14

Jean Genet "El Niño criminal "

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Jean Genet "El Niño criminal "
Page 2: Jean Genet "El Niño criminal "

El niño criminal

Page 3: Jean Genet "El Niño criminal "

La Radio Nacional francesa me había ofrecido unade las emisiones que denomina «Carta blanca».La acepté para hablar de la Infancia criminal. Mitexto, aceptado en un primer momento por FernandPouey, acaba de ser rechazado. En lugar de orgu-llo siento algo de vergüenza. Me hubiese gustadohacer escuchar la voz del criminal. Y no su queja,sino su canto glorioso. Un deseo vano de ser sin-cero me lo impide, pero no tanto de ser sincero porla exactitud de los hechos sino por obediencia alos acentos algo roncos que eran los únicos quepodían expresar mi emoción, mi verdad, la emocióny la verdad de mis amigos.

En su momento los periódicos se sorprendie-ron de que un teatro estuviese a disposición de unladrón... y de un homosexual. Por lo tanto, no pue-do hablar delante del micrófono nacional. Repito queme avergüenzo. Sin embargo me hubiese queda-do en la noche pero al borde del día, y doy marchaatrás en las tinieblas, de las cuales hice tantos es-fuerzos por alejarme.

El discurso que vana leer fue escrito para ser oí-do. Sin embargo lo publico, aunque sin esperanzasde que lo lean aquéllos a quienes amo.

En la Radio, hubiese hecho que lo precediera uninterrogatorio —dirigido por mí— a un magistra-do, al director de un centro penitenciaría, a un psi-quiatra oficial. Todos se negaron a responderme.

J.G.

39

Page 4: Jean Genet "El Niño criminal "

QUE SE COMPRENDA BIEN y que se perdone miemoción cuando tengo que exponer una aven-tura que fue también la mía. Al misterio queconstituís vosotros debo oponer, y desvelar, elmisterio de las cárceles de niños. Esparcidos porla campiña francesa, a menudo la más elegan-te, hay varios lugares que no dejan de fascinar-me. Son los correccionales de menores cuyonombre oficial, y demasiado educado, es aho-ra: «Patronato de rehabilitación moral, Centrode reeducación, Reformatorio de la infancia de-lincuente, etc.». El cambio de nombre es ya unsigno. La expresión «Correccional» y a veces«Centro penitenciario», convertida en una es-pecie de nombre propio, o que, de manera más

41

Page 5: Jean Genet "El Niño criminal "

exacta todavía, designaba un lugar ideal y cruelsituado muy profundamente en el corazón delniño, tenía una violencia que los educado-res han intentado debilitar. No obstante, asílo espero, los niños, secretamente, a pesarde estos tiempos reveladores de una higienebastante necia, reconocen la llamada de laPenitenciaría o de la Cárcel. Pero ahora se si-túan antes en una región moral que en unpunto preciso del espacio. Era estúpido ata-car el nombre creyendo que así cambiaría la ideade la cosa nombrada, porque esa cosa está, sime atrevo a decirlo, viva, porque se cons-truye por medio del único movimiento, pormedio del único ir y venir del elemento máscreador: los niños delincuentes. O criminales.Quiero decir todavía que ese lugar del mun-do que lleva uno de los nombres citados másarriba tiene su reflejo, mejor, su imagen, suhogar, en el alma de los niños. Volveré a estaidea enseguida.

Saint-Maurice, Saint Hilaire, Belle-Isle, Eysse,Aniane, Montesson, Mettray, he aquí algu-nos de los nombres que tal vez no signifiquennada para vosotros. En la mente de cada ni-ño que acaba de cometer un delito o un cri-men, son la proyección, durante un tiempodefinitivo, de su destino.

«Estoy condenado hasta los veintiuno», dicen.

