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educación
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Formación integral
Llegados a este punto, queda claro que la formación docente significa un gran
desafío ante el contexto globalizado en el que nos encontramos, motivo por el
cual, es imprescindible que el docente asuma una actitud crítica desde su propia
formación, y no sólo se centre en la actualización de los últimos avances del
conocimiento de una asignatura o de las TICS, que si bien es necesario, más no
suficiente.
En efecto, la sociedad requiere de una formación docente vinculada a
contenidos científicos específicos y especializados del área disciplinar a la que el
docente pertenece. No obstante, es imprescindible una formación polivalente,
flexible y centrada en la capacidad de adaptación a situaciones diversas y a la
resolución de problemas
No obstante, las deficiencias en la formación y en la calidad de los docentes
que trabajan en el sistema educativo, su interés y disposición por aprender y
cambiar y las muestras de su gran potencial de impacto en los resultados
educativos, nos llevan a calificar de absurdo que se esté haciendo tan poco en el
terreno de la formación y actualización docente en nuestro país, propiciando que
no se genere una formación integral de los docentes
Incluso, hay una fuerte inclinación por la formación tradicional o clásica, y
como consecuencia la formación docente se torna rígida al formar profesores no
aptos para afrontar la realidad incierta, compleja, difusa y conflictiva, produciendo
inseguridad y frustración en su labor profesional docente. Por el contrario, si se
tiene una formación integral (mente, cuerpo y emociones) se contribuirá a la
humanización y multidimensionalidad del individuo, incidiendo en todas las
dimensiones que se mencionan a continuación:
Técnica (conocimientos y capacidad de transmitirlos,
desarrollo de competencias),
Cultural (creencias, valores y normas pedagógicas y sociales
compartidas entre los miembros de la sociedad),
Social (solidaridad, autorrealización, libertad, expresión,
respeto, convivencia, comprensión. Esta dimensión reclama ciudadanos
comprometidos, cívicos, respetuosos del medio ambiente y de otras
culturas),
Personal (el docente se reconocerse como persona para
poder responder ¿Quién soy?)
Así, la formación integral concibe al ser humano como “un ser que no sólo
es pensante, racional, sino también que siente, tiene afectos, motivaciones, un
mundo interno y actúa en el mundo en función de ello”. (Sarasola:8)
Porque tal y como señala González (2000), no sólo se aprenden
conocimientos y habilidades, sino también valores y sentimientos, que se
expresan en la conducta del ser humano durante el proceso de actuación.
Bajo esta misma lógica, Espinosa (2003), apunta que la sociedad actual
denominada sociedad de la información y del conocimiento, requiere de
profesionales con alto sentido crítico y ético, que tengan una formación integral
técnica, científica, social y humanística, para que sean capaces de enfrentar las
innumerables exigencias que se presentarán durante su vida profesional como
ciudadanos y seres humanos.
Pero, para que esto sea posible, es necesario en primer lugar, que el
docente tenga una actitud crítica desde y en su propia formación asumida desde la
perspectiva de la formación integral,
Porque como Zarzar (1983, citado en Barabtarlo, 1993) expresa que más
del 90% de los profesores de instituciones de educación superior son
profesionistas egresados de alguna licenciatura y no han realizado estudios que
los capacite para el ejercicio de la docencia, es decir, que los formara como
profesores. El ser experto en un área o materia es una condición necesaria, más
no suficiente, para ser un buen profesor y afrontar el panorama actual.
De tal manera, el docente debe darse cuenta que no basta con una
formación clásica, sino que es indispensable logar una formación integral, porque
además de contribuir en su propio desarrollo personal y profesional, beneficia a
todo el proceso socioeducativo y representa una alternativa en estos tiempos en
los cuales se están evidenciando cambios significativos en la sociedad.
Por lo tanto, una calidad integral, hace referencia al docente como persona,
incluye, desde luego, los aspectos cognoscitivos pero también, y de manera muy
importante, los afectivos medidos, en diversos estudios, como actitudes hacia la
docencia, hacia sus alumnos, hacia la comunidad en que trabaja. (Schmelkes,
1997)
En definitiva, este tipo de formación es completa en sí misma y necesaria
para todos, independientemente de las bases que establece para que cada
persona pueda continuar aprendiendo por sí misma durante toda la vida. (Álvarez,
2000)
Además, algo muy importante que hay que destacar de la formación integral
es que permite la promoción de destrezas básicas de aprendizaje, el desarrollo de
todas sus dimensiones y potencialidades y la preparación para el mejoramiento
continúo de las condiciones y calidad de vida de la gente.
Es decir, posibilita el desarrollo integral de la persona, potencia su madurez
y capacidad de compromiso social y ético. Haciendo necesario relacionar la
formación como eje fundamental en la construcción de un perfil profesional
docente, sin perder de vista que la formación docente es un proceso permanente,
que acompaña todo el desarrollo de la vida profesional (Rodríguez, 2013).
Por otro lado, la formación integrar de los docentes influye mucho en la
calidad de enseñanza y aprendizaje en palabras Silvia Schmelkes (1994) en
“Hacia una mejor calidad de nuestras escuelas”:
Lo importante en la calidad, es la calidad de las personas y cuando en las
escuelas se creen las estructuras que permitan desarrollar plenamente a los
profesores, habrá la certeza de que estaremos en una posición privilegiada para
proponernos lo mismo con nuestros estudiantes.