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FÚTBOL, MODERNIDAD Y NACIONALISMO: Reflexiones en torno al origen y desarrollo del “Deporte Rey” en Chile y América Latina. Por Pablo Arce Barahona Estudiante Cuarto Año de Sociología Universidad de Concepción. Abstract/Resumen El presente ensayo constituye un ejercicio de reflexión crítica en torno al fenómeno social, cultural y político del fútbol, y su relación con fenómenos socioculturales más amplios como las versiones latinoamericanas de la modernidad y la globalización. Se comienza analizando el fenómeno de las identidades en el fútbol, tópico central de los nacientes estudios latinoamericanos en la materia. Luego, se desea generar un vínculo entre el fenómeno del fútbol y distintas teorías con raíces en Latinoamérica, a fin de sumar nuevos elementos a la discusión actual. Finalmente, se concluye proponiendo una nueva interpretación al fenómeno de la violencia en el llamado “Deporte Rey”. INTRODUCCIÓN: Al comienzo de su popular libro “El fútbol a sol y sombra”, el conocido periodista, cronista e intelectual uruguayo Eduardo Galeano (2008) señala: “¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales” (pp.7). Con dicha analogía, Galeano (2008) no hace más que poner en el tapete una cruda realidad: el fútbol, pese a todo lo que implica en la actualidad, no ha logrado suscitar aún un interés real en la Academia como fenómeno digno de estudio y

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FÚTBOL, MODERNIDAD Y NACIONALISMO:Reflexiones en torno al origen y desarrollo del “Deporte Rey” en Chile y América Latina.

Por Pablo Arce Barahona Estudiante Cuarto Año de Sociología

Universidad de Concepción.

Abstract/ResumenEl presente ensayo constituye un ejercicio de reflexión crítica en torno al fenómeno social,

cultural y político del fútbol, y su relación con fenómenos socioculturales más amplios como las versiones latinoamericanas de la modernidad y la globalización.

Se comienza analizando el fenómeno de las identidades en el fútbol, tópico central de los nacientes estudios latinoamericanos en la materia.

Luego, se desea generar un vínculo entre el fenómeno del fútbol y distintas teorías con raíces en Latinoamérica, a fin de sumar nuevos elementos a la discusión actual.

Finalmente, se concluye proponiendo una nueva interpretación al fenómeno de la violencia en el llamado “Deporte Rey”.

INTRODUCCIÓN:

Al comienzo de su popular libro “El fútbol a sol y sombra”, el conocido periodista, cronista e intelectual uruguayo Eduardo Galeano (2008) señala: “¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales” (pp.7).Con dicha analogía, Galeano (2008) no hace más que poner en el tapete una cruda realidad: el fútbol, pese a todo lo que implica en la actualidad, no ha logrado suscitar aún un interés real en la Academia como fenómeno digno de estudio y análisis, siendo desatendido sistemáticamente por las antiguas y nuevas generaciones de investigadores.Hasta aquí, la labor de proveer de datos y análisis sobre este fenómeno de carácter global ha estado en manos de la prensa deportiva especializada y uno que otro organismo de fútbol internacional. En el caso de los primeros, la ausencia de rigor científico plantea el inconveniente de estar más bien (usando la clásica distinción weberiana) ante juicios de valor, basados en el sentido común, que ante análisis de valor hechos sobre la base de conocimiento científico propiamente tal. En el caso de los segundos, como el famoso Instituto de Historia y Estadística del Fútbol, nos encontramos en sus sitios web tan solo con números, cifras e indicadores, carentes de toda reflexión teórica o análisis crítico que las acompañe. Situación similar ocurre cuando se da una vuelta por los sitios web de la FIFA o las distintas Confederaciones Internacionales de Fútbol Profesional.

