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1 EPAVs EQUIPOS MARISTAS DE PASTORAL VOCACIONAL FORMACIÓN DE LOS EPAVs PROVINCIA MARISTA DE AMÉRICA CENTRAL COMISIÓN PROVINCIAL DE PASTORAL JUVENIL Y VOCACIONAL

FORMACIÓN DE LOS EPAVs - maristasac.org · Etapas de la pastoral vocacional 24 La catequesis y otras experiencias de acompañamiento grupal 25 ... referencias al Documento Introductorio

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EPAVs EQUIPOS MARISTAS DE PASTORAL VOCACIONAL

FORMACIÓN DE LOS EPAVs

PROVINCIA MARISTA DE AMÉRICA CENTRAL COMISIÓN PROVINCIAL DE PASTORAL JUVENIL Y VOCACIONAL

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INDICE Presentación 3

La necesidad del equipo 4

¿Qué es y qué hace el equipo de pastoral vocacional (EPAV) 7

El equipo sí, per... ¿dónde? 10

Formando el equipo 12

Hacia un itinerario formativo básico 16

Sugerencia de temas para iniciar 16

La historia de mi vocación 10

El concepto cristiano de vocación 20

Cultura y vocación 22

Los niveles de la vocación y sus valores 23

Etapas de la pastoral vocacional 24

La catequesis y otras experiencias de acompañamiento grupal 25

Vocaciones específicas y formas de vida 26

Acompañamiento y entrevista personal 27

Espiritualidad del animador vocacional 28

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PRESENTACIÓN La Comisión provincial de Pastoral Juvenil y Vocacional presenta a todos nuestras comunidades y agentes de pastoral esta adaptación de la obra El equipo de pastoral vocacional: Itinerario formativo para los miembros del Equipo de pastoral vocacional1 acogiendo sus interesantes intuiciones sobre la conformación y formación de estos equipos. Se ha hecho el esfuerzo por ajustarnos a nuestro contexto y a ser fieles a las líneas maestras del modelo de pastoral que impulsamos (desde comunidades cristianas de referencia y privilegiando las experiencias de comunidad y servicio). Las páginas surgen de un convencimiento asumido teóricamente pero difícil de llevar a la práctica: el trabajo en equipo es una condición de la eficiencia de la pastoral vocacional. El mensaje de la vocación es amplio, multiforme, de muchos y variados matices. Requiere testigos audaces y decididos que, en equipo, sepan transmitir la buena noticia de la vocación en un mundo que se hace el sordo al llamado de Dios. Nuestro deseo es que este sencillo material contribuya a fomentar el espíritu del trabajo en equipo en nuestros organismos y estructuras de pastoral vocacional; un espíritu que no responde a la urgencia del momento, sino a una verdadera necesidad carismática de, en un plano de unidad e igualdad, mostrar al mundo la sinfonía vocacional, la profunda complementariedad de las vocaciones, de la Iglesia.

1 Sacerdotes operarios diocesanos. México, 2008.

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I. LA NECESIDAD DEL EQUIPO En los últimos años se ha ido imponiendo (o por lo menos se ha trabajado para ello) en nuestras comunidades la convicción de que toda tarea pastoral ha de ser pensada y ejecutada en su totalidad por un grupo de personas que, aunando esfuerzos y preparación, hiciesen de la misma tarea un terreno más fecundo y provechoso. Hoy nadie osa poner en tela de juicio la preeminencia en términos de eficacia de la labor compartida sobre aquella que se desempeña a título individual. Probablemente hemos ido tomando conciencia de la necesidad de crear equipos que, coordinados, implementen las distintas tareas pastorales en diversos ámbitos a raíz de experiencias tanto exitosas como negativas. Sin embargo, existen unos imperativos positivos que urgen a la formación de estos equipos: Imperativo bíblico: Jesús no actúa sólo. Tan pronto comienza su actividad apostólica, se las ingenia para convocar a un grupo de seguidores más cercanos "para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar" (Me 3, 13-19 y paralelos). Aunque en los relatos evangélicos aparezcan personalidades destacadas como la de Pedro, la mayoría de las veces los discípulos aparecen, escuchan, aprenden, cometen errores...como grupo. Si Jesús no hubiese dispuesto este grupo, con su muerte habría acabado todo. Nadie hubiese sido testigo de la resurrección y nadie hubiese dado comienzo a la Iglesia. Imperativo magisterial: Muchos teólogos opinan que la categoría principal bajo la que han de entenderse las enseñanzas magisteriales del Concilio Vaticano II es la de comunión. La Iglesia es el espacio donde esta comunión entre los creyentes se lleva a cabo. Tal con-cepción de la Iglesia como espacio de comunión exige una respuesta en el nivel de las acciones que ésta realiza. La comunión eclesial necesita objetivaciones concretas para hacerse visible, también en el nivel de las estructuras. Ya no es posible, por tanto, acciones puntuales, personales, incluso contradictorias que desfiguren la comunión. Se precisan, pues, estructuras grupales que sean testimonio vivo de esta comunión a la que hemos sido llamados. Imperativo jurídico: El Código de Derecho Canónico, siguiendo estas disposiciones magisteriales, urge e impele a la creación de consejos pastorales en las distintas plataformas pastorales (diócesis, seminario, parroquia). Cf. cánones 492, 495, 511, 537. Trabajar en equipo conlleva dificultades y esfuerzo, es verdad, pero estamos llamados a asumir el riesgo de dejarnos empapar por la experiencia y la sabiduría de los demás, el

