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CAPÍTULO 2 LA CULTURA DE LA TECNOCIENCIA lvlanuel Nledina Introducción En los medios de la divulgación y del peliodismo científico actual, se ha hecho relativamente corriente disertar sobre la ({CLl1tm-a científica». Seglm se dice, es precisO superar, de una vez por todas, la separación existente entre las dos culturas que se han establecido con la ciencia y la tecnología, por un lado, y las humanidades, por el otro. Esta clase de discurso acerca de la ciencia y la tecnología se sitúa, con frecuencia, en un contex- to de carácter apologético, en el que se intenta lograr la plena asimilación cuIt-ural de las mismas junto con la aceptación de la autOlidad científica fTente a ciertas imágenes negativas y a no pocas resistencias provocadas por las consecuencias del acele- rado desanollo tecnocientífico. Aparte de sus componentes valorativos y políticos, la arti- culación consistente de tales discursos interpretativos entraña considerables dificultades relacionadas con las mismas nocio- nes de ciencia, tecnología y cultura de las que se parte. Pues, se intenta unificar, de algún modo, los dominios tecnocientíficos y los culturales desde perspectivas filosóficas que los interpre- tan como esencialmente distintos. y contrapuestos. General- mente, cuando se habla en estos casos de la cultura de la cien- cia, se está muy alejado de una comprensión antropológica dispuesta a relativizarla en términos de igualdad con otras cul- tUl-as. Más bien se trata, por el contrario, de promover el pri- mado cultural de la tecnociencia en todos los ámbitos del co- nocimiento, de la intel1Jretación y de la intervención, y ele es- 29

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CAPÍTULO 2

LA CULTURA DE LA TECNOCIENCIA

lvlanuel Nledina

Introducción

En los medios de la divulgación y del peliodismo científicoactual, se ha hecho relativamente corriente disertar sobre la({CLl1tm-a científica». Seglm se dice, es precisO superar, de unavez por todas, la separación existente entre las dos culturas quese han establecido con la ciencia y la tecnología, por un lado, ylas humanidades, por el otro. Esta clase de discurso acerca dela ciencia y la tecnología se sitúa, con frecuencia, en un contex­to de carácter apologético, en el que se intenta lograr la plenaasimilación cuIt-ural de las mismas junto con la aceptación de laautOlidad científica fTente a ciertas imágenes negativas y a nopocas resistencias provocadas por las consecuencias del acele­rado desanollo tecnocientífico.

Aparte de sus componentes valorativos y políticos, la arti­culación consistente de tales discursos interpretativos entrañaconsiderables dificultades relacionadas con las mismas nocio­nes de ciencia, tecnología y cultura de las que se parte. Pues, seintenta unificar, de algún modo, los dominios tecnocientíficosy los culturales desde perspectivas filosóficas que los interpre­tan como esencialmente distintos. y contrapuestos. General­mente, cuando se habla en estos casos de la cultura de la cien­cia, se está muy alejado de una comprensión antropológicadispuesta a relativizarla en términos de igualdad con otras cul­tUl-as. Más bien se trata, por el contrario, de promover el pri­mado cultural de la tecnociencia en todos los ámbitos del co­nocimiento, de la intel1Jretación y de la intervención, y ele es-

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tabilizar y legitimar la tecnocientificación generalizada de lasculturas contemporáneas.

A pesar de las disertaciones entorno a la ciencia aparente­mente culturalistas, la concepción integrada de las ciencias ylas tecnologías como prácticas y culturas representa el enfoqueactual más capaz de manejar la complejidad que han evidencia­do los actuales estudios de ciencia y tecnología. A lo largo deeste periodo, las concepciones lingüísticas y metodológicas dela filosofía analítica de la ciencia, predominantes hasta plinci­pios de la segtmda mitad del siglo xx, han tenido que ir dandopaso tanto a los contex1:os sociales, histÓlicos, políticos y valora­tivos, como a los materiales y tecnológicos. Cada uno de losgiros que han ido configtlrando la espiral interpretativa de cien­cia, tecnología y sociedad en el curso del pasado siglo equivale,de algún modo, a reivindicar la reintegración en la complejidadde la tecnociencia contemporánea de algtulo de sus entornoscuya relevancia se había ignorado hasta entonces. A partir de laidea de ciencia como conocimiento centrado en los entornoslingüísticos y teóricos, se ha ido reclamando, progresivamente,la importancia y la prioridad para los entornos sociales, políti­cos e institucionales, para las prácticas y los entornos técnicos ymateriales, y también para los entornos valorativos y de inter­vención. Finalmente, la espiral interpretativa ha proyectado unaimagen cultl.lral de la tecnociencia mucho más rica y complejaque la que se manejaba anteriormente. 1

El propio carácter de la tecnociencia, esencialmente híbridode teOlias, prácticas, tecnologías, entornos naturales y contex­tos sociales, plantea el dificil reto de una comprensión capaz deabarcar e integrar toda su complejidad de una forma ligurosa.Los retos más fl.mdamentales e ineludibles para las culturas delsiglo XXI, en general, y para los estudios de ciencia y tecnología,en particular, tienen que ver, sin duda algtll1a, no sólo con lacomprensión de la tecnociencia y de las Ílmovaciones tecno­científicas sino, de una manera especial, con los modelos devaloración e intervención que puedan rnanejar los impactos ylas clisis generadas por las transformaciones y las globalizacio­nes tecnocientíficas. En la actl.lalidad, todo proyecto que pre­tenda tener en cuenta la cOInplejidad global de la tecnociencia

1. Medina, 2000.

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ha de pm1:ir de concepciones capaces de integrar todas sus di­mensiones simbólicas, sociales, materiales y ambientales. Paraello, hay que dejar atrás las antigtlas y las modernas concepcio­nes divisorias de la ciencia, la tecnología y la cultura en la direc­ción a un enfoque cultural integrador de las mismas.

1. Ciencia, tecnología y cl.utura

Las grandes divisiones de ciencia, tecnología y CUhl.lra tie­nen su Oligen en tradiciones filosóficas de la antigtla Grecia quese han transmitido hasta sus versiones modernas. Sin embargo,a pm1:ir de las tradiciones orales gtiegas más originarias apare­ce una concepción integt-ada de la cultura que, de algtll1a for­ma, arraiga en las ciencias sociales modernas y ha servido debase para la integración de ciencia, tecnología y cultura.

En el origen de las grandes divisiones

Las divisiones entre ciencia, tecnología y cultura, más queseparaciones en la práctica, son fl.ll1damentalmente delimitacio­nes interpretativas que se remontan a doctrinas filosóficas fTa­gtladas originariamente en la Grecia del siglo IV a. C. Se trata deinterpretaciones derivadas de una emergente concepción del sa­ber propia de las culturas alfabéticas griegas,2 contrapuesta a lasconcepciones de las culturas orales que entendían el saber comocapacidades técnicas. En este contex1:o, Platón trazó ya en suinterpretación filosófica expuesta en Philebo (55d-58b) las gran­des divisiones jerarquizadas entre las clíversas capacidades yrealizaciones humanas que antelioll.Tlente se habían enmarca­do en una concepción integrada de la cultura. La división filo­sófica fundamental se estableció entre: a) las técnicas producti­vas, manuales y materiales y, b) los conocimientos y capacida­des pel1:enecientes a «la educación y la formación», asociandoíntimamente estas últimas con el discurso filosófico, las inter­pretaciones, los valores, etc. Es decir, con 10 que posteriormentese caracterizaría como cultura, en un sentido restringido.

2. Havelock.

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Platón introdujo una división básica entre prácticas y proce­dimientos técnicos, a un lado, y ciencia (episteme) y cultura filo­sófica, al otro. De acuerdo con su filosofía, había que separarcognitiva, ética y políticamente, por ejemplo, los procedimien­tos ordinarios de la miü11ética, la medida y el peso usados en laconstrucción y el comercio, de la geomehia y la matemáticateóricas, objeto de la filosofía. A estas últim8s se las considera­ba disciplinas inüinsecamente superiores y mucho más puras yseguras que la matemática téClúca ordinmia. En el rango másalto de la estratificación cuhural platónica se situaba, obvia­mente, la dialéctica, o sea, el discurso filosófico mismo.

En esta misma línea, Alistóteles interpretó las capacidadestécnicas materiales bien como mera empiria o saberprimanode tipo inferior (más propio de las culturas orales no alfabetiza­das) o bien, a lo sumo, como un conocimiento contingente odoxa. Pero éstas nunca podían alcanzar la categoría, de ordensuperior, del conocimiento teólico (surgido con el alfabeto), ne­cesariamente verdadero e inmutable, que constituía la episte711eo conocimiento científIco. La téclÚca representaba, en el mejorde los casos, sólo una aplicación subordinada de episteme. Otradivisión fundamental en el sistema mistotélico f·ue la que sepa­raba tajantemente pra.;ús y poiesis. La primera con-espondía alas actividades no productivas (como las discursivas, filosóficas,políticas, etc.), mientras que la segunda se identificaba con laproducción de objetos materiales. Obviamente, eran las prime­ras las que representaban las capacidades culturales superiorespropias del hombre libre, muy por encima de las técnicas arte­sanales, consideradas senriles (EN 1140 a).

Las divisiones filosófIcas modernas

Dando un gran salto histórico hasta lo que ha sido el siglo xx,es obvio que han evolucionado mucho los referentes de lo que seentiende por cultura, ciencia o tecnología. Pero también se pue­de constatar que las cOlTespondientes divisiones teólicas proce­dentes de la filosofía antigua se han mantenido bastante invmia­bIes, tanto en el lenguaje coniente y de los medios de comunica­ción como en terminologias especializadas. Las antiguas con­cepciones han viajado desde la Al1tigüedad a través de las tradi-

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ciones filosóficas y permanecen vigentes en diferentes discipli­nas a pesar de sus adaptaciones a los cambios históricos.

Dentro de la achlal filosofía de la tecnología encontramosuna de las más fieles versiones de las antiguas divisiones esen­cialistas entre ciencia, técnica y cultura en la denominada filo­sofía hWl1GJ1Istica de la tecnología.3 Esta filosofía identifica latecnología moderna con el ámbito de la producción y uso deartefactos materiales, que incluye tanto los procedimientos, mé­todos y procesos implicados como los artefactos mismos. Fren­te a todos éstos se sitúa la cultura, es decir, el campo de lasactividades y realizaciones humanas de carácter intelectual, fi­losófico, artístico, moral, religioso, etc. Siguiendo a Heidegger,uno de los grandes inspiradores de las corrientes filosóficas por­tadoras de las viejas separaciones interpretativas y valorativasenü-e el mundo lnllnano de la culhlra y el mundo 170 hWl1al1ode la tecnología, se nos advierte que el desanollo de la tecnolo­gía moderna va en contra de las grandes consecuciones cultura­les y pone en peligro los valores humanos superiores e inclusola misma esencia del hombre.

En el campo de la moderna filosofía de la ciencia no se hadesarrollado la tecnofobia filosófica tradicional. Muy al contra­rio, se defiende que el desarrollo tecnológico no sólo no repre­senta ningún peligro para la cultura, sino que es, más bien, laclave del progreso humano.4 No obstante esta valoración positi­va de la ciencia y la tecnología modelTlas, la filosofía analíticade la ciencia transmitió y adaptó al siglo XX la antigua separa­ción filosófica entre ambas. La ciencia se equiparó, fundamen­talmente, con sistemas teóricos y conceptuales centrados enenunciados nomológicos que se denominaban leyes científicas.Se trataba, según esta filosofía, de una empresa intelectual deinvestigación teórica que debía deslindarse claramente de latecnología, la cual se identificaba con normas de acción prácti­ca que indicaban cómo se debía proceder para conseguir un findeterminado basándose en leyes científicas.5 Esta definición dela tecnología como ciencia aplicada resucitaba la vieja Cal-acte­nzación aristotélica según la cual la técnica estaba supeditada a

3. Mitcham.4. Bl1nge.5. 1Me/.

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un logos verdadero. El conocimiento científico se elevó a unpedestal filosófico en nombre de la soberanía epistemológica, laobjetividad, la racionalidad y la neutralidad asignadas a la cien­cia, que se colocaba muy por encima de la contingencia atribui­da a los saberes ateóricos, las prácticas tradicionales o las capa­cidades y realizaciones técnicas, y que iba, por descontado, mu­cho más allá de la relatividad de las interpretaciones, valoracio­nes y cosmovisiones cuhurales.

