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La Biblia compartida

Javier VELASCO-ARIAS (ed.), La Biblia Compartida. Biblia y Pastoral (Conocer la Biblia 4), Madrid: San Pablo 2012

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Nueve colaboraciones que desgranan diversos aspectos complementarios de la Biblia, entendida como Palabra de Dios para compartir:- Despertar las semillas de la Palabra (Justino Martínez Pérez)- De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini» (Francesc Ramis Darder)- La Biblia: «corazón» de la Pastoral (Javier Velasco-Arias)- La Biblia orada y vivida: la Lectio Divina (Pedro Barrado Fernández)- La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis (Quique Fernández Manzano)- Claves y pautas para el uso de algunos medios de comunicación en la Animación Bíblica (José Ignacio Pedregosa Ordóñez)- La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral (Florencio Abajo Núñez)- La Animación Bíblica en los estudios teológicos (Maria de l'Esperança Amill-Rocamora)- Exégesis y hermenéutica, dos momentos de un único proceso interpretativo (Núria Calduch-Benages)Los nueve capítulos, escritos en una sinfonía literaria, nos descubren las claves para despertar el interés por la lectura compartida de la Biblia, su uso en la catequesis, la centralidad de la Palabra de Dios en toda actividad pastoral, el papel de los medios de comunicación en la animación bíblica o la conciliación entre su estudio e investigación y su difusión…

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La Biblia compartida

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La Biblia compartida

Biblia y Pastoral

Javier Velasco-Arias (ed.)

J. Martínez Pérez–F. Ramis Darder–J. Velasco-Arias–P. Barrado Fernández–Q. Fernández Manzano–

J. I. Pedregosa Ordóñez–F. Abajo Núñez–M. E. Amill-Rocamora–N. Calduch-Benages

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© SAN PABLO 2012 (Protasio Gómez, 11-15. 28027 Madrid) Tel. 917 425 113 - Fax 917 425 723 E-mail: [email protected] - www.sanpablo.es© Javier Velasco-Arias, o.p., 2012

Distribución: SAN PABLO. División ComercialResina, 1. 28021 MadridTel. 917 987 375 - Fax 915 052 050E-mail: [email protected]: 978-84-285-4085-8Depósito legal: M. 31.933-2012Impreso en Artes Gráficas Gar.Vi. 28970 Humanes (Madrid)Printed in Spain. Impreso en España

Colaboradores

Florencio Abajo Núñez: licenciado en Teología dogmática; director de «La Casa de la Biblia» (Salamanca); re-presentante de la Conferencia Episcopal Española en la «Federación Bíblica Católica» (FEBIC).

Maria de l’Esperança Amill-Rocamora: biblista; profeso-ra en el «Institut Superior de Ciències Religioses Sant Fructuós» de Tarragona.

Pedro Barrado Fernández: biblista; director de la Escue-la «Juan XXIII» de Hermandades del Trabajo (Ma-drid); exsecretario de la «Asociación Bíblica Españo-la» (ABE).

Nuria Calduch-Benages: biblista; profesora en la «Ponti-ficia Universidad Gregoriana de Roma»; participó como experta en el Sínodo sobre «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia» (2008).

Quique Fernández Manzano: animador bíblico; coordina-dor de la «Escuela de Animación Bíblica de Barcelo-na»; coordinador de catequesis del Arciprestazgo de Sant Josep Oriol de Barcelona.

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BIntroducción

Recuerdo el correo que me envío Francesc Ramis, entonces subdirector de la «Asociación Bíblica Española» (ABE), a ini-cios de noviembre de 2009, en el que me informaba de que en el último Consejo de la Asociación, recogiendo la opinión de varios biblistas, trataron la posibilidad de crear un seminario so-bre «Pastoral Bíblica» que funcionase de forma permanente en las Jornadas de la ABE. Y me solicitaban que fuera yo la persona que lo dirigiese e iniciase. Tardé unos cuantos días en contestar, ya que no soy amigo de cargos y dudaba que yo fuese la perso-na adecuada para tutelar esta iniciativa. Al final me decidí, sobre todo porque Paco (como llamamos los amigos a Francesc Ramis) me animó y me comentó que podía contar para ello tanto con él como con más gente que también deseaban un «espacio» en la Asociación donde tuviese carta de ciudadanía el componente pastoral. Propuse que el seminario en vez de «Pastoral Bíblica» se llamase «Animación Bíblica de la Pastoral» o, de forma más breve, «Biblia y Pastoral»; al final prevaleció el nombre más bre-ve, sin obviar el espíritu de la denominación más larga. De hecho el subtítulo de esta publicación es «Biblia y Pastoral».

Desde entonces está funcionando el seminario de la ABE «Bi-blia y Pastoral» y fruto del trabajo y de las iniciativas del mismo es el libro que ahora os presentamos. Varios de los coautores del mismo son miembros de este seminario y todos los que participa-

Justino Martínez Pérez: biblista; participa en el «Centro de Estudos Bíblicos» en Fortaleza (Brasil) y se dedica a la «Animación Bíblica de la Pastoral» en la región del Nordeste del Brasil.

José Ignacio Pedregosa Ordóñez: coordinador de la «Es-cuela de Animación Bíblica y Comunicación San Pa-blo» en Madrid; delegado de pastoral en la editorial San Pablo.

Francesc Ramis Darder: biblista; profesor en el «Centre d´Estudis Teològics de Mallorca» y en el «Institut Su-perior de Ciències Religioses de Mallorca»; ex subdi-rector de la «Asociación Bíblica Española» (ABE).

Javier Velasco-Arias: biblista; profesor en el «Institut Supe-rior de Ciències Religioses de Barcelona» (ISCREB); coordinador del seminario «Biblia y Pastoral» en la ABE; responsable del departamento de «Animación Bíblica de la Pastoral» del «Centre d’Estudis Pastorals de les Diòcesis Catalanes» (CEP).

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8 La Biblia compartida 9Introducción

mos en el proyecto, de una forma o de otra, estamos implicados y entusiasmados en la Animación Bíblica de toda la Pastoral.

Somos nueve las personas involucradas en esta iniciativa, cada uno de nosotros con perspectivas diferentes, de lugares di-versos, con un trabajo pastoral diversificado. Pero todos y todas enamorados de la Palabra de Dios, de la Biblia; convencidos de su importancia y de su necesidad en el momento presente, en la Iglesia, en el diálogo ecuménico, en el mundo en general.

Justino Martínez, desde su trabajo misionero y de animación bíblica en Fortaleza (Brasil) nos habla de un sueño, de una ini-ciativa, de una realidad: «Despertar las semillas de la Palabra». Nos introduce en un quehacer de animación bíblica que ha dado muchos frutos y que continúa dándolos. Su aportación es un mé-todo pero es, sobre todo, una labor cotidiana para que la Palabra de Dios entusiasme, enamore, contagie, transforme las personas, los grupos, las instituciones...

Francesc Ramis, en el capítulo «De “La interpretación de la Biblia en la Iglesia” a la “Verbum Domini”», analiza la im-portancia del concilio Vaticano II, y más concretamente de la constitución dogmática sobre la divina revelación Dei Verbum, en el desarrollo de los estudios bíblicos, de la animación bíblica, del conocimiento de la Palabra de Dios, subrayando dos docu-mentos de suma importancia en este proceso, el primero de la Pontificia Comisión Bíblica y el último la exhortación apostólica sobre la Palabra de Dios, de Benedicto XVI. Hace, para ello, todo un recorrido por el desarrollo científico y pastoral de los estu-dios bíblicos en los últimos decenios.

La Palabra de Dios tiene una función transversal, nuclear, in-dispensable en toda la acción pastoral. Este es el tema tratado por Javier Velasco-Arias en «La Biblia: “corazón” de la pasto-

ral». Nada es ajeno a la Palabra de Dios; esta está en el centro de toda la acción pastoral, si queremos que esta sea cristiana.

Con el título «La Biblia orada y vivida», Pedro Barrado nos guía en un recorrido por los orígenes, la historia y la importancia de la Lectio Divina o lectura orante de la Palabra; iniciándonos en su práctica. Este ha sido el tema estrella del Sínodo de los obis-pos (2008) sobre la «Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia» y de la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini (2011); y es una de las formas más bellas y efectivas de acercarse a los textos bíblicos.

La catequesis, como el resto de realidades pastorales, debe estar fundamentada en la Palabra de Dios. Una catequesis que no se sirva de la Biblia como fuente de inspiración, como lectura frecuente, como lugar de diálogo entre los catequizados y el Se-ñor, no sirve. Quique Fernández, en el capítulo «La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis», nos introduce en esta dinámica y comparte con nosotros diversas experiencias en este sentido.

Por su parte, José Ignacio Pedregosa, desde su experiencia tanto de animador bíblico como de experto en comunicación, nos habla de «Claves y pautas para el uso de algunos medios de comunicación en la Animación Bíblica». Argumentará cómo es-tamos viviendo en una sociedad en la que los medios de comu-nicación juegan un papel dominante y no podemos renunciar a ellos en la proclamación de la Palabra y, para ello, nos familiari-zará con el uso de estos medios.

La «Federación Bíblica Católica» (FEBIC) acoge múltiples iniciativas e instituciones de todo el mundo, relacionadas con el apostolado bíblico y la animación bíblica de la pastoral; de ello trata Florencio Abajo, desde su experiencia personal en la Fede-

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1ración, representando a la Conferencia Episcopal Española, en el capítulo «La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral».

La animación bíblica no es una tarea independiente, ajena a los estudios bíblicos o a la investigación bíblica, en caso contra-rio es fácil que cayese en lecturas pueriles o, peor aún, funda-mentalistas de la Biblia. Maria de l’Esperança Amill-Rocamora nos habla, en «La animación bíblica en los estudios teológi-cos», de la necesidad de profundizar cada vez más en los estu-dios teológicos y científicos de la Biblia y cómo esta realidad no es incompatible con la animación bíblica, sino complementaria. Defenderá la necesidad del componente pastoral en los estudios bíblicos superiores.

Por último la profesora Nuria Calduch-Benages, en «Exége-sis y hermenéutica, dos momentos de un único proceso interpre-tativo», muestra que el trabajo científico de investigación de los textos bíblicos no está reñido con una hermenéutica de actuali-zación, de popularización de dichos textos. Ambas realidades se complementan y se necesitan, son parte de un único proceso de interpretación de unos textos de la antigüedad que han sido reci-bidos por las comunidades creyentes como Palabra de Dios.

Os invitamos a participar de este itinerario, a conocer qué es la animación bíblica y su importancia, a descubrir diversas herra-mientas para ponerla en práctica, a comprender la necesidad de los métodos de investigación bíblicos pero puestos al servicio de la Palabra de Dios que ha de llegar a todos, a compartir variadas e enriquecedoras experiencias de cómo se vive esta realidad... Un recorrido que os proponemos apasionante.

Javier Velasco-Arias

Despertar las semillas de la Palabra

Justino Martínez Pérez

Itinerario de Animación Bíblica de la Pastoral

A Carlos Mesters1 y a Martin Luther King, soñando otro sueño: Devolver la Biblia al Pueblo para que crea, viva, celebre y espere.

1. Introducción: propuesta y acogida

Presentamos «Despertar las Semillas de la Palabra: Leer la Biblia desde la Vida» poniendo de relieve sus objetivos, mística y me-todología. Evocamos los principales núcleos del Proyecto2.

1 Carlos Mesters fue uno de los fundadores del Centro de Estudios Bíblicos de Brasil (CEBI) y de los que más ha trabajado la Biblia desde una metodología popular. Ver: R. Huning, Aprendiendo de Carlos Mesters: Hacia una teoría de lectura bíblica, Ver-bo Divino, Estella 2007 y la entrevista con Carlos Mesters, Rememorando a História do CEBI, Por trás da Palavra 184 (2011) 14-17.

2 El folleto tuvo 6.000 ejemplares en castellano y 1.000 en catalán. Luego se pu-blicó en la web Palabra en Camino http://www.combonianos.com/ en castellano y en catalán, y en la Revista Quaderns de Pastoral 196 (2005) 113-121. Parte del texto se expuso en la Comunicación que tuvimos en el 1er Congreso de Teología de Granada, en febrero de 2008, en el contexto de preparación al Sínodo de la Palabra y publicado en la revista de la Facultad de Teología de Granada, Proyección 55 (2008) 171-178.

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12 La Biblia compartida 13Despertar las semillas de la Palabra

Con el Equipo de Animación Bíblica del Centro de Estudios Pastorales de las Diócesis Catalanas (CEP) y con otros grupos bíblicos reflexionamos sobre la Animación Bíblica de la Pastoral (ABP) y su metodología desde el año 1999. El asunto es comple-jo, no pretendemos sentar cátedra, pero sí ponernos a la escucha del Dios invisible que habla a los hombres como amigos (DV 3). Recordaré algunas claves que me han iluminado en esta travesía, abriendo o confirmando caminos nuevos y roturando algunos campos juntos en el trabajo de Animación Bíblica de la Pastoral (Verbum Domini 73) para que la Palabra de Dios llegue a todos los rincones.

Los orígenes del Proyecto «Despertar las semillas: Leer la Bi-blia desde la vida» y «la Escuela de Animadores Bíblicos de la Pas-toral» se sitúan en el contexto de una doble consideración:

1.1. Haciendo memoria del camino recorrido (Dt 8,2-3)

a) Los itinerarios eclesiales que convergen en la reflexión pastoral del Concilio Vaticano II, sobre todo, en ese punto álgido y relevante que es la Dei Verbum. Veamos algunos textos más significativos referentes al tema que estamos tocando. El Concilio recomienda, de diferentes maneras, la lectura asidua de la Sagrada Escritura:

Los exegetas católicos, y demás teólogos deben trabajar, aunan-do diligentemente sus fuerzas, para investigar y proponer las Letras divinas, bajo la vigilancia del Sagrado Magisterio, con los instrumentos oportunos, de forma que el mayor número posi-ble de ministros de la Palabra puedan repartir fructuosamente al Pueblo de Dios el alimento de las Escrituras, que ilumine la

mente, robustezca las voluntades y encienda los corazones de los hombres en el amor de Dios. El Sagrado Concilio anima a los hijos de la Iglesia dedicados a los estudios bíblicos, para que la obra felizmente comenzada, renovando constantemente las fuerzas, la sigan realizando con todo celo, según el sentir de la Iglesia (DV 23).

b) El trabajo de animación bíblica de la pastoral realizado por la Asociación Bíblica de Cataluña, el Centro de Estudios Pasto-rales (CEP), la Facultad de Teología de Cataluña y otros centros teológicos a lo largo de estas últimas décadas da como resultado un ingente número de personas que han realizado cursos siste-máticos de formación bíblica.

c) La interpretación de la Biblia en la Iglesia. El documento de la Pontificia Comisión Bíblica (1993) pone de relieve algunos puntos importantes que nos orientan en nuestra búsqueda. Des-tacamos:

El apostolado bíblico tiene como objetivo hacer conocer la Bi-blia como palabra de Dios y fuente de vida... Suscita y sostiene numerosas iniciativas: formación de grupos bíblicos, conferen-cias sobre la Biblia, semanas bíblicas, publicación de revistas y libros, etc. Una importante contribución es la de asociaciones y movimientos eclesiales que ponen en primer plano la lectura de la Biblia en una perspectiva de fe y de compromiso cristiano. Numerosas «comunidades de base» centran sobre la Biblia sus reuniones y se proponen un triple objetivo: conocer la Biblia, construir la comunidad y servir al pueblo. También aquí la ayu-da de los exegetas es útil, para evitar actualizaciones mal funda-

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14 La Biblia compartida 15Despertar las semillas de la Palabra

das. Pero hay que alegrarse de ver que gente humilde y pobre toma la Biblia en sus manos y puede aportar a su interpretación y actualización una luz más penetrante, desde el punto de vista espiritual y existencial, que la que viene de una ciencia segura de sí misma (Mt 11,25)3.

d) El momento clave e inspirador del Concilio Provincial Tarra-conense. El Concilio Provincial Tarraconense (CPT 1995) «ha sido uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la Iglesia en Cataluña en este siglo»4 y ha puesto de manifies-to la relevancia y transcendencia de la Palabra de Dios, fuente de la vida de la Iglesia. «Las iglesias con sede en Cataluña que-remos que la Palabra de Dios sea fuente de nuestra vida y eje de nuestro camino» (CPT, Resoluciones 48-58). En este sentido, cabe recordar el modo incisivo como se expresa:

«El Concilio urge a todos los que, de diversas maneras, tienen responsabilidades especiales en relación con la Palabra de Dios que vigilen por progresar en una formación bíblica –espiritual y técnica al mismo tiempo– que los haga capaces de llegar a ser ministros fieles en la Iglesia. La formación bíblica y su constan-te profundización será uno de los elementos que será necesario cuidar en la formación (inicial y permanente) de los sacerdotes y de los diáconos. Igualmente, los que ejerzan el ministerio de lectores en la asamblea han de tener la formación bíblica ade-cuada, la cual será también parte esencial en los programas de formación de los catequistas. Las instituciones docentes espe-

3 Pontificia Comisión Bíblica, Interpretación de la Biblia en la Iglesia, 119.4 A. Puig, Quadern de Treball del Concili Provincial Tarraconense, Claret, Barcelona

1996, 5.

cializadas en el campo de los estudios bíblicos estarán al servi-cio de esta formación» (CPT 53).

1.2. Soñando caminos para que la Palabra de Dios llegue al corazón del pueblo

La Escuela de Animadores Bíblicos se inspira en el Concilio Provincial Tarraconense: «con el objetivo de relanzar la pasto-ral bíblica, los obispados de Cataluña potenciarán la Asociación Bíblica de Cataluña como instrumento de difusión popular de la Palabra de Dios» (CPT 54). O donde expresa: «El Concilio recomienda a las parroquias y las otras comunidades eclesiales que programen la iniciación del pueblo de Dios en la lectura espiritual y eclesial de la Sagrada Escritura, de manera que esta lectura comporte la plegaria y la contemplación, y conduzca a un estilo de vida evangélico. Una de las maneras de hacerlo puede ser potenciar la reflexión bíblica en grupo» (CPT 57).

El servicio de la Palabra, el servicio de la Eucaristía y de los sacramentos y el servicio de la caridad son, los tres, constitutivos e interdependientes (CPT 119). Por todo ello, creemos que vale la pena, aunar esfuerzos e iniciativas para que la sed de la Palabra de Dios se vea saciada (Am 8,11; Jn 4,14). Señalamos los ejes principales del proyecto «Despertar las Semillas».

2. Los vaivenes de la propuesta y la acogida

En Barcelona discutí con un amigo sobre las posibilidades de Animación Bíblica. Mi interlocutor me decía que las posibi-

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16 La Biblia compartida 17Despertar las semillas de la Palabra

lidades eran escasas. Le desafié a que me diera tiempo... Envié una carta a trescientos sacerdotes y tuve una única respuesta que me agradecía por el servicio. Continué enviando información a otros lugares y salió el «Café con san Juan» en Horta, seguido de dos cursos sobre el Evangelio de Juan y otros dos sobre el Apocalipsis.

Hicimos la propuesta a otros grupos, recibí respuestas para todos los gustos. Pero de esas iniciativas salieron varios cursos sobre los Evangelios en nuestra comunidad comboniana de Horta. Luego se planteó pasear por el Antiguo Testamento para profundizar las raíces de nuestra fe, pues «sin el Antiguo Tes-tamento, el Nuevo Testamento sería un libro indescifrable, una planta privada de sus raíces y destinada a secarse»5. Caminamos con los profetas... y luego la cuarta etapa donde profundizamos Ezequiel, Isaías 40-66; Jonás, Joel, Zacarías, Daniel y un paseo semanal durante tres años sobre los Salmos. Salieron otros en-cuentros en la parroquia de Santa Teresa y Nuestra Señora del Coll y la Escuela Bíblica Misionera en la Diócesis de Solsona. Se añadieron otros cursos que han tenido buena aceptación, como el del Carmelo sobre el Evangelio de Lucas y los cursos sobre Lucas, Hechos de los Apóstoles y Profetas en Encarnación. Los Evangelios de Marcos, Juan y Lucas en la Parroquia San Ildefon-so. Los dos grupos de Tarrasa, chocolate con Marcos, etc.

He recordado este vaivén porque hubo propuestas que tu-vieron éxito y otras que se quedaron por el camino. En algunos casos, la cosa quedó de remojo y... cuando menos te lo esperabas saltó la chispa. A veces hay pequeñas ventanas que dejan entrar aire fresco y llegar luz nueva.

5 Pontificia Comisión Bíblica, El pueblo judío y sus Escrituras, n. 84; VD 40-41.

Veamos el proceso que ha iluminado la travesía. Contemplan-do la realidad pastoral de Cataluña, nos hicimos esta pregunta: En estos últimos treinta años se han formado muchos biblistas, ¿dónde están, qué proyectos llevan entre manos, qué caminos están surcando, dónde podemos encontrarlos, cómo compartir logros, experiencias, metodología y soñar juntos caminos nue-vos de Animación Bíblica de toda la Pastoral? De esa pregunta surgió la Escuela de Animación Bíblica.

Objetivos

Despertar las Semillas, es y quiere ser un espacio de Animación Bíblica Misionera de toda la Pastoral y tiene como objetivos fun-damentales:

Hacer descubrir la riqueza y vitalidad de la Palabra de Dios ▶ en la vida de las personas y de las comunidades (Lc 8,1-21; 24,13-49; He 8,26-40) en un mundo globalizado a partir de Encuentros, Talleres, Conferencias, Semanas Bíblicas, Retiros..., para que todos tengan vida plena ( Jn 10,10) y lo proclamen a los cuatro vientos como testigos del Resu-citado (He 1,8). Escuchar la Música de la Palabra de Dios, y hacer descubrir ▶su Rostro en el mundo de hoy.Formar Animadoras y Animadores Bíblicos ▶ en las Parro-quias a servicio de la Animación Bíblica de toda la Pas-toral.Promover una metodología teórico-práctica en todo el ▶proceso de anuncio-escucha-interiorización, para que la

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Palabra toque las personas y las culturas y las transforme desde dentro (EN 18-20). Poner la Biblia en el corazón del pueblo de Dios y el pueblo ▶en el corazón de la Biblia de manera sistemática, metódica, sapiencial-vivencial6 y popular, convencidos de que «el pri-mer paso para renovar la teología, la pastoral y la espirituali-dad es renovar la manera de leer la Biblia» (F. Raurell).Animar bíblicamente toda la Pastoral ▶ con el dinamismo de la Palabra siempre nueva y creadora de Dios, a partir de una nueva manera de entender la pastoral, la teología y la espiritualidad. El Proyecto ▶ Despertar las Semillas quiere poner la Biblia en el corazón del Pueblo de Dios con el dinamismo de la Palabra, a partir de una manera nueva de entender la mi-sión, la pastoral, la teología y la espiritualidad que ponga a la gente en pie de misión porque el secreto que ha escu-chado le quema dentro (Lc 24,32; Jn 20,2.4; He 4,13-31; 1Jn 1,1-4).

3. Proceso formativo básico y permanente

Un proceso formativo básico y permanente de aprendizaje teó-rico y práctico, donde se conjuguen armónicamente una lectura bíblica científica, sistemática y sapiencial-vivencial que incida en la vida y la transforme.

6 Es significativo lo que dice Casiano Floristán en el Nuevo Diccionario de Pastoral: «Los teólogos tienen por misión conocer científica y sapiencialmente la Escritura, la tradición y la actualidad social en función de la vida cristiana de los fieles, humana y eclesial».

3.1. Itinerario básico: 3 años

El Proceso contempla dos etapas: la primera, un itinerario bási-co, una visión de conjunto del Antiguo y del Nuevo Testamento de tres años. Se trata de una introducción global al Antiguo y al Nuevo Testamento en su aspecto literario, en su contexto histó-rico-cultural-social y su mensaje teológico espiritual7.

3.2. Profundización permanente

Navegar por el océano de la Biblia y de la Vida, profundizando temas, libros o conjuntos de libros del Antiguo y del Nuevo Tes-tamento:

Trabajando ▶ textos en sus contextos y en el proceso de for-mación de los libros y en el contexto global del Antiguo y Nuevo Testamento. Conjugando la profundización de temas junto con lectura ▶y estudio de libros o textos, a través de «un estudio aten-to y objetivo, que permita apreciar mejor el valor literario, histórico, social y teológico»8. Metodología en los diferentes cursos y procesos, cuidando ▶el Itinerario de la lectura sapiencial-vivencial-testimonial.

7 C. Mesters-Equipo Bíblico Crb, La formación del Pueblo de Dios, Verbo Divino, Estella 19992; Misión Joven, Centrados en la Palabra 360 (2007). Número monográ-fico. Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, Arzobis-pado de Valencia-Librería Editrice Vaticana, Valencia-Ciudad del Vaticano 1993. Servi-ce Biblique «Évangile Et Vie», Itinerario por el Antiguo Testamento, Verbo Divino, Estella 1996; Id, Itinerario por el Nuevo Testamento, Verbo Divino, Estella 2000.

8 Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, 103.

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20 La Biblia compartida 21Despertar las semillas de la Palabra

Al servicio de la Palabra y del Reino: de modo temporal ▶(2-3 años); de modo permanente: dedicación vocacional, de por vida como Ministros de la Palabra. Teniendo en cuenta continuamente la profundización de ▶temas, contenidos junto con lectura-estudio de libros o textos en unidades cada vez más amplias, considerando aquellos textos «menos conocidos», es decir, «aquellas páginas de la Biblia que a veces se presentan oscuras y di-fíciles» (VD 42), y que pueden causarnos miedo o des-concierto.Combinando la metodología científica, exegética-herme- ▶néutica actualizadora con las dimensiones vivenciales-es-pirituales para los hombres y mujeres de hoy en un con-texto pluricultural.

3.3. Animación y coordinación: como creyentes y testigos creíbles: Mt 4,12–5,16

Animación en clave de competencia profesional que ▶acompaña los procesos y etapas formativas, favoreciendo una metodología adecuada a cada momento.Situándose como aprendiz de discípulo en aprendizaje ▶continuo: Mt 23,1-12.Con aquella «autoridad» que tiene Jesús (Mc 1,27) basa- ▶da en la Palabra –coherencia de vida, compromiso.Un servicio a la Palabra y al Reino de Dios en «gratui- ▶dad»: gratis lo habéis recibido, dadlo gratis (Mt 10).En actitud misionera-contemplativa: Mt 11,25-30; Lc ▶1,26-56; 1,68-79; 10,1-24.

3.4. Coordinación

Pensamos en un equipo que coordina la formación, el proceso, las etapas, la metodología y el proyecto de Animación Bíblica en varios niveles complementarios. Una Coordinación de tres personas y dinámica, renovada cada tres o cuatro años.

3.5. Buscando la fórmula

Aunque creo que no exista la Fórmula, sí que se requiere una formulación pastoral que contemple algunos ingredientes y que dé fruto a medio y largo plazo. Veamos algunos. Advierto que la fórmula no da resultados como por encanto. En estas cosas se requiere un minuto de inspiración, precedido de cincuenta y nueve minutos de transpiración.

a) Audacia de la propuesta: un Equipo conjuntado, animado y creativo (Mt 5,12-16; He 11,25-26; 13,3-5)

Creemos que el Equipo es fundamental. Un equipo animador y creativo: ¡Itinerante! Algo que se me ha ido imponiendo, des-de la práctica en Brasil y en Barcelona, es la importancia de un Equipo coordinador que sueña, reflexiona, se cuestiona, provo-ca, propone cursos, temas a personas, grupos, comunidades, pa-rroquias... ¡que tiene, en una palabra, la audacia de la propuesta! Es necesario hacer la propuesta a laicos, sacerdotes, obispos, re-ligiosos y religiosas, tanto por los medios oficiales de informa-ción como por folletos más informales o por los caminos de la

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22 La Biblia compartida 23Despertar las semillas de la Palabra

cercanía, de la amistad, de tomar un café juntos... La invitación se hace a todas las personas que puedan estar interesadas. Re-cuerdo que un biblista latinoamericano decía que cuando hacía cursos a nivel de diócesis exigía que participase el obispo, y eso tenía también su impacto pastoral.

El Equipo es fundamental y es clave que funcione y anime como Equipo. Alguien dijo: «dadme un punto de apoyo y moveré el mundo». Yo digo «dadme un Equipo Bíblico que sueña y traba-ja juntos y os pondré una ciudad en movimiento». Parafraseando una expresión del Evangelio: «No se puede esconder un Equipo que trabaja, sueña y apuesta en animar con la Palabra de Dios el mundo, en poner la Palabra de Dios al servicio del pueblo, de los pobres, de los marginados, de los inmigrantes, de las comunida-des religiosas, de los que no cuentan...» (Mt 5,12-16). Un Equipo tiene la fuerza y la alegría de la luz, el vigor y la vitalidad de la sal y el testimonio de la ciudad. Imágenes que el mismo Evangelio pone ante nuestros ojos. Esto incluso, siendo muy consciente –como me decía un amigo– que Barcelona es mucho Barcelona, significan-do los desafíos de la Animación Bíblica de la Pastoral.

b) Una Gran Causa por la que luchar: La Pasión por la Palabra de Dios

Creo que algo fundamental intuyó el Concilio Provincial Ta-rraconense (CPT) en la línea de la Dei Verbum del Vaticano II con respecto a la Animación Bíblica, pero tengo la impresión de que, incluso con todas las realizaciones9 que ha habido –que

9 Reseña del movimiento bíblico en Cataluña: F. Raurell, El moviment bíblic a Catalunya els anys 1970-1992, Butlletí de l´Associació Bíblica de Catalunya 45 (1993)

son muchas y ¡solo Dios sabe hasta dónde llegan!–, hay lugares donde todavía no ha llegado a cuajar o no ha encontrado todos los cauces para llegar al corazón del pueblo, de las comunidades y parroquias... Leyendo las Conclusiones del Concilio Provincial Tarraconense10 se ve que lo que se dice tiene «gancho», aunque su traducción a la vida cotidiana en algunas comunidades quizás no ha encontrado la lengua o la metodología que vehicule esa Ani-mación Bíblica hasta hacer «fermentar toda la vida pastoral y social» (Lc 13,20-21).

c) Metodología dinámica, creativa y participativa

Es necesario invertir en la metodología bíblica. El desafío de la metodología ha sido enfrentado en varios continentes11: Amé-rica Latina, África, Europa. Por eso creo que es necesario renovar toda la metodología bíblica con cariño y creatividad y no apenas poner algunos parches con dinámicas para hacerlo más atracti-vo. Hablo de metodología como telón de fondo en toda la in-vestigación bíblica. Una metodología diversificada por edades,

4-26; R. Díaz Carbonell, Balanç de la activitat bíblica a Catalunya (1960-1969), Qüestions de Vida Cristiana 51 (1970) 87-111. En la misma línea los Cursos Bíblicos de Verano realizados en el Seminario de Tarragona y organizados por la Asociación Bíblica de Catalunya llevan casi cuarenta años de existencia.

10 Concilio Provincial Tarraconense 1995, Resoluciones y Mensaje, Claret, Barcelona 1996, nn. 48-58.

11 AA.VV., La Biblia en grupo. Doce itinerarios para una lectura creyente, Verbo Divino, Estella 1997. También la revista brasileña Estudios Bíblicos 24 (1989) y 31 (1991) dedicados a los nuevos rumbos de la Teología Bíblica y a los Proyectos Bíbli-cos de Evangelización. Sobre el itinerario latinoamericano de las últimas décadas pue-de verse la contribución de M. Schwantes, Uma nova Esperança nasceu, en AA.VV., Reflexos da Brisa Leve, CEBI, Belo Horizonte 1991, 36-47.

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24 La Biblia compartida 25Despertar las semillas de la Palabra

grupos, situaciones, contextos culturales... que ponga la Biblia al alcance de todos; que lleve a leer toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, y que lleve a todo el Pueblo de Dios a dejarse leer12, a hacerse una radiografía por la Palabra de Vida (1Jn 1,1-4).

Constato ya una realidad de hecho: que el desafío de la meto-dología ha sido enfrentado por muchas personas y grupos en lu-gares y continentes diferentes. Se han roturado campos y abierto cauces. Los resultados conseguidos en otros lugares nos animan a apostar con fuerza y dedicar a dicho objetivo: tiempo, estudios, esfuerzos, creatividad, ilusión... La apuesta bien vale la pena.

d) Proceso permanente de enseñanza-aprendizaje

Iniciar o potenciar un proceso permanente de enseñanza-apren-dizaje de la Biblia, o mejor, de la Palabra de Dios, tipo discipulado en la Escuela de la Palabra, donde todos se sientan discípulos y discípulas en la cátedra del único Maestro, Cristo (Mt 23,1-12) y al mismo tiempo, se sientan protagonistas de su historia y de la historia del mundo, convencidos de que otro mundo es posible. Un mundo para todos y todas: inclusivo, humano, fraterno, jus-to, igualitario, en Paz.

Tiene que haber cursos sistemáticos y científicos, serios exe-géticamente hablando, pero sobre todo, favorecer encuentros, jornadas de profundización, semanas de Animación Bíblica... como río que riega la Animación Bíblica de toda la Pastoral: su objetivo vital es el crecimiento en la fe, el compromiso y el ali-mentarse de la Palabra, y no tanto el hacer un curso para luego...

12 H.-R. Weber, El Libro que me lee. Manual para formadores en el estudio de la Biblia, Sal Terrae, Santander 1996.

que aunque sea necesario no llega a tocar la vida de la persona hasta el punto de sentir la necesidad de continuar profundizan-do, de rumiar día y noche la Palabra (Salmo 1) y sentir Sed de una experiencia que cuanto más se sacia, más sediento se queda (Am 8,11), poniendo a la gente y a los grupos en aquella dinámi-ca que conduce a la Vida a pleno pulmón ( Jn 10,10).

Con esto quiero subrayar dos cosas. Primera, que es necesa-rio «sumergirse en el mundo bíblico con unos estudios sistemá-ticos y científicamente probados», pero que tienen que llevar –aquí está la segunda cosa, íntimamente ligada a la anterior– a un desemboque pastoral (VD 45), entendido en toda su profun-didad, amplitud y belleza, entrando en una dinámica de forma-ción permanente, de Escucha de la Palabra, Anuncio y Testimonio personal y comunitario, pues los desafíos del mundo actual son tan grandes y provocadores que no podemos dejar de beber dia-riamente de la Fuente que nos sacia (Is 55,1-10; Jn 4; 7,37-39). Es decir, combinar una dinámica donde se conjuguen lo científi-co y lo popular, lo sistemático y lo pastoral, lo celebrativo y vivencial. O lo que es lo mismo, entrar o continuar un proceso donde se teje lo serio y lo científico de las preguntas trascendentes con las preguntas cotidianas de la gente.

e) Comunidades de profundización permanente de la Palabra

Crear grupos-comunidades de profundización permanente de la Palabra de Dios, profundizando el Antiguo y el Nuevo Testa-mento de manera unitaria (Dei Verbum 15-16) y dando razón de la Esperanza que nos anima (1Pe 3,15), polarizados por el Evan-gelio y su lectura continuada. Dedicados a profundizar un libro

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26 La Biblia compartida 27Despertar las semillas de la Palabra

del Antiguo Testamento y otro del Nuevo, alternativamente, de manera complementaria, unitaria, en su continuidad y disconti-nuidad, en su diversidad de enfoques, de géneros literarios, de experiencias... ¡Qué bueno sería si a partir de los intereses con-cretos de grupos, comunidades y parroquias hiciéramos brotar el interés por conocer y descubrir el océano inmenso e inconmen-surable de la Palabra de Dios, animando a navegar por él, cada día con mayor confianza y familiaridad, a todos los agentes de pastoral, profesores, animadores de la liturgia, catequistas, edu-cadores de tiempo libre...!

En fin, que aquellas personas que nos encuentren descubran que el Servicio de la Palabra nos cautiva de tal manera que no podemos dejar de confesar con Pablo: «¡Ay de mí si no anuncia-re el Evangelio» (1Cor 9,16), la Palabra de Liberación! Todos somos responsables de todos y mutuamente del crecimiento en la fe de nuestros hermanos y hermanas y de dar razón de nuestra Esperanza a los que nos lo pidan.

En la Parroquia de San Cosme y San Damián de Salvador me llamaron para acompañar a un Equipo parroquial que había preparado un curso teológico. Expusieron todo el Proyecto: ¡ca-nela en rama! Habían definido muy bien objetivos, profesores y profesoras, horarios, cuatro niveles diferentes... Todo estaba en orden para empezar el curso. Después de una hora y media de escuchar al Equipo y ver todo el proyecto y el proceso seguido, me limité a decirles dos cosas: «añadid simplemente al comien-zo del curso: “Bienvenidos al Primer Curso”, y el último día, a la hora de la evaluación, informad que “el Segundo Curso tendrá continuidad el día tantos de tantos...”».

Creo que este elemento de continuidad, de soñar un proce-so con varias etapas, es clave y fundamental. Donde no se tiene

en cuenta, se hacen cosas importantes sin duda, pero se nota la diferencia cuando un Equipo sueña la pastoral para un trienio y luego año por año y día tras día van caminando animados por un horizonte y un objetivo comunes.

f) Crear Equipos de Animación Bíblica y Coordinación: ¡Ser compañeros de camino!

En la Animación Bíblica un puesto clave corresponde a los Equi-pos. Equipos de Coordinación, Formación y Animación en pa-rroquias, arciprestazgos y diócesis para iluminar con la Palabra los problemas vitales y pastorales, saliendo al encuentro de las personas como Felipe (He 8,26-40). Ojalá que se pudieran crear Equipos en cada parroquia y arciprestazgo que iluminasen los problemas pastorales a la Luz de la Palabra, saliendo al encuen-tro de las personas que encuentran dificultades en la lectura de la Biblia.

O aquella otra historia maravillosa que nos relata el libro de los Hechos, referida a un gran conocedor de las Escrituras y brillante evangelizador, Apolo. En Éfeso, se pone a enseñar con gran fervor y esmero en todo lo referente a Jesús, destacando su gran valentía en la sinagoga. Pero dado que estaba aún en manti-llas, al oírle Priscila y Áquila «le tomaron consigo y le expusie-ron más exactamente el Camino» (He 18,24-28). Es elocuente este servicio de educación de la fe de este matrimonio misionero itinerante. Muchos ha habido a lo largo de la historia que se han dedicado al anuncio de la Palabra y muchos hay, a lo largo y an-cho de todos los continentes, que están animados a continuar dicha misión en los tiempos actuales.

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28 La Biblia compartida 29Despertar las semillas de la Palabra

g) Encuentros periódicos de Animación Bíblica

Es importante encontrarse a nivel local, regional o diocesano, combinando un ritmo semanal, quincenal o mensual, compar-tiendo experiencias, sueños, desafíos, expectativas, esperanzas y alegrías. En esta dinámica es importante tener encuentros perió-dicos, donde los Animadores Bíblicos se encuentren, compar-tan experiencias, dificultades encontradas, desafíos pastorales, caminos nuevos y cosas realizadas... Así como se tienen perió-dicamente las Jornadas de la Asociación Bíblica de Cataluña (ABCat) o de la Asociación Bíblica Española (ABE), así tam-bién tener unas Jornadas a diferentes niveles, una vez al año, con carácter formativo, participativo y celebrativo, organizándose por proximidad de áreas o comunidades, dan vitalidad creciente y ayudan a caminar con pie firme a pesar de los escollos.

h) Ministerio de Animador Bíblico

Ha llegado la hora de soñar un ministerio de Animador Bíblico. ¿Sería mucho pensar en un ministerio de Animador o Animadora Bíblicos en parroquias y diócesis que tuviesen la preocupación constante por animar y ser fermento de la Palabra a partir de las realidades cotidianas y capaces de crear esa Pasión por la Palabra, de hacer descubrir el arte de la Revelación de un Dios que habló y continúa hablando con nosotros en todas las lenguas y mane-ras diferentes de comunicarse que hay en el mundo?

No se trata de conocer uno por uno los versículos o libros que forman la Biblia, sino de conocer el objetivo por el cual todo eso fue contado, cantado, y finalmente escrito para nosotros y

su relevancia para el día de hoy. Hacer descubrir la gracia y el embrujo que nos producen la Presencia de Aquel que tiene su alegría en medio de los seres humanos, de Aquel que ama la Vida (Sab 11,26), y ha puesto su tienda en nuestro campamento ( Jn 1,14) y está con nosotros hasta el fin de los tiempos (Mt 28,20; 1,23; 18,19-20).

i) Mística de la Animación Bíblica

Digamos una palabra sobre la mística que caracteriza la Anima-ción Bíblica. Su característica clave es eminentemente evangé-lica y profética a la vez, aprendiendo y viviendo aquella extraña sabiduría que se encierra en el tesoro del Reino revelado a los Pequeños (Mt 11,25-27; Lc 10,21-22) y en el camino de la Cruz (1Cor 1,10-31), dejándose transformar por la Palabra rumiada y asimilada a través de la Lectio Divina13.

j) Involucrar la Comunidad y dedicar medios y esfuerzos

prioritarios

La Animación Bíblica debe recorrer toda la Pastoral transversal-mente, escuchando los gritos de los que sufren y teniendo co-

13 E. Bianchi, Pregar la Paraula. Una introducció a la «lectio divina», Claret, Barcelona 1988. F. Contreras, Leer la Biblia como Palabra de Dios. Claves teológico-pastorales de la lectio divina en la Iglesia, Verbo Divino, Estella 2007. C. M. Martini, Um camí per a l’Església del nou mil.lenni. Les quatre cartes pastorals de preparació del jubileu de l’anny 2000, Claret, Barcelona 2000. M. Masini, La Lectio Divina. Teología, espiritualidad, método, BAC, Madrid 2001. G. Zevini, La lectio divina en la comunidad cristiana. Espiritualidad-Método-Praxis, Verbo Divino, Estella 2005.

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30 La Biblia compartida 31Despertar las semillas de la Palabra

razón misericordioso para acoger (Lc 6,36; 10,25-37). Es nece-sario dedicar también medios y recursos, una página web, o un blog donde compartir experiencias, o a través de la revista «Des-pertar la semillas: Ecos de la Palabra» donde se van canalizando las aportaciones como afluentes que hacen correr como un río la Vida y la Palabra.

4. Pasión por la Palabra

Sobre todo a partir del Concilio Vaticano II, ha habido un des-pertar creciente por la Palabra. Muchas personas han buscado formación bíblica. El Proyecto Despertar las Semillas quiere fa-vorecer dicha continuidad y pretende llevar a involucrarse en el servicio de la Palabra, porque «dando esperanza a los últimos se confiere sentido a toda la realidad» (Rafael Aguirre).

5. Al servicio de la Palabra de Dios

Me gustaría citar un poeta brasileño: «A un poeta no le interesa aclarar su misterio ni que otros lo aclaren en un plano didáctico. Interesan el misterio mismo y la posesión de las sustancias mági-cas pobladoras del misterio» (Mauro Mota). Lo que dice Mau-ro es pertinente para nuestra reflexión: dejarnos cautivar por el Misterio y hacer sentir a la gente la familiaridad con el Misterio de Dios, pero siempre cautivados por una profundidad que nos desborda, cuya relación da sentido, consistencia y plenitud a nuestra vida. Hacer sentir eso a la gente, más con nuestras actitu-des que con las palabras de nuestros labios.

6. Escuela de Animadores Bíblicos

Destinatarios: toda persona, laico o laica, sacerdote, religioso o religiosa, catequista, animador de la liturgia, agente de pastoral..., que quiera ponerse al servicio de la Palabra de Dios. El Animador Bíblico ayuda a otras personas, grupos y comunidades a conocer-la, profundizarla y vivirla. En una palabra: a sentir la Música de la Palabra de Dios y a ver su Rostro en los avatares cotidianos y extraordinarios de la existencia.

7. Metodología: enfoque y horizonte14

a) Vivencial-Pastoral: Hacer que la profundización de la Pa-labra de Dios llegue al corazón de las personas y las haga ponerse en camino (Lc 24,48-49; He 1,8). Que incida en la vida y sea revulsivo en la marcha de las comunidades, provocando un cambio, un crecimiento permanente.

b) Evangelizadora-Misionera: Que sea Buena Noticia para los pobres y excluidos y que sea como la casa del Testimonio, la casa de la comunión y del servicio, la casa de la misericor-dia (Lc 10,25-37; 15,1-32), la casa del perdón y del amor

14 Associació Bíblica De Catalunya, Llegir la Bíblia en grup. Evangeli segons Lluc, Claret, Barcelona 2000 [Colección de varias carpetas]. Casa De La Biblia, La Biblia en grupo. Doce itinerarios para una lectura creyente, Verbo Divino, Estella 1997. D. Marguerat-Y. Bourquin, Cómo leer los relatos bíblicos. Iniciación al análisis na-rrativo, Sal Terrae, Santander 2000. J. Martínez Pérez, Historias para vivir. Leer la Biblia desde la vida, Claret, Barcelona 2003 (editado en español, catalán e italiano; en preparación en portugués). H.-R. Weber, El libro que me lee. Manual para formadores en el estudio de la Biblia, Sal Terrae, Santander 1996. J. N. M. Wijngaards, Comunicar la palabra de Dios. Predicación y catequesis bíblicas, Verbo Divino, Estella 1988.

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32 La Biblia compartida 33Despertar las semillas de la Palabra

incondicional ( Jn 13-17). Personas y comunidades en pie de misión: presencia testimonial en las fronteras de la vida, más allá de las fronteras, en la apuesta por un mundo frater-no y justo por los senderos del Reino (Lc 14,15-24).

8. Como Jesús

Despertar las Semillas pretende seguir el camino del único Maes-tro, que acompaña por los caminos de la existencia, explica y hace comprender las Escrituras (Lc 24,13-46) y revela el Co-razón del Padre ( Jn 1,18), haciendo discípulos y discípulas de todas las naciones (Mt 28,18-20).

9. Hoja de ruta: etapas

Soñar el proyecto y echar a andar (1999-2002) ▶ . Informa-ción, motivación, espiritualidad de la Palabra, caminos posibles, puertas adónde llamar, propuestas a realizar, pre-sencia en diferentes revistas: Butlletí de l’Associació Bíblica de Catalunya, Aguiluchos, Quaderns de Pastoral, Catalunya Cristiana, Hoja Dominical, folletos divulgativos, etc. hasta el día de hoy.Compartir el Proyecto con el Departamento de Animación ▶Bíblica del CEP (2002-2004). Encuentros mensuales de reflexión e intercambio. Libro: Despertar las Semillas: Leer la Biblia desde la vida, Barcelona, Claret 2003. Ediciones en español, catalán e italiano. Aprobación del Proyecto Despertar las Semillas por el Comité Ejecutivo del CEP

(2004) y convocatoria del Primer Encuentro a nivel de la diócesis de Barcelona (junio de 2004) con 26 personas. De 2004 a 2006, trabajamos la metodología y espiritua-lidad que animan el Proyecto a partir del Evangelio de Marcos con encuentros mensuales de 33 participantes. Revista: Despertar las Semillas: Ecos de la Palabra donde los participantes de la Escuela de Animación Bíblica se van haciendo eco de lo que la Palabra va realizando en su vida. A los Encuentros mensuales se añadió luego dos as-pectos significativos: el retiro de Adviento y Cuaresma, y la convivencia final de grupos bíblicos, donde participan personas de cuatro diócesis catalanas.Creación de Equipos de Animación, Coordinación y Forma- ▶ción cualificada y sistemática de Animadores Bíblicos en diferentes espacios y niveles. Articulación, información, creación de la página web: Palabra en Camino http://www.combonianos.com/ ofreciendo además del Proyecto en ca-talán y castellano, artículos, reflexiones y espacios de for-mación no solo para los Animadores Bíblicos de Cataluña, sino también de otros lugares que lo visitan: Argentina, México, Perú, Guatemala, Italia, Filipinas, etc.

10. Por los caminos de Emaús

Despertar las semillas se remonta a octubre del 1999. Desde en-tonces se han recorrido varias etapas. Hay grupos que se reúnen semanal, quincenal o mensualmente y profundizan toda la Biblia y los desafíos de la vida (Lc 24,13-35; Jn 4). Y lo más bonito de todo es que tras los varios cursos se crea un nuevo curso para

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34 La Biblia compartida 35Despertar las semillas de la Palabra

dar continuidad a lo que se ha llevado entre manos: en nuestro mundo actual constatamos que hay sed y hambre de la Palabra de Dios como soñaba el profeta Amós (8,11-12).

Equipos de Animación Bíblica se reúnen y llevan a cabo dicho Proyecto a dos niveles complementarios: Primero, con encuentros semanales que dan continuidad a lo que ya existía en diferentes lugares. Segundo, con encuentros mensuales, dos retiros al año y una convivencia de grupos y Animadores Bíblicos al final del cur-so en el que participan todas las personas de todos los grupos.

11. Despertar las semillas: ecos de la Palabra

A partir del 2004 se creó una Revista de ocho páginas para co-ordinar y animar bíblicamente la Pastoral, con artículos en cas-tellano y catalán. También se publicó en Quaderns de Pastoral, y en el Butlletí de l’Associació Bíblica de Catalunya. Son numero-sos los grupos que han ido surgiendo en estos años a partir de iniciativas de los Animadores Bíblicos o a partir de intereses de personas, grupos, párrocos o arciprestes. El Espíritu sigue so-plando en nuestra aldea globalizada sin que sepamos muy bien de dónde viene ni adónde va ( Jn 3,8) y son muchos los que en la Escuela de Animación Bíblica sienten que la Palabra de Dios no está lejos, sino muy cerca, «en tu corazón para que la pongas en práctica» (Dt 30,14).

12. Parábola del caracol y la rosa

En el jardín de la ciudad de Granada había crecido un rosal ma-

ravilloso. A su lado vivía un caracol que del rosal guardaba una respetuosa distancia.

«Tiene espinas», se decía, y prefería alejarse.Un día vio un capullo, y a la semana una rosa espléndida em-

bellecía el jardín. El caracol quedó prendado de la rosa. La mira-ba desde lejos, se subía al muro del jardín para contemplarla de cerca. Su belleza le cautivaba cada día más. Un día se decidió a decírselo, pero se preguntaba mil veces cómo.

«Las rosas tienen un lenguaje diferente: ¡No me va a enten-der! Le mandaré un carta, pero y, ¿si se pierde? Le enviaré un mensaje», se arriesgaba a pensar mientras dudaba por no cono-cer su dirección. Se decidió a escribirlo en el muro: «¡Te quie-ro!», firmado Caracol. Así hasta que un día, cuando pasaba por debajo de la Rosa le gritó: «Me gustaría contarte una historia».

«Ven cuando quieras», le respondió la Rosa sin darle más importancia.

El Caracol siguió su camino en silencio. No se atrevía a decir-le que tenía espinas. Un día se armó de valor y se lo dijo:

«¡No puedo llegar a tu casa, a la entrada hay guardas con ba-yonetas!».

«¡Qué bayonetas!, son simples espinas que me defienden de los animales, si no se comerían mis hojas y me quedaría sin fuer-za».

El Caracol se dio media vuelta rumiando durante meses su desencanto y su amor imposible a la Rosa: bayonetas, espinas, bayonetas...

¿No es esta la experiencia de mucha gente cuando se acerca a la Biblia? Se ve atraída por su belleza y encanto, pero al trope-zarse con las primeras dificultades se desaniman y se retiran con-

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36 La Biblia compartida 37Despertar las semillas de la Palabra

cluyendo que jamás la entenderán, porque es demasiado difícil, peligrosa, arriesgada... Y declinan todo esfuerzo: Volvámonos a casa y olvidemos esta pesadilla. ¡La Biblia no es para mí!

Pero la verdadera historia, documentada en los Anales del Reino, es que el señor Caracol, al no poder olvidar la Rosa de su corazón, encontró un amigo que paseaba por el jardín y llevaba como recuerdo su perfume inolvidable. Después de conversar, al Caracol se le iluminó el rostro: ¡No todo está perdido! En el mundo no hay derrotas, sino posibilidades. Se acercó de nuevo al jardín y se puso muy contento al ver una escalera olvidada al lado de la Rosa. El Caracol descubrió el perfume embriagador de la Rosa y dicen las crónicas que se casaron y fueron muy felices y vieron hijos, nietos y biznietos correr por el jardín...

13. Conclusión:laPalabrahaceflorecereldesierto

Muchas personas han hecho la experiencia del Caracol: unas se quedaron en la primera parte, y al hablar de la Biblia la boca se les llena de amargura, dificultades y escollos. Otras muchas –¡incontables!– encontraron amigos y amigas que les contaron la verdadera historia de la Biblia, la que toca el corazón y cambia la mirada y se pusieron en camino, superando obstáculos, soñan-do caminos nuevos y como el Caracol llegaron hasta el final (Lc 24,13-35).

Gracias al Espíritu de Dios, al Vaticano II, a cantidad de bi-blistas, a un sinnúmero de grupos bíblicos y de agentes de pasto-ral y a incontables comunidades cristianas, la Biblia está llegando a las manos y al corazón de personas y comunidades de los cinco

continentes y en especial y lentamente a Europa, que en los si-glos pasados supo surcar océanos de creatividad y misión y que ahora parece sentirse cansada y sin esperanza ante los horizontes que le toca vivir y soñar ( Juan Pablo II, Iglesia en Europa).

Sin embargo, tengo una convicción y una certeza también respecto a Europa: La Palabra de Dios puede renovar nuestra ju-ventud como la de un águila (Sal 103,4; Is 40,31). La Palabra de Dios puede hacer florecer los desiertos de nuestra historia. Lo he visto durante diez años de misionero en Brasil, y temporalmente en otros países de América Latina, y en los últimos once años en Cataluña. Son millares las personas, grupos y comunidades dina-mizadas por la Palabra de Dios que he encontrado en mi vida15. Tienen algo especial: Su encuentro cotidiano o semanal con la Palabra les da una mirada nueva capaz de encantar el mundo. Su alegría se vuelve contagiosa y sueñan, celebran y cantan espe-ranzadas al ritmo del Reino de Dios, a pesar de las dificultades y conflictos que les toca enfrentar cada día.

