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 ÍNDICE DE VOLUMEN I Introducción general 9 Tomo I Sociedad y cultura liberal en el siglo XIX 21 Tomo II Fin de siglo: la época de Balmaceda 265 Memoria visual siglo XIX 473

Historia de Las Ideas Volumen1

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NDICE DE VOLUMEN I

Introduccin general

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Tomo I Sociedad y cultura liberal en el siglo XIX 21

Tomo II Fin de siglo: la poca de Balmaceda 265

Memoria visual siglo XIX

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SOCIEDAD Y CULTURA LIBERAL EN EL SIGLO XIX J. V. Lastarria TOMO I

NDICE TOMO I

i ntroduccinI. Genealoga de una conciencia liberal a) c) e) f) II. Transicin hispanoamericana e ilustracin europea Republicanismo y liberalismo Disociacin entre ideologa liberal y existencia social Jos Joaqun de Mora y Andrs Bello b) Tradicin republicana y liberal autctona d) Reformas legales y liberalismo

25 27 27 29 31 33 35 38 49 49 56 61 61 67 75 75 79 89 97 103 103

Intransigencia y plan liberal a) Conviccin y temperamento b) El plan de regeneracin de 1838

III.

Intento de fundacin de una literatura nacional a) Programa de la Sociedad Literaria b) Ensayo de novela histrica

IV.

Filosofa de la historia, novela y sistema expresivo a) c) Corrientes historiogrficas en Francia Historia y literatura b) Intento de fundacin de una historia filosfica d) Historia filosfica y sistema expresivo

V.

Romanticismo y liberalismo a) Aproximacin al romanticismo de Lastarria

VI.

Literatura como alegato social b) Jacobinismo e involucin liberal c) El diablo como socilogo liberal d) El sueo de la razn produce monstruos

117 119 125 132 143 143 159 159 169 175 185 187 187 190 203 207 213 213 219 224 232 243 243 250 261

a) El manuscrito del diablo y Peregrinacin de una vinchuca 117

VII.

Nacionalismo literario, realismo y novela a) Orientacin de una literatura nacional

VIII. Itinerario liberal, alegora y novela moderna a) Lastarria y la fusin liberal-conservadora b) Don Guillermo y la crtica c) Alegora liberal d) Don Guillermo y Martn Rivas IX. Amrica, Europa y Estados Unidos a) Unidad y variedad en la elite ilustrada b) Idealismo liberal e inters nacional c) Americanismo literario d) Ocupacin de la Araucana X. Liberalismo positivista y naturalismo a) Sustrato del positivismo b) Una doctrina hbrida c) Reactivacin literaria e ideas estticas d) Precursor del naturalismo? XI. Desilusin liberal y modernismo a) En torno al egocentrismo final b) Sensibilidad y novela modernista

algunas

consideraciones finales

INTRODUCCIN

Tal como sealamos en la introduccin general, en Chile, como en toda Hispanoamrica, los intelectuales y creadores -sobre todo en el siglo XIX- han sido un segmento muy activo en la elaboracin simblica y en el perfilamiento de ejes de sentido unificadores. Tambin han desempeado un papel importante en la escenificacin de un tiempo histrico nacional y en la constitucin de un imaginario colectivo, entendido ste como vocacin por la construccin histrica de una utopa. En nuestro pas, la construccin intelectual y simblica de la nacin ha sido particularmente activa en las etapas que preceden o acompaan a los grandes cambios. Por ejemplo, a comienzos del siglo XIX, a partir de la Independencia, se genera un largo proceso de elaboracin de la nacin, un proceso que revisti un carcter fundacional y cuyo agente bsico fue la elite ilustrada republicana y liberal. En este primer volumen estudiamos en detalle dicho proceso a travs del anlisis de la obra y de la vida de Jos Victorino Lastarria. Como historia semimonogrfica, en este primer tomo nuestro objeto de estudio son las ideas y la cultura liberal chilena del siglo XIX. O si se quiere: la incidencia de la dinmica social e intelectual en los rasgos especficos que adquiere la apropiacin de corrientes europeas -de pensamiento y artsticas- en la realidad cultural. Ms que un trabajo de ndole panormico, ste pretende ser un intento de investigar esas relaciones a travs de un caso concreto: el de Jos Victorino Lastarria, su ideologa y su literatura, tomando como lmites las fechas de su nacimiento (1817) y de su muerte (1888). A travs del anlisis de la obra y de la actividad intelectual y poltica de Lastarria constatamos que la conciencia liberal chilena es abstractamente nacionalista, puesto que en su intento fundacional se define en la oposicin a lo espaol y al pasado colonial, encontrndose 25

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adems en la paradoja de tener que fundar una cultura propia a partir de elementos ajenos. De ello se desprende que lo chileno, para un pensador y escritor como Lastarria, nace como valor y como idea antes de tener una existencia real. Dentro de esta vocacin ideologista, las ideas tienden a transformarse en esquemas absolutos con respuestas para todas las inquietudes, y los idearios cristalizados pasan a ocupar el lugar que deberan ocupar los procesos de creacin de smbolos o de elaboracin de ideas. La construccin intelectual de la nacin que se hace desde este tipo de conciencia liberal -como tambin desde la oposicin a ella- y el modo en que este tipo de conciencia incidi en los ms diversos mbitos (literario, poltico, historiogrfico, intelectual, religioso y social) constituye uno de los aspectos centrales del tomo que el lector tiene entre manos. Se trata, por lo tanto, de un estudio focalizado en la trayectoria de una figura tpicamente decimonnica, de un intelectual polifactico que transita por la historia, la literatura, la poltica, la jurisprudencia, la filosofa, la docencia y la diplomacia, para luego abrir, desde all, la mirada a la sociedad y a la cultura del siglo XIX, hasta la poca de Balmaceda, perodo de crisis de la utopa liberal.

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CAPTULO IGENEALOGA DE UNA CONCIENCIA LIBERAL

a) Transicin hispanoamericana e ilustracin europeaJos Victorino Lastarria nace en 1817, en un momento en que an no se sella del todo la soberana de las antiguas colonias espaolas. Crece en una sociedad que, dinamizada por la Independencia, oscila entre la Colonia y la Repblica, entre la ortodoxia restrictiva y los intentos de consenso, entre una educacin religiosa y escolstica y otra ms bien laica y de filiacin liberal. Etapa de transicin en la cual coexisten relaciones y elementos tradicionales con pulsiones de cambio y modernizacin. Hacia 1825 -cuando Lastarria tiene 8 aos- no se han consolidado todava ni en el plano econmico ni en el ideolgico las posibilidades abiertas por la soberana e independencia poltica. El pas, sin embargo, se abre a nuevos mercados y, junto con los algodones de Gran Bretaa, los abanicos y polvos de almendra de Francia, los potes de fragancia de Italia, llegan a Valparaso las ideas de Bentham y Constant, de Say y Destutt de Tracy. Y llega tambin esa conviccin -tan frecuente desde 1789- de que se vive una etapa en que un mundo vetusto se derrumba para ceder el paso a otro nuevo guiado por la libertad y la razn. Las ideas de algunos filsofos ilustrados, como Voltaire y Rousseau, fueron conocidas en Hispanoamrica desde antes de la Independencia. Los espaoles que retornaban a Espaa, adems de volver enriquecidos, regresaban radicalizados con la lectura de estos autores6. Y ello a pesar de que Rousseau y Voltaire, en esos aos, eran considerados pensadores

6 Boleslao Lewin, Rousseau y la independencia argentina y americana, Buenos Aires, 1967.

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impos cuyas obras circulaban en forma clandestina. En Santiago solo se fomentaba la lectura de libros piadosos como De la confesin, de Jaen. Tal parece haber sido la situacin hasta por lo menos la mitad de la dcada de 1820. En 1827, con el advenimiento del gobierno liberal de Pinto, este contexto experimenta un vuelco considerable. En 1828 -momento en que Lastarria inicia sus estudios regulares- en la entrega de premios del Instituto Nacional, el propio Presidente obsequia a un alumno las obras completas de Voltaire. En los aos de Pinto, segn el memorialista Jos Zapiola, la demanda haca que El contrato social se negociara, Rousseau -dice- era nuestro hombre7. Referencia que apunta al rol decisivo que tuvieron algunos libros en el momento fundacional del pas. Elementos de la ideologa liberal, antes que sta se formulara como un cuerpo de doctrina coherente, interesaban vivamente a algunos jvenes santiaguinos de la poca. Para Rousseau, el despotismo haba producido la corrupcin de las costumbres y sta sostena al despotismo; era preciso, por ende, reformar las conciencias para cambiar la realidad. La idea de que el gnero humano no era el mismo en cada poca, desarrollada por Vico y luego por Montesquieu y Rousseau (y por casi todos los pensadores iluministas), posibilitaba a los jvenes chilenos -en un ambiente de principios republicanos- una perspectiva teleolgica, un sentido histrico del progreso y de la perfectibilidad social. Por otra parte, el pensamiento enciclopedista de que exista una naturaleza humana hacia la cual avanzaba el gnero vino a constituir un fundamento laico de la verdad, un fundamento que no necesitaba de la revelacin trascendente. La utopa de Amrica, la idea de que en lugar de la vieja Europa era Amrica el continente donde se podan desenvolver al mximo las posibilidades del hombre, fue otra idea que estuvo presente en los ilustrados, particularmente en Rousseau y Voltaire: Es sin duda el nuevo mundo -deca este ltimo, por boca de Cndido- el que es el mejor de los mundos posibles. Solicitados por un contexto de repblica recin nacida, y aunque (y en cierta medida debido a que) subsistan muchos de los patrones socioeconmicos de la Colonia, esos libros e ideas, amn

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Jos Zapiola, Recuerdos de treinta aos: 1810-1842, Santiago de Chile, 1945.

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de atractivos, proporcionaban a los jvenes criollos un espacio intelectual para la utopa y el voluntarismo histrico.

b) Tradicin republicana y liberal autctonaAlgunos postulados europeos de los siglos XVII y XVIII, que constituyen el sustrato ideolgico en que fermenta el liberalismo poltico del siglo XIX -como la fe en la educacin, el relativismo histrico, la creencia de que se deba reformar al hombre reformando la conciencia y los principios de igualdad ante la ley y de libertad de pensamiento- ejercieron en Chile, ya en el momento de la Independencia, una gran atraccin, puesto que encarnaban algunos intereses de la sociedad criolla, restringida entonces por su subordinacin poltica y econmica a la metrpoli. En la Asamblea de 1811, junto a unos pocos partidarios francos del antiguo rgimen y a los patriotas moderados que buscaban un sistema ms benigno que el colonial pero sin romper sus bases, estaba el grupo de los que aspiraban a la difusin de las luces y de los principios democrticos, a la absoluta independencia de Chile, sin arredrarse en las dificultades que hubiera que vencer8. Conocidos histricamente como los exaltados o radicales, figuraban entre ellos Manuel de Salas, Martnez de Rozas, Bernardo O'Higgins y Camilo Henrquez. Manuel de Salas (1754-1841) haba residido a fines del siglo XVIII en Espaa, donde conoci a Pablo de Olavide y se haba empapado en el pensamiento ilustrado espaol, especialmente en las ideas sobre educacin de Jovellanos y en los planteamientos econmico-sociales de Campomanes y Floridablanca. De regreso a Chile, fund en 1810 la primera Biblioteca Nacional. El desprecio por el escolasticismo vaco de fines de la Colonia y el fomento educacional con espritu de progreso y filantropa sern las notas constantes de su actividad. En la dcada de 1820, Salas fue factor instrumental en la trada desde Londres de Andrs Bello y de emigrados liberales espaoles, como el matemtico Andrs Gorbea, el mdico cirujano Jos Passamn y el literato Jos Joaqun de

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Luis Orrego Luco, Chile, Santiago de Chile, 1903.

