Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

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  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

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    Esther Miquel Pericas

    JESÚS Y LOS ESPÍRITUS

    APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA

    A LA PRÁCTICA EXORCISTA DE JESÚS

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

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    La l i t e r a tu r a c r i s t i ana p r im i t i v a en

    general y e l Nuevo Testamento en par t i

    cu lar cont ienen numerosas re ferenc ias

    al fenómeno de la posesión por espír i tus

    y var iados e jemplos de la práct ica exor-

    c ista. Aunque en algunos textos se cues

    t ione la au ten t i c idad de c ie r tos casos

    de poses ión o la honradez de c ie r tos

    exorcistas, en ninguno se pone en duda

    la ex i s tenc ia de es p í r i t u s c apac es de

    poseer a las personas, n i de indiv iduos

    capaces de exorcizar los.

    Espí r i tus , posesos y exorc is tas fo r

    man par te de la rea l idad cu l tu ra l de la

    An t igüedad . De igua l manera , e l fenó

    meno de la poses ión tuvo

      un

      pape l   c en

    t ra l en Jesús , en e l mov imiento c reado

    B i b l i o t e c a

    de Estudi

    Bíb l icos

    ^

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    Esther Miquel Per icas

    Esther Mique l se l i cenc ió en Mate

    mát icas por la Univers idad Complutense

    de Madrid y consiguió su Master en esta

    mater ia en la Un ivers idad de Hardvard .

    Po s te r i o rme n te o b tu v o l a l i c e n c ia tu ra

    en Fi losofía por la Univers idad Nacional

    de Educación a Distancia y cursó   e s t u

    d ios b íb l icos en la Un ivers idad Pont i f i

    c ia de Salamanca, así como en el   I ns t i

    tuto Español Bíbl ico y Arqueológico y en

    L École Bib l ique e t Arch éolog ique Fran-

    caise, ambos en Jerusalén.

    Es doc to ra en Fi loso f ía p or la   Un i

    vers idad Pont i f i c ia de Sa lamanca, con

    una tesis sobre la relación de Jesús con

    los pecadores en el contexto de la ét ica

    a n t i g u a :

      Am igos de esclavos prostitu

    tas y pecadores. El significado sociocul-

    tural del marginado moral en las éticas

    de Jesús y de los filósofos cínicos

    pi-

    cúreos y estoicos. Estudio desde la so

    ciología del conocimiento

    Estel la 2007.

    As imismo es au to ra de d iversos a r t ícu

    los en revistas bíbl icas y de c iencias de

    la re l ig ión .

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    Bib l i o t e c a

    de Estudi

    Bíbl icos

    Edward Schweizer

    Jesús Pulido

    Sant iago Gui jarro

    Fi lón de Ale jandría

    Senén Vidal

    Tatha Wiley

    Jaime Vázquez Al legue

    James D. G. Dunn

    Alberto de Mingo Kaminouchi

    Natal io Fernández Marcos

    Esther Miquel Pericas

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    BIBLIOTECA DE ESTUDIOS  BÍBLICOS MINOR

    13

    Colección dirigida por

    Santiago Guijarro Oporto

    ESTHER MIQUEL PERICAS

    JESÚS

    Y LOS ESPÍRITUS

    Aproximación antropológica

    a la práctica exorcista de Jesús

    EDICIONES SÍGUEME

    SALAMANCA

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    Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín

    © Ediciones Sigúeme S.A.U., 2009

    C/ García Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / España

    Tlf: (34) 923 218 203 - Fax: (34) 923 270 563

    [email protected]

    www.sigueme.es  

    ISBN: 978-84-301-1706-2

    Depósito legal: S. 361-2009

    Impreso en España / Unión Europea

    Imprime: Gráficas Varona S.A.

    Polígono El Montalvo, Salamanca 2009

    CONTENIDO

    1.

      Planteamiento y metodo logía 9

    1.  Relevancia y actualidad del estudio de la posesión

    y la práctica exorcista 9

    2.   Concep tos y definiciones 12

    3.

      Metodología: contextualización sociocultural e his

    toricidad 16

    4.   Plan del libro 26

    Primera parte

    MA RC O ETNOLÓGICO PARA LA INTERPRETACIÓN DE LA POSESIÓN

    Y LA PRÁCTICA EXORCISTA EN EL ENTORNO CULTURAL DE JESÚS

    2.   Mund os culturales donde la posesión es posible 29

    1.

      Cultura 29

    2.   Mun dos culturales con espíritus 33

    3.  Relaciones entre los espíritus y los grupos hum a

    nos:

     espíritus centrales y periféricos 38

    4.   Posesiones positivas y posesiones negativas 46

    3.

      Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 57

    1.

      Estados alternativos de conciencia 57

    2.   La experiencia de lo trascendente en estados alter

    nativos de conciencia 64

    3.  Expertos en espíritus 70

    4.   Noción transcultural de «magia» 73

    5.   La experiencia grapal de lo trascendente: ritos y te

    rapias religiosas 77

    mailto:[email protected]://www.sigueme.es/http://www.sigueme.es/mailto:[email protected]

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    4.  La moral, la política y los espíritus 83

    1. A mbigüedades intrínsecas al fenómeno de la pose

    sión espiritual 83

    2.  Beneficios indirectos e interpretaciones interesadas

    de la posesión: Tipos generales 87

    3.

     Terapeutas religiosos morales, amorales y revolu

    cionarios 93

    4.

      Grupos terapéutico-rituales 96

    5.  Salud, espíritus y m ovimientos religiosos populares

    de renovación 98

    Segunda parte

    POSESIÓN ESPIRITUAL Y PRÁCTICA EXORCISTA

    EN

     EL MOVIMIENTO DE JESÚ S

    5.  Plausibilidad contextual de la praxis exorcista de Jesús 105

    1. T estimonios sobre la posesión espiritual y la prác

    tica exorcista en el movimiento de Jesús 106

    2.  Coherencia con el marco antropológico 110

    3.

      Coherencia con el marco histórico 120

    6. Testimonios mú ltiples e incómodos sobre la praxis

    exorcista de Jesús 139

    1. Testimonios múltiples sobre posesiones y exorcis

    mos en el movimiento de Jesús 140

    2.  Información incómoda sobre la posesión espiritual

    y la práctica exorcista en el movimiento de Jesús .. 148

    7. El papel central de la praxis exorcista de Jesús en el

    contesto de su ministerio. Propuesta interpretativa .... 163

    Epílogo 177

    Bibliografía

    179

    1

    PLANTEAMIENTO

     Y

     METODOLOGÍA

    ^ 1.  Relevancia y actualidad del estudio de la posesión y la

    práctica exorcista

    El Nuevo Testamento en particular y la literatura cristia

    na primitiva en general pojüignejojiimierosas-Kfemiicias.al

    fejiójnejio_deJa_£_ose5Íón po r espíritus y a la práctica exo r

    cista. Aunque en algunos textos se cuestione la autenticidad

    de ciertos casos de posesión o la honradez de ciertos exor-

    cistas, en ninpnnn se pone en duda la existencia de espíritus,

    capaces de poseer-alas personas, ni de individuos capaces

    de exorcizarlosNE¿pírituárposelio|i^xorrisra^ forman par

    te de la realidad cultural en lajgue_ vivieron "Jesús y los au

    tores de la literatura crijtiajiajfflmitiva.

    En ese mundo, los síntomas de la posesión espiritual

    pueden ser tan fácilmente reconocibles como en el nuestro

    lo son los de una infección gripa l. En ninguno de los dos ca

    sos resulta fácil tener una percepción directa del agente im

    plicado -el espíritu poseedor o el virus-, pero el conoci

    miento social compartido permite que, en la mayoría de los

    casos,

      incluso los no expertos puedan identificarlo. Cierta

    mente, los procedimientos con los que los microbiólogos

    mod erno s r.ompmeh an la prpspnria He virus se

     c.ñrñCÁprnñn

    por una forma científica de objetividad que es ajerasa-los.

    proeed_í 'Tli

    p;nrr)S

      ut i l izados por Ins pynrr is tps ant iguos pa-

    ,ra_cgrciorarse de la presencia de espíritusposeedoreg, Una

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    10 Jesús y los espíritus

    prueba de ello está en que los primeros pueden ser repetidos

    cuantas veces se desee por distintos científicos, obteniendo

    siempre los mismos resultados, mientras que los segundos

    dependen -en  mucha mayor medida de la personalidad del

    terapeuta y de la historia vital del poseso.'No obstante, en

    ambos casos la gente corriente se considera capaz de reco

    nocer la presencia de la entidad invasora sin necesidad de

    recurrir a los expertos. El conocimiento social com partido

    proporciona criterios prácticos para ello: tos, fiebre y gar

    ganta irritada en el caso del virus de la gripe; ciertos tipos

    de'comportamiento descontrolado en el de los espíritus po

    seedores. Los expertos -médicos o exorcistas-..sób son ne

    cesarios para hacer un diagnóstico más^egpecífico yp res cri-

    bji^ljTatemjejitojidecuado.

     •*$•

    Una lectura, incluso superficial, del conjunto de docu

    mentos-antiguos que tratan sobre Jesús sugiere con fuerza

    que éJ, fenómeno de la posesión tuvo un papel central tanto

    rejijg ljnó vim eñto jw r él creado_como en los orígenes del

    ^cristianismo. Al hombre occidental del siglo XXI le resulta

    j  muy difícilpar sentido a esta clase de fenómenos^y valorar

    1

     adecuadamente la relevancia social, política y religiosa que

    parece haber tenido en las culturas med iterráneas del siglo I.

    El.miinrttMÍe.Jesús y el nuestr9*no se encuentran separados

    solamente por un intervalo temporal de dos mil años, sino

    también y sobre todo por el Vran foso cultural'de la revolu

    ción industrial

    1

    .

    La existencia de espíritus poseedores es todavía un pre

    supuesto enormemente extendido en el conjunto de las dis

    tintas culturas humanas. De hecho, la cultura científico-téc

    nica de la civilización moderna occidental es una de las

    pocas que lo rechazan. Desde este presupuesto negativo, la

    mayoría de los ciudadanos europeos y norteamericanos que

    1.

     B. J. Malina-R. Rohrbaugh, Los evangelios sinópticos y la cultura

    mediterránea del siglo I. Com entario desde las ciencias sociales,

     Estella1996, 13-17.