Cuando la gente participa en un grupo bíblico le cuesta creer lo que ve: que la Palabra de Dios es un manantial de alegría y que hace reverdecer los páramos, pero he visto a más de cuatro personas que a los tres meses de participar en un grupo bíbli-co protestaban, se preguntaban y se quejaban, es una manera de hablar, de por qué no se les había enseñado a conocer la Biblia antes. Su vida quedó dividida en dos, como la de Leonora al leer la Lamentación 3: su vida antes y después. La Palabra de Dios va haciendo cosas de esas por los cuatro rincones de Cataluña donde el Proyecto Despertar las Semillas - Escuela de Animación

15 Personas de todo tipo, condición y profesión, desde Santiago de Chile, Lima, Bogotá, Quito, Santo Domingo, Buenos Aires, Brasil, Madrid, Bilbao, Salamanca, Bamberg, Varese, Turín, Módena, Florencia, Roma, Sevilla, Tarragona, Barcelona...

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38 La Biblia compartida

2De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

Francesc Ramis Darder

La Palabra de nuestro Dios permanece para siempre (Is 40,8).

La descripción y el análisis de la situación en la que se encuen-tran actualmente los estudios bíblicos es una tarea difícil; hay que mencionar, sin embargo, que la investigación ha alcanzado una amplitud y una profusión como no se habían visto dentro de la Iglesia, en siglos. El objetivo de nuestro estudio consiste en ofrecer una panorámica de la situación de las investigaciones bíblicas en el marco temporal marcado por dos hitos señeros: la publicación del documento de la Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993), y la publicación de la Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Domini (2010) por parte de Benedicto XVI. Como es obvio, el alcance de nues-tro estudio es limitado y sin duda parcial, pero quiere presentar el horizonte actual de los estudios bíblicos, prestando atención, en la medida de lo posible, a la situación de la investigación y difusión de la Palabra de Dios.

Bíblica de la Pastoral y cientos de grupos se reúnen al calor de la Palabra cada semana.

El Sínodo de la Palabra del 2008 vino como agua de mayo so-bre una asignatura pendiente en el postconcilio y la Exhortación postsinodal del papa Benedicto XVI, Verbum Domini, es una pro-mesa de felicidad en la primavera de la Palabra: Viva, tajante y efi-caz (Heb 4,12); es como lluvia que empapa la tierra y acompaña todo el proceso hasta que regresa anunciando las espigas grana-das (Is 55,10-11); hace sentir nuestro ser como un huerto regado ( Jer 31,12; Is 58,11) y sentir nuestra vida con sabor a evangelio o se convierte en una delicia que podemos degustar noche y día (Salmo 1,2; Sal 119,16.24.47.70.77.92.143.162.174).

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40 La Biblia compartida 41De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

1. El punto de partida

El documento de la Pontificia Comisión Bíblica: La interpreta-ción de la Biblia en la Iglesia (1993).

Tal como recalca la constitución dogmática Dei Verbum, el estudio de la Sagrada Escritura es el alma de todo el quehacer de la teología (DV 24). Recogiendo el anhelo de la Iglesia, la Ponti-ficia Comisión Bíblica publicó un documento muy significativo orientado hacia la comprensión de la naturaleza y hondura de los estudios bíblicos: La Interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993)1.

El mencionado documento empieza aludiendo a los grandes hitos con que el Magisterio ha contemplado los estudios bíblicos a lo largo de los últimos tiempos: Providentissimus Deus (León XIII, 1893), Divino Afflante Spiritu (Pío XII, 1943), Santa Mater Eclessia (1964), pero sobre todo hace referencia a la Constitu-ción Dogmática Dei Verbum, emanada de los trabajos del Conci-lio Vaticano II (18 de noviembre de 1965). El objetivo del docu-mento consiste en ponderar seriamente los diferentes aspectos de la situación actual en referencia a la interpretación bíblica; desea prestar atención a las críticas y aspiraciones que laten en el corazón de los investigadores; pretende valorar las posibilidades ofrecidas por los nuevos métodos de investigación. En definiti-va, se propone precisar las orientaciones que mejor respondan a la misión de la exégesis en el ámbito de la Iglesia Católica.

El documento alcanza el objetivo mencionado desarrollan-do cuatro aspectos básicos. Empieza describiendo los diferentes métodos y acercamientos que los investigadores actuales adop-

1 Pontificia Comisión Bíblica, La Interpretación de la Biblia en la Iglesia, PPC, Madrid 1994.

tan para adentrarse por los caminos de la Escritura, al mismo tiempo que hace una valoración de las ventajas y limitaciones que presentan2. Seguidamente profundiza en algunas cuestiones hermenéuticas propias de la interpretación de los textos bíbli-cos3. Después se detiene en la reflexión sobre las dimensiones características de la interpretación católica de la Biblia, y sobre su relación con otras disciplinas teológicas4. Finalmente consi-dera, de la manera más cuidadosa, los aspectos más significativos por los que se debe distinguir la interpretación de la Biblia en la vida de la Iglesia5.

El horizonte de comprensión que alcanza el documento es amplio y profundo; por nuestra parte solo querríamos destacar dos aspectos complementarios que hacen referencia a la situa-ción actual y al desarrollo en que se hallan los estudios bíblicos.

2 Método histórico-crítico. Métodos propios del análisis literario (análisis re-tórico, narrativo, semiótica). Aproximaciones basadas en los datos de la Tradición (aproximación canónica, referencia a las tradiciones judías de interpretación, historia de los efectos del texto). Aproximación desde las ciencias humanas (aproximación so-ciológica, antropología cultural, perspectiva psicológica y psicoanalítica). Aproxima-ciones contextuales (perspectiva propia de la teología de la liberación, óptica propia del feminismo). Lecturas fundamentalistas.

3 Hermenéuticas filosóficas. Sentidos de la Escritura Inspirada (sentido literal, espiritual, pleno).

4 La interpretación en el seno de la Tradición Bíblica (Relecturas, relaciones entre el AT y el NT). La interpretación en el seno de la Tradición de la Iglesia (Formación del Canon, exégesis patrística, papel de los diferentes momentos de la Iglesia por lo que respecta a la interpretación de la Escritura). La tarea del exegeta (Orientacio-nes principales, investigación, enseñanza, publicaciones). Relaciones con las demás disciplinas teológicas (Teología y precomprensión de los textos bíblicos, exégesis y teología dogmática, exégesis y teología moral, puntos de vista diversos e interacción necesaria).

5 La necesaria actualización (principios, métodos, límites). Inculturación. Diver-sos ámbitos de lectura de la Biblia (liturgia, lectio divina, el ministerio pastoral, movi-miento ecuménico).

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42 La Biblia compartida 43De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

En primer lugar, deja patente que el uso del método histórico-crítico es indispensable para el estudio científico del sentido de los textos antiguos, estudio que se concreta, como señala el do-cumento, en las investigaciones bíblicas. El documento enfatiza que la Sagrada Escritura, «la Palabra de Dios escrita en lenguaje humano», ha sido redactada por autores humanos en todas sus partes y en todas sus fuentes, por eso concluye expresando de forma apodíctica que la justa comprensión de la Escritura no solo admite como legítimo el uso del método histórico-crítico, sino que la utilización del mencionado método pasa a ser indis-pensable para el estudio científico de la Escritura.

En segundo término, el texto de la Pontificia Comisión Bíbli-ca desautoriza de forma contundente la lectura fundamentalista de la Biblia6. La lectura fundamentalista se basa en el principio de que la Biblia debe ser leída e interpretada literalmente en to-dos sus detalles. Bajo la mención de «interpretación literal», la aproximación fundamentalista alude a la interpretación pri-maria y literalista. Excluye cualquier esfuerzo dirigido a la com-prensión de la Biblia que tenga en cuenta el trasfondo histórico de donde brotaron los textos, igualmente desconoce y rehúsa el desarrollo que experimentó el talante literario y teológico del contenido de la Escritura. En definitiva, según señala el docu-mento, la perspectiva fundamentalista se opone al uso del mé-todo histórico-crítico y a la opción por cualquier otro método científico orientado hacia la comprensión de la Escritura.

Los dos aspectos que acabamos de mencionar sitúan cuida-dosamente la gloria que alcanza la Iglesia cuando profundiza con rigor en el estudio de la Sagrada Escritura, pero también ad-

6 Sobre el fundamentalismo bíblico: F. Fernández Ramos, Fundamentalismo bíblico, Desclée de Brouwer, Bilbao 2008.

vierten contra el peligro y la confusión a que se expone la comu-nidad cristiana cuando se precipita por el abismo fundamenta-lista7. A continuación nos adentraremos por los anchos caminos de la Escritura para constatar cómo la investigación científica ha profundizado en el mejor conocimiento de la Biblia.

2. Los estudios bíblicos: Aproximación al estado de la cuestión

Como decíamos en la introducción, la profusión actual hacia la que tienden los estudios bíblicos hace difícil que podamos pre-sentar una panorámica general amplia y precisa; aun así quere-mos indicar, en el marco de las limitaciones infranqueables, los vectores hacia los que se orientan los estudios escriturísticos.

2.1. La historia de Israel

El conocimiento cuidadoso de la historia de Israel constituye el tejido sobre el que se puede construir la interpretación de los libros bíblicos. Solo una buena síntesis de la historia israelita y del Próximo Oriente Antiguo hará posible la comprensión más precisa de los textos con la aplicación cuidadosa del método histórico-crítico.

Los estudiosos de la historia y la arqueología de Israel des-de la perspectiva clásica fueron numerosos. Querríamos desta-car tres. E. Wright escribió un manual de arqueología bíblica de

7 Síntesis sencilla referida a la situación de los estudios bíblicos: J.-L. Arín, Som aquí... o així m’ho sembla, Butlletí de l’Associació Bíblica de Catalunya 72 (2001) 59-65.

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44 La Biblia compartida 45De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

mucho valor (1955), J. Bright elaboró una famosa historia de Israel (1959), mientras R. de Vaux presentaba el contenido de una magna historia de Israel. La historia de Bright analizaba los acontecimientos sucedidos desde la edad de Piedra, como men-ciona el mismo autor, hasta el alba del primitivo judaísmo orien-tado hacia el advenimiento del cristianismo. La arqueología de Wright alcanzaba el marco que abraza la prehistoria de Israel (la época de los Gigantes, como dice el autor) hasta el nacimiento de la Iglesia y sus primeros pasos. El trabajo de R. de Vaux8 ofre-cía al lector una voluminosa historia de Israel revestida de nume-rosos datos arqueológicos y geográficos. Las tres obras, amplias y sólidas, permitían insertar el contenido de los libros bíblicos en el marco histórico que los exegetas de entonces pensaban que eran los más convenientes9.

La solidez de la construcción histórica y arqueológica que acabamos de mencionar empezó a resquebrajarse cuando apa-recieron los trabajos de varios investigadores; la brevedad de nuestro trabajo nos constriñe a fijarnos tan solo en uno de los más significativos: J. van Seters10. ¿Cómo percibieron los nuevos investigadores la debilidad de las grandes cosmovisiones históri-cas levantadas por los estudiosos que los precedieron?

Pongamos un ejemplo. Los autores clásicos sostenían que el 8 R. de Vaux, Histoire Ancienne d’Israel; Des origenes a l’instalation en Canan, París 1970;

el segundo volumen, La période des Juges, París 1973 fue elaborado, a partir de materiales ya redactados, por los discípulos de R. de Vaux a causa de la muerte del maestro.

9 La confusión que actualmente impera en el marco de la historia de Israel ha propiciado que ambas obras fuesen reeditadas con algunas actualizaciones y comen-tarios. J. Bright, La Historia de Israel: Edición revisada y aumentada con introducción y apéndice de William P. Brown, Desclée de Brouwer, Bilbao 2003. E. Wright, Arqueolo-gía bíblica, Cristiandad, Madrid 2002.

10 J. van Seters, In Search of History: Historiography in the Ancient World and the Origins of Biblical History, New Haven 1983.

trasfondo más importante de las historias patriarcales (Gén 12-50) fue redactado en la época de David y Salomón (ca. siglo IX a.C.). Ahora bien, los nuevos investigadores pensaron que el contenido de Gén 12,1-4, que narra la peregrinación de Abrahán desde Me-sopotamia hasta Canaán, podría ser tal vez una metáfora del cami-no que emprendieron los deportados cuando volvieron del exilio babilónico. Otro ejemplo: el esplendor de la inmensa riqueza del templo de Jerusalén tal como la describe Éx 25-28, ¿podría acaso haber sido redactada durante el inmediato postexilio (a partir del 539 o 522 a.C.), tal como afirmaban los autores clásicos, cuando el país estaba sumido en la pobreza? ¿No correspondería más bien a la obra de algún autor muy posterior al retorno del exilio, conoce-dor ya de la majestuosidad del Santuario de Sión?

Lentamente, empieza a discernirse tras el trasfondo histórico que presentan los relatos de la Escritura una comprensión me-tafórica de los acontecimientos. A modo de ejemplo, podemos destacar la obra de Michaud, que distinguía en el trasfondo de las historias patriarcales una metáfora de los acontecimientos políti-cos que tuvieron lugar durante el reinado de Salomón. A modo de ilustración, podemos evocar cómo Michaud distinguía en el fondo de la teología del relato de Esaú y Jacob (Gén 27,1–28,9) los acon-tecimientos sucedidos durante las luchas que estallaron entre los diversos partidos por alcanzar el trono de David. Salomón, el her-mano menor, consiguió el trono en demérito de Adonías, el mayor; de la misma manera que Jacob, el hermano menor, había recibido la primogenitura de manos de su padre, Isaac, en detrimento de los derechos que correspondían a Esaú, el hermano mayor11.

11 R. Michaud, Los patriarcas, Verbo Divino, Estella 1991; La historia de José, Verbo Divino, Estella 1981, el segundo volumen sitúa la historia de José (Gén 37-50) sobre el tejido de dos cuentos egipcios.

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46 La Biblia compartida 47De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

La percepción metafórica de la historia era muy interesante, pero no resolvía la gran pregunta: ¿cuál ha sido el camino que ha recorrido el pueblo de Israel a lo largo de su historia? Incluso la cuestión alcanzó horizontes inquietantes: realmente, decían los comentaristas, ¿podemos conocer la verdadera historia de Israel, si los textos bíblicos se reducen a metáforas redactadas en épo-cas muy posteriores?

El intento de responder la cuestión mencionada engendró dos posiciones entre los historiadores. Los llamados «maxi-malistas» entendían que, en líneas generales, se podía conocer bastante bien la historia de Israel, mientras los «minimalistas» sostenían que tan solo se podían tener por válidos los datos del AT que fuesen confirmados por los documentos extrabíblicos. A modo de ejemplo hay que mencionar que los «minimalis-tas» llegaron a negar la misma existencia de David y Salomón, ya que, según aseguraban, no había ninguna información ex-trabíblica que permitiese confirmar la existencia de ambos mo-narcas.

Las disputas entre los «maximalistas» y los «minimalistas» sirvieron para acrecentar el interés por los estudios históricos desde cuatro vertientes complementarias: el mejor conocimien-to de los documentos antiguos (Egipto, Mesopotamia, Ugarit, Ebla, Mari, entre otros)12, el trasfondo cananeo que late tras el

12 F. Lara, Código de Hamurabi, Editora Nacional, Madrid 1986. W. von Soden, Introducción al orientalismo antiguo, Barcelona 1987. P. Mander-J. M. Durand, Mi-tología y religión del Oriente Antiguo II/1: semitas occidentales: Ebla, Mari, Barcelona 1995. D. Arnaud-F. Bron-G. del Olmo-J. Teixedor, Mitología y religión del Orien-te antiguo II/2: semitas occidentales: Emar, Ugarit, hebreos, fenicios, arameos, árabes, Barcelona 1995. J. Bottéro, La epopeya de Gilgamesh, Madrid 1998. F. Lara, Poe-ma de Gilgamesh, Madrid 2005. Una buena traducción de textos extrabíblicos: V. H. Matthews-D. C. Benjamin, Paralelos del Antiguo Testamento, Bilbao 2004.

desarrollo histórico de Israel13, la arqueología14, y la historia de Israel propiamente dicha15. Solo el mejor conocimiento pro-fundo de la historia del Oriente Antiguo permitiría encajar con mayor certeza los acontecimientos de la historia de Israel en el entramado del devenir histórico.

Lentamente los estudios históricos se fueron decantando ha-cia la época del exilio con una pregunta clave: ¿sería en la épo-ca del exilio cuando el pueblo hebreo, sumido en la desgracia, escribió su historia para recuperar la confianza en su identidad religiosa y nacional? Desde esta perspectiva, C. y F. Jullien, en-tre otros, analizaron los avatares del pueblo hebreo desterrado a Babilonia16. Barstard deshizo el mito del país vacío (mito que sostenía que durante el exilio el territorio de Judá había quedado despoblado o como mucho habitado por campesinos pobres e iletrados), al mismo tiempo que insistió en la importancia del exilio como fuente privilegiada de la experiencia religiosa de Israel17. Albertz abordó la teología que nació del exilio18. Los estudios emprendidos por Blenkimsopp y Lipschits iluminaron

13 P. Xella, Gli Antenati di Dio, Verona 1982. G. del Olmo, Interpretación de la mitología cananea, Valencia 1984. G. del Olmo, La religión cananea según la liturgia de Ugarit, Barcelona 1992. J. M. Blázquez, Dioses, mitos y rituales de los semitas occiden-tales en la antigüedad, Madrid 2001.

14 A. Ben-Tor (ed.), La arqueología del antiguo Israel, Madrid 2004.15 J. A. Soggin, Storia d’Israele, Brescia 1984. G. Garbini, Storia e ideologia

nell’Israele antico, Brescia 1986. J. González Echegaray, El Creciente Fértil y la Bi-blia, Estella 1991. I. Finkelstain-N. A. Silberman, La Biblia desenterrada, Madrid 2003. M. Liverani, Más allá de la Biblia: Historia antigua de Israel, Barcelona 2005.

16 C. et F. Jullien, La Bible en Exil, París 1995.17 H. M. Barstad, The myth of the empty land, Oslo 1996. Id, The babylonian cap-

tivity of the book of Isaiah, Oslo 1997.18 R. Albertz, Israel in Exile: The history and literature of the sixth century B.C.E,

Atlanta 2003.

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48 La Biblia compartida 49De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

la situación general de la comunidad hebrea durante el período neobabilónico19.

Los trabajos que acabamos de mencionar entendieron que el pueblo de Israel escribió su historia desde la perspectiva del exilio babilónico. Ahora bien, los investigadores no se limitaron al estudio teológico de la historia, también fueron constatando la evidencia de algunos acontecimientos históricos relevantes. Aunque continuase la incertidumbre sobre algunos sucesos esenciales, como puede ser, entre otros ejemplos, la relevancia histórica del Éxodo de la comunidad hebrea hacia el País del Nilo20, demostraron la veracidad de algunas cuestiones que los «minimalistas» habían puesto en cuestión. Como decíamos an-tes, los minimalistas descartaban la existencia de David y Salo-món porque no encontraban evidencias extrabíblicas que diesen fe de la existencia de la Casa de David. La posición minimalista quedó descartada cuando en 1994 en Tel Dan se descubrieron dos lápidas, incrustadas en la muralla, que hablaban de la Casa de David21.

Poco a poco, los historiadores y los teólogos de la historia fueron comprendiendo que la estancia de los deportados en Ba-bilonia posibilitó que el pueblo hebreo comenzase a sintetizar el contenido de su historia sobre el tejido de dos percepciones diversas.

19 O. Lipschits-J. Blenkinsopp, Judah and the Judeans in the Neo-Babylonian Pe-riod, Winona Lake, Indiana 2003.

20 Examen de algunas cuestiones capitales de la historia antigua de Israel y del Próximo Oriente Antiguo en relación con Israel: J. C. de Moor, The Rise of Yahwism: the roots of israelit monotheism, Leuven 1997. S. Gitin-A. Mazar-E. Stern, Medite-rranean peoples in transition ( Jerusalén 1998). E. D. Oren (ed.), The sea peoples and their world: A reassessment, Pennsylvania, Filadelfia 2000.

21 J. C. H. Laughlin, La arqueología y la Biblia, Barcelona 2001, 144-160.

Por una parte, los deportados que rodearon el estamento sa-cerdotal pusieron el acento sobre la comprensión babilónica de la historia. Como sabemos, los babilonios tenían una concepción teológica de la historia muy peculiar: todo había empezado des-de «el cielo», había un dios que había creado el mundo, y a partir de este hecho capital habían ido sucediéndose los acontecimien-tos que marcaron la vida de los hombres sobre la tierra. Por otra parte, los exiliados reunidos en torno a la corte de Jeconías y más tarde de Zorobabel, adoptaron la cosmovisión histórica propia de los asirios. Como también podemos recordar, la cosmovisión teológica de los asirios alcanzaba un cariz más terrenal respecto de la perspectiva de los babilonios: la historia empezaba y se de-sarrollaba en «la tierra», todo había empezado con el primer rey de una dinastía y a partir de este monarca, pensaban los asirios, se habían ido desarrollando todos los acontecimientos.

Los investigadores empezaron a averiguar que la síntesis de ambas cosmovisiones de la historia de Israel, nacidas a raíz del exilio, tan solo habría podido ponerse por escrito en la época persa. De aquí la importancia que han alcanzado en los últimos tiempos los estudios referidos a la historia de Israel durante el período persa22. A nuestro parecer, nos inclinamos por la opi-nión que sostiene que la historia de Israel presente en la Biblia fue elaborada, en el estado final en que ha llegado entre las pá-ginas de la Escritura, a lo largo de las postrimerías de la época persa por una comunidad específica entre el pueblo judío, la co-

22 Entre los más significativos, cabe mencionar: E.-M. Laperrousaz, La Palestine à l’époque perse, París 1994. B. Becking-M. C. A. Korpel (eds.), Transformation of re-ligious tradition in exilic. Post-exilic times, Leiden 1999. P. Sacchi, Historia del judaísmo en la época del segundo templo, Madrid 2004. O. Lipschits-M. Oeming (eds.), Judah and the Judeans in the persian period, Indiana, Winona Lake 2006.

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50 La Biblia compartida 51De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

munidad conocida como el «Resto de Israel». Más adelante el contenido de la historia surgida de la pluma de la comunidad sufrió la reelaboración nacida de la perspectiva histórica propia de los teólogos apocalípticos, hasta que quedó definitivamente redactada23.

2.2. El Pentateuco y los libros Históricos

a) El Pentateuco

Durante muchos años los estudios sobre el Pentateuco estuvie-ron dominados por la famosa «Hipótesis Documentaria» naci-da de la intuición de J. Wellhausen (1898). Hay que mencionar que en la época había también otros autores que habían ofrecido varias propuestas sobre el origen del Pentateuco: Wetter, Astruc, Geddes, Vater, Kelle, Ewald, De Wette. La propuesta de Well-hausen se impuso, entre otras cosas, por su claridad expositiva y por la decisión de prescindir de los problemas que aquí y allá surgían cuando se aplicaba de forma cuidadosa el contenido de la hipótesis al texto bíblico24.

23 Entre muchas otras, referimos las obras de dos autores que han recogido, en mayor o menor medida, la perspectiva teológica de la historia de Israel. C. Wester-mann, Dios en el Antiguo Testamento: Esbozo de una teología bíblica, EGA, Bilbao 1993. R. Albertz, Historia de la religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento, Trotta, Madrid 1999. J-L. Ska, Los enigmas del pasado: Historia de Israel y relato bíblico, Verbo Divino, Estella 2003.

24 Sobre el estado de la cuestión en torno de los estudios del Pentateuco: Asso-ciation Catholique Française pour l’Étude de la Bible, Le Pentateuc: Débats et Recherches, París 1992. R. Rendtorff, Introducción al Antiguo Testamento, Lima 1994). R. N. Whybray, El Pentateuco: Estudio metodológico, Desclée de Brouwer, Bilbao 1995. A. A. García Santos, El Pentateuco: historia y sentido, Editorial San

Wellhausen sostenía que el Hexateuco (Gén-Jos) se había construido entretejiendo cuatro fuentes o documentos de dis-tintas épocas: J (Yahvista) y E (Elohista), las más antiguas, que servirían de base para la redacción del documento JE (Yeho-vista), una composición literaria redaccional del siglo VIII a.C. Otro documento, D (Deuteronomio), correspondería a la épo-ca de Josías (siglo VII a.C.). El autor habla de la llamada fuente P (Sacerdotal), que se escribió en la época postexílica; hay que recordar que Wellhausen también se refería a la fuente P llamán-dola Q en referencia a las cuatro alianzas que aparecen en el Pen-tateuco (Adán, Noé, Abrahán y Moisés). Según sostenía el inves-tigador, el documento JE se entrelazaría con D y P en la época postexílica. Concluía afirmando que la redacción del Pentateuco había tenido lugar en el contexto de la reforma de Esdras (finales del siglo V a.C.).

Ni que decir tiene que la hipótesis de Wellhausen rápidamen-te entró en conflicto con las opiniones de numerosos comenta-ristas. La razón era clara: no había manera de saber con seguri-dad cuáles eran los textos que había que atribuir a las diferentes fuentes: J, E, JE, D, P. Cuando la teoría de Wellhausen se aplicaba a textos concretos, tan solo de una forma muy genérica se podía intuir a qué fuente pertenecían, y aun así con pocas garantías de

Esteban, Salamanca 1998. J. Blenkinsopp, El Pentateuco: Introducción a los cinco pri-meros libros de la Biblia, Verbo Divino, Estella 1999. H. D. Preuss, Teología del Antiguo Testamento, Desclée de Brouwer, Bilbao 1999. J. L. Ska, Introducción a la lectura del Pentateuco: Claves para la interpretación de los cinco primeros libros de la Biblia, Verbo Divino, Estella 2001. Hay que citar también el complemento bibliográfico de los años 1977-2000 aportado por J. L. Sicre en: O. Eissfeldt, Introducción al Antiguo Testa-mento, Cristiandad, Madrid 2000. T. B. Dozeman-K. Schmid (eds.), A Farewell o the Yhawist? The Composition of the Pentateuc in Recent European Interpretation, Atlanta 2006.

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52 La Biblia compartida 53De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

seguridad. La confrontación en torno a la hipótesis documen-taria fue tan encarnizada que incluso llegó a poner en cuestión la utilidad del método histórico-crítico por lo que respecta a la investigación bíblica.

Los estudiosos actuales del Pentateuco no acaban de ponerse de acuerdo ni en la forma en que se redactó el Pentateuco ni en la hondura de las diversas teologías que contiene25. A pesar de todo podríamos fijarnos en la hipótesis de Blum, clara en la pre-sentación y que suscitó, en sus inicios, un cierto consenso entre comentaristas26.

Según sostiene Blum, el Pentateuco es el resultado de una larga elaboración literaria y teológica confeccionada a partir de tradiciones más antiguas. El comentarista empezó con el análisis cuidadoso de Gén 12-50. Concluyó que los capítulos menciona-dos constituyen una gran unidad conformada mediante un largo proceso de redacción que empezó con relatos independientes, después originó círculos narrativos para desembocar finalmente en dos grandes composiciones tardías: una de tipo deuteronó-

25 Ofrecemos un elenco bibliográfico para que el lector pueda hacerse cargo de la complejidad y de los diversos caminos que atraviesan las investigaciones sobre el Pentateuco. J. C. Gertz, Tradition und Redaktion in der Exoduserzählung. Untersuchun-gen zur Endredaktion des Pentateuch, Gotinga 2000. R. Achenbach, Die Vollendung der Tora. Studien zur Redaktionsgeschichte des Numeribuches im Kontex von Hexateuch und Pentateuch, Wiesbaden 2003. B. S. Childs, El Libro del Éxodo, Verbo Divino, Es-tella 2003. G. N. Knoppers-B. M. Levinson (eds.), The Pentateuch as Torah. New models for understanding its promulgation and acceptance, Winona Lake 2007. T. Rö-mer-K. Schmid (eds.), Les dernières rédactions du Pentateuque, de l’Hexateuque et de l’Enneateuque, Lovaina 2007. T. Römer (ed.), The Books of Leviticus and Numbers, Lovaina 2008.

26 E. Blum, Die Komposition der Vätergeschichte, Neukirchen-Vluyn 1984. E. Blum, Studien zur Komposition des Pentateuch, Berlín 1990. Conviene precisar que en épocas posteriores el mismo Blue puso en cuestión la solidez de su propio planteamiento.

mico (KD), fechada en torno al 530 a.C., y el otro de tipo sacer-dotal (KP), postexílica. Más adelante, el comentarista extendió la investigación a los textos narrativos de Éxodo-Números. En opinión del autor, el arco narrativo Éxodo-Números está cons-tituido por dos composiciones tardías, que recogieron y elabo-raron tradiciones más antiguas: una «composición deuteronó-mica» (KD), posterior al Deuteronomio, y una «composición sacerdotal» (KP).

La datación de KD correspondería a la época de la primera generación del retorno de Babilonia. La temática de KP gira en torno a las cuestiones comunitarias, presupone también la pre-sencia de tradiciones antiguas y data de la época persa. El Penta-teuco es el resultado de un compromiso entre las dos tendencias reflejadas en KD y KP27.

Evidentemente, la hipótesis de Blum no ha sido aceptada por todos, incluso el mismo autor ha manifestado posteriormen-te algunas reservas a su propia hipótesis. Como hemos podido captar, hay que recorrer aún mucho camino para establecer una hipótesis de consenso respecto de la teología y la composición del Pentateuco; hay que esperar la llegada de un nuevo paradig-ma que abra nuevas puertas a los estudios bíblicos sobre el Pen-tateuco28.

27 La hipótesis de Blum está magníficamente explicada y sintetizada en: F. Gar-cía López, El Pentateuco, Verbo Divino, Estella 2003, 50-52. No podemos dejar de mencionar los trabajos de J. R. Marín sobre el Pentateuco.

28 La idea de «nuevo paradigma» remite a: T. S. Kuhn, La estructura de las revolu-ciones científicas, Fondo de Cultura Económica, Madrid 1981.

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54 La Biblia compartida 55De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

b) Los libros históricos

La investigación sobre los libros históricos ha experimentado un enorme desarrollo. Quedan muy lejanos los tiempos en que el contenido de los libros históricos se debía entender literalmen-te; tan solo los planteamientos fundamentalistas continúan afe-rrados hoy en día a la interpretación literal historicista.

Los estudiosos que emprenden el método histórico-crítico u otros métodos para aproximarse al contenido de la Escritura disciernen cuatro tipo de tradiciones históricas: Historia Deu-teronomista ( Jos; Jue; 1-2Sam; 1-2Re), Historia Cronista (1-2Crón; aunque no todos los comentaristas están de acuerdo, hay que añadir: Esd y Ne), Epopeya Macabea (1-2Mac, cuya cano-nicidad no es aceptada por todos los cristianos), Historias Ejem-plares (Tob, Jdt, Est, Rut; hay que decir que no todas las Iglesias cristianas aceptan el cariz revelado de: Tob, Jdt, y los fragmentos griegos de Ester), Cinco Visiones Histórico-apocalípticas de Daniel (Dan 2.7.8.9.10-12).

Las tradiciones históricas han sido objeto de numerosos es-tudios y comentarios cuidadosos29. A raíz de lo que acabamos de exponer, conviene apreciar algunos matices respecto de la per-cepción de las diversas tradiciones.

El mundo protestante no admite la canonicidad ni de la epo-peya macabea ni de los libros de Tobías y Judit ni tampoco de los fragmentos griegos de Ester. Las ediciones ecuménicas de la Bi-

29 Citamos tan solo los que puedan estar más al alcance del lector. A. Gonzá-lez Lamadrid, Las tradiciones históricas de Israel, Verbo Divino, Estella 1993. J. M. Sánchez Caro (ed.), Historia, narrativa, apocalíptica, Verbo Divino, Estella 2000. J. Vílchez, Rut y Ester, Verbo Divino, Estella 1998. J. Vílchez, Tobías y Judit, Verbo Divino, Estella 2000. J. L. Sicre, Josué, Verbo Divino, Estella 2002.

blia han resuelto la dificultad publicando generalmente los libros deuterocanónicos al final del AT. Conviene precisar que tanto la epopeya macabea como los libros de Tobías, Judit y los fragmen-tos griegos de Ester aparecen en la Septuaginta (LXX), evidente-mente en griego. La cuestión sugiere que nos adentremos por un instante en el horizonte actual de los estudios sobre los LXX. El auténtico valor teológico y literario de la Septuaginta quedó un poco eclipsado en tiempos pasados por los estudios que tan solo se centraban en el valor de su naturaleza inspirada. Los estudios de P. Benoit (La Septante, est-elle inspirée?) decantaron las inves-tigaciones hacia el aspecto literario y teológico, hasta que la obra de D. Barthélemy (L’Ancien Testament a mûri à Alexandrie?) mos-tró la madurez literaria y teológica que consiguió el texto dentro del marco de la diáspora alejandrina. Las investigaciones de P. Benoit, P. Grelot, D. Barthélemy y R. Le Déaut han subrayado el verdadero proceso doctrinal emprendido por la Septuaginta, recogido después en el NT, cuyas referencias al AT proceden, en gran medida, del texto griego nacido en Alejandría.

La investigación actual profundiza sobre el origen y la con-formación de la Septuaginta y analiza con mucho cuidado el con-tenido de la Carta de Aristeas30. Los estudios sobre la versión de los LXX se basaban, en buena medida, en la edición crítica de Rahlfs31; hay que notar el progreso que va alcanzando la edición de Göttingen con la intención de establecer, en opinión de los co-mentaristas, el texto griego de forma más precisa32. Actualmente

30 Presentación, traducción y comentario: N. Fernández Marcos, Carta de Aristeas, en A. Díez Macho, Apócrifos del Antiguo Testamento, Cristiandad, Madrid 1982, 11-66.

31 A. Rahlfs, Septuaginta, Stuttgart 1935, I-II.32 Septuaginta: Vetus Testamentum graece auctoritate Societatis Göttingensis editum

(Gotinga desde 1931) I-XVI. Hasta el momento han aparecido catorce volúmenes:

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56 La Biblia compartida 57De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

es la edición más importante del texto griego del AT. Presenta el texto griego, acompañado de los textos de las diferentes familias o grupos textuales, y de forma ecléctica aspira a reconstruir el texto más próximo al que fuera el original primigenio. No pode-mos dejar de mencionar el curso de la traducción francesa de la Septuaginta conocida como Bible d’Alexandrie, ni dejar tampoco de citar el progreso de la traducción española33. Últimamente se está investigando más a fondo la aportación de la Vetus latina34 y de la Peshitta35, que contienen lecciones a menudo anteriores a las que figuran en los LXX.

En relación con la historia deuteronomista ( Jos; Jue; 1-2Sam; 1-2Re; relectura deuteronomista de Jer), hay que decir que tan-to el decurso de su redacción como su contenido teológico son objeto de un vivo debate. La postura clásica elaborada por M. Noth sostenía que antes del exilio no existían de manera inde-pendiente ninguno de los libros de la historia deuteronomista, ni tampoco documentos al estilo de los que integraban, según la opinión de Wellhausen, el Pentateuco ( J; E; JE, D, P), que ha-

Genesis, Exodum, Leviticus, Numeri, Deuteronomium, Esdras liber I, Esdras liber II, Esther, Judit, Tobit, Maccabeorum liber I, Maccabeorum liber II, Maccabeorum liber III, Psalmi cum odiis, Iob, Sapientia Salomonis, Duodecim prophetae, Isaias, Jeremias, Baruch, Treni, Epistula Jeremiae, Ezechiel, Susana, Daniel, Bel et Draco.

33 Las antologías bibliográficas sobre la Septuaginta son diversas, presentamos una especialmente significativa: N. Fernández Marcos, Introducción a las versiones grie-gas de la Biblia, CSIC, Madrid 1979.

34 Vetus latina: Die Reste der altlateinischen Bibel nach Petrus Sabatier neu gesammelt und herausgegeben von der erzabtei Beuron, Friburgo i.B. desde 1949. Hasta el momen-to han sido publicados 27 volúmenes: Gén Sap, part del Si, Is, Rom, 1Cor, Ef, Fil, Col, 1-2Tes, 1-2Tim, Tit, Film, 1-2Pe, 1-3Jn, Ap. Elenco bibliográfico: P.-M. Bogaert, Bulletin de la Bible latine. VII. Première série. Deuxième série. Troisième série, Rben 105 (1995) 200-238; 196 (1996) 386-412; 108 (1998) 359-386.

35 The Peshitta Institute (ed.), The Old Testament in syriac according to the peshitta version, Leiden desde1972.

blasen de los acontecimientos que empezaron en la época de los Jueces y acabasen con la narración de los últimos momentos de la monarquía judaica ( Jos 1,1-2Re 25,30). En opinión de Noth, tan solo existían pequeños fragmentos que un autor exílico utili-zó para componer la historia deuteronomista.

En definitiva, M. Noth aseguraba que la historia deuterono-mista era el fruto del trabajo de un solo autor, que redactó su obra en tiempo del exilio en la provincia de Samaria, cerca de Mispá y Betel, y no en Babilonia como pensaban otros comentaristas. La magna obra histórica empezaba con una gran introducción, el li-bro del Deuteronomio, que ofrecía la interpretación y valoración de la historia: la fe en un solo Dios y la aceptación de un único lugar de culto. Más adelante, el Deuteronomio quedó separado del conjunto Josué-Reyes, sin embargo, según recalcó Noht, su función originaria no era cerrar los cuatro primeros libros de la Biblia (Gén-Núm), sino abrir teológicamente el contenido de la historia deuteronomista. Desde la perspectiva del exilio, cuando Judá lo había perdido todo (tierra, templo, rey y libertad), la plu-ma del autor de la historia deuteronomista pasó a ser taxativa: la desgracia era la consecuencia del pecado del pueblo y tan solo había que esperar la dureza del castigo divino36.

A partir de M. Noth, los estudiosos han profundizado en el análisis de la historia deuteronomista desde dos perspectivas: el conocimiento de los fragmentos previos que utilizó el autor para componer la historia, y la unidad de la obra y su finalidad. Muchos comentaristas siguen hablando de los fragmentos que

36 Síntesis pedagógica de la evolución de las investigaciones sobre la historia deu-teronomista: J. L. Sicre, Introducción al Antiguo Testamento, Verbo Divino, Estella 1992. Obras especializadas: M. A. O’Brien, The Deuteronomistic History Hipótesis: A Reassement, OBO 92, Gotinga 1989, 3-23.

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58 La Biblia compartida 59De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

el autor de la historia deuteronomista pudo utilizar para redac-tar su trabajo; ahora bien, algunos otros comentaristas hablan de fragmentos en lugar de documentos. Con respecto a la uni-dad y finalidad de la obra, hay que destacar tres posiciones en la investigación. En primer lugar, Cross y sus discípulos admiten dos redacciones: una anterior al destierro, durante el reinado de Josías (640-609 a.C.), y la otra durante el exilio de Babilonia37. W. Dietrich, A. Jepsen, R. Smend y T. Veijola, con varios matices uno respecto del otro, defienden tres ediciones de la obra que deben ser exílicas o postexílicas38.

Según opinaba M. Noth, el objetivo de la historia deuterono-mista estribaba en el hecho de mostrar el justo juicio de Dios, que castiga los continuos pecados de su pueblo. Rápidamente, varios autores empezaron a criticar esta posición. Según G. von Rad, la palabra de Dios no solo actúa sobre el pueblo desde la perspectiva del castigo, como sostenía M. Noth, sino desde un doble horizon-te: por una parte, la voz divina actúa desde la Ley, juzgando y ani-quilando, por otra parte también interviene en forma de la buena nueva que salva y confiere el perdón al pueblo pecador. Afirmó von Rad que el hilo conductor de la historia deuteronomista era positivo, positividad expresada en 2Re 25,27-30, donde aparece la rehabilitación del rey Jeconías, en el exilio babilónico39.

37 Aunque F. M. Cross sea el maestro, la posición aparece expuesta con más clari-dad, a nuestro parecer, en la obra de dos discípulos: R. D. Nelson, The double redac-tion of the deuteronomistic history, JSOT Suppl. Ser. 18, Sheffield 1981; R. E. Fried-mann, The exile and biblical narrative. The formation of the deuteronomistc and priestly works, HSM 22, Chico 1981.

38 Aludimos a una sola de las obras: T. Veijola, Das Königtum in der Beurteilung der deuteronomischen Historiographie. Eine redaktionsgeschichtliche Untersuchung, AASF B/19, Helsinki 1997.

39 G. von Rad, Estudios sobre el Antiguo Testamento, Sígueme, Salamanca 1975, 177-189.

Entre los investigadores posteriores, cabe mencionar dos es-pecialmente relevantes: H. W. Wolf y F. M. Cross. Según sostiene Wolf, el objetivo último de la historia deuteronomista no estriba en el hecho de infundir esperanza en el pueblo o en el interés por destruirlo (Rad, Noht), sino en la llamada a la conversión para que la vida del pueblo elegido vuelva a discurrir por los caminos de Dios40. Cross discierne dos ediciones de la historia deutero-nomista. La primera, en la época preexílica, profundiza en temas que podemos sintetizar mediante dos frases significativas: «Este fue el pecado del linaje de Jeroboan. Por eso fue destruido y ex-terminado sobre la tierra» (1Re 13,34); «concederé una tribu a tu hijo, por consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que yo he escogido» (1Re 11,13).

Como podemos ver, la primera cita, correspondiente a la pri-mera edición, rezuma la alusión a la amenaza, formulada tras el castigo contra la dinastía de Jeroboan, al mismo tiempo que de-lata la veracidad del permanente socorro del Señor a su pueblo, expresado tras la promesa a la casa de David. La segunda refe-rencia, fruto de la segunda redacción elaborada durante el exilio, está henchida de esperanza. De esta manera, según la opinión de Cross, la historia deuteronomista presenta un trasfondo marca-do por la esperanza, que será teñida después por el desencanto en la época del exilio41.

Actualmente, como sucede con el resto del AT, la posición de los investigadores con respecto a la historia deuteronomista está muy lejos de alcanzar un consenso. Los estudios continúan desa-

40 H. W. Wolf, Das Kerygma des deuteronomistischen geschichtswerk, ZAW 73 (1961) 171-186.

41 Síntesis, J. L. Sicre, Introducción al Antiguo Testamento, Verbo Divino, Estella 1992.

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60 La Biblia compartida 61De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

rrollándose con la intención de determinar las diferentes etapas de la redacción y el objetivo último de la obra. Las luces y las sombras de los estudios aparecen recogidas, entre otras síntesis, por la elaboración T. Römer42. La posición de R. Albertz43 sos-tiene la redacción definitiva de la historia dentro del territorio de Yehud después del exilio babilónico. La intención de la historia deuteronomista, según la opinión de Albertz, estriba en el de-seo de conferir ánimo al pueblo en la época de desencanto que sucedió a la euforia del retorno del exilio, al mismo tiempo que propone al pueblo el camino de la conversión definitiva. Como comprenderá el lector, hay aún un largo camino por recorrer para alcanzar un consenso.

2.3. La literatura profética

La situación actual por la que transcurren los estudios referidos a los libros proféticos es compleja y diversa; para que el lector pueda hacerse una idea, expondremos la situación de los estu-dios referidos a la profecía de Isaías.

Con la intención de otorgar claridad a los estudios isaianos se celebró en 1989 el Congreso de Lovaina, que abordó aspec-tos textuales, históricos, literarios y teológicos del libro. Desde la perspectiva literaria se estudió la obra en su conjunto (1-66), para abordar después cada una de sus partes (1-39; 40-55, 56-66). Los resultados del Congreso permiten extraer las siguientes conclusiones.

42 T. Römer (ed.), The future of the deuteronomistic history, Lovaina 2000.43 R. Albertz, Israel in exile: The history and literature of the sixth century B.C.E.,

Atlanta 2003, 271-344.

El libro de Isaías proviene de un largo proceso literario, ▶pero a la hora de identificar las fases de la historia de la redacción no existe acuerdo entre los comentaristas (Bo-gaert, Hermisson, Kaiser, Rendtorff; Vermeylen).El texto de Isaías presenta un sentido global coherente, ▶pero cuando se pretende determinar su estructura con-creta, no hay consenso entre los autores (Nobile, Jenkins, Talstra, Wieringen).El libro de Isaías ha experimentado un largo proceso de ▶redacción, y en cada fase ha presentado una estructura de-terminada. Según Rendtorff es necesario utilizar conjun-tamente los métodos sincrónicos y diacrónicos; sin duda, una tarea difícil.Los libros del Antiguo Testamento no se escribieron de ▶manera aislada, sino en el seno de una gran tradición que cristalizó en obras concretas. Sería necesario comparar la obra de Isaías con Ben Sira, la Escuela Deuteronomista, Ezequiel, Zacarías, Salmos, y otros libros. Es igualmente necesaria la confrontación de los hechos históricos con su reflejo teológico a lo largo de Is 1-66.Parece conveniente una mayor valoración de las traduc- ▶ciones de Isaías, especialmente la Septuaginta y la Vetus Latina.

Los años posteriores al Congreso han aportado numerosos estudios, entre los que hay que destacar tres obras de conjunto editadas por Melugin-Sweeney, Broyles-Evans, y Ruiten-Verven-ne. Los autores mencionados analizan la globalidad del libro de Isaías, sus tres secciones principales (Is 9; 40-55; 56-66), y los temas más significativos: Cánticos del Siervo, Oráculo de Ciro,

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62 La Biblia compartida 63De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

la Nueva Jerusalén, fragmentos contra la idolatría y aspectos teo-lógicos, históricos y textuales.

Entre el congreso y el momento presente los estudios sobre el libro de Isaías se han desplegado en cinco vertientes principales:

Estudios Sincrónicos, aquellos que circunscriben el estudio, sobre todo, al contenido del texto hebreo que ha llegado has-ta nosotros (Clifford, Childs, Gitay, Laato, Melugin). Estudios Diacrónicos, aquellos que profundizan, principalmente, en la historia de la composición del texto isaiano (Gosse, Oorschot, Rendtorff, Schoors, Tomasino, Vermeylen). Estudios Intertex-tuales, los que se detienen con mayor ahínco en captar la rela-ción literaria y teológica que despunta entre el texto isaiano y los otros libros del AT (Bastiaens, Beentjes, Conrad, Dijkstra, Lust, Ruiten, Steck, Sweeney).

Estudios Históricos. Los estudios de la literatura, la arqueología, la historia, la geografía del período persa y de la etapa helenística han permitido establecer, con mayor claridad, el escenario en que vio la luz el libro de Isaías (Albertz, Barstad, Berquiss, Gonçalves, Laperrousaz, Lipschits). Estudios Textuales y Sintácticos (Flint, Gelstron, Korpel, Kooij, Kuntz, Moor, Porter, Ulrich, Tov).

Durante los últimos años la investigación sobre el libro de Isaías ha seguido las cinco líneas descritas; pero, en el fondo, existen tres principios motores que rigen el estudio:

Aparece reforzada la tendencia a entender el libro de Isaías ▶como unidad teológica y literaria (Is 1-66), aunque desta-quen tres unidades mayores significativas (Is 1-39; 40-55; 56-66).Afloran nuevos elementos de discusión, especialmente ▶por cuanto concierne al Segundo Isaías. La propuesta de

redacción de 40-55 en Jerusalén. El estudio del tema del Segundo Éxodo completado con su significado referente a la Restauración de Israel. El cambio de perspectiva respec-to a la identidad de las cosas primeras y las que sucederán después mencionadas en Is 40-46. La revisión de la noción de los Cánticos del Siervo en el sentido en que los enten-dió B. Duhm. La consideración de las sátiras contra la ido-latría como parte integrante de Is 40-55. La valoración de las versiones antiguas y el texto Qumrán como tradiciones de interpretación del libro de Isaías. El estudio de la forma final del libro de Isaías, nacido a finales del período persa o a comienzos del período helenístico.Destaca, especialmente, la valoración del contenido me- ▶tafórico del libro de Isaías en relación con el resto del An-tiguo Testamento, y la apreciación de la importancia de la intertextualidad en la redacción de Is 1-6644.

De nuevo, podemos apreciar la hondura de los estudios bíbli-cos y la profusión de opiniones y propuestas.

2.4. Apunte sobre los libros sapienciales

El interés fundamental de los estudiosos del libro de Ben Sira re-cayó hasta el año 1965 principalmente sobre la cuestión textual.

44 La síntesis que exponemos figura ampliada en: F. Ramis, Isaías, Madrid 2004, 27-30. F. Ramis, Isaías 1-39, Bilbao 2006. F. Ramis, Protoisaías, Déutero-Isaías, en J. L. Ba-rriocanal (dir.), Diccionario del profetismo bíblico, Montecarmelo, Burgos 2008, 590-602; 202-214. Respecto de la literatura profética, hay que enfatizar la obra de F. Raurell; como botón de muestra: F. Raurell, Profeta: El forjat per la Paraula, Barcelona 1993.

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64 La Biblia compartida 65De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

El descubrimiento (1896) y el posterior estudio de los primeros testimonios hebreos del Sirácida en la guenizá de la sinagoga de El Cairo, y posteriormente los trabajos emprendidos en torno al rollo breve encontrado en Masada (1964), marcó el punto más álgido de los estudios textuales referentes al libro del Eclesiás-tico. Actualmente las investigaciones están orientadas hacia la cuestión más general de establecer las relaciones entre el judaís-mo y el helenismo tal como aparecen en la literatura sapiencial. Las discusiones para dirimir la importancia entre la influencia del judaísmo y del helenismo por lo que respecta a los escritos sapienciales han dejado paso a la evidencia, cada vez más rele-vante, del latido del judaísmo helenizado en el seno de la litera-tura sapiencial.

Muy a menudo los estudiosos se habían acercado al Salterio considerándolo, entre muchos otros aspectos de enorme va-lía, como una especie de cantoral nacido de las celebraciones litúrgicas propias del Segundo Templo. Los últimos tiempos son testigos de la nueva perspectiva con que los investigadores contemplan el Salterio: en vez de percibirlo como un conjunto de poemas con pocas relaciones literarias entre sí, empiezan a contemplar el libro de los Salmos como una obra teológica que contiene ciento cincuenta poemas entrelazados entre sí con fuertes ligazones literarios y teológicos. En definitiva, los autores se adentran en la contemplación del Salterio como un libro que presenta un sentido global, de esta manera queda descartada la antigua idea que contemplaba el libro de los Salmos como un conjunto, en cierta medida arbitrario, de poemas45.

45 En este sentido, cabe destacar entre nosotros: I. M. Fossas–R. Ribera-Mari-né, El Salteri: Tres introduccions, Barcelona 1996, 5-43. También: H. Raguer, Curs pràctic sobre els Salms, Barcelona 1992.

2.5. El Nuevo Testamento y los orígenes del cristianismo

La temática de la sección, como puede suponer el lector, es am-plia y profunda. Tan solo queremos ofrecer unas breves pincela-das del estado de la investigación de sus diferentes aspectos.

La bibliografía referente a la investigación orientada hacia los escritos joánicos permite captar cuatro grandes etapas en las que se han desarrollado los estudios. A lo largo de los años 1900-1959 los autores enfocaron los estudios joánicos en la línea de la escuela de la historia de las religiones. A partir de 1960 y hasta 1969, podemos afirmar que los estudiosos profundizaron, sobre todo, en el aspecto de la cristología joánica. Entre los años 1970-1979 la investigación se adentró por la ruta que quería averiguar la identidad social y teológica de la comunidad joánica. Durante los años 1980-1989 los estudiosos profundizaron en el campo de la narratología aplicada a los textos joánicos. Podríamos decir que desde el año 1990 ha aparecido una línea de investigación sintética en referencia a los cuatro aspectos que acabamos de mencionar, línea presidida por el esfuerzo de presentar la teolo-gía joánica a nivel de la alta divulgación46.

El momento actual de la investigación en que se encuentran los estudios paulinos puede apreciarse en toda su profundidad en la obra de Sánchez-Bosch47. El mencionado comentarista reitera en sus escritos que las discusiones entre los puntos fun-

46 Entre las obras más significativas cabe referirse a: X. Léon-Dufour, Lectura del Evangelio de Juan: Jn 1-4, Sígueme, Salamanca 1993; a partir de 1993 han ido pu-blicándose en castellano el resto de volúmenes. La descripción precisa del estado de la investigación en: J. O Tuñí-X. Alegre, Escritos joánicos y cartas católicas, Verbo Divino, Estella 2000.

47 J. Sánchez-Bosch, Escritos paulinos. Manuales de introducción al estudio de la Biblia, Verbo Divino, Estella 1999.

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66 La Biblia compartida 67De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

damentales de la biografía paulina, la apreciación de la autentici-dad de algunas cartas y la percepción de los aspectos esenciales de la teología de Pablo, ha alcanzado un grado muy elevado de consenso entre los comentaristas; consenso, hay que señalarlo, que no se da, como hemos podido constatar a lo largo de este artículo, en otros campos de la investigación bíblica.

Por otro lado, la investigación sobre el Jesús histórico vive un momento de especial efervescencia. Metodológicamente, hay que señalar la profusión de estudios referidos al medio socio-lógico y al alcance de la antropología filosófica que enfatizan la situación sociocultural y teológica de Palestina durante el siglo primero48.

