Fragmento de Las Mil Noches de Hortensia Romero

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Fragmento de Las mil noches de Hortensia Romero

Las Mil Noches de Hortensia Romero

...Lo alegre y lo salao que era el Friti, de mearse, y la de chistes que saba ese hombre!; que l fue el que sac por Carnav la copla del moqui-moqui que la cantaron Las Cotorras Borrachas, la copla con el lo de Paco el del Ibrico, mujer, el Ibrico, el caf del Paseo Canalejas: cuando le pas aquello al dueo que ya l era mayor y quera a la fuerza seguir funcionando con una muy joven y!... pero cmo que qu dueo?: Paco, hija!... aquello que tuvieron que llevarlo por fin al Seguro a bajarle urgente el mandao, que la cant esa copla aquel ao la chirigota de Santiago Galvn, la de las cotorritas:

Un industrial de esta plazas'ha tomado una pastilla-cy se l'ha quedado [c el tranco-c]como el palo de una silla.Moqui-moqui del trancoquiquiquiriquiqu-coc

: del Friti clavao.

O si no, que yo lo vi, cuando visti de nio a Pepe el Chaveta tan viejo, tan chiquetito y tan feo, eso fue otro Carnav hace ms tiempo, y l sali de niera: el Chaveta en el cochecito con su pipo, sus patincitos de lana, el sonajero, su babero de encaje, o sea, lo que es una criatura chica, y el Friti con sus medias y las naguas y el gorro ese de niera.

Y le dice el Friti al Chaveta:

-Ya t sabes los rempujones y las bullas que se forman; en una de sas, lo mismo te tiran del coche o te caes o lo que sea, as que va a ser mejor que te amarre, Jos.

-Venga -dice el Chaveta.

Lo amarra el Friti al cochecito, pero bien, y el bibern era el vino, un bibern muy grande, esagerao, con Valdepeas de Casa Nicanor, y la tata se lo daba al nio, "toma, nene, toma"; la gente, tirndose al suelo.

Y coge el Friti y, sin que el otro se diera cuenta, empieza a echarle jalapa en el vino, con lo que eso suelta el vientre y que casi ni se le nota el gusto con el vino fuerte. Y de pronto, el Chaveta: "mam, caca", y al rato, "ay, ay, Antonio, sultame". Y el Friti venga a darle el bibern, "toma, nene", ya por la calle La Pelota unos peos que no veas y "sultame, sultame!". Y el Friti, ese bibern: "Toma y calla, nene!, qu nene ste ms malo..." Pero sin desamarrarlo. Y el Chaveta, por la calle Nueva, medio llorando: "que me cago, sultame con tus muertos, Friti, ay!"... Y "que me cago-que me cago" y, ya en San Francisco, prrrr, salpicando la mierda por las barandillas del coche abajo.

Que al Chaveta, olvidrsele no se le lleg eso a olvidar. No se lo perdon. Pero nunca, eh?... Lo vea y se pona malo. Tanto es as que, la tarde que se muri el Friti, se emborrach de la alegra, me dijeron.

Ah, pero yo con el Friti, yo es que me tiraba al suelo, a m me se iba el rel en la cama con l, aunque nunca le permit a las dueas ni a nadie de que me llamaran a m la atencin, o me tocaran en la puerta, porque me tardaba con un hombre, eso nunca. Y siempre me lo respetaron.

Huy el Friti y la catalana, qu arte... Y yo con el Friti, el tiempo que fuera, si es que estaba sembrao!... Es que era... Hay que ver la que li en Jer. Es que era... La que arm en Jer no se le ocurre ms que a l; as con esa picarda, nada ms que a l. Y luego, verlo al final como lo vi, qu lastimita me dio, parece mentira, ya casi sin poder valerse y... qu, que te cuente lo de Jer?

Bueno, el Friti siempre andaba con cuatro o seis cachondos de aqu, los ms juerguistas del mundo: Curro Villalonso, Pepito Tvora el de la botica de Puerta Tierra, don Paco Ros, que le decan el Soltern (que entonces nadie gastaba gisqui y don Paco lo tena en su casa hasta en palanganas). Julio Camargo el sastre de la Plaza Candelaria, que era compadre del Friti y se iba siempre de baldivia, le pagaban los gastos entre todos porque tena su gracia y saba estar; Teodoro el de los mariscos iba tambin algunas veces.

Y ellos estaban siempre a la que salta, buscndose sus fiestas y sus cachondeos aqu y por ah afuera, porque Antonio el Friti y don Paco Ros tenan coche cuando aqu en Cadi no haba ms que cuarenta o cincuenta coches, fuera aparte de los de caballo, que haba muchsimos. As que se iban de fiesta a Sanlcar y a los toros de Algeciras y a Sevilla y a cualquier sitio donde hubiera algo. O aunque no lo hubiera. Por Jer caan mucho, all tenan ellos unos pocos de amigos del mismo pelo...

...se juntaban en El Gallo Azul, de la calle Larga de Jer, y lleg a Jer un extranjero mu orgulloso, que lo conocieron don Paco y Curro Villalonso, y empez a irse con ellos porque le gustaba tambin el juergueteo, y al Friti no le hacan ni chispa de gracia los orgullos de ese hombre; lo tragaba porque no estaban todos ms que pendientes de lo que cayera y de la fiesta que fuera y de pasarlo bien, pero a l no le iba a genio. Y ya mucho menos cuando le gast Antonio una broma simptica, un dicho, que sos se los soltaba el Friti a todo el mundo, trabalenguas de cachondeo y eso, y no se molestaba nadie. Pero el otro se molest y le llam malamente la atencin en El Gallo Azul, delante de la gente y de los amigos.

