La Revolución de Mayo

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Libro de historia

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  • Dr. ROMULO D. CARBIA

    EDITORIAL HUARPES S. A.BUENOS AIRES

  • https://archive.org/details/larevoluciondemaOOcarb

  • RMULO D. CARBIA

    LA REVOLUCION DEMAYO Y LA IGLESIAContribucin Histrica al estudio de la cuestin del

    PATRONATO NACIONAL

    (con anotaciones pstumas del autor)

    Prlogo de

    AVELINO IGN. GMEZ FERREYRA, S. J.

    BUENOS AIRES1945

  • Es propiedad-

    Queda hecho el depsito que previene la Ley 11723.Bueno Aire*

    1945

    IMPRESO EN LA ARGENTINA

  • Al doctor

    JUAN AGUSTN GARCA

  • PROLOGO

    a presente obra del eximio historiador argentinoDr. Rmulo D. Carbia, arrebatado a la vida cuandoesperbamos de l la obra culminante de su infatiga-ble labor cientfica, apareci ya en forma de artculoo monografa, publicada en la revista "Anales de laFacultad de Derecho y Ciencias Sociales" de la Uni-versidad de La Plata (tomo v), el ao 1915.

    No obstante ser sta a pesar de su brevedaduna de sus mejores y ms completas produccionescientficas, sin embargo, la forma de su publicacin,oculta entre las pginas de una voluminosa revista des-tinada, por su carcter, a un pblico no muy nume-roso, impidi V que fuera ampliamente conocida ydivulgada, como lo hubiera merecido.

    El tema contina siendo de rigurosa actualidadpara los historiadores. Las investigaciones realizadasalrededor de l desde entonces ac, apenas han logradoavanzar en detalles ms all que las del difunto maes-tro, dejando casi intactos los aspectos centrales delasunto.

    Cabe, en realidad, al Dr. Carbia el mrito de ha-ber sido el primero entre nosotros en enfocar conacierto el vidrioso problema de las relaciones entrela Revolucin de Mayo y. la Iglesia Catlica. Loshistoriadores de aqulla que le precedieron, contagia-dos en su mayora por el virus liberal que inficionaralas ltimas dcadas del siglo XIX y aun las primerasdel XX, carecieron en absoluto de sentido histrico paracaptar en sus verdaderas proyecciones y perspectivas

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  • ese trascendental fenmeno de la Revolucin, que lle-vaba en germen, no slo acontecimientos de ndolepoltica y militar, como parecen haber credo aquelloshistoriadores, imitados en ello por no pocos autoresde textos escolares, sino un cambio radical y profundoen las relaciones entre la Iglesia y el Estado y el de-rrumbe de la organizacin trisecular del Patronato.

    Este aspecto trascendental de la Revolucin de1810 y basten unas breves pinceladas sobre el te-ma de tan escaso inters para los historiadores libe-rales que se creyeron dispensados de estudiarlo a fondoy aun autorizados para ignorarlo, reviste objetiva-mente tal importancia, que su exclusin es un atentadocontra la integridad de nuestra historia y un impedi-mento para la comprensin adecuada y perfecta dela evolucin ideolgico - poltica de nuestro pas.

    La Iglesia Catlica y el Estado espaol en Amricano fueron dos instituciones aisladas y distanciadasentre s, sin ms vnculo de unin que la convivenciasimultnea dentro de un mismo territorio. Durantems de tres siglos actuaron ambas con dependenciamutua tan ntima y estrecha, que casi hubiera podidohablarse de una sola institucin con dualidad de me-dios y de fines.

    Las grandes Bulas misionales de Alejandro VI yJulio II, en las postrimeras del siglo XVI y en losalbores del XVII, haban convertido prcticamente almonarca hispano en un verdadero lugarteniente delPontfice de Roma para todos los asuntos eclesisticosexternos de las Indias Occidentales y Filipinas. Laexpansin de la fe cristiana en el nuevo mundo gravitdesde entonces como un problema sublime y for-midable a la vez sobre la real conciencia de losmonarcas.