42

Cometen un error (voluntariamente), por-que el veredicto del tribunal que los juzga es elsiguiente: «Absuelto por haber actuado sin dis-cernimiento, y confiado hasta la mayoría deedad al patronato de rehabilitación...». Pero eljoven criminal rechaza ya la comprensiónindulgente, y la solicitud, de una sociedad con-tra la cual acaba de sublevarse al cometer £uprimer delito. Por haber adquirido, a los 15o 16 años, una mayoría de edad que la gente debien no tendrá todavía a los 60, desprecia subondad. Exige que su castigo se lleve a cabo sindulzura. Exige, para empezar, que los térmi-nos que lo definen sean el signo de una cruel-dad superior. Sólo con una suerte de vergüen-za admite el niño que acaban de absolverlo oque se le condena a una pena leve. Desea el ri-gor. Lo exige. En sí mismo alimenta el sueñosegún el cual la forma que tome la pena seráun infierno terrible, y el correccional será unlugar del mundo del que no se regresa nunca.Efectivamente, no se regresaba nunca. Al salirse era otro. Se acababa de atravesar una ho-guera. Y los nombres que he citado hace un ins-tante no son cualquier cosa: están cargados deun sentido, de un peso aterrador que los niñosexageran aún más. Ahora bien, esos nombresserán la prueba de su violencia, su fuerza y suvirilidad. Porque eso es exactamente lo que los

43

Page 6: Jean Genet "El Niño criminal "

niños quieren conquistar. Exigen que la prue-ba sea terrible. Quizá para extenuar una nece-sidad impaciente de heroísmo.

Mettray, en mi juventud, era uno de los nom-bres más prestigiosos: bajo las directrices deun generoso imbécil, Mettray ha desaparecido.Hoy es una colonia agrícola, creo. En otros tiem-pos era un lugar severo. Tan pronto como lle-gaba a esa fortaleza de laureles y de flores— porque Mettray no estaba cercada por mu-rallas—, el joven forajido, que llevaba desde eseinstante el nombre de colono, era el objeto demiles de cuidados destinados a probarle su éxi-to criminal. Se le encerraba en una celda pinta-da enteramente (incluido el techo) de negro. Acontinuación, se le vestía con un traje célebreen la región porque evocaba el espanto y la ig-nominia. A continuación, y en el curso de su es-tancia, el colono descubría otras pruebas: lastrifulcas, a veces mortales, que los boquis1 nointerrumpían, la hamaca de los dormitorios, lossilencios durante el trabajo y las comidas, lasoraciones ridiculamente pronunciadas, los cas-tigos del cuartel, los zuecos, los pies despelleja-dos, la ronda al paso bajo el sol, la cantimplo-ra de agua fría, etc. Conocíamos todo esto enMettray, a lo cual, como ecos que se responden,

1 Nombre con el que se designa en argot a los funcionarios de prisiones(N. de la T.).

44

respondían el suplicio del pozo en Belle-Isle, lafosa, la tumba, la cantimplora vacía, el cuartel,el juego de los barriles y la sala de disciplina delas otras colonias.

Los colegios, las escuelas y los institutos tie-nen su disciplina, que puede parecer igualmen-te severa y despiadada a los seres de naturalezasensible. A ello respondemos que el colegio noestá hecho por los niños: está hecho para ellos.En cuanto a los centros penitenciarios, son ab-solutamente la proyección en el plano físico deldeseo de severidad escondido en el corazón delos jóvenes criminales. Las crueldades que enu-mero no se las imputaría a los directores ni losguardianes de antaño: ellos eran tan sólo los tes-tigos atentos, también feroces, pero conscien-tes de su papel de adversarios. Estas crueldadesdebían nacer y desarrollarse en el ardor de losniños por el mal.

(El mal: comprendemos esa voluntad, esaaudacia para seguir un destino contrario a to-das las reglas). El niño criminal es el que ha for-zado una puerta que da a un lugar prohibido.Quiere que esa puerta se abra sobre el más be-llo paisaje del mundo: exige que la cárcel quemerece sea feroz. Es decir, digna del esfuerzodiabólico que le ha costado conquistarla2.1 I.a expresión exacta utilizada por Genet es «Digne du mal qu'il s'estdonné pour le conquerir». El autor juega aquí con el doble sentido de la

45

Page 7: Jean Genet "El Niño criminal "

Desde hace algunos años, los hombres debuena voluntad intentan aportar benigni-dad a todo esto. Esperan —y a veces lo consi-guen— ganar almas para la sociedad. Hacernos,dicen, ir por el buen camino. Afortunadamen-te, las reformas son superficiales. No alteranmás que la forma.

