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BORRADOR (no citar) 31 de agosto, 2020 La Gran Minería del Cobre en la Economía Chilena Luis Eduardo Escobar Chile se declara a sí mismo como un país minero. De hecho, nuestra constitución política le dedica 5 de los 11 incisos sobre la propiedad privada a la actividad minera y sus derechos (Art. 19, No. 24). La tradición minera, al menos en el norte del país, estaba establecida desde por lo menos 500 AC. La llegada de los conquistadores seguramente acentuó el proceso ya que, al menos inicialmente, los españoles buscaban metales preciosos. Posteriormente Chile pasó a ser un país principalmente agrícola y proveedor de los sectores mineros en Perú y California, aunque siempre mantuvo un cierto nivel de actividad minera. A mediados del sXIX esta giró en torno a la plata. A partir de la Guerra del Pacífico, Chile se convierte en potencia minera al apropiarse de las minas de salitre anteriormente controladas por Bolivia. Desde principios del sXX somos una potencia mundial en la producción de cobre. Si bien desde antes de la llegada de los españoles hubo pequeñas explotaciones de cobre, se dice que a Pedro de Valdivia los indígenas a su paso por el norte le regalaron herraduras de cobre, 1 no fue hasta finales del s XIX y principios del s XX que norteamericanos descubrieron los grandes yacimientos de cobre que darían origen a lo que hoy llamamos Gran Minería del Cobre. Los dos principales descubrimientos fueron El Teniente y Chuquicamata. Estos yacimientos son tan enormes y ricos que han operado en forma continua desde hace más de 100 años. En el caso de El Teniente desde 1905 y Chuquicamata desde tiempos prehistóricos, aunque su explotación centralizada a gran escala comenzó en 1918. Antes de esa fecha el yacimiento se explotaba de forma muy desordenada por una multiplicidad de emprendedores que se disputaban los derechos de propiedad. Así a principios del siglo pasado, la gran explotación de cobre, quedó en manos de la Braden Copper Company (El Teniente), controlada por la Kennecott Copper Company; y la Chile Exploration Company (Chuquicamata), controlada por Anaconda. Las grandes minas de cobre fueron “chilenizadas” en 1967 por el gobierno de Frei Montalva que compró el 51% de las acciones de las empresas mineras que explotaban los grandes yacimientos, que a esas alturas incluían la mina de El Salvador. Luego, en 1971, el gobierno de Allende impulsó una reforma constitucional que nacionalizó todos los recursos mineros del país a excepción de las arcillas superficiales. Al día siguiente de aprobada la reforma 1 Hay otra versión que dice que fue a Diego de Almagro en su regreso al Perú.

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BORRADOR (no citar)

31 de agosto, 2020

La Gran Minería del Cobre en la Economía Chilena

Luis Eduardo Escobar Chile se declara a sí mismo como un país minero. De hecho, nuestra constitución política le dedica 5 de los 11 incisos sobre la propiedad privada a la actividad minera y sus derechos (Art. 19, No. 24). La tradición minera, al menos en el norte del país, estaba establecida desde por lo menos 500 AC. La llegada de los conquistadores seguramente acentuó el proceso ya que, al menos inicialmente, los españoles buscaban metales preciosos. Posteriormente Chile pasó a ser un país principalmente agrícola y proveedor de los sectores mineros en Perú y California, aunque siempre mantuvo un cierto nivel de actividad minera. A mediados del sXIX esta giró en torno a la plata. A partir de la Guerra del Pacífico, Chile se convierte en potencia minera al apropiarse de las minas de salitre anteriormente controladas por Bolivia. Desde principios del sXX somos una potencia mundial en la producción de cobre. Si bien desde antes de la llegada de los españoles hubo pequeñas explotaciones de cobre, se dice que a Pedro de Valdivia los indígenas a su paso por el norte le regalaron herraduras de cobre,1 no fue hasta finales del s XIX y principios del s XX que norteamericanos descubrieron los grandes yacimientos de cobre que darían origen a lo que hoy llamamos Gran Minería del Cobre. Los dos principales descubrimientos fueron El Teniente y Chuquicamata. Estos yacimientos son tan enormes y ricos que han operado en forma continua desde hace más de 100 años. En el caso de El Teniente desde 1905 y Chuquicamata desde tiempos prehistóricos, aunque su explotación centralizada a gran escala comenzó en 1918. Antes de esa fecha el yacimiento se explotaba de forma muy desordenada por una multiplicidad de emprendedores que se disputaban los derechos de propiedad. Así a principios del siglo pasado, la gran explotación de cobre, quedó en manos de la Braden Copper Company (El Teniente), controlada por la Kennecott Copper Company; y la Chile Exploration Company (Chuquicamata), controlada por Anaconda. Las grandes minas de cobre fueron “chilenizadas” en 1967 por el gobierno de Frei Montalva que compró el 51% de las acciones de las empresas mineras que explotaban los grandes yacimientos, que a esas alturas incluían la mina de El Salvador. Luego, en 1971, el gobierno de Allende impulsó una reforma constitucional que nacionalizó todos los recursos mineros del país a excepción de las arcillas superficiales. Al día siguiente de aprobada la reforma

1 Hay otra versión que dice que fue a Diego de Almagro en su regreso al Perú.

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constitucional, el gobierno de Allende procedió a la expropiación de la propiedad remanente en los grandes yacimientos, sin pagar compensación alguna. La Constitución de 1980, curiosamente, mantuvo el texto exacto de la reforma de la Constitución de 1925 asignando la propiedad de las minas al Estado. Por tanto, todos los yacimientos minerales del país, a excepción de las arcillas superficiales, hoy son propiedad del Estado y las grandes minas de cobre operan por concesión. Cabe recordar que las concesiones mineras que otorga el Estado son a plazo indefinido y su obtención es gratuita, es decir, el Estado no cobra nada por el derecho a extraer minerales propiedad del Estado. Eso constituye una enorme anomalía entre los países que declaran que la propiedad de los recursos mineros es de la nación. Es importante mantener en mente esta característica al evaluar el supuesto “royalty” que se aplica a la Gran Minería del Cobre que extrae más de 50.000 toneladas anuales de cobre fino equivalente.

1. La minería de cobre chilena en el contexto mundial Hoy la producción de la Gran Minería del Cobre (GMC) es una de las actividades productivas más importantes y tecnológicamente sofisticadas que se desarrollan en el país. La industria del cobre de Chile, tanto estatal como privada, compite exitosamente con sus pares de otros países del mundo, incluyendo los países desarrollados. No hay ninguna empresa importante en la exploración, producción y abastecimiento de la industria de cobre que no esté presente en Chile. Chile es de lejos el principal productor de cobre del mundo. El año 2019 el mundo produjo 26,6 millones de toneladas de las cuales Chile contribuyó con el 28%, equivalente a 5,8 millones de toneladas métricas de cobre fino.2 Para darse una idea de lo que esto representa cabe señalar que el país que nos sigue en producción, Perú, solo produce el 12% del total mundial; y China, el tercero, produce menos de 8%. Es decir, entre los tres primeros países producimos prácticamente la mitad del cobre del mundo. En Australia, país que se nos pone muchas veces como ejemplo de país minero, el cobre representa el 4,5% de la producción mundial y es el sexto productor mundial.3 Se dice que en Chile “todos los terrenos” tienen una patente minera, dándole derechos a sus poseedores a explotar los yacimientos que pueda haber bajo la superficie.4 Estas patentes son a plazo indefinido, no expiran, aunque se paga un impuesto anual para

2 Chile exporta cobre a granel, cobre concentrado y cobre fino. Para efectos de calcular la producción se convierten el cobre a granel y concentrado de cobre a su equivalente en cobre fino. 3 Aunque Asutralia es también un gran productor y exportador de carbón y hierro. 4 Estas patentes se abusan, por ejemplo, por empresas inmobiliarias para tomar posición en terrenos urbanos de interés. Esto se debe a que al obtener una patente no hay obligación de explorar y explotar un yacimiento, con plazos predeterminados como en otros países mineros.

