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LA PARAGONE ENTRE ESCULTURA Y PINTURA.

La Paragone

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LA PARAGONE ENTRE

ESCULTURA Y PINTURA.

Mª Ángeles Álvares Gaona. 1º HISTORIA DEL ARTE.

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Después de mucho pensar sobre el tema del trabajo, he decidió hacerlo sobre la paragone, la disputa por anteponer una arte a otra, casi siempre teniendo la supremacía la pintura por encima de la poesía, la música y la escultura. Este tema ha sido tratado por muchos artistas a lo largo de la historia, como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Leon Battista Alberti, Durero, Francisco Pacheco y muchos más.

La elección de este tema ha sido principalmente por acercarme al pensamiento de los artistas sobre las artes, y ver como estos, a pesar de que muchos se realizaron más de una de estas artes, se decantan más por una o por otra, como es el caso de Leonardo da Vinci, que se decanta por la pintura, y Miguel Ángel, que defiende la escultura. La rivalidad entre estos dos artistas es muy conocida y el tema de la paragone sirvió para separarlos aún más.

Para hacer este trabajo me he valido de la utilización de libros electrónicos, buscados en la web, y de libros sacados de la biblioteca.

En primer lugar, comenzaré por definir lo que es la Paragone. La paragone en la historia del arte se define como la <<competición de las artes>> en el Renacimiento e inicios del Barroco en la que se trataba de decidir cuál era la primera dentro de las artes visuales. Varchi Trató de precisar la nobleza del arte, es decir, establecer cual, entre la pintura y la escultura, es más noble y, además, precisar las similitudes y las diferencias entre la poesía y la pintura.

De los tres autores, primero expondré la opinión de Leonardo da Vinci sobre la primacía de la pintura sobre la escultura.

Para Leonardo da Vinci, el arte de esculpir produce mayor fatiga corporal que el arte de pintar. El escultor sólo quita materia, quita siempre de un mismo material, al contrario que el pintor que la añade, poniendo diversos materiales. El pintor busca las líneas que circunscriben la materia, otras para la sombra, la luz y el escorzo, mientras que el escultor sólo busca las primeras ya que las demás le son dadas por la naturaleza, al contrario que el pintor que, a través del ingenio, debe suplir la propia naturaleza.

Leonardo afirma que cuando un escultor conoce las tareas del pintor entonces él mismo es pintor, pero cuando no las conoce es un simple escultor. Sin embargo, el pintor debe conocer la pintura, la naturalidad del relieve el claro oscuro y el escorzo.

Hace una comparación entre escultura y pintura. “La pintura requiere mayor discurso y artificio y es arte de mayor maravilla que la escultura”1. Esto es debido, según da Vinci, a que la mente del pintor debe ponerse en la mente de la naturaleza misma y hacer una interpretación entre la naturaleza y el arte.

El arte de la pintura recoge todas las cosas visibles, hecho que no puede hacer la escultura. “La pintura finge las cosas transparentes, y el escultor te muestra la forma de los objetos naturales sin su artificio”2. El pintor es capaz de sugerir distancias, mostrar

1 VINCI, Leonardo. El Parangón. Pág. 812 VINCI, Leonardo. El Parangón. Pág. 82

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las nieblas, las lluvias, la superficie de las aguas, las estrellas, e innumerables efectos más que la escultura no es capaz de mostrar.

Por otra parte, el escultor dice que el bajo relieve es una especie de pintura, cosa que Leonardo acepta en lo que al dibujo se refiere, ya que emplea la perspectiva, pero en cuanto a las sombras y las luces, dice que estas provienen de la naturaleza de la escultura. Por lo tanto, el bajo relieve es un arte que mezcla la pintura y la escultura.

Siguiendo con la comparación, da Vinci afirma que a la escultura le falta la belleza de los colores y la perspectiva, por lo que no se puede distinguir entre los límites de las cosas cercanas y los de las más alejadas.