    Y en virtud de esas mismas Bulas pontificias nacaa la vida esa doble institucin que deba regular du-rante ms de tres centurias las relaciones entre la Iglesia

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  • y el Estado: el Real Patronato y el Vicariato Regio.Privilegio legtimo otorgado por el Papa, no a la"soberana", sino a la "persona" de los Reyes, quie-nes en virtud de ese mismo privilegio cargaban con laenorme reponsabilidad de conquistar a Amrica parala Iglesia y para la fe de Cristo. Su accin vino aconcretarse principalmente en la presentacin de losObipos para las dicesis que empezaron a crearse deinmediato en el nuevo mundo y en la seleccin yenvo de los misioneros a ultramar. La organizacineclesistica de los pases descubiertos y conquistadosvena as a depender directamente del monarca hispano,y slo por medio de l y del Consejo de Indias de laCorte romana.

    "El derecho de presentacin real dice Leturia

    y en virtud precisamente del Patronato sobre toda laIglesia de las Indias, arranc de la Bula explcita deJulio II, de 28 de julio de 1508, se fu extendiendoy aplicando a cada una de las dicesis, no con aquies-cencias pasivas y precarias de la Santa Sede, sino demodo explcito, sistemtico y solemne en las Bulas deereccin de los nuevos Obispados, y fu al fin reco-nocido como incontrovertido en su origen y funcio-namiento secular en el Concordato de 1753. Pocasinstituciones poltico - eclesisticas podrn blasonar enla historia de ms limpio abolengo jurdico" C).

    "La revolucin y emancipacin polticas afir-ma el mismo erudito autor indujeron automtica-mente en aquel amplio mecanismo eclesistico undesquiciamiento cercano a la catstrofe: obispados,cabildos, curatos, rdenes religiosas, centros de ense-anza, hospitales y misiones de infieles (ruedas todasdel Real Patronato que tenan en el Rey, tanto o msque en el Sumo Pontfice, el centro secular de su gra-

    (1) Pedro Leturia, S. J., La accin diplomtica de Bolvar antePo VII (1820-1823), pp. 1-10. Madrid, 1925.

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  • vitacin dinmica) , saltaron entonces hechos pedazos ose confundieron en trepidaciones inconexas, hasta que-dar del todo parados" (^).

    La descripcin es exacta. Y este libro del doctorCarbia es apenas un plido reflejo ms no pretendisu autor de la parte que cupo a nuestro pas dentrodel sombro cuadro de aquella trgica realidad ame-ricana. La Revolucin de Mayo, al declarar la cadu-cidad de las autoridades civiles y eclesisticas de lametrpoli, cortaba automticamente y de un solo golpeel nico vnculo que una a Amrica con la Sede su-prema del catolicismo romano el Real Patronatoque resida nica y exclusivamente, por singularsimoprivilegio de los Pontfices, en la "persona" de losReyes hispanos.

    Pavoroso problema de orden espiritual y eclesis-tico no menos que poltico acababa con ello de plan-tear al pas la revolucin emancipadora, cuyos dirigen-tes no podan menos de advertir que se encontrabanante un pueblo educado por tres siglos en la ms puratradicin cristiana y catlica, y al que no era posiblemantener en situacin de alejamiento y separacin dela Corte romana.

    Pero para acercarse a sta y obtener la solucindel pavoroso problema a que nos hemos referido, eranecesario ante todo, como condicin indispensable, in-ducir a la Santa Sede a declarar tambin tcita oexpresamente la caducidad del real Patronato y, conl, de las autoridades espaolas en Amrica, y enten-derse directamente con los nuevos gobernantes revolu-cionarios.

    Era pedir demasiado! Ni la Santa Sede podacomprometer su autoridad extendiendo su mano a go-bernantes rebeldes, de dudosa estabilidad, ni tampocole era posible volver las espaldas a Espaa, violar elConcordato unilateralmente, enemistarse con las pod-

    is) Ibidem, p. 3.

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  • rosas potencias integrantes de la Santa Alianza, reco-nociendo como un hecho consumado e irreversible loque toda Europa se negaba a reconocer.

