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2da. quincena de julio 2013 18 / LIBROS H ace unos años, en Nicaragua, un vie- jo amigo me pidió que me reuniese con los representantes de una asociación de campe- sinos cafetaleros. Pensaban que, por mi trabajo en una organización especializada en comercio justo, podría darles pistas para enfrentar un dilema en la que se veían inmersos. El sector del café se había hundido en 2001, resultado de las políticas transnacionales que bus- caron aumentar la produc- ción mundial del café para bajar su precio. Ahí jugó un papel importante Vietnam, que pasó en pocos años de ser un productor testimonial de café a ser el segun- do después del Brasil. Para los pequeños productores nicaragüenses fue un desastre. Mucho café se quedó en los matorrales, porque era más costosa su recolección que el precio que iban a obtener por su venta. Algunos tuvieron la suerte de acceder al mercado alternativo del comercio justo; fue su tabla de salvación. Este fue el caso de la asociación campesina antes mencionada, que pudo establecer un contrato con una organización no gubernamental que trabajaba en este ámbito. Cuando me reuní con los representantes de esa asociación cafetalera, el contexto había cambiado. Una reducción drástica de la producción mundial del café, resultado de la crisis del año 2001 y de una serie de malas cosechas, hizo que los precios del café se recu- perasen. Y se habían recuperado de tal manera que una conocida corporación transnacional de la agroindus- tria les estaba ofreciendo un precio muy ventajoso por su cosecha, superior al que tenían pactada con la ONG. Los representantes de la asociación cafetalera querían saber mi opinión ante la disyuntiva que se les presenta- ba: ¿vendían la cosecha a la ONG al precio convenido, o aprovechaban la oferta de la transnacional? Detrás de las dos ofertas se encontraban dos mode- los de mercados totalmente diferentes; en realidad, con- trapuestos. Uno establece el precio del producto a partir de sus costos de producción. Si estos no varían, el precio final tiene que mantenerse constante en el tiempo. Y el precio final del producto no puede ser universalmente homogéneo, ya que los costos de producción son dife- rentes de unas regiones a otras, porque también lo son el valor de mercado del suelo y del agua, la capacidad pro- ductiva del agroecosistema o el costo de la mano de obra. El otro modelo de mercado, en cambio, establece el precio de los productos a partir de la oferta y la de- manda internacional, y especialmente a través de meca- nismos especulativos bursátiles como los denominados contratos a futuro. Por lo tanto, el precio del produc- to tiende a ser homogéneo a nivel internacional. De hecho, este precio se establece en bolsas como las de Londres o Nueva York. Y obviamente, sin considerar los costos de producción. Mi primera reacción fue aconsejarles vender la producción a la ONG con la que estaban comerciali- zando su café en los últimos años. Se trataba de una alianza estratégica a largo plazo, que les aseguraba un precio justo sobrepasando los vaivenes que caracteri- zan el mercado agroalimentario convencional. Por el contrario, la otra oferta provenía de una multinacio- nal que había jugado un papel destacado en el hundi- miento de los precios del café en 2001 y que casi los había arruinado. Además, la multinacional no asegu- raba el precio del café para la siguiente temporada; su política corporativa siempre es obtener los precios más bajos posibles. Sin embargo, ¿podía decirles que no aprovechasen las condiciones de un mercado que, tal vez por primera vez en su vida, les era coyuntu- ralmente favorable? Finalmente, les propuse adoptar una solución salomónica: repartir la cosecha entre los dos compradores. Fue una respuesta al paso, pero no una buena solución. Años después sigo sin saber cuál era la respuesta correcta. ¿La razón de esta incerti- dumbre?: la complejidad. En contra de lo que muchas veces se da a entender, el comercio justo no es una apuesta de mercado epis- temológicamente sencilla, consistente simplemente en pagar un sobreprecio para asegurar unas condiciones de producción sociales y ecológicamente sostenibles. Por el contrario, es un