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Mora. En 1826, Mariano Egaa le escriba desde Londres buscando su apoyo para conseguir seis mil pesos que solo necesito para llevarme (a Chile) esta colonia (de espaoles)... He propuesto -le deca- que se borren de la lista de gastos (fiscales) tres cannigos y tres coroneles del Estado Mayor y se apliquen sus sueldos a esta gran obra de beneficencia nacional 9. Camilo Henrquez (1769-1825) fue gran batallador por la libertad de prensa en La Aurora (1812-1813) y expres su afn libertario por medio de la literatura en Camila o la patriota de Sudamrica (1817), alegato teatral rousseauniano en favor de la independencia y la ilustracin. Camilo Henrquez, Juan Egaa y Manuel de Salas sern los principales pensadores republicanos de la poca. Bernardo O'Higgins (1778-1842), aunque acusado ms tarde por los mismos liberales de autoritarismo, realiz entre 1817 y 1823 algunas reformas de inspiracin regalista y liberal. Decret, por ejemplo, la abolicin de ttulos de nobleza, intent suprimir los mayorazgos y puso coto al poder del clero, fundando escuelas lancasterianas y obligando a los conventos a proporcionar locales para cuarteles. Puede decirse, entonces, que adems de las ideas ilustradas europeas, haba en Chile desde el momento mismo de la Independencia una tradicin republicana y liberal local. Una tradicin que tuvo una activa presencia en la gnesis de la conciencia liberal y que en 1827 signific para el gobierno de Pinto lo que en Argentina, Mariano Moreno y la generacin de Mayo para la poca de Rivadavia. Despus de 1823, esta tradicin la continan polticamente los pipiolos o liberales, que constituyen, ms que un partido poltico moderno, una especie de club o de grupo. Entre 1823 y 1825, Diego Jos Benavente y Manuel Jos Gandarillas publican El Liberal, y en 1827, los pipiolos en alianza con los ex federalistas logran el control del Ejecutivo a travs de Francisco Antonio Pinto (1775-1858). El general Pinto, que haba sido elegido Vicepresidente a comienzos de 1827, asume el poder a raz de la renuncia de Freire, inicindose de este modo un gobierno liberal que durar solo dos aos y que coincide con el momento en que Lastarria inicia sus estudios en Santiago.

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Escritos de don Manuel de Salas, T. III, Santiago de Chile, 1914.

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La lectura de algunos nmeros del peridico El Liberal da una visin clara de las preferencias ideolgicas que buscaban imponer los partidarios de Pinto, como tambin de la influencia que tuvo en ellos el pensamiento ilustrado espaol. Hay versos irnicos contra el fanatismo religioso. Se seala como lecturas benficas, frente a las teolgicas, a Montesquieu, Rousseau y Voltaire. Se menciona a Moino y Campomanes como sabios fiscales y se aboga por la divisin de los poderes como esencia del sistema constitucional. Se argumenta en favor de la tolerancia religiosa y de un Estado fuerte que contraste el poder exorbitante de la Iglesia. Se cita y recomienda a Blanco White y a su peridico Variedades o Mensajero de Londres y se reproduce un artculo de esa publicacin en el que se enfatiza que, mientras el entendimiento est en cadenas, ninguna reforma podr prosperar. Se dan, adems, algunos consejos educativos que el propio Jos Joaqun de Mora implementar ms tarde en Chile: no entregarse exclusivamente a las ciencias fsicas y tcnicas; dedicarse s, pero sin el abandono de las letras. En economa poltica se recomienda la racionalizacin de los impuestos y de aduanas, la libertad de comercio, el fomento de la minera y la instalacin, aunque con ojo vigilante, de casas comerciales extranjeras. Se apoya decididamente una peticin de los diplomticos acreditados en Chile para enterrar a los difuntos de acuerdo con sus cultos, y se difunde y enaltece el pensamiento jurdico de Jeremas Bentham y de Benjamn Constant, a quienes se les da el epteto de sabios. Durante el gobierno de Pinto, los principios republicanos y liberales tienen entonces extensa circulacin, pero ya no solo como principios o ideas generales, sino ms bien como doctrina, la que con cierto grado de coherencia es aplicada por el grupo gobernante al anlisis e impugnacin de las diversas realidades del pas.

c) Republicanismo y liberalismoDentro de la matriz ilustrada en que se inscriben las dos primeras generaciones, la de 1810 y la de 1842, el republicanismo o humanismo cvico de Camilo Henrquez, Juan Egaa y Manuel de Salas tiene cierta diferencia con el liberalismo de Lastarria y los jvenes de 1842. Mientras el primer grupo se ocupa de los derechos y libertades colectivas, el segundo 31

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se centra, ms bien, en los derechos y libertades individuales. De all que los pensadores y escritos que elijan y de los cuales se apropien no sean exactamente los mismos: filsofos, historiadores y pensadores del mundo grecolatino y autores como Montesquieu, Voltaire y Rousseau, en el caso de los primeros, y el liberalismo doctrinario francs y autores como Benjamin Constant, Pradt y Destutt de Tracy pero tambin Montesquieu y Rousseau, en el caso de Lastarria y sus congneres. La hornada de republicanos, en comparacin con la de 1842, tuvo una preocupacin bastante mayor por los pueblos originarios y sus derechos. Varios de los artculos de La Aurora (1812-13) tocan el tema araucano y el propio Camilo Henrquez escribi utilizando el seudnimo mapuche de Patricio Curiacu. Los criollos independentistas republicanos se consideraban herederos legtimos de los araucanos, a quienes conceban -por su espritu libertario- como un mito patritico. El pensamiento republicano -tal como se infiere del primer escudo nacional (1812)- perciba en el pasado indgena su poca clsica; consideraba, sin embargo, a los pueblos originarios en una perspectiva de educacin y asimilacin progresiva. El adjetivo araucano lleg a ser un modo de decir chileno, fue, como seal Mario Gngora, una glorificacin idealizada. Juan Egaa public en 1819 sus Cartas Pehuenches, obra en que, imitando las Cartas Persas de Montesquieu, puso en boca de dos caciques mapuches la crtica a los vicios y virtudes en los primeros aos post Independencia. Manuel de Salas, a su vez, fue quien en 1823 coloc una lpida definitiva a la institucin de la esclavitud. Tratndose de estos temas, la generacin de Lastarria, en cambio, fue ms apegada a la dicotoma sarmientina de civilizacin y barbarie. Cabe sealar, empero, que republicanismo y liberalismo, en tanto dos vertientes de una misma matriz, no se dan en estado puro, ms bien con frecuencia se entrecruzan. Por ejemplo, en sus Investigaciones sobre la influencia social de la Conquista y del Sistema Colonial (1844), Lastarria presenta a los araucanos como valientes, osados y libertarios. Aun teniendo en cuenta esta fluidez, estudios recientes de Carlos Ruiz y Vasco Castillo muestran de modo convincente las diferencias entre ambas vertientes y su continuidad a lo largo del siglo XIX10. Mientras el

10 Carlos Ruiz y Vasco Castillo, El pensamiento republicano en Chile durante el siglo XIX, Revista Jurdica de la U. de Puerto Rico 70, San Juan, 2001.

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pensamiento republicano percibe los derechos polticos como un fin en s mismo en que se ejercita la virtud cvica y la realizacin ciudadana, el pensamiento liberal los percibe como un medio para salvaguardar las libertades individuales y civiles; mientras los republicanos identifican la libertad con la obediencia a la ley, los liberales la identifican con lo que la ley no prohbe; mientras el republicanismo se inclina por un rgimen participativo, el liberalismo lo hace por uno representativo; mientras el pensamiento republicano prioriza la buena ciudadana y la virtud como la capacidad de anteponer el bien pblico al bien privado, el pensamiento liberal, en cambio, es ms bien escptico con respecto al compromiso cvico y prioriza los buenos diseos institucionales. Pero, sobre todo, mientras el pensamiento republicano enfatiza la comunidad y el bien comn, el pensamiento liberal privilegia las libertades y derechos del individuo, lo que implica concepciones diferentes del rol del Estado. Cabe mencionar que a pesar de estas diferencias, los jvenes liberales de 1842 se consideraban herederos de la generacin de 1810, y valoraban que la primera hornada de patriotas haya proclamado a la repblica como la expresin institucional ms adecuada para la nueva nacin, en circunstancias de que la vieja Europa coronaba a Napolen, y parte importante de la opinin pblica de ese continente o era monrquica o perciba a esa institucin como una de las ms favorables para un buen gobierno.

d) Reformas legales y liberalismoDesde John Locke (1632-1704), el pensamiento liberal clsico suele representar a la sociedad como un escenario de conflictos individuales que en ocasiones pueden llegar a tener un carcter colectivo. La sociedad poltica, que sera de acuerdo con este pensamiento una etapa posterior al estado natural del hombre, tena la obligacin de velar para que estos conflictos fuesen controlados11. Segn esta visin, el nico mecanismo para proteger los derechos naturales y regular el apetito de los individuos era

11 Roberto Snchez, El carcter del Derecho en el Estado Liberal y el Autoritario, Mensaje 262, Santiago de Chile, 1977.

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el de las normas jurdicas. La convivencia y felicidad social solo podan lograrse a travs del derecho. Siguiendo esta lnea de pensamiento, algunos idelogos de la Independencia concibieron la ruptura con Espaa como una recesin del contrato social, lo que implicaba la necesidad de disear una nueva legalidad. Juan Martnez de Rozas, en el discurso que pronunciara en la apertura del Congreso de 1811, atribuy la cada de Roma a la falta de una Constitucin. Jos Joaqun de Mora, redactor de la Constitucin del gobierno de Pinto, llamaba (en 1830) a las leyes barreras santas, protectoras de la inocencia y la virtud12. Debido, entonces, a este afn constitucionalista -que estableca una ecuacin entre Constitucin y realidad- y a que los estudios de leyes (en la Universidad de San Felipe y luego en el Instituto Nacional) eran los nicos que podan calificarse -no sin reticencias- como estudios superiores, el pensamiento jurdico europeo tuvo gran importancia en la difusin de los principios liberales. Juan Martnez de Rozas, Manuel de Salas, Francisco Antonio Pinto, Manuel Jos Gandarillas (que encabez la tendencia liberal en la Asamblea Constituyente de 1831) y el profesor de filosofa del Instituto Nacional, Ventura Marn, todos estudiaron -como estudiara tambin Lastarria- abogaca. Durante el gobierno de Pinto, los juristas y filsofos del derecho ms socorridos fueron Montesquieu, Gaetano Filangieri, Benjamn Constant y, sobre todo, Jeremas Bentham, a quien se consideraba el apstol de la reforma legal. Segn Bentham, las leyes deban basarse no en principios morales absolutos sino en el propsito de incrementar la felicidad y disminuir el sufrimiento. Este criterio de utilidad fctica deba guiar a los legisladores. Lo bueno y lo malo, deca Bentham, no podan considerarse valores inherentes a ciertas acciones, sino que dependan de las consecuencias que estas acciones tuvieran. La postulacin de este carcter emprico para las normas jurdicas contribua a poner de manifiesto el relativismo y la historicidad del derecho, que desprendido as de su matriz ontolgica, se converta en un producto humano, susceptible de ser constantemente reformado. Entre 1820 y 1830, los benthamitas llegaron a ser en Inglaterra una verdadera fuerza poltica, preocupados no solo de difundir las ideas del sabio sino tambin de poner

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Citado por Miguel Luis Amuntegui, Jos Joaqun de Mora, Santiago de Chile,

1888.