Ahora bien, lo más importante consiste en pararnos un mo-mento para captar el estado actual de la investigación sobre la figura de Jesús. La proliferación de obras es tan enorme que debemos conformarnos en referir cuatro, a nuestro parecer, de especial valía. La magna obra de J. P. Meier constituye una am-plia recopilación de las investigaciones sobre el Jesús histórico, calibrando de la forma más cuidadosa los datos de la investi-gación reciente49. La importante obra de A. Puig constituye una verdadera cristología, clara y profunda, que ha tenido un impacto enorme tanto a nivel erudito como desde el aspecto de la alta divulgación50. La obra de J. A. Pagola representa un notable esfuerzo de investigación sobre la perspectiva histó-

48 A modo de ejemplo, cabe señalar: B. J. Malina, El mundo del Nuevo Testamento: Perspectivas desde la antropología cultural, Verbo Divino, Estella 1995. J. González Echegaray, Los Hechos de los Apóstoles y el mundo romano, Verbo Divino, Estella 2002.

49 J. P. Meier, Un judío marginal: Nueva visión del Jesús histórico, Verbo Divino, Este-lla 1998; en años sucesivos han ido apareciendo otros cuatro volúmenes.

50 A. Puig i Tàrrech, Jesús de Natzaret, Barcelona 2006.

rica que rodeó a Jesús y su predicación51. No podemos dejar de mencionar el libro salido de las manos de Benedicto XVI, que constituye una meditación profunda sobre la persona de Jesús52.

Las dos últimas obras mencionadas (Pagola, Benedicto XVI) han recibido desde la óptica de diferentes sectores una crítica, a nuestro parecer, injustificada. En nuestra opinión los detracto-res, a menudo duros y parciales, han ignorado el planteamiento hermenéutico de las dos obras. El libro de Benedicto XVI no pretende describir las condiciones referidas al Jesús histórico, es una meditación sobre la persona de Jesús. La obra de Pagola no apunta al horizonte meditativo referido a la figura del Señor, es un intento de precisar el marco histórico en que se desarrolló el ministerio de Jesús. La confusión del horizonte hermenéutico propicia con demasiada frecuencia percepciones sesgadas de los planteamientos teológicos53.

A raíz de las investigaciones sobre el Jesús histórico ha irrum-pido una serie de obras enfocadas a la investigación de los oríge-nes del cristianismo. Entre las que, y como ejemplo general, hay que reseñar los trabajos de J. D. Crossan, obra tal vez demasiado extensa pero dotada de una información enorme54, los trabajos

51 J. A. Pagola, Jesús. Una aproximación histórica, Madrid 2007.52 J. Ratzinger/Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, Madrid 2007.53 No podemos dejar de mencionar la reedición de algunas obras clásicas sobre

los orígenes de los evangelios o sobre los primeros ensayos cristológicos; a modo de ejemplo: M. Dibelius, La historia de las formas evangélicas, Valencia 1984.

54 J. D. Crossan, El nacimiento del cristianismo, Sal Terrae, Santander 2002. Desde otra perspectiva: B. W. Longenecker, Las cartas de Pérgamo, Sígueme, Salamanca 2004.

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68 La Biblia compartida 69De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

de G. Theissen55 y E. W. Stegemann56. Especialmente remarca-ble es la obra magna de J. Rius-Camps sobre los Hechos de los Apóstoles; y, desde otra perspectiva, su estudio sobre el origen y la redacción del evangelio de Marcos57. Hay que señalar con notable relevancia los trabajos de Agustí Borrell sobre los sinóp-ticos.

Conviene mencionar la importancia de las investigaciones arqueológicas que lentamente van iluminando el espacio histó-rico y social del NT; en este aspecto es de justicia referirnos a los trabajos de F. Díez Fernández sobre el Santo Sepulcro58. Los es-tudios sobre la literatura qumránica59 continúan su camino, que ilumina varios aspectos del período intertestamentario y del NT, como también lo hacen, aunque tengan una entidad propia, las investigaciones sobre el Judaísmo60.

55 G. Theissen, Colorido local y contexto histórico en los evangelios, Sígueme, Sala-manca 1997. G. Theissen-A. Merz, El Jesús histórico, Sígueme, Salamanca 1999. G. Theissen, La religión de los primeros cristianos, Sígueme, Salamanca 2002.

56 E. W.-W. Stegemann, Historia social del cristianismo primitivo, Verbo Divino, Estella 2001.

57 Respecto a las fuentes de los Sinópticos, hay que mencionar: J. M. Robinson-P. Hoffmann-J. S. Kloppenborg, El Documento Q, Sígueme, Salamanca 2002.

58 F. Díez Fernández, El Calvario y la cueva de Adán: el resultado de las últimas ex-cavaciones en la basílica del Santo Sepulcro, Verbo Divino, Estella 2004. En otro aspecto cabe destacar, del mismo autor: Guía de Tierra Santa: Israel, Palestina, Sinaí y Jordania. Historia-Arqueología-Biblia, Verbo Divino, Estella 2006. Desde la perspectiva del AT, cabe mencionar las excavaciones de Fernández Tresguerres en Muqawa ( Jordania) sobre el período neolítico.

59 Cabe subrayar: F. García Martínez, Textos de Qumrán, Valladolid 1992.60 Especialmente relevante es la Biblioteca Midrashica, dirigida por M. Pérez y pu-

blicada en Verbo Divino. Queremos destacar la aportación de un añorado compañero y biblista: J. Ribera Florit, El Tárgum de Isaías, Valencia 1988. De enorme valía son los trabajos de Enric Cortés.

2.6. El cariz pastoral, formativo y espiritual de los estudios bíblicos

Lo primero que hay que notar es la aparición de nuevas traduc-ciones de la Biblia y la adaptación y mejor adecuación de algunas de las existentes, tanto por lo que respecta al lenguaje como las notas y explicaciones que acompañan los textos sagrados. En el ámbito castellano es imprescindible destacar la revisión de La Biblia de Jerusalén61, el proceso de revisión lingüística y adapta-ción de las notas de La Biblia de la Casa de la Biblia, y su co-rrespondiente incorporación a La Biblia de América; queremos destacar también la aparición de la denominada Biblia de Nava-rra62. Hemos podido ver hace relativamente poco y con el mayor gozo la aparición de la Biblia Traducción Interconfesional (BTI), y ya podemos leer la Biblia de la Conferencia Episcopal Española. Tal vez el proyecto más ambicioso sea la traducción de la Biblia al castellano que un grupo de biblistas, encabezados por Carlos Junco, ha emprendido en tierras hispanoamericanas.

No hace falta enfatizar la enorme importancia y el gran eco que ha representado la traducción de la Bíblia Catalana: traducció inter-confesional (BCI). Es de justicia reseñar la adaptación lingüística del texto a las modalidades del Principado, de Valencia, y de las diócesis de Mallorca, Menorca e Ibiza; en este último caso no po-demos olvidar ni dejar de agradecer la tarea erudita y apasionada de Mn. Pere J. Llabrés y Martorell. En relación con el proceso de traducción y edición de la BCI hay que señalar dos aspectos muy

61 Nueva Biblia de Jerusalén. Revisada y Aumentada, Bilbao 2000.62 A modo de referencia citamos uno de los cinco tomos que la integran: Sagrada

Biblia. Antiguo Testamento: libros históricos, Pamplona 2000. La Biblia contiene a pie de página el texto latino de la Neovulgata.

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70 La Biblia compartida 71De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

significativos. Por una parte, es el fruto maduro del trabajo ecumé-nico (UR), y por la otra hay que subrayar, sobre todo por lo que respecta a las diversas adaptaciones a las modalidades del habla, el interés de la Iglesia por acercar la Palabra de Dios a todos los cris-tianos y a todos los hombres de buena voluntad (DV).

La BCI ha conocido todo tipo de ediciones: normal, de bolsi-llo, en letra grande, edición de lujo, ediciones específicas del NT, y, como no podía ser de otra manera, figura en este momento en Internet. Debemos mencionar, con el más grande de los orgu-llos, la edición del Nou Testament: Grec, llatí, català (Barcelona 1995). La edición de la BCI ha propiciado el inicio de la publica-ción de la que será una de las obras magnas del catalán: el Corpus Biblicum Catalaunicum (P. Casanelles).

Las herramientas básicas para afrontar el estudio de la Biblia han visto cómo afloraban una gran cantidad de publicaciones en los campos más diversos: Concordancias (Biblia de Jerusalén), Sinopsis ( J. Cervantes Gabarrón); en lengua catalana hay que destacar la aportación de D. Roure. Gramáticas y vocabularios: Hebreo (E. Farfán, J. Vázquez, L. Alonso Schökel, Jüon-Muraoka, A. Niccaci); griego (M. Zerwich, A. García-Santos, I. Ricart); si-ríaco (T. Muraoka, M. Pazzini, J. Herrero); arameo ( J. Ribera). Diccionarios teológicos63. Entre las nuevas revistas de cariz cien-tífico, debemos resaltar la publicación de Scripta Bíblica; y en-tre las publicaciones de divulgación hay que destacar el Butlletí, vinculado a la Associació Bíblica de Catalunya (Maria Esperança Amill; Joan Ferrer), y Reseña Bíblica, editada bajo los auspicios de la Asociación Bíblica Española. La constante pervivencia de las peregrinaciones a Tierra Santa ( J. Magí, J. Aragonès) y

63 A modo de ejemplo queremos mencionar uno: J. L. Barriocanal (dir.), Dic-cionario del profetismo bíblico, Montecarmelo, Burgos 2008.

la proyección pedagógica de los Museos Bíblicos (Montserrat, Mallorca, Tarragona), constituyen herramientas relevantes para llevar la Palabra a todos los que con corazón sediento buscan el consuelo del Señor.

Los estudiosos de la Palabra han emprendido, especialmente en los últimos tiempos, el esfuerzo por acercar los resultados de la investigación a la formación del público en general, pero espe-cialmente enfocada a la formación de los agentes de pastoral y a los futuros pastores de la Iglesia. En este sentido, hay que des-tacar, entre muchas otras aportaciones, la aparición de los diez volúmenes en castellano dedicados al estudio de la Biblia64, la continuada publicación de los Cuadernos Bíblicos de la editorial Verbo Divino, que se ponen al alcance de lectores no especiali-zados en la temática bíblica65, y la aparición de la colección de Instrumentos para el estudio de la Biblia, que la misma editorial, Verbo Divino, ofrece a los estudiosos66.

Los trabajos de la Pontificia Comisión Bíblica han sido muy intensos durante estos últimos años. Dos documentos especial-

64 Los volúmenes aparecen bajo el título genérico de Introducción al estudio de la Biblia. Son los siguientes: La Biblia en su entorno; Biblia y Palabra de Dios; el Pentateu-co; Historia, narrativa, apocalíptica; libros proféticos; libros sapienciales y otros escritos; Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles; Escritos paulinos; Escritos joánicos y cartas católicas; Literatura judía intertestamentaria; la Biblia en el cristianismo antiguo. Actual-mente un nuevo equipo de redacción, vinculado a la Asociación Bíblica Española, ha emprendido la tarea de elaborar unos nuevos manuales con el nombre de «Nuevos Manuales de Introducción al estudio de la Sagrada Escritura». Como complemento, también apareció: R. Aguirre-A. Rodríguez (eds.), La investigación de los evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles en el siglo XX, Verbo Divino, Estella 1996.

65 Los Cuadernos Bíblicos constituyen la traducción castellana de la prestigiosa co-lección francesa publicada por Les Éditions du Cerf.

66 Entre los numerosos volúmenes, es de justicia citar uno de un biblista de nues-tro país: J. O’Callaghan, Introducción a la crítica textual del Nuevo Testamento, Verbo Divino, Estella 1999.

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72 La Biblia compartida 73De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini»

mente importantes han salido de los trabajos de la Comisión. El primero, de enorme repercusión en el ámbito de la relación ecuménica entre católicos y luteranos: la comunicación conjun-ta sobre la teología de la justificación. El segundo profundiza y perfila el contenido de las relaciones entre el pueblo judío y la comunidad cristiana: El pueblo judío y sus escrituras sagradas en la Biblia cristiana.

Como acabamos de ver, el nuevo eco de los estudios bíblicos sobre los planteamientos teológicos ha sido particularmente in-tenso, pero lo que ha marcado y marcará en el futuro la impronta de la Biblia en el corazón de la Iglesia será el constante desarrollo de la Lectio Divina67. La Lectio Divina, como es sabido, consiste en un antiguo método de cariz monástico para introducirse en la Palabra y convertirla en oración y acción comprometida a favor del Reino de Dios.

Seguramente debemos referirnos de forma eminente al car-denal Martini como uno de los artífices actuales del empuje de la Lectio Divina68. La Associació Bíblica de Catalunya ha editado hasta el presente ocho carpetas con materiales para la práctica de la Lectio Divina, edición que ha tenido, hay que señalarlo, una ex-

67 Sobre la importancia de la Lectio Divina: J. Martínez Pérez, Despertar les llavors: llegir la Bíblia des de la vida. Experiències de lectura bíblica a Catalunya 1999-2008 (Comunicació al Congrés de Granada sobre la Paraula de Déu), Butlletí de l’Associació Bíblica de Catalunya 99 (2008) 35-43.

68 La aproximación de C. M. Martini a la Escritura desde la óptica de la Lectio Divina es amplia; nos permitimos citar algunas obras especialmente emblemáticas: El sueño de Jacob: Inicio de un itinerario espiritual, Valencia 1989; David, pecador y creyen-te, Santander 1989; Habéis perseverado conmigo en mis pruebas: Meditaciones sobre Job, Valencia 1989; Samuel: Profeta religioso y civil, Santander 1991. Hay que citar también las guías que han ido apareciendo para propiciar la lectura espiritual de la Escritura; como botón de muestra: A. Bonora, Guía espiritual del Antiguo Testamento: El libro de Qohélet, Madrid 1994.

traordinaria acogida69. En lengua castellana contamos con veinte volúmenes dedicados a los varios libros de la Biblia o a temas específicos de la metodología y la teología bíblicas70.

En los años recientes se establecieron dos hitos señeros para la profundización de la investigación, la difusión, la espirituali-dad y la lectura de la Biblia: la proclamación del año paulino (29 de junio de 2008 - 29 de junio de 2009), y la convocatoria del Sínodo de obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y la mi-sión de la Iglesia. Sin duda ambos acontecimientos capitales han abierto, aún más si cabe, el corazón de los cristianos al sonido siempre nuevo y armonioso de la Palabra del Señor.

Como fruto maduro del Sínodo de obispos, ha visto la luz la Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Domini (Benedicto XVI, 2010). El documento se abre con una breve introducción, enmarcada en el Prólogo del Evangelio de Juan, a modo de hori-zonte general del escrito. A continuación, figuran las tres partes que conforman la Exhortación; una conclusión, de cariz espiri-tual y pastoral, pone fin al documento.

La primera parte de la Exhortación, denominada Verbum Dei (nn. 6-106), presenta tres capítulos sobre la Revelación. El pri-mero, el Dios que habla (nn. 6-21), presenta las notas propias de la revelación desde la vertiente trinitaria y cristológica, enmar-cadas en el ámbito de la Tradición de la Iglesia. El segundo, la respuesta del hombre al Dios que habla (nn. 22-28), presenta la llamada de Dios al ser humano para que se inserte en el tronco

69 A día de hoy han aparecido las carpetas siguientes: Éxodo, Isaías, Mateo, Mar-cos, Lucas, Juan, Hechos y Apocalipsis.

70 Pentateuco y libros históricos, Profetas, Sapienciales, Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos I-II, Pablo, Apocalipsis; un volumen referido a la metodología bíblica, y dos a temas específicos: la Virgen y el año jubilar.

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de la alianza divina con la humanidad. El tercero, la hermenéuti-ca de la Sagrada Escritura en la Iglesia (nn. 62-106), apunta a la Escritura como el alma de la Teología.

La segunda parte de la Exhortación, Verbum Ecclesia (nn. 107-178), se divide también en tres capítulos. El primero, la Palabra de Dios y la Iglesia (nn. 107-110), analiza la contemporaneidad de Cristo en la comunidad cristiana para contemplar a la Iglesia bajo la imagen poética de la Casa de la Palabra. El segundo, la liturgia, lugar privilegiado de la Palabra de Dios (nn. 111-142), ofrece tanto una reflexión como un conjunto de pautas pasto-rales para que la Palabra resuene en el seno de la comunidad cristiana; con especial énfasis recalca el lugar privilegiado de la Palabra en la celebración de los sacramentos, en la oración y en la homilética. El tercero, la Palabra de Dios en la vida eclesial (nn. 143-173), insiste en la formación bíblica de los cristianos; de modo muy relevante, encomia la práctica de la Lectio divina, y promueve la peregrinación a Tierra Santa.

La tercera parte, Verbum Mundo (nn. 179-224), aparece sub-dividida en cuatro secciones. La primera, la misión de la Iglesia: anunciar la Palabra de Dios al Mundo (nn. 179-192), enfatiza la responsabilidad de los cristianos en el empeño por anunciar la Palabra de Dios en las entrañas de la sociedad humana. La se-gunda, la Palabra de Dios y el compromiso en el mundo (nn. 193-207), certifica que el anuncio de la Palabra será fuente de justicia, reconciliación, paz y caridad efectiva entre los pueblos; a la vez que refiere la identidad de los destinatarios más privi-legiados de la Palabra: jóvenes, emigrantes, quienes sufren, los pobres. La tercera, Palabra de Dios y culturas (nn. 208-218), re-cuerda la necesidad de la inculturación de la fe en la sociedad de nuestro tiempo; por esa razón, el texto enfatiza la necesidad de

traducir y difundir la Biblia, y el empeño por precisar la impron-ta de la Escritura en el marco de las diversas manifestaciones artísticas. El último apartado, Palabra de Dios y diálogo interre-ligioso (nn. 219-224), subraya el papel esencial de la Palabra en el diálogo entre los cristianos y en la relación con los creyentes de otras religiones; con toda caridad y autoridad, el documento reclama el derecho a la libertad religiosa en todo el Mundo. El documento concluye con una llamada a todos los cristianos para emprender la tarea de la nueva evangelización, nacida de la pro-funda escucha de la Palabra, capaz de sembrar en el corazón de la humanidad la semilla del evangelio.

Sin duda, la Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Do-mini constituye un desafío para toda la Iglesia. Empuja a la co-munidad cristiana a vivir y proclamar con mayor hondura la Pa-labra de Dios, hasta la irrupción de los Cielos Nuevos y la Tierra Nueva inscritos por Dios en el corazón de cada persona, imagen y semejanza de Dios entre los entresijos del Mundo y en el curso de la Historia.

3. Conclusión

A lo largo de este artículo hemos querido señalar, ciertamente desde una perspectiva parcial y genérica, la situación actual de los estudios bíblicos. Queremos concluir subrayando los dos aspectos que, a nuestro parecer, marcarán el camino por donde discurrirá la tarea de la Iglesia para difundir aún más el amor por la Sagrada Escritura. Por una parte, veremos cómo se ensancha aún más el horizonte del estudio científico de la Escritura en todos los campos de la investigación. Por otra parte, aparecerá

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76 La Biblia compartida

3cada vez más clara la importancia de la Lectio Divina por lo que respecta a la espiritualidad y al compromiso de los cristianos en la transformación del mundo según los criterios del Evangelio. Cada vez se hará más cierto el adagio: conocer la Escritura es co-nocer al Señor. El conocimiento de la Palabra de Dios, celebrada sacramentalmente en el corazón de la Iglesia, abrirá de par en par el corazón de la humanidad a la espera siempre atenta y siempre cierta de la llegada del Reino de Dios, la presencia amorosa del Señor entre nosotros.

La Biblia: «corazón» de la Pastoral

Javier Velasco-Arias

Hasta hace pocos años, cuando se trataba el tema de la pasto-ral y se mencionaba el papel que juega la Palabra de Dios en la misma, lo habitual era hablar de «Pastoral bíblica». Aún en mu-chos foros, grupos e instituciones se sigue utilizando este térmi-no. Pero, ¿expresa con suficiente claridad lo que debe significar y aportar la Biblia a la pastoral de la Iglesia? La realidad es que esta es una expresión algo ambigua e imprecisa. De hecho, con relativa frecuencia, se ha entendido como un tipo de pastoral, al lado de otras formas de pastoral. Se hablaba (o se habla) de pastoral sacramental, de pastoral catequética, de pastoral de la salud, de pastoral social, etc. y, también, de pastoral bíblica. Pero, ¿podemos entender la pastoral bíblica como un modo de pasto-ral al lado de otras pastorales en las que no se tiene en cuenta la Biblia o esta tiene un papel secundario o marginal? La respuesta incuestionable es ¡no! Por esta razón consideramos que el nom-bre de «pastoral bíblica» no es el más adecuado para expresar la relación que debe existir entre Biblia y Pastoral.

La reivindicación de muchos, de todos los que comprende-mos la Palabra de Dios como sustancial, transversal a toda la pastoral, es considerar, entender que la Biblia es el fundamento, la fuente, el origen de toda la pastoral cristiana. No es compren-sible ninguna forma de pastoral que no beba del manantial de

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78 La Biblia compartida 79La Biblia: «corazón» de la Pastoral

la Palabra de Dios; espero y creo que todos estamos de acuerdo en este axioma, al menos a nivel teórico. Cuando pasamos a la práctica la cuestión no es tan obvia. Muchas prácticas pastorales tienen mucho de «tradiciones», por un lado, o de «ensayos so-ciológicos», por otro, con todo un elenco de métodos diversos según las diferentes sensibilidades eclesiales, pero difícilmente se las reconoce su fundamento, su enraizamiento bíblico. Y no estamos cuestionando muchas sanas tradiciones que tienen un hondo calado popular, ni tampoco estamos negando la aplica-ción de la sociología u otras técnicas de acercamiento a la reali-dad que nos envuelve. Lo que sí reivindicamos es que la Biblia esté en el centro de toda forma de pastoral, de toda la pastoral.

Cuando hablamos de transversalidad de la Biblia en la pasto-ral estamos afirmando que nada hay ajeno en la pastoral a ella; más aún, que la Palabra de Dios «atraviesa» transversalmente de un lado a otro, fecundándola, toda la acción pastoral; que esta Palabra está en el origen, en el fundamento, en la razón más ínti-ma de su existencia. Me atrevo a afirmar que solo así podremos poner el adjetivo de cristiana a la acción pastoral.

1. No en yuxtaposición a otras formas de pastoral

El Sínodo de los Obispos sobre «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia» ya señaló que el papel de la Biblia en la pastoral debe ser «no en yuxtaposición a otras formas de pastoral sino como animación bíblica de toda la pastoral»1, cri-

1 Proposiciones de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia» (5 al 26 de octubre de 2008), proposición 30.

terio del que se ha hecho eco Benedicto XVI en su exhortación apostólica postsinodal2. No es la solución, por consiguiente, el colocar la pastoral bíblica contigua a otras formas de pastoral, como señalábamos al principio. No es cuestión de hacer activi-dades bíblicas desconectadas del resto de actividades pastorales: es toda la pastoral informada por la Palabra de Dios, es la anima-ción bíblica de toda la pastoral.

«No se trata, pues, de añadir algún encuentro en la parroquia o en la diócesis, sino de lograr que las actividades habituales de las comunidades cristianas, de las parroquias, las asociacio-nes y los movimientos, se interesen realmente por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra. Así, puesto que la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo, la animación bíblica de toda la pastoral ordinaria y extraordinaria llevará a un mayor conocimiento de la persona de Cristo, reve-lador del Padre y plenitud de la revelación divina»3.

La cuestión es situar la Biblia en el centro de la vida pastoral, de toda la pastoral, sin ninguna excepción. Y esto no se pue-de conseguir utilizando la Biblia como el que pone un parche en una rueda que está perdiendo densidad, que se está desin-flando. La Palabra de Dios no es ningún parche; es lo nuclear, forma parte de lo constitutivo de la comunidad eclesial. Por tanto, no es suficiente el añadir algún encuentro o reunión bí-blica en la parroquia, la diócesis, la comunidad, la asociación o el movimiento. La Iglesia, la comunidad eclesial es la «casa de

2 Benedicto XVI, Exhortación apostólica postsinodal «Verbum Domini», San Pa-blo, Madrid 2010, n. 73. (A partir de ahora citaremos esta obra por sus siglas: VD).

3 VD 73.

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80 La Biblia compartida 81La Biblia: «corazón» de la Pastoral

la Palabra»4 y desde ella «habla en nuestra vida, habla hoy a su pueblo, que escucha y responde»5. Es el mismo Dios que nos habla en la Iglesia; y esta no puede silenciar esta Palabra, sino se quedaría muda o, peor aún, con unas palabras vacías o sin sentido.

La solución no es yuxtaponer sino fundamentar: hacer que la Palabra de Dios esté presente, impregne, sea los cimientos y el centro de toda la acción pastoral. Todas las actividades de las comunidades cristianas deben partir de la llamada, de la medita-ción, de la plegaria de la Palabra de Dios. No podemos perder de vista que nuestra escucha de dicha Palabra es escucha de Jesu-cristo, Palabra del Padre hecha carne.

De hecho toda la acción pastoral de la Iglesia nace de la res-puesta a la llamada de la Palabra de Dios. Es la consecuencia de ella. Olvidar esto significaría renunciar a nuestra identidad, per-der la singularidad del mensaje cristiano. La Biblia, su lectura, su meditación, su plegaria, su estudio, el compromiso compartido a partir de ella, debe formar parte constitutiva de la acción pas-toral, de toda acción pastoral.

2. Centralidad de la Palabra de Dios en la vida eclesial

El puesto central, nuclear que debe tener la Palabra de Dios en toda la acción de la Iglesia ya lo señaló el Concilio Vaticano II, en la constitución Dei Verbum, cuando afirma que la Escritura debe ser el alma de la teología, para añadir inmediatamente que

4 Mensaje final del Sínodo sobre «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia» III, 6; cf VD 52.

5 VD 52.

también ha de serlo del resto de actividades pastorales: la predi-cación pastoral, la catequesis, toda la instrucción cristiana...6.

Este papel esencial de la Palabra de Dios se concreta cuando todos los agentes de pastoral (catequistas, encargados de liturgia, voluntariado cristiano, equipos de las diversas formas de pastoral, laicado comprometido, religiosas y religiosos, presbíteros, obis-pos, etc.) son (somos) conscientes de que el encargo pastoral del que participan (participamos) es una respuesta a la llamada de la Palabra de Dios y, por consiguiente, es en ella donde deben (de-bemos) descubrir la vocación concreta y la inspiración.

No estaría de más que en todas las reuniones de planificación y, también después, en las de revisión del trabajo realizado con-trastásemos si los proyectos a acometer, los que estamos ejecu-tando o los concluidos responden a la Buena Noticia de Jesús, al plan original de Dios para la Humanidad, a los que tenemos ac-ceso a través de la Palabra de Dios. Solo así avalaremos personal y comunitariamente la centralidad de la Palabra de Dios.

Lógicamente todos los planes pastorales deben estar infor-mados por esta Palabra de Dios y esto es extensivo a cualquier objetivo pastoral, desde los de un grupo determinado a los más generales de una diócesis concreta o de la Iglesia universal. La Palabra de Dios ha de estar siempre en el centro, animando toda la acción pastoral, fecundando toda acción eclesial.

Toda nuestra acción pastoral está (debe estar) enraizada en la Buena Nueva de Jesús, en la Palabra de Dios. Esta Palabra es nuestra seña de identidad. Podemos hacer muchas cosas y muy buenas, pero lo que identificará nuestra acción como cristiana es su arraigo en dicha Palabra.

6 Concilio Vaticano II, Constitución dogmática sobre la divina revelación «Dei Verbum», n. 24. (A partir de ahora citaremos esta obra por sus siglas: DV).

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82 La Biblia compartida 83La Biblia: «corazón» de la Pastoral

«La Iglesia se funda sobre la Palabra de Dios, nace y vive de ella. A lo largo de toda su historia, el Pueblo de Dios ha encon-trado siempre en ella su fuerza, y la comunidad eclesial crece también hoy en la escucha, en la celebración y en el estudio de la Palabra de Dios»7.

Estas palabras del papa Benedicto XVI subrayan el papel que juega la Palabra de Dios en la Iglesia, en el Pueblo de Dios. Esta no es un aspecto más, entre otros, de la acción eclesial; la Igle-sia nace y vive de ella; tiene en ella su fundamento, su fuente de vida, la razón de su existencia. Por lo que solo es posible una actitud de escucha ante ella.

Recuerdo una anécdota que me comentó hace tiempo un amigo maestro de infantil, de Jerez de la Frontera. Me decía que un día estaban los chavales muy alborotados, en la clase de reli-gión, y les preguntó muy serio: «¿Cuál es el primer mandamien-to?». Como era de esperar alguno contestó con la respuesta del catecismo. Pero el afirmó de forma rotunda: «el primer manda-miento es “escucha”; esta fue la respuesta que dio Jesús cuando le hicieron la misma pregunta que yo os he hecho a vosotros». En cuántas ocasiones ponemos muchas cosas como premisas necesarias, cuando la realmente imprescindible es la escucha; sin ella todo lo demás ni siquiera existe.

Mi amigo les estaba refiriendo el texto del evangelio de Mar-cos, cuando a Jesús le hacen una pregunta similar:

«Entonces se le acercó uno de los escribas [...] y le preguntó: “¿Cuál es el mandamiento primero de todos?”. Respondió Je-

7 VD 3.

sús: “El primero es: Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento alguno mayor que estos”» (Mc 12,28-31).

Jesús, al igual que mi amigo, hacía alusión a una de las oracio-nes más importantes y cotidianas del judaísmo, el Shema, que se inicia con estas palabras de Dt 6,4-5.

La actitud de «escucha» es un tema recurrente en toda la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. El es-cuchar no es solo un gesto físico, en el que interviene solo el oído o el aparato auditivo: ¡no! La escucha implica a toda la persona. Involucra la voluntad, la inteligencia, la memoria, las opciones, los proyectos, la vida... Esto lo sabían muy bien las gentes de la Biblia, el Pueblo de Dios.

Es imposible vivir según la voluntad de Dios, en la onda de su Palabra, si antes no se ha hecho una experiencia de escucha. Esa escucha es la que posibilita entender la centralidad de la Palabra de Dios en la pastoral, en toda la vida de la Iglesia. Es una actitud a la que estamos invitados todos los que participamos en alguna parcela de la pastoral eclesial.

3. Noenconflictoconotrasprioridades

El papel central, nuclear de la Palabra de Dios en la acción eclesial no entra en pugna con otras primacías o prioridades comunita-rias, eclesiales. Por supuesto no está en colisión con la centrali-dad de la Eucaristía o con la opción preferencial por los pobres o

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84 La Biblia compartida 85La Biblia: «corazón» de la Pastoral

con la construcción comunitaria o con la prioridad de los valores del Reino o de la evangelización, etc.

De hecho todas estas prioridades están fundamentadas en ella, en la Palabra de Dios. De ahí la necesidad de tenerla siempre como referente, como nuclear, como transversal a toda la acción pastoral, eclesial.

La relación entre Eucaristía y Palabra de Dios esta subrayada frecuentemente en los documentos eclesiales. Nos pueden ser-vir de botón de muestra dos breves ejemplos:

«La íntima unidad entre Palabra y Eucaristía está arraigada en el testimonio bíblico (cf Jn 6; Lc 24), confirmada por los Padres de la Iglesia y reafirmada por el Concilio Vaticano II»8.

«La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia»9.

No puede haber conflicto donde hay complementariedad, unidad indisoluble. Es el mismo Cristo quien se ofrece a través de su Palabra y de su Cuerpo y Sangre. Es el mismo Jesús quien se da como alimento en su Palabra y en la Eucaristía. La doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía forma una unidad inaltera-ble, inseparable en la liturgia eucarística.

En el sínodo de la Palabra se suscitó la cuestión de la sacra-mentalidad de la Palabra y la necesidad de una reflexión teológi-

8 VD 54.9 DV 21.

ca sobre ella, justo en la proposición que trata sobre la «Unidad entre Palabra de Dios y Eucaristía»10. Más tarde, en la exhor-tación apostólica postsinodal, Benedicto XVI dedica un largo apartado al tema, también relacionándolo con la necesidad de profundizar en la relación entre Palabra y Eucaristía:

«En el origen de la sacramentalidad de la Palabra de Dios, está precisamente el misterio de la encarnación: “Y la Palabra se hizo carne” ( Jn 1,14), la realidad del misterio revelado se nos ofrece en la “carne” del Hijo. La Palabra de Dios se hace percep-tible a la fe mediante el “signo”, como palabra y gesto humano. La fe, pues, reconoce el Verbo de Dios acogiendo los gestos y las palabras con las que Él mismo se nos presenta. El horizonte sacramental de la revelación indica, por tanto, la modalidad his-tórico salvífica con la cual el Verbo de Dios entra en el tiempo y en el espacio, convirtiéndose en interlocutor del hombre, que está llamado a acoger su don en la fe.

De este modo, la sacramentalidad de la Palabra se puede entender en analogía con la presencia real de Cristo bajo las es-pecies del pan y del vino consagrados. Al acercarnos al altar y participar en el banquete eucarístico, realmente comulgamos el cuerpo y la sangre de Cristo. La proclamación de la Palabra de Dios en la celebración comporta reconocer que es Cristo mis-mo quien está presente y se dirige a nosotros para ser recibido. Sobre la actitud que se ha de tener con respecto a la Eucaristía y la Palabra de Dios, dice san Jerónimo: “Nosotros leemos las Sagradas Escrituras. Yo pienso que el Evangelio es el Cuerpo de Cristo; yo pienso que las Sagradas Escrituras son su enseñanza.

10 Proposiciones de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia», proposición 7.

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Y cuando él dice: Quién no come mi carne y bebe mi sangre ( Jn 6,53), aunque estas palabras puedan entenderse como refe-ridas también al Misterio [eucarístico], sin embargo, el cuerpo de Cristo y su sangre es realmente la palabra de la Escritura, es la enseñanza de Dios. Cuando acudimos al Misterio [euca-rístico], si cae una partícula, nos sentimos perdidos. Y cuando estamos escuchando la Palabra de Dios, y se nos vierte en el oído la Palabra de Dios y la carne y la sangre de Cristo, mientras que nosotros estamos pensando en otra cosa, ¿cuántos graves peligros corremos?”. Cristo, realmente presente en las especies del pan y del vino, está presente de modo análogo también en la Palabra proclamada en la liturgia. Por tanto, profundizar en el sentido de la sacramentalidad de la Palabra de Dios, puede fa-vorecer una comprensión más unitaria del misterio de la revela-ción en “obras y palabras íntimamente ligadas”, favoreciendo la vida espiritual de los fieles y la acción pastoral de la Iglesia»11.

Estas palabras abren unas perspectivas inusitadas. El valor sa-cramental de la Palabra, en la proclamación litúrgica, entendido como la presencia de Jesucristo, a través de sus palabras, mejor de su Palabra, es una intuición extraordinaria. Y mucho más cuando es entendido en relación al sacramento de la Eucaristía, aunque sea de modo análogo. El comentario de san Jerónimo a Jn 6, citado por el papa, no deja lugar a ningún tipo de duda: la presencia de Cristo [de forma sacramental, significativa] en los creyentes es gracias a «comer y beber» su Palabra. La Palabra de Dios y la Eucaristía forma una unidad indisoluble, incuestiona-ble. La revelación divina a la Humanidad nos ha llegado a través

11 VD 56; cf E. Bianchi, Carácter central de la Palabra de Dios, en G. Alberigo-J. P. Jossua (eds.), La recepción del Vaticano II, Cristiandad, Madrid 1987, 157-158.

de gestos y de palabras; la Eucaristía y la Palabra revelada son esas dos caras de la misma moneda.

Algo similar ocurre con las otras realidades prioritarias. Es en la Biblia donde descubrimos la opción preferencial por los po-bres. Sin las Sagradas Escrituras, sin la enseñanza y denuncia de los profetas, sin las palabras y los gestos de Jesús, sin la actividad y escritos de las primeras comunidades no reconoceríamos en el pobre, en el desvalido, en el necesitado, el rostro de Dios, la persona de Jesús.

«“Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me dis-teis de beber; era forastero y me hospedasteis; estaba desnudo y me vestisteis; caí enfermo y me visitasteis; estaba en la cárcel y fuisteis a verme”. Entonces le responderán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer; o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te hospeda-mos; o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a visitarte?”. Y el rey les responderá: “Os lo aseguro: todo lo que hicisteis con uno de estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”» (Mt 25,35-40).

Esta acción eclesial, pastoral a la que nos sentimos invitados por Jesús, en una de las páginas más bellas del evangelio, nace como respuesta a un requerimiento que encontramos en los tex-tos sagrados, en la Biblia. La pastoral sanitaria, la de prisiones, la asistencial, la de acogida, etc. tienen su razón de ser, su iden-tidad en la Palabra de Dios, en este texto, pero también en otros muchos: en la Biblia en su conjunto como revelación de la vo-luntad de Dios para la Humanidad y como manifestación de lo que espera de los que nos autodenominamos su discipulado. No

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podemos, no debemos renunciar, ocultar u obviar que la Palabra de Dios está en el centro de toda nuestra labor pastoral.

La construcción de la comunidad creyente, mejor aún, la edi-ficación del Reino de Dios, tarea prioritaria, también tiene su fundamento incuestionable en la Palabra de Dios. La centralidad del Reino de Dios en la predicación y en las acciones de Jesús la conocemos por la escucha, la lectura, la meditación y el estu-dio de la Palabra de Dios, en este caso de los evangelios. Es esta una tarea que nace, que tiene su origen en los textos del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana; solo si mantenemos su cen-tralidad, si continuamos convocados alrededor de esta Palabra única será posible la obra del Reino de Dios: «Venga a nosotros tu Reino» (Mt 6,10). Esta súplica que repetimos diariamente en el «Padrenuestro» es también una tarea: es obra de Dios pero, al mismo tiempo, responsabilidad nuestra. La Palabra de Dios nos interpela a hacerlo posible.

Los valores del Reino que deseamos que se hagan presen-tes en la Iglesia y en el mundo son los que vivió y predicó Je-sús. Los conocemos a través de sus palabras y sus gestos que nos han transmitido en las Escrituras los autores humanos inspira-dos por el Espíritu Santo. Jesús nos enseñó que Dios nos ama personalmente, con un amor gratuito, misericordioso, paternal; que todas las mujeres y todos los hombres gozan de la misma dignidad; que nadie puede decir que ama a Dios si no tiene un exquisito amor por el próximo, por el otro (sin discriminaciones por sexo, etnia, religión, posición social, lugar de nacimiento, forma de pensar, etc.); que la injusticia y el mal no tienen la últi-ma palabra; que hemos de luchar para que este mundo sea más humano, más justo y así responda al plan original de Dios; que la fraternidad universal es posible... La Palabra de Dios nos invita a

vivir estas realidades, a hacerlas posible; en ella encontramos la fuerza y la inspiración.

De igual manera la evangelización solo es viable a partir de la Palabra de Dios; en ella encuentra su razón de ser, su vocación. El papa Benedicto XVI se hace eco frecuentemente de la inicia-tiva del papa anterior, Juan Pablo II, sobre la necesidad de una «nueva evangelización»12, y esta siempre en íntima relación con la Palabra de Dios.

«Por eso, nuestro tiempo ha de ser cada día más el de una nueva escucha de la Palabra de Dios y de una nueva evangelización. Re-descubrir el puesto central de la Palabra divina en la vida cristia-na nos hace reencontrar de nuevo así el sentido más profundo de lo que el papa Juan Pablo II ha pedido con vigor: continuar la missio ad gentes y emprender con todas las fuerzas la nueva evangelización, sobre todo en aquellas naciones donde el Evan-gelio se ha olvidado o padece la indiferencia de cierta mayoría a causa de una difundida secularización. Que el Espíritu Santo despierte en los hombres hambre y sed de la Palabra de Dios y suscite entusiastas anunciadores y testigos del Evangelio.

A imitación del gran Apóstol de los Gentiles, que fue trans-formado después de haber oído la voz del Señor (cf He 9,1-30), escuchemos también nosotros la divina Palabra, que siempre nos interpela personalmente aquí y ahora. Los Hechos de los Apóstoles nos dicen que el Espíritu Santo «apartó» a Pablo y Bernabé para que predicaran y difundieran la Buena Nueva (cf

12 El Sínodo de los obispos de octubre de 2012 está dedicado al tema de la nueva evangelización; Benedicto XVI ha instituido un Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización (septiembre de 2010); las continuas referencias del papa al tema en prácticamente todos los últimos documentos; etc.

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13,2). Así, también hoy el Espíritu Santo llama incesantemente a oyentes y anunciadores convencidos y persuasivos de la Pala-bra del Señor»13.

En las palabras del pontífice constatamos que no hay divorcio posible entre nueva escucha de la Palabra de Dios y nueva evange-lización. La evangelización solo es posible si el Espíritu Santo des-pierta hambre y sed de la Palabra de Dios; como vaticina el profeta Amos: «Vendrán días –oráculo del Señor Dios– en que enviaré el hambre a este país; no será hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar la Palabra de Dios» (Am 8,11). Es a partir de esta rea-lidad cuando es posible que aparezcan anunciadores entusiastas de esta Palabra, movidos por el mismo Espíritu. La nueva evan-gelización tiene su fundamento y su razón de ser en la Palabra de Dios, a ejemplo de la llamada que recibieron Pablo y Bernabé, y el resto de apóstoles y discipulado. La nueva evangelización solo será posible a partir de una nueva escucha de la Palabra de Dios; en ella encontrará su fuerza, su empuje, su fundamento, ya que «de la Palabra de Dios surge la misión de la Iglesia»14. Y es que la originalidad del mensaje cristiano consiste en la constatación de que Dios ha salido al encuentro del ser humano, ha querido comunicarse con él, entrar en diálogo: «la novedad del anuncio cristiano es la posibilidad de decir a todos los pueblos: Él se ha re-velado. Él personalmente. Y ahora está abierto el camino hacia Él. La novedad del anuncio cristiano no consiste en un pensamiento sino en un hecho: Él se ha revelado»15. Este es el núcleo de nuestra predicación, del mensaje de la nueva evangelización.

13 VD 122.14 Título del n. 92 de la VD.15 VD 92.

Una vez más constatamos que ninguna realidad eclesial, cris-tiana, es ajena a la Palabra de Dios. No podemos, no debemos prescindir de esta premisa, si no corremos el riesgo de desfigurar el mensaje de Jesús.

4. Encuentros en torno a la Palabra

Solo será posible aproximarnos al objetivo de que la Palabra de Dios se convierta en el centro de la vida cristiana, en el funda-mento de nuestras comunidades eclesiales, en el eje transversal que atraviese y fecunde toda la acción pastoral si conseguimos que todos bebamos asiduamente del manantial de dicha Palabra.

En la exhortación apostólica Verbum Domini comprobamos que el papa dedica una de sus tres partes, concretamente la se-gunda, a la Palabra de Dios en la Iglesia (Verbum in Ecclesia), donde desarrolla de forma exhaustiva el lugar privilegiado que ocupa la Palabra de Dios en toda la acción eclesial, desde la li-turgia (a cuya relación con la Palabra dedica veinte números) a la animación bíblica de la pastoral, a la catequesis, a la formación bíblica de los cristianos, a los encuentros eclesiales, a las voca-ciones, a la lectura orante de la Palabra, a la oración mariana y a Tierra Santa. Nada hay ajeno, en la vida de la Iglesia, a la Pala-bra de Dios; dejará para la tercera parte la relación con la acción evangelizadora y asistencial y de diálogo interreligioso y con el mundo.

Para esta interrelación entre vida eclesial y Palabra de Dios es necesario, obviamente, que la comunidad creyente, que el Pue-blo de Dios entre en contacto, conozca, lea, medite, ore, estudie, comparta dicha Palabra.

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Cada vez más el acceso a los estudios teológicos y concre-tamente a los estudios bíblicos no es una opción a la que solo tiene acceso el clero. El Concilio Vaticano II y concretamente la constitución Dei Verbum marcaron un antes y un después en la posibilidad de conocer y estudiar la Biblia16. Aunque el primer paso lo ha constituido la apertura de la Palabra a todo el Pueblo de Dios, después de tantos años en que el acceso era casi impo-sible, en el campo católico.

«La Palabra de Dios ha sido devuelta al pueblo, que al escu-charla encuentra al Señor y entra en comunión con Él. Este es en absoluto el resultado más grande del Concilio, aunque esta-mos aún lejos de poder medir sus efectos y consecuencias en la fe y en la praxis cristiana. También el cristiano que participa en la liturgia dominical puede ahora escuchar todo el evangelio y las partes más relevantes del Antiguo y del Nuevo Testamento, antes marginales en la liturgia. Así, poco a poco, todo el pueblo de Dios va adquiriendo una dimensión bíblica en su oración, en su piedad, en su vida, mientras que antes, en el mejor de los casos, solo podía acceder a la “historia sagrada”, como se decía en los manuales de devoción que florecieron, sobre todo, entre finales del signo XIX y comienzos del XX.

Este acontecimiento de la restitución de la Palabra de Dios al pueblo, aunque fuera solo de la “letra” (del gramma o de la graphé), es en todo caso importantísimo y no podrá menos de dar sus frutos»17.

16 El tema es desarrollado en el capítulo de M. de l’E. Amill-Rocamora, La animación bíblica en los estudios teológicos.

17 E. Bianchi, o.c., 164-165.

Estas palabras que escribía Enzo Bianchi hace veinticinco años aún siguen siendo actuales; y el camino recorrido, desde entonces, es grande y muy positivo. Si bien a algunos nos gusta-ría que aún se hubiese avanzado más en este itinerario.

Comentábamos que actualmente es fácil encontrar religio-sos, religiosas, laicos y laicas en las facultades de teología, jun-to con presbíteros y candidatos al diaconado y presbiterado. De igual manera los institutos superiores de ciencias religiosas han sido una puerta importantísima de apertura de los estu-dios teológicos, y los bíblicos en particular, a todo el pueblo de Dios. A los estudios reglados hemos de añadir cursos que se imparten en diversas instituciones de Iglesia, en centros pas-torales, en parroquias, grupos, movimientos, etc. El acceso al conocimiento de la Biblia y de su interpretación es cada vez más universal.

Por ejemplo, la experiencia del aumento constante de alum-nado en el ISCREB18, donde imparto clases, sobre todo a partir de la decisión del centro de compaginar la enseñanza presencial con la virtual por Internet que ha facilitado el acceso al laicado, y que en la rigidez de unos horarios presenciales les resultaba difícil cuando no imposible estudiar teología, responde al inte-rés creciente por los estudios teológicos y, en concreto, por el conocimiento de la Biblia; junto a la facilidad de poder hacerlo y combinarlo con las obligaciones familiares y laborales. Esta rea-lidad sé que cada vez se está extendiendo, con éxito, por muchos lugares y los institutos superiores de ciencias religiosas existen

18 Las siglas ISCREB corresponden al «Institut Superior de Ciències Religioses de Barcelona», donde se imparten clases presenciales y también por Internet, pudien-do el alumnado elegir entre las dos modalidades o combinarlas según sus necesidades y posibilidades.

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por doquier. Y que también muchos laicos y laicas, religiosos y religiosas y presbíteros que quieren actualizar y progresar en sus estudios y conocimientos de la Palabra de Dios se apuntan a cursos de estos institutos o de las facultades de teología. Y cons-tatamos, con gozo, que el profesorado es plural y eso es una gran noticia: laicos, religiosos, presbíteros...

En paralelo a estos estudios y cursos los centros de pastoral, movimientos, grupos diversos, parroquias, etc., cada vez, con más asiduidad, organizan cursos y charlas sobre temas bíblicos, desde introducciones a la Biblia o a partes de ellas, a profundi-zación en algunos textos bíblicos, etc., facilitando el encuentro y la familiarización del pueblo de Dios con la Palabra viva de la Escritura. Las posibilidades cada vez son mayores y la oferta de cursos es inmensa. Doy fe de que esta es también una expe-riencia muy gratificante. Me he encontrado, con frecuencia, que cuando comienzas a hablar de la Palabra de Dios, de su riqueza, de su contenido y lo compartes con los asistentes ves muchas caras y comentarios que van desde la extrañeza a la admiración por la Palabra. Es frecuente escuchar: «¿porqué nunca antes nos lo habían explicado así?»; «después de tantos años ahora des-cubro la Biblia»; «antes no entendía lo que leía o escuchaba en la Misa, ahora he descubierto un mensaje y una perspectiva ex-traordinarios»; «el Antiguo Testamento me parecía muy difícil y lejano, ahora he descubierto tantas cosas maravillosas»; etc. Siempre es satisfactorio comprobar que la Palabra de Dios ena-mora, contagia, entusiasma, compromete.

Y cómo no hablar de los grupos de Animación Bíblica de la Pastoral, cuyo referente común es la Escuela de Animación Bíblica, al menos de los que tenemos experiencia en Barcelona (capital y provincia), conscientes y gozosos de que la realidad

es mucho más amplia, como podemos comprobar por algunos de los otros capítulos de la obra. En la actualidad funcionan, en la provincia de Barcelona, con periodicidad semanal, quincenal o mensual, al menos dieciocho grupos diferentes, coordinados por Quique Fernández y yo; aunque operan todos ellos con gran autonomía. Justino, en el capítulo «Despertar las semillas de la Palabra» nos aproxima a la historia de los inicios de esta realidad. Estos grupos se reúnen en locales parroquiales, casas particulares, locales sociales... ¡cualquier lugar es bueno para compartir la Palabra! E igual de variados son los nombres e ini-ciativas que hay detrás de cada uno de ellos: «Café en torno a la Biblia»; «Grupo de animación bíblica santa Magdalena»; «Grupo bíblico hermanas de la caridad de santa Ana»; «Es-cuela de la Palabra»; «Palabra y pan para el camino»; «Grupo bíblico paulino»; «Grupo bíblico y misionero “Cinco panes y dos peces”»; etc. En ellos se trabajan diversos libros de la Biblia, sugeridos por la persona que lo coordina o, en la mayoría de los casos, consensuados por el grupo. Y la dinámica que aplican en el grupo también es diversa, ¿cómo no iba a ser así? En muchos se trabajan los textos desde la lectio divina o lectura orante de la Palabra, siguiendo el método clásico o con diversas variantes19; en otros se comenta el texto desde la vida, desde las experiencias personales de los participantes; algunos prefieren hacer un estu-dio más metódico de algunos libros bíblicos; hay quienes par-tiendo del texto van del contexto histórico en el que se originó al contexto comunitario y personal actual; y un largo etcétera. Y, gracias a Dios, esta es una realidad que va creciendo en número y en calidad día a día.

19 Ver el capítulo de P. Barrado, La Biblia orada y vivida.

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Lógicamente, los diversos grupos bíblicos tenemos a lo largo del año la posibilidad de compartir experiencias y mucho más cosas (estudio, oración, momentos lúdicos, comida fraternal, conocimientos de otras realidades bíblicas, etc.), así como invi-tar a otras personas para que conozcan y se unan a nosotros en el entusiasmo por la Palabra de Dios. Participamos mensualmen-te en encuentros de animadores bíblicos en el Centre d’Estudis Pastorals de les Diòcesis Catalanes (CEP); tenemos cuatro en-cuentros bíblicos de toda una jornada a lo largo del año; desde hace ya unos años organizamos semanas bíblicas, con toda una variedad de actos alrededor de la Biblia: conferencias, lectio di-vina, exposiciones bíblicas, actividades para jóvenes, dinámicas para niños, cine-fórum, música, etc.; frecuentemente presenta-mos, en colaboración con algunas editoriales y librerías, libros de temática bíblica... Todo lo que la imaginación y el tiempo nos permiten. Iniciativas que buscan que la Palabra de Dios sea central, nuclear, transversal en toda la acción pastoral y en nues-tras vidas.

Y, ¿cómo no? también tenemos nuestro «hueco» en Internet. Desde el blog http://bibliaypastoral.blogspot.com.es/ hacemos partícipes a todos de las diversas actividades que organizamos, publicamos artículos de interés bíblico-pastoral, nos hacemos eco de diversas iniciativas de animación bíblica, etc. Nuestra presencia en Internet se extiende también a la participación en otros blogs y páginas webs, así como en diversas redes sociales: Facebook, Twitter, etc. Aprovechamos este nuevo «areópago» para estar comunicados y sembrar la semilla de la Palabra, la animación bíblica en todos los lugares posibles y llegar al mayor número de personas.

5. Exégesiscientíficayanimaciónbíblicapopular en armonía

La palabra «armonía» es de origen griego y su sentido etimoló-gico es ajuste, combinación, acuerdo, justa proporción; y una de sus acepciones en la lengua castellana es «conveniente propor-ción y correspondencia de unas cosas con otras»20. Exactamente esta es la relación que debe existir, en la animación bíblica de la pastoral, entre exégesis científica y lectura popular de la Biblia21.

Con relativa frecuencia estas dos realidades son presentadas en confrontación. De hecho la exhortación apostólica Verbum Domini señala el peligro de dualismo entre actividad exegética y lectura creyente22. El problema se puede agudizar si cada una de las partes se sitúa en su «torre de cristal» y no entra en rela-ción dialogal con la otra. No podemos, no debemos renunciar a una exégesis científica si no queremos volver a épocas felizmente superadas y, peor aún, a lecturas fundamentalistas de la Biblia23. Pero, de la misma manera, nadie tiene derecho a arrebatar la Palabra de Dios al Pueblo de Dios y convertir la lectura de los textos bíblicos en una labor reservada a una élite altamente espe-cializada. Los estudios bíblicos, incluyendo aquellos que utilizan

20 J. Casares, Diccionario ideológico de la lengua española, Gustavo Gili, Barcelona 19772, vocablo «armonía», 70.

21 Cf C. Mesters, La interpretación popular de la Biblia, Concilium 27 (1991) 143-156.

22 Cf VD 35-38.23 «Se necesita una fe que, manteniendo una relación adecuada con la recta ra-

zón, nunca degenere en fideísmo, el cual, por lo que se refiere a la Escritura, llevaría a lecturas fundamentalistas. Por otra parte, se necesita una razón que, investigando los elementos históricos presentes en la Biblia, se muestre abierta y no rechace a priori todo lo que exceda su propia medida» (VD 36). Cf Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, I, F, 3 (15 de abril de 1993).