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mantenerlas vigentes, se otorgan a quien las pida mientras no haya oposición de otra persona que la haya pedido antes.

2. La minería en la economía chilena 5

a. Participación en el PIB La minería en su conjunto representó en 2019 un 9,9% del PIB, medido en términos de volumen.6 Esto representa un descenso de su importancia dentro de la economía de niveles de 12,2% del PIB en el año 2010. La disminución de la participación del sector minero en la economía se debe a que este sector ha crecido menos que el promedio de la economía. En efecto, mientras la economía nacional creció a una tasa promedio de 3,3% real anual durante esta década el sector minero sólo creció a una tasa de 0,9% real anual. A esta desaceleración contribuyó más la baja tasa de crecimiento del subsector cobre, que creció a 0,9% real anual, y en menor medida las demás actividades mineras que crecieron a una tasa de 1,6 % real anual. La contribución al PIB medido a precios de cada año (volumen por precio) del sector minero en su conjunto también ha decaído desde el fin del “super ciclo” de precios de las materias primas o commodities.7 Es así como el sector minero que en 2010 representaba un 15,9 % del PIB en 2019 representó solo un 9,4% del PIB. En el caso del cobre, pasó de representar un 14,7% del PIB en 2010 a solo 8,4% del PIB en 2019, una caída de 43% en su participación en la economía nacional. Esto se debe básicamente a la disminución del precio del metal rojo ya que su producción ha ido aumentando, aunque a tasas muy bajas. La participación de la minería no cobre en la economía nacional ha fluctuado en torno a un punto porcentual del PIB durante la década, aunque con fuertes variaciones, moviéndose entre 1,6% y 0,8% del PIB.

5 Los datos de esta sección, salvo indicación en contrario, provienen del Anuario Estadístico de Cochilco publicado el 8 de agosto de este año. 6 La actividad económica generalmente se calcula de dos formas. La primera es en términos de los volúmenes producidos y su evolución en el tiempo. Para poder hacer esto comparable en el tiempo, se usan para todos los años del período considerado los precios de un año “base”. En este caso el Banco Central usa los precios de 2013. La segunda forma es medir el valor total de la producción, esto es el volumen producido, toneladas en el caso del cobre, multiplicado por el precio del producto a lo largo del año. Como el precio puede subir o bajar de un año a otro se puede dar el caso que el volumen producido disminuya (aumente) y el precio aumente (disminuya) de forma tal que, a pesar de que se produjo menos, el valor total de la producción puede aumentar. A mi juicio, este segundo método refleja mejor el poder de compra del producto en cada año. Pero para saber si estamos creciendo, es decir, produciendo más, lo relevante son los volúmenes. 7 El llamado super ciclo de precios corresponde al período que media desde el año 2004 y el año 2013. En el caso del cobre, hasta el 2003 hubo tres super ciclos en el sXX. Cada uno duró aproximadamente 10 años. Todos esos episodios estuvieron relacionados con las reconstrucciones de posguerra, Primera y Segunda Guerra Mundial, y la expansión económica mundial de la década de 1960.

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La tendencia al estancamiento de la producción de cobre es preocupante ya que uno de los motores del crecimiento de largo plazo de la economía chilena fue la expansión de la producción de cobre y la inversión que se realizó para lograrlo. Durante la última década, la inversión del Estado y privada en la minería del cobre alcanzó su punto máximo en los años 2012-0214, en que promedió unos US$9.500 millones anuales, decayendo desde entonces en poco más de 48% hasta US$4.900 millones anuales en el trienio que terminó el año 2019. Los montos de inversión en minería están íntimamente relacionados con la evolución de los precios ya que, debido a la volatilidad de precios e ingresos, buena parte de la inversión debe ser financiada con los recursos propios de las empresas mineras.

b. Exportaciones 8 En el año 2019 Chile exportó productos de diverso tipo por un valor de US$ 69.889 millones. De este monto, US$ 33.564, (48%) fueron exportaciones de cobre. Si consideramos los últimos 10 años (2010-2019) el cobre representó, en promedio, poco más de 50% del total de las exportaciones del país, aunque ha fluctuado entre 58% (2010) y 42% (2016), reflejando principalmente las variaciones del precio del mineral rojo. Todos los otros minerales juntos representaron un 4,6% de las exportaciones totales durante la década, fluctuando entre 5,5% (2011) y 3,8% (2015). Es decir, el cobre es más de diez veces toso el resto de la minería junta. El sector que sigue a la minería en exportaciones es el industrial, que incluye productos con muy poca elaboración como el salmón hasta más elaborados como maquinarias y equipos, que en promedio durante la década representó un 36,7% de las exportaciones. Un elemento preocupante es que la participación de cátodos, cobre refinado, en comparación con concentrados, que son menos refinados, ha ido disminuyendo. En 2010 los cátodos representaron 58,8% del cobre exportado, pero en 2019 llegaron a 40%, una disminución de casi 20 puntos porcentuales. Desde luego, los concentrados aumentaron en el mismo porcentaje. Esto preocupa por cuanto al exportar más concentrado el país pierde el control sobre el contenido mineral y el valor de lo exportado. La consecuencia es que se hace más fácil eludir impuestos.

c. Empleo y productividad9 El empleo en la minería aumentó en un 30% en los últimos 10 años llegando a poco más de 248.800 personas empleadas en el sector, lo que representa cerca de un 3% del total de

8 Los datos de exportaciones son del Banco Central de Chile. 9 Curiosamente, Cochilco actualmente no publica cifras de empleo por subsector por lo que no es posible separa el empleo en el cobre de las demás actividades mineras.

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las personas trabajando en el país. De este total, en 2019, 27% estaban contratados directamente por las empresas mineras (mandantes) y 73% son contratistas. Esta relación ha ido aumentando de manera importante en favor de los contratistas. En cuanto a la distribución por género, no caben dudas que la minería en Chile sigue siendo “un trabajo de hombres”. Un 91% de las personas que trabajaban en la minería en 2019 eran hombres y solo un 9% eran mujeres, un aumento de 2,5 puntos porcentuales entre 2010 y 2019. Cabe destacar, sin embargo, que el número de mujeres que trabajan en la minería prácticamente se duplicó en los últimos 10 años. En cuanto a productividad, Cochilco publica datos para las 10 empresas privadas más grandes (Gran Minería Privada, GMP) más Codelco sobre la base de la producción por persona, pero incluye solo a los trabajadores propios de cada empresa, dejando fuera a los contratistas, y la compara con un año base, en este caso, 2005 = 100. El caso es que la productividad medida de la forma descrita se ha mantenido prácticamente constante disminuyendo de 81,6 a 81,2 ton/persona entre 2010 y 2018 (no hay datos para el conjunto de empresas para 2019). Pero en los años intermedios llegó varias veces por debajo de 76, es decir, una caída de 25% en la producción por persona. Aunque se ignoren los años intermedios una caída en la productividad del orden de 20% es muy considerable. Codelco ha tenido una mejor evolución de la productividad que el grupo de la GMP aumentando su índice de productividad de 87,5 a 91,6 en el período de diez años hasta 2019. Esto es relevante porque continuamente se critica a Codelco por los medios de ser una empresa ineficiente a pesar de que indicadores claves, como este, apuntan en la dirección contraria, esto es, un rendimiento superior al conjunto de empresas privadas con las que compite. Solo Escondida y Anglo American Sur, entre las empresas privadas, lograron mejorar su productividad durante este período, pero ambas están por debajo de los indicadores de Codelco. El tema de la productividad es importante ya que es un elemento central en las negociaciones salariales. A mayor productividad mejores posibilidades tienen los trabajadores de obtener aumentos salariales. Si la productividad se mantiene en los niveles registrados en los últimos años es poco probable que los trabajadores del cobre logren mejorar sus salarios reales. Esto contrasta con la situación entre 1990 y 2005 en que se registraron fuertes aumentos de productividad, producto del aumento significativo de la inversión en el sector, y los salarios siguieron de cerca esa evolución.

d. Aporte fiscal El aporte fiscal de la Gran Minería del Cobre (GMC) se presenta separadamente para las GMP-10 y Codelco ya que tienen regímenes tributarios diferentes.10 En efecto, la GMP

10 Las GMP-10 son las 10 empresas de cobre privadas, acogidas al DL 600, que en el año 2001 eran las más grandes y representaban un 90% de la producción de ese sector.