    Planteamiento y metodología

    11

    entran en contacto con culturas tradicionales considera que

    las creen cias en espírltusjjQseejJQrgs_Y las prác ticas ex orcis -

    tas no son sino superstición y fraude. Esta actitud de recha

    zo suele ser compartida por los miembros occidentales de

    las instituciones evangelizadoras y de las organizaciones no

    gubernamentales que trabajan en contextos culturales don

    de estas creencias y prácticas tienen todavía plena vigencia.

    Con demasiada frecuencia el cristianismo occidental se_ea-

    frenta a estos fenómenos cujturajes compjji fueran manifes

    taciones idolátricaj^jijjejTantesjie la ignorancia humana,

    sin detenersejjor un momento a pensar que el propio Jesús

    vivió plenamente, inmersoen ellos..^

    •^   La gran expansión que los movimientos migratorios es

    tán experimentando en la actualidad ha puesto al mundo

    moderno occidental en contacto con formas culturales muy

    distintas de la propia. En cualquier ciudad europea o nortea

    mericana podemos encontrar hoy día individuos y grupos

    humanos cuva^'ísión'del mundo incorpora diversas entidaj-

    des espirituales supuestamente capaces de posger _ajasj2er-

    sonas. La psiquiatría no siempre consigue tratar con éxito a

    los inmigrantes poseídos que, sin embargo, suelen encontrar

    ^alivio en los rituales y tratamientos exorcistas de sus países

    de origen

    2

    . Tras una experiencia todavía incipiente con per

    sonas de otras culturas, tos_rjsja^aJia¿j3r.rjdeiitaks^ernpie_-

    fc

     zan a reconocer que el^istema de creencias'que configura la

    ^visión del mundrfHel paciente determina en gran medida el

    tipo de_síntomas £ue_ manifiesta X ji- típ °

      a e

      proceso tera

    péutico que le puede sanar. Así como un europeo deprimido

    no encuentra alivio terapéutico en un chamán asiático o en

    un exorcista africano, del mismo modo los pacientes poseí

    dos por espíritus que acuden a estos sanadores tradicionales

    2.  L. Kuczynski, Des génies a l'hotel. La khalwa des m arabouts afri-

    caines á París, en

     D .

     Aigle - B. B. de la Perriére - J.-R Cha umeil (eds.), La

    politique des esprits,

     Nanterre 2000, 397-409.

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    12

    Jesús y los espíritus

    tampoco suelen responder positivamente a los tratamientos

    del psicoan álisis o de la psiquiatría_ciínica.

    El contacto_cr£CÍente entr&.l£cuJíu,ra^occidental moder-

    na y las numerosas-xulturas^en las que la creencia en espí

    ritus poseedores sigue vigente está susc itando entre los bi-

    ' Mistas un interés nuevo por la práctica exorcista de Jesús.

    Este pequeño libro quiere contribuir a la exégesis históri

    ca del tema'bfreciendo una interpretación social y cultural-

    mente contextualizada de los testimonios existentes sobre

    la creencia en la posesión espiritual y las prácticas exorcis-

    tas en el movimiento de Jesús.

    2.

      Conceptos

     y definiciones  .

    La noción de «posesión espiritual» puede ser utilizada a

    distintos niveles de generalidad

    3

    . En su nivel más restricti

    vo se refiere a un fenómeno cultural que se manifiesta en

    conductas individuales extrañas o violentas y que la socie

    dad de su entorno interpretá ronlo resultado de la suplanta

    ción total de la voluntad

    4

      del sujeto por una entidad espiri

    tual. Entre los casos más típicos descritos en la literatura

    bíblica están los de los endemoniados exorcizados por Je-

    sus en el evangelio de Marcos (Me 1, 21-18; 5, 1-20; 9, 14-

    29), el del grupo de profetas que rodea a Samuel (1 Sm 9,

    5-13) y el de Sansón (Jue 14, 19-20; 15, 14-16).

    La investigación antropológica contemporánea y la pro

    pia tradición bíblica dan testimonio de otras formas de actuar

    3.

      Sobre las acepciones de los términos «posesión» y «exorcism o»,

    cf. E. Eve,

      TheJewish Contextof Jesús'Miracles,

      Sheffield2002, 373s.

    4.  No considero adecuado hablar de «suplantación de la personalidad»,

    pues en la antigüedad la concepción del yo (personalidad) era notablemente

    diferente a la presupuesta por el individualismo mo derno. B. J. Malina, E l

    Mundo del

     Nuevo

     Testamento.

     Perspectivas

     desde

     la Antropología

     Cultural,

    Estella 1995, 85-114; J. H. Neyrey, Diadism, en J. i. Pilch-B. J. Malina (eds.),

    Handbook ofBiblical Social Valúes,

     Peabody M A 2000, 53-56.

    Planteamiento y metodología

    13

    de los espíritus sobre el individuo humano que'no se pueden

    describir como una suplantación total de la voluntad, pero

    que no obstante limitan de forma apreciable la capacidad del

    paciente para controlar normalmente su comportamiento. En

    la literatura evangélica los casos más claros son el de una

    mujer a quienV i espíritu mantiene encorvada (Le 13, 10-17)

    y el de un hombre a quien el demonio que le posee bloquea

    su capacidad de hablar (Mt 9, 32-33 // L e 11, 14). En el An

    tiguo Testamento destacan los casos del rey Saúl (1 Sm 16,

    14-23), que sufre repetidas crisis de agitación producidas po r

    el acoso de un"espíritu maligno', o el del profeta Jeremías,

    que no puede contener las palabras que Dios le ha inspirado

    (Jr  20, 9). ^írnguno_de£slQS psrsojiajesjia perdido totalmen-,

    te la capacidad de controlar su comportamiento, aunquejn-^

    dudablemente todos la tienen mermada. Estos testimonios

    permiten dar a la noción de «posesión espiritual» un sentido

    más am plio que el anteriormente enunciado, pero en conti

    nuidad fenomenológica y conceptual con él. Según dicho

    sentido amm io. giip'Vrá el "^"pJa djojn este escrito, cual

    quier limitación en el control queja sociedad espera mani-

    f este un individuo sobje^u. comportamiento y atribuida por

    esa misma jocied ad a la acción de un espíritu es posesión es

    piritual. Dado quelas dolencias limitan la capacidad de la

    víctima para actuar de acuerdo con las expectativas sociales,

    cualquier dolencia que la cultura atribuya a la acción de un

    espíritu sobre el paciente será considerada posesión.

    Este sgriftdp amplio de «posesión es piritual» resulta ple

    namente coherente tanto con la terminología especializada

    de los antropólogos

    5

     como con el vocabulario utilizado por

    5.

      Las manifestaciones que este tipo de fenómenos tienen en socieda

    des muy diversas legitiman el uso de esta categoría antropológica^ Cf. el tra

    bajo de síntesis realizado por I. M. Lewis en Ecstatic Religions. An Anthro-

    pological Study ofSpirit Possession and Shamanism, Harmondsworth 1971.

    Esta obra es la fuente principal de los conceptos y modelos antropológicos

    abstractos que utilizaré en la primera parte de mi exposición.

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    14

    Jesús y los espíritus

    lá'literatura antigua del tiempo de Jesús.'En dicha literatu

    ra no aparece ninguna expresión sustantivada general equi

    valente a «posesión

     esp iritual».

     _Las_referencias a la \c ci ón

    deu ne spí ritu sobre una persona suelen serMescripciones

    *del estado de la persona o de la forma como el autor imagi

    na que el espíritu actúa sobre ella. En este sentido, se men

    cionan individuos que\

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    16

    Jesús y los espíritus

    «conminar a alguien a hacer o decir algo en presencia de un

    dios o espíritu poderoso>/(Mt 26, 63)

    7

    .

    Aunque en los evangeHos^nópticos y en otros escritos

    de la época encontramos algunos'Velatos de exorcismos'

    muy dramáticos en los que la voluntad del poseso estáiQ-

    talmente anulada y el exorcista entabla un verdadero duelo

    con el espíritu poseedor*(Mc 1, 23-26 , 5, 1-20; 9, 17-29; Jo-

    seí"o,

     Antigüedades Judías  8.46-9; Filóstraro,  Vida  deApo-

    llonius 4.20), los términos que se refieren al'estada-de po-

    ,seso y a la

    s

    acciórífeel ex orcista sonJos_ mism os qu,e se usan

    - en el resto de-referencias al fenómeno de ía~poses^ión y a la

    jrpráctica exorcista , en te j i gU g^ am ba ^e jy^ ej^ ^

    plio. Lo único que varía es la descripción de los.efectos que

    produce el espíritu en el poseso y la del proceso mediante el

    cual dicho espíritu es expulsado o alejado. Así pues, entien

    do que estos-jjeiatos dramáticos reflejan prácticas exorcis-

    1  tas específicas utilizadas en aquellos casos particularmente

    graves en los que el espíritu ha suplantado totalmente la vo

    luntad del poseso, pero*no deben ser considerados como el

    único modelo de exorcismo reconocido en el entorno socio-

    cultural de Je sús.*

    3.  Metodología: contextualización sociocultural

    e historicidad

    v ^ El presente estudio no pretende explicar todas las di

    mensiones ni todos los matices de las numerosas tradicio-

    |nes antiguas relativas a la práctica exorcista de Jesús. Mi

    objetivo general es mostrar que, en la sociedad iudeogales-

    • tina del siglo I d.C.̂ esta práctica tenía sentido, y que dicho

    sentido contextual sirve para dilucidar;.al menos de forma

    7.

      E. Sorensen, Possession and Exorcism in the New Testament and

    Eariy Christianity, Tübingen 2002 , 132. Mt 26, 63 es el único versículo de

    todo el Nuevo Testamento donde aparece el verbo

     exorkizo.

    Planteamiento y metodología

    11

    parcial, el papel que la posesión espiritual y los exorcismos

    parecen haber tenido en los orígenes del movimiento de Je

    sús.

     Este objetivo general puede desdoblarse en dos objeti

    vos más específicos, íntimamente relacionados entre sí. El

    (fprimer¿,consiste en mostrar la plansihiliHad histórica de la

    praxis exorcistajieJesús. El^égundo, hacer ver que esta pra

    xis es coherente con la culhira de su enrornrí'y con o tros as

    pectos centrales de la actividad pública de Jesús.