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los métodos de crítica histórica y literaria, están al servicio de la Palabra de Dios. Y la Palabra de Dios pertenece a la comunidad creyente, eclesial: en ella encuentra la razón de su existencia y su fundamento.

Por esta razón reivindicamos la armonía, el equilibrio entre exégesis científica y animación bíblica popular. Somos muchos los biblistas que participamos en la animación bíblica de la pas-toral y ello no ha significado, de ninguna manera y en ningún caso, renunciar a la exégesis científica o dejar de enseñarla en las clases que impartimos. El ámbito de la pastoral no es el pro-pio de la exégesis pero eso no significa que la animación bíblica pastoral pueda prescindir o ignorar esta hermenéutica, por el contrario, la ha de suponer. La existencia, por ejemplo, del se-minario permanente de «Biblia y Pastoral» en las Jornadas de la «Asociación Bíblica Española», en convivencia con otros se-minarios más técnicos, desde la perspectiva de la exégesis cien-tífica, es una constatación diáfana de que es posible y necesaria esta convivencia armónica. Por otro lado, los diversos grupos de animación bíblica agradecen y ven necesario el conocer, el des-cubrir aunque sea, en algunos casos, someramente los avances es los estudios exegéticos, el poder situar los textos que trabajan, estudian y rezan en el contexto original en el que surgieron, y esto les ayuda en su hermenéutica de actualización personal y comunitaria.

6. Fecundando todas las realidades pastorales

Hemos constatado, espero, a lo largo del capítulo cómo ninguna realidad pastoral es ajena a la Palabra de Dios. Y cómo la Biblia

debe estar presente en toda actividad eclesial, de lo contrario es-taríamos expuestos a una pastoral vacía y sin señas de identidad. Más aún, nos atrevemos a afirmar que la Palabra del Señor ha de fecundar todas las realidades pastorales; sin ella no hay pastoral cristiana, esta sería una entelequia estéril.

La Palabra de Dios es la semilla que podemos acoger o recha-zar, pero si la acogemos produce en nuestras vidas, en nuestras comunidades, en nuestra acción pastoral un fruto abundante: «Hay quienes reciben la semilla en tierra buena; son los que oyen la palabra y la aceptan en su corazón y dan fruto al treinta por uno, al sesenta, o al ciento» (Mc 4,20). Hemos de posibilitar que las Escrituras fecunden todos los escenarios y situaciones pastorales.

La Biblia es el «corazón» de la Pastoral. Igual que en un ser vivo el corazón es el que bombea la sangre, la vida, a todo el cuer-po, así la Escritura Sagrada debe ser la que «bombee» la vida del Espíritu, la Palabra viva de Dios a toda la comunidad creyente, a toda la acción pastoral. Sin la Palabra de Dios la Pastoral es una realidad muerta, con ella cobra Vida, con mayúscula.

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4La Biblia orada y vivida: La Lectio Divina1

Pedro Barrado Fernández

Providencialmente, durante los días de preparación de estas pá-ginas se celebró en Madrid el Congreso La Sagrada Escritura en la Iglesia (7-9 de febrero de 2011), con motivo de la publicación de la Sagrada Biblia, versión oficial del texto bíblico de la Conferen-cia Episcopal Española. Entre otras ponencias y comunicaciones se pudo escuchar la de la profesora Nuria Calduch-Benages, de la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma), que versó sobre «La lectura orante o creyente de la Sagrada Escritura (lectio divi-na)». En diversos momentos del presente texto recurriremos a esta valiosa comunicación de la profesora Calduch2.

1 Este trabajo se presentó originalmente en «La Palabra, fuerza y alimento del ministerio sacerdotal» (Dei Verbum 21), XXIII Jornadas de Estudios Teológicos. En-cuentro de Seminarios Mayores de Extremadura (Cáceres, 9-11 de marzo de 2011). Publicado en Cauriensia 6 (2011), 355-377.

2 El texto de la profesora Calduch puede consultarse en la página web del Congre-so: http://www.sagradabibliacee.com/index.php/ponencias.

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1. Una escalera al cielo

a) Un poco de historia

Fijar el momento histórico preciso de inicio de la lectio divina es tarea imposible. Parece claro que son los Padres de la Iglesia, especialmente Orígenes (ca. 185-253), los sistematizadores de dicha práctica. Contamos con testimonios de san Jerónimo, san Ambrosio o san Agustín, por citar solo algunos nombres des-tacados, instando o recomendando la lectio divina de los textos sagrados.

Pero será el monacato el que, desde sus inicios, allá por los siglos IV-V, convierta a la lectio en elemento central en la vida de los monjes. En esta corriente hay que mencionar especialmente la figura de Casiano (360-435), que transmitirá a Occidente la tradición de los Padres orientales. Así se llegará hasta la Edad Media, con figuras como Hugo de San Víctor, Guillermo de Saint-Thiérry o Bernardo de Claraval.

Dice la profesora Calduch que «después de la Edad Media, el método de la lectio divina vivirá un período de oscuridad, que-dando relegado prácticamente a las comunidades monásticas. La lectura orante de la Palabra será sustituida por otras prácti-cas de carácter más intelectual o devocional, introspectivo y psi-cológico». En efecto, a partir del siglo xiii, y sin abandonar el claustro, la Biblia pasará –aunque ya de otro modo– al ámbito de las escuelas catedralicias y universidades, con una exégesis más erudita y «científica», y la theologia –término que en la antigüe-dad era intercambiable con los de lectio divina y sacra pagina– se independizará en gran medida de la Biblia, dejando a esta prácti-camente como cantera de argumentos.

«El “exilio” de la Palabra de Dios –sigue diciendo la profeso-ra Calduch– en la vida de la Iglesia y de los creyentes [...] duró muchos siglos, prácticamente hasta adentrado ya el siglo XX».

Por eso, en este brevísimo recorrido que estamos haciendo no podía faltar su estación término, que no es otra que el Con-cilio Vaticano II (estación término que en realidad se convierte para nosotros en estación de partida). En efecto, la constitución Dei Verbum afirma:

«El Santo Sínodo recomienda insistentemente a todos los fie-les, especialmente a los religiosos, la lectura asidua de la Escri-tura, para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo, pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo [...]. Recuerden que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la ora-ción, para que se realice el diálogo de Dios con el hombre» (DV 25).

Después del Vaticano II serán bastantes los documentos ofi-ciales que hablen de la lectio divina y la recomienden como prác-tica. Por citar solo dos: el documento de la Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia (IV, C, 2) y la reciente exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini, de Benedicto XVI (nn. 86-87).

b) ¿Qué es la «lectio divina»?

La lectio divina podría definirse como la lectura individual o comu-nitaria de un pasaje de la Escritura acogida como Palabra de Dios. Se trata, pues, de una lectura orante de la Biblia. Esto significa que,

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en la lectio, el orante es capaz de conectar con el espíritu con el que fue escrito el texto. Como señala el Concilio Vaticano II:

«La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita; por tanto, para descubrir el verdadero sen-tido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el conteni-do y la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe» (DV 12).

Guigo el Cartujo, noveno prior de la Gran Cartuja de Grenoble (1174-1180), fue el que estableció hacia 1150 los pasos básicos de la lectio como método de lectura bíblica. Lo hizo en una obra titu-lada Scala claustralium («La escalera de los monjes»). Esa escale-ra constaba de cuatro pasos o peldaños (que hacen «subir [a los monjes] desde la tierra hasta el cielo»): lectio (lectura), meditatio (meditación), oratio (oración) y contemplatio (contemplación).

La 1. lectura tiene como objetivo ver qué dice el texto. Dice Giorgio Zevini3 que, en la práctica, leer un texto significa leerlo y releerlo muchas veces, incluso en voz alta. Pero no se trata solo de leer el texto, sino de conocerlo lo más exhaustivamente posible para poder entender lo que dice. Esta etapa correspondería a la de la búsqueda del sentido literal-histórico, para lo cual el orante podrá echar mano de cuantas herramientas considere necesarias (por ejem-plo comentarios bíblicos, diccionarios, etc.). En muchos casos, una buena lectio supone ya gran parte de meditatio y de oratio.

3 G. Zevini-P. G. Cabra (eds.), Lectio divina para cada día del año. 1. Tiempo de Adviento, Verbo Divino, Estella 20078, 7ss.

La 2. meditación trata de descubrir qué me dice Dios en ese texto. Es intentar asimilar la Palabra, «rumiarla», reflexio-nando sobre los valores permanentes que ofrece el texto bíblico. Evidentemente ya no estamos en la fase del «sen-tido literal», sino en otro nivel distinto.La 3. oración se ocupa de lo que le digo yo a Dios desde el texto. Se trata, pues, de responder a lo que Dios nos ha su-gerido en el pasaje de la Escritura. Porque hay que seguir manteniendo las palabras de san Pablo: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues nosotros no sabemos orar como es debido» (Rom 8,26).La 4. contemplación, finalmente, se produce cuando Dios y el orante se miran o se unen. G. Zevini dice que es mirar con admiración, en silencio, el misterio de Dios. Obviamente, la contemplación no es ninguna técnica (por lo cual será difícil introducir esta fase en la lectio habitual), sino un don que Dios nos da.

A estos «peldaños» se añaden a veces dos más: la operatio (acción, compromiso), que tiene que ver con una transforma-ción de la vida del orante y su consiguiente cambio de conducta, y la collatio (diálogo), la comunicación con los otros, el compar-tir. En el n. 87 de la exhortación postsinodal Verbum Domini, Be-nedicto XVI habla también de la actio, «que mueve la vida del creyente a convertirse en don para los demás por la caridad».

Por su parte, los obispos del País Vasco y Navarra4 han habla-do de cuatro claves de lectura de la lectio divina:

4 Obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, Acoger y transmitir la Palabra de Dios. Carta de Cuaresma-Pascua de 2009, nn. 45-48. Accesi-ble en la sección de «Cartas pastorales», en http://www.diocesisvitoria.org.

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Supone en primer lugar una lectura respetuosa de los tex-1. tos, partiendo siempre de su sentido literal.Implica acceder al texto desde la vida y para la vida, hu-2. yendo de cualquier connotación «académica» o de eru-dición estéril.Apunta a compartir la Palabra de Dios en la comunidad, 3. lugar natural de la Palabra.Conlleva leerla a la luz de la Pascua, es decir, desde el en-4. cuentro personal con Cristo resucitado, aquel que es pro-piamente la Palabra de Dios.

2. En busca de sentido

Pero la lectio divina posee unas raíces mucho más hondas, ya que tiene en la lectura «espiritual» –entendida en sentido amplio– su origen más remoto y su razón de ser. Por lectura espiritual entendemos aquella lectura del texto bíblico capaz de alimentar el espíritu. Pues bien, esta clase de lectura, cuyo objetivo es bus-car el sentido profundo de la Escritura, ya se dio tanto en el ám-bito judío como en el del primer cristianismo. Evidentemente, esto solo fue posible cuando hubo textos susceptibles de recibir el nombre de «Sagrada Escritura», es decir, cuando ya estaban de alguna forma «canonizados» (independientemente de que hubiera o no decisiones formales por parte de las autoridades pertinentes tanto en el judaísmo como en el cristianismo)5.

5 Mucho de lo que se dirá a continuación está escrito en P. Barrado Fernán-dez, Targum y Palabra de Dios, Revista de Espiritualidad 237 (2000) 415-441.

a) En ámbito judío

El judaísmo de los rabinos (llamado judaísmo formativo o nor-mativo: el que surge después de la catástrofe del año 70, tras la conquista de Jerusalén por las tropas de Tito) es el que irá es-tableciendo más o menos formalmente los principios que regi-rán esa lectura de la Escritura en busca de un sentido –en rigor, sentidos– capaz de conducir y alimentar las diferentes facetas de la vida. A esta clase de exégesis se la suele denominar «derási-ca», término que deriva del verbo darás, que significa «buscar», «interpretar»6.

Aunque nosotros no haremos distinciones en esta exégesis o interpretación, hay que tener en cuenta que conviene distinguir entre la exégesis de los escribas anteriores al año 70 –nomológica, es decir, la Biblia como corpus legal que hay que cumplir– y la de los posteriores –inspiracional, o sea, la Biblia como profecía que tiene que cumplirse–. La exégesis inspiracional será la que «descubre multitud de sentidos en la Escritura [...], usa y abusa de la alegoría [...], introduce nuevas y rebuscadas técnicas inter-pretativas [...] [y] puede prescindir del contexto original del tex-to para encontrarle su “cumplimiento hoy”, que escatologiza al máximo el mensaje bíblico»7.

Empezaremos viendo algunos principios que nutren esta exégesis derásica.

6 En el judaísmo medieval se acabará distinguiendo entre derás –exégesis que trata de buscar sentidos ocultos– y pésat, término que designa la explicación literal de un texto.

7 M. Pérez Fernández, Literatura rabínica, en G. Aranda Pérez-F. García Martínez-M. Pérez Fernández, Literatura judía intertestamentaria, Verbo Divino, Estella 1996, 508.

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Un primer principio de interpretación y lectura vendría 1. expresado en un texto que encontramos en la Misná:

«El hijo de Bag Bad [discípulo de Hillel] decía: “Vuelve y revuelve [en la Torá = la Escritura], porque todo está en ella; estúdiala, hazte viejo en ella, gástala, no te apartes de ella, ya que no tienes cosa mejor que ella”» (Abot 5,22).

Es decir, todo lo que hay en el mundo tiene reflejo en la Torá, que por ello debe explicarse desde ella misma («la Torá desde la Torá»). El aspecto inverso de este principio dará como resultado que «lo que no está en la Torá no tiene existencia», mediante el cual el autor de la carta a los Hebreos, por ejemplo, «demuestra» la superioridad del sacerdocio de Cristo frente al del sumo sacerdote judío (cf Heb 7,3)8.

Un segundo principio afirma que en el texto de la Escritu-2. ra no hay nada superfluo: en él todo tiene valor y significa-do. Este principio es el que justificaría en último término el recurso a métodos filológicos que hoy consideramos subjetivos y poco «racionales», pero que fueron utiliza-dos tanto por parte de los judíos como de los cristianos (de esto hablaremos más adelante). En la tradición judía ha quedado Rabí Aqiba (muerto en el 135 d.C.) como el representante eximio de esta clase exégesis, ya que de él se

8 Una aplicación moderna y «laica» de este principio lo encontramos en obras como la de M. Drosnin, El nuevo código secreto de la Biblia, Planeta, Barcelona 2003, cuyo subtítulo anuncia que «la informática descifra el mensaje oculto del Libro sagra-do»: «Todo estaba escrito en este texto de tres mil años de antigüedad» (9).

dice que «sabía deducir montañas de halakot [prescrip-ciones] de cada ganchito de la Torá escrita» (Talmud de Babilonia, Menahot 29b).

Un tercer principio que se podría esgrimir es el del valor 3. permanente de la Palabra de Dios. Expresado en termino-logía rabínica: «La Torá tiene setenta caras» (Números Ra-bbá 7,19 [XIII, 15-16]), es decir, plenitud de sentido. Lo que hay que hacer es buscar (darás) en ella hasta encontrar el que se necesita o es apropiado para el momento. Eviden-temente se trata de una búsqueda costosa, tanto que se dice que se requieren cuarenta y ocho cualidades para abordar la Torá (más que las treinta para adquirir la realeza y las veinticuatro para el sacerdocio, cf Misná, Abot 5,5).

Estos principios se irán plasmando en técnicas concretas que ayudarán a ir decantando ese sentido buscado en la Escritura. Son clásicas a este respecto las siete reglas (middot) de Rabí Hi-llel, famoso maestro de la época de Herodes. En realidad se trata de una recopilación de las reglas de interpretación que estaban en vigor en la época (algunas de ellas, si no la mayoría, sin duda procedentes del ámbito helenístico).

Qal wa-homer,1. «ligero y pesado». Se trata de una especie de argumento a fortiori: si algo se dice de lo menor, cuánto más de lo mayor. También se utiliza en sentido contrario (salvo para agravar penas). Por ejemplo, a propósito de cómo resucitarán los muertos, si vestidos o desnudos, así razona el Talmud de Babilonia: «Si el grano de trigo, que es enterrado desnudo, germina vestido, con cuánta más ra-

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zón ha de esperarse esto de los justos, que son enterrados vestidos» (Ketubim 111b).Gezerá sawá, 2. «principio equivalente». Se trata de una ar-gumentación por analogía.Binyan ab mi-katub ejad, 3. «construcción de una familia a partir de un solo texto». Se trataría de agrupar en torno a un texto principal otros que contengan las mismas expre-siones. Este texto principal se constituiría así en paradig-ma o modelo para la interpretación de los otros pasajes.Binyan ab mi-seney ketumbim, 4. «construcción de una fami-lia a partir de dos textos». Semejante a la regla anterior, solo que argumentando desde dos textos bíblicos.Kelal we-perat, we-perat kelal, 5. «lo general y lo particular, lo particular y lo general». Se trata de que lo general queda determinado desde lo particular y viceversa.Ke-yosé bo be-maqom ajer, 6. «semejante a ello en otro pasa-je». Se trataría de una regla muy similar a la de la analogía.Dabar ha-lámed me-inyano, 7. «la cosa queda ilustrada por su contexto». Como se ve, se trata de algo muy razona-ble: para interpretar un pasaje hay que tener en cuenta el contexto.

Junto a estas siete reglas de Hillel se conocen también las tre-ce de Rabí Yismael. Este maestro de la segunda generación de tannaítas (entre el 90 y el 130 d.C.) es conocido por sus polémi-cas con Rabí Aqiba. A Rabí Yismael se le atribuye un hermoso y célebre dicho: «La Torá habla el lenguaje de los hombres» (ci-tado en Sifré Números 15,31), contra la interpretación rebuscada y excesiva de su rival Aqiba. Estas trece reglas no son sino una versión ampliada de las de Hillel (de hecho, la 5ª de Hillel se

desdobla en ocho en la lista de Yismael, mientras que la 3ª y la 4ª de Hillel se funden en la 3ª de Yismael).

Finalmente, también conocemos las treinta y dos reglas de Rabí Eliezer –Eliezer ben Rabí Yosé ha-Gelilí–, un maestro de la tercera generación de tannaítas (entre el 130 y el 160 d.C.). Como en el caso de las reglas de Hillel, parece que, en realidad, nos encontramos con una recopilación atribuida a Rabí Eliezer por su fama de buen hagadista o comentador (en el Talmud se dice que «cuando en la hagadá escuches la voz de Eliezer ben Yosé ha-Gelilí, pon las orejas como un embudo» [Hulin 80a]). En estas treinta y dos reglas hay que hacer mención especial de dos de ellas, la 29ª y a 30ª, por ser notablemente llamativas y ex-trañas para nuestra mentalidad.

La regla 29 de Rabí Eliezer recibe el nombre de gematría (no queda claro si se trata de una corrupción de la palabra griega gra-mmateia [de grammateus, «escriba»] o de geometría). Consiste en jugar con el valor numérico de las letras que componen las pa-labras (hay que recordar que, en algunas lenguas antiguas, como el hebreo, el griego o el latín, no hay signos específicos para los números, sino que las propias letras hacen de cifras).

Un ejemplo de gematría lo encontramos en una lectura margi-nal que ofrece el Targum Neófiti del texto de Gén 14,14, donde se juega con la suma de las letras del nombre Eliezer (que es 318)9:

9 En ámbito cristiano, en concreto en la Carta de Bernabé 9,7-9 y en Clemente de Alejandría (Stromata 6, 278-280), ambos del siglo II, se verá en esta cifra una re-ferencia a la cruz de Jesús, ya que 318 es precisamente la suma de las letras griegas «TIH», siendo la tau («T») una referencia a la cruz (crux commissa) y quedando Jesús aludido en la iota y eta de las dos primeras letras de su nombre: IHCOYC. Por otra parte, en opinión de L. W. Hurtado, Los primitivos papiros cristianos. Un estudio de los primeros testimonios materiales del movimiento de Jesús, Sígueme, Salamanca 2010, 161, muy probablemente el nombre «Jesús» pasó a ser un nomen sacrum debido a

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112 La Biblia compartida 113La Biblia orada y vivida: La Lectio Divina

Texto bíblico

En cuanto Abrán se enteró de que su sobrino [Lot] había caído prisionero, reunió a trescientos dieciocho criados nacidos en su casa, y fue en persecución de los raptores hasta Dan.

Targum Neófiti1

Y oyó Abrán que su sobrino Lot había sido hecho prisionero y armó a sus jóvenes, los nacidos en su casa; y no quisieron ir con él, y se escogió entre ellos a Eliezer, que era...

Por su parte, la regla 30ª se denomina notariqon (de notarius, «de veloz escritura»). Se trata de un procedimiento mediante el cual, o bien las letras de una palabra se toman como iniciales de otros tantos términos, o bien una palabra se divide en dos o más.

Un ejemplo de notariqon lo hallamos en Gén 41,43, donde sirve para iluminar el sentido de un texto en el cual se encontra-ba una palabra –abrek– cuyo significado se había perdido:

Texto bíblico

[El faraón] lo hizo montar [a José] sobre el segundo de sus carros, y ordenó que se gritara a su paso: «¡Abrek!» [probablemente «¡Gran visir!»].

Targum Neófiti

Y le hizo montar en su segunda carroza y gritaban delante de él: «¡Viva el padre [ab] del rey, que es maestro en la ciencia, aunque joven y tierno [rek] en años!». Y le constituyó señor y jefe sobre todo el país de Egipto.

que sus dos primeras letras («IH») suman 18, exactamente lo mismo que el término hebreo, «vida».

1 El targum es la traducción aramea del texto hebreo, empleada en la liturgia si-nagogal. El Targum Neófiti fue descubierto en 1956 en la Biblioteca Vaticana por el P. Alejandro Díez Macho. Cf mi artículo ya citado «Targum y Palabra de Dios».

Aparte de estas reglas, el rabinismo utilizó otras. Agustín del Agua presenta diez «técnicas» al servicio de lo que él denomina «filología creadora»10:

‘Al tiqrey, 1. «no leas [así, sino...]»: cambio de vocales en las mismas consonantes (hay que recordar que el texto bíbli-co hebreo estaba escrito solo con consonantes).Tartey mismá, 2. «doble sentido».Cambio de negación por interrogación (retórica) para de-3. ducir un nuevo sentido afirmativo.Gematría 4. (cf la regla 29ª de Rabí Eliezer).Notariqon 5. (cf la regla 30ª de Rabí Eliezer).Asonancia entre dos términos por proximidad fonética u 6. ortográfica.Gezerá sawá 7. (cf la regla 2ª de Hillel).Interpretación etimológica de un nombre propio.8. Rémez 9. o alusión a un texto, acontecimiento o personaje del pasado11. 10. Sibbus, mosaico o recamado de palabras de diversa pro-cedencia.

Aunque hoy algunas de ellas nos resulten extravagantes, este conjunto de reglas sin duda sirvió para «contener» y regular

10 A. del Agua, El método midrásico y la exégesis del Nuevo Testamento, Institución San Jerónimo, Valencia 1985, 56-57. D. Muñoz León, Derás. Los caminos y sentidos de la Pa-labra divina en la Escritura. Primera serie. Derás targúmico y derás neotestamentario, CSIC, Madrid 1987, 92-112 también alude a alguna de estas técnicas o procedimientos.

11 Aunque H. L. Strack-G. Stemberger, Introducción a la literatura talmúdica y midrásica, ed. española preparada por M. Pérez Fernández, Institución San Jerónimo, Valencia 1988, 67, describen el rémez como «paronomasia, juego de palabras con raí-ces semejantes u homófonas». Se trataría de la regla 28ª de Rabí Eliezer.

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algunas lecturas desbocadas y hacer más «razonable» la inter-pretación. De hecho, como hemos señalado, bastantes de ellas proceden o están tomadas del mundo helenístico, en concre-to del ámbito alejandrino, donde Aristarco de Samotracia (ca. 216-144 a.C.), uno de los directores de la famosa biblioteca de Alejandría, desarrolló la tarea de leer e interpretar críticamente los textos de Homero. A él se debe el principio hermenéutico de «Homero por Homero» (recuérdese el principio rabínico de «la Torá desde la Torá»).

«El más antiguo e importante monumento literario de Grecia [la obra homérica] debía ser explicado por sí mismo y nunca corregido. De ahí su rechazo a la interpretación alegórica que otros defendían. [...] La edición de Homero por parte de Aris-tarco es, no obstante, la mejor que la antigüedad pudo conocer. Las reglas y equipamientos críticos de este sabio gramático se-rán retomados por las generaciones siguientes. Los encontra-remos en Orígenes, educado junto a los letrados de Alejandría en el otoño terminal del siglo II y la temprana primavera del III. Este intelectual cristiano será el primer artífice de una edición crítica de las Escrituras realizada en gran parte en Cesarea de Palestina, las Héxapla»12.

12 A. Paul, La Biblia y Occidente. De la biblioteca de Alejandría a la cultura europea, Verbo Divino, Estella 2008, 91.

b) En ámbito cristiano13

Lo mismo que sus colegas judíos, también entre los primeros cristianos encontraremos la motivación principal de hacer vivo y actual el sentido del texto bíblico, en primer lugar los textos que más tarde se denominarán Antiguo Testamento. La reflexión y sistematización de la fe cristiana que efectuaron los Padres de la Iglesia se hizo desde el texto bíblico y con la convicción de que este contenía la Palabra de Dios.

En general, para los Padres, la Biblia es fundamentalmente el «libro de Dios», es decir, Dios es prácticamente su único autor, y el hagiógrafo casi un mero amanuense, como indican las imá-genes que emplean para ilustrar la inspiración de la Escritura: la del instrumento musical o de escritura y la del mensajero. Esto es lo que dice san Gregorio Magno al respecto:

«Supongamos que recibimos y leemos la carta de un personaje importante y preguntamos qué pluma la ha escrito; sería ridí-culo que, conociendo al autor y el sentido de la carta, nos pusié-ramos a investigar con qué pluma han sido escritas las palabras. Así pues, si conocemos el tema y admitimos que su autor es el Espíritu Santo, ¿qué hacemos en definitiva al preguntar por el escritor sino leer la carta y preguntar por la pluma?» (Moralia in Job IV, 7, 12).

Esto se debe a que la Escritura es comprendida sin atender a su evolución histórica. Probablemente en aquellos tiempos faltaban las condiciones para hacerlo de otra manera. De ahí que lo impor-

13 En este apartado sigo sustancialmente lo dicho en P. Barrado Fernández, Preguntas clave sobre la Biblia, PPC, Madrid 20032, 96ss. y 113-117.

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tante sea buscar en la Biblia, especialmente en el Antiguo Testa-mento, los elementos que apunten y puedan ayudar a «leer» la realidad de Cristo en la situación actual de los lectores e intérpre-tes cristianos. Esto es lo que se conoce como método tipológico o alegórico14. Es más, el famoso filósofo judío Filón de Alejandría (ca. 20 a.C. - 50 d.C.) habría señalado ya que las dificultades u os-curidades del texto eran señal de que había que leerlo alegórica-mente para poder «entenderlo» en toda su hondura (el término griego allêgorein significa precisamente «decir otra cosa»)15.

«Las “blasfemias” que se encuentran en los poetas [griegos] son un criterio seguro de que esos textos contienen “fisiología” [es decir, doctrina sobre todas las realidades, naturales y sobre-naturales] (De providentia II § 40). En consecuencia, cuando una concepción literal del texto bíblico le parece [a Filón] inad-misible (antropomorfismos en Dios, episodios escabrosos en la vida de los patriarcas), ve en todo ello un reclamo para seguir el camino de la alegoría. Pero no solo le empujan a la alegoría los elementos discordantes e insoportables del texto bíblico, sino lo misterioso. La posibilidad de probar que la religiosidad judía se funda en una sabiduría secreta»16.

14 Aunque de suyo tipología y alegoría no son totalmente identificables, nosotros las trataremos como realidades equivalentes y grosso modo intercambiables.

15 Creo recordar, aunque lamentablemente no dispongo del dato preciso, el caso de un abad medieval que, ante el comienzo del primer libro de Samuel: «Había un hombre [...] que tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Peniná...» (vv. 1-2), pensaba que evidentemente ese texto debía albergar algún tipo de significado oculto, habida cuenta de que lo que literalmente se contaba en él no le servía para nada a sus monjes.

16 R. Trevijano, La Biblia en el cristianismo antiguo. Prenicenos. Gnósticos. Apócri-fos, Introducción al Estudio de la Biblia 10, Verbo Divino, Estella 2001, 85-86.

Un ejemplo de este modo tipológico de leer la Escritura lo tenemos ya en un texto tan antiguo como 1Cor 10,1-4:

«No quiero que ignoréis, hermanos, que todos nuestros ante-pasados estuvieron bajo la nube, todos atravesaron el mar, y to-dos fueron bautizados como seguidores de Moisés, al caminar bajo la nube y al atravesar el mar. Todos comieron el mismo ali-mento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual; bebían, en efecto, de la roca espiritual que los acompañaba, y la roca era Cristo».

En este fragmento, Pablo lee los acontecimientos del Éxodo (paso del mar y episodios de la marcha por el desierto) como tipos de la realidad cristiana del bautismo. Incluso parece que, en esta peculiar exégesis, el Apóstol se estaría haciendo eco de algunas tradiciones judías que entendían que la roca que dio de beber a Israel en el desierto seguía a este en su camino por el yermo.

Esta manera de leer el texto del Antiguo Testamento se verá favorecida de forma muy especial en cuanto reacción frente a las tesis de Marción (mediados del siglo II), el cual despreciaba el texto de las Escrituras judías (lo que será más tarde Antiguo Testamento para los cristianos) por mostrar un Dios que, en su opinión, no era el de Jesús. La postura de los Padres y de la Gran Iglesia consistirá no solo en afirmar el valor del Antiguo Testamento, sino la unidad de la Escritura (aunque eso suponga que deba plantearse el problema de las relaciones entre ambos Testamentos). Entonces es cuando la tipología adquirirá pu-janza como gran solución: en el Antiguo Testamento, Dios fue preparando el terreno para la venida de su Hijo –consignada en

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los textos del Nuevo Testamento– en estos tiempos finales. Así pues, habrá que disponerse a leer el Antiguo Testamento con el ojo atento a descubrir los tipos que prefiguran los antitipos neo-testamentarios, que a la vez constituyen su cumplimiento.

En efecto, los primeros cristianos y luego los Padres de la Iglesia plasmaron o enunciaron una serie de categorías para con-jugar la diversidad de la Escritura con su unidad. Así hablaron de anuncio/cumplimiento, de prefiguración/realización o de tipo/antitipo. Es de san Agustín la conocida frase que resume esta complementaria y ambigua relación entre Antiguo y Nuevo Testamento, y que se podría traducir así: «El Nuevo Testamento está latente en el Antiguo, y el Antiguo patente en el Nuevo». Una forma de decir que el Antiguo Testamento apunta al Nuevo, mientras que en el Nuevo resuena el Antiguo.

De esta manera, temas, episodios o personajes del Antiguo Testamento fueron leídos como prefiguraciones y claves del Nuevo. Por ejemplo, si en Gén 22 nos encontramos con el relato del frustrado sacrificio de Isaac, este relato servirá como figura (typos en griego) del otro gran sacrificio –esta vez consumado– que procura la salvación: el de Cristo en la cruz. Así, Isaac se convierte en «tipo» de Jesús. Si el pueblo de Israel –como veía-mos en san Pablo– alcanza la salvación a través de las aguas del mar de las Cañas, a la vez que también estas sirven para ahogar a los perseguidores egipcios, entonces esas aguas se convierten, en la lectura cristiana, en el «tipo» de las otras que verdadera-mente proporcionan la salvación: las del bautismo, porque nos incorporan a la vida de Cristo (a la vez que también sirven para ahogar a nuestro «hombre viejo», nuestro pecado). El maná que caía del cielo, con el que los israelitas sobrevivieron durante su marcha por el desierto, se convertirá en «tipo» del verdadero

pan que ha bajado del cielo, Cristo, con el que los cristianos se alimentan mientras caminan por esta vida hacia la patria celestial (cf el discurso del Pan de vida en Jn 6).

El documento de la Pontificia Comisión Bíblica El pueblo ju-dío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia cristiana (2001) afirma en el n. 20, dedicado a la «relectura alegórica»:

«Los Padres de la Iglesia y los autores medievales, en su afán por ofrecer una interpretación actualizante, rica en aplicacio-nes para la vida cristiana, hacen un uso sistemático de la alego-ría de la Biblia entera, hasta en sus mínimos detalles, tanto del Nuevo Testamento como del Antiguo. Orígenes, por ejemplo, en el trozo de madera de que se sirvió Moisés para volver dulces las aguas amargas (Éx 15,22-25), ve una alusión al madero de la cruz; en el cordón de hilo escarlata con el que Rajab hizo re-conocer su casa ( Jos 2,18) ve una alusión a la sangre del Salva-dor. Se aprovechaban todos los detalles susceptibles de aportar un punto de contacto entre el episodio veterotestamentario y las realidades cristianas. Así, se encontraba en cada página del Antiguo Testamento una multitud de alusiones directas y espe-cíficas a Cristo y a la vida cristiana, pero se corría el riesgo de separar cada detalle de su contexto y de reducir a nada las rela-ciones entre el texto bíblico y la realidad concreta de la historia de la salvación. La interpretación se volvía arbitraria»17.

En efecto, en el camino tantas veces espiritualmente fecundo de la tipología o la alegoría también cupieron arbitrariedades y excesos (como ocurría en la interpretación rabínica). Es lo que

17 Pontificia Comisión Bíblica, El pueblo judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia cristiana, PPC, Madrid 2002.

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sucede cuando la alegoría se vuelve tan exuberante que pretende que todos y cada uno de los elementos de un texto, ya sea del An-tiguo o del Nuevo Testamento, tengan su correspondiente senti-do oculto, su correlato «espiritual». Un ejemplo clásico de esta alegorización, a todas luces excesiva, es la que hace san Agustín –tomada al parecer de Orígenes– de la parábola del buen samari-tano. En su tenor evangélico original, esta parábola simplemente pretende ilustrar la discusión entre Jesús y un maestro de la Ley a propósito de quién es el prójimo. San Agustín, preocupado de que el texto alimente espiritualmente a sus fieles de Hipona, de-duce lo siguiente:

«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó: se trata del propio Adán, representante del género humano. Jerusalén es la ciudad de la paz celestial, de cuya bienaventuranza se vio privado. Jeri-có es la luna [yareaj en hebreo], y significa nuestra mortalidad, porque nace, crece, envejece y muere. Los ladrones son el diablo y sus ángeles; los cuales le despojaron de la inmortalidad, y le lle-naron de heridas, tentándole al pecado; le dejaron medio muerto, porque el hombre está vivo en cuanto que puede entender y conocer a Dios, y está muerto en cuanto que se ve contagiado y oprimido por los pecados, y de ahí que se diga medio muerto. El sacerdote y el levita que le vieron y pasaron de largo se refieren al sacerdocio y ministerio del Antiguo Testamento, incapaces de contribuir a la salvación. Samaritano significa guardián [samrá en hebreo], y por ello este nombre designa al Señor. El vendar las heridas es la represión de los pecados. El aceite, el consuelo de la buena esperanza por la indulgencia conseguida para la re-conciliación de la paz. El vino, la exhortación para obrar con es-píritu ferviente. Su jumento es la carne con la que [el Señor] se

dignó venir a nosotros. Colocar sobre el jumento es creer en la en-carnación de Cristo. La posada es la Iglesia, donde se confortan los caminantes que peregrinan a la patria eterna. El día siguiente es el que sigue a la resurrección del Señor. Los dos denarios son los dos preceptos de la caridad que recibieron los apóstoles por el Espíritu Santo para evangelizar a los demás, o bien la prome-sa de la vida presente y futura. En efecto, la promesa es doble: «Recibirá siete veces más en este mundo y conseguirá la vida eterna en el mundo futuro» [Mt 19,29]. El posadero es el Após-tol [Pablo]. Lo que sobra es el precepto sobre las vírgenes [1Cor 7,25] o bien una alusión al trabajo de sus manos [2Tes 3,8ss.]» (Cuestiones sobre los evangelios II, 19).

Como se aprecia, el sentido original de la parábola ha sido claramente forzado, aunque, evidentemente, siempre habrá que salvar la buena intención del santo obispo de Hipona, que sin duda piensa que la Escritura es la fuente inagotable que propor-ciona el agua viva que necesita la vida de fe.

Para la búsqueda de esos sentidos ocultos o «espirituales» en la Escritura, la Iglesia antigua también se sirvió a veces de los mismos recursos que los maestros judíos aplicaban a la lectura de la Torá para producir sentido. Sin salir del texto bíblico, es probable que Mt 1,18, con su referencia a las tres series de «ca-torce generaciones» en la genealogía de Jesús, esté utilizando la gematría, ya que catorce es precisamente la suma de las letras de «David».

Según refiere Larry W. Hurtado18, Efrén el sirio (ca. 306-373) utiliza la isopsefia (de iso, «igual», y psêfos, «guijarro»19),

18 L. W. Hurtado, o.c., 160ss.19 El guijarro o piedrecilla es la primera «unidad de cálculo». Por cierto, es lo que

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un procedimiento que puede considerarse idéntico a la gematría, para ver en el conjunto de letras tau-rho una verdadera confesión de fe: «En la cruz está la salvación». Esquemáticamente, el razo-namiento seguiría los siguientes pasos:

Las palabras 1. staurós y stauroô, «cruz» y «crucificar», son algunos de los nomina sacra que se encuentran en papiros cristianos antiguos (a veces incluso con una disposición singular en cuanto a las letras tau y rho, lo que se conoce como estaurograma);en el alfabeto griego, la letra 2. rho tiene el valor de 100;asimismo, las letras de la palabra 3. boêthía, «ayuda, auxi-lio», suman 100;por tanto, por 4. isopsefia, la «confesión de fe» consiste en ver en la cruz (letra tau, «Τ») la salvación (valor de la le-tra rho, «Ρ», intercambiable con el de boêthía).

El documento de la Pontificia Comisión Bíblica La interpre-tación de la Biblia en la Iglesia (1993)20 afirma:

«La exégesis antigua, que evidentemente no podía tomar en consideración las exigencias científicas modernas [a la hora del estudio literario], atribuía a todo texto de la Escritura diferentes niveles de sentido. La distinción más corriente se establecía en-tre el sentido literal y el sentido espiritual. La exégesis medieval distinguía en el sentido espiritual tres aspectos diferentes, que

significa precisamente el término latino calculus, de donde procede nuestra palabra «cálculo».

20 Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, PPC, Madrid 20109, 75-76.

se relacionan, respectivamente, con la verdad revelada, con la conducta que se debía mantener y con el cumplimiento final. De ahí el célebre dístico de Agustín de Dinamarca (siglo xiii): Littera gesta docet, quid credas allegoria, moralis quid agas, quo tendas anagogia [“El sentido literal enseña los hechos; el ale-górico, lo que has de creer; el moral, lo que has de hacer; y el anagógico (o místico), a lo que has de tender”]» (II, B).

Sin embargo, desde santo Tomás –también en el siglo XIII– quedó claro que el sentido literal es no solo legítimo, «sino indis-pensable [para] procurar definir el sentido preciso de los textos [bíblicos] tal y como han sido producidos por sus autores»21. Un sentido literal que, aunque suele ser único, puede ser perci-bido como distinto porque distintas son también las circunstan-cias y condiciones desde las que lo perciben sujetos diferentes (algo que subrayan en la actualidad algunas corrientes herme-néuticas).

3. La lectio divina hoy

La profesora Nuria Calduch-Benages, en el artículo citado al principio de estas líneas, habla de que hoy se han desarrollado muchos métodos de lectura que de una forma u otra apelan a la lectio divina y siguen más o menos su estructura. Así, por ejem-plo, menciona el método de los Seven Steps (conocido también como método Lumko), en el que el encuentro con la Biblia se desarrolla siguiendo «siete pasos»: 1) presencia de Dios, 2)

21 Ib, II, B, 1 (76).

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lectura, 3) meditación, 4) pausa reflexiva, 5) comunicación, 6) coloquio y 7) oración común.

Resulta interesante constatar cómo, por un lado, casi en nin-gún sitio se sigue exactamente la misma estructura en cuanto a la oración, con importantes variaciones según necesidades o situaciones concretas, mientras que, por otro, es indudable que en todas partes se detecta un florecimiento y un interés extraor-dinarios por la «lectura espiritual» de la Escritura.

Tras hacer mención de dos experiencias significativas en el ámbito italiano: las llevadas a cabo en la comunidad ecuméni-ca del monasterio de Bose, en el Piamonte, fundada por Enzo Bianchi, y la desarrollada por el carmelita Bruno Secondin en la parroquia de Santa María en Traspontina (Roma), la profesora Calduch ofrece su versión personal de lectio divina, un esquema flexible que puede adaptarse a circunstancias y participantes di-versos:

1) Invocación al Espíritu Santo.

2) Lectio:lectura pausada por un lector; ▶lectura personal del texto (quince minutos). ▶

3) Meditatio:explicación del texto por parte de la persona que guía el ▶encuentro (diez minutos);silencio que favorezca la meditación (diez minutos); ▶compartir comunitariamente algún punto del texto ▶(diez minutos).

4) Oratio:oraciones espontáneas a partir del texto (diez minutos). ▶

5) Contemplatio:nivel personal (cinco minutos). ▶

6) Canto final.

Finalmente, a continuación vamos a ofrecer tres ejemplos concretos de lectio o lectura espiritual de tres textos bíblicos. Los tres están en forma de guión (especialmente los dos primeros), y evidentemente necesitarían un desarrollo mayor. El último de ellos se ha practicado en un grupo de «lectura orante» que des-de hace años se reúne a instancias del Departamento de Pastoral Universitaria de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid). El desarrollo de la sesión es como sigue.

Después de unos momentos de silencio, roto solo por una 1. música suave y apropiada para crear un clima de recogi-miento, alguien lee despacio y en voz alta el texto con el que se va a orar (en el curso 2010-2011 se ha escogido como itinerario el libro del Apocalipsis).Después, la persona que conduce la oración explica breve-2. mente los tres pasos de la lectio que se van a dar: «cuando leas», «cuando medites», «cuando ores» (a los asistentes se les entrega el guión, más o menos desarrollado, escrito en una hoja). Esto viene a durar unos quince o veinte minutos.Una vez acabada la explicación, los asistentes meditan en 3. silencio el pasaje proclamado (en torno a unos veinte o veinticinco minutos).

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126 La Biblia compartida 127La Biblia orada y vivida: La Lectio Divina

Por último, el conductor de la oración interviene breve-4. mente recogiendo lo que se ha meditado y orado o invitan-do a que los asistentes expresen en alta voz aquello que de-seen. Al final suele haber algún tipo de oración conjunta.

1. El primer ejemplo que ofrecemos tiene como objeto de contemplación el extraño texto de Gén 32,23-33.

«Por la noche se levantó [ Jacob], tomó a sus dos mujeres, a sus dos criadas y a sus once hijos y pasó el vado de Yaboc. Los tomó, los hizo pasar el vado y llevó consigo todo lo que tenía. Jacob se quedó solo. Un hombre luchó con él hasta despuntar la aurora. Viendo el hombre que no le podía, le tocó en la articulación del muslo, y se la descoyuntó durante la lucha. Y el hombre le dijo:

—Suéltame, que ya despunta la aurora.Jacob dijo:—No te soltaré hasta que no me bendigas.Él le preguntó:—¿Cómo te llamas?Respondió:—JacobEl hombre dijo:—Pues ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has lucha-

do contra Dios y contra los hombres, y has vencido.Jacob, a su vez, le preguntó:—Dime tu nombre, por favor.Pero él respondió:—¿Por qué quieres saber mi nombre?Y allí mismo lo bendijo.

Jacob llamó a aquel lugar Penuel –es decir, “Cara de Dios”– pues se dijo: “He visto a Dios cara a cara y he quedado con vida”.

Salía el sol cuando pasó por Penuel e iba cojeando del muslo. Por esta razón los israelitas, aún hoy, no comen el tendón de la arti-culación del muslo, porque Jacob fue herido en dicho tendón».

Lec

Tio

Personajes: Jacob y un hombre (Dios).•Escenario: vado del río Yaboc, santuario de Penuel («Cara de Dios»); •noche / amanecer.Jacob está solo (sin familia y sin bienes) y lucha con el hombre •(Dios) durante toda la noche.Jacob entrará en la Tierra prometida cojeando.•Jacob, «el suplantador» (cf Gén 27,36), queda transformado en •Israel, «el luchador».El hombre (Dios) tiene que «jugar sucio» para vencer a Jacob.•El hombre (Dios) no revela su nombre: Dios inmanipulable.•

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Fragilidad del Dios omnipotente, cuya expresión máxima será la cruz •de Jesús (fragilidad y omnipotencia del amor).El Dios inmanipulable se hace niño indefenso en la cuna de Belén, •se deja «vencer» por el hombre.Las personas a veces luchamos con Dios, porque no •comprendemos sus designios (noche oscura).El encuentro cara a cara con el Dios vivo nunca deja indiferente a la •persona, que siempre queda transformada (cojera).

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aTi

o Te pedimos, Señor, que nos ayudes a aceptar tu voluntad y a ponerla •en práctica.Señor, te damos gracias por el amor que nos dispensas y por •sentirte cercano en nuestra fragilidad.Te alabamos, Señor, por el don de tu Hijo, Imagen y Palabra tuya.•

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Mp

LaTi

o

Las palabras resultan ya inútiles ante la cercanía de la presencia de •Dios.Nuestra lucha inicial se ha convertido en abrazo amoroso y cálido. •Las manos del Padre –el Hijo y el Espíritu– nos envuelven.

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128 La Biblia compartida 129La Biblia orada y vivida: La Lectio Divina

2. El segundo ejemplo se centra en el famoso texto de Lc 24,13-35.

«Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llamada Emaús, que dista de Jerusalén unos once kilómetros. Iban hablando de todos estos sucesos. Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban ofuscados y no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:

—¿Qué conversación es la que lleváis por el camino?Ellos se detuvieron entristecidos, y uno de ellos, llamado

Cleofás, le respondió:—¿Eres tú el único en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado

allí estos días?Él les preguntó:—¿Qué ha pasado?Ellos contestaron:—Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en

obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. ¿No sabes que los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron? Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Y, sin embargo, ya hace tres días que ocurrió esto. Bien es verdad que algunas de nuestras mujeres nos han sobresaltado, porque fueron temprano al sepulcro y no encontraron su cuerpo. Hablaban incluso de que se les habían aparecido unos ángeles que decían que está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y lo hallaron todo como las mujeres decían, pero a él no lo vieron.

Entonces Jesús les dijo:—¡Qué torpes sois para comprender, y qué cerrados estáis

para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era preciso que el Me-sías sufriera todo esto para entrar en su gloria?

Y empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas les explicó lo que decían de él las Escrituras. Al llegar a la aldea adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron diciendo:

—Quédate con nosotros, porque es tarde y está anoche-ciendo.

Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Jesús desapareció de su lado. Y se dijeron uno a otro:

—¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el ca-mino y nos explicaba las Escrituras?

En aquel mismo instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a todos los demás, que les dijeron:

—Es verdad, el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Si-món.

Y ellos contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan».

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130 La Biblia compartida 131La Biblia orada y vivida: La Lectio Divina

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Tras unos momentos de silencio leemos el texto con tranquilidad, fijándonos en sus detalles:

Los • personajes: ¿quiénes son?, ¿cuáles son sus actitudes?, ¿experimentan algún cambio desde que empiezan hasta que acaban?, ¿a qué se debe ese cambio?Las • acciones: ¿qué hacen los personajes?, ¿quién es el sujeto de las acciones?, ¿hay repetición de palabras en el relato?

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o

Nos dejamos interpelar por la Palabra de Dios:¿Quiénes son los compañeros que Dios ha puesto en mi camino?•¿Dónde descubro la presencia del Resucitado?•¿Son la Biblia y la eucaristía lugares habituales de encuentro con él?•

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o

Pedimos al Señor que arda nuestro corazón con su Palabra.•Pedimos que el Señor nos abra los ojos para descubrir su presencia •en el camino de la vida.Damos gracias a Dios por los compañeros de viaje que nos da y por •el banquete que nos conforta.Alabamos a Dios por el regalo de su Palabra: el Hijo y la Escritura.•Dejamos que fluyan del corazón nuestras peticiones, acciones de •gracias, alabanzas...

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o

Las palabras dejan de brotar de nuestro corazón y nuestros labios, •y nos basta con la mirada que Jesús nos dirige al partir el pan para nosotros («la cena que recrea y enamora» [san Juan de la Cruz, Cántico espiritual 14]).Sentimos la presencia del Caminante, que reconforta y alienta, como •el pastor del Sal 23 («Tu vara y tu cayado me sosiegan [...]. Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida»).

3. Finalmente, el tercer ejemplo está tomado del Apocalipsis: Ap 6,1-17.

«Vi entonces cómo el Cordero rompía el primero de los siete sellos, y vi a uno de los cuatro seres vivientes que decía con una voz como de trueno:

—¡Ven!Miré y vi aparecer un caballo blanco. El que lo montaba tenía

un arco; se le dio una corona y salió como vencedor, dispuesto a vencer.

Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía:

—¡Ven!Y salió otro caballo de color rojo. Al que lo montaba se le en-

tregó una gran espada con poder para arrancar la paz de la tierra y hacer que los hombres se maten unos a otros.

Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí al tercer ser vi-viente que decía:

—¡Ven!Miré y vi aparecer un caballo negro. El que lo montaba tenía

una balanza en la mano. Y en medio de los cuatro seres vivientes oí como una especie de voz que decía:

—Por un kilo de trigo, el salario de un día; por tres kilos de cebada, el salario de un día; pero no causes daño al aceite ni al vino.

Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí la voz del cuar-to ser viviente que decía:

—¡Ven!Miré y vi aparecer un caballo amarillento. El que lo montaba

se llamaba Muerte, y el Abismo lo seguía. Y se les dio poder so-bre la cuarta parte de la tierra, para causar la muerte por medio de la espada, el hambre, la peste y las fieras terrestres.

Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar, con vida, a los degollados por anunciar la palabra de Dios y por haber dado el testimonio debido. Y gritaban con voz potente di-ciendo:

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132 La Biblia compartida 133La Biblia orada y vivida: La Lectio Divina

—Señor, santo y veraz, ¿cuándo nos harás justicia y vengarás la muerte sangrienta que nos dieron los habitantes de la tierra?

Se le entregó entonces un vestido blanco a cada uno y se les dijo:

—Aguardad un poco todavía. Aguardad hasta que se com-plete el número de vuestros compañeros y de vuestros herma-nos que, como vosotros, van a ser martirizados.

Y cuando el Cordero rompió el sexto sello, vi cómo se pro-ducía un formidable terremoto. El sol se tornó negro como un sayo de crin; la luna toda entera se volvió como sangre; las estre-llas del cielo cayeron sobre la tierra, igual que una higuera suelta sus higos verdes cuando es azotada por un viento huracanado; el cielo se replegó como un pergamino que se enrolla y no quedó monte ni isla sin removerse de su sitio. Los reyes de la tierra, los nobles, los grandes jefes militares, los ricos y poderosos, y todos los esclavos o libres, se escondieron en las cavernas y entre las rocas de los montes, diciendo a montes y peñascos:

—Caed sobre nosotros; ocultadnos de la vista del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero. Porque ha llegado el gran día de su ira, y ¿quién podrá mantenerse en pie?».

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Observa que estamos ante la sección de los siete sellos (aunque en •nuestro texto solo se abrirán seis de ellos). Los sellos que cierran el libro simbolizan el sentido de la historia, el plan de Dios: el único que tiene acceso a él es el Cordero.Fíjate en los jinetes y caballos que aparecen en los sellos primero al •cuarto: van a emprender una expedición de castigo (aunque este no será total). Salvo que el primer jinete sea una alusión irónica al poder político (Roma), no se trata en realidad de cuatro, sino de uno y tres (blanco / rojo-negro-amarillento).

blanco: victoria (corona, Cristo), es el color de Dios;•rojo: sangre (espada, violencia, guerra);•negro: injusticia social (balanza, precios, carestía: de 8 a 16 veces •más en lo básico [trigo, cebada], que no afecta a los artículos refinados [aceite, vino]);amarillento (• chlôrós): es el color del cadáver (Muerte, Abismo: espada, hambre, peste, fieras).

Date cuenta de lo que hay en el quinto sello:degollados: mártires (testimonio);•«debajo del altar»: quizá alusión al sacrificio o a tradiciones rabínicas •(bajo el trono);oración de los mártires: venganza (sentimiento muy humano);•vestido blanco: signo de triunfo.•

Fíjate en el sexto sello: se produce una conmoción cósmica:sol, luna, estrellas, montes, islas: elementos típicos de la •apocalíptica:el sol vestido de luto («sayo de crin»);•el cielo como pergamino (cf Sal 104; Gén 1).•siete categorías de personas: todos los seres humanos;•el «día de la ira» (préstamo de los profetas, cf Sof 1,14-15);•

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es Reflexiona sobre los males que aquejan a nuestro mundo: violencia, •

hambre, injusticias... ¿Crees que forman parte del plan de Dios? ¿En qué sentido? ¿Cómo se puede entender que Dios –a cuya esfera pertenecen los «seres vivientes» que llaman a los jinetes– vaya convocando desgracias y pesares? ¿Acaso no hemos de combatirlos o enfrentarnos a ellos?Tómate algún tiempo para meditar a propósito de los «mártires» •que, aunque degollados, están vivos bajo el altar de Dios. ¿Crees que tú eres uno de ellos? ¿Por qué? ¿También sientes el anhelo de venganza? ¿En qué situaciones? (Continúa en pág. siguiente).

