Jouvenel, Bertrand de. Sobre el poder

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  • Bertrand de Jouvenel, Sobre el poderHistoria natural de su crecimiento

    Author: Bertrand de JouvenelPrologue: Dalmacio Negro PavnTranslator: Juan Marcos de la Fuente

    Tabla de contenidos

    Sobre el poderPrlogoPrembuloPresentacin del MinotauroLibro primero: Metafsica del poder

    Captulo I: De la obediencia civilCaptulo II: Teoras de la soberanaCaptulo III: Teoras orgnicas del poder

    Libro segundo: Orgenes del poderCaptulo IV: Orgenes mgicos del poderCaptulo V: La aparicin del guerrero

    Libro tercero:La naturaleza del poderCaptulo VI: Dialctica del mandoCaptulo VII: El carcter expansivo del poderCaptulo VIII: Sobre la competencia poltica

    Libro cuarto: El estado como revolucin permanenteCaptulo IX: El poder, agresor del orden socialCaptulo X: El poder y la plebeCaptulo XI: El poder y las creencias

    Libro quinto: El poder cambia de aspecto, pero no de naturalezaCaptulo XII: sobre las revolucionesCaptulo XIII: Imperium y democraciaCaptulo XIV: La democracia totalitaria

    Libro sexto: Poder limitado o poder ilimitado?Captulo XV: Poder limitadoCaptulo XVI: Poder y DerechoCaptulo XVII: Las races aristocrticas de la libertadCaptulo XVIII: Libertad o seguridadCaptulo XIX: Orden o protectorado social

    Pies de pgina

    [Ir a tabla de contenidos]Sobre el poder

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  • Figura No. Bertrand de Jouvenel

    [Ir a tabla de contenidos]Prlogo El Poder es uno de los libros ms importantes del siglo y su autor uno de los ms finos y agudos escritores polticos de la poca, cuyopensamiento se entiende mejor teniendo en cuenta tanto sus inquietudes como sus peripecias; sus pliegues y matices son muchas veces unaconsecuencia directa de su biografa. Esto en modo alguno significa que la mayora de sus obras sean de circunstancias. Las circunstanciasfueron el acicate que le llev pensar los asuntos polticos, sociales y econmicos en un plano que las transciende: as, la 'circunstancia' de estaren 1943 vigilado por la Gestapo le hizo interrumpir su vida de reportero, entregarse con pasin a los estudios histricos, concebir una historiaconceptual del crecimiento del Poder y, una vez exiliado en Suiza, que empezase a abandonar el periodismo, su gran escuela, como profesin,dedicndose a la enseanza y la investigacin. Du Pouvoir. Histoire naturelle de sa croissance, su obra ms conocida y famosa, publicada enGinebra en marzo de 1945, constituye justamente una especie de culminacin de la primera etapa de su vida y comienzo de la segunda. I 1. Ms o menos hasta los cuarenta aos, fue Jouvenel un distinguido periodista diplomtico, reportero internacional y enviado especial dediversos peridicos, que recorri el mundo geogrfico, histrico, ideolgico y poltico escudrindolo todo: fue, verdaderamente, la etapa de Unviajero a travs del siglo, expresin con la que titul unos sugestivos recuerdos o memorias de esa etapa de su vida que hacen comprendertanto que El Poder no responde a una pura inquietud intelectual en sentido abstracto como al deseo de iluminar muchos de sus entresijos. Unvoyageur dans le sicle, publicado cuando contaba Jouvenel sesenta y cinco aos,[1] es tanto un testimonio como una aguda visin de lasituacin europea y de las complejas relaciones de poder en la poca. Esta dedicacin de Jouvenel a las relaciones entre los Estados, a lasituacin social y econmica de las naciones, la fascinacin e inquietud que suscit en l el fenmeno totalitario y el conocimiento directo, casicomo protagonista, de su sutil entramado y de tantos actores principales y secundarios, constituye la clave de su interpretacin de la historiaeuropea como historia del Poder, que ayuda sobremanera a entender Du Pouvoir. Su amigo Raymond Aron, que apenas conoca a Jouvenel antes de 1939, aunque haban asistido al mismo Liceo y se haban encontrado en1925 o 1926 en Ginebra, sintetiza as en sus Memorias esta primera etapa de la vida de Jouvenel: Comenz su carrera de periodista y escritormucho antes que yo. Cuando an me estaba liberando trabajosamente de las lecciones de Alain, l ya recorra Europa y el mundo, frecuentabaa todos los polticos de Francia y de Inglaterra. Perteneca por nacimiento,por su padre y por su to Robert [de Jouvenel], a la clase poltica de laIII Repblica; en los salones de su madre conoci a los fundadores de 'la Europa de Versalles'. En 1919, cuando se firm el tratado, yo viva enVersalles y, perdido entre la multitud, miraba pasar a los hombres que construan el mundo de postguerra. Probablemente l se encontraba en laGalera de los Espejos. Pertenecientes a la misma generacin Bertrand era slo dos aos mayor, l llevaba ya una vida de periodistamuy introducido en la poltica que estaba haciendo la historia.[2] Despus de 1945, Jouvenel, que haba querido ser bilogo, dotado de unaexcelente formacin, pues estudi tambin matemticas y derecho, llev la vida propia de un estudioso de las grandes cuestiones de la poca,entregado a la enseanza y la investigacin, o, ms exactamente, como l mismo deca, a la enseanza y al estudio de los futuros posibles.Ense en diversas universidades inglesas y norteamericanas, en la Facultad de Derecho y Ciencias Econmicas de Pars, como profesorasociado, y en otros centros. De la primera etapa de su vida conserv, adems del estilo, claro y conciso, la informacin, la experiencia, elconocimiento de los hombres, de los lugares y de su historia, la percepcin casi tctil del fenmeno del poder y de la grandeza y las miserias desu ejercicio. Fue aquella una poca apasionante, de correras por el mundo occidental durante el intenso periodo de entreguerras que concluyobjetivamente, puestos a fijar una fecha de acuerdo con lo que l mismo dice, con la Segunda Guerra Mundial y El Poder; subjetivamente, quiz

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  • un poco antes, hacia la citada de 1943, cuando tena cuarenta aos, en Suiza, donde se haba refugiado a finales de septiembre al descubrir losalemanes sus actividades de espionaje. Segn l mismo, los aos 1943 y 1944 fueron el periodo de cristalizacin de mi pensamiento. 2. Hijo de Henry de Jouvenel des Ursins, distinguido senador y embajador de Francia, cuya familia, oriunda de Italia, particip activamente enpoltica al menos desde el siglo XV, Bertrand estaba 'orgulloso' de su nacimiento, fruto de una campaa pro-Deyfus de mi padre, Henry deJouvenel, campaa en la que conoci al industrial Alfred Boas, enfermo de una herida de guerra en 1870, y a la que sigui su matrimonio consu hija Sarah Claire Boas, mi madre.[3] El futuro barn de Jouvenel naci en 1903 en Pars, donde tambin muri en 1987. Como sus progenitores se haban separado a los tres aosde matrimonio y poco despus el padre conoci a Colette con la que Bertrand siempre tuvo buenas relaciones, qued al cuidado de sumadre. Sarah Claire, dejada sola, continu empero desempeando un papel poltico importante en la vida social, recibiendo en su casa agente distinguida. All conoci el pequeo Jouvenel a personajes de gran relieve poltico e intelectual. A Anatole France, a quien atribuye sugusto por la historia, a Bergson, Paul Claudel y Gabriele d'Annunzio. Philippe Berthelot, secretario general del Quai d'Orsay, y Aristides Briandacostumbraban encontrarse en el saln de su madre con el eslovaco Milan Stefanik mi hroe, un hombre maravilloso, de los que ms headmirado y amado, escribe Bertrand[4] y con el checo Benes, fragundose y decidindose en esas reuniones el destino de la futuraChecoslovaquia, nombre que sorprendi a la poca, con el que se design la unin de Bohemia y Eslovaquia. El saln de su madre contribuya su temprano inters por la cosa pblica y la poltica. Por cierto, la primera toma de posicin del joven Jouvenel fue a favor de lareconciliacin franco-alemana, actitud que mantuvo siempre, y de los soviets, que se retiraban de la guerra. De la guerra del 14, cuyas vicisitudes, vividas a travs de tan importantes personajes, impresionaron al joven Bertrand de Jouvenel, afirma quedej un legado, en lo que concierne a las instituciones polticas, que ha marcado todo el siglo. La gran novedad, el Estado Totalitario, tal comofue creado por Stalin y Hitler a consecuencia de aqulla, hubiera sido inconcebible en la atmsfera del siglo XIX. Elie Halvy, observaretrospectivamente Jouvenel, expres muy bien que la guerra de 1914 haba abierto lo que aquel escritor denomin, dando ttulo a un librofamoso, la era de las tiranas[5] : La guerra de 1914 ha sido, escribe Jouvenel, el precedente de las tiranas, de los horrores, de losaplastamientos que han revestido nuestro siglo. En ella se precipit la crisis de Europa que vena gestndose desde bastante atrs. Losmarxistas, comenta framente, pretenden que han sido los intereses capitalistas la causa de la guerra. La verdad es, recuerda como ejemplo,que la sede mundial del capitalismo estaba en la City de Londres, y Lloyd George, canciller del Exchequer, ha contado la firmeza con que le hizosaber el gobernador de la banca inglesa su total oposicin a la entrada de Inglaterra en la guerra, en nombre de los intereses financieros ycomerciales de la City. Y, a mayor abundamiento, los grandes intereses franceses en Rusia se perdieron por completo. En opinin de Jouvenel,rechazando la interpretacin mecanicista, la causa principal de la contienda no fueron los intereses, sino las pasiones: el conflicto entre el orgullode la Rusia zarista, empujada por Raymond Poincar el presidente de la Repblica francesa a quien siempre achac la destruccin de laposibilidad de una reconciliacin franco-alemana, que a sus ojos era posible an despus de Versalles y el de Austria-Hungra, que sedisputaban la tutela de los reinos balcnicos surgidos de la descomposicin del Imperio otomano. Su origen fue, pues, una querella germano-eslava.[6] Recuerda asimismo morosamente Jouvenel cunto le escandaliz el hecho de que los alemanes no hubiesen participado en la discusin deltratado de paz. Un hecho nuevo, sin precedente en la historia de las relaciones entre las potencias europeas, dice coincidiendo, entre otrosmuchos, con Carl Schmitt, quien seal que aquello fue el comienzo del fin del ius publicum europaeum. Me choc ver, escribe Jouvenel, quese rehusase a los plenipotenciarios [alemanes] sentarse en la mesa de los vencedores, abandonando la vieja tradicin poltica europea detratar al adversario como enemigo poltico, no como enemigo absoluto. El sentimiento de esta injusticia cometida con los alemanes, compartidocon muchos contemporneos, que miraban semejante error no slo como lamentable, sino peligroso para el futuro, al engendrar un espritu derevancha, obsesion su juventud.[7] Constitua sin duda una prueba de cmo haba evolucionado el espritu europeo y el sntoma de que elespritu totalitario no era algo accidental y aislado, de unos pocos o de algunos regmenes, sino una grave enfermedad general de la viejaEuropa. Volvera a sentir una profunda consternacin por una causa parecida mucho ms tarde, al or, en enero de 1943, que Roosevelt exigaa los alemanes la capitulacin sin condiciones. No slo porque l mismo haba credo y dicho que los aliados estaran prestos a negociar conlos alemanes en cuanto se hubieran desembarazado de Hitler, sino porque era una invitacin a que lucharan con exasperacin. De hecho, laprolongacin de la guerra, escribe, aument el nmero de vctimas, y sobre todo las de millones en los campos de concentracin.[8] En fin, con la guerra del 14, por la manera de llevarla cabo y la forma de concluirla, para Jouvenel se acab el siglo XIX y comenz lo queErnst Nolte denomina la era de las guerras civiles europeas de este siglo.[9] Dio pie adems, en efecto, no slo a la 'estatificacin de laeconoma', explicable por la guerra, sino a algo mucho ms grave, a esa 'estatificacin del pensamiento' que, dice Jouvenel, un patriotaantinacionalista, adopt dos formas, una negativa, con la supresin de cualquier expresin juzgada desfavorable al inters nacional; y otrapositiva, lo que llamaremos la organizacin del entusiasmo, o, dicho de otra manera, la movilizacin total descrita por E. Jnger en 1930,que titul as uno de sus famosos ensayos,[10] hecho que tambin impresion muy pronto a Jouvenel. 3. La generalizada sensacin de inseguridad propia de la poca inclin a mucha gente hacia soluciones que prometan una seguridad total. EnBertrand de Jouvenel suscit en cambio un tipo muy diferente de inquietud. Aunque siempre reconoci la enorme influencia que ejercieron sobrel Balzac, cuyo mundo conoca bastante mejor que el que le rodeaba, y Zola, que, igual que aqul, hizo vivir ante nuestros ojos la sociedadde su tiempo, el pensador ms importante de este siglo fue para l H.G. Wells. Le adeud a Wells la preocupacin que le obsesion toda suvida, o quiz, ms bien, se la confirm la marcha futura de la familia humana. Segn Jouvenel, si se lee al azar slo una de sus obras no sever en ella ms que una fantasa. Pero si se leen varias, se percibe un conjunto de especulaciones sobre los futuros posibles, escribe[11] elfundador de Futuribles. Lo cierto es que, de acuerdo con su testimonio, Wells contribuy poderosamente a que se guiase Jouvenel a lo largo detoda su vida, no ciertamente por la moda ideolgica de la utopa, an tan viva entre intelectuales sin ideas los sueos de Utopa derivan