Pero, ¿qué han hecho? Al carcelero, le hanpuesto otro nombre: vigilante. También lohan vestido con un uniforme que debe recor-dar menos al de los boquis de las prisiones. Loshan obligado a usar menos violencia física ymenos insultos y les han prohibido los golpes.En el interior de ese Patronato han suaviza-do la disciplina. Han otorgado a aquéllos queellos llaman los reeducados la posibilidad deelegir un oficio. En el trabajo y en el juego, hanconsentido más libertad. ¡Los niños pueden ha-blar entre ellos, abordar a los vigilantes y aldirector! Se favorece el deporte. Los equipos defútbol de Saint-Hilaire se oponen a los de lospueblos vecinos y los jugadores a veces sedesplazan solos de una ciudad a otra. En elPatronato, se tolera la prensa. Una prensa, no

palabra «mal» en francés, que en esta expresión significa generalmente«trabajo, esfuerzo». Ahora bien, Genet quiere también aludir al sentidode «mal», el Mal que el niño se ha dado a sí mismo, el Mal que ha elegi-do para sí. No se encuentra en castellano un equivalente que transmitacon exactitud ese doble sentido (N. de la T.).

46

obstante, escogida, depurada. Se ha mejora-do la comida. Se sirve chocolate el domin-go por la mañana. Finalmente, medida que de-bería culminar la eficacia de las reformas: elargot se ha prohibido. En definitiva, se lesconcede a los jóvenes criminales una vida cer-cana a la vida más banal. Se le llama rehabi-litación.

La sociedad pretende eliminar, o volverinofensivos, los elementos que tienden a co-rromperla. Parece que quisiera disminuir ladistancia moral entre la falta y el castigo, o me-jor, el paso de la falta a la idea de castigo. Talproyecto de castración es evidente. No me con-mueve en absoluto. En efecto, si los colonos deSaint-Hilaire o de Belle-Isle llevan una vidaen apariencia similar a la de un colegio de apren-dices, no pueden no saber qué es lo que losha reunido aquí, en este lugar particular, y quées el mal. Y por ser mantenida en secreto, noproferida, esta razón inspira cada una de lasintenciones de cada uno de los niños.

El argot habitual que les han prohibido, loscolonos lo han sustituido por otro, más su-til todavía y que, por un mecanismo que no pue-do explicar delante de este micro, se aproximaal argot de Mettray. En Saint-Hilaire, uno deellos, con el que me había familiarizado, medijo un día:

47

Page 8: Jean Genet "El Niño criminal "

—No le diga al director que, cuando le hecontado que un compañero se había largado,he dicho que había dado una espantada3.

Había soltado la palabra. Es la misma quenosotros empleábamos en Mettray para hablardel niño que se evade, se larga, al que los luga-reños van a perseguir por los bosques comoa una cierva. Yo estaba al corriente de un len-guaje secreto, más sabio que aquél que se que-ría abolir, y me pregunto si no servía para ex-presar sentimientos demasiado precavidamenteescondidos. Los educadores tienen la candidezde una salvadora de almas, y su buena volun-tad. El director de uno de los Patronatos me en-señó en su oficina, un día, una panoplia de lacual parecía orgulloso: una veintena de cuchi-llos retirados a los chicos.

—Señor Genet, me dijo, la Administraciónme obliga a quitarles estos cuchillos. Y obedez-co. Pero mírelos. ¿Le parece que son peligro-sos? Son de hojalata. ¡De hojalata! Con eso nose puede matar a nadie.

3 Genet utiliza aquí el verbo se bicher, perteneciente al argot inventadoen el seno del centro penitenciario en el que estuvo interno y que signi-ficaba «fugarse, escaparse». Dicho verbo está formado a partir de la pa-labra francesa biche: cierva, matiz importante para el párrafo que vienedespués. Al no existir equivalente en castellano, se ha decidido traducirel verbo en argot por dar una espantada por ser espantada la huida repen-tina de un animal (N. de la T.).

48

¿Ignoraba que, al distanciarse más de su usopráctico, el objeto se transforma, se convierteen un símbolo? Su forma cambia a veces: sedice que se ha estilizado. Es entonces cuandoactúa sordamente, cuando causa estragos másterribles en el alma de los niños. Oculto en elcamastro por la noche, o escondido en el do-bladillo de una chaqueta, o mejor aún, de unpantalón —no por mayor comodidad sinopara hermanarlo con el órgano del cual es elsímbolo profundo—, es el signo mismo del ase-sinato que el niño no cometerá de modo efec-tivo, pero que fecundará sus sueños y los diri-girá, eso espero, hacia las manifestaciones máscriminales. ¿De qué sirve entonces retirárselo?El niño elegirá otro objeto como signo del ase-sinato, de una apariencia más benigna, y, si tam-bién se le arrebata, guardará en sí mismo, cui-dadosamente, la imagen más precisa del arma.

