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LA INTERNACIONALIZACION DE LOS SANTOS LUGARES Por el Dr. Jowe VICAN, Investiqodor del Inrtifvto de Derecho Con~parado de le Ll. N. A. M. El problema de los Santos Lugares se coloca en el plano internacional tan sólo a partir de mediados del' siglo x v ~ . En un principio, las diver- gencias tuvieron un carácter local; más tarde, el interés que algunas potencias manifestaron al respecto -sobre todo, Francia, Rusia, Egipto y el Imperio Otomanc-, situó la cuestión en un terrrno que trasceiidia al marco interno. Al einpezar el año de 1517 los turcos sucedcn a los egipcios c11 Palestina. Esta conquista tuvo una repercusión directa en la condición de los Santos Lugares. Francia unida a Turquia por la comunidad de intereses, concierta con ella en 1535 el Tratado conocido con el nombre de "Capitulaciones": el extranjero, por el hecho de no ser musulmán, conservaba su ley personal. Al quedar excluido de la legislación coránica se le debían otorgar ciertas garantías relativas a su libertad, sus bienes y su existencia. Las Capitulaciones con Francia fueron renovadas en 1604. Algunos autores consideran el periodo que va de 1620 a 1628, prin- cipalmente los últimos siete años, como el más importante de toda la historia de los Santos Lugares. Es en este momento cuando el problema se plantea en el terreno del Derecho Internacional Público. La Santa Sede desplegó gran activirlad diplomática en favor de una alianza de las potencias cristianas, que hubiera sido a modo de una nueva cruzada; pero no obtuvo resultado positivo. El desacuerdo entre los em- bajadores de los distintos Estados cristianos, en especial en cuanto a sus relaciones con Turquía, fué la causa del fracaso. www.derecho.unam.mx

LA INTERNACIONALIZACION DE SANTOS LUGAREShistorico.juridicas.unam.mx/.../cont/21/dtr/dtr6.pdf · 102 JORGE VICAN Capitulaciones de 1740 y del Firmún (decreto soberano de Turquia)

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LA INTERNACIONALIZACION DE LOS SANTOS LUGARES

Por el Dr. J o w e VICAN, Investiqodor del Inrtifvto de Derecho Con~parado de le Ll. N. A. M .

El problema de los Santos Lugares se coloca en el plano internacional tan sólo a partir de mediados del' siglo x v ~ . E n un principio, las diver- gencias tuvieron un carácter local; más tarde, el interés que algunas potencias manifestaron al respecto -sobre todo, Francia, Rusia, Egipto y el Imperio Otomanc-, situó la cuestión en un terrrno que trasceiidia al marco interno.

Al einpezar el año de 1517 los turcos sucedcn a los egipcios c11 Palestina. Esta conquista tuvo una repercusión directa en la condición de los Santos Lugares. Francia unida a Turquia por la comunidad de intereses, concierta con ella en 1535 el Tratado conocido con el nombre de "Capitulaciones": el extranjero, por el hecho de no ser musulmán, conservaba su ley personal. Al quedar excluido de la legislación coránica se le debían otorgar ciertas garantías relativas a su libertad, sus bienes y su existencia. Las Capitulaciones con Francia fueron renovadas en 1604.

Algunos autores consideran el periodo que va de 1620 a 1628, prin- cipalmente los últimos siete años, como el más importante de toda la historia de los Santos Lugares. E s en este momento cuando el problema se plantea en el terreno del Derecho Internacional Público.

La Santa Sede desplegó gran activirlad diplomática en favor de una alianza de las potencias cristianas, que hubiera sido a modo de una nueva cruzada; pero no obtuvo resultado positivo. El desacuerdo entre los em- bajadores de los distintos Estados cristianos, en especial en cuanto a sus relaciones con Turquía, fué la causa del fracaso.

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E n 1645 acababa de estallar la guerra entre Venecia y Turquía, y la ruptura de relaciones diplomáticas agravó la situación de los Santos Lugares, privados de uno de sus principales defensores, En este instante Luis XIV toma el lugar de Venecia y, por medio de sus Cartams Patentes, ejerce cierta protección sobre las Ordenes Menores. Esta especie de protectorado llegó a ser el instrumento de una política consistente en aumentar el prestigio de Francia en el Imperio Otomano.

El Papa Clemente X intervino en los años 1670-76, con el fin dc asociar otros Estados también cristianos, pero todo fué en vano. Todas las grandes naciones católicas se interesaron en el problema de los Santos Lugares y lo hicieron objeto de convenios por separado con Turquía, cada vez que concertaron can ella tratados de paz, treguas, capi'tulaciones, o bien simples acuerdos comerciales. Las Capitulaciones firmadas en 1740 entre Lu's XV y el Sultán Mahmud 1, recuerdan las de 1535: canunidad de intereses entre Francia y Turquía. Esta última, a punto de sucumbir bajo los golpes de Rusia y Austria, después de la pérdida de Nish, y viéndose obligada a pedir una paz en 1746 cuya aceptación equivalía a su desmembramiento, volvió lws ojos a Francia. Esta al com- prender que su interEs estaba en juego, ofreció su mediación. Los re- presentantes de Luis XV hicieron firmar en 1739 el Tratado de Belgrado, convención que borró para Turquía los efectos del Tratada de Pasaro- witz. (Este Tratado había sido concertado el 21 de julio de 1718 entre el Emperador austríaco Carlos V I y Venecia por una parte, con Turquía por la otra y fué en todo desfavorable para la segunda.) El premio a la inediación francesa fué el hecho de renovar las Capitulaciones, realizado el 28 de mayo de 1740. Por primera vez estas Capitulaciones no tienen ya un carácter temporal, sino definitivo. Eran obligatorias tanto para el Sultán corno para sus sucesores. (Las Capitulaciones mantuvieron los derechos de las comunidades cristianas frente a la autoridad turca, bajo el control de las potencias.)

Hacia fines del siglo x v ~ r Venecia empezó a desaparecer del escenario de Europa. Por el contrario, Francia y Rusia pasaron a primer plano, convirtiéndose en las dos antagonistas principales. Francia, protectora de los católicos romanos y de los cristianos pertenecientes a Roma que vivían bajo la dominación del Sultán de Constantinopla, vió levantarse frente a ella y en su contra a Rusia, protectora de los ortodoxos. Esta rivalidad condujo a que se estabilizara el statu quo de los Santos Lugares.

Otras potencias aparecieron en un segundo plano. Vemos que en 1785 Inglaterra ofrece su ayuda a Turquía. La naciente Italia ejerce influencia en el Cercano Oriente y en los Santos Lugares más que por

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su diplomacia, a través de las personas sujetas a su jurisdicción. La Ale- mania de Bismarck se esfuerza también en hacerse un sitio y desempeñar un papel.

La desgracia de los Satitos Lugares proviene de su situación geo- gráfica: dentro del Iiiiperio Turco, cuya agonía se prolongó durante todo cl siglo XIX y principios del xx. La revolución franccsa no tuvo repercusión directa sobre el protectorado francés en los Santos Lugares. I'riniero el gobierno revolucionario continuó la misma política seguida por la iiionarquia. pero los decretos de la Convención relativos a la cons- tituci6ii civil del clero y a la disolución de las órdenes iiionásticas dieron a entender un cambio total. F'oco a poco Francia se convierte en cam- peona (le la protección a los Saiitos Lugares. Más que nunca deicmpeñú su papel de protectora en la primera mitad del siglo x ~ x .

Ei protectorado ruso sobre los ortodoxos se levantaba frente al protectorado francGs sobre los católicos. Significaba tomar de un golpe, y en todo el Oriente, la ventaja a Francia.

E1 2.5 <le jiinio rlc 1802 Talleyrand en nombre de Francia y Esseid Ghalib Effendi e n nombre del Imperio Ototnano firmaron un tratado por el ciiril este último acccdia a la p:rz íle .kiuiens. La política tradicional <le 1;'raricia contiriuaba, politica que se confundió con su prntectora<lo sobrr los crisliaiios del Imperio Turco, a pesar de que este era bastatite :iriterior a la protección francesa sobrc los Santos Lugares. El protec- torado de Francia antes de estar sancionado por las Capitulaciones se ejercía de hecho; despiibs de las Capitulaciones excedió inclusive la 1rtr;i de lcs convenios.

