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1
LA INTERPRETACION EN LOS CONTRATOS PETROLEROS
En los últimos años el mapa económico del país ha cambiado
sustancialmente. La explotación de los recursos naturales no
renovables, especialmente en la minería y los hidrocarburos, ha
hecho de estos sectores industriales los grandes generadores de
ingresos para la Nación al punto que son hoy en día el primer
renglón de exportación y además los mayores contribuyentes por
impuestos y regalías.
Los grandes cambios en la economía y en las costumbres sociales
siempre implican que los modelos de contratación varíen para
adaptarse a ellos pues el Derecho no puede ser ajeno a las
realidades de las necesidades del comercio. Ello es aún mas
notorio cuando los cambios son el efecto del crecimiento de
industrias necesariamente multinacionales por las grandes
inversiones de riesgo que exigen y que mal podría distraer los
recursos económicos del Estado de aquellos sectores como la
salud, la educación y la seguridad cuya preservación son sus
objetivos públicos por antonomasia.
Aparecen, entonces, contratos que no están regulados en nuestro
ordenamiento, a veces provenientes de sistemas jurídicos
diferentes y que muchas veces ni siquiera tienen un tipo
contractual reglado al que pueda compararse por analogía o
referencia. El postulado de la autonomía de la voluntad privada,
que se refleja en el principio del artículo 4º del Código de
Comercio1, permite el reconocimiento entre nosotros del contrato
atípico, es decir, aquel que no tiene un régimen jurídico propio
que lo regule y que, por consiguiente, a diferencia del típico
que sí lo tiene, exige el mejor criterio y el mayor esfuerzo
interpretativo por parte del juez, de conformidad con las reglas
legales, la equidad y los Principios Generales del Derecho.
Bien lo expresó el ilustre Maestro Fernando Hinestrosa “….la
interpretación por excelencia es, con sobrada razón, aquella que
realiza un tercero colocado superpartes, por dictado imperativo o
por compromiso de los sujetos negociales, esto es, un juez:
tercero imparcial, sometido al derecho y a la equidad, en lo que
hace a su criterio y al acervo probatorio, en lo que tiene que
ver con la materialidad del proceso en cuestión”.2
En materia petrolera específicamente, para la interpretación de
las nuevas realidades contractuales será preciso entender los
cambios institucionales que han ocurrido desde el año 1969 hasta
el momento actual, en que se aprecia una industria renovada, con
agentes internos y externos activos, tecnologías de avanzada y la
implementación de estructuras contractuales propias de la
1 Código de Comercio. Art. 4º.- Las estipulaciones de los contratos
válidamente celebrados preferirán a las normas legales supletivas y
las costumbres mercantiles. 2 HINESTROSA, Fernando. Presentación de la Interpretación del Contrato en América Latina. Tomo II. Editora Jurídica Grijley. Págs. XXXII y
XXXIII.
2
industria a nivel universal. A ellos nos referiremos a
continuación.
1. LA REFORMA DEL AÑO 1969
Hace algunos años, cuando se conmemoraba el quinto aniversario
de la muerte del ExPresidente Carlos Lleras Restrepo, la Academia
Colombiana de Jurisprudencia me dispensó un primer honor al
invitarme como participante en un ciclo de conferencias para
disertar sobre la obra del gran estadista en el sector petrolero.
En ese entonces, enfoqué mi esfuerzo en destacar la importancia
en la evolución normativa nacional de la Ley 20 de 1969,
inspirada ciertamente en la visión del Jefe de Gobierno y
confiada para su desarrollo al Ministro de Minas y Petróleos,
como entonces se denominaba esa cartera, doctor Carlos Gustavo
Arrieta.
Quienes, con quien les habla, han analizado esa ley, suelen
ponderar su dimensión histórica en dos aspectos principales. Por
una parte, en su artículo 1° precisó el alcance del artículo 202
de la Constitución de 1886, vigente en ese momento, en relación
con el principio general de la propiedad del subsuelo en cabeza
de la Nación y de manera excepcional en los particulares que
hubieran adquirido legítimamente ese derecho siempre y cuando se
tratara de yacimientos descubiertos en la fecha en que la ley
entró en vigencia 3. Cabe recordar que la Constitución de 1886,
al efectuar el trascendental cambio político de un sistema
federal a otro de carácter centralista, transfirió la soberanía
nacional de los antiguos estados federados a la Nación, como
claramente lo dispuso en el artículo 1° de la nueva Carta.4 Fue
por ello que, como continuadora de la anterior Unión Federal y
titular de la soberanía nacional, reunió en sí tanto los terrenos
baldíos como todas las minas que se encontraran dentro del
territorio nacional y que anteriormente se habían reservado los
Estados soberanos.
El petróleo, que para 1886 apenas empezaba a ser el factor
influyente en la Geopolítica Universal que la Historia moderna
nos confirma, era entre nosotros un depósito mineral más5, sin
3 Ley 20 de 1969. “Artículo 1°: Todas las minas pertenecen a la Nación, sin perjuicio de los derechos constituidos a favor de terceros. Esta
excepción a partir de la vigencia de la presente Ley, sólo comprenderá
las situaciones subjetivas y concretas debidamente perfeccionadas y
vinculadas a yacimientos descubiertos” 4 Constitución Nacional de 1886. “Artículo 2o. La soberanía reside
esencial y exclusivamente en la nación, y de ella emanan los poderes
públicos, que se ejercerán en los términos que esta Constitución
establece”. 5 Sobre los antecedentes y el tránsito del régimen de Minas a las
normas propias del petróleo, es interesante consultar el artículo del
Ex Magistrado del Consejo de Estado, Dr. Humberto MORA OSEJO, “El
Régimen Jurídico de los Hidrocarburos en Colombia” publicado en el
libro “Petróleo – Política de Contratación y Competitividad”, de la
Pontificia Universidad Javeriana.1ª Ed. 1995. Págs.83 y ss y el
artículo del Dr Dr. Carlos HOLGUÍN HOLGUÍN,”Historia de la Legislación
sobre petróleo y su autonomía frente a la Legislación Minera” de la
3
mayor incidencia económica y, por ende, no merecedor aún de ser
regulado a través de normas autónomas que le fueran propias.
En segundo lugar, la Ley 20 que era, como el tenor de sus normas
permite afirmarlo, de contenido principalmente minero, en su
artículo 13 extendió el pricipio general sobre propiedad del
subsuelo al sector de los hidrocarburos6 y sentó las bases para
que la función regulatoria hacia adelante correspondiera
exclusivamente al Gobierno Nacional, vale decir, a la Rama
Ejecutiva del Poder Público, a través de agencias estatales
especializadas. La Ley, en su artículo 12, indicó que tal función
estaría radicada en la entonces relativamente joven Empresa
Colombiana de Petróleos (ECOPETROL). Bien puede apreciarse el
gran sentido futurista de la Ley por la mera lectura de la
exposición de motivos al Congreso de la República presentada por
el Ministro Arrieta,y las excelentes piezas doctrinales que
fueron las ponencias de los Dres. Indalecio Liévano Aguirre y
Hernando Durán Dussán, a la Càmara de Representantes y el Senado,
respectivamente.
En efecto, la nueva ley abrió el país para la inversión del
capital privado de riesgo en un negocio necesariamente
internacionale manteniendo la propiedad del subsuelo y el derecho
exclusivo de la Nación para administrar sus recursos
hidrocarburíferos como principio legal inalienable. Pocos años
más tarde, en la Administración López Michelsen, estas bases
legales fueron desarrolladas mediante el Decreto Legislativo 2310
de 19747 y su Decreto Reglamentario 743 de 1975, a partir de los
cuales hizo carrera entre nosotros que los contratos petroleros
estén sujetos al Derecho Privado, atendiendo con ello una
necesidad práctica de regular las actividades petroleras con
instrumentos jurídicos ágiles y eficientes8.
1.1 El carácter atípico de los contratos petroleros en
Colombia.
Sin embargo, pocos habremos caído en cuenta que en el trasfondo
de la reforma de 1969 subyace un gran cambio institucional en el
sector de los hidrocarburos. A partir de ese momento, se abandonó
la “tipicidad” de los contratos petroleros que desde inicios del
obra “Temas Mineros y Petroleros”, publicada por el Colegio de Abogados
de Minas y Petróleos. Año de 1995. 6 Ley 20 de 1969. Artículo 13: Las normas contenidas en el artículo 1ª
de esta Ley se aplicarán también a los yacimientos de hidrocarburos” 7 Decreto 2310 de 1974. Artículo 1º. Con excepción de los contratos de concesión vigentes en la fecha de expedición del presente Decreto, la exploración y explotación de hidrocarburos de propiedad nacional
estará a cargo de la Empresa Colombiana de Petróleos , la cual podrá
llevar a efecto dichas actividades , directamente o por medio de
contratos de asociación, operación de servicios o de cualquiera otra
naturaleza, distintos de los de concesión, celebrados con personas
naturales o jurídicas, nacionales o extranjeras”. 8 Decreto 743 de 1975. “Artículo 4º.- Los contratos a que se refiere el
artículo anterior quedarán sujetos al derecho privado, salvo que
tuvieren cláusulas sobre caducidad y en uno y otro caso requerirán,
para su validez, la aprobación del Ministerio de Minas y Energía…..”
4
siglo XX , con la ley 120 de 1919, pasando por la ley 37 de 1931
y especialmente por el Decreto Legislativo 1056 de 1953, mejor
conocido como Código de Petróleos, con su ley adicional 10 de
1961, fueron rigurosa e inflexiblemente regulados por la Ley. Se
adoptó, en cambio, la “atipicidad” de dichos contratos, en la
medida que su diseño y estructura, así como los medios de
convocación para celebrarlos, se asignó primero, sin
limitaciones, a la propia ECOPETROL y su reglamentación a la
Junta Directiva9, integrada por miembros designados por el
Presidente de la República y presidida a su vez por el Ministro
del ramo, y a partir del año 2003, a la Agencia Nacional de
Hidrocarburos (“ANH”)con la aprobación de su Consejo Directivo
integrado también por funcionarios designados por el Presidente
de la República y encabezada por el Ministro de Minas y
Energía.10
Este cambio institucional tiene importantes repercusiones tanto
en lo político como en lo jurídico. En lo primero, porque los
contratos se convirtieron en el instrumento material de las
políticas de Estado en el sector petrolero. El diseño y manejo de
los contratos permite a los Gobiernos, indistintamente de su
orientación política, gozar de una herramienta eficiente para
desarrollar sus proyectos políticos en temas de trascedente
importancia como el control para la explotación racional de este
recurso natural no renovable y el estímulo, en mayor o en menor
grado, de la inversión privada nacional o extranjera en la
exploración de nuevas reservas. Inclusive en los tiempos
recientes, como se aprecia del texto de los contratos petroleros
que ha diseñado la ANH, aparecen en ellos disposiciones
orientadas a preservar principios de incuestionable importancia
que tienen origen en la Constitución Nacional, en Tratados
Internacionales y en las normas legales vigentes.
9 El artículo 3º del Decreto Reglamentario 743 de 1975 dispuso: “Cuando la Empresa Colombiana de Petróleos resolviere llevar a cabo los
trabajos de exploración y explotación por medio de contratos que en
ningún caso serán de concesión, adoptará previamente las condiciones y
términos de dichos contratos así como los medios de citación o
convocatoria de los posibles interesados. En consecuencia, podrá
determinar por la vía de inscripción de contratistas, la de negociación
directa, la de licitación pública, la de licitación privada, la de
concurso o cualquiera otra que juzgue conveniente en cada caso. La
Junta Directiva de la empresa reglamentará los referidos medios”. 10
El Decreto 1770 de 2003, artículo 5º, establece: “Funciones: Son
funciones de l Agencia Nacional de Hidrocarburos, ANH, las siguientes:
(…..) 5.3. Diseñar, promover, negociar, celebrar, hacer seguimiento, y
administrar los nuevos contratos de exploración y explotación de
hidrocarburos de propiedad de la Nación, en los términos del artículo
76 de la Ley 80 de 1993 y las normas que la sustituyan, modifiquen o
adicionen”.”. Posteriormente, el Decreto 4137 de 2011, reformatorio
parcialmente del anterior y que, entre otras cosas, cambió la
naturaleza jurídica de la ANH, dispone en el artículo 4 sobre Funciones
Generales de esta entidad: “(…) 3. Diseñar, promover, negociar,
celebrar y administrar los contratos y convenios de exploración y
explotación de hidrocarburos de propiedad de la Nación, con excepción
de los contratos de asociación que celebró Ecopetrol hasta el 2 31 de
Diciembre de 2003, así como hacer el seguimiento al cumplimiento de
todas las obligaciones previstas es en los mismos”.”.
5
Temas como la responsabilidad social de las empresas con las
comunidades afectadas por los proyectos petroleros; el manejo
sostenible de los mismos con el propósito de conservar o
restablecer el entorno ambiental en que se desarrollan; el
respeto de los derechos de las minorías étnicas y las comunidades
indígenas, así como la concertación con estos grupos para
preservar sus valores culturales e históricos y, desde luego, los
términos y condiciones para el pago de regalías y derechos
económicos a la Nación son ahora cláusulas contractuales
corrientes que el Gobierno de turno, a través de la ANH, puede ir
moldeando en cada revisión del modelo de contrato que su Consejo
Directivo apruebe, ajustando así la política petrolera en la
medida que lo considere.
En el aspecto jurídico, la ausencia de una tarifa legal para la
interpretación de los contratos petroleros vuelve de especial
relevancia las reglas para la interpretación de los contratos
atípicos que desde antaño enseñaban los maestros del Derecho
Civil. Deben regirse primeramente, entonces, “por las reglas
aplicables a todo contrato y declaración de voluntad y por lo que
estipulen las partes, sin perjuicio de que en caso necesario se
pueda recurrir, por analogía, a las reglas del contrato nominado
mas similar”11. Este concepto es el mismo que nuestra legislación
civil acogió en el artículo 8 de la ley 153 de 1887 que además
impone acudir a los principios generales del Derecho, cuando
inclusive la interpretación analógica no es suficiente al
intérprete, siendo ésta una hipótesis harto predecible en materia
petrolera por la ausencia de contratos típicos que pueden servir
para el cotejo analógico.
Dice la ley 153: “Cuando no haya ley exactamente aplicable al
caso controvertido se aplicarán las leyes que regulen casos o
materias semejantes, en su defecto, la doctrina constitucional y
las reglas generales de derecho”, principio que armoniza con el
consagrado en el artículo 230 de la Constitución de 199112, como
claramente lo expuso nuestra Corte Constitucional al declarar la
exequibilidad de la ley precisando la función del juez en estos
casos, con base en la teoría expuesta por Cossio, en su obra “La
Plenitud del Orden Jurídico” (Ed. Lozada. 1936)que “el juez no
puede menos que fallar, halle o no en el ordenamiento elementos
que le permitan justificar su decisión”13.
En este sentido, por consiguiente, tendrán los jueces ordinarios
y los àrbitros empezar por la apreciación de lo convenido en el
11 ALESSANDRI RODRIGUEZ, Arturo. Citando la doctrina clásica de PLANIOL
Y RIPERT. “De los Contratos”. Editorial Jurídica de Chile.Pág. 38. 12 Artículo 230 de la C.N. “Los jueces, en sus providencias, solo están
sometidos al imperio de la ley. La equidad, la jurisprudencia, los
principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares
de la actividad judicial”. 13 Corte Constitucional. Sentencia C-083 de 1995. Exp. D-665. M.P.
Carlos Gaviria Díaz.
6
contrato petrolero, que es ley para las partes14, las
circunstancias que precedieron su celebración; las concomitantes
con ella; la aplicación práctica que se desprenda de la conducta
contractual de las partes, así como la observada por ellos en
contratos semejantes dentro del marco interpretativo que la ley
civil establecido en los artículos 1618 a 1624 del Código Civil,
extendidos a los contratos comerciales por virtud del artículo
822 del Código de Comercio.
Las reglas de hermenéutica contractual entre nosotros, como los
sostiene el profesor Carlos Ignacio Jaramillo, son, por
consiguiente, comunes en el derecho privado, “….sin que la
bifurcación o especialización que lo característica haya tenido
incidencia alguna en la construcción de nuevas directrices o en
el redimensionamiento de las existentes…”15, pero advierte el
autor, que ello es “…sin perjuicio de la existencia de ciertos
principios muy propios atinentes al régimen comercial…”16. Entre
estas cita la del artículo 823 del estatuto mercantil en relación
con términos técnicos o que se citen en varios idiomas, haciendo
hincapié en el inciso final de dicho artículo, a mi modo de ver
de trascendente importancia, por lo común en los contratos
petroleros, según el cual “el significado de que trata este
artículo es el jurídico que tenga el término o locución en el
respectivo idioma, o el técnico que le de la ciencia o arte a que
pertenezca o finalmente el sentido natural y obvio del idioma al
que corresponda”.
En ello cobra no poca importancia que los contratos petroleros
con ECOPETROL o la ANH, son de adhesión. Si embargo, esta
calificación no le resulta por razones del tráfico económico o
masificación del consumo de productos que impide que la gran
empresa económica establezca contratos peculiares con cada uno de
los clientes, a la manera que lo explica Diez Picazo17, sino
porque ellos se refieren a las condiciones de aprovechamiento de
un recurso soberano del Estado colombiano18. De allí que nace
para la entidad estatal el deber de explicar con suficiencia las
cláusulas que impone porque aquellas que sean, genuina y
objetivamente ambiguas, que resulten en compromisos gravosos para
el contratista deben ser interpretadas en beneficio de quien tuvo
que aceptarlas. Por compromisos gravosos en esta materia debe
entenderse aquellos que no son ordinarios a las prácticas de la
14 Art. 1602 del Código Civil Colombiano: Todo contrato legalmente
celebrado es una ley para los contratantes y no puede ser invalidado
sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”. 15 JARAMILLO, Carlos Ignacio. “La Interpretación del Contrato en el
derecho privado colombiano”. Artículo integrante de la obra “Tratado de
la Interpretación del Contrato en América Latina”. Tomo II. Editorial
Jurídica Griley. Pág. 957. 16 JARAMILLO, Carlos Ignacio. Ibídem.
17 DIEZ PICAZO, Luis. “Derecho y Masificación Social”, citado por
JARAMILLO, Carlos Ignacio. Obra citada. Pág. 980. 18 Art. 332. Constitución Nacional: El Estado es propietario del
subsuelo y de los recursos naturales no renovables, sin perjuicio de
los derechos adquiridos y perfeccionados con arreglo a las leyes
preexistenentes.
7
industria y que normalmente requieran un acuerdo expreso y claro
pues de otra manera no se sobrentienden.
1.2 Los problemas especiales en la interpretación de los
contratos petroleros que celebra el Gobierno Colombiano.
A las dificultades propias de la interpretación por el juez o el
árbitro de los contratos petroleros, derivados de su condición de
contrato atípico, se añade la especialidad que los caracteriza,
casuística y meticulosa, diseñados en acomodo a las
características especiales de la industria en países como los
Estados Unidos y el Reino Unido, las dos primeras potencias
petroleras, con una tradición jurídica propia del Common Law, que
de alguna manera resulta un tanto exótico a los de carácter
ordinario corrientes en países con cultura jurídica diferente,
como el nuestro. Agréguese a lo anterior el uso o la referencia a
términos técnico, con frecuencia en idioma extranjero, Aunque,
por otra parte, esas estipulaciones tan detalladas permiten mas
fácilmente entender el alcance de los acuerdos de las partes
porque, como ocurre en Common Law, se suele estipular los
motivos, o “considerations”, que llevó a las partes a celebrar el
contrato como antesala de los acuerdos expresos, evitando
entendimientos implícitos en procura que nada quede por fuera,
dejándole al Juez de esta manera el menor espacio posible de
interpretaición.
En este sentido esta circunstancia tan especial de los contratos
petroleros parece en línea con la opinión de doctrinantes
colombianos, como el tratadista Arrubla Paucar quien, en relación
con la interpretación del contrato mercantil atípico, sostiene
que la primera y principal norma de interpretación es el propio
contrato con base en la regla del artículo 4º del Código de
Comercio19, y por eso recomienda que “a menor densidad
legislativa, mayor debe ser la regulación contractual…20, y
continúa, “…En la contratación atípica, por no existir normas
dispositivas o supletivas, la disposición contractual adquiere
especial significado y debe procurar ser previsora de todas las
circunstancias que interesen a las partes, como efecto del
contrato21”. (Énfasis añadido).
