15
Comentario sobre Las Farc-EP y ELN. Los dos documentos analizados constituyen el acta fundacional de los dos grupos más importantes de la guerrilla colombiana. Tanto el “Programa agrario de los Guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP)” y el “Manifiesto de Simacota del Ejército de Liberación Nacional (ELN)” marcan el nacimiento de estos dos grupos guerrilleros. Con sólo 6 meses de diferencia, las FARC, el 20 de JULIO de 1964, y el ELN, el 7 de Enero de 1965, hacen públicas sus reivindicaciones político-sociales a través de dos programas que buscaban derrocar el orden político, social y económico imperante haciéndose cargo de un contexto histórico particular. En el plano internacional, con la Guerra Fría como marco histórico, se viven momentos de convulsión en todo el mundo. En África y Asia se afianza un proceso de ruptura con el neocolonialismo que había comenzado algunos años antes, lo que se traduce en la descolonización de importantes regiones de estos continentes mediante numerosos conflictos bélicos. Del lado europeo por su parte se observa un renacimiento de las ideas socialistas y de los nacionalismos. En tanto en América Latina, por una parte, reina la Doctrina de la Seguridad Nacional impulsada por los Estados Unidos para repeler la amenaza comunista. Según Secundino González Marrero, Doctor en Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, la Guerra Fría y su expresión para América Latina en La Doctrina de la Seguridad Nacional, en su acción para prevenir la penetración del polo enemigo, el comunismo, llevó a que los regímenes políticos latinoamericanos y, por consiguiente, sus fuerzas armadas criminalizaran todo tipo de exigencias y protestas sociales (…). Sin embargo, por otro lado, vemos el triunfo de la revolución de los barbudos en Cuba con el ingreso de Fidel Castro a La Habana el 8 de Enero de 1959. Para Roberto Sancho Larrañaga, doctor en Historia de la Universidad de Zaragoza, las guerras de descolonización en África y Asia, el triunfo revolucionario en Cuba y el surgimiento de otros movimientos insurgentes en América Latina, las guerras del sureste asiático,... fueron interpretadas por los jóvenes rebeldes de la época como un mismo proceso de liberación planetaria”. Este movimiento de emancipación mundial se caracterizó según Sancho Larrañaga por “una lucha continua contra el viejo orden donde la “nueva izquierda” se presentó como el adalid de toda una generación que luchaba contra el orden establecido” y por un “clima emoci onal, donde el individuo rebelde se sintió participé de un proceso de cambio mundial; una oleada revolucionaria que traería un mundo mejor (…)”. En la perspectiva de este proceso de descolonizador, la influencia de la Revolución Cubana es decisiva para entender el contexto histórico de América Latina en los años sesenta. La victoria de los revolucionarios cubanos marca un antes y un después en la historia de los movimientos guerrilleros de la región, ya que se produce un verdadero efecto de contagio y de imitación a lo largo y ancho de todo el subcontinente. Para González Marrero el triunfo castrista muestra claramente una línea divisoria. Si se descarta el precedente de las guerras de independencia contra España, antes de 1959 los grupos y movimientos que pueden considerarse dentro de la categoría de guerrilla apenas llegan a diez en toda América Latina. Después de Cuba, la cifra sobrepasó el centenar”. En esta perspectiva, se abrió una nueva vía de expresión política de la izquierda latinoamericana liderada hasta esa época por el Partido Comunista. Para Sancho Larrañaga en América Latina, el triunfo de la revolución

FARC Y ELN S2

Embed Size (px)

Citation preview

Comentario sobre Las Farc-EP y ELN.

Los dos documentos analizados constituyen el acta fundacional de los dos grupos más importantes de la guerrilla colombiana. Tanto el “Programa agrario de los Guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –Ejército del Pueblo (FARC-EP)” y el “Manifiesto de Simacota del Ejército de Liberación Nacional (ELN)” marcan el nacimiento de estos dos grupos guerrilleros. Con sólo 6 meses de diferencia, las FARC, el 20 de JULIO de 1964, y el ELN, el 7 de Enero de 1965, hacen públicas sus reivindicaciones político-sociales a través de dos programas que buscaban derrocar el orden político, social y económico imperante haciéndose cargo de un contexto histórico particular.

En el plano internacional, con la Guerra Fría como marco histórico, se viven momentos de convulsión en todo el mundo. En África y Asia se afianza un proceso de ruptura con el neocolonialismo que había comenzado algunos años antes, lo que se traduce en la descolonización de importantes regiones de estos continentes mediante numerosos conflictos bélicos. Del lado europeo por su parte se observa un renacimiento de las ideas socialistas y de los nacionalismos.

En tanto en América Latina, por una parte, reina la Doctrina de la Seguridad Nacional impulsada por los Estados Unidos para repeler la amenaza comunista. Según Secundino González Marrero, Doctor en Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, “la Guerra Fría y su expresión para América Latina en La Doctrina de la Seguridad Nacional, en su acción para prevenir la penetración del polo enemigo, el comunismo, llevó a que los regímenes políticos latinoamericanos y, por consiguiente, sus fuerzas armadas criminalizaran todo tipo de exigencias y protestas sociales (…). Sin embargo, por otro lado, vemos el triunfo de la revolución de los barbudos en Cuba con el ingreso de Fidel Castro a La Habana el 8 de Enero de 1959. Para Roberto Sancho Larrañaga, doctor en Historia de la Universidad de Zaragoza, “las guerras de descolonización en África y Asia, el triunfo revolucionario en Cuba y el surgimiento de otros movimientos insurgentes en América Latina, las guerras del sureste asiático,... fueron interpretadas por los jóvenes rebeldes de la época como un mismo proceso de liberación planetaria”. Este movimiento de emancipación mundial se caracterizó según Sancho Larrañaga por “una lucha continua contra el viejo orden donde la “nueva izquierda” se presentó como el adalid de toda una generación que luchaba contra el orden establecido” y por un “clima emocional, donde el individuo rebelde se sintió participé de un proceso de cambio mundial; una oleada revolucionaria que traería un mundo mejor (…)”.