1711 una nota en el Congreso de Viena dc 1815, Rusia prctendi0 tener iguales dereclios que Francia, nota que £u& rechazada. Siti ciiihargo, a esta época se remontar] las graiides percgrinaciones riisas a los Saiitos Lugares, que favorecía el gobierrio del Zar con el propósito (le aurrient;ir su irif!uenria. Como las ~~errgrinaciones rusas constitiiiaii una fuente iiiap!taI>le ile intcres:intes rcntas rluc Ijeiieficiabaii a los monjes griegos <le lits Santos T>iigares, hiibo celos por partc del clero local de lengua iralle. Ccmo consecuericia de los intereses políticos en juego, la discusión scibrc los Santos Lugares entre la Iglesia Cataica, allí represciitaria 2or la Ciistodia de Tierra Santa y la Iglesia Griega, representarla por los iiionje.< del Santo Sepulcro, se convirtió cn objeto de rivalidad intre 1:ranci:i y Rusia.

lil 28 de mayo (le 1850 el general Aupick, ministro de Francia en Constantirioyla, en nota verbal dirisida a Ali Pacha, niiiiistro de Rela- cioiics Exteriores de Turquia, pidió que dr acuerdo con el art. 33 de las

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Capitulaciones de 1740 y del Firmún (decreto soberano de Turquia) del 22 de enero de 1757, se reintegrase a los religiosos latinos en la posesión de todos los Lugares Santos. Esto significaba volver al statu qw de 1740.

Para no disgustar a Rusia, Turquia quiso tergiversar el asunto y pretendió que debían tenerse en cuenta las concesiones hechas a los orto- doxos después de 1740. Las negociaciones se fueron alargando. En 1815 el general Aiipick fué reemplazado por Monsieur de la Valette, quien se presentó con una carta muy enérgica de Napoleón 111, reforzada por otra de Pío IX. La conclusión fué un acuerdo para nombrar una co- misión mixta'de delegados franceses y turcos bajo la presidencia de Emi Effendi. El gobierno otomano quiso que también formara parte de ella el representante del Patriarcado griego y, a pesar de las protestas del gobierno francés, la comisión fué tripartita.

El Zar dirigió ak Sultán una carta autógrafa en la que exigia, bajo la amenaza de retirar la representación rusa de Constantinopla, el man- tenimiento del satu quo. La consecuencia fué el Firmán de 9 de febrero de 1852, dirigido al gobierno de Jerusalén, por el cual s'e mantenía en principio eli statu quo en relación con los santuarios. Algunos litigios pro- movidos localmente entre las distintas sectas cristianas se resolvieron también en este Firmán, que fijó los derechos respectivos, continuando la situación existente en la época.

Rusia buscó en vano un entendimiento con Inglaterra sobre el pro- blema del hombre enfermo (como llamaba el Zar a Turquia) y, por último, envió a Constantinopla al Embajador Menchikov. En abril de 1853 Rusia exigía en tono amenazador un nuevo Fir+nán que precisara el de 1852. En mayo del mismo año Turquia la obedece y expide nuevos F i r ~ n s , a 1'0s cuales se adhirieron los enhajadores francés y ru'sb. El pro- blema de los Santos Lugares quedó momentáneamente resuelto. Sin em- bargo, Rusia no quedó conforme y exigió del Sultán un acta por Ia que le reconociera el derecho de ejercer el protectorado sobre todos los orto- doxos del Imperio. El Sultán vi6 en peligro su soberanía y, sostenido por otras potencias, rehusó. El 21 de mayo de 1853 el príncipe Men- chikov salió de Constantinopla y se rompieron las relaciones diplomáticas entre los dos países. Fné inútil que Napoleón quisiera separar los dos conflictos: el de los Santos Lugares y el resultante de las ambiciones de Rus'ia.

En marzo de 1854 empieza la guerra de Crimea; termina en marzo de 1856 con la derrota de Rusia. A dicha derrota siguen una serie de

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negociaciones posteriores al Congreso de Paris de febrero de 1856. E n el Tratado de París (30 de marzo de 1856) Rusia rctiunciaba al protec- torado de la religión griega pero sin que se hiciera ninguna referencia al statu quo de los Santos Lugares. situaciún motivada por un cambio de la política exterior francesa.

Después del Congreso de París. Nayoleón 111 tuvo como priniordial preocupación la independencia de Italia. y de aquí sus dudas entre optar por la alianza inglesa o la rusa y su rcserva sobre los Santos Lugares, manzana d,e la discordia entre Francia y Rusia.

Con el Tratado de San Esteban (3 de marzo de 1878) se pone fin a la guerra de los Balkanes de 1876-78. Turquía queda desmembrada. En el art. 22 se consagra el derecho de Rusia para proteger a aquellos de sus nacionales que ejercieran una actividad en los Santos Lugares. E l Tratado disgustó a Inglaterra y se temió durante un tiempo que esta- llara una guerra anglo-rusa. Prusia tomó la iniciativa para someter el referido Tratado a una revisión, eri el que participaron las potencias europeas.

El Congreso sc reuiiió cn Eerlin en 1878. También se planteó el problema de los Santos Lugares. rZ iniciativa de Inglaterra se prcsentó al Congreso un proyccto según el cual el derecho oficial de protección scría reconocido a los agentrs diploniáticos y uoasulares de las potencias, residentes en Turquía. tanto sobre las persoiias arriba niencionadas, co~iio sobre los establecimientos religiosos. dc beneficericia y Santos Lu- gares en general. El Cbnsul General de .%lriiianin Iiabia anotado en el acta diplomática -en lmo concerniente a l a reservas hechas por Francia- que el gobierno alemán no rcconocia a ninguna potencia un protectorado exclusi\.o sobre los establecimientos catúlicos de Oriente y que se reser- vaba todos los derechos sobre los sujetos o administraciones alemanas pcrtciiecie~ites a iiiio dc dichos cslableciiiiicntos. Es precisa~~iente por esto por 10 que Francia puso como condición para participar en el Con- greso de Beriin, que Egipto, Siria ? los Santos Lugares quedaran fuera dr discusión. Pero cuando el texto ing1Gs fué soi~ietido a las delega- ciones del Congreso. rl representante francts se limitó a pedir que "se tonien en cuenta los derechos de I*'rarici;i". El (Irlegado ruso, príncipe Lorchakov, se opuso a que se modificara el statu quo de los Santos Lugares. Todo fué adoptado y se con~ir t ió en el art. 62 del Tratado de Berlín. Las principales disposiciones fucron :

Se asegura a todos la libertad y la práctica externa de los cultos. No se podrá poner ninguna traba a la organización jerárq~iica de las diferentes sectas ni a sus relaciones con los jefes espirituales. Los clé-

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rigos, peregrinos y frailes de cualquier nacionalidad que viajen dentro del Imperio Otomano gozarán de los mismos derechos, ventajas y privi- legios.

No es sino hasta 1891 cuando el problema de los Lugares Santos reaparece en el campo diplomático. El Ministro de Relaciones Exteriores ruso escribió el 14 de diciembre a Nalidoff, embajador de Rusia en Cons- tantinopla, que el problema de los Santos Lugares era un punto delicado para las relaciones entre Francia y Rusia en Oriente. S i no era posible obrar en común en este dificil terreno -añadía-, al menos habia que tratar que no surgiera ninguna divergencia política y, sobre todo, impedir que pudiera llegar a tener el carácter de una lucha abierta.

L a alianza franco-rusa (enero de 1894) fué favorable para el inan- tenimiento de los intereses franceses en los Santos Lugares.