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riesgo de sentirnos interpelados en nuestro obrar, el riesgo de construir juntos, de incorporar la diversidad. No es una cuestión de eficiencia lo que ha de movernos a trabajar en equipo, sino una cuestión de "necesidad" carismática. Es como un instinto, una inclinación, una necesidad de mostrarse unidos. Conciencia y convicción de que sólo así es posible manifestar la comunión a la que hemos sido convocados. Afinemos un poco más. Lo que a nosotros nos interesa en este momento son los equipos de pastoral vocacional (EPAVs). Si bien es verdad que los imperativos señalados sobran para justificar el establecimiento de equipos de pastoral, en el caso de los EPVAs existe además otro factor que exige que la labor de la animación vocacional sea llevada a cabo en equipo; a saber, el mismo concepto de la vocación y la complementariedad de las vocaciones específicas. Con frecuencia, al escuchar el término vocación surgen resistencias derivadas de una acepción muy extendida pero equivocada. Se entiende por vocación el llamado que Dios hace a algunas personas para dedicarse mediante una consagración especial al servicio del Reino. Así, se dice en el lenguaje ordinario que los sacerdotes o los religiosos "tienen vocación". No se contempla la vocación al laicado como un llamado, tan especial y concreto como los otros, al servicio del Reino. Por supuesto, en este contexto resulta aún más extraño el hablar de las formas de vida (matrimonio, soltería, viudez...) desde una perspectiva vocacional. Se trata de un problema de comunicación, pues, de hecho, la vocación no es un don que Dios concede a unos pocos privilegiados, sino un proyecto ideal que Dios ha soñado para cada uno de nosotros, con nuestros nombres y apellidos. Dios nos ha hecho primeramente un llamado a la vida. La primera gran decisión que es el vivir no ha sido tomada por nosotros, sino que nos ha venido dada. Después nos ha llamado a la fe. Es lo que habitualmente se conoce como vocación cristiana. Sólo en un tercer momento nos es revelada la vocación personal que se mani-fiesta en un nuevo modo de ser y estar en la Iglesia. Es lo que conocemos como vocaciones específicas. Todos tenemos una vocación, un proyecto por descubrir y realizar, especialmente los jóvenes, al margen de que se declaren católicos o no. Para unos, tal camino se concreta en el sacerdocio, para otros en la vida consagrada y para otros en el laicado. A un nivel humano, quizá tal camino se concreta en el ejercicio de una profesión o la creación de una familia. Ningún camino supera en perfección, dignidad o importancia a los otros: todos son igualmente importantes y necesarios. Por eso hablamos de la complementariedad de las vocaciones y de la importancia de que los laicos asuman su responsabilidad en la pastoral vocacional. Hemos de preguntarnos, pues, por qué hemos fallado al transmitir algo tan esencial y aparentemente tan claro. ¿No tendrá algo que ver el hecho de que hayan sido durante mucho tiempo únicamente los sacerdotes y consagrados los encargados de la pastoral vocacional? La ausencia de los laicos en esta ardua y delicada tarea ha contribuido, sin duda, a prolongar la impresión de que la vocación es sólo asunto de unos pocos. Existen, además, otros factores que explican esta concepción errónea de la vocación. En el pasado

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ha habido una comprensión de la pastoral vocacional como estrategia para reclutar candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada. Hoy, al menos en teoría, se entiende que la pastoral vocacional consiste en otra cosa. Pero eso lo veremos más adelante. Hemos de concluir, por tanto, que el establecimiento de equipos de PV es necesario no solamente por motivos formales (imperativos bíblico, magisterial y jurídico) sino por razones de contenido, pues una pastoral que se quiera calificar de vocacional ha de presentar en igualdad de condiciones todas las vocaciones específicas posibles y, sobre todo, de llegar a todos. Y puesto que la vocación no consiste en un conocimiento de tipo intelectual, sino que sólo se vislumbra cuando se objetiva en seres de carne y hueso, se hace urgente que estos equipos estén conformados por personas que se identifiquen plenamente con las distintas opciones vocacionales. El primer trabajo del equipo será conseguir la identidad vocacional de sus miembros. Porque la fe y la vocación se transmiten más desde la vida que desde la técnica; más como testimonio que como estrategia. En esta identidad se crece progresivamente, a la vez que consciente y naturalmente se proyecta vocacionalmente en su entorno. Para ir tras este objetivo, nos sentimos llamados a la correcta comprensión, profundización y, mejor aún, participación, en el proceso implementador del nuevo modelo de pastoral provincial, que considera a la misma vez sujetos y objetos de crecimiento y compromiso vocacional, tanto a la comunidad de referencia (y en ella los EPAVs) como a las personas-destinatarios de la acción pastoral. (Es fundamental, para quienes coordinan este esfuerzo, haber conseguido este objetivo y hacer las oportunas referencias al Documento Introductorio del nuevo modelo de Pastoral y a la Guía formativo-implementadora. Ambos disponibles en www.maristasac.org.)

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II. ¿QUÉ ES Y QUÉ HACE EL EQUIPO DE PASTORAL VOCACIONAL (EPAV)? Una vez situados los fundamentos para el establecimiento del equipo de pastoral vocacional trataremos de definir en qué consiste precisamente tal equipo: ■ Es un equipo, es decir, un grupo organizado, con una estructura2 orientada a un fin concreto. Es preciso, pues, definir con nitidez en qué consiste ese fin, perfilar las funciones de los individuos que conforman tal equipo en orden a la consecución de dicho fin. Un equipo de fútbol, por ejemplo, tiene un objetivo claro y definido: marcar goles en la portería contraria. A su vez, posee una organización que es medio imprescindible para la consecución del mismo.

■ De pastoral. La pastoral es la acción de la comunidad eclesial animada por el Espíritu, para, según la praxis de Jesucristo, acoger y adelantar el Reino, en las circunstancias concretas de las personas. Tiene un momento de análisis de la realidad, un momento de proyección de futuro (lo que se quiere conseguir) y un momento de definir imperativos de acción (los medios que ponemos para alcanzar el objetivo propuesto). Es decir, un equipo de pastoral planifica3, no improvisa ni realiza acciones descoordinadas. Un equipo de pastoral, por tanto, no se limita a "organizar" eventos si no responden a un programa previo.

Vocacional. Este adjetivo da nombre al fin y los objetivos que se propone el equipo de pastoral. No es lo mismo un equipo de pastoral penitenciaria o un equipo de pastoral de la salud que un equipo de pastoral vocacional. Esto significa, frente a la creencia extendida, que el equipo de pastoral vocacional no se identifica totalmente con el equipo de pastoral juvenil. Esta afirmación requiere una explicación aparte, pues con frecuencia es fuente de malentendidos.

La pastoral vocacional tiene en los jóvenes a sus principales destinatarios, pero no los únicos4. En efecto, es durante la etapa de juventud cuando la persona ha de hacer una

2 Construimos desde la estructura del Equipo de Pastoral local, particularmente. Y nos sostiene teóricamente

el Modelo por el que hemos optado, desde comunidades cristianas de referencia. 3 Esta planificación se está realizando desde el proceso implementador del nuevo modelo de pastoral. Sus

fichas de planificación suponen todos los pasos aquí mencionados. 4 Esto es totalmente coherente con la definición que hemos dado de pastoral. Las circunstancias concretas

de las personas ponen “apellido” a la pastoral. La pastoral juvenil trabaja con “jóvenes”. La pastoral

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opción vocacional específica. Pero la vocación no es sólo cuestión de una decisión que se toma en un momento de la vida. Toda toma de decisión requiere una preparación previa que incluye el conocimiento de las diversas opciones y la valoración de las mismas. Una vez tomada, además, es preciso asumirla progresivamente y ser consecuente con la misma. Por ejemplo, cuando un joven elige estudiar medicina, lo hace tras sopesar otras posibilidades (podía haber elegido estudiar magisterio o una ingeniería). Una vez tomada la decisión y habiendo comenzado sus estudios, tendrá que afrontar las dificultades, esforzarse por superar las materias más difíciles. Cuando se licencie, deberá continuar estudiando a lo largo de la vida si quiere ser competente en su profesión y no quedarse anquilosado en viejas técnicas medicinales. Lo mismo ocurre con la vocación: primero habrá que adquirir un conocimiento de las distintas vocaciones, después habrá que optar por una de ellas, y luego habrá que profundizar en ella, asumirla, y crecer en la opción hecha.