El mismo director me enseñó el equipo descouts que había formado para recompen-sar a los crios más dóciles. Vi entonces una do-cena de chicos jóvenes, socarrones y feos, quehabían caído en la trampa de las buenas inten-ciones. Cantaron ridiculas canciones de campa-mento que estaban lejos de las endechas senti-mentales u obscenas que se cantan durantela noche en los dormitorios comunes y en lasceldas. Al mirar a esos doce chavales, estaba

49

Page 9: Jean Genet "El Niño criminal "

claro que ninguno de ellos había sido escogido,elegido, para compartir una expedición audaz,aunque fuese solamente imaginaria. Pero en elinterior de los Centros Penitenciarios, y a pe-sar de los educadores, existían, lo sé, grupos o,antes bien, bandas, cuyo vínculo, el pegamen-to que los aglutinaba, era la amistad, la au-dacia, la astucia, la insolencia, el gusto por laholgazanería, un aire sobre la frente a la vezsombrío y gozoso, el gusto por la aventura con-tra las reglas del Bien.

Pido perdón por utilizar un lenguaje tanpoco preciso, aparentemente, como el mío.Considerad que pretendo definir una actitudmoral y justificarla. Reconozco querer, so-bre todo, interpretarla y hacerlo en contra devosotros. Pero vosotros mismos, ¿no seríaislos primeros en hablar de la «Potencia de lasTinieblas», del «oscuro poder del Mal»? No te-méis la metáfora cuando convence. Ahora bien,he encontrado para ella un empleo más eficazpara hablar de esa parte nocturna del hombreque no se puede explorar, donde no podemosinscribirnos a menos que nos armemos, nos em-badurnemos, nos embalsamemos y nos cubra-mos de todos los ornamentos del lenguaje. Pe-ro sobre todo cuando pretendemos realizar elBien —nótese que distingo muy rápidamenteel Bien del Mal, pero que en realidad son cate-

50

gorías que sólo vosotros podéis distinguirdespués; sin embargo, puesto que me dirijo avosotros, os concedo esta cortesía—, si preten-demos, decía, realizar el Bien, sabemos haciadónde nos dirigimos y qué es el Bien, y que lasanción será beneficiosa. Cuando es el Mal,no sabemos todavía de lo que hablamos. Pe-ro sé que es el Único en poder suscitar en mipluma un entusiasmo verbal, signo aquí de laadhesión de mi corazón.

En efecto, no conozco otro criterio para juz-gar la belleza de un acto, de un objeto o de unser, que el canto que suscita en mí y que traduz-co en palabras para comunicároslo: es el liris-mo. Si mi canto era bello, si os ha trastornado,¿osaréis decir que aquello que lo ha inspiradoes vil? Podréis pretender que existen desdehace mucho tiempo palabras encargadas deexpresar las actitudes más soberbias, y quea ellas recurro para que la más insignificanteparezca soberbia. Puedo responder que mi emo-ción exigía exactamente esas palabras y queéstas acuden de manera completamente natu-ral a servirla. Llamad entonces, si vuestra almaes mezquina, inconsciencia al movimiento quelleva al niño de quince años al delito o al cri-men, yo le doy otro nombre. Porque se nece-sita una frescura altanera y una hermosa osa-día para oponerse a una sociedad tan fuerte,

51

Page 10: Jean Genet "El Niño criminal "

a las instituciones más severas, a leyes protegi-das por una policía cuya fuerza consiste tan-to en el miedo fabuloso, mitológico e informeque se instala en el alma de los niños, como ensu organización.

Lo que los conduce al crimen es el sentimien-to novelesco, es decir, la proyección de sí en lamás magnífica, la más audaz, en definitiva,la más peligrosa de las vidas. Yo traduzco paraellos, porque tienen derecho a utilizar un len-guaje que los ayude a aventurarse... ¿Hacia dón-de creéis vosotros? No lo sé. Ellos tampocolo saben, aunque sus ensoñaciones se quieranprecisas, pero es algún lugar fuera de vuestroalcance. Y me pregunto si vosotros no los per-seguís también por despecho, porque os des-precian y os abandonan.

