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Cátedra de Sociología Rural - Grupo de Estudios Rurales - Ficha Nº 1
CATEDRA DE SOCIOLOGÍA RURAL
FICHA DE CÁTEDRA Nº 1
Norma Giarracca
Sociología agraria
Las teorías sociales y los modelos de interpretación del desarrollo agrario. Las
“vías” del desarrollo agrario.
Nos proponemos en este trabajo relacionar los temas claves de la Sociología agraria con
los principales cuerpos teóricos de la sociología. Los interrogantes básicos de los que
parte la Unidad I del programa general conectan al sector agrario con los modos de
expansión del capitalismo: ¿Cuál es el papel de la agricultura en el desarrollo del
capitalismo? Pregunta que nos remite a la revisión histórica de la transición de una
sociedad agraria al capitalismo industrial. Y en segundo lugar, ¿Qué “modos” o “vías”
de desarrollo capitalista pueden presentarse en el sector agrario? Pregunta que remite
básicamente a lo que en la teoría social, luego de Kaustsky, se conoce como la “cuestión
agraria”. Es decir, que existirían elementos particulares, propios de la organización
social (en sentido amplio que incluye lo económico y lo político) en la agricultura que
llevan a un tratamiento específico para el sector.
Antes de avocarnos al tema de las “vías de desarrollo”, vamos a realizar una revisión
general acerca de las teorías o modelos de interpretación que se propusieron dar cuenta
de los problemas de la transición de las sociedades agrarias al capitalismo industrial.
Como sostiene Zemelman (1987) el modo de plantear el problema esta referido a la
construcción de la relación con la realidad. “La relación con la realidad debe ser
construida. Y esta es una tarea normativa, pero no convencional. Ver la realidad como
problema exige desarrollarse como forma crítica: es decir, como capacidad reactiva ante
sus propias condiciones” (Pág. 83). Con este enunciado epistemológico queremos
advertir que no existe una sola mirada teórica sobre la realidad social. Cada uno de los
autores que “problematizaron” sobre la cuestión de la transición dejaron una
interpretación derivada de sus propias “construcciones”. Así, vemos que pensadores
sociales contemporáneos como Tonnies y Kautsky a fines del XIX o Sorokin y
Zimmeman por un lado y Lenin y Chayanov dejaron distintas “problematizaciones” de
la misma situación.
1. Tipología de las sociedades agrarias de Max Weber.
Cuando en su “Historia económica general” Max Weber formula dos tipos de
organizaciones feudales que tendrán consecuencias diferenciales en el desarrollo del
capitalismo europeo, su preocupación se centra en “…como se hallan distribuidas,
especializadas y combinadas las prestaciones económicas en una determinada época,
tanto en el aspecto técnico como en el económico, y finalmente en relación con la
ordenación de la propiedad y en combinación con ella” (Weber, M. 1956: 16).
Weber ubica dos sistemas señoriales en el oeste y en el este de Alemania, que luego
fueron generalizados, por otros autores, para toda Europa, e incluso Kay (1980) los
utiliza para comparar el señorío europeo con la hacienda latinoamericana.
El primero Grundherrschaft (territorial rentista según algunas traducciones) el señor
feudal casi nunca se encargaba del cultivo de la tierra, sino que daba tierra a los
campesinos, quienes le pagaban una renta en especie o en dinero. El segundo era el
Gutsherrschaft (hacienda señorial) la economía del “señor” (demesne feudal) constituía
el centro de la organización y se recurría al trabajo servil con predominio de renta en el
trabajo.