movimiento (o mejor, ten- dríamos que hablar de “movimientos”) que se enfrenta a numerosas complejidades y retos. Por ejemplo, ¿es lógico exportar mercancías a destinos en los que tam- bién se elabora ese producto, por mucho que la mer- cancía sea de comercio justo? ¿Es ecológicamente sos- tenible un mercado que desplaza productos a miles de kilómetros del lugar de producción? ¿Qué riesgos puede suponer para el mercado local destinar parte de la producción a un mercado extranje- ro? ¿Es conveniente y eficaz establecer certificaciones de comercio justo para generar confianza en el con- sumidor final? ¿O por contra, los sellos de garantía comportan problemas como el encarecimiento del pro- ducto o la marginación de campesinos que no pueden asumir el costo de la certificación? ¿Es oportuno que las transnacionales agroalimen- tarias comercialicen productos de comercio justo? ¿O esto hace perder legitimidad al comercio justo en su denuncia del modelo agroindustrial que domina las re- laciones comerciales internacionales? Además de complejas, las soluciones a estos y otros interrogantes no son únicas. Por el contrario, cada pre- gunta plantea un debate entre concepciones diferentes del comercio justo. Hay un modelo de comercio justo que aboga por la concertación con el sector agroindus- trial. Su objetivo es aumentar el volumen de ventas, y como el mercado dominante está controlado por unas pocas transnacionales del sector agroalimentario, se va- lora como una estrategia acertada establecer alianzas con ellas. Esta concepción del comercio justo busca aprove- char los modelos de consumo denominados postfor- distas: aquellos que optan por productos especializados dirigidos a un perfil concreto de consumidor. En este caso, un consumidor preocupado por las consecuencias sociales y medioambientales de su consumo, y que ha dado lugar a un nicho de mercado en crecimiento. Esta concepción del comercio justo, por tanto, quiere acceder y potenciar ese nicho de mercado co- mercializando a través de las grandes cadenas de dis- tribución (supermercados), o certificando líneas de productos de comercio justo a transnacionales como Procter&Gamble, Nestlé, McDonalds o Starbucks. El otro modelo de comercio justo, en cambio, se plantea consolidar un mercado alternativo. Considera que el comercio justo no supone sólo aplicar condi- ciones de sostenibilidad social, económica y medioam- biental a la primera fase del proceso de comercializa- ción (la que relaciona el productor de la materia prima con el primer intermediario), sino en toda la cadena: desde el campesino al consumidor. Y que eso no es posible participando en el mercado convencional a través de empresas transnacionales. Ade- más, para esta concepción el comercio justo es una pro- puesta política que busca no sólo mejorar los ingresos a unos pocos campesinos, sino denunciar los modelos do- minantes de producción y comercialización de alimen- tos para cambiar políticas nacionales y multilaterales. El libro de Xavier y Fabrizio que tengo el orgullo de prologar en su edición boliviana, plantea estos de- bates. Lo hace con la profundidad requerida y a la luz del concepto de soberanía alimentaria. Porque si el comercio justo busca mejorar la cali- dad de vida de la población rural, no puede obviar esa propuesta política desarrollada y defendida por los mo- vimientos campesinos de todo el mundo. De hecho, el análisis del comercio justo desde la perspectiva de la so- beranía alimentaria es la principal originalidad del libro. Y es por ello que el texto ha tenido tanto éxito en el Estado español, donde una segunda edición ya ago- tada ha obligado a preparar una tercera. El libro de Xavier y Fabrizio no se centra exclu- sivamente en el comercio justo. El comercio justo (re- cordemos que con perspectiva de soberanía alimenta- ria) surge en el texto como la opción necesaria frente a las consecuencias sociales, económicas y ecológicas que tiene el modelo de comercio internacional dominante. Los autores invierten la mayor parte del libro a analizar este modelo. Y es que sólo así el comercio justo aparece como una propuesta alternativa: sin ese conocimiento Alimentos globalizados. Soberanía alimentaria y comercio justo Jordi Gascón*