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A partir de este vacío teórico y con el claro afán de suplirlo con el paso del tiempo, nace en el año 2000 el Grupo de Trabajo Deporte y Sociedad, al amparo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y coordinado por el Sociólogo argentino Pablo Alabarces.La labor realizada por este Grupo de Trabajo durante sus primeros cinco años de vida ha sido, por un lado, llevar a cabo una suerte de catastro y una síntesis de los estudios latinoamericanos en la materia, y por otro, elaborar una agenda programática de tópicos común en la cual giren las reflexiones de sus distintos miembros. En este punto, el tema del fútbol, y particularmente el de las distintas identidades aglutinadas a su alrededor, ha consignado especial atención.A continuación, procederé a detallar cómo sigue el presente ensayo. En primer lugar, se ofrece una síntesis de las reflexiones del grupo de Trabajo Deporte y Sociedad (CLACSO) en torno a la temática del fútbol y las identidades.Posteriormente, pretendo llevar a cabo una reflexión personal que vincule el fenómeno del fútbol con distintas teorías con raigambre latinoamericana, tales como la Teoría de la Dependencia de Cardozo & Faletto o la teoría de las Culturas Híbridas de García Canclini.Finalmente, se ofrece una explicación tentativa del fenómeno de la violencia en el fútbol a partir de lo que a mi juicio es una internalización a nivel cotidiano de la Doctrina de la Seguridad Nacional.

DESARROLLO:

El fútbol y las identidades.

A juicio de diversos autores que componen el Grupo de Trabajo Deporte y Sociedad (Alabarces; Villena; Antezana; Santa Cruz; 2003), el fútbol en la actualidad está enmarcado en un contexto caracterizado por la creciente comercialización, profesionalización, híper mediatización y transnacionalización del deporte.El deporte es cada día menos una práctica desinteresada y lúdica y cada vez más un producto de la industria del entretenimiento. Asistimos así a una verdadera revolución deportiva marcada por la supremacía del deporte espectáculo (fútbol espectáculo para el caso puntual de análisis). Son los procesos anteriormente señalados los que han suscitado la atención de los estudiosos de este Grupo de Trabajo de la CLACSO, fundamentalmente lo que se refiere al impacto de éstos en los distintos países del continente donde el fútbol se constituye como pasión de multitudes.Así, durante los primeros años de trabajo sostenido de esta iniciativa, el objeto de investigación privilegiado ha sido el proceso de formación de identidades socioculturales en los espectáculos futbolísticos.Sergio Villena (en Alabarces, 2003) se refiere al espectáculo futbolístico en términos de un ritual comunitario, de una arena pública ritualizada y mediatizada en la que se desarrolla un drama social, que a su vez se constituye como un espacio comunicativo en el que convergen diversos actores, discursos e intereses.

