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LA CIVILIZACIÓN DEL AMORUnidad
12 1. Creyentes y ciudadanos
2. El carácter aconfesional del Estado
3. Tolerancia, libertad y relativismo
4. Ética, valores y democracia
5. La objeción de conciencia
6. La civilización del amor
RELIGIÓN CATÓLICA LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR 12
1. CREYENTES Y CIUDADANOS
Los cristianos forman parte de la sociedad y están comprometidos a participar en su desarrollo.
Una sociedad verdaderamente democrática reconoce el derecho de sus ciudadanos a expresar públicamente su fe.
Jesucristo repudia el uso despótico del poder, pero respeta a las autoridades de su tiempo.
El Señor defiende la justicia de los regímenes políticos: los hombres necesitan a la sociedad y esta precisa orden.
La Iglesia defiende que los Estados no deben tener una religión oficial.
Sin embargo, la historia ha mostrado que desterrar a Dios de la vida pública es destructivo para la humanidad.
Como todo ciudadano, el
cristiano tiene derecho
a dialogar con el Estado
sobre los valores que
vertebran la sociedad.
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2. EL CARÁCTER ACONFESIONAL DEL ESTADO
No profesa ni promociona ninguna religión determinada.
No es hostil a la religión.
Tiene el deber de apoyar el desarrollo de la fe de los ciudadanos.
El Estado aconfesional
Laicidad
Apertura a una colaboración respetuosa entre Estado e Iglesia, fundamentada en la autonomía de cada una.
Laicismo
Establece una distinción radical entre sociedad y religión.
Relega la religión al ámbito privado, impidiendo que se exprese públicamente.
Un Estado laico promueve el bien común respetando las diversas opciones ante la vida de sus ciudadanos.
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3. TOLERANCIA, LIBERTAD Y RELATIVISMO
No toda cultura es
igualmente válida,
porque no siempre
se respeta el bien
del ser humano.
En una sociedad democrática, la tolerancia es un valor fundamental, que:
La tolerancia no debe confundirse con determinadas actitudes:
● Consiste en una actitud abierta ante culturas o convicciones distintas de la propia.
● Solo es auténtica cuando aúna esta apertura con la búsqueda del bien y de la verdad.
INDIFERENCIA
Aceptar como válida toda cultura o visión del hombre.
CONDESCENDENCIA
Aceptar la diferencia desde una actitud de superioridad.
RELATIVISMO
El relativismo no
es una posición
«neutral», sino
que esconde una
determinada
visión del hombre.Considerar que la tolerancia implica que nos despojemos
de nuestras convicciones.
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4. ÉTICA, VALORES Y DEMOCRACIA
La democracia no es únicamente la
voluntad de la mayoría, ni un mero
juego en el que todo es relativo.
La democracia moderna se basa
en la defensa de unos derechos
fundamentales que no son
cuestionables.
La coexistencia de culturas distintas en las sociedades actuales plantea, con frecuencia, problemas éticos.
Ante estos problemas, algunos proponen establecer una ética civil «de mínimos» con la que todo el mundo esté de acuerdo.
Si esta ética se basa solo en el consenso, se hallará permanentemente comprometida.
Por eso, es necesario que se fundamente en la naturaleza humana y en Dios, su Creador.
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5. LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA
Política y religión son realidades distintas, pero no contrapuestas.
Para un cristiano, el límite del poder político lo marca la Ley de Dios y su propia conciencia.
La libertad religiosa debe ser una libertad de conciencia real, que pueda ejercerse públicamente.
La objeción de conciencia
● Nace de la libertad individual, pero posee una repercusión pública, por lo que tiene el poder de humanizar a toda la sociedad.
● Es necesaria para garantizar la libertad de la persona.
● Constituye la última defensa que pueden ejercer los individuos frente al poder político.
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6. LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR
6.1. Un esfuerzo común
La civilización
del amor
● La justicia no basta para regular las relaciones humanas; es necesario hacerlo desde el amor.
● Nace del corazón de cada persona y se extiende hacia fuera.
● Promueve una cultura de la vida.
● Se funda en valores universales, ordenados por dos principios:
o La primacía del ser sobre el tener.
o La primacía de la persona sobre las cosas.
La actual crisis de
valores ha provocado la
desconfianza de los
ciudadanos hacia las
instituciones políticas.
Ante esto, los cristianos
estamos llamados a
humanizar la sociedad
desde la fe y el amor.
6.2. Con la mirada en Dios
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Aspirar al Cielo no supone renunciar a lo propio de
la Tierra, sino situarlo en el lugar que le
corresponde en el orden del amor.
El cristianismo no reduce la
mirada a las cosas de esta
vida, sino que la abre a la
trascendencia.
El amor de Dios por el ser
humano no puede reducirse
a sus años de vida en la
Tierra.
La caridad no se agota en la
dimensión terrena de las
relaciones humanas, sino
que su eficacia deriva de la
referencia a Dios.
La salvación del cristiano no
radica en sus buenas obras,
sino en el amor que Dios
nos tiene.