Esta consideración amplía sin duda el campo de acción de la pastoral vocacional. Quizá

pensábamos que sólo tendríamos que vérnoslas con adolescentes y jóvenes, pero de pronto descubrimos que también los niños y los adultos han de ser destinatarios de nuestras acciones. En otras palabras, la pastoral vocacional no se identifica con la promo-ción vocacional, sino que la incluye como una de sus etapas. También existe una pastoral vocacional de la preparación (etapa previa), una pastoral vocacional del cuidado (formación básica) y una pastoral vocacional del sostenimiento de la vocación (formación permanente). Podemos hablar entonces, resumiendo, de…

“Preparación vocacional” – acogida de las actitudes vocacionales

“Promoción vocacional” – propuesta y discernimiento

“Cuidado vocacional” – formación básica

“Sostenimiento vocacional” – formación permanente

Cualquier ámbito donde se lleve a cabo la pastoral vocacional (parroquia, colegio, casa de formación, etc.) ha de tener presente la natural correspondencia de la promoción vocacional con la etapa previa y las posteriores. El equipo vocacional ha de hacerse consciente de este radio de acción y tenerlo en cuenta en su planificación.

Todo grupo humano se plantea al constituirse unos objetivos, aunque éstos no estén

explícitamente formulados. El equipo de pastoral vocacional, en cuanto grupo de personas, también tiene unos objetivos hacia los cuales han de estar orientados todo su ser y su hacer. Es importante que estos objetivos estén clara y explícitamente definidos y asumidos por los miembros del equipo. De este modo, siempre habrá unos criterios claros para discernir el tipo de acción que se quiere realizar. En otras palabras, el hacer del equipo tiene una clara relación con los objetivos que se marca.

vocacional está al servicio del Reino en las circunstancias de un universo de destinatarios mucho mayor, cuando es bien entendida (obviamente, teniendo a los jóvenes por primeros destinatarios).

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Desde nuestro modelo de pastoral que privilegia experiencias significativas de comunidad y de servicio, creemos en la necesidad de un EPV que es memoria y motor dentro de la comunidad cristiana local (escolar), de su misión de:

Sembrar la semilla de la vocación generosamente, y acoger a quienes se acercan a compartir lo que la comunidad es y vive.

Luego, hacer camino con el destinatario (acompañar), y dar espacio para quienes se sienten conmovidos a implicarse progresivamente en los proyectos de la misma comunidad.

Y, llegado el momento, colaborar en su discernimiento (del destinatario), que se orienta al compromiso desde su propia identidad y vocación.

Cuando consideremos los itinerarios formativos, entraremos en el reto de formar

tanto al EPV y la comunidad de referencia para esa misión que tendrá que vérselas con cómo:

Promover una cultura vocacional.

Vocacionalizar la actividad pastoral, en sus diversos sectores (catequesis, solidaridad, familia, jóvenes, educación…).

Coordinar la acción pastoral vocacional con otras plataformas pastorales.

Relacionarse con las estructuras eclesiales (centro diocesano de vocaciones).

Formar vocacionalmente a los agentes de PV.

Abrir espacios de oración vocacional.

Promover y acompañar las diversas vocaciones.

Etc…

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III. EL EQUIPO SÍ, PERO… ¿DÓNDE?

El ámbito privilegiado para implementar el equipo de pastoral vocacional es la comunidad cristiana (fundamentalmente, la parroquia, y la Diócesis –desde el centro diocesano de pastoral vocacional-), pero no son los únicos. Varios son los ámbitos pastorales donde el equipo de pastoral vocacional está llamado a implementarse. Por regla general habría que decir que, en la medida de sus posibilidades, toda plataforma pastoral debería contar en su estructura con una pastoral vocacional organizada y, consecuentemente, con un equipo que la lleva a cabo. Debido a la realidad de los destinatarios de este texto nos fijaremos particularmente en los colegios y los movimientos laicales, sin

olvidar al centro diocesano de vocaciones y la parroquia:

El Colegio. En muchos colegios regentados por religiosos y religiosas se percibe un esfuerzo considerable por transmitir el mensaje cristiano de la vocación a los alum-nos, insertando distintas iniciativas orientadas a este fin en el proceso educativo. En efecto, los colegios son ámbitos privilegiados para la pastoral vocacional al tratarse de un espacio absolutamente juvenil. Desechamos muchas oportunidades de evangelizar a los jóvenes por no plantear una pastoral vocacional sistemática y coordinada con otras instancias significativas para los jóvenes como la familia o la parroquia. El equipo de pastoral vocacional en el colegio dirige su mirada a los jóvenes, acometiendo lo que hemos llamado la pastoral vocacional de la preparación y de la promoción.

Los Movimientos laicales, especialmente los juveniles. Cada día son más abundantes los movimientos de carácter espiritual o social que implementan su acción pastoral de un modo supra-parroquial e incluso supra-diocesano. Se trata, por lo general, de movimientos que persiguen una profundización en la fe de sus miembros, fortaleciéndola a través de distintas experiencias. Ejemplos de movimientos laicales son el Camino neocatecumenal, Encuentros conyugales. Cursillos de cristiandad, Jornadas de vida cristiana ,… y en nuestro caso Remar y demás movimientos apostólicos . También en ellos resulta conveniente la implantación de un equipo de pastoral vocacional que coordine las acciones que desde esta pastoral específica se emprenden. Los movimientos promueven un tipo

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de experiencia intensa de fe que en muchas ocasiones es más vinculante que la parroquia. De hecho, muchas vocaciones a la vida consagrada y al ministerio han surgido del seno de estos movimientos. Es preciso, por tanto, organizar la acción vocacional en ellos.