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En la misma línea, Luis Antezana (en Alabarces, 2003) señala que vivimos el fútbol fundamentalmente verbalizándolo, hablando de él y asignándole valores de sentido a lo que pasa dentro y fuera de la cancha, antes y después del espectáculo futbolístico. A juicio de este mismo autor, el fútbol es la conjunción de actos escénicos protagonizados por jugadores profesionales rivales (trabajadores a fin de cuentas) y de actos verbales producidos por los espectadores, el coro del espectáculo (ya sea que estén presentes o ausentes en el estadio) que ocupa su tiempo de ocio en participar activamente del mismo.Es al alero de este espectáculo ritual que confluyen diversas identidades que se enfrentan cada fin de semana. Villena (en Alabarces, 2003) distingue entre identidades de pertenencia e identidades de rol. Las primeras guardan relación con las identidades territoriales (sean estas regionales o provinciales), nacionales, de clase o de género. Las segundas aluden a los distintos protagonistas del espectáculo: jugadores, hinchas, periodistas deportivos, etc.A su vez, Antezana (en Alabarces, 2003) clasifica las identidades en tres grupos: las identidades tifosi, las meta identidades nacionales y las supra identidades. El primer grupo hace mención a identidades irreconciliables, archirrivales u oponentes clásicos. Colo- Colo v/s U. de Chile, Boca v/s River o Real Madrid v/s Barcelona son ejemplos clásicos al respecto. En segundo término tenemos a los seleccionados nacionales, que en estricto rigor, compiten representando no a sus Estados sino a sus Federaciones de Fútbol Profesional (la ANFP para el caso chileno o la AFA en el caso argentino). Finalmente tenemos aquellas identidades que se configuran en torno a espacios imaginados más allá de las fronteras nacionales, como pueden ser los continentes (América v/s Europa) o inclusive el mundo en su totalidad (la clásica expresión “el planeta fútbol”).Para el caso chileno, Eduardo Santa Cruz (en Alabarces, 2003) traza la trayectoria seguida por el fútbol y sus identidades a lo largo de la historia reciente del país.A juicio de este autor, desde su llegada a los puertos de Valparaíso a fines del siglo XIX por parte de obreros industriales ingleses, el fútbol ha vivido un proceso de transformación similar al experimentado en el resto de países de América Latina.En sus comienzos, el fútbol amateur (practicado en canchas de tierra) constituía una posibilidad de esparcimiento, un juego y una diversión, en tanto el Club Deportivo se alzaba como espacio de articulación de la organización popular. Los Clubes siguieron un patrón común.Surgen de un grupo social que se organiza para jugar al fútbol y donde los roles de jugador, dirigente o entrenador se confundían entre los integrantes del mismo. El paso siguiente fue la competencia con otros, lo que derivó en una masificación de su convocatoria y consiguiente profesionalización. De esta forma, el match de fútbol consagró (siguiendo la terminología de Mertón) sus dos funciones básicas: constituir una opción personal de triunfo en buena lid (función manifiesta) y otorgar sentido de pertenencia a sus practicantes (función latente).Hoy en día, la mercantilización del fútbol ha elevado éste a la categoría de un producto más en la industria del entretenimiento, por lo que los Clubes Deportivos han debido adoptar la forma de Sociedades Anónimas Deportivas con el fin de adaptarse a una lógica que se rige por los criterios del mercado y que restringe la acción de la sociedad civil.A partir de esta trayectoria, Santa Cruz (en Alabarces, 2003) señala que existe un claro vínculo entre el fútbol y el proyecto desarrollista impulsado en Chile entre 1930 y 1970. Hitos como la aparición de la Revista Estadio en 1941, y de la prensa deportiva

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especializada en general, dan cuenta de una verdadera campaña de la “chilenidad”, desarrollada en conjunto con la implantación del modelo de Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI). Durante esos años, se busca contribuir a través del fútbol a la elevación de los niveles culturales y morales del pueblo, concibiendo al deporte en general como una escuela de valores. No olvidemos que es en este contexto, durante la década del 60, que nuestro país oficia de sede de la Copa Mundial de la FIFA.A contar de 1973, con el golpe de Estado y posterior dictadura de Augusto Pinochet, Santa Cruz (en Alabarces, 1993) señala que se abre una época de permanente intromisión manipuladora del deporte en general y el fútbol en particular. El Estadio Nacional, que hasta entonces había sido sede de las principales gestas del balompié chileno, se convirtió en centro de tortura, usados sus túneles como calabozos y sus camarines como celdas de castigo.Posteriormente, en 1979, el mismo autor señala que los dirigentes del fútbol impulsaron la creación de un nuevo tipo de barras, tomando como modelo los cantos, banderas y serpentinas comunes ya comunes en ese entonces del fútbol argentino. Santa Cruz (en Alabarces, 2003) también relata que la prensa deportiva especializada de aquel entonces estimuló y alentó este nuevo tipo de hincha caracterizado por la agresión verbal permanente a la hinchada y jugadores adversarios. Resulta paradójico ver cómo aquellos que hoy en día son los primeros en condenar públicamente la violencia en los estadios y pedir mano dura contra los que consideran delincuentes y no hinchas, estén también fuertemente vinculados a la génesis y posterior desarrollo de las famosas barras bravas.Finalizando con el recorrido histórico de las identidades futbolísticas en Chile, Santa Cruz (en Alabarces, 2003) señala que, a partir de la restauración democrática y el sub siguiente impacto de la globalización, asistimos a una época de la modernidad latinoamericana donde lo global busca pie en lo local. Para el caso nacional, se apunta a lo global con base en la “chilenidad” y en el discurso nacionalista. Ejemplo de esta tendencia es el uso o consumo de símbolos patrios como la camiseta de la selección chilena o la búsqueda por participar en eventos deportivos masivos (Eliminatorios, Copa América, Copa Mundial de la FIFA).Al respecto, autores como Villena y el propio Santa Cruz hacen hincapié en el rol del periodismo en la elaboración y difusión de un verdadero chauvinismo nacionalista del cual los periodistas son sus principales adalides. Ejemplo de esta retórica son los discursos que apuntan a la creación de un imaginario popular que guarde relación con un cierto “estilo nacional” de jugar al fútbol (el jogo bonito brasileño, la garra charrúa, el cerrojo guaraní, entre otros).