    Como mostraré en la segunda parte de este estudip

    j

    _£xis_-

    ten razones para creer que el poder de hacer exorcismos nn

    fue un atributo exclusivo de Jesús, .sino una capacidad am

    pliamente compartida en el seno de su movimiento Según

    la tradición evangélica, fue el propio Jesú s quien transm itió

    esta capacidad a sus discípulos y la asoció de forma estrecha

    a la proclamación de la llegada del reinado de Dios (Me 3,

    15;

     6, 7; Le 10, 17). Por tanto, gran parte de la información

    que poseemos acerca de la praxis exorcista de Jesús y todo

    cuanto es posible deducir acerca del

     s_entido

     y la función que

    esa praxis tuy oen el contexto de su ministerio'se puede se

    guramente aplicar al coniunto desu movimiento. La distin

    ción decíslvarp olTo'^uT Tésteestud io se refiere, no es la

    que(diferenciaya Jesús de sus seguidores, sino la que dife-

    rencia^HnovimientoJiderado por Jesús_en Galilea de las ,

    comunidades urbanas postpascuales, especialmente las deja >

    diáspora. Com o he m ostrado en otro lugar, la perspectiva te

    rapéutica de los exorcístas de estas comunidades difiere sen¿

    siblemente de la de Jesús y responde a una situación vital»*

    muy distinta a la del movimiento de Jesús en Galilea

    8

    .

    Las investigaciones realizadas durante las últimas déca

    das sobre el personaje histórico Jesús de Nazaret han pues

    to a punto un m étodo riguroso para evaluar la plausibilidad

    histórica de los testimonios m ás antiguos'sobre su m iniste-

    8. E. Miquel, Actitudes frente a la posesión en los orígenes del cris

    tianismo: Qol 45 (2007) 5-34.

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    12/97

    18

    Jesús y los espíritus

    rio público. De acuerdo con estas evaluaciones, la praxis

    exorcista de Jesús aparece como uno de los datos m ás pro

    bablemente históricos entre los transmitidos p or los evan-

    gelios

    9

    . A pesar de ello, la exégesis crítica actual no ha lo

    grado integrar estos testimonios en el contexto global del

    ministerio de Jesús de una forma plenamente satisfactoria.

    La fama de Jesús como exorcista. confirmada por todas las

    'fuentes antiguas, no se compagina bien con el reducido pa

    pel que la mayoría de los exegetas críticos atribuyen a esta

    práctica de Jesús en el contexto de su ministerio. Aunque

    casi todos los estudiosos reconocen la relación que los pro

    pios evangelios establecen entre la expulsión de demonios

    y la llegada del reinado de Diosf la tendencia interpretativa

    predominante reduce la relevancia de los exorcismos a la

    función de anticipar de forma simbólica la victoria definiti-

    Va de Dios sobre el mal. S orprendentemente. jas_razones y

    motivaciones de Jesús para ejercer como exorcista poco o

    nada habrían tenido que ver con los contenidos de su ense

    ñanza ética, o con las propuestas renovadoras del movim ien

    to político-religioso que lideró en Galilea.^

    En los últimos años, sin embargo, se han llevado a cabo

    importantes esfuerzos por subsanar las deficiencias de esta

    interpretación. Por una parte, se ha explorado el significado

    sociopolítico de la posesión y la práctica exorcista en con-

    "textos de colonización, opresión o subordinación]

    0

    . Por otra,

    * 9. Sobre el estado de la cuestión en relación con la historicidad de

    los milagros de Jesús, entre los cuales se incluyen habitualmente los exor

    cismos, cf. E. Eve,  TheJewish Context, 12s.

    » 10.  P. W. Hollenbach, Jesús, Demo niacs, and Public Authorities: A So -

    cio-Historical Study:  Journal of the American Academy of Religión 49/4

    (1981) 567-88; S. Gnjjflrro. «El significado de los exorcismos de Jesús», en

    Jesús

     y

     sus

     primeros d iscípulos, Estella 2007, 97-121; E. Estévez, Exorcis

    mos, desviación y

     exclusión •

     Una visión desde el Nuevo Testamento, en J.

    Martínez (ed.),

     Exclusión

     social y discapacidad, Madrid 2005, 183-212; C.

    Bernabé,

     María Magdalena y los siete demonios,

     en I. Gómez-Acebo (ed.),

    María Magdalena. De apóstol

     a

     prostituta y am ante,

     Bilbao 2007, 21-59;

    Id., La curación del endemoniado de G erasa desde la antropología cultu-

    Planteamiento y metodología

    19

    se ha intentado entender la figura de Jesús a partir de los

    rasgos psicosocialesjme caracterizan a los distintos tipos de

    sanadores, taumaturgos o chamanes estudiados por la antro

    pología

      cultural

    1

      ''"El presente estudio se alinea con ambas«

    direcciones de investigación, intentando adoptar una pers

    pectiva plohal coherente qu e reconozca el significado cultu

    ral de la posesión por espíritus, determine las posibles fun

    ciones sociales tanto de la posesión como de la práctica

    exorcista. y explore las condiciones en las que pgta prácti-^

    ca puede aparecer vinculada a movimientos político-relipio-

    sos de renovación. Siguiendo a otros estudiosos del Nuevo

    Testamento

    12

    , utilizamos la síntesis interpretativa ofrecida

    por loan M. Lewis en su estudio comparativo'del fenómeno

    de la posesión  (Ecstatic religions, 1971) y las investigacio

    nes psicológicas y neurológicas sobre estados alterados o

    alternativos de conciencia (EAC) emprendidas por Erika

    Bourgignon en la década de los 70

    13

    . J,a obra de íewis nos

    permite iluminar la relación entre las creencias religiosas

    que subyacen al fenómeno de la posesión v^ a práctica exor-

    cistafy ePuso sociopolítico que tanto Jesús como sus amigos

    ral, en R  Afliiirrp.íerl  1 Los milagros de Jesús. Perspectivas m etodológicas

    plurales, Estella 2002, 93-120.

    11.  S. L. Davies, Jesús the Healer. Possession, Trance, a nd the Ori-

    gins of Christianity,  London-New York 1995; P. F. Craffert,  The Life of a

    Galilean Shaman. Jesús ofNazareth

      in

     Anthropological-Historical Pers-

    pective,

     Eugene OR 2008.

    12.  E. Eve,  TheJewish Context, 368-376; los dos artículos de C. B er

    nabé mencionados en la nota anterior, y E. Miquel,  Aproximación a la

    práctica exorcista de Jesús,  en C. Bernabé-C. Gil (eds.),  Reimaginando

    los orígenes del cristianismo. Relevancia social y eclesial de los estudios

    sobre O rígenes del cristianismo,

     Estella 2008, 143-170.

    13

     .E.

     Bourgignon,

     A Cross-Cultural Study of Dissociational States: Fi

    nal Report,  Columbus OH 1069; Id.,  Dreams andAltered States ofCons-

    ciousness in Anthropological Research, en F. L. K. Hsue (ed.), Psychologi-

    cal Anthropology, Boston 1972;

     Culture

     an d

     the Varieties

     ofConsciousness,

    Module in Anthropology 42, Reading MA 1974; F. D. Goodman, Ecstasy,

    Ritual and Altérnate Reality. Religión in a P luralistic World,  Bloomington-

    Indianapolis 1992; M. Winkelman,

     Shamanism:

     The Neural Ecology

     ofCons

    ciousness

     an d Healing, W estport-London 2000.

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    13/97

    2

    Jesús y los espíritus

    y  enemigos pudieron hacer de las mismas. Los resultados

    de la investigación sob re F.Af nos ayudan a imag inar las

    formas de experiencia que tanto Jesús como muchos de sus

    contemporáneos vivieron como posesiones espirituales y

    procesos de sanación religiosa.

      ••

    C omo h e in d icad o más arr ib a la in ves t igac ión actu a l

    sobre el Jesús histórico reconoce de forma casi unánime.

    *que la praxis exorcista es una de las actividades atrihniHas

    por los evangelios a Jesús que tiene m ás probabilidad He ser

    • histórica La razón de este casi total acuerdo es que dicho

    ^

    V

    dato evangélico cump le dos de los criterios de plausibilidad

    histórica más sólidosf%l del testimonio múltiple y el de in-

    cornodid adj^l f)nmero

    >

    de estos criterios afirma que la pro

    babilidad de que un Inform e sobre un personaje o aconte.-

    cimiento antiguo sea histórico aumenta con el númfiro de

    1

     testimonios independientes eme lo corroboran. EKsegundc

    criterio, válido de forma general en el ámb ito de lalsócíóTo-

    gía de grupos, afirma que ningún grupo o movimiento in

    venta tradiciones.irre1pvantes o incóm odas para la promo

    ción de su propio programa. Por lo tanto, si en algún caso

    conserva y transmite tradiciones de este tipo es porque las

    venera como auténticas o porque, siendo de conocimiento

    público^tiene necesidad de justificarlas.

    Ahora bien, una reconstrucción histórica serin de " " p

    p r

    -

    sonaje del pasado no puede limitarse a exponer la fiabilidad

    'de la transmisión de los testimonios Debe también mostrar

    ¿que los datos interpretados que utiliza son wn s jr n 'l ^ °

    ^plausibles en el contexto sociocultural de dicho personaje.

    *Esta exigencia de la historiografía moderna no presupone en

    ' modo alguno que los individuos carezcan de rasgos propios

    o no puedan llevar a cabo actoS-X) proyectos innovadores.

    Significa únicamente que^eí individuo humano está siempre^

    enraizado en el mundo que le ha tocado vivir y que e lhis to; t>

    Criador sólo puede entenderlo sobre el trasfondo de esejnurjh.

    doV

      Gerd Theissen ha sido el primero en formular esta exi-

    Planteamiento y metodología 21

    gencia para la persona de Jesús. Su formulación, conocida

    como Criterio_de plausibilidad histórica contextual. puede

    resumirse en el siguiente enunciado/ Las tradiciones jesuáti-,

    cas poseen plausibilidad histórica contextual si encajan en el

    contexto judío de Jesús y sepu eden identificar com o fenó

    menos individuales dentro de_ese contexto

    14

      . ^

    ^ Desde que^Gerd Theissen propusiera hi plausibilidad

    contextual como criterio que deben cumplir los rasgos his

    tóricamente atribuibles a la figura de Jesús, la imagen del

    contexto sociocultural judío del siglo I ofrecida por los his

    toriadores se ha vuelto cada vez más compleja. Por una par

    te ,  el judaismo palestino de esta época se revela comn una

    ^realidad cultural versátil y diversa, cuyas variadas manifes

    tac ion es dependen en muy gran medida de procesos locales

    y contactos infei-rnltnrales p

    0

    r otra, las líneas de diferen-

    ciación entre judaismo y helenismo, o entre judaismo y pa-

    • ganismo aparecen cada vez más difuminadas.