Aunque en toda plataforma pastoral debiera constituirse el equipo de pastoral

vocacional, en éstas se antoja tarea urgente por motivos diversos: en el centro diocesano, por la necesidad de mostrar la igualdad y profunda complementariedad de las vocaciones específicas también en las estructuras organizativas; en la parroquia, porque en ella confluyen todas las vocaciones y formas de vida; en los colegios, por ser un ámbito fundamental de la vida de los jóvenes; en los movimientos, por la incidencia eclesial de los mismos.

Además de estos cuatro ámbitos "territoriales", por así decir, existen otros ámbitos o

espacios con los que la pastoral vocacional ha de establecer unos vínculos especiales: la pastoral juvenil y la pastoral social. En relación al equipo, este vínculo puede darse a través de la presencia en el equipo de miembros que trabajen en ambas pastorales. La razón de esta especial conexión parece evidente. Con la pastoral juvenil, porque aunque la vocación sea un asunto de toda la vida, es en la juventud donde esta cuestión aflora con mayor intensidad. Con la pastoral social, porque es en el diálogo con las necesidades del entorno donde una vocación se cualifica como auténtica.

Nuestro documento “Contágiate de Vida” hace un valioso aporte a esta reflexión,

desde la perspectiva de los sectores de pastoral de un centro educativo.

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IV. FORMANDO EL EQUIPO

Formar es una palabra polisémica que en este apartado la usamos con dos significados. En primer lugar, entendemos por formar el dar forma u origen a algo. En relación al equipo de pastoral vocacional, formar, en este sentido, se traduce por convocar. ¿Cómo convocar el equipo? ¿Qué criterios seguir para seleccionar a los miembros del equipo?

En este aspecto es preciso hacerse consciente de

la realidad de nuestras plataformas. Con frecuencia, los creyentes no tienen conciencia de su identidad vocacional y entienden que la vocación es un asunto de curas y monjas. De este modo, conciben su papel en la pastoral vocacional como una colaboración en las actividades encaminadas a promover candidatos para los seminarios y casas de formación. La mayor parte de las veces, ese es el punto de partida del equipo de pastoral vocacional.

En función de las características del equipo

(diocesano, parroquial, escolar) se han de seguir criterios a la hora de convocar. De entre muchos, hay tres que se tornan imprescindibles:

■ Que todo integrante del equipo tenga una mínima conciencia de su identidad vocacional, aunque no haya sido expresada explícitamente. Que tenga, al menos, una clara identidad cristiana. ■ Que el equipo sea un grupo vocacionalmente mixto, es decir, que esté conformado por las distintas vocaciones eclesiales (religiosas, sacerdotales, laicales) y las diversas formas de vida (casados, solteros, viudos, profesionales, etc.). ■ Que haya variedad de edades y grupos eclesiales de referencia.

Estos tres criterios se aplican a cualquier ámbito de pastoral vocacional. En un colegio, aparte de los criterios mencionados, cabe añadir otro más: la

significatividad y relevancia de los miembros del equipo para los alumnos: profesores que gozan de la simpatía de los jóvenes, personal de servicio especialmente cercano a los muchachos, padres que colaboran asiduamente en las actividades del colegio, etc. Todos

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ellos son, por lo general, personas cercanas a los alumnos: constituyen una presencia amable (más que los consagrados, incluso) que contribuye con mayor eficacia a la trans-misión del mensaje de la vocación. Por otro lado, en la mayoría de los colegios existe algo parecido a un departamento de orientación vocacional, con el fin de ayudar a los alumnos a tomar las decisiones adecuadas en torno a su futuro académico y profesional. La relación de este objeto con el de la pastoral vocacional en un colegio es más que evidente, por lo que se ha de procurar la presencia del psicólogo u orientador que esté a cargo de este departamento en el equipo de pastoral vocacional.

Una vez convocado el equipo, ¿qué hacemos con él? Sencillo: formarlo. Esta vez en el

sentido de educar, adiestrar, fomentar la asunción de las actitudes y habilidades necesarias para ser un agente de pastoral vocacional. No se trata sólo de obtener destrezas pedagógicas, sino sobre todo de adquirir una clara conciencia de la propia vocación y consolidar la vivencia de la misma mediante la formulación de un proyecto de vida vocacional. Un agente de pastoral vocacional ha de estar convencido de su propia vocación, amarla y sentirse feliz de haber sido agraciado con ella. No importa cuál sea ni las formas de vida en que tome cuerpo; lo esencial es que se tenga clara y se valore la propia vocación, de tal manera que llegue a tener firmeza para transmitir esta identidad vocacional a otros.

La formación del agente de pastoral vocacional no apunta sólo, por tanto, a la

adquisición de unos conocimientos o destrezas, sino también, y sobre todo, a delinear una experiencia de vida. Para ello, es importante cuidar y resaltar algunos aspectos:

■ Que el encuentro formativo del equipo sea ocasión de alegría y gozo por sentirse parte de la Iglesia, esto es: que la formación conlleve el tener una fuerte experiencia de Iglesia. Tener una experiencia de Iglesia supone vislumbrar la unidad, la comunión, a pesar de la pluralidad y diversidad de personas, ideas y estilos. Supone reconocer que esa unidad es obra del Espíritu, que nos convoca y reúne para el seguimiento de Jesús, siendo cada uno "hijos de nuestro padre y de nuestra madre". Supone no sólo la aceptación del otro y la tolerancia respecto al otro, sino la apertura a la posibilidad de que el otro pueda ofrecerme un punto de vista que enriquezca mi vida de fe y me ayude a mejor seguir a Jesús. Supone aceptar que Dios obra en mi vida a través de los hermanos y que, además, mi vida es para los demás, no para mí mismo.

■ Que el encuentro formativo sea un encuentro de creyentes, que se esfuerzan por vivir cada día su fe en las circunstancias particulares. Las reuniones no tienen únicamente por objeto el ponerse de acuerdo, el discutir cuestiones operativas, sino sobre todo el de compartir la vivencia de la propia vocación. Para ello, o bien se comienza la reunión reservando un espacio para la comunicación tras la oración inicial o bien dentro del mismo marco celebrativo (oración, Eucaristía) se hace partícipes a los demás de la propia vivencia de la encomienda (ministerio) a la luz de la Palabra. Esto va creando un clima grupal que no se basa en la afinidad de intereses o en la amistad solamente, sino que tiene su fundamento en la persona de Jesús y en el

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regalo de la propia vocación que impulsa a contribuir a la tarea evangelizadora de la Iglesia en el ámbito concreto de la pastoral vocacional. La comunicación es más espon-tánea, sincera y honda en la medida en que se otorga igual validez y dignidad a todas las vocaciones y formas de vida. Las distintas situaciones humanas requieren una lectura desde la fe para que podamos hablar de formas de vida. La soltería, el divorcio, la viudez, etc. son situaciones que pueden ser leídas como un fracaso desde una perspectiva meramente humana pero que pueden adquirir un sentido a la luz de la fe. Si estas situaciones son asumidas de modo positivo e integradas en la propia existencia como parte del proyecto de Dios con cada uno de nosotros, estamos respondiendo a un nuevo llamado que Dios hace en esa situación "inesperada".