El fútbol en el marco de la Globalización: Dependencia y Culturas Híbridas.

Anteriormente se habló del carácter mercantil, profesionalizado, mediatizado y transnacional del deporte en general, y del fútbol en particular. A juicio de diversos autores (Alabarces; Villena; Antezana; Santa Cruz; 2003) la Globalización ha convertido a los Clubes Deportivos en verdaderas empresas futbolísticas bajo la forma de Sociedades Anónimas Deportivas (Blanco & Negro, Azul Azul, Cruzados

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S.A.). Asimismo, la comercialización de la actividad futbolística se realiza a nivel de mercados globalizados. Un claro ejemplo lo constituyen las transnacionales televisivas que pagan por los derechos de exhibición de distintas ligas y eventos futbolísticos internacionales (como la Copa Libertadores o la Copa de Campeones de Europa). Es así como cualquier persona puede seguir desde la comodidad de su casa las competencias locales y además consumir el fútbol que proviene de distintas ligas extranjeras. Se produce con esto una desterritorialización cultural del espectáculo futbolístico, que a su vez da pie al fenómeno del hincha nómade: aquel que sigue a distintos clubes en diversas ligas.Otro ejemplo de este fenómeno está dado por el patrocinio a nivel de clubes, selecciones e inclusive los propios jugadores. Como señala Santa Cruz (en Alabarces, 2003) el mayor porcentaje de los ingresos que tienen las entidades deportivas provienen de contratos publicitarios, sponsors derechos de televisación. El fútbol es un negocio que opera en distintos niveles (desde la televisión hasta el pequeño comerciante que vende sus productos en el estadio) y las Selecciones Nacionales como “La Roja” son el centro de variadas y complejas operaciones comerciales por cuantiosos montos.Pero la Globalización además es sinónimo de tecnificación y racionalización aplicada a la práctica del fútbol. Bourdieu (en Barbero González, 1993) señala que el deporte convertido a mercancía de masas está sujeto a la necesidad de un personal ejecutivo especializado y de técnicas de dirección científica capaces de organizar racionalmente el entrenamiento y mantenimiento del capital físico de los jugadores profesionales.Lo anterior radica en toda una estructura burocrática al interior de las entidades deportivas (los clubes de fútbol incluidos), donde los equipos de entrenadores, doctores y relacionadores públicos superan ampliamente al de los jugadores.Aquí es donde me gustaría introducir una serie de reflexiones personales que buscan establecer un dialogo entre la situación actual del fútbol y algunas teorías latinoamericanas que se alzaron en su momento como re lecturas, desde el continente, a procesos importados de Occidente. Me refiero principalmente a la Teoría de la Dependencia (como respuesta al desarrollo y a la modernidad) y al concepto de Culturas Híbridas (en alusión al fenómeno de la globalización).Fernando Henrique Cardozo & Enzo Faletto (1977) cuestionan la dinámica del desarrollo y la modernidad en su tradicional texto “Dependencia y desarrollo en América Latina”. A partir de la noción de “el desarrollo del subdesarrollo” (trabajada por el alemán André Gunder Frank), estos autores cuestionan la idea de que América Latina se encuentre rezagada en el continuo evolucionista y unilineal de la modernidad encabezada por Europa. Estos autores sostienen que en realidad existe una relación desigual entre las naciones del centro y de la periferia, puesto que el desarrollo de las primeras es a costa del subdesarrollo de las segundas. Así, el retraso de la periferia es condición necesaria para la prosperidad del centro. La génesis de esta relación de dependencia estaría en el descubrimiento y conquista de América por parte de naciones europeas, pues a partir de este evento Europa cimienta su fortuna en torno al saqueo y exterminio de las colonias indígenas del continente americano.Posteriormente, con los años esta relación de dependencia ha ido adquiriendo nuevas formas, mucho más sutiles pero no por ello menos efectivas. A modo de ejemplo podemos citar la fuga de cerebros, fenómeno demográfico por el cual la mano de obra altamente calificada de los países de la periferia se va a vivir y trabajar a