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  • siempre, dir en La soberana, hacia una cierta grosera[12] , sino por su afirmacin de que las ciencias sociales deben orientarse hacia elfuturo, a adivinar el futuro de la especie. Esta idea, a la que dio nuevo impulso retomando ese concepto del jesuita espaol de Molina, explicamuchas cosas tanto del mtodo como de la actitud de Jouvenel. En El arte de prever el futuro poltico defini mucho ms tarde el futurible comoun descendiente del presente que comporta una genealoga.. , es un futurum que se presenta a la inteligencia como un descendiente posibledel estado presente.[13] As, pues, conociendo bien el presente a travs de su historia es lcito intentar pronosticar el futuro. Jouvenel sesumergi en el presente, mirando al mismo tiempo hacia atrs y hacia delante. Checoslovaquia se haba fraguado durante la guerra en el saln de la madre de Jouvenel. Convertido su viejo amigo de la infancia EduardoBenes en primer ministro, fue algn tiempo su secretario, teniendo ocasin de ver fracasar el intento de golpe de Estado para restaurar alemperador Carlos. Despus, a los veinticinco aos, se dedic, como militante del partido radical socialista, a dar nuevo impulso a su semanarioLa Voix, introduciendo un mayor inters por los temas sociales y econmicos: menciona otra de sus preocupaciones, la preocupacin social, queme obsesion y me obsesionara toda mi vida. Los intereses de la mayora, he aqu lo que me importaba. Y es a servirlos a lo que parecevocado el poder poltico. A mis ojos, lo concreto, lo positivo, lo vivo, lo humano, eran 'las gentes' y el Estado una 'benvola abstraccin',rememoraba Jouvenel desde la altura de sus sesenta y cinco aos.[14] Conocido ya como periodista de alto nivel, public en noviembre de 1928 su primer libro, L'Economie dirige, le programme de la nouvellegnration. Se trata de una obra socialista, o por lo menos intervencionista, que el mismo autor calific ms tarde como una especie decharanga, dirigida a encomiar a los dirigentes la necesidad de impulsar el progreso social por medio del progreso econmico. Es una suerte deexposicin de los problemas sociales destinada a hacer ver lo que no hace el Estado y, sin embargo, debiera hacer. Segn el propio autor,entre L'Economie dirigee y Du Pouvoir hice un penoso aprendizaje de la poltica, no sin haberlo pagado con errores personales .[15] 4. La Gran Depresin de 1929 le despert de su sueo dogmtico, si puede decirse esto de Jouvenel, que fue siempre un espritu abierto a larealidad, aunque, como muchos otros, pagase su tributo juvenil a la ideologa bajo la presin del Zeitgeist. Evoca cunto le impresion ladescripcin de la situacin que hiciera por entonces el canciller Brning, que no deja de ser til reproducir hoy: El paro es una nueva plaga dela humanidad, plaga agudizada en el mundo entero, pero que gravita como una pesadilla sobre Alemania: seis millones de parados cuya suertees compartida por un nmero igual de familiares, y, entre estos seis millones, dos son jvenes de menos de veinticinco aos. De estos seismillones, un milln no tiene an veintin aos: un milln de jvenes que tienen la vida por delante y no encuentran trabajo. Una perversin en elfuncionamiento econmico moderno les condena a sentirse miembros superfluos e intiles en la sociedad. Es asombroso, deca Brning, quehierva en los corazones y en los espritus de estos jvenes un radicalismo que no cree en la posibilidad de una mejora ms que por medio delderrumbamiento y la destruccin de todo lo existente? Bertrand de Jouvenel empezaba a pensar, a propsito del remedio para el paro, enprolongar el subsidio, expediente caro entonces a los gobiernos izquierdistas y ahora a casi todos, que en realidad no es una poltica social sinouna poltica de ayuda a los parados. Para los trabajadores resulta humillante y desmoralizadora. No hay ms poltica social que la que sepreocupa por la dignidad humana, la que da a cada hombre, a cada mujer, la seguridad de que el poder de compra que recibe constituye lalegtima recompensa por un papel til desempeado por l o por ella.[16] A la verdad, el leitmotiv de la actividad y el pensamiento deJouvenel, de todas sus 'obsesiones', fue esa preocupacin por la dignidad humana, pudiendo resumirse en ella todas sus inquietudes sociales,econmicas y polticas. La famosa frase del papa Gregorio VII, am la justicia y odie la iniquidad, y por eso muero en el exilio, fue, desde quela conoci, un lema de su vida. 5. Hay una especie de interludio en el que el inters de Jouvenel se desvi de Europa y se dirigi hacia Norteamrica, a la que los europeosvean en aquellos das como un nuevo Eldorado. Visit ese gran pas en 1932, exactamente cien aos despus que Tocqueville, el gran autordel libro fundamental La democracia en Amrica. Confiesa que sin haber estudiado su obra, porque, en realidad, su objetivo consista enobservar el agravamiento de la crisis econmica, no las estructuras polticas, lo que vine a ver en los Estados Unidos no era la democracia, erael capitalismo, del que este pas haba devenido su sede mayor despus del ltimo decenio del siglo XIX.[17] En el fondo, Jouvenel, que habapublicado en 1930 Vers les Etats-Unis d'Europe, quera examinar personalmente el modelo. No falt la visita a Hollywood, donde conoci, entreotros famosos, a Charles Boyer, un hombre exquisito, demasiado fino para sus empleadores de entonces y para la mayor parte de los que leshan seguido. A mi entender, opina Jouvenel, slo le han puesto bien en escena en el film Madame de.... En 1933 apareci La crise ducapitalisme amricain. Regreso a Europa. Justamente el mismo da de los funerales nacionales por el importante poltico Aristides Briand, reflexiona pensativamenteel aristcrata francs, considerndolo un smbolo de la poca y del derrumbamiento de la vieja Europa, Hitler, el cabo que os presentarsefrente al glorioso mariscal, obtuvo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales el treinta por ciento de los votos y, en la segunda,aunque fue reelegido Hindenburg, el treinta siete. Y luego, curiosamente, una vez Hitler en el poder, como haba predicho Jouvenel en 1930, laizquierda, que no entenda nada, lo confundi con Mussolini y se dedic a airear banderolas contra el hitlerismo [o contra el fascismo) y contrala guerra, sin apercibirse tampoco de la contradiccin entre ambos deseos. 6. Los gobiernos de izquierda solan preocuparse entonces ms por el presupuesto que por la economa, datando de esta poca, en la que seintensific tal actitud, la opinin de Jouvenel de que es nefasto dar demasiada importancia al ministerio de Hacienda, pues no es partiendo deah, escribe juiciosamente, como debe desenvolverse una poltica econmica nacional. Recuerda que esa mana, que al intensificarse hallevado al estatismo puesto que el presupuesto es consustancial al Estado-[18] , viene de muy lejos, del tiempo en que su funcin consista enfinanciar los gastos del prncipe, cuyos objetivos esenciales eran la potencia exterior y el orden interior. Pensando polticamente, lo que interesade verdad a la prosperidad de la nacin, y de paso a su potencia, son los gastos de las empresas para producir e invertir en orden a producirms y ms variado, y los gastos de los trabajadores para consumir ms y ms variadamente: la harmona entre ambas categoras de gastos y