“En el Oeste y en el Sur predominaba el sistema de parcelas dispersas;
en el Este existían las grandes haciendas compactas de los nobles. Sin
embargo, en el sur y en el oeste, incluso en los casos en que los nobles
lograron la unificación de sus propiedades, no surgieron grandes
haciendas, porque en ellas, el poder territorial, las facultades
dominicales sobre los siervos y la jurisdicción señorial estaban separadas
y el campesino podía enfrentarlas unas a otras, mientras en el Este
constituían un homogéneo sistema feudal” (…) “la preocupación por el
mercado es un problema central que juega un papel decisivo en este
contraste entre el Este y el Oeste. La hacienda surge allí donde el
mercado local no puede absorber toda la producción de trigo,
debiéndosela exportar a mercados distantes. (…) En cambio el
campesino del Sur y el Oeste tenía cerca una ciudad a la que podía
enviar su producción. De ahí que el señor territorial pudiera explotarle
como fuente de rentas, cuando en el Este solo podía hacerlo como
instrumento de trabajo, con la disminución de las ciudades en el mapa
aumenta la de las explotaciones hacendarias (…) Hay quien afirma que
este desarrollo se debió a la guerra de los campesinos del Oeste y Sur de
Alemania que si bien terminó con la derrota de los campesinos, obro a
modo de “huelga general perdida”, constituyendo una verdadera
maldición para los señores territoriales” (Weber, 1956: 90)
El sistema de Grundherrchaft predominó en los países al oeste del Elba, mientras que al
oriente de este río predominaba el Gutsherrschaft, en el centro de Europa coexistían
ambos tipos señoriales, esa coexistencia fue transitoria ya que con el correr del tiempo
se impondría uno u otro tipo señorial. El predominio de estos sistemas señoriales
agrarios permite comprender distintos modos de desarrollo no solo de la agricultura sino
también de la estructura económica social y política de cada región.
Plantea Kay (1980) que en las regiones del Grundherrchaft se desarrolló una economía
campesina a pesar de que la mayor parte del superávit caía en manos de los
terratenientes en forma de renta en especie o en dinero. Sin embargo los campesinos
controlaban la tecnología agrícola, la fuerza de trabajo y parcialmente los medios de
producción y fueron adquiriendo cierta experiencia de mercado. Cuando se abolió la
servidumbre en esas regiones hubo mayores posibilidades de organizaciones de
pequeñas empresas que se fueron articulando con el capitalismo naciente.
En Inglaterra a partir del siglo XI coexistieron las dos organizaciones, finalmente los
terratenientes terminarían coexistiendo con una nueva clase que surgiría en esos siglos:
los arrendatarios capitalistas. Algunos autores señalan que en aquellas regiones con
predominio del Grundherrchaft (Francia y suroeste de Alemania) la agricultura recaerá
en manos de sectores campesinos, en tanto la gran propiedad capitalista predominara
allí donde la hacienda de tipo gutsherrschaft impuso la modalidad terrateniente
(Alemania oriental, y en alguna medida Inglaterra).
Las “Vías de desarrollo” agrario capitalista.
El modelo de las vías, usadas por Lenin (1981), como tal, en el programa agrario de la
socialdemocracia en la primera revolución rusa de 1905, permite un marco comparativo
del desarrollo del capitalismo.
Si bien las tres vías surgen de la conceptualizacion de tres procesos históricos concretos,
los modelos comparativos surgen a partir de una determinada perspectiva analítica sobre
ellos. Y esto es posible porque los tres procesos históricos comprometidos –El inglés, el
alemán y el norteamericano- fueron analizados a partir de las mismas categorías
conceptuales derivados de la teoría marxista.
En efecto, cuando analicemos los textos que dan cuenta de esos procesos: el capítulo de
la acumulación originaria del primer tomo del Capital de Marx (1980); los primeros
capítulos de “la cuestión agraria” de Kart Kautsky (2002) y el desarrollo del capitalismo
agrario de EEUU de Lenin, podemos comprobar que en todos ellos existen referencias
obligadas a la teoría social que atribuyen a los términos de análisis contenidos históricos
específicos. Básicamente tratan de dar cuenta de las formas históricas de acceso a los
medios de producción y sus resultados en el nivel de las relaciones de producción, en el
de las relaciones de propiedad y en el de la estructuración de las clases.