Defiende que la pintura requiere mayor discurso mental y mayor habilidad que la escultura, ya que ésta no esta otra cosa que lo que parece3.

Todo el arte de la escultura está dirigido por el hombre y, a su vez, por la naturaleza, ya que sin esta la obra carecería de luces y sombras y resultaría de un color uniforme, semejante a una superficie plana. La naturaleza ayuda a la perspectiva contribuyendo con sus escorzos a que varíe la superficie musculosa de los cuerpos según los distintos puntos de vista, a lo que el escultor se defiende diciendo que si no hiciera esos músculos, la naturaleza no los escorzaría. Pero da Vinci replica que sin ayuda de esta no los podría modelar porque si no, no se podrían ver, cosa que responde el escultor diciendo que es él quien crea el claroscuro al esculpir el material.

Para Leonardo la perspectiva forma parte de la pintura y no de la escultura, y si en alguna ocasión se da en la escultura, el escultor se ha convertido en pintor.

En su Parangón también trata lo que para él son las escusas del escultor. Este dice que si quita más mármol del que debe ya no puede rectificar su error, a los que da Vinci responde que si quita de más no es maestro4, a lo que a su vez responde el escultor que en ocasiones se encuentra una fractura trabajando en mármol que no se puede atribuir al maestro, sino a la propia piedra, pero dice da Vinci que entonces se encuentra en la misma situación de un pintor al que se le rompe la tabla en la que pinta.

Dice el escultor que para hacer una figura debe hacer infinitas, ya que esta tiene infinitos perfiles, pero para Leonardo la figura se reduce en dos medias figuras: una posterior y otra anterior. Si estas dos mitades están bien proporcionadas harán una única figura.

En definitiva, Leonardo da Vinci defiende la pintura sobre la escultura y no acepta ninguna “escusa” del escultor. Afirma que la escultura, al contrario que la pintura, no es ciencia, sino un arte muy mecánico. Además, la pintura añade, no como la escultura, al igual que añaden la literatura, la poesía y la música.

3 Leonardo dice que la escultura no es otra cosa que lo que parece, y esto es “…un cuerpo rotundo rodeado de aire y vestido de una superficie oscura y clara, cual los restantes cuerpos naturales”. 4 Leonardo da Vinci defina al maestro como aquel que tiene un seguro conocimiento de su arte.

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Siguiendo con Miguel ángel Buonarroti, me he valido de una carta que él mismo escribió en respuesta a Benedetto Varchi5, donde le responde a un discurso que le dirigió a Miguel Ángel.

La respuesta de Miguel Ángel a este opúsculo es que él consideraba a la escultura superior a la pintura (para él la pintura al óleo es cosa de mujeres y holgazanes), y que la pintura sería mejor mientras más cerca estuviera de la escultura, al contrario que Leonardo, que consideraba que la pintura es más intelectual y está más cercana a las artes liberales; sin embargo, Miguel Ángel dice que después de leer su discurso considera a la pintura y a la escultura como la misma cosa y que ninguna de las dos es más noble que la otra, puesto que buscan el mismo fin.

Para Miguel Ángel la escultura está dentro del bloque de mármol y la función del escultor es sacarla, esculpirla (unas de sus esculturas en las que se aprecia muy bien esta idea son los esclavos que habrían formado parte del grupo escultórico de la tumba del Papa Julio II, junto al Moisés). La escultura es un arte de extraer, al contrario que la pintura, que añade los pigmentos al lienzo con el pincel.

Miguel Ángel considera la pintura al óleo como cosa de mujeres y holgazanes.

Y para concluir, Francisco Pacheco dice que hay autores que exponen que la escultura en más antigua que la pintura pues dicen que la escultura comenzó con Fidias. Sin embargo, no es así. Considera a la escultura “nieta”6 de la pintura.

Pacheco se pone al lado de la pintura, pero para no decir sólo que la escultura no es tan nobles como la pintura expone afirmaciones a favor de la escultura que otros autores ha interpretados y así poder responderlas a favor de la pintura.