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tributa como cualquier otra empresa privada con la restricción que la enorme mayoría de ellas entraron a Chile como inversionistas extranjeros bajo el DL 600. Este decreto permitía que las empresas extranjeras al realizar inversiones en Chile pudieran fijar por un período las condiciones tributarias existentes al momento de materializar sus inversiones iniciales por un período de 20 años. En cambio, Codelco tributa como las empresas privadas nacionales, que no se benefician del DL 600, luego paga un impuesto adicional y lo que queda se lo lleva la Dipres en forma de dividendos. En consecuencia, Codelco queda atada de manos en cuanto a los recursos de los que dispone para llevar adelante sus planes de inversión, cosa que no ocurre a las demás empresas de la GMC. Como se observa en el Gráfico 1, la recaudación tributaria desde la GMC en los últimos 20 años está claramente marcada por el super ciclo de precios del cobre. En el año 2000, con la recuperación de los precios del cobre después de las crisis internacionales de 1998-99 la recaudación fiscal llegó a 5% de la recaudación fiscal total, cifra que está en línea con la recaudación promedio de la década de 1990-99. Bajó significativamente en los años 2001-02 y se recuperó en 2003 ya que los precios del cobre rebotaron en el último trimestre de ese año. A partir de 2004, con el fuerte aumento del precio del cobre, la recaudación aumentó fuertemente, superando el 30% de los ingresos fiscales en los años 2006 y 2007. Posteriormente descendió sistemáticamente hasta el año 2016 en que sólo llegó a 2% de la recaudación total. La caída en la recaudación de 2009 se explica por la caída del precio a raíz de la Gran Recesión de 2008-09. El otro elemento destacable es que hasta el año 2011, la mayor parte de los aportes los hizo Codelco a pesar de representar una parte minoritaria de la producción de cobre nacional. Esto se debe, en parte, a la política de extracción de utilidades desde Codelco practicada por la Dipres. En años recientes, ante la necesidad de permitir que Codelco pueda usar una parte de sus utilidades para financiar sus planes de inversión, los aportes de la GMP-10 han superado a los de Codelco. Gráfico 1.

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En todo caso, lo que este gráfico deja en evidencia es la dependencia fiscal de los ingresos del cobre lo que constituye una de las principales debilidades de nuestras finanzas públicas. El período del super ciclo de precios le permitió al Estado pre pagar la mayor parte de la deuda pública y convertirse en un acreedor neto internacional, posición que hemos perdido en los últimos años porque estamos gastando más de lo que nuestros ingresos totales, condicionados por el cobre, permiten.

e. El “royalty” En economía un royalty se define como una cantidad pagada por un tercero al dueño de un producto o patente por el uso de ese producto o patente. El caso de las patentes es obvio: se le paga al dueño de la patente por usar el objeto o idea patentado. En el caso del pago de un royalty por un producto, como cobre o petróleo, constituye el precio de venta de ese producto al tercero que lo usa o lo extrae. Sin embargo, el royalty en Chile no se aplica sobre la extracción del producto. En el caso de la GMC, es decir, aquellas empresas que producen 50.000 toneladas de cobre fino equivalente anual, es un impuesto que se aplica sobre la renta imponible operacional (en castellano, ingresos de ventas menos gastos directos de producción) ajustada por el margen operacional minero. Este margen se calcula como el porcentaje que resulta de dividir la renta imponible operacional por el ingreso operacional total. Es decir, es un impuesto que se aplica sobre las utilidades operacionales declaradas por las empresas mineras. Si el margen operacional minero es de 35, la tasa es de 5%. La tasa aumenta a medida que aumenta el margen operacional minero de forma que cuando este llega a 80, la tasa de impuesto correspondiente es de 34,5%. A pesar de los altos precios del cobre durante el super ciclo y las ganancias extraordinarias que obtuvieron las empresas mineras, nunca se llegó a materializar un margen operacional minero de 80.

0.0%

5.0%

10.0%

15.0%

20.0%

25.0%

30.0%

35.0%

40.0%

Aporte de la GMC a los Ingresos Fiscales

(como % de los ingresos fiscales totales)

EMPRESAS GMP-10 EMPRESAS ESTATALES

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Más aún, el impuesto específico a la minería es un pago adelantado del impuesto a la renta, de Primera Categoría, ya que el royalty pagado se descuenta del impuesto a la renta y se paga a todo evento. Esto permitió transparentar en parte las operaciones de las empresas mineras y las obligó a pagar más impuestos de lo que pagaban anteriormente.11 En resumen, el “royalty” que se paga en Chile no es tal. No es un cobro por el mineral extraído, es solo un adelanto del impuesto a la renta. El cobre y los demás minerales que se extraen en Chile, que según la Constitución son propiedad inalienable del Estado, en la práctica se los regalamos a quien los quiera extraer. Es como que el zapatero no tuviera que pagar por el cuero que usa para hacer zapatos.

f. Aspectos ambientales i. Consumo de agua

El agua dulce es un bien cada vez más escaso tanto porque la ocurrencia natural de agua dulce ha disminuido, especialmente en la última década, por la disminución de las precipitaciones, como porque la demanda de agua dulce ha aumentado. La minería utiliza sólo un 6% del agua dulce que se consume a nivel nacional. Sin embargo, esta estadística tan citada es irrelevante, por cuanto lo que interesa es el agua que consume en su área de operaciones donde la disponibilidad del elemento es muy inferior a la que hay en otras regiones del país. Mirado de esta manera, la minería consume más del 80% del agua dulce disponible entre la Primera y Cuarta Regiones. Desde luego, rara vez las mineras presentan su consumo de agua comparado con los demás agentes económicos o el consumo humano y prefieren declarar lo que consumen en litros por segundo (lts/seg) y que los investigadores saquen la cuenta.12 Entre 2009 y 2018 el consumo de agua por la GMC pasó de 12.270 lts/seg a 13.358 lts/seg, un aumento de 8,9% en la década comparado con un aumento de la producción de 7,3% (de 5.394 a 5.787 miles de toneladas de fino equivalente). De ese total el 60% se utiliza en el proceso de concentración de cobre y un 13% en la hidrometalurgia o lixiviación.13 Es decir, a pesar del supuesto esfuerzo de las empresas mineras por “usar menos agua dulce” vemos que en la práctica el consumo de agua dulce aumenta más que la producción

11 Hay otros aspectos en los cuales no hay transparencia. Por ejemplo, Aduanas y Cochilco no tienen información relevante de las empresas mineras, como los contratos de venta, para evaluar el contenido y el precio del cobre que no se exporta en barras, ya sea como concentrado u otras formas. Las empresas han rehusado dar acceso a los contratos y, sin ellos, no es posible conocer lo que se vendió y a qué precio. 12 Este es uno de los motivos por los cuales el mercado “relevante” para efectos de analizar la oferta y demanda de agua es la “cuenca”, y no el país, en ausencia de grandes proyectos de trasvase que permitan allegar a una cuenca agua de otra(s) cuenca(s). En Chile no hay trasvase de una cuenca a otra. 13 Muy esquemáticamente, en estos procesos el mineral chancado se mezcla con agua y acido sulfúrico para separar los metales, como el cobre, de los demás materiales con los que se encuentra mezclados en la naturaleza.

