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La Invasion Arabe de Espana

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Page 1: La Invasion Arabe de Espana

ernosHistoria 16 250 PTAS

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Page 2: La Invasion Arabe de Espana

CuadernosHistoria 16

Plan de la Obra

1.La Segunda República Española • 2. La Palestina de Jesús • 3. El Califato de Córdoba • 4. El Siglo deOro, 1 • 5. El Siglo de Oro, 2 • 6. Faraones y pirámides • 7. La Castilla del Cid • 8. La Revolución Indus­trial • 9. Felipe 11• 10.La medicina en la Antigiiedad • 11.Los Reyes Católicos • 12.La mujer medieval •13. La Revolución Francesa, 1 • 14. La Revolución Francesa, 2 • 15. La Revolución Francesa, 3 • 16. ElEgipto de Ramsés 11• 17.La invasión árabe de España • 18. Los Mayas • 19. Carlos V • 20. La guerra dela Independencia, 1 • La guerra de la Independencia, 2 • 22.La Hispania romana • 23.Vida cotidiana enla Edad Media • 24. El Renacimiento. 25. La Revolución Rusa • 26. Los fenicios. 27. La Mezquita deCórdoba • 28. La Reforma en Europa • 29. Napoleón Bonaparte, 1 • 30. Napoleón Bonaparte, 2 • 31. Losiberos • 32. Recaredo y su época • 33. Los campesinos del siglo XVI • 34. La Inglaterra victoriana• 35. El Neolítico • 36. Los Aztecas • 37. La Inglaterra isabelina • 38. La 11Guerra Mundial, 1 • 39. La 11Guerra Mundial, 2 • 40. La 11Guerra Mundial, 3 • 41. Tartessos • 42. Los campesinos medievales• 43. Enrique VIII • 44. La España de José Bonaparte • 45.Altamira • 46.La Unión Europea • 47. Los rei­nos de taifas • 48. La Inquisición en España • 49 Vida cotidiana en Roma, 1 • 50. Vida cotidiana enRoma, 2 • 51. La España de Franco • 52. Los Incas • 53. Los comuneros • 54. La España de Isabel 11• 55. Ampurias • 56. Los aImorávides • 57. Los viajes de Colón • 58. El cristianismo en Roma. 59. Lospronunciamientos • 60. Carlomagno, 1 • 61.Carlomagno, 2 • 62. La Florencia de los Médicis • 63. La Pri­mera República Española' 64. Los sacerdotes egipcios • 65. Los almohades • 66. La Mesta • 67. LaEspaña de Primo de Rivera • 68. PericIes y su época • 69. El cisma de Aviñón • 70. El Reino nazarita •71. La E~paña de Carlos III • 72. El Egipto ptolemaico • 73. Alfonso XIII y su época • 74. La flota deIndias • 75.La Alhambra • 76.La Rusia de Pedro el Grande • 77.Mérida • 78. Los Templarios • 79.Veláz­quez • 80. La ruta de la seda • 81. La España de Alfonso X el Sabio • 82. La Rusia de Catalina 11• 83. Losvirreinatos americanos • 84. La agricultura romana • 85. La Generación del 98 • 86. El fm del mundocomunista • 87. El Camino de Santiago • 88. Descubrimientos y descubridores • 89. Los asirios • 90. LaGuerra Civil española • 91. La Hansa • 92. Ciencia musulmana en España • 93. Luis XIV y su época• 94. Mitos y ritos en Grecia. 95. La Europa de 1848 • 96. La guerra de los Treinta Años • 97. Los moris­cos • 98. La Inglaterra de Cromwell • 99.La expulsión de los judíos • 100.La revolución informática.

© J. Vallvé, M. Grau, M. Marín y J. Vernet© Información e Historia, S.1. Historia 16

Rufino González, 34 bis28037 Madrid. Te!. 3046575

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Historia 162/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA

Fotocomposición y fotomecánica: Amoretti S.F., S.1.Impresión: Graficinco, SAEncuadernación: Mavicam

Printed in Spain . Impreso en España

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sin IVA, incluidos gastos de transporte.

Page 3: La Invasion Arabe de Espana

LA CONQUISTAY SUSITINERARIOS

Unua nueva teoría

La expedición de Musa

Los primeros emires

al·Andalus: samiyyun

Qaysíes y kalbíes frente afrente

Las tribus beréberes: zonas de

poblamiento

ULTIMASTEORIAS

Tolerancia coránica

Explotación de la conquista

Convivencia reglamentada

LA ISLAMIZACION

Primera versión moderna

Invasión polémica

De Castro a Sánchez Albornoz

Revisión de las fuentes árabes

En la portada, tropasmusulmanas sedirigen a la guerra(miniatura de al-Maqa·mat de al-Hariri, sigloXI).A la izquierda, labatalla del Guadalete,según un grabado delsiglo XIX

LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA / 3

Page 4: La Invasion Arabe de Espana

La conquista y susitinerarios

Joaquín VallvéCatedrático de la Universidad Complutense de Madrid.

Laconquista árabe de la PenínsulaIbérica sig.ue-apasio-Dando a losiJl~stigadores por los múltiples

problemas que plantea el análisis delas fuentes árabes de la Edad Media.Esos problemas son de índole cronoló­gica, topográfica y onomástica y el pri­mero de ellos es averiguar por qué losárabes diemn el nombre de al-Andalusa la España musulmaña, nombre quese perpetuó en el actual de Andalucíatras la prolongada resistencia de losreyes musulmanes de Granada.

E~ombre d~al-AIld'al-us-a'pa-reee-ya­en traaiciones atribuidas-a-MahtHR·a,en poesía árabe Ill'_eislámiG-a-e-de-laprimera éRoca de.UslaIIL.o en relacióncón-Ns primeros califas que sucedieronal Profeta. Toaas-estasfuentes son an­teriores~al año 711 y, por tanto, apun­tan a un origen oriental que no tienenada que ver con la teoría que sostieneque el nombre de al-Andalus derivaríade los vándalos, porque estos bárbarosatravesaron las tierras del sur de laPenínsula camino de Africa hacia' elaño 429.

ELnomhr:e_deatAndalus a~rece e_n_est~uentes º-rientales...y_€nl-las---p-r-i~m~~.lliLnarran la..mn.qJJistade His­P.JinJa como el nombre de una isla,Chazirat al·Andalus, o de un mar,Bahr al-Andalus. Tras un análisis dediversas fuentes, grecolatinas, árabesy romances, yo creo que la denomina-:ción de Chazirat al·Andalus (isla de,'al-Andalus) es una traducción Rura_ysimple_de Isla del AtUinticD o Atlánti­dji,Jesultado de una transmisiónlite­raria del mito de Platón que se puederastrear ininterrumpidamente en mu­chos autores clásicos, tanto griegoscomo latinos.

Junto a esta transmisión del mito dela Atlántida debió existir en los pue­blos marineros del Mediterráneo orien­tal la creencia muy extendida de una

4/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA

isla o restos de ella más allá de las Co­lumnas de Hércules o del estrecho deGibraltar, aparte de la traducción alcopto, siriaco y árabe de esas mismasnoticias. Las fuentes árabes del nortede Africa y muchas hispanoárabesidentifican claramente el Bahr al·An­dalus o Mar de al-Andalus con el océa­no Atlántico. Me falta el eslabón quepueda explicar el paso de Atlántida ouna voz equivalente a al-Andalus. Eseeslabón podría encontrarse en los tex­tos siriacos o coptos.

Después de la definitiva conquista

árabe de Alejar:los musulmaneEla e'xpansión pVeinte años mátras recorrer elTúnez, donde fl:rawan y la primdente musulm~contramos el E

cristiana sobre ~Cartago y que r258. Uqba llegcAtlántico, dondEde don J ulián s

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Visión decimonónica de la batalla del Guadalete(¿Barbate, Genil, La Albufera, Mar Menor...?)

en la que Táriq venció en una larga batalla,librada durante el mes de julio del año 711,

al ejército del rey Don Rodrigo.La litografía representa la huída del monarca

visigodo tras su derrota(ilustración de la Historia de España de Morayta)

árabe de Ale.jB.If.dríahacia el año 6.4-6,-­lo~.musulmanes inician decididamentela expansión por el norte de~a.Veinte años más tarde Uqba ben Nafi,tras recorrer el Africa negra, llegó aTúnez, donde fundó la ciudad de Qay­rawan y la primera mezquita del Occi­dente musulmán. En este relato en­contramos el eco de una tradicióncristiana sobre san Cipriano, obispo deCartago y que murió mártir en el año258. Uqba llegó hasta las costas delAtlántico, donde conocióal famoso con­de don Julián sin dejar de combatir a

los beréberes, pero a su regreso fueperseguido y muerto en Tahuda, un lu­gar de Argelia, donde curiosamente seha encontrado una inscripción fechadaen el 359, que hace mención a las reli­quias de san Cipriano.

El hechO-h-Í-stóricoindiscutible es laconquista definitiva de C_artagQ,porMusa ben Nusayr hacia el año 698.Desde Cartago la flota musulmana re­cQ@envIecIiterraneo occIdental, puesla¡;;fuentes árabes citan incursionesmarítimas a-Sicilia,Cer-deña,-Balear.esy, PDI_supuesto.,_al-Andalus.Mientras

LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA /5

Page 6: La Invasion Arabe de Espana

tanto la decad€m-t~visigo.dad~To1edo se debate e.tLla~at!asla.mll.ert8-~WIÚza (7101 y lausurpación dela cor.ona por el r~yR~.drig().. La cronología de la conquista árabeide Hispania es muy contradictoria yconfusa. Por el lado musulmán haycuatro protagonistas según relatos dediscutible autenticidad: Musa ben Nu­sayr, emir de Africa del Norte nombra­do por el califa de Damasco; Tarif; Tá­riq, gobernador de Mauritania, yMugit al-Rumi. Por el lado cristianohay otros cuatro protagonistas: Rodri­ga, el rey; Julián, gobernador de lazona del Estrecho; Teodomiro, gober­nador de la Cartaginense, y los hijosde Witiza.

Sggún las fuentes áraj;)es, el condedon Julián entabló negoCiaciones conMusa para demostrar la debilidad dela monarquía visigoda e invitarle adesmbarcar en la Península. De pasovengaría su honor manchado por laviolación de su hija por el rey. El con­de don Julián era de estirpe goda,como lo demuestra la existencia dedescendientes suyos afincado s en laCórdoba califal.

Entonces Musa envió a un beréberllamado Tarif, que desembarcó en unaisla con cuatro barcos, 400 hombres y100 caballos. A partir de entonces reci­bió su nombre y se llamó Tarifa. Lostextos árabes norte africanos y, por su­puesto, los orientales no mencionan aeste personaje e incluso algún autorhispanoárabe asegura que Tarifa debesu nombre al fundador de una herejíamusulmana posterior y que el herejese llamaba también Tarif. Yo creo quehistQria.clQ:resy tradicionalistasmusUi­manes se haninventauO'1afiguta.-deTarif para ex}ilícar laetimoltfgur'deTarifa.