Las versiones modernas de las divisiones filosóficas no sólose elaboraron en el conte:\.1:o de la filosofia sino también en elde disciplinas cuhurales y sociales, como en el caso de la con­frontación franco-germana de finales del siglo XJX con relacióna los conceptos de civilización y cultura. Según estas distincio­nes, habría que separar, por un lado, las interpretaciones yvalores humanos, concernientes al arte, la filosofia, la religión,la moral, el derecho, etc., como integrantes de la cLlltura (espi­ritual) y, por otro lado, como civilización (material), todos losconocimientos, capacidades y productos técnicos, asociadoscon el desalTollo de la ciencia y la tecnología modernas. Du­rante el mismo siglo xx, tecnología y cultura han continuadosiendo dos términos en general distanciados y con frecuenciaopuestos, en los que se han basado campos de investigaciónresistentes a entrecruzarse.6

La concepción integrada de la cultura

Sin embargo, las concepciones divisOlias de ciencia, tecno­logía y cultura no constüuyen la única tradición interpretativani, mucho menos, la más originmia. En los más antiguos testi­monios escritos de las tradiciones orales gliegas, las obras deHomero, se anuncia ya una interpretación integrada muy dife­rente. Para Homero como para Hesíodo, autor éste último de laprimera versión del mito de Prometeo, las formas de vida, lasrealizaciones y las capacidades caractelisticamente humanastienen su Oligen en técnicas donadas por los dioses. El paso deun estadio priInitivo, en el que los hombres vivían de modoparecido al de los animales, a formas de vida propiamente hu-

6. Santos y Díaz.

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manas se debió a que los humanos supieron apropiarse las ca~

pacidades técnicas contenidas en las «espléndidas obras» queles trasmitieron Hefesto y Atenea. En este contexto, «el hombrese define como un ser que se distingue, [l.mdamentalmente, delos animales por su dominio de la técnica».7

La concepción de la cultura como un sistema integrado detécnicas no se encuentra sólo en Homero, sino también en otrosimpOl1:antes autores griegos de los siglos VI y V a. C. Al igual queHomero, Salón, Píndaro o Sófocles consideraron como tec7111aitanto la música y la medicina como la adivinación y la poesía, yasociaron el ejercicio de la técnicas con sabidUlia (sophia). ParaHomero techne significaba formas de actuación que implicanhabilidad y destreza, y la sabidulia radicaba en la «perfecciónde la técnica», Esta perfecta destreza técnica es precisamente laque distingue, en la Odisea, a la cultura de los gliegos frente alprimitivismo de los cíclopes.

En Prometeo encadenado [440-505), Esquilo retoma el anti­guo mito para replantear el tema del Oligen de la cultura huma­na, que permite a los hombres liberarse de sus condiciones ori­ginarias de vida. Pero este replanteamiento no se hace en elcontexto de una cultura campesina, como en el caso de Hesío­do, sino en el de las brillantes culturas urbanas de la Grecia delsiglo V a.c., tales como la de Atenas, en lasque se atlibuía unagl-an importancia al desarrollo de las técnicas. En la tragedia deEsquilo, Prometeo refiere cóIno, por propia iniciativa filantrópi­ca, robó el f'uego de 10,5 dioses y se lo entregó a los hombrespara liberarlos de su miserable estado de indefensión. A partirdel fLlego, «padre y maestro de todas las técnicas», se desarro­llaron de una forma integrada todas las capacidades técnicasque caracterizan la cultura humana, haciéndola despegar asídel estadio de las forn1as de vida propias de los animales.

En su impresionante relato sobre el Oligen de la cultura hu­mana, Esquilo deja claro el paso decisivo de un periodo origina­rio de vida animal, plagado de ignorancias, carencias y penali­dades, al estado cultural de su época, que valora muy positiva­mente. La diferencia entre ambos consiste, precisamente, en eldesarrollo de los diversos tipos de técnicas. En el listado de lasmismas queda patente la concepción integrada de la cultura,

7. Schneicler, p. 94.

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constituida por tma gran valiedad de «recursos y habilidades»complementalios, sin contraposiciones ni desigualdades.

La lista de Prometeo incluye tanto la astronomía, la mate­mática o la esclitura como la constrücción de navíos, el uso delos arreos para animales de tiro o la metalurgia. Es decir, tantolas capacidades intelectuales como las de construcción y uso deartefactos mateliales. Todas ellas denominadas unitaliamentetec1111ai, sin que se señale ningl'm tipo de oposición entre cienciay técnica. 8 La medicina, la farmacopea y la anticipación adivi­natoria, dirigidas a curar enfenlledades y prevenir peligros,completan la selie de las técnicas de las que gozan los hombrespor obra de Prometeo. En su conjunto, forman un entramadoamlónico de cultura matelial, cultura simbólica y bioculturaque transfonl1aron a los hombres «de niños que eran» en «seresjuiciosos, dotados de inteligencia».

Pero, tal y como se desprende del temprano diálogo platóni­co que lleva su nombre, fue Protágoras quien culminó la anti­gua interpretación integrada de la cultura, al incluir en la mis­ma las tecnicas polfticas y retólicas relativas a la organizaciónde las ciudades y al derecho [Protágoras 321c-322d]. La accióndel diálogo entre Protágoras y Sócrates se sitúa entorno al 431a.C. El plimero defiende su tesis de que la política es una técni­ca necesalia para la subsistencia de las ciudades, es decir, unacapacidad cultural que puede enseñarse y aprenderse y, portanto, es transmisible y generalizable a todos los ciudadanos.En su defensa, Protágoras ofrece una versión filosófica del mitode Prometeo en la que da una explicación genealógica del Oli­gen de la cultura. Segl'm ésta, las técnicas que constituyen lacultura humana no son obra de los dioses sino el resultado de lacreatividad cultural de los propios hombres, una vez que Pro­meteo les ha facilitado la (<sabiduría técnica». Ahora bien, Pro­tágoras incorpora un tercer estadio a su teOlia sobre el desarro­llo de la cultura. La posesión de técnicas simbólicas, como ellenguaje o la religión, de técnicas mateliales, como la constmc­ción de habitáculos y prendas de abrigo, y ele biotécnicas paracultivar alimentos, no es suficiente para desarrollar una culturaespecíficamente humana. También son necesarias técnicas po­líticas para hmdar ciudades y asegurar su supervivencia. Según

8. Vernant, p. 250.

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Protágoras, no sólo la política constituye una técnica, sino quela misma justicia y el pudor, como condiciones de la posibilidadde la organización política, se consideran capaddades técnicas.Es decir, capacidades todas que pueden ser trasmitidas, adqui­ridas y generalizadas entre todos 'los ciudadanos y, por tanto,capaces de generar la cultura de gobierno democrático, que esla que él defiende.

En la Grecia del siglo V a.e. existió, pues, una «coincidenciahmdamental»9 entre la literatura y la filosofía sobre la concep­ción integrada de la cultura como múltiple diversidad de técni­cas y de las técnicas como todo tipo de prácticas inteligentescapaces de ser enseñadas, aprendidas y ejercidas sistemática­mente. Las correspondientes interpretaciones del origen de lacultura humana implicaban, claramente, una valoración positi­va de las innovaciones técnicas, sociales y políticas de aquellaépoca, y constituían una legitimación de las formas de gobiernodemocrático de las ciudades. En oposición a todo esto, surgie­ron en el siglo IV a.C. las contrainterpretaciones de Platón yAlistóteles, que promovían una gran ruptura con las concepcio­nes filosóficas y litermias provenientes de las antiguas tradicio­nes orales. ID Pese a ello, la tradición interpretativa Oliginalia dela cultura permaneció viva y la podemos encontrar hasta en elsiglo 1 eA'Presada de una forma magnífica en el gran poemafilosófico De rerwn natura de Lucrecio. l 1

Concepciones Inodernas de la cultura

Sit"uándonos de nuevo en el ámbito del siglo xx, reencontra­mos las concepciones integradas de cultura arraigadas en elcampo de las ciencias sociales. En su obra Primitive Culture(1871), E.B. Tylor, úno de los hmdadores de la moderna antro­pología, parte de una definición integradora de cultura: «Cultu­ra o civilización... es ese todo complejo que incluye conocimien­tos, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y cualesquiera

9. Schneider, p. 102.10. Ha,ielock.11. Para una exposición más detallada de la concepción integrada de cultura en la

Antigüedad, véase Medina, op. cit.

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otras capacidades y hábitos adquilidos por el hombre comomiembro de lma sociedad». 12 En la antropologia actual, es co­rriente que se entienda por cultura «el estilo de vida total» queincluye todos «los modos pautados y reCUlTentes de pensar,sentir y actuar» 13 o, dicho de otra forma, «el sistema integrado»que incluye tanto «patrones aprendidos de comportamiento»como «objetos materiales». 14 Para refelirse directamente a estosúltimos, se ha acuí'iado el ténnino «cultura matelia1», que enningún caso se contrapone a una hipotética «cultura espiri­tual», puesto que los mismos artefactos materiales, su constnlc­ción y su uso están fntimamente asociados con contenidos sim­bólicos, interpretaciones y valores. En todo caso, la cultura ma­terial se puede diferenciar de la cuhura inmaterial, relativa a laspautas y artefactos predominantemente simbólicos. 15

En la arqueología moderna, la integración de los artefactosy de las técnicas materiales como parte esencial de la cultura es,obviamente, aún más explícita. Cuhura se define como «la com­binación de material, actividades y pautas que forma un siste­ma culíural».16 En la misma sociología, donde el concepto decuIt-ura ocupa un lugar muy importante, «cultura se refiere a latotalidad del modo de vida de los miembros de una sociedacl»,incluyendo «los valores que comparten [...], las normas que aca­tan y los bienes materiales que producen». 17

Para las corrientes más recientes de los estudios culhll-ales,las divisiones tradicionales entre ciencia, tecnología y culturaestán ['uera de juego, pues la demarcación de las mismas comosistemas cen-ados de objetos puros que se van delimitando mu­hmmente se ha evaporado definitivamente. En otras palabras,las categorías de tecnología, ciencia y cultura «han perdido suintegridad disciplinmia y ontológica ya que, en el ámbito de laeA-periencia y de la ontología, se impregnan y penetran mutua­mente».18 En general, se da por supuesto que «los intentos dedefinir la cultura en ténninos ideológicos, humanistas y socio-

12. Subrayados del autor.13. Hanis, p. 123.14. Hoebel y Weaver, p. 269.15. !bid., p. 303.16. Rouse, p. 255.17. Giddens, 1991, p. 65. Subrayado en el Oliginal.18. Mensery Aronowitz, p. 24.

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políticos [...] meramente perpetúan una distinción entre lo hu­mano, 10 maquínico y 10 llamado nahlrah. 19 Pero precisamenteesas distinciones, que reflejan la división [""lll1damental entre cul­tura, tecnología y ciencia, están «revueltas y todo 10 que antesse decía pertenecer a cada una de ellas encuentra una nuevabase de conexión en los dispersos y conectivos procesos que lasvinculan a todas»20 fonnando una inmensa complejidad.

La integración cultural en los estudios de ciencia y tecnología

En la filosofía moderna hay que destacar a Ludwig Witt­genstein como un punto temprano de referencia para la com­prensión del lenguaje, la matemática y la misma lógica COlT10técnica/culí""llra. En su caracterización del lenguaje como «juegode lenguaje}}, éste se entiende como una actividad21 y una prác­tica22. Toda práctica de jugar un juego consiste en seguir unatécnica determinada, o sea, en «actuar de acuerdo con ciertasreglas}).23 Así pues, «comprender un lenguaje significa dominaruna técnica}},24 donde por dominar una técnica se entiende sercapaz de producir y reproducir una determinada práctica lin­güística. Pues, «sólo en la práctica de un lenguaje puede tenersignificado una palabra}}.25 La matemática representa, asimis­mo, un «juego de signos})26 y, por tanto, también una técnica,«la técnica de la transformación de signos».27 La lógica mismarepresenta «la técnica del pensan} y muestra «10 que es el pen­sar, y también modos de pensan>.28

El ténnino «técnica» es, pues, central en la comprensiónwittgensteiniana del lenguaje y de la ciencia. Para Wittgenstein

19. Plant, p. 214.20. Ibíd.21. PhU §38. PhU es la abreviatura de Philosophische U17tersllc7ul11ge11. (Il7vestiga­

cio17es filosóficas). Las traducciones son del autor.22. BGM VI, §34. BGM es la abreviatura de Bemerkll17gel1 aber die Gnl11dlagcl1 del'

Mathematik (Observacio17es sobre los (rl11damel7tos de la matemática). Las traduccionesson del autor.

23. BGM V, §1.24. PhU §199.25. BGl'vl VI. §41.26. BGM V, §2.27. BGIvl IV, 18.28. BGM 1, §133.

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la técnica se rnanlliesta en la práctica de las actividades regula­res y pautadas29 que se aprenden ejercitando la propia práctica«mediante imitación, estímulo y corrección».30 Entendidas así,las técnicas tienen un claro carácter cultural y social, detem1i­nando ellas mismas (es decir, el consenso y la coincidencia delos que las practican) lo que es correcto o incorrecto en su pro­pia ejecución y en sus resultados. En la matemática es esencialel consenso,3! pues «no es sólo la aprobación lo que convierte(1a práctica) en cálculo, sino la coincidencia de las aprobacio­nes. [.. .] Y si no se puede llegar a ese acuerdo, entonces nadiepuede decir que otro también calcula».32 La práctica lTmtemáti­ca no es menos social que el comercio. «¿Pochia haber alitméti­ca sin la coincidencia de los que calculan? ¿Podría calcular unhornbre solo? ¿Podría uno solo seguir una regla? Son estas pre­guntas semejantes, por ejemplo, a ésta: ¿puede alguien él solopracticar el comercio?»33

Si bien la palabra «cultura» no aparece, concretamente, ensus Investigaciones filosóficas ni en ObsenJaciones sobre los fun­damentos de la matem.ática, Wittgenstein utiliza, repetidamente,expresiones como «fom1a de vida», «modo de vida» o «costum­bre» (todos ellos característicos de la idea de cuIt-ura en la antro­pología y la sociología modema) en conexión con su manera decaractelizar el lenguaje y la matemática. Así, por ejemplo, hacenotar que la palabra «juego» pone de relieve que el lenguaje (y lomismo podría decirse de la matemática) «forma parte de unaactividad, o de una forma de vida».34 Ya que <<imaginar un len­guaje significa imaginar una forma de vida»35 y «el lenguaje serefiere a unl71odo de vida».36 Para \Vittgenstein, seguir una regla,jugar una partida de ajedrez y, en general, la práctica de las di­versas técnicas, son «costumbres (usos, instituciones)".J7 Es de­cir, son integrantes del conjunto de una cultura. En el caso de lamatemática, es, precisamente, «el uso fuera de la matemática»,

29. BakeryHacker, 1985,pp.154ss.30. BGM VII, §24.31. BGM m, §67.32. BGM VII, §9.33. BGM VI, §45.34. PhU, §23.35. PhU, §!9.36. BGM VI, §34.37. PhU, §199; BGM, VI, §43.