En la perspectiva de este proceso de descolonizador, la influencia de la Revolución Cubana es decisiva para entender el contexto histórico de América Latina en los años sesenta. La victoria de los revolucionarios cubanos marca un antes y un después en la historia de los movimientos guerrilleros de la región, ya que se produce un verdadero efecto de contagio y de imitación a lo largo y ancho de todo el subcontinente. Para González Marrero “el triunfo castrista muestra claramente una línea divisoria. Si se descarta el precedente de las guerras de independencia contra España, antes de 1959 los grupos y movimientos que pueden considerarse dentro de la categoría de guerrilla apenas llegan a diez en toda América Latina. Después de Cuba, la cifra sobrepasó el centenar”. En esta perspectiva, se abrió una nueva vía de expresión política de la izquierda latinoamericana liderada hasta esa época por el Partido Comunista. Para Sancho Larrañaga “en América Latina, el triunfo de la revolución

cubana significó, en principio el derribo de los prejuicios y dogmas políticos establecidos por los partidos comunistas ortodoxos. Lo que supuso un estímulo para la formación de nuevos grupos políticos al margen de los partidos comunistas nacionales”. Según González Marrero, el ámbito de influencia de la experiencia cubana se extiende por la región principalmente en tres esferas: los métodos, los resultados y la formación de mitos. El foquismo, los sorprendentes niveles de calidad de vida alcanzados en los primeros años de la Revolución Cubana y la imagen mítica de Ernesto “Che” Guevara ejemplifican el poder y la extensión de la influencia de la victoria de los barbudos. En definitiva, el triunfo revolucionario en Cuba en palabras de Sancho Larrañaga “condujo a la idealización de las acciones militares como medio de obtener poder político, y creo un imaginario social donde la revolución socialista era un problema de heroísmo, decisión personal, espíritu de sacrificio y de una concepción “monacal” de la vida guerrillera”.

En el ámbito interno el acuerdo bipartidista suscrito en 1958 entre liberales y conservadores denominado “Pacto del Frente Nacional” parecía mantener las aguas quietas tras los duros enfrentamientos de la etapa de la Violencia y la ulterior dictadura militar del general Rojas Pinilla. Pero esta tranquilidad era sólo aparente. Tan aparente como el aspecto democrático de este acuerdo que consistió en la repartición paritaria de todos los cargos públicos entre los dos partidos y la rotación a la cabeza del poder Ejecutivo de representantes de uno y otro conglomerado político. La exclusión de las fuerzas políticas alternativas a las dos coaliciones tradicionales y la pérdida del valor del voto ciudadano fueron algunas de las características de la formulada ideada por los líderes Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez. Para Sancho Larrañaga, “La ficción electoral hizo perder el sentido de la competencia partidista y ello supuso la crisis de legitimidad de los partidos políticos; ya que el final de la cultura política pasional por decreto, finiquito el elemento esencial que aglutinaba a la población con los partidos Liberal y Conservador. (…) el odio al otro partido”. Esta ausencia de competencia entre las dos coaliciones políticas se tradujo en una pérdida de credibilidad del orden político por parte de la ciudadanía, ejemplo de ello son los altos índices de abstención electoral. Por un lado, para mantener esta ficción democrática los partidos tradicionales no dudaron en recurrir al clientelismo y por otro lado, no dudaron en ejercer la represión contra cualquier movimiento que pusiera en peligro este orden bipartidista. Esta democracia restringida caracterizada por una política represiva de los grupos alternativos es clave para el surgimiento de los grupos guerrilleros en Colombia. Según Sancho Larrañaga “El bloqueo del sistema político del Frente Nacional, hizo que las formas institucionales de protesta (paros, huelgas, demandas judiciales, etc.) se fuesen reduciendo y creciese paralelamente las formas no institucionales de reivindicación: los paros cívicos, los paros armados, los sabotajes o la guerrilla”. Todas estas irregularidades de la fórmula bipartidista de gobierno del Frente Nacional consolidaron e incrementaron una estructura social y política oligárquica que se extiende desde la Colonia. Para el Leopoldo Múnera Ruiz, Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Lovaina, “las características excluyentes del Frente Nacional, que durante diez y seis años limitaron el ejercicio de la fuerza del Estado a los dos partidos tradicionales, implicaron una continuación y una metamorfosis del sistema oligárquico de poder, dominante en la escena política nacional desde la época de la colonia española. Tal sistema, entendido a la manera de Fernando Guillén como una estructura asociativa, una tendencia y una tensión general de la sociedad construidas alrededor de los privilegios de un pequeño grupo dominante y de la participación política subordinada de la mayoría de la población, pasó de la encomienda a la hacienda, de ésta al clientelismo por adscripción

(señorial) de los partidos tradicionales y de éste al clientelismo transaccional del Frente Nacional”

Para terminar con los elementos históricos determinantes en el nacimiento de los grupos revolucionarios en Colombia, cabe señalar que existía en el país cafetero un legado histórico nacional de grupos guerrilleros, anteriores incluso a la Revolución Cubana. Según Eduardo Pizarro Leóngomez, Doctor en Sociología del Instituto de Estudios Políticos de París, "a fines de 1949 nacen los primeros núcleos de autodefensa campesina y de guerrilla móvil, con el objeto de enfrentar la violencia oficial".