DesI>ués de ese supuesto desembar­co de Taru;NIUs~'cb-enNusayrenvió'asu lugarteniente Táriq, quien desem:~barcó con 1. 700 hombres, 7.000 ó12.000, según las fllentes árabes, beré~beres en su mayor parte, en un monteque tomó su nombre, es decir, ChabalT.áriq, o Gibr.altar, en la.p1imaveradelaño 711. Los genealogistas árabes hanhecho de él un persa, un beréber o unárabe y le han dado genealogías muyvariadas. LatLfu~rabes no estúJ.de acuerdo ni en el número.d_e romh::J­tie~e' participamn_enelde_Elem­barco, ni en la cronología, ni en el lu-

6/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA

~xacto d()l desembarco n(en el iti­Q~@.!'io seguido. La mayoría de ellasafirmaque-ius-musulmanes arribarona tierra en_y-ªrias olea~con.ti~Il'1Qºs1tfiBiente pªm q1;l~el último rey--d..fdosvisigodos acudiera 'con'sus tropas des­de ~lno.de.. de.la ..l'.f2 nJn..§:ula,.<:lon.gecomhatíaa 10&.YasQ.Q13.

Los ,combates duraron una semana,desdeel19 de julio del 7J 1hasta el día26 del mismo me-ª.y.año Y terminó conla dl2fIQtª.y.mul2I.te.ª-E;.Bºdrig,o. EUlb;:.gar del encuentro aparece en las fuen­tesárabes. con varias denominaCloñefi:'~adiL[1kk oRío del Lago, identificadotradicionalmente con el Guadalete;.Wadi-l-Buhayra o Río,de LaA1bgfera,que puede corresponder al río BaXQªleo a.Jalaguna deLª Janda; W[1dL$idiEna, Eíode Sidonia.::que puede ser el'Inismo Barbate; Wa!!::i.llmm HnlÚm,Río de Umm Hakim, nombre de unaesélav:a~que~acómpañaba a Táriq y queéste dejó en una isla que tambiénreci­bió su nombre: Wady Bakka, Río deBeca o Meca, que puede tratarse delBarbate o de una mala lectura deWady Lakk(1 .o Guadalete; Wadi+Tin,Río del Barro, donde pe.reci6ahogadoelreLB&c!:rigo, y Wadi-l-Sawaqi, Ríode las Acequias. -.- .. --- ...'

Antes de su victoria, Táriq habíaocupado la alquería de Qartachanna,donde según la tradición musulmana,un compañero de Mahoma fundó laprimera mezquita de la Península Ibé­rica; mientras el conde don Juliánguardaba la retaguardia en su feudode al-Chazira al-Jadra. Qartachannaha sido identificada por los árabes conla antigua Carteya, actual Torre deCartagena, entre Algeciras y Gibraltary al-Chazira al-Jadra con Algeciras.Yo creo que Juliá!LeraseñQL.<;lg Cádjzy quear':C1}az.Ú:aal"Jadra ,ªsuna siro­pIe arabización de Isla de Gadeira, esdecir, IslacleCádiz, y famosa en elmundo antiguo por ser el confín occi­dental del mundo conocido.

Una nueva teoría

Según algunas fuentes árabes, Táriqse dirigió hacia Córdoba y consiguióuna gran victoria en Ecija al cruzar elrío Genil junto a una fuente o monteque a partir de entonces recibió sunombre. Tal vez haya que relacionareste lugar con la villa de Monturque \.en la provincia de Córdoba y como un •

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La pesadumbre de Don Rodrigo (ilustración dela Galería de los Reyes de España, de Alonso deCartagena, Biblioteca Nacional, Madrid)

intento más para explicar la etimolo­gía de este lugar. Desde allí envió es­cuadrones hacia el sur y el este, queocuparon las coras de Málaga o Rayya,Ilbira o Granada y Tudmir, región delsudeste gobernada por el conde Teodo­miro, pero otras versiones señalan unitinerario inverso, es decir, las tropasárabes conquistaron primero Tudmir ydespués Ilbira y Rayya.

Esta noticia contradictoria es de ca­pital importancia y replanteael pro­blema de la invasión. Determinadosnombres de lugares citados en lasfuentes árabes pueden corresponder atopónimos murcianos. La al-Buhayra oal-Lakk podría identificarse con La Al-

bufera o Mar Menor o mejor aún, conla laguna o albufera que rodeaba lamisma ciudad de Cartagena por el no­roeste, origen del Almarjal medieval ymoderno. El Wadi-l-Tin puede ser elrío Guadalentín o Sangonera. Resultacurioso constatar en la Primera Cróni­ca General de España que mandó com­poner Alfonso X el Sabio, basándose enla Crónica del Moro Rasís, geógrafo ehistoriador hispano árabe del siglo X,la siguiente noticia sobre la derrota deDon Rodrigo: pero algunos dicen quefue esta batalla en el campo de Sango­nera, que es entre Murcia y Larca.También el lugar de al-Sawaqi, LasAcequias, citado por el poeta del sigloXIII al-Qartachanni, podría correspon­der a las acequias que regaban y rie­gan la famosa huerta de Murcia. Y laQartachCLnlla congl.listada por los ¡ira­bes podría ref~rirsealaciudad_d.ELºar­tagEmay no a laantiguaCarteya-Lle-labahía d_eAlg~ci.!J:ls.Pienso, pues, queel deseITlbarcot,uvo_lllgm:J.mlas costasmlircianas y que la primera ciudadocupada por los árabes fue Cartagenª.Por conocer ambigua y contradictoria­mente los geógrafos e historiadoresárabes la situación de las Columnas deHércules, asignaron a la zona del es­trecho de Gibraltar el lugar idóneo deldesembarco.

Según la versión tradicional, Táriqencargó a Mugit al-Rumi la conquistade Córdoba y él prosiguió su avancehacia Toledo, capital del reino visigo­do. La ciudad no ofreció resistencia yTáriq cruzó Somosierra por un puertoque a partir de entonces recibió elnombre de Bab Táriq, es decir, Buitra­go. Creo que la etimología también esfalsa y que ésta, como otras, se forja­ron en el siglo X, cuando se intentó enla Córdoba califal redactar la crónicade la España musulmana. Según latradición árabe. Tariq encontró en esterecorrido por el centro de la Penínsulafabulosos tesoros, entre los cuales so­bresalía la Mesa de Salomón del Tem­plo de Jerusalén.

La expedición de Musa

Simultáneamente ª estos hechos in­terviene el emir del Norte de Africa,Musa ben Nusayr. Según unos, fueavisado desde el primer momento porel propio Táriq para que le enviara tro­pas de refuerzo para consolidar la ca-

LA CONQUISTA ARABE DE ESPAt\'A! 7

Page 8: La Invasion Arabe de Espana

CAMPAÑAS MUSULMANAS EN HISPANIi\

Reino visigodo

---.Camll8iulltlll" Altil ••1

•Campañas de Tariq *****.Camr1flllil 11" Al "jIUtl

-- -- -- ..Campañas de Musa.........•Call1l'fulu 11.\ 1\1 e ¡lu.1

IIZona autónoma

111

Poslhl,,~ I••IM 1.11"111..-.-- ..Ide Tudmir

\

MEDITERRANEO

ISLAS BAlEARES

(de Blzando)

MAR

t:::)oo

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'-Tarragona

-lIbira

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MAR CANTABRICO

LUSIT~NIA i~Mérida11 .

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Río Tajo

Coimbra-••

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Page 9: La Invasion Arabe de Espana

MAR CANTABRICO

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/" .-. ---.~~~e-f-_r~- Talavera

LUSITANIA

Río Tojo---~_..--~'-..,--"-

Coimbra-

Evora-

~/Santarem

la, Mula, Lorca, Alicante, Hellín y Va~leJ}cia. La séptima varía; para unostransmisores se tmt..a.<:Jg Elche y paraotros, de Villena o Bigastro.

El pacto de Teodomiro recuerda elde Damasco de septiembre de 635 o di­ciembre del año siguiente. En este pac­to de Teodomiro no aparece menciona­da la ciudad de Cartagena y la razónparece obvia: porque fue conquistadapor las armas y, por tanto, quedab9­incluida en el régimen de capitulaciónincondicional O forzosa. El pacto. deTeodollliro, de indiscutible aUteñti-~cidad, es el primer documento his-

ASTURES

beza de puente establecida en la Pe­nínsula. Según otros, Musa manifestóuna gran irritación cuando se enteródel desembarco y ordenó a su subalter­no que no se adentrar a en el interiordel país hasta su llegada. ALfr~nte deunos 18.000 hombres concentrÓ--susfuerzás en un ptiertocercano aCeuta,llamado Marsa Musa, Puerto de Musa,en las faldas del Chabal Musa, Montede Musa. Tanto el puerto como la mon­taña recibieron, según ciertas tradicio­nes, su nombre por haber embarcadoallí. Sin embargo, otras tradiciones re­ligiosas los relacionan con el viaje deMoisés y Josué a la Confluencia de losDos Mares o Estrecho de Gibraltar deacuerdo con la azora XVIII del Corán.

Mus-a--ysus tropas arribaron a aleChazira al-Jadra (CMi:¡;más bien queAlgeciras) en junio del 712 y quisoseguir un itinerario distinto del deT~riq contando con el asesoramientodel conde don Julián. Despú,~s de ocu­par las plazas fuertes de Medina-Sido­nia y Carmona, Musa ben Nusayr sitióSevilla, que se rindió tras débil resis­tencia. Atravesó las tierXª_EldeHuelvay:,cruzó un desfiladero o valle que recibiósu nombre, Fachch M usa, actual Valde­lamusa, cuyos habitantes se convirtie­ron en clientes de Musa. Como es desuponer la noticia es inaceptable. Elemir árabe prosiguió hacia el norte. ysitió la ciudad de Mérida, que resistióvarios meses hasta que capituló el 30de junio del 713. Las capitulaciones deMérida, en las que se indica que los bie­nes de los muertos el día de la batalla,de los que habían huido a Galicia y losbienes de las iglesias pasarían a poderde los musulmanes, se pueden conside­rar apócrifas.

