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113 Osmar Armando Cruz Quiroz* Sumario: I. Planteamiento del problema. II. Elementos del caso. III. Análisis del caso. Conclusiones El presente trabajo de investigación plantea un problema de argumentación judi- cial, relacionado con la sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Castañeda Gutman vs Estados Unidos Mexicanos, de fecha 6 de agosto de 2008, que versa sobre cuestiones constitucionales, de derechos hu- manos y de derechos políticos, en la que se declaró, en una parte, que el Estado Mexicano violó la Convención Americana y, en otra, que el Estado no contravino dicha Convención. I. Planteamiento del problema A partir del análisis de la sentencia sujeta a estudio, determinar si la argumenta- ción jurídica realizada por la Corte Interamericana, al ponderar los hechos y los derechos alegados en el caso concreto, fue adecuada en función de la litis puesta a debate y particularmente a propósito de las pretensiones y agravios del particular afectado, de los motivos de la demanda planteada por la Comisión Interamericana y de las excepciones y defensas del Estado demandado La argumentación y justificación de la sentencia de la Corte Interamericana en el caso Jorge Castañeda *Magistrado del Noveno Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito. Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv https://revistas.juridicas.unam.mx DR © 2010. Revista del Instituto de la Judicatura Federal Instituto de la Judicatura Federal - Consejo de la Judicatura Federal http://www.ijf.cjf.gob.mx/

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Osmar Armando Cruz Quiroz*

Sumario: I. Planteamiento del problema. II. Elementos del caso. III. Análisis del caso. Conclusiones

El presente trabajo de investigación plantea un problema de argumentación judi-cial, relacionado con la sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Castañeda Gutman vs Estados Unidos Mexicanos, de fecha 6 de agosto de 2008, que versa sobre cuestiones constitucionales, de derechos hu-manos y de derechos políticos, en la que se declaró, en una parte, que el Estado Mexicano violó la Convención Americana y, en otra, que el Estado no contravino dicha Convención.

I. Planteamiento del problema

A partir del análisis de la sentencia sujeta a estudio, determinar si la argumenta-ción jurídica realizada por la Corte Interamericana, al ponderar los hechos y los derechos alegados en el caso concreto, fue adecuada en función de la litis puesta a debate y particularmente a propósito de las pretensiones y agravios del particular afectado, de los motivos de la demanda planteada por la Comisión Interamericana y de las excepciones y defensas del Estado demandado

La argumentación y justificación de la sentencia de la Corte Interamericana en el caso Jorge Castañeda

*Magistrado del Noveno Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito.

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II. Elementos del caso

1. Antecedentes

A) El Instituto Federal Electoral mediante oficio deppp/dppf/569/04 de 11 de mar-zo de 2004, respondió solicitud de inscripción como candidato al cargo de elección popular de presidente de los Estados Unidos Mexicanos formulada por el señor Jorge Castañeda Gutman el 5 de marzo de 2004. En dicho oficio, la Dirección de Prerrogativas y Partidos Políticos del Instituto Federal Electoral, con fundamento en jurisprudencia y, entre otros, en el artículo 175 del Código Federal de Institucio-nes y Procedimientos Electorales, determinó:

…que el derecho a ser postulado y ser votado para ocupar un cargo de elección po-pular a nivel federal, sólo puede ejercerse a través de alguno de los partidos políticos nacionales que cuenten con registro ante el Instituto Federal Electoral. Por último, el artículo 177, párrafo 1, inciso e) del Código de la materia, indica el plazo para el registro de candidaturas para Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, mismo que abarca del 1° al 15 de enero del año de la elección. Por lo antes expuesto no es posible atender su petición en los términos solicitados.

B) En contra de la anterior determinación el señor Castañeda recurrió al juicio de amparo el que le fue sobreseído por la juez de distrito que conoció del asunto y con-firmado en grado de revisión por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al con-siderar que el asunto se trata de derechos sustantivos de carácter político, por virtud de un acto concreto de aplicación de un ordenamiento de materia electoral, en cuyo caso el juicio de amparo es improcedente, dado que a través de esta vía no pueden im-pugnarse leyes de contenido electoral por disposición expresa de la Ley de Amparo.

C) El 21 de marzo de 2007, con fundamento en la Convención Americana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sometió a la Corte Interame-ricana de Derechos Humanos la demanda en contra de los Estados Unidos Mexi-canos, que se originó con la petición presentada el 12 de octubre de 2005 por Jorge Castañeda Gutman. El 26 de octubre de 2006 la Comisión había aprobado el Informe de admisibilidad y fondo número 113/06, que contenía determinadas recomendaciones para el Estado mexicano y que, ante la falta de avance en el cumplimiento de éstas, la Comisión decidió someter el caso a la jurisdicción de la Corte Interamericana.

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D) La Comisión indicó que la demanda “se relaciona con la inexistencia en el ámbito interno de un recurso sencillo y efectivo para el reclamo de la cons-titucionalidad de los derechos políticos y el consecuente impedimento para que el señor Jorge Castañeda Gutman…inscribiera su candidatura independiente a la Presidencia de México” para las elecciones que se celebraron en julio de 2006; y solicitó a la Corte, entre otras cosas, que declarara que “México es responsable por la violación en perjuicio de Jorge Castañeda Gutman, del derecho a la protección judicial consagrado en el artículo 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con las obligaciones generales de respetar y garantizar los derechos humanos y de adoptar las medidas legislativas o de otro carácter que fue-ren necesarias para hacer efectivos los derechos protegidos, de conformidad con los artículos 1.1 y 2 de la Convención”.

E) La demanda de la Comisión fue notificada al Estado y a los representantes. Durante el proceso ante la Corte Interamericana se recibieron los escritos princi-pales de las partes, los de alegatos a las excepciones preliminares interpuestas por el Estado, y otros.

F) El 6 de agosto de 2008 la Corte Interamericana de Derechos Humanos emi-tió su resolución en la que determinó, en la parte que interesa a esta investigación, lo siguiente:

PUNTOS RESOLUTIVOS. … DECLARA: … 1. Desestimar las excepciones prelimi-nares interpuestas por el Estado en los términos de los párrafos 15 a 67 de la presente Sen-tencia. 2. El Estado violó, en perjuicio del señor Jorge Castañeda Gutman, el derecho a la protección judicial consagrado en el artículo 25 de la Convención Americana, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la misma, en los términos de los párrafos 77 a 133 de la presente Sentencia. 3. El Estado no violó, en perjuicio del señor Jorge Castañeda Gutman, el derecho político a ser elegido reconocido en el artículo 23.1.b de la Convención americana sobre Derechos Humanos, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la misma, en los términos de los párrafos 134 a 205 de esta Sentencia. 4. El Estado no violó, en perjuicio del se-ñor Jorge Castañeda Gutman, el derecho a la igualdad ante la ley, reconocido en el artículo 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en los términos de los párrafos 206 a 212 de esta Sentencia.