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  • su continuidad, he ah lo que es incomparablemente ms importante que el equilibrio presupuestario.[19] De hecho, la preocupacin por elpresupuesto ha llevado paradjicamente a la larga, no sin coherencia, al despilfarro; sobre todo, al unirse a esa preocupacin la ilusin dedistribuir estatalmente la renta, debido a la aparicin de una nueva figura humana: el 'planista'. En realidad, el keynesismo vino slo a justificarun estado de cosas y la tendencia intelectual dominante. En efecto, en 1934, con ocasin de una entrevista a Lloyd George para Le Petit Journal, que titul M. Lloyd George garantiza diez aos depaz, Jouvenel cambi al 'periodismo espectacular', la entrevista, el gnero que alcanza su mximo con la televisin: Cazador de hombres, heaqu el oficio que hace hoy el periodismo. Y en las interviews a parlamentarios y polticos al antiguo estilo y a jefes fascistas aprendi queempezaba a florecer junto a ellos y frente a ellos una nueva especie de poltico: el planificador, ingeniero y arquitecto de toda una nacin. Elenemigo irreconciliable del sufragio universal, dice Jouvenel, no es precisamente el fascista, que sabe perfectamente cmo hacerse plebiscitar.A decir verdad, afirma, nada hay ms electoral que un jefe fascista. El verdadero enemigo de la democracia electoralista es el tcnicoplanista, que comprende que un grueso argumento, estpido como una berza, puede empujar a toda una nacin contra la polticaexperimental, hecha de delicados ajustes, que los tcnicos han puesto en pie. Para Jouvenel, la aparicin del planificador seala que la historiaha entrado en una nueva fase, la peculiar del siglo XX. La capacidad de que adolece el planista, propia del gran parlamentario, de seducir a losdirigentes, o la de inflamar a la masa, como el jefe fascista, puede suplirla, observa finamente, con la ayuda de un cuarto tipo: el humanistamstico. Planificadores y humanistas msticos juntos pueden constituir una asociacin bastante completa, capaz de dar a la administracin de lacosa pblica un tono muy diferente.[20] 7. La profesin periodstica le ejercit sin duda en el arte de analizar el presente para prever el futuro. En octubre de 1934 asisti en Catalua,algo casualmente, al fracaso de la huelga general. Escribi para Le Petit Journal: El fracaso de la huelga general indica con toda seguridad elfin de la repblica democrtica espaola. Un nuevo rgimen va a nacer, rgimen de autoridad, emparentado probablemente con los regmenesitaliano, austriaco y alemn. En su opinin, el poder que tena Gil Robles era ya casi absoluto. No obstante, tras la interview que le hizo enMadrid, le pareci un espritu demasiado poltico. En 1936 presenciar el comienzo de la guerra civil. Antes, en 1935, haba viajado como corresponsal a Rusia, pasando por Berln y Varsovia acompaando a Laval, a la sazn ministro deAsuntos Extranjeros, en su visita a Stalin. Jouvenel conoci en Mosc a Litvinof, Radek y Bujarin. Asombrado por la extrema brutalidad con queconduca el chfer de este ltimo, Bujarin le tranquiliza: Los conductores de los comisarios del pueblo son todos as: esto les llena de vanidad yno se preocupan de los peatones. Piensan que vale ms un cuarto de hora del comisario que una vida humana. Se perciba por doquier laconfianza en el plan quinquenal como expresin de una religin colectiva, y Jouvenel no deja de echar de menos algo de individual. En casadel polaco Karl Radek, con quien tuvo una conversacin larga y cordial, admir su biblioteca y su poliglotismo, lo que le hizo comprender luego elsentido de los procesos estalinianos contra estos viejos bolcheviques, que dieron comienzo a los dos meses de esta visita: anular a todos losintelectuales cosmopolitas que haban formado el equipo leninista. En 1935 viaj de nuevo a Norteamrica. Sin embargo, para Jouvenel, el suceso ms importante fue la formacin en Francia del FrentePopular. Puesto que crea en una especie de solidaridad entre las generaciones europeas de las distintas naciones, alinendose las msjvenes segn lo que pareca el signo de los tiempos, el comunismo y el fascismo, dos especies del gnero socialismo, lo encuentra natural: deun lado, el Frente Popular, del otro las Cruces de Fuego. Otro suceso, importante por sus consecuencias, fue la conquista de Abisinia, miembrode la Sociedad de Naciones, por Italia, quejosa del incumplimiento por parte de Inglaterra y Francia de las promesas del tratado secreto de 25de abril de 1915 a cambio de que entrase en la guerra: Hitler aprovech hbilmente el distanciamiento de Italia de Francia e Inglaterra pararemilitarizar Renania. Este mismo ao muri el padre de Bertrand, a quien acababa de ofrecer Laval la cartera de Exteriores por sus buenas relaciones conMussolini, ante quien haba sido embajador. 8. Jouvenel entrevist a Hitler para Paris-Soir-Dimanche en la Cancillera del Reich el 21 de febrero de 1936. El Fhrer no dijo nada departicular, reiterando ideas conocidas. Sin embargo, esta inteview ha pesado sobre mi vida entera. Entre otros motivos, porque jams se lehaba ocurrido pensar a este izquierdista militante que por ello iba a ser tachado de hitlerismo. La political correctness a la moda tiene muchosantecedentes y claros progenitores. El siete de marzo las tropas alemanas entraron en Renania. Y el primer da de junio, Jouvenel, viniendo deAustria, cuyo nuevo canciller, Schuschnigg, le haba confiado sus temores y su angustia, convers cordial y francamente con Mussolini, quienrecordaba a su padre. El Duce, que consideraba imprescindible defender Austria y Checoslovaquia a fin de impedir la conquista de Europacentral, le sugiri la imagen de los tres 'elefantes'Italia, Francia e Inglaterra concertndose para encuadrar al elefante salvaje, la Alemaniade Hitler, dejando de lado las diferencias. Al escndalo de la entrevista de Hitler se aadi que Bertrand de Jouvenel entrase el 20 de julio en Espaa por Navarra, en vez de por elPerthus. Lo que le deshonr hasta tal punto ante la izquierda, que se sinti obligado a contestar. Haba obtenido de Mola sin especial dificultadun salvoconducto que le autorizaba a circular libremente y a acompaar a las columnas: no son los actos del gobierno de Madrid lo que nos haimpulsado a tomar las armas: es ms bien la impotencia del gobierno para mantener el orden, le explic el general sublevado; todo el mundoacepta la autoridad de Franco y la ma. Nada de divisiones polticas: se trata de restablecer el orden. Asisti a la toma de Alfaro con la columnade Garcia Escmez, llegando en sus correras hasta Somosierra en compaa de otros corresponsales. La amplitud del salvoconducto suscitempero graves sospechas y fueron conducidos a Burgos. Al reconocerle Mola, dijo simplemente, lo que le caus una profunda impresin, noson espas sino periodistas. Djenles irse. En sus andanzas lleg hasta Sevilla, la rebelde involuntaria. De regreso en Francia, le conmovieron tanto la impotencia de Lon Blum, a quien estimaba, como el paro, contra el que tanto se haca porentonces en Inglaterra, en Estados Unidos, en Alemania. Temi la posibilidad de una guerra civil, lo que, unido a los ataques acusndole de

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  • haberse pasado al enemigo a causa de sus reportajes espaoles y a su 'obsesin' por el contraste entre el debilitamiento de Francia bajo la IIIRepblica y el prodigioso fortalecimiento de Alemania, le movi a adscribirse al partido de Doriot, expulsado del partido comunista por su rivalThorez (expulsin que a Jouvenel le recordaba la de Trotsky y Aron explicaba custicamente as: en el partido comunista, tener razn adestiempo es el crimen supremo). Doriot era un antiestalinista cuyo buen hacer como alcalde le haba sorprendido anteriormente, por lo queabrig la doble esperanza de que, bajo su impulso, se afrontase seriamente en Francia la cuestin social y el nuevo partido infundiese ciertavoluntad nacional. Pronto se iba a decepcionar, pero mantuvo su militancia hasta los acuerdos de Munich.[21] Entretanto, en el seminario deDoriot replic a la torpeza de la izquierda que le criticaba, aunque ms tarde reconoci que infravaloraba entonces la capacidad propagandsticadel partido comunista. Le desesperaba que los franceses hubiesen empujado ya a Mussolini al campo de Hitler y ahora quisieran hacer lo mismocon Espaa, pues Jouvenel, bien informado, consideraba muy probable la victoria de los rebeldes. Y le irritaba profundamente la incoherencia deque precisamente los partidarios del desarme se empeasen tambin en tener por enemigo a todo al mundo. Esta actitud de Jouvenel, quehaba militado siempre en la izquierda, le vali ahora el sambenito de fascista o poco menos. Y aunque abandon el partido de Doriot por suapoyo a los acuerdos de Munich, qued clasificado entre la derecha y la extrema derecha, puesto que, adems, entre sus mejores amigos habagente como Drieu de la Rochelle, Marion, Luchaire, Bergery o Henri de Man, que militaban en la derecha, si no en la extrema derecha, yJouvenel siempre antepuso la amistad y el afecto a las diferencias ideolgicas; por otra parte, como l mismo deca, no se desolidariza uno delos hombres con los que se ha formado intelectualmente. La situacin de Jouvenel en estos tiempos tan ideologizados no era nada cmoda. Apegado siempre a la realidad y de pensamientoindependiente, no era, ciertamente, un idelogo y menos del tipo tan frecuente que escoge sus amistades guindose por afinidades ideolgicas.An hoy, los libros de historia de las ideas o del pensamiento que le conceden un lugar no suelen olvidarse de mencionar este momento de suvida y sus amistades, reprochndoselo ms o menos veladamente, como queriendo descalificarle as intelectualmente. 9. Un resultado inmediato de los prejuicios de la izquierda francesa, gran difusora del pacifismo, fue el Anschluss de Austria en 1938. En elinterior, afirma Jouvenel, una vez ms testigo del gran acontecimiento, el rgimen austriaco estaba lejos de ser fascista, tal como se deca, puesel Frente Patritico era slo una especie de ectoplasma: Austria viva en realidad bajo un rgimen burocrtico. En el exterior, segn el propioSchushnigg, Mussolini vela los acontecimientos con clera; pero, distanciado de Francia e Inglaterra, necesitaba el apoyo alemn para susempresas mediterrneas. En tales condiciones, sin mayor apoyo interno que el de los legitimistas, el canciller no tuvo ms remedio que aceptarlas condiciones de Hitler. Jouvenel percibi de inmediato las consecuencias para su querida Checoslovaquia, histricamente parte del Imperioaustro-hngaro, y se fue a ver a Benes, no como periodista para entrevistarle, sino como casi-sobrino. Es una de las visitas ms tristes que hehecho en mi vida, como la visita a un enfermo al que se quiere. Le recomend a su casi-to atender las reivindicaciones de los ahora llamadossudetes, antiguos sbditos catlicos de Austria, cuyo jefe Henlein, a quien Jouvenel haba tratado, le pareca sincero, dndoles un estatuto a finde evitar que se echasen en brazos de Hitler. Pero Benes, que confiaba en Francia, fuerte y fiel, bastante ms que Jouvenel, mejor enteradode la situacin espiritual y material de su patria, no quera or hablar de la cuestin. Y la cuestin sudete se embroll de tal manera que condujoa la muerte de Checoslovaquia como nacin.[22] La capitulacin de Munich (29 de septiembre) fue para Jouvenel uno de los schocks ms fuertes de su vida. Inevitable, dada la debilidad deFrancia, incapaz de reanimar su economa y de contar, por la presin del pacifismo, con la fuerza militar adecuada; con las agravantes de laimprudente ruptura con Italia y el desinters de Inglaterra. Asisti entonces al famoso congreso de Nuremberg, impresionndole ver maniobrarimpecablemente, igual, recalca, que en Mosal y, ms tarde, en Pekn, a decenas de millares de hombres. En fin, la combinacin de hitlerismo y pacifismo la debilidad de Francia hizo que Checoslovaquia fuese abandonada, igual que Austria, porInglaterra, estando tambin presente Jouvenel en los prolegmenos de la ocupacin. Aunque, a decir verdad, los ingleses nunca se habancomprometido con Checoslovaquia, le pareca a Jouvenel un grave sntoma del estado de cosas que el primer ministro Chamberlain hubiesesido extremadamente loado al regresar de Munich... por haber salvado la paz y que asimismo Daladier, el primer ministro francs, fueraacogido con inmensas aclamaciones populares. La debilidad del ejrcito francs, vctima de la ideologa, jug sin duda un papel en su actitud.Pero lo que ms le conmovi a Jouvenel fue descubrir algo, a su juicio, mucho ms importante: que los franceses queran la paz a cualquierprecio, que no haba rastro de orgullo nacional, lo que es muy grave. La Cmara acept el tratado: Crean que todo estaba arreglado, cuandoen realidad comenzaba todo. Confieso que para m fue el fin, terriblemente tardo, de las ilusiones. Principalmente, de la ilusin de poderentenderse con Alemania, aunque fuese hitleriana, y asimismo de la ilusin de que el partido de Doriot poda revigorizar a Francia. Dimiti delComit Francia-Alemania y del partido; y se qued tan solo que envi una carta al Times expresando sus sentimientos.[23] Fue por entonces cuando tom la decisin de ofrecerse al Deuxime Bureau por si pudiera serle til, cumpliendo diversas misiones, hasta que,tras los primeros meses de la guerra, se enrol como soldado de segunda en un regimiento de infantera, reanudando su colaboracin despusdel armisticio. Aunque al parecer fueron apreciados, nunca supo si valieron sus servicios y en qu medida; slo lo que le costaron una vez msen reputacin. Hizo numerosos viajes-misiones cuyas impresiones recogi principalmente en los semanarios Candide y Paris-Match y en Paris-Soir.[24] Estuvo en Alemania, Tnez, Turqua, Checoslovaquia, Polonia, Yugoslavia, Grecia, Inglaterra, Irlanda, Prusia Oriental y Dantzig. El ejrcito alemn entr, como era previsible, en Praga el 15 de marzo y Jouvenel el 16. Justo seis meses antes, Chamberlain habanegociado con Hitler la normalizacin de la cuestin sudete, es decir, la liquidacin de Checoslovaquia. Lo cierto es que, al margen de laspresiones pacifistas, Inglaterra, una isla, quera ganar tiempo hasta tener a punto su aviacin, tan necesaria ahora como la escuadra paragarantizar su impunidad territorial. El clculo de Chamberlain al empujar finalmente a Francia a declarar la guerra, que prevea larga,descansaba empero en dos errores: el de sobrevalorar la posibilidad del bloqueo, siendo as que Alemania, bajo la influencia de Ludendorf,haba conseguido ser autrquica en materias primas (petrleo, caucho, etc.) de las que careci en la anterior conflagracin, y el de contar con la

