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    Inconstitucionalidad del art. 41 bis C.P. por su amplitud y generalizacin de

    correlacin de figuras especiales que la torna poco clara en su aplicacin

    para el lego.

    AUTO NMERO: TRESCIENTOS SEIS

    Crdoba, veintiseis de junio de dos mil nueve.

    VISTOS: los presentes autos caratulados Arce, Jos Alberto p.s.a.

    homicidio agravado por el art. 41 bis (expediente A-63/08), remitida por el

    Juzgado de Control de Octava Nominacin, a fin de resolver el recurso de

    apelacin interpuesto por los Dres. Juan Fernndez Al y Alfredo A. Ciocca (fs.

    286 y vta.), en el carcter de codefensores del imputado Arce, en contra del AI n

    232 dictado por dicho tribunal con fecha 21/10/08 en cuanto confirm la prisin preventiva de Arce como supuesto autor responsable del delito de homicidio

    simple, agravado por el uso de arma (CP, arts. 45 y 79 en funcin del art. 41

    bis).

    Y CONSIDERANDO: Que, en relacin con el presente recurso, los

    vocales Gabriel Prez Barber y Francisco Horacio Gilardoni dijeron:

    I) El Juzgado de Control de Octava Nominacin, en la resolucin cuya

    parte resolutiva ha sido transcriptasupra, resolvi (fs. 270/283) confirmar la

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    prisin preventiva del imputado Arce p.s.a. de homicidio agravado por el uso dearma (CP, arts. 45 y 79 en funcin del art. 41 bis) por considerar, en sintona

    con lo resuelto previamente por la seora fiscal de instruccin, que se encuentran

    reunidos en autos los presupuestos legales que condicionan su dictado. En

    puntual respuesta a los argumentos defensivos interpuestos como motivo de

    oposicin sustancialmente anlogos a los trados a conocimiento de este

    tribunal, vanse escritos de fs. 239/250 y 296/303, como primera medida

    expres, en lo concerniente a la participacin que cupo al prevenido Arce en el

    hecho, que corresponda establecer quin fue el autor del disparo que diera

    muerte a Evelyn, habida cuenta la particular posicin defensiva asumida por el

    mencionado imputado y los embates defensivos concretos esgrimidos por su

    defensor. En efecto dijo el juez la citada cuestin ha sido controvertida por la

    defensa en la medida en que si bien admite que Arce estuvo en la escena del

    crimen al momento de cometerse el hecho, propician que l no debe respondercomo autor de homicidio doloso en la medida en que habra sido el novio de la

    damnificada Quiroga quien habra disparado el arma de fuego. Para responder

    dicho interrogante el a quo consider decisivas las declaraciones brindadas por

    Aurora Clair Villagrn Cardinal (fs. 22 y 127/129) y por Juan Oscar Barros (fs.

    29/183/184), pues si bien existen diferencias entre sus relatos, ellas no son

    sustanciales y hasta resultan comprensibles, habida cuenta que derivan de la

    percepcin obtenida, casi en la oscuridad, por personas ubicadas en lugares

    diferentes, lo relevante de sus relatos deriva de que se trata de verdaderos

    testigos independientes ya que no conocan a las partes y no tenan, por ello,

    ningn inters en el resultado de la investigacin. Sobre el particular destac que,

    a partir de esos relatos, surge claro que en la disputa existi un solo atacante y

    que l fue el imputado Arce, as como que, segn el mencionado testigo Barros,

    fue ste quien extrajo del bolsillo derecho de su campera un arma de fuego, conla que comenz a golpear en varias oportunidades a Quiroga en su cabeza,

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    hacindolo caer al suelo. Que, en ese contexto, la chica se coloc entre ambossujetos a fin de evitar que prosiga la golpiza incluso empujando al agresor a tal

    fin, y es as que ste, con un movimiento circular con el brazo derecho donde

    tena el arma ...la quiso sacar del medio... y le dispar..., aunque sin apuntarle.

    El juez destac asimismo que si bien la testigo Villagrn dijo no haber observado

    quin llev consigo el arma de fuego al lugar del hecho ni quien la dispar, ni en

    qu circunstancias, no debe perderse de vista que la menor informacin

    proporcionada por esta testigo obedece a que, como ella misma afirm, en el

    momento preciso en que se produjo el disparo ella estaba de espaldas y que

    recin all vio por primera vez el arma de fuego en poder de Arce, agregando

    que incluso despus del disparo ste sigui golpeando a Quiroga con la culata del

    arma en la cabeza, para darse a la fuga inmediatamente. En suma concluye el

    magistrado, aparece claro del primer testimonio que Arce llevaba el arma, que

    con ella agredi inicialmente a Quiroga en su cabeza, que la mantuvo en su podermientras luchaba con Evelyn, y que finalmente le dispar a sta, al intentar

    sacarla del medio. Que ello confirma, en lo fundamental, la versin

    proporcionada por Quiroga a fs. 10, 111/112 y 229, no slo en cuanto a las

    lesiones corporales que sufriera corroboradas, adems, por el informe mdico de

    fs. 21, y hasta por el testimonio del padre de la menor de fs. 109, sino tambin

    en lo relativo a la dinmica de la accin que concluyera con el disparo mortal,

    especficamente en torno a la ubicacin de la vctima y del autor del hecho.

    Mientras que el segundo relato, lejos de contradecir lo anterior, lo reafirma

    verdad que parcialmente, habida cuenta el menor grado de percepcin

    evidenciado por esta testigo, coadyuvando a desvirtuar por completo, por lo

    dems, la posicin exculpatoria asumida por el mencionado imputado.

    Con relacin a la explicacin inicial que diera Quiroga en torno al motivo

    que, en apariencia, persegua el agresor a quien primeramente dijo no conocer yque este desconocido habra cometido un intento de robo en su perjuicio, el a

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    quo destac que ello fue debidamente aclarado por el mencionado testigo a fs.112/vta., cuando expres que, al momento de ocurrir el hecho, l ...crey que se

    trataba de un asalto, por eso le manifest eso a ambas familias..., y que recin

    cuando en la comisara reconoci las fotos del agresor como correspondientes al

    prevenido Arce cay en la cuenta de ...dnde poda provenir el problema, es

    decir, por lo de su hermano Jess.... Consider asimismo que el cambio

    experimentado en ese aspecto de su versin resulta lgico habida cuenta que el

    hecho fue cometido por un sujeto que, al interceptarles a l y a su novia

    subrepticiamente en la oscuridad, cubra de cierta manera su rostro, y de all que

    sea razonable que no haya advertido de quin se trataba.

    Respecto a la calificacin legal del hecho, el magistrado tambin coincidi

    con la asignada por la fiscal de instruccin (homicidio agravado por el empleo de

    arma de fuego, presuntamente cometido con dolo eventual), indicando sobre el

    particular que la tesis de la impugnacin parte de una premisa falsa, cual es elhecho de sostener que Arce no tuvo manera de conocera priori que, en el lugar

    del hecho, aparecera un arma de fuego, y que sta sera disparada. El error,

    sostiene el juez, deriva de que dicha circunstancia se encuentra ampliamente

    desvirtuada en la causa, pues, como se estableci anteriormente, fue el propio

    imputado quien se hizo presente en el lugar ...munido de un arma de fuego,

    cargada y apta para el disparo..., y de all que no pueda admitirse que ste no

    pudo representarse los posibles resultados que se generaran (o que podran

    generarse) a raz de la utilizacin, incluso en forma impropia, de una arma con

    esas caractersticas, mxime ...tratndose de un hecho violento... que l mismo

    premedit y ejecut temerariamente. Sostuvo asimismo que, aun cuando se

    sostenga que el propsito de Arce no haya sido inicialmente el de matar y que el

    resultado lesivo no era de su agrado, es evidente que, con todo, ...menospreci la

    posibilidad de las consecuencias letales de su accionar, consintiendo laeventualidad de su produccin..., es decir, que obr a sabiendas de la posible

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    muerte que devendra de su accionar peligroso. Descart la posibilidad de unaculpa tanto inconsciente como consciente; lo primero, ya que no puede aceptarse

    que l no tuviera previsin de lo que era previsible (esto es, que un arma de fuego

    lista para disparar se dispare, en un contexto de forcejeo), y lo segundo porque si

    se represent el resultado como probable, nunca pudo razonablemente haber

    confiado que un medio idneo no ocasionara un resultado lesivo o mortal. Por lo

    dems, indic, para que la incriminacin propiciada resulte aplicable no es

    menester que la muerte haya sido perseguida intencionalmente por el autor, ni

    obsta a su procedencia el hecho de que dicho resultado le resultase desagradable,

    en la medida en que la jurisprudencia y la doctrina son contestes en sostener que,

    en el dolo eventual, la produccin del resultado ...puede resultar desagradable

    para el autor... (PREZ BARBER, Gabriel, La delimitacin entre el dolo y la

    imprudencia, curso de Especializacin de la UNC y del Litoral, Crdoba y

    Mendoza, 2003).Finalmente, con relacin a la medida de coercin personal dispuesta en la

    persona del imputado Arce, el juez de control sostuvo que ella se encuentra

    legalmente justificada y debe mantenerse al resultar aplicable al presente caso,

    merced a la elevada escala penal en juego, el criterio sustentado por este tribunal

    en el precedente Irusta (auto n 182 del 01.07.08). Destac que, amn de la

    razonable expectativa de una severa imposicin de condena efectiva, existen

    indicadores de peligro procesal concreto anlogos a los considerados como tales

    en el citado precedente de esta cmara, entre los cuales indic que

    inmediatamente de cometido el hecho, Arce se subi a su bicicleta y se dio a la

    fuga llevndose consigo el arma de fuego cuyo secuestro no pudo ser

    efectivizado al da de la fecha, sumado a que eludi el accionar de la justicia al

    fugarse a otra provincia, permaneciendo en ella en calidad de prfugo durante

    doce das (hasta ser finalmente aprehendido por personal policial). Destac

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    adems que Arce carece de domicilio fijo y de trabajo estable, y que por servendedor ambulante viaja con frecuencia a varias provincias.

    II) En su escrito de apelacin (fs. 286 y vta.) los apelantes indicaron, como

    puntos de agravio, la existencia del hecho investigado, la participacin criminal

    que cupo a su defendido y la calificacin legal asignada a aqul.