La Jurisprudencia Colombiana sobre los contratos petroleros, y en
general sobre la materia petrolera, no ha sido particularmente
prolífica. Si bien en la primera mitad del siglo XX se encuentran
algunas sentencias de la Corte y el Consejo de Estado de elevado
valor jurídico, en particular para resolver conflictos sobre
propiedad privada del subsuelo, en la medida que éstos se
redujeron como efecto de la interpretación de la ley 20 de 1969 a
través de la ley 97 de 1994, son muy pocas las sentencias que
19 Código de Comercio. “Artículo 4º: Las estipulaciones de los
contratos válidamente celebrados preferirán a las normas legales
supletivas y a las costumbres mercantiles”. 20 ARRUBLA PAUCAR, Jaime. “Contratos Mercantiles”. T.II. “Contratos
Atípicos”. 5ª. Ed. 2004.. Pág. 38. 21 Ibídem. Pág. 39.
8
enriquecen la doctrina jurídica en el sector petrolero a finales
del siglo y comienzos del actual.
Una visión positiva, o quizás optimista, de este hecho, es que
las partes han encontrado en los mecanismos previstos en los
contratos la manera de resolver sus discrepancias sin necesidad
de acudir al aparato judicial. Otra, menos positiva, conduce a
que las partes, en especial las empresas petroleras prefieran
definir esas controversias directamente, aún a costa de reducir
sus pretensiones significativamente, que someterlas a procesos
judiciales muy extensos, contrarios a la temporalidad de sus
proyectos, y con el riesgo que creen asumir al sostener litigios
judiciales muy prolongados contra la entidad estatal que tiene la
potestad legal de otorgarles contratos para nuevas exploraciones.
No obstante, en los últimos años se aprecia un cambio afortunado
debido primeramente a la aceptación de ECOPETROL a someter la
solución de conflictos a los sistemas alternativos contemplados
en la ley colombiana y en particular al Compromiso Arbitral.
Después, a partir del año 2004, los nuevos contratos diseñados
por la ANH, en cuya estructura original tuve el privilegio de
participar en compañía de un grupo de ilustres juristas, expertos
conocedores del tema, contienen la cláusula compromisoria para
que las controversias sean resueltas por Tribunales de
Arbitramento con sujeción a las reglas del Derecho Colombiano.
Ese cambio de postura se está reflejando en la doctrina que
vienen generando laudos arbitrales recientes los cuales
contribuyen a la precisión en los criterios de interpretación
sobre los contratos petroleros nacionales, como el proferido para
dirimir la controversia entre ECOPETROL contra las empresas
Hupecol y Cepcolsa respecto de la interpretación de una cláusula
particularmente ambigua, en mi opinión, de un contrato de
asociación, propia de ese modelo colombiano y que no encuentra
mayores antecedentes en derecho petrolero comparado.
Se trataba de definir las reglas de la distribución de la
producción para efectos del reembolso por parte de ECOPETROL de
los costos incurridos por el asociado durante las llamadas
“Pruebas Extensas”, o “Long Term Test” en la terminología
anglosajona de la industria, que consisten en pruebas de
producción de hidrocarburos cuando ha habido un descubrimiento
con el propósito de definir si el hallazgo es comercialmente
aprovechable o no, que es lo que determina que ECOPETROL
participe o no en la explotación del yacimiento en la proporción
que le corresponda y reembolse o no esa porción de los costos
exploratorios del asociado para el descubrimiento. Como se ve, se
trata de una actividad física de producción de petróleo pero en
un momento contractual que es parte de la fase exploratoria. Ahí
arranca la primera dificultad.
El Tribunal hizo un extenso y laborioso estudio de los principios
de interpretación consagrados en la ley civil; a Jurisprudencia
anterior de la Corte e inclusive, por vía de comparación
analógica, a normas internacionales como los principios de
contratación comercial internacional de Unidroit y las reglas
9
aplicables a la compraventa internacional de mercaderías en la
Convención de Viena, hasta llegar a la conclusión, a diferencia
de mi opinión, que el sentido de las cláusulas en discordia era
claro como lo sostenía la demandante ECOPETROL.22
Independientemente de mi diferencia de criterio con el adoptado
por el Tribunal, lo cierto es que el contenido jurídico del Laudo
es muy importante porque sienta doctrina respecto a las reglas de
interpretación sobre las estipulaciones contenidas en un contrato
de asociación petrolera. Recientemente se produjo otro, muy
valioso en su aporte a esas reglas, para resolver diferencias
entre Meta Petroleum Corp. Sucursal Colombia contra Ecopetrol
S.A., sobre un evento sui géneris, sin analogía posible, por
cuanto se dio respecto de la aplicación de la cláusula sobre los
llamados “Precios Altos”, a la que volveré adelante, propia del
modelo contractual colombiano de la ANH pero aplicado afectando
un contrato celebrado por la petrolera convocante con
ECOPETROL.23
Se conoce, ademas, que hay otros procesos arbitrales en curso
respecto de asuntos relacionadas con la interpretación de
cláusulas en estos contratos de gran importancia económica. De
suerte que en estas materias diríamos parodiando el poeta español
que “empezamos a hacer camino al andar”.
1.3 La interpretación de los contratos entre compañías
petroleras respecto de derechos que emanan de los
contratos con el Gobierno Colombiano.
Ahora bien, si la interpretación de los contratos que celebran
las entidades competentes del Estado ofrece el grado de
dificultad jurídica que se ha expuesto, con mayor razón, como se
verá adelante, respecto de los que celebran las compañías
petroleras privadas entre sí en relación con los derechos y
obligaciones que derivan de sus propios contratos con ECOPETROL o
con la ANH.
La dificultad principal radica en que normalmente se trata de
contratos convenidos siguiendo modelos internacionalmente
aceptados pero preparados por abogados de formación académica en
sistemas jurídicos diversos, aunque expertos en materia
petrolera, sobre la base de criterios que consultan las prácticas
propias de las operaciones de la industria y principios jurídicos
desarrollados siguiendo reglas del Common Law. La ventaja, si se
quiere, es que en su formación y estructura guardan similitudes
con formas contractuales reguladas en el derecho privado
22 Tribunal de Arbitramento. Ecopetrol S.A.vs.. Hupecol Caracara LLC y
Cepsa Colombia S.A.-Cepcolsa. Junio 18 de 2009. Árbitros: Dra. Adelaida
Angel Zea y Dres. Humberto De La Calle Lombana y Juan Pablo Cárdenas
Mejía. 23 Tribunal de Arbitramento. Meta Petroleum Corp. Sucursal Colombia vs.
Ecopetrol S.A. Marzo 13 de 2013. Árbitros: Dres. Jaime Arrubla Paucar,
Juan Pablo Cárdenas Mejía y Hernán Fabio López Blanco.
10
colombiano a las que eventualemnte los jueces y árbitros podrán
acudir, así no sean idénticas, porque la naturaleza jurídica de
un contrato entre nosotros no depende del nombre que le dan las
partes sino “…la que a dicho contrato corresponda legalmente
según sus elementos propios, sus calidades intrínsecas y
finalidades perseguidas” según lo ha señalado la Corte Suprema de
Justicia en Jurisprudencia hoy mas que reiterada24.
Semejante criterio de interpretación ha sido previsto en la
Jurisprudencia Colombiana en lo que Corte Suprema ha denominado
el “proceso de auto integración”, entendido como una variedad de
la regla de la analogía, lo cual permite desintegrar el contrato
nominado similar en sus componentes para buscar qué disciplina
correspondería a cada uno de ellos.25
Los modelos contractuales petroleros mas corrientes, y pudiera
decirse que de general aceptación en la industria a nivel
universal, son los preparados, discutidos y periódicamente
revisados por entidades de corte académico como la AIPN
(“Association of International Petroleum Negotiators”)26, cuyo
título de suyo genera inquietud respecto de la adaptabilidad de
sus productos en regímenes jurídicos de estirpe diferente al
anglosajón, como el Colombiano, y el esfuerzo de interpretación
por parte de jueces y árbitros ajenos a las peculiaridades de la
industria y, sobretodo, a los principios y reglas comunes del
Common Law.
Estos problemas e inquietudes empiezan a ser patentes en la
medida que ahora son corrientes los llamados “Acuerdos Privados”,
para significar que no son revelados a la ANH, mediante los
cuales las compañías petroleras privadas titulares de derechos
contractuales con esta entidad celebran con otras, con
experiencia o sin ella frente a la ANH, con el propósito legítimo
de diluir sus altos riesgos de la exploración petrolera y, en
veces, para cofinanciar los también muy altos costos sin acudir a
entidades de crédito, todo lo cual es práctica usual de esta
industria por sus características propias pero que, desde el
punto de vista jurídico, podrían entrar en conflicto con las
reglas contractuales pactadas con la ANH.
24 La cita jurisprudencial corresponde a la Sentencia de la Corte
Suprema de Justicia, de fecha Septiembre 11 de 1984. G.J. No, 2415.
Pág. 254. M.P. Dr. Humberto Murcia Ballén. Sin embargo, hay abundante
jurisprudencia reiterando el principio señalado en la Sentencia que se
cita. 25 C.S.J: Sentencia de 22 de Octubre de 2001. Exp. 05817. M.P. Dr.
Carlos Ignacio Jaramillo. Contiene un excelente análisis de los
criterios aplicables para la interpretación analógica, con base en
Jurisprudencia existente, para los casos de atipicidad contractual.
26 “The Association of International Petroleum Negotiators is an
independent not-for-profit professional membership association that
supports international energy negotiators around the world and enhances
their effectiveness and professionalism in the international energy
community.” Tomado de la página web.
11
Estos son los tipos de cuestionamientos que me atrevo a plantear
ahora de manera general, y espero hacerlo en detalle con el
tiempo, ante esta ilustre Academia, llamada como ninguna al
análisis profundo de temas jurídicos, respecto de los cuales hay
una cierta orfandad, pero cuya dimensión no pude ignorarse dada
la actividad creciente del sector petrolero nacional y la
importancia que el mismo ha adquirido para su desarrollo
económico, hasta el punto de ser hoy en día el primer renglón de
exportaciones y el mayor generador de ingresos del Fisco Nacional
por impuestos, regalías y dividendos de ECOPETROL.
2. LOS CAMBIOS NORMATIVOS DEL AÑO 2003.
2.1 Las Razones de un cambio.
En el año 2003, durante la primera administración del Presidente
Uribe Vélez se produjo un cambio institucional en el sector
petrolero que puede considerarse históricamente como el segundo
en importancia después de aquel derivado de la Ley 20 de 1969, al
que me referí previamente.
Era, para la opinión erudita del momento, un cambio necesario.
Por una parte, no cabía duda que el modelo inspirado en la ley
20, consistente en que ECOPETROL fuera la entidad del Estado que
tuviera la competencia exclusiva para la exploración y
explotación de hidrocarburos, principalmente a través de
contratos de asociación con el capital privado, había prestado un
buen servicio para la economía del país.
En efecto, durante el tiempo trascurrido desde la expedición de
la ley hasta los inicios del siglo XXI, se produjeron dos de los
hallazgos más importantes en la historia petrolera nacional, los
de Caño Limón en Arauca y el de Cuisiana en Casanare. Las grandes
reservas descubiertas en desarrollo de contratos de asociación
con Occidental y BP, respectivamente, más otras de menor
relevancia, permitieron al país volver al exclusivo grupo de
exportadores de crudo después de satisfacer con suficiencia las
necesidades internas de consumo.
Los ingresos por los altos volúmenes de producción cuando los
grandes campos de esos contratos estaban en la plenitud de su
desarrollo fortalecieron económica y administrativamente a
ECOPETROL hasta convertirla en una empresa muy poderosa inclusive
si se le comparaba con sus similares de otros países.
Pero, paradójicamente, tan positiva situación para la empresa no
lo fue tanto para el sector petrolero nacional. En efecto, la
naturaleza jurídica de ECOPETROL era la de empresa industrial y
comercial del Estado27, vinculada al poder ejecutivo central a
27 La Empresa Colombiana de Petróleos (ECOPETROL), hoy en día ECOPETROL S.A., fue creada mediante Decreto 0030 de 1951, por el Gobierno
Nacional en ejercicio de las facultades especiales que le confirió la
Ley 165 de 1948, inicialmente como una persona pública nacional de
capital enteramente estatal, que tenía como objeto social principal la
12
través del Ministerio de Minas y Energía; por tanto, sus
utilidades iban directamente a la Nación por el principio fiscal
de unidad de caja. Este hecho facilitó que los Gobiernos de turno
acudieran a ella para solventar los problemas económicos de otras
empresas del Estado, mediante la inversión de ECOPETROL en el
capital de éstas, algunas totalmente ajenas al propósito social
de la empresa, como en el caso de Artesanías de Colombia.
La distracción de fondos de ECOPETROL, entendible para algunos
por razones de Estado, afectó negativamente los presupuestos de
exploración de la empresa que era lo propio de su naturaleza
industrial y comercial del sector petrolero. Además, habiendo
reunido en sí misma la función administradora de los contratos
que le correspondía definir y adjudicar a su criterio, por las
razones legales expuestas previamente, se apreciaba un bajo
interés exploratorio de la inversión privada ansiosa de
participar en áreas que se reservaba ECOPETROL para su actividad
propia. Ese desestimulo era particularmente sensible en la
inversión extranjera, afectada también por una situación social
convulsiva que en muchos casos la hacía blanco de acciones
criminales por parte de grupos armados ilegales. En la industria
petrolera global la participación de inversión extranjera es un
elemento muy propio de su naturaleza por los ingentes capitales
de riesgo que se precisan, aún en países regidos por doctrinas
políticas de corte nacionalista extrema o con abundantes reservas
de hidrocarburos.
Mientras esta situación era evidente, los pronósticos sobre
límite en el tiempo de autosuficiencia petrolera en el país eran
cada vez más pesimistas al punto que opiniones versadas
anticipaban para finales de la primera década, o inicios de la
segunda del nuevo siglo, que Colombia llegaría a ser nuevamente
importador de petróleo con el consiguiente impacto adverso en las
finanzas públicas.
Se necesitaba, entonces, un viraje importante en la dirección de
la política petrolera y este se dio en el año 2003 cuando se
expidió el Decreto Legislativo 1760.
administración, explotación y manejo de las concesiones que revirtieran
al Estado y, en particular, los de la Concesión de Mares a la
terminación del término contractual. Sin embargo, el artículo 2° de
este decreto estableció que podía dedicarse a: “…la exploración
explotación, transporte, refinación y exportación de petróleos y
derivados del petróleo….” con lo cual amplió el espectro de su función
y le permitió comportarse en lo sucesivo como una empresa dedicada a
las actividades propias de la industria de los hidrocarburos
Posteriormente, se convirtió en una Empresa Industrial y Comercial del
Estado hasta la expedición del Decreto 1760 de 2003 en que fue
reorganizada como una sociedad pública por acciones, vinculada al
Ministerio de Minas y Energía de capital estatal (Art.33 y ss.) y mas
tarde, mediante la Ley 1118 de 2006, se modificó su naturaleza jurídica
a la actual, una sociedad de economía mixta, para darle entrada en su
capital a inversionistas privados
13
2.2 La escisión de ECOPETROL
El Decreto ley 1760 de 2003 fue expedido en ejercicio de las
facultades extraordinarias otorgadas por el Congreso al
Presidente de la República mediante la ley 790 de 2002 concebida
en el propósito de dotar a la Presidencia de los instrumentos
necesarios para racionalizar la administración pública o
garantizar la sostenibilidad financiera de la Nación.
Dentro de las facultades otorgadas por la Ley resulta notable
destacar la de escindir entidades y organismos estatales del
orden nacional contemplada en el Artículo 16 literales d), e) y
f)28. La figura jurídica de la escisión de sociedades,
detalladamente regulada en nuestro ordenamiento mercantil, (Ley
222 de 1995. Capítulo II. Arts. 3 a 17) no es tan corriente en
materia de Derecho Público aunque no le es extraña. Así por
ejemplo, en el año de 1997 se expidió la ley 401 para formar la
Empresa Colombiana de Gas (ECOGAS), hoy Transportadora de Gas
Internacional S.A. ESP (TGI), con el objeto de separar de
ECOPETROL la actividad de transporte de gas natural como parte
del gran programa de masificación de gas desarrollado en las dos
últimas décadas del siglo anterior. Para ese efecto, la ley
ordenó escindir del patrimonio de ECOPETROL los activos y
derechos vinculados a dicha actividad de transporte, así como los
derechos derivados de los contratos relativos a la misma, con lo
cual se conformó el patrimonio inicial de ECOGAS.
El Código de Comercio contempla varias figuras de escisión y de
ella la modalidad escogida por el Gobierno en el año 2003 para la
escisión de ECOPETROL fue ciertamente la que se adaptaba con
plenitud a la decisión política que debía tomarse para precipitar
el necesario cambio institucional.
Fue así como, con base en las facultades conferidas mediante el
Decreto 1760, el Gobierno escindió ECOPETROL separando con
claridad las tres funciones que por las razones ya expuestas
venía ejerciendo. En efecto, el Artículo 1° estableció que se
escindían de ella, por una parte, la administración de los
recursos de hidrocarburos de propiedad de la Nación y, por la
otra, la de los denominados “activos no estratégicos”
representada en la inversión en acciones y participaciones en
sociedades que, como lo decía anteriormente, no correspondían a
su vocación social propia.
28
Decreto 1760 de 2003. Artículo 16: (….)…..d)Escindir entidades u
organismos administrativos del orden nacional creados o autorizados por
ley; e) Señalar, modificar y determinar los objetivos y la estructura
orgánica de las entidades u organismos resultantes de las fusiones o
escisiones y los de aquellas entidades u organismos a los cuales se
trasladen las funciones de las suprimidas; f) Crear las entidades u
organismos que se requieran para desarrollar los objetivos que cumplían
las entidades u organismos que se supriman, escindan, fusionen o
transformen, cuando a ello haya lugar”.
14
El Decreto en su Título IV, artículos 34 y 35, retuvo para
ECOPETROL los objetivos y funciones que ordinaria y
profesionalmente ejecutan las compañías petroleras en todas las
fases del negocio. Su naturaleza jurídica fue transformada en la
de sociedad pública por acciones y, como consecuencia, se
modificó su estructura orgánica con el fin de acoplarla a la de
sociedad anónima.
Para la administración de los “activos no estratégicos”, el
artículo 23 del Decreto creó la Sociedad Promotora de Energía de
Colombia S.A.29 Y para las funciones de administración de las
reservas hidrocarburíferas de la Nación en el artículo 2° creó la
desde entonces denominada Agencia Nacional de Hidrocarburos, ANH.
2.3 La Agencia Nacional de Hidrocarburos
La ANH al momento de su creación fue establecida como una Unidad
Administrativa Especial, adscrita al Ministerio de Minas y
Energía, con personería jurídica, patrimonio propio, autonomía
administrativa y financiera, sujeta a las reglas jurídicas que el
propio Decreto 1760 de su creación determinó y en lo no previsto
allí al régimen de los establecimientos públicos implantado en la
ley 489 de 1998 y las que la modifiquen, sustituyan o adicionen.
Debido al sobresaliente crecimiento de la industria a partir del
año 2004, la naturaleza jurídica de la ANH fue cambiada
posteriormente, mediante el Decreto 4137 de 2011, también
expedido en ejercicio de facultades extraordinarias, otorgadas
esta vez al Presidente Juan Manuel Santos. A partir de esta
última norma, la ANH dejó de ser una Unidad Administrativa
Especial y se convirtió en una Agencia Estatal del sector
descentralizado de la Rama Ejecutiva del Orden Nacional
continuando adscrita al Ministerio de Minas y Energía.30
Ahora bien, lo que me parece bien destacable desde el punto de
vista del régimen jurídico de los contratos para el sector de los
hidrocarburos es que la reforma del año 2003 mantuvo la misma
línea que a partir de la ley 20 de 1969 se adoptó en nuestro país
preservando dos principios de singular importancia para el
29 Decreto 1760 de 2003. Artículo 23: Créese la Sociedad Promotora de
Energía de Colombia S.A., sociedad pública por acciones del orden
nacional, vinculada al Ministerio de Minas y Energía, con personería
jurídica, patrimonio propio, autonomía administrativa y financiera. Su
domicilio y sede principal será la ciudad de Bogotá, D.C., y podrá
establecer subsidiarias, sucursales y agencias en el territorio
nacional y en el exterior.
30 Decreto 1437 de 2011. “Artículo 1°. Cambio de Naturaleza Jurídica de
la Agencia Nacional de Hidrocarburos, ANH. Cambiase la naturaleza
jurídica de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, ANH, de Unidad
Administrativa Especial con personería jurídica, patrimonio propio,
autonomía administrativa y financiera a la de Agencia Estatal, del
sector descentralizado de la Rama Ejecutiva del Orden Nacional, con
personería jurídica, patrimonio propio y autonomía administrativa,
técnica y financiera, adscrita al Ministerio de Minas y Energía”.
15
desarrollo de esta industria bajo cualquier organización
política: La “atipicidad” del contrato petrolero de la nación y
su sujeción al régimen de Derecho Privado.