En otras palabras, dentro de la teoría social marxista las formas de acceso al suelo y a
otros medios de producción constituyen la piedra angular de la explicación histórica de
los sistemas agrarios, puesto que son la base de las relaciones de producción en la
agricultura, de la estructura de clase y de la modalidad de articulación con el resto de la
sociedad.
Precisamente a partir de que estos tres autores compartieron una misma mirada teórica,
es posible plantearse las “vías” como modelos comparativos. Sin embargo, alertemos de
entrada que no se trata de simplificaciones comunes a ciertas construcciones de “tipos
sociales” o “tipos históricos”, sino que tal como lo plantean ciertos autores pueden
constituir una herramienta eficaz en los análisis de los desarrollos agrarios, sobre todo
en el plano comparativo.
Como dijimos anteriormente, los análisis históricos específicos se verán en el transcurso
del curso, veamos aquí la utilización de los modelos.
Alfredo Pucciarelli sostiene que el enfoque de las “vías” ha sido utilizado para aceptar
la enorme complejidad de las relaciones que se establecen en el régimen de tenencia de
la tierra, las modalidades de la inversión de capital, la naturaleza del desarrollo
tecnológico, la difusión de nuevas relaciones sociales y la emergencia, como síntesis de
lo anterior, de nuevos sujetos sociales portadores de nuevas estrategias de producción.
En el llamado modelo “clásico” o inglés, se mantiene la relación: terrateniente-
propietario de la tierra (aunque el sentido de la propiedad se modifica) y se transforma
el régimen de tenencia de la tierra. En tanto los campesinos son desalojados
violentamente de la tierra, separados de los medios de producción, los terratenientes
monopolizan la mayor cantidad de tierra agrícola.
Para Kautsky, las fuerzas externas a la agricultura producen la ruptura de las
condiciones iniciales de la producción doméstica, el capital se produce básicamente en
los nuevos sectores urbanos, en las ciudades que pasaron a ser pivotes de la transición.
La fuerza del mercado quebró de muerte la unidad agrícola-artesanal. Pero, como Marx
analiza en el capítulo XXIV de El Capital, la muerte de este sistema, la ruptura de las
relaciones serviles fueron la precondición para que el nuevo modo de producción se
desarrollara (véase el énfasis que pone Marx en ese punto).
La separación del productor directo de la tierra se produce en forma violenta, la mayor
parte de ellos pasan a engrosar las filas del nuevo proletariado o del vagabundaje rural o
urbano.
El terrateniente seguía ligado a la tierra y recibía una renta, la producción recaía en el
capitalista -de origen rural o urbano- que contrataba trabajo asalariado. La relación
salarial llevaba a un proceso de acumulación donde la plusvalía extraída a los jornaleros
era repartida entre los otros dos actores: arrendatario y terrateniente.
Sostiene Hobsbawn: (…) “para 1750 ya era posible distinguir la estructura característica
de la gran propiedad inglesa: unos cuantos miles de propietarios que alquilaban sus
tierras a unas docenas de miles de arrendatarios, quienes, a su vez, las operaban con el
trabajo de unos cientos de miles de trabajadores agrícolas, sirvientes o parvifundistas
que se hacían contratar gran parte del tiempo” (1969:29)
A comienzos del siglo XIX la proletarización estaba completada y la claridad de este
modelo no se volvía a repetir en ninguna otra región del continente.