    III) Concedido que fuera el citado recurso (fs. 288) y recibidas las

    actuaciones por este tribunal (fs. 292), los mencionados defensores informaron

    por escrito sobre sus pretensiones (art. 465 del CPP) y desarrollaron all los

    fundamentos sobre los que se sustentan sus agravios (fs. 296/303). En trminos

    generales expresaron que las diferencias existentes entre los distintos testimonios

    rendidos en la presente causa impiden subsumir el hecho investigado en la figura

    penal de homicidio. En esta direccin, sostuvieron que el testimonio prestado por

    Diego Quiroga quien fuera novio de la extinta, teido de parcialidad en aras de

    incriminar a Arce, resulta incoherente con lo manifestado en descargo por stecon relacin a diversos aspectos del hecho. Por ejemplo, no coinciden en cuanto a

    la gnesis del homicidio, ya que ste, segn los defensores, ...se inicia con un

    robo que [Quiroga luego] se encarga de desvirtuar..., y tambin en torno a quin

    ...portaba el arma de fuego.... Asimismo destacaron que este testigo, conciente

    de que la autora del hecho poda recaer sobre l, en una primera declaracin dijo

    no conocer a Arce, posteriormente dijo lo contrario, y recin transcurridos cuatro

    das de ese evento es que finalmente concurre al profesional mdico para que se

    certifiquen las lesiones corporales que padeci a raz del ataque corporal que

    sufriera, certificacin que ni siquiera permite tener por acreditado que esas

    lesiones hayan sido producidas mediante el empleo impropio de un revlver. Que

    tampoco est probado en la causa que ese testigo estuviera ...prcticamente en el

    piso... en el instante en que el disparo mortal se produca, lo que se suma al

    hecho de que, conforme a la pericia balstica, la trayectoria del proyectil queimpact en el cuerpo de Evelyn fue ...de abajo hacia arriba, de izquierda a

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    derecha y de atrs hacia delante... prcticamente de modo vertical, con lo cual,adujeron, no es cierto que Arce haya apuntado a la vctima tal como asegura

    Quiroga. Los apelantes destacaron, asimismo que los propios padres de la menor

    vctima aseguraron, contrariamente a lo declarado por Quiroga, que entre ste y el

    imputado Arce haban existido peleas anteriores, ms precisamente, que ....el

    novio de Evelyn lo haba cascado a Jess Arce.

    Por otra parte, adujeron que si bien del testimonio de Aurora Villagrn

    Cardinal se desprende la existencia de la pelea entre Arce y Quiroga, no surge la

    identidad de quin, teniendo inicialmente el arma de fuego en su poder, efectu

    en definitiva el disparo mortal. En efecto, dicha testigo indic que en ese preciso

    instante ella estaba de espaldas a los protagonistas del hecho y que slo

    despus de ocurrida la detonacin pudo ver que el arma se encontraba en manos

    de Arce, lo cual se compadece segn los defensores con la versin

    proporcionada por ste. Y aadieron que algo similar ocurre con lo declarado porJuan Barros en cuanto ste se refiri, a diferencia de lo expresado por Villagrn

    Cardinal, a la existencia de un revlver de color negro arma que, segn admiti,

    no pudo ver bien, concluyendo los defensores, en base a ello, que en la escena

    del crimen existieron dos armas de fuego, dado que ...difcilmente los testigos se

    equivoquen... se trata de colores diametralmente opuestos imposibles de ser

    confundidos.... Destacaron tambin lo referido por el testigo Barros en cuanto a

    que Arce, en realidad, lo que quiso fue sacarse de encima a Evelyn haciendo un

    ademn y extendiendo de manera circular el brazo con el que tena el arma de

    fuego y que ...le dispar pero no le apunt.... Concluyeron que, amn de las

    sealadas dudas en cuanto a la autora material del hecho por parte de su

    defendido, ...aun cuando se crea que Arce fue quien produjo la muerte de

    Evelyn, este hecho no fue por dolo directo, mucho menos eventual, sino que su

    accionar fue totalmente accidental..., correspondindole por ello slo unaresponsabilidad culposa. Cit el precedente Rivarola del TSJ (Sala Penal, S.

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    n 165 del 07.11.06) y la opinin doctrinaria de Soler en torno a la teora de larepresentacin, haciendo hincapi en la necesidad de probar el dolo y en que

    dicha comprobacin exista a partir de circunstancias exteriores que,

    inequvocamente, traduzcan lo verdaderamente querido por el autor, y que ste ha

    obrado con conciencia de la criminalidad del acto y pudiendo dirigir en tal

    sentido sus acciones (SOLER, Sebastin, Derecho penal argentino, Tea, Bs. As,

    1992, T. II, pp. 127 y sgtes.), extremos que a su entender no estn probados en

    estas actuaciones. Concluyeron la temtica del encuadramiento legal

    manifestando que Arce pudo querer pelear (para reprender a Quiroga) pero que

    jams quiso matarlo, pues, sostienen los informantes, de haber sido esa su

    intencin, y de haber llevado el arma al escenario del crimen, es razonable pensar

    que habra puesto fin a la discusin dando muerte a aqul ni bien iniciado el

    encuentro entre ambos. Y que, de otro costado, siguiendo la declaracin de

    Barros en cuanto afirma que Arce s llevaba el arma, debe valorarse lo dichotambin por el testigo en cuanto a que no le apunt a la vctima al producirse el

    disparo, con lo cual la muerte aparece como una circunstancia accidental y no

    querida.

    Por otra parte, cuestionaron la legitimidad del encarcelamiento cautelar

    dispuesto en la persona de su defendido. En esta direccin destacaron, en primer

    lugar, que, conforme las planillas prontuariales incorporadas a la causa Arce

    ...es menos peligroso que Quiroga..., pues, mientras ste registra un antecedente

    por el delito de robo calificado, aqul tiene otro por los de amenazas y dao.

    Aadieron que si bien es vendedor ambulante y viaja por distintas provincias,

    supo tener trabajo estable, as como que la cuestin del domicilio fijo no es

    decisiva en esa causa, pues cuando fue preguntado sobre el particular su

    defendido indic dos direcciones como propias y lo cierto es que esas viviendas

    ...son perfectamente ubicables..., de all que nada permita suponer que nocomparecer al proceso al ser citado. Asimismo resaltaron que, de acuerdo a la

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    encuesta ambiental practicada, se desprende que el imputado goza de buenconcepto en su medio, en el que lo calificaron como una persona ...trabajadora,

    honesta y respetuosa.... Finalmente, sostuvieron que su defendido evidenci su

    intencin de someterse al proceso al expresar su voluntad de comparecer a l y al

    ofrecer fianza, hecho que acaeciera una vez que l tom conocimiento del

    fallecimiento de la vctima.

    IV) Por cuestiones metodolgicas corresponde efectuar, de modo

    preliminar, ciertas consideraciones en torno a la extensin de la competencia de

    esta cmara en funcin de los agravios argidos por el apelante. En tal sentido, de

    la resea que precede se observa que la defensa haba indicado como puntos de

    agravio la existencia del hecho, la participacin que cupo a su defendido en l y

    su calificacin legal (fs. 286); sin embargo, posteriormente, en el correspondiente

    memorial de fundamentacin de agravios (CPP, art. 465), adems de exponer

    diversos argumentos fcticos y jurdicos atinentes a dichos extremos expusieron,asimismo, una serie de embates con cita de diversos precedentes de este

    tribunal enderezados a cuestionar la legitimidad de la medida de coercin

    dispuesta en la persona del imputado Arce, solicitando en funcin de aquellos su

    revocacin y que se disponga la inmediata libertad de su defendido. Frente a ello

    corresponde sealar lo siguiente. Que la pretensin impugnativa indicada en

    ltimo trmino no haya sido indicada puntualmente en el escrito de interposicin

    del recurso circunstancia que, por principio, conllevara a su (parcial)

    inadmisibilidad formal toda vez que no puede quedar abierta la competencia de

    este tribunal respecto de agravios no planteados oportunamente, CPP, art. 456, 1

    prrafo no resulta, en el presente caso, mayormente relevante. En efecto, a

    criterio de esta cmara a partir del precedente Fernndez, auto n 225 del

    03.11.06, entre otros, si bien resulta correcto predicar la legitimidad y

    razonabilidad de la regla contenida en el art. 449 del CPP, no lo es menos queella debe ceder ...frente a casos en los que su seguimiento estricto puede derivar

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    en una arbitrariedad concreta y ms grave para el orden jurdico que aquella queslo eventualmente podra ocurrir por su flexibilizacin..., lo cual sucede, de

    acuerdo a esos precedentes, cuando puede derivar una afectacin a ...principios

    que, en el caso concreto, resulten de jerarqua e importancia superior a los que

    dan fundamento y finalidad a la regla en cuestin.... Pues bien, lo mismo cabe

    decir respecto a la regla del art. 456, 1 prrafo, del CPP en tanto como se dijo

    es correlativa a la del citado art. 449: tambin ella ha de ceder cuando su rigor

    formal importe el riesgo de vulneracin de una garanta constitucional y, en

    consecuencia, tal rigor resulte excesivo o lo que es lo mismo arbitrario, lo que

    sucedera si esta cmara, pese a advertir, v.gr., la evidente desaparicin de las

    razones de indispensabilidad absoluta que motivaron el dictado de una medida de

    coercin, no lo declarase, por no haber sido ello punto de agravio especfico en el

    escrito de interposicin del recurso. Como se dijo en el citado precedente

    Fernndez, en tales casos debe ceder la legtima exigencia formal del art. 449del CPP y tomarse como referencia para fijar los puntos de agravio y delimitarse

    la competencia de esta cmara no slo el escrito de interposicin del recurso, sino

    el contexto total de la actividad impugnativa llevada a cabo por el apelante ante

    esta sede, lo cual incluye el informe de fundamentacin de agravios, escrito u

    oral. Corresponde concluir aqu, por lo tanto, de igual modo que en ese

    precedente aludido: a juicio de este tribunal, la regla del art. 449 del CPP no

    vulnera per se ningn principio superior del orden jurdico considerado en su

    conjunto; ella simplemente ha de ceder, en ocasiones, frente a principios que, en

    el caso concreto, resulten de jerarqua e importancia superior a los que dan

    fundamento y finalidad a la regla en cuestin. Slo en tales supuestos

    cuantitativamente excepcionales ser viable, por tanto, aceptar que sea el

    contexto total de la actividad impugnativa del apelante (relacionada obviamente

    con ese recurso concreto) lo que fije el punto o los puntos de agravio, y nosolamente el acto de interposicin del recurso. El derecho a la libertad durante el

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    proceso penal es, obviamente, una de esas garantas cuya jerarqua superior porel valor que protege y cuya importancia por el gravamen irreparable que

    provoca su denegacin autoriza la excepcin establecida por los precedentes

    citados, por las razones all expuestas. De all que, en el presente caso, aunque el

    apelante al interponer el recurso no haya incluido entre los puntos de agravio el

    pedido de que se revise lo relativo a la libertad de su defendido, dado que esa

    solicitud s puede inferirse de los argumentos vertidos al momento de

    fundamentarse por escrito el recurso, es que corresponde considerarla en esta

    sede y expedirse al respecto. En consecuencia, en primer lugar se analizar lo

    referido al mrito sustantivo reunido en la presente causa (existencia del hecho,

    participacin del imputado y calificacin legal asignada a aqul) y, en segundo

    trmino, lo concerniente a la solicitud de revocacin de la prisin preventiva

    impuesta al imputado Arce por inexistencia de peligro procesal concreto

    V) Tras un minucioso estudio de las constancias de autos concluimos queel recurso interpuesto por la defensa del prevenido Arce debe ser rechazado, sin

    perjuicio de lo que, de oficio, se dir respecto de la calificacin legal del hecho.