En relación con el primero de ellos, la administración del
recurso se adscribe a una agencia especializada de la rama
ejecutiva del poder público, en esta ocasión la ANH, otorgándole
a ésta la función, entre otras, de “… diseñar, promover,
negociar, celebrar, hacer seguimiento y administrar los nuevos
contratos de exploración y explotación de hidrocarburos de
propiedad de la Nación…”31 (Énfasis añadido), sin determinar
específicamente el tipo de contrato, por lo que cabe deducir que
esta determinación fue legalmente delegada al criterio
discrecional de la ANH, limitado solamente por el marco genérico
del objetivo fundamental de su creación, esto es, por la correcta
administración de los recursos hidrocarburíferos nacionales.32
La reforma del año 2011 mantuvo esa función de la ANH pero amplió
el objetivo de la entidad estatal por cuanto a partir de entonces
la administración de los recursos hidrocarburíferos debe hacerse
de manera integral armonizándola con su aprovechamiento óptimo y
sostenible y la contribución a la seguridad energética
nacional.33
No obstante, la delegación al criterio discrecional de la ANH,
contenida en el Decreto 1760 de 2003, vino acompañada de un texto
que resultó errático y conducente a confusión respecto del
régimen jurídico al que quedarían sometidos los contratos que
diseñe, por cuanto conmina a ejercerlo en los “….términos del
artículo 76 de la ley 80 de 1993 y las normas que la sustituyan,
modifiquen o adicionen.”34
En realidad el artículo 76 de la ley 80, estatuto de la
contratación de la Administración Pública que sustituyó
parcialmente el decreto 222 de 1983, en materia de hidrocarburos
vino a dirimir tácitamente, con cerca de 20 años de retraso, una
31
Decreto 1760 de 2003. “Artículo 5°. Funciones: Son funciones de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, ANH, las siguientes: (……). 5.3
diseñar, promover, negociar, celebrar, hacer seguimiento y administrar
los nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos de
propiedad de la Nación, en los términos del artículo 76 de la ley 80 de
1983 y las normas que la sustituyan, modifiquen o adicionen.”
32 Ibídem. Artículo 4º. Objetivo. El objetivo de la Agencia Nacional de
Hidrocarburos, ANH, es la administración integral de las reservas de
hidrocarburos de propiedad de la Nación”.
33 Decreto 4137 de 2011. “Artículo Artículo 3. Objetivo. Como
consecuencia del cambio de naturaleza, la Agencia Nacional de
Hidrocarburos - ANH, tiene como objetivo administrar
integralmente las reservas y recursos hidrocarburíferos de
propiedad de la Nación; promover el aprovechamiento óptimo y
sostenible de los recursos hidrocarburíferos y contribuir a la
seguridad energética nacional.”
34 Decreto 1760 de 2003.Artículo 5°. (Supra).
16
controversia latente respecto de la legalidad de la aplicación
del Derecho Privado a los contratos celebrados por ECOPETROL para
exploración y explotación de hidrocarburos en que no pactara una
cláusula de caducidad, que fueron prácticamente todos. La
discusión se originaba en que el Gobierno Nacional del momento,
habiendo omitido incluir ese principio en el Decreto Legislativo
2310 de 1974, para someter al Derecho Privado todos los contratos
que celebrara ECOPETROL en lo sucesivo, lo cual cabía dentro del
contenido material del Decreto, resolvió usar la potestad
reglamentaria para hacerlo mediante el Decreto 743 de 1975, al
que atrás hice referencia, con lo que, algunos nos inclinábamos a
pensar que había desbordado esa potestad.
La controversia no pasó de los foros académicos y la legalidad
del decreto reglamentario nunca fue impugnada ante los
Tribunales, posiblemente porque era una norma conveniente que
siempre se ha reclamado para el sector petrolero y que, sin duda,
correspondía al espíritu inicial de la ley 20 de 1969. De manera
que, al amparo de la presunción de legalidad que la cobijó, tuvo
como efecto que los contratos de exploración y explotación de
hidrocarburos de ECOPETROL se rigieron por el Derecho Privado.
El artículo 76 de la ley 80 de 1993, en su primera parte,
estableció que “…los contratos de exploración y explotación de
recursos naturales renovables y no renovables, así como los
concernientes a la comercialización y demás actividades
comerciales e industriales propias de las entidades estatales a
las que correspondan las competencias para estos asuntos,
continuarán rigiéndose por la legislación especial que les sea
aplicable…” (Énfasis añadido), de donde pudo concluirse que la
discusión sobre la norma de 1975 quedó superada y la ley 80
convalidó la aplicación del Derecho Privado a estos contratos.
No cabe duda que al expedir el Decreto 1760 el Gobierno tenía el
propósito que los contratos para la exploración y explotación de
hidrocarburos continuara regido por el Derecho Privado y por eso
acudió a la referencia expresa del artículo 76 de la ley 80. Sin
embargo, el mismo Decreto en su artículo 57 derogó expresamente
el Decreto 2310 de 1974 y, por ende, su decreto reglamentario 743
de 1975, que fue, como parece evidente, el que determinó la
“legislación especial aplicable” para los contratos de
exploración y explotación de recursos naturales no renovables, en
los términos de la ley 80. Es decir que mientras el artículo 5.3
del Decreto llevaba a concluir que los contratos estarían sujetos
al Derecho Privado, el artículo 57 del mismo deja esa disposición
sin efecto. Las dos normas, contenidas en el mismo estatuto,
resultaron excluyentes la una de la otra.
La confusión se resuelve acudiendo a las normas de la misma ley
80 en relación con el régimen jurídico aplicable a los contratos
que regula. Entre estos, quedan cubiertos los que celebre la ANH
dado el carácter estatal de esta última, creada como una Unidad
Administrativa Especial (entidades específicamente contempladas
en el numeral 2° del artículo 2° de la Ley 80) y posteriormente
transformada en Agencia Estatal, del sector descentralizado de la
Rama Ejecutiva del Orden Nacional, cubierta en consecuencia por
17
lo dispuesto en el numeral 1° de dicho artículo 2°. Y, por
disposición expresa contenida en el artículo 13 de la Ley 80, la
normatividad aplicable a los contratos que celebren estas
entidades son las del Derecho Civil y el Derecho Comercial, con
excepción de aquellos que estén específicamente reglados por ley
especial.
Se trata aquí del régimen mixto, “….conformado por las
disposiciones del derecho civil y comercial, en lo no regulado
especialmente para ellos, más las normas de derecho público
consagrados en el estatuto general de contratación de la
administración pública, así como las que lo desarrollen y las
demás disposiciones que se dicten sobre contratos específicos…”,
como lo expresa el Profesor Vidal Perdomo.35
Tendrán como base, por tanto, el principio de la autonomía de la
voluntad privada de las partes que, entre nosotros, es un
criterio específicamente aceptado para los contratos estales con
el fin de asegurar que las entidades puedan cumplir los fines
propios del Estado, a partir de la expedición de la ley 8036.
Por tanto, los contratos de la ANH se regirán por el Derecho
Privado que será aplicado por los jueces de la jurisdicción
contenciosa administrativa, o los tribunales de arbitramento
cuando se haya pactado la cláusula compromisoria, al resolver las
controversias derivadas de los contratos que celebren con las
compañías para la exploración y explotación de hidrocarburos.
De esta manera, se mantiene el cambio jurídico proveniente de la
reforma de la ley 20 de 1969, celosamente resguardado por la
Jurisprudencia colombiana en importante sentencia del Consejo de
Estado sobre la ilegalidad de los Decretos Reglamentarios 2782 de
1989 y 1093 de 1990, mediante los cuales el Gobierno Nacional del
momento introdujo algunos cambios a los contratos de asociación
existentes con Ecopetrol. El Consejo, en su Sentencia, sostuvo la
importante tesis que la contratación de la exploración y
explotación de petróleos de propiedad nacional se hace sobre el
principio de la autonomía de la voluntad de las partes y, por
tanto, la libertad contractual no puede ser restringida, limitada
o reglamentada por una mecanismo que no tenga la misma fuerza
legal del que la originó.37
Finalmente, habrá de reiterarse que ni el Decreto 1760 de 2003,
ni el 4137 de 2011 que, como se dijo, mantuvo el diseño,
negociación, celebración y administración de esos contratos como
función especial de la ANH, los regularon en su estructura y
35
VIDAL PERDOMO, Jaime. “Derecho Administrativo-General y Colombiano”. 13 Ed. Editorial Temis. Bogotá. 2002. Pág. 359. 36
Ley 80 de 1993. Artículo 40. DEL CONTENIDO DE LA CONTRATACIÓN ESTATAL. (……) Las entidades podrán celebrar los contratos y acuerdos que
permitan la autonomía de la voluntad y requieran el cumplimiento de los
fines estatales. ……” 37 Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo (Sección
3ª.) Sentencia de 3 de febrero de 1994. Rad. 6326. H.M. Julio César
Uribe Acosta.
18
efectos jurídicos, todo lo cual resultará del ejercicio
discrecional de las facultades de la ANH, de manera que se
mantuvo la regla de la “atipicidad” de estos contratos originaria
en la reforma institucional del año 1969.
2.4 Los contratos de la ANH
En cumplimiento de la función que le fue impuesta por el Decreto
1760 de 2003, después reiterada en el Decreto 4137 de 2011, la
ANH, con la aprobación de su Consejo Directivo, ha diseñado,
promovido y celebrado dos tipos de modalidades contractuales para
la exploración y explotación de hidrocarburos, según sus propios
términos contenidos en el artículo 6º del Acuerdo No. 008 de 2004
de dicho Consejo, aunque explícitamente se reservó acudir a
cualquiera otra. Las dos modalidades contractuales usadas hasta
el momento son: (a) Los llamados por su terminología inglesa
“Technical Evaluation Agreements”, mas conocidos coloquialmente
como “TEAs” y (b) Los llamados hoy en día “Contratos de
Exploración y Producción o “Contratos E&P””.
Los modelos contractuales han sido aprobados por el Consejo
Directivo y puestos en práctica desde el año 2004, con ajustes
que tienen lugar periódicamente, sin que la estructura
inicialmente aprobada haya sido variada. Al no hacer uso o
referencia a contrato típico alguno, resulta claro que el modelo
que apruebe el Consejo Directivo será el que las empresas
interesadas deberán suscribir, previas unas negociaciones
directas, hoy en día y desde el Acuerdo 02 de 2010 temporalmente
suspendidas, o la participación en un proceso de licitación,
pública o privada, cuya reglamentación también es función de la
ANH.38 Será, pues, un contrato atípico.
2.4.1: Los llamados TEAS
Los TEAs son una ingeniosa respuesta jurídica a un fenómeno
económico relativamente común en el negocio petrolero. En efecto,
notorio es que se trata de una industria de riesgo en el que se
precisa invertir grandes, a veces gigantescas, cantidades de
dinero en la exploración del recurso sin tener certeza alguna
sobre el éxito de la aventura. Ese riesgo es particularmente
mayor cuando se explora en áreas del territorio nacional donde
hay cuencas con muy poco o ningún conocimento geológico.
Adicionalmente, por lo general son áreas con deficiente
infraestructura civil y logística y, en ciertos casos,
lamentablemente, con baja presencia del Estado, todo lo cual
forza que los potenciales exploradores deban ser altamente
calificados en lo técnico y dispongan de elevados recursos para
la inversión.
El gran riesgo exploratorio se aminora, aunque no se extingue, en
la medida que se adquiera información a través de trabajos de
38 El Reglamento de Contratación vigente fue aprobado por el Consejo
Directivo mediante Resolución 04 de 2012, siguiendo en términos
generales los lineamientos de la Contratación Estatal consagrada en la
ley 80 de 1994.
19
geología de superficie, de adquisición y procesamiento de sísmica
e inclusive perforación de los llamados pozos estratigráficos39,
todo lo cual puede llevar a un mejor conocimiento del área
prospectiva y, a veces, a detectar la existencia de
hidrocarburos. Sin embargo, es sano suponer que ninguna compañía
de las calificaciones indicadas estará dispuesta a correr esos
riesgos y a invertir dineros solamente para conocer el área a
menos que adquiera un derecho, oponible a terceros, sobre la
información que obtenga.
Para resolver el dilema, la ANH en buen momento diseñó los TEA.
Estos consisten, en términos generales, en un contrato mediante
el cual la ANH le da a una compañía petrolera, que se denomina
“Evaluador” un derecho para realizar por su cuenta y riesgo
exclusivos trabajos de exploración para la evaluación del área,
definidos entre las partes y con compromisos de inversión muy
claros en cuanto al tipo y valor, con el fin de identificar zonas
que puedan contener prospectos petroleros. Además, la ANH percibe
unos pagos económicos por el uso de la superficie que en realidad
son apenas una prestación menor para la compañía petrolera.
El Evaluador que así se comprometa adquiere tres tipos de
derechos a: (a)Exclusividad de exploración durante el período
contractual; (b) Prioridad para contratar con la ANH un contrato
de exploración y producción sobre una parte del área materia de
la evaluación técnica frente a la oferta de terceros siempre y
cuando éstos no sean superiores a la suya y que hayan sido
presentadas a la ANH durante la vigencia del TEA y un corto
período adicional; y (c) Solicitar la celebración de un contrato
de exploración y producción sobre el área que identifique como de
su interés. Sin embargo, este contrato no nace necesariamente del
TEA, como ocurriría por ejemplo en un contrato de promesa, puesto
que sus términos y condiciones negociables deberán ser materia de
un acuerdo posterior y distinto entre la ANH y el hasta ese
momento solo Evaluador. Inclusive, es posible que no haya acuerdo
y por tanto la relación entre la ANH y el Evaluador se extinga
con el TEA sin que nazca otra posterior. Es posible también que
la negociación para el contrato posterior no sea aceptable para
la ANH, de todo lo cual resulta claro que el TEA es un contrato
autónomo e independiente, con un objeto distinto, del que
eventual, pero no necesariamente, el Evaluador celebre después
con la ANH.
Parecería, a primera vista, que solo el Evaluador se obliga y, de
acuerdo con los términos dispuestos por la ANH, el incumplimiento
39 El pozo estratigráfico está definido como aquel que se perfora con el
fin de determinar la estratigrafía de una zona geológicamente
desconocida. Se perforan únicamente con el objetivo de obtener
información geológica de las formaciones que son atravesadas durante la
perforación.
20
de sus obligaciones le acarrea no solo la terminación del
contrato sino la pérdida de garantías de cumplimiento que debe
otorgar, con todas las consecuencias legales y contractuales
inherentes a ese incumplimiento, además de las muy severas
sanciones que consagra el Estatuto de la Contratación Estatal por
las faltas a la responsabilidad contractual40. En cuanto a la ANH
respecta, ésta solo tendrá que respetar los derechos que el
Evaluador adquiere lo que es, primero que todo, un efecto de la
aplicación del principio de la Buena Fe contractual41 pero, por
supuesto, es también una obligación que surge del contrato cuyo
incumplimiento le podría llevar a indemnizar los perjuicios que
con su conducta cause al Evaluador.
Salta a la vista el carácter especial de este contrato, atípico
por excelencia y en nada comparable con figuras similares que
sencillamente no encontramos en el Derecho Colombiano, público o
privado. Tampoco hay antecedentes en el derecho petrolero
nacional, donde siempre los contratos con el Gobierno contienen
las estipulaciones aplicables para la explotación de yacimientos
que se encontruen en desarrollo de una exploración exitosa.
Acudiendo al derecho comparado, el modelo pudo ser inspirado, y
de hecho por ello resiste algún tipo de parangón, en el Sistema
de Licensamiento del Reino Unido, en donde se encuentran
Licencias para la Exploración y también Licencias para la
Producción con cláusulas que varían para uno y para otro caso, y
también según se trate de actividades continentales (“on shore”)
o costa afuera (“off shore”)42.
Tiene, sin embargo grandes diferencias con nuestros TEAs, porque
estos son uniformes para la exploración continental o en costa
afuera mientras que en el Reino Unido no lo son. La mas
importante diferencia entre una y otra allá es que en las “On
Shore Licenses”, el licenciatario recibe un derecho exclusivo
sobre un área específica, como aquí, pero no es así en las “Off
Shore Licenses”. Además, una gran disimilitud entre nuestro
40
Ley 80 de 1993. Artículo 58. DE LAS SANCIONES. Como consecuencia de las acciones u omisiones que se les impute en relación con su actuación
contractual, y sin perjuicios de las sanciones e inhabilidades
señaladas en la Constitución Política, las personas a que se refiere
este capítulo se harán acreedores a: 1º. En caso de declaratoria de
responsabilidad civil, al pago de las indemnizaciones en la forma y
cuantía que determine la autoridad competente: (…….) 3º. En caso de
declaratoria de responsabilidad civil o penal y sin perjuicio de las
sanciones disciplinarias, los servidores públicos quedarán
inhabilitados para ejercer cargos públicos y para proponer y celebrar
contratos con las entidades estatales por diez (10) años contados a
partir de la fecha de ejecución de la respectiva sentencia. A igual
sanción estarán sometidos los particulares declarados responsables
civil o penalmente.” (Énfasis añadido). 41 Código Civil Colombiano. “Artículo 1603. Los contratos deben
ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo que en
ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la
naturaleza de la obligación o que por ley pertenecen a ella.” 42 Terence Daintith & Geoffrey Willougby. “United Kingdom Oil and Gas
Law. Part.5 (Ed. 1992)
21
sistema y el británico, es que allá el titular de una Licencia de
Exploración para hacerse acreedor a ella generalmente tiene que
efectuar un pago en dinero y, además, no tendrá derecho
preferencial para adquirir una Licencia de Producción incluso
sobre aquellas áreas donde su exploración ha revelado la
presencia de reservas de petróleo y gas potencialmente
productivas, lo que ha hecho que éstas caigan en desuso y las
compañías se concentren en adquirir Licencias de Producción
aunque las obligaciones exploratorias les sean mas onerosas.43
2.4.2 Los Contratos E&P
Como lo he mencionado previamente, una de las primeras funciones
que abocó la ANH a partir de su constitución fue la de diseñar el
contrato que mejor convenía al momento politico y económico del
país. Integró para ese efecto una comisión de eminentes abogados,
-excepción hecha de quien habla-, expertos en Derecho Petrolero,
algunos desde el sector energético público y de ECOPETROL y
otros, representantes o asesores de empresas petroleras del
sector privado. El trabajo de esa comisión, a la que se dotó de
la mayor independencia, culminó con un modelo contractual que
posteriormente el Consejo Directivo de la ANH aprobó con menores
reformas y que, con cambios que no alteran su estructura jurídica
básica, se ha mantenido hasta la fecha. Se aprovechó la
experiencia adquirida tanto en los viejos contratos para las
concesiones reguladas por el Código de Petróleos como en las
estipulaciones de los contratos de asociación, aunados con la
madurez de una industria que había adquirido experiencia en sus
trabajos conjuntos con ECOPETROL durante los 30 años anteriores.
El contrato es, desde luego, atípico, aunque sigue en términos
generales la configuración de las concesiones petroleras. Cabría
preguntarse, entonces, para efectos de su cabal entendimiento y
su posterior interpretación por los jueces, si se trata de un
retorno al sistema de concesión que en materia petrolera estuvo
prohibido durante la vigencia del Decreto 2310 de 1974, derogado
expresamente, como ya se advirtió, por el decreto 170 de 2003.
En ese sentido conviene, entonces, hacer algunas precisiones
sobre las llamadas concesiones petroleras.
(a) La Concesión Petrolera en el Derecho Colombiano.
La historia normativa nos muestra una curiosidad jurídica en esta
materia. En efecto, el contrato de concesión petrolera nunca se
ha definido ni legalmente, ni doctrinaria ni
jurisprudencialmente, a diferencia, por ejemplo, del contrato de
concesión minera con el que guarda muchas similitudes44. Sin
43 International Petroleum Transactions. 2nd. Edition. Rocky Mountain
Mineral Law Foundation. Año 2000. Pág. 436. 44 El Art. 45 del Código de Minas define la concesión minera así: “El
contrato de concesión minera es el que se celebra entre el estado y un
particular, por cuenta y riesgo de éste, los estudios, trabajos y obras
de exploración de minerales de propiedad estatal que puedan encontrarse
dentro de una zona determinada y para explotarlos en los términos y
22
embargo, ha tenido presencia desde el inicio de la legislación
petrolera nacional y fue reglado profusa, y en veces
desordenadamente, desde entonces y mientras se aplicó. Es una
especie de fantasma pero de carne y hueso.