Fué principalmente Alemania Ia que amenazó los privilegios y prc- rrogativas de Francia. La víspera del viaje de Guillermo 11 a Palestina en 1898, el Cardenal Langenieux escribe al Papa León XIII una carta en la cual llamaba su atención sobre los. derechos de Francia. E l Papa tranquilizó al Cardenal. E n 1901 la Custodia de Tierra Santa pro- puso a Francia que tomase la iniciativa para sugerir que se definiera el statu quo. El proyecto de codificación no pasó de ser más que eso, y hasta la primera guerra mundial faltó una clara definición. (Se con- sidera como un statu quo el equilibrio de hecho existente entre las di- ferentes comunidades que se reparten los Santos Lugares. La diplomacia encontró que la noción de statu quo les era más cómoda mientras más imprecisa. También se sancionó el Tratado de Paris y, sobre todo, el de Berlin).

En el statu quo los dereclios de cada una de las comunidades se fijan teóricamente ne varietur. E n su aspecto jurídico la noción de statu quo se presenta como una falta de solución al problema. Francia entendia por statu quo el que prevalecía en 1740, mientras que Rusia comprendía en él la situación de hecho de 1852. (En cl Firqnán de 1852 et Sultán se conformó con las miras del Zar, y desde entonces entendió por .rtatu quo la situación de facto del año 1852.)

La imprecisión jurídica vino a favorecer frecuentes usurpaciones, dificultades y abrió la puerta a nuevos abusos. .4si, a guisa de ejemplo: si una iglesia amenazaba ruina, nadie podía repararla, porque seria violar el statu quo.

Durante la primera guerra mundial, los Santos Lugares fueron un interesante problema diplomático. La reclamación hecha por Inglaterra que deseaba tener paso libre entre el Mediterráneo y Egipto, por una

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parte, y las Indias, por otra, repercutió en su suerte. E n 1916 un inter- cambio de miras entre Francia, Inglaterra y Rusia condujo a separar teóricamente Siria de Palestina. Con ocasión del acuerdo Sykes-Picot (mayo de 1916), se promovió la cuestión de los Santos Lugares.

E n 1917 se decide organizar una Comisión encargada en particular de todo lo concerniente a la Iglesia oriental. Monsieur Cochin, en aquel entonces miembro del gobierno francés, sentía inquietud por la suerte que en el porvenir tendría la protección dc los católicos de oriente y por el riesgo que correrían los derechos de I'rancia. El Cardenal Gasparri, Srcretario de Estado, a quien hizo partícipe de sus temores, le respondió afirmando la solidez del protectorado francts, que se fundaba en:

1) Las Capitulaciones: por ellas Francia obtuvo el derecho de pro- teger a los católicos de las demás nacionalidades.

2) La orden dada por la Santa Sede a las comunidades religiosas de Levante de dirigirse, en cuanto a su protectorado, a Francia.

3) Las prerrogativas acordadas a Francia en Oriente por la Santa Sede.

Gon el hundimiento de Turquia, la terminación de las hostilidades y el inicio de las negociaciones de paz, la necesidad de resolver el pro- blema de los Santos Lugares se planteó de nuevo.

E l Papa Benedicto XV se refirió a este asunto en su alocución al Consistorio secreto de 10 de marzo de 1919, Se preguntaba con ansiedad cuál seria la decisión tomada por la Conferencia de la Paz al respecto.

La cuestión de lios Santos Lugares se presentó a la diplomacia inter- nacional en la Conferencia. A pesar de todo, no llegó a examinarse, y la Conferencia se contentó con encargar su solución a aquella potencia que los aliados eligieran como mandataria de la Sociedad de Naciones para Palestina.

E n cuanto a la suerte de los territorios que se separaron de Ale- mania y de Turquia, se aonsideraron dos posibles soluciones: la tradi- cional, preconizada por Francia e Inglaterra en los medios coloniales y gubernamentales, que consistía en substituir la soberanía vencida por la de los Estados vencedcres, y la nueva solución preconizada por el general sudafricano Smuts de establecer un mandato internacional.

El Presidente Wilson sostuvo una solución que conciliaba ambas tesis (puntos 5 y 11: ajuste imparcial de las diferencias que conciernen a las reivindicaciones coloniales, independencias políticas e iilviolnbilidad territorial de los Estados giaiides y chicos.)

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Mientras la Conferencia o el Consejo Supremo llegaban a un acuerdo sobre algún punto de h s debates, las "recomendaciones" se llevaban al Comité de Redacción, compuesto por juristas. Estos redacta- ban los Tratados. Ahora bien, los textos relativos a los Mandatos no les fueron sometidos y quedaron, por tanto, bajo la forma de "recomenda- ciones". (El texto que instituía los Mandatos vino a constituir el conte- nido del art. 19 del pacto de 13 de febrero de 1919).

Cuando Wilson vuelve de América y ve que su proyecto de pacto había sido rechazado, aporta al texto algunas modificaciones; el nuevo Pacto, aceptado por unanimidad por la Conferencia el 25 de abril de 1919, se encuentra al principio de todos los Tratados de Paz firmados en 1919 y 1920. El artículo 19 del pacto de 13 de febrero de 1919 se convirtió en el artículo 22.

Dicho artículo 22 distingue tres clases de Comunidades que co- rresponderán respectivamente a tres tipos de Mandatos: A, B y C. Tan sólo nos interesa para nuestro estudio el Mandato A.

Se aplicó a las Comunidades que habiendo pertenecido al Imperio Otomano tuvieran un grado de desarrollo tal que su existencia como nación independiente pudiera reconocerse, en forma provisional, con la condición de que los consejos y la ayuda de la potencia mandataria guia- ran su administración, hasta el niomento en que fueran capaces de administrarse por sí mismas. La consecuencia rnormal de un Mandato A era la adquisición de la plena soberanía. A este régimen se sujetó a los territorios de Palestina, Transjordania, Siria e Iraq.

El Consejo Supremo se reunió el 23 de abril de 1920 en San Remo para establecer las condiciones de paz que se iban a presentar a Turquia. El Mandato sobre Palestina se confió a la Gran Bretaña.

El Tratado de Paz con Turquia se firmó en Sivres el 10 de agosto del mismo aiao. El párrafo segundo del artículo 95 constituye el primer texto oficial de post-guerra sobre los Santos Lugares.

De acuerdo con este párrafo, la potencia mandataria se comprome- tía a nombrar, en el plazo más corto posible, una Comisión especial que estudiara todo el p~ioblema y las reclamaciones de las distintas Comuni- dades religiosas, a fin de fijarles un reglamento. Se tomarían en cuenta al formar esta Comisión los intereses religiosos puestos en juego. El Presidente de la misma se nombraría por el Consejo de la S. N.

Por el articulo 132 Turquia renunciaba a sus derechos sobre Pales- tina. (Sin embargo, Mustafá Kemal Ataturc expresó que el Tratado de Sivres no tenía validez.)

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El texto del Mandato sobre Palestina, elaborado en 1919, se presen- tó al Consejo de la S. N. en el curso de la sesión de noviembre-diciembre de 1920. El articulo 95 se había incorporado al 14, que junto con el ar- ticulo 13 regulaban el conjunto de cuestiones relativas a los Santos Lugares.

De acuerdo con el articulo 13, el Mandatario asume t d a s las cargas que suponen los Santos Lugares, establecimientos y terrenos religiosos de Palestina, comprendidas en ellas las de mantener los derechos exis- tentes, asegurar el libre acceso a los Santos Lugares, establecimientos y terrenos religiosos, así como el libre ejercicio del culto, siempre que no se violen exigencias de orden público o de la moral.

(El art. 13 habla de establecimientos y terrenos religiosos, en lugar de edificios y sitios religiosos, pero evidentemente se refiere a la misma cosa.)

Nada podía interpretarse en forma que autorizara al Mandatario a inmiscuirse en los locales o en el servicio de los Santos Lugares exclnsi- vamente musulmanes, cuyas inmunidades quedaban garantizadas.

El articulo 14 se relaciona con el 95 del Tratado de Paz con Turquía y prescribe la constitución de una Comisión especial, así como sus ta- reas, a saber: asegurar en los Santos Lugares, edificios y sitios religiosos, el control permanente de instituciones autorizadas que representen a los miembros de la religión de que se trate. La designación de los. Santos Lugares, establecimientos y terrenos religiosos (el articulo 14 emplea igualmente este término) que se colocarán bajo el referido control', se hará por la Comisión, con la aprobación del Mandatario. E l derecho y el deber del Mandatario será s'alvaguardar el orden público y la moral en dichos lugares. E s pues, en última instancia, el Mandatario el que posee el derecho de vigilar la actividad de la Comisión.