De acuerdo a las fuentes que pudimos revisar estas son, grosso modo, los elementos tanto internos como externos que explican el surgimiento de la guerrilla colombiana. No obstante, tanto las FARC como el ELN tienen su propia historia, su propio origen.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia–Ejército del Pueblo (FARC-EP), según su propia leyenda fundacional, se erigen como movimiento guerrillero para responder a la agresión por parte del Ejército regular colombiano contra Marquetalia, pequeño territorio del departamento de Tolima ubicado en el centro-occidente de Colombia, una de las zonas de autodefensa campesina establecidas bajo el amparo del Partido Comunista. Este ataque, impulsado por los sectores más retrógrados del Frente Nacional, se produjo el 14 de junio de 1964. La existencia de una serie de “republicas independientes” que no reconocían la soberanía del Estado es la justificación para esta operación militar sin precedentes. En el marco de la Guerra Fría y la Doctrina de la Seguridad Nacional, “La “Operación o Toma de Marquetalia” contó con el apoyo táctico y técnico de los Estados Unidos que inscribieron esta operación en un programa de seguridad para América Latina denominado LASO (Latin American Security Operation”. Según Luis Fernando Trejos Rosero, Doctor en Estudios Americanos de la Universidad de Santiago de Chile, “la acción militar más importante para ocupar estas repúblicas independientes fue la de Marquetalia, que contó con la asesoría de Estados Unidos dentro del ambiente propio de la guerra fría; esta ayuda estaba destinada a frenar cualquier posibilidad de repetición de la revolución cubana”. No obstante la veracidad de este mito fundacional, la formación de grupos de autodefensa campesina constituidos bajo el alero del Partido Comunista data del periodo de “La Violencia” en los años 30. Para Daniel Pécaut, Director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, “el traumatismo provocado por este conflicto fratricida y el sentimiento de humillación experimentado por los sectores populares que se vieron arrastrados por las élites, constituyen el verdadero trasfondo de la permanencia de los grupos de autodefensa, a lo cual hay que agregar su frustración frente al hecho de que estas mismas élites aprovecharon la situación para destruir las organizaciones sociales, entre ellas los sindicatos urbanos, y reforzar las redes clientelistas que sirvieron de fundamento a la repartición del poder entre los dos partidos tradicionales durante el Frente nacional”. Asimismo, la decisión de “combinar todas las formas de lucha” para llegar al poder ya había sido visada en el IX Congreso del Partido Comunista Colombiano en 1961 y ratificado en el XXX Pleno de su Comité Central días después del ataque a Marquetalia. Según Pécaut “esta línea en realidad hacía referencia al mantenimiento de los núcleos de autodefensa campesina que provenían de la Violencia” pero no adscribe de manera irrestricta a la vía armada como única vía de acceso al poder. En palabras de Pécaut, de acuerdo a las orientaciones comunistas más ortodoxas, “los dirigentes del Partido Comunista sólo ven en los campesinos una fuerza

complementaria: la revolución les parece impensable por fuera del desarrollo de una poderosa clase obrera, que depende del desarrollo de las fuerzas productivas”.

Por todo esto, las FARC serán atacadas de “reformistas” por parte de otros grupos revolucionarios como el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) se enraizó en un comienzo en la región del Magdalena Medio Santandereano ubicada al nordeste de Colombia. Y esta decisión no es anodina ni azarosa en el nacimiento de este grupo revolucionario. Las universidades colombianas hicieron eco de la ola revolucionaria que se extendía por toda América Latina tras la Revolución Cubana. Según Sancho Larrañaga “dos instituciones universitarias fueron especialmente beligerantes en esa época: la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá y la Universidad Industrial de Santander (UIS) en Bucaramanga. La UIS era el mayor centro de enseñanza superior del oriente colombiano y fue en esta zona del país donde se implantó el primer foco guerrillero del ELN. De esta universidad salieron destacados fundadores del ELN, como Víctor Medina, Ricardo Lara Parada, y posteriormente Jaime Arenas”.

Pero la constitución del ELN no se limita a este movimiento de agitación universitaria. Para Alejo Vargas, Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia, en estas comunidades se constituyó un "tejido de solidaridades y apoyos regionales, producto de construcciones a través del tiempo en las propias luchas sociales". Dentro de este tejido, encontramos notoriamente a la “Brigada Proliberación José Antonio Galán”, conformada por jóvenes universitarios colombianos becados por el gobierno revolucionario cubano que estando en Cuba deciden crear este germen del ELN tras la denominada “crisis de los misiles”. Según Sancho Larrañaga, “el gobierno cubano les proporcionó en ocho meses el entrenamiento necesario en las tácticas y técnicas de la lucha de guerrillas para la creación de un primer foco insurgente a su regreso a Colombia”. Pero además del movimiento estudiantil universitario fuertemente influido por la revolución de los barbudos, encontramos en la propia zona de implantación, el Magdalena Medio Santandereano, residuos de la guerrilla liberal de Rafael Rangel que enarbolaban reivindicaciones similares al ELN. Un tercer elemento de este tejido son los sectores más radicales del sindicalismo, especialmente los obreros petroleros de Barrancabermeja, que según Alejo Vargas, “se planteaban la necesidad de articular las luchas reivindicativas sindicales y sus dirigentes más destacados con las luchas revolucionarias”. Completarán este entramado los cristianos seguidores de la corriente de la Teología de la Liberación que se identificarán con el ELN luego de la incorporación del líder religioso Camilo Torres Restrepo en 1967. Para Andrea Lissett Pérez, Doctora en Antropología Social de la Universidad de Santa Catarina, “el proyecto del ELN realmente cobra vida a través de las alianzas y del entramado de relaciones con sujetos sociales de significativas trayectorias de lucha y resistencia social, con los cuales logran profundos lazos de interpenetración, donde la memoria histórica juega un papel fundamental”.

A diferencia de las FARC, el Ejército de Liberación Nacional se aleja de las posiciones reformistas ortodoxas del Partido Comunista Colombiano. La influencia de la Revolución Cubana a través del ideario castrista, guevarista y foquista es fundamental para entender la radicalidad y el dogmatismo del ELN. Para Alonso Ojeda Awad, ex comandante del ELN, “El impacto del triunfo cubano comienza a revolucionar nuestros espíritus y nuestros corazones, sentíamos el peso y la satisfacción de ser latinoamericanos, de vivir la vida de cada uno de los

héroes de la Sierra Maestra, nos identificamos con su temprana juventud, con sus inacabables energías, con su espíritu antiyanqui, con la defensa de su suelo (...) por su apertura al socialismo (...) Cuba ha abierto las puertas a centenares de estudiantes no solamente de Colombia sino de toda América Latina. Los jóvenes deciden no seguir estudiando y asumir una actitud de defensa de ese logro (...) no son pocos los jóvenes latinoamericanos que entran a formar parte de los destacamentos militares cubanos”

Por su radicalidad y origen social sus acciones serán calificadas por otros grupos revolucionarios colombianos de “aventurerismo pequeño burgués”.