Sostiene Pucciarelli con relación al modelo inglés,
De este modo, las posiciones de clase se definen con relativa pureza, debido a que
este tipo de desarrollo evita por su misma naturaleza homogeneizadora, la
posibilidad de nuevas combinaciones. El terrateniente recibe solo renta, y se halla
subordinado a la dinámica del capital. El capitalista se identifica con el
arrendatario, invierte fundamentalmente en la esfera de la producción, extrae
plusvalía y retiene su cuota de ganancia media. El productor directo ya no existe,
ha sido eliminado para dejar lugar al obrero asalariado. La tendencia de desarrollo
de esta estructura marca, a su vez, un progresivo predominio del sector arrendatario
capitalista, el cual por medio de la acumulación y constante reinversión va
disminuyendo paulatinamente el peso relativo de la renta de la tierra y con él, el
peso social de los propietarios terratenientes. Se constituye en esa dirección como
sector hegemónico, y a la vez autogenera la cúspide de un nuevo sistema de clases
en le cual no habrá lugar para sectores especulativos. Además de los asalariados
persistirán los antiguos propietarios de la tierra, siempre y cuando el peso de la
renta que se apropian no se ponga trabas fundamentales al desarrollo progresivo de
la inversión capitalista (Pág. 33)
Lo que marca éste como otros autores, Murmis por ejemplo, son los conflictos
potenciales que aparecen en el modelo: capitalista-terrateniente; capitalistas no-agrarios-
terrateniente y arrendatarios; y podríamos agregar capitalistas-asalariados. Pucciarelli
supone que los viejos terratenientes persistirán mientras no obstaculicen –mediante la
demanda de la renta- el desarrollo de las fuerzas productivas. Murmis supone que el
terrateniente ha sido desplazado y que la industria se ha convertido en el centro de
acumulación y por lo tanto se ha dado un proceso de subordinación de la agricultura a la
industria.
En trabajos recientes, Perry Anderson cuestiona las hipótesis del desplazamiento de los
Land-lords ingleses y trata de demostrar como su influencia económica, política e
ideológica ha perdurado en Inglaterra. La ausencia en la producción directa, más que un
obstáculo fue una ventaja para influir en la vida política inglesa, tenían tiempo para
dedicarle al parlamento, sostiene Anderson.
La vía Junker o prusiana, históricamente hace referencia al proceso alemán descripto
por Kautsky, pero en el plano teórico hace referencia a una forma particular de
penetración del capitalismo. En ella, las grandes haciendas devienen en grandes
explotaciones capitalistas y, a diferencia de la vía clásica, tierra y capital recaen en el
mismo sujeto social: el terrateniente. Supone la destrucción de la economía campesina y
la separación del productor directo de sus medios de producción. En otras palabras, el
segundo sujeto es el asalariado que es contratado y explotado directamente por el
terrateniente. El tercer sujeto –arrendatario-presente en la vía clásica, no hace falta en
este modelo porque el terrateniente asume las funciones de capitalista, es un
terrateniente capitalista. Es decir, está involucrado directamente en la producción y
reproducción de la explotación. Kautsky, en “la cuestión agraria” explica las ventajas y
desventajas de este tipo de explotación, pero aclaramos de entrada el carácter capitalista
que el modelo supone. Es decir, no debemos confundir al terrateniente capitalista con el
propietario latifundario.
En este caso, el terrateniente obtendrá una ganancia media, como capitalista, pero no
renunciara a la renta que le sería otorgada aun si él no participara directamente en la
producción. Ganancia y renta quedan en una sola mano. Esto lleva a algunos autores a
plantear que la explotación extensiva no soluciona el problema del atraso del desarrollo
de las fuerzas productivas en el sector agrario. Es decir, si el sujeto es capaz de obtener
una ganancia y una sobreganancia –la renta- y esta situación se relaciona con el poder
emanado de la propiedad de la tierra, no le hará falta aumentar su productividad
mediante la aplicación de los adelantos científicos en el agro. Pero como vimos en
Kautsky, el terrateniente alemán no parece un ejemplo claro de este atraso, y sería
importante para comprender esta variedad de situaciones, preguntarnos acerca de las
relaciones con otros sectores capitalistas no-agrarios, y sobre la función del Estado. Es
decir que las decisiones de inversión tienen que ver no solo con las particularidades del
proceso de producción agraria –tierra mediante- sino con el patrón de acumulación
establecido en el nivel nacional.
Se plantea también que el modelo clásico permitió el surgimiento de una organización
política e ideológica fuertemente democrática (Barrington Moore, 2002) en tanto el
modelo Junker favoreció el surgimiento del “nazismo”, ya que este sector social fue uno
de los principales apoyos de Hitler. No hubo una ruptura clara con las formas de
dominación anterior, lo que daría pie a cierta continuidad de formas no-democráticas,
autoritarias del poder.