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en accin la tolerancia religiosa, el prstamo de dinero con inters y algunas reformas educacionales y penitenciarias. En esa misma poca, se concentraba en Londres un importante nmero de exiliados liberales espaoles y algunos estudiosos hispanoamericanos, que luego difundiran en Chile y en otros pases la filosofa utilitarista de Bentham, estimulando as una concepcin ms dinmica del derecho (como vehculo de reformas legales de inspiracin liberal) y una mentalidad empresarial por entonces inexistente. Sin embargo, este espritu legalista portar -sobre todo en los liberales- la idea de que la reforma legal y poltica debe preceder a la reforma econmica y social; la ilusin de que basta transformar las leyes, y sobre todo la Constitucin, para que la realidad tambin se transforme.

e) Disociacin entre ideologa liberal y existencia socialAunque, como sealbamos, el debate poltico respecto a las premisas liberales tuvo lugar en Chile desde el momento mismo de la Independencia y aunque durante el gobierno de Pinto hubo difusin oficial de los principios liberales, no puede pensarse que sta fuese ya una ideologa consagrada; ms bien era, como lo sera hasta por lo menos la segunda mitad del siglo, una visin en pugna con el sistema de valores imperantes. En Europa, hacia 1830, el triunfo del liberalismo estuvo en relacin directa con el grado de industrializacin y con el desarrollo de la burguesa de cada pas. Gran Bretaa, por ejemplo, con la revolucin industrial, fue el pas donde, confluyendo con el nacionalismo y el Estado moderno, el liberalismo alcanz sus mayores y ms tempranos triunfos. Fue tambin donde tuvo un carcter ms moderado, debido a que el nivel poltico-ideolgico era expresin ms o menos orgnica de la situacin socioeconmica existente. En Chile, en cambio, las ideas liberales no expresaban la situacin histrica del pas. En lugar de revolucin industrial, aun en el gobierno de Pinto, predominaban sin contrapeso la aristocracia terrateniente del valle central y el clero. Mientras en Inglaterra se produca algodn para mercados lejanos, en Santiago apenas existan algunas industrias caseras. En la dcada de 1820, a excepcin de Valparaso (que debido a 35

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la ida y venida de barcos tena un comercio incipiente), en el resto del pas se viva un ambiente casi rural. La capital, con sus casas de adobe y de tejas coloradas, con sus calles anchas por cuyo centro pasaba una acequia, con su modorra apenas interrumpida por el paso de un caballo, alguna calesa o las campanas del convento, con la Plaza de Armas y el piln de agua como centros de animacin, proyectaba una imagen colonial bien distinta a la del ambiente dickensoniano que se viva en las ciudades inglesas. Si consideramos histricamente, y de modo global, al liberalismo como una incitacin a romper las relaciones sociales caractersticas de la sociedad estamental en favor de nuevas relaciones tpicamente burguesas, resulta claro que en Chile no haba hacia 1830 un sustrato apropiado para la incorporacin de las ideas liberales, y que ocurra un desequilibrio entre ellas y el contexto casi colonial en que se estaba todava viviendo. El llamado que en 1828 haca Jos Joaqun de Mora en El Mercurio confirma, indirectamente, tal disociacin:Los pueblos -deca Mora- en vez de confiar los negocios pblicos casi exclusivamente a los individuos de la nobleza, del clero y de la milicia, deban dar la mayor intervencin en ellos a los principales agentes de la produccin, como los propietarios, los capitalistas, los grandes industriales13.

De ms est decir que el sector social invocado por Mora era, en el Chile de 1828, en gran medida inexistente. El distanciamiento entre ideologa liberal y realidad social, que explica en parte el fracaso del gobierno de Pinto y el advenimiento de la era portaliana (1830-37), resalta con claridad al revisar el papel de la Iglesia durante la primera mitad del siglo. Hay en este sentido datos reveladores. Por ejemplo, cuando en 1835 se preparaba la representacin del drama Le fanatisme ou Mahomet le prophte (estrenado en Europa en 1742, dedicado al papa Benedicto XIV y aprobado por l), apareci en El Araucano (N 253, 10-VII-1835) la siguiente insercin:

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Citado por Miguel Luis Amuntegui, Jos Joaqun de Mora, op. cit.

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He sabido que va a representarse la tragedia de Voltaire titulada El fanatismo. La persona que me lo ha dicho me ha asegurado haber visto en mano de uno de los cmicos el papel que se le ha dado para estudio; y como presumo que esta pieza no haya sido revisada porque no puede ser aprobada, me apresuro a denunciar su representacin antes de que se efecte, para que la impida o prohba el seor juez de teatro, pues no debe representarse no habiendo obtenido la aprobacin de los seores examinadores encargados de la revisin. Suplico a UU. seores EE. la publicacin de este denuncio. Firmado: Un eclesistico.

La oposicin que algunos aos ms tarde haran miembros del Cabildo de Santiago a la construccin de un Teatro Municipal, alegando que era un medio para introducir vicios y malas costumbres, hace pensar que la denuncia del eclesistico -que leda hoy parece broma- era en esa poca muy seria. En 1842, segn un cuadro estadstico de ese ao, de las 3.945 casas que haba en la capital, 170 pertenecan al clero. El personal eclesistico, entre religiosos, religiosas, clrigos, curas y sotacuras, llegaba casi a novecientos, los mdicos, en cambio, llegaban apenas a dieciocho y constituan un oficio con escasa valoracin social. A las cifras hay que agregar que la Iglesia Catlica de las primeras dcadas de la Independencia era una institucin proselitista, destinada a triunfar sobre el mundo civil, una Iglesia que no estaba dispuesta a coexistir con el pensamiento secular, muy diferente, por lo tanto, a la Iglesia que conocemos hoy da. Hubo, es cierto, algunos religiosos que, como Fray Camilo Henrquez, el cannigo Fretes o el padre Eyzaguirre, apoyaron el ideario liberal; fueron, empero, una minora, y su presencia de ninguna manera involucr a la Iglesia como institucin. La disociacin entre las preferencias liberales que queran imponer los partidarios del gobierno de Pinto y el contexto socioeconmico del pas, sumados al carcter no vigente e impugnador de esta ideologa, es entonces antecedente que viene a acotar lo que sealbamos al comienzo: vale decir, que Lastarria crece y se educa en una sociedad desvinculada de la metrpoli, pero que vive todava un proceso de transicin y que se encuentra a medio camino entre la ortodoxia y la tolerancia, entre el ancin rgime y el mundo moderno, entre el Reino de Chile y la Repblica Independiente. 37

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Este desequilibrio, que constituye un terreno frtil para la conciencia historicista, explica adems la ptica con que los jvenes chilenos se apropian del pensamiento liberal y las caractersticas que ste va adquiriendo, especialmente lo que podra considerarse como voluntarismo liberal: la creencia de que las ideas -y en este caso las ideas liberalesson el motor del progreso; y de que basta educar en ellas a la mayora para que cambie no solo la realidad de la conciencia sino tambin la sociedad y la vida poltica del pas. Es esta la postura que, como veremos, conlleva una ideologa literaria, una concepcin de la literatura y de su funcin: aquella de que la literatura tiene que progresar con la historia que progresa y, simultneamente hacer progresar a esa historia.

f) Jos Joaqun de Mora y Andrs BelloCules son las circunstancias concretas a travs de las que el joven Lastarria se inserta en el proceso que hemos venido reseando? El primer peldao de su etapa formativa parece ser el viaje desde la provincia a Santiago. Aunque no se conocen con exactitud los detalles de sus primeros aos de estudio (1827-1828), sabemos que hasta 1829 asisti al aula que el presbtero Francisco Puente tena en la calle Santo Domingo. Es posible conjeturar que esta aula se guiaba por las normas de la educacin religiosa y escolstica de la poca. El memorialista Jos Zapiola recuerda que, en la dcada de 1820, las escuelas de primeras letras, regentadas por frailes, imponan la cosmovisin aristotlico-tomista siguiendo el lema de que la letra con sangre entra. Entre los castigos estaban en uso: arrodillarse, el guante, la palmeta y los azotes.Las planas de escritura, se presentaban diariamente, y el maestro estampaba en ellas las siguientes anotaciones: S, siga; I.L.M., imitar la muestra; B, buena; M, mala. Estas clasificaciones daban lugar a correcciones proporcionadas. Vena, por fin, la terrible A, azotes... En cuanto a libros -recuerda- si se excepta el catecismo, cada uno se ejercitaba para la lectura en el que poda proporcionarse. Generalmente... libros piadosos14.

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Jos Zapiola, op. cit.

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Aunque es probable que, como buen memorialista, Zapiola exagerase, lo que s es indiscutible es el vnculo entre educacin y castigo corporal, vnculo tan arraigado que en 1828 la esposa de Jos Joaqun de Mora, al fundar en Santiago el primer Colegio para Seoritas, se haba visto obligada a hacer una aclaracin sobre el tema:El rgimen del establecimiento -deca el prospecto- propender ms a la blandura que al rigor, y el premio ser ms frecuente que el castigo. Es casi intil advertir que en ningn caso y por ningn motivo se har uso de penas corporales15.