Históricamente, como lo recuerda el Maestro Antonio Rocha en su
estudio sobre el derecho de propiedad del subsuelo, a instancias
del General Pedro Nel Ospina el Senado de la República incluyó en
el artículo 3º de lo que fue la Ley 30 de 1903 la primera mención
al petróleo como un mineral distinguible de las minas
tradicionalmente explotadas hasta entonces. Esta ley, en su
artículo 5º, estableció que: “…Ningún contrato que el Gobierno
celebre para la enajenación o explotación de las minas de carbón,
depósitos de asfalto, petróleo o gas natural pertenecientes a la
misma, será válida sin la aprobación del Congreso”.45 (Énfasis
añadido). La ley, como se ve, menciona el petróleo y el gas
natural y sujeta su eventual explotación a la celebración de un
contrato, sin especificar su tipo, que requería en todo caso una
ley para su aprobación.
Dos años más tarde, en la administración del General Rafael
Reyes, se expidió el Decreto Legislativo 34 de 1935, ratificado
por la Ley 6 del mismo año, en que se dio autorización al
Presidente para otorgar privilegios especiales para, entre otras
cosas, explotar aceites minerales. Con base en esta autorización
el Presidente Reyes otorgó las Concesiones De Mares y Barco,
llamadas así en razón del nombre del señor Roberto De Mares y el
General Virgilio Barco, asignatarios de las mismas. Puede decirse
que estas concesiones representan el inicio de la industria
petrolera en el país y la primera de ella, a su reversión, el
origen de la actual ECOPETROL.
De manera que, como efecto de asignar una concesión, el Gobierno
de entonces celebró un contrato para la exploración y explotación
de las áreas que ellas cubrían. Así las cosas, la asignación de
la concesión resultaba ser el título del derecho y el contrato
contenía la manera cómo ese derecho debía ejercerse. En la
primera parte, esto es, el otorgamiento del título, no interviene
la voluntad del concesionario propiamente porque se trata de un
acto administrativo mediante el cual el Gobierno otorga una
facultad legal al destinatario para la exploración y eventual
explotación del petróleo; en la segunda, por el contrario, ya
existe un acuerdo de voluntades mediante la celebración de un
contrato que normalmente conlleva la libre determinación del
concesionario de adherir a las condiciones impuestas por el
condiciones establecidos en este Código. Este contrato es distinto al
de obra pública y al de concesión de servicio público”.
45 ROCHA, Antonio, “Historia y estado actual del derecho de propiedad
sobre el subsuelo petrolífero en Colombia”. Bogotá. Imprenta de la
Luz., 1923. Págs. 76 y ss.
23
Gobierno, nada de lo cual le quita contractualidad al acto como
lo ha resuelto desde tiempo atrás la doctrina moderna.46
Este esquema es muy parecido al que se aprecia años mas tarde, en
la ley 120 de 1919, considerada el primer estatuto
específicamente petrolero, que en realidad habla del derecho de
los particulares a obtener, previa solicitud reglamentada, una
concesión para tomar en arrendamiento terrenos baldíos para la
exploración y explotación47. La ley reglamentó los contratos de
arrendamientos en capítulo especial en donde ni siquiera menciona
la concesión y, por el contrario, establece que para celebrar el
arrendamiento debe haber obtenido la aprobación de una licencia
especial del Gobierno.
Tanto en la ley 37 de 1931, antesala del Decreto 1056 de 1953,
como en este último estatuto, mejor conocido como Código de
Petróleos, se establece que cuando el Gobierno, a través del
Ministerio de Minas y Petróleos de entonces, acepte una propuesta
para la exploración y explotación de hidrocarburos en el
territorio nacional celebrará un contrato para ese efecto, sin
decir qué tipo de contrato. Procede a regularlo en detalle o,
valga decir, a “tipificarlo”, haciendo diversas referencia a la
figura del “concesionario”, que también denomina, a veces,
“contratista”, así como a las “concesiones” de la exploración y
explotación de petróleos, pero no de manera sistemática, y sin
definir el contrato propiamente. No obstante, esas referencias
dispersas y los antecedentes se tradujeron en contratos de
concesión que se ajustaron a la reglamentación del Código de
Petróleos.
En todo caso, la constante que permite estructurar el contrato
administrativo de Concesión Petrolera según la tipología legal,
particularmente la del Código de Petróleos y la Ley 10 de 1961
que lo modificó y complementó, identifica cinco elementos
fundamentales: (i) La exploración y explotación de los
hidrocarburos se hacía sobre un territorio determinado, que en su
mínima y máxima extensión establecía la ley, por cuenta y riesgo
exclusivo del concesionario; (ii) El concesionario era autónomo
en la ejecución del contrato, sin perjuicio que tal autonomía
estuviera en función de programas de trabajo y planes de
inversión aprobados por el Ministerio; (iii) la propiedad del
petróleo que se produjera era del concesionario, excepto en una
porción que era la retribución pagadera al Gobierno a título de
regalía, entonces definida en el propio Código de Petróleos; (iv)
El concesionario tenía otras cargas económicas consistentes en el
pago del llamado “canon superficiario” y las garantías de
46 LAMPREA, Pedro. “Contratos Administrativos”. Tratado Teórico y
Práctico”. Citando a BERCAITZ. Fondo de Cultura Jurídica. Bogotá, 1979.
Pág. 280. 47
Ley 120 de 1919. Articulo 7º- El derecho de explotar los yacimientos o depósitos situados en los terrenos de que habla el artículo 3º se
adquiere por la concesión de arrendamiento que otorga la Nacional a
toda persona natural o jurídica, que conforme a las leyes comunes tenga
capacidad para obligarse como arrendatario y adquiere el derecho de
serio, según las disposiciones de esta ley.
24
cumplimiento, también fijadas en la ley; (v) Al final del término
del contrato operaba lo que impropiamente suele llamarse
“Reversión”48 de los bienes dedicados a la explotación de los
campos petroleras, distinguiendo para la metodología de élla
entre muebles e inmuebles.49
(b) La Concesión Petrolera en la doctrina petrolera
universal.
Un grupo de Profesores Eméritos de la Universidad de Stanford,
crearon en el año 1957, y desde entonces se ha venido
actualizando, un compendio sobre temas de uso en la industria
petrolera como una guía del conocimiento y la investigación de
primerísimo orden que incluyen copiosa referencias a doctrina y
jurisprudencia anglosajona sobre los distintos temas. En este
libro, Manual de Términos de Petróleo y Gas, pero por su nombre
original en inglés “Manual of Oil and Gas Terms” se define la
Concesión (“Concession”) como “el acuerdo (generalmente de un
gobierno anfitrión) mediante el cual se permite a una compañía
petrolera extranjera buscar y producir petróleo en el área
definida en el acuerdo. El término ordinariamente incluye un
límite en el tiempo y una provisión para el pago de una regalía
al gobierno”.50
La definición es muy general, como es obvio que lo fuera por la
naturaleza de la obra, y, hoy en día como se verá, resulta
incompleta. Sin embargo, refleja el espíritu de los contratos de
Concesiones Petroleras celebradas entre los Gobiernos anfitriones
y las compañías petroleras, que han recorrido un interesante
camino jurídico signado por presiones y movimientos políticos
desde finales del Siglo XIX cuando las primeras que se conocen
fueron celebrados por los Zares en Rusia, donde todo el subsuelo
pertenecía al Imperio, con la Royal Dutch Shell, entre varias
otras, las cuales eran muy favorables a las compañías, hasta
nuestros días en donde siguiendo el espíritu del contrato, los
términos son más equilibrados para las partes.
Por ello, y en el propósito de entender el concepto actual de la
concesión petrolera, cabe destacar que en los tiempos corrientes
se habla de dos tipos de Concesiones, a saber: La Concesión
Clásica, en mucho semejante a las antiguas concesiones
48
LAMPREA, Pedro A. Citando al Profesor Eustorgio Sarria, en su análisis del Contrato de Concesión Administrativo, “……estima impropio aplicar el
nombre de reversión a esta operación ya que el término significa volver
alguna cosa al estado que antes tenía, y efectivamente en el caso de
montaje e instalaciones hechas por el concesionario quedan de propiedad
de la administración pública bienes que antes no eran de ella”. Obra
citada. Pág.. 279. 49
Sobre un análisis del contrato de concesión puede consultarse el
artículo de la abogada Juanita LEJOUR DE MORENO, “Sistemas de
Contratación en Colombia”, incorporado en el libro “Temas Mineros y
Petroleros”, citado. Págs. 153 y ss. 50 "MANUAL OF OIL AND GAS TERMS”, by Howard R. WILLIAMS, Robert E.
PARADISE and Charles J. MEYERS. 8th. Edition by Matthew Brothers. Pág.
219. (Traducción del autor de este trabajo).
25
colombianas, y la Concesión Moderna, a mi juicio, muy compatible
con los Contratos E&P de la ANH.
b.1 La Concesión Clásica
El arquetipo de la Concesión Clásica fue el celebrado por el Shah
de Persia en 1901 con el multimillonario William Knox D´Arcy, por
cierto de profesión original abogado, de nacionalidad inglesa
aunque residente en Australia, la cual concesión diera origen a
la Anglo Persian Oil Company, posteriormente llamada Anglo
Iranian Oil Company. Fue un acuerdo extremadamente ventajoso para
el grupo D´Arcy que recibió por 60 años para la exploración y
explotación un área de 500,000 millas cuadradas de Persia (Ahora
Irán), es decir, más o menos tres cuartas partes del país, a
cambio de un 16% de regalía, previo, claro está, un pago al Shah
de un “bono” de 100,000 Libras y otro de 100,000 en acciones de
la compañía petrolera51.
Este tipo de contrato empezó a aplicarse, especialmente en el
Medio Oriente, pero pronto llegó por la influencia de las
poderosas compañías multinacionales a otras regiones, inclusive a
Latinoamérica, especialmente a Venezuela, México y en alguna
medida a Colombia.
Todos tenían como características comunes: (i) Un derecho a
explorar y producir sobre una vasta extensión de terreno del país
anfitrión; (ii) Una duración muy larga; (iii) Un gran control de
la empresa sobre los términos y las condiciones de desarrollo de
las operaciones petroleras y (iv) muy pocos derechos a cambio
para los Estados, casi exclusivos al derecho de recibir una
regalía,52 las cuales hacen recordar los elementos consagrados en
el Código de Petróleos aplicados en los contratos de concesión
petrolera colombianos de la primera mitad del siglo anterior que
antes cité.
En las primeras décadas de ese siglo proliferaron este tipo de
concesiones que favorecían en mucho el capital de riesgo de las
grandes multinacionales, -por esa época empezando su camino en la
historia-, y muy poco a los intereses de los países anfitriones.
A manera de indicación, por ejemplo, era frecuente que no se
pactara obligaciones concretas de perforación ni obligaciones
precisas de retornar territorio al Estado aunque no efectuaran
trabajos. Los países anfitriones prácticamente no tenían derecho
alguno a intervenir en decisiones operativas y el único beneficio
económico que recibían fue la regalía. Algunos de esos contratos
de concesión liberaban de impuestos a las compañías o los
sujetaban solamente a algunos específicos en los propios
acuerdos, todo lo cual reflejaba la gran diferencia en capacidad
51 YERGIN, Daniel. “La Historia del Petróleo”. Ed. Javier Vergara. Pág.
174 y ss. 52 “International Petroleum Transactions”. Obra citada. Pág. 412.
26
negociadora de las multinacionales petroleras especialmente en
los países subdesarrollados.53
Ante esa situación desigual y los frecuentes abusos en el trato a
los trabajadores nacionales, grupos políticos de tendencias
nacionalistas, influenciadas sin duda por las ideas populares de
la triunfante revolución bolchevique, así como fuerzas laborales
colectivas aún no organizadas en sindicatos, fortalecieron las
posiciones de los Gobiernos que comienzan a rechazar esos
contratos de concesión inequitativos y a asumir posiciones
drásticas frente a las empresas. La más fuerte de ellas fue la
conocida nacionalización del petróleo en México en 1938 para
colocar todos los recursos en la empresa estatal. Otros países
decidieron invitar a las empresas concesionarias a renegociar los
contratos lo que resultó en nuevos y diferentes tipos de
acuerdos. Algunos más, tomaron la posición de honrar lo pactado
pero no prorrogar los contratos al final, sufriendo entre tanto
las consecuencias adversas en períodos contractuales muy
largos.54
b.2 El tránsito a la Concesión Moderna55.
Aún connotados autores de Derecho Anglosajón aceptan que no se
puede entender el nuevo sentido de la concesión, la llamada
“Concepción Moderna”, sin entender a su turno el concepto de
contracto administrativo desarrollado por la Jurisprudencia en
Derecho Francés.
En esencia, la noción básica de contrato es común para los
contratos celebrados por los estados con particulares o entre
éstos entre sí.56 Sin embargo, a principios del siglo XX surge en
la doctrina y la jurisprudencia francesa aquella controversia
sobre si había o no una diferencia real entre un contrato civil y
uno celebrado por la Administración, que fue la base para la
creación del “droit administratif” francés, con gran impacto en
la legislación de países que recogen su influencia. Pronto se
llegó a la conclusión que los principios ordinarios de los
contratos pueden no ser adecuados en ciertos contratos públicos,
particularmente aquellos relacionados con la concesión de
servicios públicos. Es cuando, como todos sabemos, aparecen
figuras jurídicas tan decisivas en el derecho contemporáneo,
53 Sobre el particular se puede consultar la obra de MIKESELL, Raymund.
“Petroleum Company Operations and Agreements in the Developing
Countries”, publicada en 1984. 54 “International Petroleum Transactions”. Obra citada. Pág. 418.
55 Sobre este punto se puede consultar CATTAN, Henry. “The Law of Oil
Concessions in the Middle East and North Africa”. Oceana Publications,
Dobbs Ferry, New York. 1967. 56 Sobre la noción de contrato administrativo, entre nosotros, es muy
interesante el amplio análisis del profesor Jaime VIDAL PERDOMO, en su
libro “Derecho Administrativo-General y Colombiano”, antes citado.
Págs. 353 y ss. Esta es una obra de obligatoria consulta en esta
materia. Los nexos del derecho colombiano con el francés son muy bien
expuestos y facilitan el entendimiento del pensamiento de los autores
de Derecho Anglosajón en el análisis a que hago referencia en este
punto.
27
público y privado, como la “Teoría de la Imprevisión”, hoy en día
consagrada en el artículo 868 del Código de Comercio Colombiano57
y que se origina en una sentencia del Consejo de Estado Francés
preciamente sobre un caso de concesión de suministro del servicio
público de gas para alumbrado a la ciudad de Burdeos en el año
191658.
Se concluyó para aquel entonces que el vínculo contractual es
menos rígido en los contratos administrativos por razón del
poder que la Administración debe tener para eventualmente
alterarlos, e inclusive, terminarlos unilateralmente. El
Magistrado Valencia Arango, al referirse a ese hecho, afirma que
en Francia “…..el derecho administrativo surgió como una
necesidad de explicar la distinta calidad, poder y manera de
actuar de la administración, en relación con la manera de actuar,
los poderes y las facultades del particular”59.
El principio de la igualdad y el de inmutabilidad de los
contratos se afecta, entonces, por el “jus variandi” del que goza
la Administración y que ha de ejercerse, dentro de límites de
razonabilidad, cuando el fin económico privado contradice al fin
o necesidad pública colectiva en términos que puede afectar su
ejecución.
Estas estipulaciones contractuales resultaban extrañas a las
reglas del “Commom Law” y de contera para las grandes compañías
petroleras en su gran mayoría provenientes de potencias
económicas con tradición en el Derecho Anglosajón. No era fácil
para éstas entender, y mucho menos aceptar, condiciones
contractuales tan especiales en las concesiones petroleras sino
en la medida que representaban una expresión de la soberanía
nacional de los Estados anfitriones. Por ello, las concesiones
petroleras en países con regímenes jurídicos de diferente origen
pasaron a ser contratos administrativos con las carácterísticas
propias de tales, sujetos a las normas del derecho administrativo
y a la jurisdicción de lo contencioso administrativo en la medida
que esta se fue creando con poderes propios distinguibles de la
jurisdiccion ordinaria de jueces civiles. Tal fue el caso de
57 Artículo 868 del Código de Comercio (Parágrafo primero): “Cuando
circunstancias extraordinarias, imprevistas o imprevisibles,
posteriores a la celebración de un contrato de ejecución sucesiva,
periódica o diferida, alteren o agraven la prestación de futuro
cumplimiento a cargo de una de las partes, en grado tal que le resulte
excesivamente onerosa, podrá éste pedir su revisión ………” 58 Sobre el origen de la Teoría de la Imprevisión en Derecho Francés se
puede consultar VIDAL PERDOMO, Jaime. Obra citada. Pág. 221. Sobre su
evolución y efectos en Derecho Colombiano, puede consultarse a PALACIO
HINCAPIÉ, Juan Ángel. “La Contratación de las Entidades Estatales”. 4ª
Ed. 2003. Librería Jurídica Sánchez R. Ltda. Pág. 374 y ss., ambos
autores con citas a doctrina francesa y nacional, así como
Jurisprudencia del Consejo de Estado. 59 VALENCIA ARANGO, Jorge. “Dirección del Contrato y Potestades
Excepcionales”. Artículo incluido en el libro “Comentarios al Nuevo
Régimen de Contratación Administrativa”. Ed. Rosaristas. 1994. Págs.
127 y ss.
28
nuestros contratos de concesión petrolera, regulados, como se
dijo, por el Código de Petróleos de 1952.
Sin embargo, la doctrina jurídica en materia petrolera puso de
presente que, si bien una concesión para la exploración y la
producción de petróleos tiene características comunes con las
concesiones generales de servicios publicos, principalmente
porque los derechos son otorgados directamente por el Estado que
suele ser el propietario del recurso natural, hay otras en que
difieren sustancialmente. La mas importante consiste en que en
las concesiones de servicios públicos las empresas adquiren el
compromiso de prestar en lugar de la Administración Pública un
servicio necesario para toda la comunidad. Por ejemplo, los
servicios de gas, agua, electricidad o transporte, necesarios
para todos. El concesionario en este caso adquiere el derecho de
cobrar tarifas a los usuarios del servicio, previamente definidas
con la Admnistración.
En las concesiones petroleras, en cambio, los concesionarios no
asumen la prestación de un servicio público por el cual cobren
una compensación del público beneficiario. El concesionario
ejecuta una empresa de tipo comercial a través de un acuerdo con
el Estado, o con una entidad estatal, mediante el cual adquiere
el derecho a producir, exportar y vender el recurso natural a
cambio de una retribución económica que paga al Estado o a la
entidad estatal correspondiente.60
La distinción entre las concesiones de servicios públicos y las
petroleras aparece en el Tribunal de Arbitramento entre la
compañía Aramco y el Gobierno de Arabia Saudita, en donde se
expresó que:
“…La concesión de Aramco no podía verse como una concesión de
servicio público porque no afecta a usuarios, ni derechos
pagables por el público, quienes no tienen recursos legales
contra el servicio que ejecuta el concesionario. Una concesión
no se convierte en servicio público porque la explotación del
recurso natural sea de extrema importancia para la economía
del estado concedente, ni aún cuando la estabilidad financiera
del Estado dependa de dicha explotación. La compañía no tiene
obligación de operar un servicio de manera continua y
permanente en beneficio de terceros (los usuarios)…(….) El
estatus regulando la compañía no supone, por consiguiente, un
“acto-condición” en el sentido del Derecho Francés; el estado
no puede intervenir para modificar las cláusulas a los
concesionarios…”61 (Ënfasis añadido).
De allí que, buscando conciliar la necesidad de los países
poseedores del recurso por atraer y abrir la competencia a los
indispensables recursos económicos de las empresas petroleras con
la de defender el aprovechamiento racional de su recurso soberano
y recibir una compensación económica apropiada, fueron
60 CATTAN, Henry. Obra citada. Págs. 76-78.
61 El laudo arbitral es citado en “International Petroleum
Transactions”. Obra citada. Pág. 429. (La traducción es del autor de
este trabajo).
29
desarrollándose figuras contractuales novedosas que mantienen
adecuadas condiciones financieras para las compañías petroleras y
dan un papel contractual predominante a los Estados, los cuales,
además, quedan menos expuestos a las críticas de origen político.
Ejemplo de ellos fueron los llamados “Production Sharing
Agreements”, o “Contratos de Producción Compartida”, el primero
de los cuales fue suscrito en 1966 por la compañía Ilapco con la
Compañía Nacional Petrolera de Indonesia, llamada entonces
Permina y posteriormente Pertamina62 y las que, con diversos
nombres, se conocen genéricamente en la doctrina como
“Concesiones Modernas” estructuradas en las décadas siguientes.
b.3 Los elementos relevantes de la Concesión Moderna y
su comparación con los Contratos E&P.