Para vosotros no preconizo nada. Desde quehe comenzado a hablar, no me dirijo a los edu-cadores sino a los culpables. Para la sociedad,en su favor, no quiero inventar otro dispositi-vo nuevo para que se proteja. Confío en ella:sabrá bien, ella sola, guardarse del encantadorpeligro que constituyen los niños criminales.Les hablo a ellos. Les pido que no se ruboricennunca por lo que hicieron, que conserven in-tacta la rebelión que los ha hecho tan bellos. Nohay remedio, espero, contra el heroísmo. Perotened cuidado, si de entre la gente de bien que

me escucha, algunos aún no hubiesen girado elbotón de su transistor, que sepan que tendránque asumir hasta el final la vergüenza, la infamiade ser almas bellas. Que juren ser cabrones has-ta el final. Serán crueles para agudizar aún másla crueldad con la que resplandecerán los niños.

Quienquiera que a través de la dulzura o losprivilegios intente atenuar o abolir la rebelión,destruye para sí mismo todas las posibilidadesde salvación. Y nadie puede perdonar el crimen,si no es primero culpable y condenado.

Este tipo de aforismos parece surgir suscita-do por el lirismo del que hablaba hace un mo-mento. Os lo concedo. Para enunciarlos no meapoyo más que en una única autoridad: el do-lor que sentiría al proponeros sus contrarios.Pero vosotros mismos, ¿sobre qué hacéis repo-sar vuestras reglas morales? Soportad entoncesque un poeta, que es también un enemigo, oshable como poeta, y como enemigo.

El único medio del que dispondrán las per-sonas mayores, las gentes honradas, para sal-vaguardar cierta belleza moral, será el de de-negar cualquier piedad a los niños que la handespreciado. Porque no crean, señores, seño-ras, señoritas, que bastaba con inclinarse consolicitud, indulgencia y un interés comprensi-vo hacia el niño criminal para tener derecho asu afecto y su gratitud: sería preciso que fueseis

Page 11: Jean Genet "El Niño criminal "

ese niño, que, vosotros también, fueseis el cri-men y lo santificaseis con una vida magnífica,es decir, con la audacia de romper con la omni-potencia del mundo. Porque nos dividimos—desde que nosotros lo quisimos, desde queosamos esa ruptura— entre no culpables (nodigo inocentes), entre no culpables como lo soisvosotros, y los culpables que somos nosotros:sabed que toda vuestra vida os conducía de eselado de la barrera desde el que ahora creéis po-der, sin peligro y para vuestra comodidad mo-ral, tendernos una mano compasiva. Por lo quea mí respecta, he elegido: estaré del lado del cri-men. Y ayudaré a los niños, no a volver a vues-tras casas, vuestras fábricas, vuestros colegios,vuestras leyes y vuestros sacramentos, sinoa violarlos. Pero, ¡ay!, temo no poseer ya las mis-mas virtudes, puesto que, por lo que no es tansólo un error de los organizadores de esta char-la, se me ha concedido con demasiada facilidadhablar en la Radio.

Los periódicos exhiben aún fotografías decadáveres rebosando de los silos o tapizando losvalles, atrapados en las espinas de las alambra-das, en los hornos crematorios; exhiben uñasarrancadas, pieles tatuadas, curtidas para hacerpantallas de lámparas: son los crímenes hitle-rianos. Pero nadie ha caído en la cuenta de quedesde siempre en las cárceles de niños, en los