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es decir, su lugar en el conte},,1:o de nuestras demás actividades cul­turales,38 «lo que convierte al juego de signos en matemática».39El aprendizaje mismo de una práctica es un proceso de educa­ción cultural, en el que jlrnto con la técnica en cuestión se apro­pian deten11inadas formas de percepción. «En tanto que esta­mos educados en una técnica, 10 estamos también en una formade ver las cosas que está tan fija como esa técnica.»40 La com­prensión de dicho aprendizaje sólo puede realizarse desde la pro­pia práctica cultural. «El que quiera comprender lo que significa"seg;uir una regla" tiene él mismo que saber seguir una reg1a.»41

Las concepciones wittgensteinianas de la técnica y de laciencia como prácticas culi.-urales y de la cultura como un com­plejo entramado de prácticas técnicas, han sido uno de los pun­tos de partida para las concepciones culturales de la ciencia yde la tecnología en la segunda mitad del siglo xx. Así, LangdonWinner se remite a Wittgenstein para desarrollar la concepciónde «las tecnologías como formas de vida»42 y David Bloor lohace para presentar la sociología del conocimiento como la he··redera del tratamiento wittgensteiniano del conocimiento«como algo que es social en su misma esencia».43 El propioThomas Kulm caracteliza ocasionalmente la ciencia como cul­tura, cuando al hablar de los practicantes de una ciencia madu­ra dice que constituyen «una subcultura especial» y que «estánaislados en realidad del medio cultural en el cual viven sus vi­das extraprofesionales».44

Sin embargo, es la filosofía constructiva de la ciencia la queocupa un lugar pionero en el estudio sistemático del carácteroperativo y cultural de la ciencia. Esta filosofía, inspirada oligi­nariamente en los trabajos de Rugo Dingler, se empezó a desa­rrollar a partir de los años sesenta en Alemania. Paul Lorenzenfue su plincipal impulsor y su obra ha dado lugar a la impor­tante coniente de constructivismo filosófic045 que anticipó en

38. BGM VII, §24.39. BGM, V, §2.40. BGM IV, §35.41. BGM VII, §39.42. Winner, pp. 19 ss.43. Bloor, p. 2.44. Kuhn, p. 143.45. Fom1an parte de la misma, entre otros, Peter Janich, JUrgen Mi ttelstrass,

Kuno Lorenz, Chtistian ThieL I-Iolm Tetens y RUdiger Inhetveen. Véase Medina, 1995.

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más de un decenio las ideas constructivas y culturales en losestudios de la ciencia.

Para Lorenzen, la ciencia modeDn «se muestra tomo unproducto de nuestra cultura técnica: se basa en una práctica pre­científica exitosa".46 Esta idea fODnaba pmie de un giro pragmá­tico en la filosofía de la ciencia:

En teOlia de la ciencia se empieza a reconocer lentamente ennuestro siglo con el llamado giro pragmático que toda ciencia(toda teoría) sólo puede comprenderse sobre la base de una téc­nica ya -parcialmente- exitosa. Las teorías son instrumentoslingüísticos en apoyo de una práctica ya en marcha.47

Pero el enfoque de la integración cultural más desarrolladodentro del cmnpo filosofía de la ciencia hay que buscarlo, con elnombre de Methodischer Kulturalismus, en las posiciones más re­cientes de la corriente constructiva de la filosofía de la ciencia enAlemania. El Culturalismo metódico se centra explícitamente en lacomprensión cuIt-ural de la ciencia, es decir, en su eshldio filosófi­co «como práctica humana y producto cultural", entendiendo porculhrra aquello que recibe l.m colectivo humm10 mediante la trans­misión de prácticas (incluidas costl.lmbres e institl.ICiones) y arte­factos.48 Este mismo enfoque cu1tl.lral ha mm-cado los últimos des­arrollos en los achl8.1es eshldios de ciencia y tecnología que An­clrew Pickering caracteriza como el paso de la ciencia, como cono­cimiento a la ciencia, como práctica y cultura.

Según Pickering, este avance fLmdamental consiste en el«mOvimiento hacia el estudio de la práctica científica, lo que loscientíficos hacen de hecho, y el movimiento asociado hacia elestudio de la cultura científica, entendida como la esfera de losrecursos que la práctica hace f1.mcionar dentro y fl.lera deella".49 La condición previa para el estudio de la ciencia comopráctica y cultura consiste en reintegrar, mediante la expansióndel concepto de culhlra científica, todas las dimensiones de laciencia (tanto las conceptuales y sociales como las materiales),las cuales se han tratado, generalmente, de una forma fTagmen-

46. Lorenzen, 1978, p. 153.47. Lorenzen, 1986,p. 18.48. Hartmann y Janich, p. 68.49. Pickerlng, 1992, p. 2.

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tada, desunificada e inconexa. En este sentido, Pickering en­tiende por culhlra «las "cosas hechas" de la ciencia, en las queincluyo habilidades, relaciones sociales, máquinas e instmmen­tos, así como hechos y teorías científicas".5o

Con todo y estos significativos enfoques culturales genera­les, que se enmarcan claramente en tma concepción integTadade la cultura, hace falta plantear un marco conceptual y teóricocapaz de articular rigurosamente el tratamiento metódico delas tecnociencias contemporáneas como prácticas y culturas.

2. La cultura de la tecnociencia: ciencia y tecnologíacomo prácticas y c'luturas

La comprensión culhlral integrada de la ciencia y la tecnolo­gía ha demostrado que puede proporcionar una base decisiva­mente más adecuada que las meras concepciones filosóficaslingüísticas o las puramente sociológicas, no sólo para interpre­tar e investigar integralmente la constitución y la dinámica delos sistemas y de las innovaciones tecnocientí[icas junto con susimpactos en las transformaciones cu1tl.lrales generales. A pmiírde dicha base interpretativa es posible, además, abordar de unaforma mucho más clarificadora las dificiles cuestiones y proble­mas de valoración e intervención que plantean las crisis y con­troversias delivadas de los procesos de tecnocienti[icación yglobalización. Sin embargo, para comprender las ciencias y lastecnologías como prácticas y culturas es preciso, como ya se hadicho, dejar atrás las antiguas y las modernas concepciones di­visorias de la ciencia, la tecnología y la cultura para redefinir unmarco concephml riguroso de la idea de cultura en la direcciónde las concepciones integradas. Con este propósito se esboza acontinuación el aparato conceptual y teórico básico de unacomprensión metódica de las tecnociencias como prácticas, sis­temas y redes culturales.

50, Plckering, 1995, p. 3.

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Artefactos, técnicas y prácticas

Entendida de una forma integrada, una cultura comprendeno sólo capacidades, actividades y realizaciones de caráctersimbólico (tales como representaciones e interpretaciones sim­bólicas, discursivas, artísticas, teólicas, cosmovisivas, valorati­vas, etc., es decir, la cultura en su acepción más restlingida),sino también técnicas y artefactos mateliales (con los que seacostumbra a identificar la técnica tout court), fqrmas organi­zativas de interacción social, económica y política (lo que seentiende corrientemente por sociedad) y prácticas y realizacio­nes biotécnicas, relacionadas con los seres vivos y el entornobiótico (o naturaleza en sentido general).

Cada lillO de esos dominios se puede diferenciar conforme aartefactos, técnicas y recursos pmiiculares característicos. Aho­ra bien, cualquier práctica cultural implica, de hecho, el entra­mado de todos los diversos dominios en cuanto que todas lasprácticas vienen mediadas por artefactos mateliales, represen­tadas e interpretadas simbólicamente, articuladas socialmente ysituadas ambientalmente. Así, los miefactos y las técnicas mate­riales han inteIYenido decisivamente en las prácticas culturalesdesde los mismos orígenes de las culturas humanas. Una de lastareas de la arqueología y de los estudios prehistóricos consiste,precisamente, en reconstnür las prácticas y las realizacionesculturales de carácter operativo que desaparecieron hace siglosa partir de los restos de los cOlTespondientes artefactos y entor­nos materiales.

Los aJ1efactos materiales constituyen objetos elaborados porla actividad humana que, una vez producidos, pueden perdurarpor sí mismos con independencia de los agentes culturales quelos construyeron o utilizaron. En todo caso, su estabilidad ma­terial es relativa y limitada, pues se llegan a deteliorar, desinte­grar, etc., segLU110s materiales con los que están hechos. Así, delos artefactos fabricados con materiales orgánicos en los perio­dos paleolíticos sólo hml. quedado, relativamente, pocos restos.

La proliferación, la dif'usión y la diversificación de miefactosmateriales con formas normalizadas en las plimeras culturashumanas indican que, de algLU1 modo, la construcción reiteradade detenninados instrumentos dio lugar, a lo largo del tiempo,a su modelación estandmizada, de forma que dichos artefactos

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podían ser regularmente reproducidos. La reproducibilidad delos mismos tiene que ver con la posibilidad de articular las ac­ciones de forma que su repetición metódica, junto con la dispo­nibilidad de materiales adecuados, conduzcan siempre a resul­tados del mismo tipo. La reproducción de artefactos estandari­zados supone, en la práctica, que los agentes, de alguna mane­ra, anticipan los resultaélos teniendo en cuenta determinadascondiciones y exigencias que se deben satisfacer (o sea, cieliasnormas de construcción y uso) y estando motivados por deter­minados propósitos, motivos y fines.

El hecho de que se pudieran reproducir regularmente deter­minados artefactos implica, pues, que ya se habían estabilizadociertas habilidades y actividades como procedimientos nornl.ali­zados que operaban la construcción de tales artefactos, es decir,se habían desan-ol1ado técnicas. Técnicas son procedimientos,capacidades y formas de acción e interacción reproducibles ysusceptibles de ser ensei'íados y aprendidos y, por tanto, genera­lizables y transmisibles. Tenemos técnicas cuando se puede esta­bilizar una serie relativamente ordenada de acciones, es decir,cuando se puede convertir en rutina, ensei'íar, aprender, trans­mitir, generalizar... Las técnicas constüuyen aJ1e{actos operati­vos, o sea, constructos producidos por las diversas actividadeshumanas, que una vez estabilizados en un contexto cultural mo­delan dichas actividades. Producir un artefacto operativo signifi­ca estabilizar una técnica. Usar lill miefacto operativo significaactualizar una técnica. Las técnicas se actualizan como ejecucio­nes de procedimientos estabilizados que determinados agenteshumanos reproducen, y perduran como capacidades y potencia­lidades de dichos individuos y colectivos.

Las técnicas se caractelizan, pues, por su entidad virtual.Persisten como capacidades estabilizadas de agentes, institucio­nes y sistemas culturales y se hacen manifiestas cuando se ac­tualizan. Sin embargo, son productos cuIt-urales reales que pue­den transferirse y estabilizarse con independencia de sus crea­dores oliginmios. Ahora bien, a diferencia de los artefactos ma­teriales, las técnicas no perduran, propiamente, de forma sepa­rada de los colectivos culturales que las producen y usan, a noser que se transfieran a otros colectivos. Su estabilización esrelativa y limitada, en cuanto que determinadas técnicas pue­den desestabilizarse cuando se dejan de actualizar al caer en

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desuso, olvidarse, etc., y pueden desaparecer completamentecuando se eA1:inguen los cOlTespondientes colectivos y tradicio­nes culturales que las crearon o asimilaron, como en el caso deculturas prehistóricas.

Los lenguajes humanos debieron emerger y estabilizarsecomo nuevos complejos de técnicas simbólicas, cuando se desa­rrolló la capacidad de fijar distinciones lingüísticas elementalesen interacción con las capacidades de producir artefactos estan­darizados y de estabilizar técnicas básicas de todo tipo. Median­te el lenguaje se fijan como distinciones lingi.üsticas realizacio­nes distintas llevadas a cabo prácticamente en el conteA'io de laacción, de la construcción de objetos y del comportamiento. Así,las prácticas constructivas de los primeros hombres fueron pro­duciendo realizaciones materiales y operativas claramente dife­renciadas que en los procesos de ejecución estandmizada eranreproducidas regularmente. El poder fijar y man~jar tambiénlingüísticamente tales distinciones en el conteA'io de las diversasactividades humanas y la posibilidad de tTansmitir diferenciacio_nes lingi.Üsticas de materiales, constnlcciones, entornos y proce­dimientos potenciaron inmensamente la capacidad de estabili­zar nuevos artefactos y técnicas, como queda manifiesto en laproliferación, difusión e innovación de artefactos del paleolíticosupelior y del neolítico. Interactivamente, las prácticas lingüísti­cas pudieron irse desan-ollando y estabilizando como complejastécnicas de distinción y representación simbólica.