Debe haber sido, pues, un enorme salto para el precoz Lastarria cambiarse en agosto de 1829 desde el aula del presbtero Puente al Liceo de Chile dirigido por Mora; desde una educacin tradicional a otra guiada por principios novedosos y por la renombrada figura del exiliado andaluz. Mora haba venido a Chile en febrero de 1828. Su aureola convirti su presencia en un acontecimiento de la escasa vida cultural de la poca. Se le identificaba con Blanco White (cuya posicin favorable a la Independencia era bien conocida); con los catecismos de la casa Ackermann -de los cuales haba escrito el de geografa, gramtica castellana y gramtica latina-, y se conocan, adems, sus Cartas sobre la educacin del bello sexo y sus traducciones de Walter Scott. A esto se aada su fama de luchador en el exilio que, por expandir las luces, no haba trepidado en ponerse a disposicin del gobierno transandino de Rivadavia. El tiempo que transcurre desde su llegada hasta que Lastarria ingresa al Liceo de Chile no haba sino acrecentado su fama. Al da siguiente de pisar suelo chileno era nombrado Oficial Auxiliar de un ministerio; dos meses ms tarde fundaba, con Jos Passamn, El Mercurio y escriba artculos abogando por la expansin de la instruccin pblica; cinco meses despus participaba en los debates y redactaba la Constitucin Liberal de 1828. En reconocimiento a sus servicios, el Parlamento y el Ejecutivo le haban concedido la ciudadana chilena. Bajo su orientacin, se form tambin un grupo de lectores y de intercambio de libros; por

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M. L. Amuntegui, op. cit.

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otra parte, su esposa fundaba el primer colegio femenino del pas, y l mismo, en enero de 1829 -gracias al apoyo y patrocinio del gobierno de Pinto- creaba el Liceo de Chile. Manuel de Salas resuma as la opinin que se tena de Mora en los crculos santiaguinos de entonces: Es un literato de un saber y fraseologa extraordinarios16. Gracias a una beca del presidente Pinto, Lastarria ingres como interno a la seccin militar del Liceo. El colegio era una sntesis creadora de distintos aspectos de la sociedad de la poca. Haba cierta disciplina militar: los alumnos despertaban al toque de diana, salan de los dormitorios al toque de caja, entraban a clase al toque de tambor y vestan de uniforme a la orden de paseo17. Pero tambin haba influencia de la moda francesa. Evocando recuerdos de Lastarria sobre el Liceo, su nieto Franklin de la Barra dice:Contaba mi abuelo que adems de los ejercicios militares que les enseaba un viejo sargento, vestido de pantaln corto, media blanca de algodn y manta carrerina, tenan clases de baile, que les daba un maestro francs, de bucles blancos, larga coleta atada con una cinta, calzn corto y media de seda. Se colocaba a la cabeza de los alumnos y tocando en un medio violn, les enseaba los pasos consabidos18.

Estaba presente tambin el aspecto religioso (Mora, como los liberales chilenos, fue antiiglesia, pero no antirreligin): los alumnos deban rezar el rosario todas las noches, or misa los das de guarda, los domingos estudiar el catecismo y rezar al levantarse y al acostarse oraciones que el mismo Mora haba compuesto. En pro de una formacin no especializada19 se combinaban ramos humansticos -en la maana- a cargo de Mora; y ramos cientficos -por la tarde- a cargo de Andrs Gorbea. Profesor de francs y filosofa, Juan

Roberto Donoso, Las ideas polticas en Chile, Santiago de Chile, 1967. Alejandro Fuenzalida Grandn, Lastarria y su tiempo, T. II, Santiago, 1911. 18 Armando Donoso, Recuerdos de 50 aos, Santiago de Chile, 1947. 19 Jos Joaqun de Mora, en El Mercurio de Chile, 1-4-1828, deca: es preciso que haya quien nos cure en nuestras dolencias, quien satisfaga las necesidades del comercio, etc... pero por diferentes que sean los estados profesionales que requieren esos diversos destinos, es fcil probar que la preparacin a todos ellos debe ser uniforme.16 17

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Antonio Portes enseaba mediante el texto Leons de philosophie sur les principes de l'intelligence (1815), de Pierre Laromiguire, el cual, siguiendo a Condillac y Destutt de Tracy, postulaba que lo sensorial era el nico criterio para reconocer la verdad o falsedad de las ideas y que, por lo tanto, aquellos conocimientos que no provenan de la experiencia o de los sentidos (como era el caso de la fe religiosa) carecan de base. Mora, que haca las veces de rector, daba cursos de literatura, de gramtica latina y de derecho, pero adems daba -especialmente a los internos- algunos cursos extraoficiales:Por las noches -nos dice Franklin de la Barra refirindose a Lastarria, recordaba mi abuelo que Mora, quien tena mucho inters por el aprendizaje de los alumnos, comenz a hacerles a un grupo de ellos una clase de filosofa, tomando pie de sta para darles a leer algunos libros. Entonces comenzaban a vulgarizarse esos pequeos manuales de Ackermann, que se publicaban en Londres, entre los cuales ley uno que contena extractos de Rousseau... Mora se los daba a los muchachos ms estudiosos en su clase, que era no solo de filosofa, sino tambin de liberalismo. Yo le oa referir a mi abuelo que algunos aos ms tarde l se dio cuenta que era casi como una clase oculta20.

A travs de Mora y en un contexto semisecreto que debi excitar su curiosidad juvenil, Lastarria escuch las ideas de Rousseau, Bentham, Saint Simon, Campomanes y Jovellanos. Aunque era todava un adolescente y aunque estuvo apenas un ao en el Liceo, la influencia de Mora fue para l -como no se cansara de repetirlo- profunda y definitiva. Aos ms tarde, Lastarria retomar los principios liberales que Mora haba divulgado, siguindolo adems en ciertas ideas muy precisas tocantes a educacin y literatura. En 1836, por ejemplo, publica un artculo Sobre el estudio de la literatura y de la gramtica castellana en Chile, en el que, siguiendo al maestro andaluz y frente a Bello que apoyaba el estudio del espaol desde los primeros aos escolares, sostiene que la gramtica deba iniciarse en una etapa posterior, una vez que los alumnos hubiesen desarrollado la capacidad de abstraccin21.

Armando Donoso, op. cit. El Araucano, 298, 20-5-1836. ste, que fue uno de sus primeros escritos, lo firm Lastarria con el seudnimo: Unos amigos de la educacin.20 21

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Segua tambin a Mora al advertir la necesidad de crear una literatura nacional y al destacar la importancia de la elocuencia y del dominio de la lengua, e incluso los modelos espaoles que menciona Lastarria en su discurso de 1842 son los mismos (y casi con las mismas palabras) que haba sealado Mora en 1830 en su Oracin inaugural del curso del Liceo de Chile. Por otra parte, algunas reformas legales propuestas por Mora, como aquella de reemplazar a los jueces unipersonales por jurados, se integrarn tambin al canon liberal de las dcadas siguientes. El Liceo de Chile fue entonces, para Lastarria, el segundo peldao en su formacin liberal. Mora mediante, accedi al pensamiento ilustrado y al liberalismo de las Cortes de Cdiz. Hay que sealar, empero, que durante el gobierno de Pinto, ni Mora fue un depsito aislado de sabidura liberal, ni Lastarria y sus condiscpulos recipientes inertes; y si bien hubo trasvasije ideolgico, este no se realiz en un mundo etreo, sino en una sociedad en transicin, en un mbito en que las confrontaciones axiolgicas entre las ideas y la existencia social se manifestaban continuamente en las experiencias concretas de los alumnos. El liberalismo, eso s, fue proporcionndoles argumentos para identificar a la Colonia con el oscurantismo, con la esclavitud, con la ignorancia, con la Edad Media, con lo viejo que an estaba presente y que luchaba por subsistir; y, a la Independencia, en cambio, con el punto de partida de lo nuevo, de reformas que no haban sido llevadas a cabo, de un futuro promisorio que aunque lejano era posible ya avizorar. La ordenacin de la actualidad histrica en torno a estos dos polos perfilaba tambin una tarea de transformacin, en que lo poltico, lo jurdico y lo literario venan a ser partes interdependientes de una regeneracin que deba abarcar tanto la conciencia como las instituciones del pas. Junto al inters que despertaron las ideas de Mora en algunos jvenes, dej tambin ste una huella emocional. Pinsese, por ejemplo, en Lastarria, en ese adolescente que, segn crnicas de la poca, fue el alumno ms aventajado del Liceo, en ese joven becario que despus de la batalla de Lircay presencia la cada del gobierno que lo haba becado, y que ms tarde, en febrero de 1831, ve cmo el gobierno de Portales arresta y expulsa al Per a quien haba sido su maestro, para terminar finalmente con la disolucin del Liceo. Es explicable entonces que para Lastarria la figura de Mora con el tiempo haya crecido y que el discpulo se haya visto atrado, no solo por las ideas, sino tambin 42

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por la elocuencia y el estilo de esa figura ausente que encarnaba el non plus ultra del publicista moderno22. El final abrupto del rgimen de Pinto y del Liceo de Chile, as como el alejamiento de Mora, tuvieron para el ambiente intelectual de la dcada de 1830 variadas repercusiones. El gobierno de Portales, que buscaba un desarrollo econmico del pas ajustado a su base social y que se orientaba por el convencimiento de que la lucha poltica no deba esterilizar ese desarrollo, utiliz todos los medios posibles para asfixiar a los pipiolos y a los partidarios de Pinto. Durante esos aos, privada de su cauce poltico, la conciencia liberal de los jvenes del Liceo ir encontrando en el terreno literario y en los estudios el medio adecuado para canalizar sus intereses. El Instituto Nacional y la figura de Andrs Bello tendrn en este sentido igual o mayor importancia que la que haban tenido Mora y el Liceo de Chile en los aos precedentes. En junio de 1831, Lastarria ingres al Instituto Nacional, establecimiento que en 1826, bajo el rectorado del utopista francs Ambrosio Lozier, haba experimentado una notable secularizacin en el personal y en los planes de enseanza. Aunque Lozier debi dejar su cargo despus de un ao, sus concepciones liberales y su idea de formar hombres y no individuos para esta o aquella profesin23 siguieron en cierta medida vigentes, como lo muestra el hecho de que entre 1827 y 1829, durante el rectorado del escolstico Francisco Meneses, Jos Joaqun de Mora gozara entre los alumnos y profesores de mayor prestigio que el propio rector24. En 1831, se encontraban en la biblioteca del Instituto obras de Lamennais, Destutt de Tracy y Feijo, y enseaba un profesor como Ventura Marn25, que haba tomado parte activa en el movimiento liberal de 1828. El Instituto era, pues, cuando ingresa Lastarria y durante la

22 En el siglo XIX se usaba el calificativo publicista para referirse al que conformaba opinin pblica. 23 Antonio Varas, Discurso del Rector, El Araucano, 22-3-1844, Santiago. 24 Domingo Amuntegui y Solar, Los primeros aos del Instituto Nacional (18131835), Santiago de Chile, 1889. 25 Basaba sus cursos en el eclecticismo de Vctor Cousin; fue profesor de filosofa de Lastarria. Domingo Amuntegui y Solar, que le conoci, explica as su sbita locura: Cuando don Ventura Marn lleg al pleno desarrollo de sus facultades, combatieron en su alma dos tendencias opuestas: la de los santos padres y la de los filsofos del siglo XVIII, apstoles del diablo segn el fraile dominicano Tadeo Silva, El Instituto Nacional bajo