Terminada esta breve introducción en la que intentamos explicar la influencia del contexto histórico internacional e nacional en la formación de estas dos organizaciones guerrilleras, intentaremos de aquí en adelante, analizar estos dos documentos a través de la siguiente problemática: ¿De qué manera el Programa del Manifiesto de Simacota del ELN se asemeja a la propuesta hecha por las FARC en su Programa Agrario?

Con el objeto de responder a esta problemática sugerimos su estudio a través de tres ejes temáticos:

1. El discurso anti imperialista

2. El discurso anti oligárquico

3. Medios para combatir la amenaza imperialista y la amenaza oligárquica.

I. DISCURSO ANTI IMPERIALISTA.

En los dos textos, podemos ver el problema principal que molesta. En efecto se trata del imperialismo demasiado fuerte por parte de países extranjeros. Ya se puede ver en las primeras líneas de los dos textos que se trata de eso: “dominación de los monopolios financieros entroncados con el imperialismo” (programa agrario FARC, l.16/17), “humillación de los grandes empresarios extranjeros y nacionales” (manifiesto, l.8), “las riquezas de todo el pueblo colombiano son saqueadas por los imperialistas norteamericanos” (manifiesto, l.12/13). Como lo explican las FARC-EP y ELN, este mismo imperialismo bloquea todo el país y a causa de esto, no se puede hacer un buen desarrollo, el desarrollo nacional. Entonces, podemos entender que este imperialismo funciona como una prisión, las FARC-EP y ELN muestran que la gente y sobre todo los campesinos se encuentran como encarcelados porque ya no poseen tierras, ya no poseen sus propios elementos para desarrollarse y reinar. Hay que ver con eso que toda la economía de Colombia es el monopolio de países exteriores, extranjeros, sobre todo de los Estados Unidos que al momento cuando han intervenido en los conflictos, han disfrutado de la economía colombiana para implantarse. Entonces, eso quiere decir que han disfrutado de toda la gente sin excepción, los estudiantes, los campesinos, los obreros, y muchos otros. Todo eso era para desarrollar a su vez su propia economía.

Entonces, para remediar a este problema, a este imperialismo, las FARC-EP y ELN deciden encontrar soluciones. Entonces proponen cosas.

En cada conflicto, sabemos que se debe encontrar soluciones. La primera que los dos grupos guerrilleros, las FARC-EP y ELN van a encontrar es el nacionalismo. En efecto, se puede ver en el programa de Simacota, en el punto 3 donde se dice: “protección de la industria nacional” y sobre todo “el desarrollo de una economía industrial basada en nuestros propios recursos”. Si el país se libera de los empresarios extranjeros y norteamericanos, podrá desarrollarse y sobre todo enriquecerse sin el apoyo de otros. Por eso, podemos ver que se habla explícitamente de algo, la “nacionalización” en este mismo punto 3. Pero, si se decide hacer un nacionalismo, hay que aprovechar de todo lo que Colombia ya posee, o sea, hay que mirar por todo el país para ver lo que se puede utilizar. Por eso, las FARC-EP y ELN se apoyan en el hecho de que las comunidades indígenas tienen su importancia. El punto sexto del programa agrario y el punto 9 del programa de Simacota tratan exactamente de la misma cosa, es a saber, esa integración indígena. El programa agrario habla de “una incorporación de la población indígena a la economía y la cultura de la nación” y de un “otorgamiento de la totalidad de sus derechos de colombianos a la población indígena” al mismo tiempo que el programa de Simacota dice que “se protegerán las comunidades indígenas, […], respetando sus cabildos, su vida, su cultura, su lengua propia y su organización interna”. Sabemos que las comunidades indígenas son poblaciones reconocidas en muchos otros países de América Latina. Por eso, en Colombia, para tener ese desarrollo deseado, esa economía nacional, esta integración de las comunidades indígenas es necesaria porque son comunidades históricas.

Entonces, para liberarse del imperialismo, el nacionalismo y la integración de las comunidades indígenas son puntos importantes para los grupos guerrilleros. Pero no son puntos suficientes, ya que hay que liberarse de la oligarquía y mirar del lado de lo agrario.

II. EL DISCURSO ANTI OLIGARQUICO

Tanto el Programa Agrario de las FARC como el Programa del Manifiesto de Simacota atacan a la oligarquía que manejaba los destinos de la sociedad colombiana por aquellos años. Esta oligarquía es personificada en la organización política por el denominado Frente Nacional y que ya llevaba más de 5 años en el ejercicio del poder al momento de hacerse públicas las reivindicaciones de ambos grupos guerrilleros. Las FARC se declaran “víctimas de la política de a sangre y fuego preconizada y llevada a cabo por la oligarquía que detenta el poder” (líneas 9 y 10). Por su parte el ELN expone en su manifiesto que “el pueblo liberal y el pueblo conservador harán frente juntos para derrotar a la oligarquía de ambos partidos” (líneas 18 -19). Según Secundino González Marrero, Doctor en Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, “la persistencia de la marginación y la pobreza fue explicada a través de la óptica de la dependencia económica y de la existencia de una alianza esencial entre el gobierno de Estados Unidos y las oligarquías y los ejércitos nativos”. Asimismo ambos grupos revolucionarios promueven un cambio de régimen político. Tanto las FARC como el ELN tienen como objetivo derrocar el ficticio sistema democrático bipartidista instaurado por liberales y conservadores en 1958. El profesor González Marrero explica que “Las escasas democracias del área, sin duda de baja intensidad, eran interpretadas como meras fachadas, al servicio de los poderes antedichos, incapaces

sustancialmente de mejorar las condiciones de vida de la población”. En este sentido las FARC se autodefinen de la siguiente manera: “Nosotros somos revolucionarios que luchamos por un cambio de régimen”. En esta misma línea, el primer punto del Programa del Manifiesto de Simacota reivindica “la toma del poder para las clases populares, la instauración de un gobierno democrático y popular (….)”