    Desafortunadamente, los datos disponibles sobre la Pa-

    1

    lestina del tiempo de Jesús son insuficientes parajec onstru ir

    todos los aspectos de su dinámica social. La vida de las gen

    tes más humildes, entre las que deberíamos buscar a Jesús,

    resulta especialmente difícil de conocer, pues apenas se ser

    vían de la escritura, y las frágiles estructuras m ateriales que

    utilizaban no han resistido el paso del tiempo. N o es , por tan

    to ,

     extraño que una buena parte de la información que los

    evangelios aportan sobre la Palestina del siglo I carezca de

    ;

    adecuados términos de comparación. Esta precariedad de do-*

    cumentos y restos arqueológicos

    v

    Vfecta a algunas de las di

    mensiones sociales más directamente relacionadas con el mi-

    nisterio de Jesús, como son el sistema sanitario popular en el

    que deberíamos encuadrar la actividad exorcista de Jesús, y

    el sistema económico de la población rural, sobre cuyo tras-

    fondo deberíamos interpretar las múltiples referencias a la

    14.   G. Theissen-A. Merz,  EUesús histórico,  Salamanca

     5

    2004, 142.

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    14/97

    22

    Jesús y los espíritus

    deuda en las parábolas de Jesús. S emejantes carencias no in

    dican que la población galilea desconociera la enfermedad y

    Ma deuda. Sólo indican que los evangelios son uno de los po

    cos documentos que incorpora información procedente de

    los estratos más hu mildes de la sociedad ga lilea

    is

    . 4.

    La escasez de datos contextuales'puede ser parcialmente

    compensada mediante dos estrategias com plementarias. La

    primera consiste en ampliar el radio del entorno sociocultu-

    ral que tomamos como contexto de la vida de Jesús, y la se

    gunda en hacer uso de la información que la antropología

    Cultural extrae de sociedades actuales aparentemente com

    parables con las sociedades antiguas. La tradición cultural

    judía de la época helenístico-romana comparte muchas cos-

    'tumbres, valores e instituciones sociales con el resto de las

    tradiciones culturales antiguas del entorno del Mediterrá

    n e o y el Próximo Oriente. Con m ucha probabilidad

      IR

     m a

    yor parte de los elementos comparrirl(v; qfí han Hifiínrlirln pnr

    este área geográfica a través de contactos humanos d irectos:

    emigraciones, fundación de colonias, conquistas, comercio,

    transporte de esclavos, etc.

    Pero incluso cuando no hay p ruebas claras de este tipo

    de contactos, es razonable pensar que, bajo condiciones de

    vida semejantes, distintos grupos hum anos han encontrado

    soluciones culturales semejantes. Así, por ejemplo, el tipo

    «de_arganización social conocido como «familia patriarcal»'

    ? parece haber surgido de forma jpdependiente en muchos

    ^puntos distintos de la tierra habitada como respuesta a los

    '  problemas demográficos asociados con la explotación agrí

    cola y la vida sedentaria. La antropología culturales una

    ciencia que intenta dilucidar las relaciones existentes entre

    las condiciones ecológicas, económicas y sociales de los

    grupos humanos, y los valores, conocimientos prácticos y

    15.   S. Freyne, Urban -RuralRelations in First-Century Galilee: Some

    Suggestions from Literary Sources,

      en S. Freyne,

     Gallee and the Gospel,

    Tübingen 2006

    45-58,

     aquí 45.

    Planteamiento y metodología 23

    creencias que orientan sus formas de vida. Esta aproxima

    ción ha permitido descubrir tipos generales de estructuras,

    dinamismos, funciones y procesos socioculturales vigentes

    u operativos en amplios conjuntos de grupos humanos y

    que no siempre pueden explicarse apelando a contactos o

    influencias

    16

    . Son lo que muchos autores denominan «con-.

    ceptos o modelos transculturales».

    Al contemplar con

    v

    rnkadaantropológicanos datos histó

    ricos disponibles sobre las sociedades antiguas del Medite

    rráneo y del Próximo O riente, podemos m uchas veces cons

    tatar que son coh erentes con algunos de esos tipos generales

    o m o d e l o s t r a n s c u lm r a l g s ^ c o n c r e t a m e n t e c o n c a s i t o d o s l o s

    que la antropología cultural ha construido a partir de datos '

    obtenidos en el estudio de poblaciones actuales dedicadas al

    cultivo no industriaron formas patriarcales de parentesco

    y formas de gobierno de orientación belicista. Esta circuns

    tancia nos permite trabajar con la hipótesis de que tales tipos*

    y modelos tamhién son aplicables a las sociedades antiguas

    del entorno mediterráneo y el Próximo O riente. La acepta-

    ^cion de esta/ffipotesis. 'además de facilitar la comprensión de

    fenómenos soFñomrhTrrales antiguos cuya observación direc

    ta nos está eviden temente vedada, cum ple la función'henri,»-

    tica de orientar las pesquisas de la investigación de una ma

    nera sistemática. Con mucha frecuencia, los tipos y modelos

    transculturales que la antropología cultural pone a nuestra

    disposición nos permiten descubrir relaciones entre datos

    documentales y/o arqueológicos que, juzgados desde la pers

    pectiva de nuestra cultura científica y postindu strial^parece-

    rían totalmente d esconectados. A su vez, estas relaciones nos

    ^yudan^Lreconstruirel^contextosociocultural en el que apa

    recieron los documentos y las estructuras materiales recupe

    radas por la arqueología.

    16.  I. M.

     Lewis,

      Ecstatic Religions,

      11-14 habla de tipologías trans

    culturales que posibilitan comparaciones interculturales significativas.

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    15/97

    24

    Jesús y los espíritus

    Este tipo de contexto sociocultural ampliado, en cuya re

    construcción .sslánjrnplicadQS no sólo datos histórico s, sino

    también ^rifíT"" de interpretación antropológica, constitu

    ye , a mi entender, el tipo de escenario frlnhal mác ad ema do

    ,para evaluar la plausibilidad histórica contextual de los tes

    timonios sobre Jesús. En concreto, la investigación sobre la

    posesión espiritual y la práctica exorcista en los evangelios

    difícilmente pod ría prescindir de los conceptos transcultura-

    les aplicados por los antropólogos a esta clase de fenóme

    nos, pues la extrañeza que ante ellos siente el exegeta mo

    derno obstaculiza el reconocimiento de su presencia en los

    textos y la correcta interpretación de los testimonios perti

    nentemente identificados. Así pues, el escenario global an

    tropológicamente interpretado que utilizaré en este estudio.

    incluye, además deffcontexto judíó^de Jesús al que se refiere^

    el criterio de plausibilidad contextual de Theissen. el.con-

    Jexto cultural de las poblaciones mediterráneas y orientales

    sometidas al influjo dé*la helenizacióri^y la,expansión roma-

    naf así como las claves interpretativas de los m odelos trans-

    culturales aplicados por la antropología a grupos humanos^

    actuales que viven en condiciones similares a las de estas_

    sociedades antiguas. El criterio de plausibilidad contextual

    que resulta de sustituir en el criterio de plausibilidad contex

    tual de Theissen el contexto judío por este escenario global

    antropológicamen te interpretado puede considerarsejurijErir

    terio de plausibilidad contextual ampHado^-jjf

    Algunos historiadores y exegetas han expresado dudas

    acerca de la legitimidad científica de aplicar conceptos, ca

    tegorías y modelos de la investigación antropológica actual

    a grupos humanos pertenecientes a un pasado lejano. Ac

    tuando de esta forma, ciertamente vamos más allá de lo que

    los puros datos documentales y arqueológicos atestiguan.-^

    Sin embargo, prescindir de la ayuda de la antropología no

    elimina el plus interpretativo que subyace a todas las re

    construcciones del pasado hechas desde el presente del in-

    Planteamiento y metodología 25

    vestigador. Lo único que sucede en este último caso es que

    el investigador utiliza de forma inconsciente y acrítica las

    claves interpretativas vigentes en su propia cultura. Dada la

    enorme distancia cultural existente entre las sociedades

    preindustriales y la nuestra, estas extrapolaciones interpre

    tativas espontáneas difícilmente se liberan de los más bur

    dos etnOCentrismOS. Por el rnn tr ar in ^p gt ii di n antrnpnjfS-

    gico de culturas preindustriales actuaLe^-nos-proporciona

    ^claves interpretativas más cercanas a jas sociedades antu

    via s que nu estros moderno s criterios fundados en una vi.-*

    sión científico-técnica de la realidad

    17 /

    -£ -

    _^* La conjunción de los criterios de incomodidad, testimo

    nio múltiple y plausibilidad contextual proporciona un con

    junto de condiciones que la mayoría de los exegetas consi

    dera fundamento suficiente para atribuir un alto grado de

    probabilidad histórica a los datos que las cumplen

    18

    . Los

    dos primeros criterios apelan a factores o elementos pre

    sentes en la tradición literaria que difícilmente podrían ser

    explicados sin el supuesto de la historicidad. Así, la multi

    plicidad de testimonios independientes sobre la actividad

    exorcista de Jesús y la transmisión cristiana de acusaciones

    graves contra él relacionadas con esta praxis serían incom

    prensibles si Jesús nunca hubiera hecho exorcismos. El ter

    cer criterio apela a la coherencia entre la información o los

    datos sobre Jesús transmitidos por un determinado testimo

    nio antiguo y el contexto sociocultural de este personaje;

    afirma que lo que ese testimonio nos dice sobre Jesús ha

    bría sido un mensaje significativo para cualquier persona

    de su entorno social.

    17.  B. J. Malina,  eXsogy la ayuda social: la utilización de las ciencias

    sociales en la interpretación del Nuevo Testamento,  en C. Bernabé-C. Gil

    (eds.),

     Reimaginando

      los orígenes del cristianismo, 117-139, 122, 126-130.

    18.

      Para una formulación abstracta y general de estas condiciones,

    véase el enunciado y la discusión del Criterio de plausibilidad de Theissen

    en G. Theissen-A. Merz,

     ElJesús histórico,

     139-146.

