REPORTAJE GRÁFICOHOMBRES DE BARRO

PORVERONICA LUNA ZAPATA

FOTOGRAFIA IIOSCAR CARDONA

GRUPO 223

UNIVERSIDAD DE MEDELLIN2010-2

HOMBRES DE BARRO

Decodificando los planos arquitectonicos para plasmarlos en lo que solia ser un terreno valdio.

Una realidad ajena a nosotros se esconde detrás de los escombros, detrás del caos, el polvo, el calor, la contaminación auditiva y las personas que trabajan de sol a sol adaptando una realidad que podría ser tediosa a las agotadoras faenas que gobiernan los días de los protagonistas de esta historia. La natura-leza de nuestras vidas no encuentra una conexión con la vida de estos seres burdos, fuertes, sucios y peligrosos que profanan las diferentes zonas de la ciudad, pero se enceguecen al ignorar que es gracias a estos hombres que se ha levantado la ciudad misma, ignoramos que mas que cualquier tipo de seres, son hombres de familia, trabajadores, que han aprendido de la experiencia aquello que en la mayoría de casos, es el oficio que desempeñaran toda su vida. Ignoramos que son personas que desgastan su cuerpo día a día con trabajos mal remunerados que no son correlativos a todo el esfuerzo que deposi-tan armando los rompecabezas de la Telepolis.

Imaginando, recreando y materializando aquello que está por empezar a par con la selectiva realidad.

Trabajo en equipo sincronizado ante las duras cargas encomendadas en cada jornada.

Las mañanas despliegan sus colores entre el asfalto en construcción al que estos irónicos personajes se desplazan felices ensalzados por la certeza de que tienen un trabajo que les da la posibilidad de seguir adelante a ellos y a sus familias, sin importar la distancia, los riesgos y la dificultad de estos trabajos, estos hombres logran establecer una forma reciproca de ayudarse en sus arduas labores. Tal vez no tengan los medios apropiados para realiazar este trabajo, tal vez se vivan una pobreza inquie-tante que los lleve a ser muy recursivos, tal vez sus ropajes esten carcomidos y sus medias sean de cartón, pero sus espíritus son inquebrantables ante sus propias realidades.

Las cavernas abren paso por los cimientos que alberga la tierra en consecuencia a la labor de los escavadores.

Los peligros de las excavaciones pueden aprisionar más de una vida que sin embargo con tranquilidad cumple con su deber.

Rompen muros desolados para darle vida a nuevos horizontes.

Uniendo cabos sueltos como los trazos de la imaginación y la recursividad.

Las afueras pueden lucir muy pintorescas, cuando se está adentro, ensueñan.

Conocimientos de física, de mecánica, y arquitectura, hacen a estos artesanos los genios de la práctica de la que muchos eruditos permanecen al margen, reciben ordenes, imaginan, recrean, elaboran y proyectan las realidades del papel en magnitudes palpables, que los ojos de la cotidianidad esconden y nos hacen olvidar la magia del nacimiento de los ostentosos gigantes que gracias a aquellas manos dedicadas se alzan ante nuestros ojos.

Por más argumentos que las prácticas teóricas nos ofrezcan ante estos hechos, hay magia al pensar que son hombres a nuestros ojos sencillos los que hacen hora tras hora de un montón de materiales un monumento.

Encadenados ellos y encadenadas sus herramientas en un mundo de falsa libertad.

El peso de su trabajo descansa allí con su tranquilidad.

Allí, el ingenio no tiene límites cuando existe la necesidad.

Aunque el pasado halla oratado sus ropajes, las manos siguen listas para trabajar por sus familias.

Son vidas humanas, que respiran, se alimentan, duermen, aman, resuelven problemas, trabajan y se cansan, son los verdaderos arquitectos y responsables de cada uno de los caminos que recorremos, sus vidas se marcan allí implícitas de todo aquello que hemos olvidado ver, vidas cautivas entre todos los aspectos amenazantes que les rodean, vidas encadenadas en su oficio, en sus paupérrimos salarios y en los diminutos prospectos de vida que estos les ofrecen. Y siguen allí, enfrentando lo que podría ser una cruel realidad con sus espontaneas sonrisas y su alegre devenir.

Una sonrisa lacónica puede llegar a ser la respuesta a las arduas jornadas de trabajo.

Encuentran proteccion bajo miradas de preocupación y simpatia.