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de cobre. Como esto no es sostenible en el tiempo, porque la intensidad de uso de agua por tonelada producida ha aumentado y en el Norte es poco probable que la oferta de agua dulce aumente junto con la producción deseada de cobre, las empresas mineras están buscando usar agua desalada o salobre para reducir el consumo de agua dulce por tonelada producida. Si consideramos el total de agua consumida por la GMC, esto es, el agua dulce más el agua salobre y el agua desalada, vemos que el consumo de agua ha aumentado desde los 12.270 lts/seg en 2009 a 17.351 lts/seg en 2018,14 es decir, el consumo de agua en la GMC ha aumentado en la última década en un 41,4%. De este aumento en el consumo un 78,8 % se satisfizo con de agua de mar. Como vemos, como estos esfuerzos no han logrado contener el uso de agua dulce, para evitar que los conflictos por el agua dulce sigan escalando en el Norte, será necesario que las empresas mineras hagan un esfuerzo mucho mayor para usar agua de mar en sus faenas.

ii. Consumo de energía El consumo de energía en la GMC aumentó desde 132.720 TJ 15 en 2009 a 176.747 TJ en 2018, es decir, aumentó en un 33%, comparado con un aumento de 7,3% de la producción medida en toneladas de fino. El proceso de producción de cobre en Chile requiere cada vez más energía para producir una tonelada de cobre. Como sabemos, esto se debe a que las minas son más viejas, los camiones y excavadoras deben viajar más para extraer una tonelada de material, y la ley del mineral en promedio ha ido disminuyendo con el tiempo. Al mismo tiempo, los mecanismos de control y la explotación remota también requieren de más energía que los procesos manuales que han ido disminuyendo. En cuanto al tipo de energía que se utiliza, la relación entre consumo de combustibles y energía eléctrica en la producción de cobre se ha mantenido estable durante el período 2009-2017, en torno al 52%, con un leve aumento a 53,3% en 2018. En general, las minas a rajo abierto consumen 15 veces más combustible que electricidad mientras que las minas subterráneas tienden a consumir un 20% más de electricidad que combustibles. Últimamente se ha comenzado a hablar de avanzar hacia una minería “verde”. Esto supone una drástica disminución del uso de combustibles en la minería y en la producción de electricidad para la minería. Para que esto ocurra tendría que aumentar mucho más la producción de electricidad por medio de Energías Renovables no Convencionales (ERNC), principalmente solar y eólica en el caso del Norte. Aunque hay avances en esa dirección, a

14 Cochilco no reporta el origen del agua dulce para el año 2009. Aquí he supuesto que el uso total de agua en todos los procesos es igual a la suma de todas las fuentes de agua (origen) que las empresas declararon haber usado ese año. 15 TJ = tera Joule, unidad de energía equivalente a 277,8 MWh.

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la luz del enorme consumo de energía en la minería, parece una perspectiva aún muy distante. 16

iii. Contaminación del aire Las emisiones directas de Gases (con) Efecto Invernadero (GEI) aumentaron desde 4,43 mil toneladas de CO2 en 2009 a 6,06 miles de toneladas en 2018, o en una 36,8%. La información disponible se refiere a la emisión directa de GEI debido a la utilización de combustibles en la producción de cobre, convertida a toneladas de CO2 equivalente, es decir, excluye la emisión de GEI en la producción de la electricidad, emisión indirecta, utilizada por las empresas mineras.17 Como vimos, la producción de cobre aumentó en solo 7,3% durante ese período por lo cual la intensidad de la contaminación de GEI, esto es la contaminación por tonelada de cobre producida, aumentó de manera preocupante. Es así como mientras en 2009 se emitían 821,5 toneladas de GEI por tonelada de cobre fino producido en 2018 la emisión de GEI por tonelada de cobre alcanzó 1.039,4 toneladas de GEI por tonelada de cobre, lo que representa un aumento de 26,5% en la contaminación por tonelada de cobre.

iv. Relaves18 Los relaves son cuerpos de material líquido y sólido provenientes de desecho de procesos mineros que las empresas acumulan en estanques o embalses. De estos solo una parte son considerados Pasivos Ambientales (PAM) en base a la siguiente definición del Sernageomin, “… aquella faena minera abandonada o paralizada, incluyendo sus residuos, que constituye un riesgo significativo para la vida o salud de las personas o para el medio ambiente”.19 El riesgo se evalúa estimando la probabilidad de un evento adverso multiplicado por el costo del eventual daño. Los riesgos para la población y el medio ambiente se clasifican como:

16 Más distante en el tiempo será la producción de hidrógeno verde, que supone producir gas de hidrógeno, que sirva como combustible, a partir de agua de mar y energía solar. 17 Las emisiones indirectas se refieren a los gases que se emiten al producir la electricidad utilizada por la industria minera. Las emisiones indirectas son un múltiplo importante, pero no las reporta Cochilco, salvo para el año 2009 en que fueron 2,9 veces las emisiones directas. Los GEI son el vapor de agua, el dióxido de carbono, el óxido nitroso y el metano. Sin esos gases la temperatura media de la tierra sería de 18 grados Celsius bajo cero en vez de 15 grados. Desde luego, los que preocupan desde el punto de vista de la contaminación son los últimos tres. 18 Esta sección está tomada del informe de la Biblioteca del Congreso Nacional “Pasivos Ambientales Mineros en Chile”, sin fecha. Disponible en www.senado.cl>appsenado 19 Cabe destacar que esta definición excluye, a priori, los relaves de empresas que están operando, aunque el relave pueda tener problemas. Al excluirlos por definición se subestima el riesgo que pueden constituir y se los excluye de der analizados. Aparentemente, el criterio que se aplica es que si la empresa está funcionando se da por hecho que cumple con los estándares de protección ambiental, incluyendo el manejo adecuado de los relaves.

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• Riesgo de estabilidad física del relave, esto es, que el muro de contención o el talud ceda y el material acumulado inunde zonas de menor altura, Según datos de CEPAL un 12% de los relaves en Chile han sufrido este tipo de falla.20

• Riesgo asociado a contaminación ambiental o Por metales pesados (arsénico, cadmio, cromo, mercurio y plomo) o De las aguas (superficiales y subterráneas) por elementos propios de los

minerales, de ocurrencia natural, y por los productos utilizados en el proceso minero tales como cianuro, ácido sulfúrico, nitratos y otros. También la actividad minera puede alterar el flujo de aguas superficiales y subterráneas, afectando el medio ambiente.

o Del suelo y el aire.21 El polvo o material particulado proveniente de los

sedimentos superficiales de relaves que no han tenido un cierre de faena

adecuado. El polvo fugitivo contiene elementos tóxicos tales como metales

pesados que pueden cubrir grandes extensiones del territorio. Por ejemplo, el

polvo silíceo propio de una faena minera puede producir silicosis y

enfermedades asociadas tanto para los mineros como las personas que habiten

en cercanías de mina. Según un estudio del 2007 para evaluar ambientalmente las faenas mineras abandonadas y paralizadas, “Catastro de faenas mineras abandonas y paralizadas 2007”, realizado en conjunto entre funcionarios de Sernageomin y expertos japoneses, a esa fecha había 213 faenas mineras abandonas y paralizadas. De estas, 42 constituían un riesgo ambiental principalmente por la existencia de cavidades y estructuras peligrosas sin la debida protección. En cuanto a contaminación ambiental destacaba el polvo fugitivo de relaves y botaderos, aunque se estimó que el riesgo para la vida y salud humana era bajo. Este aspecto incluía el riesgo de colapso de depósitos como tranques de relave, pero se consideró que el riesgo de que esto ocurriera era bajo. Por último, el impacto sobre los recursos naturales se consideraba un riesgo alto ya que las faenas abandonadas y paralizadas generan material particulado. El catastro de relaves lo realiza Sernageomin. Los relaves se clasifican entre activos, inactivos, abandonados y en construcción. El último catastro es del 8 agosto de este año y revela que en Chile hay 757 relaves. 22 De estos hay 112 activos; 467 inactivos; 173 abandonados y 5 en construcción. Lamentablemente los datos de 2007, en que se identificaron 213 faenas mineras abandonadas y paralizadas, no son comparables con los 640 relaves inactivos y abandonados que se identificaron en 2020 ya que puede haber más de un relave por faena minera. Lo que sí está claro es que los relaves no desaparecen, son una acumulación de