    26

    Jesús y los espíritus

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    16/97

    4.  Plan del libro

    El orden de mi exposición pretende ajustarse a las exi

    gencias de estos criterios de historicidad La prim era jarte

    del libro estará dedicada a lá*reconstrucción del contexto

    cultural en el que deben leerse los testimonios antiguos so

    bre posesiones y exorcismos'. En esta parte trataré am plia

    mente de los presupuestos culturales que dan sentido a la

    posesión espiritual y a la práctica exorcista, y presentaré los

    conceptos y modelos transculturales aplicados con éxito

    por la antropología al estudio de estos fenómenos. A conti

    nuación examinaré los testimonios evangélicos sobre la po

    sesión espiritual y la práctica exorcista en el movim iento de

    Jesús, con el fin de mostrar que cumplen las exigencias del

    criterio de plausibilidad contextual y las del criterio de inco

    modidad y/o del testimonio múltiple. Finalmente, propondré

    una hipótesis interpretativa global relativa al sentido y j j a

    función de estos fenómenos en el conjunto de la vida públi-if

    ca de Jesús. Esta hipótesis interpretativa, que deberá ser co

    herente tanto con el contexto como con los datos evangéli

    cos,

     intentará poner de relieve la posibilidad de que existan

    conexiones significativas importantes entre la posesión por

    espíritus y la práctica exorcista, y otros aspectos mejor co

    nocidos del movimiento de Jesús.

    PRIMERA PARTE

    MARCO ETNOLÓGICO PARA LA

    INTERPRETACIÓN DE LA POSESIÓN

    Y LA PRÁCTICA EXORCISTA EN EL

    ENTORNO CULTURAL DE JESÚS

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

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    MUNDOS CULTURALES

    DONDE LA POSESIÓN ES POSIBLE

    Una de las premisas sobre las que se fundamenta este es

    tudio sostiene que ^a posesión por espíritus es un fenómeno

    cultural. Como mostraré más adelante, esto implica que só

    lo es reconocible y significativa -sólo es posible- en el mar

    co de ciertas culturasf Si deseamos , pues, captar lo que la po

    sesión por espíritus significa para los grupos humanos que

    creen en ella, d.fhpremns Rdoptar |a p^rcp crth^   HP U antro

    pología cultural Por eso, este capítulo tratará de precisar la

    noción antropológica de cultura que informará las discusio

    nes posteriores y a reconstruir las características básicas que

    debe tener una cultura para que sea posible en ella el fenó

    meno de la posesión*

    \/ 1.

      Cultura

    Cultura es aquella parte o dimensión de la experiencia

    acumulada de un grupo hum ano que se origina en su inter

    acción creativa con el entorno vital y es compartida por to

    dos sus miembros

    1

    . Las técnjcas empipar ^ por un grupo

    humano y los productos de las mismas son evidentemente

    1. Esta definición y las reflexiones de todo el apartado se inspiran en

    P. L. Berger-T. Luckman n,  The Social Construction ofReality. A Treatise

    in the Sociology ofKnowledge,

      New York 1966.

    3

    Jesús y los espíritus

    Mundos culturales y posesión

    31

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    18/97

    cultura, pues elaboran lo dado en el entorno para transfor

    marlo en una realidad útil y significativa que introducirá

    novedades en la experiencia grupa del mun do. Nü_es_io

    mismo vivir en un mundo con campos de cultivo y rebaños

    de animales domésticos que en otro donde la comida sólo

    puede obtenerse deja caza y la recolección en el bosque.

    Sin embargofno todas las transformaciones culturales están

    tan directamente relacionadas con la dimensión física del

    entorno. Así, por ejemplo, el lenguaje con el que los miem

    bros de un grupo se comunican entre sí y conceptualizan el

    mundo en torno a ellos es también cultura, pues utiliza la

    capacidad articuladora de los órganos fonadores del ser hu

    mano para designar, representar y ordenar todos aquellos

    aspectos o elementos de la experiencia que son relevantes

    para la vida gru pal.

    La dyltura de un grupo humano es el conjunto de co-

    ' nocimieriTñf teóricos y prácticos compartidos que permiten

    a sus miembros interactuar de forma coherente entre si y

    pon el entorno incluye conocimientos acerca de cómo es el

    mundo, qué elementos, estructura y dinamismo posee, cómo

    funcionan las entidades o las partes que lo componen y có

    mo puede el hombre interaccionar con ellas y transformar

    las^ También incorpora conocim ientos acerca de la situación

    del ser humano y/o del grupo en ese mundo, de los distintos

    tipos de personas y de las posibles formas de relación in

    terpers onal I^Todas las culturas co nocid as tienen sistema s

    de valores íntimamente relacionados con sus conocimientos

    prácticos, unos sistemas que determinan tanto las metas de

    seables de la acción individual o grupal y las relaciones de

    prioridad que ¿eben regir pntre ellas íaxiologíaV como los

    criterios y las normas que definen la conducta correcta pa

    ra cada tipo de situación (moral).

    I  » El conocimiento q iltu ra lju ed e incluir propiedades, o

    ¡elementos que no son objeto directo de la experiencia huma

    b a , pero*cuya existencia*se induce a partir de los efectos q ue

    >

    t

    supuestamente producen en esa experiencia. Asi, por ejem

    plo,

      nuestra moderna cultura científica acepta la existencia

    de unas entidades a las que denominamos\partículas ele

    mentales» que nadie puede ver o tocar, pero que sirven para

    explicar fenómenos medibles o directamente observables.

    De manera análoga, muchas^culturas tradicionalesJacept;

    la existencia de entidades espiritualeAo sensibles cuya prd

    sencia supuestamente resulta reconocible gracias a los efec

    tos que de forma sistemática u ocasional producen sobre el

    mundo de los hom bres. Los presupuestos ^(criterios median-

    te los cuales un grupo hum ano interpreta determinadas expe

    riencias como efecto de entidades no directamente experi-

    mentables forman también parte de su conocimiento cultural/

    ' Así, aquellos grupos humanos que creen en la existencia de

    j espíritus capaces de po seer a las personas identifican ciertos

    [tipos de conducta como efectos inequívocos de posesión.

    Los conocimientos culturales pasan de une generación a

    otra gracias a la

    j

    jsociahzación primaria de los nuevos m iem

    bros del grupo. De esta forma, se va creando un cuerpo cre

    ciente de conocimientos^al que denominamos «tradición

    cultural», que acompaña y configura la vida del grupo a tra

    vés del tiempo. A pesar de su capacidad para configurar la

    continuidad del grupo, la tradición cultural es mucho más.

    que el producto de una acumulación pasiva de conocimien-<

    tos*Por una parte, cada individuo y cada generación asimi-^

    lan de forma creativa los conocimientos que les transmiten

    -

    ;

    sus mayores, seleccionando, com pletando y adaptando sus^

    contenidos de acuerdo con sus propias circunstancias. Por*

    otra, la ajoímmdad-de cualquier contenido concreto requie

    re la colaboración activa de la mayoría de los miembros del

    grupo. El conocimiento que no es frecuentemente corrobo-J

    rado por el comportamiento cotidiano de un número sufi-1

    ciente de individuos cae en el des crédito o en ef"óTvido v d e- ,

    ia-de-ser tradición cultural. Es, por tanto, evidente que la£¡

    '-

     transmisión cultural puede verse afectada tanto por cambios

     r

    32

    Jesús y los espíritus

    Mundos culturales y posesión

    33

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    19/97

    en las condiciones externas del grupo (crisis ecológicas,

    subordinación a otros gru pos, presiones m igratorias, etc.),

    como por resistencias e innovaciones internas'óriginadas en

    actitudes inconformistas de algunos de sus miembros indi

    viduales o colectivos sociales.

    • Lo normal es que lajradición cultural de cualquier grupo

    P hum ano sufícieritemente longevo §e_organÍ£e antes o des-

    j pues en u^s istem á de creencias* práctica^ y valores al que

    ? la sociologiattel conocimiento se refiere como*\ s cos mológ icos V

    técnicoscomo en el de su praxis política y moral.

    Evidentemente, las visiones del mundo nirnca_son tp-

    ^talmente completas.

    3

    tomo hemos señalado con anteriori-

    ' dad, las traniciorjes culturales-crecen y se modifican, de ahí

    i que las visiones del mundo que las integran no puedan por

    : menos que cambiar. No obstante, lo más habitual es que lo

    nuevo se incorpore a la visión del mundo vigente? respetan-  V\

    do las líneas básicas de su organización global y buscando  ~¡,

    mantener su coherencia interna. Cuando esto no es así, los "^'

    camb ios in troducid os pued en llegar a resqu ebrajar la_soli-\

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    20/97

    guien pueda optar voluntariamente por quitarse la vida

    2

    . Sin

    embargo, en la tradición cristiana occidental'*que también

    acepta la existencia de espíritus poseedores* sólo en circuns

    tanciasmuy-e§peciales se asocia el suicidio con la posesión?

    J¿   La(rx)sesión¿_es una variedad de una clase mucho más

    amplia de fenómenos culturales Que presuponen la existen

    cia de espíritus capaces de interaccionar con el mundo hu

    mano. Estos espíritus pueden ser concebidos de formas muv

    diversas según las diferentes culturas, aunque en todos los

    casos actúan como sustancias vivas, sutiles, fluidas y mol-

    deables que sólo son pe rceptibles de forma indirecta a través

    de sus efectos,s_Qbrg_eljaundo sensible " En m ucha s cultu ras,

    los espíritus se asemejan al aliento que respiran hombres y

    animales, y en el que supuestamente se aloja el principio que

    les da la vida. De aquí la idea de que rnorir no consiste sino

    en perder, expulsar o entregar ese espíritu vital. Esta concep

    ción aparece reflejada, p or ejemplo, en las descripciones qu e

    los evangelios de Juan y de Lucas nos ofrecen de la muerte

    de Jesús. Juan dice que «Jesús ... inclinado la cabeza entre

    gó el espíritu» (19,39). Lucas expresa esta misma idea a tra

    vés de las palabras del propio Jesús agonizante: «Padre, en

    tus manos entrego mi espíritu» (23 ,46).

    4g La semejanza entre la sustancia espiritual y el principio

    vital podría exp licar muchas de las tipologías de espíritus vi

    gentes en distintas culturas. No es, en efecto, infrecuente

    constatar que los_espkitus exhiben caracteres y comporta

    mientos muv parecidos a los de los seres vivos deJ_antornp?W.