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  • intervencin de Estados Unidos, que dara lugar a que, entre tanto, Inglaterra desarrollase sus fuerzas tras el escudo francs, de cuya solideztampoco se dudaba. Cuando se hizo patente este doble error, Chamberlain dimiti. Un gravsimo ejemplo flagrante de la necesidad que tiene elpoltico del arte de prever. 10. La atencin de Jouvenel se centr, no obstante, este mismo ao, en medio de sus incesantes viajes, en Polonia, pues, segn la lgicapoltica, tena que estar en la lista despus de Austria y Checoslovaquia. Tanto ms cuanto que Francia pareca haber reconocido a Alemania que con tales anexiones dispona de ms recursos las manos libres en el Este. En Dantzig se encontr casualmente con Ribbentrop y susquito, que iban de viaje a Mosc para firmar el famoso pacto germano- sovitico del 23 de agosto. Al comenzar en septiembre el ataque aPolonia, Francia, que haba eludido poco antes su compromiso con Checoslovaquia, que estaba bien armada y cuyo terreno es muy favorablepara la defensa, se decidi a entrar en guerra para apoyar a aquel pas, una gran llanura con 2.700 kilmetros de fronteras. Los franceses noatacaron ni tampoco disponan de un ejrcito adecuado para hacerlo, quedndose quietos en la famosa lnea Maginot. Jouvenel, que sealasiempre la debilidad interna, material y moral, de su patria, se pregunta: Cmo explicar una declaracin de guerra a continuacin de la cual nose hace la guerra?[25] En este mismo ao public Le rveil de l'Europe. Durante los primeros meses de la guerra, Jouvenel llev a cabo diversas misiones para el servicio secreto valindose de su condicin deperiodista. Recuerda especialmente las de Yugoslavia y Rumania. Aqu sostuvo una interesante conversacin con el ministro de Exteriores, G.Gafenco, antiguo conocido. El poltico rumano sintetiz los sentimientos comunes en el sudeste europeo en el tema de los dos peligros: elpeligro ruso y el alemn. Consideraba ms preocupante el peligro ruso, puesto que, segn sus informes, Alemania se debilitara rpidamente y,en cambio, la propaganda bolchevique poda prender fcilmente en Hungra por razones sociales y en Yugoslavia a causa del eslavismo. Enopinin del ministro, si se prolongase la guerra, sera inevitable la bolchevizacin de toda esa zona, por lo que, en la alternativa, resultabapreferible la preponderancia alemana. Gafenco resumi as las cosas: Haba un dique entre Alemania y Rusia que era Polonia. Alemaniacometi la locura de romper ese dique y ha llevado a Rusia a Europa. Si ahora se rompiese Alemania, cul sera la consecuencia? Se pondraa Rusia en contacto inmediato con Occidente. Al parecer, los propios alemanes estaban preocupados y asustados de las consecuencias delpacto con Rusia. De regreso en Francia, tras algunas peripecias pintorescas como la proposicin de ir como corresponsal de guerra a Mjico, donde no habaguerra (el proponente fue Jean Girodoux, metido a jefe de la Propaganda), la de servir de intrprete para las tropas britnicas, que rehus, o lade hacer propaganda, a peticin del ministro de Armamento, de la chatarra que forjara el acero vencedor, tarea en la que conoci a MauriceChevalier y motiv una carta del sabio Paul Hazard preguntndole qu haca metido entre la chatarra, Jouvenel confiesa no haber encontradojams tantas dificultades como las que tuvo para enrolarse como soldado de segunda clase, aunque lo consigui. 11. El armisticio: Nunca me he sentido tan francs como en estos tiempos de hundimiento de la leyenda nacional. Resulta imposible hacersentir al lector francs de 1980 cul pudo ser el estado de espritu de un francs durante el verano de 1940. A peticin de su superior del servicio de inteligencia militar, Jouvenel se fue a Vichy, donde pas algunos das, y de all, por ser viejo amigo delembajador alemn, Otto Abetz, otra vez a Pars. Al no ejercer de periodista, sus necesarias actividades visibles durante esta etapa consistieronen la preparacin, mediante un ciclo de conferencias con el que debut en la enseanza, de la continuacin de D'une guerre a l'autre, queabarca el periodo entre octubre de 1925 y enero de 1932, en dos tomos, De Versailles a Locarno (1939) y La dcomposition de l'Europe librale(1940), respectivamente; de Aprs la Waite, que apareci en mayo de 1941, NapoMon et l'Economie dirige: Le Blocus continental, de 1942, yL' or au temps de Charles-Quint et Philippe II, editado en 1943. Fruto de otras conferencias pronunciadas en 1941, fue L'Economie mondiale auxxe. sicle, que sali en su ausencia en 1944. Du Pouvoir, dice con razn el autor en la primera lnea del avantpropos de 1972, es un libro de guerra en todos los sentidos. Antes de dejarFrancia, ya haba comenzado a escribirlo. En Suiza, obsesionado por el tema, concebido al parecer cuando colaboraba en la organizacin de losprimeros maquis, trabaj intensamente en las bibliotecas de Friburgo y Lausana. Mientras lo escriba, tuvo la inspiracin del magistral y quiz poreso no muy conocido Ensayo sobre la poltica de Rousseau, publicado ms tarde, en 1947, como presentacin de una edicin suiza delContrato social. Entretanto, haba publicado tambin bajo pseudnimo Les Fraais, libro con el que esperaba influir en la reconciliacin de sus compatriotas.Sinti una inmensa decepcin al comprobar que no fue as. Despus de la guerra y El Poder fueron saliendo, en 1947, Le dernire anne. Choses vues de Munich a la guerre y los dos volmenes deartculos de Raisons de craindre et raisons d' esprer: Quelle Europe y Les Passions en marche, respectivamente. En el ao 1948 aparecieronProblmes de Angleterre socialiste y L' Amrique en Europe, le Plan Marshall et la coopration internationale. El breve y agudsimo estudioEthics of redistribution, destinado a mostrar que la redistribucin es mucho menos una redistribucin de las rentas del rico al pobre, tal comoimaginamos, que una redistribucin del poder del individuo a favor del Estado,[26] es de 1952. Luego salieron sucesivamente otros tres librosfundamentales: en 1955, De la Souverainet. A la recherche du Bien politique, continuacin directa de El Poder, advierte el propio autor en laprimera lnea,[27] De la politique pure en 1963[28] y en 1964 L' Art de la conjecture.[29] En cierto modo forman una triloga. De 1968 esArcadie, essais sur le mieux vivre, en torno a la ecologa y su previsible influencia en la ciencia econmica, cuya idea directriz es el certeroreproche a los economistas de omitir los servicios gratuitos por la nica razn de su gratuidad, presentando as una imagen deformada de larealidad.[30] Du Principat et autres rflexions politiques, un conjunto de artculos y ensayos en torno al hecho de la tendencia contempornea aconcentrar los poderes en una persona, la vuelta hacia formas de mando personalizadas, es decir, monrquicas presidencialistas, es de 1972.Les dbuts de l'tat modern,[31] donde examina el giro decisivo de la estatalidad a partir de la Revolucin francesa y La civilization depuissance,[32] obra en la que vuelve al tema obsesivo del Poder, ahora en torno al desarrollo de las fuerzas utilizadas por las sociedades