Aunque la mayoría de las fuentesárabes dice que Musa ben Nusayr en­vió a su hijo Abd al-Aziz a Sevilla parasofocar una rebelión, sin embargo,otros textos árabes sitúan al hijo delemir firmando con el conde Teodomirolas capitulaciones de la antigua Carta­ginense y que .en árabe recibió el nom.bre de Tudmir. Este tratado permitíaa los cristianos consérvar cierta aut~­nomía en siete ciudades a cambio délpago de ciertos tributos a favor de loscombatientes árabes, tanto hombres li­bres como esclavos. Se conservan cuac .tro versiones de este interesantísimodocumento, fechado en abril del año713. En las versiones citadas coinciden16S:-hombresde seis ciudades: Orihue-

8/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA

Page 10: La Invasion Arabe de Espana

REINO DE LOS FRANCOS

Tolosa

Nimese

/~f*"--

Carcasollá~~ ~/Narbonaq5

Arlés

MEDITERRANEO

CAMPAÑAS MUSULMANAS EN HISPANIA

/~e Barcelona

ISLAS BALEARES

(de Bizancio)

MAR

~-/,e-Iarragona

--~ Valencia

eVillena

~bira,,,( ~

Q

;~dfJ1quivir- ~._~-,-/

itlago e

lá¡lga Reino visigodo Campañas de Abd·al·Aziz

Campañas de Tariq

Campaña de Al·Samh

Campañas de Musa

Campaña de Al.Ghafiqi

]

Zona autónoma•

Posibles rutas alternativasde Tudmir

"lO>

panoárabe del que se tiene noticia y suanálisis y estudio son esenciales paratener una idea clara del régimen civily militar en la Península Ibérica du­rante el siglo VIII. Teodomiro casó una 1

hija suya con un noble sirio y sus des­cendientes de la más rancia y rica no­bleza hispanoárabe se perpetuaron enel reino de Murcia hasta el siglo XIII,cuando fue ocupado por Fernando IIIel Santo.

Tampoco se ponen de acuerdo losautores árabes de la Edad Media en fi­jar el punto de encuentro entre Musaben Nusayr y Táriq. Citan Toledo, ~

lavera y Córdoba, que puede corres­ponder a Qartachanna CCarteya o Car­tagena). Según esos mismos autores laentrevista no fue nada cordial e inclu­so Musa se atrevió a golpear con un lá­tigo a Táriq exigiéndole la entrega delos tesoros encontrados. Ambos atrave­saron el Sistema Central y Musa benNusayr lo cruzó por otro valle o desfi­ladero que también se llamó FachMusa. Se trata del valle del río Valmu­za que nace en las estribaciones de lasierre de Peña de Francia, en la pro­vincia de Salamanca. Otra etimologíafalsa. Conq~istó Astorga y llegó hasta

LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA (9

Page 11: La Invasion Arabe de Espana

L.ug"o,desde~to_Il_ª~_!2mprgndi6~elregre­so repasañQo el Sistellla º~_Iltr_<!Lpº.relmismo valle de Valmllza..'T~riQen camJ:¡iosidirigió.aZara;;

goza tras la ocupación de Medinac.eli.la antigua Ocilis, aunque los geógra­fos árabes digan que fue fundada porSalim, un compañero de Táriq. En elvalle. deLEbro ~QIlsiguió, al parecer;la sumisión del conde-Fo.rtun,Eiiº.Jjj:~~Casio. Se cOIlvirtióal Islam yfueG.ª-­beza de una familia o dinastía que¡;eens.eñnreó ~:.:u:ca durantetres siglos y desde aquí, ell fecha __~l­terior, se procedió la congyista deCataluña ... ' o' .-- .. ~

Los primeros emires

Llamado para rendir cuentas al cali­fa de Damasco, Musa ben Nusayrabandonó con Táriq la Península Ibéri­ca en el verano del.1.L1.Le sucedió enel gobierno de al-Andalus su hiliLAbdal-Aziz, que se estableció en Sevilla ytuvo como visiLa. [IabiºJleD'~aQi~KDaa,nieto del fundador de Qayrawan, Uqbaben Nafi. Seg.ún.par~ce, se casó con laviuda del rey Rodriga o con una hijasuya, llamada Egilona, para l~irrw.ren cierto modo la posesión árabe de laPenínsula y considerar el nuevoemira­to como heredero dlrec1Cl'de1a:-rñoiiar~quia..Y1sig¡Úla.Coñsol1dÓrascoñquÍstasde su padre y la tradición le atribuyela conquista de Evora, Santarem,Coimbra y otras ciudades portuguesas.Fue acusado de abandonar las tradi­ciones árabes por instigación de su es­posa, que le animó a ceñir una coronay obligar a los nobles árabes a incli­narse ante su presencia, aunque otrosautores afirman que no quiso recono­cer al nuevo califa de Damasco, Sulay­mán, por haber ordenado la prisión ytortura de su padre y la ejecución deun hermano suyo. Lo cierto es que fueasesinadoerrmar:M}-ofl:e-l..'Z.-1.6 en la igle­sia de Santa Rufina, consagrada comomezquita.

Fue nombrado sucesor su pr.~yub.,., hijo de una hermana de Musaben Nusayr. Su gobierno duró seis me­ses, hasta lallegada del nuevo delega­do del emir de Qayrawan. All-Hurrllegó con cuatrocientos notables y de­cidió trasladar la capital de Sevilla aCórdoba. Estos~obernadores de al­Andalus oficiaJ:¡nentedependían del­emir del norte de Africa con sede en

lO/LA CONQUISTA ARABE DE ESP A¡\¡A

Qa-YI:awano directamentede1.califaomayE~]_~Qi!i.ÚiE3:S0;·como al-Samh',que recibió, según parece, órdenesprecisas del califa Umar ben Abd al­Aziz para informarle con detalle sobrela situación de al-Andalus y si mere­cía la pena evacuar la Península porrazones de seguridad de los musulma­nes asentados en ella. El nuevo gober­nador aplicó estrictamente las leyesdel Islam, reconstruyó el puente ro­mano utilizando las piedras de lasmurallas de la ciudad y construyó unrecinto de tapial. Con el quinto conse­guido en las aceifas reservó al otrolado del río un terreno como cemente­rio de los musulmanes. Según algunosautores, murió ellO de juio del 7genun combate contra los cristiaños deTarazona, pero otras fuentes afirmanque'muri~ experJición .allLGa­lia cuanao ¡;itiaba TOulOu¡;e.

Cuatro añofiJJ:lástRrrJE', Añ.hasacon­solictoias~cóñquista§!l!U3J,gLPLeclee~so­res y se ápoderó··aeC.ar:.Qª¡;Jmª"~~Oi;Ill©P.Desde estaciud'aaorganizó una rápidacampaña por los vallesclelBódano ydelSa.ona hasta--Ile.n8:tmr.en Borg-oñaenagosto deJJ2Q.'-.Talve.>,:haya que sitUaren e'sJJ1:lp.oca--el--€-ffiR.ienzodeJaresis­tel1cia.asturiaua después de la batallade ..CovadonEalal1Ilqu~la t~adicióll ymuchos historiadores mOdernos la fijanen el año 718. Otro emir deCórdopa, al­Gafiqi, átraves.ólos· Pirineros.P9xBgu­cesvalles, saqueº-Burcleos y se dirigió aSan· Martin-:oo Tours. A v.eiiitekilóffie­tro~.~Le_P.Jlitier.ll,J}adQKMarteLderrotócOIllPJ~tªp1enct~ªLejército IllUs.ulmªn.En esta importante batalla que tuvolugar en octubre deLU2.murULal­Gafiqi yrnuchos d~10ss~;Y9S.Los super­vivientes s~xeplegaron a Narbona, quesiguió en poder de los míTsuIñianeshasta el 751.

Hacia elañQ._7AiLe_stallóe.lle1Nortede AfriGa.'una revuelta general de losberéberes contra los árabes, revueltaque se extendió aa,l-Andalus. El califadePilmasco envi<LlIll.ej~rci!ocletropassiria.s~.,peroTueae she..ch.D_.c.e.r.c,a.de.Eez.Los s~x~.ivi.ente.¡'-f3~ refugia.r9.Il~nGeuta3 poco después pasaron a laPenínsula para ,aYlldaral emir de Cór­dgba,Abd al-Malik benQatan.Fllerónuno_sngieZ1llilal mando del Balch, quefinalmente se'nizocóri-eTponer':' Gra­cias al as.esorarnientodeL.condeArto­bás~hi}onde Witiza,y para terminarcon las guerras civiles entre los árabe!"baladíes, que llegaron a la Península

Page 12: La Invasion Arabe de Espana

Batalla de Covadonga, en la que los astures,dirigidos por Don Pelayo, rechazarona los musulmanes en el año 718

-según la tradición- aunque parecemás probable que fuese en el 725(grabado de la Historia de España,de José del Castillo, finales del siglo XIX)

despu-és-del 711, Ylos sirias, el emirAbu-l-Jattar hacia el 743 asentó a lossirios en las provincias del sur ya cam-

bio de la prestación del servicio militarreéíbierondos ter~ceras partes de laspropiedades donde se establecieron, deacuerdo con la hospitalitas visigoda. Elhecho de aplicarse la denominación deprOUi:nciásnÚtifarizadas a determina­das comarcas o regiones -Andalucía,el Algarve portugués y Murciª-, enlas que se establecieron los sirios,parece indicar que en el año 743 laadministración árabe se había consoli­dado solamente en el sur de al-Anda­lus.

LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA /11

Page 13: La Invasion Arabe de Espana

El problema tribalen al-Andalus

Manuel Grau MontserratUniversidad de Barcelona.

El conocimiento de la situación,desde los tiempos más remotos,de las numerosas tribus estable­

cidas en la Península Arábiga, de susasentamientos y mutuas relaciones, hasido posible merced al gran desarrollode las ciencias genealógicas. Estas per­miten estudiar los continuos enfrenta­miento s entre los grandes grupos tri­bales, que no cesarán con la aparicióndel Islam, sino que, más aún, con lacreación del Imperio se trasladarán alos distintos territorios donde unos yotros llegarán a establecerse. Así pues,con-eU-sla-m-las-l-B.-OOa-s-Fe-hasar:áILeLmarco del Oriente Medio_p_ar.a_aLcall.=zar los límites territoriales del nuevooraensocio--político y-reIlg:ioso.- --

Para su conocimiento hay que partirdel hecho de que las dos ramas queconstituJ'-en lQs grandes grupos tri5a­l~ divididos eñ- multitudaeClanes,

_~ceden de un antepasado común,~enu Una de ellas será la constituidapor los descendientes de Ism~el, hilode Abraham:se-gún-l-a--lírreaae un an­tepasado conocido por Adnan, es decir,los adnaníes, llamados también árabesdel norte, ,qáySWI' o mudaríes. Otra esla de los d'e-s-clffidientesde Yoqtan, hijode Eber, a través de Qahtan, o qahta­níes, conocidos asimismo, por (R-all.:nesoyemeníes, por haber sido el Yemen suhábitat originario, razón por la cual seles llama también árabes del sur, a pe­sar de que, en época ya histórica, sedesplazaron hacia el norte y aparecie­ron nomadeando por el centro y nortede la Península Arábiga. Estas dosgrandes ramas pueden responder, porlo que se refiere a su mutua conflictivi­dad y hostilidad, al enfrentamiento,desde los tiempos más antiguos, entreel nómada de las estepas y el sedenta­rio de las tierras fértiles.