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los países del centro, contribuyendo ella misma a reproducir las condiciones de dependencia. En un plano más económico, la fórmula del intercambio desigual entre el centro y la periferia se grafica así: la periferia provee de recursos naturales y mano de obra no calificada al centro, mientras el centro provee de tecnología, manufacturas y mano de obra calificada a la periferia.Ahora bien, ¿cómo se podría aplicar la Teoría de la Dependencia al fútbol? Alguna vez escuché en un programa deportivo argentino que diversos panelistas del espacio (periodistas, directores técnicos y ex futbolistas) discutían acerca del fenómeno de la migración temprana de futbolistas argentinos a ligas extranjeras, muchas inclusive de segundo orden, lo que claramente des potenciaba la liga local. Uno de los panelistas argumentó que el factor dinero, sumado al prestigio de algunas ligas (como la española, la inglesa o la italiana) llevaba a muchos jugadores jóvenes a preferir pelear el descenso con equipos de segunda o tercera categoría en una liga de alto vuelo antes que pelear el título de su liga local vistiendo la camiseta de un equipo con tradición.En mi opinión, el fútbol también grafica de manera clara las relaciones desiguales centro- periferia, ya sea entre países o al interior de los mismos.Al interior de los países, existe una clara desigualdad de condiciones entre los equipos de las grandes ciudades capitales y los de provincias más pequeñas. El propio Marcelo Bielsa, a su salida de la Dirección Técnica de la Selección chilena, se iba disparando contra los equipos grandes del balompié nacional: “Creo que el fútbol chileno no le va a perdonar a Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica el escenario actual que han creado. La culpa no es de Sergio Jadue, sino de las concesionarias que encabezan los tres clubes grandes”. Es sabido que a la hora de negociar los contratos por efecto de las televisaciones, estos tres clubes históricamente han obtenido un porcentaje de ganancia muy superior al resto de los equipos que participan del campeonato de primera división.En materia internacional, la cantidad de dinero que mueven las ligas europeas (y últimamente también las asiáticas y árabes) supera con creces las sumas que se manejan al interior de los países centro y sudamericanos. Lo anterior lleva a que los mejores jugadores de la liga argentina, brasileña o chilena prefieran emigrar tempranamente a otros continentes en busca de asegurar su futuro y el de sus familias, aceptando contratos millonarios en ligas de nivel muy inferior a la que estaban (piénsese en el fútbol chino, de emiratos árabes, de Rumania o del propio Estados Unidos). El caso emblemático es Lionel Messi, jugador que partió cuando era todavía un niño al Barcelona de España, quien lo formó y ahora disfruta en soledad de los réditos económicos de poseer al mejor jugador del mundo. La fórmula donde la periferia coloca la materia prima y el centro la tecnología se ajusta a la perfección en este caso.Otra conceptualización que me gustaría revisar aquí es la de Culturas Híbridas, acuñada por el Antropólogo argentino Néstor García Canclini (1998) para dar cuenta de la tensión permanente entre lo global y lo local.En su texto clásico “Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad”, García Canclini (1998) señala que la gran característica de la globalización es su tendencia a la homogeneidad cultural, lo que a su vez radica en una trivialización de la cultura producto de su marcado consumismo.Las culturas híbridas serían la expresión de una desterritorialización de los elementos culturales, pues éstos perderían el valor simbólico que los une a su contexto de origen,