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  • humanas y el cambio de las relaciones entre el hombre y la naturaleza, son de 1976. Muchas de estas obras posteriores a Du Pouvoir no leceden en calidad. II 12. La clave de El Poder es la mtica palabra griega Minotauro, que evoca inmediatamente la utilizacin por Hobbes de la palabra Leviathan,tomada del mito bblico del libro de Job. El Leviatn hobbesiano es, como se sabe, un Estado imaginario que, enfrentado a Behemoth, la otraalimaa bblica con la que el escritor ingls simboliz la revolucin, aspira a establecer la paz perpetua.[33] El Estado Leviatn era emperorelativamente esttico, protector de la Sociedad, tena como fin acabar con la entropa del Estado de Naturaleza con la guerra civil, en ltimoanlisis, establecer la paz perpetua cuya consecucin atribua Kant, en la lnea de Hobbes, al Estado de Derecho. En realidad, el EstadoLeviatn era ya en el propio Hobbes un Estado de Derecho. El Estado Minotauro es, en cambio, un Estado dinmico que instrumentaliza elDerecho al servicio de sus fines, enemigo de la Sociedad a cuya costa prospera, y en este sentido entrpico, cuyo objeto inmediato es lamovilizacin total, en ltimo trmino, la guerra. El Estado Minotauro lleva en su seno a Leviatn y Behemoth, el orden y la revolucin.Histricamente, el Estado Leviatn, concebido como Estado de Paz mediante la concentracin en l de todos los poderes hacindoleabsolutamente soberano, a medida que los absorbe se hace cada vez ms revolucionario conforme a la naturaleza del Poder y devieneMinotauro. Un objetivo principal de Du Pouvoir consiste precisamente mostrar que el Poder es revolucionario por naturaleza; de ah su historicidad y elque pueda revestir variedad de formas. Pero esa nota esencial se le escap a Hobbes, quien achacaba la revolucin a Aristteles y a lossacerdotes. Hobbes era un telogo poltico que razonaba partiendo del caso extremo. Su idea del Poder era del Poder de Dios, poder creador, yconcibi el Estado Leviatn, que concentra todo el Poder, como un benfico dios mortal, capaz de dar seguridad bajo el Dios inmortal. Estopudo ser aproximadamente as mientras se mantuvo viva la idea de esa dependencia. Deja de ser verdad cuando el Poder, mediante laconcentracin de todos los poderes en el poder poltico, queda entregado a s mismo, desvinculado de cualquier idea de lmite. A esto apunta lacontinuacin de El Poder. El libro sobre La soberana acaba as: En cuanto a nosotros, nos basta haber hecho ver que la confianza mostradaen la seleccin natural de lo justo y lo verdadero estn estrechamente vinculadas a la idea de la razn natural, a la idea de una participacinhumana en la esencia divina. Si no se cree en ella, se derrumba todo el edificio. Para mostrarlo, Jouvenel se aplicar al estudio del Poder puro.Se podra decir que Du Pouvoir es a la vez contrapunto y continuacin de Leviathan, la obra de Hobbes, que Hobbes estableci la teora delEstado como receptculo del Poder y Jouvenel la del Poder configurndose libremente a s mismo. Segn el mito griego, Minotauro era un monstruo con cabeza de hombre y cuerpo de toro, fruto de los amores ilcitos de Pasifae, esposa deMinos, el famoso rey de Creta, con el toro que le haba enviado Poseidn, el dios del mar, para que se lo sacrificase. Minos, entusiasmado conla bestia, no hizo el sacrificio y encarg a Ddalo la construccin de un gran palacio el Laberinto con tantas salas y corredores que nadie,salvo el propio arquitecto, era capaz de encontrar la salida. All encerr Minos al monstruo al que se daban en pasto anualmente siete jvenes ysiete doncellas que pagaba como tributo la ciudad de Atenas. En una ocasin, Teseo se ofreci a ir entre los jvenes, mat al animal y, gracias aAriadna al famoso hilo de Ariadna consigui salir del palacio. El Estado Minotauro es un monstruo, movido exclusivamente por el Poder, queexige tributos sangrientos consumiendo la vida de la Sociedad. A Jouvenel le gustara que su obra sirviera de hilo de Ariadna para que salganlos europeos del laberinto del Estado Total, o ms bien Minotauro, al que estaban abocados. 13. Aparentemente, la imagen que pretende suscitar la metfora Estado Minotauro es equivalente a la alemana Estado Total de la que derivla de Estado Totalitario (que haba empleado incidentalmente Mussolini). Sin embargo, tiene un alcance mucho mayor. El Estado Total seconceba como una forma posible del Estado, no necesariamente violenta, apta para solventar la oposicin entre el Estado y la Sociedad, talcomo la haban expuesto Lorenz von Stein o su seguidor Karl Marx. El Estado Total es una respuesta casi cuantitativa, formal, abstracta, a lasituacin, pensando que se ha llegado a ella por una evolucin de las cosas relativamente extrnseca al Estado mismo: por el desarrollo de laeconoma, de la ciencia, de la tcnica, etc., que ha ido configurando un cierto espritu; no por el desarrollo del Poder. Por razones obvias, Jouvenel seguramente no conoca entonces el famoso libro de Hayek Camino de servidumbre, publicado en1944.[34] [ ] El escritor austriaco pona ah en guardia contra la tendencia de las naciones libres hacia el totalitarismo al que combatan, debidoprincipalmente al intervencionismo econmico, a la planificacin, resultando fcil percibir cierto parecido de familia entre esta obra de Hayek y lade Jouvenel. El Poder, incluso por el momento en que fue concebido y publicado, tiene tambin el aire de una advertencia en una lnea precisa:Tocqueville, Comte, Taine y tantos otros, dice su autor al final de la obra, multiplicaron en vano sus advertencias. Se hara un libro, mejor sinduda que el presente pero con el mismo sentido, si pusiramos una tras otra todas las profecas que tantos excelentes espritus prodigaron. Sinembargo, tanto por su estructura formal como por sus presupuestos, contenido e incluso su intencin concreta, no la general, es muy distinto aldel economista liberal. Este ltimo est en una aguda lnea crtica al Estado Total (o Totalitario), no tanto por su intrnseca naturaleza poltica, laapoteosis del Poder, sino por sus consecuencias, por lo que, en cierto modo, es todava afn a su concepto. Tras l se esconde an la metafsicadel racionalismo individualista que crtica Jouvenel a lo largo de El Poder, que slo ha querido ver en la Sociedad el Estado y el Individuo.Camino de servidumbre trata de la expansin del Estado; El Poder de lo que verdaderamente le hace expansionarse. Se podra decir que aqules un estudio fenomenolgico de la estatalidad; el de Jouvenel un estudio ontolgico. Y, ciertamente, es este ltimo mucho ms poltico. La imagen del Estado Minotauro, aunque inspirada sin duda en los Estados Totalitarios sovitico y nacional-socialista, se aplica a la naturalezay la tendencia de todos los Estados. Pero el Estado Minotauro, concepto mucho ms poltico en el fondo que el de Estado Total o Totalitario,expresa la intrnseca necesidad del Estado de configurarse as, no slo por causas externas, como la economa, la cuestin social, la tcnica, otodas ellas juntas, sino por la irresistible tendencia del Poder puro que alberga en su seno a crecer indefinidamente a costa de la sociedad,destruyendo la libertad, mediante el aprovechamiento de esas causas extrnsecas. Si las naciones que combatan el totalitarismo tambin se

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  • aproximan inevitablemente a l, es debido a la lgica del Poder, ms que a las ideas econmicas, cientficas o tcnicas, al tener tambin ellas yaun poder estatal que les permite imponer igualmente la movilizacin total. Son como dos aspectos del mismo espritu, justamente porque esepoder que les permite apelar igualmente a la movilizacin total se encuentra en todas partes. Los gobiernos pueden ser polticos y administrativos. Inicialmente, muestra Jouvenel, el gobierno era poltico, simplemente se serva delEstado para afirmarse. Pero a medida que se afirm el Estado hubo de hacerse administrativo. Con el tiempo, el gobierno administrativo ya nopodia funcionar sin el administrativo. Hoy los gobiernos son predominantemente administrativos y escasamente polticos, impolticos y hastaantipolticos, como en los Estados Totalitarios. La administracin estatal, especialmente el fisco, ha llegado a penetrar en todo, dirigiendo hastalas conductas ms ntimas. Esa tendencia a fagocitar todo es lo que le ha hecho devenir, ms que Total, Minotauro. Se deca en otros tiemposque la Nacin, sustrato emocional del Estado, era el pueblo con conciencia poltica; hoy habra que decir, por amor a la exactitud, que es elpueblo con conciencia administrativa, como lo prueba diariamente la propaganda fiscal. Lo que investiga Jouvenel es cmo se ha llegado a estasituacin, cuya inteligibilidad no puede circunscribirse al examen de la actualidad, ni siquiera cumpliendo el trmite de remontarse a laRevolucin francesa: es preciso buscarla en la historia, que no cabe eludir, como historia del Poder. La imagen del Estado Minotauro el hombre piensa por medio de imgenes[35] no se limita, pues, como la del Estado Total, arepresentar una situacin y una frmula: expresa la apoteosis de la tendencia ontolgica del Poder. El Minotauro es eterno como el Poder; elEstado es el palacio que construy Hobbes, moderno Ddalo, para albergarlo. 14. En el Estado Minotauro, a la vez Leviatn y Behemoth, llegan a su cnit las posibilidades del Poder. No a causa de la economa o latcnica, por ejemplo, que son slo medios, sino porque constituye la conclusin lgica de su desarrollo en circunstancias favorables, y el Estado,por su estructura, una mquina, ciertamente favorece su progreso. Pero, como suele ocurrir, en ese preciso momento, al quedar entregado a smismo, se hacen patentes su naturaleza y sus aporas, pues ha dejado de ser legtimo, como resulta evidente en el caso de los EstadosTotalitarios, en cuyo carcter benfico, que es lo que se espera del Poder, resulta imposible creer. La ilegitimidad sobreviene cuando empieza aresquebrajarse gravemente la recproca costumbre de creer que los intereses del Poder se acomodan con los de la sociedad, dudndose deque sea verdad. Entonces tiene lugar el gran divorcio entre ambos, al entrar en contradiccin con la sociedad a fin de cuentas, una masa deideas-creencia enraizadas como hbitos, costumbres, usos, instituciones, subsistiendo el Poder como puro mando, como fuerza, lo que dejaver su profundo egosmo. Y es justo en estos momentos de crisis, reducido a su estado puro, cuando se percibe mejor la naturaleza del Podercomo causa eficiente de la historia. El Poder es esencialmente egosta y por eso se ha considerado siempre, contradictoriamente, que laperfeccin del Poder consiste en eliminar por completo el principio egosta. En otros trminos, Jouvenel explica la poca partiendo de suilegitimidad. Ha ocurrido, en fin, que el Estado es, por una parte, un aparato, una mquina artificial que facilita que el Poder encarnado en l tiendainexorablemente a separarse cada vez ms del pueblo, conforme a la ley que enunci ms tarde Jouvenel de que all donde no hayorganismos gobernamentales, los dirigentes, quienes quiera que sean y cualquiera que sea su ttulo, estn obligados a actuar con y para elpueblo; all donde se desenvuelven organismos gobernamentales, los dirigentes pueden actuar sin y sobre el pueblo; es decir, que eldesenvolvimiento de un aparato de Estado permite la emancipacin del gobierno, su independencia en relacin con el pueblo.[36] Y, por otraparte, ha sucedido que, habiendo sido concebido como instrumento de seguridad, ha desbordado todos los lmites, destruyendo toda posiblelegitimidad, al no quedar nada seguro fuera de su alcance. El sentimiento de seguridad constituye un indicio de la legitimidad de un Poder; el deinseguridad, el de su ilegitimidad. Y esto mismo hace que por todas partes se pida ms seguridad, si es posible la seguridad total. La causa principal del crecimiento del Poder, que por definicin busca siempre aumentar, lo que le alimenta y condiciona su vida es, segnJouvenel, la disposicin de crecientes recursos financieros. El escritor francs suscribira gustosamente la concepcin de Schumpeter de que elEstado y el impuesto son consustanciales, pero aadira que, por eso mismo, el Estado, que es en su ncleo Estado Fiscal, devieneinexorablemente Minotauro, en cuanto la forma estatal permite alimentar suculentamente al Poder. El establecimiento de impuestospermanentes, que hacen posible que el Poder disponga de un ejrcito tambin permanente, ha sido un paso prodigioso dado por el Poder: enlugar de mendigar una ayuda en circunstancias excepcionales, dispone en adelante de una dotacin permanente, que se aplicardecididamente a acrecentar. Jouvenel se aplicar, por su parte, a desvelar, por un lado, la naturaleza del Poder, sus `metafsicas' y su dinmica; por otro, los medios que,bajo la forma estatal, ha logrado ir acumulando hasta nuestros das, las costumbres y los hbitos que ha destruido y los que les han sustituido. Du Pouvoir es, en definitiva, una historia del Estado desde sus humildes orgenes medievales hasta su culminacin en esta ltima forma deEstado Minotauro, despus de haberse hecho soberano, y, muy en la tradicin de Montesquieu y Tocqueville, de los hbitos de obedienciacontrados a travs de los siglos por los hombres sometidos continuamente a la accin de la soberana, a travs de la cual se expresa el Poder.Pues, a fin de cuentas, la Soberana, dice en el libro de este ttulo, no es otra cosa que la constitucin de una conviccin ntima en losparticipantes del agregado de que este agregado tiene un valor final.[37] 15. El libro posterior Los orgenes del Estado Moderno proporciona la perspectiva necesaria. El propio Jouvenel dice, en la primera nota a piede pgina, que El Poder trata de la formacin del Estado. Y en esta obra ms madura muestra que el Estado alcanz su mayora de edadcomo forma poltica en la Revolucin francesa. Ms exactamente, con el Estado organizado por Napolen tras el coup de Brumario. Es todava corriente referirse al Estado que surge hacia el siglo al Stato que describe Maquiavelo, como Estado 'moderno', debido al usoantiguo y ambiguo de la palabra Estado, aplicndola a cualquier formacin poltica de cualquier tiempo y lugar. Mas lo que contemplaba elescritor florentino era la aparicin de una nueva forma de gobernar, mediante el empleo de una especie de maquinaria poltica, la estatalidad, el

