el instinto, no por lo que dirán. Y no

correr tanto: la infancia no es una com-

petición para ver quién tiene el niño más

perfecto o quiénes son los padres más

perfectos. La infancia es un tesoro y un

momento clave de aprendizaje, pero la

educación no es solo de materias pu-

ras y duras, sino también de habilidades

humanas como la resiliencia, la empa-

tía, el autocontrol y la capacidad de es-

fuerzo. ¿Qué es más importante, que tu

hijo aprenda a esquiar con cuatro años

o sepa dar las gracias? ¿Qué hable chino

o se abroche los cordones?

¿Qué rol debiera jugar el poner límites?Los límites son muy importantes: no se

trata de decirles no todo el día, pero

tampoco de no ponerlos jamás. Hay

muchos padres que, en nombre de una

democracia familiar mal entendida, le

preguntan todo a los niños desde muy

pequeños (a menudo son preguntas

que no están capacitados para contes-

tar como ¿qué quieres cenar? o ¿quieres

irte a dormir? e, incluso, ¿a qué escuela

quieres ir?). Los niños necesitan libertad,

sí, pero no para decidir cómo funciona

la familia —esa es nuestra responsabi-

lidad como padres—, sino en el senti-

do de tener tiempo libre para observar,

pensar, jugar, aburrirse.... Para ser niños.

Sin embargo, para ejercer esta libertad

también precisan de límites, de normas

y rutinas. Les ayudan a ser más seguros y

Ori

ol C

amp

uza

no

a desarrollar su autonomía, a saber que

después de bañarse podrán jugar un ra-

tito a lo que les dé le gana y después ce-

narán lo que sus papás les han prepara-

do para cenar y que, antes de acostarse,

normalmente a la misma hora, uno de

los dos les leerá un cuento.

En definitiva, ¿cuál es la solución a la hi-perpaternidad?La solución es parar un poco, relajarnos

y confiar en nosotros y en nuestros hi-

jos. Y pensar que en la educación, como

todo en la vida, hay una parte que es

puro azar, que no podemos controlar.

En inglés, esta reacción se llama un-

derparenting o hipopaternidad. Los pa-

dres no somos los asistentes persona-

les, los mayordomos, los choferes ni los

guardaespaldas de los hijos. Somos sus

padres y debemos crearles un ambiente

relajado, afectuoso y seguro para que

ellos se desarrollen, no una infancia fre-

nética y sobreprotegida.

Debemos estar ahí por ellos, sí, pero

no encima de ellos ni detrás de ellos

todo el día. La autoestima del hijo no

se consigue haciéndole las tareas y que

este saque un 7. Se consigue cuando

obtiene una buena nota porque ha es-

tudiado solo o supera un problema por

sí mismo. La hiperpaternidad les roba

algo tan fundamental para la vida como

es la adquisición de la autonomía. Con

la mejor de las intenciones, los incapa-

citamos y eso es un error gravísimo. HF