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2. Puntos litigiosos

A) Artículo 25 (protección judicial) en relación con los artículos 1.1 (obligación de respetar los derechos) y 2 (deber de adoptar disposiciones de derecho interno) de la Convención Americana. Puntos 77 a 133 de las consideraciones de la sentencia y punto resolutivo 2.

La Comisión Interamericana alegó violación al artículo 25 de la Convención por entender que en la época de los hechos el Estado no proveía a las personas bajo su jurisdicción de un recurso rápido, sencillo y efectivo para proteger los derechos políticos y que el recurso de amparo interpuesto por la presunta víctima en el presen-te caso no era un recurso efectivo en los términos requeridos por el citado artículo. Los representantes alegaron que la presunta víctima interpuso el recurso de amparo en razón de que éste era el único que presentaba “visos de procedibilidad”, dado que para lograr el goce del derecho reclamado por la presunta víctima era necesario declarar inconstitucional un artículo de la ley electoral, lo cual no estaba bajo las facultades del Tribunal Electoral. Por último, el Estado alegó que el juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano cumple cabalmente con las exigencias de acceso a la justicia, y era el recurso idóneo, adecuado y eficaz para la protección que buscaba la presunta víctima ya que el amparo no está con-templado para reclamar derechos políticos. En el presente caso, la Corte consideró que la inexistencia de un recurso efectivo constituyó una violación de la Convención por el Estado parte, y un incumplimiento de su deber de adoptar disposiciones de Derecho interno para hacer efectivos los derechos establecidos en la Convención, en los términos del artículo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos, e relación con los artículos 1.1 y 2 de dicho tratado.

B) Artículo 23 (derechos políticos). Puntos 134 a 205 de las consideraciones de la sentencia y punto resolutivo 3.

La Comisión Interamericana no encontró una violación al artículo 23 de la Convención Americana en su informe de admisibilidad y fondo y, consecuentemen-te, no alegó ante la Corte violación al derecho a la participación política. Los repre-sentantes sí solicitaron al Tribunal que declarara que México es responsable por la violación del derecho a la participación política consagrado en el citado artículo 23 de la Convención y de los artículos 1.1 y 2 de dicho tratado en perjuicio de Jorge Castañeda Gutman. Sostuvieron que su derecho a ser elegido fue violado mediante el oficio de 11 de marzo de 2004 emitido por el Instituto Federal Electoral, mediante el cual, con fundamento entre otras disposiciones en el artículo 175 del Código Fe-deral de Instituciones y Procedimientos Electorales, le fue denegado el registro de su

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candidatura independiente al cargo de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Por su parte, el Estado sostuvo que la alegada violación al artículo 23 no forma parte de la materia litigiosa en el presente asunto en tanto la demanda de la Comisión se refiere “solamente a la presunta violación del artículo 25 de la Convención”, y que la Corte “no tiene competencia para conocer de planteamientos abstractos de violación de la Convención Americana por supuestas leyes en vigor que no han sido aplicadas a casos concretos”. Asimismo, argumentó el Estado que en el presente caso no ha ocurrido una violación a los derechos políticos del señor Castañeda por las razones que dio en su contestación. En relación con los derechos políticos, la Corte Interamericana consideró que no estaba probado en el presente caso que el sistema de registro de candidaturas a cargo de partidos políticos constituya una restricción ilegítima para regular el derecho a ser elegido previsto en el artículo 23.1.b de la Convención Americana y, por lo tanto, no ha constatado una violación al artículo 23 de dicho Tratado.

C) Artículo 24 (igualdad ante la ley) en relación con los artículos 1.1 (obliga-ción de respetar derechos) y 2 (deber de adoptar disposiciones de derecho interno) de la Convención Americana. Puntos 206 a 212 de las consideraciones de la sen-tencia y punto resolutivo 4.

La Comisión Interamericana no encontró en su Informe de admisibilidad y fondo una violación al artículo 24 de la Convención Americana y, consecuente-mente, no alegó ante la Corte la violación al derecho a la igualdad ante la ley. Los representantes, entre otros argumentos, señalaron que el artículo 175 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales “contiene restricciones, no solamente excesivas, sino innecesarias en una sociedad como la mexicana, que pre-tende ser democrática” e indicaron que hay estados en la República Mexicana que cuentan con legislaciones electorales que permiten las candidaturas independientes y que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha considerado como permisibles en el régimen constitucional mexicano; por lo que los representantes sostuvieron que la exclusividad de registro de candidaturas por parte de partidos políticos ade-más de violar el derecho a ser elegido previsto en el artículo 23 de la Convención Americana, violó el derecho a la igualdad consagrado en el artículo 24 de dicho tratado. El Estado por su parte sostuvo entre otros argumentos que la afectación de la igualdad prevista en el artículo 24 se surte para aquellos que están o se colocan en la misma situación fáctica que hace aplicable la hipótesis normativa en su ám-bito de vigencia, por lo que la existencia de un orden normativo federal y diversos locales no implica que éstos tengan que ser idénticos, pues ambos tienen ámbitos de validez diversos. La Corte Interamericana estimó que las elecciones locales y las

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federales no son comparables, de modo que no es posible concluir que las diferen-cias de organización entre unas y otras, sean discriminatorias y violen el derecho a la igualdad ante la ley establecido en el artículo 24 de la Convención Americana.

III. Analisis del caso

Una vez precisados los antecedentes y puntos litigiosos del caso, se abordará el aná-lisis de las consideraciones de la sentencia sujeta a estudio, para determinar, en primer lugar, si la argumentación jurídica dada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ponderando los hechos y derechos alegados por las partes, son suficientes para justificar las conclusiones con las que se resuelve el asunto, en par-ticular, en la parte en que resuelve que el Estado violó la Convención Americana; y, en segundo lugar, si al abordar el estudio de los demás temas guarda congruencia en relación con los temas tratados.

1. En relación con la declaración contenida en el punto resolutivo 2, en la que determinó que el Estado violó el artículo 25 de la Convención Americana

Como quedó expuesto con anterioridad, la Corte Interamericana de Derechos Humanos resolvió que el Estado Mexicano violó el artículo 25 de la Convención Americana, al considerar que la inexistencia de un recurso efectivo constituyó una violación de la Convención por el Estado parte, y un incumplimiento de su deber de adoptar disposiciones de derecho interno para hacer efectivos los derechos esta-blecidos en la Convención.