20 Esto nos hace el segundo país con más accidentes de este tipo detrás de los EEUU. 21 Esto es adicional a la emisión de gases con efecto invernadero (GEI), revisados anteriormente. 22 Disponible en: https://www.sernageomin.cl/datos-publicos-deposito-de-relaves/

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materiales peligrosos y contaminantes por estar en lugares abiertos y nos acompañarán literalmente para siempre. Según María Francisca Falcón, experta en relaves de Sernageomin, los relaves tienen elementos dañinos para la salud, como metales pesados y ácidos, y el desafío consiste en estabilizarlos químicamente para mitigar el impacto ecológico y en la salud humana.23

3. Desafíos futuros

a. ¿Hacia una minería “verde”? Parece poco probable hablar de una minería verde en el país. Los desafíos vienen tanto por el lado de la explotación y procesamiento (energía y agua), que genera GEI, como de la disposición de desechos (relaves) que dejan metales pesados y ácidos que se dispersan por el aire y las aguas subterráneas. En todo caso, es necesario promover que la minería se haga cargo de los costos ambientales que implica su operación y el cierre de las actividades, cuando ello ocurre. Como vimos, hay 640 relaves inactivos y abandonados que quedan para siempre.

b. La automatización de la actividad minera

Como vimos, el empleo en la minería representa entre 2% y 3% del empleo total. Es decir, no es una industria de alto empleo. Lo que ocurre en la minería es que, por su alta productividad, aunque haya disminuido, los sueldos son en general mejores que en el resto de las actividades económicas del país. Como nuestras minas están ubicadas en lugares de difícil acceso y la mayoría a gran altura sobre el nivel del mar, las empresas requieren trasladar a sus trabajadores, muchas veces en avión, desde las ciudades donde viven con sus familias a los campamentos ubicados cerca las faenas. Además, el trabajo en altura tiene riesgos adicionales para la salud y eleva el riesgo de accidentes. Estos elementos tienden a presionar al alza el costo de mano de obra e incentivan a las empresas a sustituir trabajadores por máquinas. Ya se usan excavadoras y camiones dirigidos a control remoto en varias de las empresas más grandes. A medida que bajen los precios de las máquinas y equipos “inteligentes” disminuirá el número de trabajadores necesarios para extraer y procesar minerales y cambiará el nivel de educación y calificación exigidos para trabajar en el sector minero.

23 Presentación disponible en: https://www.sernageomin.cl/wp-content/uploads/2018/01/Situacion-de-los-

relaves-mineros-en-Chile.pdf

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El desafío de absorber a los trabajadores que la minería no pueda emplear en otras actividades y capacitar a los que necesita es un tema que se discute dentro del sector, pero no parece haber permeado la discusión a nivel nacional.

c. Extensión de la cadena productiva de los minerales hacia el resto de la economía

Una vieja aspiración ha sido la de tratar de integrar la actividad minera con el resto de la economía nacional. En Chile el concepto de “enclave” está estrechamente ligado a la actividad minera y la idea no se aplicaba solo a la aislación de los trabajadores y sus familias sino a la falta de encadenamiento con el resto de la actividad nacional. Hoy la actividad minera se abastece mucho más de servicios del resto de la economía que hace 30 años. Lo que sigue faltando es que no hay mayor procesamiento de los minerales que se extraen y como vimos cada vez más las exportaciones son de concentrados. Ha habido algunas iniciativas para aumentar el encadenamiento con el resto de la economía pero, en general, no han tenido la escala ni la persistencia para tener un impacto significativo. Nosotros somos principalmente productores y exportadores de cobren en bruto. Lo que es evidente es que a pesar de hablar de esto por más de medio siglo hasta hoy no hemos sido capaces de desarrollar una estrategia para abastecer a la actividad minera de maquinarias y equipos, por ejemplo, o para industrializar los minerales que producimos. Durante el gobierno de Bachelet I se habló de desarrollar un “cluster” minero, proyecto que se abandonó con Piñera I. Posteriormente el gobierno de Piñera apoyó la iniciativa de BHP y Codelco de fortalecer a sus proveedores y convertirlos en “proveedores de clase mundial”, iniciativa que tampoco tuvo los resultados esperados. En resumen, esta sigue siendo una tarea pendiente. ********

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NOTA PARA SENADOR HUENCHUMILLA Luis Eduardo Escobar

Tema: Comentarios a columna de Eugenio Rivera en El Mostrador sobre

discurso de Piñera el 31 de julio Fecha: 4 de agosto, 2020

Antecedentes

Eugenio Rivera escribe en diversos medios sobre temas económicos en su calidad de encargado del área económica de Chile 21. En esta ocasión comentó en El Mostrador el discurso del presidente Piñera, la cuenta pública, del 31 de julio recién pasado. Su enfoque es crítico desde luego pero también es más político que económico. Adjunto a este mis comentarios específicos en un archivo Word que incluye el texto de la columna de opinión con mis comentarios en los márgenes.

Comentarios Concuerdo plenamente con Eugenio que los discursos de informe a la nación o cuentas públicas son eventos comunicacionales. Discrepo de él en cuanto a que eso no es condenable, es la característica del evento. Es cierto también, que Piñera no hizo un mea culpa ni una auto crítica de la gestión de su gobierno y, mucho menos de su desempeño personal. Pero si este es un hito comunicacional donde los gobiernos presentan lo que han hecho y lo que se proponen hacer, no es el lugar donde se hace una autocrítica. Para eso habría que buscar un juicio estalinista o cubano no una cuenta pública de nuestro país. Además, concuerdo con Eugenio en que el “plan de reactivación” es débil y que no está bien estructurado. Pero esa crítica es válida de prácticamente todos los planes de reactivación que se han anunciado alrededor del mundo. En general, se trata de planes destinados a recuperar los niveles de empleo y producción pre crisis, no a cambiar las estructuras económicas de los países. Por lo tanto, lo que busca Eugenio es descalificar políticamente lo que dijo Piñera, no es un análisis de sus propuestas, aunque sí les pasa revista y declara que no es un plan de reactivación porque no cumple con las características de un plan al no tener objetivos y no tener un calendario de ejecución. Pero cuatro días después del discurso no se puede desconocer que los ministros involucrados han hecho anuncios de las medidas y los proyectos específicos que el gobierno pretende impulsar.

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Por último, Eugenio cuestiona la eficacia y suficiencia de los anuncios realizados por el presidente. En eso coincido con Eugenio. Como ya hemos hablado anteriormente, las medidas de rebajas tributarias no son eficaces para reactivar la economía cuando hay una falta de poder adquisitivo en poder de las personas. La inversión depende de que los dueños de capitales crean que van a poder vender más en el futuro. Esto es difícil que ocurra en medio de una recesión y, por tanto, no habría que poner las esperanzas en de reactivación en ese tipo de medidas. Algo parecido pasa con los subsidios al empleo, salvo que estén focalizados en grupos específicos que los potenciales empleadores normalmente no habrían empleado. Pero su eficacia es limitada en el medio de una recesión ya que las empresas simplemente no necesitan más empleados. En el peor de los casos algunos empresarios podrían preferir sustituir a trabajadores sin subsidio por trabajadores con subsidio con efecto nulo en el aumento del empleo. Potencialmente, lo más potente del plan de reactivación es la inversión en infraestructura de uso público y vivienda. Pero es muy poco probable que el gobierno tenga la capacidad de ejecución para sacar adelante US$34.000 millones en dos años y medio. Eso supone ejecutar 5,7% del PIB anual en inversiones iniciadas o impulsadas por el sector público. Esa capacidad no existe en el Estado de Chile. De hecho, no la ha tenido nunca. Con los datos disponibles de un estudio que yo mismo hice, el Gobierno invierte un promedio anual de 2,2% del PIB y alguna vez llegó a 2,7% del PIB. Por su parte lo mejor que ha logrado el sistema de concesiones es una inversión de 1,2% del PIB anual. Estamos hablando entonces de un nivel de inversión menor a 4% del PIB anual. Aumentar la inversión pública más concesiones y vivienda a niveles cercanos a 6% del PIB simplemente no es posible. En resumen, Eugenio Rivera tiene razón en que es insuficiente el plan de reactivación, pero tampoco corresponde pedirle a este gobierno que convierta un plan de reactivación en un plan de desarrollo y mucho menos pedirle a un presidente en ejercicio que se inmole en el altar de su propia incompetencia.