    Se haba desembocado, en realidad, en un callejnsin salida. De norte a sur del continente americano sehaca sentir como inmensa mole toda la gravedad delproblema poltico - religioso, e iban fracasando unatras otra las ms diversas y desesperadas solucionesque pretendieron ensayarse.

    Nuestro gobierno prefiri echar por el camino tan-gencial de la "epiqueya", previa consulta a los cano-nistas cordobeses, el Den Funes y el Dr. Aguirre.Descubrieron stos lo qUe nadie hasta entonces hubierapodido descubrir pues era algo inexistente yconvencieron al gobierno de que el derecho de Patro-nato no haba sido otorgado por los Papas a la "per-sona" de los Reyes, sino a la "soberana", y que, resi-diendo sta ahora en los nuevos gobernantes, seheredaba tambin con ella el codiciado derecho de Pa-tronato.

    La falsedad histrica era innegable y el absurdojurdico evidente. Pero convencieron. Y formaron es-cuela, que llega hasta nuestros das. El bizantinismogubernativo, que no esperaba sino el apoyo de algntelogo o canonista menos escrupuloso, se desbordy lleg a extremos y ultrapas lmites que no habansido aun tocados ni en los ms severos tiempos delexagerado regalismo borbnico, hasta culminar en laanticannica reforma rivadaviana.

    Dirase que la Revolucin de Mayo haba ido ad-quiriendo un carcter izquierdizante y hasta persecu-torio de la Iglesia, y es sta una de las conclusionesa que llega el mismo Dr. Carbia. La posicin oficialde la Iglesia frente a la Revolucin, si bien carecade definiciones categricas, se concretaba al menos enuna respetuosa y vigilante aceptacin de los hechosconsumados, pero no podemos ocultar que el siniestro

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  • desvo de no pocos eclesisticos fu, en parte, la causaque puso en accin al cesaropapismo gubernativo.

    Esta obra del Dr. Carbia ilumina con poderosaluz esa poca crucial y difcil de nuestra historia pol-tico - religiosa y, si bien nos es lcito disentir con elautor en algunos de sus puntos, basndonos en inves-tigaciones posteriores, como lo indicamos oportuna-mente en el lugar que corresponde, creemos no obstanteque debe ser tenida ms en cuenta por cuantos estudiany escriben nuestra historia.

    Porque, en realidad, hablar y sobre todo escribirde la Revolucin de Mayo sin preguntarse siquieracul fu la actitud de la Iglesia frente a ella, sin estu-diar a fondo las consecuencias que aqulla tuvo parala vida poltico - religiosa del pas, sin salir de lasdeclamaciones pseudo - patriticas de la inmensa ma-yora de los textos escolares para investigar profun-damente las reacciones ideolgicas del pueblo catlicoante el choque inesperado de dos pocas, ser siempremutilar la historia, brindarla en fragmentos inconexose ininteligibles, deformar las mentes juveniles alimen-tndolas con ficciones y leyendas, que hacen aparecera la Iglesia, compaera inseparable de nuestra historia,como una fuerza abstracta, sin gravitacin apenas enla vida de nuestro pueblo.

    Debemos agradecer a la ya benemrita EditorialHuarpes el acierto de reeditar y difundir esta obra delDr. Carbia, pues ella, no lo dudamos, a la vez quecontribuir a aclarar muchos conceptos y a interpretaradecuadamente no pocos fenmenos histricos, ha deimpulsar tambin al estudio ms prolijo y ms serenode la historia poltico - religiosa de nuestro pas, puesjams fu ella solamente historia poltica, ni solamentehistoria militar.

    Avelino Ign. Gmez Ferreyra, S. J.Colegio Mximo de San Miguel (F. C. P.)

    Febrero, 1945.

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  • PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION

    upetfluo me resulta, despus de apuntado el ep-grafe de este trabajo, toda aclaracin preliminar a surespecto. En l sea sta la nica indicacin directivapara el lector he reunido, aplicando la ms rigurosadisciplina moderna de los estudios histricos, todos loselementos que sean menester para conocer, fundada-mente, la base sobre la que, en realidad, descansa nues-tra debatida cuestin del patronato.