En el caso concreto, el señor Jorge Castañeda solicitó ante las autoridades ad-ministrativas electorales su registro como candidato independiente para presidente de la República, a lo que se le contestó desfavorablemente con fundamento, en-tre otros, en el artículo 175 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, que dispone que solamente los partidos políticos podrán registrar can-didatos. En contra de esta determinación acudió al juicio de amparo planteando la inconstitucionalidad de esta disposición por impedirle registrar su candidatura inde-pendiente a cualquier partido político. La juez de Distrito que conoció del asunto le sobreseyó en el juicio por considerar que el amparo era improcedente al tratarse de cuestiones de derechos políticos regulados por una norma de carácter electo-ral. Esta sentencia fue confirmada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

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Lo anterior dio lugar a la demanda de la Comisión Interamericana, que solicitó se declarara que el Estado Mexicano había violado el artículo 25 de la Convención Americana, al no dotar al particular de un recurso sencillo y eficaz para hacer efec-tivos los derechos fundamentales protegidos por la Convención Americana.

Para la resolución del caso la Corte Interamericana realiza un análisis de los diferentes juicios constitucionales que prevé la legislación mexicana en virtud de los cuales se puede plantear la inconstitucionalidad de normas y particularmente de las electorales, llevando a cabo también un estudio sobre los diferentes criterios jurisprudenciales existentes en México, todos vigentes al momento en que se gene-ró el acto lesivo del particular.

Analizó el juicio de amparo y concluyó que, efectivamente, éste no procede en materia electoral, lo que llevaba a considerar que el particular afectado no podía impugnar el precepto de la norma electoral que le impedía solicitar el registro de su candidatura independiente.

También practicó el análisis del juicio para la protección de los derechos políti-co-electorales de los ciudadanos, previsto en la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, y concluyó que éste sólo procedía en contra de actos y resoluciones definitivas de las autoridades en materia electoral, pero no así en contra de leyes electorales.

Respecto de la acción de inconstitucionalidad precisó que, si bien ésta sí proce-día en contra de leyes electorales, el sistema impedía que los particulares pudieran ejercerla, dado que estaba limitada a otros entes, en cuyo caso el afectado se veía imposibilitado para hacerla valer en contra de la norma electoral en cuestión.

De esto siguió la consideración de la Corte en el sentido de que Jorge Cas-tañeda carecía de un recurso sencillo y eficaz para plantear la transgresión a sus derechos políticos con motivo de la norma cuya constitucionalidad cuestionaba.

Precisado todo lo anterior, se pasa al análisis de las premisas en que la Corte Interamericana se basó para resolver el caso en relación con el derecho del particu-lar a contar un recurso sencillo y eficaz para hacer efectivos sus derechos políticos.

Considero que las premisas de las que parte la Corte Interamericana son con-tradictorias entre sí, aunque comparto la conclusión final de la falta de un medio de control constitucional que permita a los gobernados plantear la contradicción entre una norma general de carácter electoral y la Constitución, cuando aquélla viole derechos fundamentales.

Son dos las razones por las que considero que las premisas de las que parte la Corte Interamericana son contradictorias y que, por tanto, argumentativamente no son las adecuadas para justificar la decisión, dado que involucran dos vías de análisis

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que por su propia naturaleza deben estudiarse por separado; al obedecer a situacio-nes y supuestos distintos entre sí, tales vías deben tratarse por separado y como una sola línea de investigación. Las dos contradicciones son las siguientes:

a) La Corte resuelve que el Estado violó la Convención por inexistencia de un recurso sencillo y eficaz. Una cosa es la existencia del recurso o juicio y otra si éste es eficaz o no. Son dos premisas distintas, por su propia natu-raleza. O hay recurso para impugnar leyes electorales por el particular o no lo hay, y otra cosa es su eficacia, no en virtud de su procedencia, sino en un sentido práctico por los alcances que puede tener. Considero que se confunde procedencia con los alcances o efectos de una sentencia en este tipo de juicios, lo que se acerca más bien al fondo del asunto.

b) Se da un tratamiento indistinto a procedencia de un juicio para impugnar leyes de contenido electoral con lo que sería la defensa de los derechos político-electorales de los ciudadanos; esto es, una cosa es la vía para im-pugnar leyes electorales y otra para hacer efectivos los derechos electora-les. Una cosa es impugnar una ley electoral y otra defender un derecho político-electoral; esto es, la ley constituye por sí mismo el objeto o materia de impugnación del juicio, y el derecho político-electoral es un derecho sustantivo objeto de defensa no de impugnación, por lo que, o hay juicio para impugnar leyes electorales o hay juicio para la defensa de los dere-chos político electorales, pero no puede tratárseles como sinónimos.

Para dilucidar lo anterior se procede, en primer lugar, a un breve análisis del sis-tema de defensa constitucional mexicano, para luego abordar la temática del caso y con ello demostrar que la línea de argumentación adoptada por la Corte Interame-ricana es contradictoria, por ser contradictorias entre sí las premisas de que parte, sin perjuicio de arribar a la misma conclusión de fondo con la que concluye la sentencia.

En la defensa de la constitucionalidad la doctrina reconoce dos sistemas de con-trol: el concentrado y el difuso. El primero se refiere precisamente cuando el control de la constitucionalidad se deposita en un solo ente de tal manera que, como su nombre lo indica, se concentra el control de la constitucionalidad y es un solo ente el garante de la constitucionalidad. En el control difuso, por el contrario, consiste precisamente en que, como también su nombre lo indica, en que se difunde entre diversos entes, de tal forma que no es uno solo el encargado de velar por la constitu-cionalidad sino que varios son los que ejercen esta facultad.

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En el sistema jurídico mexicano impera el sistema concentrado en virtud de que, de conformidad con lo establecido por los artículos 103, 105 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es el Poder Judicial de la Federación el encargado de la protección de las instituciones fundamentales establecidas en la citada Constitución a través de los medios de control constitu-cional de tipo jurisdiccional.

El sistema difuso, aunque previsto en el artículo 133 de la Constitución Mexi-cana, no opera en el derecho positivo. En efecto, este artículo dispone que los jueces locales deberán aplicar la Constitución Federal por encima de las constituciones y leyes locales, cuando éstas sean contrarias a aquélla; sin embargo, pese a esta dispo-sición que constituye precisamente un control difuso en tanto que, no solamente el Poder Judicial de la Federación tiene a su cargo el control de la constitucionalidad, sino también los jueces locales, es el caso que al sistema no rige ya que el sistema normativo establecido en el derecho positivo no lo reglamenta, y de ahí que fácti-camente no sea aplicable, amén de que se contradice con todo el sistema general imperante que establece y regula el sistema concentrado a favor del Poder Judicial de la Federación a nivel tanto constitucional como legal.