Como se desprende de lo expuesto en capítulo anterior, los
elementos de las concesiones que las condujeron a su
vulnerabilidad política y al rechazo de los Gobiernos fueron,
principalmente: (i)Las extensísimas áreas territoriales que
cubrían; (ii) muy poco o ningún control de los estados soberanos
sobre manejo y operación de las compañías para la explotación de
un recurso natural no renovable de señalada importancia, y (iii)
las desventajas financieras para los países anfitriones en la
participación de los ingresos sobre la base exclusiva del
reconocimiento de regalías.
Esos elementos adversos son los que se busca remediar a través de
la negociación de contratos que los superen, sin estar cobijados
por la rigidez de un estatuto administrativo y con la posibilidad
de discusión de algunos aspectos fundamentales, especialmente en
cuanto a programas de inversión y derechos por la explotación.
El modelo de concesión moderna que suele citarse como ejemplo de
tal es el diseñado en el emirato de Abu Dhabi, cuya ciudad del
mismo nombre es una de las sedes de los órganos del gobierno
federal de los Emiratos Árabes Unidos. Como se conoce, estos
emiratos han experimentado un gigantezco ritmo de crecimiento
económico a partir de los años 70 del siglo pasado precisamente
como consecuencia del desarrollo de enormes reservas
petrolíferas.
Esta concesión otorga el derecho exclusivo para explorar, buscar
y perforar, producir, almacenar, transportar y vender petróleo
dentro del área de concesión designada, por un número específico
de años63. De ella recojo los principales elementos de cambio y
los encontro comparables con los incorporados en la estructura
62
JOHNSTON, Daniel. “International Petroleum Fiscal Systems and
Production Sharing Contracts”. PennWell Publishing Company.1994. Pág.
39 and ss. 63
Sobre el contrato de concesión de Abu Dhabi se puede consultar a: BLINN, Keith, DUVAL Claude, LE LEUCH Honore & PERTUZIO, Andre.
“International Petroleum Exploration Agreements: Legal, Economic and
Policy Aspects (1986).”
30
básica de los Contratos E&P de la ANH. En efecto, y en términos
muy generales:
- La Concesión de Abu Dabhi establece un período de 35
años, mucho mas corto que el de las concesiones
petroleras anteriores en la mayoría de los países. El
Contrato E&P de Colombia, por su parte, preve duraciones
definidas tanto dentro del período de exploración como el
de producción, el primero de ellos por 6 años, y el
segundo de 24 años64, para un total de 30 años.
Vale la pena destacar que el Contrato E&P concede un
derecho al contratista para obtener una prórroga o
extensión del término del Período de Producción por
períodos sucesivos de 10 años hasta lo que se conoce como
límite econónomico del campo o campos comerciales siempre
y cuando cumpla rigurosamente ciertas condiciones
previamente previstas para la ejecución del contrato
original y se comprometa, además, a entregar una
participación adicional en la producción a la ANH.
En este punto voy a permitirme una digresión del tema
para hacer énfasis en este aspecto del contrato de E&P, a
mi juicio muy importante, en cuanto significa un avance
notable para resolver un problema planteado en relación
con los contratos de asociación de ECOPETROL. En efecto,
éstos no contemplaban la posibilidad de extensiones en el
término del período de producción. Por el contrario,
contenía cláusulas que establecían un período de
duración máximo. Cuando algunos de los mas importantes
estaban próximo a vencerse surgió la inquietud de si una
prórroga mutuamente consentida era viable desde el punto
de vista jurídico y, en cierta forma, también desde el
punto de vista político, puesto que se levantaron voces
contrarias reclamando la llamada reversión a favor de
ECOPETROL y el consiguiente derecho de la empresa estatal
para seguir explotando las reservas remanentes para su
exclusivo beneficio y sin necesidad de compartir gastos e
ingresos con el asociado privado.
El problema fue sometido a la Sala de Consulta y del
Servicio Civil del Consejo de Estado por el Ministerio de
Minas y Energía en el año 2003, a raíz de la propuesta de
extensión del contrato de producción incremental “Santa
Catalina”, -que es una variante del contrato de
asociación-, presentada a ECOPETROL por la compañía Texas
Petroleum Company en donde se encontraban áreas de
producción de gas natural en la costa atlántica.
64
Debe aclararse que los 24 años se cuentan separadamente respecto de cada “Área de Explotación” que se encuentre en el área del contrato,
por lo que las actividades de producción en una misma área por el
contrato pueden concluir en diferentes momentos pero en ningún caso,
salvo prórroga del términos, mayor de los 34 años respecto de cada una.
31
El Consejo de Estado, al resolver la consulta, sentó un
criterio de resonada importancia para la interpretación
de los contratos en torno al problema de su prórroga
considerando que ésta es válida legalmente por mutuo
acuerdo entre la compañía estatal y su contraparte
privada, por efecto del régimen jurídico que les es
aplicable. Sin embargo, el criterio para que la entidad
estatal de su consentimiento a la prórroga o extensión
del término del contrato ha de resultar si ella reporta
mayor beneficio económico para los interese de la nación
por los compromisos adicionales que asuma la compañía
petrolera y las nuevas condiciones que se pacten.
Sobre el particular me parece pertinente trascribir aquí
lo expresado por el Consejo de Estado, así: “…., podría
encontrar conveniente y útil la celebración o extensión del
contrato inicial en los mismos términos contractuales en cuanto
a la participación y a las regalías, en la medida en que el
asociado adopte compromisos que previamente no tenía o ceda
derechos que previamente tenía, que implicaran un menor riesgo
para la Nación, y que compensen el menor riesgo asociado a la
producción en el período de extensión. Si la evaluación de
estos nuevos compromisos y de estas cesiones, tiene un mayor
valor presente neto que los ingresos netos que tendría la
Nación si optara por el mecanismo de la reversión o la
explotación directa, la extensión del contrato constituye una
medida racional y lógica. Pero, es claro que debería manejarse
bajo su propia naturaleza, esto es como una extensión del
contrato ………”.65 (Énfasis añadido).
- Retomando el tema, el segundo elemento que se encuentra
en la concesión de Abu Dabhi tiene relación con las
cláusulas sobre devolución de porciones del área
contratada inicialmente cuando había un descubrimiento
comercial. El efecto de estas cláusulas es forzar las
empresas petroleras multinacionales a descubrir reservas
comerciales dentro de los períodos de exploración
pactados o liberar el terreno al Gobierno para que éste
pueda aprovechar la nueva información geológica recaudada
y celebrar nuevas concesiones sobre las áreas
devueltas66.
En ese sentido, los Contratos E&P contienen muy precisas
disposiciones que contemplan devoluciones voluntarias y
obligatorias de áreas del contrato. En este punto, debe
destacarse, la ANH siguió un criterio que aparecía en
disposiciones legales del Código de Petróleos que
regulaban el antiguo contrato administrativo de concesión
sobre devoluciones voluntarias de terrenos67 y en las
65 Consejo de Estado. Sala de Consulta y Servicio Civil. Consejera
Ponente: Dra. Susana Montes de Echeverri. Bogotá, D.C.,31 de julio de
2003. Rad. No: 1499 66 “International Petroleum Transactions”. Obra citada. Pág. 431,
sobre Concessions and Licenses. 67 Código de Petróleos. Artículo 23: “ .. …(…) Todo contratista podrá
devolver, previo aviso al Gobierno, a partir del final del segundo año
32
establecidas por ECOPETROL, en forma obligatoria, en los
contratos de asociación.
- El contrato de Abu Dabhi contempla obligaciones expresas
para el concesionario en materia de programas de trabajo.
Los Contratos E&P adoptan esa posición pero van más allá
aún por cuanto establecen Programas Exploratorios Mínimos
que la ANH determina. El contratista puede comprometerse
con inversiones exploratorias adicionales que se
convierten en obligaciones contractuales y que suelen ser
factor determinante para la adjudicación de contratos en
procesos licitatorios competitivos. Además, para la Etapa
de Producción, el contratista debe proponer un Plan de
Desarrollo aceptable para la ANH, el cual se somete a
revisiones periódicas, y finalmente, en el primer
trimestre de cada año, el contratista tiene que presentar
a la ANH un Programa Anual de Operaciones con el lleno de
claros requisitos.
- Como se ha dicho, uno de los problemas mayores con las
concesiones tradicionales era la gran autonomía que
gozaba la compañía petrolera en el manejo de las
operaciones. Ellos se traducía en que las compañías no se
comprometían a planes de desarrollo específicos; podían
perforar los pozos que consideraran a su antojo y en
general sacaban ventaja de que los países anfitriones no
tenían la capacidad técnica ni financiera para
desarrollar sus reservas. Todo lo anterior terminaba en
una intrusión inconveniente de las compañías sobre la
soberanía de las naciones para desarrollar sus recursos
naturales de suerte que éstos quedaban al arbitrio del
interés comercial foráneo de las empresas, el cual
raramente coincide con el de los países.
La concesión de Abu Dabhi contempló la inclusión de
cláusulas que forzaban compromisos de trabajo y de
inversión mínimas que, de no cumplirse en un período
determinado, acrecían las obligaciones para los años
siguientes y podían, de persistir, ser causales para la
terminación de los contratos.
En los contratos E&P, como se vio, estas cláusulas se
incluyen aún con mayor rigor y van acompañadas de
facultades de seguimiento y supervisión estrictas de la
ANH, -algo que se echa de menos en las concesiones
petroleras antiguas-, quien no autoriza avanzar en los
diferentes períodos contractuales mientras no emita
documentos de constancia de cumplimiento de las
obligaciones de cada período surtido.
de perfeccionado el contrato, y de año en año, en todo el período de la
exploración, lotes no menores de tres mil (3000) hectáreas y de
longitud que sea aproximadamente dos y media (2 ½) veces su
latitud…………”.
33
- El otro espacio de crítica de las concesiones antiguas
tenía que ver con la reducida participación de los
Estados en los recursos económicos generados por los
proyectos. Para contrarestarlo, la concesión de Abu Dabhi
incluyó una cláusula contemplaba el pago de una regalía
creciente, la cual iba de 12,5% hasta 20% de la
producción, en función de los volúmenes diarios que se
obtuvieran68.
El Contrato E&P es aún mas conveniente para el país en
este punto. En cuanto a regalías, dado que entre nosotros
este es tema del resorte legal, la ANH es una simple
recaudadora de las mismas69. Sin embargo, vale decir que
en materia de regalías por la producción de
hidrocarburos, el sistema es también creciente, según lo
establecido en el artículo 16 de la ley 756 de 200270.
Ahora bien, el contrato establece ciertos derechos
económicos en favor de la ANH a título de participación
en la producción que se obtenga previo descuento del
volumen de regalías, así como por el llamado “uso del
subsuelo”, semejante al antiguo “canon superficiario” de
las concesiones petroleras reguladas por el Código de
Petróleos71 y, muy innovativamente, un derecho adicional
sobre la producción en caso de precios altos consistente
en que, despues de alcanzar ciertos volúmenes de
producción acumulada y siempre y cuando los precios
internacionales del crudo de referencia, generalmente el
“West Texas Intermediate” , o “WTI”, superen un precio base definido en el acuerdo inicial con la ANH, ésta
tendrá derecho a una participación adicional en la
producción calculada según una fórmula cuyo contenido
está pactado desde el acuerdo inicial.
El anterior análisis comparativo, que no pretende ser exhaustivo
sino muy general, entre la Concesión Moderna de Abu Dabhi, una de
68
La cláusula de regalías en la Concesión de Abu Dabhi establece: “La Compañía deberá pagar al Gobierno una regalía igual a doce y medio por
ciento del Precio de Referencia del Crudo producido y obtenido en el
Área de Concesión cada año, excluido el Petróleo Crudo usado por la
Compañía …(….) Si la producción de Crudo durante el año calendario
llega a ser un promedio de 100,000 barriles por día, la compañía deberá
pagar 16%; 200,000 barriles por día – 20%....” Tomado de “International
Petroleum Transactions”. Obra citada. Pág. 433, sobre Concessions and
Licenses. (Traducción del inglés del autor de este escrito). 69 Decreto 1760 de 2003 Artículo 5.10 y Decreto 4137 de 2011. Artículo
11. 70 El artículo 16 de la ley 756 de 2002 establece como regalía por la
explotación de hidrocarburos de propiedad nacional, sobre el valor de
la producción en boca de pozo, un porcentaje creciente que va de 8%
para producciones iguales o menores a 5000 barriles por día hasta 25%
para las que sean mayores de 600,000 barriles diarios, mediante la
aplicación de una fórmula establecida en la propia ley. El criterio se
aplica para el petróleo y para el gas pero en este último caso se
concede un menor porcentaje en ciertos casos teniendo en cuenta las
características o la ubicación del campo. 71 Código de Petróleos. Art. 26.Modificado por el artículo 9º de la Ley
10 de 1961.
34
las primeras en celebrarse por fuera de rígidos cánones de la
contratación administrativa de origen francés, y las
caraterísticas del Contrato E&P permite concluir, en mi opinión,
que este corresponde al modelo internacionalmente aceptado desde
hace algún tiempo como concesión moderna. Respetando las reglas
de interpretación aplicables en derecho privado colombiano, que
se han mencionado repetidamente en este escrito, la referencia al
contrato de concesión moderna es un instrumento de interpretación
que no debiera ignorarse por el juez administrativo, o el árbitro
en su caso, para resolver diferencias que genera la ejecución e
interpretación de los Contratos E&P ya que se trata de modelos
corrientes para la exploración y explotación de hidrocarburos en
la práctica de una industria de característica universal.
3. LOS CONTRATOS DE LAS EMPRESAS PETROLERAS PRIVADAS.
Los cambios institucionales del año 2003 para el sector petrolero
trajeron en poco tiempo una respuesta muy positiva para la
industria petrolera y para la economía del país. Es de público
conocimiento que se activó la exploración y aumentó la producción
hasta superar promedios de 1,000,000 barriles por día; llegaron
nuevas empresas multinacionales con tecnologías avanzadas que
permitieron la reactivación de campos ya descubiertos y el
mejoramiento de las eficiencias de producción, todo lo cual se
convirtió en mayores ingresos para el fisco nacional; mayor
inversión privada, nacional y especialmente extranjera; nuevas
oportunidades de trabajo y de capacitación tecnológica de
trabajadores colombianos y, en fin, un buen número de resultados
positivos fáciles de apreciar por estadísticas oficiales de
publicación casi diaria.
Por otra parte, se volvieron frecuentes los anuncios de fusiones
y adquisiciones de empresas del sector, así como fenómenos
económicos hasta entonces inéditos en Colombia, como el ingreso
de compañías petroleras de origen extranjero al mercado bursátil
nacional y la proyección, nacional e internacional, de ECOPETROL,
que a raíz de la reorganización ordenada por la ley 1118 de 2006,
abrió un porcentaje de su capital accionario a inversionistas
privados, con el propósito de ganar una auténtica autonomía
financiera y ampliar su capacidad competitiva. La mal llamada
“privatización” de ECOPETROL, fruto desde luego de las nuevas
perspectivas económicas para la empresa desde el año 2003, es un
hecho de no poca significancia si se piensa que no mas de una
década antes se consideraba un imposible político. Así mismó la
nueva situación abrió un horizonte jurídico interesante sobre el
cual la doctrina colombiana apenas empieza a ocuparse en
profundo.
Ese cambio fundamental dio relevancia a ciertos contratos entre
compañías petroleras privadas, comunes en la industria universal
pero ajenos a la normatividad jurídica nacional, cuya existencia
y efectos jurídicos entre nosotros solo empiezan a atraer la
atención de juristas y estudiosos cuando los primeros conflictos
inter partes se someten a la decisión de jueces y árbitros, y su
35
validez suele cuestionarse frente a los compromisos de las partes
en sus propios contratos con la ANH.
Aunque son varias y diversas las figuras jurídicas de corte
contractual que aparecen a raíz del fenómeno económico que
empieza en el 2003, solamente haré referencia, de manera general
y solo para los propósitos de este trabajo, a dos clases de
contratos, a saber: (i) Los contratos entre una compañía que
tiene un contrato E&P con la ANH y otra que tiene interés en
adquirir una parte del mismo, esto es, contratos relacionados con
la cesión de intereses, total o parcial, que una compañía tenga
en un Contrato de E&P con la ANH; y (ii) Los contratos entre
compañías que se asocian para compartir intereses y obligaciones
en un Contrato de E&P con la ANH.
Ahora bien, presupuesto necesario para el entendimiento y
correcta apreciación de estos contratos es, a su vez, el
reconocimiento de dos elementos básicos en la industria de la
exploración y explotación de hidrocarburos.
De una parte, ésta es una industria de riesgo, especialmente en
la etapa de la exploración, lo cual conlleva la destinación de
grandes cantidades de dinero en moneda de transacción
internacional como el dólar americano con la posibilidad de
pérdida absoluta si la exploración resulta fallida. Las empresas,
entonces, buscan legítimamente diseminar su riesgo abriendo
distintos frentes de exploración, inclusive en diferentes países
con distintos rasgos de oportunidades geológicas, y cediendo o
intercambiando los derechos que adquieren y las obligaciones que
asumen en los contratos que tienen con los gobiernos anfitriones
con otras empresas también ansiosas de dispersaar sus propios
riesgos. El ánimo de esparcir los riesgos inherentes de esta
industria y en otras ocasiones, el de conseguir fondos mediante
aportes de otras empresas del mismo sector, en lugar de acudir a
los medios financieros tradicionales, costosos y con aversión a
los créditos para inversiones de riesgo, son, sin duda alguna,
motivos prepronderantes que las empresas tienen en mente al
celebrar estos contratos. Es decir, esa es la intención de las
partes y, por tanto, conocerlo con claridad juega papel
determinante en la función interpretativa del juez o el árbitro
en su caso.
Destaco aquí que en un reciente laudo arbitral proferido para
resolver diferencias entre empresas petroleras privadas (Delavaco
Energy Colombia Inc. Sucursal Colombia contra P1 Energy Alpha
SAS y otro), sobre el cual volveré adelante en otro contexto, el
Tribunal indicó la importancia de acudir a la motivación de las
partes al celebrar un contrato denominado por ellas como
“Participation Agreement”, o “Acuerdo de Participación”,
obviamente sin regulación legal entre nostros, con el fin de
caracterizarlo y reconocerle los efectos jurídicos que el
Tribunal consideró como propios en la ley colombiana.72
72
Tribunal de Arbitramento: Delavaco Energy Colombia Inc. Sucursal
Colombia (hoy Pacific Stratus Energy Colombia Corp. Sucursal
ColombiaTambién vs. P1 Energy Alpha SAS y Petroleum Equipment
36
El segundo elemento inherente a la industria petrolera es que es
intensiva en capital. Tanto la exploración como la explotación y
las posteriores actividades comerciales e indutriales de este
sector, como el transporte, la refinación y la comercialización
del producto refinado, exigen grandes inversiones de dinero que
no están al alcance de todas las personas. Ello motiva que las
empresas elijan con mucha frecuencia compartir los costos de
capital y operación de sus proyectos asociandose con otras en
formas contractuales de colaboración y que inclusive los
Gobiernos celebren contratos de asociación con empresas privadas,
todos ellos de carácter atípico, como ocurrió en Colombia entre
1974 y 2003.
3.1 Los Contratos relativos a la transferencia de intereses en
Contratos con la ANH o ECOPETROL.
Dentro de esta categoría se encuentran los contratos que celebran
las empresas petroleras con el objeto de adquirir, total o
parcialmente, una participación en el contrato que otra tiene con
la entidad estatal o adquirir algunos de los derechos que se
deriven de ese contrato pero sin que se produzca una sustitución
en la posición contractual del primero.
- En los primeros casos una compañía se compromete a ceder,
total o parcialmente, sus derechos y obligaciones, vale
decir, su posición en el contrato con la agencia estatal, a
otra compañía que a cambio o bien le paga una suma de dinero
o bien asume la ejecución de obligaciones pactadas por la
primera en su contrato. Estos contratos siempre están
condicionados a que la agencia estatal, la ANH entre
nosotros, acepte como cesionario al adquirente. Sin embargo,
las partes solicitarán esa aceptación solamente cuando la
empresa cesionaria pague totalmente el dinero o ejecute a
cabalidad las obras que asume en forma tal que el cedente
aparezca ante la ANH como un contratante cumplido.
La presentación general antedicha permitir advertir, en
realidad, la existencia de dos negocios jurídicos. Uno es el
contrato en que las partes se comprometen a efectuar la
cesión con la aprobación de la ANH y otro esta misma que
generalmente se efectua a través de un documento donde se
expresa la voluntad mutua de la cesión y se suscribe por el
cedente, cesionario y la ANH si ésta lo consiente.