Parece ser que el Vaticano no estuvo conforme con esta solución. La alocución consistorial Causa nobis de 13 de junio de 1921 pronunciada por el Papa Benedicto XV, no nos deja ninguna duda sobre el particu- lar. El Papa temió que la potencia mandataria asegurara a los israelistas un estatuto privilegiado. Decía que las nuevas leyes e instituciones po- líticas tendían a hacer que el cristianismo perdiese la posición que hasta ese momento ocupara. Pidió que fueran defendidos en su integridad todos los derechos de la Iglesia Católica y lanzó un llamado ardiente a todas las naciones católicas para que intervinieran con energía en la S. N. a fin de que sus derechos no fueran desconocidos. .

El ministro británico, Lord Balfour, refutó estos cargos, subrayando que seria incomprensible que los Santos Lugares, que veneraban impor-

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tantes comunidades cristianas, pudieran sufrir algún menoscabo al pasar de manos de una autoridad musulmana a las de una potencia mandataria cristiana.

La Santa Sede se opuso abiertamente a la organización de la Comi- sión. E n una carta firmada por el Secretario de Estado, Cardenal Gas- parri, fechada el 4 de mayo de 1922 y dirigida al Consejo de la Sociedad de Naciones se dice que la Santa Sede no podrá aceptar jamás que la Comisión se considerara facultada para discutir sobre la propiedad de los santuarios; todas las sectas interesadas deberán estar representadas en esa Comisión y es de prever que en el seno de la misma se librará una lucha encarnizada. Habría una coalición de los miembros de todas las otras sectas, contra los de aquella que detentara en un momento dado la posesión deh santuario que eventualmente estuviera en discusión. Por eso el Vaticano propuso que la Comisión estuviera formada por los Cónsules en Tierra Santa de las potencias miembros del Consejo, dejando a las que no tenían Cónsul en Tierra Santa el derecho de nom'brar una persona para formar parte de ha Comisión. (Sin embargo, en los térn~inos del articulo 95 del Tratado de Sévres, esta Comisión debía nombrarse por ~nglaterra). La Santa Sede no se opuso a que representantes de las diferentes sectas 'religiosas formaran por igual parte de la Comisión, pero siempre y cuando sólo tuvieran voz consultiva.

Por su parte, el Cardenal Gasparri no admitió el plan Balfour que predanizaba la creación de un "círculo nacional judío" dentro del con- junto. Esto parecía, según el Cardenal, olvidar los derechos adquiridos por los católicos y no estaba de acuerdo con el artículo 23 del Tratado de Versalles que determinó la naturaleza y el fin del Mandato.

El gabinete británico respondió a las sugestiones del Cardenal Gas- parri en una nota dirigida al Secretario General de la Sociedad de Na- cimes el 1 Q de julio de 1922. Propuso un nuevo proyecto de articulo 14. Una Comisión compuesta al menos por siete miembros sería formada por el Mandatario y sometida a la aprobación del Consejo de la S. N. Con respecto a los miembros de la Comisión podía suceder:

1) que la Comisión tuviese carácter puramente judicial y, por ende, no se bmnara en cuenta la opinión pública o religiosa de sus miembros. O bien,

2) que la Comisión se compusiese de representantes de los distintos partidos religiosos y nacionales, en cuyo caso el propuesto número de siete tendría que aumentarse.

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El Marqués Imperiali, en nombre de Italia, insistió para que la Co- misión se integrara por representantes de las potencias que tuvieran más intereses en los Santos Lugares. El delegadio italiano, no obstante, dejó sin precisar cuales eran estas potencias. Estimó, sin duda, que la inayoria de la Comisión estaria compuesta de este modo por Estados que fayore- ciesen los intereses de la Iglesia Católica.

E s necesario no olvidar que, según el articulo 14, la Comisión debia ser prwisional: el gobierno británico debia evitar los gastos de una Comisión permanente, que corría el riesgo de convertirse en una especie de poder ejecutivo al lado de la potencia mandataria.

E l nuevo proyecto británico fué examinado en la 19a sesión del Con- sejo, el 24 de julio de 1922. El Consejo redactó otro texto que fijaba que el nombramiento de los miembros de la Comisión, su composición y sus funciones se someterían a la aprobación del Consejo de la Sociedad de Naciones y que la Comisión no entraría en funciones sino hasta des- pués de dicha aprobación.

E1 gobierno británico -recalcó Lord Balfour- nunca ha tenido más que un deseo en lo que se refiere a los Santos Lugares: preocuparse por hacer justicia histórica entre todas las grandes colectividades. La Úl- tima cosa -cont inuó- que el gobierno de Su Majestad perseguiría, seria privar a un hombre, a una colectividad o a una nación cualquiera de los derechos que puedan hacer valer, y tan sólo desea que todos los derechos antiguos sean de verdad respetados en el futuro, de acuerdo con las conveniencias y el orden deseados ; de modo que se evite la impresión de que exi'ste algún interés perjudicado por quienes detentan la autoridad. Sobre el Consejo descansa, en definitiva, la responsabilidad de toda la organización de los derechos en conflicto: a é1i incumbe esta suprema tarea.

(En la misma sesión la delegación francesa pidió que los Santos Lugares tuvieran un estatuto internacional permanente.)

La Santa Sede protestó oficialmente el 15 de agosto de 1922: la Comisión debia ser permanente y compuesta por Cónsules. A esto Lord Balfour contestó con otro proyecfio,. Preveia una Comisión Plenaria, presidida por un ciudadano norteanlericano protestante. La Comisión es- taría subdividida en tres sub-comisiones: una cristiana, una musulmana y una israelita, teniendo cada una su propio Presidente.

E n cada comisión los Estados y las sectas más interesadas debían estar representadas. La subcomisión cristiana debia comprender un fran- cés, con el cargo de Presidente, un italiano, un español y un belga a modo de representantes católicos. Las conclusiones que una de las sub-

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comisiones adoptara serian definitivas. E n caso de desacuerdo, conven- dría someter el punto en cuestión a la decisión del Presidente de la Comisión Plenaria. Lo mismo sucedía en caso de desacuerdo entre las sub-comisiones por asuneos que afectaran a más de una religión.

El Presidente de la Comisión Plenaria y los de las sub-comisiones se nombrarían por la potencia mandataria de acuerdo con el gobierno interesado. Los representantes de las diversas religiones se nombrarían de acuerdo con los jefes de las Comunidades religiosas interesadas, o si este procedimiento no fuera posible, de acuerdo con los gobiernos interesados. Todos los nombramientos quedaban sujetos a la aprobación definitiva por parte del Consejo. La Comisión Plenaria tenía como fun- ción estudiar, definir y regular los derechos y las reclamaciones sobre 10s Santos Lugares, así como sobre las distintas Comunidades religiosas en Tierra Santa.

El Vaticano fué siempre hostil a este nuevo proyecto británico, en particular en lo que se refería a nombrar un Presidente protestante. -4nte las protestas contra el proyecto, Inglaterra invitó a las potencias católicas a presentar sus propuestas. La delegación francesa propuso que la comi- sión cristiana, formada por 4 miembros, se subdividiera en: una cató- lica, una ortodoxa y una armenia. La delegación italiana presidida por el Marqués Imperiali, hizo valer, al lado de la propuesta francesa, el hecho de que el patriarca de la religión católica era italiano y reivindicó en favor de una persona de esta nacionalidad, la presidencia de la co- misión cristiana.