    No me aferr a ninguna de las conclusiones a quellego. Creo, sinceramente, que ellas son, siempre, elresultado de los antecedentes reunidos, pero slo lasdefiendo contra aquellos que, sin aportar uno nuevo

    que las desoriente, quieren combatirlas desde los casti-

    llos del prejuicio.

    Como el lector advertir, hago arrancar mi estudiodel antecedente colonial, porque he credo que la expli-

    cacin de la Revolucin de Mayo desde el punto devista religioso, constitua una ineludible cuestin pre-

    via, en razn de que es all donde se encuentra laexplicacin de muchos fenmenos que, tomados aisla-damente, resultaran enigmticos. Por lo dems, smconocer las modalidades del clero de la poca, el fun-

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  • cionamiento de la dicesis y todos los otros asuntosque aqu se tratan, no podra llegarse a dominar cabal-mente, como es necesario, el ambiente dentro del cualse desarrolla la cuestin que constituye el centro espe-cial de este trabajo. Pero advirtase que slo me concre-to a los antecedentes y a la proto - cuestin, llamarlaas. Y tal hago porque all es donde finca lo impor-tante de ella.

    Si he de apuntar mi conclusin, tengo que hacerlodiciendo que, contra lo que se ha sostenido, el Papado,al plantearse el asunto del patronato despus de laemancipacin, no reconoci que el acordado a los reyesespaoles se prolongase en los gobiernos independien-tes. Conclusiones accesorias, que integran en cierto mo-do la general, son: la de que en la desorganizacincannica que se produjo a raz del movimiento deMayo, colabor el modo de ser especial del clero de lapoca y la de que, de hecho, existi en el pas, porlo menos durante las tres primeras dcadas de vidaindependiente, una verdadera iglesia nacional.

    Y termino declarando, para defenderme contra laobjecin de que me concreto demasiado a Buenos Airesen el anlisis de un fenmeno general del pas, que talhago por ser evidente que fu all donde se desarrolla-ron los hechos fundamentales que constituyen el asun-to en estudio. El lado que dira provincial de lacuestin, es accesorio y slo aporta corroboraciones

    secundarias a las generales que aqu aparecen. Tal esmi sincera opinin.

    RMULO D. CARBIA

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  • IEL CLERO COLONIAL

    El clero de principios del siglo XIX. Su proceso mental de la emancipa-

    cin. Instruccin que reciba. Los clrigos y la lectura de libros

    profanos. El claustro franciscano y el renacimiento intelectual de

    Espaa. La obra del comisario de Indias fray Manuel Mara Truxi-11o. Sus reformas en lo relacionado con la instruccin de los con-

    ventuales de su orden. Por qu hubo clero revolucionario. Suconcepto de la independencia. Influencia de las doctrinas jesuticasacerca del origen del poder. Aspiraciones de ciertos clrigos patrio-

    tas. Lo que dice de ellos un informe secreto al gobierno espaol.

    I para m evidente, y voy a tratar de estable-cerlo documentalmcnte en este captulo, que un ncleodel clero del Ro de la Plata, a principios del siglo XIX,estaba ya psquicamente preparado para la emancipa-cin. No formulo una tesis ni he de hacer a su respectoel alegato probatorio. Expongo, simplemente, el frutode una investigacin! que el lector juzgar, despus,si result feliz.

    Sabido es ello lo he precisado en una obra ante-rior que los ltimos obispos espaoles del Ro dela Plata, con la nica excepcin del doctor Azamor yRamrez, fueron resistidos por el clero colonial, genu-namente representado por el cabildo diocesano. Talresistencia parece sintomtica de un estado moral que,

    (1810)

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  • al hacer crisis, perfil al clrigo revolucionario. A laclereca pensante bonaerense le resultaba amargo cons-tatar que sus diocesanos eran trados de fuera, y queel mrito y capacidad de los de casa no eran apreciadoscon justicia '-^K En cuanto a los regulares, puede decir-se que no estaban, tampoco, ajenos a este estado men-tal que, cubierto a los ojos profanos por el voto deobediencia, sola, a veces, manifestarse en el seno delclaustro, no siempre silencioso y apacible No obs-tante lo precario de la instruccin general, haba dentrodel ncleo representativo del clero de la poca hombresde vala, orientados intelectualmente hacia conceptosque llamara preparativos del anhelo de la indepen-dencia poltica. Dice el panegirista de fray CayetanoRodrguez, en su elogio fnebre, que ste lleg un daa exclamar en el aula:

    "que hayamos nacido en un suelo en el que el genio opri-mido pierde su vigor!... No s qu presagios advierto de libertad,y es necesario formar hombres" (^)

    .