Y el Friti se call su boca y se la guard pero bien guarda; dijo: ya veras. Y esa ocurrencia que l tuvo luego y la que li de pronto con el forasta, eso?: nadie ms que l en el mundo.]

[i Fue una noche de juerga, tambin en Jer y con toda aquella banda, ya muchos das despus de que el otro le hiciera el feo. Creo que estaban en La Venta La Peque y que al extranjero le cay mal el vino esa noche y se puso de perder la vista y dormirse en el suelo o en un charco o en donde lo soltaran, porque es que era un bulto sin conocimiento.

Entonces va y le dice el Friti a su compadre Camargo el sastre, le dice:

-Compadre, vamos a llevarnos a este hombre a su hot y a acostarlo para quedarnos tranquilos porque, si no, nos va a dar la noche. Ahora venimos, seores, hasta ahora.

Lo cogen entre los dos al forasta, lo meten en el coche del Friti, y en lugar de llevarlo al hombre para el hotel donde estaba de gspede, hace as el Friti y tira para un tapallo por el barrio de Santiago, que por aquella parte ya haban estado todos ellos haca un rato grande dando una vuelta, antes de irse a lo de la Peque, y por all y por la calle Rompechapines estaba el ambientito de las mujeres y de los ligues y eso, y haban parado all en dos o tres bares, ya con el forasta borrachsimo pero todava en pie.

De manera que llegan el sastre y el Friti al tapallo con aquel bulto, seran la una o las dos de la noche, y el Friti habla con la encargada y le dice:

-Mirust qu plan, seora: un amigo de fuera que se ha puesto as con las copas, y a ver si puede de quedarse a dormir aqu. Lo deja ust tranquilo toda la noche que nadie lo moleste, y yo le pago la cama ahora.

Le paga la cama a la mujer, tiran con el to para el cuarto, lo desnudan, lo acuestan y se saca el Friti del bolsillo un pimiento chi de esos que te abren un boquete en la lengua como t'escantilles, de los chiquitillos fuertes-fuertes, que ya lo haba pedido en La Venta La Peque antes de llevarse al tajao. Parte el pimiento por la mita, le da con salivita as con el dedo pa que soltara bien esos picores, le baja al borracho los calzoncillos y le refriega un rato grande ese pimiento por el mismo ojo'l culo. Luego le pone dos billetes de veinte duros all en la mesilla de noche, y lo dejan durmiendo y se volvieron adonde estaban los dems.

A las doce o la una de la maana, recala el forasta por El Gallo Azul con dos ojeras como dos pianos y la resaca en lo alto, que se haba despertado en el tapallo y se visti y se ech a la calle sin ver a nadie ni querer l saber cmo haba llegado all, ni decrselo a nadie.

Y ya estaban todos los de la banda en lo que tenan que hacer y tenan que decir, porque todos eran iguales en eso: cachondeo que hubiera, all de boca todos. Y al principio lo de siempre: "hola, buenos das", "buena la cogiste anoche", lo propio. Pero el forasta, notando que estaban todos como apuraos con l; l arrascndose la ardenta del culo de cuando en cuando, de la forma ms disimul que poda pero con toda su alma, hasta con un tenedorcito de las tapas, y los otros haciendo como que no se daban cuenta del raskay. Pero el to vea que le hablaban a lo justo y que, desde que l lleg, haba en la mesa un ambiente raro-raro... todos callados, serios... vaya, que no estaban como siempre ni a gusto, as que acab preguntando qu pasaba y "nada, hombre, nada", y el que le contestaba miraba para otra parte, como apurao y en un compromiso. Y ya con un mosqueo el hombre, que venga a preguntar y a preguntar qu pasa conmigo, y entonces dice el Friti medio serio y medio triste:

-Bueno, vamos a decrselo porque as es peor. Perdona, Fulano, pero es que anoche pasamos un mal rato y una vergenza, t sabes como estabas, que estabas sin vista. Y entonces, en un bar por Santiago, se te echa uno encima que se conoce que le gustaste. El ms loca de Jer. Apretndote el brazo, descompuestito, y que te daba todo lo que llevara encima pero que te fueras con l... cmo nos bamos a meter nosotros en eso? Y venga y venga hasta que te fuiste con l. Ya luego no sabemos lo que pas pero la verd es que nos quedamos todos fros porque no te conocamos ese tirn ni esos ligues. Ahora: cada cual es libre de hacer lo que quiera, t no te preocupes, t tranquilo.

Escucha eso el forasta, que ni era homosesu ni le gustaban los hombres ni el ambiente de la piompa, y figrate los cabos que amarr al minuto: sobre todo, los cuarenta duros en la mesilla de noche y esa picazn comindole el ojete. Se fue al momento del Gallo Azul y sin despedirse siquiera. Se levant as encorvao y muy despacito, blanco como la par, sin un "cunto debo" ni un na, mirando como si se hubiera vuelto tonto... Cogi el tren esa misma noche y no volvi ya nadie a verlo por Jer.