Para facilitar a la potencia mandataria la redacción del informe que tenía que presentar ante el Consejo de la Sociedad de Naciones que la Comisión permanente de los Mandatos tenia por misión examinar, esta última desde su segunda sesión - a l menos desde agosto de 192%, se encargó de la redacción de un cuestionario. El relativo al Mandato de Palestina se aprobó por el Consejo de la S. N., el 4 de septiembre de 1922 y comprendía dos aspectos sobre los Santos Lugares:

1) Las medidas tomadas por el Mandatario para asumir la respon- sabilidad de los Santos Lugares, edificios y sitios religiosos, com- prendiéndose en ella la de preservar los derechos existentes y asegurar el libre acceso a los lugares mencionados y el libre ejercicio del culto.

2) La segunda cuestión se relacionaba con los Santos Lugares mu- sulmanes.

IiVTERNACIONALIZACIOA' DE LOS S A N T O S LL'GARES 111

El 4 de octubre de 1922 Lord Balfour pronunció un discurso en el que hizo alusión a las protestas de la Santa Sede. Dijo, sencillamente, que su proyecto fracasó porque un norteamericano protestante era el encargado de ser árbitro supremo sobre las Iglesias. Añadió que este presidente solo desempeñaba el papel de juzgador en apelación en caso de que surgiera un diferencia entre dos sectas cristianas, y nunca se le facultaba para intervenir en los problemas que atañen tan sólo a los católicos en tanto que católicos. Continuó diciendo que en la época en que los Santos Lugares estaban sometidos a la autoridad turca y a sus predecesores musulmanes, la aplicación del sistema se confiaba a hombres que inde- pendientemente de los mkritos que tuvieran, no eran, al parecer, los primeros juristas del mundo. E l hecho de que se pensara en elegir a un ciudadano protestante de un país distinto a la potencia inanda- taria para ocupar la presidencia, hizo fracasar -según Balfour- los esfuerzos continuos de todos los hombres de buena voluntad.

Para Lord Balfour las dificultades eran:

1) El desacuerdo reinante entre las potencias católicas, cada una de las cuales se esforzaba en ejercer una influencia preponderante sobre los Santos Lugares.

2) La rivalidad entre los cultos representados en los Santos Lugares.

El remedio consistiría en:

1) Un acuerdo entre Francia e Italia para intervenir

2) Que se hiciera justicia entre católicos y ortodoxos, entre ortodo- xos e israelitas, entre ortodoxos y armeni0s.y entre las diversas sectas cristianas.

E n el seno de la Sociedad de Naciones solo estaban representados cuatro paises en los cuales la mayoría de cristianos pertenecían a la Igle- sia Ortodoxa: Grecia, Bulgaria, Yugoeslavia y Iiumania. La propor- ción era débil en relación con el número de naciones que formaban parte de la Sociedad de Naciones, pero sus poblaciones eran muy numerosas. Durante siglos tuvieron un interés muy vivo en estos problemas y, desde el punro de vista histórico, podría inclusi\~e decirse que estas cuestiones tocaron más cerca a la Iglesia Ortodoxa que la Iglesia Católica. Sin em- bargo, la Iglesia Ortodoxa no estaba representada en el Consejo y tenía pocos uiiembros en el seno mismo de la Sociedad de Naciones.

112 JORGE VICAiV

E n la cesión del Consejo de 4 de octubre de 1922, el ministro britá- nico Lord Balfour anunció que el Alto Comisario inglés de Jerusalén supliría con su imparcialidad la ausencia de control internacional en los Santos Lugares. Se decidió, además, que Francia e Italia tendrían un año para llegar a un acuerdo.

El Papa Pío XI no estuvo conforme. E n Su alocución Vehementer gratum pronunciada en el Consistorio secreta de 11 de diciembre de 1922, pidió que la Iglesia Católica y toda la cristianidad vieran respe- tados sus derechos y salvaguardados por prioridad, no solamente de los israelitas, sino inclusive de miembros de sectas no católicas, cualquiera que fueran las razas o naciones que presentaran sus reclaciones.

La consecuencia del establecimiento de un Mandato fué sustraer los Santos Lugares a las influencias y rivalidades de las naciones euro- peas; por ello la cuestión de los Santos Lugares que en el siglo x ~ x estuvo situada en un plano internacional, se convirtió en mera cuestión religiosa.

El artículo 8 del Mandato suprimía las Capi'tulaciones en Palestina, lo que tuvo repercusiones en la política de las grandes naciones euro- peas en Oriente. Las rivalidades se terminaron por un tiempo, pero el problema de los Santos Lugares continuó en pie y la solución que se había adoptado fué siempre provisional. En cuanto al statu quo, los ar- tículos 13 y 14 no hacían ninguna mención, pero está fuera de duda que la Gran Bretaña sobreentendía que se respetaba, al menos por las Comunidades interesadas.

La potencia mandataria era responsable de la conservación de los Santos Lugares en virtud del artículo 13 del Mandato. La administración otomana fué reemplazada por un nuevo régimen. El poder central, único en cuanto a las relaciones con los Santos Lugares, se componía de un Alto Comisario nombrado por el rey, cuyos poderes eran análogos a los del gobernador de una colonia de la Corona. En caso de incapacidad o ausencia, era substituido por su Secretario General. De hecho, el Alto Comisario británico constituía el órgano supremo de administración en Palestina.

Después de la Palestina Ifoly Pluces Order, del Consejo de 25 de julio de 1924, el Alto Comisario fué el único competente, con exclusión de los tribunales de Palestina, para resolver las cuestiones relativas a los Santos Lugares. En la propia disposición del 31 de diciembre de 1929 sobre les antigüedades se le reservaba exclusivamente el derecho a efec- tuar trabajos de mantenimiento y reparación de los Santos Lugares. -4 este respecto el episodio del Muro de las Lamentaciones y la tensión judío-árabe que tuvo por consecuencia, es muy característico.

INTERNACIONALIZACION DE LOS SANTOS LL'GAHES 113

La potencia mandataria solicitó del Consejo de la Sociedad de Na- ciones, el nombramiento de una Comisión a$ hoc que regulara el estatuto del Muro de las Lamentaciones y que habría venido a limitar la compe- tencia de la futura Comisión prevista por el articulo 14. Mientras tanto, en virtud de una resolución tomada por la Sociedad de Naciones el 14 de enero de 1930, se constituyó una Comisión Internacional, no para dar cumplimiento a lo dispuesto por el articulo 14, sino para prestar su ayuda al Mandatario en la ejecución del artículo 13: preservar los dere- chos existentes.

Esta Comisión, después de una encuesta en el propio lugar, se encargó de resolver el problema del Muro de las Lamentaciones. La po- tencia mandataria, supliendo la ausencia de la Comisión del articulo 14 y en contra del statu quo que se aplicaba a los Santos Lugares israelitas, se reconocía el derecho de mantener y reparar un Lugar Santo. Se tra- taba de una innovación grave en materia del statu de los Santos Lugares. Del mismo modo, el informe británico de 1931, sometido a .la S. N., indicaba algunas reparaci'ones hechas en los Santos Lugares cristianos y afirmaba que, en general, sobre la base de un reparto de los gastos con la potencia mandataria, se facilitaba una cooperación entre las tres prin- cipales comunidades cristianas.

Resulta del examen de los informes de la potencia mandataria, que de hecho estaba conforme con que no se creara la Comisión prevista por el articulo 14 del Mandato, y que se substituía a ella.

Por el contrario varios autores sostuvieron otra solución. Se debían crear dos organismos distintos:

1) Cna Comisión Internacional encargada de estudiar y reglamentar los problemas de tipo Iiistórico, jurídico y politico. Esta Comisión se compondría de representantes de aquellos Estados que por su pasado estuvieran directamente interesados en los Santos Lugares. El Presidente sería inglés.

2) Una segunda Comisión -interreligiosa-, en la que la represen- tación de cada Comunidad sería proporcional a su actual impor- tancia y a su papel histórica. Las decisiones se tomarían por ma- yoría y no por unanimidad de votos.

La potencia mandataria nombaría las dos Comisiones, cuya reunión integraría una entidad autónoma internacional, dependiente tan sólo de la Sociedad de Naciones. Esto aseguraría su perpetuidad, cualquiera que

fuese el resultado del Mandato. El organismo propuesto estaría provisto de una policia encargada de hacer respetar el orden en los Santos Lugares.