Cabe recordar que la cesión de contratos está regulada en
nuestro Código de Comercio en los artículos 887 a 896 y
también que es característica de los contratos petroleros
con el Gobierno ser de tracto o ejecución sucesiva, por la
naturaleza de las prestaciones que se asumen, y, además, que
son ‘intuitu personae’, dados los requerimientos de tipo
International SAS (hoy Nikoil Energy Corp. Sucursal Colombia). 19 de
Noviembre de 2013. Árbitros: Dres. Juan Pablo Cárdenas Mejía, Ernesto
Villamizar Cajiao y Andrés Fernández de Soto.
37
legal, financiero y operativo que la ANH exige para
calificar sus contratistas73. No cabe duda que bajo la ley
colombiana siempre será necesaria la aceptación de la ANH
aún si no estuviere pactado en el contrato E&P, como, en
efecto, lo está74. De manera que los contratos de cesión que
impliquen el desplazamiento de la posición contractual son
contratos típicos.
No puede afirmarse lo mismo del contrato previo a la cesión
propiamente dicha, excepto claro está cuando bien sea por
voluntad expresa de las partes o porque lo convenido por
ella se adecúe a una regulación prevista en la ley como
podría ser una promesa de cesión, por ejemplo, pueda
enmarcarse en una tipología legal.
- La otra clase de contratos dentro de esta primera categoría
corresponde a casos en que una compañía petrolera se
compromete a ceder, bien su posición contractual total o
parcial (cesión del contrato)en su contrato con la estatal,
si la otra, después de adelantar una “debida diligencia”
legal, geológica y financiera,(“due diligence”) resuelve
adquirirlo o cuando simplemente se compromete a cederle a la
otra una participación proporcional en los ingresos
provenientes de la explotación, siempre y cuando la
interesada aporte unos dineros o ejecute por cuenta del
primero alguna o todas las obligaciones que ésta debería
ejecutar en cumplimiento de su propio contrato.
La dificultad de interpretación se suscita cuando las
partes del contrato que pueden ser, ambas o una de ellas,
empresas extranjeras con sucursales establecidas en Colombia
y, por tanto, para todos los efectos legales, consideradas
colombianas según la preceptiva del artículo 10 del Código
de Petróleo75, acomodan su acuerdo dentro de formas
73 Véase en este punto los requisitos de capacidad jurídica, financiera
y operativa que deben reunir las empresas contratistas para ser
admitidos a proponer contratos a la ANH, en los Acuerdos No. 08 de 2004
y 04 de 2012 del Consejo Directivo. 74 “Art. 887 del Código de Comercio.- En los contratos mercantiles de
ejecución periódica o sucesiva cada una de las partes podrá hacerse
sustituir por un tercero, en la totalidad o en parte de las relaciones
derivadas del contrato, sin necesidad de aceptación expresa del
contratante cedido, si por ley o por estipulación de las mismas partes
no se ha prohibido o limitado dicha sustitución.
La misma sustitución podrá hacerse en los contratos mercantiles de
ejecución instantánea que aún no hayan sido cumplidos en todo o en
parte, y en los celebrados intuitu personae, pero en estos casos será
necesaria la aceptación del contratante cedido.” (Énfasis añadido). 75 Artículo 10 del Código de Petróleos .-“….. (….) Las compañías cuyo
asiento principal de negocios está en algún país extranjero, que
quieran establecerse en Colombia y celebrar con la Nación o con
particulares contratos sobre petróleo, deberán constituir y domiciliar
en la cabecera del Circuito de Notaría de Bogotá, aunque no sean
colectivas, una casa o sucursal, llenando las formalidades del artículo
470 de y de sus concordantes del Código de Comercio, casa que será
considerada como colombiana para los efectos nacionales e
38
contractuales comunes en la industria petrolera,
provenientes del Common Law o simplemente a las prácticas
usuales en el sector, pero desconocidas por nuestra
normatividad.
Algunas de estas formas o modalidades contractuales,
identificadas y muy estudiadas en la Jurisprudencia en el
Derecho Anglosajón, se conocen por su nombre corriente en la
industria. Haré referencia a las mas comunes, mas no las
únicas, conocidas en el derecho petrolero universal por sus
nombres en inglés y sin traducción precisa al castellano, a
saber: Los “Farm-Outs Agreements” y los “Earn-In
Agreements”. Otros, sin nominación en Derecho, son el fruto
del acuerdo libre y espontáneo de la voluntad privada de las
partes. En ese sentido, podrían imaginarse tantos como caben
dentro de la volición humana pero aquí me limitaré a los que
suelen denominarse “Participation Agreement” traducibles al
castellano como “Acuerdos de Participación” ya que se están
volviendo de corriente uso a partir del auge petrolero
proveniente del 2003.
Unos y otros, por sus características propias, ofrecen algún
grado de dificultad en su interelación con las cláusulas del
Contrato E&P, y también del Contrato de Asociación de ECOPETROL,
por cuanto éstos perentoriamente señalan como causal de
incumplimiento y de terminación unilateral de los mismos, toda
cesión del contrato que haga la compañía petrolera sin su
aceptación previa y escrita.
3.2 La cesión de contrato en los Contratos E&P.
Como decía anteriormente la figura de la cesión de contratos está
reglada en el Código de Comercio (Art. 887 y ss.)(Supra.).
También se advierte que, si bien el inciso primero del artículo
892 del estatuto mercantil pareciera identificar dos términos que
son diferentes desde el punto de vista filológico pero tembién
jurídico, “notificar” o “aceptar” como condición para la
vinculación entre el cesionario y el deudor cedido76, en el caso
de los Contratos E&P no puede caber duda que la cesión de
posición contractual hace forzosa la aceptación de la ANH por el
carácter intuitu personae de esos contratos.
Adicionalmente, el Contrato E&P siempre establece que el
contratista de la ANH “…..tiene derecho a ceder o transferir
total o parcialmente sus intereses, derechos y obligaciones
emanados de este contrato, con la previa autorización escrita de
la ANH, a otra compañía, consorcio o unión temporal, que tenga la
capacidad financiera, la competencia técnica, las habilidades
internacionales, en relación con estos contratos y los bienes, derechos
y acciones sobre que ellos recaen. ……..” (Énfasis añadido). 76 “Art.892.- El contratante cedido no podrá cumplir válidamente a favor
del cedente las prestaciones derivadas del contrato cedido, una vez
notificada o aceptada la cesión o conocido el endoso ……..” En el mismo
sentido está redactado el artículo 894.
39
profesionales y la capacidad jurídica necesarias para actuar en
Colombia”.77 (Énfasis añadido)
La autorización es, pues, un acto solemne porque debe efectuarse
por escrito aunque, en mi sentir, no siendo ésta una solemnidad
legal sino convencional la ausencia de aceptación escrita no le
quita efecto en tanto tal aceptación esté claramente demostrada
por otros medios.
Aún más, el modelo de Contrato E&P actualmente aprobado por el
Consejo Directivo de la ANH establece como primera causal de
terminación unilateral por incumplimiento del contratista: “….(…)
.. a) Ceder este contrato, total o parcialmente sin dar
cumplimiento a lo previsto en la Cláusula 25 (sic.)…”.78
Por tal razón es oportuno aquí, en mi opinión, destacar dos
puntos de la mayor importancia:
(1) Como lo he expuesto, hay que hacer una distinción entre
el contrato que da origen a la cesión y la cesión misma.
Arrubla Paucar, sostiene apoyándose en doctrina italiana,
que las normas del Código de Comercio sobre cesión de
contratos no regulan un título sino mas bien un modo para
la sustitución de partes en el contrato, en el sentido de
que esa es la forma para cumplirse el tránsito en la
titularidad. El título es diferente de la cesión y lo
expresa así el tratadista: “ …. El título que da lugar a
la cesión, puede ser un contrato u otro negocio jurídico,
ocurrido entre el contratante cedente y el tercero
cedido, y puede tener la naturaleza más diversa, como por
ejemplo, compraventa, permuta, aporte en sociedad, etc
…”79
Conforme con este criterio que comparto, el contrato
entre las compañías petroleras donde convienen la cesión
y que puede ser, como se ha dicho, uno de los que
corrientemente se usan en la industria a nivel mundial,
como el “Farm Out”, o uno tipificado o no dentro de la
legislación colombiana, es una cosa y la cesión misma es
otra.
La validez y los efectos jurídicos del contrato-título
debe apreciarse desde el punto de vista de la capacidad
jurídica de las partes, la expresión del consentimiento
libre de vicios y la legitimidad en la causa y en el
objeto, contemplados respecto de ese contrato como
entidad autónoma.
77 La redacción es tomada del modelo de Contrato E&P que aparece en la
página web de la ANH. www.anh.gov.co 78 Tomado de la página web de la ANH. www.anh.gov.co
79 ARRUBLA PAUCAR, Jaime. “Contratos Mercantiles”. Tomo I. “Teoría
General del negocio Mercantil”. Biblioteca Jurídica. 12ª Ed. 2008. Pág.
270.
40
(2) Ahora bien, la cesión misma se deriva de ese título pero
es diferente. Por esta razón, siendo claro que es
preciso, tanto desde el punto de vista contractual como
el legal que la ANH otorgue una aceptación formal, si
ésta no tiene lugar, la cesión no se perfecciona.
Solamente a partir de la aceptación se entenderá que la
cesión produce sus efectos entre las partes incluyendo
entonces la ANH, de conformidad con lo establecido en el
artículo 894 del Código de Comercio.80
El tratadista Massimo Bianca sostiene, con base en
jurisprudencia y doctrina italiana, que la cesión es un
contrato plurilateral, porque “….El consentimiento del
contratante cedido es un elemento constitutivo de la
cesión y no una simple adhesión al acuerdo entre cedente
y cesionario …” y, más precisamente, que “..aquí se
trataría de un contrato trilateral”.81
Criscuoli, citado por Bianca, ha dicho que “ …En esta
perspectiva aparece coherente la deducción en el sentido
de que cada una de las partes puede revocar su propio
consentimiento antes de la adhesión del cedido”82, de
manera que, trayéndolo a la problemática petrolera que
nos ocupa, bien podrían las compañías arrepentirse de
efectuar la cesión y así comunicarlo a la ANH antes que
la formalización de su aceptación tenga lugar.
En suma, en el caso de las cesiones de intereses en los Contratos
Petroleros la aceptación expresa y formal de la ANH es un
elemento esencial para que la cesión tenga lugar y los contratos
que celebren las compañías tendientes a ese fin se entenderán
sujetos a una condición sine qua nom para que la cesión se
perfeccione. Una estipulación en contrario carece de validez
porque la norma legal, el artículo 887 del Código de Comercio en
su inciso final, no admite excepción respecto de los contratos
celebrados intuitu personae como los Contratos E&P.
Cabe preguntarse, entonces, qué ocurre con los compromisos
derivados del contrato previo si la ANH no llegare a aceptar la
cesión, sobre la base ya expuesta que ese es un contrato válido
en tanto reúna para si mismo los requisitos de ley para serlo. En
mi opinión, habría que interpretar en cada caso lo que las partes
hayan convenido en ejercicio de su libre autonomía para
obligarse. Así por ejemplo, si la potencial cesionaria hubiere
ejecutado actividades para el cedente sin reserva del riesgo
comercial inherente a la incertidumbre de la aceptación de la
ANH, no tendría título alguno para reclamar rembolso o reintegro
de los gastos en que hubiere incurrido para ese efecto. Y, en
80 Art. 894 .- La cesión de un contrato produce efectos entre cedente y
cesionario desde que aquella se celebre; pero respecto del contratante
cedido y de terceros, solo produce efectos desde la notificación o
aceptación, salvo lo previsto en el inciso tercero del artículo 888. 81 BIANCA, C. Massimo. “Derecho Civl”. Tomo 3. El Contrato. Universidad
Externado de Colombia.2007. Pág. 737. 82 BIANCA, C. Massimo. Ibídem.
41
general, podría decirse que los compromisos que las compañías
hubieren adquirido en el contrato que celebraron con el ánimo de
hacer esa cesión posterior serán eficaces y plenamente exigibles
entre ellas porque el contrato es válido, excepto en cuanto
impliquen la cesión misma ya que ésta depende necesariamente de
que se obtenga la aceptación de la ANH.
En el evento que la ANH no lo acepte no habrá cesión porque faltó
el consentimiento de una de las partes para que ella se
perfeccione. Pero no por eso se invalidan los compromisos
previos que hubieren asumido las partes en su contrato como
prerrequisito para solicitar la aceptación de la cesión a la ANH.
Por consiguiente, las prestaciones mutuas causadas con
anterioridad al rechazo de la ANH tendrán plenos efectos entre
las partes, salvo que éstas hubieren sujetado esa eficacia a la
aceptación de la ANH. Cuando no medie una renuncia expresa en el
contrato, se debe entender que las obligaciones derivadas del
mismo para las partes son un elemento de sus riesgos comerciales
y, en ausencia de acuerdo expreso sobre restitución de
prestaciones mutuas, éstas quedarán en firme hasta el momento en
que la ANH se pronuncie negativamente.
Dentro de este orden de ideas, parecería lógico concluir también
que si la ANH no acepta formalmente la cesión, pero las partes
privadamente persisten en ella, a sus espaldas, por medio de un
“Acuerdo Privado”, la ANH tendrá una acción contra la compañía
cedente para la terminación del Contrato E&P invocando, no la
inexistencia de la cesión por supuesto, sino el incumplimiento de
su contratista con base en la causal atrás trascrita.
No obstante, no estaría legitimada la ANH a iniciar esa acción, a
mi juicio, si las partes ante la negativa de aceptación,
resuelven cambiar la naturaleza de su relación jurídica o
celebrar otro que revista las condiciones de un subcontrato. Por
dos razones: La primera porque el contratista es autónomo para
conducir las operaciones de exploración y explotación de
hidrocarburos, siendo ésta calidad que se deriva de la naturaleza
del tipo de contrato hoy en día aprobado por la ANH y
específicamente reconocida en su texto. La segunda, porque en
este caso no hay cesión sino un contrato distinto y la causal que
genera el derecho unilateral de terminación se refiere a la
cesión.83
83 La cláusula 23 del Contrato E&P vigente dice así: “AUTONOMÍA: EL CONTRATISTA tendrá el control de todas las operaciones y actividades
que considere necesarias para una técnica, eficiente y económica
Exploración del Área Contratada y para la Evaluación y Producción de
los Hidrocarburos que se encuentren dentro de ésta. EL CONTRATISTA
planeará, preparará, realizará y controlará todas las actividades con
sus propios medios y con autonomía técnica y directiva, de conformidad
con la legislación colombiana y observando las Buenas Prácticas de la
Industria del Petróleo. EL CONTRATISTA desarrollará las actividades
directamente o a través de subcontratistas……….” (Énfasis añadido).
Tomado de la página web: www.anh.gov.co
42
Precisamente el reciente laudo arbitral que resolvió las
controversias entre las compañías petroleras Delavaco Energy
Colombia Inc. Sucursal Colombia (hoy Pacific Stratus Energy
Colombia Corp. Sucursal Colombia) vs. P1 Energy Alpha SAS y
Petroleum Equipment International SAS (hoy Nikoil Energy Corp.
Sucursal Colombia), a la que he hecho referencia previamente,
hizo la distinción entre esas dos figuras jurídicas en estos
términos:
“…Es precisamente la transferencia o no de la calidad de
parte y la consiguiente sustitución de un contratante por
un tercero que se convierte en titular de los derechos
derivados del contrato y deudor de las prestaciones
derivadas del mismo lo que permite distinguir la cesión de
contratos de otras figuras jurídicas como es el
subcontrato. En efecto, lo que caracteriza el subcontrato
es que se mantiene el contrato inicial entre quienes lo
celebraron y se celebra un nuevo contrato contrato con un
tercero, cuyo objeto coincide en todo o en parte con el
contrato principal….”84 (Énfasis añadido)
3.3 Los contratos privados de las petroleras para la cesión
de intereses en el Contrato E&P.
Entendido que son dos negocios jurídicos distintos el contrato
bilateral en que las compañías convienen ceder sus intereses en
el Contrato E&P y el “trilateral” de cesión,, los requisitos de
existencia y validez de cada uno son materia de interpretación
independiente.
Puede suceder que las compañías, con fines hacia la cesión,
celebren un contrato típico en la normatividad colombiana. Por
ejemplo, un contrato de promesa de cesión la cual es
jurídicamente viable entre nosotros con base en la norma general
del artículo 861 del Código de Comercio que contempla la promesa
de negocio, siempre y cuando “se someta a las reglas y
formalidades del caso”. El tratadista Peña Nossa afirma, con
muy buen sentido, que el contrato de promesa “…tiene una razón
económica, cual es la de asegurar la confección de otro
posterior, cuando las partes no lo desean o están impedidos para
hacerlo inmediatamente….”85, concepto que encuadra bien con los
acuerdos previo entre petroleras respecto a una posterior cesión
de los intereses en un Contrato E&P.
Bastaría entonces que el contrato de promesa en sí reuniera los
elementos que les prescribe el artículo 89 de la ley 153 de 1887
para su formación y efectos, aclarando que no sería preciso que
conste por escrito porque esta solemnidad, establecida en esta
ley civil, no aplica en los contratos comerciales de promesa
según lo ha resuelto la Corte Suprema de Justicia de tiempo
84 Laudo arbitral entre las compañías petroleras Delavaco Energy vs. P1
Energy Alpha SAS y otra citada. Pág 71. 85 PEÑA NOSSA, Lisandro. “Contratos Mercantiles - Nacionales e
Internacionales” Ed. Temis. 4ª Ed. Pág. 159.
43
atrás86. Claro que el punto no deja de ser teórico porque las
compañías petroleras tienen como práctica que todos sus
contratos, independientemente de su naturaleza, se celebren por
escrito.
Sin embargo, lo corriente es que las compañías celebren otro tipo
de contratos, mas propios de las prácticas petroleras que de las
normas legales colombianas, de los cuales haré referencia general
a las figuras tomadas del Common Laws que suelen ser los mas
corrientes:
3.3.1 Los “Farm Out Agreements”
Son contratos muy propios de la industria petrolera profusamente
analizados y definido en sus características jurídicas por la
jurisprudencia del Common Law. Podría afirmarse que son los mas
usuales en la industria porque son multipropósitos en el sentido
que resultan útiles para satisfcer diversos intereses de las
partes.
El Manual de Términos de Petróleo y Gas lo define citando lo
proveido por la Corte en el caso de Rex Oil & Gas Co. Vs Busk,
resuelto en 1953, en los siguientes términos (Traducción del
idioma inglés del autor de este trabajo):
“ Una forma muy común de contrato entre operadores
mediante el cual el titular de un contrato que no
desea continuar perforando conviene en ceder sus
derechos en el contrato, o una porción de ellos (en
común o separadamente) a otro operador que desea
efectuar la perforación. ….(…..) … La característica
principal del “farmout” es la obligación del
cesionario de perforar uno o mas pozos en el área del
contrato como un prerequisito para que se efectúe la
transferencia.” 87
Esta definición es citada en otras sentencias de jurisprudencoa
norteamericana y permite indicar algunas carcaterísticas básicas
de estos contratos que, como he dicho, empiezan a ser corrientes
entre compañías petroleras que tiene negocios en Colombia, por lo
cual aprovecho para hacer referencia a lo que la experiencia
indica usual en ellos y la manera como podrían ajustarse a
nuestra normatividad:
- La compañía cedente, que en inglés se denomina “Farmor”, es
titular de intereses en un Contrato E&P y desea ceder parte
de ellos a otra que tiene interés en adquirirlos. Esta
última se llama “Farmee” o “ “Farminee” porque respecto de
éste el negocio se denomina en inglés “Farm In”.
- El precio que paga el “Farmee” para adquirir el derecho de
cesión es en especie porque se trata de la ejecución de
86 Corte Suprema de Justicia. Sentencia de 13 de Noviembre de 1981.
G.J. CLXVI. Pág. 610. M-P- Ricardo Uirbe Hoguín. 87 “Manual of Oil and Gas Terms”. Citada. Pág. 437.
44
actividades que corresponden al “Farmor” dentro de sus
compromisos propios en el Contrato E&P, generalmente la
perforación de uno o varios pozos hasta cierta profundidad,
dentro del área del contrato y en los términos de tiempo
que el “Farmor” ha convenido con la ANH.
- El “Farmout”, en su concepción típica, es un acuerdo de
cesión pero, si usáramos términos propios del derecho
Civil, no lo es pura y simple porque está sujeta a término
y especialmente a un entramado condicional complejo, poco
usual en Derecho Colombiano, que suelen encapsular en el
título “Conditions Precedent”, siguiendo el texto en inglés
propio del Common Law, que literalmente se traduce como
“Condiciones Precedentes”.