    Y no era, por cierto, fray Cayetano el nico. Lainvasin inglesa evidenci que el clero no se hallabaincmodo bajo el poder britnico, pues con excepcin

    (1) Para ser tenidos en cuenta, los clrigos del Ro de la Plata sevean obligados a solicitar personalmente la gracia de una prebenda. Elque quiera pruebas de ello, las hallar en el tomo de Asuntos eclesisticos,hecho por la Facultad de Filosofa y Letras de Buenos Aires, y que formaparte de la coleccin de Documentos relativos a los antecedentes de la inde^pendencia.

    (2) Dice as una representacin del cabildo bonaerense: "los captulos

    de las rdenes religiosas dan lugar a ruidosos alborotos, que hasta han llega-do a finalizar en lucha armada". Vase CarBIA, Historia eclesistica del Riode la Plata, tomo II, p. 173.

    (3) Fray PANTALEN Garca, Elogio fnebre de fray CayetanoRodrguez. OTERO, Fray Cayetano, cap. II.

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  • del superior betlemtico, todos los prelados religiososenviaron a Beresford una nota laudatoria que el priordominicano, fray Ignacio Grela, remat, luego, abo-gando en la ctedra sagrada por la solidificacin deltriunfo ingls Por su parte el obispo Lu predic,tambin, loando al invasor y rindindole el homenajede su acatamiento^^-*. Y es de notar que la musa ecle-sistica permaneci muda, descontando al P. Riva-rola el da en que la derrota puso en fuga al invasorde Albin^*'\ A propsito de la breve dominacinbritnica en el Ro de la Plata, no est fuera de oca-sin decir que influy a precipitar el suceso que estabaen gestacin dentro del clero, desde que es innegable

    que los ingleses hablaron entre nosotros, ms que denada, de nuestra posible independencia

    He aludido, lneas atrs, a una orientacin inte-

    (4) NEZ, Noticias histricas, 2' Ed., p. 26. Es de advertir queen las capitulaciones de la toma de Buenos Aires se haba establecido losiguiente

    :

    "Art. 7' Se proteger el absoluto, pleno y libre ejercicio de lasanta religin catlica, y se prestar el mejor respeto al ilustrsimo seorobispo, y a todos sus venerandos ministros". IGNACIO NEZ, Noticiashistricas, 2' Ed., p. 23.

    (5) Por esta actitud el cabildo de Buenos Aires acus al obispo, anteel rey, de antipatriotismo. Consultado el virrey sobre la acusacin, aunquela hall fundada en un hecho cierto, dijo al monarca que no deba extre-marse la censura, pues la actitud del prelado tena su justificacin en lascircunstancias del momento. (Archivo de Indias, 124-2-5).

    (6) Aludo al presbtero doctor don Pantalen Rivarola, autor delRomance heroico. Es de notar, empero, que public annimamente su tra-bajo. Rivarola escribi otras composiciones poticas con motivo de lasinvasiones. Vanse: V. ALSINA, Compilacin de documentos relativos a lossucesos del Ro de la Plata, y JUAN DE LA C. PUIG, Antologa de los poetasargentinos, t. I, p. 83.

    Esto ltimo menta Belgrano en su Autobiografa. MUSBO MITRE.Documentos del archivo de Belgrano, t. I, p. 185.