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etapa de intolerancia poltica de Portales, una especie de isla cultural -por no decir isla liberal. No es extrao, entonces, que all se hayan gestado revueltas estudiantiles y que algunos alumnos fuesen relegados por el gobierno a la isla de Juan Fernndez. Bello, aunque no fue directamente profesor del Instituto, tuvo en este una considerable influencia. Entre 1832 y 1835, fue miembro de la Junta Directora de Estudios y tom parte en la adopcin de un Plan de Enseanza muy parecido al que Mora haba intentado llevar a cabo en el Liceo de Chile. En 1832, se creaba en el Instituto un curso de Principios de Legislacin Universal, a imagen de la ctedra que, con el mismo nombre, ejerca Bello en el Colegio de Santiago y en la que enseaba las ideas de Locke, Bentham, Constant, Ahrens, Stuart Mill y Spencer. En 1833, Lastarria sigui un curso de Derecho Natural orientado por Bello y finalmente, en 1834, entr a formar parte de un pequeo grupo de alumnos que asista a clases privadas en casa del maestro venezolano. Bello fue adems, as como haba sido Mora en los aos del gobierno de Pinto, la figura cultural predominante en la etapa portaliana. Por una parte, fue el canal de continuidad y moderacin del pensamiento liberal en un medio que le era desfavorable y que hasta reprima a ese pensamiento, y, por otra, introdujo y divulg una ideologa artstica y literaria afn a los intereses liberales. El terror jacobino y el Imperio napolenico haban generado en Francia una especie de liberalismo hostil a la democracia, del que Benjamn Constant fue uno de sus adalides26. Para esta corriente, el que todo el poder poltico perteneciera al pueblo era sealado como una difusin no de la libertad sino de la tirana. Ya en 1819, Constant haba criticado cidamente la libertad propuesta por los jacobinos, sealando que representaba el despotismo de la comunidad sobre el individuo. Desde el punto de vista poltico, esta corriente se pronunciaba por la evolucin y no por la revolucin (pensaban en la de 1789), y desde el punto de vista filosfico, hacia la crtica de Rousseau, insistiendo en que la libertad era

los rectorados de don M. Montt, don Fco. Puentes y don Antonio Varas, 1835-1845, T. II, Santiago de Chile, 1891. 26 Irene Collins, Liberalism in Nineteenth Century Europe, European political history, 1815-1870, New York, 1967.

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una categora relativa al individuo, a la razn y a la naturaleza humana, y no a determinados grupos sociales. Cuarenta aos ms tarde, cuando Lastarria haba abandonado ya su etapa jacobina, recordara el curso de legislacin de Bello, diciendo que se basaba en extractos de Benjamn Constant y en el criterio positivo de la escuela de Bentham, valorndolo porque haba demostrado la falsedad de muchas teoras sobre la sociedad que estaban de moda, como las de Rousseau, Hobbes y Locke.El curso de Bello -deca Lastarria- haba hecho el gran servicio de encaminar la educacin poltica de la juventud por una senda segura... apartndola de las ilusiones de que fueron generosas vctimas los que a principios de este siglo sirvieron al sistema liberal en Europa y Amrica espaola27.

Por supuesto, Constant era conocido ya desde antes; sin embargo, Bello, que ideolgicamente era -aunque apoyaba a los conservadores- un liberal racionalista, fue el puente que permiti a los jvenes mimetizar los mpetus liberales, asegurando as, en un contexto que exiga el repliegue, la circulacin y supervivencia de tales ideas. A esta influencia mitigadora hay que sumar el americanismo de Bello, que responda a la frmula mtodo de Europa y contenido de Amrica, y adems la perspectiva antiontolgica sostenida en sus lecciones y ms tarde en algunos de sus estudios gramaticales e histricos. Durante el gobierno de Portales, empero, an el liberalismo moderado careca de vas de expresin:El espritu filosfico atravesaba como una rfaga de luz la mente de los estudiantes, mientras asistan a los cursos de Legislacin y de Filosofa del Instituto: pero en cuanto ellos se enrolaban en los crculos elegantes de casuistas y retricos, aquella luz se apagaba... la poltica exclusiva del gobierno... haba apagado de tal manera el espritu pblico, que no le dejaba otra senda franca que la de la elegancia en las formas28.

27 J. V. Lastarria, Recuerdos del Maestro, Estudios sobre Andrs Bello, ed. Guillermo Feli Cruz, T. I, Santiago de Chile, 1966. 28 Ibd.

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Este sentimiento de frustracin llev a los ms impetuosos a refugiarse en las corrientes doctrinarias que enfatizaban la libertad como valor absoluto del individuo, presuponiendo una ley superior de la historia que, independiente de las circunstancias, garantizaba el desarrollo ininterrumpido del espritu. La influencia moderadora de Bello apag entonces ciertos utopismos polticos, alimentando al mismo tiempo otros de ndole ms bien filosfico-espiritual. Para quienes pensaban que su tarea era la regeneracin global de la sociedad y vean entonces cerradas las puertas a las reformas jurdicas e institucionales o a la propaganda liberal, no quedaba otro mbito que el del cultivo de la educacin y de los intereses literarios. No es casual que Lastarria en 1836 haya definido la literatura como la ciencia que hace dulce la vida y que hace al hombre capaz de vivir en sociedad29. En cuanto a estos intereses literarios, Bello jug tambin un importante papel. A l se debi la difusin, a travs de traducciones, artculos originales y hasta poemas propios, de los mejores valores de la literatura llamada entonces moderna. Como editor de El Araucano se opuso a la censura eclesistica y ya en 1831 public textos de Madame de Stel y luego traducciones de Chateaubriand, Vctor Hugo y Byron. Promovi adems la campaa en favor del teatro y l mismo tradujo y dio a conocer a Alejandro Dumas, uno de los ms importantes dramaturgos franceses de ese momento30. Por medio de estos autores flua una ideologa afn a la conciencia liberal; una ideologa que asociaba lo literario a lo polticosocial; una concepcin del creador como hombre escogido que, mediante su quehacer, deba contribuir a modificar la sociedad. El gobierno de Portales (1830-1837), con su emblema de orden y progreso material, dej tambin su impronta en el liberalismo chileno, especialmente en quienes, como Lastarria por anttesis a Portales, tendan a acentuar una concepcin espiritualista e idealista de la poltica. Con respecto a Bello, cuarenta aos ms tarde, Lastarria se refiere a su influencia en forma negativa y contradictoria. Aunque reconoce algunos de los aspectos sealados, dice tambin que:

29 Sobre el estudio de la literatura y de la gramtica castellana en Chile, El Araucano, 20-5-1836. 30 Emir Rodrguez Monegal, El otro Bello, Caracas, 1969.

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Bello, si bien no era inspirador de la nueva poltica que signific la deportacin de Mora... era s su filsofo y su literato. Y despus de esta deportacin, sin rivales ni competidores, se hizo dictador en materia de letras... e inspir el estudio de autores como Jos Gmez Hermosilla... que estaban muy lejos de favorecer el desarrollo democrtico y la emancipacin de la inteligencia31.

Quien examine, empero, a la distancia, los documentos, crnicas y artculos de la poca no podr sino concluir que la influencia cultural de Bello, a pesar de su apoyo poltico a Portales, fue complementaria a la de Mora, y que, difundiendo el racionalismo y el liberalismo moderado ingls, fue el tercer peldao en la formacin liberal de Lastarria. Ambos, en sntesis, en contextos histricos diferentes, tuvieron un papel significativo en la gnesis y en el desarrollo de la conciencia ilustrada y liberal en Chile.

31 J. V. Lastarria, Recuerdos del Maestro, op. cit.; y Recuerdos literarios, Santiago de Chile, 1967.

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CAPTULO IIINTRANSIGENCIA Y PLAN LIBERAL

a) Conviccin y temperamentoAun cuando las ideas ascendentes entre algunos jvenes de la elite, que se formaron en las primeras dcadas, corresponden a las que hemos reseado, ellas fueron asumidas no por conciencias esponja, sino por individuos concretos de caractersticas psicobiogrficas muy diferentes. No todos los alumnos de Mora y de Bello fueron liberales, y entre los que lo fueron, cada uno lo fue de una manera distinta. La conciencia, como se sabe, no es un receptculo inerte, ms bien es una funcin activa, un fluido nico e irrepetible que proyecta incesantemente su propio destino. Interesa, pues, aclarar algunos rasgos especficos de la conciencia liberal de Lastarria. En 1888, Enrique Nercasseaux, a poco de morir el publicista, deca de l que haba sido durante toda su vida un liberal por conviccin y tambin por temperamento32. Al decir conviccin apuntaba sin duda a las ideas, a los principios, a la doctrina poltica. Y en efecto, desde que en 1836 se inicia como profesor hasta casi la fecha en que muere, la actividad literaria, pedaggica, parlamentaria y diplomtica de Lastarria estar orientada por la causa liberal. Tal vez el rasgo distintivo en su caso haya sido la vehemencia con que durante gran parte de su vida difundi esos principios. Si hubiera de elegirse -escriba Paulino

32 Enrique Nercasseaux, Lastarria, Revista de Artes y Letras, T. XIII, Santiago de Chile, 1888.

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Alfonso en 1917- una persona que representase al liberalismo en Chile, no podra ser sino Lastarria33. Pero, qu quera decir Nercasseaux cuando agregaba que Lastarria era liberal por temperamento? Pensaba, sin duda, en su idiosincrasia, en su modo especfico de ser liberal, en algunos rasgos de personalidad que lo mostraban como liberal aun en actividades que no eran propiamente polticas. En el aula, en el foro, en la tribuna, o en sus cuentos y novelas, puede percibirse una ndole enseadora, un estilo conscientemente predicador, que busca persuadir con la palabra y que recurre a la elocuencia, al tono declamatorio y a la exuberancia verbal, una naturaleza ntima que podra calificarse de docente34. Me di siempre por liberal -deca al autodefinirse Lastarria- pero nunca por pipiolo ni por representante de partido alguno35. Su conviccin liberal como instigadora de su accin careca para l de parmetros externos; era ms bien una causa individual recelosa del proselitismo, una causa moldeada en su propia conciencia, una causa absoluta e ideal. A esta concepcin casi religiosa del liberalismo hay que vincular su actitud docente y el modo en que orient su vida en una especie de sacerdocio liberal. La cara externa de esta concepcin fue, en lo poltico, la intransigencia; la idea de que los principios liberales eran absolutos y cualquiera que fuese la circunstancia no podan transarse. Pensaba que los credos haba que mantenerlos incontaminados36. En 1880, casi al fin de sus das, fustigaba todava las concesiones doctrinarias, la poltica que l llamaba de la madre rusa, de esa madre que, sorprendida en las estepas por una manada de lobos, fue arrojando a sus pequeos, uno tras otro, tratando intilmente de saciar a los lobos, hasta que cay ella misma devorada:sa es la poltica de los sacrificios intiles... No, no debemos abandonar nunca la lgica y la integridad de las doctrinas. Las reformas a medias,

33 Paulino Alfonso, D. J. V. Lastarria, Revista Chilena, ao 1, T. I, Santiago de Chile, 1917. 34 Alejandro Fuenzalida Grandn, Lastarria y su tiempo, op. cit., T. II. 35 J. V. Lastarria, Nota de uno de los Diputados de Rancagua al Gobernador de aquel departamento, Revista de Santiago, T. III, Santiago de Chile, 1849. 36 J. V. Lastarria, Proyectos de ley y discursos parlamentarios, Santiago de Chile, 1857.