En el contexto del control de la constitucionalidad existen distintos métodos de control constitucional de diversa naturaleza, destacando, para lo que el presente trabajo interesa, los de carácter jurisdiccional. Dentro de este tipo de métodos de control están el juicio de amparo, la controversia constitucional, la acción de in-constitucionalidad, el juicio de revisión constitucional y el juicio para la protección de los derechos político-electorales de los ciudadanos.

El juicio de amparo tutela la parte dogmática de la Constitución Federal, en la que se contienen las garantías individuales de los gobernados, y procede en contra de actos, leyes y tratados internacionales. En este tipo de juicios rigen di-ferentes tipos de principios de entre los cuales se destaca el de interés jurídico, el de instancia de parte agraviada y de agravio personal y directo, todos éstos como requisitos de procedibilidad para ejercer este tipo de acción constitucional y en virtud de los cuales; sólo a quien asista el derecho subjetivo reconocido en ley cuya trasgresión constituiría una afectación a su esfera jurídica, es quien puede acudir por sí mismo a instar el juicio constitucional de amparo, pues en caso contrario la acción será improcedente. Además, destaca también en este tipo de juicio el que de obtener una sentencia favorable, sólo quien ejerce la acción será el beneficiado de la declaratoria de inconstitucionalidad, aun en tratándose de leyes que hayan sido declarado inconstitucionales.

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Por su parte, la controversia constitucional es un juicio que tutela la parte orgánica de la Constitución Federal, esto es, la relativa fundamentalmente a las competencias constitucionales que tienen los diferentes órdenes de gobierno (Fe-deración, Estados, Distrito Federal y Municipios) así como las de sus respectivos poderes públicos (ejecutivo, legislativo y judicial). Por tanto, en todo lo relativo a la estructura orgánica básica del Estado y la competencia de las dependencias prima-rias previstas en la Constitución Federal, se protegen a través de este tipo de juicio constitucional, al que únicamente pueden acceder precisamente los respectivos órdenes de gobierno y sus respectivos poderes públicos en defensa de sus corres-pondientes competencias constitucionales. La materia u objeto de impugnación de las controversias constitucionales son los actos, leyes y tratados internacionales en la medida en que lesionen algún tipo de competencia constitucional. En este juicio también imperan los principios mencionados para el juicio de amparo, de interés jurídico, instancia de parte agraviada y agravio personal y directo. En cuan-to a los efectos, a diferencia del amparo, no son relativos o a favor únicamente de la parte que promueve la acción, sino que operan los efectos generales bajo determinados requisitos, de tal manera que satisfechos éstos la declaratoria de in-constitucionalidad de la norma general impugnada trascenderá los límites de la propia controversia y de las partes que en ella hayan intervenido, de tal manera que aun otros órdenes de gobierno o poderes públicos que sin haber sido parte en el juicio se verán afectados por la decisión judicial que haya declarado la incons-titucionalidad de la norma, en forma tal que aquellos destinatarios o sujetos a la norma declarada inválida ya no se verán obligados a su acatamiento en virtud de su inconstitucionalidad determinada por sentencia judicial.

La acción de inconstitucionalidad tutela toda la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; no está limitada a la parte dogmática u orgánica, sino que protege todo el ordenamiento. Este juicio sólo procede en contra de leyes o tratados internacionales, no así en contra de actos concretos. Cabe precisar que no procede en contra de cualquier disposición de carácter general, sino en contra de aquellas que siguen proceso de reforma o creación de ley por órgano legislativo competente, con lo que se excluyen otro tipo de ordenamientos que, si bien son también disposiciones generales, no tienen el rango de ley por la forma en que se crean, tal es el caso de los reglamentos de los órganos ejecutivos, las circulares, los decretos, los bandos de policía y buen gobierno, entre otros. La peculiaridad de este tipo de juicio constitucional, producto de la llamada Reforma Judicial de 1994 por la que se reformó el artículo 105 de la Constitución Federal y que surgió por primera vez este tipo de juicio constitucional en el sistema jurídico mexicano, es

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que es de carácter abstracto, esto es, es un medio de control abstracto en la medida de que no imperan los principios antes mencionados que rigen para los otros juicios constitucionales de interés jurídico, agravio personal y directo y de instancia de parte agraviada, ya que no exige como requisito de procedibilidad la afectación a la esfera jurídica de alguien o de algún ente para que proceda, de tal manera que sólo se necesita que el ente legitimado para ejercer esta acción la promueva. Así, los entes legitimados para ejercerla fungen como vigilantes de la constituciona-lidad, sin que se requiera algún tipo de afectación en perjuicio de alguien, pues sólo basta que éstos la promuevan por estimar que la ley o tratado internacional es contraria a la Constitución para que se le dé trámite, previa satisfacción de los demás requisitos formales exigen la ley, pero no el del interés jurídico o de los otros principios mencionados. La acción sólo la pueden promover el procurador general de la República, las minorías calificadas de los órganos legislativos de donde emane la norma a impugnar, las comisiones de derechos humanos y los partidos políticos. Cabe decir también que no existe disposición constitucional ni legal que establezca que tiene efectos generales la declaratoria de inconstitucionalidad de una norma; sin embargo, pese a esto, no es necesaria la existencia de tal disposición para que produzca tales efectos, pues siendo un medio de control abstracto en el que no media la afectación jurídica de nadie, basta su declaratoria de invalidez por incons-titucional, para que la norma ya no se aplique, de tal forma que la declaratoria de inconstitucionalidad alcanza a todo aquel destinatario u obligado por la misma, pues precisamente es un medio de control constitucional abstracto y no a instancia de parte agraviada. Cabe destacar también respecto de este tipo de acción que en 1994 en que se instituye no procedía en contra de leyes electorales, pero en virtud de la reforma constitucional de 1996 se suprimió la prohibición de tal manera que a partir de entonces se hizo procedente también en contra de leyes electorales, con la especificación de que era la única vía para plantear la contradicción de una norma de naturaleza electoral y la Constitución, esto es, no existe otra vía o acción para impugnar leyes electorales; y que en tratándose de este tipo de leyes electorales únicamente el procurador general de la República, los partidos políticos, según su registro federal o local, pueden impugnarlas, así como las minorías calificadas cuando la norma emane del seno legislativo al que pertenecen.

El juicio de revisión constitucional en materia electoral, es otro medio de con-trol constitucional de tipo jurisdiccional, del que conoce el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y procede en contra de actos o resoluciones defini-tivas de las autoridades electorales, cuando éstos violen algún precepto de la Cons-titución Federal. Este juicio lo promueven las partes afectadas.

