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José Luis Fernández González 1º ESO B Fundación Vedruna

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José Luis Fernández González 1º ESO B Fundación Vedruna

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Cuando a Pablo un niño de once años que vivía en Asturias le preguntó su madre que le parecía si trajeran a un niño del Sahara para pasar el verano.

Cada vez estaba mas contento con la idea de tener un amigo saharaui con él, el verano iba a ser distinto, podrían dormir en el observatorio de la panera y descubrir las estrellas y etc, etc.

La noticia mas dolorosa para él fue cuando se enteró que no sería un niño el que vendría sino una niña.

Su madre pensó que podía pasar un verano muy bueno y le haría disfrutar de cosas que ellos allí no tienen. Su padre le explico que tuvieron que abandonar el país y todo lo que les dieron fue un trozo desierto en Argelia.

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Así se llamaba, NAISMA FADEL de diez años. Él estaba enfadado porque era una niña y sus padres le explicaron que en este viaje venían mas niñas que niños, que ellos sacaban a un niño de los campamentos de refugiados durante el verano y le daban la oportunidad de tener durante dos meses lo que el tenía durante doce. Solo estaba preocupado por donde iba a dormir. En el cole había presumido de que iba a tener un hermano saharaui, ya no quería decir nada porque le daba vergüenza y rabia que fuese una hermana.

Naisma llegó y fueron a esperarla al aeropuerto, A Pablo le sorprendía cuando los españoles lloraban al abrazar a los niños, su madre le explicó que habían venido otros años y que lloraban de emoción por volverse a ver. Cuando escuchó su apellido, miró a la niña que estaba apoyada en las rodillas del saharaui,

Su sonrisa era blanquísima, su pelo estaba recogido y tenía reflejos rojizos, era pequeña y delgada. Cuando su madre se la presentó le dio un beso en la mejilla. Naísma hablaba español. Se montaron en el coche y se fueron directamente a la playa. Ella en el coche lo miraba todo, al llegar a la casa se quedo asombrada y Pablo se marchó corriendo porque no quería jugar con ella.

Se quedó dormida por el cansancio del viaje. El padre le contó a Ana, la madre, que Naísma estaba enferma y que era mejor haberla traído directamente a Veredas ya que tiene una rara enfermedad y podía ponerse peor o desaparecer esta enfermedad sin dejar rastro, pero la madre de Pablo lucharía contra eso dándole felicidad, toda la que pudiera

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Pablo desaparecía siempre, ella jugaba con la primas de él o se marchaba a casa de ellas. Naísma era feliz, disfrutaba de las cosas más sencillas y más bellas, era una niña maravillosa, A Ana le sorprendía que tuviera una educación tan equilibrada, ya que era muy respetuosa y siempre estaba al servicio de los demás, viniendo de un campamento de refugiados y de una cultura musulmana. Se preguntaba si los equivocados éramos nosotros por los perjuicios sobre todo lo relacionado con los árabes.

Cuando iban a la playa, Pablo no tenía más remedio que jugar con ella, pero a él no le importaba bañarse con Naísma, porque pasarlo bien en compañía de una niña era una experiencia nueva para él. Las olas eran el juego preferido de ella. Jugaban en la arena, y Pablo le preguntaba que ¿como era la arena del Sahara?. Ella le decía que no había arena en el Mojaya. Este era el campamento, allí hay tierra, la arena la lleva el viento, está en todos sitios, pero no está en ninguno. Pablo no podía imaginarse como era el lugar. Hay una dunas en otros campamentos, ella era del campamento de Smara, en este lugar no hay palmeras, Pablo estaba muy interesado en saber como eran las dunas y ella le decía son blancas, enormes, suaves, dulces, son tan grandes que tapan el sol cuando estás delante de ella y esconden un misterio muy grande, grandísimo. Pablo quería saber que misterio era ese y ella le dijo es un secreto.

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Poco a poco Pablo fue haciendo todo lo posible para ganarse a Naísma y poder saber su secreto. El secreto de la duna del Sahara. Jugaba con ella y fue descubriendo que era muy interesante. Él también tenía un lugar muy importante, que era la panera donde tenía un gran telescopio con el que podía ver las estrellas toda la noche, leer libros y jugar. En ese lugar no dejaba entrar a nadie que el no quisiera a no ser que su padre lo forzara.