Este punto requiere una aclaración, a saber:
o La aceptación de la ANH es una de las llamadas
“Condición Precedente” que entre nosotros no está
definida de esa manera pero que se puede entender como
una condición suspensiva porque si no se cumple la
cesión no llega a nacer. Nuestra Corte permite tal
calificación ya que ella se desprende del sentido de
la condición aunque el título es exótico a nuestra
legislación. Así en Sentencia de 1993, la Sala de
Casación Civil dijo que : “….debe entenderse que para
reglamentar este tema específico del cumplimiento o la
frustración de las condiciones, el ordenamiento
positivo se inspira en los postulados generales de
conservación de los negocios jurídicos válidamente
celebrados y respeto por la autonomía de los
particulares pero siempre dentro de precisos límites
de razonabilidad, economía y sentido práctico de las
operaciones….” (Énfasis añadido).88
o Por otra parte, que en orden de tiempo es lo primero,
el “Farmee” solamente adquiere el derecho a exigir del
“Farmor” que solicite a la ANH la aceptación de la
cesión de los intereses en el contrato cuando ejecuta
cabalmente las actividades que se comprometió. El
“Farmor”, por su parte, se compromete desde la
celebración del contrato (El “Farm Out Agreement”)a
solicitar de la ANH la aceptación de la cesión una vez
el “Farmee” complete en tiempo y adecuadamente esos
compromisos, de suerte que entre las llamadas
“Condiciones Precedentes” hay otra que, entre
nosotros, equivale a la prevista en la parte final del
segundo inciso del artículo 1535 del Código Civil
Colombiano89. En efecto, la condición consiste en un
88
Corte Suprema de Justicia. Sentencia de Casación Civil. Junio, 28 de 1993. Exp. 3680. M.P. Dr. Carlos Esteban Jaramillo Schloss. 89 Código Civil Colombiano “Art. 1535 .- Son nulas las obligaciones
contraídas bajo una condición potestativa que consiste en la mera
voluntad de la persona que se obliga.
45
hecho voluntario del “Farmee”, que es la persona que
se obliga y se ajusta a lo que nuestra Corte Suprema
ha calificado de “simplemente potestativa”, para
distinguirla de las “puramente potestativas” que son
las que consisten en la sola voluntad del obligado,
las cuales son nulas como claramente lo indica la ley
civil.90
o En síntesis: (i) El “Farmout Agreement” termina siendo
entre nosotros, por regla general, un contrato de
cesión directa de intereses en un Contrato E&P; (ii)
No obstante, la obligación de la compañía cedente no
es pura y simple sino sujeta a una condición compleja
que se desprende en, primero, una condición
simplemente potestativa, surtida la cual, da derecho
al eventual cesionario para exigir que la cedente
presente solicitud de aceptación a la ANH; y segundo,
a una condición suspensiva, que consiste en que la ANH
acepte expresamente la cesión. Si todo ello ocurre,
las partes, incluida la ANH, suscribirán un documento
de cesión y esta quedará perfeccionada con los efectos
ya citados del artículo 894 del estatuto mercantil;
- Es común que las partes pacten que “harán sus mejores
esfuerzos” para solicitar y obtener la aceptación de la ANH
lo cual, a mi juicio, el juez o árbitro deberá interpretar
como una obligación de hacer conjunta, de medio y no de
resultado, para sancionar el eventual incumplimiento de
manera coherente cuando ellos ocurra.
- Ahora bien, en cuanto a los efectos del rechazo de la ANH a
la cesión, respecto de las prestaciones cumplidas con vista
a consolidar la cesión dentro del Contrato E&P, me remito a
lo expuesto con anterioridad en la relación con la validez
y la efectividad de un contrato válido en la ley colombiana
pero que no resultó suficiente para alcanzar el fin último
que las compañías perseguían, vale decir, la sustitución,
total o parcial, de la posición contractual del “Farmor”
((Cedente) por el “Farmee” (Cesionario) en el contrato.
Los propósitos que persiguen las compañías petroleras a celebrar
este tipo de contratos, u otros similares tomados del modelo
anglosajón, los había mencionado someramente y, como en su lugar
también se dijo, la búsqueda prioritaria de esos motivos es un
criterio ya asumido por la justicia arbitral (Supra.). Por regla
general, sin embargo, vale decir que es común que lo hagan por
razones como las siguientes:
- Para el “Farmor”:
Si la condición consiste en un hecho voluntario de cualquiera de las
partes, valdrá.” 90 Corte Suprema de Justicia. Sentencia de Noviembre 22 de 1945. G.J.
T.LIX. Pág. 795.
46
o Compartir sua riesgo y disminuir el costo de sus
obligaciones;
o En ciertos casos, en especial cuando atraviezan
eatapas de iliquidez, evitar el incumplimiento de sus
obligaciones bajo el Contrato E&P encontrando una
forma de financiarlas sin acudir al sistema financiero
tradicional, costoso y poco amigo de fondear
obligaciones de alto riesgo;
o Aprovechar la mejor experiencia o la tecnologóa
avanzada del “Farmee”, que aumente las expectativas de
éxito y adquirir información geológica a costo del
“Farmee”.
- Para el “Farmee”:
o Hacerse a una porción de interés sobre un área que
considere con potencial hidrocarburífero;
o Utilizar equipo y recursos que eventualmente estén
ociosos
o Posibilidad de desarrollar un área productiva pero
compariendo riesgos.
En fin, son variadas las razones o intenciones que conducen a las
partes a celebrar estos contratos, todas ellas entendibles a la
luz de las características propias de los negocios petroleros,
frente a las cuales los jueces o tribunales no pueden asumir una
posición pasiva sino un ánimo de indagación.
Los Departamentos Jurídicos de las empresas, especialmente los de
sus casas matrices, suelen acudir a modelos preparados por
academias y abogados expertos pero educados bajo una tradición de
Common Law, como lo dije anteriormente, en donde describen en
forma detallada en los encabezamientos de los textos
contractuales esas razones o intenciones, lo cual, sin duda
alguna, facilita al Juez colombiano su entendimiento.
Con frecuencia, -y es esta una complicación adicional para el
intérprete-, están en idioma inglés, lo cual implica que deban
traducirse por traductor registrado ante el Ministerio de
Relaciones Exteriores, por un intérprete oficial o por un
traductor designado por el juez, o el árbitro en su caso, con el
fin de que puedan obrar en el proceso y ser apreciados en su
valor probatorio a las voces del artículo 251 del Código General
del Proceso que vino a sustituir el antiguo artículo 260 del
Código de Procedimiento Civil. 91
Finalmente, en mi opinión, el “Farmout Agreement”, en la medida
que reúna los requisitos exigidos en el artículo 1502 del Código
91 Código General del Proceso. Art. 251 .- Para que los documentos
extendidos en idioma distinto del castellano puedan apreciarse como
prueba se requiere que obren en el proceso con su correspondiente
traducción efectuada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, por
un intérprete oficial o por un traductor designado por el juez. En los
dos primeros casos la traducción y su original podrán ser presentados
directamente. En caso de presentarse controversia sobre el contenido de
la traducción, el juez designará un traductor.
47
Civil92, constituye un contrato válido ante la ley colombiana y
producirá todos sus efectos jurídicos que corresponderá calificar
al Juez, o al árbitro en su caso. Para estos fines, el Juez o el
árbitro, habrán de interpretarlo siguiendo las reglas generales
de aceptación en nuestro ordenamiento pero entendiendo que la
intención generadora del mismo tiene que ver con el entorno
específico del negocio de las compañías petroleras, en mucho
diferente al de otros sectores de negocios.
Por otra parte, no menos importante, a pesar que en sí mismo el
“Farmout Agreement” es un contrato de cesión de intereses no
constituye un incumplimiento de la compañía cedente en sus
obligaciones con la ANH porque el acuerdo no es puro y simple
sino sujeto a, entre otras, la condición suspensiva de su
aceptación en los términos exigidos por la ley y el Contrato E&P.
3.3.2 Los “Earn-In Agreements”.
Esta es otra figura muy propia del Derecho Petrolero en su
contexto mundial. En este tipo de contratos, una compañía se
compromete a asumir el ciento por ciento (100%)de los costos de
adquirir, explorar y desarrollar un proyecto petrolero específico
que correspondan a las obligaciones de otra compañía en su
contrato con el Gobierno, a cambio de recibir de ésta un
porcentaje de interés en el contrato una vez ha cumplido
satisfactoriamente sus compromisos contractuales. Hasta ese
momento no recibirá interés alguno. Sin embargo, este interés
puede no ser un porcentaje en los derechos en el contrato sino lo
que suele llamarse “Overriding Ropyalty” o lo que se conoce como
“net profit interest” después de alcanzar determinado nivel de
inversiones aunque la totalidad del compromiso no se hubiera
concluido.93
Por “Overriding Royalty” en la industria petrolera se considera
una participación en la producción total de hidrocarburos, a
semejanza, y en adición, a la regalía que se paga al Estado94. Un
“Net Profit Interest” es un ingreso porcentual sobre la
producción neta, esto es, después de haber deducido de la
producción bruta todos los costos vinculados a ella. No tiene un
significado uniforme y puede variar según el acuerdo de las
partes, por lo que algunos autores americanos sostienen que “ …su
naturaleza y los derechos de su titular deben ser determinados en
las estipulaciones del instrumento que la crea..”95 En cualquier
caso, el “Overriding Royalty” o el “Net Profit Interest” se toma
de la parte que le corresponda a la compañía cedente porque
92
93
Sobre el concepto de “Earn-In Agreement” puede consultarse “Carried Interest in Mining Agreements” Publicado por Rocky Mountain Mineral Law
Foundation en 1990. 94 Un completo estudio sobre el concepto de “Overriding Royalty” se
puede encontrar en la decisión proferida en el caso Meeker v..
Ambassador Oil Co.. (10th. Circuit), 1962. 95 KUNTZ, E, “A Treatise on the Law of Oil & Gas”. Sección 63.5.
Publicado en 1978. (Traducción del inglés del autor de este trabajo).
48
obviamente ésta no puede castigar la participación del Estado.
Ahora bien, el “Earn-In Agreement” tiene lugar generalmente por
razones económicas. Es decir, la compañía que tiene el Contrato
E&P puede, eventualmente, necesitar fondos para cumplir sus
compromisos pero no tiene interés en ceder su posición
contractual, ni total ni parcialmente.
Desde este punto de vista, si bien constituye un contrato atípico
entre nosotros, no se ve que sea contrario a norma o prohibición
legal o constitucional alguna y de reunir los elementos del
artículo 1502 del Código Civil Colombiano, será un contrato
válido plenamente. Por lo demás, tampoco puede hablarse de
cesión, ni de intención de cesión, y en ese sentido no
constituye causal de incumplimiento a los compromisos adquiridos
por la compañía titular de i derechos en el Contrato E&P.
Puede suceder que en lugar del Overriding Royalty” o el “Net
Profit Interest” la compañía acepte como contraprestación a la
ejecución completa de las obligaciones de la otra cederle una
participación de sus intereses en el Contrato E&P. En este caso,
resulta ser una especie de “Farm Out” y todo lo expuesto en
relación con este tipo de contratos a la luz del derecho
Colombiano le sería aplicable.
3.3.3 Los “Participation Agreements”. En los últimos tiempos es corriente encontrar entre nosotros que
las empresas celebran contratos mediante los cuales una compañía
acepta asumir una parte de las obligaciones que tiene la otra en
el Contrato E&P a cambio de una participación en los ingresos de
esa parte del contrato. Lo mas común es que, por ejemplo, se
asumen todos los costos de perforación de uno o varios pozos
hasta ponerlos en producción a cambio de una participación en la
producción que esos pozos genere, pero no en la producción o en
los ingresos que el resto del contrato produzca.
Generalmente lo que busca la compañía titular de intereses en el
Contrato E&P es evitar un esfuerzo financiero que otra está en
capacidad de asumir por ella mediante la ejecución de actividades
que le correspondan en el Contrato E&P. Esta última recibe como
contraprestación una participación en los ingresos que su
esfuerzo genere a la primera sin que se le transfiera la posición
contractual en el Contrato E&P. Desde es punto de vista, y
conforme con lo expuesto en los capítulos anteriores, no hay
cesión de contrato, ni siquiera promesa de ceder el contrato y,
por tanto, tampoco habría contravención a los compromisos
adquiridos en el Contrato E&P.
El reciente laudo arbitral proferido para resolver divergencias
entre Delavaco Energy Colombia Inc. contra P1 Energy Alpha SAS y
Petroleum Equipment International SAS se ocupa de esta figura del
“Participation Agreement” para llegar a la misma conclusión que
aquí se expone. El Tribunal en este caso analizó en profundidad
las estipulaciones de un contrato de servicios respecto del cual
49
se pretendía que las convocadas habrían faltado a su obligación
de ceder su posición contractual por no haber obtenido la
aceptación del otro contratante, (la empresa denominada
originalmente Petrotesting Colombia S.A y después Vetra
Exploración y Producción SAS); así como también analizó las
cláusulas del “Participation Agreement” y, en forma por demás
destacable, la conducta contractual de las partes, en un
magnífico ejercicio de interpretación de un contrato atípico por
excelencia.
Dice así el Tribunal: “…En síntesis, el Acuerdo de Participación
nunca pretendió ser un contrato de cesión del cual se pueda
predicar su inexistencia por la falta de aceptación del
contratante cedido, pero sí derivó en la existencia cierta y
evidente de un negocio jurídico innominado distinto, que fue
ejecutado por las partes durante varios años, de manera
permanente y pacífica, sin que hubiera existido objeción de las
partes relacionadas con la definición del contrato….” 96
(Énfasis
añadido).
Y en relación con la naturaleza jurídica del “Participation
Agreement”, el Tribunal manifestó que “ ….(….) … el Tribunal
reitera en este acápite del laudo que el Participation Agreement
carece de los elementos de la esencia del contrato de cesión,
independientemente de si su celebración debía contar o no con la
aceptación previa y escrita de VETRA. El contenido obligacional
de este negocio jurídico, sobre el cual ya se ha detenido el
Tribunal, muestra claramente que el acuerdo de voluntades no
expresó nunca la intención de que DELAVACO tomara una posición
contractual directa con VETRA en el contrato de servicios y que
si hizo alguna referencia al respecto, fue a título de intención
futura de, ahí sí, llegar a suscribir un contrato de cesión en
los términos del Código de Comercio….” (Énfasis añadido).
3.3.4 La “Opción” para adquirir derechos e intereses en un
Contrato E&P.
A la saciedad se ha dicho aquí que no se pretende efectuar un
análisis profundo sino enunciar de manera general algunas de las
modalidades contractuales que las empresas petroleras,
especialmente las extranjeras, vienen adoptando para participar
en el mercado negocial colombiano, ampliado por acertadas medidas
de política gubernamental en los últimos años.
Uno de estos casos ocurre cuando el contrato consiste en que una
compañía se compromete a ceder sus intereses en un Contrato E&P a
otra que tiene el deseo de adquirir la totalidad o una parte de
96 Tribunal de Arbitramento. Delavaco Energy Colombia Inc. contra P1 Energy Alpha SAS y Petroleum Equipment International SAS. Febrero 20
de 2014. Árbitros: Dres. Adelaida Ángel Zea, Andrés Fernández De Soto Londoño y Antonio Aljure Salame.
50
ellos. Para ese efecto le permite examinar toda la información
geológica, financiera y legal atinente al contrato, a través de
una debida diligencia (“Due Diligence”) y la firma de un “Acuerdo
de Confidencialidad” sobre la información que le provea a fin de
que, dentro de cierto tiempo, una de las partes, bien el que
examina o bien el que facilita la información, se obligue a
celebrar el contrato de cesión sujeto, claro está, a la
aceptación escrita por parte de la ANH.
Un caso similar, aunque no idéntico, fue materia de análisis por
el Tribunal de Arbitramento que resolvió la discrepancias entre
Geoadinpro Ltda. contra NCT Estudios y Proyectos Sucursal
Colombia y NCT Energy Group C.A. El caso no es exactamente igual
al descrito arriba como generalidad porque Geoadinpro no tenía un
Contrato E&P celebrado con la ANH sino un derecho a celebrarlo
siempre y cuando reuniera ciertas calidades que ella sola no
tenía pero que, en asocio de una empresa como cualquiera de las
dos convocadas o alguna de ella, reuniría adecuadamente.
De esta manera, convinieron que NCT realizaría un “Due
Diligence”, a los fines de determinar su participación o no en el
Proyecto. Igualmente se expresó en el contrato que …. “El Due
Diligence tendrá una duración de un mes, contado a partir de la
fecha de la firma de este contrato. Durante este período de
tiempo, NCT tendrá la facultad exclusiva de optar por participar
en el Área, sin que GEOADINPRO firme con un tercero y ante la ANH
el contrato de E&P. Una vez concluido el Due Diligence, NCT
entregará el estudio técnico económico del Área a GEOADINPRO para
su discusión y análisis y decidirá su participación o no en el
Área.“ 97(Énfasis en el texto del Laudo).
El Tribunal, acudiendo a las normas de interpretación del Código
Civil Colombiano, en particular la del artículo 1620 en cuanto
debe preferirse el sentido de las cláusulas que produzca efectos
sobre aquel que no los produzca, hizo caso omiso al título del
contrato celebrado entre las partes “Acuerdo para el Contrato de
Exploración y Producción del Bloque Azar” y examinó primero que
todo las características de dicho contrato para calificarlo en la
legislación colombiana. El Tribunal concluyó que en este caso se
configuraban los elementos esenciales de un contrato típico, a
saber, el contrato de opción regulado en el artículo 23 de la ley
51 de 191898, que algunos tratadistas han denominado “la promesa
unilateral” por cuanto “…en la opción se confiere la oportunidad
al acreedor para admitir libremente si celebra o no el contrato,
es decir, que el negocio queda sometido a una condición: la
97 Tribunal de Arbitramento. Geoadinpro Ltda vs. NCT Estudios y
Proyectos Sucursal Colombia y NCT Energy Group C.A., Junio 16 de 2008. Árbitros: Dres. Juan Manuel Garrido Díaz, Juan Pablo Cárdenas Mejía y
José Francisco Chalela Mantilla. 98 Ley 51 de 1918. Art. 23 .- “La opción impone al que la concede la
obligación de cumplir su compromiso. Si la opción no estuviere
sometida a un término o a una condición, será ineficaz.
La Condición se tendrá, por fallida si tarda más de un año en
cumplirse.
Las partes pueden ampliar o restringir este plazo.”
51
decisión del acreedor”99.
En ese sentido, así como la promesa bilateral de contrato es un
contrato autónomo e independiente del contrato prometido, lo
mismo se predica de la promesa unilateral que en realidad se
distingue de la primera solamente por el número de contratantes
que resultan obligados. Por ello, no puede confundirse con el
contrato de cesión que se promete y, por lo tanto, tampoco
constituye violación o incumplimiento de las obligaciones del
eventual cedente en su contrato con la ANH.
3.3.5 Los Contratos de compañías asociadas para compartir
intereses en un Contrato E&P.
Cuando la cesión parcial de intereses en un Contrato E&P se
perfecciona por la aceptación escrita de la ANH surge para
cedente y cesionario de manera conjunta el ejercicio de los
derechos y las obligaciones que se derivan de aquel contrato. A
partir de ese momento, en tanto responderán de manera solidaria
ante la ANH, ellas podrán convenir la manera como se arreglarán
para hacerlo mediante unas reglas de operación conjunta aunque
solo una de ella ostente el carácter de Operador del contrato
ante la ANH.
Estos son los llamados “Joint Operating Agreements”, conocidos
comúnmente por sus iniciales del nombre inglés como “JOAs”,
figura harto común en la industria petrolera dondequiera que dos
o mas compañías resulten ejecutando de manera conjunta las
operaciones relacionadas con un proyecto para la exploración y
explotación de hidrocarburos.
Los JOAs son contratos en el mas puro sentido jurídico del
concepto por cuanto representan el acuerdo de las partes sobre la
manera en que las partes asociadas se obligan recíprocamente a
trabajar conjuntamente; reglamentan sus derechos; definen sus
sanciones mutuas; determinan las condiciones de cesión a terceros
y los derechos de preferencia en tales casos; establecen reglas
para el manejo de proyectos; la forma de asumir costos y de
recoger ingresos de acuerdo con su cuota de interés; definen
causales de terminación y, en general, reglamentan todo cuanto
sea preciso para el fin común último que es la eficiente y
cumplida ejecución del contrato de exploración y producción de
hidrocarburos.
(a) El Concepto de “Joint Venture”.
Los JOAs son una resultado y a su vez una modalidad para el
Derecho Petrolero, de las llamadas “Joint Ventures” del Common
Law. Estas tuvieron su antecedente en las “partnerships” de
Inglaterra, que consistía básicamente en que varias personas
(“Partners”) se asociaban “….con la intención de llevar
adelante, en forma habitual, actos de comercio….” pero que no se
99
BONIVENTO FERNÁNDEZ, José Alejandro. “Los Principales Contratos
Civiles y su paralelo con los comerciales”. Ed. 15ª. Librería del
Profesional. 2002. Pág. 55.