En los años subsiguientes el problema de l'as Santos Lugares cayó en olvido, tal como si ya hubiera quedado resuelto definitivamente. Pero, cuando finaliza la última guerra mundial vuelve a plantearse y a revestir gran interés para la comunidad internacional.

La cuestión de los Santos Lugares ha sido estudiada por el Comité especial de las Naciones Unidas que se reunió en Ginebra el 28 de julio de 1947, el cual designó un subcomité encargado del asunto y presidido por el señor A. J. Spits, de los Paises Bajos. Las recomendaciones generales, publicadas en agosto de 1947, fueron las siguientes:

1 ) debe mantenerse el carácter sagrado de los Santos Lugares; 2 ) deben salvaguardarse los dereclios de las comunidades religiosas; 3) tales principios deben ser incluidos en las constituciones de los

Estados donde se hallan los Santos Lugares; 4 ) estos Estados deberían garantizar la protección y el libre acceso

a los Santos Lugares, edificios y sitios religiosos.

La Asamblea &eral de la ONU, inspirándose en el dictamen que l,e sometió el Comité especial, decidió en su relación de 29 de noviembre de 1947 crear en Palestina dos Estados independientes e internaciona- lizar la ciudad de Jerusalem. En esta ocasión fné igualmente abordada la cuestión de los Santoc Lugares, de la cual se ocupa la tercera parte de la resolución.

Las principales cláusulas referentes a ella son las siguientes:

1 ) deben ser reconocidos los derechos existentes respecto de los Santos Lugares, edificios y sitios religiosos;

2 ) el libre acceso a los Santos Lugares debe ser garantizado de conformidad con los derechos existentes, el: orden y la moral pública;

3) debe prohibirse todo a'cto o manifestación que pueda afectar de alguna manera el caráoter sagrado de los Santos Lugares;

4 ) 10,s Santos Lugares, los edificios y sitios religiosos no podrán ser gravados por ningún impuesto del que estuvieran exceptuados en 29 de noviembre de 1947.

INTERNACIONALIZACION DE LOS SANTOS LUGARES 115

Con motivo de los impuestos no podrá introducirse ninguna modi- ficación que constituya una discriminación entre los propietarios u ocu- pantes de los Santos Lugares, edificios y sitios religiosos, o que pueda colocar a estos propietarios u ocupantes en una situación desfavorable en relación con la situación general de los impuestos en el momento que se produzca la adopción de las rccornendaciones de la Asamblea.

1-Ie aquí algunas cláusulas referentes a la competencia del gober- nador :

a ) El gobernador se preocupará muy particularmente de la protec- ción de los Santos Lugares, sus edificios y sitios religiosos.

b) Conforme al poder que le han otorgado las constituciones de los dos Estados en donde los Santos Lugares están situados, determi- mará si las disposiciones insertas en las constituciones "del Estado árabe y del Estado de Israel" en relación con los Santos Lugares, son efectivamente respetadas.

c) Zanjará, sobre la base de los derechos existentes, las diferen- cias que eventualmente pueden surgir entre las distintas comunidades religiosas.

d ) Si el gobernador cstinia que es urgente reparar alguna de los Saiitos Lugares, edificios o sitios religiosos, podrá invitar a la comuni- dad interesada a hacer esas reparaciones.

e ) S i dichas reparaciones no se efectúan, o si no se concluyen dentro de un plazo de tiempo razonable, el gobernador podrá ordenar que se efectúen o se terminen.

Por otra parte, la resolución invita a los Estados cuyos súbditos han gozado de privilegios especiales, sobre todo de los conocidos bajo el Im- perio otomano con el nombre de Capitulaciones, a renunciar a esos de- rechos.

E l fin a alcanzar sería: a) proteger y preservar en la Ciudad Santa los intereses espirituales y religiosos únicos de tres de las grandes creen- cias monoteístas, extendidas por todo el mundo: cristianismo, judais- mo e islamismo; y con este objeto hacer que d orden y la paz, sobre todo la paz religiosa, reinen en Jerusalén;

b ) estimular el espíritu de cooperación entre todos los habitantes de la ciudad, tanto en su propio interés, como para contribuir con todo su poder a la evolución pacifica de las relaciones entre las diferentes comunidades religiosas ;

116 JORGE VICAN

c) asegurar el orden y el bienestar, y estimular toda medida construc- tiva que sirva para mejorar la vida de los habitantes, teniendo en cuenta la situación y las costumbres particulares de las diferentes comunidades.

En virtud de las disposiciones constitucionales impuestas por la ONU, los tribunales locales serian incompetentes para intervenir en las diferencias que pudieran surgir entre las diversas comunidades religio- sas, o los ritos de una comunidad religiosa respecto de los lugares, edi- ficios y sitios religiosos. Igualmente serían incompetentes para interve- nir en decisiones tomadas por el gobernador respecto de esos litigios.

La comunidad internacional, o más exactamente las Naciones Uni- das, ejercería por medio del gobernador de Jerusalén los poderes sobre los Santos Lugares, edificios y sitios religiosos.

También se impone al gobernador la obligación de asegurar me- diante ordenanzas la integridad de los derechos existentes, sin que el ejercicio de estos deredhos pueda ser impugnado ni estorbado. El equi- librio realizado en torno a las posiciones actuales deberá ser preservado

' en el interés supremo de la paz religiosa. Los derechos de posesión, de propiedad o de arupación aatualmente existentes de las diferentes co- munidades, quedarían así internacionalmente garantizados, con la sola condición de que existan, es decir, de que su existencia, o mejor dicho su ejercicio, sea reconocido por el gobernador. Su libre ejercicio actual equivale a un titulo, y este titulo es internacionalmente garantizado.

Ha sido prevista una doble medida de garantía para asegurar el libre disfrute de los Santos Lugares a las diferentes comunidades: la inviolabilidad de su carácter sagrado y de su inumunidad fiscal.

También había que prever el derecho de acceso, de visita, y en caso dado, el de tránsito de los fieles a los lugares de sus respectivos cultos. Estos derechos debían ser impuestos a los Estados árabe y de Israel cuyos territorios tienen que ser atravesados para ir a los Santos LU- gares.

Esos dos Estados deberán entregar a la ONU una Declaración según la cual se prohibirá cualquier acción que puede comprometer el carácter sagrado de dichos lugares. Esta misma declaración debe con- tener la promesa de que ningún impuesto gravará los Santos Lugares, edificios y sitios religiosos que estaban exentos de impuestos cuando fué creado eh Estado de Israel el 29 de noviembre de 1947.

Los derechos de las comunidades religiosas y de los fieles no se limitan al goce de ciertas facultades, libertades y situaciones que les

INTERXACI0,VALIZACION DE LOS SA.VTOS LL'GARET 117

son reconocidas: sobrepasan ese cuadro, puesto que llegan hasta una cierta participación en el ejercicio del poder internacional de los Santos Lugares.

El gobernador se pondrá de acuerdo con los dos Estados a fin de crear un órgano permanente, del cual deberán ser miembros represen- tantes suyos y que estará encargado de vigilar los Satitos Lugares, edi- ficios y sitios religiosos. Si el gobernador estima que las disposiciones canstitucionales no son correctamente aplicadas y observadas, podrá Iiaccr recomendaciones a los Estados en virtud de las atribuciones que le han sido concedidas por el Consejo de tutela, coiiforme a las re- comcndaci~ones de la Asamblea general. Podrá hahrse ayudar por un Consejo consultivo compuesto de representantes de diferentes confesio- nes, dependiendo del gobernador la participación que tengan en dicho Consejo.

El gobernador deberá informar al Consejo de tutela en los siguien- tes casos:

a ) si su competencia es controvertida en lo que concierne a la decisión de los litigios que pudieran surgir entre las diversas comuni- dades religiosas o en el interior de una misma comunidad respecto de un Santo Lugar, edificio o sitio religioso;

b) si no son ejecutadas sus decisiones o recomendaciones; c) si no recibe por parte del Estado o de los Estados interesados

una completa colaboraci6n; d) si no se le conceden 10s privilegios e inmunidades necesarias

para el ejercicio de sus funciones.