    En efecto, en trminos generales observamos que al fundamentar la defensa por

    escrito los agravios introducidos de idntica naturaleza a los interpuestos como

    motivo de oposicin, como hemos visto ya el impugnante expuso sus

    fundamentos en un orden argumental similar al utilizado en la oposicin,

    resultando que la compulsa de los escritos defensivos revela que guardan entre s

    sustancial similitud.

    Pues bien, dichos fundamentos ya han sido considerados por el seor juez

    de control como queda claro en la resolucin impugnada, en la que se hace

    referencia a cada uno de los agravios del impugnante y han recibido por lo tanto

    una respuesta concreta por parte de la jurisdiccin. Es cierto que, con el

    argumento de que un tribunal superior en jerarqua puede valorar de distintamanera el mismo razonamiento expresado por el impugnante ante un inferior,

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    bien puede fundarse vlidamente la pretensin de que nada impide que se soliciteen esta sede la revisin de una resolucin anterior en funcin de argumentos

    impugnativos ya utilizados. Pero no lo es menos que, en los hechos, si el apelante

    no ofrece nuevos argumentos, slo en casos excepcionales resultar factible

    disentir desde esta alzada con lo ya resuelto al respecto por tribunales que, como

    sucede con los juzgados de control, han tenido oportunidad de revisar

    minuciosamente todas las constancias de autos. De all que, salvo supuestos de

    manifiesto error en la valoracin fctica o jurdica por parte del inferior lo cual

    no sucede en el caso sub examine, sin perjuicio de lo que se dir a continuacin

    en torno a la calificacin legal del hecho, la ausencia de argumentos

    sustancialmente nuevos en el recurso de apelacin conducir, por regla, a su

    rechazo en esta sede. En tal sentido, no basta que el recurrente simplemente

    exprese, formalmente, que sus argumentos son nuevos, sino que dicha novedad

    debe poder inferirse objetivamente y en trminos sustanciales del contraste entrelas impugnaciones interpuestas, y ello es precisamente lo que no es posible

    concluir aqu. Por otra parte, y como ya se adelantara, adems de sustancialmente

    nuevos los argumentos de la apelacin deben tener la eficacia sealada para

    lograr demostrar la equivocacin del a-quo, lo cual tampoco ocurre en el

    presente.

    De este modo, queda claro que el apelante no brinda ningn argumento

    que demuestre el error de la valoracin efectuada por el a quo, sino que se limita

    a realizar una serie de manifestaciones que indican su propio punto de vista en

    relacin con el mrito de la causa, pero que de ninguna manera ponen en crisis la

    argumentacin del inferior, la cual, por lo dems, resulta correcta pues constituye

    una derivacin razonable tanto de las constancias de autos como del derecho

    aplicable, razn por la cual la compartimos en todo cuanto no fuere objeto de

    modificacin en lo sucesivo como ocurre con la calificacin legal del hecho, talcomo se anticip y nos remitimos a ella en homenaje a la brevedad. Lo expuesto

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    precedentemente en cuanto a que las manifestaciones efectuadas por losapelantes, ms all de traducir el propio punto de vista que tienen sobre algunos

    aspectos de la prueba reunida, no han puesto en crisis el razonamiento seguido

    por el juez de control, se observa tambin con relacin a aqul que ha sido,

    quizs, el nico argumento novedoso introducido en esta alzada, dicho ello al

    cotejarse el escrito de fundamentacin de agravios de fs. 296/303 con los

    cuestionamientos defensivos contenidos en la etapa impugnativa anteriormente

    cumplida ante el a quo. Me estoy refiriendo a aquella aseveracin planteada por

    la defensa sobre la que, por las razones explicitadas recin, no fue posible que el

    juez de control se expidiese conforme a la cual en el escenario del delito hubo

    dos armas de fuego. Ello es lo que en trminos categricos expresan a fs. 298

    vta.: ...estos testimonios [en referencia a los de los mencionados testigos

    Villagrn y Barros] debidamente cotejados, dan cuenta de la existencia de dos

    armas en la escena. Difcilmente los testigos se equivoquen y difcilmente hayanvisto la misma arma. En razn de los diferentes objetos descriptos por los

    deponentes, dado que uno se refiri ha (sic) un revlver negro y otro a un

    revolver (sic) plateado. Se trata de colores diametralmente opuestos e imposibles

    de ser confundidos....

    El razonamiento precedente no es correcto. Tal como ha sido

    reiteradamente destacado tanto por el Excmo. TSJ (S. n 45 del 29/7/98,

    Simoncelli; A. n 205 del 11/8/98, Capdevila; A. n 49 del 4/3/99,

    Galeano; S. n 73 del 21/5/99, Vargas; A. n 109 del 5/5/00, Pompas; S. n

    32 del 2/5/2000, Agreda; S. n 42 del 31/5/2000, Agero; S. n 112 del

    6/12/01, Crdoba; A. n 517 del 19/12/01, Carnero; entre otros), cuanto por

    este tribunal (Bachetti, auto n 249 30.11.06; Aguilar, auto n 127 del

    07.07.06; Argota, auto n 249 del 20.11.07; Grasso auto n 128 del 2.05.08,

    entre otros) no es correcto cuestionar o negar la eficacia conviccional de la prueba colectada partiendo de una valoracin probatoria individual y

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    fragmentaria de ella, tal como acontece con el mtodo seguido en este punto porla tesis de la impugnacin defensiva, en el que el defensor fragment su anlisis

    orientado a lograr la desvinculacin de su pupilo. Como podr observarse, tal

    razonamiento no puede aceptarse, ni en trminos generales ni con relacin al

    presente caso, ya que no ha sido as analizada la prueba en el auto en crisis. La

    necesidad de proceder en sentido contrario, esto es, de merituar el caudal

    indiciario reunido en la presente causa de manera global y conjunta, parece ms

    que obvia. No obstante ello, ante razonamientos como los recin expuestos

    resulta ms que conveniente demostrar alguno de los errores valorativos en que

    podra incurrirse al emplearse el citado mtodo fragmentario. En primer trmino

    debe destacarse que del relato integral efectuado por ambos testigos pareciera

    obvio que ambos son claros al afirmar que se trataba de un arma de fuego. Podra

    argumentarse, todava, que es posible que en realidad hayan sido dos, y as,

    mientras la testigo Villagrn Cardinal vio una de ellas (esto es, el revlver colorplateado al que aludi, arma que necesariamente debi permanecer oculta a los

    ojos de Barros), correlativamente, Barros slo pudo ver la otra de aquellas

    (siendo sta aparentemente una pistola), la que, a su vez, no debi ser avistada

    por aquella otra testigo. Como puede apreciarse, si bien aquella posibilidad

    sugerida por la defensa materialmente existe esto es, la concomitancia de dos

    armas de fuego en el lugar del hecho, su concrecin fctica presupone un

    complejo entramado de condiciones (que, de dos testigos que dirigen su mirada

    hacia el mismo sitio en el mismo instante, uno de ellos no haya visto lo que otro

    s alcanz a apreciar, y viceversa) que, de por s, la torna ciertamente improbable.

    Pero adems, si avanzamos en el anlisis cotejando esas expresiones puntuales

    con el resto del relato de esos mismos testigos, conjugndolos a su vez como lo

    amerita una debida valoracin probatoria, efectuada con arreglo al mtodo de

    sana crtica racional establecido por la ley adjetiva con los dems elementos deconviccin reunidos en la presente causa, dicha improbabilidad se afianza con

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    .

    relacin a este tpico. Pues lo cierto es que, mas all de las palabras especficasempleadas por estos dos testigos para describir el tipo de arma que vieron, tal

    como lo admiten expresamente a fs. 24/vta. y 30, ninguno de ellos es persona

    avezada en materia de armas de fuego ni tienen, al menos, un conocimiento

    mnimo acerca de la forma material que ellas poseen, datos cognoscitivos que, en

    un contexto de violencia temporalmente acotado, desarrollado en su totalidad en

    la va pblica y en horario nocturno, les permita discernir claramente entre una y

    otra clase de armas, y estar en condiciones de asegurar y a la investigacin

    admitir con certidumbre dicho dato que se trataba de una pistola y no de un

    revlver, o al revs.

    Para concluir esta cuestin corresponde sealar, frente a los analizados

    gravmenes defensivos orientados a sostener la orfandad probatoria en la

    presente causa, que a esta altura del desarrollo jurisprudencial en la provincia de

    Crdoba se muestra casi ocioso reiterar lo relativo a la forma como deben servalorados los indicios: bsicamente en forma conjunta y no aislada (en igual

    sentido, los citados autos Simoncelli, Capdevila, Galeano, Vargas,

    Pompas, Agreda, Agero, Crdoba y Carnero, todos del TSJ, entre

    otros). Basta agregar que numerosas han sido las oportunidades en las que este

    tribunal abord lo relativo al valor de la prueba indiciaria. Ya dijimos que para

    que sta, crticamente examinada, conduzca a una conclusin probable de

    participacin, debe permitir al juzgador partiendo de la suma de indicios

    introducidos al proceso, superar las meras presunciones que en ellas puedan

    fundarse y arribar a un juicio de probabilidad respecto a la participacin del

    encartado en el hecho investigado, lo que sucede en el caso de autos, en el que la

    inculpacin del trado a proceso no ha sido desvirtuada. En efecto, no se adecua

    al sistema de la ley procesal vigente la pretensin del impugnante, en virtud de la

    cual prcticamente parece exigirse certeza positiva en sentido incriminante paraque la medida de coercin se encuentre suficientemente justificada, en orden al

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    mrito sustantivo que la ley adjetiva exige. En la tambin citada causaBachetti, sostuvimos que: ...El estndar probatorio de probabilidad que

    nicamente exige el CPP refleja justamente el ideario de que sea el juicio el que

    dirima posibles anfibologas subsistentes durante la investigacin preliminar, en

    procura de obtener all la certeza necesaria para condenar, debindose

    obviamente absolver al imputado si aquella no se consigue. No debe caerse, en

    consecuencia, en este error..., conforme al cual se pretende que se apliquen

    durante la investigacin preliminar o en su momento de clausura criterios de

    certeza slo exigibles para la sentencia posterior al juicio oral y pblico . El

    estndar probatorio conforme al cual puede darse por superada en sentido

    incriminante la etapa de la investigacin penal preparatoria es, tanto por ley como

    por lgica, de una exigencia menor al que se requiere para llegar vlidamente a

    una sentencia condenatoria. De ello resulta que, antes del juicio, no es forzoso

    que toda debilidad inferencial implique duda en sentido jurdico-procesal. Ello,en muchos casos, puede importar probabilidad, y conformar por consiguiente

    una base probatoria suficiente como para justificar la realizacin del juicio o la

    imposicin de la prisin preventiva, segn el caso. Es cierto que todo esto es muy

    obvio, pero no queda otro camino que recordarlo y enfatizarlo atento las

    mltiples ocasiones en las que estos principios elementales parecen ser olvidados

    por quienes legtimamente emplean el recurso de apelacin para disentir con

    conclusiones de mrito a las que se arriba durante la investigacin preliminar en

    esta clase de delitos ... (en igual sentido, C.Acus., autos Grazioli auto n 1 del

    06-02-2007, Neyra auto n 85 del 29-05-2007, y Picone auto n 130 del

    31-07-2007, entre otros).