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134 La Biblia compartida

5La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis

Quique Fernández Manzano

Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la practican (Lc 11,28).

Quizás lo primero que debería hacer al empezar este capítulo es explicar qué es lo que entiendo por animador bíblico. O aún me-jor, rogando algo de paciencia al lector, empezaré por lo que no es (aunque muchas veces sea como se presenta). ¡Vamos a ello!

Muchas veces se presenta la animación bíblica como la tarea de animar la Biblia. Permitidme que la sola idea me produzca una sonrisa no exenta de algo de ironía. ¿Pero es que alguien piensa realmente que la Biblia esta «desanimada» o que es poco dinámica y necesita de alguien como yo, como nosotros, para animarla o dinamizarla? ¡Claro que no! Cuando hablamos de Animación Bíblica y de animadores bíblicos, hablamos de cris-tianos que se dejan animar por la Biblia y que colaboran en que la Biblia anime toda la pastoral.

Es decir que es la Biblia la que anima. Parece fácil de aceptar y lógico de entender si en lugar de «Biblia» decimos «Palabra de Dios». O sea, que es la Palabra de Dios la que me anima, la que nos anima y la que debe animar toda nuestra pastoral.

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Piensa en el vestido blanco con el que también a ti te viste el Señor. •Es el mismo de tu bautismo, por eso quizá esté algo ajado o sucio con el paso del tiempo. ¿Crees que le hace falta un buen lavado (por supuesto no con Ajax o Skip, sino con la sangre del Cordero)?

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es

Da gracias a Dios por ese Cordero capaz de abrir los sellos del •libro en que están escritos todos nuestros azares y nuestros gozos, es decir, el que nos revela el sentido profundo de nuestra historia personal y colectiva.Pide al Señor que te ayude a descubrir su rostro en medio de un •mundo surcado por el mal, que esté a tu lado para que no te deje caer en la tentación de pagar mal por mal.Alaba a Dios por tenerte «bajo su altar», custodiado como su tesoro •y posesión más preciados. Disfruta de su presencia junto con todos tus hermanos que están a tu lado.

Acabamos nuestra oración leyendo juntos el siguiente texto del evangelio de san Juan:

«Al día siguiente, Juan se encontraba en aquel mismo lugar con dos de sus discípulos. De pronto vio a Jesús que pasaba por allí y dijo:—Este es el Cordero de Dios.Los dos discípulos le oyeron decir esto y siguieron a Jesús ( Jn 1,35-37)».

[El rato de oración personal puede llevarse a cabo teniendo presente –sobre las rodillas, por ejemplo– un pañuelo blanco o un pañuelo de papel, que nos recordará las vestiduras blancas bautismales o de los salvados].

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136 La Biblia compartida 137La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis

1. La Animación Bíblica en las comunidades parroquiales

Pero, ¡mira que es fácil decirlo! Pero... ¿y qué podemos hacer en nuestras comunidades parroquiales para que eso, que suena tan bien, sea posible?

Quisiera compartir con vosotros el cómo se puede empezar a colaborar en que la Biblia anime nuestra comunidad parroquial.

Alguno podría pensar que lo primero que hay que hacer es que la parroquia ofrezca catequesis, charlas o conferencias bíbli-cas. Y, desde luego, hay que hacerlo. A eso le dedicaremos espa-cio un poco más adelante en este capítulo. Pero, tan importante como ello, y por lo que yo quisiera empezar, es por redescubrir el que la Palabra de Dios tiene ya en nuestras comunidades una presencia imprescindible de la que no siempre somos conscien-tes.

1.1. La Palabra de Dios en los Sacramentos

La Palabra de Dios está presente en todos los sacramentos de la Iglesia. La predicación en los Bautismos, Matrimonios y, por supuesto, Eucaristías, debe acentuarla y remarcarla de tal mane-ra que el primer animador bíblico de la comunidad parroquial debe ser el sacerdote.

Pero no solo él. La animación bíblica debe llegar, por ejem-plo, a la formación de los lectores. Hay textos bíblicos a los que solo se les puede dar sentido con una buena lectura que requiere algo de conocimiento bíblico. La preparación de lectores, por tanto, requiere algo más que saber leer.

Quizá deberíamos hablar de extender a todo el mapa pa-rroquial los cursillos de lectores. Se trataría de dedicar varias sesiones a la formación bíblica, especialmente a los diferentes géneros literarios que deberían conllevar diferentes maneras de leer-proclamar la Palabra de Dios; a la formación litúrgica, po-niendo especial interés en los leccionarios; y a la formación de elementos más técnicos, pero igualmente importantes: cómo leer en público y cómo hacer un buen uso del micrófono1.

Podríamos hablar también, por extensión, de las moniciones anteriores a las lecturas. Se sabe que los hay firmes defensores de ellas y también convencidos detractores de ellas. No es este el espacio para su defensa. Pero sí para apuntar que si se decide apostar por ellas han de cumplir su misión. No se trata de resu-mir lo que las lecturas nos van a decir. Tampoco de componer una relectura de la Palabra. ¡Dios nos libre! Ni tampoco deben servir como una posibilidad de colar, como quien no quiere la cosa, tres homilías «por el precio» de una.

Lo que sí requieren es un buen conocimiento de la Palabra para confeccionarlas. Y, cómo no, también una cierta intuición de quienes y cómo son los receptores de esas moniciones. Y, al igual que las lecturas, también necesitan lectores (monitores) que den sentido a lo leído. Es por ello que parece lógico que ta-les monitores, al igual que los lectores, se formen en la Palabra de Dios.

1 «Es necesario que los lectores encargados de este servicio, aunque no hayan sido instituidos, sean realmente idóneos y estén seriamente preparados. Dicha prepa-ración ha de ser tanto bíblica y litúrgica, como técnica» (Benedicto XVI, Exhorta-ción apostólica postsinodal «Verbum Domini», San Pablo, Madrid 2010, n. 58. (A partir de ahora citaremos esta obra por sus siglas: VD).

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138 La Biblia compartida 139La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis

1.2. La Palabra de Dios en la Oración Parroquial

Junto a los sacramentos, también en nuestras parroquias tene-mos otros momentos en que la Palabra de Dios debe animar a nuestra comunidad. De una manera especial, pienso en la ora-ción.

Qué pocas veces pensamos, por ejemplo, en que el Rosario que se reza diariamente en muchas de nuestras parroquias es también una oración bíblica. Sí, ¿o acaso no es Palabra de Dios el Padrenuestro, o gran parte del Avemaría? ¿O no lo son, también, los misterios que se contemplan? Tan solo con hacer una buena lectura de los textos del Evangelio, que nutren y dan sentido al Rosario, ya estaríamos contribuyendo a una buena presencia de la Palabra en un acto diario de la parroquia.

Y cómo no hablar también del Vía Crucis. Quizá en la gran mayoría de parroquias esté circunscrito a la Cuaresma y Sema-na Santa. Pero precisamente por ello, porque no son tantos días los que practicamos esta meditación de la Pasión y Muerte de Jesucristo, merece la pena dedicarle la necesaria atención. Y ello requiere no solo preocuparse del recorrido de la Cruz, sino también de los textos bíblicos, las meditaciones, los lectores, los cantos, las imágenes... Pocas veces una oración se presenta tan poliédrica.

Por supuesto que la animación bíblica requiere también una oferta de Lectura Orante de la Palabra, Lectio Divina. Será sema-nal o será mensual... Será del texto del evangelio dominical o lo será de un libro bíblico que hayamos escogido... ¡pero será! Al principio la oferta puede ser de lo más sencilla. De lo que se trata es de orar con la Palabra. Por tanto no requiere de animadores bíblicos experimentados. Más bien de lo que estamos hablando

es de que el animador bíblico vaya creciendo a la vez que va cre-ciendo la comunidad2.

Me permito añadir una experiencia personal muy concreta. Desde hace años ofrezco a mi parroquia la sencilla elaboración de unos exámenes de conciencia bíblicos para las celebraciones penitenciales de Adviento y Cuaresma. Desde entonces nos han iluminado exámenes de conciencia basados en las preguntas que Jesús formula en el Evangelio, en la figura de nuestra Ma-dre María, en las actitudes de la Sagrada Familia, con los pasajes del Hijo Pródigo o de El Buen Samaritano, con fragmentos de la Carta de san Pablo a los Romanos, con textos del Antiguo Testa-mento... Es, simplemente, otra manera de que la Palabra de Dios, la Biblia, anime toda nuestra pastoral.

1.3. Animación Bíblica y lectura compartida

«Muchos sabéis muy bien los nombres y el historial de los caballos y de los jinetes que toman parte en las carreras, y los nombres de los bailarines y actores de teatro, pero no sabéis cuántas y cuáles son las cartas de san Pablo.

Si visitara vuestras casas encontraría naipes y parchís, pero la Sagrada Escritura, ni hablar. Y si algunos la tienen no sacan mayor provecho que los que no la tienen, porque la guardan muy bien guardada en su biblioteca, haciendo gala de tenerla en finos pergaminos y con letras primorosas; y si la compran es para hacer alarde de riqueza. ¿A tanto llega la vanagloria? ¿Qué sacan con eso?

2 Ver el capítulo de P. Barrado, La Biblia orada y vivida.

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140 La Biblia compartida 141La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis

¡Cómo si la Escritura nos hubiese sido dada para tenerla en magníficos códices y no para grabarla en el corazón!3».

Se trata, pues, sencilla y llanamente, de desempolvar nuestra Biblia, de atrevernos a tocarla, de no esperar a que, como si se tratara de la biblioteca de Harry Potter, ella sola vuele desde la estantería a nuestras manos y se nos abra, ¡oh Dios!, en la página que necesitamos.

Hace poco, con la ayuda de mi querido amigo y hermano Pepe Pedregosa, realizamos un taller bíblico para animadores de jóvenes de la diócesis de Barcelona. El taller se llamó «La Biblia con los cinco sentidos» y empezaba por el tacto, por atreverse a tocar la Biblia y revertir una situación, por desgracia, mayori-taria: muchos solo han visto la Palabra de Dios de espaldas. Su única experiencia es que otro se la lea en las celebraciones y ellos como mucho vean el lomo del leccionario.

Solo si somos conscientes de la centralidad de la Palabra y nos estamos llenando de ella, entonces ahora ya sí podemos pa-sar a tratar la animación bíblica en cuanto a formación y difusión se refiere.

¿Y por qué en este orden? Permitidme que me fije un mo-mento en el encuentro de Jesús en Betania con Marta y María (Lc 38,42).

No creo que ninguno de nosotros piense que Jesús estaba en contra de que Marta hiciera la comida y las tareas de la casa. Ni tampoco nadie duda que no deseaba que lo hiciese Marta sola. Es de justicia que María ayudase a su hermana.

Pero, ¿a qué nadie pretende conducir su coche sin ponerle

3 Juan Crisóstomo (344-407), desde el púlpito de Constantinopla.

antes gasolina? ¡Pues de eso se trata! Como cantamos en el gru-po «TeSeguiré» (proyecto bíblico-musical), en la canción «A tus pies», poniendo en boca de María de Betania: «No es que no quiera servirte, es que primero quiero llenarme de Ti».

De una comunidad en la que la Palabra se celebre, en la que la Palabra «llene» nuestra vida comunitaria, surgirá la necesidad, muchas veces a modo de interrogantes necesitados de respuesta, de conocer mejor la Palabra. Conocerla más para vivirla más. Y de ahí, en definitiva, surgirá la posibilidad de crear un grupo, una catequesis de formación bíblica... Quizás aparezca auspiciado por alguno de los pastores de la comunidad o quizás lo haga como res-puesta a la petición de algunos fieles interpelados por la Palabra.

Seguramente estamos hablando de una de las realidades ecle-siales más en alza. Cada vez es más fácil encontrar en una parro-quia un grupo de catequesis, de lectura, de comentario de carác-ter bíblico. Desde la experiencia de los que formamos la Escuela de Animación Bíblica de Barcelona, animamos a crear grupos de «lectura compartida» Tan solo hace falta que un grupo de feligreses quieran compartir entre ellos qué les dice la Palabra aquí y ahora. Si además cuentan con un animador bíblico que suscite preguntas, que modere el diálogo y que, además, brinde al grupo herramientas de formación, pues ya tenemos el primer paso dado.

1.4. Libros para la lectura compartida

Me permito sugerir algunas colecciones que pueden ayudar como soporte de la lectura compartida, tanto a animadores como a participantes de grupos bíblicos:

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142 La Biblia compartida 143La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis

Colección «Palabra y Vida», de la editorial Verbo Divino ▶(en coedición con La Casa de la Biblia).Colección «Sembrar la Palabra», de la editorial Paulinas. ▶Colección «Palabras de Vida», de la editorial Paulinas. ▶

Y para grupos de habla catalana:Colección «Llegir la Biblia en grup», de la «Associació ▶Bíblica de Catalunya».

Y un libro, bien reciente, de un gran biblista, y amigo, Pedro Ignacio Fraile:

Shema. Lee-escucha-ama. Lectura creyente de la Biblia, indi- ▶vidual y en grupos (Conocer la Biblia), San Pablo, Madrid 2011.

1.5. La experiencia de los grupos de lectura compartida

Y como estamos hablando de una realidad ya existente y proba-da, permítaseme que presente algunos testimonios publicado en «Quaderns de Pastoral», que publica el Centre d’Estudis Pastorals de les Diòcesis Catalanes (CEP). Es un número dedicado a la Pala-bra de Dios con motivo del Sínodo de los Obispos del 2008.

Desde su experiencia nos escribe Rosa María Jané:

«Haciendo un poco de memoria, recuerdo que mi Biblia solía tener muy buen aspecto: nueva, inmaculada... la verdad es que quedaba muy bonita en la estantería de mi habitación, porque solo la sacaba de su sitio una vez a la semana para prepara la ca-tequesis infantil [...]. Ahora mi Biblia ya no está tan lustrosa. Si la miras con atención, lo primero que salta a la vista es que hay

en ella cinco o seis puntos de libro entre sus páginas; que las ho-jas se ven...; que hay fragmentos subrayados, anotaciones... es decir, que mi Biblia ha dejado de ser un objeto casi decorativo y ha pasado a ser un libro vivo que me da vida. No hay día que no la extraiga de su sitio, aunque solo sea para leer un versículo. Y si me voy de viaje, ella viene conmigo, aunque me fuese al fin del mundo... ¡en mi maleta no puede faltar la Biblia! [...]

En los grupos hay un sentimiento que todos compartimos: ¡nos encanta la Palabra! Especialmente cuando dejamos que nos hable, cuando no la descuartizamos y nos atrevemos a en-frentarnos a textos difíciles o duros, cuando nos divertimos con Ella...»4.

O también nos comenta María Jesús Rubio:

«Contemplar juntos la Palabra de Dios ha unido también a las personas que formamos los Grupos Bíblicos. Entre nosotros existen unos lazos estrechos de amistad.

Y la Palabra de Dios no deja de cuestionarme y comprome-terme. Casi sin darme cuenta hace cambiar mi manera de pen-sar, de actuar, de vivir, me hace ver la vida con un corazón nue-vo; me hace ver a los hermanos con unos ojos nuevos. Escuchar la Palabra me ayuda a vivir más despierta ante las necesidades de los otros, a estar más atenta, a ver más allá, como con “ojo clínico” para ver lo que no se ve pero que está ahí»5.

Y si además esa formación se recibiese desde niño... eso ya sería un paso de gigante. Pronto hablaremos de ello, ya que la

4 Quaderns de Pastoral 211-212 (2008) 192-196.5 Ib, 210-212.

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144 La Biblia compartida 145La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis

segunda parte de este capítulo está dedicada a la Palabra de Dios en la catequesis.

1.6. Difusión parroquial de la Biblia

Y esos grupos nos requerían más, tenían más ansia de la Palabra, necesitaban más atención. Y así nos propusimos crear desde la Escuela de Animación Bíblica una propuesta de encuentros des-de dinámicas diferentes pero todos ellos centrados en la Palabra.

Y así surgieron, junto a encuentros bíblicos en el CEP o en Li-brerías Paulinas, los Encuentro-Retiro de Adviento y Cuaresma, ubicados en nuestra parroquia de referencia pero ofrecidos a todos los grupos bíblicos de las diferentes parroquias o comunidades.

Hace ya cuatro años que en nuestra parroquia de referencia (Parroquia de la Milagrosa de Barcelona), conjuntamente con la Escuela de Animación Bíblica de Barcelona y la Familia Paulina, convocamos una Semana Bíblica. Ha sido una consecuencia, no sé si lógica, pero sí atrevida, de intentar que la Palabra de Dios tenga el lugar que se merece en nuestra vida parroquial.

No se ha tratado de organizar una simple cadena, más o me-nos acertada, de charlas o conferencias.

El lema del beato Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, «llevar la Palabra de Dios al hombre de hoy con todos los medios de hoy», nos ayuda a entender que la animación bíblica y, por tanto, la Semana Bíblica está llamada a ser multidisciplinar. Conferencias, sí, pero también Lectio, conciertos, películas...

Y también multigeneracional. También Dios habla a los ni-ños, adolescentes y jóvenes. Y, por supuesto, a todos, sean cuales sean sus circunstancias y conocimientos. Es más, creámonos de

verdad que Dios habla de una manera especial a los más senci-llos, a sus predilectos.

Y si una Semana Bíblica se enmarca en la tarea de formación y difusión de la Palabra de Dios, también puede ser una buena idea el que en la parroquia o comunidad pueda haber un servicio de li-brería que durante todo el año, o en épocas significativas como la Navidad o Sant Jordi, ofrezca Biblias y toda clase de libros, DVD’s o CD’s que comentan o animan con la Palabra de Dios.

También desde la experiencia personal quisiera aportar la campaña que cada año hace el Grupo Bíblico y Misionero «Cin-co panes y dos peces» ofreciendo en la parroquia el librito de los evangelios de todo el año. Es otra manera más, pero bien fácil, de acercar la Palabra de Dios a todas las casas.

Ni pretendo ni puedo agotar el tema. Sí, en cambio, quisiera animar al diálogo, abrir interrogantes, «pinchar» para desper-tar y, quizás así, el que en nuestras comunidades parroquiales se empiece a dar pasos, o se consolide, la animación bíblica de toda la pastoral, sabiendo que como bien dice san Jerónimo, y recoge Benedicto XVI en la Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini (La Palabra del Señor): «La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo». Y de esa ignorancia no podemos ni queremos conformarnos.

2. Biblia y Catequesis

2.1. Qué y por qué

La primera catequesis cristiana fue, naturalmente, la predicación de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. Y la siguiente, obviamen-

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146 La Biblia compartida 147La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis

te, fue la predicación de los Apóstoles que, no podía ser de otra manera, se basaba y contenía la Palabra que ellos mismos habían escuchado y acogido.

Siguiendo la inspiración divina escribieron los Evangelios. Nos dicen los biblistas que las diferencias que encontramos en-tre los Evangelios vienen motivadas, en la mayoría de las oca-siones, por la comunidad a la que van dirigidos. Es decir, que en ellos hay una clara e importante intencionalidad catequética.

Con el tiempo, los sucesivos sucesores de los apóstoles fue-ron desarrollando esa catequesis y, por tanto, fue configurándo-se lo que hoy llamamos Magisterio. Ese Magisterio tiene una base bíblica bien sólida pero, a semejanza con un gran iceberg, en muchas ocasiones su presentación, sus catequesis, tan solo muestran, como asomándose, una pequeña parte del fundamen-to bíblico que lo sostiene.

Vayamos al día a día de nuestras catequesis. ¿Cuánto tiempo del que duran nuestras sesiones de catequesis se utiliza la Biblia o el Evangelio? Perdón, quizá me he pasado con la pregunta. De-jémoslo en: ¿En cuántas de las sesiones utilizamos el Evangelio? Quizá todavía se las trae la preguntita. Tal vez sería más fácil así: ¿En nuestra catequesis utilizamos habitualmente el Evangelio?

Desde la teoría solo debería caber una respuesta afirmativa. Fijémonos en lo que subrayó Juan Pablo II hace ya treinta años en la exhortación Catechesi tradendae:

«La catequesis ha de estar totalmente impregnada por el pen-samiento, el espíritu y las actividades bíblicas y evangélicas a través de un contacto asiduo con los textos mismos» (n. 27).

¿Contacto asiduo con los textos mismos?

Un mínimo conocimiento de muchos de los que han pasado por muchas de nuestras catequesis (me refiero a nuestros com-pañeros de trabajo, a nuestros vecinos e, incluso tristemente, a muchos de nosotros), nos lleva a conclusiones muy diferentes de la teoría expuesta.

Algunos de ellos ni han tocado en su vida una Biblia o un Evangelio, la mayoría nunca recibió formación bíblica y casi to-dos desconocen a los Profetas o los Hechos de los Apóstoles.

Bueno, bueno... –me contestan– que dos cursos de Comu-nión no dan para tanto... Pero, ¿y los miles que han pasado por nuestras catequesis de Confirmación?

Es habitual que algunos de mis compañeros de trabajo (no creo que me lean) me pregunten sobre cuestiones bíblicas muy básicas para ellos o para sus hijos. Y lo mismo puedo decir de la mayoría de los padres que traen a sus hijos a catequesis. ¡Y mu-chos de ellos están confirmados!

¿Es posible, pues, la catequesis sin la Biblia? ¡Decididamente no! Y así de claro lo tenían los primeros cristianos. Dice el libro de los Hechos que Pablo predicaba «basándose en las Escritu-ras» (He 17,2).

¿Es que acaso se puede predicar, catequizar, de otro modo? Quizá se pueda predicar otra cosa, quizá... pero la fe y el segui-miento de Jesús de Nazaret, desde luego que no.

Merecen la pena las palabras de Gonzalo Espina en su libro ¿Cómo hacer de la Biblia el libro de la Catequesis?:

«La catequesis debe privilegiar la riqueza del lenguaje bíblico [...]. Debe poner en contacto con la fuerza comunicativa de los textos mismos, de las propias palabras de Jesús. En los gestos y palabras de Jesús hay una novedad, autoridad, provocación,

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148 La Biblia compartida 149La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis

firmeza, ternura, autenticidad, evocación, penetración, pedago-gía... insuperables».

Ni podemos ni queremos sustraer al hecho catequético lo «insuperable» de contar con las propias palabras de Jesús. Lo contrario sería predicarnos a nosotros mismos.

Cuando me comentan desde diferentes comunidades que ellos ofrecen la Misa Familiar una vez al mes, no puedo por me-nos, aún a riesgo de granjearme alguna antipatía, que preguntar por qué rebajan a los niños a una segunda división.

Pues bien, lo mismo me ocurre cuando parece que no hay espacio para la Biblia en las catequesis de niños. Se aducen, casi siempre, motivos de carácter sociológico. A mí me pesan más las respuestas que encuentro en la misma Palabra de Dios.

San Pablo, en la 2ª carta a Timoteo le recuerda: «y desde la infancia conoces las Escrituras». ¡Claro que sí!, las mismas que aprendió Jesús en Nazaret, las mismas que aprendió su Madre María y que bien demuestra con el cántico del Magnificat (res-cribiendo en clave de Evangelio el cántico de Ana).

Y también me he creído a nuestro último «Concilio Provincial Tarraconense» (1995) cuando en sus Resoluciones nos dice: «Se distribuirán los contenidos del mensaje bíblico en cada uno de los diversos procesos de la catequesis: niños, jóvenes y adultos».

Y digo yo que si san Pablo, Juan Pablo II o el último Concilio Tarraconense nos lo proponen... ¡Es que será posible! Lo que pasa es que, al igual que toda la labor evangelizadora, Dios la ha puesto en manos de nosotros y, de alguna manera se puede decir que, por tanto, está en nuestras manos que sea posible.

Un par de pistas, para hacerlo posible, nos las brinda Gonzalo Espina en su libro:

«El primer paso para que tú seas un catequista que coloca ▶la Biblia en el centro de la Catequesis es que la Biblia sea para ti el libro más leído, más meditado y más orado.La Biblia se lee en y con la Iglesia. El libro de los Hechos ▶nos muestra cómo la lectura se hacía en comunidad, presi-dida por los apóstoles y asistida por el Espíritu».

Ojalá estas líneas sirvan para que nos interroguemos sobre el lugar que ocupa la Palabra de Dios en nuestras catequesis. Bien es cierto que estas reflexiones tan solo abordan el qué hacer sin disponer de espacio para el cómo hacerlo. Eso puede ser tema para otro artículo pero, mientras tanto, también puede ser objeto de diálogo en nuestras reuniones de catequistas.

De lo que no hay duda es de las consecuencias a las que nos lleva predicar, catequizar, con la Escritura. Nos lo dicen los pri-meros discípulos: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos ex-plicaba las Escrituras?» (Lc 24,32).

2.2. Y, ¿cómo?

Es bien fácil y, por tanto, muy probable que después de leer todo lo dicho sobre Biblia y Catequesis, algunos o muchos se pregun-ten, lógica y legítimamente, el cómo hacerlo. ¿Pero..., es posible? Entonces, al final del artículo, me excusaba por la falta de espacio y proponía dejarlo para otra ocasión.

Fijémonos en la Exhortación apostólica Verbum Domini (La Palabra del Señor) escrita por Benedicto XVI. Sin duda, este documento es una herramienta indispensable para afrontar el reto de casar de una vez y para siempre Biblia y Catequesis. En

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150 La Biblia compartida 151La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis

el apartado dedicado a la dimensión bíblica de la catequesis, lee-mos:

«Un momento importante de la animación pastoral de la Iglesia en el que se puede redescubrir adecuadamente el puesto central de la Palabra de Dios es la catequesis, que, en sus diversas formas y fases, ha de acompañar siempre al Pueblo de Dios. El encuen-tro de los discípulos de Emaús con Jesús, descrito por el evan-gelista Lucas (cf Lc 24,13-35), representa en cierto sentido el modelo de una catequesis en cuyo centro está la “explicación de las Escrituras”, que solo Cristo es capaz de dar (cf Lc 24,27-28), mostrando en sí mismo su cumplimiento. De este modo, renace la esperanza más fuerte que cualquier fracaso, y hace de aquellos discípulos testigos convencidos y creíbles del Resucitado»6.

2.3. La Palabra de Dios sale a tu encuentro

«Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar con ellos» (Lc 24,15).

Escribía entonces que para ello hace falta que los catequistas gusten de la Palabra. Es por ello que para empezar a hablar del cómo nos hemos de fijar en los catequistas. Es evidente que to-dos somos hijos de nuestro tiempo y los catequistas no son una excepción.

Cada día se lee menos, en general, y se lee menos la Biblia, los cristianos en particular. El conocimiento, pues, de la Biblia entre

6 VD 74.

nuestros catequistas seguramente es, como mínimo, mejorable. Quizá no seamos del todo conscientes que, al igual que se predi-ca, se catequiza con la Palabra de Dios.

Un primer y básico impulso podría ser el participar de algún cursillo o sesiones sobre la Biblia en la Catequesis. Pero será un intento insuficiente si el final de esas sesiones no supone un principio de una «nueva» mentalidad (nada nueva, por cierto, si nos fijamos en los escritos de los Padres de la Iglesia) en el que la Biblia anime transversalmente toda la pastoral7 y, por tanto, también la catequesis.

Y de ello se desprende que, en general, toda actividad pasto-ral de nuestras parroquias y movimientos debe ser animada por la Palabra de Dios. Y que, además, de una manera más concreta, han de surgir en nuestras comunidades encuentros de forma-ción bíblica, de lectura compartida de la Palabra, de Lectio Divi-na (lectura orante de la Palabra).

Sin cristianos, sin catequistas, que saboreen la Palabra no hay nada que hacer por más que se programe y se programe bien.

2.4. La Palabra de Dios se transmite a todos

«Les interpretó lo que sobre Él hay en todas las Escrituras» (Lc 24,27).

Porque el segundo paso es, sin duda, que los responsables de programar y decidir los contenidos y formatos, no se olviden de la Biblia como el principal libro de la catequesis.

7 Ver el capítulo de J. Velasco-Arias, La Biblia: «corazón» de la Pastoral.

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152 La Biblia compartida 153La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis

Antes, a uno le decía el señor párroco que se animase a dar catequesis, que solo era una hora a la semana y, tras poner en sus manos el libro-catecismo del momento, le lanzaba al ruedo con mucha y buena voluntad y con poca, muy poca idea, de qué y cómo hacer.

Hoy no es que diste mucho de aquello pero con una diferen-cia: hoy programamos y evaluamos. Incluso me atrevería a de-cir que tanta evaluación no nos permite dedicar un mínimo de tiempo a la formación de los catequistas.

Pues bien, sin una programación que alimente todos los con-tenidos y formatos con la Palabra de Dios no hay nada que hacer por más que se hagan planes pastorales magníficos (que lo son) y se editen materiales estupendos (que los hay y muchos)

2.5. La Palabra de Dios se muestra clara y sencilla

«Sus ojos se abrieron y le reconocieron» (Lc 24,31).

Por supuesto, el tercer paso será dotar de las herramientas nece-sarias a los programadores y catequistas en general. En nuestras librerías católicas podemos encontrar muchos y muy buenos materiales. Una visita a alguna de esas librerías y, a la vez, una visita a las webs de las editoriales que trabajan libros y materiales bíblico-catequéticos, nos adentrarán en un mundo casi inabarca-ble, con un abanico de posibles dinámicas que van de los juegos a los vídeos pasando por los posters o la música.

No es cuestión de citar en este momento las editoriales y sus publicaciones. Sería un intento inútil por la falta de espacio y, además, injusto por las omisiones a las que me vería obligado.

Sin duda, una de las primeras medidas debería ser el contar con varios «Nuevo Testamento» que pongan el texto bíblico en las manos de los catequizados (al menos desde la edad en la que estudian secundaria).

Y, evidentemente, no acompañar esta catequesis de ciertos tics que acompañan a tantas y tantas catequesis. Una arriesgada idea al respecto:

La catequesis bíblica también requiere de una invitación ex-plicita a celebrar la fe en la Eucaristía dominical. Esta, lejos de ser un complemento de la catequesis, ha de ser el centro de nues-tra vida cristiana y, por tanto, al contrario, es la catequesis la que es un buen complemento para la Eucaristía dominical. Por ello, cuesta entender que a la Mesa de la Palabra y de la Eucaristía, se invite a muchos catequizados en menor medida que a la cate-quesis. La propuesta de catequesis semanal y Eucaristía mensual me parece que, aún sin darnos cuenta y con la mejor de las vo-luntades, desafina. Por ello, me atrevo a animar a todas las comu-nidades a que cualquier propuesta de Misa con niños, Misa de la catequesis o Misa Familiar, sea una propuesta semanal.

¿Cómo hacerlo? Primero, queriendo; segundo, preparándo-nos; tercero, intentándolo. Y, sobre todo, rezándolo, es decir, pi-diendo a Dios que nos haga vehículos de su Palabra.

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6Claves y pautas para el uso de algunos medios de comunicación... en la Animación Bíblica

José Ignacio Pedregosa Ordóñez

A mis compañeros profesores y a mis alumnos.

1. Introducción: acotando términos

«Llevar la Palabra de Dios a los hombres de hoy con los medios de hoy». Este eslogan lo podríamos adoptar en nuestra anima-ción bíblica, este es al fin y al cabo el objetivo o el fin de nuestra animación bíblica. ¿O no? Son unas palabras conocidísimas del beato Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina y que de una u otra manera sus miembros tratamos de llevar a la prác-tica. El animador bíblico las tiene que hacer suyas, pues forman parte de su misión. Hoy es imprescindible tener en cuenta la cultura de la comunicación en nuestra tarea evangelizadora. Mi pretensión con este capítulo es la de ofreceros, tal como consta en el título, una serie de claves o pautas que nos ayuden a utilizar algunos medios de comunicación en nuestra animación bíblica. Pero antes hemos de preguntarnos acerca del significado de al-gunos términos.

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156 La Biblia compartida 157Claves y pautas para el uso de algunos medios de comunicación...

1.1. El animador bíblico

El animador bíblico es aquel cristiano comprometido y enamo-rado de la Sagrada Escritura que utiliza recursos diversos para ayudar a otras personas a acercarse, profundizar y vivir la Palabra de Dios.

1.2. Cultura de la comunicación

Por cultura entendemos el modo de vivir de una sociedad. La conducta social, las pautas de comportamientos habituales, los ritos y símbolos asumidos por la mayoría.

O si lo preferís un modo de ser, un modo de vivir, una manera de estar en el mundo, una forma particular de existir, una menta-lidad, un método de actuar, un estilo de vida.

Por su parte, por comunicación entendemos el proceso me-diante el cual se intercambian ideas, informaciones o inquietu-des. O también, el proceso mediante el cual se hace partícipe a una persona o entidad lo que uno sabe, piensa, tiene, lleva den-tro a través de un determinado medio.

Por tanto, la cultura de la comunicación sería el modo de vi-vir o el estilo de vida asumido por la mayoría de los ciudada-nos, en el que la conducta social, los modos de comportamiento, ritos y símbolos están siendo configurados por el mundo de la comunicación.

1.3. ¿Qué entendemos por medios de comunicación?

Nosotros vamos a definir medio de comunicación como aquel instrumento, utensilio técnico o dispositivo mediante el cual po-demos transmitir un mensaje.

1.4. Los medios de comunicación tienen su propio lenguaje

Los medios de comunicación para la transmisión de un mensaje emplean tanto el lenguaje verbal como el no verbal, en todas sus manifestaciones.

En la elaboración de los textos para los medios impresos se utilizan distintos recursos tipográficos: fuentes o tipos de letras, estilos (negrilla, itálica...), tamaño, espaciamiento, color, etc., además de las infografías aplicadas a estos medios (mapas, gráfi-cos, ilustraciones...).

La riqueza del lenguaje oral está presente en medios como la radio, la televisión, el teatro y el cine, con elementos tan impor-tantes como el tono, la intensidad, el ritmo y la entonación de la voz; al igual que silencios, risas, gritos, llantos, gemidos, murmu-llos, al lado de efectos musicales.

En el caso de los medios audiovisuales (televisión y cine) de-bemos sumar a todas las manifestaciones anteriores la fuerza de las imágenes, con la gama de elementos gestuales, actitudinales, unidos a lenguajes lumínicos (orientación e intensidad de la luz, colores...) y escenográficos (vestuario, decorados, objetos...).

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158 La Biblia compartida 159Claves y pautas para el uso de algunos medios de comunicación...

2. Pequeña aproximación bíblico-teológica a los medios de comunicación

Nos hemos hecho eco, en el apartado anterior, de la importancia que tienen los medios de comunicación para nuestros contem-poráneos, y por lo tanto de la importancia que deberían tener para la Iglesia y, por consiguiente para todos aquellos que nos dedicamos a la Animación Bíblica dentro de ella. Y esto a pesar de que en algunos momentos de nuestra historia y en algunos ambientes estos hayan sido demonizados.

Sí que hemos de constatar que existe un gran vacío a nivel teológico y bíblico acerca del tema de los medios de comunica-ción y prácticamente son inexistentes los tratados sobre teología de los medios de comunicación social1.

Aunque nuestro trabajo es eminentemente pastoral, no quie-ro dejar pasar la oportunidad de fundamentarlo desde el punto de vista bíblico-teológico. Para ello vamos a comenzar desde la primera página de la Biblia. Basta abrirla por el capítulo primero del Génesis para caer en la cuenta de que la primera acción que Dios realiza es un acto de comunicación: «Dios dijo:» (Gén 1,3). Y esta expresión se va repitiendo por todo el capítulo hasta el versículo 24. Pero, además, nadie podrá negar que la historia de Dios con su pueblo Israel sea una historia de comunicación. Su máximo afán era entrar en comunicación constante con su Pueblo, para ello se sirve de los patriarcas, de los reyes, de los profetas... Hasta realizar el acto supremo de comunicación en la

1 A este respecto sí que me gustaría destacar la obra de F. Martínez Díez, O.P., Teología de la comunicación, BAC, Madrid 1994. En ella el P. Felicísimo dedica algunas páginas (353-385) a este tema. De esta obra nos servimos para la mayoría de nuestras aportaciones.

figura de su Hijo, Jesucristo, el cual vino a revelarnos, a comuni-carnos, el rostro amoroso del Padre.

Profundicemos un poco más, y no tanto desde el matiz de la comunicación, que es lo que hemos hecho en el párrafo prece-dente, sino desde la perspectiva de los medios de comunicación social. Y volvemos a la Biblia. Y volvemos al libro del Génesis. Allí encontramos otra expresión que se repite a modo de estri-billo: «Vio Dios que esto estaba bien» (Gén 1,10; 1,12; 1,18; 1,21; 1,25). Concluyendo con un: «Vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que todo estaba muy bien» (1,31). Por lo que, como realidades naturales que son, debemos ver los medios de comunicación como dones de Dios. Desde este punto de vista es erróneo, tanto el demonizar los medios de comunicación so-cial, como el divinizarlos. Son instrumentos en las manos del ser humano. Y él es el responsable de su uso. Ahora bien, y tal como apunta Felicísimo Martínez en la obra citada, los medios de co-municación «son materia manipulada, manufacturada, transfor-mada por el hombre... en función de la comunicación»2. Por eso, no podemos denominarlos únicamente como realidades terre-nas, pues forman parte, además, de las realidades culturales.

El primer mandato de Dios hacia el ser humano que aparece en la Biblia es: «Sed fecundos y multiplicaos, poblad la tierra y sometedla» (Gén 1,28). En virtud de este versículo del Géne-sis hemos de redimensionar desde el punto de vista teológico nuestro acercamiento a los medios de comunicación. Y esto po-demos verlo de forma clara en la Instrucción Pastoral Communio et progressio:

2 Ib, 360.

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160 La Biblia compartida 161Claves y pautas para el uso de algunos medios de comunicación...

«Dondequiera que el esfuerzo humano pretende mejorar las condiciones de la vida terrestre, y especialmente siempre que se trata de los más modernos prodigios de la ciencia humana y los grandes éxitos de la técnica, la visión de los cristianos y su juicio sobre el mismo hombre, sobre las relaciones humanas y sobre la historia entera ve en ellos una respuesta –muchas ve-ces inconsciente– al precepto divino de “poseer y dominar la tierra”, a la vez que una participación al plan de Dios Creador y Conservador de las cosas. Y en esta consideración y perspectiva se sitúan los medios de comunicación social ya que son muy eficaces para la difusión del conocimiento y, por lo tanto, para toda colaboración. Dios al crear al hombre a su imagen, le dio participación en su mismo poder creador para construir la ciu-dad terrena» (CP 7)3.

Los medios de comunicación son por tanto dones de Dios y obra del ingenio y el trabajo humano. Con su invención y uso el hombre continúa el mandato dado por Dios. Y ayudan a crear en el mundo condiciones dignas y humanizadoras para la reali-zación plena de la humanidad y su vocación. Por eso, son en sí mismos «una realización de la vocación humana y una respuesta a la voluntad divina, al plan de Dios»4.

Por ello, desde estas páginas, animamos a todos los miembros de la Iglesia a utilizar y servirse de los medios de comunicación social para llevar la Palabra de Dios a nuestros contemporáneos. Eso sí, utilizarlos y usarlos con criterio y, sobre todo, al servicio del Reino.

3 Citado por ib, 362s.4 Ib, 363s.

3. Algunos medios de comunicación al servicio de la Animación Bíblica

3.1. Laimagenfija

3.1.1. El lenguaje de la imagen

La imagen ha ido acompañando siempre la vida del ser humano, baste recordar las pinturas rupestres. La imagen desde tiempos remotos ha tenido algo de sagrado, de mágico. Recordemos que imagen y magia provienen de la misma raíz.

En nuestros días la imagen se ha industrializado y ha llega-do a formar parte de nosotros mismos. Basta echar una ojeada a nuestro alrededor para darnos cuenta de ello. La imagen se ha convertido en algo indispensable. Por esto, es necesario que se-pamos interpretar este lenguaje.

Fijémonos bien que digo interpretar este lenguaje, y es que la imagen es un lenguaje, ya que nos permite transmitir mensajes mediante unos determinados signos, ¿o no? El lenguaje icónico, es decir, el lenguaje de las imágenes, nos permite por medio de una serie de signos concretos, por medio de un código, transmi-tir un mensaje.

Hemos de tener en cuenta que la imagen utiliza signos que operan directamente sobre nuestra sensibilidad y nuestra interio-ridad. Nos comunica sobre todo sentimientos. De hecho, cuan-do queremos expresarle a alguien lo que sentimos, normalmente recurrimos más a un gesto, a una imagen o a un objeto simbólico que a una palabra: por ejemplo cuando regalamos unas flores a la persona amada. Esta es la razón por la que ante una imagen lo primero que debemos preguntarnos es qué sentimos. Las imá-

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162 La Biblia compartida 163Claves y pautas para el uso de algunos medios de comunicación...

genes nos hacen salir de nosotros mismos, nos evocan sueños, aspiraciones, ilusiones, miedos...

3.2. El cartel

3.2.1. ¿Qué es un cartel?

Hay quien ha definido al cartel como un grito en la pared. En rea-lidad, el cartel es un trozo de papel o cartulina de un tamaño con-siderable en el cual figura una imagen y un texto breve con una finalidad publicitaria. Este sirve para informar, estimular, activar, convocar, llamar la atención, provocar, motivar, convencer...

3.2.2. Elementos de un cartel

Los elementos contenidos en un cartel son tres: imagen, texto y color. La imagen puede ser gráfica o fotográfica, dibujo o collage.

La fotografía normalmente es más importante incluso que el texto, puesto que la imagen se capta con un primer golpe de vista.

El cartel tiene como objetivo el remplazar los grandes discur-sos. Las palabras en él son mínimas, por lo cual el texto ha de ser breve, claro, preciso, sorprendente y expresivo. El texto, aunque no lo parezca, informa tanto del producto como del anunciante.

El color, por otra parte, tiene una importancia suma, pues nos lleva a innumerables connotaciones. Por eso es importante que nos fijemos si los colores utilizados son fríos o cálidos, así como en los contrastes entre ellos.

3.2.3. Características del cartel

Su mensaje y su información se captan visualmente. El cartel nos entra por los ojos. No hay que detenerse al pasar, se ve y se lee con un solo golpe de vista.

Un buen cartel ha de ser impactante, ha de causarnos sorpre-sa y, sobre todo, hemos de retener su mensaje en la memoria, aunque solo le hayamos echado un vistazo.

3.2.4. El mundo de los colores y su significado

Aunque no nos lo parezca, es algo muy importante. Por una ra-zón muy sencilla, los seres humanos reaccionamos de diversa manera, aunque sea de forma inconsciente, según los colores que nos encontramos en un ambiente. Según los psicólogos, ante los colores reaccionamos de la manera que apuntamos más abajo.

Estos son los colores principales. ¡Ojo aquí con el significado de los colores!, estos significados nos van a ayudar después a la lectura de la imagen publicitaria y los anuncios de TV.

Podemos diferenciar dos tipos de colores:

a) COLORES CÁLIDOS (resultan excitantes y estimulantes). En general los espacios con colores cálidos parecen más grandes, cercanos y pesados.

BLANCO ▶ . Es el color de la luz y de la claridad. Se asocia a limpieza, pureza, paz, calma, inocencia, infancia, estabili-dad, sobrenaturalidad.

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AMARILLO ▶ . Es el color del sol y llama la atención por su brillantez. Evoca alegría, vitalidad y diversión. También es el color de la riqueza, ya que el oro es amarillo.NARANJA ▶ . Sus tonalidades suaves transmiten una sensa-ción agradable de ambiente familiar y de confort, placer... Por otro lado, como es un color muy visible, se usa para señalizar peligros y llamar la atención.ROJO ▶ . Es el color de la sangre y del fuego. Se relaciona con la acción, el coraje, la pasión, el dinamismo... Comunica sensaciones de excitación, agresividad, emoción, triunfo y movimiento. También se usa para llamar la atención e indicar peligro.

b) COLORES FRÍOS (resultan sedantes). En general los es-pacios con colores fríos parecen más pequeños y lejanos.

VERDE ▶ . Es el color de la naturaleza que tranquiliza y rela-ja. También se asocia a la esperanza, salud, vitalidad, segu-ridad, equilibrio.AZUL ▶ . El color del cielo y del mar. Simboliza cosas gran-diosas, autoridad, lealtad, fidelidad, dignidad, el infinito. Cuando es claro relaja y proporciona frescor, seguridad, armonía y confianza; cuando es oscuro resulta triste.VIOLETA ▶ . Se relaciona con ambientes elegantes o lujosos, ausencia de tensiones, dignidad, distancia.GRIS ▶ . Color neutro, metálico. También evoca falta de co-lor, tristeza, pobreza.NEGRO ▶ . Tiene dos significaciones principales. Por una parte (en nuestra sociedad) se relaciona con el misterio, la ignorancia, el miedo, la soledad, la oscuridad, la tristeza, la

muerte. Pero también se asocia a poder, dominio, elegan-cia, prestigio.

3.2.5. ¿Cómo leer un cartel y no morir en el intento?

Hemos de tener en cuenta que estamos en un taller de comuni-cación y evangelización; esto no es un curso de publicidad, por tanto usamos un método concreto para la lectura del cartel, que probablemente no utilizaríamos en un curso de publicidad, o ¿tal vez sí? Nuestra pretensión estrictamente hablando no es aprender a leer publicidad, pues algunos carteles publicitarios no son uti-lizables en catequesis o en evangelización, aunque sí nos pueden ayudar cuando tengamos que hacer los nuestros. Sin embargo, existen una serie de carteles que con ocasión de alguna fecha de-terminada, de algún acontecimiento o de alguna conmemoración, son publicados por la Iglesia u otros estamentos. La mayoría de las veces esos carteles pasan desapercibidos excepto para nuestras papeleras, a todo lo más se les expone en la maraña de cosas que están en el tablón de anuncios de la entrada de la Parroquia y se pasa semanas y semanas hasta que llega un «buen samaritano» y lo quita diciendo: «¡Dios mío, si hace tres semanas que pasó la fe-cha!». Anda, que eso le va a ocurrir a una agencia de publicidad.

Mi consejo es que, vosotros, agentes de pastoral, debéis estar atentos para ver las posibilidades que pueden dar la infinidad de carteles que llegan al despacho parroquial en la evangelización de vuestro grupo o grupos. Yo me pregunto, ¿cuántas veces se ha tomado el cartel de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, jornada por cierto que en la mayoría de los casos pasa desapercibida, se ha llevado a catequesis y se les ha explicado a

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los chicos el significado de esa Jornada? No me atrevería a decir que ninguna, pero estoy seguro de que las veces se pueden contar con los dedos de una mano. Pero no solo en catequesis, ¿cuántas veces se utiliza un cartel para la homilía? Y eso que decimos que estamos en la época de la imagen, de lo audiovisual.

3.2.6. El método Camino, Verdad y Vida aplicado a la lectura de un cartel5

Al principio nos resultará difícil leer una imagen. Es cuestión de práctica.

Vamos a utilizar para leer las imágenes un método que noso-tros llamamos camino, verdad y vida, el cual nos ayudará a saber orientarnos ante una imagen; este método no es nuevo, es utili-zado con algunas variantes por todos aquellos que se dedican a leer imágenes.

a) Camino (Análisis connotativo o subjetivo)

En primer lugar miramos atentamente el cartel, unos segundos.

5 Este método está basado en el método alberioniano, con alguna variante. Mé-todo aplicado en principio a la vida espiritual (realización de la Visita Eucarística, meditación...). Con este método el beato Santiago Alberione pretendía dar al Cristo Total a todo el hombre llegando a todas sus facultades (dogma, moral y culto; mente, voluntad y corazón...). Yo lo que he hecho es adaptar este método al uso pedagógico de los medios de comunicación social. Una pista me dio el siguiente escrito del beato Santiago Alberione: «Jesús hace siempre tres cosas: primero obra: yo soy el Camino; luego enseña: yo soy la Verdad; después procura y confiere la gracia para seguirle: yo soy la Vida» (A las Hijas de San Pablo, 1929-1933, 51).

Para sacarle todo su jugo a la imagen, es necesario contemplarla, no solo verla o mirarla. Esto lo conseguiremos únicamente en el silencio, la serenidad, la tranquilidad... Os invitamos a que a partir de ahora os ejercitéis en la lectura de la imagen fija. Es relativa-mente fácil, porque las imágenes nos invaden por todas partes.

En un primer momento nos preguntamos por los elementos emotivos que ha provocado en mí esa imagen en estos primeros segundos: ¿qué he sentido al verla?, ¿qué me ha impactado?

Teniendo en cuenta que toda imagen tiene una intencionalidad concreta, es decir, que toda imagen nos quiere transmitir algo, vol-vemos a preguntarnos: ¿qué quiere decir el cartel para mí?, ¿qué significado tiene para mí ese impacto?, ¿qué elemento o elementos han captado más mi atención, me han impactado más? ¿Por qué?

b) Verdad (análisis denotativo u objetivo)

En un segundo momento nos vamos a fijar un poco más en el cartel y nos vamos a preguntar: ¿qué se ve verdaderamente en cartel?; ¿qué elementos componen el cartel?; ¿cómo son los co-lores?; ¿cómo es el texto?; ¿cómo es la imagen?; ¿qué está repre-sentado objetivamente en el cartel?

c) Vida

Es el momento de sacar nuestras conclusiones prácticas. Nadie queda impasible ante una imagen. ¿Qué me dice a mí personal-mente esa imagen? ¿Me transmite algo importante para mi vida? ¿En qué me compromete? Tal vez sea el nivel más difícil, pero

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sin duda es el más necesario; aunque debemos desarrollar los tres niveles para poder degustar la imagen en todo su sabor y adueñarnos de toda su riqueza.

3.2.7. Recomendaciones para la elaboración de un cartel

Después de todo lo visto, ha llegado el momento de elaborar nuestros propios carteles para anunciar los eventos que desarro-llamos en nuestro ámbito de la animación bíblica. Desde el pun-to de vista técnico es algo relativamente fácil contando con los adelantos informáticos con los que hoy día contamos. Pero no es necesario que seamos expertos en Corel Draw u otro tipo de pro-gramas especializados. Hoy día basta manejar satisfactoriamente algún programa de procesamiento de textos: OpenOffice, Writer o Microsoft Word.

Antes de elaborar el cartel

Hay una serie de preguntas previas que nos debemos hacer antes de comenzar propiamente a realizar el cartel. Son las siguientes:

¿A quién me voy a dirigir? ▶¿Qué tamaño le voy a dar al cartel? Normalmente en nues- ▶tro trabajo pastoral el ideal es DIN A-3.¿Qué idea es la que quiero transmitir? O si lo preferimos: ▶¿qué quiero vender?Buscamos una imagen que resuma la idea que quiero trans- ▶mitir a la mínima expresión gráfica. Recuerda siempre que

la imagen es un medio para llegar a un fin: «vender» mi producto.El texto debe ser un refuerzo del mensaje implícito de la ▶imagen.¿Qué tipo y tamaño de letra voy a utilizar? ▶El texto debe ser corto, directo y claro. ▶En un cartel hay dos tipos de texto: el encabezado y el pie. ▶El encabezado es el título del cartel, que junto con la ima- ▶gen es lo primero que debe llamar la atención. El tamaño debe ser tal que pueda ser leído a un simple golpe de vista. Debe estar compuesto por una, dos o tres palabras como máximo.El pie por su parte debe dar algún detalle y globalizar la ▶información. NO debe ser un tratado de teología, debe in-cluir únicamente lo elemental; lo demás se explica con un tríptico, una octavilla, de viva voz por algún encargado...Tener en cuenta también todo lo que hemos comentado ▶acerca del significado de los colores.

3.3. La música

En la educación recibida por la mayoría de nosotros ha preva-lecido y sigue prevaleciendo el lenguaje verbal y numérico. El primero de ellos, encargado del desarrollo de las capacidades de comprensión y de expresión y, el segundo, impulsor de las capa-cidades de abstracción y de ordenación lógicas.

Sin embargo, en la vida del ser humano existe desde siempre un lenguaje fascinante, en el cual se concentran la capacidad de comprensión y de expresión, el orden lógico y la capacidad de

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abstracción. Además de la capacidad para suscitar procesos de socialización.

¿De qué estamos hablando? Sencillamente, del lenguaje mu-sical, a través del cual se transmiten sentimientos y se modela nuestro espíritu mediante el componente estético.

El lenguaje de la música es muy distinto del lenguaje de la prensa o del libro, al cual, tal vez, estamos más acostumbrados. Estos últimos se dirigen sobre todo a nuestro intelecto, a nuestra mente. La música, sin embargo, tiene un lenguaje que entra en comunicación inmediata con nuestras emociones, con nuestros sentimientos. Por eso, yo, siempre, digo que la música hay que sentirla. Y, ¿dónde se siente? No cabe duda de que la mayoría de nuestros sentimientos se manifiestan en el abdomen. A partir de ahí esos sentimientos suscitados por la música nos provocan experiencias, nos generan conocimientos, nos crean recuerdos, e incluso, establecen vínculos entre las personas.

La música sigue el orden inverso a la comunicación verbal:

De la intuición → a la idea.Del sentir → al comprender y comunicar.De la sensibilidad → a la inteligencia.

El mensaje sonoro es inmaterial: no se ve, se siente. El ca-mino para captar ese mensaje es dejarse invadir por la música, someterse a vibración sonora y estar expectantes para percibir las resonancias que nos produce.