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El juicio para la protección de los derechos político-electorales de los ciudada-nos, precisamente lo promueven los ciudadanos cuando se vean afectados en sus derechos políticos y procede en contra de actos y resoluciones de las autoridades electorales. De este tipo de juicio conocerá el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

De lo expuesto se refleja el sistema que opera respecto de los medios de control constitucional de tipo jurisdiccional que existe en el sistema jurídico mexicano, destacándose las particularidades relevantes y naturaleza de cada uno, a fin de cla-rificar la problemática que se analiza con motivo de la sentencia que se estudia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Ahora bien, de lo anterior se desprende que el juicio de amparo y la contro-versia constitucional proceden en contra de actos, leyes y tratados internacionales; la acción de inconstitucionalidad en contra de leyes y tratados internacionales; y los juicios de revisión constitucional y para la protección de los derechos político-electorales de los ciudadanos únicamente en contra de actos y resoluciones definiti-vas de las autoridades electorales pero no en contra de leyes. También que la única vía para impugnar leyes electorales lo es la acción de inconstitucionalidad y que en contra de este tipo de leyes sólo la pueden hacer valer el procurador general de la República, las minorías calificadas de los órganos legislativos, los partidos políticos y las comisiones de derechos humanos. Y que el amparo, la controversia y los jui-cios electorales son acciones que pueden ejercer los directamente afectados, a di-ferencia de la acción de inconstitucionalidad que sólo la pueden plantear los entes reconocidos por la Constitución pero no así algún otro afectado ni los particulares.

De lo expuesto se sigue que, para impugnar leyes electorales, sólo se tiene la acción de inconstitucionalidad que está limitada a que la ejerzan el procurador general de la República, las minorías calificadas del órgano legislativo respectivo, los partidos políticos y las comisiones de derechos humanos, no así los particulares. Y que, respecto del juicio para la defensa de los derechos político-electorales de los ciudadanos, únicamente procede en contra de actos y resoluciones de las autorida-des electorales, y lo pueden hacer valer los ciudadanos afectados.

Entonces, en el sistema jurídico mexicano sí existe juicio procedente para im-pugnar leyes electorales, y existe también juicio para la defensa de los derechos político-electorales de los ciudadanos. Por lo tanto, no puede decirse, como lo afir-ma la Corte Interamericana, que no exista recurso para tales efectos.

Ahora bien, en el punto 103 de las consideraciones de la sentencia en análisis, la Corte Interamericana sostiene que la controversia entre las partes en este caso se restringe a dos de las características relacionadas con la efectividad del recurso:

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a) si la presunta víctima tenía acceso a un recurso; y b) si el tribunal competente tenía las facultades necesarias para restituir a la presunta víctima en el goce de sus derechos, si se considerara que éstos habían sido violados. A la primera carac-terística la Corte se refiere como “accesibilidad del recurso” y a la segunda como “efectividad del recurso”.

Respecto de la primera característica –“accesibilidad del recurso”–, pue-de decirse que el particular sí tenía un medio de defensa disponible; puede considerarse que, atendiendo a la pretensión que era la de impugnar el oficio por el que se le negaba el registro a su candidatura independiente, con la fi-nalidad de que se le otorgara dicho registro, efectivamente sí contaba con un medio de defensa que era precisamente el juicio de de protección de los dere-chos político-electorales del ciudadano. La confusión en que incurre la Corte Interamericana estriba en que confunde derecho alegado con objeto o materia de impugnación. Lo anterior es así, ya que una cosa es el derecho sustantivo alegado –derecho al registro a la candidatura independiente– y otra cosa es el objeto o materia de impugnación –oficio y norma electoral impugnados–. Evi-dentemente son dos cosas distintas y que, por tanto, merecen tratamiento distinto.

La Corte concluye señalando que, como el oficio se fundaba en un dispositi-vo legal en materia electoral, el particular estaba en imposibilidad de impugnar la norma que le impedía obtener su registro, pues la única vía para impugnar una norma electoral era la acción de inconstitucionalidad y el particular afectado no estaba legitimado para ejercer dicha acción pues la Constitución Federal no se lo permitía, por lo que, consideró la Corte, no existía recurso para hacer efectivos sus derechos. Lo anterior técnicamente es correcto en cuanto que no existe vía para los particulares para impugnar normas electorales, pero esto no significa que no cuente con un juicio para la defensa de sus derechos político-electorales, por lo que no puede decirse que carezca de recurso para tal efecto. Entonces, confun-de el hecho de que, por no contar con juicio o medio para impugnar una norma electoral, entonces no lo tiene para defender sus derechos político-electorales. Como se ve esto es contradictorio, pues uno no puede conducir a lo otro, máxime que sí existe juicio para la defensa de los ciudadanos en tratándose de este tipo de derechos. Por tanto, existe juicio o no lo existe, y en el caso sí lo hay, otra cosa es que en éste se puedan plantear determinados temas, pero eso es una cosa que atañe al fondo y que a continuación pasamos a desarrollar.

La segunda característica a que se refiere la Corte Interamericana relacionada con el recurso, es la denominada “efectividad del recurso”, que tiene que ver, a

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decir de la Corte, a que si el tribunal competente tenía las facultades necesarias para restituir a la presunta víctima en el goce de sus derechos si se considerara que éstos habían sido violados.

En primer lugar, la efectividad de un recurso no tiene que ver con las faculta-des del tribunal, pues éstas se reducen a una cuestión de competencias constitucio-nales y legales para conocer de determinados asuntos y resolver lo conducente en términos de la ley que lo rige; y tampoco tiene nada que ver con las instituciones procesales inherentes al recurso en cuanto a las instituciones jurídicas que lo com-ponen. Esto es, la facultad de la autoridad se reduce a la competencia que tiene para conocer y resolver de las instancias que le corresponden y para ejecutar sus re-soluciones, pero no a la idoneidad o efectividad de las instancias para solucionar los conflictos relativos que se someten a través de la acción legal o instancia respectiva.

En segundo lugar, la efectividad del recurso para lograr restituir a la presunta víctima en el goce de sus derechos tiene que ver más bien con la regulación proce-sal e instituciones jurídicas de que esté investido el recurso o juicio en términos de la ley que lo rige, para determinar si es eficaz o no en cuanto a las medidas legales que contenga para tales fines. Esto es, la eficacia es una cuestión de cumplimiento o ejecución material de las determinaciones, se da en el mundo de lo fáctico, no de las facultades o competencias de las autoridades, o de la procedencia de los recursos o juicios. Basta con que el juicio o recurso sea procedente y que la ley lo regule de tal manera que permita su tramitación y dictado de sentencia, con su correlativa ejecución, para que pueda decirse que es eficaz en la medida que cumple con sus fines. Por lo tanto, si el juicio o recurso tutela ciertos derechos sustantivos, como son los derechos políticos-electorales de los ciudadanos, y prevé las instituciones procesales necesarias para su tramitación, resolución y ejecución, entonces puede concluirse que en el mundo de lo fáctico es eficaz.