Tenemos amplia noticia de las cade­nas de generaciones de ambos grupos

12/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA

tribales gracias a las abundantes noti­cias dadas por Ibn Hazm de Córdoba(m. 1064) en su tratado de genealogía,Chamhara ansab al-arab, libro de laselecta colección de las genealogías delos árabes, en el cual encontramosmultitud de datos sobre los hechos ypersonalidad de quienes sobresalieron

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Musa ben Nusayrjlropina un latigazoa su lugarteniente Táriq, por sospechar

que se estaba guardando los tesoros tomadosen las ciudades asaltadas. El encuentro se prodl!io,según la tradición, en Toledo, Talavera o Córdoba,

aunque bien hubiera J:!odidoseren Carteya o Cartagena(litografía de la Historia de Espana de Morayta)

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en los días de la época preislámica enel naciente Islam, y por si fuera poco,el autor añadió, para tiempos posterio­res, las genealogías de algunos pueblosno árabes, como los beréberes.

Por lo que hace a la época posteriora la aparición del Islam, interesanaquí las continuas ref~enciªs ~e.1!m_

Ham a al-Andalus enJas...que...apa~enéiIaClQs los pers-º-najelLárabes~más-no­té\;.blesque pasaron desde los primerostie.mQosa nues.tl::a-Fe-nínsula,g-a-8usdescendientes, uue son_conocidosCQ!l

er nOInore d~~nmgenas" to­mando el calificativo en el sentido deser los primeros llegados.

LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA /13

Page 15: La Invasion Arabe de Espana

Ibn Hazm no se conforma con citar­los, sino que nos da noticia, a la vez, delos principales asentamiento s y nú­cleos de población de cada uno de ellosen Hispania, destacando a aquellosque más se distinguieron en el ejerci­cio de las armas, las ciencias o las le­tras, y en ocasiones, como puede verseen el estudio de Elías Terés, aportandodatos completos sobre diferentes lina­jes de poderosas familias, como las deAlmanzor, Banu Hachchach y BanuJaldún, de Sevilla; los Banu Tuchib, deZaragoza, o los Omeyas, en general, nofaltando algunas familias de origenhispánico, muladíes, como la aragone­sa de los Banu Qasi, en el valle delEbro.

Las noticias que presenta Ibn Hazmpermiten reconstruir y aclarar nume­rosos puntos oscuros sobre los asenta­mientas y repartos de tierras entre laminoría árabe, llegada con la invasión,de acuerdo con su filiación tribal, ára­bes del norte o árabes del sur, suman­do a ello buena copia de datos linguís­ticos, arabismos y topónimos.

La posición hegemónica que los cla­nes rivales tuvieron alternativamente,según los califas, en el gobierno delnuevo Imperio árabe omeya no dejó deproyectarse en.el NOI'te..de.Afric~y_enal:.l\Jldalus,territorios donde llegaron aalcanzar los enfrentamientos gravesproporciones. S!!..espíritu de partirJo, Q

as a b iyy a, bas ad..Q.SID--1ilLQrigeJL§'tIl.~º~segiJ,ncada .u.ua.deJasrm11ascitilllas;-laantipatía, cuando no el odIo, que loshabitantes de las comarcas desérticas,nómadas, mantuvieron siempre, comose ha señado, por los ocupantes de lastierras fértiles, sedentarios, y el lugartan importante que los qaysíes ocupa­ron en época omeya, frenfe-a. lOs kal­bíes, relegados a un segundo plano,sobre-todQhaE¡tªlQ§_tj~mPQ§,d!'LAbclal­Malik.(6R5.::70.5),marcaron profunda­mente las diferencias envenenadas poruno de los mayores .errores de la polí­tica omeya. Esta; siempre atenta a apo­yarseaTEérnativamente en uno liotrogrupo, en-unapol-ítica de b'aláiiceo, seprestó así a las querellas tribales,ansiosos ambos grupos de usufructuarla protección del soberano en beneficiopropio.ue.8ll.asabiyya. - -------

Cuando Musa b. Nusayr, el año 712,llegó a la Península, iba acompañadode un buen grupo de combatientes ára­bes tanto qaysíes como kalbíes; es de­cir, de las dos ramas .siempre enemis-

14/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA

tadas. Fue sufi~_i.eJlJe..§:mpezara distri­buir l.9-s~sy el reparfo·deTpoaerpara que estallase el conflicto,·con tb~das sus consecuenias socio-políticas;no se necesitó más para que la tradi­cional hostilidad entre los compañerosde Musa y los árabes que luego pasa­ron a al-Andalus estallara, haciendotambalearse la estructuración de lanueva provincia omeya. Pero, además,a todos estosproblemashabráq11e 811­mªr los que trajeron consigo los bere­beres magrebíes, pOCQdados a some­terse a una autoridad supratribal.Todo ello desembocó en una sucesiónde luchas y enfrBntamientos entre losdistintos clanes, entre árabes y berebe­res, que llenan el período. primpro...deLdominiomusulm¡in enJaPeníUS111aIbérica -el de los gopernadores- has­ta el 756 y cuya actividad es tan difící:rde discernir e interpretar como apasio­nante su estudio.

Las..grandes z.onaR_d.a·'PQblamiento.átllbe fueron; la aduaLAlldalucía, queno hay que confundir con el conceptode al-Andalus; el vall~ d~lEIl]:o oMar­ca Superior y, en menor proporción, elSarq al-Andalus o Leyan.k Podemosafirmar que que, en general, toda lazQna SurQccidentaLandaluza, desdeMálaga a Beja, es decir, etAlgaryepQr~tugués, fue ocupada mayoritariamentepor tribus árabesj"éiñeníés, aunquecomo señalan los investigadores, conuna deneigaQ d.ecrecient§ según nos di­rijamos a poniente. Sevilla es un casotan notorio que incluso·sEnáctaban dela suprE¿macíaY~_ll}E!)1í,aunque no fal­taron linajes kalbíes, árabes del surcomo los anteriores, en clara inferiori­dad: cinco grupos kalbíes frente a 19yemeníes. EneLvallB deLGuadalqllivir,en sus tierras bajas, encontramos re­presentantes de los grupos de ~jnLHªdJ'.a_mawt,Yahsub y Tuchib,entreotros. Algo semejante sucedió en partede la corona de Rayya, es decir, la zonade Málªgª~A-n;hidQna.

Si en Andalucía suroccidental huboun claro predomini§ yemení, 110 suce­dió lo mismo en lace~traJ y oriental,aunque quedó bien patente la agrupa­ción de los clanes árabes y sus afinida­des tribales: en torno a Pechina-Alme­ría encontramos grupos yeniéníes,asícomo en la vega granadina, mientrasque los árabes del norte se instalaronespecialmente en las zonas alpujarre­ñas, así como cerca de Granada, en eltérmino de la actualSantafé. En las

Page 16: La Invasion Arabe de Espana

Las murallas de Córdoba, asaltadaspor los guerreros musulmanes(grabado decimonónico sobrela conquista árabe de la Península Ibérica)

comarcas jifalne-Rses hubo un ciertopredominio de los ár;:th"esudeLnorte.

Manuel Sánchez señala, como hahecho para otras zonas citadas antes,en la de La Guardia, a los asad y uqay­líes; los kinana, en Canena; bahila yaws, en Ubeda, etcétera; pero tambiénencontramos árabes del sur en Arjona.

Siguiendo a este autor podemos afir­mar que en el vall.emedio del. Guaclal­quivir, entre Sevilla y Córdoba; la po­blación de origen árabe se hallabaprofusamente mezclada, sin claro pre­dominio, como ocurrió en la zonaoriental de Málaga, Tudmir-Murcia,de un grupo étni·co sobre el otro. Alnorte de Córdoba la población árabe,considerablemente densa, estuvo muydiseminada: qaysíes por la parte de Fi­rris, actual Constantina, y en el vallede los Pedroches, Fahs al-Ballut, como

atestigua el topónimo Gafiq, qaysí, enBelalcázar.

Para María J. Viguera, los árabesdel sur o yemeníes supe-rarói1-conmu­cho a los del norte en el valle del Ebro.Esta situación se observa también Émla extensión que ambos grupos ocupa­ban, como señala Ibn Hazm al relatardetalladamente los hechos de los prin­cipales personajes de los Banu Tuchib,uno de cuyos clanes hemos visto insta­lado en Sevilla y a los que encontra­mos también en Calatayud, Daroca yZaragoza -de ahí las dificultades quecomo vermos luego encontró al-Su­mayl, árabe del norte, en su gobiernode Zaragoza-, donde además no falta­ron los udríes, chudamíes y jazrachíes,especialmente en Corbalán. Para elgrupo de los del norte recoge Ibn Haznla presencia de tamimíes en Estercuel.

Al-Andalus: samiyyun

Desde Mérida a las zonas montaño­sas del sarq"aX-Andalus, eT:Levañte-pe:"

LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA /15

Page 17: La Invasion Arabe de Espana

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Page 18: La Invasion Arabe de Espana

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MAR CANTABRICO

ninsular, el poblamiento árabe es lne­ríOs -imji--ºitanTe: ~ª,¡P:q@-=cJjn-clªrº-~re-:,dominio <@ysi,La región valenciana,frente a 'la teoría tradicional, pareceque no fue abundante en poblaciónárabe, a pesar de lo cual no podemosolvidar, como señala Ribera, que entrelos qaysíes encontramos a fihríes (Ru­gat en el valle de Albaida y Alpuente),Banu Kinana (Benicanena), maizu­míes, una de las más numerosas: qa­maíes (Elche), bakríes (Masalavés),uqyalíes (Benioquer) y además otrosgrupos qaysíes en Alcaycía y Benicais.En menor número figuran los kalbíes:jazrachíes (Jérica), qudaíes (Onda) ylajmíes también, según Ribera, bas­tante numerosos.

Cuando la gran revueltaberéberenla Península del año 740, iniciada pro­piamente en el Magreb,11egaron parasofocarla los contingentes de tropas si­rias, samiyyun, dirigidas pOr Balch b.Bisr, que no sólo pudo acabar con ella,sino que a~l'ló _llgllJ1BVQ_elementº-d_,ªpolítica proqaysí por parte de los ára­bes-recién llegados, motivo por el cualse formó contra ellos una coalición.Pero triunfante Balch en Aqua Porta­ra, 742, inicióse una serie--9:¡:).incauta­ciones de tierras en favor de los siri08y en-detrimentode los árabes baladíes.Cuando elwalí Abu-l-Jattar (743-745)consiguió imponerse a los sirios, en lu­gar de expulsarles prefirió estable­cerles en territorios del sur y surestepeninsular, según la siguiente distri­bución: el chund de Qinnasrin, enJaén; el ~J<:;gipto, en l;leja y Todmir;el de Palestina, en Si<:lo1;la;el d~ Hims,en Sevilla; el del JordáIl, en Rayya, yel de Damasco, en Ilbira-Granada.