Pero, ¿qué es la música? La palabra música tiene su origen en la palabra griega musa, aquella diosa que inspiraba a los artistas, sobre todo a los poetas. Si combinamos los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o unos y otros a la vez, sentimos

placer al escucharlos; estimulamos la sensibilidad, la alegría o la tristeza. Estamos haciendo música.

Y, ¿por qué interesarnos por la música? Basta estar un poco atentos y prácticamente estamos invadidos por la música, obser-vemos un poco a nuestro alrededor. Salimos de casa con nuestro mp3, subimos al coche con nuestro CD, llegamos a casa y pone-mos la cadena musical, nos encontramos en un centro comercial y oímos el hilo musical...

3.3.1. El lenguaje musical

El lenguaje musical tiene como elemento constitutivo el soni-do. Por sonido entendemos la sensación auditiva que produce en nosotros el fenómeno físico originado por la vibración de los cuerpos.

a) Cualidades del sonido

El sonido para convertirse en música ha de sufrir una ordena-ción. En Occidente lo hemos ordenado por medio de lo que lla-mamos escalas.

Melodía: Llamamos melodía a la sucesión de sonidos dis- ▶puestos lógicamente con el fin de expresar algo. Va en rela-ción con la altura del sonido, puede ser más o menos grave o agudo.Ritmo: Es la ordenación del tiempo. Va en relación con la ▶duración y puede ser largo o corto.

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Intensidad: Es la fuerza con la que se produce el sonido, ▶que puede ser fuerte o flojo.Timbre: Es la cualidad que nos permite saber que el soni- ▶do está producido por este o aquel instrumento o voz.

b) Capacidad comunicativa de las canciones

La vida social está originada por la comunicación, por tanto, la vida social auténtica es educativa, y ello porque ser receptor de una comunicación es tener una experiencia ampliada y alterada.

La música tiene una serie de particularidades que favorecen la comunicación, sobre todo si tomamos como ejemplo las can-ciones.

La brevedad del texto nos permite que este sea recordado y que se almacene con cierta facilidad en la memoria del receptor.

Otro elemento que ayuda a la memorización o la repetición (estribillo) es el énfasis en aspectos claves que se quieran trans-mitir, esto se consigue con los cambios de ritmo o con un mayor acompañamiento musical, las inflexiones en la voz...

Cuando nos disponemos a escuchar una canción nos situa-mos en el terreno de la imaginación y los sentimientos.

El poder del convencimiento emotivo de las canciones se consigue gracias a la alianza entre la letra y la música.

3.3.2. Características de la canción

Desde la antigüedad el lenguaje musical ha acompañado a las sociedades humanas. Desde la música captamos además su apti-tud de incitar o promover estados de ánimo, de acercar aconteci-

mientos y personas, de conducir a múltiples espacios temporales y lograr diferenciar sus características propias.

La música se vincula directamente a los estímulos sensoriales.

3.3.3. Componentes básicos de las canciones

El texto de las canciones puede enmarcarse dentro del lenguaje poético; con ello se quiere manifestar que el lenguaje utilizado por la canción es diferente en su esencia del lenguaje común.

La música posee una intención ilustrativa y tiene una gran capacidad para representar o evocar otras realidades.

Posee, además, el gran valor de la comunicación, de la comu-nicación intersubjetiva real entre las personas. La comunicación musical se dirige al sentimiento. La música es la expresión pura del sentimiento, es puro sentimiento.

La música penetra a través del oído y el oído está estrecha-mente relacionado con la vida emocional del hombre. Pero, la música es capaz de dirigirse y de afectar a todo el cuerpo.

No podemos prescindir de la música en nuestra actividad so-cio-cultural o pastoral. Ella nos puede ayudar a buscar y sentir la unidad y la armonía del grupo, modificar estados de ánimo, crear y transformar ambientes. La música es el lenguaje indicado para provocar experiencias profundas, permitiendo, incluso, que el hombre se encuentre a sí mismo. La música la podemos utilizar:

Al comienzo o al final de algunas reuniones para centrar ▶los ánimos y situar en su punto el diálogo y el encuentro. Para crear un clima de silencio o relajación.Al final del día, en el silencio de la habitación y de la noche. ▶

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Como música de fondo cuando leemos alguna cosa. ▶Para estar bien en algún lugar de reunión. ▶Cuando se precise interiorizar lo que se dice o lo que se ▶hace.Para ambientar un espacio como lugar de acogida y reco- ▶gimiento.

3.3.4. La realización de un disco-fórum

Cualquier tipo de canción puede ser utilizada para la realización de esta actividad. Una canción nos puede ayudar a sintonizar con valores profundamente humanos y con una amplia temática bíblica, aunque no los explicite.

Ahora bien, también puede ocurrir, y de hecho ocurre mu-chas veces, que exista poca o ninguna relación entre la canción y el tema que nosotros queremos tratar. Por eso es importante ele-gir bien la música o la canción. Esta es una labor del animador, al cual nunca podrá sustituir el medio.

Es muy importante tener en cuenta la letra de las canciones en nuestros encuentros. Pienso que es mejor la utilización de cantos sugerentes, simbólicos y poéticos. Doy por hecho que los cantos que utilizamos son en nuestra lengua materna, pues yo no sé inglés; no obstante para una clase de inglés en la que desea-mos realizar un disco-fórum, pueden ser utilizadas canciones en esa lengua. Habrá que elegir bien las canciones en función de la edad y de la mentalidad del grupo, del momento y de la profun-didad de la propia experiencia que esté viviendo el grupo.

La metodología a seguir para trabajar una canción será la misma que hemos utilizado para el cartel, teniendo en cuenta el

trabajo previo del animador o equipo de animación como es la selección del tema musical, el objetivo que se marca con dicho tema, la búsqueda y selección del material musical...

a) Presentación

Se dirá a los asistentes que van a escuchar una canción, sin hacer alusión alguna al autor ni al título de la canción. Se les dirá, tam-bién, que se dejen llevar por la música y que se hagan conscien-tes de los sentimientos que esta les produce. Es importante crear un clima de reflexión y comunicación grupal.

b) Verdad

En este primer momento los participantes no tienen la letra de la canción.

Se pondrá la música fuerte, aunque sin atronar ni avasallar, sin interrupciones, que invada completamente la sala.

Una vez tenida la audición, se pregunta a los participantes:¿Conocéis la canción? ▶¿Cómo se titula? ▶¿Quién la interpreta? ▶

A continuación, se realizan preguntas que apelen a la emoti-vidad:

¿Qué has sentido? ▶¿En qué ambiente te has sumergido? ▶¿Cuál ha sido tu primera reacción? ▶Todo esto dando detalles concretos de la canción. ▶

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Y les preguntamos acerca de la propia canción:¿Qué dice la canción? ▶¿Cuál es su tema principal? ▶¿Dónde dice eso que afirmamos? ¿Cómo lo dice? ▶

c) Camino

Ahora podemos volver a escuchar la canción con la letra de-lante.

Se hace un análisis de la canción en su música y en su texto:¿Qué me dice la canción? ▶¿Cómo lo dice? ▶¿Por qué dice eso la canción? ▶

Estas preguntas deben estar previamente preparadas por el animador, haciendo alusión a problemas, circunstancias o situa-ciones que sabemos que están ocurriendo en el grupo o en nues-tro entorno, y lo hacemos a partir de la letra de la canción.

d) Vida

El siguiente momento es el de la implicación personal:¿Cuál es mi reacción ante la canción? ▶¿A qué me compromete? ▶¿Tiene alguna referencia al mensaje de Jesucristo? ▶

El animador hace una síntesis de lo dicho en el grupo y luego profundiza, si es necesario, en el tema.

Disco-fórum de la canción «Mujer florero». Ella baila sola, LP Ella baila sola, Hispavox 1996

De mayor quiero ser mujer florero,metidita en casita yo te espero,las zapatillas de cuadros preparadas,todo limpio y muy bien hecha la cama.De mayor quiero hacerte la comidamientras corren los niños por la casa.Y aunque poco nos vemosyo aquí siempre te esperoporque yo sin ti es que no, es que no soy nada, y...

Quiero ser tu florero, con mi cintura ancha,muy contenta cuando me das el beso de la semana.Es mi sueño: todo limpio, es mi sueño: estar en bata,y contar a las vecinas las desgracias que me pasan.

Yo de mayor quiero ser mujer florero.Serán órdenes siempre tus deseosporque tú sabes más de todo.Quiero regalarle a tu casa todo mi tiempo.

Quiero ser tu florero...yo de mayor quiero ser mujer florero (2).De mayor... (Música).

Y por la noche te haré la cenitamientras ves el partido o alguna revista.Y hablaré sin parar de mi día casero.

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No me miras, no me escuchas.¡Ay, cuánto te quiero!

Quiero ser tu florero...yo de mayor quiero ser mujer florero. (Muchas veces)

a) Presentación.

b) Verdad.¿Conocéis la canción? ▶¿Cómo se titula? ▶¿Quién la interpreta? ▶¿Qué habéis sentido? ▶¿En qué ambiente os ha sumergido la canción? ▶¿Cuál ha sido vuestra primera reacción? ▶¿Qué dice la canción? ▶¿Cómo lo dice? ▶

c) Camino.Haced un retrato de la mujer descrita irónicamente por la ▶canción. ¿Qué soluciones le daríais para salir de la situa-ción en la que se encuentra esta mujer?¿Qué me dice a mí personalmente? ▶

d) Vida.¿A qué nos compromete? ▶¿Tiene alguna referencia con el evangelio? (se puede leer ▶Jn 4,1-42; 8,1-11; Lc 7,36-50). ¿Qué conclusiones pode-mos sacar después de alguna de estas lecturas?

e) Audición final.

3.4. El cine6

3.4.1. Definición y características del lenguaje cinematográfico

Cine: técnicamente hablando es el medio más completo, es au-diovisual y su calidad es excelente. Es un medio creado para el entretenimiento, a diferencia de los anteriores medios que fue-ron creados para transmitir noticias. También es incompatible con la realización de otras actividades.

Como podemos apreciar, el cine es un medio de comunica-ción que tiene un modo de comunicarse característico, muy di-ferente del lenguaje hablado o escrito:

Es un sistema de comunicación. ▶Es multisensorial: pone en juego varios de nuestros senti- ▶dos (en principio la vista y el oído).Hace posible un procesamiento global de la información y ▶es sintético (una imagen vale más que mil palabras).Usa de manera intensa el hemisferio derecho del cerebro ▶(intuición, sensaciones, sentimientos, emociones), por esta circunstancia no debemos ver una película con el in-telecto o la razón, sino con el estómago, que es la sede de los sentimientos.Moviliza la sensibilidad antes que el intelecto gracias al ▶impacto emotivo.

6 http://lenguajeaudiovisual.com; http://www.terra.es/personal3/fjssss/lengua-jeaudiovisual.htm

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3.4.2. Algunos presupuestos e influjo del lenguaje del cine

Es muy importante que la película se sitúe en el marco concre-to de la programación, y deberá responder a las necesidades del grupo.

En la presentación de la película hay que crear expectativas, apuntando motivaciones de la oportunidad del tema.

Buscar todas las posibilidades y referencias para trabajarlo ▶tanto a nivel antropológico, bíblico y religioso.El trabajo con la película ha de provocar la implicación del ▶grupo (inter-comunicación, compromiso...). No se puede reducir al mero consumo de imágenes.

Recuerda y reflexiona:De lo que se oye se recuerda del 10 al 15 % del mensaje. ▶De lo que se ve se recuerda del 30 al 35 % del mensaje. ▶De lo que se ve y se oye se recuerda entre el 50 y el 60 % ▶del mensaje.

3.4.3. El lenguaje del cine y el lenguaje escrito: un paralelismo

Al ponernos delante de una pantalla normalmente tenemos un problema: desde pequeños nos han enseñado a interpretar el lenguaje alfanumérico que compone el lenguaje escrito. Ahora bien, para interpretar o leer satisfactoriamente un texto no basta con conocer las letras, los números o el significado de las pala-bras, hemos de saber también descubrir metáforas, comparacio-nes, analogías, etc. Lo mismo nos ocurre con el lenguaje del cine, hemos de conocer su sintaxis, semántica, gramática, la forma en

que se compone su mensaje... Sin estos conocimientos seguire-mos siendo consumidores pasivos de cine.

Cuando leemos una novela o cualquier otro escrito nos da-mos cuenta, porque así nos lo han enseñado, de que está consti-tuido por una serie de elementos o unidades de contenido.

Esto es gracias a que conocemos la Gramática, es decir, el es-tudio de las reglas y principios que regulan el uso de las lenguas y la organización de las palabras dentro de una oración.

Y conocemos la sintaxis, que es el estudio de la combinación de las palabras para formar estructuras coherentes o con significado.

Estudiando la gramática y la sintaxis nos han enseñado que la unidad mayor de la que se compone un mensaje escrito es el párrafo, o si queremos, en una novela los capítulos, al que sigue la frase u oración, para terminar en la palabra, que es la unidad semántica más pequeña.

Pues bien, esto también ocurre con el lenguaje cinematográ-fico y, al igual que ocurre con la novela, también aquí nos encon-tramos con elementos o unidades de contenido.

El lenguaje del cine7, como el lenguaje verbal que utilizamos ordinariamente al hablar o escribir, tiene unos elementos morfo-lógicos, una gramática y unos recursos estilísticos.

Bueno, pues vamos a acercarnos aunque sea a vuelo de pájaro a este lenguaje. En principio, he de decir que los autores no se ponen muy de acuerdo con respecto de la nomenclatura, así que yo he optado por una de ellas, tomada de Jorge Esteban Blein, Coordi-nador del Postgrado en Dirección de cine de la Universidad CEU-San Pablo de Madrid con algunas puntualizaciones por mi parte8.

7 P. Marquès Graells, La alfabetización audiovisual. Introducción al lenguaje au-diovisual, Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona 2000.

8 www.cinetecnica.es.

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Los elementos o unidades de contenido que encontramos en una película son: el fotograma, la toma, la escena y la secuencia.

Podríamos decir que el fotograma es la palabra, la toma se re-fiere a la frase, la escena es el párrafo y la secuencia es el capítulo.

3.4.4. Algunos elementos gramaticales que componen el lenguaje del cine

El ▶ fotograma es cada uno de los rectángulos individuales que contiene una imagen de la película.Por ▶ toma entendemos el conjunto de fotogramas registra-dos por la cámara desde que se aprieta el botón rec hasta que se suelta.La ▶ escena es la acción continuada que se desarrolla dentro de un mismo ambiente o escenario.Por último, la ▶ secuencia es la unión de varias escenas con un hilo conductor.

Gracias a estas unidades o elementos podemos dividir una película en capítulos, en párrafos con sus puntos y aparte, en fra-ses e incluso en palabras sueltas.

3.4.5. Otros elementos constitutivos del lenguaje del cine

Ya hemos visto lo que podríamos llamar la gramática del cine, pero además están, como ocurre también en el lenguaje escri-to, los llamados recursos estilísticos. Estos, en el lenguaje cine-matográfico, se consiguen mediante los planos, la angulación, la

iluminación, las transiciones, la música, los colores, los movimientos de cámara...

Para entendernos, la morfología del cine estaría constituida por los elementos visuales, es decir, las imágenes, y por los elementos sonoros: música, efectos de sonido, silencios, palabras o diálogos.

La sintaxis, sobre todo por los planos, los movimientos de cámara, los colores, la distribución de los elementos dentro de la imagen, la profundidad de campo, la distancia focal, la continui-dad, el ritmo, la iluminación...

El aspecto semántico estaría constituido por los distintos re-cursos estilísticos y lingüísticos, como pueden ser la compara-ción, la hipérbole, la metáfora...

Todos estos elementos (morfológicos, sintácticos, semán-ticos) habría que estudiarlos para entender verdaderamente el lenguaje cinematográfico, pero ello nos llevaría horas. Nosotros nos vamos a detener a estudiar algunos de ellos que nos ayuden al menos a ver, de forma más satisfactoria, una película y a po-derla presentar a nuestros interlocutores. Por lo cual, me voy a detener en algunos elementos sintácticos que componen el len-guaje del cine y que me parecen interesantes para nuestra anima-ción bíblica: los planos, los ángulos, la continuidad, los colores, los movimientos de cámara y los signos de puntuación.

3.4.6. Algunos elementos sintácticos que componen el lenguaje del cine

a) Los planos

Son la unidad básica de la narración y del lenguaje del cine.

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El plano se define como el grado de acercamiento de la cáma-ra a la realidad. Es el espacio escénico que vemos en el marco del visor de la cámara o en la pantalla; la posición y situación de los objetos encuadrados en la pantalla. Vamos a ver a continuación los distintos planos con un poco de explicación9:

Planos descriptivos: » Describen el lugar donde se realiza una acción.

Plano General es aquel en el que predomina el decorado sobre el personaje o el objeto. Se utiliza cuando se pretende situar es-pacialmente el conjunto de los elementos que se ven. El llamado plano general lo podemos dividir a su vez en:

Gran Plano ▶ General. Presenta un escenario muy amplio en el que se pueden distinguir múltiples personajes u objetos. Existe mucha distancia entre la cámara y el objeto que se registra. Sobre todo tiene un valor descriptivo. Aquí lo im-portante es que veamos con claridad el espacio, el ambien-te, el paisaje en el que se encuentran los personajes. Nos proporciona una visión general del lugar. Además puede tener un valor expresivo cuando lo que queremos es se-ñalar la solicitud o pequeñez de las personas dentro del entorno que les rodea.Plano General. ▶ Nos encontramos aquí con un escenario amplio, pero en él podemos distinguir bien a los persona-jes u objetos. Nos sitúa a los personajes en el entorno en el cual se desarrolla la acción. Indica cuál es la persona o personas que realizan la acción y dónde están situadas.

9 Esto está tomado de: http://recursos.cnice.mec.es/media/ y de la página ante-riormente reseñada.

Planos narrativos: » nos cuentan la acción que se está desarro-llando.

Plano entero. ▶ Tiene como límites la cabeza y los pies del personaje principal. Muestra perfectamente la acción que desarrollan los personajes. Nos permite ver las caracterís-ticas físicas generales del personaje.Plano tres cuartos o americano. ▶ Es aquel en el que el cuadro corta la figura por las rodillas; es denominado del segun-do modo porque era el más frecuente en los westerns para mostrar de forma conveniente al vaquero con su cartuche-ra con pistolas al cinto. Nos interesa sobre todo mostrar la cara y las manos de los protagonistas.Plano medio. ▶ Es el referido a una imagen que recoge cuer-pos humanos a la altura de la cadera o la cintura. Este plano establece las interrelaciones directas entre dos o más personajes o entre estos y los objetos del ambiente. Presenta la acción que está realizando el personaje. Nos permite apreciar, aunque someramente, las emociones del personaje.

Planos expresivos: » nos muestran la expresión de los personajes.Primer plano ▶ se centra en la cara y los hombros del perso-naje; sirve para enfatizar en un punto concreto la totalidad de la acción dramática. Nos permite destacar las emociones, intenciones, actitudes y sentimientos de los personajes. Pro-porciona énfasis dramático y la expresión del actor es funda-mental. Se usa para crear un clímax a un desarrollo dramáti-co. Añade calor y detalle a la trama. El primer plano puede ser también de un objeto o de una parte de la persona.

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186 La Biblia compartida 187Claves y pautas para el uso de algunos medios de comunicación...

Primerísimo primer plano ▶ o, más habitual, plano de detalle. Muestra un objeto concreto o una parte de este o también una parte del cuerpo del personaje. Por ejemplo: los ojos. Su utilidad es enfática, queremos destacar alguna caracte-rística de algo o de alguien.

b) La angulación

Cuando se habla de angulación o punto de vista se considera el ángulo imaginario que forma una línea que sale perpendicular al objetivo de la cámara y que pasa por la cara del personaje princi-pal. Según la posición de la cámara, el ángulo mediante el cual el objetivo captará los personajes se denomina:

Ángulo normal. ▶ Se obtiene cuando una línea perpendicu-lar al objetivo de la cámara incide en perpendicular so-bre la cara del personaje. En este caso, la cámara estará situada aproximadamente a la altura de la mirada de la persona. El ángulo normal por sí mismo no proporciona ningún valor expresivo especial aparte del que aporten los demás elementos sintácticos utilizados (tipos de pla-no, colores dominantes...). El ángulo normal es el que se utiliza habitualmente. Denota una situación de norma-lidad.Picado. ▶ El ángulo picado (vista de pájaro) se obtiene cuan-do la cámara realiza un encuadramiento desde arriba hacia abajo. El ángulo picado añade un fuerte valor expresivo a las imágenes ya que, por razones de perspectiva, el perso-naje u objeto enfocado aparece más pequeño en relación

al entorno. Denota inferioridad, debilidad, sumisión del personaje.Contrapicado. ▶ El ángulo contrapicado (vista de gusano) se obtiene cuando la cámara realiza un encuadramiento de abajo hacia arriba. Al ángulo contrapicado añade un fuerte valor expresivo a las imágenes ya que, por razones de pers-pectiva, el personaje queda engrandecido, potenciado, de manera que parecerá más grande y poderoso.Inclinación lateral. ▶ Cuando se sitúa la cámara con una in-clinación lateral las imágenes aparecerán inclinadas. La in-clinación lateral de las imágenes añade un valor expresivo de inestabilidad y de inseguridad que a menudo se utiliza cuando se aplica la técnica de la cámara subjetiva.

También se pueden considerar el ángulo frontal y el ángulo la-teral, que dependerán de que la cámara se coloque delante de los personajes o lateralmente (a su derecha o a su izquierda).

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188 La Biblia compartida

73.4.7. ¿Cómo utilizar el cine en la animación bíblica? Aplicación del método verdad, camino y vida para la realización de un cine-fórum bíblico

pr

es

eN

Tac

ióN

Situamos someramente el audiovisual en su contexto, explicamos algo acerca de él, pero sin desvelar la trama. Podemos hablar del director, de cómo está hecha (es decir, si son dibujos animados, si existen diálogos o no...). Y damos algunas pautas para el visionado (alguna cosa en la que queremos que se fijen especialmente, si es que la hay).

Ve

rd

ad

¿Qué es lo que más me ha impactado del audiovisual?•¿Qué imagen o imágenes han captado mi atención?•¿Me he sentido identificado con algún personaje?•¿Quién o quiénes eran los protagonistas? ¿Qué es lo que más me ha •impactado? ¿Qué destacaría de él o de ella?La música, ¿me ha llamado la atención por alguna causa?•

Se puede dividir el audiovisual en partes o “capítulos”.

ca

MiN

o

Esas imágenes que me han llamado la atención, ¿qué pueden •significar?, ¿qué me dicen a mí?¿Qué valores encarna el audiovisual, en sus protagonistas, en su •historia, en los otros personajes...?¿Qué temas son tratados en el audiovisual, a nivel social o político, a •nivel humano o antropológico, a nivel religioso o de fe?El tema o los temas tratados en el audiovisual, ¿me recuerdan algo •de mi vida cotidiana? ¿Ocurre algo parecido en mi entorno?

Vid

a

La historia, ¿está bien construida a mi juicio?•¿Me ha gustado cómo trata el tema? ¿Por qué?•¿Es verosímil la historia o no?•¿Qué resonancias evangélicas encuentro? ¿Me recuerda algún •pasaje bíblico? ¿Algo de la vida de Jesús?¿Qué haría Jesús en casos como el presentado en el audiovisual (lo •fundamento con el evangelio)?¿Cuál sería la actitud de Jesús?•Después de ver este audiovisual y de haber dialogado con los •demás, ¿qué compromiso puedo yo adquirir?

La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

Florencio Abajo Núñez

La FEBIC es una federación internacional de instituciones y or-ganismos católicos que se dedican a tareas relacionadas con el apostolado bíblico. La importante labor que viene desarrollando durante sus más de cuarenta años de vida justifica que dedique-mos un espacio a presentar el perfil de la Federación y algunas líneas que identifican su trabajo.

1. La Federación Bíblica Católica

La Federación Bíblica Católica (FEBIC) es una asociación in-ternacional de la que forman parte numerosas organizaciones católicas dedicadas al servicio de la pastoral bíblica.

La Federación es uno de los frutos de esa sensibilidad nueva que se fue abriendo camino entre los católicos a lo largo del si-glo pasado y que buscaba acentuar la centralidad de la Sagrada Escritura en la vida y la misión eclesiales. Puede decirse que su nacimiento responde a lo establecido en la Constitución Dog-mática Dei Verbum, particularmente en su Capítulo VI sobre «La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia».

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190 La Biblia compartida 191La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

En la actualidad, la Federación Bíblica Católica está presente en 129 países, y cuenta con 92 miembros plenos y 234 miem-bros asociados.

1.1. Perfilhistórico

Desde los comienzos del siglo XX se venía apreciando en el seno de la Iglesia un interés creciente por la Sagrada Escritura. Las encí-clicas Spiritus Paraclitus (1920) de Benedicto XV y Divino Afflante Spiritu (1943) de Pío XII son buena prueba de ello: si en la prime-ra se abordaba el tema de la interpretación de la Sagrada Escritura, en la segunda se animaba a todos los fieles a leer la Biblia y se insis-tía en la realización de traducciones a las lenguas vernáculas desde los textos originales. Ese proceso de sensibilización conduciría a la aparición de un importante movimiento bíblico en los años que precedieron al Concilio. Pero fue sin duda el propio Concilio Vati-cano II, especialmente a través de la Constitución Dogmática Dei Verbum (1965), quien impulsó un profundo cambio de mentali-dad en lo relativo a la presencia de la Biblia en la Iglesia.

Con el fin de poner por obra los mandatos conciliares orien-tados a que «todos los fieles cristianos tuvieran amplio acceso a la Sagrada Escritura»1, el cardenal Agustín Bea comenzó en 1967 a tomar contacto con diversas organizaciones bíblicas ca-tólicas existentes en todo el mundo. Dos años después, el 16 de abril de 1969, gracias al impulso del Secretariado para la Unidad de los Cristianos y de numerosas organizaciones bíblicas, se lle-gó a la creación de la Federación Bíblica Católica Mundial (FE-

1 Concilio Vaticano II, Constitución dogmática sobre la divina revelación «Dei Verbum», n. 22. (A partir de ahora citaremos esta obra por sus siglas: DV).

BICAM). Esta denominación se simplificará en 1990, pasando a llamarse Federación Bíblica Católica (FEBIC). En el año 1970, la recién fundada Federación abre su Secretaría General en Roma. Dos años después se trasladará a Stuttgart (Alemania).

La primera acción de cierta relevancia en la historia de la Federación fue la organización de un Seminario Internacional de Pastoral Bíblica en Rocca di Papa, cerca de Roma, en 1971. Participaron en él 80 expertos de 40 países, contándose también con la asistencia de un grupo de observadores protestantes.

En el año 1985, la Santa Sede aprobó los Estatutos por los que se gobierna la Federación Bíblica Católica, revisados en las Asambleas Plenarias de Malta y de Bangalore, ajustándose al nuevo Código de Derecho Canónico. Aquellos estatutos iniciales fueron revisados de nuevo en las Asambleas Plenarias de Bogotá y de Hong Kong y aprobados definitivamente por la Santa Sede en 1997. La Federación se rige atendiendo a tales Estatutos.

1.2. Funcionamiento

El gobierno de la Federación corresponde a las Asambleas Ple-narias que se celebran cada seis años. En estas Asambleas, los delegados de los miembros se reúnen para definir la política de la Federación y dar las orientaciones necesarias para el trabajo de los años siguientes. Hasta ahora se han celebrado siete Asambleas Plenarias2, cada una de las cuales ha abordado un tema de fondo:

2 Las aportaciones del presente artículo se basan fundamentalmente en los docu-mentos finales de estas Asambleas Plenarias, diversos trabajos aparecidos en el Boletín Dei Verbum (BDV) y los estatutos por los que se rige la Federación. Algunos de los textos pueden encontrarse en la página web de la FEBIC: www.f-b-c.org.

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192 La Biblia compartida 193La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

I. Asamblea Plenaria (Viena, 1972): «Biblia y liturgia».II. Asamblea Plenaria (Malta, 1978): «Espiritualidad

bíblica».III. Asamblea Plenaria (Bangalore, 1984): «Pueblo

profético de Dios».IV. Asamblea Plenaria (Bogotá, 1990): «La Biblia y la

nueva evangelización».V. Asamblea Plenaria (Hong Kong, 1996): «Palabra de

Dios, fuente de vida».VI. Asamblea Plenaria (Beirut, 2002): «La Palabra de

Dios, una bendición para todas las naciones».VII. Asamblea Plenaria (Dar es Salaam, 2008): «La Palabra

de Dios: Fuente de reconciliación, justicia y paz».

Toda organización católica comprometida con la pastoral bí-blica, y que tenga reconocimiento oficial de la Iglesia, puede afi-liarse a la Federación. Se distinguen dos clases de miembros: ple-nos y asociados. Un miembro pleno es una organización católica que, trabajando en la pastoral bíblica, representa en el seno de la FEBIC a una Conferencia Episcopal o una autoridad equivalen-te. Un miembro asociado es cualquier otra organización católica comprometida en el servicio de la pastoral bíblica cuya incorpora-ción a la Federación haya sido aprobada por el Comité Ejecutivo. Para lograr sus objetivos, el trabajo de la Federación está dividido en cuatro regiones: África, América, Asia-Oceanía, Europa-Medio Oriente. Cada región puede ser subdividida en subregiones.

Al frente de la Federación se encuentran el obispo Presidente y un Comité Ejecutivo formado por nueve miembros, que tiene la responsabilidad administrativa de la Federación y se ocupa de los asuntos ordinarios entre las Asambleas Plenarias.

1.3. Fines

El principal fin de la Federación es fomentar y apoyar el trabajo de las organizaciones católicas al servicio de la pastoral bíblica, las cuales colaboran con los obispos en todo el mundo para po-ner la Palabra de Dios al alcance de los fieles.

La Federación Bíblica Católica tiene como objetivos3:

Promover, animar y apoyar la traducción, producción y di- ▶fusión de la Biblia a nivel católico e interconfesional, para que todos los cristianos tengan fácil acceso a la Sagrada Escritura.Promover los estudios bíblicos y la producción de ins- ▶trumentos pedagógicos destinados a facilitar el estudio y la comprensión de la Biblia. De esta forma se trata de responder a las necesidades existentes en el campo de los estudios bíblicos y de facilitar una lectura personal y co-munitaria de la Biblia.Promover una lectura fiel de la Biblia, atenta a la tradición ▶de fe de la Iglesia, a las características propias del contexto sociocultural de los pueblos y a las esperanzas de la huma-nidad.Apoyar y estimular la cooperación entre los exegetas, los ▶responsables de la pastoral y las comunidades, a fin de es-tablecer puentes entre la investigación científica y la pasto-ral bíblica. De esta forma la Federación se presenta como espacio propicio para el intercambio de iniciativas y expe-riencias bíblicas en la Iglesia.

3 Cf www.c-b-f.org.

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194 La Biblia compartida 195La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

Promover la lectura y el estudio de la Biblia en las peque- ▶ñas comunidades para que mediante ella puedan discernir los signos de los tiempos, vean la necesidad de trabajar para mejorar la situación de las personas, y se ore con la Biblia, especialmente en el seno de las familias.Animar el diálogo interconfesional e interreligioso. Para ▶el diálogo interconfesional se tiene como fundamento la herencia común de las Escrituras judeocristianas. Para el diálogo interreligioso, se deben tener en cuenta los puntos de contacto entre la Sagrada Escritura y las escrituras con-sideradas como sagradas por otras religiones.

1.4. Actividades

Las actividades de la Federación son principalmente las que rea-lizan cada uno de sus miembros. Se extienden a terrenos muy diversos: traducción, edición, difusión de la Biblia; producción de materiales didácticos para la lectura de la Biblia; realización de cursos bíblicos a distintos niveles; realización de encuentros para reflexionar sobre la Sagrada Escritura en la misión evangeli-zadora de la Iglesia y para compartir experiencias en el campo de la pastoral bíblica, etc.

La FEBIC lleva también a cabo algunas iniciativas promo-vidas por las Asambleas Plenarias, las diversas Regiones y Su-bregiones, o el propio Comité Ejecutivo. Tal es el caso del men-cionado Seminario Internacional de Pastoral Bíblica en 1971, el Congreso Internacional «La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia», celebrado en Roma en 2005, conmemorando el 40° aniversario de la Dei Verbum, o el Congreso Internacional sobre

la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini, celebrado en Roma en 2010.

Como instrumento de comunicación, la Federación publica trimestralmente el Boletín DEI VERBUM en cuatro idiomas.

2. La Animación Bíblica de la Pastoral

En las últimas décadas ha ido cambiando de manera significati-va la percepción acerca del lugar que debía ocupar la Biblia en la vida y la misión de la Iglesia. Desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días, podríamos distinguir con claridad tres com-prensiones distintas: el movimiento bíblico, la pastoral bíblica y la animación bíblica de la pastoral.

Tomando conciencia de la escasa incidencia que la Sa-1. grada Escritura tenía en la vida y la misión eclesiales, en los años previos al Concilio Vaticano II surgió el llamado «movimiento bíblico». Los esfuerzos de este movimien-to se canalizaron hacia la difusión de los textos de la Es-critura y la realización de diversas actividades orientadas a la divulgación bíblica: cursos, jornadas de estudio, pu-blicaciones diversas... Estas primeras acciones pusieron las bases del conocido como apostolado bíblico. Diversas organizaciones e instituciones eclesiales cuya misión está relacionada expresamente con la Sagrada Escritura tienen su origen en este marco.

En los años que siguieron al Concilio, la comprensión de 2. que la difusión del texto bíblico debía ir acompañada de la

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196 La Biblia compartida 197La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

correspondiente formación suscitó numerosas iniciativas de divulgación que tenían, cada vez más, un marcado ca-rácter pastoral. La reflexión en este sentido, apoyada en la doctrina de la Dei Verbum, favoreció la transición del movi-miento bíblico a la «pastoral bíblica». En este contexto flo-recieron infinidad de iniciativas pastorales: se profundizó en los estudios de la Sagrada Escritura, se iniciaron numerosos proyectos de traducción de los textos bíblicos a las lenguas vernáculas, se multiplicaron los cursos bíblicos –algunos de ellos a distancia–, fueron apareciendo grupos parroquiales que tenían como tarea el estudio de la Biblia, etc.

Este modelo entendía la pastoral bíblica como una más junto a otras pastorales específicas, en el seno de la que lle-gó a ser conocida como «pastoral de conjunto».

Los encuentros de los miembros de la subregión de Euro-3. pa Latina de la Federación Bíblica Católica (actualmente Europa del Sur y del Oeste) que tuvieron lugar en Milán (1991) y en Malta (1992) se dedicaron a la preparación de unas «Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del Siglo XX». En los primeros párrafos de este documento se expresa la convicción de que había llegado la hora de pasar de la pastoral bíblica a la «animación bíblica de toda la pastoral». Con esta fórmula se manifestaba la convic-ción de que la Biblia no debe ser objeto de una pastoral específica, sino que ha de animar toda la vida y la misión de la Iglesia:

«Sin embargo, la pastoral bíblica no se debe considerar como relacionada solo con un sector particular de la Iglesia, dado que

la referencia al texto bíblico y a la Buena Nueva contendida en él debería ser la base de todo el conjunto de la pastoral y de la misión de la Iglesia. [...] Desde esta perspectiva, quizá sería mejor hablar de «la animación bíblica» de toda la pastoral y de toda la misión de la Iglesia. Se trata de procurar que el mensaje bíblico en toda su profundidad sea uno de los puntos de refe-rencia fundamentales en la búsqueda de la Palabra de Dios para la comunidad cristiana y para el mundo contemporáneo, que anime e inspire nuestro compromiso de cristianos en todo lo que buscamos realizar en la vida»4.

Estas «Orientaciones» de la Federación estuvieron presen-tes en la preparación del encuentro de Obispos europeos cele-brado en Freising (Alemania) en 1994 bajo el tema «La Sagrada Escritura en la vida de las iglesias de Europa hoy y mañana». En el mensaje final del encuentro se retoma la afirmación del Conci-lio sobre la centralidad de la Biblia y se subraya que «la pastoral bíblica no debe entenderse como una pastoral junto a otras, sino que debe llevar a que toda la planificación y la praxis pastoral esté enraizada en el mensaje bíblico»5.

Finalmente, esta es la fórmula que consagra definitivamente Verbum Domini:

«El Sínodo ha invitado a un particular esfuerzo pastoral para resaltar el puesto central de la Palabra de Dios en la vida ecle-sial, recomendando “incrementar la ‘pastoral bíblica’, no en yuxtaposición con otras formas de pastoral, sino como anima-

4 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, Boletín DEI VERBUM - BDV 28 (1993) 4.

5 Declaración de los Obispos Europeos en Freising. Cf www.c-b-f.org.

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198 La Biblia compartida 199La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

ción bíblica de toda la pastoral”. No se trata, pues, de añadir al-gún encuentro en la parroquia o la diócesis, sino de lograr que las actividades habituales de las comunidades cristianas, las pa-rroquias, las asociaciones y los movimientos, se interesen real-mente por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra. Así, puesto que “la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo”, la animación bíblica de toda la pastoral ordinaria y extraordinaria llevará a un mayor conocimiento de la persona de Cristo, revelador del Padre y plenitud de la reve-lación divina»6.

3. FidelidadalaBibliayfidelidadalosdestinatarios

En la Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (1975), Pa-blo VI recuerda que «la fidelidad a un mensaje del que somos servidores y a las personas a las que hemos de transmitirlo in-tacto y vivo, es el eje central de la evangelización»7. Fidelidad al mensaje y fidelidad a los destinatarios.

La Biblia fue tomando forma en una cultura distinta a la nuestra, en una época de la que nos separan miles de años. Su lectura exige atención: hace falta tiempo y esfuerzo para conocer el mundo de la Biblia. Es necesario aprender a leer la Sagrada Es-critura siendo respetuosos con ella. «Por ser un libro de diferen-tes tiempos y culturas, pero a la vez, por ser un libro de la Iglesia, lo tenemos que respetar, ante todo, en su condición de “otro”. Se tiene que leer en su contexto original, tanto histórico y cul-

6 Benedicto XVI, Exhortación apostólica postsinodal «Verbum Domini», n. 73. (A partir de ahora citaremos esta obra por sus siglas: VD).

7 Pablo VI, Exhortación apostólica postsinodal «Evangelii Nuntiandi», n. 4.

tural, como literario»8. Esta tarea «presupone un esfuerzo por conocer a fondo su significado original y, hasta cierto punto, las circunstancias de composición del texto y su función social»9. Y en palabras de Juan Pablo II: Hay que «prestar atención a las formas literarias de los diversos libros bíblicos, a fin de deter-minar la intención de los escritores sagrados. Es muy útil, y en ocasiones aun decisivo, conocer la situación personal del autor bíblico, las circunstancias de cultura, de tiempo, de lenguaje y tantos otros factores que influyeron en la manera como el men-saje fue presentado»10.

Adentrarse en el texto intentando descubrir lo que dice no es para el creyente la búsqueda de una verdad de tipo científico o histórico, sino una experiencia de fe concreta que la Iglesia ha reconocido como ejemplar al recibir estos libros en el canon de las Escrituras.

Pero esta fidelidad al mensaje es insuficiente sin la fidelidad al destinatario. «El texto bíblico no ha de considerarse únicamente como un documento de historia remota; en la línea de toda la tradición judeo-cristiana, se debe comprender como una Palabra viva que Dios dirige a su pueblo en toda época, y que exige una respuesta siempre renovada. [...] La tarea de encarnar la Palabra en nuestro mundo presupone que se tome en serio la situación de los hombres y mujeres de hoy, con las alegrías y angustias que ella encierra»11. El proceso de actualización –encarnación– de la Palabra forma parte de la lectura de la Biblia en la Iglesia. Una

8 Documento final de la VI Asamblea Plenaria, Líbano (2002) III,2.1.9 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 8.10 Alocución del papa Juan Pablo II el 7 de abril de 1986 a los miembros del Comi-

té Ejecutivo de la Federación Bíblica Católica. (AAS 78 [1986] 1217-1219).11 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 13.

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200 La Biblia compartida 201La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

lectura atenta y respetuosa del texto bíblico va de la mano de una lectura atenta y respetuosa de la vida y las circunstancias de las personas en cada generación.

Del doble enraizamiento de la lectura de la Biblia –esta doble fidelidad– es necesario extraer consecuencias metodológicas. En el trabajo bíblico «se puede partir del texto bíblico, para rela-cionarlo con la vida, o bien de una situación de vida, para ilumi-narla con el mensaje bíblico. Siempre que haga posible el diálogo entre el texto y la vida, y entre la vida y el texto, la pastoral bíblica puede tomar diversos puntos de partida y desarrollar diversos métodos de lectura»12. La lectio divina, con todas las variantes que tienen en ella su fundamento, se propone como un itinera-rio idóneo para el acercamiento creyente al texto bíblico13.

4. Criterios para la lectura de la Biblia

Siguiendo las líneas del documento «Orientaciones...» y de las Asambleas Plenarias celebradas hasta nuestros días, podemos articular una relación elemental de criterios propuestos desde la Federación que deberían definir la presencia de la Biblia en la acción pastoral de la Iglesia, criterios que expresan las caracte-

12 Ib.13 Son numerosos los artículos sobre la lectio divina aparecidos en el Boletín Dei

Verbum. Por reseñar algunos más relevantes: C. M. Martini, Lectio Divina - Introduc-ción a «La alegría del Evangelio»: Descripción del método de la Lectio Divina, BDV 10 (1989) 16; Id, La práctica de la Lectio Divina en el Ministerio de pastoral bíblica, BDV 19 (1991) 8; Id, Lectio Divina - Escuela de la Palabra, BDV 24 (1992) 8; E. Bianchi, La Lectio Divina hoy - Desafío para el Ministerio de la pastoral bíblica, BDV 52 (1999) 8; B. Costacurta, Lectura orante y exégesis creyente de la Palabra de Dios, BDV 84/85 (2007) 5; B. Secondin, Diálogo, contemplación y profecía, BDV 84/85 (2007) 8.

rísticas que ha de tener una genuina una lectura cristiana de la Biblia.

4.1. La comunidad cristiana

La Sagrada Escritura surge en un contexto comunitario y bajo la acción del Espíritu Santo. El creyente de nuestros días lee la Biblia también en ambiente comunitario y en el mismo Espíritu. «La Palabra se ha de leer y de celebrar en comunidad. La Biblia es el libro de la comunidad, una expresión de la experiencia de su fe, destinada a edificarla»14.

«Sin negar la importancia de una espiritualidad personal, es preciso situar la pastoral bíblica en primer lugar en el marco co-munitario o eclesial, tanto a nivel de las Iglesias locales como de la Iglesia universal»15. Sin ser dueña de la Palabra, la comunidad y sus miembros son beneficiarios y portadores de esta Palabra.

El auténtico intérprete de las Escrituras es la comunidad guiada por el Espíritu. La interpretación de la Escritura no es un asunto privado, sino que corresponde al Espíritu que asiste y anima a la comunidad cristiana16. Dentro de la comunidad existen diversos carismas y todos ellos han de participar en el proceso de interpretación, porque de otra forma la presencia del Espíritu no sería completa. En la búsqueda del sentido del texto para nosotros hoy, la comunidad debe escuchar a los estudiosos de la Biblia, que la ayudan a leer el texto respetuosamente; a la gente sencilla, que es capaz de captar mejor su referencia a la

14 Documento final de la VI Asamblea Plenaria, Líbano (2002), III,2.3.15 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 14.16 Cf 2Pe 1,20-21.

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202 La Biblia compartida 203La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

vida; y al magisterio vivo de la Iglesia, que ha recibido el encar-go de interpretar auténticamente la Palabra de Dios. Estas tres referencias son obligadas para que la interpretación sea verdade-ramente eclesial.

Insistir en la lectura comunitaria de la Biblia no significa qui-tar importancia a la lectura individual. Gracias al estudio y a la meditación personal, la lectura comunitaria es más rica y más plena. Es conveniente, pues, que la lectura individual preceda a la lectura comunitaria y la continúe en la meditación y asimila-ción personal.

4.2. Edificandolacomunidad:anuncio,servicio,liturgia

La Iglesia es responsable de la Palabra en el interior de la comu-nidad, en sus acciones de anuncio, de servicio y de celebración litúrgica. Desde esta óptica, la pastoral bíblica se orienta hacia la edificación de las comunidades cristianas.

En los distintos niveles (comunidad parroquial, Iglesia local reunida en torno a su obispo e Iglesia universal), la comunidad cristiana tiene ante sí «tres objetivos: escuchar la palabra bíblica y la situación concreta de los hombres y mujeres que forman su ambiente; descubrir la Palabra de Dios en esta situación y ha-cerla suya personal y comunitariamente; encarnar o realizar esta Palabra en el mundo contemporáneo»17.

17 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 14.

4.3. Compromiso con el mundo

La comunidad cristiana es igualmente responsable de esta Pala-bra hacia fuera de la comunidad, mediante el compromiso en el mundo con miras a la construcción de una sociedad más justa, preocupada de vivir en paz y de salvaguardar la tierra para las ge-neraciones futuras. La pastoral bíblica debe tomar muy en serio la misión de curación y de liberación que Jesús confió a sus discípu-los, dejándose guiar por una visión dinámica del hombre18.

En este sentido, aquellos que estén comprometidos en cual-quier servicio relacionado con la animación bíblica de la pastoral deberán:

Evitar estereotipos, respetando lo específico de cada ser ▶humano;respetar y promover la libertad humana, que se manifiesta ▶en los diversos caminos que cada persona sigue;ayudar a que cada ser humano pueda ser responsable de su ▶propio destino;acompañar a las personas en la tarea de buscarle sentido a ▶su propia vida; reintegrar a la sociedad a todo aquel que está marginado ▶por cualquier causa, de modo que pueda llegar a asumir sus compromisos personales, familiares, profesionales, re-ligiosos...

La «pedagogía» de Jesús en los Evangelios puede servir a la vez de modelo para la animación bíblica y de fuente de textos

18 Ib.

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204 La Biblia compartida 205La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

claves, con miras a la curación de las «enfermedades» que mar-ginan a hombres y mujeres o con miras a su liberación de todo lo que los esclaviza en nuestra sociedad del siglo XX19.

4.4. Encuentro con Dios

La experiencia de los primeros cristianos nos acerca a la íntima relación entre Jesús y las Escrituras: por un lado, las Escrituras ayudan a descubrir quién es Jesús; y, por otro, Jesús resucitado es la clave de las Escrituras y quien abre el entendimiento de los discípulos para comprenderlas.

Jesús es la Palabra suprema que Dios nos dirige después de haber hablado en el pasado por medio de los profetas20. Leemos la Biblia como creyentes, en coherencia con la intención de los autores sagrados que pretendieron fortalecer la fe de los cristia-nos a los que se dirigían21. En este sentido, la animación bíblica de la pastoral solo es posible mediante una lectura de la Biblia desde la clave del acontecimiento pascual. La luz de la pascua de Jesús es la que ilumina nuestra comprensión de las Escritu-ras. Así les sucedió a los discípulos de Emaús (Lc 24,32) y a los apóstoles (Lc 24,25). El mismo Jesús resucitado sigue abriendo hoy nuestro entendimiento para que comprendamos adecuada-mente las Escrituras.

La lectura de la Biblia tiene en Jesús el punto de partida y de llegada. No promovemos una lectura de la Biblia de tono erudi-to o especulativo. Cuando animamos a leer la Biblia lo hacemos

19 Ib.20 Cf Heb 1,1-2.21 Cf Lc 1,4; Jn 20,30-31.

para facilitar el encuentro con Jesús, para que el lector llegue a hablar con él. La lectura creyente de la Biblia es, necesariamente, una lectura orante que posibilita el diálogo con Dios y la comu-nión con él.

«Hacer la experiencia de la presencia activa de la “Palabra” en nuestra vida diaria es abrirse a Aquel que está al origen de esta Palabra y de su acción en favor de los hombres y mujeres de todos los tiempos. Dar gracias a Dios por su benevolencia hacia nosotros, compartir su Palabra, tanto en las diversas celebra-ciones litúrgicas como en las reuniones de oración: tal puede ser un fruto valioso de un trabajo de pastoral bíblica de largo alcance en el interior de la comunidad cristiana»22.

5. Formas inadecuadas de leer la Biblia

Contamos en la actualidad con un sinfín de aproximaciones a la Sagrada Escritura que, tomando en consideración los criterios anteriormente indicados, hacen posible un encuentro fecundo entre el mensaje bíblico y la vida concreta. Sin embargo, existen también algunas formas de lectura de la Biblia que no respetan el sentido del texto ni la situación del lector.

Ya la Pontificia Comisión Bíblica advertía sobre la lectura fundamentalista, según la cual la Biblia «debe ser leída e inter-pretada literalmente en todos sus detalles»23. Imponiendo una comprensión literal del texto «no respeta ni las diferentes for-

22 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 14.23 Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia,

(1993) I, F.

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206 La Biblia compartida 207La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

mas del lenguaje bíblico con su sentido original, ni la libertad personal de quienes se esfuerzan por hallar su propio camino en un mundo tan complejo como el nuestro; por el contrario, [la lectura fundamentalista] trata de reforzar la dependencia de sus adeptos con respecto a personas o instituciones que preten-den poseer ellas solas la verdad y que quieren así manipular a las personas»24.

Tampoco es adecuada una lectura moralizante, que «reduce el texto bíblico a su mensaje moral y, colocándose por encima de las situaciones complejas que presentan los problemas de la vida diaria, exhorta a un comportamiento moral fijo y preconce-bido, como condición para escapar a las consecuencias del juicio divino»25.

Finalmente, es incoherente con los criterios enumerados una lectura que evite todo compromiso con los hombres y muje-res de cada época y que renuncie a la vocación del creyente de transformar el mundo, de modo que responda cada día con más fidelidad al original proyecto de Dios. Un acercamiento al texto sagrado que quede reducido a un ejercicio de piedad individual no es propiamente una lectura creyente de la Biblia26.

6. Propuestas para una práctica pastoral

Hoy, a punto de cumplirse cincuenta años de la promulgación de la Dei Verbum, podemos apreciar cambios muy importantes

24 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 13. Cf Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 7.4 y 8.3.5.3.

25 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 13.26 Cf ib, 13.

en lo que se refiere a la presencia de la Biblia en nuestra Iglesia. Y aunque estamos lejos todavía de que se cumpla el que «toda la predicación de la Iglesia, así como toda la religión cristiana se alimente y rija con la Sagrada Escritura»27, hay que reconocer que, en general, ha habido una recepción positiva de las reco-mendaciones conciliares.

Queda, sin duda, mucha tarea por hacer. La propia Consti-tución Dogmática sugería pistas por las que avanzar: «debe fa-cilitarse a todos los fieles el acceso a las Sagradas Escrituras»28; los ministros de la Palabra «ofrezcan al pueblo de Dios el ali-mento de la Escritura»29; a través de «la predicación pastoral, la catequesis y todo tipo de enseñanza cristiana, especialmente la homilía»30; para ello, los que están dedicados especialmente al ministerio de la Palabra «se sumerjan en las Escrituras con asidua lectura y con estudio diligente»31; se «exhorta con vehe-mencia a todos los cristianos, en particular a los religiosos, a que aprendan “el sublime conocimiento de Jesucristo”, con la lectura frecuente de las divinas Escrituras»32.

Para avanzar en el camino de una auténtica animación bíbli-ca de la pastoral, que vaya situando progresivamente la Sagrada Escritura en el centro de la vida y pastoral eclesiales, deberemos profundizar en la reflexión y en los procesos de formación que se están desarrollando, contar con las estructuras adecuadas y trabajar por una pastoral comunitaria abierta y dinámica.

27 DV 21.28 DV 22.29 DV 23.30 DV 24.31 DV 25.32 DV 25.

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208 La Biblia compartida 209La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

6.1. Reflexiónteológicaypastoral

Es preciso profundizar en una reflexión teológica y pastoral que pueda sostener los trabajos de pastoral bíblica. En este sentido es clave intentar dar respuesta a cuestiones de tipo hermenéutico de diversa índole: «¿En qué sentido la Biblia es Palabra de Dios? ¿Cuál es su autoridad para la fe y el comportamiento del cris-tiano? ¿Cuál es el valor respectivo de los diferentes métodos de lectura bíblica? ¿Cómo puede funcionar el diálogo entre el texto bíblico, situado en su contexto histórico de origen, y la vida de las personas de hoy, a fin de que tal diálogo ayude a descubrir la Palabra de Dios en nuestro mundo?»33.

Hay que empeñarse en la tarea de abrir «los estudios bíblicos, a nivel de los institutos de formación teológica, a una reflexión interdisciplinar (análisis histórico-crítico, estructural, psicológi-co, sociológico, pedagógico) que respete los diferentes niveles de sentido de los textos para la gente de hoy»34.

6.2. Formación bíblica

Un segundo ámbito en el que avanzar es el relativo a la for-mación bíblica en todos los niveles, tanto para los ministros de la Palabra como para los fieles en general. Hay que diseñar programas que contribuyan a un mejor conocimiento de la Bi-blia y a una mayor valoración de su importancia en la vida de la Iglesia, que capaciten para hacer una lectura creyente de la

33 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 15.34 Ib.

Biblia y que animen a la lectura y la meditación asidua de la Palabra de Dios35.