La resolución ordena al Consejo de tutela que elabore y apruebe en un lapso de cinco meses un proyecto de estudio para la ciudad de Jerusalén y para la protección de los Santos Lugares, inspirándose en los mismos principios. E1 estatuto comenzará a regir el lo de octubre dr 1948 y continuará en vigor durante un período de diez años en el caso de que el Consejo de tutela estimase que no es necesario revisarlo en un plazo más breve.

El Consejo de tutela había decidido la creación de una comisión coiiipuesta por representantes de Francia, Gran Bretaña, México, Aus- tralia, China y Estados Unidos, a la cual estaria confiada esta tarea.

Dicha comisión había previsto ciertas medidas de se~guridad para niantcncr el orden y para proteger los Santos Lugares, edificios y sitios

118 JORGE VZCAN

religiosos; con este fin, una fuerza de policia internacional seria re- clutada por los cuidados del gobernador. En el caso de que el orden y la paz lo exigiesen, el Consejo de seguridad prestaría su colaboració~i y su ayuda.

La resolución de noviembre de 1947 no pudo ser aplicada. Fué declarada ilegal por los Estados árabes. Estalló la guerra y ocurrieron motines. Las Naciones Unidas no estaban en condiciones de restablecer inmediatamente el arden y la tranquilidad. Jerusalén pacó por una dura prueba.

En Egipto y en Siria se organizaron menifestaciones contra lo's norteamericanos, los ingleses y los rusos.

E l cuartel general de la Liga árabe anunció el 15 de enero de 1948 que las tropas regulares de sus miembros ocuparían la Tierra Santa en cuanto los ingleses se retirasen del país. Jerusalén fué bombardeada por la artillería. Entonces Francia propuso enviar 2,000 policías de las Na- ciones Unidas, pero esta proposición fué rechazada.

E l rey Abdullah exigió la entpega de Jerusalén, Nazaret y Belén; pero la Comisión de armisticio del Consejo de seguridad previno a Abdullah el: 29 de abril de 1948 que la invasión de sus ejércitos sería un atentado a las Naciones Unidas.

Los ingleses se retiraron de Jerusalén, en donde estallaron nue- vas hdstilidades.

E l señor Harold Evans, alcalde de Filadelfia, fué encargado de asumir las responsabilidades administrativas en Jerusalem y de la pro- tección de los Santos Lugares, en nombre de las Naciones Unidas. Este aauerdo fué concertado entre los árabes, los israelitas y las Naciones Unidas. E l 14 de mayo de 1948 los israelitas prmlamaron la exis- tencia de un nuevo Estado, y cuando al día siguiente el Mandato fué declarado oficialmente concluido, el gobierno provisional de Israel con- trolaba las partes más importantes del territorio atribuído al Estado de Israel por la resolución de la Asamblea. ,

Las fuerzas armadas de los Estados árabes penetraron en Pales- tina el 15 de mayo y chocaron con kas fuerzas israelitas; el gobierno provisional de Israel hizo un llamado al Consejo de seguridad en con- tra del ataque.

La Asamblea general extraordinaria decidió el mismo día, no obs- tante la oposición de los Soviets y de Cuba, enviar a Palestina un mediador de las Naciones Unidas.

INTERNACIONALIZACIO~ DE LOS SAA'TOS LUGARES 119

La Convención de La Haya sohre la solución pacífica de las dispu- tas internacionales, define así en su articulo 4, inciso 11, el papel del mediador: ". . . conciliar las pretensiones opuestas y apaciguar los re- sentimientos que se hayan podido producir." Y la Carta de las Naciones Unidas en su capitulo VI, artículo 33, párrafo 1, prescribe:

"Las partes en toda disputa cuya prolongación sea suscept3ble de amenazar el mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales, deben buscar la solución ante todo por vía de negociación, averiguación, mediación, conciliación, arbitraje, fallo judicial, recurso ante los organis- mos o acuerdos regionales, o por otros medios pacíficos de su elección.

E l deber principal del mediador consistía entonces en conciliar las d'os partes e impedir a las autoridades locales, en caso de que no estuviesen satisfechas con la resolución de la Asamblea general, recurrir a le fuerza con el fin de resolwer el confliato. Y el mediador misma, el conde Folke Bernadotte, había subrayado que su deber consistiría en buscar soluciones que recibieran la conformidad de las dos partes. Su papel no consistiría en dictar decisiones, sino en presentar proposiciones a base de las cuales pudiesen emprenderse nuevas discusiones y dar lugar, tal vez, a contraproposiciones a fin de llegar a una solución pacifica. No hubiera podido pedir a ninguna de las dos partes que renunciara por completo a la tesis que defendía; no solamente porque haciendo eso habría traicionado sus funciones de mediador, sino tam- bién porque, dadas todas las circunstancias, nada lo autorizaba a adoptar tal actitud.

El papel del mediador consistía igualmente en organizar el funcio- namiento de los servicios necesarios para la seguridad y el bienestar de la población, y en asegurar da protección de los Sanstos Lugares y de los edificios y sitios religiosos.

Era bien claro que en caso de hostilidades generales la ciudad vieja de Jerusalén, en donde se encuentran la mayoría de los sitios religiasos y que estaba en manos de los árabes, resultaría afectada. La destrucción de la iglesia Santo Sepulcro, de la mezquita de Omar y del Muro de las Lamentaciones, seria una pérdida irreparable. Esta destrucción desen- cadenaría igualmente pasiones religiosas que tienen profundas raíces.

En el informe provisional del mediador dirigido ab Secretario Ge- neral de las Naciones Unidas, conf'orme al párrafo 2 de la segunda parte de la resolución 186 de la Asamblea General de feclia 14 de mayo de

1948, se dice que las autoridades lwcales de una parte y de otra se esforza- ron en proteger y salvaguardar los Santos Lugares; pero numerosos edifi- cios religiosos están situados en los sectores donde hubo violentos combates y algunos de ellos fueron destruidos. A esto obedeció la demolición de algunas sinagogas en el barrio judío de la vieja ciudad de Jerusalén.

Aun durante las treguas, Jerusalén siguió siendo un punto critico, sufriendo frecuentemente diversas partes de la ciudad el fuego del mor- tero y de la artilleria. Los Santos Lugares estaban, pues, en peligro constante. Los estragos sufridos por gran número de los edificios no podían ser completamente reparados y se produjeron nuevos daños. Las autoridades militares se incautaron de numerosos hospitales, hospicios y establecimientos escolares pertenecientes a órdenes religiosas.

La iglesia del Santo Sepulcro fué tocada una vez, pero no sufrió daños considerables. La iglesia de la Asunción en la ciudad vieja fué gravemente dañada. El Monte de los Olivos y el Jardín de Getsemani no resultaron afectados y sus edificios religiosos están intactos. El Ha- rem-esh-Sharif, y principalmente, la mezquita de Omar sufrieron estra- gos a consecuencia de los disparos de la artillería. Las ventanas fueron destrozadas y los mosaicos hechos pedazos. La iglesia de la Natividad y los otros sitios religiosos de Belén no sufrieron ningún daña.

No obstante -dejando a un lado los esfuerzos de las autoridades oficiales de las dos partes- la protección de los Santos Lugares fué asegurada todo lo posible y particularmente en Jerusalén, gracias a la intervención de los observadores de las Naciones Unidas. Igualmente la Comisión de tregua hizo representaciones respecto de los ataques contra los edificios religiosos que se encontraban en las líneas de combake de Jerusalén y respecto de su ocupación y de su utilización con fines mi- litares.