    Conforme lo expuesto, las conclusiones a las que llegan tanto la fiscal de

    instruccin como el a quo, a las que nos remitimos brevitatis causae por

    compartirlas (a excepcin, como se anticip, de la agravante en la que seencuadr el hecho, cuestin que ser abordada de inmediato), estn apoyadas en

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    .

    un abundante caudal probatorio, suficiente para sustentar vlidamente laconclusin de que es probable tanto la existencia del hecho como la participacin

    en l del imputado, y por tanto resulta eficaz para justificar el cuestionado

    encerramiento cautelar dispuesto en la persona de Arce, por lo que corresponde

    confirmar el mrito sustantivo de la prisin preventiva sustentado en las

    instancias judiciales anteriores.

    VI) En lo que se refiere a la calificacin legal del hecho, compartimos el

    encuadramiento del caso efectuado por el a-quo como un supuesto de homicidio

    doloso con dolo eventual (CP, art. 79), en funcin de las muy acertadas

    consideraciones tanto fcticas como jurdicas efectuadas por el seor juez de

    control, a las que, brevitatis causae, nos remitimos, por compartirlas. No estamos

    de acuerdo, en cambio, con su agravacin en virtud de lo dispuesto en el art. 41

    bis del mismo ordenamiento legal. A nuestro juicio, y por las razones que

    enseguida se brindarn, la llamada agravante genrica del art. 41 bis, 1prrafo, del CP, incluida por la ley n 25.297 del 22/09/2000, es manifiestamente

    inconstitucional y as corresponde declararlo de oficio en esta causa.

    VII) Al respecto cabe aclarar que, hasta el momento, esta cmara, con

    anterior integracin y con el voto del vocal Francisco Horacio Gilardoni, ha sido

    contraria a declarar de oficio la inconstitucionalidad de una ley. Dicha postura, en

    opinin del Dr. Gilardoni, estaba fundada en que se consideraba condicin

    esencial para una correcta administracin de justicia, con categora depoder, que

    no se le asignara la tarea de controlar por propia iniciativa esto es, de oficio

    los actos legislativos o los decretos de la Administracin. Se argumentaba, en

    esta lnea, que, para mantener la supremaca de la Constitucin y de las leyes sin

    provocar un desequilibrio entre los tres poderes del Estado, era indispensable que

    existiera un pleito, una cuestin que proporcionara a los miembros del Poder

    Judicial la oportunidad de examinar, a pedido de alguno de los litigantes, si la leyo decreto conformaban sus disposiciones a los principios y garantas de la

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    Constitucin Nacional. Esta era, pues, la postura adoptada por esta cmara hastael advenimiento de su actual integracin, que en esta ocasin se expide por

    primera vez al respecto. En tal sentido, un nuevo y ms profundo anlisis de la

    cuestin, a la luz especialmente de los ltimos pronunciamientos del mximo

    tribunal de justicia de la Nacin y de otros tribunales inferiores del pas, convence

    de que resulta adecuado variar tal postura, a favor de aquella que reconoce la

    facultad a los tribunales de declarar la inconstitucionalidad de las normas aun sin

    peticin de alguna de las partes en el proceso, toda vez que dicho control de

    constitucionalidad versa sobre una cuestin de derecho y no de hecho, por lo que

    la potestad de los jueces de suplir el derecho que las partes no invocan, o invocan

    equivocadamente, incluye el deber de mantener la supremaca constitucional,

    consagrada expresamente en el art. 31 de la CN. Ello por cierto con la limitacin

    de que tal declaracin debe tener lugar dentro del marco de un proceso y no en

    forma abstracta, con validez exclusiva para ese caso.As, en orden a fundamentar dicho cambio de posicin, cabe decir que, si

    bien es cierto que la posibilidad de un control de constitucionalidad de oficio

    esto es, sin solicitud expresa de parte ha sido negada por la CSJN en mltiples

    ocasiones, no menos lo es que, en los ltimos aos, tal postura es objeto de seria

    revisin en el mismo alto tribunal, notndose una marcada aceptacin de esta

    clase de control en sus fallos ms recientes, en especial a partir del retorno

    democrtico en 1983. As, por ejemplo, los ministros Fayt y Belluscio, en Fallos,

    306/1:303, sostuvieron: es exacto sostener que los tribunales judiciales no

    pueden efectuar declaraciones de inconstitucionalidad de las leyes en abstracto,

    es decir, fuera de una causa concreta en la cual deba o pueda efectuarse la

    aplicacin de las normas supuestamente en pugna con la CN. Pero de ello no se

    sigue la necesidad de peticin expresa de parte interesada, pues como el control

    de constitucionalidad versa sobre una cuestin de derecho y no de hecho, lapotestad de los jueces de suplir el derecho que las partes no invocan o invocan

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    .

    erradamente iura novit curia incluye el deber de mantener la supremaca de laCN (art. 31), aplicando, en caso de colisin de normas, la de mayor rango, vale

    decir, la constitucional y desechando la de rango inferior. De dicha disposicin

    constitucional deriva la facultad de los jueces (todos) de examinar las leyes en los

    casos concretos que se presentan a su decisin, comparndolas con el texto y la

    significacin de la CN para averiguar si guardan conformidad a ella,

    abstenindose de aplicarlas si las encuentran en oposicin, facultad que por estar

    involucrada en el deber de aplicar el derecho vigente, no puede estar supeditada

    al requerimiento de las partes. Y esta es la postura que de hecho hoy sostiene la

    Corte, ya con el voto favorable de una amplia mayora de sus miembros,

    fundamentalmente a partir del caso Mill de Pereyra c/ Provincia de Corrientes,

    S. del 25/09/2001; recientemente, tambin nuestro mximo tribunal provincial ha

    hecho uso de dicha facultad (causa Zabala, S. n 56 del 08/07/02).

    VIII) Aclarado ello, que legitima a esta cmara a efectuar de oficio el pertinente control de constitucionalidad, debe tenerse en cuenta tambin que la

    jurisprudencia del Tribunal Superior de Justicia de Crdoba referida a esta

    agravante (ver especialmente causas Nieto, S. n 74 del 27/08/03 y Lezcano,

    S. n 102 del 17/10/03, entre otras) se limita a analizar su aplicabilidad al delito

    de homicidio (CP, art. 79) con respecto a lo cual se pronuncia afirmativamente,

    esto es: a favor de dicha aplicabilidad. Pero no ha habido hasta ahora ningn

    pronunciamiento del alto tribunal respecto a la constitucionalidad en s del

    instituto en cuestin, por lo que las reflexiones que siguen importan un nuevo

    examen de esa figura a partir de otra clase de argumentos, y no un apartamiento

    de lo sostenido hasta el momento por la Sala Penal. Sin perjuicio de ello, cabe

    destacar, asimismo, que los argumentos que enseguida se expondrn para

    demostrar que la norma en cuestin es indeterminada desde el punto de vista del

    principio de legalidad en razn, entre otras consideraciones, de que existen seriasdudas de que sea posible aplicar dicha agravante genrica a determinados tipos

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    penales entre ellos el involucrado en este caso concreto: el homicidio simple sefundan en razones que tampoco han sido analizadas an por el alto cuerpo.

    IX) La norma contenida en el art. 41 bis del CP ha sido entendida por el

    TSJ, en los precedentes citados, como una circunstancia tpica calificante o

    agravante de distintos tipos penales de la parte especial, que por tanto debe ser

    abarcada por el dolo, y no como una circunstancia agravante como las previstas

    en los arts. 40 y 41 del mismo cuerpo legal para la determinacin de la pena (en

    el mismo sentido BARBER DE RISO, Mara Cristina, Arma de fuego y poltica

    criminal. Su empleo, un enfoque crtico. El agravamiento dentro del sistema ,en

    Pensamiento Penal y Criminolgico, Mediterrnea, Crdoba, 2002, n 5, pp.

    104 y ss.). Pues bien, dicha norma, as entendida, resulta a nuestro juicio

    inconstitucional, dado que es violatoria del principio de legalidad, en tanto no

    respeta el mandato de lex certa, derivado directamente de aquel (CN, art. 18;

    CADH, arts. 8.1 y 9; PIDCyP, arts. 14.1 y 15.1).En efecto, por definicin, una calificante genrica, as entendida, no se

    vincula especficamente con ninguna conducta tpica de la parte especial del CP,

    por lo que no resulta sencillo determinar a qu tipos penales concretos esa

    agravante es aplicable, ms all de la intencin expresa del legislador (sobre esto

    se volver ms adelante). Dicha dificultad es, pues, ya una prueba de la

    indeterminacin de su formulacin. Pero, adems de ello, aqu se demostrar que,

    en concreto, no es claro (en el sentido de lex certa) que esta agravante establecida

    por el primer prrafo del art. 41 bis del CP sea aplicable a tipos penales como el

    de homicidio simple y los de lesiones, y que por ello especficamente corresponde

    declarar su inconstitucionalidad.