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  • kctual del clero que parece ser el origen y el punto dearranque del proceso mental de su actitud revolucio-naria, y debo precisar detalles, con la advertencia deque no fu en los colegios coloniales donde bebi susideas. Aqu, en Buenos Aires, las aulas del colegiode San Carlos slo estaban abiertas para el estudiode la teologa, la filosofa, la gramtica y la literatura,y el doctor Julin Segundo de Agero dice que el estu-dio del derecho no era conocido en ninguna de lasescuelas de esta parte de Amrica El anhelo de ins-truccin, sin embargo, era vehemente, a pesar de lastrabas legales que la introduccin de libros tena enlas colonias. Pensadores espaoles hubo que previeronel resultado que el abandono de la instruccin iba atener aqu, y que sostuvieron, ante la corona, que eracontraproducente mantener a los americanos del virrei-nato de Buenos Aires en la ignorancia, pues, siendonaturalmente inteligentes, buscaran en forma clan-destina lo que por la ley se les negaba Y tan ellofu as que una de las razones justificativas de la revo-lucin se hizo radicar en que "toda educacin pblicaera prohibida y se castigaba a los que hubiesen ledoobras filosficas" En este particular se lleg c-

    (8) Oracin patritica, pronunciada el 25 de mayo de 1817. MUSEOHISTRICO NACIONAL, El clero argentino, t. 1, pg. 188. El doctorGutirrez, en sus Noticias histricas, p. 433, (Edicin de 1877), aclaraeste particular.

    (9) Me refiero al consejero de la audiencia de La Plata don Victoria-no de Villalva, que en 1797 escribi unos Apuntes para una reforma deEspaa, etc. Esta obra fu editada en Buenos Aires, en 1822, por el doctor

    Castro Barros. El Museo Mitre posee un ejemplar, registrado bajo el nme-ro 20 - 5 - 6.

    (10) Tomo el dato del siguiente curioso opsculo, que es documentode la poca: "Manifestacin histrica y poltica de la Revolucin de la Am-

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  • dula del 19 de mayo de 1801 hasta establecer lacensura previa para las conclusiones que haban dedefenderse en los seminarios, pues exista el temor deque despuntaran, como ya haba ocurrido en el Para-guay en 1797, ideas contrarias a las leyes del reinoRespecto a libros, puede sostenerse que, no obstantelas rigurosas prohibiciones, en el Ro de la Plata selean muchos que eran de aquellos a quienes alcanza-ban el veto legal La Historia del descubrimientode Amrica de Robertson, por ejemplo, prohibida porcdula del 23 de diciembre de 1778, fu hallada en labiblioteca de don Jos Antonio Roxas, de Mendoza,y conjuntamente con ella 95 pliegos de su traduccincastellana ^^^^ ; y el libro Discours sur tes principes fun-damentaux d'une constitution libre, anduvo por Bue-nos Aires en manos de Miguel Rubn de Celis, a quien,por real cdula muy reservada de 15 de diciembrede 1792, se mand confiscar los bienes^"\ En cuantoal clero, las donaciones de libros hechas en 1810 a labiblioteca que mand crear la Junta, revelan que no

    rica y ms especialmente de la parte que corresponde al Per y Ro de laPlata. Obra escrita en Lima, centro de la opresin y del despotismo, en elao 1816 e impresa en Buenos Aires, imprenta de los Expsitos, en 1818".(Museo Mitre, 20-2-11).

    (11) Original de la cdula, en el Museo Mitre.

    (12) El Indice expurgatorio de los libros que pasaban a Indias, for-mado a fines del siglo XVIII por el doctor Jos Mara Lazo de la Vega cuyo original manuscrito posee la biblioteca de la Facultad de Filosofa

    y Letras origina ms de una sorpresa. En l aparecen consignadas comoprohibidas obras acerca de las cuales actualmente tenemos un concepto que,de ocupar nosotros un puesto en el Santo Oficio, cuando ms las condena-ramos a figurar en el Limbo.

    (13) Facultad de Filosofa y Letras, Seccin de Historia, Mass.,legajo Instruccin pblica.

    (") Ibidem.