Las resotuciones del Consejo de seguridad, de 29 de mayo y 15 de julio de 1948, que invitaban a 10s gobernantes y a las autoridades inte- resadas a renunciar a toda nueva acción militar con motivo de las disputas, fueron, en general, respetadas. Con excepción de los nueve días que transcurrieron entre la tregua de cuatro semanas que terminó el 9 de julio y la tregua ilimitada que comenzó el 18 de julio, no hubo después del 11 de junio operaciones militares de gran envergadura en Tierra Santa. Es verdad que los términos de la tregua fueron violados en nume- rosas ocasiones por las dos partes. Pero los ejércitos no libraron batalla en ninguna parte y la tregua fué aceptada, aunque manifiestamente de mala gana tanto por los árabes como por los israelitas. En el espíritu de las dos partes la tregua fué sólo considerada como una fase de las

I iVTEh'~VACIO~VALI7ACION DE LOS SAI'T0.S LUGARES 121

hostili~lailes. Sin enib?rgo, la resolución del Corisejo de Seguridad de 15 <Ir julio <!e 1948 ordennha a los gobiernos y a;!torida<lei inlercsadas a rcnuiici;.r a to<l;i acciíin iiiilitar. Esta resolucií>ii ~liferia dc la del 29 de nia-o, relativa a la trvgua de ci;atro sciriaiias, en qiie 110 fijaba fecha limite y <Iccidia que, a rescrva dc cualquier nueva drcisión del Consejo ! Srg~!ri<la<! 11 (le la ilsamblea Genera!, la tregii;~ zcguiria en vigor li:iui;i qt!c 5' llegase a 111: iiuevo arrcglo pacífica (le la situ:.ciÚn futura I!C l'al,:stiii:~.

An:bas partes c«iiipreii<Iiaii pcriectanieiitc juc aquella r~uc :;siimiesc . . la rcspi,nc;ibilida<! 11: uria conti11u;iciún ili. !as Iio~trli~lailes sc con\ertiria cri ci:lpniilc de ir abicrtanier~tr ci;iitra las órdcnis del Corisejo (le Sc- guri<!;iil, de 15 ~ l c junio de 1948, y sr expondría por ello :11 riesgo d: uria acci<iii eiiipreniii(l;i rn virtiid del pirrafo de dicha resi>luci6n que ili.spmi:. que la iicgativa a accplar la orden <le cesar cl fucgo mostraría In cxic;eiici;l de iiria ruptura de la paz en rl sriiti:lo del articulo 39 de la C. "t. d i .L.

Las dos t r t p a s dieron lugar a un periodo de apaciguamiento y ~ l r tratiquilidad relatira. Durante él cada partr, dcspiiés de haber tenido la Fxpericncia poco agradable <le los duros combates, tuvo ocasión de rcilexioriar y de reconsiderar la posicii~il cii 13 c~ial se había sostenido dc manera tan persistente. De hecho, las treguas evitaron a las dos plrtes p6rdidas de Iioiiibres y de equipo que hubiesen sido inevitable- incrite cuantiosas, y gastos que ninguna de las partes podía fácilnlente permitirse.

Habiciido rechazado los árabes la sugestión de una conferencia que reuiiiise a los interesados en torno de una misma mesa, el mediador ixvitii a las dos partes a Rodas. Aceptaron, y sus delegados llegaron s !todas el 21 y el 23 de junio, re9pectivatnente. Las consultas tuvieron lugar separadamente y duraron hasta el 25 de junio. El conde Bernadotte sometió a la consideración de las partes. el 28 y 29 de junio respectiva- rnentc, tres breves documentos que acompañaban su carta de 27 de junio, c11 donde estaban expuestas a grandes rasgos las proposiciones que per- mitían conteniplar un arreglo pacifico. Sugeria -bajo reserva <le que las dos partes interesadas aceptasen considerar tal arreglo- que Pa- lestina tal cual la definían los términos del mandato priinitivamente acor- ~ l a ~ l o en el Reino Unido en 1922, es decir, incluso Transjordania, podía fi>:-mar una Uni6n compuesta dc dos niiembros: lino árabe y otro is- raelita.

1.0s dcrrclios religiosos y Ii?.: ( l ~ ~ r r c i o i iie lns minorías serían plena- ineiite protegidos por cada uiio de los iiiivinbros de la LTrii6n. E1 mcdin-

dar sugería la inclusión de la ciudad de Jerusalén en el territorio árabe con autonomía municipal de la comunidad israelita y disposiciones espe- ciales para la protección de los Santos Lugares.

Las dos partes, en su respuesta, rechazaron la idea de un Estado unitario, pero ambos aceptaron de buen grado la protección de los Santos Lugares.

En su carta de 3 de junio de 1948 dirigida al mediador de las Na- ciones Unidas, el señor Abdul Rahman Azzam repetía que los árabes no habían cesado de reclamar la protección y la preservación de los Santos Lugares y de obrar con mira de conseguir tal objeto. Declararon también los árabes tanto al Poder mandatario como a la Organización de las Na- ciones Unidas, que estaban dispuestos a aceptar todas las garantías nece- sarias para asegurar esta protección.

En su proyecto relativo a la constitución y al gobierno futuro de Palestina, el Secretario General de la Liga de los Estados árabes pedía que la futura Constitución del nuevo Estado garantizase el respeto al carácter sagrado de los Santos Lugares, su inviolabilidad, su conservación, la libertad de acceso y la libertad de culto, conforme al statu quo.

La futura Constitución debería garantizar igualmente el respeto a los derechos del hombre y las libertades fundamentales sin distinción de raza, sexo, lengua o religión, y la libertad de creencia y de culto religioso conforme al statu quo, comprendiendo en ello el mantenimiento de tribunales religiosos distinto$ y competentes en materia de estatuto per- sonal.

Debería también garantizar el derecho de los grupos religiosos de asegurar independientemente los establecimientos de enseñanza, con reserva de los derechos normales de control y de inspección del gobiemo.

En carta fehada el 5 de junio de 1948, dirigida al mediador por el ministro de asuntos extranjeros del gobiemo provisional del Estado de Israel, el señor Moshe Sharett aceptó igualmente la idea de la pro- tección y del libre acceso a los Santos Lugares, edificios y sitios religiosos, que se encontrasen en territorio israelita.

Sin embargo, el empeoramiento de la situación en Jerusalén, donde ocurrían serios ombates casi todas las noches, obligaron al mediador a concentrar sus esfuerzos en el logro de una cesación permanente e in- condicional de las hostilidades en la ciudad, a la par como medida excep- cional y como condición indispensable para toda nueva tentativa de inte- ligencia sobre la cuestión de la desmilitarización. El 19 de agosto de 1948 envió al Consejo de Seguridad un informe detallado en el cual declaraba

ZNTERNACZONALIZACION DE LOS SANTOS LUGARES 123

que la actitud de las partes no era el Único obstáculo para llegar a un acuerdo sobre la desmilitarización.

Aunque ambas diesen su consentimiento para esta solución - c o n - tinuaba d i c i e n d e , la desmilitarización no podría lograrse sin que una fuerza de las Naciones Unidas, numerosa y bien armada, fuese formada inmediatamente. La desmilitarización de Jerusalén, más que otra me- dida, afianzaría la seguridad de sus Santos Lugares, y la libertad de acceso a ellos debería ser plenamente garantizada, asi como la libertad religiosa.

El mediador habia invitado encarecidamente a los gobiernos y auto- ridades interesados a tomar todas las precauciones posibles para la pro- tección de los Santos Lugares y a permitir especialmente el acceso a todos los santuarios a aquellos que tenían el derecho reconocido de visitar y de practicar su culto. Había también procedido conforme a la reso- lución del Consejo de Seguridad que le había ordenado asegurar la pro- tección de los Santos Lugares y garantizar el! derecho de acceso.

No obstante, estas disposiciones no pudieron ser enteramente apli- cadas durante las hostilidades. La dificultad esencial consistió en el heclio de que para tener acceso a la mayoría de los Santos Lugares, había que Pasar y repasar por las líneas de combate. Debido a todas estas circunstancias, la seguridad de los Santos Lugares y la libertad de acceso a ellos, na podían asegurarse como se habia deseado.

E n suma, la misión del conde Folke Bernadotte, por lo menos en lo que concierne a la protección de los Santos Lugares mostró ser muy útil. Hizo todo lo posible; su devoción sincera por la causa de la paz internacional y su buena voluntad, quedarán como un ejemplo a seguir. No obstante, su suerte f u i trágica. Fué asesinado en Jerusalén el 17 de septiembre de 1948 en el cumplimiento de su deber.

(Continuará)