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alimentos globalizados

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2da. quincena de julio 201318 / libros

Hace unos años, en Nicaragua, un vie­jo amigo me pidió que me reuniese

con los representantes de una asociación de campe­sinos cafetaleros. Pensaban que, por mi trabajo en una organización especializada en comercio justo, podría darles pistas para enfrentar un dilema en la que se veían inmersos.

El sector del café se había hundido en 2001, resultado de las políticas transnacionales que bus­caron aumentar la produc­ción mundial del café para bajar su precio. Ahí jugó un papel importante Vietnam, que pasó en pocos años de ser un productor testimonial de café a ser el segun­do después del Brasil. Para los pequeños productores nicaragüenses fue un desastre. Mucho café se quedó en los matorrales, porque era más costosa su recolección que el precio que iban a obtener por su venta. Algunos tuvieron la suerte de acceder al mercado alternativo del comercio justo; fue su tabla de salvación.

Este fue el caso de la asociación campesina antes mencionada, que pudo establecer un contrato con una organización no gubernamental que trabajaba en este ámbito. Cuando me reuní con los representantes de esa asociación cafetalera, el contexto había cambiado.

Una reducción drástica de la producción mundial del café, resultado de la crisis del año 2001 y de una serie de malas cosechas, hizo que los precios del café se recu­perasen. Y se habían recuperado de tal manera que una conocida corporación transnacional de la agroindus­tria les estaba ofreciendo un precio muy ventajoso por su cosecha, superior al que tenían pactada con la ong. Los representantes de la asociación cafetalera querían saber mi opinión ante la disyuntiva que se les presenta­ba: ¿vendían la cosecha a la ong al precio convenido, o aprovechaban la oferta de la transnacional?

Detrás de las dos ofertas se encontraban dos mode­los de mercados totalmente diferentes; en realidad, con­trapuestos. Uno establece el precio del producto a partir de sus costos de producción. Si estos no varían, el precio final tiene que mantenerse constante en el tiempo. Y el precio final del producto no puede ser universalmente homogéneo, ya que los costos de producción son dife­rentes de unas regiones a otras, porque también lo son el valor de mercado del suelo y del agua, la capacidad pro­ductiva del agroecosistema o el costo de la mano de obra.

El otro modelo de mercado, en cambio, establece el precio de los productos a partir de la oferta y la de­manda internacional, y especialmente a través de meca­nismos especulativos bursátiles como los denominados contratos a futuro. Por lo tanto, el precio del produc­to tiende a ser homogéneo a nivel internacional. De hecho, este precio se establece en bolsas como las de Londres o Nueva York. Y obviamente, sin considerar los costos de producción.

Mi primera reacción fue aconsejarles vender la producción a la ong con la que estaban comerciali­zando su café en los últimos años. Se trataba de una alianza estratégica a largo plazo, que les aseguraba un precio justo sobrepasando los vaivenes que caracteri­zan el mercado agroalimentario convencional. Por el contrario, la otra oferta provenía de una multinacio­nal que había jugado un papel destacado en el hundi­miento de los precios del café en 2001 y que casi los había arruinado. Además, la multinacional no asegu­raba el precio del café para la siguiente temporada; su política corporativa siempre es obtener los precios más bajos posibles. Sin embargo, ¿podía decirles que no aprovechasen las condiciones de un mercado que, tal vez por primera vez en su vida, les era coyuntu­ralmente favorable? Finalmente, les propuse adoptar una solución salomónica: repartir la cosecha entre los dos compradores. Fue una respuesta al paso, pero no una buena solución. Años después sigo sin saber cuál era la respuesta correcta. ¿La razón de esta incerti­dumbre?: la complejidad.

En contra de lo que muchas veces se da a entender, el comercio justo no es una apuesta de mercado epis­temológicamente sencilla, consistente simplemente en pagar un sobreprecio para asegurar unas condiciones de producción sociales y ecológicamente sostenibles.

Por el contrario, es un movimiento (o mejor, ten­dríamos que hablar de “movimientos”) que se enfrenta a numerosas complejidades y retos. Por ejemplo, ¿es lógico exportar mercancías a destinos en los que tam­bién se elabora ese producto, por mucho que la mer­cancía sea de comercio justo? ¿Es ecológicamente sos­tenible un mercado que desplaza productos a miles de kilómetros del lugar de producción?

¿Qué riesgos puede suponer para el mercado local destinar parte de la producción a un mercado extranje­ro? ¿Es conveniente y eficaz establecer certificaciones de comercio justo para generar confianza en el con­sumidor final? ¿O por contra, los sellos de garantía comportan problemas como el encarecimiento del pro­ducto o la marginación de campesinos que no pueden asumir el costo de la certificación?

¿Es oportuno que las transnacionales agroalimen­tarias comercialicen productos de comercio justo? ¿O esto hace perder legitimidad al comercio justo en su denuncia del modelo agroindustrial que domina las re­laciones comerciales internacionales?