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NOTA PARA SENADOR HUENCHUMILLA Luis Eduardo Escobar

Tema: La reactivación económica de corto plazo Fecha: 8 de agosto, 2020

Antecedentes

El Senado rechazó el proyecto de ley presentado por el Gobierno que presumiblemente apunta a facilitar y promover la reactivación de la economía chilena. La verdad es que el proyecto es casi estrictamente tributario y contempla básicamente cuatro puntos:

• Devolver a las empresas el crédito fiscal que puedan tener por IVA • Ampliar la depreciación instantánea de 50 a 100% del costo de la inversión • Permitir la amortización instantánea de bienes “intangibles”, incluyendo

nuevas variedades vegetales. • Que el Gobierno pague a los gobiernos regionales, en vez de las empresas, el

1% de las inversiones que realicen las empresas por inversiones de más US$10 millones en regiones.

Comentario

Como se observa sólo los puntos 1 y 2 podrían beneficiar a las PYME, especialmente a las más grandes entre ellas, sobre todo porque para acceder a los beneficios hay que estar al día con los impuestos, cosa que para las PYME es muy difícil debido a la crisis social de oct-2019 y la posterior pandemia. Además, es absurdo que el Estado pague el 1% que tendrían que pagar las empresas. El mismo efecto se logra postergando el pago por parte de las empresas hasta cuando estén operando con normalidad.

Ideas alternativas Los organismos internacionales de cooperación y análisis económico, especialmente el FMI y la OCDE, recomiendan que más que apoyar a las empresas hay que apoyar a las personas. Para eso han propuesto transferencias de ingreso a las familias y el fortalecimiento de los seguros de desempleo. El motivo es que no se sabe muy bien cómo será la economía post pandemia. Por ello resulta riesgoso apoyar a empresas que, cuando la economía reabra, probablemente tendrán que quebrar o tendrán que reducir drásticamente su nivel de operaciones. Es el caso de muchos hoteles, restaurantes y líneas aéreas.

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En esa situación uno no quiere ayudar a mantener el empleo en las empresas existentes, porque puede que no sean viables, pero sí quiere que las familias puedan vivir sin perder todo lo que tiene y que pueda buscar empleo en empresas que sí podrán seguir adelante. Ayudar directamente a las personas tiene el beneficio adicional que permite descubrir cuáles serán las empresas viables del futuro, las que crecerán y las que, lamentablemente, deberán cerrar. El Gobierno no cree en apoyar a las personas desempleadas porque asocia el desempleo con flojera y falta de interés por buscar trabajo. Cuando un país está en crisis, como lo está el nuestro la gente está desempleada porque no encuentra empleo no por flojera. Hasta la dictadura de Pinochet tuvo que armar programas de empleo para los desempleados en 1982-83. Para apoyar a las PYME hay que suspenderles el pago de impuestos, dar mejores garantías a los bancos para que presten a las PYME, hacer que los créditos FOGAPE funcionen bien eliminando las barreras tontonas que puso el Gobierno para acceder a ellos, y darles asistencia técnica para ayudarles a funcionar en las condiciones actuales.

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NOTA PARA SENADOR HUENCHUMILLA Luis Eduardo Escobar

Tema: Chile y el hidrógeno “verde” Fecha: 10 de agosto, 2020

Según su solicitud, a continuación le presento mis comentarios al artículo “5 claves para entender el fenómeno del hidrógeno verde” aparecido el 16 de julio recién pasado en http://generadoras.cl/prensa/5-claves-para-entender-el-fenomeno-del-hidrogeno-verde

Antecedentes El hidrógeno líquido se considera un combustible, es decir, capaz de generar energía, porque al mezclarlo con oxígeno se crea agua y genera calor. El calor se puede usar para impulsar motores. Como ninguno de los elementos producidos al unir hidrógeno con oxígeno son dañinos al medio ambiente se considera que el hidrógeno es un combustible no contaminante. Además, como el 75% de la masa del universo es hidrógeno es un material inagotable, contrariamente a lo que ocurre con los hidrocarburos.

Sin embargo, para generar hidrógeno puro en grandes cantidades se requiere convertirlo de su estado natural, por ejemplo combinado con oxígeno en el agua, en un gas comprimido o en un líquido. Este proceso de compresión o licuefacción necesita energía ya que en este último caso se debe mantener a 253 grados Celsius bajo cero. Si la energía que se utiliza en ese proceso proviene de petróleo o carbón el proceso será contaminante y al hidrógeno que resulta de este proceso se lo denomina hidrógeno “gris”. También consume energía el transporte de hidrógeno, su almacenamiento y distribución.

Como se espera que el consumo de mundial energía siga aumentando y habría que hacerlo sin contaminar, lo ideal es que el hidrógeno líquido se produzca con energías “limpias”. De ahí que países como Chile que tienen abundancia de energía solar y eólica son lugares ideales para producir hidrógeno “verde” que sirva de combustible.

En Chile recién estamos dando los primeros pasos para ver si podemos convertirnos en un gran productor mundial de hidrógeno verde.

Como dice Claudio Seebach, presidente de Generadoras de Chile AG, "Se necesita un marco regulatorio claro y una certeza jurídica para que los inversionistas apuesten por Chile al momento de instalar los proyectos de producción de hidrógeno verde".1

Por otro lado, algunos mencionan la importancia de tener apoyo económico. Según Rossana Gaete, directora ejecutiva de H2 Chile, "Necesitamos poder contar con pilotos de escala industrial en Chile que abran el camino y sean financiados ya sea

1 Las citas fueron tomadas del artículo en referencia.

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con créditos blandos, garantías, incentivos o subsidios, compartiendo los riesgos mientras se avanza en la curva de aprendizaje las inversiones bajan de precio."2

El Ministerio de Energía están liderando el tema regulatorio y articulando las acciones para habilitar todos los aspectos necesarios para aprovechar esta industria. En palabras de Juan Carlos Jobet, ministro de energía, "En temas normativos, lo primero es clasificar el hidrógeno como combustible, que es en lo que ya está trabajando el ministerio dentro del plan de desarrollo de regulaciones. Este plan contempla preparar la normativa considerando toda la cadena de valor del hidrógeno como energético, desde su producción, acondicionamiento, almacenamiento, transporte, distribución y comercialización." Por otro lado, desde el Senado Francisco Chahuán, señala que, "La idea es proponerle al Presidente una política nacional de hidrógeno y establecer mecanismos de incentivos para el desarrollo del mismo, construida sobre la comisión de Futuro y Energía del Senado". A su vez, se espera que el Gobierno desarrolle una Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde de Chile, la que sería presentada el segundo semestre de este año. Se informa que hace unas semanas el gobierno obtuvo recursos de la Unión Europea para apoyar proyectos de escala industrial que desarrollen esta industria, y en conjunto con el Ministerio de Energía y Corfo lanzaron un concurso para cofinanciar los estudios de preinversión de proyectos de hidrógeno verde.