    Debe tenerse presente, entonces, que la lnea argumental que aqu se sigue

    para probar esa vulneracin de la norma fundamental por parte del art. 41 bis,

    primer prrafo, del CP, no toma en cuenta posibles violaciones a los principios deigualdad, de prohibicin de doble valoracin o de proporcionalidad de la pena, tal

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    .

    como lo han hecho otras decisiones jurisprudenciales (vase por ej. TSJ EntreRos, causa Clari, sentencia del 15/06/04; Cmara 9 del Crimen de Crdoba,

    causa Ruiz, sentencia del 09/02/05, voto en minora de la vocal Adriana

    Mandelli, entre otras). La nica razn por la cual aqu se declara dicha

    inconstitucionalidad es la siguiente: el art. 41 bis del CP resulta inconstitucional

    por violar de modo manifiesto e indudable el principio de legalidad en su

    derivado especfico de prohibicin de leyes o sanciones indeterminadas (nullum

    crimen, nullum poena sine lege certa), y ello es as porque no es de ninguna

    manera claro que dicho artculo sea aplicable a los delitos a los que

    paradigmticamente segn la intencin del legislador pretende agravar:

    lesiones y homicidio, en lo fundamental.

    A tal punto dicha aplicabilidad resulta dudosa que existen, al menos, dos

    posibilidades interpretativas de similar peso y con resultados opuestos: uno a

    favor y otro en contra de la aplicabilidad de la agravante genrica a dichos tipos penales. Esta situacin de duda ha conducido, de hecho, a que, por una parte,

    existan algunos pronunciamientos jurisprudenciales como los ya citados del

    TSJ que afirman la aplicabilidad de la agravante genrica en cuestin al delito

    de homicidio simple, con el argumento de que ste no prev expresamente el uso

    de arma de fuego como medio comisivo. Por otra parte, en cambio, existen

    antecedentes de otros tribunales que, por considerar que el uso de arma de fuego

    est previsto implcitamente como modo de comisin en el art. 79 del CP,

    entienden que el art. 41 bis no es aplicable al tipo penal del homicidio simple (cf.

    en este sentido Tribunal de Juicio del Distrito Judicial Norte de la Provincia de

    Tierra del Fuego, causa Vidal Ynez, sentencia del 05/11/2003, y causa

    Fernndez, sentencia del 16/06/2004, del mismo tribunal, entre otras). Es decir,

    queda claro que no se sostiene aqu que la agravante genrica es de extensin

    dudosa porque existen precedentes jurisprudencias contradictorios, sino que

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    existen precedentes contradictorios porque es dudosa la extensin de dichanorma.

    Es cierto que una de las soluciones posibles a la cuestin de la

    aplicabilidad del art. 41 bis a delitos como los aqu mencionados es ms

    beneficiosa para el perseguido penalmente que la otra, con lo cual toda la

    discusin podra zanjarse con la eleccin de la alternativa ms benigna a partir de

    una comprensin amplia del principio in dubio pro reo, que lo torne aplicable no

    slo a casos de duda sobre cuestiones de hecho (tal su comprensin tradicional)

    sino tambin a casos de duda sobre cuestiones de derecho o de interpretacin de

    la ley (a favor de esta comprensin amplia, reclasificada en rigor como principio

    pro homine, se expiden entre otros ZAFFARONI, Eugenio ALAGIA, Alejandro

    SLOKAR, Alejandro,Derecho penal. Parte general, 2 edic., Ediar, Buenos Aires,

    2002, p. 135). Segn nuestro punto de vista, en cambio, nuestro orden jurdico

    slo recepta la mxima de que, en determinado momento procesal (el de lasentencia), y nicamente con respecto a cuestiones de hecho, es obligatorio

    decidir a favor del imputado (in dubio pro reo: CPP, art. 406, 3 prrafo; CN, art.

    18). Si de lo que se trata es de un problema de interpretacin de la ley, en el

    sentido de que resulta dudosa su extensin, la cuestin deber dirimirse en

    funcin de los estndares propios del principio de legalidad, en su derivado

    especfico de lex certa (similar en este sentido MAIER, Julio, Derecho procesal

    penal, vol. I: Fundamentos, 2 edic., Del Puerto, Buenos Aires, 1996, pp. 501 y

    ss.). Y ello significa concretamente que, si la duda es tal que no es posible

    decidirse a favor de una u otra interpretacin sin un considerable esfuerzo

    argumentativo, la norma en cuestin debe ser declarada inconstitucional, por

    resultar indeterminada. La norma, en efecto, debe ser clara (cierta) para su

    destinatario, que es el ciudadano comn y no el jurista. Aquel es quien debe

    saber, con toda certeza, que por poner un ejemplo relacionado con este casocometer un homicidio con un arma de fuego es un delito agravado en relacin con

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    .

    un homicidio cometido con un arma blanca. Pero si una norma de derecho penalno es claramente asequible siquiera al jurista especializado (y ello es lo que

    sucede cuando resulta necesaria una compleja argumentacin para fijar su

    extensin), va de suyo que tampoco lo ser para su destinatario.

    Aqu, en definitiva, se sostiene, a modo de tesis central, que la

    aplicabilidad de la agravante genrica examinada al tipo de homicidio simple (as

    como a otros tipos del CP) resulta dudosa, esto es: el precepto contenido en el

    primer prrafo del art. 41 bis del CP no es claro y no respeta, por tanto, el

    mandato constitucional de lex certa, siendo esta la razn de su

    inconstitucionalidad (si fuera claro que el art. 41 bis no es aplicable a esos tipos

    penales es obvio que no sera necesario declarar su inconstitucionalidad, pues

    bastara con resolver el caso en funcin de lo previsto en el segundo prrafo del

    mismo artculo, que justamente excluye la agravante para esos casos).

    X) Las dudas sealadas provienen, de hecho, de la falta de precisin del precepto cuestionado, y ello es producto a su vez de la inadecuada tcnica

    legislativa elegida para sancionarlo: la utilizacin de una agravantegenrica, que

    en este caso viola el mencionado principio de determinacin no slo por ser

    genrica, sino porque produce perplejidades especficas de aplicacin, tal como

    luego se demostrar.

    Al respecto, autorizada doctrina ha sostenido lo siguiente: ...hay que

    destacar que las agravantes genricas... tienen el dficit, desde el punto de vista

    del principio nullum crimen nulla poena sine lege, sub especie lex certa, de no

    vincular de modo suficientemente estrecho la descripcin de la agravante... con

    un hecho especfico. La ley all se relaja, sin demostrar acabadamente si lo que se

    incluye como agravante genrica se enlaza realmente con el ncleo del tipo de la

    parte especial... Si el juez tiene que adivinar a qu tipos penales se vincula

    realmente la agravante, es porque no se cumple con la lex certa sin ms ni ms, esdecir, que esa regulacin es contraria al principio de legalidad (SANCINETTI,

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    Marcelo, Casos de derecho penal. Parte general, 3 edic., Hammurabi, BuenosAires, 2006, pp. 231 y ss.; cursivas en el original). Y a ello cabe agregar: esta

    forma de construir las figuras penales, en la cual la determinacin de la totalidad

    de los hechos punibles queda supeditada a raciocinios ulteriores..., expone a una

    represin no demarcada de antemano en sus verdaderos alcances (NEZ,

    Ricardo,Derecho penal argentino, vol I:Parte general, Bibliogrfica Argentina,

    Buenos Aires, 1964, pp. 109 y s.).

    En efecto, respecto a la exigencia constitucional de lex certa, como

    derivado directo del principio de legalidad, ya desde antiguo se ha advertido que

    el principio nullum crimen sine lege, entendido slo como sine lege praevia,

    resulta demasiado limitado, pues deja indemnes a aquellos tipos penales que, no

    obstante su manifiesta falta de precisin, han sido sancionados por ley con

    anterioridad a la comisin del hecho. De all la necesidad de entender que lege,

    en este contexto, significa no slo sancin legislativa anterior al hecho (praevia),sino tambin definicin especfica de un tipo de accin (Beling, Soler; ver ref.

    bibl. en cita sig. de este ltimo autor), o catlogo de delitos y penas

    absolutamente circunscripto (NEZ, op. y loc. cits.), esto es: lex certa. Con

    otras palabras: La sola existencia de ley previa no basta; esta ley debe reunir

    ciertos caracteres: debe ser concretamente definitoria de una accin, debe trazar

    una figura cerrada en s misma, en cuya virtud se conozca no solamente cul es la

    conducta comprendida sino tambin cul es la no comprendida (SOLER,

    Sebastin, Derecho penal argentino, vol. I: Parte general, 5 edic. actualizada

    por G. J. Fierro, TEA, Buenos Aires, 1987, p. 140; referencias a Beling en pp.

    138-140).

    La misma idea se expresa en los manuales actuales de derecho penal, en

    los que se destaca que el principio de legalidad no slo exige que el presupuesto

    y la sancin surjan de una norma jurdica expresa, sino adems que los describancon certeza. Los preceptos penales no pueden ser indeterminados, pues no

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    .

    permiten conocer con exactitud los comportamientos que comprenden (RIGHI,Esteban,Derecho penal. Parte general, Lexis-Nexis, Buenos Aires, 2007, p. 72,

    quien formula el principio como prohibicin de leyes y penas indeterminadas

    [nullum crimen, nulla poena sine lege certa], ibid.; en igual sentido ROXIN,

    Claus, Derecho penal. Parte general, vol. I: Fundamentos. La estructura de la

    teora del delito, trad. Luzn Pea y otros, Civitas, Madrid, 1997, 5, nm. 11, p.

    141, donde bajo idntico ttulo incluye al nullum crimen, nulla poena sine lege

    certa como una de las cuatro consecuencias del principio de legalidad

    conocida tambin como principio de determinacin o de mxima taxatividad

    de los tipos penales, y afirma que en tales casos la punibilidad no estara

    legalmente determinada antes del hecho, sino que sera el juez quien tendra

    que fijar qu conducta infringe la norma en cuestin; destacado en el original).