Además de complejas, las soluciones a estos y otros interrogantes no son únicas. Por el contrario, cada pre­gunta plantea un debate entre concepciones diferentes del comercio justo. Hay un modelo de comercio justo que aboga por la concertación con el sector agroindus­trial. Su objetivo es aumentar el volumen de ventas, y como el mercado dominante está controlado por unas pocas transnacionales del sector agroalimentario, se va­lora como una estrategia acertada establecer alianzas con ellas. Esta concepción del comercio justo busca aprove­char los modelos de consumo denominados postfor­distas: aquellos que optan por productos especializados dirigidos a un perfil concreto de consumidor. En este caso, un consumidor preocupado por las consecuencias sociales y medioambientales de su consumo, y que ha dado lugar a un nicho de mercado en crecimiento.

Esta concepción del comercio justo, por tanto, quiere acceder y potenciar ese nicho de mercado co­mercializando a través de las grandes cadenas de dis­tribución (supermercados), o certificando líneas de productos de comercio justo a transnacionales como Procter&Gamble, Nestlé, McDonalds o Starbucks.

El otro modelo de comercio justo, en cambio, se plantea consolidar un mercado alternativo. Considera que el comercio justo no supone sólo aplicar condi­ciones de sostenibilidad social, económica y medioam­biental a la primera fase del proceso de comercializa­ción (la que relaciona el productor de la materia prima con el primer intermediario), sino en toda la cadena: desde el campesino al consumidor.

Y que eso no es posible participando en el mercado convencional a través de empresas transnacionales. Ade­más, para esta concepción el comercio justo es una pro­puesta política que busca no sólo mejorar los ingresos a unos pocos campesinos, sino denunciar los modelos do­minantes de producción y comercialización de alimen­tos para cambiar políticas nacionales y multilaterales.

El libro de Xavier y Fabrizio que tengo el orgullo de prologar en su edición boliviana, plantea estos de­bates. Lo hace con la profundidad requerida y a la luz del concepto de soberanía alimentaria.

Porque si el comercio justo busca mejorar la cali­dad de vida de la población rural, no puede obviar esa propuesta política desarrollada y defendida por los mo­vimientos campesinos de todo el mundo. De hecho, el análisis del comercio justo desde la perspectiva de la so­beranía alimentaria es la principal originalidad del libro.

Y es por ello que el texto ha tenido tanto éxito en el Estado español, donde una segunda edición ya ago­tada ha obligado a preparar una tercera.

El libro de Xavier y Fabrizio no se centra exclu­sivamente en el comercio justo. El comercio justo (re­cordemos que con perspectiva de soberanía alimenta­ria) surge en el texto como la opción necesaria frente a las consecuencias sociales, económicas y ecológicas que tiene el modelo de comercio internacional dominante. Los autores invierten la mayor parte del libro a analizar este modelo. Y es que sólo así el comercio justo aparece como una propuesta alternativa: sin ese conocimiento

Alimentos globalizados.Soberanía alimentaria y comercio justo

Jordi Gascón*

2da. quincena de julio 2013 / 19libros

Mina y metalurgia en los Andes del Sur

Pablo Cruz y Jean-Joinville Vacher, eds.

ifea / A la venta en Librerías Plural

A la deriva y sin grumetes

Mauricio Belmonte Pijuán

Edición del autor / A la venta en Librerías Plural

Trotsky, el profeta desarmado

Isaac Deutscher

Lom-Era / A la venta en Librerías Plural

El fraude de la guerra y de la paz, 1879-1905

Rodolfo Becerra de la Roca

Plural editores / Colección Historia

Revista Boliviana de Investigación(vol. 10, núm. 1)

Josefa Salmón y Óscar Vega, eds.

fcbcb - aeb - Plural editores / Revistas

Alimentos globalizados: Soberanía alimentariay comercio justo

Xavier Montagut y Fabrizio Dogliotti

Plural editores-Xarxa / Colección Sociedad

“Con inocultable vehemencia, y apartir de documentos y títulos de validez indiscutible, el Dr. Becerra de la Roca expone sus argumentos para demostrar los irrenunciables derechos de Bolivia sobre los territorios que le fueron arrebatados. Al propio tiempo denuncia con lenguaje directo y sin ambages las acciones desplegadas por Chile en los pasados 134 años para seguir enclaustrando sistemáticamente a Bolivia. Si bien las propuestas de solución podrían parecer maximalistas, ello se entiende cuando se las contrasta objetivamente con las dimensiones del año causado a Bolivia con su enclaustramiento. Los datos y documentos que aporta en su obra constituyen una valiosa fuente de consulta y orientación para los estudiosos de esta compleja cuestión internacional, tema central de nuestra política exterior”. (Dr. Javier Murillo de la Rocha, ex canciller).