El lenguaje humano fUe apareciendo con el desarrollo de unanueva técnica de estabilizar las prácticas con la ayuda de recur­sos orales, que fLle la característica f1.mdamental de las culturashumanas: la estabilización tecno-oral. Parece obvio que estaemergencia lingüística no tuvo que reducirse a los contextos dela producción y uso de artefactos materiales, sino que cristalizóconjuntamente en todos los dominios vitales Oliginmios, inclui­dos los de las técnicas de organización social y de las biotécni­caso Con la ayuda del lenguaje pudieron irse estabilizando tecno­oralmente forn1as de vida basadas en la caza y la recolección quelograron dominar técnicamente bioentoll.10s muy difíciles, comolos de los periodos glaciares, y forn1as compl~jas de organiza­ción cooperativa y de cohesión social para obtener y compar'iirla comida,. y para subsistir y reproducirse como grupo.

La emergencia, la estabilización y la generalización del len-

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guaje como 1m complejo de técnicas que se podían ejecutar bási­camente con los propios órganos humanos ÍLleron decisivas paralos procesos de constitución y transmisión del conjunto de losentornos culturales. Pero el logro más significativo de las cultu­ras humanas, que les pennitió despegar de los estadios cultura­les animales, consistió, propiamente, en la ilmovación y la con­solidación, como sistemas culturales, de las técnicas de estabili­zación tecno-oral; las técnicas de estabilizar técnicas y artefactosque constituyeron la base de las culturas humanas.

Las decisivas ilmovaciones materiales y biotécnicas de lasculhlras neolíticas se estabilizaron en el contexto de otras trans­formaciones, tanto o más trascendentales, que afectaron las téc­nicas y los entornos culturales organizativos y simbólicos. Lasimpresionantes realizaciones de las culhlras prehistóricas ÍLleranel resultado de complejas técnicas de organización comunitariacon l.m alto grado de cooperación, división del trabajo, previsión,coordinación y cohesión social. Para alcanzarlo, se da por segu­ro que aquellas culhlras hlvieron que llegar a estabilizar, de al­glm modo, prácticas que les pem1itieron planificar, deliberar,valorar y decidir colectivamente y así establecer consensos gene­ralizados. Pero la estabilización y la transmisión de tales prácti­cas organizativas suponen, a su vez, técnicas y recm-sos simbóli­cos de carácter verbal mediante los que era posible representarcircunstancias presentes y no presentes, anticipar situaciones ve­nideras, recordar e interpretar sucesos, tejer nan-aciones, elabo­rar- relatos ficticios, conservar y transmitir discursos, etc. Estascapacidades simbólicas ÍLmdamentales f1.1erOn logros de las cul­turas orales primarias que transformaron los modos de estabili­zación y los legados de las tradiciones culturales humanas.

Así pues, en las primeras culturas orales encontramos yadesarrolladas, en su forma Oligínaria, el conjunto de las modali­dades técnicas fundamentales que podemos denominar los clo­minios culturales básicos, cOlTespondientes a las técnicas ma­teriales, las técnicas simbólicas, las técnicas orgmúzativas y lasbiotécnicas. Cada dominio cultural corresponde, originmiamen­te, a la estabilización, construcción y uso de artefactos y técni­cas específicas. El dominio de las técnicas materiales tiene quever con los artefactos, las técnicas y los recursos materiales. Elde las técnicas simbólicas comprende los artefactos y técnicasde representación, interpretación, comunicación. e interacción

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simbólica. El dominio de las técnicas organizativas abarca lasinteracciones entre agentes humanos, la coordinación de activi­dades, la organización social, etc., y al dominio de las biotécni­cas conesponden las interacciones con los entornos de Seresvivos animales y vegetales y con los medios bióticos.

Estos diversos dominios culturales no han de entendersecomo entidades separadas y disociadas sino a modo de cOOl-de­nadas o dimensiones que sirven para hacer perceptibles los com­plejos entramados de las prácticas cuhurales, las cuales impli­can, simultáneamente, múltiples ac1:ualizaciones de técnicas y deartefactos correspondientes a cada tilla de los diferentes domi­nios. Se pochia decir que, en la Complejidad de la cultura, no hayprácticas puras, o sea, que cOITespondan a un solo dominio cul­tural, sino que toda práctica cultural es hfbrida, al estar, de unmodo u otro, mediada artefactualmente, estabilizada e intellJre­tada simbólicamente, articulada y realizada socialmente y sitl.1a­da ambientalmente.

Sistemas culturales y culturas

Propiamente, una práctica cultural está constituida por de­telTI1inados agentes junto con el ejercicio por parte de los mis­mos de deten11inadas actividades específicas modeladas portécnicas. Es decir, viene dada por un conjunto de capacidadesque determinados individuos y colectivos actualizan COnfOlTI1ea procedimientos y fonnas de acción e interacción reproduci­bles y susceptibles de ser ensei1adas y aprendidas y, por tanto,transmisibles y generalizables. Las prácticas como acción e in­teracción en el tiempo, o sea, las prácticas de realizar técnicaspor parte de determinados agentes, implican siempre un com­plejo entramado de individuos y de artefactos operativos y ma­teriales pelienecientes a los diversos dominios cuhurales.

Los entornos de una práctica están constituidos por los lega­dos culturales que configuran estruct1.lralmente las actuacionesde los agentes en cuestión, es decir, por los complejos de lastécnicas, los artefactos, las instituciones, los recursos (tanto ma­teriales y simbólicos como de carácter organizativo y biotécni­ca), los diversos colectivos, etc., implicados en el ejercicio dedicha práctica. En la realización de cualquier práctica por parte

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de detelTI1inados agentes intervienen, de una forma más o me­nos inmediata, artefactos materiales, otros agentes humanos ybióticos, elaboracíones simbólicas, interpretaciones, legitima­ciones, valorizaciones, fines, cosmovisiones... Su ejecución acti"va, simultáneamente, todas las técnicas relativas a la organiza­ción de los colectivos y al conjunto de los miefactos implicados.

Lo que configura una práctica en cualquiera de sus modali­dades es, pues, su conespondiente entomo material-simbólico­organizativo-biotécnico, en adelante ElviSOB. Así, toda prácticareferente a la organización social tiene una base simbólica yestá mediada por técnicas y miefactos mateliales. Toda prácti­ca simbólica es esencialmente social y se plasma, de una formamás o menos inmediata, materialmente. Y toda práctica técnicamaterial o biotécnica se realiza socialmente, está sostenida sim­bólicamente y es objeto de legitimaciones e interpretaciones.

Al igual que la correspondiente práctica, un EMSOB consti­tuye, de hecho, un entramado inseparable en el que, sin embar­go, se pueden distinguir analíticamente distintos componentes(M, 5, O, B) siguiendo la diferenciación general por modalida­des técnicas:

El entom.o material M o conjunto de miefactos, técnicas,construcciones y recursos materiales.51

El entorno simbólico 5, fom1ado por el conjunto de losartefactos y las técnicas simbólicas de representación,interpretación y procesamiento del saber, los significa­dos, las representaciones, las interpretaciones, las legiti­maciones y los valores.52

El socioentomo O de las instituciones y las fon11as deorganización e interacción comunitmias, sociales, eco­nómicas, jmidicas y políticas, las reglas, los roles, lasnon11as, los fines, etc.53

El bioentor/w B o comunidades de seres vivos y medio

----51. Generalmente se acostumbra a identificar los entamas mateliales con la «téc­

nica" o la «tecnología", dando a estos tém1inos un sentido restringido.52. Los entamas simbólicos son equiparables, por lo general, con la «cultur-a" , en

una concepción muy restringida de la misma.53. Los entamas organizativos cOlTesponden al complejo de técnicas, artefactos e

instituciones de organización e interacción que comúnmente recibe el nombre de «so­ciedach>.

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biótico implicados por las prácticas biotécnicas y bióti­caso El bioentomo incluye tanto seres vivos, miefactos yagentes biotécnicos como el medio atrnosfélico, hidros­félico, etc., que intervienen en las actividades biotécnicasy bióticas.54

El concepto central de sistema cultural c = (P, M, 5, O, B) sepuede precisar como el enlTamado de una práctica]) (el colecti­vo de los agentes portadores de las capacidades culturales es­pecíficas) y su EM50B (M, 5, O, B). Ahora bien, los sistemasculturales no están completamente desvinculados unos de otrossino que están entramados entre sí. Decimos que dos sistemascuhurales están entramados cuando sus prácticas y/o sus en­tornos respectivos tienen componentes en común. Un conjuntode sistemas culturales fonnan una red cultural cuando estánconcatenados de fonna reticular. Es decir, para cualquier parde dichos sistemas se cumple que los sistemas están entrama­dos directamente o bien mediante una serie de sistemas inter­medios tales que entre dos sistemas consecutivos de la selie seda la relación de estar entramados entre sí.

Así pues, los sistemas culturales son complejos híblidos in­tegrados por personas, artefactos, técnicas, interpretaciones, va­loraciones, formas de organización, etc. Al formar redes cultu­rales, los sistemas no están aislados sino que compmien entre sí(de una fonna más o menos inmediata a través de toda la redde sistemas) agentes y/o elementos de sus diversos entornos.Estas relaciones de intersección cultural son, precisamente, lasque miiculan e interconexionan reticularmente los sistemas for­mando detem1inados espacios cuhurales.

Fundamentalmente, una cultura está constituida por unconjunto de innumerables sistemas cuhurales que fon11an unared cultural. En las im11ensas redes que constituyen las culturasse pueden distinguir subculturas como subconjuntos de siste-

54. Los bioentomos con'esponden a lo que generalmente se llama naturaleza. Estase considera a veces como contrapuesta a todo lo técnico, sin embargo, aun cuandolos bioentomos incluyan seres vivos y procesos no construidos en cl mismo sentidoque los artefactos materiales, no por eso dejan de tener un carácter cultural en cuantosu producción, reproducción e interacción con los agentes están configuradas pordetenninas prácticas culturales biotécnicas. Lo que constituye la naturaleza para cadacultura particular viene dado primariamente por el conjunto de sus biotécnicas.

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mas cuhurales que forman, a su vez, redes culturales. El mediocultural de un sistema cultural o de una subcu]tura viene dado,respectivamente, por el conjunto de los restantes sistemas cul­uu-ales o, respectivamente, de las restantes subculturas que in­tegran la totalidad de la red global de la cululra en cuestión. Enel conteA'to de una supercultura o conjunto de cuhuras forman­do l.ma super-recl cultural (es decir, entramadas entre sí reticu­lannente) el meclio supercultural de una cululra particular estáconstiulido por las restantes cululras del grupo.

Los immmerables sistemas que integran una cultura estánvinculados por la compleja red cululral que los inten-elaciona ylos hace inseparables en la realidad. La totalidad de dichos sis­temas culturales de una cultura o subcultura configura elPMSOB de la misma, donde P es el conjunto de las prácti­cas/agentes cuhurales correspondientes a todos los sistemasque integran dicha cultura o subcultura y M, 5, O, B represen­tan, respectivamente, el conjunto de todos sus entornos mate­liales, simbólicos, organizativos y biotécnicos. Cualquier prácti­ca cultural particular se realiza, pues, en un espacio quadlidi­mensional material-simbólico-organizativo-biotécnico (MSOB)propio de la cululra en cuestión, e implica, de una fon11a más omenos directa, tanto discursos, interpretaciones y legitimacio­nes como técnicas y artefactos materiales, organizaciones e in­teracciones sociales y ambientales, etc.

Dada una serie de dos o más culturas o subculturas, éstaspueden estar relacionadas entre sí, cuando es el caso que susrespect.ivos entornos M, 5, O, B tienen elementos idénticos, osea, rasgos culturales en común. Se pueden dar selies verticalesde culturas o subcululras relacionadas que están situadas endiferentes periodos de tiempo, series horizontales de culturas osubculturas sincrónicas ubicadas en diferentes ámbitos espacia­les 1..1 oblicuas de carácter n1ÍA'to. En general, una serie El, E2...En de culturas o subcululras con elementos culturales comunesconstituye una tradición cultural cuando dichos elementos sehan transmitido de unas culturas o subculturas a otras median­te la interacción y la reproducción cululral llevadas a cabo porsus agentes.

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Innovaciones, estabilizaciones e impactos

En el ámbito de los sistemas y las redes culturales, las prác­ticas de los agentes y los diversos enton10S culturales estánconstantemente configurándose recíprocamente. La gran diver­sidad de prácticas humanas constnlye y transforma sus propiosentornos, dando lugar a nuevas técnicas, artefactos, fonnas deorganización, discursos, etc. A su vez, todos estos recursos pa­san a. constituir, loma vez estabilizados, parte de los entornosque modelan esas prácticas, habilitando y constriñendo al mis­mo tiempo sus potencialidades. Las capacidades y limitacionesde una práctica cultural determinada vienen dadas, conjunta­mente, por las técnicas que la conforman y por los artefactos ylas realizaciones materiales, simbólicas, organizativas y biotéc­nicas que, como entornos, constit-uyen los recursos de los agen­tes que la llevan a cabo. Los entornos, como productos cultura­les que son, representan el resultado de las diversas actividadeshumanas. Pero, tanto si están integrados por agentes humanoscomo no humanos, nunca son puramente pasivos. El procesode desanollo de una cultura viene configurado, precisamente,por la continua interacción lransfon11adora entre humanos yno humanos en los entramados de prácticas y entornos.