Ahora, si lo que la Corte sostiene, como así lo hace, es que la eficacia del juicio de derechos político-electorales del ciudadano, depende de la posibilidad de im-pugnar normas electorales que tienen que ver con el derecho sustantivo que se dice transgredido, entonces esto no tiene nada que ver con la eficacia de la instancia, sino con la procedencia del juicio que es cosa muy distinta. Además, la procedencia del juicio es una cosa y otra la cuestión de fondo alegada –transgresión de derechos por aplicación de una norma que se considera inválida–.

De esto se advierte la confusión de premisas, en tanto que lo que el particular pretende, su pretensión, es impugnar un oficio, en el que el derecho sustantivo alegado tiene que ver con sus derechos político-electorales, para lo cual existe un juicio el de protección de los derechos político-electorales de los ciudadanos; en-

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tonces, sí existe juicio para su defensa y el particular afectado está legitimado para hacerlo valer. Luego, no hay inexistencia de recurso para tal efecto, contrariamente a lo sostenido por la Corte Interamericana.

Ahora bien, el que el argumento de agravio consista, entre otros, en que el oficio que le causa agravio se funda en una norma que se estima inconstitucional, esto es un argumento de fondo que deberá resolverse en el propio juicio, pues éste ya es procedente de por sí al impugnarse un acto de una autoridad electoral por la que se le negó su registro como candidato independiente y que lesiona sus derechos político-electorales. Siguiendo este orden de ideas, si el agravio es que el oficio se funda en una norma que se estima inconstitucional, esto es un argumento de de-recho propio de los agravios a hacer valer en la instancia respectiva, y si el derecho sustantivo alegado se refiere a los derechos político-electorales del ciudadano, es claro que el juicio procedente es el propio que tutela este tipo de derechos y el planteamiento del fundamento del oficio tendrá que ser el argumento de derecho a hacer valer como agravio, pero no el que por esta razón el juicio sea improcedente o que por no poder estudiar en éste cuestiones de inconstitucionalidad de normas el recurso sea ineficaz. El recurso por sí mismo es procedente y eficaz para los fines que fue creado, pero no puede sostenerse que sea ineficaz por no poderse abordar temas o litis que no le son propias.

Es cierto, como lo sostiene la Corte, que en el juicio para la protección de los derechos político-electorales no puede estudiarse la constitucionalidad de nor-mas, y que en el caso el derecho sustantivo que se dice transgredido deriva de la aplicación de un precepto que se tilda de inconstitucional, y que por criterios de la Suprema Corte de Justicia de México, el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, en la época del oficio combatido, no tenía facultades para pronunciarse sobre constitucionalidad de leyes, y que por ello la instancia no era eficaz al no existir posibilidad de plantear tal cuestión en el juicio de protección de los derechos político-electorales del ciudadano. Pese a lo anterior, debe insistirse que el plantea-miento de inconstitucionalidad de la norma es un argumento de derecho que, si bien, por la naturaleza misma del juicio de que se trata y de los criterios jurispru-denciales imperantes en el momento, llevarían a impedir al Tribunal Electoral a pronunciarse sobre la constitucionalidad de la norma aplicada y, quizá, a declarar inoperantes esos agravios, también lo es que eso no hace improcedente el juicio porque la materia de impugnación no es la norma sino el oficio en que se aplica, y tampoco lo hace ineficaz pues para los fines que se creó y acorde con su propia naturaleza, fácticamente cumple sus objetivos.

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Como corolario de todo lo antes considerado se concluye que, contrariamente a lo sostenido por la Corte Interamericana, sí existe medio de defensa a favor del particular afectado, quien, acorde con su pretensión -registro de candidatura inde-pendiente-, y considerando que el derecho sustantivo alegado tiene que ver con sus derechos políticos, precisamente existe el juicio para la protección de los derechos político-electorales de los ciudadanos, previsto en la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, del que conoce el Tribunal Elec-toral del Poder Judicial de la Federación. Y que si bien, a través de este medio no se puede plantear la inconstitucionalidad de normas y el tribunal carecía en ese entonces de facultades para inaplicarlas de ser contrarias a la Constitución Federal, eso no hace el juicio improcedente ni ineficaz.

Ahora, si lo que en esencia se pretende decir en la sentencia que se analiza es que no existe medio a favor de los particulares para impugnar leyes electorales, cuando éstas afecten sus derechos, eso es otra cuestión que amerita un tratamiento distinto.

Entonces, simplemente de lo que se trata, independientemente del juicio para la protección de los derechos político-electorales, es que no existe vía a favor de los particulares para impugnar de manera directa disposiciones de contenido electoral.

De alguna manera es la misma conclusión a la que arriba la sentencia que se analiza, pero que, como quedó visto, las premisas son muy distintas. No se trata de distinguir por una razón meramente conceptual o de tratamiento del problema, pues se diría que de cualquier forma se llega a la misma razón; sin embargo, sien-do la instancia de que se trata y una resolución definitiva de índole internacional, es importante precisar las instituciones jurídicas y procesales en juego, pues una indebida aplicación de las mismas o incorrecta apreciación, puede llevar a que, en casos análogos pero con situaciones específicas distintas, a conclusiones diversas y sobre todo a aberraciones jurídicas, pues, como se dijo, son cosas distintas la exis-tencia de un recurso, su procedencia y eficacia, el objeto o materia de impugna-ción, el concepto de agravio de fondo, distinguir el oficio impugnado de la norma en que se funda pero que no es la materia directa de impugnación, etc.; todas éstas figuras distintas y de naturaleza jurídica diversa y, por ende, de apreciación jurídica también distinta que, de traslaparse y confundirse, nos pueden llevar a consecuen-cias jurídicas graves.

En conclusión, los argumentos dados para determinar la inexistencia de un recurso parten de premisas erróneas y, por ende, insuficientes para justificar las consideraciones en que se sustenta el fallo en análisis, y aunque se coincide con la

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conclusión, esto obedece a razones distintas. Por lo tanto, se considera que la Corte Interamericana no ponderó debidamente los hechos y derechos alegados para dilu-cidar el caso conforme a la litis efectivamente planteada.