■ Que el encuentro formativo sea un espacio de oración, que refiera de modo constante no sólo a las acciones emprendidas, sino también a las mismas personas al que es el Dueño de la mies. En un mundo que va a una velocidad de vértigo, donde las ocupaciones diarias devoran nuestro tiempo, los seres humanos agradecemos la habilitación de espacios para el sosiego, el encuentro con nosotros mismos y con Dios. También en las reuniones del equipo de pastoral vocacional se han de poner los medios necesarios -a través de la preparación de los tiempos de oración- para que los participantes fundamenten su vida y acción pastoral en la presencia viva y actuante de Dios que llama. Si estos elementos espirituales resultan de capital importancia para asegurar la

identidad grupal, no lo son menos aquellos otros aspectos que apuntan a la intervención activa de los miembros del equipo. Algunos de estos aspectos son los siguientes:

■ Los integrantes del equipo conocen a profundidad la dinámica vocacional del modelo de pastoral y el itinerario formativo básico que impulsamos, y colaboran en su materialización.

■ Los integrantes del equipo seleccionan o priorizan los temas de estudio a desarrollar en los encuentros formativos. Son muchos los temas relativos a la vo-cación que merecen la atención y conocimiento de un agente de pastoral vocacional. Se puede presentar un elenco de estos temas y seleccionar entre todos los que se consideran más importantes o urgentes.

■ Los integrantes del equipo intervienen como agentes -facilitadores- en los encuentros formativos y/o proponen personas que expongan determinados temas. Muchas veces, entre los miembros del equipo hay personas cualificadas para presentar un tema, por ejemplo un psicólogo que aborde la cuestión de las motivaciones vocacionales o un maestro o pedagogo que presente una metodología catequética.

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■ Los integrantes del equipo llevan a cabo lecturas previas que facilitan la asimilación de los contenidos.

■ Los integrantes del equipo elaboran materiales para las distintas actividades que se implementan. Es quizá en este ámbito donde el equipo se muestra más fructífero y a la vez incardinado en el contexto concreto de la plataforma pastoral (parroquia urbana o rural, colegio o escuela, o universidad, por ejemplo). Hay un gran espacio para la creatividad: no se trata sólo de adaptar sino de crear también nuevos materiales que se ajusten mejor a la realidad de los destinatarios concretos.

■ Los integrantes del equipo se distribuyen en distintas comisiones de trabajo que respondan a las acciones que se realizan. Algunas de estas comisiones pueden ser:

o La oración por las vocaciones. Se encarga de dinamizar la oración vocacional en la plataforma pastoral correspondiente.

o La catequesis vocacional. Tiene por objeto diseñar y ofrecer sistemáticamente catequesis vocacionales por niveles, en coordinación con otras pastorales (niños, adultos, formas de vida y sacramentos).

o Los eventos vocacionales. Organiza y prepara los eventos vocacionales extraordinarios tales como la semana vocacional, la Jornada mundial de oración por las vocaciones, retiros vocacionales, día del seminario, etc…

o Acompañamiento vocacional. Al menos dos personas preparadas para acoger y acompañar las inquietudes vocacionales de algunos miembros de la comunidad.

o La pastoral juvenil-vocacional. Se encarga de proponer catequesis vocacionales sistemáticas y grupos vocacionales en los grupos juveniles.

o Relación con instituciones vocacionales (monasterios, seminarios, familias, grupos de voluntariado, etc.).

o Participación en el centro diocesano. o Etc.

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V. HACIA UN ITINERARIO FORMATIVO BÁSICO Se trata de una selección de nueve temas que abarcan diversos aspectos relacionados con la vocación. Casi todos los temas se tratan en el Módulo 4 del Diplomado en Planificación y gestión pastoral de los Hermanos Maristas:

Fundamentos para la animación en el

compromiso afectivo y efectivo de las comunidades cristianas maristas con la pastoral vocacional,5 bien sugiriendo algunas páginas para su lectura o bien proponiendo al facilitador, junto con otra bibliografía, la consideración de algunos capítulos para la exposición de algún tema.

En las páginas siguientes presentaremos el contenido concreto que ha de abordarse en cada uno de estos temas. Lo haremos atendiendo a los siguientes elementos:

■ Contenido. Se menciona brevemente el contenido fundamental de cada tema, las ideas que al final del mismo deberían quedar claras.

■ Metodología. Se propone un guión general para el desarrollo de la sesión formativa en el que se salvaguardan tres momentos fundamentales: uno primero de sensibilización, otro de explicación y un último de aplicación.

■ Recursos y bibliografía. Se sugiere bibliografía pertinente a cada tema con el fin de que el facilitador adquiera un mayor conocimiento de la cuestión a tratar. A su vez, se proponen algunos elementos auxiliares (películas, canciones, esquemas, dinámi-cas, etc.) que ayuden al desarrollo del tema.

Los temas, con sus correspondientes objetivos, son los siguientes:

1. La historia de mi vocación: Los participantes expresan con sus palabras el sentido actual de su propia vocación.

2. El concepto auténtico de vocación: Los participantes visualizan los conceptos reductivos de la vocación y formulan la concepción cristiana de la misma.

3. Cultura y vocación: Los participantes se hacen conscientes de los

5 Elaborado sobre el Curso Básico de Pastoral Vocacional (Servicios de Animación Vocacional Sol, 2007)

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condicionantes de la cultura contemporánea para proponer el mensaje de la vocación.

4. Los niveles de la vocación y los valores vocacionales: Los participantes vislumbran distintos modos de vivir vocacionalmente y comprenden el significado de los valores vocacionales.

5. Etapas de la pastoral vocacional: Los participantes comprenden la pedagogía de la propuesta vocacional en relación con los procesos de fe.

6. La catequesis y otras experiencias de acompañamiento grupal: Los participantes aprenden una metodología catequética para implementar una catequesis vocacional y distinguen los distintos tipos de círculos vocacionales.

7. Vocaciones específicas y formas de vida: Los participantes visualizan las características que definen cada una de las vocaciones específicas y la densidad vocacional que presentan las formas de vida, así como la profunda complementariedad entre ellas.