La exclusión era una de las características fundamentales del sistema democrático impuesto por el Frente Nacional. Para González Marrero, “la mayoría de los regímenes desafiados por las guerrillas fueron doblemente excluyentes. Es decir, no solo se trataba de una exclusión política. La exclusión se daba tanto en el ámbito político como en el ámbito social. Esta ultima exclusión, de tipo social -desigualdad, pobreza, marginación étnica- alimentó la voluntad de cambio radical”. En la perspectiva de la exclusión social, la reforma agraria es uno de los puntos más importantes del que hemos denominado discurso anti oligárquico. El primer punto del Programa Agrario de las FARC nos dice al respecto: “Una efectiva política agraria revolucionaria que cambie de raíz la estructura social del campo colombiano”. Lo propio hace el Programa del Manifiesto de Simacota en su segundo punto: “Una autentica revolución agraria que contemple la eliminación del latifundio, el minifundio y el monocultivo”. Romper con el modelo agrario consolidado por el pacto del Frente Nacional es una de las premisas de ambos grupos guerrilleros. Numerosos son los puntos en común que encontramos en relación a esta temática, a saber:

- Eliminación del latifundio y de todos los mecanismos oligárquicos relacionados con esta estructura de explotación agraria (especulación, usura, etc.) por medio de la confiscación de las tierras y la anulación de los contratos de crédito (Primer y segundo punto del Programa Agrario de las FARC/ segundo punto del Programa del Manifiesto de Simacota)

Para el historiador chileno Rodolfo Mellafe Rojas “El latifundio es una unidad económica y social al mismo tiempo que foco de poder rural, que se forma mediando históricamente circunstancias especiales”. Según este historiador dos son las características esenciales del latifundio “1) que el terrateniente, además de la tierra, tenga bajo su dirección más o menos directa algo que manejar, manipular y dominar en forma excluyente de otros grupos o personas, cuestión que conlleva un cierto grado de oposición a su acción; 2) La racionalidad y “economía” con que maneja la tierra, lo que implica mayor o menor grado de eficacia económica, social y política”.

- Sistema justo de distribución de la tierra a aquellos campesinos que trabajan o

quieran trabajarla (Primer y segundo punto del Programa Agrario de las FARC/ segundo punto del Programa del Manifiesto de Simacota)

- Respeto de la propiedad que beneficie a todo el pueblo (Tercer punto de Programa

Agrario de las FARC / segundo punto del Programa del Manfiesto Simacota) Incluso el tercer punto del programa del Programa Agrario de las FARC señala “que se respetara la propiedad de los campesinos ricos que trabajen personalmente sus tierras”.

- Creación de un sistema de créditos de fomento a la producción (Cuarto punto del Programa Agrario de las FARC/ quinto punto del Programa del Manifiesto de Simacota)

- Establecimiento de una política integral de mejoramiento de la vida campesina que

compromete programas de: A) Salud (cuarto punto del Programa Agrario de las FARC/ sexto punto del Programa del

Manifiesto de Simacota) B) Educación (cuarto punto del Programa Agrario de las FARC / octavo punto del

Programa del Manifiesto de Simacota ) C) Vivienda (cuarto punto del Programa Agrario de las FARC / cuarto punto del

Programa del Manifiesto de Simacota) Por último cabe señalar, la reivindicación de otro elemento olvidado y excluido por parte de la estructura oligárquica imperante, el componente indígena. Ambos grupos guerrilleros se hacen cargo de la cuestión indígena en sus documentos fundacionales (sexto punto del Programa Agrario de las FARC / noveno punto del Programa del Manifiesto de Simacota)

III. MEDIOS PARA COMBATIR LA AMENAZA IMPERIALISTA Y LA AMENAZA OLIGARQUICA

“La lucha revolucionaria armada como única vía posible.”

La violencia política armada durante la segunda mitad del siglo XX es uno de los fenómenos sociales más transcendentales de la historia contemporánea de Colombia. Para comprender cómo nace y funciona es necesario tener en cuenta el contexto socio-político y los antecedentes históricos. En un país donde la estructura latifundista constituye uno de los principales factores de desigualdad, descontentos, conflictos y por lo tanto inestabilidad para el que está en el poder de turno. En un país donde el 80% de las tierras pertenecen a sólo un 5% de la población, donde más de la mitad de la población vive en el campo, pero la voz campesina no es tenida en cuenta, un país que tiene los recursos pero no la buena distribución. En un país donde la violencia no es consecuencia directa de la falta de presencia del Estado en algunas zonas de país, sino que esta violencia armada evidencia la específica forma de articulación, regulación y control social de algunos territorios. Con un contexto internacional de Guerra Fría, un EEUU que interviene demasiado, y un ejemplo que invitaba a las imitaciones y cambios, donde una revolución era posible con Cuba como símbolo. Es en medio de todo esto que se establecieron unos rasgos fundamentales de ciertas organizaciones armadas (vanguardismo, militarismo, autoritarismo, mesianismo, etc.) que las marcaron, como los primeros años de vida de una persona son cruciales para su desarrollo futuro. Por otro lado, el argumento del cierre del sistema político colombiano es uno de los argumentos utilizados por la guerrilla para justificar el recurso a la lucha armada como “única” vía para terminar con una “dictadura disfrazada de democracia”. A partir de los textos-actas fundacionales de los dos grupos más importantes de la guerrilla colombiana, podemos analizar comparadamente no sólo los programas de estas dos

organizaciones sino también el fenómeno político-social de donde éstas derivaban, así como el fenómeno de la violencia política armada tomada como vía de acción. Respecto a este último concepto es conveniente hacer algunas precisiones terminológicas. Frente a su significado, retomamos lo propuesto al respecto por William Ramírez:

“La violencia social y política es, (...), el medio a través del cual y en condiciones históricas particulares se enfrentan sectores de la sociedad civil entre sí y éstos contra el Estado. Del

seno de la sociedad civil nacen, simultáneas, o sucesivas, violencias para la transformación y la sustitución social; del Estado, de las entrañas de su legitimidad histórica y de su dinámica

actual, se origina una violencia para la conservación social”.