52
consideraban sujetos de derecho diferente a sus integrantes100.
Las Cortes inglesas a través de los años fueron delineando
jurídicamente la figura que así se trasladó al Derecho
Norteamericano en donde su tratamiento jurisprudencial es
frecuente.
No se encuentra ni en una ni en otra jurisdicción una definición
precisa de Joint Venture, con excepción quizás a una descripción
general en el Corpus Juris Secundum101, y mas bien habría que
entender que se trata de una figura en permanente evolución, dada
la volatilidad de los negocios en la vida moderna, el crecimiento
de las economías globales y las necesidades de las empresas de
eficiencias económicas. No obstante lo anterior, es posible
encontrar unas características comunes que permiten
identificarla.
La profesora argentina Alicia M. Gil Preli destaca las
siguientes: (1) Tiene un carácter ad-hoc porque nacen para
negocios específicos. Para los negocios en general, lo corriente
es acudir en los regímenes de Common Law al “parnership” y las
“corporations”, que serían comparables a las sociedades
comerciales, de hecho y registradas, en los regímenes de Derecho
Civil como el Colombiano;(2) Los sujetos pueden ser personas
naturales o jurídicas, aunque esto último es lo mas usual, y
pueden ser nacionales o extranjeras; (3) Los integrantes hacen
los aportes de que dispongan para el proyecto común, bien sea
dinero, conocimientos, recursos humanos o, en general, bienes o
servicios necesarios para el objetivo común; (4) Las partes se
vuelven comuneros respecto de la propiedad de los bienes y
activos; (5) La dirección y control del proyecvto común es
conjunta aunque es normal que la delegación del manejo del Joint
Venture se delegue en alguno de los integrantes y en ésta se
devendrá también la representación de la asociación; (6) Siempre
tienen ánimo de lucro; (7) Las partes participan en su proporción
en las utilidades y las pérdidas, aunque en la Doctrina
Norteamericana se admiten pactos sobre no participación en las
pérdidas, lo cual es extraño a cualquier forma societaria, y
(i)dado que no forman una persona jurídica distinta de ellos, las
partes conservan su indoividualidad.102
Entre nosotros, las Joint Ventures son relativamente corrientes y
especialmente importantes en las uniones entre empresas estatales
y particulares. No están reguladas en norma o ley alguna. Se
rigen, entonces, y primero que todo, por el contrato que les da
origen.
100
GIL PRELI, Alicia M. “Joint Ventures”. Capítulo IV del libro sobre “Contratos Especiales del Siglo XXI”. Pág. 91. Coordinado por LÓPEZ
CABANA, Roberto. Publicado por Abeledo-Perrot. Buenos Aires. 101 El Corpus Juris Secundum es una enciclopedia de jurisprudencias de las Cortes Norteamericanas, que tomó el nombre del Corpus Juris
Civilis, la codificación del Emperador Justiniano en el Siglo VI. Se
denomina “Secundus” actualmente porque es la segunda edición ya que la
primera fue publicada entre los años 1914 y 1937.
102 GIL PRELI, Alicia M. Obra citada. Págs. 94 y 95.
53
En materia petrolera, por ejemplo, los llamados Contratos de
Asociación de ECOPETROL con compañías nacionales e
internacionales, que tuvieron vigencia a partir de la expedición
del Decreto 2310 de 1974 y hasta su derogatoria en el año 2003,
son auténticas Joint Ventures en donde resulta muy fácil
identificar las características que destaca la Profesora Gil
Preli. Pero también las ha habido en el sector minero y en
particular en el de telecomunicaciones y, como lo afirma en
interesante estudio el doctor Juan Caro Nieto, “ En Colombia, el
concepto de joint venture representa una paradoja: pocos saben
bien qué siginifica, no está tipificado en la ley, no aparece
mencionado en norma jurídica, y no ha sido tratado por la
jurisprudencia. Sin embargo, más del 80% de las exportaciones
tradicionales del país son fruto de una joint venture”.103
Ahora bien, visto sus elementos característicos y su propòsito,
me parece válida afirmar que “….conforme a las realidades
contractuales modernas…”104, el contrato de Joint Venture se
identifica en bastante con los llamados “Contratos de
Colaboración Empresarial”105, entendiendo por ellos “los que
tienen una función de cooperación entre las partes en miras de
lograr un objetivo común. Los contratos de colaboración tienen
por partícipes, particularnmente las empresas”.106
Finalmente, no debería soslayarse que el juez, o el árbitro en su
caso, puede encontrar modelos contractuales típicos a los cuales
acudir por analogía por cuanto guardan similitudes con las Joint
Ventures pero sabiendo apreciar también las claras diferencias
que los distinguen. Este es el caso de las sociedades de hecho y
de las cuentas en participación a las que se refiere Arrubla
Paucar en su análisis de las Joint Ventures como expresión de los
modernos Contratos de Colaboración Empresaria.107
(b) Los “Joint Operating Agreements” o simplemente “JOAs”.
103
CARO NIETO, Juan. “Las Joint Ventures”, artículo que hace parte de
la obra “Los Contratos en Derecho Privado”. 1ª Edición. 2007.
Editorial Legis y el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Págs.
1043 y ss. El doctor CARO NIETO hace un estudio sobre las Joint
Ventures, tanto desde el punto de vista nacional como internacional,
señalando los elementos básicos de éstas y destacando tanto las
ventajas como los inconvenientes de esta figura, con mucha presencia en
la vida económica contemporánea pero sin regulación o reconocimiento
jurídico alguno en nuestro Derecho Comercial. 104
GIL PRELI, Alicia M. Obra citada. Pág.96. 105
Sobre Contratos de Colaboración Empresaria se vuelve obligatorio
consultar la obra de CABAÑELAS, Guillermo y KELLY, Julio Alberto. Ed.
Heliaista. Buenos Aires. 1973. 106
GIL PRELI, Alicia M. Ibídem. En sentido similar se pronuncia ARRUBLA
PAUCAR, Jaime. “Contratos Mercantiles” Tomo II. “Contratos Atípicos” 5ª
Ed. 2004. Pág. 237 y ss. El autor hace un estudio de distintas formas
de Contratos de Colaboración Empresaria, destacando entre ellos las
“Joint Ventures”. 107
ARRUBLA PAUCAR, Jaime. Ibídem. Págs. 249 a 251.
54
Entrando en la materia que nos ocupa, empiezo por reiterar lo
dicho (Supra.) en el sentido que los JOAs son una modalidad de
Joint Venture por cuanto todo lo expuesto en el punto anterior,
de manera muy general por supuesto, respecto de esta figura de
creación y frecuente uso en el Derecho Anglosajón, bien puede
predicarse de los JOAs del Derecho Petrolero.
El “Manual of Oil and Gas Terms” intenta una definición de JOA y
presenta algunas características comunes: Así, dice que es “Un
acuerdo entre partes interesadas en la operación sobre un área de
terreno extensa o un contrato para petróleo, gas y otros
minerales…(…)… Las partes del acuerdo comparten los gastos de las
operaciones y los ingresos de produción, sin que por regla
general afecte la propiedad de los minerales o los derechos a
producirlos…..El acuerdo de oparación conjunta, a diferencia de
otros métodos de conducir negocios conjuntamente, no crea un
contribuyente tributario separado” y cita abundante
jurisprudencia de las cortes americanas sobre este tipo de
acuerdos.108
Existen modelos de JOAs, aprobados por entidades académicas como
la AIPN a la que hice referencia previa, que suelen ser la base
de negociación del contrato entre las empresas petroleras. Estos
modelos tienen base en las reglas del Common Law. Son
profusamente detallados, a la manera de ese sistema, con muchos
pormenores en la manera cómo técnicamente se deben cumplir las
operaciones. Señalan los porcentajes de participación; la
designación de un operador con facultades de representación
generalmente limitadas y el grado de responsabilidad que su
función le comporta; los términos dentro de los cuales se deben
cumplir los aportes que cada una de las partes asume y las
consecuencias y sanciones económicas para ellas cuando fallan en
cumplirlas oportunamente, lo cual suele incluir un procedimiento
para afectar la proporción del interés de la partes incumplida en
beneficio de la otra; los derechos y procedimientos para la
cesión de intereses entre las partes y a terceros; las garantías
mutuas; las causales de terminación y la manera de resolver las
controversias, que en muchos casos incluye la cláusula
compromisoria, son entre otras las cláusulas de esos JOA que,
además, a la manera anglosajona, tienen siempre anexos
complementarios sobre temas específicos, de carácter técnico y
también de los procedimientos contables manteniendo siempre la
independencia de las cuentas de la operación conjunta frente a
las generales de los asociados a quienes corresponde privadamente
conciliarlas con las suyas generales.
Este descripción tan general del JOA puede ir anunciando las
dificultades de interpretación que estos acuerdos ofrecen para un
juez colombiano, o para un Tribunal de Arbitramento. En
particular cuando simplemente se toman figuras exóticas al
Derecho Civil Colombiano y las introducen en el JOA sometido a la
Ley Colombiana.
108
“Manual of Oil and Gas Terms”. Ob. Citada. Pág. 622 y ss. La
traducción del idioma inglés es del autor de este trabajo.
55
En materia de responsabilidad por la conducta contractual, por
ejemplo, existen diferencias entre el Derecho Anglosajón y el
régímen de Derecho Civil Colombiano. Mientras que en Common Law
solo se reconoce un estandar de descuido culpable y es aquella
que se desvía de la conducta diligente ordinaria, el artículo 63
del Código Civil Colombiano, que sabemos se apartó del sistema
dual de las culpas en el Derecho Romano y mas bien acogió las
teorías de Pothier y del derecho medioval español, clasifica tres
especies de descuido o culpas109. La denominada “gross negligence”
del Common Law, usualmente traducida como “negligencia grave” en
los JOAs, puede ser un descuido sobre la conducta normal que se
espera de una persona razonable; entre nosotros vendría a
equiparase al dolo o intensión positiva de causar un daño que en
Derecho Civil Colombiano conduce a que el contratante incumplido
deba indemnizar inclusive los perjuicios que no previó o no pudo
prever en el momento de contratar como lo ha reconocido de tiempo
atrás la Corte Suprema de Justicia al analizar los efectos en
este punto del artículo 1616 del Código Civil Colombiano110.
El sistema anglosajón, por ejemplo, reconoce los llamados
“Consequential damages”, cuya traducción literal lleva a
señalarlos como “Perjuicios Consecuenciales”, denominación
totalmente desconocida entre nosotros pero que, además, en Common
Law implica una distinción con “Actual Damages”, que suele
traducirse como “Perjuicios Actuales” aunque, en realidad, desde
el punto de vista de la traducción literal, deberían llamarse
“Perjuicios Reales”, sin que una u otra denominación tenga
connotacón jurídica equiparable en nuestro Derecho Civil.
Los “Consequential Damages” son en el Common Law los perjuicios
causados por la conducta generadora del daño pero que no
necesariamente son resultado directo de la misma. Se distingue
del “Actual Damage” porque éste es el que se presume como
directamente causado por la conducta repudiable.
109
Código Civil Colombiano. “Art. 63 .- La ley distuingue tres
especies de culpa o descuido.
Culpa grave, negligencia grave, culpa lata, es la que consiste en
noimanejar los negocios ajenos con aquel cuidado que aún las personas
negligentes o de poca prudencia suelen emplear en sus negocios propios.
Esta culpa en materias civiles equivale al dolo.
Culpa leve, descuidado leve, descuido ligero, es la falta de aquella
diligencia y cuidado que los hombres emplean ordinariamente en sus
negocios propios. Culpa o descuido, sin otra calificación, significa
culpa o descuido leve. Esta especie de culpa se opone a la diligencia
o cuidado ordinario o mediano. El que debe administrar un negocio como
un buen padre de familia, es responsable de esta especie de culpa.
Culpa o descuido levísimo es la falta de aquella esmerada diligencia
que un hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios
importantes. Esta culpa se opone a la suma diligencia o cuidado.
El dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a la
persona o propiedad de otro”. 110
Corte Suprema de Justicia. Sentencia de Casación Civil. Octubre 29
de 1945. G.J.: LIX. Pág 748. Magistrado Ponente: Dr. Arturo Tapias
Pilonieta.
56
Entre nosotros, por virtud del artículo 1613 del Código Civil
Colombiano, al juez le corresponde apreciar el daño emergente
(“Damnus emergens”), que es “el perjuicio o pérdida que proviene
de no haberse cumplido la obligación o de haberse cumplido
imperfectamente, o de haberse retardado su cumplimiento”, y el
lucro cesante (“Lucrum cessens”), o sea, “la ganancia o provecho
que deja de reportarse a consecuencia de no haberse cumplido la
obligación, o cumpliéndola imperfectamente, o retardado su
cumplimiento”, a las voces del artículo 1614 del Código. Sin
embargo, ni a uno ni a otro habrá lugar en derecho en tanto no
exista un vínculo de causalidad directo entre la conducta punible
y el daño causado, lo cual excluye entonces los llamados
“Perjuicios Consecuenciales”. Corresponderá al juez, o al árbitro
en su caso, revisar con cuidado las circunstancias de hecho para
que eventualmente lo que las partes llamaron consecuenciales
pudiera calificarse a la luz de la ley colombiana, por ejemplo,
como un tipo de lucro cesante.
En otra materia que puede haber conflicto entre unos acuerdos
tomados del sistema anglosajón y su aplicación en Derecho
Colombiano es la de las limitaciones y exoneraciones de
responsabilidad por acuerdo entre las partes. Estas
estipulaciones son lícitas entre nosotros, como principio
general. Así las partes podrían aceptar que el deudor responda
por la culpa grave cuando estuviere obligado legalmente, por
ejemplo, a la culpa leve. Sin embargo, no sería admisible en la
ley colombiana la exoneración del dolo futuro por expresa
prohibión legal111 y la de la culpa grave por su asimilación con
el dolo.112
Los anteriores son casos tomados selectivamente de cláusulas
comunes de los JOAs. Podría citar otros, comunes, en que la
voluntad de las partes del JOA expresada, e incluso consentida,
bajo parámetros del sistema Anglosajón que desarrolla en la
industria petrolera este tipo de contractos, pueden llegar a ser
ineficaces en la ley colombiana o tener un efecto jurídico
diferente. Las reglas de interpretación de los contratos a que
debe someterse el juez y su aplicación legal y con sentido de
equidad es lo que permitirá que el JOA produzca sus efectos en la
forma consentida en tanto no viole norma imperativa o los
principios consuetudinarios y los valores morales indiscutibles
en Colombia.
4. CONCLUSIONES
A lo largo de este escrito he querido destacar que el crecimiento
de la actividad de exploración y producción de hidrocarburos en
Colombia, especialmente en los últimos años, ha venido vinculando
al país con mucha velocidad nuevas culturas en lo económico, en
111
Código Civil Colombiano. “Art. 1522 .- El pacto de no pedir más en
razón de una cuenta aprobada, no vale en cuanto al dolo contenido en
ella, si no se ha condonado expresamente. La condonación del dolo
futuro no vale.” (Énfasis añadido). 112
OSPINA FERNÁNDEZ, Guillermo. Régimen General de las Obligaciones”.
2ª. Edición. Editorial Temis. Bogotá. 1978. Pág. 126.
57
lo financiero y tecnológico de la mano de experimentadas empresas
multinacionales y del desarrollo de la industria nacional desde
finales del siglo anterior.
Ahora bien, en el ámbito jurídico los cambios económicos y del
desarrollo industrial petrolero han traido unas figuras
contractuales, -y reactivado otras que ya se conocían-, fruto de
la experiencia de un negocio carcaterísticamente internacional,
de altos riesgos económicos y exigente en esfuerzos económicos,
que floreció predominantemente en países industrializados bajo el
régimen del Common Law. Ante ese panorama ineludible, no se puede
dar espalda a la realidad, ni pretender ajustar los acuerdos de
las compañías del sector, incluyendo en ello los de la ANH con su
responsabilidad legal de diseñar contratos de exploración y
producción de hidrocarburos de propiedad nacional, y los de
ECOPETROL, como empresa petrolera típica con vocación de negocios
dentro y fuera de las fronteras nacionales, a estereotipos
legales que nos sean comunes porque estén regulados en la
normatividad interna, ya que semejante actitud sería obrar en
contra de una oportunidad para el progreso nacional.
Surgen entonces una multiplicidad de contratos atípicos, en su
sentido de ser aquellos que no están reglados en ley o norma
alguna, pero que además se ajustan a las prácticas de mas de un
siglo de una industria rica en especifidades y que no es estática
sino de desarrollo permanente.
La atipicidad de los contratos, la especialidad de la industria y
la influencia de regímenes como el Common Law no siempre
identificables con las reglas del Derecho Civil hacen de su
interpretación un reto jurídico para el juez o el árbitro
colombiano especialmente en todos los aspectos del contrato que
las partes omitieron regular. Ya recordamos en este escrito como
la función principal del intérprete es buscar la intención de las
partes, es decir su voluntad real, antes que la voluntad
declarada, por el precepto legal contenido en el artículo 1618
del Código Civil. Es la prevalencia de lo que se ha llamado “El
sistema subjetivo” sobre el “sistema objetivo” sin que deba ser
esa una regla inflexible y que autorice al juzgador ignorar las
expresiones de voluntad sino a contemplarlas en forma razonable y
dirigida a encontrar la auténtica voluntad de las partes en
particular cuando no sea posible llegar de primeras a la
intención común de los contratantes.113
Los modelos inspirados en Common Law en algo facilitan la tarea
del juez o del Tribunal de Arbitramento, como se pudo apreciar al
citar algunos Laudos recientes, porque suelen ser casuísticos y
113
Sobre los Sistemas Subjetivo y Objetivo de interpretación de los
contratos conviene consultar el artículo de JARAMILLO, Carlos Ignacio.
“La Interpretación del Contrato en el derecho privado colombiano”, de
la obra “Tratado de la Interpretación del Contrato en América Latina”
citada. Págs. 828 a 849. El autor hace un análisis de los dos sistemas,
aceptando que el imperante entre nosotros es el primero, pero adopta y
recomienda una posición intermedia, moderada, en donde el segundo sea
la vía para llegar a la “intención común” de las partes.
58
con descripción expresa de los motivos que tiene las partes al
contratar. Es curioso, pero muy usual, ver como estos contratos
tienen una parte “motiva” y otra “declarativa” que contiene las
estipulaciones de acuerdos expresos, lo cual hasta cuando nuestra
economía empezó a internacionalizarse, parecía reservado a los
actos administrativos nacionales.
En ese sentido, los abogados en la redacción de estos contratos
deberían tener muy presente la opinión de Arrubla Paucar que ya
cité en anterior capítulo y que ahora, a guisa de conclusiónn,
voy a permitirme repetir textualmente: “a menor densidad
legislativa, mayor debe ser la regulación contractual…, y “…En la
contratación atípica, por no existir normas dispositivas o
supletivas, la disposición contractual adquiere especial
significado y debe procurar ser previsora de todas las
circunstancias que interesen a las partes, como efecto del
contrato” (Supra.)
Por último,también a modo de conclusión, no podrán los jueces, o
los tribunales de arbitramento, apartarse en su función del, en
mi sentir, formidable derrotero que traza la Sentencia de la
Corte Constitucional de 1995 que declaró la exequibilidad del
artículo 8 de la Ley 152 3 de 1887, que ya cité, (Supra.) pero de
la cual para finalizar trascribo memorable aparte:
“……Mas fácil se concibe un sistema jurídico sin
legislador que sin jueces, puesto que sin la
posibilidad de proyectar la norma sobre el caso
concreto, el Derecho deja de ser lo que. A diferncia de
las otras normas que simplemente se observan o no,
las normas jurídicas se aplican, ha dicho Kelsen (sic.)
en su propósito de discernir el Derecho de los demás
sistemas reguladoras de la conducta humana. El juez no
puede menos que fallar, halle o no en el ordenamiento
elementos que le permitan justificar su decisión. No
es correcto pensar , como a menudo se piensa –
verbigratia-, que el juez colombiano se encuentra
constreñido al fallo porque así lo dispone el artículo
48 de la Ley 152 de 1887, cuyo texto dice: Los jueces o
magistrados que rehursaren jusgar pretextando silencio,
oscuridad o insufieciencia de la ley, incurrirán en
responsabilidad por denegación de justicia….”
En los términos expuestos espero concitar la atención de la
Academia Colombiana de Jurisprudencia sobre este tema hasta ahora
un tanto abandonado por la doctrina y la jurisprudencia
colombiana porque este es foro ideal para debatir una
problemática jurídica que anticipo en la medida que continúe el
auge de la exploración y producción de hidrocarburos en el país,
con nuevos contratos petroleros y los cambios que la dinámica del
sector impongan en los modelos existentes.