8. Acompañamiento y entrevista vocacional: Los participantes reconocen la necesidad de ser acompañados y adquieren algunas destrezas para conducir la entrevista.

9. Espiritualidad del agente de pastoral vocacional: Los participantes asumen su papel en la pastoral vocacional de un modo alegre y decidido como algo necesario para vivir su propia vocación.

Los temas sugeridos son dispares en contenido y extensión. Se han introducido temas

de carácter antropológico (1, 3 y 9), teológico (2, 4 y 7) y pedagógico (5, 6 y 8). Las perspectivas, como se verá, no son excluyentes, sino que se interrelacionan profundamente.

Unos temas requerirán de más sesiones que otros. La cantidad de encuentros

destinados a desarrollar un tema dependerá de la naturaleza específica de la cuestión a desarrollar y de las características de los destinatarios. Así, por ejemplo, en un colegio el tema de la catequesis vocacional y los grupos vocacionales requerirá de menos sesiones si la mayoría de los miembros del equipo son maestros, esto es, si están familiarizados con cuestiones de pedagogía general. En cada uno de los temas, sin embargo, se propone un número de sesiones determinado para su desarrollo.

Por otro lado, la necesidad de síntesis nos ha llevado a omitir otros temas que pudieran

parecer importantes, como la teología bíblica de la vocación, las disposiciones magisteriales sobre la vocación, los organismos y ámbitos de la pastoral vocacional, etc. Si el coordinador lo considera conveniente, puede añadir estos otros temas o abordarlos de un modo transversal.

Conviene que individualmente los miembros del equipo vayan asistiendo a cursos de

pastoral vocacional que les ayuden por un lado a mejorar su preparación y, por otro lado,

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a tener una experiencia eclesial con otros agentes y otros ámbitos de la pastoral vocacional.

A todo aquél que, convencido de la necesidad carismática de trabajar en equipo, se ha decidido a convocar el equipo de pastoral vocacional, no nos queda sino animarle en esta delicada y hermosa tarea de formar a los agentes del futuro. Todo esfuerzo que se encamine en esta dirección no será en vano, pues contribuirá a revitalizar su comunidad tocando lo más íntimo que el Señor ha puesto en los corazones de los que la componen: la vocación.

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VI. SUGERENCIA DE TEMAS PARA INICIAR 1. La historia de mi vocación

Contenido. La reflexión personal y comunicación de la propia experiencia vocacional. Es importante que los miembros del equipo -especialmente los laicos- perciban que, aunque no sean muy conscientes de ello, ellos también son depositarios de una vocación personalísima; que las personas describan, con sus propias palabras, su propio proceso vocacional. Metodología. Una sesión de hora y media es, en principio, suficiente para realizar este ejercicio. La metodología ha de ser en este caso eminentemente vivencial. Es importante comenzar con una dinámica profunda de conocimiento donde se dé cuenta de las razones por las que cada uno ha accedido a formar parte del equipo. El coordinador ha de moderar las intervenciones para que este momento no se alargue en exceso. En un segundo momento, se introduce una dinámica de reflexión personal sobre los eventos vocacionales más significativos de la propia historia. Se puede hacer "la línea de la vida", trazando una línea en un papel en blanco que representa la propia vida desde el nacimiento hasta el momento actual, o "el radar vocacional", que es una variante del ejercicio anterior. Tras este ejercicio personal, se puede compartir con un par o en pequeños grupos. Conviene terminar la sesión con una breve oración de acción de gracias por la vocación recibida. Proponemos la recitación conjunta del salmo 16 -Me ha tocado un lote estupendo, ¡qué hermosa es mi herencia!- para concluirla. Recursos. Cualquier dinámica de integración y conocimiento puede valer. Para "la línea de la vida" sólo se requiere un papel en blanco.

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2. El concepto cristiano de vocación

Contenido. Las concepciones más frecuentes de la vocación distan mucho del concepto auténtico. Normalmente se utiliza el término vocación para referirnos a aquello que nos gusta o para lo que tenemos aptitudes (profesión), aquello en lo que servimos a los demás (opción altruista), una opción de vida que conlleva definitividad (matrimonio) o algo sagrado que se comprende como privilegio divino (sacerdocio o vida consagrada). Ninguna de estas acepciones da cuenta totalmente de lo que es la vocación: a saber, un don de Dios para todos y cada uno de nosotros para realizar una misión concreta en la vida. Es importante clarificar el concepto de vocación, porque según lo entendamos así emprenderemos la pastoral vocacional. Si confundimos vocación con profesión, entenderemos la pastoral vocacional como orientación vocacional-profesional. Si pensamos que la vocación es sólo asunto de curas y monjas, haremos una pastoral vocacional dirigida a "reclutar" candidatos para los seminarios y noviciados. Metodología. Una sesión de hora y media. Comenzamos dividiendo al equipo en grupos de tres. Cada grupo ha de formular una definición del término vocación que después será puesta en común. Al hacer el vaciado en el pizarrón el facilitador se cuidará de anotar las palabras clave que responden al concepto auténtico en el centro y las que se refieren a los reductivos en las esquinas:

Gusto Aptitudes Realización personal Profesión

Opción por los demás Generosidad

Don de Dios Llamado

Acontecimiento Misión Diálogo

Matrimonio Definitividad

Algo sagrado Privilegio

Curas Religiosos/as

Tras la puesta en común, se realiza la explicación de los distintos conceptos y el modo de plantear la pastoral vocacional que de ellos se deriva. A continuación, se da tiempo para la lectura de las páginas 6-10 de Módulo 4 del Diplomado en Planificación y gestión pastoral de la Provincia de América Central, invitando a subrayar lo que llame la atención o no se comprenda. Tras un breve diálogo,

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se trata de responder en común a estas preguntas: ¿Qué me sugiere este concepto de la vocación? ¿Qué me resulta novedoso? ¿Cuestiona esto tu concepción de la pastoral vocacional? Finalizamos con un momento de oración. Se puede proclamar el texto de Ex 19, 1-11, en el que Yahvé propone la alianza a su pueblo. Recursos y bibliografía. Además del Módulo 4 del Diplomado, puede resultar interesante presentar algunos libros de orientación vocacional para constatar la concepción de vocación más habitual como aquello que para lo que tenemos capacidades. Dos títulos, a modo de ejemplo, son: John Holland, La elección vocacional. Teoría de las Carreras, México, 1992; y Nuria Cortada, El profesor y la orientación vocacional, México, 1993.