54

presidios de Francia, hay torturadores que mar-tirizan a niños y hombres. No es importantesaber si unos son inocentes y los otros culpa-bles con respecto a una justicia más que hu-mana o solamente humana. A ojos de los ale-manes, los franceses eran culpables. Nos hanmaltratado tanto en la cárcel, y con tanta co-bardía, que os envidio en vuestras torturas.Porque es parecido y mejor que lo nuestro. Porefecto del calor la planta se ha desarrollado.Puesto que fue sembrada por los burgueses queconstruyeron las cárceles de piedra, con susguardianes de la carne y del espíritu, ahora meregocijo al ver al sembrador finalmente devo-rado. Esas buenas gentes aplaudían, ésos queahora son un nombre dorado sobre el mármol,cuando desfilábamos con las manos esposadasy cuando un policía nos pegaba en el costado.Un solo toque de sus gendarmes fue vivifica-do por la sangre hirviendo de los héroes delNorte, se ha desarrollado hasta convertirse enuna planta de una belleza, un tacto y una des-treza maravillosos, una rosa, cuyos pétalos tor-cidos, levantados, mostrando el rojo y el rosabajo un sol infernal reciben nombres terribles:Majdanek, Belsen, Auschwitz, Mauthausen,Dora. Me quito el sombrero.

Pero seguiremos constituyendo vuestro re-mordimiento. Y sin ninguna otra razón que la

55

Page 12: Jean Genet "El Niño criminal "

1de embellecer más aún nuestra aventura, por-que sabemos que su belleza depende de ladistancia que nos separe de vosotros, porquedonde atracamos, lo sé, las orillas no son di-ferentes, pero, sobre vuestras playas bien afian-zadas, os distinguimos, pequeños, endebles,coléricos, adivinarnos vuestra impotencia yvuestras bendiciones. Por otra parte, regocijaos.Si los malvados, los crueles, representan la fuer-za contra la cual lucháis, nosotros queremos seresa fuerza del mal. Seremos la materia que re-siste y sin la cual no habría artistas.

Palabrería romántica, decís.Ahora bien, yo sé que la moral en nombre

de la cual perseguís a los niños no la aplicáis enabsoluto. No os lo reprocho. Vuestro méritoconsiste en profesar unos principios que tien-den a dirigir vuestra vida. Pero tenéis demasia-da poca fuerza para entregaros enteramentea la virtud, o enteramente al Mal. Predicáis unay condenáis el otro, del cual, sin embargo, osaprovecháis. Reconozco vuestro sentido prác-tico. Pero, ¡ay!, no puedo cantarlo. ¡Acusadmede lirismo! Pero, si ocurre que uno de vuestrosjueces, un secretario del tribunal o un directorde cárcel en mi pecho hace despuntar y elevarseun canto, seréis los primeros a quienes avisaré.

Vuestra literatura, vuestras bellas artes, vues-tros divertimentos de después de cenar celebran

56

el crimen. El talento de vuestros poetas haglorificado al criminal al que odiáis en vida.Soportad que, por nuestra parte, despreciemosa vuestros poetas y vuestros artistas. Hoypodemos decir que necesita una extraña pre-sunción el actor de teatro que ose fingir enescena un asesinato, cuando cada día hay niñosy hombres cuyo crimen, si bien no siempre losconduce a la muerte, los carga con vuestro des-precio o con vuestro delicioso perdón. Cada cri-minal debe apañárselas con su acto. Es inclusonecesario que extraiga de él los recursos mis-mos para su vida moral, que organice esta últi-ma alrededor de sí mismo, que obtenga de ellalo que la vuestra le niega. Para sí —y tan sólopara sí y por un tiempo muy breve, porque te-néis el poder de cortarle la cabeza— se convier-te en un héroe tan bello como aquéllos que osconmueven en vuestros libros. Si vive, para con-tinuar viviendo consigo mismo le hace falta mástalento que al poeta más excepcional.

No obstante, los héroes de vuestros libros,de vuestras tragedias, de vuestros poemas, devuestros cuadros están henchidos, continúansiendo el adorno de vuestra vida cuando des-preciáis a sus infelices modelos. Hacéis bien:ellos desprecian vuestra mano tendida.

Aquéllos que me escuchan, si vieron la pe-lícula Sciusciá, se emocionaron ante el juego

57

Page 13: Jean Genet "El Niño criminal "

delicado del sentimiento de los niños unidos eluno al otro por el más sutil amor. Admiraronla aventura que no osaron vivir, pero ningunoimaginará que existen esos encantadores hé-roes en la vida real. Que roben verdaderos bi-lletes a padres verdaderos. Sin duda, aquello quellamamos el talento de los comediantes nosha permitido unas imágenes tan bellas; sinembargo, los que fueron sus modelos más o me-nos exactos han sufrido realmente, han sangra-do, han llorado (aunque esto más excepcional-mente) y la gloria del mundo les ha sido negada.Así pues, soportáis el heroísmo cuando estádomesticado (señalo de pasada que vuestros en-cantadores, vuestros artistas, lo domestican pa-ra vosotros, y que, sin embargo, ellos ya lo abor-dan de lejos). No conocéis el heroísmo en suverdadera naturaleza carnal, y que también sesufre en el mismo nivel cotidiano que el vues-tro. La verdadera grandeza os roza. No la co-nocéis y preferís su fingimiento.