Este número especial de la Revista de la Asociación de Estudios Bolivianos incluye el trabajo más reciente de once distinguidos bolivianistas en diferentes áreas de la investigación. Aunque no pensamos en solo un tema central, las investigaciones aquí publicadas hacen pensar en las diversas formas históricas que se plasman en los textos y hacen de éstos “acontecimientos”: los tejidos, la historia decimonónica, las prácticas en las celebraciones tanto nacionales como matrimoniales, las relaciones del nuevo texto Constitucional con los procesos sociales, la historia del clásico libro Bolivia, hoy, compilado por René Zavaleta Mercado hace 30 años, etc.A modo de póstumo homenaje, se incluye una extensa entrevista al escritor Jesús Urzagasti, realizada por Norma Klahn y Guillermo Delgado. (Josefa Salmón y Óscar Vega Camacho).

Hoy la defensa de los derechos y de la libertad de todos y de todas sigue ligada a la defensa de un territorio, en términos ecológicos, sociales y culturales. La producción de alimentos, base de la subsistencia humana, ya no está amenazada por ejércitos feudales sino por un modelo industrial arrasador y por un puñado de multinacionales. La tierra, el agua, las semillas, la biodiversidad, los recursos vitales de la naturaleza se han transformado en mercancías sujetas a las rígidas leyes del mercado. Y los agricultores de todo el mundo, los defensores de la tierra, están en la primera línea de una lucha de toda la población por defender la tierra, sus cosechas, el territorio, el derecho a la soberanía alimentaria. Este libro ha sido escrito para aquellos que hacen posible otro mundo necesario; se ha inspirado en la militancia de agricultores, ecologistas y consumidores críticos. (De la contratapa del libro).

Este libro explora, en una serie de once estudios, las dimensiones técnicas, sociales, políticas, económicas y simbólicas de la minería y la metalurgía en los Andes del Sur, desde tiempos prehispánicos hasta el siglo xvii. El presupuesto general de estos estudios es uno: que “desde tiempos remotos, los metales y su producción ocuparon un lugar destacado en la vida de las sociedades andinas. Cargados de simbolismo, relacionados con los cerros sacralizados y las antiguas divinidades, los metales fueron la materia para la fabricación de objetos rituales y bienes de prestigio. Su producción y circulación marcaron la organización social de los antiguos pobladores de la región y las relaciones interétnicas. Ya con la llegada de los españoles en el siglo xvi, la producción intensiva de metales se convirtió en la columna vertebral de la empresa colonial”.

En Bolivia, el llamado “tema marítimo” ha despertado apetitos escriturales en diversos géneros: el testimonio, la diatriba, el alegato, el álbum fotográfico, la colección de recortes de prensa, la proclama, el énfasis sostenido, el catecismo. Mucho menos, sin embargo, la investigación histórica. Este libro pertence a este último y algo escaso género. Su largo subtítulo precisa el tema: “El falangismo enfoca la cuestión marítima nacional. Ensayo sobre la gestión diplomática del ex canciller Mario Gutiérrez G., 1971­1973”. En su presentación del texto, el Dr. h.c.f. Mansilla nos informa que Belmonte “pertenece a las nuevas generaciones de estudios, formados de manera más rigurosa que en tiempos anteriores” y, sobre el estudio, concluye que el “autor realiza un tratamiento crítico de esta gestión [la del falangista Mario Gutiérrez], que, en el fondo, no logró ningún éxito digno de mención”.