NingLma cultura es completamente estable. En mayor o menorgrado, toda cub.uCt o subculll..u-a produce i111wvaGÍo71es cuhurales,es decir, nuevos complejos de miefactos y técnicas que emergenen el seno de su (M, S, 0, B) por la acción de detenninados agen­tes cultm-ales.55 La-? innovaciones pueden surgir en una cu1tl..u-acomo el resuhado de la producción interna de sus propios agentesinnovadores o también mediante la apropiación por parte de di­chos agentes de innovaciones procedentes de otras cu1tl..lraS, o através de su imposición debida a agentes cu1tl..lrales eAiernos. Pero,para que innovaciones de cualquier clase se convieltan en parteintegrante de la propia cultma, éstas han de estabilizarse comoprácticas y entornos propios. Es decir, han de estandarizarse,aceptarse, generalizarse e institucionalizarse como tales.

55. La intensidad y el carácter de las innovaciones pueden diEelir muy notable..mente seglm se trate de culturas tradicionales o de modemas culturas tecnocientfficas,en las que el imperativo de la constante innovación tecnocientífica se ha convertido enla característica cultural plimordial.

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Las iImovaciones culturales pasan, pues, a formar parte deuna cultura determinada cuando se estabilizan como nuevos sis­temas culturales y subculturas de la misma. En el proceso deestabilización de nuevos sistemas culturales, las innovacionesembrionmias son generalmente modificadas, adaptadas y, de al­gLma manera, metaim10vadas. Las nuevas prácticas, .técnicas yartefactos implicados han de estabilizarse técnicamente como ta­les fom1ando parte del cOll:espondiente enton10 específico. Esdecir, se ha de consolidar la estm1dmización de los nuevos obje­tos, habilidades, procedimientos, etc., sean éstos de carácter ma­terial, simbólico, organizativo o biotécnico. Pero, para estable­cerse como nuevos sistemas culturales las iImovaciones han deestabilizarse, asimismo, en el contexto de los entonlOS interpre­tativos, organizativos y bióticos de la cOlTespondiente culhlra. Laestabilización intelpretativa se opera mediante recursos simbóli­cos y discl.U:sivos que, de una forma u otra, van dirigidos a fun­damentar y legitimar epistemológica, cosmológica y valorativa­mente los nuevos sistemas culhlrales. La estabilización organiza­tiva consiste, fl..mdamentalmente, en la instihlcionalización y laconsolidación social, económica y política de dichos sistemas yla biótica en la compatibilización ambiental de los mismos.

Innovación y estabilización no representan dos etapas sepa­radas sucesivas en un desarrollo lineal, sino que se trata, dehecho, de realizaciones entrelazadas en un proceso interactivo.Los procesos de innovación/estabilización son caractelisticosdel modo de desanollo propio de cada tipo de culhlra o subcul­tura. En dichos procesos, prácticas y entornos se estabilizaninteractivamente. Esto es, nuevas formas de acción e interac­ción se consolidan como prácticas estabilizadas, aceptadas ygeneralizadas en conjunción interactiva con la estabilización,aceptación y generalización de los nuevos artefactos y técnicasque conforman sus entornos pmiiculares. Al mismo tiempo, losprocesos de estabilización implican potencialmente el PMSOBglobal de la cultura, pues los cambios y desan:ol1os culturalesinvolucran un amplío entramado interactivo en el que intervie­nen un gran número de agentes, técnicas, artefactos mateliales,gmpos y organizaciones sociales, instituciones, bioentomos... ,en conjunción con un complejo de interpretaciones, valoracio­nes, legit-imaciones y cosmovisiones.

Las innovaciones culturales se pueden transmitir inteI11a-

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mente de un estadio deten11inado a estadios posteriores de unatradición culhlral o subcultural, a través de la reproducción ge­nético-cultl..lral de las generaciones de agentes de la propia cul­t1.1ra o subcultura. También pueden transferirse espacial y tem­poralmente entre diversos sistemas culturales y subculturasdentro de tilla misma cultura, o de unas subculturas o cultu­ras a otras originariamente disociadas, mediante su dHusión yasimilación cultural, por fusión o invasión cultural, dando pasoasí a nuevas tradiciones culturales o subculturales. Cuando lasinnovaciones estabilizadas como sistemas cuhurales o subcul­turas innovadoras en una cuhura se transfieren a otras culturas,es posible que las mismas sean metaüIDovadas, incorporadas yestabilizadas por deten11inados agentes como nuevos sistemascult:urales o subculturas diferentes de los originarios..

Los procesos de cambio cultural implican, consiguientemen­te, tanto la producción de innovaciones en forma de nuevastécnicas y artefactos como la estabilización de las mismas comoprácticas y entornos de sistemas culturales y subculturas dentrode la propia cultura global. Ahora bien, cada cultura crea consus innovaciones la posibilidad de nuevas capacidades, perotambién de limitaciones. Así, la producción ele nuevas técnicasy artefactos genera la posibilidad de estabilizar nuevas prácticasy, a su vez, nuevas prácticas producen y afianzan enton10S queconsolidan las capacidades de las mismas. Pero con la estabili­zación de innovaciones se establecen nuevos sistemas cultura­les que eventualmente transforman el medio cuhural y produ­cen impactos al generar incompatibilidades en relación con sis­temas culturales preestablecidos. Los nuevos entornos puedenactuar como constreüimientos de prácticas y entornos preexis­tentes y dar lugar a la desestabilización de sistemas culturalestradicionales, en cuanto pueden llegar a desplazar sus entornos,cancelando los recursos y las condiciones de posibilidad de di­chos sistemas. Nuevas prácticas pueden establecer, de manerageneralizada, nuevos entornos y nuevas forrnas de vida, de ac­ción e interacción en las que las prácticas según los procedi­mientos tradicionales resultan inapropiadas y quedan excluidasele una integración. Nuevos entornos que se imponen con lasnuevas prácticas dominantes pueden llegar a desestabilizar losentornos tradicionales en cada uno de los diversos dominiosculturales. La desestabilización puede darse de múltiples fo1'-

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mas conexionadas entre sí: desplazando artefactos, anulandorecursos, imposibilitando la permanencia de determinados en­tornos, socavando la autOlidad Y legitimidad de determinadasprácticas y sistemas valorativos, cuestionando la validez de in­terpretaciones Y cosmovisiones, consolidando colectivos y for­mas de organización que operan el desmantelamiento social ynorn1ativo de los sistemas organizativos tradicionales, etc.

A través de los procesos de innovación, estabilización Ydes­estabilización se van transforn1ando las culturas y las subcul­turas y emergen nuevos estadios de las tradiciones culturalesy subcuhurales. En este contexto, el desarrollo de una cultura osubcultura consiste en el proceso conforn1e al cual se produceny regulan tales cambios en los diferentes entornos Y prácticasde la misma. El modo característico del desarrollo de una cultu­ra o subcultura y de su correspondiente tradición cultural vienedado, básicamente, por la forn1a cómo se realizan los procesosde producción/estabilización de innovaciones Y de desestabili-

zación de tradiciones.

La. cultura de los sistemas teC71.0cíe71.tf{icoS

En el campo ele las ciencias y de las tecnologías, sistemas,subculturas Y tradiciones corresponden a prácticas Y legadoscull:urales específicos, plasmados en las capacidades de losagentes y en los entornos materiales, simbólicos Y organizati­vos propios de cada campo científico Y tecnológico. Dichasprácticas y entornos, al igual que los modos característicos deinnovación Y estabilización de las ciencias Ytecnologías moder­nas, se distinguen ftmdamentalmente por su carácter tec71oGÍe71.­¡{{Lco, es decir, por prácticas y entornos en los que intervienen einteract(mn conjuntamente la elaboración de aparatos concep­tuales y te61icos precisos y la producción Y el uso de sofistica­dos artefactos Y procedimientos tecnológicos. Las mismas tec­nologías constituyen sistemas complejos de artefactos Y técni­cas que se han generado y estabilizado en el contexto ele prácti­cas y entornos teóricos Y materiales de carácter científico. Elentramado entre los sistemas científicos Ylos sistemas tecnoló­gicos modernos es tan inseparable en la práctica que se ha ge­neralizado el uso del término tec71.ocíe71.cía para caracterizar los

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sistemas científicos actuales y, en general, las tradiciones cientí­ficas desde; por lo menos, finales del siglo XlX.

La concepción de las ciencias y las tecnologías como redesde sistemas culturales (o sea, subculturas) permite comprendery tratar, de una fonna integrada, la complejidad de la constitu­ción de los campos y de las tradiciones tecnocientíficas, los pro­cesos de cambio y transfonnación y los impactos en los mediosculturales eA1:racientíficos. En el marco de la comprensión cul­tural se pueden integrar, dinámicamente, las dimensiones sim­bólicas de las elaboraciones representacionales, interpretativasy valorativas (en fonna de conceptos y teorías cientíEc;:as y dediscursos filosóficos) junto con: a) las dimensiones tecnológicasde los procesos, procedimientos y artefactos mateliales, b) lasdimensiones sociales de los enton10S e interacciones organizati­vas e institucionales, y c) las dimensiones naturales de losbioentornos. En el desan-ol1o de los sistemas tecnodentíficos, lasinnovaciones de artefactos, efectos y procesos emergen y se es­tabilizan en los laboratOlios conjunta e interactivamente connuevas elaboraciones teóricas, adaptándose y modificándoseunas a otras a la par que se reconfiguran los fines y los propósi­tos de los agentes que intervienen. Tales procesos de estabiliza­ción tecnocientífica, característicos de los sistemas generadospor la tecnociencia achlal, se realizan y se consolidan en con­jtmción con procesos de estabilización interpretativa, organiza­tiva y, en su caso, biótica de las nuevas prácticas y entornos.

En el transcurso de las tradiciones científicas se han distin­guido estadios de ciencia estabilizadora, en los que ha predomi­nado la consolidación de innovaciones como sistemas ÍLmda­mentales, y estadios de ciencia revolucionaria, que han destaca­do por la producción de ilmovaciones y la desestabilización deprácticas y entornos tradicionales. Generalmente, innovacionesy transfon11aciones pueden interactuar en combinaciones muydiversas en las se entremezclan los diversos dominios cultura­les. Las innovaciones de artefactos y técnicas pueden desenca­denar nuevas elaboraciones conceptuales y teóricas que pasan areemplazar antiguas teOlias y, a su vez, es posible que nuevosdesarrollos teóricos induzcan la reinnovación de dispositivos yprocesos tecnológicos. Asimismo, la apmición de nuevos agen­tes y la reconfiguración de entornos organizativos pueden darpaso a sistemas innovadores y a la inversa, etc.

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Los cambios científicos y tecnológicos acostumbran a pro­ducirse en racimos de innovaciones pertenecientes a diversasclases de entornos y relacionadas entre sí, las cuales se afianzanmutuamente para establecerse, conjuntamente, como nuevossistemas y redes de sistemas. Las estabilizaciones de nuevos sis­temas junto con los impactos y las desestabilizaciones queeventualmente éstos inducen, operan las transformaciones glo­bales de los medios científicos y tecnológicos. Éstas, a su vez,son generalmente ['uente de ulteriores innovaciones. En todocaso, en el entramado de los procesos de innovación/estabiliza­ción así como en la compleja dinámica del cambio/transforma­ción interactúan diversos colectivos de agentes que, obviamen­te, rebasan los círculos restringidos de las llamadas comunida­des científicas. Son estos heterogéneos colectivos los que articu­lan dinámicamente la trabazón entre los diferentes sistemasculturales a los que pertenecen para formar las complejas redesde las subcuIt-uras tecnocientíficas y dar lugar al desarrollo delas correspondientes tradiciones.

Los sistemas tecnocientíficos se generan y estabilizan prima­riamente como sistemas culturales en el seno de sus respectivassubculturas tecnocientíficas. Pero, una vez constituidos son sus­ceptibles de ser expo/1ados y estabilizados en medios culturalesextracientíficos, donde operan la modelación tecnocientífica dedichos espacios culturales y el desarrollo de tecl1oculturas.

56El

modelo tecnoGÍentí!zco ele elesarrollo, basado en la proliferación yconsolidación de sistemas tecnocientíficos en todos los ámbitosde las culturas propias de nuestro tiempo, parece operar confor­me a un imperativo tecl1ocientífico latente y justificarse, entreotras cosas, por el principio de la supuesta superiOlidad de lossistemas tecnocientíficos respecto a las realizaciones de cual­quier otro tipo de sistemas culturales. Ahora bien, todos los mo­delos de desan-ollo representan y legitiman, de una fon11a más omenos manifiesta, una práctica particular de regúlar los proce­sos de estabilización de innovaciones Y desestabilización de tra­diciones contorme a determinados criterios y agentes decisOlios.