2. En relación con las dos imputaciones por las que la Corte Interamericana resolvió que el Estado no violó la Convención Americana respecto a otros derechos y al derecho de igualdad

En los mismos términos se comparte el sentido de la resolución en la que se deter-minó que el Estado no violó los otros derechos alegados; sin embargo, existe una in-consistencia argumentativa, dado que no se ponderan los derechos alegados y con ello el orden preferente para su análisis y resolución, pues al determinarse fundada una de las violaciones atribuidas al Estado, impedía entrar al examen de las otras, y de ahí la incongruencia de la sentencia.

Conforme a los métodos y formas de argumentar, y acorde con la técnica en el dictado de una sentencia, existe un orden lógico y de prelación de temas que debe observarse, pues, de otra manera, se daría lugar a que la sentencia fuera incongruen-te e, incluso, para efectos de su cumplimiento.

A continuación paso a demostrar que la sentencia que se analiza adolece de estos vicios, dado que en el análisis de los temas no se justifica argumentativamente el porqué se examinan otros temas que de suyo ya no podían abordarse, dado que el previo había sido declarado fundado.

Como quedó expuesto en el apartado que antecede, la Corte Interamericana concluyó que en el presente caso la inexistencia de un recurso efectivo constituyó una violación de la Convención por el Estado parte, y un incumplimiento de su de-ber de adoptar disposiciones de derecho interno para hacer efectivos los derechos es-tablecidos en la Convención, en los términos del artículo 25 de la Convención Ame-ricana de Derechos Humanos, en relación con los artículos 1.1 y 2 de dicho tratado.

En otro aspecto y en cuanto se refiere a la violación al artículo 23 (derechos po-líticos) en relación con los artículos 1.1 (obligación de respetar derechos) y 2 (deber de adoptar disposiciones de derecho interno) de la Convención Americana, la Corte consideró que el Estado no violó dicho precepto. La imputación al Estado se hizo consistir en que con fundamento en el artículo 175 del Código Federal de Institucio-nes y Procedimientos Electorales, el Estado negó a Jorge Castañeda el registro de su candidatura independiente al cargo de presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Los representantes alegaron, entre otros argumentos, que: a) los partidos políticos no

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son los únicos vehículos que pueden hacer que los ciudadanos puedan postularse a cargos de elección popular, conforme a lo previsto en las normas respectivas y al desarrollo progresivo de los precedentes del sistema interamericano de protección de los derechos humanos, especialmente lo resuelto por esta Corte en el caso Yatama; b) no pueden existir otras restricciones al ejercicio de los derechos políticos consa-grados en la Convención fuera de los supuestos que el artículo 23.2 de dicho tratado establece; en este sentido, el término “exclusivamente” previsto en dicha disposición refuerza el hecho de que no puede haber otras restricciones que las allí indicadas y cualquier otro requisito distinto a los expresamente establecidos en dicho artículo es contrario a la Convención; c) conforme a la Observación General No. 25 del Comi-té de Derechos Humanos, el derecho de las personas a presentarse a elecciones no debe limitarse de forma excesiva mediante el requisito de que los candidatos sean miembros de partidos políticos o pertenezcan a determinados partidos políticos, lo cual aplica al caso; y d) las candidaturas independientes son necesarias y constitui-rían una válvula de escape ante la poca credibilidad en los partidos políticos y baja participación electoral.

La Corte Interamericana procedió al estudio de fondo de la cuestión planteada, iniciando con el estudio de los derechos políticos en una sociedad democrática; del contenido de los derechos políticos; de la interpretación del término “exclusiva-mente” del artículo 23.2 y la obligación de garantizar los derechos políticos; y de la restricción de los derechos políticos en el presente caso.

También la Corte precisó las condiciones y requisitos que deben cumplirse al momento de regular o restringir los derechos y libertades consagrados en la Con-vención y procedió a analizar, a la luz de los mismos el requisito legal bajo examen en el presente caso. Así, analizó:

1. La legalidad de la medida restrictiva. 2. La finalidad de la medida restrictiva. 3. La necesidad en una sociedad democrática y proporcionalidad de la me-

dida restrictiva.

Con el fin de evaluar si la medida restrictiva bajo examen cumple con este último requisito la Corte valoró si la misma:

a) satisface una necesidad social imperiosa, esto es, si está orientada a satisfa-cer un interés público imperativo;

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b) si es la que restringe en menor grado el derecho protegido;c) si se ajusta estrechamente al logro del objetivo legítimo.

Con base en el estudio de todo lo anterior, la Corte no consideró probado en el presente caso que el sistema de registro de candidaturas a cargo de partidos políticos constituya una restricción ilegítima para regular el derecho a ser elegido previsto en el artículo 23.1.b. de la Convención Americana y, por lo tanto, no ha constatado una violación al artículo 23 de dicho tratado.

Por otra parte y en relación a la violación al artículo 24 (igualdad ante la ley) en relación con los artículos 1.1 (obligación de respetar derechos) y 2 (deber de adop-tar disposiciones de Derecho interno) de la Convención Americana, la Comisión Interamericana no encontró en su Informe de admisibilidad y fondo una violación al artículo 24 de la Convención Americana y, consecuentemente, no alegó ante la Corte la violación al derecho a la igualdad ante la ley. Los representantes, entre otros argumentos, señalaron que el artículo 175 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales “contiene restricciones, no solamente excesivas, sino innecesarias en una sociedad como la mexicana, que pretende ser democrática” e indicaron que diferentes estados de la República Mexicana cuentan con legislacio-nes electorales que permiten las candidaturas independientes, y que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha considerado como permisibles en el régimen constitucional mexicano.

Al respecto, la Corte consideró que ha sostenido que no toda disltinción de trato puede considerarse ofensiva, por sí misma, de la dignidad humana. Asimismo, que ha distinguido entre distinciones y discriminaciones, de forma que las primeras constituyen diferencias compatibles con la Convención Americana por ser razona-bles, proporcionales y objetivas, mientras que las segundas constituyen diferencias arbitrarias que redundan en detrimento de los derechos humanos.

Por lo anterior, la Corte consideró que las elecciones locales y las federales no son comparables, de modo que no es posible concluir que las diferencias de organi-zación entre unas y otras, sean discriminatorias y viole el derecho a la igualdad ante la ley establecido en el artículo 24 de la Convención Americana.

De lo expuesto en este apartado se aprecia lo siguiente:Existe una inconsistencia en cuanto al tratamiento de los dos temas de los que

se consideró que el Estado no violó los artículos 23 y 24 de la Convención Ame-ricana en relación con el que se declaró que el Estado sí violó el artículo 25 de la propia Convención.