    No es casual que en el presente fallo se citen tantas referencias

    bibliogrficas textuales. Ello se justifica a efectos de demostrar hasta qu punto laagravante genrica del art. 41 bis del CP se encuentra en tensin no slo con

    nuestra Constitucin, sino tambin con la manera en que la norma constitucional

    aqu en juego (la que consagra el principio de legalidad) ha sido siempre

    entendida por nuestra mejor doctrina, y en general con el modo en que

    universalmente se comprende a dicho principio en su especfica significacin de

    prohibicin de normas penales indeterminadas. El momento histrico de la

    sancin de esta agravante (septiembre de 2000) remite por lo dems al inicio

    de uno de los ms criticables perodos legislativos de nuestra historia reciente en

    materia penal, durante el cual fueron agregados al Cdigo Penal, sin sistema y sin

    racionalidad, mltiples figuras fundantes de nuevas punibilidades o agravantes de

    las existentes, tornando particularmente difcil la labor de los tribunales, que se

    han visto en la necesidad de declarar inconstitucionales a muchas de esas normas

    (como de hecho ha sucedido incluso con esta agravante del art. 41 bis, que hasido ya declarada inconstitucional por algunos precedentes, entre otros los citados

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    ms arriba; una exposicin muy completa de las crticas que ha merecido estanorma por parte de la doctrina y tambin de numerosos fallos jurisprudenciales

    puede verse en SARRABAYROUSE, Eugenio, Neopunitivismo e inclusin de

    agravantes genricas en el cdigo penal. El caso del art. 41 bis y el delito de

    homicidio, en prensa en editorial Ad-Hoc, Buenos Aires, 2008).

    La argumentacin que sigue a continuacin demostrar cun difcil resulta

    determinar a qu tipos penales especficos de la parte especial del CP resulta

    claramente aplicable la llamada agravante genrica del art. 41 bis, 1 prrafo de

    ese ordenamiento. Y si esa determinacin no es sencilla, si esa aplicacin no es

    clara, entonces el principio de legalidad, en su corolario nullum crimen, nullum

    poena sine lege certa, resulta evidentemente vulnerado. Cabe aclarar entonces

    que, al momento de llevarse a cabo dicha argumentacin, se partir de la

    suposicin de validez del art. 41 bis del CP, con el objeto, precisamente, de

    demostrar las serias dudas de aplicacin que dicha validez generara.XI) Contra lo afirmado en los considerandos anteriores respecto al

    principio de legalidad podra replicarse no obstante que, en este caso, la falta de

    precisin de la ley puede suplirse con la intencin del legislador, que aqu es muy

    clara: en la exposicin de motivos de la ley que introdujo la norma cuestionada se

    expresa que la razn de su inclusin persigue como objetivo generar mayor

    prevencin en los delitos de homicidio, cometidos por lo general con armas de

    fuego (vanse dichos argumentos de la exposicin de motivos de la ley 25.297 en

    el precedente Nieto del TSJ Cba., cit.). Sin embargo, no puede dejar de tenerse

    presente que, aun cuando la intencin del legislador sea clara, si tambin es claro

    que dicha intencin colisiona gravemente con otras normas del sistema o se

    opone a principios constitucionales, es obvio que precisamente por ello la norma

    de que se trata debe ser fulminada con la pertinente declaracin de

    inconstitucionalidad. Con otras palabras: el legislador debe plasmar su intencinrespetando la Constitucin.

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    .

    Por otro lado, no es ocioso aclarar que esa intencin del legislador no haencontrado eco alguno en la realidad, al menos en la de esta ciudad. Es sabido

    que el monto de la pena ejerce escasa o nula influencia preventiva. Y ello ha

    quedado claramente demostrado en este caso en particular: en efecto, las

    estadsticas oficiales de la Polica Judicial de Crdoba demuestran que, en los

    casos de homicidios dolosos, el aumento de la pena generado por el art. 41 bis

    para los cometidos con armas de fuego no produjo un detrimento apreciable de la

    correspondiente tasa delictiva. La ley que consagr esta agravante genrica se

    sancion, como se dijo, el 22 de septiembre de 2000. Pues bien, en la ciudad de

    Crdoba, antes de esta fecha, se cometieron 70 homicidios con arma de fuego en

    el ao 1998 y 66 en el ao 1999. En el ao 2000 la cantidad de homicidios con

    arma de fuego baja a 50 casos, pero recurdese que la ley se promulg a fines del

    mes de septiembre de ese ao, por lo que la reduccin en cuestin no puede ser

    atribuida de ninguna manera a la sancin de la ley. Y esto queda demostrado, dehecho, con la evolucin de la tasa de homicidios con arma de fuego en esta

    ciudad en los dos aos posteriores a la sancin de la ley: 71 casos en 2001 y 69

    casos en 2002. A partir de all la tasa es sumamente irregular: registra una baja

    en el ao 2005 a 34 casos, pero al ao siguiente (2006) sube 56 casos, en el ao

    2007 se registran 53 casos y en el ao 2008 tiene lugar un fuerte incremento a 72

    casos. Queda claro, pues, que la sancin de la ley no ha generado una

    disminucin apreciable de esta clase de delito, o una tendencia descendente, sino

    todo lo contrario: en los dos aos inmediatamente posteriores a la entrada en

    vigencia del art. 41 bis la tasa de homicidios con arma de fuego incluso aument.

    Y la irregularidad de la evolucin posterior, con un claro incremento en el ltimo

    ao, hace dudar seriamente de la eficacia preventiva directa de esta ley (la

    estadstica en cuestin puede ser consultada en la Oficina de Estadsticas y Enlace

    de la Direccin General de Polica Judicial). Tngase en cuenta, adems, queestas estadsticas no discriminan entre hechos cometidos por simples particulares

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    y por policas, por lo que tambin las muertes causadas por estos ltimos estnincluidas en los nmeros citados y, en consecuencia, stos no son un reflejo de la

    cantidad de violenciaprivada cometida con armas de fuego. Fuera de ello, lo que

    dicha estadstica s permite afirmar es que sera aventurado sostener que la

    declaracin de inconstitucionalidad de esta norma puede incidir en un incremento

    de hechos de homicidio cometidos con arma de fuego (no se incluyen aqu los

    casos de robo calificado por el empleo de ese tipo de arma porque, en ese delito

    y como ya se dijo, ello est expresamente agravado por un artculo especfico de

    la parte especial del CP).

    Lo cierto es que, ms all de todo ello y como se deca, el legislador, al

    sancionar el art. 41 bis, ha elegido una tcnica que, por su excesiva generalidad e

    indeterminacin, deja abiertas serias dudas respecto a la aplicacin de la norma

    aqu examinada a determinados delitos, entre otros el involucrado en esta causa,

    i.e., el homicidio simple. Dudas que, por lo dems y como se ver, no pueden serzanjadas mediante una interpretacin tal que evite la declaracin de

    inconstitucionalidad, remedio este que, como es sabido, es extremo y en

    consecuencia debe ser empleado slo cuando de ninguna manera sea factible

    adecuar a la Constitucin el tenor literal del texto legal en conflicto con ella

    (CSJN,Fallos, 315:923). Y ello es precisamente lo que sucede en este caso, en el

    cual, como ya se dijo, la repugnancia de la norma con la clusula constitucional

    (resulta) manifiesta, clara e indudable (Fallos, 312:851), por lo que no queda

    otro camino que su declaracin. Todo ello se demostrar con lo que sigue.

    XII) Tngase en cuenta ante todo que el propio art. 41 bis del CP

    establece, en su segundo prrafo, que esta agravante no ser aplicable cuando la

    circunstancia mencionada en ella [i.e., el empleo de un arma de fuego] ya se

    encuentre contemplada como elemento constitutivo o calificante del delito de que

    se trate. Pues bien, aplicada esta regla correctamente, lo que resulta como sever es lo ya dicho: slo surgen dudas y serias acerca de la posibilidad de

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    .

    aplicar el primer prrafo del art. 41 bis como agravante a algn tipo especfico dela parte especial del CP.

    En este sentido, debe tenerse presente que, si bien aparece prima facie

    como plausible la tesis segn la cual la determinacin acerca de si el empleo de

    un arma de fuego est contemplado o no como constitutivo de un delito ha de

    inferirse slo a partir del texto expreso de los distintos tipos penales (tesis del TSJ

    de Crdoba), no menos convincente es aquella que afirma que dicha

    determinacin debe efectuarse a partir no slo de un examen gramatical de cada

    tipo penal sino, tambin, de un anlisis sistemtico de todas las figuras

    involucradas (tesis de los fallos citados del tribunal de Ro Grande). La primera

    tesis es fuerte porque se funda en la indudable claridad que surge a partir de una

    mencin expresa en la ley de la circunstancia en discusin. Pero la segunda tesis

    tambin lo es, pues, de no llevarse a cabo una interpretacin sistemtica, podra

    resultar violado el principio de razonabilidad de las leyes, derivado directo delart. 28 de la CN, tal como lo sostiene de modo uniforme la doctrina. Se afirma, en

    efecto, que aunque el art. 28 no contiene la expresin, la doctrina y la

    jurisprudencia han elaborado el principio de razonabilidad como un intento de

    delimitacin entre la reglamentacin legtima de la que altera los derechos y

    garantas... El principio interpretativo de razonabilidad... emana de una norma

    operativa, por lo que resulta ineludible de aplicar por todos los rganos de poder

    en el estado de derecho, entendido ste, precisamente, como estado de razn. En

    efecto, si lo razonable es lo opuesto a lo arbitrario, es decir contrario a lo carente

    de sustento..., una ley, reglamento o sentencia son razonables cuando estn

    motivados en los hechos y circunstancias que los impulsaron y fundados en el

    derecho vigente (GELLI, Mara Anglica, Constitucin de la Nacin Argentina.

    Comentada y concordada, 2 edic., La Ley, Buenos Aires, 2003, art. 28, pp. 248 y

    s., cursiva agregada; en el mismo sentido CSJN,Fallos, 199:483; 312:826, entremuchos otros). Conforme entonces a esta doctrina, el mtodo sistemtico de

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    interpretacin, en tanto persigue precisamente evitar interpretaciones irrazonables(cf. al respecto GIMBERNAT ORDEIG, Enrique, Concepto y mtodo de la ciencia

    del derecho penal, Tecnos, Madrid, 1999, p. 51, donde acenta que este mtodo

    de interpretacin procura superar las posibles contradicciones entre los diversos

    preceptos penales, contradicciones que, precisamente, tornaran irrazonable a la

    ley), debe y no slo puede ser aplicado por los jueces, pues l constituye un

    mandato derivado de una norma constitucional operativa (a favor de la aplicacin

    del mtodo sistemtico de interpretacin se ha pronunciado reiteradamente

    incluso el propio TSJ de Crdoba: cf. por ej. la causa Abrile, S. n 55 del

    17/06/05, entre muchas otras).