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  • Estado, cuya teora elabor posteriormente Hobbes siguiendo a Maquiavelo y al francs Juan Bodino, cuya doctrina de la soberana dio a loStato una vida propia Hobbes dir que la soberana es el alma del Estado. Mas el Estado Leviatn tena todava muchas trabas. No poda prescindir de la Monarqua de derecho divino y tampoco de la Iglesia, su granrival y alter ego. Las tradiciones, las costumbres, los hbitos, los usos, los recursos, la alianza entre el Altar y el Trono del Antiguo rgimenimponan muchas trabas al pleno despliegue de las posibilidades de la estatalidad. As, esa alianza legitimaba, cierto, al Poder monrquico, perotambin lo limitaba mucho, pues tena que compartir la obediencia con el Poder espiritual. De ah las crticas de los philosophes, partidarios deldespotismo ilustrado, contra la Iglesia, que no dejaba actuar ilimitadamente a los prncipes sobre la Sociedad, que aquellos queran moralizar. Enel Antiguo Rgimen no se poda reducir la vida colectiva a la de un Todo universal, omnicomprensivo, a una suerte de persona moral. Como diceJouvenel en otro lugar, la condicin psicolgica de un totalitarismo logrado es que el hombre se sienta 'parte'; el hombre de Hobbes, por elcontrario, se siente muy vivamente un todo.[38] El Estado Leviatn no era todava el Estado Minotauro, una persona moral que integra todo y ala que se supedita todo; las relaciones con l no eran relaciones morales sino de Derecho. Lo verdaderamente nuevo fue la ontologizacin delEstado al quedarse como nico Poder, identificndose por fin plenamente con el Poder. 16. Ciertamente hay una continuidad histrica entre el Estado Leviatn y el Estado surgido de la Gran Revolucin, pero Brumario, escribeJouvenel en este libro posterior, significa un gran comienzo: el comienzo del Estado Moderno, que se caracteriza por la potencia de unaorganizacin administrativa que se extiende sobre la totalidad del pas y lleva hasta los rincones ms apartados la voluntad de un poder central...De la Revolucin surgi un rgimen poltico nuevo, que no tena precedentes en Europa, carente de cualquier parentesco con al AntiguoRgimen (sin duda, especifica Jouvenel, Napolen cometi un grave error al unirse por su matrimonio con los Habsburgo) y sin semejanzatampoco con el sistema ingls, que se caracterizaba ms bien por la importancia, en continuo aumento, de las asambleas deliberantesparlamentarias. Ese nuevo modelo, prosigue Jouvenel, lleva consigo como caracterstica fundamental la inversin de la relacin psicolgicaentre el gobierno y la nacin. El gobierno se halla en manos de una lite ilustrada, homognea en su concepcin del mundo, y transmite esaconcepcin al resto de la sociedad. Viene a ser algo as como un maestro y sus discpulos. Esa idea de uno que ensea y otro que aprende,inherente a la nueva idea de gobierno, contribuye a la legitimacin de quienes lo ejercen. El Poder empieza a verse libre de trabas y a enseriar lo que hay que hacer, y, por cierto, Jouvenel, que no recurri demasiado a la palabraMinotauro para designar el Estado actual, emple a veces la expresin Estado Educativo. En cualquier caso, el Estado, encarnacin del Poder,se liber entonces de trabas ancestrales, las del Antiguo Rgimen, lleg a su plenitud y el Estado Total, Estado Minotauro, Estado Educativo oEstado Panopticn, como quera J. Bentham, tiene su origen en la Revolucin francesa. El nuevo Estado deja ya ver la tesis subyacente a ElPoder: el Poder es radicalmente egosta, y dejado a si mismo tiende a ser total o, utilizando su terminologa, minoturico, aunque empieza porser pedagogo; esta es, despus de todo, la funcin de la ideologa, cuyo modo de pensamiento empez a difundirse entonces como elpensamiento de un Todo, de la Nacin, rector de la razn de Estado. Lo que a veces siembra el desconcierto en la historia del Estado es que el Estado Leviatn tambin haba arraigado a su manera en lastradiciones, las costumbres y los hbitos. A fin de cuentas, segn el propio Hobbes, cumpla su misin dando seguridad a la Sociedad, perodejndola ir por s sola y, tras la Revolucin, reapareci como Estado de Derecho. En realidad era el Estado revolucionario, el Estado Modernode Jouvenel, pero sometido al Derecho, recayendo entonces la discusin, no sobre el Estado en s sino sobre el alcance y el contenido delDerecho y los de su institucin fundamental, la propiedad. Por ejemplo, comenz el desarrollo del derecho administrativo. Pero el egosmo delPoder encarnado en el Estado sigui su curso. Alejado de las ilusiones contractualistas las teoras del 'contrato social' nos presentan hombres maduros que han olvidado su niez, dirJouvenel en La teora pura de la poltica[39] , quiz se podra interpretar El Poder como un intento de mostrar, probndolo por la historiaconcebida como 'una lucha de poderes', que la forma estatal lo hace paroxstico. Que historia y poltica son inseparables: solamente la carenciade imaginacin y de experiencia puede conducir a una visin simple de las relaciones existentes entre un cuerpo gobernante y la opinin ,escribe en La teora... [40] Que el Estado es una forma de organizacin en la que el natural egosmo del Poder, en cuanto est en condiciones de llevar a cabo una movilizacin total de las energas, acaba hacindose ilimitado hacia dentro y hacia fuera. Que el Estado, una vezmonopolizado lo pblico, tiende inexorablemente a hacer pblica toda la existencia. Que el Estado, en fin, es ese monstruo fro, como decaNietzsche, que, liberado de cualquier freno, se diviniza a s mismo. 17. Jouvenel analiza las causas y los medios por los que el Poder ha hecho que el Estado haya devenido Minotauro, enemigo de la Sociedada la que devora a su manera continuamente. Los resume en lo que llama la ley de la concurrencia poltica, objeto del trabajo de este ttulo, queexplica la carrera entre los poderes. Ley que recuerda por cierto la enunciada por el gran historiador suizo Jacob- Burckhardt: en poltica,constituye una gran desgracia que cuando uno va delante, los otros no tengan ms remedio que seguirle por su propia seguridad.[41] Segn Jouvenel, el proceso de la concurrencia poltica tiene dos fuentes: o bien un Estado aumenta un territorio, incrementando as la base dedonde obtiene sus recursos, lo que obliga a los dems a hacer algo anlogo para restablecer el equilibrio, o bien, aumenta su capacidadmediante un incremento en la explotacin de los recursos de su propio territorio; medio que, si es aceptado, resulta ms temible para susvecinos que la adquisicin de cualquier provincia. Por esta razn, ningn Estado puede permanecer indiferente cuando uno de ellos obtienems derechos sobre su pueblo. Se conoce bien la consecuencia ms inmediata: la carrera de armamentos. Pero esto no es sino la proyeccinde algo mucho ms grave, la carrera hacia el totalitarismo. Es decir, un Poder que mantenga ciertas relaciones con su pueblo slo puedeaumentar su instrumento militar dentro de ciertos lmites. Para franquearlo, es preciso que revolucione tales relaciones, que se atribuya nuevosderechos. La ley de la concurrencia explica por qu el poder altera el Derecho y por qu acaba reducindose todo Derecho al derecho positivo,el gran instrumento del totalitarismo, degradando el Derecho, que en lugar de ser un medio securitario, se convierte en una fuente de