Para nosotros este concepto es demasiado amplio dado que la frontera entre la política y la violencia es muy débil, por ello, la guerra y la política han entrado en contacto continuamente en la historia de Colombia; tal es así que Colombia puede ser un ejemplo de la premisa planteada por Clausewitz de: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Podemos definir por lo tanto, “violencia política armada” como: la acción de imponer la voluntad política propia al otro, por medio del uso sistemático de la fuerza armada para producir un orden social y político determinado. Es en este sentido que podemos ver como en ambos textos tanto las FARC como la ELN plantean la lucha armada como única solución ante la situación político-socio-económica del momento. Así entonces, los propios protagonistas de dicha violencia antes que nada sientan sus bases y exponen, tanto en el Programa Agrario de las FARC como en el Programa del Manifiesto de Simacota, los antecedentes y el contexto que explican y/o justifican su lucha revolucionaria armada. Tanto uno como otro grupo plantean la lucha revolucionaria armada como la única vía posible. El ELN declara en su manifiesto “La lucha revolucionaria es el único camino de todo el pueblo para derrocar el actual gobierno de engaño y de violencia.” (líneas 15 y 16), finalizando el manifiesto con un “¡Liberación o muerte!” (línea 22). Por su parte las FARC exponen en su programa su búsqueda de soluciones por la vía pacífica y democrática, vía que les fue cerrada violentamente y entonces declaran “nos tocó buscar la otra vía: la vía revolucionaria armada para la lucha por el poder.” (líneas 35 y 36). Estos últimos proclamaban "la combinación de todas las formas de lucha" y decían que la revolución puede avanzar un trecho por la vía pacífica. Pero si las clases dominantes obligan a ello, por medio de la violencia y la persecución sistemática contra el pueblo, éste puede verse obligado a tomar la vía de la lucha armada, como forma principal, aunque no única en otro período. La vía revolucionaria en Colombia puede llegar a ser una combinación de todas las formas de lucha. Si bien ambos grupos llegan a la lucha revolucionaria armada como única solución es importante remarcar que las prácticas de uno y otro son distintas. Nacidos en el mismo contexto histórico, cada uno tiene su propia solución al problema : las FARC eran una banda de reformistas que desde el origen justifican todos los medios de lucha, sea armada, política o clientelismo, se trata sobre todo de permitir el acceso a la tierra de aquellos que no la poseen, no tanto a través de una redistribución de la propiedad existente sino de la ayuda para la colonización de nuevas tierras; mientras que el ELN promulga sólo la vía armada, son

más dogmáticos y preconizan una lucha contra el sistema impuesto, tienen inspiración guevarista y la influencia de la teología de la liberación. Inscripto el nacimiento de ambos grupos en dinámicas regionales, se apoyan en una base social (las FARC con una base social más campesina, y el ELN con una base social más urbana), naciendo así la ambición de transformar una violencia política en acción revolucionaria, con el objetivo de una acción alternativa para cambiar la política. Tanto uno como otro se apoyan en el aparato social con una utopía social, y una práctica política y militar distinta. Tanto uno como el otro luego de integrarse a una dinámica regional, van a pasar a una dinámica nacional, agrandando así su base social (líneas 107-109 ELN y líneas 45-47 FARC). También podemos ver como en el punto 8 del programa de las FARC y el punto 12 del programa del ELN ponen de manifiesto los diferentes tipos de integración de sus “ejércitos”, siendo “las más amplias masas de nuestro pueblo” (líneas 46-47) y “campesinos, obreros, empleados...” (líneas 113-116) para las FARC y “un ejército popular permanente, técnicamente dotado y disciplinado...” (líneas 107-111) para el ELN. Otro punto al que hacen referencia ambos textos es la alianza entre violencia política y violencia comunitaria para enfrentar o enfrentarse ante las fuerzas de represión del Estado. Es un conflicto asimétrico porque los dos flancos no tienen el mismo poder político ni social. Luego de las reflexiones realizadas sobre las raíces de las tradiciones de resistencia entre los sectores subalternos colombianos, podría afirmarse que hay por lo menos cuatro factores esenciales que nutren esa disposición de lucha: 1 - el fuerte sentido de identidad política 2 - la estrecha relación establecida entre expresiones políticas y lucha armada 3 - la utopía libertaria 4 - la subjetividad creada en torno de lo "popular" 1er factor: es de resaltarse que ese fuerte sentido de identidad política se formó a través de las colectividades partidistas del liberalismo y el conservatismo. Allí se forjó una identidad que transcendió lo meramente político y constituyó un sentido de vida, abarcando el campo afectivo, los valores, las actitudes, el tejido social y familiar. Así se perfiló una disposición política de asumirse como sujeto social en razón de la afiliación a una determinada agrupación (política). Nótese que ese "asumirse" trae implícito un sentido íntimo, afectivo, que compromete a la persona con esa colectividad y con los principios que ésta defiende. Esa es una marca identitária esencial de la práctica política colombiana que servirá como base para la implantación del proyecto de lucha revolucionaria, porque en el proceso de conversión a otras propuestas organizativas lo que probablemente se hace es cambiar de rótulo, manteniéndose los lazos de identidad y de filiación, que, como se sabe, para la guerrilla es un principio fundamental para asegurar su existencia y continuidad. Pues, el guerrillero es, por principio, alguien que se identifica con la causa revolucionaria y se compromete totalmente con ella: moral, afectiva, ideológica, política y socialmente. 2do factor: es en buena parte, resultado del aspecto anteriormente analizado, pues ese sentido de identidad se erige en la confrontación con la diferencia, con el otro: el de la agrupación partidista contraria. Eso produce una dicotomía amigo-enemigo, en la que cada