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incompletas, truncas, comprometen y desprestigian ms de lo que sirven... Yo s lo que significa eso de que es necesario adaptarse a las circunstancias, de que es necesario tomar en consideracin las costumbres y los hbitos de un pueblo, que no se pueden violar las tradiciones, yo s lo que significa aquello de que todava no estamos preparados para realizar una reforma, y todas esas frases vacas, con que se esconde la cobarda de unos, el egosmo de otros y la debilidad de todos37.

Este liberalismo a ultranza, que angosta la realidad al campo de las ideas, va acompaado en Lastarria por una actitud casi siempre algo soberbia y altanera, y tambin por cierta inflexibilidad respecto de la relacin entre los principios y la accin. La clave de este estilo intelectual parece estar en algunos aspectos psicosociales de su biografa. El padre de Jos Victorino, despus de retirarse del ejrcito, se estableci en Rancagua, donde un incendio consumi su negocio y sus ahorros. Cuando Lastarria llega a Santiago es un estudiante pobre, cuya familia carece de recursos y no figura en el vecindario decente de la poca. En una sociedad jerarquizada, en la que las familias de la aristocracia terrateniente y mercantil acumulaban poder e influencias, ello representaba una considerable desventaja. Jos Zapiola recuerda que en Santiago algunas escuelas estaban divididas en dos secciones, no por el grado de rendimiento ni por la clase de estudios, sino por la categora social a que perteneca el nio. Los ms distinguidos -dice- ocupaban los dos lados del saln ms prximos al maestro, que tena su asiento en la testera38. Otro memorialista seala que entre 1824 y 1834, franceses e ingleses, con el objetivo de captarse posibilidades comerciales para sus pases, concedan en sus buques pases libres a los hijos de las familias distinguidas de la capital que queran seguir estudios en Francia39. A un nio de provincia que llegaba a un mundo estamentado y que careca de respaldo social, solo le quedaba, para afirmar su individualidad, un camino: el estudio. Del joven rancagino podra decirse lo que en Martn Rivas se dice del protagonista: Despus

37 Citado por Augusto Orrego Luco, Don Victorino Lastarria, impresiones y recuerdos, Revista Chilena, ao 1, T. I, 1, Santiago de Chile, 1917. 38 Jos Zapiola, Recuerdos de treinta aos, 1810-1842, op. cit. 39 Vicente Prez Rosales, Recuerdos del pasado, Buenos Aires, 1946.

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del da siguiente (a su llegada de provincia) principi Martn sus tareas con el empeo del joven que vive convencido de que el estudio es la nica base de un porvenir feliz, cuando la suerte le ha negado la riqueza40. As parece haberlo hecho Lastarria, que fue, recordemos, por sus dotes intelectuales, el alumno de mayor renombre en el Liceo de Chile y, ms tarde, elegido por Andrs Bello para asistir a sus lecciones. Cabe sealar que la educacin tena entonces un marcado carcter pblico: en los peridicos se publicaba cada trimestre un manifiesto sobre el progreso de los alumnos, se anunciaba el inicio y el trmino de las actividades docentes, se publicaban los resultados completos de los exmenes, sealando no solo a los alumnos ms destacados sino tambin a los mediocres y a los malos. Considerando, pues, la situacin de Lastarria y el carcter de la sociedad, sobresalir intelectualmente e identificarse con la formacin liberal que reciba, representaba para l una necesidad vital, una posibilidad de afirmarse y de trascender su origen. Un documento de 1839, escrito a los 21 aos (y que permaneci indito hasta 1938) constituye un claro indicio de lo que decimos. Lastarria consigna all los datos de su formacin desde el momento en que ingresa al Liceo de Chile. Da detalles de los cursos que sigui, del da exacto que rindi tal o cual examen y que entr o sali de tal o cual establecimiento. Incluye tambin los datos de su graduacin forense en 1836 y su nombramiento como profesor de Legislacin Universal en 1837 y de Derecho de Gentes y Geografa en 1838. Resulta curioso que recuerde con tanta exactitud la fecha de exmenes rendidos haca ya una dcada. Resulta tambin curioso el propsito del escrito. Hay que descartar que sea un documento de los que hoy se preparan para conseguir una ocupacin, puesto que incluye datos como aquel con que finaliza:El da 8 de mayo de 1839, me cas con doa Jess Villarreal, a las 7 de la noche41.

Alberto Blest Gana, Martn Rivas, Santiago de Chile, 1948. Documento compilado en Papeles inditos de don J. V. Lastarria, Revista Chilena de Historia y Geografa, ao VII, T. XXI, 25, Santiago de Chile, 1917.40 41

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Parece ms bien un recuento ntimo en que revisa lo logrado en 21 aos, un documento de reafirmacin vital: esto es lo que he llegado a ser y lo que soy! Un documento significativo por la precisin con que rememora sus estudios, y tambin porque excluye casi todo lo que no est directa o indirectamente vinculado a su formacin liberal. De estos Papeles inditos es tambin reveladora la lista que compila en noviembre de 1838 de los libros que poseo42. En derecho incluye a Vinio, Campomanes, Filangieri (Ciencia de la legislacin); Constant (Comentarios a Filangieri); Bentham (Tratado de legislacin); Montesquieu (Espritu de las leyes); Rousseau (Contrato social); Pradt (Concordato de Amrica); Destutt de Tracy (Comentarios sobre las leyes); y tambin Lamennais (Palabras de un creyente). De literatura tiene poesa y solo algunas Novelas ejemplares de Cervantes y El talismn e Ivanhoe de Walter Scott. En total, 263 volmenes, 118 de derecho y 145 de literatura, historia y geografa. El inventario resulta decidor por los ttulos y por el modo en que est concebido: frente a cada obra, Lastarria coloca su precio exacto. Al indicar con tanta precisin su valor est tambin valorizndose a s mismo. El libro, no olvidemos, es el producto simblico de mayor prestigio de la cultura ilustrada. Esos libros estn integrados a su ser, son extensiones de su cuerpo, que le ayudan a enfrentar un medio social que le era adverso. Ni en Recuerdos literarios ni en ningn otro escrito se refiri Lastarria a sus padres, a su pasado provinciano o a la ciudad de Rancagua, donde transcurri parte de su infancia. De su familia, al nico personaje que rescata es a su abuelo, Miguel de Lastarria43. Un abuelo ilustrado, partidario de reformas liberales en las Cortes Espaolas, defensor en Lima de los derechos de los mulatos y perseguido por la Inquisicin por sus ideas antiescolsticas. La vida de Lastaria parece, pues, empezar con su existencia ideolgica. Su nacimiento ocurre cuando toma contacto con las ideas liberales, y su padre real cede el paso a la paternidad ideolgica de su abuelo. Esta identificacin absoluta con los principios indica que Lastarria encuentra en ellos un refugio y una afirmacin como individuo.

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La biblioteca de Lastarria en 1838, en Papeles inditos de don J. V. Lastarria,

op. cit.43 J. V. Lastarria, Noticias biogrficas de don Miguel de Lastarria, en Benjamn Vicua Mackenna, Historia de Santiago, Valparaso, 1869.

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El epteto de self made man, que le diera Eugenio Mara de Hostos, solo se entiende -considerando que Lastarria jams tuvo fortuna personal- en el contexto de esta tenacidad por llevar adelante las ideas liberales, y junto con ellas, a su propia persona. De all entonces su estilo altanero, su intransigencia y su idiosincrasia -o si se quiere- su firmeza liberal. Este proceso de reafirmacin individual va dejando a travs de los aos una estela de mofas y burlas, y otra de resentimientos e intransigencias. Era hombre de pasiones vivas... tan vivas que nunca las ha podido refrenar deca un comentarista en 186444. En Recuerdos literarios, Lastarria evoca a la juventud de fines de la dcada de 1830 como una... juventud selecta... y elegante, que figuraba con brillo en la sociedad... dando el tono en los estrados, y mirando por encima del hombro a los pocos jvenes educados que... se daban por liberales45. En 1849, momento de acalorada pugna poltica, El Corsario, diario de los conservadores, llama a Lastarria Huacho, roto, pcaro y lamenta que se le hubiera dado educacin46. Y en 1850, otro peridico lo pinta en versos satricos como un pobretn mal nacido que... por ser algo se desvive, como un predicador de libertades y como un chuchi fastidioso47. Lastarria, por su parte, en carta a un amigo ntimo, confiesa que No es patriotismo, ni ambicin, ni vanidad lo que lo mueve, es solo odio48. Se trata, entonces, de un fenmeno de afirmacin individual, pero incrustado en un proceso ms amplio de afirmacin social. En este sentido, Lastarria representa -como lo deja entrever en 1844- los intereses de los todava incipientes sectores medios49. Varias veces manifiesta distancia

El Correo Literario, 13, Santiago, 1846. J. V. Lastarria, Recuerdos literarios, Santiago de Chile, 1967. 46 J. V. Lastarria, Diario poltico 1849-1852, Santiago de Chile, 1968. 47 La Repblica, 5, Santiago, 9-11-1850. 48 Alejandro Fuenzalida Grandn, Lastarria y su tiempo, op. cit., T. II. 49 J. V. Lastarria, Investigaciones sobre la influencia social de la conquista y del sistema colonial de los espaoles en Chile, Siglo, Santiago, 1844. Como ejemplo de las posibilidades de regeneracin, cita a la clase media: Bstanos observar esa numerosa clase media, que naciendo en gran parte de aqulla (la ltima clase de la sociedad), no exista antes de nuestra revolucin y que prepara un brillante porvenir a nuestra patria. En edicin de 1868, Miscelnea histrica y literaria, La Patria, Valparaso, 1868, agrega Lastarria una nota a la cita anterior, donde explica lo que entiende por clase media y su confianza en ella. No he hablado aqu -dice- de una clase media en el sentido aristocrtico44 45

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frente a la oligarqua y tambin frente a los sectores de clase media que buscan identificarse con ella, a quienes -segn afirma- lapid para siempre con un neologismo de su invencin: siticos. Ya maduro, el mismo Lastarria advierte que su susceptibilidad vidriosa est enraizada en motivos biogrfico-sociales:Tuve que luchar -dice- con el ridculo y la difamacin, y fui desde el principio burln para evitar el ridculo y violento para suprimir la difamacin. De aqu la susceptibilidad, el excesivo amor propio, el mal genio que me atribuyen y que en general no han sido en m naturales, sino obra del clculo y premeditacin, tal vez obra del hbito, pero no de un hbito vicioso e inveterado, porque me he vencido siempre que ha sido necesario, y jams me ha costado vencerme. En la prensa, en los debates parlamentarios, he tenido que ser soberbio, contra lo que me pareca que indicaba desprecio o ridculo, altanero contra el poder que pretenda avasallarme, dogmtico y perentorio contra todo error, implacable contra los especuladores y traficantes de la moral y de la poltica50.