Acaso una de las biografías más leídas, celebradas e influyentes del siglo xx. Este es el segundo tomo, publicado en inglés en 1959. El primero, El profeta armado, es de 1952 y el tercero, El profeta desterrado, de 1963. Este volumen se ocupa de los años que pueden considerarse el período de formación de la Unión Soviética: de 1921 con Trotsky en la cúspide del poder, hasta su expulsión en 1929 y el comienzo del industrialismo y la colectivización forzosa. Para los interesados en saber en qué momento se jodió la Unión Soviética, este libro es de indudable interés. La minuciosidad de Deutscher, por otra parte, es legendaria. “Carlyle escribió alguna vez que, como biógrafo, había tenido que sacar a Cromwell del fondo de una montaña de perros muertos, una enorme carga de calumnias y olvido”, escribe Deutscher. Y añade: “Mi tarea como biógrafo de Trotsky ha sido un tanto similar”.

de las complejidades del modelo agroindustrial, existe el riesgo de que el comercio justo sea considerado un simple nicho de mercado cuya explotación puede estar desvinculada de la reclamación política.

Estoy convencido de que la publicación del texto en Bolivia por la editorial Plural editores es un acierto. Y lo es por dos razones.

La primera es la larga experiencia que el país tiene en el ámbito del comercio justo, una experiencia de dos décadas. Los productos comercializados por organiza­ciones como El Ceibo o fecafeb se pueden encontrar fácilmente en Europa, Norteamérica o el Sudeste Asiá­tico. Y entidades como la Coordinadora de Integración de Organizaciones Económicas Campesinas Indígenas y Originarias (cioec), la Asociación de Organizacio­nes de Productores Ecológicos de Bolivia (aopeb) o la plataforma Alianza por el Consumo Responsable y Solidario agrupan y apoyan el trabajo de productores que destinan parte de sus cosechas al comercio justo.

Si profundizamos un poco veríamos que algunas de las propuestas de comercio justo bolivianas son so­cias de World Fair Trade Organization (antes cono­cida como ifat), que agrupa organizaciones produc­toras y comercializadoras de más de 70 países. Otras tienen sus productos certificados por la Fairtrade La­belling Organizations International (flo), que con­trola y gestiona el sello de garantía más conocido en el ámbito del comercio justo. Y otras trabajan al margen de espacios de concertación internacional como los citados, estableciendo relaciones bilaterales con or­ganizaciones distribuidoras del norte. Participar o no en esos espacios, o en uno u otro, tiene implicaciones en el modelo de gestión de la comercialización. Pero no sólo es una elección técnico­financiera; también es una opción ideológica. El libro de Xavier y Fabrizio permite entender qué comporta la adopción de unos u otros socios internacionales y, consecuentemente, de uno u otro modelo de comercio justo.

La segunda razón que explica el acierto de la edi­ción boliviana de Alimentos globalizados está relacionada con el proceso político que vive Bolivia. La Constitución Política del Estado, promulgada en 2009, considera que la soberanía alimentaria ha de ser el principio rector del modelo agrario del país. Una apuesta política valiente y complicada, si se tiene en cuenta que Bolivia destina una parte sustancial de su espacio agrario a la produc­ción para la exportación, en régimen de monocultivo y estructurado en grandes latifundios. Es esta una situa­ción que ya ha generado contradicciones en el proceso de elaboración de las nuevas leyes y reglamentos bajo el precepto constitucional; recordemos el debate sobre la aceptación de utilizar organismos genéticamente modi­ficados en la denominada Ley de la Madre Tierra. En este nuevo contexto, temas como la revalorización del consumo de productos locales, la priorización de la pro­ducción campesina en las compras públicas, o la difusión de conceptos como el consumo responsable aparecen en la nueva agenda social y política. El libro de Xavier y Fabrizio ofrece, de nuevo, una visión de los dilemas que giran alrededor de estos temas.

La presente edición de Alimentos globalizados per­mitirá conocer los debates y contradicciones que exis­ten en el comercio justo a activistas, líderes sociales, cargos políticos, investigadores y técnicos bolivianos que trabajan en el ámbito agroalimentario. Y a partir de ahí podrán tomar decisiones fundamentadas.

A todos ellos, y a cualquiera que tenga interés o curiosidad por este tema, buena lectura. La disfrutará.

*Xarxa de Consum Solidari-Red de Consumo Solidario.

Prólogo a la edición boliviana del libro de Xavier Montaguty Fabrizio Dogliotti Alimentos globalizados.

Soberanía alimentaria y comercio justo.Xarxa de Consum Solidari / Plural editores, 2013.