    Ambas tesis son, pues, plausibles. Pero la primera conduce claramente a la

    aplicabilidad del primer prrafo del art. 41 bis a los tipos de homicidio y lesiones

    (entre otros), mientras que la segunda conduce a su inaplicabilidad. Esto ltimo

    an no ha sido demostrado, por lo que se proceder a ello a continuacin.XIII) Si se aplica el mtodo sistemtico de interpretacin, un resultado

    posible y a nuestro juicio tan plausible como el que se basa en el texto expreso

    de cada tipo penal es el siguiente. El art. 104 del CP establece que merecer

    pena de uno a tres aos de prisin el que dispare un arma de fuego contra una

    persona sin herirla, y que esa pena se aplicar igualmente si se causare una herida

    a la que corresponda una pena menor, esto es, una lesin leve (CP, art. 89). Es

    decir, si con un arma de fuego se dispara contra una persona y no se la hiere o se

    le causa una lesin leve, la pena es de uno a tres aos de prisin, por lo peligroso

    que resulta el medio empleado. Si se le causa dolosamente una lesin ms

    grave (las previstas en los arts. 90 y 91 del CP) o dolosa o imprudentemente la

    muerte (arts. 79, 84), corresponde ya que se apliquen estos ltimos artculos, ms

    severos que el 104 (el TSJ en la causa Nieto, cit.desvincula de todas formas

    a esta agravante genrica de los delitos imprudentes, por otras razones). Quedaclaro, pues, que, conforme a las valoraciones efectuadas por el legislador

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    .

    especficamentepara los distintos tipos de la parte especial del CP, la utilizacinde un arma de fuego no es motivo suficiente para agravar la pena que

    corresponde a la causacin de lesiones dolosas de cierta entidad (las graves y las

    gravsimas), ni tampoco para agravar la causacin dolosa o imprudente de una

    muerte. Pues si la herida es mortal o alcanza determinada entidad, por imperio del

    propio texto del art. 104 del CP (a la vez absorbente y subsidiario) la utilizacin

    de un arma de fuego queda absorbida por esos otros tipos penales, de lo cual se

    infiere que est contemplada en sus tipos bsicos y que, por lo tanto, en virtud a

    su vez del art. 41 bis, segundo prrafo, la agravante genrica prevista en el primer

    prrafo de esta ltima norma no es aplicable a aquellos.

    Es evidente entonces, que, conforme a esta interpretacin sistemtica,

    quedara descartada la aplicacin de la agravante genrica del art. 41 bis a

    cualquier hiptesis de lesiones, en tanto sean dolosas, y a cualquier hiptesis de

    homicidio, doloso o incluso imprudente: si se trata de una lesin leve (provocadapor un disparo de arma de fuego), la agravante genrica no se aplicara porque,

    por imperio del principio de especialidad y por la propia letra del segundo prrafo

    del art. 41 bis en conjuncin con la del art. 104, correspondera aplicar este

    ltimo; y si se trata de una lesin grave o gravsima o de un homicidio doloso o

    imprudente no se aplicara porque el mismo art. 104 que prev la utilizacin de

    un arma de fuego como medio se autoexcluye en trminos de subsidiariedad si el

    delito que se consuma con un arma de fuego es ms grave (por prever, ya en su

    escala bsica, una pena mayor, como de hecho ocurre con el homicidio simple y

    las lesiones graves y gravsimas).

    La conclusin a la que se arribara conforme a esta interpretacin

    sistemtica de la ley rezara, pues, lo siguiente: el empleo de un arma de fuego

    como modo comisivo para la causacin de lesiones graves o gravsimas y de

    homicidios ya ha sido contemplado en los tipos penales bsicos respectivos, puesello es lo que resulta de interpretar dichos tipos en conjuncin con aquel que

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    expresamente valora la utilizacin de un arma de fuego en contra de una persona:el art. 104 del CP. Aun aceptndose entonces, y a solo ttulo de hiptesis

    argumentativa, la validez del primer prrafo del art. 41 bis, estara claro, ya por

    imperio de su segundo prrafo y del art. 104 del CP, que la agravante genrica

    que aquel introduce no es aplicable a dichos delitos.

    La cuestin, con todo, no finaliza aqu. A continuacin se demostrar que

    la interpretacin sistemtica permitira asimismo sostener, plausiblemente, la

    inaplicabilidad de la agravante genrica del art. 41 bis del CP a otros delitos

    situados no tan en el centro de su supuesto mbito de aplicacin. As, por

    ejemplo, debe tenerse en cuenta que el CP, para el caso de que un arma sea

    utilizada con mero fin de amedrentacin (CP, art. 149 bis, 1 prrafo, ltima

    oracin), prev una pena idntica a la del disparo con arma de fuego (CP, art.

    104): uno a tres aos de prisin. Pues bien, dado que dispararcontra una persona

    con un arma de fuego configura una conducta de mucho mayor peligro que elsimple hecho de amenazarla con esa misma clase de arma, y que la pena para el

    caso del disparo es la misma que la prevista para el caso de la amenaza, no puede

    sino concluirse que el legislador, al fijar la pena de la amenaza con uso de arma,

    ha incluido la hiptesis de que dicha arma sea de fuego. Y si ello a saber: que el

    empleo de un arma de fuego haya sido previsto ya como una circunstancia propia

    del tipo de amenazas es tan claro aqu, por qu debera serlo menos en el caso

    del homicidio o de las lesiones?

    XIV) Lo que surge hasta aqu, entonces, es lo siguiente: respecto a la

    aplicacin del art. 41 bis al tipo de homicidio simple (y lo mismo vale para los

    tipos de lesiones y amenazas agravadas), hay una tesis que denominaremos

    tesis de la exclusin por previsin expresa que conduce, plausiblemente, a su

    aplicabilidad. Y otra que denominaremos tesis de la exclusin por previsin

    implcita que, tambin plausiblemente, conduce a su inaplicabilidad. Hay buenas razones tanto a favor de una de las tesis como de la otra. Qu

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    .

    corresponde hacer entonces? Aplicar la menos gravosa para el reo? Ya hemosexplicado por qu ello, a nuestro juicio, no es posible. No queda otro camino,

    pues, que declarar la inconstitucionalidad de dicha norma, porque la existencia de

    buenos argumentos tanto para aplicarla como para no aplicarla a un tipo penal

    como el que aqu nos ocupa demuestra, ante todo, que ella es indeterminada y

    viola, por tanto, el principio de lex certa. Esta solucin, por lo dems y como

    fuera insinuado, no atenta contra el mandato de ultima ratio de la declaracin de

    inconstitucionalidad de las leyes, pues, en este caso, una salida alternativa como

    la recin indicada (a saber: decidirse por la tesis ms benigna para el reo)

    simplemente no es factible en nuestro sistema jurdico.

    Dado entonces que lo que pone en crisis el resultado de la tesis de la

    previsin implcita (a partir de la cual se concluye la inaplicabilidad del art. 41

    bis a los arts. 79 y ss. y a los arts. 89 y ss. del CP) es la claridad o certeza del

    resultado de su tesis rival (que conduce a la aplicabilidad correspondiente), es quelo que se tiene aqu es un problema de indeterminacin respecto de la extensin

    de una norma. Y ello es as porque cualquier argumento para sostener su

    aplicacin a determinados casos debe mostrar concluyentemente que, o bien no

    existen razones en contrario, o bien que, si existen, ellas no son de suficiente

    peso. Pero aqu lo que ha quedado claro es no slo que esas razones en contrario

    son de peso y son numerosas, sino, antes bien y fundamentalmente, que el solo

    hecho de que dicho argumento a favor de la aplicabilidad de la norma sea

    necesario y que deba incluso sortear tantas objeciones plausibles muestra que el

    principio de lex certa ha sido violentado: no se satisface dicho principio si slo es

    posible determinar concluyentemente que la norma es aplicable apelndose a

    consideraciones ulteriores de semejante complejidad.

    XV) Por otra parte, no puede dejar de tenerse en cuenta el hecho de que el

    legislador del texto originario del cdigo, en lo que se refiere al tipo de homicidiosimple, no distingui entre diversos medios comisivos, lo que hace presumir que

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    esto le era indiferente: donde la ley no distingue no se debe distinguir. Es claro,en efecto, que el legislador del Cdigo de 1921 no vea diferencias relevantes

    entre dar muerte con un arma de fuego y, por caso, con un arma blanca. Por cierto

    que contra esto podra responderse que, a partir del 22 de septiembre de 2000, al

    legisladors le ha interesado distinguir, y por ello incluy la agravante del art. 41

    bis; y que se trata, por lo tanto, de un simple agravamiento para la pena del

    homicidio. Pero si ello es as, entonces debe tenerse presente que todo marco

    penal, para ser constitucionalmente vlido, no slo ha de ser razonable (CN, art.

    28), sino que, adems y ante todo, debe respetar el mandato constitucional de lex

    certa que surge como corolario directo del principio de legalidad, y ello es

    precisamente lo que no sucede aqu. Esto, por lo dems, tiene obvia conexin con

    lo ya dicho en el sentido de que, si el legislador quiere plasmar en ley su

    intencin, aquella debe ser compatible con los principios constitucionales que

    rigen la materia y con las normas ya vigentes que se vinculan a ella.XVI) Todo este anlisis y la propia praxis jurisprudencial previa al

    22/09/2000 demuestran que es obvio que el legislador anterior al de la reforma de

    la ley 25.297 (que introdujera el actual art. 41 bis) haba previsto que el arma

    empleada poda ser de fuego en todas y cada una de las hiptesis tpicas bsicas

    y agravadas aqu analizadas. De all que, frente a esa realidad legislativa, para

    evitar dudas de aplicacin incompatibles con el principio de legalidad debi

    evitarse la inclusin de un agravamiento de la pena a travs de una calificante

    genrica, y ello independientemente de la discusin acerca de la posible violacin

    al principio de prohibicin de doble valoracin que aqu podra estar implicada

    (sobre este principio cf. ZIFFER, Patricia,Lineamientos de la determinacin de la

    pena, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1996, pp. 106 y ss.; SANCINETTI, op. y loc. cits.;

    ZAFFARONI, Eugenio, Tratado de derecho penal. Parte general, Ediar, Buenos

    Aires, 1983, t. V, pp. 333 y s.). Es decir: al legislador, frente a la estructuralegislativa propia de la parte especial del CP, para establecer la extensin de un

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    .

    aumento de la punibilidad en virtud de la inclusin, en el nivel de la tipicidad, deuna circunstancia agravante con la precisin que la Constitucin le exige, no le

    queda otro camino que establecer agravantes especficas para cada delito en

    particular que, a su juicio, merezca ese mayor reproche. As oper, de hecho, con

    el actual art. 166 inc. 2, prrafos 2 y 3 del CP (a favor de cuya

    constitucionalidad se pronunciara recientemente el pleno del TSJ en la causa

    Mercado, en sentencia del 20/12/07). Tal como est estructurado nuestro

    Cdigo Penal, entonces, es ya extremadamente dudoso que cualquier agravante

    genrica pueda sortear esta exigencia del principio de legalidad. Pero aqu,

    adems de ello, ha quedado demostrado que esta agravante genrica en

    particular (valga el juego de palabras) viola dicho principio, por las razones

    brindadas.