    En este punto es preciso tener en cuenta quB las culturas pre-

    científicas suelen atribuir vida a muchas sustanciasf cuerpos

    o aspectos de la naturaleza que nosotros consideramos iner

    tes, como por ejemplo el mar, el aguaco rriente , el fuego, las

    2.  L. K. Suryani-G. D. Jensen, Trance a nd Possession in Bali. A Win-

    dow on  Western  Múltiple Personality, Possession Disorder, and Suicide,

    Oxford-Singapore-NewYork 1995, 3.

    , § vetas de minerales, el viento, los volcanes, las estrella s... in-¿

    "fc lus o el universo entero en su unidad. No resulta, pues, sor-¿

    © préndente que los espíritus del hosque de los manantiales o?

    Js de ciertos animales salvajes se cuenten a menudo entre las^

    *7 ^t jd a9 es espirituales conocidas por los pueblos cazadores y

    L

    ^recolectores.

      ,

    Generalmente los espíritus más importantes y podero-,

    sos son person ales^es decir, espíritus que se comportan de

    acuerdo con el repertorio de impulsos y motivaciones prop io

    de los seres humanos. Algunos de ellos son almas de perso

    nas muertas (héroes, santos, antepasados, individuos que han

    muerto prematuramente o que no han recibido los ritos fú

    nebres adecu ados, etc.); otros, las^formas espirimales

    /

    bajo

    las que los seres divinos, angélicos o demoniacos aparet^p

    cuando interaccionan con el mundo de los homh res.J.a po

    sibilidad de atribuir a los espíritus todas las variaciones y

    complejidades d e los caracteres hum anos permite hacer de

    ellos las causas explicativas de casi cu alquier tipo de-aconte

    cimiento o fenómeno

    3

     ..Los_espíritus de carácter ¿stable, sue

    len intervgnir_en el manteiumiento^deLi^rikil-CÓsrnTco yso-

    c jf ll m i f i g f a ^ _ £ U £ J O ¿ d e _ C a r á c t e 7 i n e S t a b l e O c a p r i c h o s o s p n

    causa de las irregularidades y los con flürtes^ '^

    La analogía entre el mundo vivo y el de los espíritus que

    detectamos en muchas culturas da también razón délas re

    laciones de poder que frecuentemente se postulan entre los

    distintos seres espirituales. Los espíritus más poderoso s, es

    decir, los que poseen m ayores y más variadas capacidades

    para dom inara los demás seres, suelen formar en torno a sí

    cortes o clientelas que se disputan o reparten el señorío so-

    3.

      Entre las tradiciones cultuales en las que más visiblemente se ma

    nifiesta la variedad de caracteres qu e pueden presentar los espíritus se en

    cuentra n lo s r.nltps He, rair.es afriranas surgidos en América por influjo de

    la población'negra esclavizada. Cf. A. Métraux,

     Le vaudu haitien,

      Paris

    1958,

     71-139; A. J. Raboteau,

     Slave Religión. The Invisible Institution in

    the Antebellum S outh, Oxford-New York 1978, 11-57; R. Bastide, Le can

    dombe de Bahia, Paris 2000.

    36 Jesús y los espíritus

    Mundos culturales y posesión 37

    http://rair.es/http://rair.es/http://rair.es/

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    21/97

    bre las distintas partes del universo. Esta concepción del

    *mundo espirituaraparece claramente reflejada en algunos

    textos de lá*tradición cultural israelita? como por ejemplo el

    - Salmo 89. en el que Yhwh es aclamado com o el ser más po

    deroso en los cielos, entre los hijos de los dioses (v.̂ 7), y se

    proclama su dominio sobre el mar, su victoria sobre el mons-

    • truo divino Rahab y sobre todos su s rivales (v. 10-11).

    En muchos casos, los criterios utilizados por un grupo

    humano ja ra distinguir v clasificar a los espíritus cuya exis

    tencia reconoce no se refieren tanto a la dimensión mo ral de

    sus acciones, cu anto a las características? grados v extensjón

    de los poderes que exhiben" Es decir, el''comportamiento de

    los espíritus'no es primariamente evaluado He acuerdo cpn

    1 criterios morales universales, sino en función de los efectos

    *v  beneficiosos o perjudiciales que ese comportamiento tiene

    sobre las personas y los grupos..Se da además por desconta

    ndo que los espíritus tienen gustos y necesidades que nor

    malmente procuran satisfacer utilizando todos los medios a

    su alcance, y entre esos medios están incluidas las personas

    que voluntaria o involuntariamente puedan cruzarse en su

    camino. Interesa, por tanto, a los seres humanos tener cono

    cimientos fiables acerca de los caracteres y comportamien

    tos típicos de las diferentes clases de espíritus, a fin de saber

    cómo evitar los contactos espirituales perjudiciales y cómo

    propiciar los beneficiosos.

    Como es obvio, el contacto o trato que una persona pue

    de tener con un espíritu depende básicamente de los impul

    sos o motivaciones que dirigen el comportamiento de este

    último o, dicho de otro modo, de la complejidad de su psi-

    quismof Los eapjritus más primitivos exhiben un rango muy

    limitado de comportamientos, generalmente asociados a un

    número también muy limitado de causas o situaciones típi

    cas. Aunque en algunos casos pjueden poseer fjif

    r7ag

      o ca

    pacidades extraordinarias, sus acciones son bastante prede-

    cibles y, por eso mismo, manipulables. Una persona con los

    conocimientos prácticos adecuados puede controlar en gran

    medida la acción He estos espíritus_de forma análoga a como

    un campesino controla la fuerza de sus buey es. Estas prácti

    cas,

      calificadas con mucha frecuencia de «magia» por ar

    queólogos e historiadores, estaban ampliamente extendidas

    en las sociedades antiguas y no eran en absoluto ajenas al

    mundo cultural hebreo. S abemos, en efecto, que entre las na

    ciones vecinas de Israel así como en muchos sectores de su

    propia población era frecuente el uso de amuletos'supuesta-

    mente capaces de impedir la aproximación de espíritus ma

    lignos. Uno de los tipos arqueológicamente mejor atestigua

    dos son unos artefactos de pequeño tamaño que representan

    al dios enano Res, de origen egipcio

    1

      La extraordinaria feal

    dad de este ser divino era especialmente valorada entre las

    mujeres, por cuanto se le atribuía la capacidad de espantar a

    los espíritus que agredían a los niños recién nacidos

    4

    .*

    Los^espíritus dotados de psiques complejas^parecidas a

    las de los animales superiores o a las de los seres hum anos

    no se deian manipular tan fácilmente. Con algunos de ellos,

    sin embargo, es posible tratar de forma análoga a como las

    personas se tratan entre sí. A estos espíritus se les puede

    amar, odiar, pedir, suplicar, alagar, amenazar, mentir, con

    vencer.?. En muchos casos incluso es posible negociar y es-

    tahlecerfpactos r.on ellos. .El Deu teronom io atestigua que

    los antepasados del pueblo judío ya conocían diversas for

    mas do^asociacjoi) entre personas y espíritus distintos de

    Yhw h. Á~si75fi las conden as reco gidas en Dt 18, 10-11 con

    tra los enemigos del pueblo que com eten abominaciones se

    menciona expresamente a quienes consultan espectros u

    oráculos y a quienes evocan a los muertos, es de cir(a indi

    viduos o especiahsías que tratan con diversos tipos de espí

    ritus para obtener información p rivilegiada. &.

    4.   C. Meyers, Households and Holiness. The Religious Culture ofls-

    raelite Women,

     M inneapolis 2005,

     31-33,

     43.

    38 Jesús y los espíritus

    Mundos culturales y posesión 39

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    22/97

    v

    3

    .  elaciones entre los espíritus y los grupos humanos: es-

    píritus

     centrales y periféricos

    En aquellas culturas que reconocen la existencia de es

    píritus, saber tratar con ellos resulta sumamente importante.

    j La mayoría de los grupos humanos pertenecientes a este ti

    po d e cultura s ma ntienen relacio nes p ositiv as sfilficjjvas_con_

    '\mo

      o varios espíritus poderosos a los que ofrecen ^ílt"

      ¡ \

    pambio de beneficios v protecc ión'A los espíritus así com

    prometidos con un grupo los denominaremos «espíritiis

    centrales» de ese grupo

    5

    . Los espíritus centrales de un gru

    po no tienen por qué ser centrales para otro. De hecho, lo

    más frecuente es que las_pueblos de una misma región re

    conozcan la existencia de un mismo conjunto de espíritus,^

    pero que cada uno adopte como espíritus centrales propios^

    un^subconjunto distinto de ese conjunto global.*Dado que la

    vecindad Ifuele ir aso ciada a la'rivalidad.'mo es raro q ue los

    espíritus protectores de un grupo sean vistos como espíritus

    malignos y peligrosos por los grupos vecinos. Éste es, por

    ejemplo, el caso de aquellos grupos judíos y cristianos que

    califican de «demonios» a los dioses paganos (Dt 32, 17;

    Sal 106, 37; 1 Cor 10, 20; Jubileos  1,11 .

    •*f Normalmente el papel de espíritu central es desempeña-

    ido por espíritus de carácter personal.Los espíritus de los

    '•• antepasados, héroes culturales y parientes m uertos ejercen

    con mucha frecuencia el papel de espíritus centrales. Este

    papel puede estar también encarnado por algunos dioses o

    semidioses especialmente ligados a la historia de los oríge

    nes del grupo. El ejemplo más cercano al tema de nuestro

    estudio es Yhwh, el dios que libera a los israelitas de la es

    clavitud a la que estaban sometidos en Egipto y los consti

    tuye como único pueblo de su propiedad. En este caso, el

    5.  Adopto la nomenclatura propuesta por I. M. Lewis, Ecstatic Reli-

    gions,  132ss.

    u

    dios protector no se limita a reclamar un tipo determinado

    de culto, sino que además exige ser el único obieto de culto

    del grupo al que protege/E s importante, sin embargo, tener

    en cuenta que el exclusivismo cultual (monolatría) exigido

    por Yhwh a Israel no niega^ino que, por el contrario, pre-

    supone la existencia de otros ¡dioses y otros espíritus. Entre

    los textos bíblicos que más claramente mencionan a otros

    'dioses junto a Yhwh^cabe destacar Dt¿2, 8ss; Sal_82, 1 y

    Sal 89, 6-9

    6

    . ""

    En muchas culturas no existe una diferenciación concep

    tual precisa e ntre la naturalez a espirifrial y la divina*F.n otras,

    como las religiones antiguas del entorno del Mediterráneo y

    el Próximo Oriente, sí parece existir, pero sólo es efectiva a

    nivel teóricofya queja acción de los dioses sobre el mundo •

    humano se realiza siempre bajo formas de naturaleza espiri

    tual o a través de espíritus intermediarios. Así, por ejemplo,

    Yhwh se man ifiesta como un a presencia personal invisible y

    poderosa o como una fuerza personificada en su Espíritu o

    en una figura angélica.