Sostenía Lukacs
Resulta visible que el cambio prusiano tiene peculiaridades que van más allá de lo
referente al papel terrateniente. Se trata de un modelo de desarrollo histórico. Al
decir esto no nos referimos a peculiaridades exclusivamente prusianas sino a una
específica forma de vincularse la transformación de la explotación terrateniente con
los alineamientos de clase en el agro y con las transformaciones en el resto de la
sociedad, tanto en su base como en su superestructura. Y esos elementos del
modelo, vistos desde la perspectiva de la democracia burguesa, resultan
limitaciones al desarrollo de ésta (Citado en Murmis, Pág. 16)
El modelo en sus orígenes fue acompañado por una peculiar forma de desarrollo
económico social, con una poderosa industria pesada, con una temprana concentración
de capital y un estado poderoso. Puede sostenerse que este modelo no se ha repetido tal
cual en ninguna otra experiencia histórica; sin embargo algunos elementos del modelo
se han dado en una u otra situación nacional. Y también se han repetido acompañadas
de formas no-democráticas de representación política. Por último, recordemos que la
Alemania de pos-guerra poco tuvo que ver con este modelo inicial.
Por último, encontramos una tercera “vía” llamada “farmer” donde el propietario de la
tierra y del capital, y trabajador recaen en un mismo sujeto. Nosotros incluimos en este
modelo tanto el desarrollo norteamericano, como los desarrollos campesinos europeos
(Francia, Suiza).
En aquellas regiones europeas en que había predominado el sistema “Grundherrchaft”
las burguesías pudieron terminar (drásticamente en el caso francés) con el poder
terrateniente y hubo un traspaso de la propiedad a los campesinos parcelarios. De este
modo se desarrollaba un tipo de producción familiar, donde existiría un débil proceso de
asalarización en el sector agrario. El campesino y su familia asumen las tareas de la
producción. Frente a la imagen del poderoso Junker alemán, vemos a un atomizado
sector, individualista, poco propenso a las empresas conjuntas, y bastante dependiente
del Estado por el tipo de demanda desarrollada. Atado a la tierra y conservador,
recibiría poca atención de los estudios sociales en tanto representaría más un estorbo
que una contribución al estudio clásico de las estructuras de clases.
En efecto, si todo marchaba como el modelo indicaba, sostenían algunos marxistas, los
farmers y campesinos debían desaparecer y concentrarse la propiedad como en otros
sectores de la economía. Solo después de la posguerra, cuando estos sectores se
fortalecían con sus cooperativas y nada indicaba su desaparición como sector social,
desde el marxismo se cambio de pregunta: ¿Por que persistieron las unidades familiares
en el capitalismo europeo? Hubo una extensa bibliografía interrogándose de este modo
(Sirvolin, Vergoupolous, etc.)
Los otros ejemplos históricos que incluimos en el tipo “farmer”, contienen un elemento
común: no existían ni terratenientes ni campesinos, se trataba de nuevos espacios,
espacios vacíos (ya despojados de sus antiguos propietarios, poblaciones indígenas a las
que se exterminaba y no integraba); mediante la institución de la “colonización” se iba
dando el proceso de apropiación: Canadá, Australia, EEUU. Lenin analiza con una
rigurosidad metodológica mediante el Censo de comienzos de siglo, digna de tener en
cuenta, el proceso norteamericano. En él, como en los ejemplos europeos predomina la
producción intensiva en capital sin la utilización de trabajo asalariado. Hay acumulación
de capital, el excedente se transforma en capital fijo, en innovaciones tecnológicas y
aparece un adecuado desarrollo de las fuerzas productivas. El Estado interviene y regula
el desarrollo del sector mediante políticas de precios, de subsidios, de comercialización.