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3. Cultura y vocación

Contenido. Conocemos que la cultura postmoderna reviste algunas carac-terísticas de las que somos conscientes la forma en que afectan la forma de proponer el mensaje de la vocación de modo que sea comprensible para el hombre de hoy..., con sus virtudes y debilidades. Sobre ello encontramos literatura abundante. Aquí queremos dar un paso más allá para entrar en el tema de la cultura vocacional, también citado con mucha frecuencia pero quizás menos comprendido. Metodología. Sugerimos desarrollar este tema en dos sesiones. En la primera, nos adentraremos en el sentido de la cultura vocacional dentro de la nueva evangelización y en este siglo que vivimos. Puede leerse previamente el texto (Módulo 4, pp. 29 y 30). Se iniciará el encuentro compartiendo las impresiones de cada uno tras la lectura del apartado propuesto. Después dividimos el grupo en dos: uno tratará de buscar en las circunstancias culturales elementos que se acercan o no a esa definición, y cómo favorece u obstaculizan la maduración vocacional. Tras la puesta en común, el animador explicará brevemente las dudas que hayan surgido, poniendo especial atención al tipo de experiencia cristiana que conecta mejor con la sensibilidad de los jóvenes de hoy. En una segunda sesión se pudieran trabajar los aspectos más concretos que pudieran conducir a crear una cultura pro-vocacional en nuestro entorno. Un trabajo colaborativo puede ser una metodología acertada. Puede introducirse también la audición y análisis de dos canciones de géneros diferentes: Me gustas tú, de Manu Chao, y Ríe y llora, de Celia Cruz. Recursos y bibliografía. Además del Módulo 4 puede acudirse a textos clásicos sobre análisis cultura. Por ejemplo: Vattimo, G., Al final de la modernidad. Nihilismo y herme-néutica en la cultura postmoderna, Ed. Gedisa, Barcelona, 1985. El análisis que el sociólogo Javier Elzo presenta en el estudio Jóvenes españoles 2002 y vocación, en la revista Seminarios (Vol. L, 2004) puede, a su vez, arrojar luces. Otros textos más actualizados pueden encontrarse en la Revista Pastoral Juvenil y Misión Joven. O profundizar en la “cultura líquida” de Bauman. Las canciones propuestas están incluidas en los discos Regalo del alma (Celia Cruz, 2003) y Próxima estación: Esperanza (Manu Chao, 2001).

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4. Los niveles de la vocación y sus valores.

Contenido. La vocación es un acontecimiento esencial en la vida de todo hombre, de tal modo que, aunque éste no se haga consciente de aquella, es capaz de vivir vocacional-mente. Cuatro son los niveles de la vocación: nivel humano o vocación a la vida; nivel cristiano o vocación bautismal a la santidad: nivel específico (ministerio ordenado, vida consagrada, laicado) y nivel institucional. Los valores vocacionales afectan a todas las vocaciones y se viven en cada uno de estos niveles, aunque su concreción práctica varía de acuerdo al nivel y la vocación específica. Lo importante de esta sesión es vislumbrar la vocación como algo ordinario y cotidiano, para nada extraordinario, y convencerse, por tanto, de que el mensaje de la vocación, si es presentado con acierto, siempre es relevante para las personas.

Metodología. Con una sesión será suficiente para abordar esta cuestión. Se comienza repartiendo por grupos la biografía de personas que, de alguna manera, han vivido vocacionalmente: Mons. Oscar Romero, Martin Luther King, Madre Teresa, Ghandi, etc. Cada grupo tendrá que responder con argumentos a la pregunta: ¿tuvieron estas personas vocación? ¿Por qué? Tras la puesta en común, se explicarán los niveles de la vocación y los valores vocacionales. Al final se puede provocar una discusión en torno a este último punto con el fin de aclarar la diferencia entre el consejo evangélico en cuanto distintivo público de los religiosos y el valor vocacional, que afecta a todas las vocaciones. Recursos y bibliografía. Para realizar las biografías ad hoc se pueden extraer los datos de www.wikipedia.org. Este apartado se encuentra en las páginas 36-37 del Módulo 4 del Diplomado antes citado.

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5. Etapas de la pastoral vocacional

Contenido. La vocación no es un asunto que sólo se plantea en una etapa de la vida (juventud, momento de la opción) sino que afecta a toda la existencia. A grandes rasgos, se puede hablar de cuatro etapas de la pastoral vocacional: preparación, promoción, cuidado y sostenimiento de la vocación. Estas etapas se asientan sobre un proceso de fe que, a su vez, comprende tres momentos fundamentales: apertura, crecimiento y desarrollo de la fe. Lo importante de este tema es vislumbrar la profunda relación existente entre proceso de fe y proceso vocacional. Metodología. Este tema se puede abordar en dos o tres sesiones, según las características del equipo. En una primera sesión se han de explicar los tres momentos fundamentales del proceso de fe y su relación con las etapas de la pastoral vocacional. Para ello, se puede iniciar pidiendo a cada participante que se pregunte por el desarrollo de su propia fe: ¿cómo ha ido cambiando mi fe a lo largo de los años? ¿en qué se nota? Tras una puesta en común, se explica el tema. Para ello, se puede presentar el cuadro de la página 54 del Módulo 4 en un power point. En una segunda sesión, se explican con detenimiento las etapas de la promoción vocacional. Es importante vislumbrarlas con claridad porque determinarán las actividades que el equipo realice. Se pueden ilustrar con un caso personal: el de un religioso/a o sacerdote miembros del equipo que identifiquen las seis etapas en su proceso desde la toma de conciencia de la vocación hasta su ingreso en la casa de formación. También se puede presentar en power point el cuadro que aparece en la página 55 del Módulo 4. La tercera sesión estará dedicada a la elaboración de un itinerario vocacional sencillo para el momento de la promoción vocacional. Es fundamental que aquí se haga la integración con el Modelo de Pastoral y su relectura específica para la pastoral vocacional. Encuéntrese la relación entre SEMBRAR – HACER CAMINO – DICERNIR, con APERTURA – CRECIMIENTO Y DESARROLLO DE LA FE, que se explicitaron en el Módulo 4. Recursos y bibliografía. El libro de Cencini, A., El árbol de la vida, San Pablo, Madrid, 2005, nos hace una propuesta integral de pastoral vocacional que abarca todas las etapas. Su lectura puede ayudar a clarificar conceptos al facilitador. La explicación puede ayudarse del apartado "La pedagogía vocacional", en el Módulo 4, p. 53 y siguientes.