Para probar su antigüedad y nobleza a favor de la escultura, algunos autores dicen que Dios fue el primero que la ejerció formando al primer hombre. Pero no por eso la escultura tiene mayor grandeza, sino por el menor número de escultores habidos que de pintores, ya que los hombres que se dedican al arte de la escultura son únicos porque este arte requiere una cierta y aventajada disposición del cuerpo y que no muchos están dispuestos a realizar debido a su gran dificultad. Por el contrario, la pintura no necesita de sujetos fuertes y por eso hay tantos que la realizan.

Otra razón a favor de la escultura es la dificultad de hallar la materia sujeta a su arte y el mayor precio de ellas, mientras que el pintor tiene gran facilidad para hacerse con los materiales que necesita y por menos precio y en cualquier lugar; y, por supuesto, la fatiga que produce el arte de esculpir el material por la dureza de este y de los 5 Benedetto Varchi (Florencia 1503- 1565) fue un humanista, escritor e historiador italiano. Tomó parte de la República de Florencia entre 1527 y 1530, y en 1537 huyó a Padua a la llegada de los Medicis. En 1543 vuelve a Florencia y por encargo de Cosme I de Medicis escribió Storia fiorientina, la historia de los últimos años de la República, desde 1527 hasta 1538. En 1546 pronunció dos discursos célebres, uno Dirigido a Miguel Ángel y el otro sobre la paragone.

6 PACHECO, Francisco. Arte de la pintura, pág. 19. “Praxíteles llamaba a la escultura hija de la plástica, la cual es hija de la pintura”.

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instrumentos que emplea el escultor con respecto a los del pintor. De esta facilidad nace el poder de los pintores.

Estos autores defienden que rehacer una escultura conlleva mucha más dificultad y requiere más maestría. Por eso es mucho más difícil la escultura que la pintura, porque los errores que se comenten no se pueden arreglar con tanta facilidad, y si no se arreglan siempre se acusa al escultor de ser un ignorante, cosa que no le ocurre al pintor ya que cualquier error es fácil de arreglar.

También dicen que la escultura tiene muchas cosas sujetas a sí que la pintura, como el estudio del dibujo, las leyes de la perspectiva, de la arquitectura, de sus órdenes y proporciones y otras muchas cosas que hacen que la pintura se quede atrás.

A favor de la escultura dicen que la duración y la eternidad la hacen más noble, ya que permite recordar las cosas pasadas y las mantiene y conserva más que la pintura.

Pero la razón más poderosa a favor de la escultura es la imitación de la naturaleza. La escultura es más noble porque la imita más perfectamente que la pintura. La escultura muestra todos los perfiles, mientras que la pintura sólo muestra lo de encima en una superficie plana, engañando a la vista. Con la escultura nos servimos del tacto y hallamos en una estatua todo lo que ven los ojos, lo cual falta en la pintura. En todo cuerpo hay dos “cosas”: las sustancias y los accidentes. La escultura representa la sustancia y la pintura los accidentes.

Por último, dice que la escultura es originaria de la arquitectura y de la pintura. El principal objetivo de la pintura es la escultura.

A todas estas razones responde Pacheco a favor de la pintura. Primero, a la razón de que el menor número de escultores hace más vulgar a la pintura y engrandece a la escultura responde que porque por que haya más pintores no hay que desestimar la pintura, sino que el hecho de que haya más pintores es porque es más vistosa y alegre y es más dispuesta al uso de los hombres. Pero la cuestión no es si la realizan muchos, si no los pocos que la realizan a la perfección, que son tan raros como los grandes escultores.

En cuanto a la razón del precio y la dificultad de conseguir la materia y la dureza a la hora de trabajar en ella responde que esta cuestión no ennoblece la escultura porque la materia no es la que glorifica al arte, sino que ese valor lo recibe de la naturaleza y el mayor trabajo del cuerpo la hace más servil. Además, la facilidad y la humildad de la materia hace mayor el arte de la pintura ya que la asemeja más a Dios.