Sin embargo, es innegable que las incesantes innovaciones,estabilizaciones Y expOliaciones de sistemas tecl1ocientí[icos Yla consiguiente teclIociel1ti{icación generalizada de las culturas

56. Aronowitz, Marlinsons y Menser; Hess.

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generan, en mayor o menor grado, relaciones de incompatibili­dad y efectos de desestabilización respecto a sistemas culhlralestradicionales, con los consiguientes impactos, consecuencias nodeseadas y riesgos dificiles de anticipar y, más aún, de excluirde antemano. En muchas ocasiones, como por ejemplo en elcaso de la evenhlal clonación de seres humanos o de los riesgosderivados de la tecnologías nucleares, microbiológicas o quími­cas, dichas repercusiones provocan resistencias y conflictos cul­hlrales junto con fuertes controversias acerca de la interpreta­ción y, sobre todo, de la valoración y la intervención relativas alas Ílu10vaciones tecnocientíficas y las transformaciones cultu­rales en cuestión.

Estas crisis, conflictos y controversias son los contextos don­de afloran, de una forma más clara, las dimensiones culturalesvalorativas y políticas de la ciencia y la tecnologia. Ya que po­nen de manifiesto que ni los sistemas científicos se pueden re­ducir filosóficamente a meros sistemas de elaboraciones teóri­cas neutrales, ni los sistemas tecnológicos a puros artefactos yprocedimientos materiales, sino que constituyen sistemas y re­des culhlrales en sentido estricto, integrados por entornos sim­bólicos, materiales y biotécnicos pero también por colectivosdiversos de agentes y por entornos organizativos, inter]Jretati­vos y valorativos.

3. Tecnociencia y tecnocientllicación: retos y modelos

La comprensión de la tecnociencia y de los sistemas tecno­científicos como prácticas y culturas implica la posibilidad desuperar las teorias puramente interpretativas de la ciencia y latecnología para tener en cuenta la estrecha vinculación existen­te entre las cuestiones de interpretación y las de valoración eintervención. Los métodos y los resultados de las interpretacio­nes cuhurales pueden y han de seniÍr de instrumentos útilespara desan-ollar mejores prácticas de valoración e intervención.En otras palabras, la tarea de los estudios de la ciencia y latecnología no tiene por qué reducirse a la mera producción desistemas interpretativos. Un objetivo necesario para poder en­carar los retos de la tecnociencia y de la tecnocientificación cul­hlral consiste en eshldiar y estabilizar modelos culturales de

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interpretación, valoración e intervención, es decir, prácticas,entornos y recursos -tanto teóricos como técnicos y organiza­tivos- de análisis y de reconstnlcción rigurosa que sirvan parainterpretat y comprender la estT'llchlra y la clinámica de los pro­cesos de innovación, estabilización y transformación de las sub­culülras tecnocientíficas y extracientificas y, a partir de alú, va­lorar los impactos y consecuencias e intervenir adecuadamenteen dichos procesos.

Tecnociencia: los retos de la interpretación

Desde la perspectiva del siglo XXI se hace e\iÍdente que lasinnovaciones tecnocientíficas han sido los factores f'undamenta­les que han configurado las culturas propias del siglo xx. Hanmodelado decisivamente el conjunto de las formas de vida, losentornos tanto materiales como interpretativos y valorativos,las cosmO\iÍsiones, los modos de organización social, económi­ca y política junto con el medio ambiente característicos de estaépoca.57 Mirando hacia adelante, no cabe duda que su influen­cia va a ser aún mas deten11inante, si cabe, en el fLüuro.

La misma realidad de la desbordante producción tecnocien­tífica, desde la ingeniería genética y la telemática a la física delestado sólido y las ciencias de los materiales, se ha encargadodé confirmar el carácter multidimensional de la tecnocienciapuesto de manifiesto por la espiral interpretativa de ciencia, tec­nología y sociedad. La producción de innovaciones tecnocientí­ficas se ha caracterizado como una proliferación de híbridos,58es decir, de realizaciones que embrollan las divisiones tradicio­nales en un complejo entramado de ciencia, tecnología, política,economía, naturaleza, derecho... La larga lista de los lúbridostecnocientíficos actualmente más representativos comprende,entre otros muchos, los implantes electrónicos en el cerebro hu­mano, los microprocesadores biónicos, la clonación de anima­les, los alimentos transgénicos, la congelación de embriones hu­manos, las píldoras abortivas y poscoitales, el \iÍagra, los psico­fármacos, los reactores nucleares, los vuelos espaciales, los or-

57. Hess, pp. 106 ss.58. Lalour, 1993, p. 11.

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denadores, los satélites de comunicaciones, las bombas «inteli­gentes», las redes telemáticas, los entornos de realidad virt:ualgenerados por ordenador, Internet, etc. Cualquier controversiaacerca de su producción, implantación, intel1Jretación o valora­ción pone en pie, simultáneamente, a lU1 tropellúblido de por­tavoces de los más diversos ámbitos que van desde la ciencia, lapolítIca y la sociedad hasta la moral, la religión y la cultura.

A pesar de, o precisamente por todo ello, nuestra cultura in­telectual no parece saber cómo interpretar de forma apropiadael entramado de los lúblidos que nuestra tecnociencia produce.Lo cual no es de eA1:rañar, pues para esto es preciso cruzar repe­tidamente las divisOlias filosóficas tradicionales que separan laciencia y la sociedad, la naturaleza y la cultura. Los límites in­franqueables establecidos filosóficamente entre dichas divisionesse revelan, en la misma constitución de los lúblidos, como fron­teras inexistentes. En nuestras sociedades, las interacciones so­ciales se establecen por medio de los artefactos generados en loslaboratorios tecnocientíficos y, a su vez, las mismas comunida­des, prácticas y laboratOlios tecnocientíficos están constituidospor asociaciones de agentes humanos y de entornos mateliales,simbólicos y bióticos. Cada día que pasa es más evidente quenuestra cultura occidental «es tecnocuhura de la sala de consejoal donnitolio»,59 al haberse poblado todos los entornos y formasde vida de lúblidos tecnocientíficos. Incluso en el caso de la cul­tura entendida en el sentido más restlingido de formas de per­cepción, representación, interpretación y valoración¡ es Ílmega­ble que la delimitación de la misrna respecto a la tecnociencia seestá eSfl.lmando definitivamente con las nuevas tecnologías de laimonnación y la comunicación que han dado origen a los actua­les medios informativos, televisivos y cinematográficos, la reali­dad virtual, Internet, el hipertexto, la hipermedia, etc.

De fon11a parecida se ha ido evaporando la demarcación en­tre natl.u-aleza, tecnociencia v cuhura como «sistemas cerrados deobjetos puros que se van delimitando mutuamente».60 En la épocadel Proyecto Genoma Humano se puede hablar de la naturalezacomo de «W1 objeto manufacturado» ,61 al mismo tiempo que la

59. J""[ensery Aronowitz, op. cit., p. 25.60. lbíd.61. Hess, p. 111.

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ingeniería genética y las biotecnologías están dando paso a unanaturaleza «extraída dellaboratOlio y después transforn1ada enrealidad exterior»,62 en la que se está promoviendo lU1 conserva­cionismo ecológico dirigido no sólo a preservar y «mejorar» lasespecies existentes sino incluso a recuperar especies extinguidas,todo ello mediante puros procedimientos tecnocientíficos.

Se ha señalado que la incontrolada proliferación de lúbridostecnocientíficos, característica de nuestra tecnocultura, está re­lacionada con la incapacidad de conceptualizarlos dentro de loscontextos interpretativos de la modernidad.63 La carencia deuna interpretación adecuada equivale, de algún modo, a unaprohibición intelectual de la posibilidad de tales lúbridos, queno hace sino fomentar los problemas derivados de su prolifera­ción real, al bloquear la comprensión adecuada de la génesis yde las consecuencias de las innovaciones tecnocientíficas. Dehecho, en el contexto de las divisiones infranqueables entreciencia, sociedad, naturaleza y cultura no hay lugar para loshíbridos tecnocientíficos. Por un lado, cualquier posibilidad decruzamiento entre tales sistemas celTados representa lU1a qui­mera impensable. Por otro, las más significativas innovacionestecnocientíficas no se dejan reducir a ninguno de esos sistemaspuros. Los lúbridos tecnocientíficos, al igual que la misma tec­nociencia, no son reducibles, alternativamente,

i) ni a puras representaciones conceptuales y teódcas;ii) ni a relaciones e interacciones exclusivamente sociales;iii) como tampoco lo son a meras entidades naturales que

trascienden la intervención humana;iv) ni a simples ingenios y artefactos construidos;v) ni, a su vez, a puro discurso interpretativo Yvalorativo.

El reto fundamental de la interpretación de las innovacionestecnocientíficas consiste, pues, en tratar integradamente sus di­versas manifestaciones como conectadas continuamente entresí, en lugar de analizarlas separando las mismas. Se trata, sinduda, de un reto teórico y filosófico decisivo para el siglo XXI

con relación a la comprensión y el manejo de los componentes

62. Latol11', op. cit., p. 118.

63. lbíd.

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esenciales de nuestra tecnociencia y de nuestra tecnocult-ura. Lainterpretación y la recons1nlcción cultLu"ales de las innovacio­nes tecnocientíficas son decisivas porque nos permiten com­prender su constitución y la dinámica de su estabilización y desus impactos y, a partir de allí, poder abordar los retos con losque nos confronta su implantación, mediante la valoración desus consecuencias y la intervención en su desalTollo. Pues, si lasinnovaciones que producimos y estabilizamos tecnocientífi­camente constitLlJen, en realidad, entramados de nuevos siste­mas cultLu-ales, entonces podemos recobrar (pace toda clase dedetenninismos tecnológicos, sociológicos, biológicos, epistemo­lógicos, históricos o metafísicos) una relativa libertad de selec­cionar, cribar y ralentizar las innovaciones tecnocientíficas quehan de configurar nues1ra cuhura en el f1..11:uro.

Tecnocientificación y globalización: los retos ele la valoracióny de la intel1lención

Los modos de producción tecnocientífica se han desarrolla­do históricamente a partir de procesos en el campo de las cien­cias fisicas provocados y controlados en los laboratorios por losmismos investigadores como efectos reproducibles de artefac­tos y constnlcciones que, a su vez, eran resuhados de la investi­gación científica, como, por ejemplo, pilas y generadores eléc­tricos, reacciones químicas, 11..1bos de rayos catódicos, reactoresnucleares, aceleradores de partículas, etc. Ariefactos y procedi­mientos tecnológicos se han entrelazado estrechamente conteOlias y procesamientos teóricos en el desarrollo de las prácti­cas de construcción, variación y registro experimentales, dedescomposición y aislamiento de elementos, de manipulación,reemplazo y recombinación de los mismos, con el fin de repro­ducir a voluntad, controlar completamente y estabilizar los pro­cesos deseados mediante la elilninación de perturbaciones enlas disposiciones experimentales.64

La investigación tecnocientí[ica generalizada se caracterizaprecisamente por esas prácticas y entornos materiales, teóricosy organizativos desarrollados en los laboratorios y centrados en

64. Gleich.

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la producción de procedimientos, efectos y procesos cuyo con­trol, reproducción y estabilización se logran mediante el diseñoy la constmcción de aliefactos, dispositivos e ingenios de todotipo, y con la transfom1ación, el reemplazo y la recombinaciónde elementos en procesos ya dados y controlados. En el contex­to de la tecnociencia, una ley natLlral «es, cada vez más, unadescripción de la posibilidad y del resultado de experimentos;una ley de nuestra habilidad para producir fenómenos)).65 Lasregulmidades producidas de forma ei\.--perimental Y controladascuantitativamente, se provocan, reproducen y estabilizan tecno­científicamente Y cada procedimiento e instrurnento de medida,registro y procesamiento de la información es, en definitiva, un

producto tecnocientífico.Una vez estabilizadas tecnocientífica, interpretativa Y orga-

nizativamente las innovaciones resultantes (sean éstas implan­tes electrónicos, microprocesadores, animales clonados o ali~mentos transgénicos, etc.), forman palie de sistemas tecnocien-'tíficos, es decir, de sistemas culturales que tienen por objeto,como ya se ha dicho, la máxima controlabilidad, reproducibili­dad y previsibilidad computables de sus prácticas y entornosmediante el ensamblaje tecnocientífico de agentes humanos, ar­tefactos y procedimientos jLmto con teOlias, intellJretaciones Y

procesamientos teóricos.El modelo tecnocientífico de investigación se ha ido expan-

diendo progresivamente a todos los campos de la investigación Yde la producción científica. En este proceso de generalizacióntecnocientífica, no sólo se han transferido los modos de produc­ción tecnocientífica a otras disciplinas sino que estas han sido, asu vez, objeto de teorización en el marco tecnocientifico COlTes­pondiente. Es decir, junto con la transferencia de los procedi­mientos e instmmentos de investigación tecnocientífica se hanelaborado extrapolaciones teóricas que han asimilado el nuevodominio tecnocientificado en el contexto teórico de la tecnocien­cia dominante. Los nuevos procedimientos tecnocientíficos lle­van consigo nuevos tratamientos teóricos y juntos clan lugar anuevas tecnociencias, como en el c<'1S0 ele la biología molecular y

la ingeniería genética.