Qaysíes y kalbíes frente a frente

Los sucesos de orden socio-político yaun militar que tuvieron lugar en al­Andalus entre las reformas de Abu-l­J attar y la llegada del marwaní Abdal-Rahman hay que contemplarlos,para su comprensión, dentro del marcode las estructuras tribales y clánicasde los árabes, tanto baladíes comosamyyun. En el centro del conflicto, elintento fracasado de Yusuf al-Fihrí deconstituir un Estado propiamente an­dalusí apoyándose en el funcionamien­to de la asabiyya o espíritu de tribu,puso de manifiesto que este medio so­cial pudo actuar como caldo de cultivo.

16/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA

La primera chispa de esta gran re­vuelta social iba a estallar en el sur deal-Andalus cuando Abu-l-Jattar, moti­vado por la asabiyya yemení, atizada asu vez por la hostilidad de un jefe qay­sí, al-Sumayl, acabó con unos comien­zos tranquilos que tuvieron la virtudde apaciguar y disimular las querellasentre baladíes y sirios.

Al Sumayl, llegado con el chund deQinnnasrin y con un rico patrimonioen-la zona de Jaén, pasÓ a ser el jefereconocido de los árabes del norte, nodudando en sellar una alianza con al-

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Ocupaciones esporádicas

de los cordobeses desde

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MEDITERRANEO

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gU,n(}8-,·,gruposdesc-o-Btent()S-da.;}'E.me~­n.íes,..conayuda de los cuales combatióe hizo prisionero a,Abu-l-Ja.ttar. Senombró nu~vo gob~rnadgr en la perso­na de Tuwaoa b. Salam (745-746), bajola tutela de al-Sumayl, que lo era dehecho.

El gobierno pro-qaysí se vio prolon­gado a la muerte de Tuwaba al propo­ner al-Sumayl como nuevo gobernadora Yusuf al-Fihrí (746-756), descendien­te del conquistador del Norte de Africa,Uqba ibn Nafi, y aureolado de ciertafama, que fue el último walí depen-

diente de Damasco. Pero liberado Abu­l-Jattar, consiguió formar una grancoalición yemení contra la autoridad deYusuf al-Fihrí y su cerebro gris; al-Su­mayl, con la consiguiente reagrupaciónde los clanes en torno a los dos grandesgrupos tribales.

El enf:r:entamiento directo se produjoa las puertas de Córdoba., cabe a la al­quería de Saqunda (747), obteniendo eltriunfo el grupo pro-qaysí de Yúsufal­Fihrí y al-.Sumayl ylos yemeníes pues­tos en fuga.

Quiso entonces el wali desembara-

LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA /17

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zarse de la influencia de al-Sumayl yle envió (750) a la,Marea,Superior, a

,,í'Lm:agQza,zona de población preferen­temente yemení, co-!':rW_gQp.~n~clgr~.enun momento en que un grave proble­ma de subsistencias, la gran crisis delos años 746 al 753, causaba verdade­ros estragos entre la población del te­rritorio. AI-Sumayl mostróse como unexcelente gobernante, acudiendo, consu propio peculio, en ayuda de todoslos musulmanes sin tener en cuenta suadscripción a uno u otro grupo.

Sin embargo, pasada la crisis, losyemeníes reaccionaron contra al-Su­mayl y el gobierno central de Córdobay, coaligados con los bereberes, les ata­caron y sitiaron en Zaragoza. AI-Su­mayl viose obligado a invocar de nuevola asabiyya, a pedir ayuda a los qay­síes de Jaén e Ilbira, quienes marcha­ron a levantar el bloqueo de la ciudad.Es de notar que..a..e.st.e..gx:upo_se..suma­ron. a..lglJJ10Sclientes omeyas conJa. in­tenG-iónde n~ociarCQnal-Sumayllosderechos del prínciplOlAbd_aloRahman,disPllesto a desembarcar. en.alcAndausy reqmstruir aquí, para su familia, elEstado perdido en Oriente.

Las tribus beréberes:zonas de poblamiento

Indudablemente, Abd al-Rahman sehabía dado cuenta de que quien osten­taba de hecho el poder en al-Andalusera al-Sumayl y deseaba contar con él;por eso sus clientes acompañaron algrupo qaysí en su viaje a Zaragoza,pero tras una buena acogida inicial, nosólo por parte de al-Sumayl, sino tam­bién por la de Yusuf al-Fihrí, su acti­tud no demasiado clara tornóse defini­tivamente contra el príncipe omeya,emp'ujándole hacia los yemeníes, con loque de nuevo vol~ieron aenfrentarselos árabes del norte a los de! sur: qay=síes en favor de Yusuf al-FihrLy al-Su­mayl y yemeníes en el de Abd al-Rah,­mano

El príncipe omeya supo manejar elfactor tribal y cuando, e1755, desem­barcó en Almuñécar, sus clientes y losyemeníes le acogieron con alborozo.Después de diferentes episodios, losdos ejércitos se enfrentaron en al-Mu­sara, cerca, de Córdoba; la victoriá fuede los y~meníes;.era la venganza por laderrota de Saqunda.

18/ LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA

Del asentamiento de los grupos be­réberes en la Península podemos dedu­cir que al-Andalus~ossomodo. estu-_vo.,clivididoen.,cuatroamplias zonas:Andalucía, Marca Media, ma..rcaSupe­rior 'y SarCLªEAnclalus.'Hay que-partirué'la base de que las tropas que llega­ron con Táriq eran, en su mayoría, be­réb.e.res, como lo fueron otros grupos'n;gados a lo largo de los años siguien­tes a la conquista; que estos berébereseran fundarnentªlm.entp magr..ehíes yque, según los estudiosos del tema, losprimeros siete mil llegados pertene­cían, en su mayoría, a tribus matgara,no sólo de los Banu Ifran, sino tambiénde los grupos Gumara, Hawwara,Madchuna y Nafza, fundamentalmen­te. Se .establecieron en:

AndaZ-Úc'{¡¡:-SlerrJ!.''MOrena, valle del.Guaaalquivlr,. sm.deLGuadalquiviX.yAndalucía oriental. ...

o En las estribacl'ones de Sierra More­na, al norte de Córdoba y hacia el oes­te, en dirección a Fahs al-Ballut fue­ron muy importantes los elementostribales beréberes, donde claramentesuperaron a los árabes. La sierra deAlmadén -Chabal al-Baranis- re­cuerda a uno de los grandes grupos ét­nicos magrebíes: Butr y Baranis. Pare­ce que desde el Campo de Calatravahasta la sierra de Aracena la alta cla­se beréber dominaba incluso en los nú­cleos urbanos. En el valle del Guadal­quivir estuvieron mezclados con lapoblación árabe. Se han señalado, so­bre todo, en la zonas de Marón y Mar­chena (Hawwara), de Osuna (Sinhachay Masmuda) y, en general, por todo elterritorio de Carmona y Ecija. En elsur del Guadalquivir, en el extremo oc­cidental de las cordilleras béticas, lapoblación africana debía ser importan­te si tenemos presente la abundanciade topónimos que delatan su origen,sobre todo en la cara de takurunna. Eldistrito Magila estaría situado en laserranía de Ronda y el mar, siendo sucapital la actual Benahavis (Málaga);otro distrito de poblamiento bereber, elde Saddina, se identifica actualmentecon Grazalema (Cádiz); otros topóni,mos indican igualmente zonas pobla­das por beréberes: Alcalá de los Gazu­les (Cádiz), Algatocín (Málaga) yBornos (Cádiz). Como se puede obser­var, en general fueron muy abundantesen las zonas montañosas de Sidonia,Ronda, Málaga y Algeciras, dondeexistía un chuz al-barbar o distrito de

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Abd al Rahman desembarcó en Almuñécar

en el año 755 y fue acogido con alegríano sólo por sus clientes, sino tambiénpor los yemeníes, con cuya ayuda derrotóa los qaysíes de al·Sumayl y se alzócon el poder en al-Andalus(ilustración decimonónica)

los beréberes (Manuel Sánchez). Pareceser que la población beréber fue másbien escasa en la parte muy arabizadade la Andalucía oriental, sobre todoJaén e Ilbira; no obstante, en Jaén seseñala la presencia de algunos grupospertenecientes a los Banu Ifran, BanuBirzal y Banu Rachid.

Marca Media o región central. De­jandeyde lado lo que se ha dado en lla­mar el paréntesis indígena de Toledo,podemos considerar la Marca Mediacomo profundamente berberizada. EnGuadalajara, Medinaceli, Ateca y So­ria, no faltaron, como no faltaron másal norte de la sierra de Guadarrama,quizá, como dice J. Oliver Asín, lla­mada Castilla por los beréberes delNarte de Africa allí establecidos y enrecuerdo de su Qastilya natal, de pa­recida geografía. Al sur de Toledovuelve a ser importante la masa beré­ber, en este caso concreto del grupoNafza.

Marca Superior o valle del Ebro.Como señala María J. Viguera, los da­tos principales que nos hablan de gru­pos beréberes en la Marca Superiorson los topónimos que han llegado has­ta nosotros, como Oseja, situado alnorte de Ateca, indicaría que fue habi­tada por los Awsacha; Fabara, por losHawwara; Mequinenza, por los Mikna­sa. Ella misma señala cómo rodeandola cuenca del Ebro, formando un con­junto aparte, aparecen poblamientosberéberes, que dominaron unos encla­ves, incluso de la Marca Media, comoen Ateca (Tihalt), la Sahla (Albarra­cín), Teruel y Villel de los Gazlun, losSalim, de Medinaceli; los Awsacha deSantaver y los Zannun, luego arabiza­dos Du-I-Nun, en castillos conquensesen cuya serranía se instalaron tam­bién los Hawwara.

Sarq al-Andalus o Levante. Desdeun principio es muy importante la po­blación beréber y si atendemos a sudistribución, son, como prueba IbnHazm, los grupos nafzíes los que abun­daron más en un territorio situado en­tre Toledo y el mar Mediterráneo, aun­que los datos que se poseen para elsiglo VIII y hasta la primera mitad delIX son más bien escasos, siendo el gru­po madchuma sin duda uno de los me­jor conocidos.

LA CONQUISTA ARABE DE ESPAKA /19

Page 22: La Invasion Arabe de Espana

Manuela MarínConsejo Superior de Investigaciones Científicas.

a rápidaysegma implantacióndel Islam en las tierras conquis­tas se debió, en el primer siglo de

su existencia, en gran parte a la_flexi:bUidad de su ley religiosa, que, ex­puesta en El Corán, RlÍ,nno había sidoencorsetada por laslrit:erpretacionesdé.]os JurisÚis, que con exégesis y re­glamentos, lo único que hicieron a par­tir del siglo IX, fue dade una normati­va que cerraba, en gran parte, lasgrandes posibilidades de incluir en suseno la mayoría de los usos y costum­bres de los pueblos conquistados queen nada se oponían a la revelación.