A la hora de errar, Pacheco defiende que los pintores se encuentran con la misma dificultad a la hora de trabajar, por ejemplo, con el temple y el fresco; a también es falso decir que el mármol no admite piezas añadidas para arreglara los errores cometidos, pues hay numerosos ejemplos que así lo demuestran.

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Pacheco no está de acuerdo sobre lo que dice los autores de que la escultura abarque más cosas que la pintura. La pintura puede representar cosas que la escultura no es capaz de recoger. En cuanto a que la escultura también abarca el dibujo, Pacheco dice que el dibujo es propio del pintor y de ellos lo han tomado las otras artes.

En cuanto a la cuestión de la eternidad, está de acuerdo en que más perfecto es lo eterno que lo temporal, pero afirma que nada es permanente. Pero este privilegio de duración que tiene la escultura no la hace más noble. Afirma que la pintura es tan duradera que la pintura y que, demás, es la propia pintura la que conserva la escultura tanto tiempo.

Dice que ambas artes imitan la naturaleza y que cada uno, pintor y escultor, realizan su obra en superficies y con instrumentos diferentes. La superficie redondeada que utiliza el escultor proviene de la naturaleza, al igual que las superficies planas del bajo relieve y la pintura. Que el pintor no haga los cuatro perfiles, como sí hace la escultura, no significa que los ignore, sino que la superficie plana en la que trabajo no se lo permite. Y aunque sea una superficie plana el pintor se vale de luces y sombras para dar relieve a las figura y engañar al ojo humano. Además la sensación de perspectiva es propia de la pintura, por la cual se muestra en una superficie plana las cosas en tres dimensiones y más o menos alejadas.7 La escultura no puede engañar sin la pintura porque se ve la materia de que está formada. Sin embargo, la pintura sola si puede engañar a la vista. La escultura tampoco puede engañar con el tacto, al igual que la pintura, ya que la misma materia la delata. Además, dice que llamar a la escultura sustancia es un error porque la sustancia de las cosas no se ve ni se percibe.

Y por último, Pacheco replica que si la arquitectura y la pintura desaparecieran no se podrían reconstruir a través de una escultura, y sí a firma que la pintura tiene como ejemplar objetivo las obras escultóricas.

Para Pacheco la balanza está a favor de los pintores que esculpen y no de los escultores que pintan, ya que estos han sido menos y no han tenido éxito a la hora de realizar la obra.

En mi opinión, ni la pintura ni la escultura es mejor que la otra. Cada una es perfecta en su objetivo y cada una hace que la otra pueda ser considerada menor, a la vez que cada una hace que sea más noble que la otra.

Es cierto que me impresiona mucho como de un trozo de mármol o de madrea es posible sacar una obra de gran belleza, y como ven los escultores las figuras antes de empezar a tallar me parece admirable. Pero eso no quiere decir que le quite importancia a la pintura.

El arte de la pintura me parece igual de noble y, en cierto modo, complicado que la pintura. Desde luego, cualquiera no puede ser escultor, pero tampoco pintor.

7 Plinio. Libro 35, cap. 10. “Hacer los perfiles de fuera e incluir en ellos el fin de la figura es cosa rara en el arte, porque la misma extremidad se debe cercar en torno y acabar de manera que prometa, después de sí, las demás partes que no se ven y muestre las que encubre”

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BIBLIOGRAFÍA:

GARRIGA, Joaquim. (ed) Renacimiento en Europa, vol IV de Fuentes y Documentos para la Historia del Arte, Barcelona, Gustavo Gili, 1982, pág. 262, Miguel Ángel. Carta a Benedetto Varchi (1547).

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PACHECO, Francisco: El arte de la pintura. Ed. Cátedra, 1990

VINCI, Leonardo: El Parangón. Ed. Akal, Madrid, 2004