65. Afirmación del reconocido físico alemán Cad Friedrich van Weizsacker. Cf.

Wei7-sticker.

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Sin duda, uno de los procesos de tecnocientificación más re­presentativos se encuen1J.-a en el dominio de la biología. Su trata­miento tecnocientífico es el resultado de un proceso relativa­mente reciente que se desencadenó en el sigo x,\: con las transfe­rencias masivas de prácticas e instrumental de laborat01io delcampo de la fisica y la química al de la invesogación biológica.Dichas transferencias estuvieron promovidas por notables f-ísicosy químicos, como Erwin Schodinger y Linus Pauling, que se pa­saron a la biolOgía con annas y bagajes para promover la teoli­zación y el tratamiento de los procesos. biológicos en términosmoleculares. La configuración y la sistematización f-ísico-quími­ca de la investigación biológica desembocaron en los desarrollostecnocientíficos de la biología molecular y la ingenielia genética.Estas representan la culminación del proceso de biotecnocienti­ficación con el desan-ollo de las tecnologías del ADN recombi­nante, destinadas a provocar y controlar procesos biotecnocien­tíficos y a generar nuevos organismos mediante el reemplazo yrecombinación de elementos genéticos. Dichas tecnologías nadatienen que ver con la mejora de especies vegetales y animalespor los métodos de selección tradicionales, sino que se trata cla­ramente de innovaciones tecnocientíficas.

La producción biotecnocientífica no sólo se da dado en elcampo de la genética, también ha generado un número crecien­te de nuevas biotecnologías, como las tecnologías microbiológi­cas y las gem1inales. Las biotecnologías microbiológicas operanmediante el aislamiento y selección de microorganismos paramanipular detenninados procesos y para la producción indus­tiial de detenninadas sustancias. Las biotecnologías de trata­miento genninal tienen que ver con los procesos de la fecunda­ción extracOIporal, la fusión celular o la clonación.66

Como ya se ha indicado anteriormente, los nuevos sistemastecnocientíficos, estabilizados primeramente en el seno de lassubculturas científicas que los han generado, son generalmenteexportados y estabilizados en medios culturales extracientíficosdonde operan la tecl1ociel1tijlcaciÓI1 y la transformación de losmismos. La tecnocientificación operada por los nuevos siste­mas biotecnocientíficos ha dado lugar, sin duda, a los más evi­dentes, significativos y radicales impactos en la transformación

66. Sanmartín.

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de sistemas culturales tradicionales. Así, la agricultura, la gana­deda y la medicina tradicionales se han caracterizado, desdesus Oligenes prehistóricos, por las prácticas y los entornos deintervención blanda, es decir, basadas en procedimientos pre­dominantemente anticipativos que respetaban, en buena medi­da, la espontaneidad y la autonomía O1iginarias de los agentes yde los procesos biológicos en cuestión, pero en los que se dabauna determinada intervención o aY1..lda, diligida a acondicionar­los adecuadamente hacia los resultados deseados. Los sistemasbiotecnocientíficos, por el contTario, se basan preferentementeen prácticas y entonlOS duros (es decir, de intervención y con­trol tecnocientifico) en los que priman procedimientos y pro­ductos desarrollados en los laboratorios de síntesis q1..úmica, debiotecnología y de ingenieda genética, y que tienden a anular laautonomía y la espontaneidad O1iginarias de los procesos inter­venidos para asegLu"ar" su total control y reproducibilidad. Deesta forma, la tecnocientificación de la agricultura, la ganadeliay la producción alimentaria en general ha segLlido un procesoacelerado que ha ido desde la prin1era utilización de abonosquímicos y pesticidas hasta el empleo de hormonas sintéticas ysubstancias químicas de todo tipo, y los más recientes procedi­mientos biotecnológicos y genéticos para la reproducción, se­lección y creación de especies animales y vegetales.

Las imlovaciones biotecnocientíficas no han dejado práctica­mente ninglm ámbito de los bioentornos ti"adicionales, es decir,de lo que tradicionalmente se consideraba la naturaleza, fuerade su alcance. No sólo se compite investigando y desarrollandonuevas sistemas para la mampulación, producción y reproduc­ción de ammales y vegetales, sino que las prácticas tradicionalesmás comunes de la agricultura y de la clia de animales estánsiendo desplazadas para dar paso a prácticas y entornos de labo­ratorio industlial. Incluso se quiere «renaturalizar» los paisajesalTuinados como consecuencia directa o indirecta de la produc­ción industrial tecnocientífica sometiéndolos a unaecogestiónque pretende hacer uso de las formas más avanzadas de inter­vención biotecnocientífica.67 La misma naturaleza humana, esdecir, el cuerpo humano y sus procesos de reproducción, es unobjetivo plioritario para la expansiva tecnocientificacián que va

67. B6hme.

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desde el transplante de órganos, el control y la realización tecno­lógica de procesos orgánicos (marcapasos, diálisis, corazonesmecánicos...) hasta la manipulación operativa y hormonal delsexo y las intervenciones genéticas. Pero, sobre todo, es en laprocreación humana donde la intervención biotecnocientífica esmás critica. En la actualidad los investigadores, los profesionalesy la industria médica la están encauzando (alegando fines euge­nésicos) hacia procesos tecnocientificados provocados, guiados ycontrolados mediante sistemas biotecnocienlificos de cUagnósti­co, de fecundación, de intervención genética y, segm:amente enun fl.rturo no muy lejano, de clonación.

Las capacidades de innovación desalTolladas por las cultu­ras humanas han ido creando a lo largo del tiempo una incon­mensurable diversidad de prácticas y enton10S que han pasadoa fonnar parte de los sistemas culturales vitales de las mismas,jI.mtO con sus bioentornos originmios. En las actLlales tecnocul­11.1raS, no sólo los sistemas biotécnicos han sido ampliamentetecnocientificados sino que las innovaciones tecnocientíficashan ido lTansforn1ando progresivamente las prácticas y los en­tornos de la totalidad de los dominios cultLlrales, en el curso deun proceso de tecnocientificación generalizada. Todas las ten­dencias apuntan claramente hacia una tecnocientificación totalque parece guiada por el imperativo tecl1oGientíjlco que prescri­be hacer ei\.1:ensivas las fonnas de intervención tecnocientífica acualquier dominio cultl.lral que pueda ser objeto de las mismas.La proliferación y la dif1.Isión mundial de los sistemas tecno­científicos, en especial de los relacionados con las nuevas tecno­logias de la inforn1ación y la comunicación, no sólo han idooperando la tecnocientificación global de las culturas de Oligeneuropeo sino que, a tr-avés de transferencias culturales universa­les cada vez más rápidas, están dando paso a la globalizaGióntecl1oGiel1tíj1ca y a la consiguiente homogeneización de las di­versidades cultl.lrales a escala planetaria.

La clave y el desencadenante de la tecnocientificación globalde las ~ulturas ha sido la tecnocientificación Oliginmia de lasdisciplinas científicas, que, como matriz de la tecnociencia, haimpulsado el imperativo tecnocientífico y ha hecho posible suimplementación y su legitimación. La histOlia de la tecnocienti­ficación progresiva de las cultl.lras científicas es la histOlia de lasnuevas tecnociencias que se han constituido en el paradigma

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actl.1al del conocimiento, de la investigación y de la intenrencióncientífica. Los procesos de tecnocientificación se han legitimadoepistemológica y cosmológícamente mediante concepciones tec­nocientíficas del conocimiento, de la ciencia y de la natLlraleza.La tecnocientificación de la natLlraleza y la natl.lralización de latecnociencia (conforme al principio de que «todo lo produci­do tecnocientificamente obedece, de algún modo, leyes natl.1ra­les») han sido procesos que se han sostenido mutuamente con laayuda y la autoridad de interpretaciones tecnocientíficas.

Ahora bien, la configuración tecnocientífica de cualquierpráctica implica entornos asimismo tecnocientificados, es decir,configurados como sistemas que han de ser cada vez más con­trolables. Pues los sistemas tecnocientíficos sólo pueden expor­tarse (es decir, los procedimientos y entornos de intervencióntecnocientífica sólo pueden estabilizarse y ser efectivos en me­dios culturales extracientí[icos) si se lTal1Sfieren, de alguna ma­nera, a esos mismos medios cultl.lrales las condiciones de labora­tOlio Oliginarias que garantizan y forman pm1:e de su f1.mciona­miento. 68 De esta forma se intenta eliminar perturbaciones po­tencialmente incontrolables y asegurar la reproducción y el con­trol al modo tecnocientífico de los procesos deseados.

Pero, siguiendo la lógica del imperativo tecnocientífico y dela equiparación de racionalidad con control, la misma gestiónde eventuales riesgos y la estabilización de fl.mcionamien­tos problemáticos se plantean en términos del «perfecciona­miento» de los sistemas en cuestión mediante el refl.lerZO de sudiseño tecnocientífico. Es decir, al definir la gestión racional en[unción de la optimización del control, la tendencia a la tecno­cientificación total de los enton10S se hace compulsiva. De estemodo, la política del modelo tecnocientíjzco de intenlcnción tien­de, por su propia dinámica, a la transformación y organizacióndel conjunto de los enton10S materiales, simbólicos y socialesy de los bioentornos en sistemas tecnocientíficos, es decir, enentramados completamente predecibles y controlables.

Paralelamente a la expansión de los procesos de tecnocienti­ficación, los sistemas tecnocientíficos se han hecho cada vezmás complejos y se han inten-elacionado formando redes quetienden a abarcar la totalidad de los entornos vitales. Estos en-

68. Latour, 1983.

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tramados han resultado cada vez más complejos y propensos aque fallos relativamente pequeños desembocaran en selias con­secuencias. Como se ha podido comprobar repetidamente en elcaso de sistemas tecnocientíncos relacionados con la energíanuclear, la indusüia química, los vuelos espaciales, los sistemasinfonnáticos, las bombas y los misiles «inteligentes», etc. (espe­cialmente problemáticos por no ser compatibles con fallos me­nores sin liesgo de consecuencias in-eversibles) con la mayorcapacidad de intervención y control tecnocientífico ha crecidotambién la potencialidad de las desestabilizaciones, de los lies­gos, de los accidentes y de las consecuencias no deseadas.

La misma gestión tecnocientífica de los liesgos tiende a con­ducir a una espiral de liesgo, pues implica un incremento delcontrol de los sistemas tecnocientíficos sólo alcanzable median­te una mayor tecnocientificación de los entornos que, a su vez,encieITa la posibilidad de nuevas desestabilizaciones y de lies­gas potenciales, por lo general, de mayor alcance y con conse­cuencias más extremas. Por otra parte, la gestión de los even­tuales liesgos delivados de una producción tecnocientífica des­enfrenada supone una tal expansión paralela de la evaluaciónde impactos y de la prevención de liesgos que es dificilmenterealizable. 69 Las limitaciones del modelo de evaluación y de in­tervención basado en la tecnocientificación de esos mismosliesgos radican, precisamente, en que dicho nl.odelo está en eloligen de los males que intenta remediar.

Cuando el mínimo descontrol COITe el liesgo de convertir­se en una catástrofe, es eA"]Jlicable que se acabe identificandola gestión y la solución racional con un control tecnocientíficoaún mayor. Sin embargo, la tecnocientificación absoluta com­pletamente exenta de fallos no ha llegado a realizarse ni pareceprácticamente realizable a gran escala, ni siquiera en los sis­temas más relacionados con las propias tecnologías del control,como son la infonl.l.ática y la microelectrónica. Los grandes re­tos de las tecnocult'uras basadas en el primado del imperati­vo tecnocientífico y del modelo tecnocientífico de intervenciónradican, precisamente, en que la aplicación absoluta y globalde los mismos parece conducirnos al desarrollo de culturas de

69. Como es evidente, por ejemplo, en el caso de la producción de síntesis quími­ca. Cf. Gleich.

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liesg070 ya crisis cU.hurales que no son manejables únicamentecon los medios de valoración e intervención tecnocientíficos.

Modelos de interpretación, valoración e intervención

Los procesos generalizados de tecnocientificación y de globa­lización plantean, además, otros retos de aún mayor trascenden­cia con relación con la homogeneización tecnocientífica de lascuIt-uras. Las ilmovaciones tecnocientíficas y la tecnocientifica­ción de sistemas culturales, es decir, su transformaciÓn en siste­mas tecnocientíficos, genera, event:ualmente, incompatibilidadescon relación a sistemas tradicionales no tecnocientificados per­tenecientes a los mismos medios culturales. Por un lado, los sis­temas culturales tradicionales son propensos a desestabilizarseen entornos cada vez más tecnocientificados y, por otro, los pro­pios sistemas tradicionales resultan, a menudo, disfuncionalespara los sistemas tecnocientíficos del mismo medio, por lo quetienden a ser absorbidos conrorme al imperativo tecnocientífico.Cada clase de sistemas clutm-ales corresponde a rOnl.l.aS de in­tervención y de interacción deternunadas. Los sistemas de inter­vención y de interacción tradicionales se hacen, generalmente,inviables en un medio intensamente tecnocientificado con for­mas de intervención e interacción centradas en el control abso­luto. El imperativo de la tecnocientificación total desemboca,así, en una homogeneización tecnocientífica global como reslu­tado de la progresiva desestabilización de sistemas cult:urales ySUbClutl..lraS basadas en prácticas y entornos no tecnocientificos.