cual se afirma en el contraste y en la negación con el otro. Dicho antagonismo termina invadiendo el mundo social, constituyéndose en un discurso dominante que penetra las distintas instancias sociales y reproduce ese esquema dicotómico tendiente a la intolerancia. Así, en el campo político se instituye una práctica sectaria, de exclusiones y de duras represiones partidistas, que recurre, constantemente, a la violencia para imponerse sobre el otro. A pesar que esa haya sido una práctica compartida por ambos partidos, los gobernantes del partido conservador fueron particularmente extremistas en el uso de la violencia estatal como medio privilegiado para ejercer el control político. Esa situación llevó a que los sectores de oposición del partido liberal desarrollaran distintas formas de clandestinidad como medidas de protección y de acción, que, con el tiempo, se transformaron en actitudes conspiradoras. Actitudes que, en los momentos de recrudecimiento de la violencia, en las guerras civiles o en periodos de extrema represión, derivaron en formas de resistencia y defensa armada, e, inclusive, en iniciativas ofensivas e insurreccionales. El uso de métodos violentos hizo parte de la práctica política colombiana, aun cuando para el caso de los sectores de oposición liberal, tuvo un significado diferenciado: una vía de defensa y también de lucha por los derechos. De ese modo, era relativamente fácil la apropiación de proyectos de carácter armado y revolucionario, porque existían fuertes lazos históricos que permitían establecer esa mediación. Una conexión que transciende los eventos históricos particulares y penetra los imaginarios de lucha "popular". Por ese camino se activa la dicotomía fundamental, ahora entre los revolucionarios y las clases dominantes, otrora liberales y conservadores. 3er factor: se refiere a la utopía "libertaria" de defensa de los derechos sociales e individuales, inspirados en los ideales de la Revolución Francesa que, desde los inicios del liberalismo, fue el grande paradigma ideológico que identificó a esa colectividad política. A pesar que esos principios se convirtieron en rótulos que abrigaron distintos intereses y mentalidades, y que fueron manipulables por los sectores dominantes de ese partido, también sirvieron como medios de lucha de fuerte contenido simbólico para los movimientos políticos alternativos que surgieron dentro del liberalismo. En torno a ese gran ideal, la "libertad", se agruparon y se movilizaron importantes sectores sociales que protestaban y luchaban por mejores condiciones de vida. Por tanto, bajo la insignia de esa utopía libertaria se fueron incorporando, ampliando y reinterpretando distintas nociones asociadas a ella, tales como la justicia, la equidad, la igualdad etc., según las problemáticas sociales y políticas de cada momento histórico. Efectivamente, aquí parece residir una importante clave de esta discusión: el profundo sentido de lucha contra la opresión - anti-libertad - que fue impregnando y constituyendo las bases ideológicas de una tradición de lucha y resistencia social. Ese hecho, por ejemplo, tiene una clara expresión en la mentalidad anticlerical de los liberales como respuesta radical frente a las parcialidades e injusticias de la Iglesia, y que los lleva a afrontar una institución con gran peso social, cultural y moral, pese a las implicaciones y dificultades que eso representaba. En ese sentido, tal abertura de pensamiento (y también de acción) permite y/o facilita establecer los puentes simbólicos para asimilar los ideales libertarios y revolucionarios proporcionados por las revoluciones socialistas del siglo XX: la rusa, la china y la cubana. Hay, por así decir, una lógica discursiva e interpretativa que aproxima esas formas de ver y actuar en el mundo. De ahí que sea comprensible que las expresiones socialistas de principios del siglo XX se constituyeran en la imbricación de los ideales

provenientes del liberalismo radical con los del socialismo marxista-leninista. De igual forma, lo hace Gaitán que "ideológica y teóricamente se nutre de los postulados del socialismo (en la medida) de que ellos buscan eliminar la miseria social" (Otálora, 1989: 30), o el MRL que "arranca con verdaderos presupuestos de izquierda que comprometen la estructura socio-política y económica del país" (Child, 1989: 74). En síntesis, el liberalismo, y especialmente sus movimientos alternativos, ayudaron a crear una mentalidad libertaria y abierta a las ideas revolucionarias, que se convirtieron un importante capital simbólico aprovechado por las organizaciones armadas revolucionarias. 4to factor: está la subjetividad formada alrededor de lo "popular" y del "pueblo", históricamente alimentada por el liberalismo. Aunque este haya sido un valioso recurso político en las estrategias proselitistas y electorales, también se volvió una arma de doble filo que se salió de las manos del grupo político, una vez que la visibilidad política y la abertura de espacios de participación de los sectores "populares" les posibilitó ganar formación política y, sobre todo, construir una conciencia colectiva acerca de su condición social: pobres, explotados y excluidos. Evidentemente, aquí se origina una mirada crítica que transciende la filiación política, y que piensa la sociedad en términos de las relaciones de poder entre las llamadas clases oligárquicas y los sectores "populares". Esa subjetividad será un factor clave que ayudará a la receptividad del proyecto revolucionario, que se afianza justamente en esa perspectiva de lucha de clases y en la centralidad dada al sujeto subalterno: el "pueblo". Llegados aquí es necesario redimensionar la importancia que tuvieron factores como el papel de “contagio” ideológico y de las formas de lucha que se dio en muchos países y en cientos de sus ciudadanos en un período relativamente breve de tiempo. Es así, como el ejemplo de otras experiencias revolucionarias o el “efecto demostración”, llevó a que muchos militantes analizasen las realidades locales o nacionales a partir del espejo de esas experiencias revolucionarias exitosas. El discurso ideológico, se encargó de adecuar una realidad “externa” a los intereses de los distintos actores armados, haciendo coherente la realidad local con la situación vivida en otros contextos donde la revolución triunfó. Paradójicamente, mientras que en la historiografía sobre el tema prima lo nacional, en la decisión de tomar las armas primó el ambiente revolucionario internacional. Por lo tanto, defendemos la hipótesis de que los factores externos o el ambiente internacional fueron determinantes para que unos sectores minoritarios de la población en Colombia, tomasen conciencia de sus posibilidades para la toma del poder por la vía de la lucha armada; y se sirvieron del bagaje intelectual de la época (comunismo, marxismo, guevarismo, foquismo, etc.), para hacerlo confluir con una larga tradición de lucha de las gentes de estos territorios y de unos conflictos sociales históricos. Es importante destacar que lucha armada no es sinónimo de foquismo, así como tampoco lo es de terrorismo, con el que actualmente se la suela equiparar, cometiendo el mismo error. Para que la revolución sea posible se deben dar ciertas condiciones. Así abordamos la vinculación entre guerra y revolución, sosteniendo que “[…] ni cualquier crisis ni cualquier guerra son a priori un escenario propicio; pero sin crisis que derive en guerra, no hay casi posibilidades para la “revolución”, quedando la guerra como una de las condiciones de posibilidad de una revolución socialista. El foquismo, por el contrario, asume abiertamente que no es necesaria la existencia de todas las condiciones para comenzar el ejercicio