Un día invitó a Naisma a la panera y entre los dos la arreglaron, la pintaron y jugaron, porque según el, iba a ver una fiesta de gente pequeña (duendes), de duendes del espacio, piratas, monstruos y dinosaurios duendes. Cuando llego la noche la invitó a mirar por el telescopio, ella era feliz porque por fin iba a poder ver las estrellas y la luna.

A Pablo empezó a sentir a Naisma como una amiga. Ella le explico el significado de su nombre “pequeña estrella”. Durante una hora viajó por el cielo, galaxias, planetas, grupos de estrellas, cúmulos..... era feliz.

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Igual que Naísma tenía un significado, ella quería saber si Pablo lo tenía, pero este no lo sabía. Estuvieron hablando y riendo los dos en el porche. Se marcharon a la playa y estando allí le habló del Sahara y su secreto. El Sahara es el hermano del mar, antes había mar y barcas y pescadores, pero los campamentos no. Solo existe el mar de la memoria de los abuelos y la imaginación de los niños.

La hammada, el trozo de desierto que les habían dado, estaba a muchos kilómetros de su verdadera patria, era tierra estéril, mala y cruel.

Pablo insistía en saber el secreto de Naísma y esta le hizo prometer que no se lo diría a nadie. Pero a nadie.

Naísma le dijo que era un tesoro. ¿Un tesoro? preguntó Pablo, sí, en la duna hay un tesoro escondido, un tesoro de plata.

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Pablo se sintió fatal cuando le dijo lo del tesoro, creía que había estado perdiendo el tiempo con ella. Se dijo ¿Por qué estaría yo hablando de bobadas con una niña?

Naísma se quedó mirándolo y le contó que tenía una tía llamada Magalis y que ella era un guessena. Esto significa que adivina las cosas, los secretos. Ella mira a tus ojos y ve tu futuro.

Pablo muy interesado le preguntó que si a ella le había adivinado el suyo y ella decía que a ella solo la acariciaba y no decía nada, cosa que no hacía con el resto de sus hermanos y primos. Ella siempre me mira triste.

Naisma empezó a contarle que hace muchos años en el Sahara había un pueblo antiguo y misterioso llamado “los gigantes de la luna”. Eran hombres de dos metros y de ellos no quedan nada, solo sus tumbas. Ellos embarcaron todos sus riquezas y huyeron del desierto. Nunca se supo de ellos. El barco quedó en medio del desierto y la arena lo fue cubriendo. Y así se formó la gran duna del Tinduf, el gerd. La duna se mueve por el desierto, esperando a que los gigantes de la luna vuelvan un día por el. Eso es lo que me dijo Magalis. Ahora ya lo sabes le dijo Naisma

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El tiempo se estropeó y empezaron las Fiestas y verbenas del pueblo. Pablo no quería ir y Naísma se iba con la primas de él. La veía a ella como a una chica guapísima y sorprendente.

Jugaron en la Playa con Samuel el amigo de Pablo, todas las mañanas. Paseaban por la costa, contemplaban atardeceres de nubes, daban caminatas por los Montes, visitaron iglesias y catedrales. Pablo no le habló a Samuel nunca de su secreto con Naísma.

El se iba a su observatorio a leer. Una noche Naísma le preguntó si podía entrar y estuvieron leyendo libros. Así estuvieron todas las noches hasta una semana antes de que regresara ella a su campamento. Naísma la ultima noche le dijo que él algún día vería sus estrellas y se daría cuenta de algo muy importante. Pablo no le entendió, pero pensó que algún día lo entendería

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Naísma se puso enferma una semana antes de irse. El medico iba a casa y visitaban mucho el Hospital. Pablo no se atrevía a preguntar que estaba pasando y tampoco le decían nada. Una vez al día su madre lo acompaña a ver a Naísma. Era una sombra . Su madre le pidió que no la hiciera hablar. Él solo se limitaba a mirarla. Le cogió la mano y notó los latidos de ella. Cuando se fue, Pablo lloró en su cuarto, y no entendía su llanto.

La enfermedad de Naisma se fué igual que vino y todos se alegraron muchisimo. Quedaba solo un día para que ella se marchara y ella le propuso que fuera a los campamentos en invierno. Así verás mis estrellas y te daras cuenta de algo muy importante. El quería que ella volviera al año siguiente.

Ella le pidió a Camilo que por favor fueran en invierno al campamento. Cuando el avión se marchó, Pablo recordó el verano, los sueños, el observatorio, los gigantes de la luna, los camellos. Cada vez que pensaba ella, recordaba todo esto y pensaba que el proximo verano la volvería a ver......