    T  .a r e la c ió n e n t r e un e s p í r i t i ) c e n t r a l V

     e l g r u p o h u m a n o

      .

    al que protege reproduce, en el ámbito d elJrato entre hom

    bres y espíritus, la relación social  de/patronazgo} entre un

    personaje poderoso y un grupo clienteTlorñrTociirreen to-

    das las relaciones voluntarias asimétricas, la parte superior

    tpatrón/'otorga de forma privilegiada a la parte inferior

    (cliente) algunas de las ventajas que controla. A cambio, el

    cliente tiene la obligación m oral de honrar públicamente &i

    su patrón v darle un apovo incondicjona|

    7

      El patronazgo

    6. Para un estudio exhaustivo der̂ jóEíeJgrnj) 'S ól it a basa do en datos

    arqueológicos de tipo iconográfico, cf~0. Keel-C. Uehlinger,  Gods, God-

    desses, and Images ofGod inAncient Israel,  Minneapolis 1998, 177-191.

    También K. van der Toorn, God (I), en K. van der Toorn-B. Becking-P. W.

    van der Horst, Dictionary ofDeities and Demons in the Bible, Leiden-New

    York-Kóln 1995, 666-692, espec. 689.

    7. B. J. Malina,

     Patrón and

     Client.

      TheAnalogy Behind Synoptic Theo-

    logy:

      Foundations & Facets Forum

     4.1

      (1988) 1-32.

    40

    Jesús y los espíritus

    Mundos culturales y posesión 41

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    23/97

    ^ejercido en favor de un grupo diéntense diferencia del ejerci

    do en favor de un cliente individual en que los privilegios

    /concedidos por el patrón deben estar destinados a servir al

    ''bien común del grupo?y no solamente a unos cuantos miem

    bros del mismo

    8

    . El patrón de un grupo debe, pues, conocer

    y promocionar la noción de bien común vigente en el grupo

    que protege; dicho en otras palabras, jghpi estar cnmpgime-

    tido con la moral interna del mismo.

    $s   El compromiso de urfespíritu central con el bien de su

    grupo cliente le conviertyen guardián» y  legitimador supra-

    humano de los valores y criterios de comportamiento co

    rrecto que cohesionan y estabilizan la vida social. Su papel

    de protector le obliga a defender al gn iP"* '

    1

    " sólo frente a

    sus enemigos ex ternas, sino también frente a los internos, es

    decir, frente a aquellos de sus miemb ros que desp recian, re

    chazan o contravienen aspectos fundamentales de la moral

    grupal. Los espíritus centrales utilizatCsiig, podéis extraor

    dinarios para retribuir con premios o castigos la conducta

    moral de los individuos, sobre todo aquellos aspectos de la

    misma que escapan a la acción de las instancias judiciales.

    , En algunas circunstancias excepcionales los espíritus

    'centrales pueden permitirse castigar al grupo entero. Los

    "castigos colectivos más habituales se manifiestan en forma

    ?ie sequías, hambrunas, pestes, plagas, terremotos, agresio

    nes militares... Cuando el grupo sufre este tipo de catástro

    fes, sus miembros no pueden por menos que preguntarse

    cuáles han sido las razones que han provocado el castigo?^-

    Con la ayuda de las inteir>retaciones_eruditas'ofrecidas por

    los especialistas religiosos o de las denuncias hechas públi

    cas por personajes carismáticos. el grupo se esfuerza po r de

    tectar el origen de su falta para corregirla. Lo m ás frecuente

    e s q u e s e e n c u e n t r e e n n e g l i g e n c i a s c i ] l t u a 1 e s '

      r

    e n l a in t ro -

    8.  S. J. Joubert, One Form ofSocial Exchange or Two? «Euergetism», Pa-

    tronage andTestament

     Studies:

     BiblicalTheology Bulletin31.1 (2001) 17-36.

    ducción de prácticas incompatibles con (a tradjciofcp en la

    corrupción de personas con cargos de responsabilidad. La

    identificación del tipo de falta en cada caso concreto puede

    enfrentar grupos de interés y dar lugar a cambios importan-1

    ;o. De forma general es posible afirmar que la

    cultural de las catástrofes colectivas en térjnj-

    nos de castigos enviados por los espíritus centrales ofrece

    oportunidades para la^ xpres ión de la crítica interna y el des-

    contento^Ei emplos claros de este tipo de dinám ica son las

    "acusac iones y rondenas^o raculares que los profetas de Israel

    pronuncian contra el pueblo o sus dirigentes en d.jvpr

  • 8/16/2019 Jesús y Los Espíritus. Aproximación Antropológica a La Práctica Exorcista de Jesús. Ed. Sigueme. Esther Pericás

    24/97

    castigo grupal enviado por los espíritus centrales. Laexlkpa-

    ción de los acusados^irve, supuestamente, para que el grupo

    ^se congracie con sus espíritus protectores.

    i  Estud ios Históricos y etnográfico s 'indican que una de

    \  las configuraciones más frecuentes de la relación patrón-

    ^cliente entre espíritus centrales y grupos humanos es el cul

    to a los antepasados. Los^espíritus de los antepasados muer-

    ¡tos protegen y aseguran la prosperidad de sus sucesores,

    quienes a cambio les honran con ofrendas y ritos periódicos

    en santuarios locales o en sus propias jürmias,. Dichos es

    píritu? velan por el mantenimien to de las costumbres tra-

    dicionales de la familia o del clan, castigando con enfer

    medades y desgracias a quienes las transgreden o ignoran.

    .E st a configuración se halla muy arraigada en casi todas las

    culturas africanas actuales

    10

    , y parece ser el origen de mu

    chos de los cultos ofrecidos por las antiguas ciudades-esta

    do me sopo támica s a los antppa.sadfts dHfiní)rins_d° las di

    nastías reales "fln clus o no es impensable que la expresión

    dios de nuestros padre s»f antas veces aplicada al Dios

    de Israel, indique precisamente un origen semejante. Según

    ^LSm  28,_3, en épeea-del rey Saúl existían en Israel o las po

    blaciones de su^fltprnojpersQjias poseídas por espíritus de

    familiares o antepasados difuntos-ELvahwismo militante

    intentó siempré^suprimir estas manifestaciones de posesión

    espirituaf*por considerarlas una forma de idolat»^ pero las

    reiteradas expresiones de condena que encontramos en sus

    ?  escritos fundacionales demuestran que nunca consiguió eli-

    *7minarlas del todo

    12

    .

    10. Véase la colección de etnografías africanas recogidas en

     J Beat-

    tie-J. Middleton (eds.), Spirit Mediumship in África,  London 1969.

    11.  K. van der Toorn, Family Religión in Babylonia, Syria and

     Israel.

    Continuity an d Change in the Forms ofReligious Life,

     Leiden 1996,

     66-93.

    12.

      El término hebreo que las biblias en castellano suelen traducir por

    «nigromante» significa exac tamente «el que tiene un espíritu familiar o de

    un antepasa do». Aparte de 1 Sm 28, cf. Lev 19, 31; 20, 6.27; Dt 18, 11;

    1 Cr 10,

     1 3;

     2 Cr

     3 3,

      10;

      Is 8, 19;

      19,

     3 ;

     2 Re

     2 1,

     26.

    La función de r£írihu£ión_rjueden ejercerla los espíritus .

    centrales interviniendo personalmente^en el m undo h uma-

    no ord ena nd o a algún espíritu subordinado que lo haga o,(

    simplemente, retirando su protección de los culpables a fin '

    de que sean vulnerables frente a cualquier entidad espiritual

    agresiva u otra fuerza destructora.

    En este tipo de contextos culturales, la oposición con

    ceptual entre los espíritus centrales de un grupo y los que no

    lo son tiene tal relevancia que conviene utilizar también pa

    ra estos últimos una terminología precisa.'Por ello, siguien-  <

    do a Lewis. denominaremos «espíritus periféricos» respec-

      (

    to a un grupo a aquellos queVio están comprometidos conr

    el bien del grupo? Un

      p g

    p

    i

    '

    r i t

    "

      pf

    *ntrñl tf" sólo se permite

    perjudicar al grupo, o a algunos de sus miembros, cuando

    se merecen un castigo por contravenir algún criterio grupal

    de comportamiento correcto. Un^sjjíriru^eriíe^ico, en cam

    bio, agrede indiscriminadamente a cualquier persona en

    cualquier momento, sin tener en cuenta su comportamiento

    moral. Como se pone de manifiesto en las definiciones, los

    £djetivo$)«'7*nrra 1».y «periférico» no expresan característi-

    casTa&Sühitas de los espíritus, sino^actitucT^especto a un*;

    grupo humano concreto. De hecho, es muy frecuente que

    los espíritus centrales déun grupo actúen como espíritus pe

    riféricos de los grupos rivales.

    Para cada grupo, sus^espíritus centrales son espíritus

    morales, puespoñen su poder sobrehumano al servicio de

    la moral grupal, premiando a quienes la respetan y casti

    gando a quienes la violan. Sus

    N

    espíritus periféricos s on, sin

    embargo, amorales o inmorales, pues actúan de forma ca

    prichosa o malvada, sin que pueda establecerse correlación

    alguna entre los efectos que producen y la conducta de las

    personas afectadas.