Comentarios Chile tiene enormes ventajas naturales para desarrollar industrias de energías renovables no contaminantes (ERNC). Entre ellas destacan las más en boga en la actualidad como la energía solar y eólica y la posibilidad de producir litio e hidrógeno verde. Lo que no tenemos es una política para desarrollar industrias en las que tenemos ventajas naturales absolutas y, mucho menos, para crear ventajas en áreas en que potencialemnte podemos ser competitivos.3 La doctrina vigente hasta ahora ha sido

2 Es notable que hable de compartir los riesgos, implícitamente con el Estado, y no mencione

compartir los beneficios. 3 Desde David Ricardo, principios del s XIX, en economía se distingue entre ventajas “absolutas” y

“comparativas”. Las primeras se refieren al caso en que un país siempre puede producir una mercancía a un costo inferior al de otro país. De ser así, al segundo país le conviene comprarlo del primer país. La ventaja comparativa es mucho menos intuitiva, pero se refiere a que si a un país le cuesta menos que a otro producir la mercancía A en términos de lo que deja de producir de la mercancía B, al primer país le conviene especializarse en la producción de A y al segundo en la de B porque así, si comercian entre sí, ambos podrán consumir más de A y de B de lo que habrían consumido sin comercio entre sí. Este segundo argumento se puede usar para demostrar que a países como Japón y Corea les conviene desarrollar una industria automotriz a pesar de que en el papel no tenían ninguna condición inicial para hacerlo. Además, por el mismo motivo, también es razonable que el Estado ayude a que se desarrollen esas industrias. Es evidente que, en el caso

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que, si es rentable, el sector privado lo desarrollará. Si no lo hace, quiere decir que no era rentable. La experiencia y la teoría han demostrado que ese argumento es falaz. La historia económica de Chile demuestra la importancia y utilidad de tener el apoyo del Estado o que el Estado directamente desarrolle ciertas actividades productivas. La teoría económica tradicional también dejaba espacio para la intervención del Estado en el desarrollo de ciertas actividades y tecnologías, desde productos físicos hasta “software”. Los trabajos empíricos más recientes al respecto son de la economista italo-norteamericana, Mariana Mazucatto 4 . En su libro El Estado Emprendedor documenta como buena parte de los grandes avances tecnológicos de nuestra época, desde el internet hasta las pantallas táctiles, fueron financiados directamente por el gobierno de los EEUU. Los desarrollos teóricos de las últimas décadas estan asociados a Krugman y Stiglitz quienes se hicieron acreedores, separadamente, al premio Nobel en economía por sus contribuciones a la comprensión de las fallas de mercado. El primero en el comercio internacional, por demostrar que el libre comercio no es lo óptimo para los países, y el segundo por sus contribuciones sobre los efectos de las asimetrías de información, que son directamente aplicables a la generación de nuevos conocimientos y nuevos productos, como podría ser el hídrogeno verde. En conclusión, hay que motivar al Gobierno y al Senado a que, junto con el sector privado, diseñen un modelo de apoyo estatal que permita crear la industria de hidrógeno verde en Chile. La forma en que intervenga el Estado es fundamental para tener buenos resultados. Cuando ignoramos la experiencia internacional corremos el riesgo de que nos vuelva a ocurrir lo acaecido con la industria de baterías de litio. Según Bitrán, a cargo de Corfo durante el gobierno de Bachelet II, era posible utilizar las fuerzas de mercado para que Chile se convertiera rápidamente en productor de baterías de litio para automóviles eléctricos o híbridos. El sistema que armó Bitrán fue tan mal diseñado que hasta el día de hoy no hay empresas privadas que hayan indicado que tienen intenciones de construir una planta de baterías de litio en Chile a pesar de tener el litio de mejor calidad y menor precio del mundo 5.

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de Chile, hay sólidas razones para desarrollar ciertas actividades productivas que hoy no tenemos y que sería bueno para el país que el Estado las apoyara. 4 También están los trabajos anteriores de Chang como “Pateando la escalera”, donde muestra que

en la práctica los países hoy desarrollados lo hicieron con gran intervención del Estado tanto en su economía doméstica como en su comercio exterior.

5 Desde luego, lo mismo ha ocurrido con la industrialización del cobre, donde por lo menos

podemos decir que nunca hemos tratado de hacerlo. Curiosamente, dejamos que lo hiciera la Fundación Chile con el salmón caso en el cual desarrollamos una industria que no exiistía en Chile y donde no teníamos ni los salmones.

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NOTA PARA SENADOR HUENCHUMILLA Luis Eduardo Escobar

Tema: Comentario sobre “Triconomía: Las tres fuerzas de aceleración

económica” de Gerard Toro Fecha: 12 de agosto, 2020

El documento en cuestión es una amalgama de confusiones, imprecisiones e incorrecciones que ojalá no circule mucho para no generar confusión sobre lo que es la economía y como funciona. La conclusión del autor, esto es la conveniencia de gastar más en educación, es un lugar común y ciertamente no representa una salida a la crisis generada por el Covid-19. Asimismo, casi todas las premisas de su análisis son erróneas. Una de ellas es que la economía “siempre debiese ir creciendo” sin plantear límite alguno, ya sea temporal o físico. En la práctica, lo que hoy consideramos crecimiento económico es una característica de la economía capitalista basada en la manufactura en el contexto del Estado-nación. Por tanto, se trata de un fenómeno histórico moderno que no ha sido, y es probable que no sea en el futuro, una característica permanente de las economías del mundo. Desde luego, el concepto de crecimiento ad infinitum viene siendo cuestionado, con mucha fuerza desde hace ya medio siglo y últimamente por la evidencia del calentamiento global.1 Otra premisa del señor Toro es que la demanda, siempre que genere “valor adicional”, de alguna manera determina el crecimiento económico y la riqueza de las personas. No creo que ningún economista moderno esté dispuesto a defender esta idea. Hay muchas teorías de crecimiento económico y todas apelan a algún elemento que tiene bases en la realidad empírica, pero no sé de ningún economista que haya dicho que la demanda es el elemento central del crecimiento económico. Casi todas, si no todas, las teorías de crecimiento económico a largo plazo enfatizan el aumento de la productividad (la cantidad de producto elaborado por una persona por unidad de tiempo). Sobre qué determina el aumento de la productividad hay muchas teorías. Desde las que se basan en la importancia de las instituciones, como Acemoglu y Robinson en su libro “Porqué Fracasan los Países”, hasta otras que enfatizan la importancia de la inversión física, como Krugman. En parte depende de cómo se consideren las causas próximas y las causas más profundas o generales que se refieren al entorno donde los avances tecnológicos y la acumulación de capital, por la vía de la inversión, son posibles.

1 Me refiero al libro “Los Límites del Crecimiento”, publicado por el Club de Roma. En realidad, el primero en cuestionar sistemáticamente la idea de crecimiento sin límites fue Robert Malthus a principios del sXIX. Desde entonces diversos autores y actores sociales, con mayor o menor receptividad, han cuestionado la idea que las economías pueden crecer sin límites.

