Familia, Ingreso y Desarrollo

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    FAMILIA, INGRESO Y DESARROLLO

    Orlandina de Oliveira*

    n los años noventa se han publicado variosbajos sobre las consecuencias sociales de

    s políticas de ajuste y reestructuración eco-mica realizadas en el país desde mediadoslos ochenta. Las conclusiones a las que sellegado no son muy alentadoras. Los ni-

    les de pobreza, la polarización de los in-esos y el deterioro de las condiciones deabajo han aumentado desde entonces. Se

    encontrado, también, una acentuada pre-rización de los mercados de trabajo quemanifiesta en: la reducción de los niveleslariales y de las prestaciones laborales, elmento del trabajo familiar no remunerado,l empleo temporal y de tiempo parcial. 1

    Es importante profundizar en las reper-siones de las políticas económicas recien-s sobre la organización de la vida familiar.

    n México, al igual que en otros países, lantracción de los niveles salariales y el de-rioro de las condiciones de trabajo han re-erido que más integrantes de las familiasan perceptores de ingresos para compensars bajos niveles salariales de la mano de obra.resultado ha sido la pérdida relativa de vi-ncia del modelo de organización familiarracterizado por la presencia de un jefe-va-n proveedor exclusivo cuyo salario es su-

    ficiente para cubrir los gastos de manuten-ción de la familia, y por la figura de la mu-

    jer-ama de casa encargada únicamente de laslabores del hogar, del cuidado de los niños,ancianos y enfermos. 2 Entre 1984 y 1996, laproporción de hogares con un solo perceptorde ingresos en el país ha disminuido en for-ma considerable de 58.2 a 45.8%. En el casode los hogares cuyo jefe recibe menos de 2salarios mínimos, la reducción fue todavíamás acentuada: pasó de 57.4 a 40.7% (En-cuesta Nacional de Ingresos y Gastos de losHogares, 1984-1996).

    La comparación de las familias nuclea-res y extensas muestra que, a pesar de la pér-dida de importancia del modelo familiar de

    jefe-proveedor exclusivo en ambos casos, elcontraste entre ellas sigue siendo extremada-

    mente acentuado. A mediados de los noven-

    ta, cuando analizamos las familias con jefa-tura masculina vemos que las nucleares si-guen dependiendo en proporciones muchomás elevadas que las extensas del ingreso deun solo perceptor que con frecuencia es el jefereconocido como tal. En efecto, los arreglosextensos —por contar con mayor disponibi-lidad de mano de obra debido a su mayor ta-maño y etapa más avanzada del ciclo domés-tico— han recurrido en forma mucho másmarcada a los ingresos de varios miembros:la presencia de dos o más perceptores ascien-de a 79.1% de los hogares extensos con jefesvarones frente a 45.6% en los contextos nu-cleares. Es importante subrayar que el impactode los cambios económicos sobre la vida fa-miliar, tanto en los contextos nucleares comoextensos, ha sido más marcado, como era de

    esperarse, en los hogares más pobres (cuyos

    Políticas económicas, arreglos familiares

    y perceptores de ingresos

    Centro de Estudios Sociológicos, El Colegio

    de México.Para una revisión de los trabajos más recientesque tratan los diferentes aspectos señalados,véase Brígida García y Orlandina de Oliveira(1999), “Reestructuración económica, trabajoy familia en México: los aportes de la investi-gación reciente”, trabajo presentado en el Pri-mer Congreso Nacional de Ciencias Sociales,Consejo Mexicano de Ciencias Sociales A. C.(Comecso), México, D. F., abril 19-23.Véase: García, Brígida y Edith Pacheco, “Es-posas, hijos e hijas en el mercado de trabajo dea ciudad de México”, trabajo presentado en el

    21 ° International Congress of Latin AmericanStudies Association ( LASA ), Chicago, Illinois,septiembre, 24-26, 1998.

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    jefes perciben menos de dos salarios mí-nimos mensuales, véase cuadro). Aspec-to que denota que las transformacioneseconómicas recientes han repercutido enforma selectiva sobre las familias más ne-cesitadas, reforzando así, la heterogeneidadde las formas de organización familiar preva-lecientes entre diferentes sectores sociales.

    Pero, para las familias extensas, el con-tar con varios perceptores de ingreso, no lesha redituado mayores niveles de vida en com-paración con los hogares nucleares: en efec-to, las primeras acceden a ingresos per cápitainferiores a pesar de su mayor número deperceptores (datos de la ENIGH , 1994). Estosresultados reflejan la inserción desventajosade los hogares extensos en la estructura so-cial que resulta, en parte, de la mayor edad ydel rezago educacional de sus jefes que en sumayoría no ha logrado siquiera terminar laprimaria. 3 Tal parece que estamos frente a uncírculo vicioso: en los sectores más pobresde la sociedad predominan los arreglos ex-tensos que por las características de sus jefessiguen pobres a pesar del mayor uso de lamano de obra familiar.