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quedando reducidos a mera mercancía que se transa en los mercados globalizados. Un ejemplo de esta dinámica sería el caso de la orfebrería de los pueblos originarios latinoamericanos, despojada de su valor ritual y convertida en simple artesanía, con estricto valor estético o de adorno.Aquí nuevamente me permito establecer un paralelo con el caso del fútbol a nivel local continental e internacional.A nivel local, los equipos considerados “grandes” (piénsese en Colo- Colo, Boca, River, el América de México) acumulan fanaticada que trasciende los límites territoriales de su ciudad de origen. Esa es la razón de su alta popularidad. Gracias a la influencia de los medios de comunicación de masas un hincha puede desarrollar apego hacia un equipo popular del centro de su país antes y en mayor medida que con el equipo de su propia región. Piénsese ahora en el Barcelona, un equipo con una fuerte identidad regional y cuyo surgimiento está estrechamente ligado a las reivindicaciones políticas de la provincia de Cataluña. Ese equipo, que durante los últimos años se ha caracterizado por su juego bonito y que ha cosechado numerosos éxitos deportivos, de seguro tiene una cantidad exorbitante de hinchas alrededor del mundo que semana a semana lo siguen por televisión, que tienen una camiseta de Messi o del propio Alexis Sánchez, pero que de seguro también ignoran por completo toda la historia de luchas políticas y reivindicaciones nacionales que el club lleva sobre sus espaldas con tanto o más orgullo que sus copas.La existencia de mercados cautivos, que a su vez produzcan clientes cautivos, está a la base de la reproducción del sistema capitalista con centro en la aldea global y las culturas híbridas. Si uno lo aplica al fútbol, verá que el tradicional fanático de cualquier equipo o seleccionado es un perfecto ejemplo de cliente cautivo en el mercado del fútbol: comprando temporada a temporada la nueva camiseta de su club, renovando año a año el contrato con su operador de cable para poder ver los partidos de visitante de su equipo, endeudándose para poder viajar e ir a ver en vivo y en directo a su club pelear cosas importantes en el extranjero, y así suma y sigue.

CONCLUSIONES:

La violencia en el fútbol: una mirada desde la Doctrina de la Seguridad Nacional.

Me gustaría cerrar esta serie de reflexiones en torno al fenómeno del fútbol con un análisis personal acerca del tema de la violencia en el deporte rey.A menudo estamos presenciando en los noticiarios que la sección deportiva se mezcla con la crónica roja o la crónica policial a causa de disturbios en las afueras de los recintos deportivos una vez finalizado el encuentro, partidos que se suspenden por el mal comportamiento de las hinchadas, e inclusive cada cierto tiempo el fútbol nos regala verdaderas batallas campales al interior del campo de juego y que son protagonizadas por los propios jugadores.En Chile, hace algunos meses se aprobó una nueva Ley de Violencia en los Estadios, la cual ya entró en vigencia y que busca disminuir los hechos delictuales aparejados al fútbol