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  • incertidumbre. Para Jouvenel, hay que buscar en el militarismo la causa histrica concreta de la tendencia totalitaria. Las Monarquas estatales anteriores al Estado Moderno, singularmente la francesa, haban practicado ya intensamente la frmula deincrementar la explotacin de los recursos propios, acostumbrando a ello a los pueblos. El Estado Desptico de los ilustrados se preocupaba,ciertamente, de fomentar la 'felicidad' de la Sociedad, pero con la conviccin de que una sociedad progresiva fortalecera el poder del Estado. Elsiglo XVIII se caracteriz por la poltica de los 'intereses de los Estados'.[42] Jouvenel ve, igual que Tocqueville, una continuidad entre el Estado monrquico del Antiguo Rgimen y el Estado napolenico, sin perjuicio dela diferencia cualitativa entre ambos en lo psicolgico, lo moral y lo material. Diferencia que se puede resumir en la distinta concepcin delDerecho, cuya supremaca debe ser, seguramente, la idea grande y central de toda ciencia poltica. Ciencia que presupone y necesita unDerecho ms antiguo, Mentor del Estado. Pues si el Derecho es algo que elabora el Poder, cmo podr ser para l un obstculo, un gua o unjuez? 18. En el Antiguo Rgimen, a pesar de integrarse en el concepto de soberana el derecho a hacer leyes, con lo que hizo tmidamente suaparicin la legislacin, nocin completamente moderna, las creencias tradicionales eran todava muy firmes, y cuanto ms estables yarraigadas sean las rutinas y las creencias de una sociedad, ms predeterminados estarn los comportamientos y menos libre ser el Poder ensu accin. La Revolucin, alterando las rutinas y las creencias, concibi la soberana como soberana del pueblo personificado en la Nacin,alteracin drstica que, segn la ley de las revoluciones, renovando la fuente del Poder lo fortaleci: la verdadera funcin histrica de lasrevoluciones es la renovacin y el fortalecimiento del Poder. Y, sobre todo, al ser soberano el pueblo, no slo se revigoriza el Poder en sucentro, sino que el movimiento que imprime a la nacin no choca ya con los obstculos de las autoridades sociales, que la tormenta ha barrido.En la revolucin, con el despotismo de la virtud se instaur el de la ley, con lo que estaba conforme hasta Kant, para quien slo la ley hace elDerecho. Por tanto todo lo que es ley es derecho y no existe derecho contra la ley. A partir de entonces, dice Jouvenel, constituye una ilusin buscar en el Derecho una proteccin contra el Poder. Pues, como dicen losjuristas, el Derecho es 'positivo'. Es decir, se reduce a la masa de las leyes y normas emanadas del Poder; a un conjunto de rdenes. Sinembargo, ejerciendo el poder legislativo, considerado expresin 'del Todo' esta personificacin del Todo constituye una gran novedad en elmundo occidental, inspirada por el griego, una soberana total, la creciente avalancha de las leyes no crea Derecho, slo traduce el empujede los intereses, de la fantasa de las opiniones, de la violencia de las pasiones. Y siendo adems falso que el orden de la sociedad tenga queser procurado enteramente por el Poder, no establecen un verdadero orden, pues son las creencias y las costumbres las que lo hacen en sumayor parte. El 'delirio legislativo', dice Jouvenel, al acostumbrar a la opinin a considerar susceptibles de ser modificadas indefinidamente lasreglas y nociones fundamentales la ley se ha convertido en la expresin de las pasiones del momento, crea la situacin ms ventajosapara el dspota, que puede imponer sus opiniones. El Derecho ha perdido su alma y ha devenido bestial, deca todava en 1945! Desdeentonces es puro instrumento de manipulacin, pudiendo llegar a ser admitida la definicin totalitaria del Derecho, tosca pero sin rplica, decontinuacin de la poltica por otros medios, parodiando la definicin de Clausewitz de la guerra. La legislacin ha hecho del Derecho mediode seguridad y garanta de la libertad una especie de arma de guerra instrumento de inseguridad y de coaccin. En ella ve Jouvenel, noslo la causa de la crisis del Derecho y del desorden social, sino la del totalitarismo suave, blando, de las actuales sociedades formalmentedemocrticas, ciertamente ms que liberales. Totalitarismo que, conforme a esa estulta definicin pseudoclausewitziana, no hace uso de laviolencia sino de la legislacin.[43] Esa radical alteracin del Derecho pervierte la libertad. 19. En la prctica, hoy se tiende a creer que la libertad es una invencin moderna y, en todo caso, una graciosa 'munificiencia' del Poder,cuando, en realidad, es completamente ajena al carcter del Poder. La libertad es muy antigua, aunque slo la tuviesen reconocida comoderecho algunos hombres, como una especie de privilegio. De ah su origen aristocrtico, pues el hecho de ser polticamente libre no sloimplicaba responsabilidades, sino un especial inters en defenderla para conservarla. Modernamente se ha extendido a todos, pero no todos laconsideran un privilegio, estn dispuestos a aceptar las responsabilidades que implica y tienen inters en defenderla. Jouvenel compara, parailustrarlo, Inglaterra y Francia. Por circunstancias histricas, en Inglaterra la libertad lleg a ser un privilegio generalizado, siendo por tantoequvoco hablar de la democratizacin de Inglaterra: al contrario, hay que decir ms bien que la plebe ha sido llamada a tener los privilegios dela aristocracia. La intangibilidad del ciudadano britnico es la del seor medieval. En cambio, en Francia y esto vale para Europa en general, como la clase media se ali con la monarqua precisamente frente a los privilegios, las victorias de la legislacin estatal contra la costumbrehan sido victorias populares, de modo que, tras la Revolucin, la maquinaria estatal cay en manos del pueblo considerado como masa, nocomo individuos libres. As pues, en el primer caso, la democracia consistir en la extensin a todos de una libertad individual provista degarantas seculares. Los ingleses, comenta Jouvenel siguiendo a Stuart Mill, aunque es dudoso que sea exactamente as hoy en da, perorefleja muy bien la tendencia histrica, tienen escaso inters en ejercer el gobierno, pero muestran una gran pasin en resistir a la autoridad sicreen que sobrepasa los lmites prescritos. En el caso de Francia, la democracia consistir en cambio en la atribucin a todos de unaSoberana armada de una omnipotencia secular que no reconoce en los individuos ms que a sbditos, al fundirse, como deca ya Montesquieuque sola ocurrir en la democracia, el poder del pueblo con la libertad del pueblo. En suma, Jouvenel, que no est muy lejos de lascomparaciones de Tocqueville sobre las diferentes perspectivas de la democracia en Estados Unidos y en Francia, cree que la democracia, a lavez que extiende los derechos del Poder, debilita las garantas individuales. Empieza a ser general en Europa la queja de falta de libertadpoltica.[44] 20. Polticamente incorrecto, expresin que entonces no tena el sentido actual, avant la lettre Jouvenel dice crudamente: ya no hay libertad,mas la libertad pertenece a los hombres libres. Y quin se preocupa de formar hombres libres? Y tambin: el pretendido 'Poder del Pueblo'

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  • no es en la prctica ms que un 'Poder sobre el Pueblo' . De hecho, del equvoco democrtico de la soberana del Pueblo y del 'Poder delPueblo' se desprende que frente al Inters General no es legtimo ningn inters. Esto es, que los intereses particulares deben ser sacrificadosal Inters General. Axioma sin contestacin posible que, invocado sin cesar, convierte la democracia en una batalla por el Poder, cuyaconquista permite a los triunfadores hacer coincidir sus intereses con los generales, constituyendo el meollo de la democracia totalitaria, en laque la degradacin del rgimen, insiste Jouvenel, est ligada a la degradacin de la ley. Aunque al escribir El Poder an no haba hecho su aparicin la ideologa del consenso entre los partidos instalados en el Poder, advirtiJouvenel que la pluralidad de los partidos lo que ms tarde se llamar sin rubor el Estado de Partidos no constituye ninguna garanta, dadoque la democracia contempornea se mueve entre las nociones de libertad y legalidad por un lado y, por otro, la de soberana absoluta delpueblo, extremos que son contradictorios. Creyndose asistir a avances sucesivos de la democracia el burdo mito posterior de la `democraciaavanzada', medidos por las victorias de la soberana popular lo que tambin se llamar ms tarde 'profundizacin de la democracia', se vaa parar a un rgimen en el que han desaparecido la libertad y la legalidad. Este es el proceso que hemos tratado de aclarar. DALMACIO NEGRO Catedrtico de Historia de las Ideas y de las Formas Polticas Universidad Complutense de Madrid Madrid, octubre de 1998

    [Ir a tabla de contenidos]Prembulo Esta obra es un libro de guerra en todos los sentidos. Fue concebida en la Francia ocupada, y su redaccin se inici al abrigo del monasterioLa-Pierre-Qui-Vire. El manuscrito constitua nuestro nico equipaje cuando cruzamos a pie la frontera suiza en 1943. La generosa hospitalidadhelvtica nos permiti proseguir el trabajo, el cual se public en marzo de 1945 por obra de Constant Bourquin. Pero es un libro de guerra tambin en un sentido ms sustancial: en cuanto fruto de una meditacin sobre la marcha histrica hacia la guerratotal. Haba esbozado ya el tema en un primer escrito, Sobre la competencia poltica, trado de Francia por Robert de Traz, quien lo habapublicado en enero de 1943 en su Revue suisse contemporaine. La obra se desarroll en torno a este breve enunciado (conservado comocaptulo VIII del libro). En l encontrar el lector el principio de la clera que anima a la obra, que ha sido la causa de su xito y que explicaalgunos de sus excesos. Una clera a la medida de mi decepcin. Bastaba abrir los ojos a la sociedad para reconocer como evidente que la mutacin en cursoreclamaba en el orden intelectual una toma de conciencia y algunas proyecciones para el futuro, y en el orden prctico una accin sostenida,aqu correctora, all iniciadora, y en general orientadora. Se necesitaba un Poder activo, y ese empeo por reforzarlo que se experimentacuando se despliega el escndalo del paro por la inactividad de los gobiernos. Pero he aqui que el Poder haba tomado un semblante terrible yhaca el mal con todas las fuerzas que le haban sido confiadas para que hiciera el bien. Cmo no haba de sentir una profunda conmocinante semejante espectculo? Me pareci que el principio de la catstrofe estaba en una confianza social que, por un lado, haba alimentado progresivamente la constitucinde un rico arsenal de medios materiales y morales y, por otro, dejaba libre el acceso a esos medios y demasiado libre su empleo. Esto es lo queorient mi atencin hacia todos aquellos que haban sealado la preocupacin por sujetar al Poder, aunque no siempre fuera por prudenciasocial sino con frecuencia por inters. El problema tena que plantearse tras una experiencia tan funesta. Sin embargo, apenas se discuti: incomparablemente menos que tras laaventura napolenica. Acaso porque una desgracia tan inmensa pareca por ello mismo que tena que permanecer nica? Aceptemos esta confianza. Por lo dems,celebremos los enormes progresos que se hicieron despus de la guerra en los servicios sociales. Pero no olvidemos por ello el inquietantecontraste entre el formidable aumento que se produce en los medios de que dispone el Poder y el relajamiento en el control de su empleo, y elloincluso en la principal potencia democrtica. Concentracin de poderes, monarquizacin del mando, secreto de las grandes decisiones, todo esto no nos da qu pensar? La integracinse produce tambin en el mbito econmico. Es la poca de las altas torres ms bien que del foro. Esta es la razn de que este libro, cuyos graves defectos bien conozco, siga tal vez siendo oportuno. Cunto me gustara que no lo fuera! BERTRAND DE JOUVENEL Enero de 1972 Habiendo fallecido Constant Bourquin despus de haber sido redactado este prembulo, quisiera manifestar lo mucho que le debo. Vino a Saint-Saphorin a pedirme el manuscrito, que antes haba sido rechazado por ms de un editor establecido; nos proporcion los mediosmateriales de que carecamos en grado extremo, prepar la publicacin con amor, y tuvo la delicada idea de hacer imprimir un ejemplar paraMonsieur et Madame Daniel Thiroux, que era el nombre que figuraba en nuestro carnet de identidad inventado en Francia, y que seguiramos

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  • llevando en Suiza. Fue para m mucho ms que un editor: un amigo de los malos tiempos. BERTRAND DE JOUVENEL Enero de 1977