    En su análisis de diferentes grupos dehogares definidos de acuerdo con la fuentede ingreso principal, Rubalcava 4 muestra queun mayor número de perceptores no se aso-cia siempre con un más alto nivel de bienes-tar para las familias, y que el ingreso per capita de los hogares depende más bien del

    monto de ingresos del perceptor principal yde su condición de hombre o mujer. Cuandola fuente de ingreso principal proviene de unamujer que desempeña trabajo agrícola, tieneun negocio propio o recibe transferenciasmonetarias, sus ingresos suelen ser más ba-jos que aquellos de los jefes económicos queejercen las mismas actividades. Algo similarocurre al comparar los ingresos per capita desus familias, aunque los hogares con jefaseconómicas sean más pequeños y hagan unuso más intenso de su mano de obra.

    El aumento de las presiones hacia unamayor participación económica familiar se hadado en un contexto de igual o superior de-manda de trabajo doméstico. Los recortes delgasto público destinado a la prestación deservicios sociales, la eliminación de los sub-sidios y la reducción de los niveles salariales

    han contribuido a transferir hacia las familiasresponsabilidades de manutención de la fuer-za de trabajo que antes estaban a cargo delsector público. La consecuencia de ello hasido una sobrecarga de trabajo para los dife-rentes miembros de los hogares. 5 Las muje-res, sobre quienes por razones socioculturalesrecae la realización de la mayor parte de los

    quehaceres domésticos, son las que combi-nan el trabajo doméstico con el extradomés-tico en mayores proporciones. Pero la parti-cipación femenina en estas actividades esdistinta según la ubicación en la estructura deparentesco: casi 98% de las esposas, madres,suegras o abuelas de los jefes que participanen el mercado de trabajo también realizanlabores domésticas; las hermanas o cuñadasdel jefe combinan ambas actividades en85% de los casos y las hijas en cerca de 72%.La cifra correspondiente a las mujeres queson jefas de sus hogares es de 94%. Los va-rones, por su parte, quienes tienen un papelcentral en la obtención de recursos monetarios,participan en forma simultánea en las activi-dades domésticas y extradomésticas en pro-porciones mucho más reducidas pero no porello despreciable. Los otros parientes sonlos que combinan en forma más marcada am-bos tipos de trabajo (40.7% de los casos),les siguen los hermanos o cuñados de los jefes(34.8%) y los propios jefes (33.6%); las cifrascorrespondientes a los hijos son muy inferio-res (22.6% de los casos, INEGI , 1998, op. cit .).

    Para concluir es de interés subrayar quelas políticas económicas de ajuste y reestruc-turación —aunadas a las reiteradas crisis eco-nómicas que ha enfrentado el país desde los

    años ochenta— han traído varios cambiosen la organización de la vida familiar. Por unlado, han requerido de una elevada utiliza-ción de mano de obra familiar en actividadesremuneradas y en la realización de los que-haceres de la casa. La consecuencia de ello hasido un desgaste de la fuerza de trabajo demujeres y hombres, jóvenes y adultos queseguramente ha traído fatiga, estrés y un de-terioro de sus condiciones de salud. Por otro

    lado, la participación de hijos e hijas en edadescolar en el mercado de trabajo puede habercontribuido a una disminución del aprove-chamiento escolar e incluso, en las situacio-nes más difíciles, al abandono de la escuela.Además, en ocasiones los hijos e hijas tienenque hacerse cargo de los hermanos y hermanasmenores para que los padres puedan obtenerrecursos monetarios que —en la mayoríade los hogares mexicanos— no son suficientespara incrementar en forma significativa susniveles de bienestar.

    3 Véase, Las familias mexicanas , México, INEGI ,1998.

    4 Rubalcava, Rosa Ma. “Necesidades, recursos yposibilidades: el ingreso de los hogares mexica-nos en el periodo 1984-1994”, tesis de doctora-do, Centro de Investigaciones y Estudios Supe-riores en Antropología Social, México, 1998.

    CuadroProporción de hogares con jefatura masculina que cuenta con dos o más perceptores

    de ingresos por tipo de hogar y monto de ingresos del jefe, 1984-1996

    Ingresos del jefe Total Hogares Hogaresen múltiples de nucleares extensossalario mínimo

    1984 1996 1984 1996 1984 1996Menos de dos sm 40.8 57.6 33.7 50.1 66.1 82.2Dos y más sm 36.4 43.5 30.0 37.9 64.5 71.3Total 40.1 52.7 33.1 45.6 65.9 79.1

    Fuente: Encuesta Nacional del Ingreso y Gasto de los Hogares, 1984,1996, INEGI .

    5 Para un cálculo del total de sobrecarga de traba- jo de la mujeres en relación con los varones,véase, Oliveira, Orlandina de, Marina Ariza yMarcela Eternod , “Trabajo e inequidad de gé-nero”, en La Condición Femenina: Una Pro-

    puesta de Indicadores. Informe Final , México,Sociedad Mexicana de Demografía (Somede)/ Consejo Nacional de Población (C ONAPO ), 1996.