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mediante un endurecimiento en las sanciones para aquellos que resulten culpables de recurrir o incitar a la violencia en este tipo de eventos.Anteriormente, seguimos la trayectoria histórica del fútbol en Chile trazada por Santa Cruz (en Alabarces, 2003) y señalamos como principales características de la época de dictadura la permanente intromisión manipuladora en este deporte y el surgimiento de un nuevo tipo de hincha (alentado por dirigentes y periodistas) que se caracterizaba por la agresión verbal permanente.El autor cierra su apartado sobre el fútbol en época de dictadura señalando que, a su juicio, el contexto social creado por el régimen militar (amparado en violencia, fuerza, intolerancia y represión) convirtió los estadios en espacios para la explosión de la agresividad que por ese entonces no tenía otro cauce de expresión. Santa Cruz argumenta que la energía social contestataria que da vida a las barras bravas tiene su origen en la propia convivencia nacional.Personalmente, concuerdo en gran medida con el análisis de Santa Cruz, en especial lo que respecta a las causas del origen y posterior desarrollo de las barras bravas. Ahora bien, cabe preguntarse entonces porqué con el término de la dictadura y el retorno a la democracia la violencia, no sólo no se disipó, sino que además proliferó en los años sucesivos.Mi tesis, que no busca refutar sino más bien complementar lo señalado por Santa Cruz, es que la permanencia de las barras bravas en el tiempo se podría considerar como un fruto de la proliferación a nivel cotidiano de la famosa Doctrina de la Seguridad Nacional dictada por Estados Unidos a distintos países de América Latina, entre ellos Chile, durante la oleada de dictaduras militares que sacudió al continente en la década de los 70.Esta doctrina, utilizada para definir ciertas acciones de control del orden social con el afán de combatir aquellas ideologías que pudiesen favorecer al comunismo en el contexto de la Guerra Fría, me parece un factor de vital importancia a tener en cuenta a la hora de analizar el fenómeno de la violencia en el deporte, particularmente en el fútbol.La Doctrina de la Seguridad Nacional supone la existencia de un enemigo en dos planos, uno interno y otro externo. Para el caso de los países latinoamericanos instruidos por los Estados Unidos, el enemigo era el marxismo. Su cara externa era la U.R.S.S y su cara interna estaba representada por las distintas agrupaciones de izquierda que sintonizaban en mayor o menor medida con la ideología marxista. En Chile, podemos mencionar a quienes en ese entonces componían la Unidad Popular (PS, PC, MAPU y posteriormente el MIR). Esa lógica del enemigo interno y el enemigo externo, transmitida a las FF.AA. y por éstas a la ciudadanía, constituye a mi juicio el mecanismo de reproducción de la violencia civil e institucional.Desde el punto de vista del Estado, acabada la dictadura el enemigo interno dejó de ser el comunismo y pasó a ser la delincuencia en sus distintas formas: encapuchados, terroristas, asaltantes, asesinos, violadores… y barras bravas. La famosa batalla contra la delincuencia tiene en los estadios de fútbol uno de sus escenarios predilectos, situando el fin de las barras bravas y de la violencia en los estadios como la meta a cumplir.Ahora, si lo analizamos desde el punto de vista del barra brava, este también tiene su enemigo interno y externo. El interno es el hincha archirrival, el némesis por antonomasia, el chucho para el fanático de Colo- Colo, el indio para el aficionado de la U. Es la identidad tifosi irreconciliable de la que hablaba Antezana. El externo es la supra identidad nacional rival, esa que me obliga a olvidar por 90 minutos las diferencias que tengo con mis enemigos internos en pos de un objetivo mayor. El enemigo externo es Perú, Argentina, Brasil o cualquiera que ose retar a Chile.

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El enemigo interno se me presenta semana a semana, el externo más a lo lejos. Pero la dicotomía está siempre ahí, provocando alegrías y frustraciones, definiendo el fútbol como algo mucho más complejo que el simple hecho de ver correr a veintidós sujetos tras un balón.

REFERENCIAS:

- Antezana, L. (2003): Fútbol. Espectáculo e identidad”. En Alabarces (comp.): “Fútbologías. Fútbol, identidad y violencia en América Latina”. CLACSO. Buenos Aires, Argentina.

- Bourdieu, P. (1993): “Deporte y clase social”. En Barbero (comp.): “Materiales de Sociología del Deporte.”. La Piqueta. Madrid, España.

- Cardozo, F. & Faletto, E. (1977): “Dependencia y desarrollo en América Latina”. Siglo XXI Ediciones. México.

- Galeano, E. (2008): “El fútbol a sol y sombra”. Catálogos. Buenos Aires, Argentina.

- García Canclini, N. (1998): “Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad”. EDUSP. Sao Paulo, Brasil.

- Santa Cruz, E. (2003): “Fútbol y nacionalismo de mercado en el Chile actual”. En Alabarces (comp.): “Fútbologías. Fútbol, identidad y violencia en América Latina”. CLACSO. Buenos Aires, Argentina.

- Villena, S. (2003): “Gol- balización, identidades nacionales y fútbol”. En Alabarces (comp.): “Fútbologías. Fútbol, identidad y violencia en América Latina”. CLACSO. Buenos Aires, Argentina.