Ahora bien, si hay niños que tienen la auda-cia de deciros que no, castigadlos. Sed duros,para que no se aprovechen de vosotros. Perohace tiempo que hacéis trampa. En vuestrosTribunales, en vuestras Audiencias, no respe-táis ya la ceremonia del ritual —no porquela hayáis reemplazado por una crueldad más ín-tima, una crueldad trajeada, si puedo decirlo

así—, sino que, por un grave abandono, venísa la sala de audiencias con una toga remenda-da cuyo forro no es siquiera de seda, sino de ra-yón o de lustrina. Aplicaréis entonces todas lasreglas del código; para empezar, las más for-malistas. El niño criminal ya no cree en vues-tra dignidad, porque se ha dado cuenta de queestaba hecha de un cordón desteñido, de ungalón descosido, de un forro raído. El lucro, elpolvo y la pobreza de vuestras sesiones le des-consuelan. Está a punto de ofreceros un pocode la majestuosidad que él sabe obtener de unasesión más solemne donde comparece en se-creto, mientras que ante sus ojos continuáisvuestro infantil simulacro. La familiaridad casios llevaría a golpearlo en la mejilla, a cogerleel mentón, si no temieseis que se os acusara,no de indulgencia paternal, sino de abomina-bles sentimientos.

Pero bromeo, ¿no?, y mi humor os resultapesado. Estáis convencidos de que salvaréisa esos niños. Afortunadamente, a la belleza delos gamberros adultos que ellos admiran, a losorgullosos asesinos, no podréis oponer más quevigilantes ridículos, embutidos en un uniformemal cortado y mal llevado. Ninguno de vues-tros funcionarios podrá ganarse a los niñosy hacer que triunfen en una aventura queellos mismos han comenzado. Nada podrá

Page 14: Jean Genet "El Niño criminal "

reemplazar a la seducción de aquéllos que que-brantan la ley. Porque el acto criminal tiene másimportancia que cualquier otro, pues es aquélpor el cual alguien se opone a una fuerza tangrande, moral y física.

También vosotros creéis en la belleza deVacher, en la de Weidmann, en la de Ange SoleiT.Me revelo contra la afirmación de que «...habíaen ellos posibilidades maravillosas de las quese hubiese podido sacar partido...». He aquí unlenguaje que sólo vosotros podéis proferir, esel de la Sociedad, pero os encontraríais en unapuro si os interrogase con rigor. Ellos han ex-traído de sí mismos las más maravillosas posi-bilidades.

Todavía podéis, si no los conquistáis con vues-tras dulzuras, curar a estos niños, porque dis-ponéis de psiquiatras. En relación a estos últi-mos, bastaría con plantear algunas preguntassencillas y cien veces planteadas. Si su funciónconsiste en modificar el comportamiento mo-ral de los niños, ¿eso sería para conducirlosa qué moral? ¿Se trataría de aquélla que se en-seña en los manuales escolares? Pero el hombresabio no se atrevería a tomarla en serio. ¿Se tra-taría de una moral particular elaborada por ca-

4 Nombres de asesinos famosos en la época de Genet (N. de la T.).

60

da médico? ¿De dónde saca éste su autoridad?De nada sirven estas preguntas, serán eludi-das. Sé que se trata de la moral corriente, y queel psiquiatra se zafa dando a los niños el bellonombre de inadaptados. ¿Cómo podría res-ponder? A vuestras artimañas siempre opon-dré mi astucia.

Hoy, ya que le está permitido por no sé quéerror, a un poeta que fue de los suyos hablarpor este micrófono, quiero dedicar de nuevomi ternura a esos chavales sin piedad. No mehago ilusiones. Hablo en la oscuridad y en elvacío, pero, aunque sea tan sólo para mí, quie-ro otra vez insultar a los que insultan.

61