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6. La catequesis y otras formas de acompañamiento grupal

Contenido. La catequesis responde a la necesidad de transmitir un contenido de fe, en este caso la vocación. No se trata de una comunicación doctrinal, sino de una experiencia de fe a través de la cual un aspecto de la vida es iluminado por el Evangelio. La catequesis vocacional aborda múltiples aspectos de la vocación, desde el sentido de la vida hasta la urgencia de la opción. Se ha de hacer de un modo sistemático y atento a la sensibilidad de los destinatarios. El grupo vocacional, aspirantado, grupos de reflexión…, etc son formas de acompañamiento grupal que reviste diversas características según su modalidad. Pueden ser “informativos”, “formativos” o de “propedéuticos”. Metodología. Para este tema dedicaremos, en principio, dos sesiones. En la primera, se explicará la metodología catequética que se estime oportuna. No importa cuál sea (experiencial, ver-juzgar-actuar, etc.), lo importante es que sea sencilla, clara y accesible a todos. En un segundo momento, en pequeños grupos, se elaborarán catequesis vocacionales con temas diversos (para niños de primaria una catequesis sobre la vocación bautismal, para jóvenes de preparatoria una catequesis sobre la elección del área, etc.) En una segunda sesión, se presentarán los distintos tipos de grupos y sus objetivos. Se pueden presentar algunos materiales ya elaborados. Lo importante de este encuentro es que los participantes asuman el convencimiento de que puede ser implementado en el propio ámbito. Entre todos se puede pensar en los posibles destinatarios, invitarlos personalmente a participar en el grupo. También se pueden definir los temas que tendrían que tratarse en el grupo y distribuirlos entre los participantes para su elaboración. Recursos y bibliografía. Véase el Módulo 4, p. 68 en adelante.

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7. Vocaciones específicas y formas de vida

Contenido. Las vocaciones específicas poseen una identidad particular que se define en virtud de su origen, función, tareas y formas de vida en las que se expresan. A veces se confunden las formas de vida (matrimonio, celiba-to, vida en comunidad, etc.) con las vocaciones específicas. Metodología. A este tema dedicaremos cuatro sesiones: tres para cada una de las vocaciones (ministerio ordenado, vida consagrada y laicado) y una última para las formas de vida y la complementariedad vocacional. Respecto a las tres primeras, sugerimos seguir la misma metodología: estudio personal de textos del magisterio sobre cada vocación, discusión en pequeños grupos y puesta en común general. Para la cuarta sesión, sobre las formas de vida y la complementariedad de las vocaciones, sugerimos utilizar alguna dinámica de colaboración. Recursos y bibliografía. Dada la complejidad del tema hemos preferido remitirnos a la propuesta del Módulo, páginas 37-43.

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8. Acompañamiento y entrevista vocacional

Contenido. El acompañamiento, más que un requisito para vivir vocacionalmente, es una profunda necesidad sentida por las personas en distintos momentos de su vida. La entrevista es la herramienta fundamental del acompañamiento. La entrevista vocacional posee unas características específicas que emanan del objeto de la misma: el discernimiento de la propia vocación. Para realizarla no se requieren habilidades técnicas extraordinarias, pero sí es preciso cultivar algunas actitudes. Metodología. Dedicaremos a este tema dos o tres sesiones. En la primera, se pedirá a los participantes que recuerden aquellas personas que le ayudaron a afrontar algún problema. Si han tenido experiencia de ser acompañados espiritualmente, se les pedirá que recuerden a sus acompañantes o directores espirituales. Se han de contestar tres interrogantes: ¿en qué me ayudó esta persona? ¿Qué actitudes valoré de él/ella? ¿Qué me exigieron esas actitudes? Tras una puesta en común, se reparte el texto del encuentro de Jesús con la samaritana (Jn. 4, 3-28), invitando a identificar los distintos momentos de la escena: actitudes introductorias, diálogo antropológico, confrontación, experiencia de Dios. Estos momentos del encuentro con la samaritana reproducen de alguna manera las fases de la entrevista: descarga, auto-comprensión, decisión y acción. En las sesiones siguientes se pondrá atención a las actitudes del acompañante. Para ello los participantes habrán leído previamente el apartado "Las funciones esenciales de la dirección espiritual", en las páginas 157-163 del libro de J. Vela que se cita en la bibliografía. ¿Qué impresión general nos deja esta lectura? ¿Qué nos dice acerca del acompañamiento? En otro momento, se puede desarrollar el capítulo "Actitudes del entrevistador" (pp. 189-196), bien a través de la lectura personal de los participantes, bien mediante la explicación del facilitador. Sería recomendable que éste fuese alguien con experiencia en la conducción de entrevistas con el fin de que disponga de recursos y ejemplos reales para ilustrar lo afirmado. Recursos y bibliografía. Un libro bastante completo sobre entrevista es Vela, J., La entrevista persona y el diálogo pastoral, CCS, Madrid, 1998. De él hemos seleccionado las páginas recomendadas para su lectura. Otro libro interesante es Giordani, B., Encuentro de ayuda espiritual, Atenas, Madrid, 1992. Por otro lado, algunas películas pueden servir para ilustrar el proceso de la entrevista y las actitudes del orientador. La película Mente Indomable (1995), centrada en la relación entre un joven problemático y su psicólogo, puede resultar de gran ayuda en este sentido.

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9. Espiritualidad del animador vocacional

Contenido. Ser agente de pastoral vocacional no es un ministerio cualquiera. Conlleva una plena identificación con la propia vocación y una alegría profunda por saberse llamado. Exige, a su vez, cultivar algunas actitudes profundas en torno a la oración y la relación con los demás, especialmente con los más jóvenes. Metodología. Para este tema dedicaremos sólo una sesión. Por lo general, esta cuestión de la espiritualidad viene muy bien para cerrar un ciclo. Si se han añadido otros temas, éste se reserva para el último encuentro del año o curso. Se comienza pidiendo que, por pequeños grupos, se formule una definición del término "espiritualidad". Tras la puesta en común, se explican las notas propuestas en las páginas 59-61 del Módulo 4. Por parejas tratan de contestar a las siguientes preguntas: ¿con qué características del animador vocacional me identifico? ¿Con cuáles no? ¿Me considero un agente del primer o del segundo momento? ¿Qué actitudes he de cultivar para ser mejor animador vocacional? También se puede completar con el capítulo sobre Espiritualidad Vocacional, p. 71-73. Se puede terminar con una adoración al Santísimo o un momento de oración prolongada en el que se dé gracias a Dios por el camino recorrido. Recursos y bibliografía. Los apartados mencionados del Módulo 4 pueden ser suficientes para abordar este tema que posee un carácter más experiencial que intelectual. Lo importante es reconocerse en las características del animador más que conocerlas teóricamente.