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En efecto, en el orden de estudio seguido en la sentencia que se analiza, la Corte Interamericana estudió en primer lugar lo relativo a la violación al artículo 25 de la Convención Americana, respecto de lo cual concluyó que en el presente caso se daba la inexistencia de un recurso efectivo lo cual constituía una violación de la Conven-ción por el Estado Parte, y un incumplimiento de su deber de adoptar disposiciones de derecho interno para hacer efectivos los derechos establecidos en la Convención.

Además, dispuso en su sentencia que el Estado debe, en un plazo razonable, completar la adecuación de su Derecho interno a la Convención, de tal forma que ajuste la legislación secundaria y las normas que reglamentan el juicio de pro-tección de los derechos del ciudadano de manera que mediante dicho recurso se garantice a los ciudadanos de forma efectiva el cuestionamiento de la constitucio-nalidad legal del derecho a ser elegido.

Como se ve, primero determina que no existe recurso en virtud del cual el particular afectado pueda hacer efectivos sus derechos político-electorales, y ordena que se ajuste el marco legal del juicio para la defensa de los derechos político-elec-torales del ciudadano, a fin de que esté en aptitud de plantear la constitucionalidad de la regulación legal del derecho a ser elegido.

Pero luego y al margen de lo anterior y de la disposición a reglamentar en el propio juicio para la protección de los derechos político-electorales de los ciudada-nos, para hacer efectiva la defensa del particular para controvertir la constituciona-lidad de la norma que le restringe su derecho, la Corte al desestimar las otras dos imputaciones que se le atribuyen al Estado y que consideró que esté no violó los artículos 23 y 24 de la Convención Americana, estudia la cuestión de fondo debati-da sobre la trasgresión de dichos derechos políticos.

De esto se aprecia la inconsistencia, al disponer primero que se prevea en el juicio respectivo el mecanismo en el que se analice la constitucionalidad de la norma respecto de la que se plantea la violación a los derechos político-electorales del ciudadano, y posteriormente analiza la cuestión de fondo debatida concluyen-do que no se violan los derechos político-electorales del propio ciudadano por las razones que en la sentencia se dan.

Considero que si primero se declaró fundado el argumento formal de falta de recurso para hacer efectivos sus derechos y luego se estudia en fondo la trasgresión de esos derechos y se desestiman, entonces hay una incongruencia, pues lo primero impediría entrar al estudio de lo segundo, pues implica que el Estado debe corregir la violación y proceder al examen de tal cuestión y resolver lo conducente; a nada práctico conduce estudiar una cuestión formal de inexistencia de recurso para una adecuada defensa para posteriormente resolver la Corte sobre las violaciones de

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fondo atribuidas. Con lo cual, además, se sustituye a lo que la instancia competente debería resolver al interior del Estado en congruencia con lo resuelto en primer lugar por la Corte y conforme al principio que priva en el derecho internacional de agotar las instancias previas y que en el caso la Corte definió expresamente y ordenó observar y reparar.

Conclusiones

En el sistema jurídico mexicano sí existe juicio procedente para impugnar leyes electorales, y existe también juicio para la defensa de los derechos político-elec-torales de los ciudadanos. Por lo tanto, no puede decirse, como lo afirma la Corte Interamericana, que no exista recurso para tales efectos.

La efectividad de un recurso no tiene que ver con las facultades del tribunal, pues éstas se reducen a una cuestión de competencias constitucionales y legales para conocer de determinados asuntos y resolver lo conducente en términos de la ley que lo rige; y tampoco tiene que ver con las instituciones procesales inherentes al recurso en cuanto a las instituciones jurídicas que lo componen. Esto es, la fa-cultad de la autoridad se reduce a la competencia que tiene para conocer y resolver de las instancias que le corresponden y para ejecutar sus resoluciones, pero no a la idoneidad o efectividad de las instancias para solucionar los conflictos relativos que se someten a través de la acción legal o instancia respectiva.

La efectividad del recurso para lograr restituir a la presunta víctima en el goce de sus derechos tiene que ver más bien con la regulación procesal e instituciones jurídicas de que esté investido el recurso o juicio en términos de la ley que lo rige, para determinar si es eficaz o no en cuanto a las medidas legales que contenga para tales fines. Esto es, la eficacia es una cuestión de cumplimiento o ejecución ma-terial de las determinaciones, se da en el mundo de lo fáctico, no de las facultades o competencias de las autoridades, o de la procedencia de los recursos o juicios. Basta con que el juicio o recurso sea procedente y que la ley lo regule de tal manera que permita su tramitación y dictado de sentencia, con su correlativa ejecución, para que pueda decirse que es eficaz en la medida que cumple con sus fines. Por lo tanto, si el juicio o recurso tutela ciertos derechos sustantivos, como lo son los derechos políticos-electorales de los ciudadanos, y prevé las instituciones procesales necesarias para su tramitación, resolución y ejecución, entonces puede concluirse que en el mundo de lo fáctico es eficaz.

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La eficacia del juicio de derechos político-electorales del ciudadano, no puede hacerse depender de la posibilidad de impugnar normas electorales que tienen que ver con el derecho sustantivo que se dice transgredido; pues esto no tiene nada que ver con la eficacia de la instancia, sino con la procedencia del juicio que es cosa muy distinta. Además, la procedencia del juicio es una cosa y otra la cuestión de fondo alegada –transgresión de derechos por aplicación de una norma que se considera inválida–.

Los argumentos dados para determinar la inexistencia de un recurso parten de premisas erróneas y, por ende, insuficientes para justificar las consideraciones en que se sustenta el fallo en análisis, y aunque se coincide con la conclusión, esto obedece a razones distintas. Por lo tanto, se considera que la Corte Interamericana no ponderó debidamente los hechos y derechos alegados para dilucidar el caso con-forme a la litis efectivamente planteada.

Si primero se declaró fundado el argumento formal de falta de recurso para ha-cer efectivos sus derechos y luego se estudia en fondo la trasgresión de esos derechos y se desestiman, entonces hay una incongruencia, pues lo primero impediría entrar al estudio de lo segundo, pues implica que el Estado debe corregir la violación y proceder al examen de tal cuestión y resolver lo conducente, ya que a nada práctico conduce estudiar una cuestión formal de inexistencia de recurso para una adecuada defensa para posteriormente resolver la Corte sobre las violaciones de fondo atri-buidas. Con lo cual, además, se sustituye a lo que la instancia competente debería resolver al interior del Estado, en congruencia con lo resuelto en primer lugar por la Corte y conforme al principio que priva en el derecho internacional de agotar las instancias previas, la que en el caso la Corte definió expresamente y ordenó observar y reparar.

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