Sería oportuno incluir en los programas de los Seminarios y de las Facultades de Teología un curso sobre «La lectura de la Biblia en la vida y la misión de la Iglesia» en el que se consideren los aspectos de la iniciación bíblica necesarios en la formación de los futuros sacerdotes y los diversos agentes de pastoral. Entre otras cosas debería abordar los principios hermenéuticos para la realización de una lectura creyente de la Biblia y las cuestiones metodológicas relativas a la lectio divina. Siempre habría que to-mar en cuenta el doble arraigo histórico del sentido del mensaje bíblico: el texto y el destinatario36. Con las adecuaciones nece-sarias, este curso se podría incorporar a los proyectos de forma-ción permanente de los sacerdotes.

Es esencial la capacitación pedagógica y bíblica de los diver-sos ministros de la Palabra, muy particularmente de los cate-quistas. «Concretamente, sería necesario integrar los siguientes elementos primordiales en los itinerarios de formación de estos ministros de la Palabra:

Una iniciación histórico-crítica al texto bíblico; ▶una iniciación a los diversos métodos de lectura bíblica; ▶una iniciación a la lectura de los signos de los tiempos ▶actuales (con sensibilidad a la vida concreta, a los gran-des problemas, a las formas del lenguaje y de símbolos, etc.);una iniciación a los métodos que se han de emplear para ▶confrontar los dos arraigos históricos mencionados, res-

35 Cf Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.3.36 Cf Documento final de la V Asamblea Plenaria, Hong Kong (1996) 8.1.9.

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210 La Biblia compartida 211La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

petando las diferentes opciones de las personas y las diver-sas formas de comunidades cristianas;una formación para el trabajo en grupos y para las técnicas ▶de animación de grupos;la experiencia personal del trabajo en equipo y de animación ▶de lectura bíblica en grupo, con supervisión psicológica»37.

6.3. Estructuras eclesiales

El tercero de los ámbitos tiene que ver con las estructuras. En este sentido, sería muy oportuno avanzar en la creación de Se-cretariados o Delegaciones Diocesanas de Animación Bíblica de la Pastoral que asuman la tarea de promover una pastoral eclesial fundamentada en la Palabra de Dios. En 1994, coincidiendo con el encuentro de obispos en Freising, los miembros europeos de la Federación Bíblica Católica ya propusieron la creación de ta-les Servicios en cada Diócesis, que coordinaran todo lo relativo a la animación bíblica a nivel de Iglesia local38.

La primera función de un Servicio Bíblico Diocesano de este tipo consistiría en la elaboración de un plan de actuación. Como en todo proyecto, debería especificar el objetivo general (identidad de la animación bíblica de la pastoral) y los objetivos específicos (identificación de las áreas o ámbitos de acción), las diversas acciones a realizar, los plazos de tiempo, los recursos humanos, los recursos materiales, etc., todo ello adaptado a las necesidades y a la situación de la Diócesis.

37 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 16.38 Cf Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.2.

Una tarea interesante de estos Servicios Bíblicos sería la creación y acompañamiento de un Centro Diocesano de Pasto-ral Bíblica, con el encargo particular de promover y coordinar el trabajo bíblico en la Iglesia local. Sería muy oportuno que se consolidase como referente de reflexión, garante de formación y promotor de las diversas acciones diocesanas39.

6.4. Acciones concretas

Las posibilidades de actuación son innumerables. La observa-ción de las necesidades concretas, la creatividad de los encarga-dos de llevar a cabo esta tarea... serán las que vayan marcando el desarrollo del proyecto concreto. Sirva como ejemplo esta rela-ción con algunas de las acciones posibles, articulada en torno a la trasmisión, testimonio y celebración de la fe:

Transmitir la fe

Animar a la participación en los grupos de lectura creyen- ▶te de la Biblia, tanto por la creación de nuevos grupos en zonas y parroquias de las diócesis en las que aún no se han iniciado como por la incorporación de nuevos participan-tes a grupos ya existentes40.Establecer la celebración de un «Día de la Biblia» que sir- ▶va como promoción de la lectura de la Biblia y que resalte el significado e importancia de la misma para la vida de la

39 Cf Documento final de la III Asamblea Plenaria, Bangalore (1984) 3.2.5.40 Documento final de la III Asamblea Plenaria, Bangalore (1984) 3.3.5.

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212 La Biblia compartida 213La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

comunidad. «Subrayamos la importancia de los domin-gos bíblicos, semanas bíblicas, meses o años bíblicos en la vida de las parroquias y de las diócesis»41. En concreto, será muy útil la celebración de Semanas Bíblicas diocesa-nas o parroquiales en las que se utilice la lectio divina y en las que se destaque el elemento celebrativo de la Biblia. De esta manera se conseguirá que los fieles tengan un contac-to directo con la Palabra. En la misma línea, se deben posi-bilitar los medios, contenidos y ayudas personales para la celebración de jornadas bíblicas en las parroquias.Procurar que la vida de la familia cristiana tenga su centro ▶de unidad y fuerza en la Palabra de Dios. Para esto es ne-cesario hacer de la oración familiar una ocasión para leer y reflexionar la Sagrada Escritura42.Elaborar un material propio para la participación de los ▶jóvenes en la lectura creyente de la Biblia. Es conveniente «adentrarse creativamente en el mundo de la juventud, para que la Palabra de Dios pueda llegar a ser fuente de vida para sus esperanzas e incertidumbres»43 y «para que puedan realizar en forma adecuada su tarea profética entre los compañeros de su misma edad»44.Promover la reflexión acerca de la presencia de la Escritu- ▶ra en los procesos catecumenales. Crear un itinerario de iniciación a la lectura creyente de la Biblia en la catequesis, en el que se combinen la información básica y una intro-ducción a la práctica. «Trabajar a fin de que las prácticas

41 Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.4.3.42 Cf Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.4.5.43 Documento final de la V Asamblea Plenaria, Hong Kong (1996) 3.2.6.44 Documento final de la III Asamblea Plenaria, Bangalore (1984) 3.1.2.6.

actuales de las celebraciones de la Palabra de Dios y de la catequesis sean más efectivas y para desarrollar otras nue-vas. Para ello, prestar atención a la relación entre Biblia, vida, liturgia y catequesis»45. Con estas recomendaciones sobre Biblia y catequesis, la Federación expresa su preocu-pación por lograr una catequesis de base bíblica. La Pala-bra de Dios, contenida en la Biblia, debe ocupar el lugar que le corresponde en todos los programas catequéticos y en todas las formas de educación de la fe, para llevar luz y sentido a la vida de las personas46.«Sugerir, promover y apoyar la traducción, edición y difu- ▶sión de la Biblia a nivel interconfesional, dentro de lo po-sible, [...] e impulsar la lectura ecuménica de la Biblia bajo una guía adecuada a todos los niveles»47. «El trabajo de animación bíblica como terreno de cooperación ecuméni-ca concreta debe tener carácter prioritario, en la esperanza de que la responsabilidad común por la Palabra pueda cu-rar un día las divisiones que nos separan de nuestros her-manos y hermanas cristianos»48.Avanzar también en el ámbito interreligioso, porque «la ▶Palabra de Dios debe llegar a ser Buena Nueva para to-das las religiones. Esto puede lograrse mediante un acer-camiento dialogal a sus libros sagrados, leyéndolos junto con la Biblia a fin de interpretar los acontecimientos y va-lores humanos. Es necesario preparar manuales que pue-

45 Documento final de la V Asamblea Plenaria, Hong Kong (1996) 8.2.4. Cf Do-cumento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.5.5.

46 Documento final de la II Asamblea Plenaria, Malta (1978) 1.6.47 Documento final de la III Asamblea Plenaria, Bangalore (1984) 3.3.2.48 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 14.

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214 La Biblia compartida 215La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

dan dar orientaciones para llevar a cabo tales sesiones de diálogo»49.Realizar «un análisis honesto y profundo del fenómeno ▶de las sectas y de las nuevas formas de religiosidad, sobre todo en lo que concierne a su empleo de la Biblia, a su “oferta de salvación”, a la acogida que encuentran»50.Insistir en la práctica de la ▶ lectio divina contextualizada y creativa, que pueda facilitar mayor correspondencia entre la fe y la vida51. «Organizar retiros bíblicos para el clero, los religiosos y ▶los laicos. Para esto se podrían preparar guías de retiros, que pudieran adaptarse a las diferentes regiones»52.«Estar abiertos a los descubrimientos que se realicen en ▶el área de los medios modernos de comunicación social y buscar vías para presentar la Biblia con los medios moder-nos de la electrónica»53.Elaborar un boletín mensual, distribuido por las parro- ▶quias, como medio de animación e información de los contenidos de esta pastoral.

Testimoniar la fe

Promover la producción de ayudas técnicas, publicacio- ▶nes, materiales bíblicos y comentarios de divulgación que

49 Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.5.2. Cf Docu-mento final de la VII Asamblea Plenaria, Dar es Salaam (2008) 18.

50 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 16.51 Cf Documento final de la VII Asamblea Plenaria, Dar es Salaam (2008) 19.52 Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.4.4.53 Documento final de la III Asamblea Plenaria, Bangalore (1984) 3.3.3.

respondan a las necesidades de los diversos grupos socia-les y de edad54. Preparar colecciones de lecturas bíblicas atendiendo a las ▶circunstancias concretas que se están viviendo en cada área pastoral: salud, pastoral penitenciaria, grupos de Cáritas...55.«Dedicar especial atención a las personas oprimidas y ▶marginadas para que encuentren un fácil acceso a la Bi-blia y a su mensaje liberador y generador de esperanza»56. Profundizar en el estudio del fundamento bíblico de la ac-ción pastoral de la Iglesia en el ámbito de la caridad. «Esto supone que han de prepararse comentarios de la Biblia que iluminen y desafíen las estructuras sociales injustas, la violación de los derechos humanos y las situaciones de opresión y explotación»57.Habilitar espacios físicos concretos para la lectura de la ▶Biblia.«Elaborar guías bíblicas a los grandes problemas de la vida ▶contemporánea, no para ofrecer recetas de acción sino para suscitar la reflexión y el compromiso responsables de las comunidades cristianas y hacer posible un diálogo con el conjunto de hombres y mujeres contemporáneos de buena voluntad»58.Trabajar «para que la lectura de la Biblia sea más eficaz, ▶desarrollando nuevos métodos que fomenten la lectura

54 Cf Documento final de la III Asamblea Plenaria, Bangalore (1984) 3.1.2.7.55 Cf Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.1.56 Documento final de la III Asamblea Plenaria, Bangalore (1984) 3.3.6.57 Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.5.4.58 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 16.

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216 La Biblia compartida 217La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral

contextual en grupos; este tipo de lectura hará que la in-terpretación del texto tenga algo que decir a la vida de la gente»59. Es preciso tener en cuenta «los temas herme-néuticos que se relacionan con este tipo de lectura»60.Promover la participación de la mujer en la animación bí- ▶blica de la pastoral. «Las mujeres deben ser especialmente impulsadas a convertirse en agentes de la proclamación de la Palabra. A ellas tendría que darse la oportunidad de asu-mir puestos de responsabilidad y de guía en el apostolado bíblico y en la Iglesia»61.

Celebrar la fe

Cuidar todo lo relacionado con la liturgia de la palabra en ▶la Eucaristía, atendiendo al hecho de que la celebración dominical de la misa continúa siendo el ámbito de acceso mayoritario de los fieles a la Escritura. Sigue siendo preci-so promover una revisión del Leccionario62. «La cantidad de lecturas bíblicas previstas para la mesa de la palabra co-rre el riesgo de procurar no un contacto profundo con el mensaje bíblico sino una “indigestión”, una saturación de textos que poco tienen que ver con la vida actual y que en consecuencia tampoco se les presta atención. [...] Lo bueno podría ser una menor abundancia de textos bíbli-

59 Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.4.1.60 Documento final de la V Asamblea Plenaria, Hong Kong (1996) 8.1.2. Cf Do-

cumento final de la VI Asamblea Plenaria, Líbano (2002), III, 1.5.61 Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.5.6. Cf Docu-

mento final de la V Asamblea Plenaria, Hong Kong (1996) 8.1.8.62 Documento final de la V Asamblea Plenaria, Hong Kong (1996) 8.1.10.

cos en la liturgia, pero en cambio una mayor profundiza-ción de los mismos, acentuando su relación con la vida cotidiana»63.Hay que procurar que las homilías tengan «como obje- ▶tivo el anuncio de la Buena Nueva que ayude a los fieles, hombres y mujeres, a vivir la fe en su mundo de hoy; debe respetar su lenguaje y su experiencia de vida y hacerles ver la acción curadora y liberadora de Cristo a través de la Bi-blia y los sacramentos»64. La homilía debe inspirarse en la Palabra proclamada iluminando desde ella la vida de la comunidad. La buena preparación de la homilía es inex-cusable. Una experiencia que se va extendiendo es la pre-paración de la homilía con otros sacerdotes o en un grupo parroquial. «La homilía podría ser preparada y prolonga-da en diálogo con los miembros de la comunidad cristia-na, hasta donde esto sea posible, a fin de que en la Palabra resuene la vida de la comunidad, y en esta la Palabra eche raíces»65.Atender al hecho de que la presencia de la Escritura está ▶prevista en la celebración de cada uno de los sacramentos y en numerosos actos de piedad de los fieles. Igualmente, «no debería existir ninguna celebración litúrgica sin ho-milía o algún otro método de interpretación»66.Dar pasos para la promoción del ministerio laical del lector. ▶La adecuada capacitación de los lectores favorecería una proclamación viva y comprensible, acorde con la dignidad

63 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 16.64 Ib.65 Ib.66 Documento final de la IV Asamblea Plenaria, Bogotá (1990) 8.3.4.3.

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218 La Biblia compartida

8La Animación Bíblica en los estudios teológicos

Maria de l’Esperança Amill-Rocamora

1. Toma y lee

Si te atreves a abrir la Biblia, hojear sus libros y fijar la mirada en alguno de sus pasajes, pronto te convertirás en protagonista de un viaje apasionante que te despierta la curiosidad, plantea inte-rrogantes, ofrece recursos, incomoda, orienta y facilita el propio aprendizaje para la vida... porque, como canta el salmista: «Tu palabra es una lámpara para mis pasos, la luz que me ilumina el camino» (Sal 119,105). Un viaje que marca el camino de futu-ras rutas, un viaje que te permite contemplar nuevos paisajes, compartir los pasos con otros caminantes, conocer otras cul-turas, descubrir costumbres y rituales, adentrarte en el tiempo, penetrar en la historia... Una historia que desde el inicio, con-templando la creación, te sitúa cara a cara ante el gran misterio de Dios y del hombre, y te detienes sin prisas cuando lees: ¿qué es el hombre, para que de él te acuerdes, el hijo de hombre, para que de él te ocupes?» (Sal 8,5). Y haces tuyas las palabras y des-

de la Palabra proclamada. Mediante tal formación habría que «lograr una dicción clara que facilite la comprensión del texto, capacitándoles para comprender ellos mismos el texto e incluso para redactar breves introducciones que despierten la atención y la reflexión de la asamblea»67.

67 Orientaciones de la Pastoral Bíblica al final del siglo XX, a.c., 16.

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220 La Biblia compartida 221La Animación Bíblica en los estudios teológicos

cubres que «Tú, en efecto, formaste mis entrañas, me tejiste en el seno de mi madre...» y que «nada de mí se te pasaba por alto cuando me ibas formando secretamente» (cf Sal 139).

Y con la Biblia en las manos, Dios nos habla, me habla. «La Palabra divina nos introduce a cada uno en el coloquio con el Señor: el Dios que habla nos enseña cómo podemos hablar con él». Y con la Biblia en las manos, Dios se nos revela, se me re-vela, «y toda la existencia del hombre se convierte en un diá-logo con Dios que habla y escucha, que llama y mueve nuestra vida»1, que nos interpela, que me interpela, como hizo con Job desde el seno de la tormenta y me dice: «¡Venga! prepárate como un hombre: yo te preguntaré y tú me instruirás» ( Job 38,3). Una historia que, sin habérmelo propuesto, me atrae y me sumerge, para siempre, en las páginas de este «Gran Libro» de la vida, de la creación, de la búsqueda, del encuentro de Dios con el ser humano y del ser humano con Dios, de la salvación, de la liberación, de la reconciliación, del perdón, de la paz, de la humanidad que busca, que se despista, que huye, que vuelve...; libro que se me revela como testimonio escrito de la Palabra divina, experiencia de fe de un Pueblo que se sabe conducido por Dios a través de la historia, un Pueblo que experimenta el gozo de la salvación por Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne, hecha hombre, arraigada en la historia... Y descubro que Cris-to vive en las Sagradas Escrituras2, tabernáculo de la Palabra en medio de los hombres –tienda del Encuentro festivo, plantada entre nosotros.

1 Benedicto XVI, Exhortación apostólica postsinodal «Verbum Domini», San Pa-blo, Madrid 2010, n. 24. (A partir de ahora citaremos esta obra por sus siglas: VD).

2 Cf Concilio Vaticano II, Constitución dogmática sobre la divina revelación «Dei Verbum», n. 25. (A partir de ahora citaremos esta obra por sus siglas: DV).

Pero, ¿cómo podré abrir la Biblia y hojearla si nadie me la pone en las manos? Y si tengo la suerte de tenerla en mis manos, hojearla y leerla, «¿cómo puedo entenderla si nadie me la expli-ca?» (He 8,31). Será necesario que, como el eunuco etíope, en-cuentre a Felipe por el camino... o que, como el pequeño Samuel –«a pesar de vivir en un tiempo en que era rara la palabra del Señor»– alguien me anime a responder: «Habla, que tu siervo escucha» (cf 1Sam 3,1.10). Será necesario que alguien ayude a preparar los corazones de los fieles para el encuentro con Jesu-cristo mediante la lectura orante de las Sagradas Escrituras, para que la lectura bíblica se convierta en escucha atenta de la Palabra de Dios que nos habla y que renueva nuestras vidas desde el in-terior de nuestra existencia.

«Las Escrituras han ocupado una posición primordial en to-dos los momentos importantes de renovación en la vida de la Iglesia, desde el movimiento monástico de los primeros siglos hasta la época reciente del Concilio Vaticano II»3. La manera de leer e interpretar los textos bíblicos es fundamental para la fe cristiana, para la vida de los hombres y mujeres de nuestro tiem-po y para la vida y la misión de la Iglesia, ya que «es tan grande la fuerza y el poder de la Palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de vida espiritual»4. Leemos en la Ver-bum Domini: «el Sínodo de los Obispos ha reiterado más de una vez la importancia de la pastoral en las comunidades cristianas, como ámbito propio en el que recorrer un itinerario personal y comunitario con respecto a la Palabra de Dios, de modo que

3 Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, III, B, 3 (15 de abril de 1993).

4 DV 21.

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222 La Biblia compartida 223La Animación Bíblica en los estudios teológicos

esta sea realmente el fundamento de la vida espiritual»5, el alma de toda la pastoral y de la misión de la Iglesia –no solo el alma de la teología–6, el lugar central en la vida eclesial; recomendan-do incrementar la «pastoral bíblica», no en yuxtaposición con otras formas de pastoral, sino como animación bíblica de toda la pastoral7.

A partir de la carta encíclica de León XIII Providentissimus Deus (1893) y hasta la exhortación apostólica Verbum Domini de Benedicto XVI (2010), con el punto culminante en la Cons-titución Dogmática sobre la Divina Revelación Dei Verbum del Concilio Vaticano II (1965), se han ido produciendo una serie de acciones y documentos destinados a aumentar la conciencia de la centralidad de la Palabra de Dios en la Iglesia8 y a fomentar su estudio, la lectura asidua y la meditación.

2. Renovación exegética y animación bíblica de la pastoral

León XIII, atento a los problemas intelectuales de finales del si-glo XIX, con la encíclica Providentissimus Deus recomendaba el estudio de las Sagradas Escrituras por las múltiples ventajas que se derivan, según la promesa cierta del Espíritu Santo: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, argüir, corre-gir y educar en el bien, para que el que es hombre de Dios llegue

5 VD 72.6 Cf DV 24.7 Cf VD 73; Proposiciones de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de

los Obispos sobre «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia» (5 al 26 de octubre de 2008), proposición 30.

8 Cf VD 3.

a la madurez y esté preparado para toda obra buena (2Tim 3,16-17)»9. Recomendaba el estudio de las Sagradas Escrituras en los seminarios y en la universidad y remarcaba la importancia de elegir buenos profesores de Sagrada Escritura que amen la Biblia y practiquen lo que ella enseña, y de preparar discípulos con criterio y recursos. «El maestro de Sagrada Escritura debe merecer este elogio: que posee a fondo toda la teología y que co-noce perfectamente los comentarios de los Santos Padres, de los doctores y de los mejores intérpretes»10. Era necesario estudiar, profundizar y buscar respuesta a un gran número de cuestiones planteadas en la época a partir, sobre todo, de la investigación histórico-crítica: el origen de los documentos, las fuentes docu-mentales de los libros bíblicos, la historia de la formación de los escritos bíblicos, la autenticidad de los escritos, la antigüedad, su integridad, el valor histórico de los libros sagrados, la inspira-ción de los textos... León XIII invitaba a los exegetas católicos a adquirir una verdadera competencia científica para hacer frente a los ataques de la ciencia y la exégesis racionalista: el estudio de las lenguas orientales antiguas –las lenguas bíblicas y de todo lo que concierne a Oriente– y, al mismo tiempo, el ejercicio de la crítica científica. Además, señalaba que es muy de desear y nece-sario que el uso de la divina Escritura influya en toda la teología y sea como su alma; esta ha sido, en todos los tiempos, la doctrina y la práctica de todos los Padres y los teólogos más notables. Sin su estudio y uso diario, la teología no podría ser tratada con el honor y la dignidad que le son propios11. El pontífice deseaba que las Sagradas Escrituras, «fuente preclara de la revelación ca-

9 Cf León XIII, Providentissimus Deus 4 (18 de noviembre de 1893).10 León XIII, o.c., 31.11 Cf ib, 35.

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224 La Biblia compartida 225La Animación Bíblica en los estudios teológicos

tólica, se abrieran de forma más segura y abundante para todo el rebaño del Señor». Por ello expresó su deseo de que fueran mu-chos los que emprendieran y sostuvieran con firmeza la defensa de las divinas Escrituras y que, principalmente aquellos que fue-ran llamados al ministerio del orden, fueran diligentes en leerlas, meditarlas y exponerlas12. Para apoyar el estudio de la Escritura, el Papa León XIII aprobó y alabó la Escuela de Estudios Bíblicos, fundada en San Esteban de Jerusalén. Él mismo, en el año 1902, con la Carta apostólica Vigilantiae, instituyó la Comisión Bíbli-ca, con la misión de procurar, por todos los medios posibles, que las divinas Escrituras fueran estudiadas con el cuidado exquisito que los tiempos exigían, y les dio esta consigna: «Que no consi-deren ajeno a su campo de trabajo ninguno de los hallazgos de la investigación diligente de los modernos, al contrario, que estén atentos para poder adoptar sin demora todo lo de útil que cada momento aporta a la exégesis bíblica».

El Magisterio pontificio, de forma sucesiva, manifestó su in-terés por los temas escriturísticos y por su importancia en los estudios teológicos, la formación de los pastores y la guía de los fieles. Pío X instituyó los grados académicos de licenciado y doctor en Sagrada Escritura –que debían ser otorgados por la Comisión Bíblica–. Dictó también algunas normas sobre el plan de estudios de Sagrada Escritura en los seminarios, para que los seminaristas, además de tener un conocimiento profundo de la Biblia –de su valor y de su doctrina–, estuvieran bien preparados para poder ejercer más tarde el ministerio de la Palabra conve-nientemente y defender los libros escritos por inspiración divina de cualquier ataque. Además, en 1909, fundó en Roma el Pon-

12 Cf Pío XII, Divino afflante Spiritu 4 (30 de septiembre de 1943).

tificio Instituto Bíblico –confiado a la Compañía de Jesús–, para dotar a la ciudad de un centro de estudios bíblicos superiores, para la promoción de la ciencia de la Biblia y de las materias re-lacionadas con ella. El estudio de las Sagradas Escrituras debía ir íntimamente ligado al ministerio de la Palabra y la promoción de todos los fieles. Así pues, «Pío X aprobó la Sociedad de san Je-rónimo, con la finalidad de familiarizar a los fieles cristianos con la loable costumbre de leer y meditar los santos Evangelios y, al mismo tiempo, facilitarles en lo posible esta práctica tan piadosa. Y les exhortaba a perseverar con entusiasmo en su empresa, por tratarse de algo de máxima utilidad, la cosa que mejor respondía a los tiempos, ya que contribuía a desarraigar la opinión de que la Iglesia se oponía a la lectura de las Sagradas Escrituras en len-gua vulgar o de que pusiera impedimentos para hacerlo»13.

Siguiendo en la misma línea, de la promoción de los estudios bíblicos, Pío XI ordenó que en los seminarios nadie enseñara Sa-grada Escritura sin haber seguido con regularidad los estudios y haber obtenido los grados académicos en la Comisión Bíblica o el Instituto Bíblico. Además, dispuso que estos grados tuvieran los mismos efectos –por lo tanto los equiparaba– que los grados en Sagrada Teología o en Derecho Canónico. Exhortó a los obis-pos y a los superiores de las órdenes religiosas del mundo cató-lico para que enviaran sus mejores alumnos al Instituto Bíblico para seguir los cursos y obtener los grados académicos y remarcó esta exhortación con su liberalidad, destinando generosas rentas anuales para promover estos estudios14.

En el año 1920, Benedicto XV celebró el decimoquinto cente-nario de la muerte de san Jerónimo con la carta encíclica Spiritus

13 Ib, 9.14 Cf ib, 7.

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226 La Biblia compartida 227La Animación Bíblica en los estudios teológicos

Paraclitus, sobre la interpretación de la Sagrada Escritura. Jeró-nimo, «Doctor Máximo en exponer las Sagradas Escrituras», es presentado como maestro y ejemplo –para todos los hijos de la Iglesia y, en especial, para los clérigos– de respeto hacia las Escri-turas divinas y, al mismo tiempo, de estudio profundo y abnega-do, de lectura piadosa y de meditación asidua15. Y ¿en qué sirve de modelo Jerónimo? Leemos en la Spiritus Paraclitus: «empleó todo tipo de ayudas útiles para avanzar, aparte de haber adquiri-do ya desde el principio los mejores códices y comentarios de la Biblia, manejó también los libros de las sinagogas y los volúme-nes de la biblioteca de Cesarea, reunidos por Orígenes y Eusebio, para contrastar estos códices con los suyos, y conocer la forma original del texto bíblico y su verdadero sentido. Para captar me-jor el sentido, además, recorrió Palestina en toda su extensión, persuadido como estaba de que: «más claramente entenderá la Escritura quien haya contemplado con sus ojos la Judea y conoz-ca los restos de las ciudades antiguas y los nombres conservados o cambiados de los diversos lugares. Por ello me he preocupado de realizar este trabajo con los hebreos mejor instruidos, reco-rriendo la región cuyo nombre resuena en todas las Iglesias de Cristo»16. Jerónimo estudiaba las Sagradas Escrituras sirviéndo-se de todos los medios que tenía a mano –lenguas, arqueología, topografía, culturas de Oriente, estudio del judaísmo, Tradición, Padres de la Iglesia, etc.–, leía y meditaba los textos y «alimen-tó continuamente su ánimo con aquel manjar suavísimo»17. Y «de tal manera exaltaba con la palabra y el ejemplo la suprema autoridad de las Escrituras, que en cualquier controversia que

15 Cf Benedicto XV, Spiritus Paraclitus 3 (15 de septiembre de 1920).16 Ib, 8.17 Ib, 9.

surgiera recurría a la Biblia como el arsenal más bien surtido, y empleaba para refutar los errores de los adversarios los testi-monios deducidos de ella como los argumentos más sólidos e irrefutables»18. Con esta encíclica, pues, Benedicto XV exhorta a todos los hijos de la Iglesia, y en especial a los clérigos, para que unan la reverencia a la Sagrada Escritura con la lectura piadosa y su meditación asidua. Asimismo advierte que en sus páginas hay que buscar la comida que haga crecer la vida espiritual hacia la perfección, y que la principal utilidad de la Escritura es emplear-la santa y fructuosamente para la predicación de la divina Pala-bra. Porque, como dice Jerónimo: «Ama las Escrituras Santas –nos exhorta a todos en la persona de la virgen Demetríades– y te amará la sabiduría; ámala, y te guardará; hónrala, y te abrazará. Sean estos tus collares y pendientes»19. Spiritus Paraclitus alaba nuevamente la labor de la Sociedad de san Jerónimo, consagrada a divulgar los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles para que todos los fieles los lean y mediten asiduamente.

En el cincuenta aniversario de la Providentissimus Deus, Pío XII publicó la carta encíclica, sobre los estudios bíblicos, Divino afflante Spiritu (1943). Al iniciar la parte doctrinal, la encíclica presenta los cambios que ha habido a lo largo de estos cincuenta años en los estudios bíblicos. Es relevante para los estudios bí-blicos la multiplicación de las investigaciones relacionadas con las excavaciones de los lugares bíblicos de Palestina, con méto-dos más rigurosos y perfeccionados por el mismo ejercicio de la investigación arqueológica y los resultados más abundantes y seguros que ofrecen. Aportan una luz nueva a la comprensión más plena de los Libros Sagrados. Crece además la importancia

18 Ib, 12.19 Ib, 32 (citando Ep 130,20).

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228 La Biblia compartida 229La Animación Bíblica en los estudios teológicos

de estas investigaciones por los documentos escritos encontra-dos en algunas ocasiones; escritos que contribuyen considera-blemente al conocimiento de las lenguas, la literatura, la historia, las costumbres y las religiones de los pueblos más antiguos. El hallazgo y la investigación de los papiros, útiles para conocer la literatura y las instituciones públicas y privadas, principalmente del tiempo de Jesús. Además, se han encontrado y editado con criterios de crítica textual códices antiguos de los Libros Sagra-dos. Se ha investigado más y más plenamente la exégesis de los Santos Padres.

Divino afflante Spiritu, heredera de este avance de los estudios bíblicos y preocupada por defender la interpretación católica contra los ataques de quienes se oponen al uso de la ciencia por parte de los exegetas y quieren imponer una interpretación no científica –llamada espiritual– de la Sagrada Escritura, exhorta a los intérpretes de las Sagradas Escrituras para que las estudien más a fondo, las expliquen con mayor precisión y las expongan con mayor claridad, para que el camino iniciado se vaya perfec-cionando más y resulte más fecundo. La finalidad de esta encí-clica era mostrar a todos el camino que aún queda por recorrer, con qué ánimo ha de emprender el exegeta católico su impor-tante y elevada tarea y, al mismo tiempo, dar un nuevo estímulo y nuevos ánimos a los obreros que constantemente trabajan en la viña del Señor. Nuevamente encontramos estrechamente en-trelazados los estudios bíblicos y el ministerio de la Palabra para el enriquecimiento de los «fieles», la viña del Señor. Leemos en la encíclica20: «Quien considere la ingente tarea que por es-pacio de casi dos mil años ha desarrollado la exégesis católica

20 Pío XII, Divino afflante Spiritu, 31.

para que la Palabra de Dios, concedida a los hombres por las Sa-gradas Escrituras cada día más perfecta y plenamente, entienda y con más vehemente amor se estime, fácilmente se persuadirá que a los fieles cristianos, y sobre todo a los sacerdotes, incum-be el grave deber de servirse abundante y santamente de aquel tesoro acumulado durante tanto tiempo por grandes ingenios; porque no dio a los hombres los Libros Sagrados para satisfacer su curiosidad o para facilitar materias de estudio e investigación, sino, como advierte el Apóstol, porque las Sagradas Escrituras pudieran dar la sabiduría que lleva a la salvación por la fe en Je-sucristo, para que el que es hombre de Dios llegue a la madurez y esté apercibido para toda obra buena» (cf 2Tim 3,15.17).

Divino afflante Spiritu considera que los sacerdotes, obligados por oficio a procurar la salud eterna de las almas, deben recurrir con estudio diligente a las Sagradas Escrituras y hacerlas suyas por medio de la oración y de la meditación. Entonces, deben exponer celosamente al pueblo las excelentes riquezas de la Pa-labra divina en sermones, homilías y exhortaciones, confirmar la doctrina cristiana con sentencias tomadas de los Libros Sa-grados, ilustrarlo con preclaros ejemplos de la historia sagrada, sobre todo del Evangelio de Cristo nuestro Señor. Todo ello de-ben hacerlo evitando con cuidado y diligencia aquellos sentidos acomodaticios que sugiere el propio e individual arbitrio. Deben exponer las riquezas de la Palabra de Dios con tanta elocuencia, con tanta distinción y claridad, que los fieles no solo se muevan y enciendan a ordenar rectamente su vida, sino a alcanzar una veneración grande hacia la Sagrada Escritura. Por otra parte, en-comienda también a los Prelados a aumentar y perfeccionar cada día más esta veneración en los fieles a ellos encomendados, pro-moviendo las iniciativas de aquellos que, llenos de espíritu apos-

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230 La Biblia compartida 231La Animación Bíblica en los estudios teológicos

tólico, procuran despertar y fomentar entre los católicos el cono-cimiento y el amor de las Sagradas Escrituras. Que fomenten y ayuden a las asociaciones piadosas, cuyo propósito sea difundir, entre los fieles, ejemplares de las Sagradas Escrituras principal-mente de los Evangelios –traducidos a las lenguas vernáculas–, y procuren con todo empeño que se practique bien y santamente su lectura asidua en las familias cristianas. Que ellos mismos ha-gan, o velen para que haya otros oradores que lo hagan, y que se ofrezcan disertaciones y lecciones públicas sobre temas bíblicos. Para potenciar la divulgación bíblica, aconseja también que los ministros sagrados ayuden, en la medida de sus fuerzas, a las re-vistas periódicas que se publican en diferentes partes del mundo y que tratan y exponen científicamente cuestiones bíblicas, para acomodar los frutos de estas investigaciones, para el bien de los ministros y para el bien y la utilidad de los fieles, haciendo su difusión entre su rebaño.

Una vez más vemos que el estudio no se puede separar de la pastoral –del ministerio de la Palabra– y de la vida de la Iglesia. Estas recomendaciones supondrán, por tanto, que en los planes de estudios para los futuros presbíteros el conocimiento, la lec-tura y la meditación de las Sagradas Escrituras sea fundamen-tal. Así pues, la encíclica sigue con esta afirmación21: todo esto los sacerdotes no pueden hacerlo bien si ellos antes, durante la permanencia en el seminario, no han bebido de este activo y perenne amor a la Sagrada Escritura. Por tanto, los obispos de-ben velar por que los encargados de su seminario no escatimen ningún esfuerzo para conducir a la consecución de este fin. Es necesario que los profesores de Sagrada Escritura impartan en

21 Cf ib, 27.

los seminarios todas las enseñanzas bíblicas, de tal manera que doten a los jóvenes, que se forman para el sacerdocio y para el ministerio de la Palabra divina, con el conocimiento y el amor de las Escrituras, ya que sin ellas no se pueden obtener frutos abundantes de apostolado. Por ello, la exposición exegética debe ser principalmente teológica, evitando inútilmente disputas y omitiendo todo aquello que sea fuente de curiosidad vana y no fomento de verdadera doctrina y de piedad sólida. Que propon-gan el sentido llamado «literal», y principalmente el teológico, con solidez, explicado con maestría, inculcado con tal fervor, que sus alumnos lleguen a experimentar en cierto modo lo mis-mo que experimentaron los discípulos de Jesucristo cuando, de camino a Emaús, al oír las palabras del Maestro, dijeron: «¿No es verdad que nuestro corazón ardía dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24,32). Así las Sagradas Escrituras serán fuente de vida espiritual pura y perenne para los futuros sacerdotes de la Iglesia, alimento y firmeza del ministerio sagrado de la predicación.

3. La Sagrada Escritura: base privilegiada de los estudios teológicos

La Constitución dogmática Dei Verbum sobre la divina revela-ción, del Concilio Vaticano II, se convertirá en la referencia su-prema y capital –a partir de la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestros días– en la reflexión sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. El primero y el segundo capítulos son fundamentales: Dios se ha autorrevelado como fruto de su amor e invita a los hombres y mujeres de todos los tiempos a

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232 La Biblia compartida 233La Animación Bíblica en los estudios teológicos

establecer una relación de amistad con él. «Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía»22. Si la re-velación había sido entendida como comunicación de verdades, ahora hay un claro cambio en la forma de concebirla: la revela-ción es comunicación personal de vida por parte de Dios mismo. Revelación que, gracias a la acción del Espíritu Santo, es acogida por la obediencia de la fe. Dios se ha revelado en la creación, se ha revelado en la historia, se ha revelado en la persona de Cristo encarnado, y la historia se convierte en historia de salvación. Y esta revelación ha sido confiada a los apóstoles y a los discípulos. Y gracias a la acción y la inspiración del Espíritu Santo ha sido puesta por escrito en los libros de la Biblia y es a la vez presente en la Tradición de la Iglesia. El trabajo exegético, pues, al estu-diar la Biblia, deberá dejarse inspirar «por el mismo Espíritu con que fue escrita»23. El objetivo del exegeta no es otro que servir a la Palabra de Dios. Su ambición no es sustituir los textos bíbli-cos por los resultados de su trabajo sino iluminar más los textos bíblicos mismos con sus estudios, ayudando a amarlos más y a comprenderlos con mayor exactitud histórica y, al mismo tiem-po, con mayor profundidad espiritual24.

22 DV 2. 23 DV 12.24 Pontificia Comisión Bíblica, o.c., III, C, 4

La Pontificia Comisión Bíblica25 nos dirá que «el Concilio Vaticano II ha recordado implícitamente a los exegetas católi-cos que sus investigaciones tienen con la teología una relación esencial, de la que se mostrarán conscientes». Y añade que la declaración del Concilio hace comprender que es deseable que la enseñanza de la exégesis sea hecha por hombres y por muje-res. Destaca que «los profesores de exégesis deben comunicar a los estudiantes una profunda estima por la Sagrada Escritura, mostrando cómo ella merece un estudio atento y objetivo, que permita apreciar mejor el valor literario, histórico, social y teo-lógico. No pueden contentarse con transmitir una serie de co-nocimientos que hay que registrar pasivamente, sino que deben introducir a los métodos exegéticos, explicando sus principales operaciones para hacer los estudiantes capaces de juicio perso-nal [...]. Conviene utilizar alternativamente dos maneras de en-señar: por un lado, por medio de exposiciones sintéticas, que in-troduzcan al estudio de los libros bíblicos completos y no dejen de lado ningún sector importante del Antiguo Testamento ni del Nuevo, por el otro, mediante análisis profundizados de algunos textos que sean al mismo tiempo una iniciación a la práctica de la exégesis. En ambos casos, hay que velar por no ser unilateral, es decir, no limitarse ni a un comentario espiritual desprovisto de base histórico-crítica, ni a un comentario histórico-crítico des-provisto de contenido doctrinal y espiritual. La enseñanza debe mostrar a la vez el arraigo histórico de los escritos bíblicos, su aspecto de palabra personal del Padre celestial que se dirige con amor a sus hijos (cf Dei Verbum, 21) y el papel indispensable que tienen en el ministerio pastoral (cf 2Tim 3,16)».

25 Ib, III, C, 2 i 3.

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234 La Biblia compartida 235La Animación Bíblica en los estudios teológicos

El Concilio26 exhorta a los exegetas y otros estudiosos de teo-logía a colaborar celosamente para investigar y explicar con me-dios adecuados la Sagrada Escritura; alienta a los hijos de la Igle-sia dedicados a los estudios bíblicos a que, con energías siempre renovadas, continúen llevando a cabo con todo el esfuerzo la ta-rea felizmente comenzada, de acuerdo con el sentir de la Iglesia: la tarea de contribuir a que todos los miembros del pueblo de Dios tengan al alcance la Escritura y puedan comprenderla cada día con más profundidad.

«Aunque no es el único –lugar teológico–, la Sagrada Escri-tura constituye la base privilegiada de los estudios teológicos. Para interpretar la Escritura con exactitud científica y precisión, los teólogos tienen necesidad del trabajo de los exegetas. Por su lado, los exegetas deben orientar las investigaciones de tal ma-nera que el estudio de la Sagrada Escritura pueda efectivamente ser como el alma de la Sagrada Teología»27. Uno de los objetivos primordiales de esta colaboración entre exegetas y teólogos será preparar buenos ministros de la palabra divina que puedan ofre-cer al Pueblo de Dios el alimento de las Escrituras, que ilumina la inteligencia, fortalece las voluntades e inflama los corazones de los hombres en el amor de Dios. Hay pues un diálogo cons-tante entre el estudio y el ministerio de la palabra, una interrela-ción constante y mutuamente enriquecedora. Es necesario que el estudio de la Escritura sea el alma de la teología y, al mismo tiempo, que nutra –«anime»– los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia, todos los ámbitos de la pastoral: la predicación pas-toral, la catequesis, las diversas formas de instrucción cristiana, la homilía litúrgica...

26 Cf DV 23-24.27 Pontificia Comisión Bíblica, o.c., III, D, 2.

Dei Verbum recomienda la lectura y el estudio de la Sagrada Escritura no solo a los presbíteros y diáconos, sino también a los catequistas –todos ellos ministros de la palabra–. Los exhorta a conocer las Escrituras mediante una lectura espiritual asidua y un estudio diligente, para que ninguno de ellos se convierta en un «predicador vacío y superficial de la Palabra de Dios que no la escucha en su interior». Y exhorta también muy insisten-temente a todos los fieles, especialmente a los religiosos, para que aprendan «el bien supremo que es conocer a Jesucristo» (Flp 3,8) mediante la lectura frecuente de las divinas Escrituras. «Porque la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cris-to». E insiste en que todos recuerden que la lectura de la Sagrada Escritura debe ir acompañada de la oración, a fin de que haya un diálogo entre Dios y el hombre, porque «a Él hablamos cuando oramos, y a Él oímos cuando leemos las palabras divinas»28. Dei Verbum perfila un nuevo horizonte en los estudios de la Escritu-ra y de la teología: el mundo es invitado a estudiar, leer los textos bíblicos y a rezar con ellos; los estudios bíblicos y las aulas de teología están abiertos a todos los miembros del pueblo de Dios: sacerdotes y laicos, hombres y mujeres de la Iglesia de Jesucristo. La teología y la vida de la Iglesia deben basarse en la Escritura. La Constitución sobre la divina revelación, del Vaticano II, se convertirá en un punto de inflexión en la comprensión y el desa-rrollo de los estudios bíblicos y teológicos.

A partir del Concilio, siguiendo con la línea evolutiva iniciada en el siglo XIX, los estudios bíblicos toman una nueva orienta-ción y empuje en la Iglesia católica y su valor científico será reco-nocido tanto en el mundo de los sabios como entre los fieles29.

28 DV 25.29 Pontificia Comisión Bíblica, o.c., Introducción.

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236 La Biblia compartida 237La Animación Bíblica en los estudios teológicos

Aumenta el interés por la Biblia, crece el estudio de la Palabra de Dios, la vida cristiana se enriquece, el diálogo ecuménico hace un gran avance. El impulso en los estudios bíblicos facilita que la Biblia recupere su centralidad en la teología y promueve la reno-vación teológica.

El estudio de la Biblia «no está nunca completamente con-cluido: cada época tendrá que buscar nuevamente, a su modo, la comprensión de los libros sagrados» –afirmará Joseph Ratzinger en el prefacio del documento de la Pontificia Comisión Bíblica La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993)–. El documento ofrece una visión de conjunto, sólidamente fundada, de la am-plia gama metodológica de los estudios exegéticos de los últi-mos decenios del siglo XX, y ofrece una orientación referente a las posibilidades y los límites de las diferentes vías de estudio; hace una aportación fundamental a la necesidad de aplicar los métodos científicos a la lectura y el estudio de la Biblia, ofrecien-do una valoración muy cuidadosa y ponderada de los diversos métodos aplicados en la exégesis y en la hermenéutica de los es-critos bíblicos30.

El método histórico-crítico –que tiene por objeto mostrar, de una manera sobre todo diacrónica, el sentido expresado por los autores y los redactores– es presentado como indispensable para el estudio científico del sentido de los textos antiguos y se afirma que es el más apto para la búsqueda del sentido literal de la Escritura. Ya que la Sagrada Escritura, en tanto que «Palabra de Dios en lenguaje humano», fue compuesta por autores hu-manos en todas sus partes, su justa comprensión no solamente admite como legítimo este método, sino que requiere su utili-

30 Cf A. Borrell, La Paraula de Déu en la vida i en la missió de l’Església, Butlletí ABCAT 100 (2008) 6-7.

zación. Después de las grandes dificultades que ha tenido que superar para ser aceptado en el mundo católico, este método de análisis de la Escritura es reconocido como básico y necesario, dada la dimensión histórica de la revelación. Sin embargo, el do-cumento La interpretación de la Biblia en la Iglesia tiene en cuenta la gran multiplicidad de aproximaciones diversas a la Escritura, y las considera complementarias al método histórico-crítico. Así, valora las aportaciones, en el campo del análisis literario, de los métodos retórico, narrativo y semiótico, el desarrollo de los es-tudios sobre el judaísmo, o las aportaciones de las ciencias an-tropológicas, como las lecturas sociológica, cultural, psicológica y psicoanalítica, e incluso las aproximaciones liberacionistas y feminista. El único método que es radicalmente excluido es la lectura fundamentalista, que pretende que la Biblia debe ser leí-da e interpretada literalmente en todos sus detalles.

El documento afronta también la cuestión del sentido de la Escritura –que es palabra divina y palabra humana–. La Biblia es Palabra de Dios para todas las épocas, por tanto, necesita-mos una teoría hermenéutica, una interpretación en el hoy de nuestro mundo; una interpretación que nos ayude a cruzar la distancia que hay entre el tiempo de los autores y los primeros destinatarios de los textos bíblicos y nuestro momento presente. Una hermenéutica que nos lleve a actualizar correctamente el mensaje de los textos para que la Biblia nutra la vida de fe de los cristianos. La hermenéutica bíblica, si bien se inscribe en la hermenéutica general de todo texto literario e histórico, tiene un objeto que la hace única: los acontecimientos de salvación y su cumplimiento en la persona de Jesucristo dan sentido a toda la historia humana. Su interpretación está guiada por unos presu-puestos particulares: la fe vivida en comunidad eclesial y la luz

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238 La Biblia compartida 239La Animación Bíblica en los estudios teológicos

del Espíritu. Con el crecimiento de la vida en el Espíritu aumen-ta, en el lector, la comprensión de las realidades que sugiere el texto bíblico31. La variedad de aproximaciones exegéticas y her-menéuticas al texto bíblico es vista decididamente en el docu-mento como una riqueza y no como un peligro.

En los últimos decenios muchos exegetas y teólogos traba-jando con dedicación firme, esfuerzo y competencia han con-tribuido esencialmente –y continúan haciéndolo– a la profun-dización del sentido de las Escrituras, afrontando los problemas complejos que hoy día se presentan en la investigación bíblica32. Pero, para un adecuado trabajo exegético, sigue siendo de gran actualidad y eficacia la hermenéutica propuesta en la Dei Verbum 12: «la hermenéutica bíblica no puede considerarse cumplida si junto al estudio histórico-crítico de los textos no busca también de manera adecuada su dimensión teológica»33. El Sínodo sobre la Palabra de Dios da un toque de alerta sobre el estado actual de los estudios exegéticos que hay que tener en consideración para seguir avanzando positivamente: «Mientras la actual exégesis académica, también la católica, trabaja a un altísimo nivel por lo que se refiere a la metodología histórico-crítica [...] no se podría decir lo mismo sobre el estudio de la dimensión teológica de los textos bíblicos. [...] La primera consecuencia de tal ausencia es que la Biblia se convierte para los lectores actuales en un libro únicamente del pasado, incapaz ya de hablar a nuestro presente. En estas condiciones, la exégesis bíblica corre el riesgo de con-vertirse en pura historiografía e historia de la literatura. La se-

31 Cf Pontificia Comisión Bíblica, o.c., II, A, 2.32 Cf VD 31.33 Cf Proposiciones de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obis-

pos, proposición 25.

gunda consecuencia, quizá todavía más grave, es la desaparición de la hermenéutica de la fe señalada en la Dei Verbum. En lugar de la hermenéutica creyente se insinúa entonces, de hecho, una hermenéutica positivista y secularista que niega la posibilidad de la presencia y el acceso de lo divino en la historia del hombre»34. Habrá que trabajar, pues, para que se alcance con más fuerza y claridad el nivel teológico de la interpretación bíblica. «Para la vida y la misión de la Iglesia y para el futuro de la fe en el interior de las culturas contemporáneas, es necesario superar el dualis-mo entre exégesis y teología. [...] La teología bíblica y la teología sistemática son dos dimensiones de aquella realidad única que llamamos teología»35. Los Padres sinodales hacen un llama-miento para que teólogos y exegetas colaboren a fin de que no falte la fuerza de las Escrituras a la teología contemporánea, y no se reduzca el estudio de las Escrituras a la dimensión historiográ-fica de los textos inspirados. «Cuando la exégesis no es teología, la Escritura no puede ser el alma de la teología y, al revés, cuando la teología no es esencialmente interpretación de la Escritura en cuanto a la Iglesia, esta teología ya no tiene fundamento»36.

4. La Palabra de Dios, inspiradora de todos los rostros de la vida de la Iglesia

Pío XII, en su carta encíclica Divino afflante Spiritu (1943), mar-caba oficialmente la entrada de la Iglesia católica en la era de

34 Ib, proposición 26; VD 34.35 Proposiciones de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obis-

pos, proposición 27; VD 35.36 Benedicto XVI, 14 de octubre de 2008.

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240 La Biblia compartida 241La Animación Bíblica en los estudios teológicos

la renovación exegética37, Benedicto XVI, con la exhortación apostólica Verbum Domini, marca un nuevo hito en el camino innovador de la animación bíblica de la pastoral. Nos encon-tramos ante un nuevo paradigma en la práctica de la Iglesia: el redescubrimiento de la Palabra de Dios como fuente y alimento real para la práctica pastoral y la renovación de las comunidades cristianas.

En este paradigma «la Biblia no es una rama más del árbol de la Iglesia, sino la savia que corre por su tronco y por todas sus ramas»38. «Todo y todos en la Iglesia han de nutrirse de esta savia. En este sentido, la animación bíblica es sobre todo una actitud constante de discernimiento a la luz de la Palabra de toda la práctica pastoral de la Iglesia y, más profundamente, su presencia en el mundo. Al acoger la Palabra de Dios como texto inspirado e inspirador de su vida, la comunidad de fe bus-ca ser fiel a Jesucristo y a los hombres y mujeres actuales. La tarea fundamental de la animación bíblica es pues contribuir a que la Palabra de Dios, consignada en la Escritura y viviente a través de la historia, sea la inspiradora de todos los rostros de la vida de la iglesia, para hacer de la Iglesia signo e instrumento del Reino, de la vida en plenitud que Dios ha querido para toda su creación»39.

Con palabras del Concilio Vaticano II podemos decir que la comunidad cristiana espera que «los exegetas católicos y los otros estudiosos, colaborando celosamente, trabajen, bajo la

37 Cf VD 33.38 Metáfora propia de Santiago Guijarro al hablar de la Animación bíblica de la

pastoral.39 L. Martínez, L’Animation Biblique de toute la pastorale, une nouvelle façon d’être

Eglise. http://web.cathol.lu/services-dienststellen/pastorale-biblique/.

vigilancia del sagrado magisterio, para investigar y explicar con medios adecuados la Sagrada Escritura. Así el mayor número de ministros de la palabra divina podrán ofrecer al Pueblo de Dios el alimento de las Escrituras, que ilumina la inteligencia, fortale-ce las voluntades y enciende los corazones de los hombres en el amor de Dios». Por eso, «el sagrado Concilio anima a los hijos de la Iglesia dedicados a los estudios bíblicos, para que con ener-gías siempre renovadas, continúen llevando a cabo con todo su esfuerzo la tarea felizmente comenzada, de acuerdo con el sen-tir de la Iglesia»40. «En el trabajo de interpretación, los exege-tas católicos no deben olvidar nunca que lo que interpretan es la Palabra de Dios. Su tarea no termina con la distinción de las fuentes, la definición de formas y la explicación de los procedi-mientos literarios. El objetivo de su trabajo se alcanza cuando aclaran el significado del texto bíblico como Palabra actual de Dios»41. Porque la labor de los exegetas, a la vez que es una ta-rea científica, es una tarea de Iglesia, porque consiste en estudiar y explicar la Sagrada Escritura –tomando en consideración las diversas perspectivas hermenéuticas que ayudan a percibir la ac-tualidad del mensaje bíblico– para esclarecer el sentido del texto bíblico como palabra actual de Dios, poner todas las riquezas a disposición de los miembros del Pueblo de Dios y dar respuesta a las necesidades de los lectores modernos de las Escrituras. Y «La esposa del Verbo Encarnado, es decir, la Iglesia, enseñada por el Espíritu Santo, se esfuerza en acercarse, de día en día, a la más profunda inteligencia de las Sagradas Escrituras, para ali-mentar sin desfallecimiento a sus hijos con la divina enseñanza; por lo cual fomenta también convenientemente el estudio de los

40 Cf DV 23.41 VD 33; Pontificia Comisión Bíblica, o.c., III, C, 1.

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242 La Biblia compartida 243La Animación Bíblica en los estudios teológicos

Santos Padres, tanto del Oriente como del Occidente, y de las Sagradas Liturgias»42.