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Según Toro, no basta conque la gente gaste su dinero en bienes y servicios y pague impuestos, aunque eso establecería el nivel de la oferta (o sea, la cantidad agregada que produce la economía y el Estado), porque eso no añadiría valor. La capacidad de la demanda de los hogares es lo que haría crecer la economía. Para añadir el valor necesario a la demanda para que haga crecer la economía se necesitaría generar un “Multiplicador de cooperación”, concepto vago y no definido en la economía moderna, que permita que las personas puedan gastar más en el futuro. Uno de los multiplicadores de cooperación “más reconocidos” sería la educación. En algún nivel, podría haber coincidencia con la economía moderna en que la educación es potenciador del crecimiento, en el sentido que a mayor educación las personas producen más por unidad de tiempo, en las condiciones tecnológicas existentes. También la educación tiene la capacidad de permitir que las personas puedan generar cambios o adelantos tecnológicos que eventualmente ayudarán a elevar la productividad. Todo lo anterior, desde luego, no es una solución a la crisis del Covid-19, como parece proponer el señor Toro. La educación, por la naturaleza del proceso, por lo menos en la forma en que se imparte actualmente, es un proceso de largo plazo. Las altas tasas de desempleo y el menor nivel de producción que sufrimos actualmente, estarán con nosotros por algún tiempo, cuya longitud es difícil de precisar dada la incertidumbre sanitaria, pero probablemente estamos hablando de años y no de meses. Esta apreciación está en línea con la referencia del señor Toro a lo dicho por Carmen Reinhart, economista jefe del Banco Mundial.2 Proteger la educación es clave para asegurar una salida de la crisis que sea sostenible en el tiempo. Pero la reducción del desempleo y el aumento de la producción requieren, en primer lugar, superar la crisis sanitaria para que la gente, o la mayor parte posible, pueda volver a trabajar. Eso no tiene nada que ver con el concepto de Multiplicador de cooperación del señor Toro. Si fuera necesario responder amablemente al señor Toro, sugiero señalar que coincide con él respecto de la importancia de la educación. Y ya que él dice ser profesor, le podría

2 Los cálculos que he hecho, muestran que el ingreso per cápita de Chile este año sería similar al de 2009-2010 con una peor distribución del ingreso. Es decir, en promedio las familias chilenas perderían lo ganado en los últimos 10 años y los más pobres perderían más mientras los más ricos puede que no pierdan nada o muy poco. Otra manera de visualizar el costo de la crisis es pensar que si la economía chilena se contrae en 6% u 8% este año respecto del año 2019 la pérdida de PIB sería entre US$ 17.400 y US$23.200 millones, partiendo de un PIB de US$290.000 millones. Una forma adicional de presentar el costo económico de la pandemia para el país, dado que el precio del dólar se ha elevado significativamente, es usando la estimación del PIB en dólares. Si este año el PIB se estima en US$240.000 y antes fue de US$290.000, la caída del poder de compra de Chile sería de US$50.000 millones o de 17,2%. Este último cálculo refleja mejor las verdaderas condiciones de vida de la población ya que, además de la caída del volumen de producción, mide el poder adquisitivo de lo que producimos.

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3

preguntar si tiene ideas concretas sobre cómo adaptar los métodos educacionales a la realidad del distanciamiento social y la enseñanza a distancia. ********

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EL MOSTRADOR

El “Plan” de reactivación económica de Piñera

Eugenio Rivera Urrutia

4 agosto, 2020

La Cuenta Pública (CC) identifica 3 problemas urgentes: la pandemia, la recesión

económica mundial y la recuperación de la economía. En relación con lo primero, es

indispensable tener en cuenta que la suerte de la lucha contra la pandemia es el elemento

determinante para definir la naturaleza y oportunidad para aplicar las medidas de

reactivación. La Cuenta Pública deja en evidencia que el Gobierno opera a ciegas, pues,

más allá del "Programa Paso a Paso", no entrega un diagnóstico respecto del período en que

la contención de la pandemia seguirá siendo la tarea prioritaria.

Pese a que, según Piñera, la recesión económica mundial es un problema urgente, la CC le

dedica un pequeño párrafo. Resulta claro que se incluye solo para decir que la recesión ha

afectado a todo el mundo y que, por tanto, no hay responsabilidad del Gobierno de Chile

involucrada. De esta forma, se elude un análisis de los errores cometidos y las

consecuencias en términos de vida y penurias de las familias y pymes chilenas.

Aunque no lo mencionó en la presentación oral, en la CC el Presidente Piñera pide

disculpas a los afectados. Lamentablemente, no hace un análisis de los errores y sus

consecuencias, de manera que su Gobierno no los vuelva a cometer. Se alegra, por ejemplo,

por la aprobación de la Ley de Protección de la Clase Media, que crea un bono de $ 500 mil

por una vez y un préstamo “solidario”, cuando existe amplio consenso en que, por el alto

endeudamiento, ello no constituye solución alguna.

Es claro que no se han sacado las lecciones, si se considera que justamente la insuficiencia

de esta iniciativa legal llevó, entre otras cosas, a que el Congreso aprobara la reforma

constitucional que permite el retiro de hasta el 10% de los fondos de pensiones.

Page 25: La Gran Minería del Cobre en la Economía Chilena

El programa de reactivación denominado “Plan Chile se recupera” contempla las siguientes

medidas:

-Un programa de subsidios al empleo, que podría beneficiar hasta 1 millón de personas, con

un costo estimado en US$ 2.000 millones.

-Un Plan de inversiones públicas en infraestructura física, social y digital “con prioridad en

campos” como ciudad y vivienda (que permitiría 47 mil soluciones habitacionales y 100

mil subsidios de arriendo), carreteras y caminos, puertos y aeropuertos, agua potable, riego

y embalses, hospitales y consultorios, establecimientos educacionales, transporte público,

parques y centros deportivos y culturales, redes digitales a nivel nacional e internacional e

inversiones regionales y comunales de mejoramiento urbano y de barrios. Este “plan de

inversiones” se desarrollará en el período 2020-2022, con un costo total para el período de

US$ 34 mil millones.

-Apoyo a las pymes a través de los programas Fogape, Crece y Reactívate.

-Incentivos tributarios a la inversión privada y agilización de 130 proyectos de inversión

privada que involucrarían US$ 21 mil millones de dólares. Como siempre, el “Plan”

incluye un programa especial de simplificación de trámites.

¿Constituye esta política un real plan de reactivación?

No constituye un plan de reactivación, pues no especifica objetivos, no diferencia las

distintas etapas que debe transitar el plan, plazos, obras ni los criterios a utilizar para

seleccionar los proyectos. Es un mero listado de lo que hace normalmente el Estado. A

cinco meses de iniciada la crisis de la pandemia, el Gobierno debería tener un real plan que

especificara el tipo de obras, la periodización de su implementación y su localización.

Existen estudios que demuestran que los planes de subsidio al empleo no son eficaces, sino

que constituyen un subsidio para la contratación de trabajadores que igual habrían sido

contratados, orientado, principalmente, a las grandes empresas. Nada se dice, en cambio, de

reponer los recursos que las municipalidades han perdido por la postergación del pago de

Page 26: La Gran Minería del Cobre en la Economía Chilena

varios tributos, lo cual sí podría redundar en programas locales de empleo de alta

efectividad.

En lo referido a las pymes, el “Plan” hace caso omiso de lo señalado por Swett, respecto a

que han quebrado 150 mil pymes formales y más de 300 mil microempresas informales,

que no califican para los programas de apoyo a pymes indicados. ¿Puede un programa de

reactivación ignorar esta grave situación?

Aunque no lo dice, el componente “incentivos tributarios y agilización de 130 proyectos de

inversión” es el eje estructurante del “Plan”, está orientado a las grandes empresas y

grandes proyectos de inversión. Prevé la aplicación de la depreciación instantánea,

beneficios para la inversión en intangibles, los cuales aun cuando se presentan como

orientados a las pymes, solo pueden ser aprovechados por las grandes empresas, intensivas

en capital. Incluye también la eliminación del impuesto de 1% de beneficio regional a los

grandes proyectos de inversión. Se trata, en definitiva, de una transferencia de ingresos

cuantiosos a un puñado de grandes empresas con efecto reactivador nulo. Resulta

problemático además, pues, en el contexto de este Gobierno, "agilización de trámites"

significa hacer la vista gorda respecto de los impactos medioambientales y sobre las

comunidades afectadas.

En suma, el “Plan” carece de un diagnóstico que dé cuenta de su relación con el control de

la pandemia y delinee desde el punto de partida. Tampoco define objetivos, plazos,

criterios, ni especifica las obras que constituirían el plan de reactivación. Una vez más el

Gobierno improvisa y entrega titulares sin contenido, todo lo cual redunda en que, más que

plan, estemos frente a una operación comunicacional.