    44

    Jesús y los espíritus

    Mundos culturales y posesión

    45

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    r

     formas de desorden que ni siquiera la más perfecta ad hesión

    a la moral grupal consigue controlar

    13

    . Por muy eficaz y ar

    moniosamente que funcione una sociedad humana, por fie

    les que sean todos sus miembros a los valores, normas y

    costumbres que cohesionan al grupo, las_desgTacias perso-

    SViales y colectivas frustran en el momento menos pensado

    las vidas de sus gentes. Accidentes, epidemias, abortos, se-

    >

     quías, muertes infantiles, etc. Tfl ra?nn de todo esto es tan

    j  jnrnmpn'nfíiblo o incuntrnlnhlr rnmo el mprir ho mnlrnrn

    • ln He Ins espíritus periféricos, que pueden aprovechar cual-

    J quier debilidad o negligencia por parte de los espíritus pro-

    1

     tectores del grupo para cebarse en sus miernbros. No es, por

    ,  tanto, de extrañar que en épocas de/Cnsi&jeuando el sufri

    miento desborda las expectativas hafetftíSíes de las personas,

    crezca la ansiedad de la gente respecto a todo tipo de posi

    bles o^supuestas manifestaciones espirituales? Éste parece

    haber sido el caso de las «epidemias de posesión ^qu e azo

    taron periódicamente Europa durante la Edad Media, coinci-

    íüiendo precisamente con las grandes pestes y hambrunas

    14

    , y

    no parece desencaminado pensar que la gran afluenciaae po

    sesos en toma^esús\reseñatfa"poT-kis evangelios sinópticos

    sea el reflejo de~i»a^jfláación_so&i^£^Qnóm ica o cultural de

    crisis en la Galilea del siglo T HrTsfiÍTRstsr-podernos decir que

    el carácter caprichoso o malvado de los espíritus periféricos

    intenta explicar, aunque sea de forma sencilla y sólo a nivel

    grupal, eĵ gran problema del mal: ¿por qué hay personas hon

    dadas y comprometidas que sufren, mientras que otras egoís

    tas y malvadas gozan de una existencia feliz?

    13.   El islam más puro reconoce que  losjin,  espíritus caprichosos, son

    una de las tres fuentes del mal, al lado de la naturaleza y del propio ser hu

    mano (El Corán, suras CXIII y CXIV).

    14.  G. Rosen, Dance Frenzies, Demonio Possession, Revival Move-

    ments and Similar So -Called Psychic Epidemics. An Interpretation, en B.

    P.

     Levack (ed.),

     Possession and Exorcism,

     New York-London 1992, 219-

    250; D. E. Oakman, Rulers 'Houses, Thieves, and Usurpers.

     The

     Beelzebul

    Pericope:

     Forum 4 (1988) 109-123.

    Cuando las desgracias_afectan a todo el grupo y parecen «

    proceder del exterior, la distinción entre espíritus centrales*V

    y periféricos puede concebirse como un antagonismo de- \

    clarado entre? espíritus protectores y espíritus enem igos.' Sv

    el desarrollo de los acontecimientos demuestra que los últi

    mos prevalecen sobre los primeros, es probable que algunos

    miembros o colectivos del grupo intenten ganarse su favor,

    ^haciéndoles un hueco en el panteón tradicional^dedicándo-

    les algún tipo de culto o incluso, en casos ex tremos, adop

    tándoles como dioses centrales. La historia y la antropolo

    gía demuestran que los cambios más o menos explícitos de

    ^alianzas religiosa^son relativamente frecuentes en grupos

    sometidos a las influencias colonizadoras de pueblos más

      v

    fuertes, exitosos o agresivos. Pero también hay grupos j u e

    se niegan a abandonar sus espíritus protectores tradiciona

    les -co n los valores y la concepción del bien común que re

    prese ntan- y optan jx>r elabor auínajás ión-du alista del ser

    capaz de expl 'carjas desgracias y antagonismos deljre-

    sente. Lo/'dualismos^religiosos elevan la moral intragrupal

    y su concep^giúii dtfbien común a la categoría de Bien ab

    soluto, al que oponen como Mal absoluto^todos los com- •

    portamientosjy. valores que entran en ,conflicto con ellas. La

    ,t realidad jespiritualtambién se divide en dos bandos antagó-

    l  nicos: los espíritus buenos, que son, como cabía esperar, los

    b patrones del grupof defensores de la moral grupal elevada

    : al nivel de mo ral abso luta, y los.£Sj)írjJxis^nalos, que se ca-

    ) racterizan por agredir a cuantos acatan y defienden esa mo-

    ral,*y por apoyar a quienes la transgreden. De este modo, el

    o bien y el mal se enfrentan y juc ha n po r el domin io sobre_

    7

    - el cosmos tanto en el plano humano de la ética y la política

    £ como en el plano espiritual.

    r La mayoría de  los  .sistemas dualistas no se conformanc,

    con explicar a los «buenos» el origen de sus sufrimientosi

    presentes, sino que también pretenden ofrecerles razones^

    para la esperanza. Esta esperanza no es otra que la del triun-

    1

    46

    Jesús y los espíritus

    Mundos culturales y posesión 4 7

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    fo final del Bien absoluto sobre el mal. Las diversas mane

    ras de concebiresétriunfojahal están íntimamente ligadas

    a la imag en que las diversas c ulturas tienen acerca_de_Jaj;e-

    lación entre el mund o habitado por los homb res v la reali

    dad espiritual'

    5

    . La mayoría de ellas incluye un proceso de

    evaluación

     o

      juicio moral que da lugar a uníseparación'es-

    pacial, temporal y/u ontológica entre buenos y m alos. Esta

    ^separación va seguida o supone por sí misma la salvación

    de los primeros y el rechazo, condenación o aniquilación de

    los segundos.

    (  A.  Posesiones positivas y posesiones negativas

    En las culturas que aceptan la existencia de esp íritu sja

    posesión es una de las posibles formas qu ejevis te lajnter-

    acción'entre los seres espiritualesxjos serssJiurnanQSjDe

    acuerdo con la definición antropológica ampliamente fe

    nómeno que he expuesto en el capítulo 1, Jaygpsesión^es.

    urajnterprelación cultural desiertos estados o conductas

    > personales q "

    p

    . sinri" •'"^ohpx^ntes^conjo que la sociedad

    esperajel_sujeto_¿nJ4, vida cotidianajsg. atribuyen_aja  j Q -

    ción ejercida^gbre él por jügú nes píritu . Esta acción puede

    limita r o impedir el funcionamiento adecuado de órganos y

    miembros del cuerpo, o puede forzar o promover determi

    nados tipos de actitudes y co mportamientos.

    En todos los casos^o que caracteriza a  la .posesión es

    q u e e l s u je to n o p arec e . con tr o lar .p len ame n te s u rn mp o rtq -

    miento_y, por tanto, su^ejM£rno_social_no lepugíle_hacer_[es-

    ponsable de todo cuanto hace o dice, ni de las deficiencias

    15.  Para las concepciones judía s, cf. M. Reiser, Jesús and Judgment.

    The Eschatological Proclamation in Its Jewish Context,  Minneapolis

    1997,

     26-1 63; J. J. Collins, The Apocalyptic Imagination. An Introduction

    to

     Jewish

     Apocalyptic Literature, Grand Rapids-Cambridge UK 1998, 12-

    14,

     23-39.

    en el cumplimiento de sus funciones sociales. El responsa- <

    ble de su falta de controfy de las disrupciones que ésta o ca -'

    siona en el funcionamiento normal de la sociedades el espí

    ritu que le posee. En principio, nadie puede responsabilizar/

    al^profeta poseído por Yhwtí*de las amenazas que dirige

    contra las élites goberna ntes, nadie puede reprochar a un en

    demoniado andar desnudo entre las tumbas y agredir a los

    viandantes, nadie puede exigir a aquel a quien un espíritu

    sujeta en una'posición encorvada que realice eficientemen

    te un trabajo físico. Evidentemente, todos los grupos huma

    nos que creen en la existencia de espíritus poseedores admi

    ten que existen casos de personas que parecen o que fingen

    estar poseídas sin estarloÍTal posibilidad se tiene siempre en

    cuenta a la hora de diagnosticar los casos concretos, pero no

    tiene por qué poner en duda la realidad del fenómeno.

    Las investigaciones antropológicas e históricas realiza

    das en este tipo de gru pos indican que_el fenómeno de la po

    sesión espiritual tiene siempre un carácter ambivalente y am

    big ua Dicho en otras palabras, hay posesiones que el grupo

    considera^deseables y beneficiosas?v otras que cree*perjndi-

    cialesfpero n o siempre es posible hacer desde el principio un

    diagnóstico claro y definitivo. En todo este escrito califica

    ré a las primeras como «positivas» y a las segundas como

    «negativas», consciente de que esta calificación no es abso

    luta, sino que depende del_grupo o colectivo social que se

    pronuncia sobre cada caso de posesión y de la evolución del

    comportamiento del poseso a lo largo del tiempo.

    Entre las posesionesjgositiva^ más claras están las pose

    siones porespíritns centrafeTRnTontextos de culto? A través

    de ellas los espíritus patrones se hacen presentes en m edio

    del .grupo gliente asegurándole su cercanía y protección.^

    Dependiendodeflas culturas y de los contextos rituales, la \

    posesión puede afectar a cualquier participante, estar reser- /

    vada a un sector de iniciados o ser privilegio exclusivo del

    celebrante. En algunos casos, los participantes poseídos se

    48

    Jesús y los espíritus

    Mundos culturales y posesión

    49

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    convierten  ^médiums  ajravé.s..de los cuale sJiab la-o-ac túa

    el espíritu; en otros, en tran en trance., tienen visiones o pro

    fieren los típicos sonidos articulados quejos-hisípriadores

    de la religión denominan genéricam efjtg^glosolalia»)E n la

    literatura bíblica encontramos ejemplos de esta llas e de fe

    nómenos entre los grupos de profetas que rodean a Samuel

    (1 Sm 9. 5-13). Los ejemplos neotestamentarios más claros

    los constituyen la posesión colectiva por el Espíritu Santo'el

    día de Pentecostés, descrita en el libro de los Hechos (2, 1-

    13)

    16

    ,

     y las referencias de Pablo a los fenómenos carismáti-

    cos que parecen haberse manifestado de forma habitual en

    Jlas celebraciones comunitarias de varias iglesias ti Cor 12-

    : 14; Gal 4, 6 ). Como era de esperar, las posesiónennos ti vas

    ;se atribuyen generalmente a espíritus centrajgs._s§^cli\ a

    1

      espíritus comprometidos con el bien del grupo. Cuando

    un espíritu desconocido o previamente considerado perifé

    rico se manifiesta m ediante^posesiones beneficiosas''él gru-

    £po termina casi siempre p or adop tarlo e incluirlo en su pan

    te ón de espíritus centrales.

    •— . Las posesione^snegativas rnás frecuentes son las que

    producen sufrimientos^ físicos o jsí qu ico s/e n quienes las

    jgadecen, cf alteran de tal m odo sus conductas''que éstos se

    vuelven incapaces de ejercer adecuadamente sus roles y

    fundon es sociales^ Las