Piénsese que la conguist~Ly:__a_s~nt¡;t­miento de los árabes y beréberes mu­sulmanes en España tuvo lugar entreel Uly~eL755, y que las_prjmera_s~s:cuelas (o ritos) jurídIcos importantesque reglamentaron El Corán se debena Malik b. Anas(710-795), AbuHanifa(696-767), al-Safií (767-820) e IbnHanbal (780-855),·los cuatro fundado­res de las aún actualmente en vigor.

Por tanto, en la época de la conquis­ta de España no,habían realizado aúnsu labor exegética ni ésta, por consi­guiente, podía ser conocida: la rápidaconquista de España y la subsiguienteislamización se debieron a la habilidadde los caudillos musulmanes, que su­pieron -explotar las inconsecuencias so­ciales del reino visigótico y aplicar lalegislación textual de El Corán -infi­nitamente adaptable en aquel enton­ceso;- a las necesidades de los neófitos'Y'..Q.e aquellas poblaciones cri§tianasyjudías que quisieron conservar sus pe"culiaridades sin sentirse, por ello, dis­criminadas.

Bueno será recordar aquí que enesas fechas el texto coránico escrito ca­recía de signos diacríticos y de vocalesbreves, por lo cual sus lectores o me­moriones, en algún caso y de buena fe,podrían recitarlo con variantes, quehoy no serían de recibo, del mismomodo como a mí me parecen poco con­venientes algunas de las exégesis con­temporáneas que, basándose en tradi-

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ciones o consensos, intentan introdu­cirse a determinados versículo s del Li­bro como, por ejemplo, las referentes almatrimonio de musulmanes con judíasy cristianas.

El éxito_dE:lllslamse explica, en pri­

merlugar, porque-!~n~­nos,estamentQs de1~sQciE:lJ:Lad_yisigóti­ca erasumamente. __cl~aagra.Jiable: elpesº--d~losimpu~s!Qs, la existep:~i~humillante de los sieLvns, liuiscrimi­nación de losjQ.díoS, las continuas 81.1'­

blevaciones de los. vªsGOIles-T1a exis­tencia de islotes paganos, sobre todoen las zonas montañosas del Norte,hacían que gran parte de la poblaciónno. se sintiera representada en el granproyecto de unidad peninsular quebien o mal habían llevado a cabo godose hispanorromanos.

En ~s'pecial, losjudíos, que aún aprincipios' del' siglo V se' confundíancon frecuencia con los cristianos, ha­bían sido discriminados cada vez máspor los sucesivos Concilios de Toledo:en el III se obligó a bautizar a los hijosde matrimonios mixtos, con lo cual, al­gunos iniciaron el camino del exilio ha­cia el reino franco (587); en el IV (633)se previó la persecución de los conver­sos que no practicasen el cristianismo;en el XII (681) se les obligó a bautizar­se en el plazo de un año, aunque, encompensación, se les devolvía la facul­tad de testar; en el XVI (693) se lesprohibía cometciar con los cristianos,con lo cual se les arruina, y en el XVII(694), suponiendo que sus actas no ha­yan sufrido manipulaciones posterio­res, se acusó a los judíos que habíanbuscado refugio en el Norte de Africade conspirar para conseguir la ruinade España y, en consecuencia, se con­denaba a sus correligionario s residen­tes en la Península a perder todos susbienes, a la esclavitud con prohibición

Puerta de San Esteban,la más antigua dllla riie~quita

de Córdoba, erigida por Abd al Rahman 1

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LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA /21

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de que sean manumitidos y a entregara sus hijos menores de siete años paraque fuesen bautizados y educados en elcristianismo.

Tolerancia coránica

Frente a esto, los--ju.di~te delfrka- sabíaIlQJJ.eELC-º!..Xfn -y esterr­bro era conocido en todos los territo­rios ocupados por los musulmanes­adlllitía la libertad,d.e_J::uIt4fute_to.doB10~.Pll~º1ºs_quete!:lJªIl_unteAto~x.eYcla:..dp y les adjúdicaba unxango.J.gnal aldejos cristianos, sus perseguidores enEspaña (2,107/II3): Los judíos dicen:Los cristianos no tienen ningún funda­mento. Los cristianos dicen: Los judíosno tienen ningún fundamento. Pero to­dos ellos recitan la Escritura; de estamanera se expresan los que no saben yla discrepancia entre ambas religionessólo será resuelta, según el mismo ver­sículo, por Dios, quien juzgará entreellos, el Día de la Resurrección, en loque discrepan.

En c~e.ucia,JQ.S ..i-udíº§_r>~Il~Il'§ll~.lares no vacilaron en convertirse enauxiliare s del osUconquistaaor~'~ªia:bes"e inscribirse como soldadQ§ paraguardar el orden en alguilª§ dlc)Jª§~!:y.­dades recién ocupadas (v~. Sevilla) ypermitir que las fuerzas de choquecontinuaran su avance en todas direc­ciones. Por su .ILª-I.t~,~º§,j;a:is.:ti.auosveían estos sucesos con relativa tran­quilidad, puesto que en otfo VerSículo,El Corán (5,85/82) reconoCía su supe­rioridad sobre los judíos: Erf los jlldlosy en quienes asocian encontrarás lamás violenta enemistad para quienescreen. En quienes dicen: Nosotros so­mos cristianos, encontrarás a los máspróximos en amor para quienes creen,yeso porque entre ellos hay sacerdotesy monjes y no se enorgullecen.

Por consiguiente, la conquist.ªggQióverse con relativa tranquilidad por lapoblaci6n,qÚep6día entehderquesólodebía pagar el tributo fijado por El Co­rán, la capitación o chizya (9,29/29):¡Combatid a quienes no creen en Diosni en el último Día, ni prohíben lo queDios y su Enviado prohíben, a quienesno practican la religión de la verdadentre aquellos a quienes fue dado el Li­bro! Combatidles hasta que paguen lacapitación por su propia mano y ellosestén humillados.

En principio, pues, los conquistado-

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res -y sobre todo las autoridades fi-\,nancieras- no estaban muy interesa­dos en conseguir nuevos prosélitos,puesto que éstos en teoría dejarían depagar la capacitación, con el consi­guiente empobrecimiento de la hacien­da del califato, y éste, durante el domi­nio de los primeros omeyas desconocíala existencia de conversos y les obliga­ba a continuar pagando la capacita­ción. Pero al.§.ubir 81 trono uno deellos, Umar Ir el Santo (717-720),cuando aún estaba en marcha la con­quista de España, éste cambió de opi­nión y decidió que la ley coránica seaplicara en su integridad aunque susarcas se empobrecieran.

Cabe ensar ue las conversiones semultiplicaron, y as s co­lumnas volantes que habían avanzadosin cesar a lo lar o de las calzadas ro­manas e la enínsu a, a 1an eJadonumerosos terrItOrIOSsin oc~c­

tanMcon los condes visi~odos s~nlas Illilr1>llid¡¡dp~qlJP 18 tr r1i~iónoral

-la ,escrita aún no existía- decía ~ehab~mpleado el Profeta a lo largo esu predicación y que cada tradicioneroexplicaría de modo más o menos próxi­mo a la realidad. Y ell-Cuanto al pagode 1:'1~,:jritsción por propia mano y h'l­millados es tema que admite tal núme­ro de m'terpretaciones que bastaba conque el conde que ®bí:'l qlll,;'dadoa laca~za del distrito cobrara sus impues­tos -notoriamentp infpriorps a los vi­

sigóticos-~ fuera a entregados a laautpw>lrl 11~1J1manacorrespondiell­te.

En estos primeros años de la con­quista conocemos dos casos extremos:la capitulación de ..Teoclomiro,goberna­dor godo de Levante, y la conversióndel conde Casio de Aragón. El texto re­ferente al primero es auténtico, se con­serva en cuatro copias posteriores ytiene la ventaja de estar escrito antesde la subida al poder de Umar II.""rJic'e

que Teodomiro acepta cdjiitular Tnazi­la «alá al-sulh wa-ahada») ... con lacondición de que no se impondrá domi­nio sobre él ni sobre ninguno de los su­yos; que no podrá ser cogido ni despo­jado de su señorío; que sus hombres nopodrán ser muertos, ni cautivados, niapartados unos de otros ni de sus hijosni de sus mujeres, ni violentados en sureligión, ni quemadas sus iglesias; queno será despojado de su señorío mien­tras sea fiel y sincero y cumpla lo quehemos estipulado con él; que su capitu-

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Pacto entre Abd el·Aziz,hijo de Musa Ben Nusayr,y Teodomiro, magnate visigodo,en el año 713 (ilustración decimonónica)

lación se extiende a siete ciudades queson: Orihuela, Valentila (¿ Valencia ?),Alicante, Mula, Bigastro, Eyyo y Larca;que no dará asilo a desertores ni ene­migos, que no intimidará a los que vi­van bajo nuestra protección, ni oculta­rá noticias de enemigos que sepa. Queél y los suyos pagarán cada uno un di­nar y cuatro modios de trigo y cuatrode cebada y cuatro cántaros de arropey cuátro de vinagre y dos de miel y dosde aceite. Pero el siervo sólo pagará lamitad ... Este tratado está fechado el 5de abril del año 713. X

Por tanto, la autoridad superior si­gue_~do 1<:1 "loig6LH.;EP,aunque esta,contractualmente, depende de los mu­sulmanes y se ve obligada a pechar conunas obligaciones que podían ser con­sideradas como humillantes por losconquistadores.

Distinta parece ser la posición delconde Casio y su hijo Fortún, que pac­tan y se convierten, porque las tropasmusulmanas llegaron más tarde al va-

lle medio del Ebro en que se encontra­ban sus latifundios y posiblemente conellas llegaba la nueva doctrina fiscalde Urnar II netamente prosehtIBra.Sánchez Albornoz notaba que se cam­bia más rápidamente de sistema políti­co o de religión que de carácter y pue­de imaginarse lo que hoy ocurriría silos actuales impuestos se redujerandrásticamente con un cambio de reli­gión.

Sin embargo, esta nueva política noduró mucho y las normas coránicasvolvieron a ser interpretadas restricti­vamente, recordando, eso sí, que elquinto del botín, de las tierras conquis­tadas por las armas, pertenecía al Pro­feta (o a sus sucesores), a sus allega­dos, a los pobres, etcétera, es decir, alEstado. Los cristianos, que habíanquedado aislados en grandes islotesdelimitados por las líneas de avance delos conquistadores, tuvieron que ave­nirse con éstos para mantener un mí­nimo de relaciones entre sí. En defini­tiva: pas.ó con los condes locales lomismo que había ocurrido cincuenta osesenta años antes con los dihqan per-

sas: se transformaron en "i:~lJ"I~- ·1ministradores de los interese" de los

recién llega~os a cambio de conservar yLA CONQUISTA ARABE DE ESP.\..'\.-\. 23

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el cargo dentro de su propia familia yusufructar el poder de patronato sobrela Iglesia, al menos en los años inicia­les de la conquista, en lo que aquéllosno lo ejercieron.