La indiscliminada tecnocientificacián global de las cultl..lraS,promovida por la continua avalancha de innovaciones, exporta­ciones y transrerencias tecnocientíficas, junto con las incompa­tibilidades y las desestabilizaciones generadas por la misma conrelación a muchos sistemas y cluturas tradicionales y los consi­guientes impactos y liesgos difíciles de resolver, han suscitado,desde hace tiempo, importantes inqlúetudes y resistencias cul­turales y constituyen uno de los desencadenantes plincipales, anivel mundial, de las Clisis más relevantes en la actualidad. En­tre las Clisis, los conflictos y las confrontaciones que directa o

70. Véase Beck, 1986 y 2002; Giddens, 1993.

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indirectamente tienen su Oligen en los desarrollos tecnocientífi­cos ac1.lJales se encuentran, entre otras, las relacionadas con elcalentamiento global, las contaminaciones ambientales de todotipo, los riesgos nucleares, los alirnentos transgénicos, la clona­ción, la investigación con células madre, la reproducción huma­na «a la carta», las píldoras abortivas, la automatización y elcontrol informático del trabajo y de la guerra, las armas de des­trucción masiva nucleares, químicas y biológicas, el control delos medios de infon:nación y de comunicación, la delincuenciainfol1:11ática, la globalización, la marginación y la pobreza delTercer Mundo, etc.

En ·vista de todo ello, es obvio que el reto ft.mdamental de lasculturas del siglo XXI se centra entorno a la necesidad de mode­los de comprensión, de valoración y de resolución de los irnpac­tos y de las crisis planteadas por los desan:ollos tecnocientíficoscontemporáneos. Se lTata de indagar y debatir modelos de desa­rrollo düigidos a manejar clisis y riesgos y a dirimir confTonta­ciones y conflictos mediante la estabilización con10 sistemascult-urales de prácticas, entornos y recursos capaces de moderary configurar, en general, los procesos de producción y estabili­zación de innovaciones tecnocientíficas y de desestabilización ytransforIl1ación de tradiciones cuhurales.

Modelos tecl1ocientíflcos de desarrollo

A través de la progresiva implantación de sistemas tecno­científicos en todos los dominios culturales y en todas las cultu­ras, el modelo tecnocientífico de intenrención se ha constituidoen la base de la gestión y de la solución racio71al de problemas.La política de la gestión tecnocientífica se ha converiido, indi­rectamente, en participe de la legitimación de las innovacionestecnocientíficas y ha surgido un círculo de reforzamiento mu­tuo. Las concepciones tecnocientíficas del conocimiento, de laciencia, de la naturaleza y de la sociedad legitiman el modelotecnocientífico de intervención y gestión como paradigma de laeficiencia y de la acción racional y, a su vez, la in1plementaciónde dicho modelo como realidad política estabiliza las interpre­taciones implicadas como concepciones adecuadas.

Como consecuencia de la tecnocientificación de la interven-

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ción política, las prácticas de valoración e intervención basadastradicionalmente ennon11as y leyes, en sistemas de interaccióny organización social, y en visiones y voluntades políticas, sehan transformado en modelos de desarrollo en los que primanla valoración, la intenrención y el control basados en sistemastecnocientíficos. Sin duda, el modelo tecnocientífico de desarro­llo con mayor implantación política es el que propugna el desa­rrollo económico sostenido.

El modelo de desarrollo sostenido pmie de un ctecimientoeconómico permanente, impulsado por las llamadas leyes delmercado competitivo. Se alega que dicho crecimiento posibilitaun desalTollo general (económico, social, político, etc.) satisfac­tOlio y capaz de superar problemas tales como el desempleo, lainestabilidad social y política, la faha de democracia o el sub­desarrollo. Teólicamente, el modelo se basa de las doctrinas delliberalismo económico que defienden el sistema de mercado li­bre de intervenciones estatales. Seg(m estas teOlias, las leyes delmercado son inexorables. Cualquier intento de intervenir en elmismo es contraproducente y sólo puede empeorar la sit"uación.De ahí que hay que minimizar las intervenciones de los Estadosy liberalizar globalmente los mercados, las inversiones y los in­tercambios económicos ya que el propio sistema de mercado 10resuelve prácticamente todo. Además, es inútil intentar supri­mir las desigualdades, porque vienen dadas por la propia natu­raleza humana. En todo caso, hay que conseguir plimero que elpastel crezca de modo continuo antes de pensar en repartirlo.

El modelo de desalTollo sostenido va ligado a la idea deldesarrollo tecnocientífico como un proceso regido por una lógi­ca inmanente de carácter determinista. Conforme a este deter­minismo, las innovaciones tecnocientíficas se imponen por símismas de una forma imparable, porque representan la realiza­ción de tareas, la resolución de problemas o la satisfacción denecesidades y deseos de una forma más eficaz, más económica,más simple o más cómoda. A su vez, el desarrollo tecnocientífi­co es, según este modelo, el motor que impulsa el desarrolloeconómico, social y político. Consecuentemente, toda innova­ción tecnocientífica es positiva y el plincipio liberal dellaissez.{aire económico debe complementarse con el imperativo dellaissez. i11110ver tecnocientífico.

La tecnociencia se considera, en este contexto, como la for-

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ma superior de conocimiento de la naturaleza y de la sociedad yel fl.mdamento de la acción racional. Tanto la legitimidad delmodelo como la autOlidad de sus ejecutores se justifican, en unmarco tecnocrático, por razón de la competencia de los eAlJertostecnocientíficos, quienes, debido a sus conocimientos, son, deacuerdo con el ::nodelo, los únicos agentes propiamente capaci­tados para decicliry llevar a cabo las intervenciones adecuadas.

Modelos culturales de desarrollo

A diferencia de los modelos tecnocientíficos de intervención,Olientados plimmiamente a operar con el máximo control me­diante sisternas tecnocientíficos, los modelos culturales de in­terpretación, valoración e intervención parten, más bien, deprácticas y entornos relacionados con el lenguaje, el discurso, ladeliberación y la acción conjuntas. En último término, se tratade que tales modelos puedan implementarse como sistemasculturales a través de la estabilización de colectivos culturalescon capacidades y recursos metódicos y eficaces para intel1Jre­tal', valorar e intervenir en los contextos de la resolución deproblemas, controversias y conflictos delivados de los desalTo­110s tecnocientíBcos.

Si, como ya se ha aplmtado anteriormente, las incompatibi­lidades generadas por los desarrollos tecnocientí[icos indiscli­minados constituyen uno de los desencadenantes principales delos conflictos y de las crisis actuales, entonces la capacidad delos rnodelos culturales de interpretación, valoración e interven­ción ha de calibrarse, sobre todo, de acuerdo con su eficienciapara contribuir a formas de desarrollo compatible, es decir, asistemas de desaITollo en los que no se l1eguen a consolidarproblemáticamente tales incompatibilidades.

Un modelo cultural de desarrollo c07npatible ha de tener porobjeto las prácticas y los recursos capaces de estabilizar compa­tiblemente la diversidad de formas de vida y sus desarrollos.Pero no se trata de configurar los procesos de desan:ol1o confor­me a supuestas leyes lmiversales (sean éstas económicas, físicaso metafísicas), ni modelándolos según determinados plincipioso valores teólicos con pretensiones supraculturales o simple­mente aceptando el veredicto soberano de expertos. La compa-

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tibilidad, como propiedad central de la estabilización de Í1mo­vaciones y de la transfoDllación de LTadiciones, ha de configm-a­se plimmiamente en relación con los sistemas cuIt-urales, lassubculturas y las tradiciones que constituyen cada cultura enparticular, o sea, con relación a sus propios agentes, prácticas,entornos y medios culturales. La implementación del modeloes, pues, relativa a los diversos componentes propios de cadacultura y equivale a intentar maximizar la diversidad y la com­patibilidad intra e interculturales.11

El modelo cuhural de desarrollo compatible parte de lasprácticas de los propios agentes culturales, conscientes de lacomplejidad de los procesos de innovación, estabilización ytransformación cuIt-urales y de las posibilidades de interpretar,valorar e inten1enir en los mismos. Dado el carácter cuIt-uralgeneral de las prácticas discm-sivas y sociales que lo sustentan,es 1m modelo de autonomía cultural, pues está abierto a la par­ticipación del conjunto de los agentes de cualquier cuIt-ura osubcultura, sin necesidad de competencias cuIt-urales especia­les, como es el caso de las tecnocientíficas. Todos los agentespertenecientes a los diversos sistemas culturales afectados e im­plicados en determinados procesos de estabilización y desesta­bilización han de poder tomar parte directamente (con sus dife­rentes cosmovisiones, intereses y proyectos Oliginmios) en laresolución de conflictos conforme al lTlodelo cultural de desa­rrollo compatible, incluso cuando se trata de cuhuras o subcul­turas poco o nada desmTolladas tecnocientíficamente.

Por el contrario, si nos süuamos en 1m modelo tecnocientífi­ca de desanollo, entonces los colectivos que integran sistemasculturales y subculturas ajenas a las competencias tecnocientífi­cas suelen quedar relegados de la configuración ele los procesosde cambio, aun cuando se vean directamente afectados por lastransformaciones culturales en cuestión. Para la maYOlia de di­chos colectivos y subculturas, las innovaciones tecnocientíficasy las consiguientes transformaciones culturales se imponen deun modo aparentemente determinado por su propia dinámicainterna, que hace prevalecer, generalmente, los nuevos sistemastecnocientíficos a costa de los sistemas culturales tradicionalesque resuhan incompatibles con los mismos. Al mismo tiempo,

71. Medina, 1999.

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con la proyección del desarrollo tecnocientífico como modelouniversal de innovación, estabilización y transformación cultu­ral se promueve y justifica, de algíU1 modo, la proliferación y laexportación acelerada de las subculturas tecnocientíficas a to­dos los ámbitos de todas culturas. Ello conduce, de una formaan-olladora, a la homogeneización creciente de las diversidadesculturales y subculturales a escala mundial y hace posible lapalpable globalización supercultural.

Embarcados ya en el siglo XXI, es evidente que los sistemas ylas subcult:uras tecnocientíficas se han constituido en los facto­res dominantes de la im10vación y de la transformación a escalasupercultural global, con todas las crisis, conflictos, riesgos, be­neficios y peljuicios que se derivan. Sin embargo, los sistemas ylas subculturas tecnocientíficas no son creaciones aben-antesque pongan en peligro la cuhura y la misma humanidad, sinoque consti1:uyen auténticas realizaciones culturales humanas quemarcan distintivamente las culturas del presente. El reto decisi­vo e ineludible que se plantea ahora es el de interpretar y valo­rar las eventuales consecuencias ilTeversibles a las que nos pue­den conducir las estabilizaciones de innovaciones tecnocientífi­cas así como las nuevas posibilidades que las mismas nos ofTe­cen, de fon:l1ular proyectos que permitan aprovechar las oport:u­nidades y esquivar los liesgos que comportan y de decidir qué seva a hacer y cómo se va a intervenir. Para ello, cada cultura hade aprender a conjugar las innovaciones de las subculturas tec­nocientíficas con la im10vación de sistemas culturales de inter­pretación, valoración e intervención capaces de moderar la pro­ducción y la estabilización de las plimeras. Las subculturas deinnovación tecnocientífica y las subcu.lturas de interpretación,valoración e intervención han de integrarse dando paso a cultu­ras hzóridas de desan-olio compatible en las que sea posible fo­mentar el bienestar conjunto de humanos y no humanos en ladiversidad de las prácticas y de los entOIl1os particulares de to­das y cada tilla de las culturas.

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CAPÍTULO 3

TRAYECTORIAS Y ESTILOS TECNOLÓGICOS.PROPUESTAS PARA UNA ANTROPOLOGÍA

DE LA TECNOLOGÍA

lviaría Josefa SantosMaría Teresa Márquez

Imágenes dualistas y contrastantes tales como globalllocal,teórico/empírico, tipificación/innovación, significado/función,masculino/femenino, entre innumerables otras, han permitido alos científicos avanzar en sus descripciones de procesos socialesque son en sí mismos complejos, imprecisos Y contradictOlios.El precio, sin embargo, es la config-uración de brechas teólicasy el mantenimiento de hoyos negros en las descripciones de losprocesos de producción de sentido propios de las relaciones en­tre seres humanos y, para el caso que nos ocupa, de éstos y las

máquinas que construyen.En este contexto sugerimos dos herramientas teóricas para

analizar los procesos sociales generados a partir de la asimila­ción e innovación tecnológica, los conceptos de trayectOlias tec­no-simbólicas Y estilo tecnológico. Dichos conceptos han sidodesarrollados a partir de nuestro trabajo en el campo de lastecnologías de información. Proponemos Yretomamos influen­cias de disciplinas distintas a la antropología. A partir de ellosse busca generar eA"plicaciones de rango medio para entender:1) los procesos simbólicos que configuran -junto a otras ['uer­zas sociales, políticas y económicas- una específica e identifi­cable trayectOlia de desarrollo tecnológico; Y 2) la configura­ción cultural de los recursos técnicos, conductuales Y discursi­vos que erigen los actores para realizar dicha trayectoria.

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