Es muy común entre estudiosos de la cuestión agraria, asociar la “farmerización” con
mayores posibilidades de un proceso de democracia política. Es decir, estos sectores de
medianos productores capitalistas necesitarían –dentro de este razonamiento- de un
Estado democrático que proteja sus intereses.
Algunos autores sostienen que este sector de colonos o farmers, al no estar en
condiciones políticas de reclamar renta serían funcionales al capitalismo en su conjunto.
Mantendrían bajos los precios de los alimentos y por ende la de la fuerza de trabajo. Es
decir que en el ingreso del colono estaría excluida la renta y en algunos momentos de
precios bajos hasta se podría reducir su ganancia capitalista.
A modo de síntesis.
Aislados de los contextos históricos en que se dieron, se trata de tomar algunos de los
elementos que posibiliten las comparaciones y algunas hipótesis explicativas sobre los
proceso particulares en que el capitalismo organizó la producción agraria y las
estructuras de clase resultante.
Tomamos algunos elementos que permiten la comparación:
1. Relaciones de propiedad; 2. Organización del proceso de trabajo y relaciones sociales
de la producción; 3. Formas de apropiación del excedente (tal vez el menos desarrollado
en esta exposición); 4. Sujetos sociales emergentes; 5. Relaciones con los otros sectores
capitalistas; 6. Relaciones con el Estado; 7. Tipo de representaciones políticas que
favorecen; etcétera.
En un ejercicio podríamos plantearnos varios de estos puntos de comparación y revisar
la bibliografía histórica. Pero además podemos plantearnos otra cuestión: ¿Se repitieron
estos caminos? ¿Puede sostenerse que el desarrollo latinoamericano o el argentino
adoptaron algunas de estas vías, por ejemplo?
Estos modelos surgieron en el contexto de un proceso donde industrialización y
revolución agrícola tendieron a ser complementarias. La industrialización generaba
empleo a gran escala en las empresas manufactureras que, en sus inicios, tendían a estar
basadas en el trabajo intensivo. Se tendía a crear un mercado interno y una priorización
en la producción de bienes-salarios, así, en la medida en que los salarios iban en
aumento permitía a los obreros una capacidad creciente de comprar lo que producían.
Este modelo articulado sectorialmente entre la esfera de la producción y la circulación,
(o también llamado “fordista”) tanto en la industria como en la agricultura promovió un
proceso de acumulación que tendía a ser autosuficiente (Hobsbawn: 1969)
Se quiere señalar con esto, que para la construcción y utilización de los modelos o
“vías” de desarrollo es necesario contextualizarlos históricamente y marcar la enorme
diferencia que se han dado entre los desarrollos europeos o los de los nuevos países
industrializados, y los de América Latina. Sin embargo, con las reservas marcadas, se
pueden realizar comparaciones entre los procesos a los que se hizo referencia y los de la
América Latina y el del argentino en particular. Esto es lo que haremos en la próxima
clase.
Bibliografía
- Barrington Moore, Jr. 2002 Los Orígenes Sociales de la Dictadura y de la
Democracia (Barcelona: Península).
- Kautsky, Karl 2002 La cuestión agraria (México DF: Siglo XXI Editores).
- Kay, Cristóbal 1980 El sistema señorial europeo y la hacienda latinoamericana
(México DF: Era).
- Hobsbawm, Eric 1969 Industry and empire. (Harmondsworth: Penguin).
- Lenin, Vladimir Ilich 1981 “El programa agrario de la socialdemocracia rusa” en
Obras Completas (Moscú: Progreso), Tomo 6.
- Marx, Karl 1980 El Capital. Crítica de la economía política. (Madrid: Siglo XXI)
Cap. XXIV.
- Weber, Max 1956 Historia económica general (México DF: Fondo de Cultura
Económica)
- Zemelman, Hugo 1987 "Razones para un debate epistemológico" en Método y teoría
del conocimiento. Un debate. Revista Mexicana de Sociología. Año XLIX/Vol.
XLIX/Núm.1. Enero-Marzo.