Explotación de la conquista

Sólo pocoa poco,conforme se frenabasu marcha hacia el Norte y llegabannuevos soldados orientales -el casomás típico es el del ejército de Balch(740)- se fue planteando de modo másintenso la necesidad de subsistir sobrelos territorios ya ocupados a falta denuevas conquistas, y así empezó eldominio y la explotación directa de latierra que pertenecía al Estado comoconsecuencia del reparto del botín.

La realidad se mostró mucho máscompleja de lo previsto por la Ley co­ránica y hubo que recordar que el Pro­feta no había aplicado siempre -talvez por no habérsele revelado aún- elmismo sistema de reparto del botín;que el califa Umar I (634-644) habíatenido que improvisar -teniendo encuenta, evidentemente, lo que ocurríaen Bizancio y en Persia- una doctrinaeconómica que hiciera viable la expan­sión militar con la subsistencia de laadministración, reorganizando la ha­cienda pública de acuerdo con las nue­vas necesidades.

Por tanto, aparecieron nuevas con­cepciones tributarias: se admitió laexistencia de dos tributos coránicos: elazaque para los fieles y la chizya paralos dimmíes (infieles) y, para todos, unimpuesto sobre la tierra, el jarach. Laconversión llevaba en principio el findel pago de la chizya y entrar en laslistas de los fieles que pagaban el aza­que con las ventajas que representabala diferencia de cuotas entre uno y otroimpuesto. El Jarach se mantenía encaso de ser terrateniente o bien apar­cero, cuyas liquidaciones se saldaban através de la correspondiente vía admi­nistrativa.

Pero las tierras conquistadas por lafuerza pasaban a ser propiedad de lacolectividad de los musulmanes, quelos cedía, a precario, a sus primitivosdueños, y sólo cuando se detuvo elavance se planteó el problema del tras­paso de las mismas a personas deter­minadas mediante un procedimientode asignaciones que permitieron al no­vel propietario pactar sus propias con-

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diciones con los colonos y beneficiarsede la diferencia entre lo que de éstosrecibía y lo que tributaba al Estado,procurando o, mejor dicho, evitandoque los dimmíes se convirtieran fácil­mente para evitar la disminución desus rentas y, en caso de no impedidopor estar convencido de la sinceridadde la conversión, hacer, a veces, a to­dos sus coterráneos responsables delpago de una suma alzada constanteprescindiendo del número de indivi­duos que inicialmente habían conveni­do en la misma.

Convivencia reglamentada

Pero, a pesar de todos los pesares, lapresión tributaria en los inicios de laconquista fue pequeña y al coincidircon la aplicación de las leyes de UmarII, la islamización se produjo de modomuy rápido. Más adelante, cuando sereglamentó la normativa inicial deUmar I, las cosas cambiaron, ya que,poco a poco, la actitud frente a los dim­míes se fue endureciendo y aparecie­ron una serie de limitaciones que sibien no eran idénticas -y en determi­nadas circunstancias se hizo caso omi­so de ellas- en las cuatro escuelas ri­tuales arriba mencionadas, si teníanmuchos rasgos comunes: en las tres re­ligiones quedó un elemento básico dife­renciador: el modo de enfocar las rela­ciones con Dios y, en consecuencia, seprohibió a los dimmíes, como resultadode la interpretación de El Corán(9,29), el ejercer cualquier tipo de au­toridad sobre los musulmanes. Encambio no hubo recortes en su autono­mía interna: los pleitos entre ellos, larecaudación de impuestos, los proble­mas civiles -y los criminales en deter­minadas circunstancias- fueron re­sueltos por sus correligionarios y sólocuando éstas actividades afectaban aun musulmán o pusieron en peligro elorden público, intervino el Estado.

Fue lícito, por ejemplo, el que unmusulmán se casara con una mujerdimmí, aunque ésta, cristiana o judía,hubiera cambiado de religión, sin queeste hecho fuera motivo de interven­ción pública, excepto para el caso deaquellos musulmanes que renegabande la suya propia. Por la legislación seve que existieron casos de divorcio yrepudiación entre los dimmíes. Estosproblemas se resolvían en sus propios

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Los cristianos defienden una fortalezacontra el asalto de los musulmanes.

Nótese que llUertas y ventanas de la fortaleza

son de arco ae herradura, arquitectura traídaa la Península por los árabes, lo mismo que los

arcos de dos cuerlJOsque maneian los guerreros(Miniatura del Beato de Gerona)

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tribunales a menos que una de las par­tes -y en casos muy especiales- re­curriera al juez musulmán. Y éste sólointervenía si por analogía creía que setrataba de cuestiones que afectaban alIslam o bien al derecho natural y, portanto, podían conculcar los preceptosestablecidos por Dios para todo el gé­nero humano.

Quedó prohibido vender a un dimmíun esclavo musulmán, a un menor deedad o un ejemplar de El Corán, prohi­bición, la última, caída hoy en desuso-excepto en círculos muy integris­tas- y fue sustituida por el principiodel regalo del mismo, ya que con la Pa­labra de Dios no se puede comerciar.

Los dimmíes tampoco podían comprartierras en los alrededores inmediatosde una ciudad y dada la libertad decultos se discutió si un juez musulmánpodía llamar a declarar ante sí, en sá­bado o domingo, a un judío o un cris­tiano, ya que son los respectivos díasde fiesta de su religión.

y en la España omeya, y siendo jefede la administración un cristiano, sedio el caso curioso de que el domingofuera festivo para los funcionarios apesar de la afirmación coránica -con­tra la del Antiguo Testamento- deque Dios, por ser Omnipotente, no ne­cesitó ningún día de descanso al termi­nar la Creación.

La islamizaciónJuan Vernet

Real Academia de la Historia.

La expansión islámica por lacuenca del Mediterráneo y suposterior implantación hasta en

regiones tan alejadas del núcleo pri­mitivo del Islam como la India o laPenínsula Ibérica han sido un perma­nente objeto de interrogación para loshistoriadores. El avance fulminantede los ejércitos árabes bajo la banderade una nueva religión, arrollando ysuplantando a los Imperios bizantinoy sasánida en el Cercano Oriente yEgipto plantea efectivamente una se­rie de problemas que aún no han sidoresueltos en su totalidad. En el sigloVII el mapa político del mundo medi­terráneo cambia de una forma irre­versible, y esta alteración, que perma­nece hasta nuestros días, se ha vistoconsiderada con frecuencia como unaherida brutal que destruyó -de unaforma mucho más definitiva que laempleada por las invasiones bárba­ras-:- el viejo mundo heredado del Im­peno romano.

La orilla norte del Mediterráneo nopermaneció inmune ante el avancemusulmán. Pero la penetración de losejércitos islámicos tomó caracteresmuy diversos según se tratase de unasregiones o de otras y su permanenciase extendió en períodos cronológicos

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muy diversos. La Península Ibérica hasido, desde luego, la zona de Europa enla cual la presencia de la civilizaciónárabe-islámica se ha dejado sentir du­rante un mayor tiempo y con más fuer­za, si exceptuamos la mucho más mo­derna y diferente ocupación otomanaen los Balcanes. De forma opuesta a losucedido en el Narte de Africa, dondepor primera vez los ejércitos musulma­nes encontraron una fuerte oposición,que detuvo su expansión hacia el oes­te, la conquista del reino visigodo his­pánico se llevó a cabo con la misma fa­cilidad y rapidez con la que los árabesse hicieron dueños de Siria, Iraq oEgipto. Y de nuevo nos encontramoscon las mismas interrogante s, plantea­das por estudiosos e investigadores enbusca de una explicación al brusco co­lapso de una civilización y una culturasustituidas, en lo que parece un abriry cerrar de ojos, por otra que se sienteajena y lejana.

Las cuestiones relacionadas con laconquista musulmana que han sido ob­jeto de estudio en los últimos tiempospueden dividirse en dos grandes gru­pos: en primer lugar, reflexiones y es­tudios sobre las causas y el significadoreal de la conquista en la Historia deEspaña, lo que ha producido una

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abundante bibliografía, no exenta depolémica. A este apartado han contri­buido tanto arabistas como medievalis­tas españoles y extranjeros. Los prime­ros han consagrado sus esfuerzos, enmayor medida, a un segundo grupo deestudios, en los que se analizan cues­tiones más específicas vinculadas so­bre todo a los itinerarios de los ejérci­tos invasores, el examen de los relatosárabes sobre la conquista o los proble­mas de identificación toponomásticaque ellos plantean.

Tras los primeros estudios cien­tíficos sobre el tema, escritos en el si­glo pasado por autores como R. Dozy,E. Saavedra o F. Codera, la primeraversión moderna de los hechos corres­pondientes al arabista francés E. Lévi­Provenral. La traducción española desu obra (que se debe a Emilio García

Gómez) apareció en 1950, dentro de laHistoria de España dirigida por donRamón Menéndez Pidal, bajo el títuloEspaña musulmana hasta la caída delcalifato de Córdoba.

Primera versión moderna

Lévi-Provenral acepta básicamenteel relato de las fuentes árabes, aunqueseñala en ocasiones su posible carácterlegendario. Recoge, por tanto, la inter­vención del conde don Julián y las ra­zones de su petición de ayuda a Musab. Nusayr, así como la llegada del pri­mer conquistador, Tarif, y las sucesi­vas expediciones de Tariq b. Ziyad y elpropio Musa, los problemas surgidosentre ellos y la derrota del rey don Ro­driga. En cuanto a las causas de la ful-

Batalla entre musulmanesy cristianos (ilustración

del capítulo de La guerra de los moros,de la Historia de ESI?aña

del Padre Manana)

LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA / 27

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minante desaparición del Estado visi­godo y la nula oposición encontradapor el ejército musulmán tras esta de­rrota. Lévi-Proven~allas atribuye a lasituación de decrepitud y agotamientoa que había llegado el reino de Toledo,junto a una indudable buena suerteque ayudó a los invasores en su empe­ño. La falta de documentación sobre elperíodo final de los visigodos en la Pe­nínsula Ibérica fue subrayada porLévi-Proven~al, que no se extiende de­masiado sobre este punto.

Más cercano a nuestros días, otrohistoriador francés, Pierre Guichard,ha dedicado su atención al tema de laconquista (dentro de su obra sobre laestructura tribal de al-Andalus, tradu­cida al español con el título Al-Anda­lus. Estructura antropológica de unasociedad islámica en Occidente, Barce­lona, 1986). Aunque el propósito deGuichard no es replantearse el hechomismo de la conquista, sino estudiarlos componentes y las estructuras dela población andalusí, las páginas quededica a las causas que facilitaron lainvasión suponen un considerableavance sobre todo lo anterior, debido,en gran parte, a la aparición de nuevosestudios sobre la época visigoda. Mati­za, por tanto, mucho más que Lévi­Proven¡;al la situación de crisis queatraviesan la sociedad y el Estado visi­godos con anterioridad a la conquistay, sobre todo, insiste en la sucesión decatástrofes naturales (sequías, pestes,carestías) que debilitaron, durante elsiglo VII, tanto la demografía del paíscomo sus recursos de todo tipo y que,unidas a la decadencia interna del sis­tema, jugaron un papel semejante alque puede observarse en la historia dela expansión árabe en el CrecienteFértil.