    Represe, justamente, en lo llamativa que resulta la situacin que se acaba

    de sealar, que desde una consideracin emprica apoya la correccin de la tesisdel dficit de determinacin de la norma cuya inconstitucionalidad aqu se

    declara: el legislador, incluso despus de haber sancionado la agravante genrica

    del art. 41 bis, estableci, mediante otra reforma, una agravante especfica por

    uso de arma de fuegopara el delito de robo. Toda una muestra de que ni siquiera

    para el propio hacedor de la ley estaba claro si aquella agravante que tiempo atrs

    incluyera en la parte general del cdigo era aplicable a ese caso, a punto tal que

    debi especificarlo expresamente. Y no es posible inferir otra razn que no sea la

    falta de determinacin o de precisin de aquella norma que explique el hecho de

    que haya obrado as. Pues, si la agravante genrica fuera realmente precisa, es

    evidente que no hubiese sido necesaria esta especificacin ulterior (un resumen

    de la polmica doctrinaria y jurisprudencial acerca de la aplicabilidad del art. 41

    bis al tipo de robo calificado por el uso de arma antes de que especficamente se

    incluyera la agravante del robo por el uso de arma de fuego puede consultarse enSARRABAYROUSE, op. cit.). Y es claro que esa misma indeterminacin se detecta

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    cuando se analiza la aplicabilidad del art. 41 bis a otros tipos penales, como losde homicidio, lesiones y amenazas, segn ha quedado demostrado.

    XVII) Para resumir cabe sealar, entonces, lo siguiente: existen buenas

    razones para sostener que la agravante genrica del art. 41 bis del CP no es

    claramente aplicable a los delitos de lesiones y de homicidio (tampoco a otros,

    como la amenaza agravada), que son precisamente aquellos a los que

    paradigmticamente est referida. En consecuencia, y en la medida en que ni

    siquiera en el mbito ms obvio de su aplicacin puede sostenerse sin serias

    dudas la operatividad de dicha agravante, de ninguna manera puede decirse que

    su extensin sea clara, precisa y determinada, en el sentido en que lo exige el

    principio de determinacin o de mxima taxatividad de la ley penal (nullum

    crimen, nullum poena sine lege certa), derivado directo del principio

    constitucional de legalidad (CN, art. 18; CADH, arts. 8.1 y 9; PIDCyP, arts. 14.1

    y 15.1).Con otras palabras, que suscribimos: la disposicin en cuestin [la del art.

    41 bis del CP] padece del dficit mayordesde el punto de vista del principio de

    legalidad de no vincular de modo cierto una agravante a un hecho definido. Las

    agravantes genricas, pues, al querer ahorrarle al legislador la tarea de indagara

    qu casos queda vinculado de modo cierto el elemento disvalioso respectivo, y

    querer considerarlo aplicable a cualquier delito, infringe el mandato de

    determinacin (lex certa) (SANCINETTI, op. cit., p. 234; cursivas y parntesis en

    el original, corchetes agregados).

    Y el examen aqu efectuado ha demostrado como se dijo por qu

    concretamente es correcto sostener que esta agravante genrica viola el mandato

    de determinacin: dicho examen, en efecto, no se limita a afirmar que una

    agravante genrica, por el solo hecho de serlo, viola el mandato referido; ha

    mostrado, adems, y con argumentos relacionados directamente con los tipos penales involucrados, por qu es plausible dudar de la aplicabilidad del art. 41

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    .

    bis, primer prrafo, del CP especficamente considerado a dichos tipos penales.Corresponde, por lo tanto y por todo lo expuesto, declarar en el caso la

    inconstitucionalidad del art. 41 bis, primer prrafo del CP.

    XVIII) Corresponde ahora abordar la cuestin de si existen razones

    procesales que justifiquen la imposicin al imputado de la prisin preventiva

    (peligro procesal). Para ello es menester analizar la situacin concreta en la que

    l se halla respecto a la llamada peligrosidad procesal, fundamentalmente a la luz

    de lo dispuesto en el inc. 2 y en el ltimo prrafo del art. 281 del CPP, esto es,

    frente al riesgo que la libertad del imputado pueda implicar para la consecucin

    de los fines del proceso peligro procesal concreto (de conformidad a los

    precedentes Maza, auto n 388 de fecha 03/11/06; Olivares, auto n 416 de

    fecha 4/12/06; Guerrero, auto n 251 de fecha 5/12/06; Irusta, auto n 182 del

    01/07/08; entre otros).

    En lo atinente al inc. 1 del art. 281 CPP, si bien de la planilla prontuarialobrante a fs. 97 de autos surge que el encartado no registra ninguna condena

    impuesta en su contra, la escala penal conminada en abstracto para el delito cuya

    comisin se le atribuye que, como consecuencia de lo establecido en los

    pargrafos anteriores, es la correspondiente al delito de homicidio simple, en los

    trminos de los arts. 45 y 79 del CP va de un mnimo de 8 aos a un mximo de

    25 aos de prisin, lo que torna prima facie inaplicable la condena en forma de

    ejecucin condicional.

    Ahora bien, de esta sola circunstancia no es posible inferir directamente la

    necesidad del encarcelamiento preventivo, pues si slo se tomara como referencia

    a la gravedad de la pena para justificar la prisin cautelar, tornndola obligatoria

    para los casos en que el mnimo de la sancin exceda los tres aos de prisin (CP,

    art 26 a contrario sensu) de determinado monto, indirectamente se estara

    generando una categora de delitos no excarcelables (todos aquellos cuya penamnima supere ese monto), lo cual resulta claramente inconstitucional (cf., en este

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    .

    complemente, por dbil que resulte tal indicio adicional si se lo consideraseaisladamente. Es decir, en tales casos, bastar con que al particularmente elevado

    monto de la pena se le sume al menos un indicio relacionado con las concretas

    circunstancias de la causa para, a partir de ello, poder inferirse un peligro

    concreto de fuga. Con otras palabras... la existencia de indicios propios del ltimo

    prrafo del art. 281 o anlogos a stos que por s solos apareceran como

    demasiado dbiles para fundamentar la existencia de peligro de fuga, sern no

    obstante suficientes para ello si se les suma, como indicio tambin a valorar, un

    monto de pena conminado en abstracto considerablemente grave..., como lo es

    el tipo de homicidio simple, que es la hiptesis delictiva que se investiga en las

    presentes actuaciones. De all que, frente al indicio constituido por un monto

    abstracto de pena especialmente grave, bastar una mnima base indiciaria

    adicional relacionada con las circunstancias especficas del caso (CPP, art. 281

    inc. 2 y ltimo prrafo) para fundar vlidamente la existencia de peligro concretode fuga, y en consecuencia justificar, en funcin de ello, el pertinente

    encarcelamiento preventivo. Como consecuencia de lo dicho y en funcin de la

    mencionada escala penal en juego es menester determinar si, en el caso concreto,

    existe algn otro indicio que permita inferir la existencia de peligro de fuga. Y la

    respuesta en este caso es positiva.

    XIX) De la lectura de las constancias incorporadas a la causa surge que,

    como correctamente lo han destacado tanto el a quo cuanto la fiscal de

    instruccin, inmediatamente de acaecido el hecho, el prevenido Arce se evadi

    del accionar de justicia fugndose a la Provincia de La Rioja, sitio en el que

    permaneci por el lapso de doce das, resultando aprehendido por personal

    policial cuando se dispona a regresar a nuestra ciudad por un medio de transporte

    terrestre. Naturalmente, dicha estada en esa provincia vecina determin que los

    tres allanamientos practicados en los diversos domicilios en los que podra serhabido en la ciudad de Crdoba en procura de efectivizar su detencin

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    arrojaron todos resultados negativos (ver fs. 44 a 58). A ello se suma que, conanterioridad al momento de su detencin, Arce no contaba con residencia fija,

    pues si bien viva generalmente con su familia de origen, alternaba su residencia

    en dicha morada con algunos otros perodos junto a su concubina Cabrera, en un

    inmueble distinto. Asimismo, se ha comprobado en la causa que Arce tampoco

    tena un trabajo estable y que, por la actividad de vendedor ambulante que

    desarrollaba, era comn que viajase en funcin de ello a otras provincias

    limtrofes, como de hecho aconteci en el mencionado perodo en el que,

    conociendo la existencia de los allanamientos citados en procura de detenerlo, se

    mantuvo prfugo (ver informe de la asistente social Troilo a fs. 214 vta. y

    testimonios de fs. 135). Es claro que estos solos indicios de la falta de residencia

    y de trabajo fijos no seran suficientes en muchos casos para fundar la existencia

    de peligro concreto de fuga, en particular cuando resultan en parte relativizados

    por otros contraindicios, como de hecho ocurre en este caso (el imputado poseeun solo antecedente penales computable, no ha sido declarado en rebelda y

    podra hasta incluso admitirse que, por su relativamente humilde condicin, una

    fuga no aparecera como una alternativa del todo slida para l. Pero lo cierto es

    que, unidos estos datos indiciarios relativos a su residencia y a su situacin

    laboral al monto extremadamente alto de la pena conminada en abstracto, la

    inferencia a favor de la existencia de peligro concreto de fuga se fortalece de

    modo suficiente como para afirmar vlidamente que existe un riesgo serio y grave

    (concreto) de que el imputado, frente a tal amenaza de pena efectiva de prisin,

    en caso de encontrarse en libertad preferir sustraerse de la accin de la justicia

    en lugar de afrontar el juicio, riesgo que se incrementa por las escasas garantas

    de ubicacin fsica que resultan de su incierta situacin laboral y de vivienda. Por

    todo ello estimo que la medida de coercin que recae actualmente en la persona

    del imputado Arce se encuentra plenamente justificada, no advirtindose otramodalidad que garantice adecuadamente en este caso el cumplimiento de los

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    de un control de constitucionalidad de oficio, adhirindome en un todo a losargumentos all expuestos en ese sentido.

    Tambin comparto en su totalidad la extensa fundamentacin realizada

    en torno a algunos conceptos constitucionales y principios legales bsicos

    desarrollados en el voto precedente, en la medida que, de verificarse la

    afectacin que se menciona lo cual, adelanto, no comparto en lo absoluto,

    evidentemente constituiran el respaldo legal para la adopcin de tan importante

    decisin.

    Aclarado ello, y yendo directamente a los fundamentos por los cuales

    quienes me preceden en el voto entienden que la norma penal enunciada no

    resulta asequible ni siquiera para el jurista especializado, intentar entonces