La soberbia doctrinaria est vinculada a una marginalidad social que tiene como correlato un tema recurrente en la ficcin de Lastarria: el del proscrito. Proscritos son los protagonistas de El mendigo (1843), de El manuscrito del diablo (1849) y de Don Guillermo (1860), personajes marginados o perseguidos por un mundo en que priman los valores antiliberales. A esta vehemencia singular apuntaba Enrique Nercasseaux cuando deca de Lastarria que era liberal por temperamento. La formacin liberal de cuo ilustrado descrita en el primer captulo y el perfil psicosocial,

de la Europa, sino de esa numerosa porcin de propietarios e industriales que forman el grueso de la poblacin, ocupando un trmino entre el proletario o jornalero, y los grandes propietarios que formaban la aristocracia colonial, los cuales han perdido de tal modo su antigua posicin, en cincuenta aos, que en el da estn, en algunas secciones americanas, refundidos enteramente en aquella clase. En poco tiempo ms se operar la misma refundicin en las Repblicas en que an conservan algunas de sus antiguas apariencias las familias antiguas, y lo que llam clase media en 1844 llegar ser la poblacin industrial y acomodada, que coexistir en la poblacin proletaria, bajo el amparo de la misma ley y con el goce de unos mismos derechos. As como se identificaba con la clase media, vea en los terratenientes la clase que obstaculizaba el desarrollo social. 50 Citado por Armando Donoso, Recuerdos de 50 aos, op. cit.

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es decir, por un lado, sus convicciones y, por otro, su temperamento, son por cierto aspectos que se dan fusionados e interactan.

b) El plan de regeneracin de 1838A la luz de esta idiosincrasia liberal debe entenderse, pues, la estrategia selectiva de Lastarria; lo que a lo largo de su vida elige y lo que desecha, lo que recuerda y aquello que prefiere, en cambio, olvidar. En el marco de esta bisagra hay que situar tambin su punto de vista favorable a Mora y negativo -o al menos contradictorio- respecto de Bello, as como el olvido de sus padres y la rehabilitacin de su abuelo. Su intransigencia liberal lo predispone a un liberalismo que hace hincapi en el desarrollo del individuo y en el carcter absoluto de la libertad, ms bien que en el aspecto econmico o en la democratizacin efectiva de la sociedad. Luis Oyarzn ha reparado en las poqusimas pginas que en sus obras, tan abarcadoras, dedica Lastarria al tema de la economa. Al ubicar al gobierno de Portales en las antpodas del liberalismo, Lastarria asume una perspectiva que lo lleva a combatir apasionadamente la poltica de aquellos que concentran sus esfuerzos en el fomento de los intereses materiales, en desmedro de la libertad y de los fines espirituales de la vida. Adems de incidir en su desinters por la economa, esta perspectiva lo inclina a concebir la reforma ideolgica como previa a la reforma econmica e incluso poltica. En este contexto hay que situar su plan de accin de 1838. Ese ao, uno despus de la muerte de Portales, Lastarria -como sealbamos en la primera parte de este captulo- hace un recuento de su patrimonio intelectual, signo de que considera ya cumplida su etapa de formacin. Ese ao, sus convicciones lo llevan a concebir un plan que habr de orientarlo durante toda su vida y que puede, sin vacilacin, adjetivarse de liberal e ilustrado. El plan consiste, segn sus propias palabras, en combatir los elementos viejos de nuestra civilizacin del siglo XVI para abrir campo a los de la regeneracin social y poltica, lo que debe conducirnos al gran fin de la emancipacin del espritu, y con ella la posesin completa de la libertad, es decir, del derecho51.

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J. V. Lastarria, Prlogo, en Miscelnea histrica y literaria, op. cit.

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En 1868, Lastarria, dando una visin retrospectiva de su produccin de los ltimos treinta aos, hace referencias explcitas al plan de 1838, el cual, dice, haba consistido enatacar el pasado y preparar la regeneracin en las ideas, en el sentimiento y en las costumbres52... era un plan de guerra contra el poderoso espritu que el sistema colonial inspir a nuestra sociedad53... Pretendamos reaccionar contra todo nuestro pasado social y poltico y fundar en nuevos intereses y en nuevas ideas nuestra futura civilizacin54.

Por las dimensiones de la tarea propuesta, el plan es indicio de que Lastarria se identifica con ese tipo de escritor creado por el siglo XIX que se ve a s mismo como conciencia intelectual del pas. Los conceptos de regeneracin y emancipacin en que se centra connotan la idea de volver a instalarse en el carril de lo que se era y de liberarse de la sujecin en que se estaba. En su carcter bipolar, la idea de regeneracin es el eco de una concepcin frecuente en los filsofos alemanes del periodo romntico (Lessing, Herder), concepcin segn la cual el destino de la humanidad es congruente con el esquema bblico de la prdida del paraso y de su posterior recuperacin. Se trata de una regresin pero tambin de un progreso, de una idea que est entonces teida de utopismo. Recreada abundantemente por la poesa romntica europea, esta concepcin pierde en Lastarria el carcter mtico-espiritual (las circunstancias histricas y el esquema liberal deslavan el neoplatonismo de la fuente europea) y se restringe a la idea de que regenerarse equivale a desespaolizarse y a recuperar la naturaleza humana trastornada por la Conquista y la Colonia. El plan busca reformar la conciencia y reeducar el espritu como punto de partida para reformar las instituciones en un sentido liberal. Es un plan no de revolucin (nada se dice de la tenencia de la tierra), sino de evolucin (de la conciencia) y que requiere, por ende, de todos los medios posibles:

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Ibd. J. V. Lastarria, Miscelnea histrica y literaria, T. I, op. cit. J. V. Lastarria, Recuerdos literarios, op. cit.

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Haba tenido que hacerme historiador... de dos civilizaciones, una que caduca y otra que se levanta, porque se necesitaba mostrar la deformidad, la incongruencia... de la primera en nuestra poca... Haba tenido que hacerme literato para auxiliarme en este propsito con todas las formas del arte... Haba tenido, en fin, que hacerme publicista para trazar la nueva senda, para ensear y hacer triunfar los principios democrticos... Obras polticas y literarias, grandes y pequeas, francas o disfrazadas, insolentes o humildes, didcticas o de frusleras, todo era bueno siendo oportuno y consagrado al gran propsito55.

Segn Lastarria, an despus de la Independencia la influencia negativa de la Colonia segua operando en las costumbres e instituciones de la sociedad chilena; por ello el plan se propone reformar las conciencias para transformar la realidad. Desde esta perspectiva, lo sustantivo para Lastarria es la emancipacin de la conciencia, y lo adjetivo, la literatura, la historia, la prensa, el derecho, etc. Se trata tambin, sin embargo, de actividades interdependientes, puesto que segn la ley de unidad del progreso social -en la que Lastarria cree- es imposible que no se opere un progreso o retraso en la emancipacin sin que este cambio trascienda en un progreso o retraso anlogo en las diversas actividades y viceversa56. No es un plan directamente literario, aunque incluye s una concepcin utilitaria de la literatura: en 1868, Lastarria se concibe a s mismo como un soldado que ha tenido que batallar solo para llevar adelante las aspiraciones planteadas en 1838; un soldado, dice, que haca su tarea en la ctedra, en la prensa, en los puestos pblicos, persiguiendo en todas estas esferas su propsito... valindose de todas las formas del arte, desde el drama y la novela, hasta el ligero artculo de costumbres; desde el estudio filosfico de las grandes cuestiones y de los grandes sucesos, hasta la ardiente polmica de partido, desde el discurso severo y elevado... hasta la charla jovial y pasajera57. El plan es un medio para transformar la sociedad desde una perspectiva que Lastarria considera justa (y que responde a la necesidad de superar elementos premodernos) y, a la vez, un mecanismo para

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J. V. Lastarria, Prlogo, op. cit. J. V. Lastarria, Recuerdos literarios, op. cit. J. V. Lastarria, Prlogo, op. cit.

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lograr el reconocimiento que persigue. Se trata de un proyecto ilustrado en la medida en que es racionalista, que tiene un fin didctico y que presupone el poder de las ideas y la tendencia natural del hombre a la perfectibilidad. Es tambin un programa liberal, porque la emancipacin de las conciencias es para Lastarria un primer paso, al que debe seguir la modernizacin -en un sentido liberal- de las instituciones polticas, jurdicas, religiosas y educacionales. Es un plan, en ltima instancia de fundacin o de refundacin- de la nacin. Teniendo en cuenta lo que el propio Lastarria seala sobre su plan, podra concebirse su obra (relatos, cuadros de costumbres, novelas, memorias literarias, ensayos histricos, textos de jurisprudencia, folletos polticos, discursos parlamentarios, etc.) como un conglomerado de caeras por las cuales -desde el depsito de su conciencia e intransigencia liberal- fluira un mismo lquido. Esta visin implicara, empero, suponer que el liberalismo de Lastarria fue una ideologa monoltica, siempre igual a s misma y aislada del desarrollo histrico de Chile. Lo cierto es, en cambio, que experiment una evolucin y que, por lo tanto, los rasgos generales a que nos hemos referido, aunque afloran una y otra vez, fueron tambin a menudo matizados por circunstancias sociales y polticas diversas o por la influencia de nuevas corrientes de pensamiento, como la del positivismo hacia 1870. Por otro lado, esta visin de estanque y caeras implicara postular que la literatura no es ms que un sistema funcional de signos apegados a la intencionalidad manifiesta de una conciencia (en este caso, el plan de 1838); sabemos, por el contrario, que entre ideologa y literatura -entre un propsito consciente y su plasmacin en obra- hay ciertas mediaciones que escapan al autor como, por ejemplo, la presencia y desarrollo de alguna corriente o tradicin literaria, o como el momento histrico que se vive o el talento del escritor para recrear imaginariamente su universo conceptual. Mediaciones stas que en definitiva requieren, si deseamos examinar la relacin entre liberalismo y literatura, de una aproximacin al itinerario creador de Lastarria y del anlisis de sus obras ms significativas.