La culminación de la Verbum Domini implica necesariamen-te repensar la cuestión de la formación bíblica y, en general, de los estudios teológicos y exegéticos, afianzar y potenciar la re-lación entre investigación histórica y hermenéutica de la fe en referencia con el texto sagrado. Formación entendida no solo como la adquisición de conocimientos sobre la composición de las Sagradas Escrituras, su relación con la historia, su recepción, las características filológicas y literarias; opción que podría lle-var a los fieles a percibir la palabra de Dios en las Escrituras tan solo como una palabra del pasado. Formación que va más allá del aprendizaje de los métodos –diacrónicos y sincrónicos– de lectura, análisis, comprensión, actualización o aplicación del tex-to en nuestra vida cotidiana. Formación entendida sobre todo como «aprender a escuchar» atentamente las Escrituras con confianza y con amor. Como María de Betania, la hermana de Marta y Lázaro, que con actitud de discípula «se sentó a los pies del Señor y escuchaba su palabra» (Lc 10,39). Para que la Pa-labra de Dios en las Escrituras sea percibida por los fieles como palabra presente, comunicada por Cristo a las personas de hoy. «Palabra que se dirige personalmente a cada uno, pero también Palabra que construye comunidad, que construye Iglesia»43. Formación que nos lleve a conocer las Escrituras desde el inte-rior, a renovar la fe de la Iglesia en la Palabra de Dios, en actitud de diálogo. Al estilo de María ‘Mater Verbi Dei’ y ‘Mater fidei’: «Ella, desde la Anunciación hasta Pentecostés, se nos presenta como mujer enteramente disponible a la voluntad de Dios. Es

42 Cf DV 23.43 VD 86.

la Inmaculada Concepción, la “llena de gracia” por Dios (cf Lc 1,28), incondicionalmente dócil a la Palabra divina (cf Lc 1,38). Su fe obediente plasma cada instante de su existencia según la iniciativa de Dios. Virgen a la escucha, vive en plena sintonía con la Palabra divina; conserva en su corazón los acontecimientos de su Hijo, [...] Ella es la figura de la Iglesia a la escucha de la Palabra de Dios, que en ella se hace carne. María es también símbolo de la apertura a Dios y a los demás; escucha activa, que interioriza, asimila, y en la que la Palabra se convierte en forma de vida»44.

44 Cf VD 27.

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9Exégesis y hermenéutica, dos momentos de un único proceso interpretativo

Nuria Calduch-Benages

Exégesis y hermenéutica son dos términos familiares para los es-pecialistas en ciencias bíblicas1. En los ámbitos y documentos aca-démicos se recurre constantemente a ellos para referirse al proceso interpretativo, ciertamente complejo, que la lectura de los textos bíblicos requiere. Por el contrario, es muy probable que para los no iniciados en este campo del saber dichos vocablos sean práctica-mente desconocidos. De hecho, no pertenecen al vocabulario que la gente utiliza habitualmente en la vida cotidiana. Ahora bien, si en lugar de exégesis y hermenéutica, habláramos de estudio de un texto y actualización de su mensaje, estoy segura de que la dificul-tad antes mencionada quedaría automáticamente superada2.

1 Cf B. Maggioni, Exégesis bíblica, en P. Rossano-G. Ravasi-A. Girlanda (eds.), Nuevo diccionario de teología bíblica, adaptado a la edición española por el equi-po de la redacción de SP, San Pablo, Madrid 1990, 620-632; P. Grech, Hermenéuti-ca, en ib, 733-762 e Id, Ermeneutica intrabiblica, en R. Penna-G. Perego-G. Ravasi (eds.), Temi teologici della Bibbia (Dizionari San Paolo), San Pablo, Cinisello Balsamo (Milán) 2010, 415-423.

2 Recomendamos la lectura de H. Simian-Yofre, Introducción: Exégesis, fe y teo-logía, en Id (ed.), Metodología del Antiguo Testamento (Biblioteca de Estudios Bíblicos 106), Sígueme, Salamanca 2001, 13-26, así como las páginas 177-201 sobre herme-néutica y pragmática.

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246 La Biblia compartida 247Exégesis y hermenéutica, dos momentos de un único proceso interpretativo

El objetivo de estas páginas no es hacer un estudio porme-norizado de estas disciplinas, lo cual supera en mucho nuestras posibilidades reales de tiempo y espacio. Más bien queremos ilustrar de forma sencilla y a través de ejemplos concretos en qué consisten la exégesis y la hermenéutica bíblicas, sus itine-rarios respectivos, sus principales dificultades y, en definitiva, la estrecha relación que existe entre ellas. Intentaremos demos-trar algo de lo que estamos plenamente convencidos: no existe contraposición entre exégesis y hermenéutica, puesto que son dos momentos de un único proceso interpretativo que no solo están íntimamente relacionados sino que se iluminan recípro-camente.

Empezaremos nuestro recorrido con unas observaciones de carácter terminológico. Luego nos ocuparemos de la re-lación entre exégesis y hermenéutica a la luz del Sínodo de la Palabra (2008) y de la exhortación apostólica postsino-dal Verbum Domini así como del proceso interpretativo y sus componentes principales. A continuación ilustraremos las principales etapas del itinerario exegético por medio de una selección de textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, para terminar con un ejemplo de lectura hermenéutica o contex-tualizada.

1. Cuestiones terminológicas

La palabra «exégesis» deriva del griego exégesis, narración, ex-posición, explicación, comentario, interpretación que a su vez viene del verbo exegéomai, explicar, exponer, interpretar. A la luz de la etimología de este verbo, hacer exégesis significa interpretar

un texto «sacando fuera» su significado3. Esta es precisamente la tarea primordial de los exegetas, aquellas personas especializa-das en el estudio de los textos bíblicos y su interpretación.

Muchos pasajes de la Biblia, en particular del Antiguo Testa-mento, resultan oscuros, extraños e incomprensibles4. Su signi-ficado se esconde detrás de un lenguaje, unas formas literarias y unos parámetros culturales muy distintos de los nuestros. Para poder «entrar» en los textos y captar su significado, hace falta una llave, mejor dicho un manojo de llaves que los exege-tas conocen al dedillo porque les han dedicado muchas horas de estudio y de sueño. Con ellas se abren infinitas puertas que conducen, por caminos distintos, al interior del texto, es decir, al corazón del mensaje.

La palabra «hermenéutica» también deriva del griego, exac-tamente del verbo ermeneúo que significa exponer, declarar, ex-plicar, interpretar y también traducir de una lengua extranjera5. De ahí también «hermeneuta», es decir, la persona que profesa la hermenéutica, y el adjetivo hermenéutico o hermenéutica. Dicho verbo griego corresponde al latín interpretari, del que pro-vienen los términos utilizados en nuestras lenguas modernas: interpretar, interpretación, intérprete, interpretativo. Así pues, por hermenéutica se entiende el arte de interpretar textos y es-pecialmente de interpretar los textos sagrados6.

Muchas veces la palabra hermenéutica es sinónimo de exé-

3 Cf B. Maggioni, Exégesis bíblica, en o.c., 620.4 J.-L. Ska, ¿Cómo leer el Antiguo Testamento?, en H. Simian-Yofre (ed.), o.c., 27-

42.5 Cf P. Grech, Hermenéutica, en P. Rossano-G. Ravasi-A. Girlanda (eds.),

Nuevo diccionario de teología bíblica, San Pablo, Madrid 1990, 733.6 Cf Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española II, Espasa, Madrid

200122, 1201.

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248 La Biblia compartida 249Exégesis y hermenéutica, dos momentos de un único proceso interpretativo

gesis. Por lo que a la Sagrada Escritura se refiere, las dos palabras son intercambiables hasta el siglo XVIII, cuando «hermenéu-tica» asume diversos matices de significado según las varias escuelas y teorías filosóficas del momento. En la actualidad se distingue entre los dos términos en base a sus respectivos ob-jetivos. Mientras la «exégesis» intenta descubrir y entender lo que el autor quería comunicar a sus contemporáneos, la her-menéutica se propone comprender lo que el texto significa y representa para nosotros hoy. Y esto lo hace teniendo en cuenta nuestro contexto actual y a través de un lenguaje comprensible para el lector moderno.

2. Exégesis y hermenéutica en diálogo

En el Sínodo de la Palabra (2008), en el que tuve la suerte de par-ticipar en calidad de experta, el cardenal canadiense Marc Oue-llet afirmó en una de sus intervenciones que «debido a la pre-sencia de algunas tensiones, es necesario continuar la reflexión sobre cuestiones fundamentales que determinan el modo de leer la Escritura, de interpretarla y de utilizarla provechosamen-te para la vida y la misión de la Iglesia»7. Las respuestas de los padres sinodales a esta solicitud fueron ciertamente muy varia-das. Algunos acentuaron la importancia del Magisterio, otros acusaron a la exégesis histórico-crítica de crear confusión entre los fieles y también hubo quien fue aplaudido calurosamente por el sector de los expertos (¡casi nos levantamos de las sillas para ovacionarlo!) por reconocer las válidas aportaciones del método

7 Sobre esta cuestión, cf N. Calduch-Benages, Exégesis, teología y hermenéutica bíblica en la «Verbum Domini», Phase 51, núm. 302 (marzo/abril de 2011) 109-121.

histórico-crítico y el arduo trabajo de los exegetas muchas veces incomprendido y criticado.

La misma actitud aflora en la exhortación apostólica postsi-nodal Verbum Domini, cuando, citando el documento de la Pon-tificia Comisión Bíblica La interpretación de la Biblia en la Iglesia, Benedicto XVI recuerda que «los exegetas católicos no deben olvidar nunca que lo que interpretan es la Palabra de Dios. Su tarea no termina con la distinción de las fuentes, la definición de formas o la explicación de los procedimientos literarios. La meta de su trabajo se alcanza cuando aclaran el significado del texto bíblico como Palabra actual de Dios» (VD 33).

A mi juicio, la polaridad «proceso exegético y hermenéutica creyente» no hay que entenderla como contraposición (en el Sí-nodo se utilizaron términos como «divorcio» y «dicotomía») sino como una relación recíproca y dialogante, en continuo mo-vimiento y con oscilaciones hacia un lado y hacia otro según el devenir histórico. La exégesis de la Sagrada Escritura, rigurosa-mente histórica y literaria, se realiza con frecuencia en el contex-to de un horizonte de fe que implica una comprensión eclesial de la Biblia y de sus textos, sea en el presente sea en la historia pasada. En cuanto a la hermenéutica creyente, esta se realiza muy a menudo utilizando metodologías que se aplican de for-ma sistemática y acompañadas de una profunda reflexión crítica. Con todo, en los dos ambientes no es raro encontrar posiciones contrapuestas, que se han agudizado en los últimos años.

Si, por un lado, es verdad que una exégesis excesivamente técnica resulta incomprensible para la mayoría de los cristianos (los principales destinatarios de la Biblia); por otro, también es verdad que una exégesis excesivamente simple o superficial no solo no contribuye a alimentar la fe cristiana sino que favorece

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una lectura fundamentalista de la Escritura. Además, como en cierta ocasión me comentó Jean Louis Ska, biblista de fama in-ternacional, no todos los exegetas pueden ser buenos especialis-tas y buenos divulgadores. Hay que trabajar en equipo. Los pas-tores, predicadores, maestros, pastoralistas y catequistas deben formarse bien y consultar los trabajos de los exegetas. Estos, a su vez, no deben olvidar su pertenencia a una comunidad creyente en la que están llamados a dar testimonio de su fe. Unos y otros, con distintos cometidos, están al servicio de la fe del pueblo de Dios.

3. El proceso interpretativo

Vamos a intentar presentar el proceso interpretativo de forma sencilla, poniendo nuestra atención en la relación entre el mo-mento exegético y aquel hermenéutico. Imaginemos la situa-ción. Hemos decidido estudiar, por un motivo u otro, un deter-minado texto bíblico. El texto nos atrae, deseamos conocerlo a fondo y captar su significado ¿Qué hacer? ¿Por donde empezar? Ante todo hay que establecer contacto con ese texto, acercarnos sin prisas, dialogar con él y hacerle preguntas. Cuatro son las pre-guntas principales que requiere la situación descrita: ¿qué dice objetivamente el texto?, ¿cómo lo dice?, ¿tiene valor histórico lo que dice? y, por último, ¿qué mensaje me comunica a mí hoy? Es evidente que a un lector creyente lo que en realidad le inte-resa es llegar a la última pregunta, porque su deseo se sitúa en la esfera de la fe. No quiere sino iluminar su vida con la Palabra de Dios. Ahora bien, llegar a la cuarta pregunta sin antes pasar por las otras tres es una forma incorrecta de acercarse al texto

bíblico. Saltarse las tres primeras preguntas es reducir el proceso a la meta deseada y, por consiguiente, anular el itinerario que a ella conduce. En el fondo, esta valoración excesiva del objetivo final va en detrimento de cada una de las etapas previas. En otras palabras, significa que no se las considera importantes ni mucho menos necesarias para la comprensión del texto.

Si analizamos detenidamente cada una de las preguntas, nos damos cuenta de la complejidad del proceso, pues las cuatro per-tenecen a niveles distintos y requieren, por tanto, metodologías distintas. En las tres primeras, el texto aparece como un objeto situado ante nosotros, un objeto que vamos a analizar en todos sus aspectos materiales y formales. Nuestra relación con él es de carácter científico, es decir, el texto es nuestro objeto de estudio está fuera de nosotros y no interactúa con nuestra vida. Con todo, las tres primeras preguntas son muy distintas entre ellas. La pri-mera se coloca al nivel de la literalidad del texto, por lo que re-quiere una crítica textual; la segunda hace referencia a la forma en que el texto expresa su contendido, por lo que requiere un análisis literario; y la tercera se concentra en los hechos narrados, por lo que requiere una crítica histórica8. Todos los pasos indicados has-ta aquí apuntan a la comprensión del texto. Se trata de entender lo que el texto dice, de qué manera lo dice y cuál es el contexto histórico, para poder explicarlo con nuestras palabras.

La última pregunta, en cambio, se distingue de las anterio-res porque elimina la distancia entre lector y texto. Este deja de

8 Cf el documento de la Pontificia Comisión Bíblica, La Interpretación de la Biblia en la Iglesia, en su apartado sobre el método histórico-crítico (I.A) y los siguien-tes artículos de J. L. Ska, Les vertus de la méthode historico-critique, Nouvelle Revue Théologique 131 (2009) 705-727 y Note sul metodo storico-critico in esegesi, Civiltà Cattolica 161 (2010) 381-389.

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ser un objeto de análisis para convertirse en parte del lector. El texto entra en el lector y el lector entra en el texto, de tal manera que el proceso interpretativo pasa de la comprensión del texto a la actualización del mismo. Se establece una línea directa entre texto y lector, ambos se convierten en sujetos dialogantes y el re-sultado es una comunicación dinámica, vital y enriquecedora. El texto (antiguo) adquiere una fuerza tal que incide en la vida del lector (moderno). Pasamos, pues, de la exégesis a la hermenéu-tica. Así se expresa el documento La interpretación de la Biblia en la Iglesia:

«Se trata de franquear la distancia entre el tiempo de los auto-res y los primeros destinatarios de los textos bíblicos, y nuestra época contemporánea, para poder actualizar correctamente el mensaje de los textos y nutrir la vida de fe de los cristianos. Toda exégesis de los textos debe ser completada por una ‘her-menéutica’ en el sentido reciente del término» (II.A.2).

Según Prosper Grech, profesor emérito de Hermenéutica en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, tres factores hermenéu-ticos inciden en esta última etapa del proceso: primero, el cam-bio de las circunstancias históricas y la acción histórico-salvífica de Dios que provocan una relectura del texto; segundo, la ma-duración de la comunidad que lee el texto y que asume en cierta manera su paternidad; tercero, la iluminación del Espíritu que motiva un entendimiento más profundo del texto mediante los diversos carismas que continuamente derrama sobre su Iglesia9.

9 Cf La Interpretación de la Biblia en la Iglesia: «Con el crecimiento de la vida en el Espíritu, aumenta en el lector la comprensión de las realidades de las cuales habla el texto bíblico» (II.A.2).

De este modo, historia, maduración y carisma forman un trián-gulo hermenéutico que absorbe al texto bíblico y hace que se reencarne en el lenguaje del tiempo y del lugar donde es nueva-mente leído10. El proceso interpretativo apenas descrito se pone en marcha una y otra vez, continuamente, es decir, cada vez que leemos el texto. Por eso, la Sagrada Escritura está abierta a múlti-ples actualizaciones, porque sigue hablando a los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares. Según La interpretación de la Biblia en la Iglesia:

«El conocimiento bíblico no debe detenerse en el lenguaje, sino alcanzar la realidad de la cual habla el texto. El lenguaje religioso de la Biblia es un lenguaje simbólico que “da qué pen-sar”, un lenguaje del cual no se termina de descubrir las rique-zas de sentido, un lenguaje que procura alcanzar una realidad trascendente y que, al mismo tiempo, despierta a la persona humana a la dimensión profunda de su ser» (II.A.1).

4. El itinerario exegético ilustrado con ejemplos

No es nuestra intención hacer aquí una descripción detallada de las técnicas utilizadas por las diversas metodologías. Nos limita-remos a exponer de forma breve los tres momentos del itinerario exegético que hemos mencionado en el apartado anterior. Nos referimos a la crítica textual, el análisis literario y la crítica histó-rica. Lo haremos, como indica el título, por medio de ejemplos tomados del Antiguo y del Nuevo Testamento.

10 Cf P. Grech, Hermenéutica, a.c., 759-760.

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a) La crítica textual (Si 6,22)

La crítica textual se propone reconstruir, en la medida de lo po-sible, el texto original de una obra literaria. Para ello tiene que re-construir la historia de la transmisión y de la evolución del texto escrito del que hoy tenemos varias formas.

Para explicar la importancia de este primer paso del itinerario exegético hemos escogido un libro sapiencial, con toda probabi-lidad el menos conocido de todos. Se trata del libro de Ben Sira, llamado también Sirácida o Eclesiástico, escrito originalmente en hebreo por un maestro de sabiduría conocido como Jesús Ben Eleazar Ben Sira, hacia el 180 a.C. en Jerusalén11. Su nieto hizo la traducción griega del libro durante su estancia en Egipto para instrucción de los judíos de la diáspora, donde normalmen-te se hablaba griego, entre el año 132 y el 117 a.C. aproximada-mente. Allá por el siglo V d.C. el original hebreo desapareció de la circulación por motivos que desconocemos. Durante siglos las dos únicas vías de acceso al Ben Sira fueron las numerosas citas en la literatura talmúdica y rabínica y las traducciones griega, si-ríaca y latina, sobre todo. La situación cambia radicalmente en 1896. Solomon Schechter, entonces profesor de la universidad de Cambridge, descubre en la hoja de un antiguo manuscrito, comprado en Oriente por las señoras Agnese Lewis y Margaret Gibson, el texto hebreo de Si 39,15–40,7. A este descubrimien-to siguieron otros, no menos importantes, que sacaron a la luz un 70% del texto hebreo repartido en varios manuscritos, todos fragmentarios de los que no existe todavía una edición crítica.

11 Cf las páginas introductivas de N. Calduch-Benages, En el crisol de la prueba. Estudio exegético de Si 2,1-18 (ABE), Verbo Divino, Estella 1997 y Reseña Bíblica 41 (2004): El Libro de Ben Sira (Sirácida o Eclesiástico).

No es de extrañar, pues, que el texto del Sirácida que leemos en nuestras biblias modernas sea la traducción de la versión griega del libro.

Dicho esto a modo de introducción concentrémonos ahora en el texto que hemos escogido como ejemplo, es decir, Si 6,22. Dicho texto forma parte de un hermoso poema sobre la Sabi-duría (Si 6,18-37) compuesto de tres estrofas. Si 6,22 funciona como conclusión de la primera estrofa (Si 6,18-22). Veamos el texto:

«18 Hijo, desde tu juventud recibe instrucción,y hasta la vejez encontrarás sabiduría.19 Como quien ara y siembra, acércate a ellay espera sus buenos frutos.Pues cultivándola te fatigarás un poco,y bien pronto comerás de sus productos.20 Es muy dura para los ignorantes,y el necio no la soporta;21 como una piedra pesada le oprime,y él no tarda en sacudírsela.22 Pues la sabiduría es como su nombre:no se manifiesta a muchos».

El poema se abre con el anuncio del tema (la búsqueda de la sabiduría) en forma de invitación (v. 18). El sabio invita al joven a abrazar la instrucción para así poder alcanzar la sabiduría en la vejez. Esta invitación encierra dos enseñanzas importantes: por un lado, la estrecha relación entre instrucción (mûsar/paideia) y sabiduría (hokmah/sophía), pues no puede haber sabiduría sin instrucción y, por otro, el carácter gradual del proceso de apren-

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dizaje, pues la sabiduría no se adquiere de la noche a la mañana; al contrario, para llegar hasta ella hay que recorrer un largo y ar-duo camino que abarca toda la vida: empieza en la juventud y termina con la canicie.

A partir del v. 19 el mundo de la agricultura entra en escena. La relación que existe entre el agricultor o sembrador y la tierra que cultiva es la misma que se establece entre el discípulo y la sabiduría. Una relación hecha a base de esfuerzo y recompensa, como bien indican estas parejas de vocablos: arar/frutos; traba-jar/productos. De esta manera, la sabiduría se convierte en un campo fértil que recibe la atención, el trabajo y la dedicación por parte del joven que la busca. El discípulo es invitado a acercarse a la sabiduría, a esperar sus frutos y, a la vez, a trabajar para obte-nerlos. La recompensa no se hará esperar y, como el agricultor, pronto podrá comer de ellos. Así pues, «la tarea es dura pero no aplasta»12. Esta relación tan positiva entre el discípulo y la sabiduría contrasta fuertemente con la actitud del necio o igno-rante (vv. 20-21). Para él, la sabiduría es tan dura que se le hace insoportable; es como una piedra pesada y por eso se la quita de encima cuanto antes. Desde la óptica del discípulo, la sabiduría se caracteriza por su vitalidad, dinamismo y fecundidad; desde la óptica del necio, en cambio, la misma sabiduría se convierte en algo inerte y estéril, que en lugar de inspirar cercanía provoca rechazo.

La conclusión del v. 22, como veremos a continuación, es un tanto oscura. Aquí las imágenes vivas e impactantes desaparecen para dar paso a una afirmación que aparentemente no tiene nada que ver con lo anterior; más bien, parece una adivinanza: «Pues

12 V. Morla Asensio, Eclesiástico. Texto y comentario (El mensaje de la Biblia 20), Verbo Divino, Estella 1992, 49.

la sabiduría es como su nombre: no se manifiesta a muchos». Según el texto, parece que el nombre de la sabiduría, es decir, el vocablo «sabiduría» indique la naturaleza oculta o reservada de la misma. En realidad, eso no es así, pues dicha explicación no tiene sentido ni en griego ni tampoco en español: sophía (sa-biduría) no tiene ninguna relación con lo oculto o reservado. Comprobemos ahora lo que dice el texto hebreo del manuscrito A (un texto al que solo tienen acceso los especialistas): «Porque la instrucción (o disciplina), como su nombre, así ella es: no es accesible a muchos». La diferencia principal entre los dos textos es obvia: mientras en hebreo el sujeto de la oración es la instruc-ción, en griego es la sabiduría. Pues bien, ahí está la clave que nos permitirá resolver el enigma.

En hebreo, instrucción o disciplina se dice mûsar. Este sustan-tivo no deriva, como pudiera parecer, del verbo sûr («apartarse, alejarse, retirarse») sino de ysr («educar, instruir, castigar, co-rregir»). Da la casualidad, sin embargo, que el participio pasivo de sûr («lo que está apartado, alejado, retirado») se pronuncia igual que mûsar. En otras palabras, una simple homofonía dio lu-gar a una «etimología de fantasía». Así pues, aunque etimológi-camente el sustantivo «instrucción» y el verbo «apartarse» no estén relacionados, algunos autores explican el significado de Si 6,22 por medio de esa supuesta relación. En realidad, se trata de un juego de palabras creado por el sabio Ben Sira para poner de relieve el carácter reservado/apartado de la disciplina/instruc-ción que hace que no sea accesible a muchos.

En conclusión, resulta imposible entender el significado de este versículo a partir de la versión griega (y de su respectiva traducción en español), ya que el juego de palabras ideado por el autor en el original hebreo ha desaparecido en la traducción.

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Así pues, el ejemplo presentado confirma la necesidad y la im-portancia de la crítica textual como primer paso en el estudio exegético.

b) El análisis literario (Is 1,2-3)

El análisis literario se concentra en la forma final del texto y com-prende una amplia serie de operaciones relacionadas con el am-biente fonemático, sintáctico, semántico, estilístico y estructural de un texto. El objetivo es estudiar todos aquellos aspectos de un texto que conforman su personalidad peculiar, pues la forma constituye «la tarjeta de identidad» de todo texto13.

Para ilustrar este segundo paso del itinerario exegético nos ayudarán los libros proféticos. Su lectura no es tarea fácil, admi-támoslo. En estos libros echamos en falta una trama narrativa, unos personajes, una situación espacio-temporal bien definida... entre otras cosas. Sin embargo, la principal dificultad para el lec-tor moderno estriba en la disposición del material. No se percibe ningún orden, ningún esquema, ningún hilo conductor que nos oriente en la lectura14. Después de leer algunos pasajes, es inevi-table sentirse desorientado, confundido y con pocos ánimos para seguir adelante. La impresión general que percibimos es que en los textos falta organización. ¿Es que no hay ningún orden en los libros proféticos? Y si lo hay, ¿en qué consiste? o, ¿dónde hay que buscarlo? Vamos a intentar dar algunas respuestas. Ante todo, no

13 H. Simian-Yofre, Diacronía. Los métodos histórico-críticos, en Id, Metodología del Antiguo Testamento, o.c., 107.

14 Cf N. Calduch-Benages, Los profetas, mensajeros de Dios (Emaús 98), Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona 2012, 37-38.

hay que caer en la tentación de atribuir esta situación a la incapa-cidad literaria de los autores, pues ellos mismos nos sorprenden con pasajes de gran calidad poética. La respuesta más bien hay que buscarla en la composición de los libros proféticos llevada a cabo a través de un largo proceso de redacción y composición, que en muchos casos duró varios siglos. Ahora bien, no vamos a entrar en esta complicada cuestión, pues nos llevaría demasiado lejos.

Aunque a primera vista la situación no sea muy estimulante, una lectura atenta de los libros proféticos nos permitirá descu-brir algunos principios organizativos capaces de orientar nues-tra comprensión de los textos. Uno de ellos es precisamente el esquema «negativo-positivo» que presentamos a continuación. Se trata de una disposición frecuente de los materiales proféticos de manera que a los pasajes de tono negativo (entiéndase, duras críticas contra la actitud del pueblo o de los gobernantes, o bien amenazas o anuncios de desastres políticos o militares) siguen otros de tono positivo (anuncios de un futuro mejor, oráculos de consolación y esperanza). Este esquema se presenta en dos for-mas, con dos o tres partes. Un ejemplo del esquema negativo-po-sitivo en dos partes se encuentra en el libro de Isaías. Mientras en Is 1–39 (Primer Isaías) abundan los anuncios de desastre contra Israel y Judá, en Is 40–55 (Segundo Isaías) y en Is 56–66 (Tercer Isaías) predominan los oráculos de consolación. Otro ejemplo nos lo proporciona el libro de Amós. Mientras en Am 1,2–9,7 el profeta hace una dura crítica social, en Am 9,8-15 emerge con fuerza una promesa de restauración que contrasta fuertemente con el resto del libro. El citado esquema puede ampliarse con una tercera parte (oráculos contra las naciones extranjeras) que se inserta entre las dos previamente mencionadas. Valgan como

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ejemplo el libro de Ezequiel: Ez 1–24 (oráculos contra Judá y Jerusalén), Ez 25–32 (anuncio de desastres para los pueblos ex-tranjeros), Ez 33–48 (la restauración) y el libro de Sofonías: Sof 1,1–2,3 (crítica contra Judá y Jerusalén), Sof 2,4–3,8 (oráculos contra las naciones extranjeras y Jerusalén), Sof 3,9-20 (prome-sas mesiánicas y regreso de los dispersos).

Téngase en cuenta que todos los libros proféticos en su forma actual o final provienen de la época del postexilio y, por consi-guiente, reflejan la problemática de aquel periodo de la historia. En particular, la forma actual de estos libros testimonia las es-peranzas escatológicas del Israel postexílico, como resulta del esquema que acabamos de presentar. Y precisamente por este motivo, a dicho esquema se le conoce también con el nombre de «esquema escatológico». Ahondemos ahora en el significado del mismo.

De hecho, en la visión del mundo de la profecía postexílica el presente está marcado por la catástrofe del 587/586 a.C., es de-cir, la caída de Jerusalén, el incendio del Templo, la deportación de los jefes del pueblo, etc..., y por las dificultades de restablecer la comunidad de Jerusalén en el periodo persa, un tiempo en el que prevalece la negatividad. La primera parte del esquema esca-tológico (los anuncios de calamidades a causa de la infidelidad y de los abusos del pueblo y de sus gobernantes) funcionan como explicación de la situación actual y al mismo tiempo constitu-yen una viva exhortación a convertirse y a regresar al Señor. La segunda parte del esquema (los oráculos de salvación) muestra la esperanza incondicional de los fieles del Señor. A pesar de las dificultades, ellos esperan en una intervención de Dios en la historia como preludio de la inauguración definitiva de su reino que les traerá la paz y la prosperidad. Esta intervención de Dios

o juicio universal en la historia tendrá lugar cuando hayan sido destruidas las fuerzas hostiles de los pueblos extranjeros (orácu-los contra las naciones en el esquema de tres partes).

El uso del esquema escatológico nos proporciona una clave hermenéutica esencial para la lectura de los textos proféticos. Situados dentro del esquema mencionado, los textos adquieren nuevos significados, ellos mismos se abren a otros horizontes. En otros términos, el significado de un determinado texto hay que entenderlo a partir de su colocación al interno del libro, supe-rando así los límites impuestos por el mismo texto. Valga como ejemplo concreto Is 1,2-4, un oráculo contra el pueblo ingrato.

«2 Escucha, cielo; atiende, tierra,que habla el Señor:he criado y educado hijos,pero ellos se han rebelado contra mí.3 El buey reconoce a su dueñoy el asno el pesebre de su amo,pero Israel no me conoce,mi pueblo no tiene entendimiento.4 ¡Ay nación pecadora, pueblo cargado de crímenes,ralea de malvados, hijos corrompidos!Han abandonado al Señor,han despreciado al Santo de Israel,le han vuelto la espalda».

Una primera lectura de este texto se puede hacer situándolo en su contexto específico, el siglo VIII a.C. y tratando de precisar su significado en esas circunstancias. Recordemos que nuestro

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texto pertenece al primer Isaías o Protoisaías (Is 1–39), obra del profeta Isaías que desarrolló su larga actividad profética (unos 40 años) bajo los reinados de Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías. Antes de la guerra siro-efraimita, durante un periodo de relativa pros-peridad, el tema principal de su predicación era la crítica social y religiosa. Isaías constata numerosas injusticias, juicios arbitra-rios, corrupción en las autoridades, ambición de los latifundis-tas, opresión de los gobernantes. Y lo que es peor, la gente pre-tende cubrir todas estas lacras con una falsa piedad y abundantes prácticas religiosas. El panorama descrito es precisamente el que nos describe Is 1,2-4. Dios acusa a su pueblo de varios delitos: desconocimiento, acumulación de riquezas y abandono de Dios. Viven como si Dios no existiera, sin pensar en el día del castigo.

El mismo texto se puede leer a la luz de Is 1–12, oráculos que según los estudiosos podrían reflejar la predicación del mismo Isaías. De todos modos, es muy probable que estos capítulos también contengan pasajes exílicos y postexílicos que han sido incorporados al texto con el paso del tiempo. También podría-mos releer el texto situándolo en el contexto más amplio de Is 1–39 donde, como ya hemos indicado, abundan los anuncios de desastre contra Israel y Judá o incluso enmarcándolo dentro de toda la obra isaiana (Is 1–66) con sus numerosos añadidos del periodo exílico y postexílico.

Concluyendo, el oráculo contra el Israel ingrato del siglo VIII a.C. se abre a nuevos significados e interpretaciones si lo con-sideramos dentro del esquema escatológico. Is 1,2-4 es cierta-mente un oráculo de juicio (primer elemento del esquema), pero leído a la luz de Is 40–55 o Is 56–66, donde predominan los oráculos de consolación (segundo elemento del esquema), su mensaje adquiere nuevos matices y una proyección inusitada.

Enmarcado dentro del esquema escatológico, nuestro texto no se agota en su carácter de denuncia y en su tono marcadamente negativo sino que se abre a una perspectiva consolatoria y gozo-sa que contempla una intervención salvífica de Dios en la histo-ria de su pueblo.

c) La crítica histórica (Jn 4,8)

Aunque dicha expresión permite usos diversos, entendemos por crítica histórica la determinación del ambiente vital del texto jun-to a la valoración de la verdad histórica de lo que el texto narra.

El versículo escogido para ejemplificar este tercer momento del itinerario exegético forma parte de uno de los pasajes más leídos, conocidos y comentados del cuarto evangelio. Se trata del encuentro entre Jesús y la samaritana ( Jn 4,1-20)15. No va-mos a comentar todo el pasaje, ya que nuestro interés se centra primordialmente en una pequeña anotación que hace el narra-dor después de la primera intervención de la mujer. Veamos el texto en cuestión:

«1 Los fariseos se enteraron de que aumentaba el número de los discípulos de Jesús y que bautizaba incluso más que Juan. 2 La verdad es que Jesús no bautizaba, sino que lo hacían sus discípulos. 3 Cuando estos rumores llagaron a Jesús, abandonó Judea y volvió a Galilea. 4 Como tenía que atravesar Samaría, 5 llegó a un pueblo llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob dio a su hijo José. 6 Allí estaba también el pozo de Jacob.

15 Id, Dame, Señor, tu mirada. Reflexiones bíblicas sobre la vida cristiana (Sauce 150), PPC, Madrid 2011, 148-165.

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Jesús, fatigado por la caminata, se sentó junto al pozo. Era cerca de mediodía. 7 En esto, una mujer samaritana se acercó al pozo a sacar agua. Jesús le dijo: Dame de beber. 8 Los discípu-los habían ido al pueblo a comprar alimentos. 9 La samaritana dijo a Jesús: ¿Cómo es que tú siendo judío, te atreves a pedirme agua a mí, que soy samaritana? (Es de advertir que los judíos y los samaritanos no se trataban)».

La anotación entre paréntesis del narrador tiene por objeto explicar la reacción de la samaritana quien, sorprendida ante la interpelación directa de Jesús, la considera un insólito atre-vimiento. Ahora bien, una vez constatada la hostilidad entre los dos pueblos vecinos, el diálogo entre el Maestro y la mujer continúa sin ninguna otra interrupción. Al lector moderno, sin embargo, dicha anotación seguramente le sabe a poco. Le gus-taría saber más de esta cuestión y se hace muchas preguntas, por ejemplo: ¿a qué se debía esta hostilidad?, ¿cuál fue su ori-gen?, ¿era reciente o se remontaba al pasado?, ¿había razones que la justificaran?, ¿eran estas comprensibles?, ¿cuáles eran sus consecuencias concretas? Pues bien, para poder responder a estos interrogantes hemos de dar un salto hacia atrás en la historia de Israel. Hay que situarse en la segunda mitad el si-glo VIII a.C.

El hecho político más relevante de esta época es la rápida y creciente expansión de Asiria, una potencia que había perma-necido en silencio durante años. El protagonista fue sin duda el rey Tiglat-pileser III (745-727), gran organizador y hábil militar. Deseoso de extender el propio territorio hacia el Mediterráneo, condujo una política muy agresiva con los pueblos vasallos. El nuevo imperialismo asirio causó la destrucción política del rei-

no del Norte (Israel) y graves daños al reino del Sur ( Judá) que sobrevivió como entidad política.

La crisis de Israel empezó al estallar la guerra siro-efraimita (734-733). Cansadas del tributo que tenían que pagar a Asiria, Siria e Israel deciden rebelarse y piden ayuda a Judá, pero el rey Ajaz, haciendo oídos sordos a los consejos del profeta Isaías, responde con una negativa. Prefiere someterse a Asiria pagando el correspondiente tributo que unirse a los aliados. Por su parte Tiglat-pileser se adueña de gran parte del territorio del reino del Norte, incorporándolo al imperio asirio. A esta primera invasión seguirá una segunda y definitiva. Los acontecimientos se desen-cadenan rápidamente: en el año 722 cae Samaria en manos de Salmanasar V y al año siguiente Sargón II completa la conquis-ta, incorporando la zona de Samaria al imperio asirio. Es el fin del reino de Israel. Los asirios deportaron a miles de israelitas, entre ellos la clase dirigente del país. De este modo, aseguraban la sumisión del pueblo y ahogaban cualquier tentativa de rebe-lión. Repartieron a los deportados en diversas localidades orien-tales de Asiria (cf 2Re 17,5-6) a la vez que repoblaron Samaria con colonos procedentes de otras partes del imperio16. El reino del Norte se convierte entonces en una provincia asiria, llama-da «Samaría», con nuevos habitantes no israelitas y, por con-siguiente, con nuevas costumbres y tradiciones religiosas. Ese fue el origen de la separación, que se consolidará mucho tiempo después, entre samaritanos y judíos, y a la que se refiere el autor del cuarto evangelio en el episodio de la Samaritana.

Ni que decir tiene, pues, que un buen conocimiento de la historia antigua de Israel es un instrumento indispensable para

16 Según una inscripción de Sargón II los deportados eran unas 27.290 personas.

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266 La Biblia compartida 267Exégesis y hermenéutica, dos momentos de un único proceso interpretativo

interpretar correctamente los textos bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Interpelar al pasado es una forma de iluminar el presente.

5. De la exégesis a la hermenéutica

Nos queda por afrontar la última etapa del proceso interpretati-vo. En ella se pasa, como ya antes hemos apuntado, de la com-prensión del texto a la actualización del mismo, o lo que es lo mismo, de la exégesis a la hermenéutica. Después de haber ana-lizado y estudiado un determinado pasaje bíblico a nivel textual, literario e histórico, ahora nos preguntamos por el sentido que esas palabras tienen para nosotros, lectores actuales que vivimos en una situación muy distinta de aquella descrita en la Escritura ¿De qué manera incide el texto bíblico en nuestra historia per-sonal o comunitaria? ¿Nos dejamos iluminar y transformar por su Palabra? Para ilustrar el paso del texto a la vida, la lectio divina, también llamada lectura orante o creyente, podría sernos de gran ayuda17. Por eso, terminamos nuestro recorrido interpretativo con una breve lectio sobre Jer 26,1-6, un texto donde la actitud de escucha (y por contraste de rechazo) de la Palabra de Dios constituye el eje central alrededor del cual gira toda la narración. Basta notar que en solo seis versículos el verbo «escuchar» se repite cuatro veces.

17 N. Calduch-Benages, Saboreando la Palabra. Sobre la lectura orante o creyen-te (lectio divina) (El mundo de la Biblia. «Horizontes» 11), Verbo Divino, Estella 2012.

a) Profeta contra profeta (Jer 26-29)

Con los capítulos 26–29 se inicia la segunda parte del libro, a menudo considerada como la biografía de un profeta persegui-do. De hecho, estos capítulos presentan algunos episodios de la persecución de Jeremías por parte de los falsos profetas, es de-cir, de aquellos colegas-adversarios que anunciaban un mensaje completamente diferente del suyo. Si Jeremías exhortaba al pue-blo a someterse al yugo de Babilonia, ellos en cambio prometían a todos victoria y prosperidad si continuaban la lucha contra Ba-bilonia. En resumen, Jer 26–29 refleja muy bien el conflicto en-tre profetas («profeta contra profeta»), un tema característico, si bien no exclusivo, del libro de Jeremías.

b) Discurso en el templo (Jer 26,1-24)

Jer 26 narra las consecuencias del discurso que Jeremías pro-nunció en el templo de Jerusalén por orden de Dios. Después de una breve síntesis del discurso (26,1-6)18, el narrador nos cuenta cómo los sacerdotes y profetas acusan al profeta de blas-femar contra el Templo y de anunciar la destrucción de Jerusa-lén (26,7-11). La autodefensa de Jeremías (26,12-15) se reduce esencialmente a una repetición de la frase «El Señor me ha man-dado». Esta respuesta de Jeremías, aun siendo jurídicamente dé-bil, logra convencer a los jefes y al pueblo. Tanto es así que todos se manifiestan ante los sacerdotes y los profetas en su favor: el hecho de anunciar un mensaje de Dios no le hace merecedor de

18 El discurso completo se encuentra en Jer 7,1–8,3.

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la muerte. Algunos ancianos del pueblo proponen la absolución de Jeremías (26,16-19) con un argumento basado en un prece-dente histórico, es decir, un mensaje análogo pronunciado por el profeta Miqueas en tiempos del rey Ezequías (cf Miq 3,12). Los acusadores, los sacerdotes y los profetas se retiran de la escena porque evidentemente no pueden responder a estos argumen-tos. En esta ocasión Jeremías se salva, pero para subrayar la gra-vedad del peligro, el narrador cuenta la historia de otro profeta, Urías, que en aquel tiempo profetizó «con palabras parecidas a las de Jeremías» y, a pesar de sus intentos de fuga, acabó siendo ajusticiado (26,20-24).

c) Breve síntesis del discurso (Jer 26,1-6)

En el primer año del rey Joaquim (609/08), el Señor manda a Jeremías al templo de Jerusalén para denunciar al pueblo y al mismo tiempo exhortarlo a la conversión, y de este modo evitar la inminente destrucción del templo y de la ciudad (vv. 1-3). El discurso tiene lugar en el Templo, o quizás en el atrio, probable-mente en ocasión de alguna fiesta a la que acudía mucha gente de otras localidades de Judá. Parece que se trata de un discurso muy importante, ya que el Señor dice a Jeremías que no omita ni una sola palabra. En efecto, el tema abordado es candente para todos: para los sacerdotes, para los falsos profetas y para el pue-blo y, por consiguiente, muy peligroso para Jeremías. He aquí el texto:

«1Al comienzo del reinado de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, recibió Jeremías esta palabra de parte del Señor. 2Esto

dice el Señor: “Ponte en el atrio del templo y, cuando los ciu-dadanos de Judá entren en él para adorar, les repites a todos las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni una sola. 3A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y así me arrepentiré yo del mal que tengo pensado hacerles a causa de sus malas acciones”.

4Les dirás: “Esto dice el Señor: Si no me escucháis y no cami-náis según la ley que os promulgué, 5si no escucháis las palabras de mis siervos los profetas, que os he enviado sin cesar, pero que vosotros no habéis escuchado, 6trataré a este templo como al de Siló, y haré de esta ciudad fórmula de bendición para todos los pueblos de la tierra”»19.

Desde el comienzo de su historia el pueblo elegido siempre ha sido libre de seguir al Señor o de escoger otro camino. A Is-rael nunca se le obligó a seguir las vías del Señor y a observar sus preceptos; al contrario, siempre ha tenido la libertad de decidir sobre su destino. Por este motivo, en nuestro texto, el Señor no da por descontado una reacción favorable del pueblo a las pala-bras de Jeremías. «A ver si te escuchan» (v. 3), advierte el Señor al profeta. De todos modos, esta advertencia es más bien positi-va. De hecho, el texto subraya, por una parte, la libertad del ser humano y, por otra, la disponibilidad de Dios, cuya acción está condicionada por la respuesta libre y consciente de aquel. Así pues, si el pueblo escuchara las palabras del profeta y cesara de hacer el mal, el Señor retiraría su castigo.

En los vv. 4-6 el Señor comunica a Jeremías lo que deberá de-cir al pueblo. En realidad, estos versículos son una breve síntesis

19 Los subrayados son nuestros.

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270 La Biblia compartida 271Exégesis y hermenéutica, dos momentos de un único proceso interpretativo

del discurso del cap. 7, al que antes nos hemos referido. En par-ticular se menciona la suerte de Siló, antigua sede del arca de la Alianza y del culto durante la época de los Jueces, totalmente en ruinas. Ahora bien, a nosotros nos interesa sobre todo el modo con que el Señor se dirige al pueblo y, más concretamente, la in-sistencia en la escucha o rechazo de sus palabras. «Escuchar» está en paralelo con «caminar según la Ley», expresión que sig-nifica cumplir los mandamientos que el Señor dio a Moisés en el monte Sinaí. Escuchar al Señor no es, pues, algo abstracto y sin conexión con la vida. Al contrario, se traduce concretamente en la observancia de la Ley. La Ley indica una actitud, una línea de comportamiento, un camino en clave de Alianza que conduce a la vida y a la felicidad (cf Dt 30,15-16; Sal 119,32). Y este es pre-cisamente el camino que Israel no ha querido escoger. El pueblo no ha escuchado ni al Señor ni a los profetas mensajeros de su palabra. Dos veces repite el Señor que el pueblo no ha querido escuchar el mensaje de sus enviados. Por tanto, Jeremías no es ni el primero ni el último profeta destinado a sufrir la hostilidad de su pueblo. Este sufrimiento es inherente a la misión del profeta, a menudo incomprendido, amenazado y perseguido a causa de sus palabras incómodas.

d) Del texto a la vida

«Escuchar la Palabra de Dios». Los profetas de la Biblia han sido personas carismáticas que han recibido del Señor el don de la profecía. Gracias a la vocación cristiana también nosotros so-mos partícipes de este don. Cada uno es responsable no solo de la propia misión profética sino también de la misión profética de

la familia, grupo, parroquia o comunidad a la que pertenece. Los cristianos no hemos sido llamados a anunciar nuestras propias ideas ni a difundir nuestra visión personal del mundo y de la vida (cf los falsos profetas en tiempo de Jeremías), sino a anunciar la Palabra de Dios en medio del pueblo, cada uno a su manera, con sus carismas y según sus circunstancias. Ahora bien, sea cual sea la modalidad del anuncio, para poder transmitir la Palabra de Dios a los demás, primero hay que escucharla, estudiarla y medi-tarla en el corazón, en un ambiente de oración. Se trata de escu-char aquello que Dios quiere de cada uno para poder responder con generosidad a su petición. Hay que estar siempre dispuestos a escuchar su Palabra. En otras palabras, la Palabra que Dios nos comunica personalmente tendría que ser el punto de referencia principal de nuestra vida.

«Escuchar a los profetas». Dios nos habla en modos diver-sos, en circunstancias diversas y por medio de instrumentos y mensajeros diversos. En efecto, hay que estar muy atentos para captar todos los mensajes que nos llegan del mundo, de la historia, de la naturaleza, de lo cotidiano, de los demás, de los nuestros e incluso de los que sentimos lejanos. Dios nos habla por medio de ellos. Son sus profetas. A veces los mensajes son estrepitosos porque se proclaman con voz potente y se oyen por doquier, a veces en cambio son casi imperceptibles y se escon-den bajo falsas apariencias de perfecta observancia y piedad. A veces los mensajes son un grito de dolor, una tierra que se resquebraja, una súplica en la necesidad, un árbol que cae, una petición de ayuda, una enfermedad inesperada, una crisis que ahoga, una responsabilidad imprevista, una lágrima que corre veloz, una mirada furtiva, un corazón destrozado, la monoto-nía de la vida cotidiana... Ningún mensaje y ningún mensajero

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deberían dejarnos indiferentes, porque nada ni nadie es indife-rente a Dios.

«Escuchar el corazón» Dios ha formado el corazón del ser humano, lo conoce, lo escruta y consigue penetrarlo en su pro-fundidad inalcanzable para el mismo ser humano. Y a menudo lo pone a prueba para educarlo, para orientarlo y guiarlo hacia la conversión. El corazón, pues, merece toda nuestra atención porque en él se fragua la calidad de nuestras relaciones con Dios y los demás. Dicho de otra manera, hay que escuchar siempre el corazón. Con palabras de Enzo Bianchi: «La referencia al cora-zón pone en evidencia cuán necesaria es la unidad del ser hu-mano en su relación con el Señor, la sinceridad en su adoración, la autenticidad en su adhesión y la totalidad en su dedicación y amor»20.

¿Somos los cristianos hombres y mujeres capaces de escu-char? ¿Sabemos escuchar la Palabra de Dios? ¿Y la de sus profe-tas? ¿Estamos atentos a sus mensajes? ¿Solemos escuchar lo que nos dice el corazón?

6. A modo de conclusión

Llegados al final de nuestro recorrido queremos expresar un de-seo que podría resumirse así: deseamos que estas páginas ani-men a los lectores a acercarse cada vez más a la Biblia y a respon-der a las cuatro preguntas que hemos formulado al inicio; que les estimulen a recorrer todas y cada una de las etapas del proceso interpretativo; que les impulsen a buscar la ayuda de los exper-

20 E. Bianchi, Cuore, en Temi di Teologia Biblica, 291 (traducción nuestra).

tos, a mejorar y poner al día su formación bíblica; que susciten en ellos una auténtica sed de la Palabra y que, en definitiva, se dejen transformar por su mensaje liberador.

Convencidos de que exégesis y hermenéutica, ciencia y fe, es-tudio y oración no se contraponen sino que se enriquecen mu-tuamente contribuyendo a la unidad del proceso interpretativo, terminamos citando una vez más el documento La Interpretación de la Biblia en la Iglesia que en el año 2013 celebrará su 20 ani-versario.

«Aunque la interpretación de la Biblia sea tarea particular de los exégetas, no les pertenece, sin embargo, como monopolio, ya que comporta, en la Iglesia, aspectos que van más allá del análisis científico de los textos. La Iglesia, en efecto, no con-sidera la Biblia simplemente como un conjunto de documen-tos históricos concernientes a sus orígenes. Ella la acoge como Palabra de Dios que se dirige a ella y al mundo entero, en el tiempo presente.

Esta convicción de fe tiene como consecuencia la práctica de la actualización y de la inculturación del mensaje bíblico, así como los diversos modos de utilización de los textos inspira-dos, en la liturgia, la “Lectio divina”, el ministerio pastoral, y el movimiento ecuménico» (Introducción al punto IV).

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BÍndice

Págs.

Colaboradores ............................................................................... 5Introducción .................................................................................. 7

Despertar las semillas de la Palabra (Justino Martínez Pérez) ............................................................... 11 1. Introducción: propuesta y acogida ............................... 11 2. Los vaivenes de la propuesta y la acogida .................... 15 3. Proceso formativo básico y permanente ...................... 18 4. Pasión por la Palabra ........................................................ 30 5. Al servicio de la Palabra de Dios ................................... 30 6. Escuela de Animadores Bíblicos ................................... 31 7. Metodología: enfoque y horizonte ............................... 31 8. Como Jesús ........................................................................ 32 9. Hoja de ruta: etapas ......................................................... 32 10. Por los caminos de Emaús .............................................. 33 11. Despertar las semillas: ecos de la Palabra .................... 34 12. Parábola del caracol y la rosa .......................................... 34 13. Conclusión: la Palabra hace florecer el desierto ......... 36

De «La interpretación de la Biblia en la Iglesia» a la «Verbum Domini» (Francesc Ramis Darder) ................ 39

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276 La Biblia compartida 277Índice

Págs.

El punto de partida .................................................................. 40 Los estudios bíblicos: Aproximación al estado de la cuestión ................................................................................. 43 Conclusión ............................................................................... 75

La Biblia: «corazón» de la Pastoral (Javier Velasco-Arias) .................................................................... 77 1. No en yuxtaposición a otras formas de pastoral ........ 78 2. Centralidad de la Palabra de Dios en la vida eclesial . 80 3. No en conflicto con otras prioridades .......................... 83 4. Encuentros en torno a la Palabra ................................... 91 5. Exégesis científica y animación bíblica popular en armonía............................................................................... 97 6. Fecundando todas las realidades pastorales ................ 98

La Biblia orada y vivida: La Lectio Divina (Pedro Barrado Fernández) ............................................................... 101 1. Una escalera al cielo ......................................................... 102 2. En busca de sentido ......................................................... 106 3. La lectio divina hoy ........................................................... 123

La Animación Bíblica en la Parroquia y en la Catequesis (Quique Fernández Manzano) ..................................................... 135 1. La Animación Bíblica en las comunidades parroquiales ....................................................................... 136 2. Biblia y Catequesis ........................................................... 145

Págs.

Claves y pautas para el uso de algunos medios de comunicación en la Animación Bíblica (José Ignacio Pedregosa Ordóñez) ....................................................................... 155 1. Introducción: acotando términos ................................. 155 2. Pequeña aproximación bíblico-teológica a los medios de comunicación .............................................................. 158 3. Algunos medios de comunicación al servicio de la Animación Bíblica ............................................................ 161

La Federación Bíblica Católica y la Animación Bíblica de la Pastoral (Florencio Abajo Núñez) .................................... 189 1. La Federación Bíblica Católica ...................................... 189 2. La Animación Bíblica de la Pastoral ............................. 195 3. Fidelidad a la Biblia y fidelidad a los destinatarios ..... 198 4. Criterios para la lectura de la Biblia .............................. 200 5. Formas inadecuadas de leer la Biblia ............................ 205 6. Propuestas para una práctica pastoral .......................... 206

La Animación Bíblica en los estudios teológicos (Maria de l’Esperança Amill-Rocamora) .................................................. 219 1. Toma y lee .......................................................................... 219 2. Renovación exegética y animación bíblica de la pastoral ............................................................................... 222 3. La Sagrada Escritura: base privilegiada de los estudios teológicos ........................................................................... 231 4. La Palabra de Dios, inspiradora de todos los rostros de la vida de la Iglesia ....................................................... 239

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278 La Biblia compartida

Págs.

Exégesis y hermenéutica, dos momentos de un único proceso interpretativo (Nuria Calduch-Benages) ................. 245 1. Cuestiones terminológicas ............................................. 246 2. Exégesis y hermenéutica en diálogo ............................. 248 3. El proceso interpretativo ................................................. 250 4. El itinerario exegético ilustrado con ejemplos ........... 253 5. De la exégesis a la hermenéutica ................................... 266 6. A modo de conclusión..................................................... 272

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