Invasión polémica

En 1969 apareció en francés la obrade Ignacio Olagiie Les arabes n'ont ja­mais envahi l'Espagne (versión espa­ñola, ampliada, con el título La revo­lución islámica de Occidente,Barcelona, 1974; una interesante rese­ña de Pierre Guichard en sus Estudiossobre historia medieval, Valencia,1987). La tesis de este libro aparececlaramente explicada en su título; ba­sándose en una supuesta ausencia defuentes antiguas árabes sobre la con-

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quista, interpreta la adopción de la re­ligión musulmana como un hecho muyposterior y los primeros siglos de lapresencia islámica en la Penínsulacomo un período de luchas caóticas en­tre movimientos cristianos opuestos,que se convirtió, en la historiografíaárabe tardía, en una invasión quenunca existió en la realidad. La tesisde Olagiie no resiste un examen histó­rico serig, pero es necesario mencio­nada, en cualquier caso, dado que hatenido cierta repercusión y, por otraparte, representa la posición más ex­tremada de una postura que subyaceen cierto número de interpretacionessobre el significado de la conquista is­lámica de la Península.

En efecto, el hecho mismo de la con­quista -más que sus condiciones ma­teriales o sus circunstancias preci­sas- ha sido objeto de una de laspolémicas más intensas (y, en ciertomodo, infructuosas) de la historiogra­fía española moderna. No ha sido, deningún modo, un hecho fortuito: du­rante siglos se ha sentido que la inva­sión árabe suponía un corte decisivoen el normal devenir histórico de Es­paña; un ataque fulgurante que sólo latraición (en la figura de don Julián)explicaba de forma razonable y quedejó en el subconsciente colectivo unahuella indeleble. A este respecto soninteresantes las referencias que haceT. Glick, en su Islamic and ChristianSpain in the Early Middle Ages (Prin­ceton, 1979), a estudios psiquiátricosen los que se analiza este ancestralmiedo al invasor.

Que la conquista árabe se haya in­terpretado como un acontecimiento ex­terior a la verdadera Historia de Espa­ña supone dar por sentado que esaHistoria se ha ido desarrollando entorno a unos conceptos esenciales y,por tanto, permanentes a través de lossiglos. Esta interpretación, arraigadaprofundamente en el pensamiento his­toriográfico español, no es, sin embar­go, única. En 1948, en efecto, AméricoCastro publicaba su España en su his­toria. Cristianos, moros y judíos (connumerosas ediciones posteriores),

Puerta de Bisagra, siglo X,la más antigua de la muralla árabe

de Toledo y una de lasmás importantes

para acceder a la ciudad

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LA CONQUISTA ARABE DE ESPAÑA 129

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abriendo así la polémica a la que se haaludido más arriba.

De Castro a Sánchez Albornoz

A. Castro partía de una posición deprincipio fundamental; España noexistía como tal -el concepto, la esen­cia de España- antes de la conquistaárabe; ésta representa el primer pasoen la construcción de la España queconocemos en la actualidad.

Si la obra de Castro no es propia­mente la de un historiador, ello no obs­ta para reconocer en ella una teoría dela cultura española y sus orígenes quecontiene numerosos puntos de vista degran interés. El más importante, desdela óptica del estudio de al-Andalus, esque, por primera vez, un no arabistareconocía el papel fundamental del pe­ríodo islámico en la historia de Espa­ña. Según Castro, la convivencia y lainteracción entre las tres grandes reli­giones monoteístas en la Península esel factor que explica toda la Historiaposterior. En este sentido, lo que haceCastro es atacar la idea de un naciona­lismo avant la lettre que habría floreci­do desde Covadonga y que tendría susorígenes en épocas aún más antiguas.

No es de extrañar que estas tesis nohayan sido acogidas con demasiado en­tusiasmo, por lo que J. T. Monroe (enIslam and the Arabs in Spanish Scho­larship, Leiden, 1970) denomina la co­rriente tradicionalista de la historio­grafía española. Si entre los arabistasCastro no ha sido demasiado discutido,véase el reciente artículo de P. Martí­nez Montávez, Lectura de AméricaCastro por un arabista, Revista delInstituto Egipcio de Estudios Islámi­cos, XXII (1983-84), 21-42, en cambiotuvo que enfrentarse a un adversariode lá talla de C. Sánchez Albornoz, queen 1956 publicó España, un enigmahistórico. Obra de un historiador pro­fundamente conocedor del Medievohispánico, su posición ante el significa­do de la conquista para la historia deEspaña es diametralmente opuesta ala de Américo Castro.

Sánchez Albornoz considera, enefecto, que si bien se trata de un acon­tecimiento decisivo, sus consecuenciasse hicieron sentir con fuerza en una di­rección completamente divergente dela señalada por Castro: la irrupcióndel Islam supone una desviación del

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auténtico camino que debería haberseguido la historia de España. Por otraparte, la presencia islámica es inter­pretada por Sánchez Albornoz comouna superposición de formas cultura­les que no afectaron a la contextura vi­tal hispana; los invasores estaban ensu mayoría recién convertidos al Islamy todavía sin arabizar, por lo que suinfluencia real fue tenue entre las po­blaciones conquistadas, y nula en laEspaña cristiana.

Revisión de lasfuentes árabes

En parte, la interpretación que Sán­chez Albornoz ofrece en esta obra (y enotros muchos de sus escritos) coincidecon los estudios de diversos arabistasespañoles, que ven en el Islam de al­Andalus una personalidad propia, ori­ginada en el sus trato preislámico y enla pervivencia de formas culturales no­islámicas. Sin embargo, se trata deuna coincidencia que conviene mati­zar, ya que las teorías más extremadasde Sánchez Albornoz llegan a deplorarla presencia del Islam en España, he­cho al que atribuye el retraso españolrespecto a otros países europeos.

En 1967 el arabista Joaquín Vallvépublicó un artículo titulado «Sobre al­gunos problemas de la invasión musul­mana» (Anuario de Estudios Medieva­les, IV, 361-367), al que siguieron otrosmuchos del mismo autor, que se ha ve­nido replanteando desde entonces todauna serie de cuestiones en torno a lainvasión y conquista de la Penínsulapor los ejércitos islámicos. Se trata dela más notable aportación al tema porel arabismo español en los últimostiempos (aunque no la única: véase alrespecto M. Barceló, «Some Comenta­ries on the Earliest Muslim Invasion ofSpain», Islamic Studies, IX, 1970) ymerece ser examinada por ello concierto detalle.

En el artículo de 1967, Vallvé inica­ba un nuevo examen de las fuentesárabes conservadas sobre la conquis­ta, centrándose sobre todo en unanueva interpretación onomástica delos textos. De este modo llegará a laconclusión de que el famoso conde donJulián no era gobernador de Ceuta,sino de Cádiz. En cuanto a las figurasque aparecen como conductores de la

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invasión. Vallvé afirma que la de Tarif(que habría dado su nombre a Tarifa)no es sino una construcción literariade las crónicas. Finalmente, un topó­nimo también sujeto a revisión es elde al-Andalus, en el que Vallvé obser­va una transposición de Atlas/Atlan­tis.

Estas nuevas interpretaciones sobrelos personajes y los lugares de la con­quista se apoyan en gran medida en lacrítica textual de las fuentes árabes:Vallvé sostiene que el conocimientoque los árabes tenían de la geografía yla Historia de la Península se basabafundamentalmente en fuentes grecola­tinas (en lugar destacado Orosio y sanIsidoro de Sevilla), lo que explica la se­rie de confusiones que se producen enel relato de los acontecimientos de 711.Este tema fue estudiado en su artículo«Fuentes latinas de los geógrafos ára­bes» (AI-Andalus, XXXII, 1967, 241­260) y ha sido desarrollado por el mis­mo autor en otros trabajos posteriores;por ejemplo, en «El nombre de al-An­dalus» (AI-Qantara, IV, 1983, 301­355). Junto a esta revisión toponomás­tica, Vallvé ha sometido a una críticasemejante ciertas leyendas y relatosrelacionados con la conquista y susprincipales protagonistas, siempre enel sentido de identificar sus verdade­ros orígenes.

La aportación de Vallvé al examende los textos árabes ha encontrado unaacogida desigual. Sánchez Albornoz re­chazó de plano las novedades que con­tenía su primer artículo sobre el tema(en Cuadernos de Historia de España,

h Vila, La Sevilla islámica (712­vicio de Publicaciones de la Uni-

Sevilla, Utrera (Sevilla), 1984. R.sur la conquete de l'Espagne", en Recherches sur l'histoire

'e de l'Espagne, 3.ª ed., Amster-1965, 1, 1-83. P. Guichard, Al-uctura antropomórfica de una

sociedadislárnica en Occidente, Barral Edito­res, Barcelona,1976. E. Lévi-Proven~l, Es­paña musulmana. Hasta la caída del Califa­to de Córdoba (711-1031), vol. IV de laHistoria de España. dirigida por Ramón Me-

XLIX-L, 1969, 294-309); Guichard re­conoce el valor de esta mise en ques­tion, aunque no acepta todas sus con­clusiones; Glick, en su obra citada, yR. Collins en Early Medieval Spain.Unity in Diversity (Londres, 1983), ad­miten sin reservas la desmitificación aque Vallvé ha sometido a personajescomo Tarif. Como todas las teorías quereplantean de nuevo un saber adquiri­do, las de Vallvé no siempre han sidoaceptadas, pero tienen el mérito indu­dable de haber sabido interrogar deuna forma nueva a textos conocidos dea.ntiguo y pocas veces examinados conngor.

En líneas generales, y sin entrar enel detalle de la discusión filológico-his­tórica, esta nueva interpretación de laconquista insiste en la pervivencia deun sustrato preislámico y en la conti­nuidad, bajo nombres diferentes, demitos y lugares históricos de proceden­cia grecorromana, aunque sin cuestio­narse el hecho mismo de la conquistani interrogarse sobre su significado enla Historia de España.

Este último punto ha sido, como seha visto más arriba, objeto de estudiopara historiadores o ensayistas (ha­bría que mencionar aquí a Unamuno oa Ortega y Gasset), en tanto que losarabistas se han visto ante el dilema,no siempre resuelto felizmente, deconsiderar a al-Andalus como unaparte de la Historia de España (losandalusíes eran musulmanes españo­les) o aceptar la invasión como el ini­cio de un período más de la Historiadel Islam.

dra, Estudio sobre la invasiónen España, Marid, 1982. C.noz, "Itinerario de la conquispor los musulmanes», Cuad,de España, X, 1948,21-74tínez, Apogeo y crisis delHistoria de Andalucía, vBarcelona, 1982. M.TarGuarner, Historia d,Edicions 62, Barcelárabes en Al-Andrid-Granada,376. J. Vallvé,la invasióndios

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