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CAPTULO IIIINTENTO DE FUNDACIN DE UNA LITERATURA NACIONAL

a) Programa de la Sociedad LiterariaEl relato El mendigo, de Lastarria, publicado en 1843, ha despertado cierto inters en crticos y antologadores de la narrativa chilena, por tratarse, supuestamente, del primer cuento que se escribi en el pas58. A este cuento -o ms bien ste que la critica moderna llama cuento y que Lastarria subtitulo Ensayo de novela histrica59-, este relato, entonces, se gesta en el marco de la llamada generacin de 1842, ao que, como se sabe, corresponde al despertar de una intensa reflexin sobre los problemas de la vida nacional por parte de un grupo del que Lastarria fue a la vez promotor y portaestandarte. Siguiendo el ejemplo de la Asociacin de Mayo, ex alumnos de Mora y de Andrs Bello forman en 1842 la Sociedad Literaria y eligen como director a Lastarria, quien tiene entonces 25 aos. Las actas de esta

58 Mariano Latorre, Antologa de cuentistas chilenos, Santiago de Chile, 1938; Ral Silva Castro, Antologa de cuentistas chilenos, Santiago de Chile, 1957; Homero Castillo y Ral Silva Castro, J. V. Lastarria y el cuento chileno, Symposium, Vol. XIII, 1, New York, 1959; Homero Castillo, El mendigo, primer relato novelesco de Chile, El criollismo en la novelstica chilena, Mxico, 1962; Jos Miguel Mnguez Sender, Antologa del cuento chileno, Barcelona, 1970. Cronolgicamente, El mendigo no es el primer relato novelesco que se public en Chile; Cartas Pehuenches, de Juan Egaa, es de 1819, y el relato Jorge, de Santiago Lindsay, aparece en El Crepsculo en 1843, meses antes de la publicacin de El mendigo. 59 J. V. Lastarria, Miscelnea literaria, El Mercurio, Valparaso, 1855, incluye El Mendigo entre los Ensayos de novela histrica. Y en Miscelnea histrica y literaria, 1868, op. cit., aparece incluido en Novelas y cuentos.

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Sociedad 60, desde marzo de 1842 hasta agosto de 1843, constituyen un documento importante para reconstituir las preferencias de esta primera promocin intelectual ms o menos homognea posterior a la de 1810. Llama la atencin la variedad de materias que se tratan en las sesiones: Francisco Bilbao lee un trabajo sobre psicologa y soberana popular; Juan, hijo de Andrs Bello, lee una obra de teatro y una descripcin geogrfica de Egipto; Valds diserta sobre el espritu feudal y aristocrtico; Santiago Lindsay recita poemas patriticos y varias sesiones se dedican al anlisis de las cualidades que debera tener un libro para la instruccin general del pueblo. Hay, adems, sesiones de estudio: se lee y comenta la Historia del Mundo Antiguo, de De Segur, la de la Edad Media y Moderna, de Fleury, y, segn destacan las actas, a Herder cuando resulte conveniente. Esta variedad revela que para los jvenes de 1842 la literatura no es solo la expresin imaginaria, sino toda expresin escrita y, an ms, toda actividad intelectual que tenga un fin edificante, que difunda el ideario liberal y que tienda a transformar los residuos de la mentalidad de la Colonia en una nueva conciencia nacional. La literatura es para ellos, entonces, parte de la actividad poltica y sta, parte de la actividad literaria. Otro aspecto que llama la atencin es la seriedad y la normatividad estricta de las sesiones. Est expresamente prohibido fumar, ningn socio puede salir a la calle durante la reunin; hay -por reglamento- un fiscal que debe controlar la asistencia y sentarse siempre -tambin por reglamento- al lado izquierdo del Director. Las actas nos llevan a pensar, ms que en jvenes romnticos, en dspotas ilustrados. Los rasgos de solemnidad revelan, por encima de lo anecdtico, una determinada conciencia histrica, conciencia de pertenecer a una generacin predestinada, decisiva, a una generacin adnica que en una fase de nuevo ecumenismo se siente llamada a participar en las vicisitudes creadoras de la historia. Estamos -dice Lastarria en sesin de mayo de 1842- en la alborada de nuestra vida social... ste es el momento crtico. Los miembros de la Sociedad Literaria se sienten responsables de una tarea tanto o ms importante que la de los padres de la patria: se

60 Actas de la Sociedad Literaria, 1842-1843, Revista Chilena de Historia y Geografa 37, T. XXXIII, Santiago de Chile, 1920.

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trata de la fundacin de la nacin y, simultneamente, de la fundacin de su literatura. La voluntad de construccin poltica no deja resquicio al humor; Francisco Bilbao afirma muy orondo que el Quijote no ha conseguido hacerle rer una sola vez. No hay hueco ni para el irracionalismo ni para el vuelco emotivo. Y si hay emotividad, sta es colectiva, vinculada a la misin que se autoasignan. Tal vez la actitud romntica de los jvenes de 1842 (vinculada al romanticismo social francs) se manifieste de preferencia en el modo mesinico y voluntarista con que asumen la tarea de educar al espritu para modificar la sociedad. Vicua Mackenna en sus crnicas histricas recuerda a Bilbao presidiendo un grupo de jvenes en procesin y llevando, como iluminado, un rbol de la libertad hecho de mostacillas61. Jacinto Chacn, uno de los secretarios de la Sociedad, escribe en esa dcada un poema que divide en tres partes: La Europa, La Amrica y Chile, y lo titula Historia Moderna. El poema desarrolla la idea del progreso indefinido y su traslado en tiempo y espacio, desde Europa a Amrica, para asentarse finalmente en Chile. En las ltimas estrofas dice:Marchad mas nunca a ciegas mi Patria no ignorante en brazos del pasado tu espritu abandones. El libro de la Historia comprende y ve adelante, la Europa lo descifra: escuchad sus lecciones. Lo fataliza Vico, Bossuet la profetiza Guizot lo desarrolla y Herder lo profundiza. Modernos inspirados que en ese lbum divino de un Dios ven los decretos, y nuestro gran destino62.

Para Chacn, como para Lastarria, la historia es un organismo teleolgico y Chile, un espacio donde es posible llevar a cabo la perfeccin del gnero humano. Imbuidos en la doctrina del progreso, los jvenes

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Manuel Blanco Cuartn, Artculos escogidos de Blanco Cuartn, Santiago de Chile,

1913.62 Jacinto Chacn, Discurso redactado con motivo de la oposicin a las ctedras de Historia y Literatura del Instituto Nacional, Siglo, Santiago de Chile, 1846.

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de 1842 estudian a De Segur y Fleury, conocen a Cousin, a Vico -por intermedio de Michelet- y a Herder, pero los leen haciendo un esfuerzo para establecer una forma de vida nacional; los estudian con una ptica especfica: chilecntricamente, como si la historia fuese un lago y el pasado ondas concntricas que se concitan en un punto central: Chile. Para ellos, sin embargo, a diferencia de Sarmiento, los carriles de la historia no desembocan en el Yo63, sino en el pas entero, en la nacin.Chile -dice Lastarria- se ha encontrado de repente en una elevacin a que fue impulsado por la ley del progreso, por esa ley de la naturaleza que mantiene a la especie humana en un perpetuo movimiento expansivo64.

Los miembros de la Sociedad Literaria se sienten viviendo, por una parte, el fin de una jornada que no han recorrido y, por otra, precursores de un mundo por edificar. A la conciencia de vivir en la infancia social se une la de ser jvenes, conciencia que desde la Revolucin Francesa acarreaba el imperativo sagrado de contribuir a la regeneracin de la sociedad. Este sentimiento misionero tiene, empero, algunos fundamentos: el triunfo sobre la Confederacin Per-Boliviana pone de relieve en el plano internacional la personalidad de Chile; durante el decenio de Bulnes, especialmente entre 1840 y 1845, el pas se caracteriza -en relacin con la etapa portaliana- por una apertura hacia la democracia y la libertad; se trata de un periodo en que se estabilizan las instituciones republicanas y en que jvenes como el propio Lastarria y Garca Reyes son elegidos diputados. En la poltica partidaria prima un clima de distensin. Santiago, con alrededor de 60.000 habitantes, tiene ya un ambiente intelectual casi efervescente: llegan el pintor francs Raimundo Monvoisin y el bvaro Mauricio Rugendas, estn tambin el peruano Felipe Pardo y Aliaga, los venezolanos Andrs Bello y Simn Rodrguez y las cabezas ms destacadas de lo que Alberdi llam la provincia argentina flotante de la emigracin liberal; conservadores y liberales

63 Enrique Anderson Imbert, El historicismo de Sarmiento, Cuadernos Americanos, septiembre-octubre, Mxico, 1945. 64 J. V. Lastarria, Discurso de incorporacin a la Sociedad Literaria, El movimiento literario de 1842, T. I., Santiago de Chile, 1957.

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coinciden en que la poltica es un campo reservado a los hombres cultos; los extranjeros rpidamente se incorporan a la vida pblica. En medio de esta conjuncin de inteligencias, se multiplican los peridicos y las polmicas y se inaugura la Universidad de Chile. En Valparaso, donde se instalan los impresores Rivadeneira y Santos Tornero, regularizada la carrera de vapores del Pacfico, se regulariza tambin la llegada de ideas y modas transatlnticas. Sarmiento y Vicente Fidel Lpez -a pesar de la hegemona conservadora- no se cansan de contrastar este clima de libertad con la Argentina de Rosas. Y si con los ojos de los jvenes del 1842 miramos hacia el norte, se vislumbra un Per oscuro, en que ha cado el despotismo de los reyes, pero prevalece todava, ms que en ninguna otra nacin, el despotismo del pasado. Cmo entender, pues, esta conviccin de vivir en un tiempo y un espacio en que culmina la ley del progreso, junto con la idea de que se vive una alborada y que todo est an por edificarse? La explicacin de esta paradoja permite precisar la filosofa de la historia del primer Lastarria, filosofa que, como veremos, incide en la configuracin de El mendigo. Para Lastarria, la historia es un fenmeno dual. Concibe, por una parte, la evolucin histrica como naturaleza, como desarrollo regulado por una racionalidad inmanente, separada del hombre. La ley del progreso -explica- es la ley de la naturaleza; desde esta perspectiva, la colonizacin espaola fue una empresa contranatura, y la Independencia, el momento en que la naturaleza ultrajada empieza a recobrar su dignidad envilecida, recuperndola cabalmente hacia 1842. Pero el desarrollo natural de la sociedad, que deba culminar en la democracia republicana, no basta; la historia tiene tambin otra dimensin, se necesita -dice Lastarria- otro apoyo: el de la ilustracin, el del espritu, y sta s seala- es tarea de la generacin presente, tarea en que est todo an por hacer 65. Precisamente en este contexto hay que situar el programa de fundacin de una literatura nacional, expuesto por Lastarria en mayo de 1842, en un discurso a travs del cual acepta dirigir la Sociedad Literaria. Se trata de un manifiesto literario programtico, pero tambin de algo

65 J. V. Lastarria, Discurso de incorporacin a la Sociedad Literaria, op. cit. El resaltado es nuestro.

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ms, puesto que se inserta en una concepcin historiogrfica liberal que ve en la literatura un instrumento para el desarrollo del espritu, que la concibe como una instancia que, unida al desarrollo natural de la sociedad, permitir que el pas alcance su plenitud histrica. Se trata, como sealbamos, de fundar una literatura y, simultneamente, una nacin; de renovacin artstica y, simultneamente, renovacin de la sociedad. Solo como e