revolucionario, toda vez que el propio foco “infeccioso”, una vez instalado, favorece el desarrollo de tales condiciones, tal como lo pregonaba el propio Guevara (“no siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas”). Conclusión El papel de la historia es fundamental para explicar el presente, entender las dinámicas de la acción colectiva violenta y la formación de los marcos normativos estatales de convivencia. Tanto el entorno social condiciona las prácticas de las organizaciones armadas, como el discurso de éstas ha ayudado a construir ese entorno particular. En el caso del ELN y FARC, su existencia fue posible no solamente porque existieron unas condiciones políticas y socio-económicas determinadas, sino también como podemos ver en los dos textos, por la aprehensión significativa de un discurso ideológico que entronca rápidamente con una larga tradición cultural de lucha local. Fue esta mediación cultural, simbólica, discursiva o “subjetiva” imprescindible para que esa situación social “objetiva” deviniera en acción violenta armada. Dada la proximidad en el tiempo e ideas podemos considerar el Manifiesto de Simacota promulgado por la ELN como una asimilación del Programa Agrario escrito seis meses antes por las FARC. Pero con una notoria diferencia ya que el primero tiene una fuerte base social en el campesinado y justifica todos los medios de lucha incluyendo los políticos, mientras el segundo promulgará la vía armada como única vía posible, acercándose a una ideología foquista que tiene sus bases en lo dogmático y preconizan una lucha contra el sistema impuesto. Por todo ello, hoy estamos en disposición de defender la hipótesis de que si bien el conflicto no surge como expresión directa del bloqueo del sistema político, este cerramiento crea las condiciones necesarias para que un sector de la población perciba esto como la imposibilidad de canalizar las demandas políticas y sociales, y alimenta el discurso de que el “único camino posible” son las armas. Por fin, sólo nos resta reiterar que esta indagación a los factores socioculturales presentes en la historia política colombiana es una tentativa de ampliar el marco explicativo del conflicto en el país, mostrando otras voces y dimensiones de esa compleja realidad. Especialmente, recuperando el protagonismo de los sujetos subalternos que desde las márgenes de un sistema excluyente han construido formas de resistencia social que han terminado alimentando nuevas dinámicas de un conflicto no resuelto.

Bibliografía:

CHAVARRIA BALVIN, Diana, Línea teórica de la insurgencia colombiana: Farc-EP. Revista

Kavilando, Vol. 2, Nº. 1, 2010, págs. 22-26. Disponible en

http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3627047

NIEDERGANG Marcel, PISSOAT Olivier, THIBAUD Clément, « COLOMBIE », Encyclopédie Universalis

[en ligne], consulté le 27 Janvier 2013. URL :

http://www.universalisedu.com/encyclopedie/colombie/

Universalis, « MARULANDA VÉLEZ MANUEL (1928 ou 1930-2008) », Encyclopédie Universalis [en

ligne], consulté le 27 Janvier 2013. URL :

http://www.universalis-edu.com/encyclopedie/manuel-marulanda-velez/

PECAUT, Daniel, Las Farc: Fuentes de su longevidad y de la conservación de su Cohesión. Análisis

político[online]. 2008, vol.21, n.63, pp. 22-50. Disponible en:

<http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-

47052008000200002&lng=es&nrm=iso>.

PEREZ, Andrea, Tradiciones de resistencia y lucha: Un análisis sobre el surgimiento y la permanencia

de las guerrillas en Colombia., Análisis político. [online]. 2010, vol.23, n.70, pp. 63-80. ISSN 0121-

4705. Disponible en <http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-

47052010000300004&lng=en&nrm=iso>

PIZARRO LEONGOMEZ, Eduardo, Insurgencia sin revolución. La guerrilla en Colombia en una

perspectiva comparada, Ed. Tercer Mundo, Bogotá, 1996, pág. 411.

REYES, Román, Diccionario crítico de Ciencias Sociales. Terminología Científico-Social, Definición de

Guerrilla. [online], Madrid-México 2009. Disponible en

http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/G/index.html

SANCHO LARRANAGA, Roberto, La encrucijada de la violencia política en la segunda mitad del siglo

XX en Colombia y España: ELN y ETA. [online], Tesis doctoral, Universidad de Zaragoza, Facultad de

Filosofía y Letras, Departamento de Historia Moderna y Contemporánea, Junio, 2008, Disponible en

http://biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/title/encrucijada-violencia-politica-armada-

segunda-mitad-siglo-xx-colombia-espa%C3%B1a/id/50819962.html

TREJOS ROMERO, LUIS FERNANDO, Colombia y los Estados Unidos en los inicios de la Guerra Fría

(1950-1966) "Raíces históricas del conflicto armado colombiano". memorias [online]. 2011, n.15, pp.

47-74 . Disponible en:

file://localhost/<http/::www.scielo.org.co:scielo.php%3Fscript=sci_arttext&pid=S1794-

88862011000200004&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1794-8886.

VARGAS, Alejo, "Una mirada analítica sobre el ELN", en Revista Controversia, Bogotá, No. 173, Julio -

Diciembre 1998.