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Pasa el tiempo y deciden ir a verla. Aquello no era como él lo había imaginado. Pablo no entendía porque los padres habían cambiado de opinión sobre ir a verla. En el autobús se le cruzaban camiones con niños saharauis, Pablo levantaba la mano para saludarles.

De pronto aparece Smara, llena de tiendas de campaña enormes, de edificios de adobe, jaulas de hierro y alambres....Pablo no podía creer que allí viviera su vieja amiga. La tienda de campaña donde vivía Naísma era preciosa por dentro, estaban llenas de sabanas de colores y cojines. El suelo estaba lleno de Alfombras, parecía un palacio oriental. Naísma estaba allí. Había vuelto a caer enferma. Le dio mucha alegría cuando vio a Pablo. Hablaban del verano, los libros que habían leído, de todo. .

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Esa misma noche Pablo conoció a Magalis, una chica joven y guapa. No era una bruja como el pensaba. Ella le comentó a los padres de Pablo que mañana había una excursión a la duna de Ausserd y les pidió que dejaran ir a Pablo.

Pablo intentaba dormirse pero no podía y escuchó a alguien cantar y salió a dar una vuelta para despejarse. Fuera las Jaimas parecían nevadas. Cuando regresaban se encontró con Naísma. Le preguntó que hacía fuera, y le dijo que salia por las noches para poder ver las estrellas sin que nadie se enterara. Se sentaron a lado de un anciano que cantaba una melodía. Le preguntó si era una canción y ella le dijo que no, solo estaba dando las gracias a la noche por enviar la Luna, al sol que vendrá mañana, a la hierva y a la vida.

A la mañana siguiente, cuando se dirigía al camión que los iba a llevar a la duna, Magalis le regaló un turbante negro y le dijo que la duna es de los gigantes, que tuviera cuidado con ellos.

Pablo disfrutó contemplando la enorme superficie de arena.

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En medio de esa soledad pensó que donde estaría el barco, sacó su vaso de te y empezó a excavar. Estaba fatigado y hambriento. Se hizo de noche y empezó a echar de menos a sus padres y deseo que todo fuera un sueño. Quería volver y empezó a llorar. De pronto escuchó unas voces que le llamaban, se pensó que eran los gigantes de luna que iban a por el. Era el conductor del autobús que se había dado cuenta de que faltaba. Le preguntó que hacía y el le contesto, que buscaba el tesoro. Le explicó todo sobre los gigantes, el barco, etc....Le dijo aquí no hay riquezas, ese tesoro es el cielo, el cielo parece un verdadero mar de plata por todas las estrellas que había en el . Pablo comprendió.

Pablo esperó la hora de que todos se fueran y el se quedó tumbado, y cuando oyó el motor del camión se ocultó tras un pequeño escalón de la duna apoyando la cabeza envuelta en su turbante en la arena. No había nadie. Contempló la duna pensando que de ella, saldría el barco enterrado con el que había soñado y que Naísma le había contado

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Ahora Pablo entendió que sí había visto las estrellas de Naísma. El conductor le dijo ahora ya compartes el secreto con la guessena, con la pequeña, conmigo y también con los gigantes de la luna. Tu ya eres uno de ellos, para siempre. Te llamarás Hilialyin, lo bautizó con arena.

Pablo preguntó ¿Existieron los gigantes? Sí, existieron hace mucho tiempo. ¿Y el Barco de Plata?, leyendas.....pero que pequeño puede parecer un gigante de la luna, si lo miras de cerca. ¿verdad?.

Pablo comprendió todo y se dio cuenta de que Naísma se estaba muriendo, y que el iba a hacer lo imposible por salvar la vida de ella y ayudar a todos los saharauis.

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Me ha parecido un libro bastante interesante y muy bonito. Con esta historia me he dado cuenta que los niños del Sahara no viven con tantas cosas materiales como nosotros, solo necesitan de su imaginación y de las cosas que les rodean para jugar.

También me ha enseñado que si alguna vez mi familia adoptara por un verano a un saharaui me daría igual si fuera niño o niña, ya que podía hacer con cualquier cosa o juego, independientemente de su sexo.

Me gustaría como a Pablo el protagonista del cuento, viajar al Sahara, conocerlos y poder ver ese cielo de estrellas tan maravilloso. Por último y lo más importante que he descubierto es como Naísma la niña saharaui, disfruta tanto de todas las cosas que le ha dado la vida, aún sabiendo que ella está enferma y puede morir.

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Sevilla, Marzo de 2009