    [Ir a tabla de contenidos]Presentacin del Minotauro Hemos vivido la guerra ms atroz y devastadora que Occidente haya conocido jams. La ms devastadora, por la inmensidad de los mediosempleados. No slo se han puesto en pie ejrcitos de diez, de quince, de veinte millones de hombres, sino que detrs de ellos se ha movilizadoa toda la poblacin para abastecerlos con los instrumentos de muerte ms eficaces. Todo lo que un pas tiene de seres vivos ha servido a laguerra, y los trabajos que mantienen la vida no se han considerado y tolerado sino como el soporte indispensable del gigantesco instrumentalmilitar en que se ha convertido el pueblo entero.[45] Puesto que todo, el obrero, el campesino y la mujer, contribuye a la lucha, todo, la fbrica, la cosecha, la casa, se ha convertido en blanco, y eladversario ha tratado como enemigo todo lo que es carne y tierra, ha perseguido por medio de la aviacin una total aniquilacin. Ni una participacin tan general ni una destruccin tan brbara hubieran sido posibles sin la transformacin de los hombres por pasionesviolentas y unnimes que han permitido la perversin integral de sus actividades naturales. La excitacin y el mantenimiento de estas pasioneshan sido obra de una mquina de guerra que condiciona el empleo de todas las dems, la propaganda. Ella ha sostenido la atrocidad de loshechos con la atrocidad de los sentimientos. Lo ms sorprendente del espectculo que nos ofrecemos a nosotros mismos es que nos sorprenda tan poco. Explicacin inmediata Que en Inglaterra y en Estados Unidos, donde no exista el servicio militar obligatorio y donde los derechos individuales eran sagrados, elpueblo entero se convirtiera en simple potencial humano, distribuido y aplicado por el Poder en orden a maximizar el esfuerzo blico til,[46] seexplica fcilmente. Cmo hacer frente al proyecto hegemnico de Alemania apelando slo a una parte de las propias fuerzas nacionales,mientras aqulla utilizaba todas las suyas? Tal fue el error de Francia,[47] cuya suerte posterior sirvi de ejemplo a Gran Bretaa y los EstadosUnidos. Aqulla lleg hasta la movilizacin de las mujeres. Y cuando el adversario, para manipular mejor los cuerpos, moviliza los pensamientos y los sentimientos, es preciso imitarle para no hallarseen desventaja. As, el mimetismo del duelo acerca al totalitarismo a las naciones que lo combaten. La militarizacin total de las sociedades es, pues, obra directa en Alemania, indirecta en los dems pases de Adolfo Hitler. Y si l realizen su pas esta militarizacin, es porque eran necesarias la totalidad de las fuentes nacionales para servir su voluntad de poder. Esta explicacin es incontestable, pero no llega al fondo. Europa, antes de Hitler, conoci a otros ambiciosos. A qu se debe el que unNapolen, un Federico II, un Carlos XII no llevaran a cabo la utilizacin integral de sus pueblos para la guerra? Sencillamente porque nopudieron. Ha habido otros casos, en los que, contra un agresor temido, se habra querido echar mano ampliamente del depsito de las fuerzasnacionales: baste citar a los emperadores del siglo XVI, que, a pesar de la devastacin de sus territorios por el Turco, no pudieron jams, en unpas inmenso, poner en pie ms que ejrcitos mediocres. As, pues, ni la voluntad del ambicioso ni la necesidad del agredido explican por s solas la inmensidad de los medios utilizados en nuestrotiempo. La explicacin est en las palancas materiales y morales de que disponen los gobiernos modernos. Es su poder el que ha hecho posibleesta movilizacin total, ya sea para el ataque, ya sea para la defensa. El progreso de la guerra La guerra no es forzosamente, ni ha sido siempre, como hoy la vemos. En la poca de Napolen obligaba a los hombres en edad militar aunque no a todos, y el emperador, normalmente, slo llamaba a lamitad de los movilizados. A todo el resto de la poblacin dejaba hacer su vida normal, no pidindoles ms que unas contribuciones financierasmoderadas. Menos an tomaba en tiempos de Luis XIV; el servicio militar era desconocido y el particular viva fuera del conflicto. Si, pues, no es una consecuencia inevitable del acontecimiento blico el que la sociedad participe en l con todos sus miembros y con todossus recursos, diremos entonces que la situacin de que somos testigos y vctimas es accidental? No, ciertamente, puesto que si ordenamos en una serie cronolgica las guerras que han desgarrado a nuestro mundo occidental durantecerca de un milenio, resulta de manera sorprendente que de una a otra el coeficiente de participacin de la sociedad en el conflicto ha idocreciendo constantemente, y que nuestra guerra total no es ms que el desenlace de una progresin incesante hacia este trmino lgico, de unprogreso ininterrumpido de la guerra. De ah que la explicacin de nuestra desgracia no haya que buscarla en la actualidad sino en la historia. Qu causa constantemente actuante es la que ha dado a la guerra una extensin cada vez mayor (por extensin de la guerra entiendo aqu yseguir entendiendo en lo sucesivo la absorcin ms o menos completa de las fuerzas sociales por la guerra)?

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  • La respuesta nos la dan los hechos. Los reyes buscan ejrcitos Cuando nos remontamos a la poca siglos XI y en que comienzan a formarse los primeros Estados modernos, lo que ante todo nossorprende, en aquellos tiempos considerados tan belicosos, es la extrema pequeez de los ejrcitos y la brevedad de las campaas. El rey dispone de los contingentes que le aportan sus vasallos, pero que slo le deben el servicio durante cuarenta das. Sobre el terrenoencuentra milicias locales, pero de escaso valor[48] y que le siguen apenas durante dos o tres das de marcha. Cmo, con estos medios, realizar grandes operaciones. Para ello se necesitaran tropas disciplinadas que siguieran al rey durante mstiempo; pero en tal caso tendra que pagarlas. Pero con qu poda pagarlas, si sus nicos recursos eran los procedentes de sus dominios privados? No se admite en absoluto que puedaimponer tributo,[49] y su gran recurso consista en obtener, siempre que la Iglesia aprobara una expedicin, que sta contribuyera, durantealgunos aos, con la dcima parte de sus rentas. Incluso con esta ayuda y todava a finales del siglo XIII, la cruzada de Aragn, que durciento cincuenta y tres das, aparecer como una empresa monstruosa y endeudar durante largo tiempo a la monarqua. As, pues, la guerra es muy pequea, porque el Poder es pequeo y porque no dispone de esas dos palancas esenciales que son el serviciomilitar y el derecho de gravar con impuestos. Pero el Poder se esfuerza en crecer. Los reyes tratan de obtener que el clero, por una parte, y los seores y comunidades, por otra, lespresten su ayuda financiera con la mayor frecuencia posible. Durante los reinados ingls de Eduardo I y Eduardo III y francs desde Felipe elHermoso hasta Felipe de Valois esta tendencia se va desarrollando. Existen estimaciones de los consejeros de Carlos IV para una campaa enGascua que requerira cinco mil caballeros y veinte mil peones de infantera, todos a sueldo, todos soldados, durante cinco meses. Otra,doce aos posterior, prev para una campaa de cuatro meses en Flandes diez mil caballeros y cuarenta mil infantes. Pero para reunir estos medios es preciso que el rey visite sucesivamente los principales centros del reino y, reuniendo al pueblo grande,medio y pequeo, exponga sus necesidades y requiera su ayuda.[50] Tales medidas y peticiones parecidas se repetirn continuamente a lo largo de la Guerra de los Cien Aos, que debemos representarnos comouna sucesin de breves campaas que es preciso financiar sucesivamente. El mismo proceso en el otro campo, el ingls,[51] donde el rey, quetiene relativamente ms poder, obtiene mayores y ms regulares recursos de un pas mucho menos rico y menos poblado.[52] Contribuciones como las necesitadas para el rescate del rey Juan debern prolongarse durante varios aos, pero no se las podr considerarcomo permanentes, y el pueblo se levantar contra ellas casi simultneamente en Francia y en Inglaterra. Slo al final de la guerra, la costumbre al sacrificio permitir establecer un impuesto permanente la talla para sostener un ejrcitopermanente, las compaas de ordenanza. El Poder ha dado realmente un gran paso adelante: en lugar de mendigar una ayuda en circunstancias excepcionales, dispone de unadotacin permanente que tratar de acrecentar por todos los medios. Extensin del Poder, extensin de la guerra Cmo conseguir incrementar esta dotacin? Cmo aumentar la parte de la riqueza nacional que pasa a manos del Poder y que as seconvierte en poder? Hasta el final, la monarqua no se atrever a imponer la conscripcin de los hombres o servicio militar obligatorio. Slo con dinero podrdisponer de soldados. Por otra parte, las tareas civiles, que por lo dems tan bien desempeo, justifican la adquisicin de un poder legislativo, inexistente en la EdadMedia, pero que se desarrollar. Y el poder legislativo implica el derecho de imponer tributos. La evolucin en ese sentido ser larga. La gran crisis del siglo XVII, marcada por las revoluciones de Inglaterra, de Npoles tan olvidada, pero tan significativa! y finalmente laFronda, corresponde al esfuerzo de las tres grandes monarquas occidentales para aumentar los impuestos,[53] y a la reaccin violenta de lospueblos. Cuando finalmente el Poder logra doblar el cabo, pueden apreciarse los resultados: doscientos mil hombres se matan entre s en Malplaquet,en vez de los cincuenta mil de Maririano. En lugar de los doce mil soldados de Carlos VII, Luis XIV tendr ciento ochenta mil, el rey de Prusiaciento noventa y cinco mil, y el emperador doscientos cuarenta mil. Este progreso alarm a Montesquieu:[54] Muy pronto, prevea, a fuerza de tener soldados, no tendremos ms que soldados, y seremoscomo los trtaros. Por otro lado, aada con admirable clarividencia: Para ello no hay ms que hacer valer la nueva invencin de las miliciasestablecidas en casi toda Europa y llevarlas al mismo exceso a que se ha llevado a las tropas regulares.[55] Pero esto no poda hacerlo la monarqua: Louvois [Ministro de Luis XIV] haba creado unos regimientos territoriales cuyos efectivos deban serproporcionados por las localidades, destinados en principio slo al servicio local y que el ministro trat luego de emplear como reserva de loscuerpos activos, si bien encontr a este respecto la ms viva resistencia. En Prusia (reglamento de 1733) se tuvo ms xito.

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  • Pero tambin, e incluso ms an que los aumentos de los impuestos, este comienzo de las obligaciones militares exasperaba a laspoblaciones y constitua una queja capital contra el Poder. Sera absurdo limitar la labor de la monarqua al crecimiento del ejrcito. Es bien sabido que estableci el orden en el pas, que protegi a losdbiles contra los fuertes, que transform la vida de la comunidad; todo lo que le deben la agricultura, el comercio y la industria. Precisamentepara poder lograr todos estos beneficios, tuvo que constituir un aparato de gobierno compuesto de rganos concretos una administracin yde derechos un poder legislativo que podemos representarnos como una sala de mquinas desde la que se maneja a los individuos conayuda de palancas cada vez ms potentes. Y por medios de estos controles, con ayuda de esta sala de mquinas , el Poder ha adquirido la capacidad, en la guerra o en vistas a laguerra, de exigir a la nacin lo que un monarca feudal ni siquiera habra soado. As, pues, la extensin del Poder (o la capacidad de dirigir de una manera ms completa las actividades nacionales) ha causado la extensinde la guerra. Los hombres, atrapados por la guerra Monarqua absoluta, guerras dinsticas, sacrificios impuestos a los pueblos, son ideas que nos han enseado a conjugar. Y con razn, pues sibien es cierto que los reyes no siempre fueron ambiciosos, bien pudo encontrarse uno que lo fuera, y entonces su gran poder le permita imponerpesadas cargas. Fue precisamente de estas cargas de las que el pueblo crey desembarazarse al derrocar al Poder real. Lo que le resultaba odioso era elpeso de los impuestos, y por encima de todo la conscripcin militar a la que algunos estaban sujetos. Siendo esto as, no deja de sorprendercmo estas cargas se agravaron en el rgimen moderno, cmo sabre todo la conscripcin que se llev a cabo, no por la monarqua absoluta,sino como resultado de su cada. Taine observa que fueron la amenaza presente y la experiencia pasada de invasin y sus sufrimientos las que indujeron al pueblo a consentirel reclutamiento: El pueblo consider el r