    19

  • eran exclusivamente libros piadosos los que en su se-no se lean ^^^K Si en alguna parte, despus de todo,esa orientacin intelectual a que he aludido estuvo msfrancamente de manifiesto, fu en el claustro francis-cano de Buenos Aires, donde un espritu de amplitudcientfica lo dominaba todo. Tal fenmeno, sin em-bargo, no result autctono y tiene su explicacinhistrica en acontecimientos ajenos al Ro de la Plata.Como es esta la primera vez, que yo sepa al menos,que tal aseveracin se hace, el lector ha de permitirmeuna digresin necesaria al esclarecimiento que proyecto.

    Y voy a ellaMs o menos bien, todos conocen que el reinado

    en Espaa de Carlos III se caracteriz por un visiblerenacimiento intelectual, y que a ese movimiento nose substrajo ninguna actividad, tanto en el orden civilcomo en el religioso. Pues bien: el comisario de Indias

    (15) He aqu algunas de esas donaciones: Doctor Chorroarn: lomejor de su biblioteca en la que haba varias obras importantes de historianatural, el diccionario de fsica de Brisson, en 10 tomos, una coleccin de

    mapas hidrogrficos, las memorias de la Real Academia de la Historia, ellibro de LafitAU, Las costumbres de los salvajes americanos, el tratadode Sage sobre Elementos de mineraloga, etc. Fray Julin Pcrdriel: VELLY,Historia de Francia; THOMIN, Tratado de ptica mecnica: BOURRU, MtO"do para curarse a s mismo las enfermedades venreas. Fray Cayetano Rodr-guez: Orictognosia de WlDERMANN, en dos tomos. Doctor Alvarez, cura dela catedral: Mundus subterraneus de KiRSCHER. Doctor Sola, cura de Mon-serrat: Teatro de la legislacin, etc. Doctor Segurla: Historia universal, en 43tomos; Fray Gil Negrete, dominico: Geografa real, etc. Vanse TRELLES,Revista de la biblioteca, t. 1, pp. 495 y ss., y Gaceta, aos 1810 y 1811.

    (16) Hago la salvedad de que en el nmero 1 (1914) de la Revistade la Universidad de Crdoba, el obispo fray Zenn Bustos ha dado noticiadel libro de Truxillo, del cual en seguida he de ocuparme. Cuando talpublicacin se hizo, sobre la base de un ejemplar existente en Crdoba, yoconoca ya el que posee el Museo Mitre y que, por la nota manuscrita quelleva en su portada interior, induce a creer que primitivamente pertenecia la biblioteca del convento franciscano de Buenos Aires.

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  • de la Orden franciscana, fray Manuel Mara Truxillo,hombre que, como se ver, se hallaba trabajado por lapreocupacin de mejoramiento que imperaba entonces,no bien ascendi al cargo, dirigi a todos sus subordi-nados americanos una exhortacin pastoral, incitn-dolos al cultivo de las letras y al acrecentamiento deldesarrollo intelectual '"K Para obtener ambas cosas, elcomisario preconizaba el estudio del idioma nacional,de las lenguas vivas, del latn, de las lenguas indgenas,

    de la filosofa metdica, etc. A este respecto deca:"Estudiad la metafsica; pero inmediatamente habis de

    emplearos en la fsica general, la que os manifestar... cuanto

    sea necesario para concebir de bulto una idea del mundo efec-tivo..." (18).

    Y completaba el concepto, diciendo:"El religioso necesita la leccin de los libros profanos, que

    muchas veces ilustran para la inteligencia de los sagrados" (^^)

    .

    Como consecuencia de este modo de ver el proble-ma de la instruccin de los religiosos, Truxillo procla-maba la excelencia de la fsica, exclamando:

    "que cosa tan agradable saber las leyes invariables de losfluidos, ya por parte de su naturaleza, ya por parte de su gravi-tacin; el balanceo y proporcin con los slidos, la composiciny utilidad de las mquinas hidrulicas..., etc.".

    Y remataba, luego, sus indicaciones aconsejando elestudio de la fsica, de la astronoma, de la anato-ma, etc., etc., y ordenando la enseanza obligatoriade muchas de ellas.

    Fray Manuel Mara Truxillo, Exhortacin pastoral, avi=sos importantes y reglamentos tiles... para la mejor observancia de la dis=ciplina regular, etc. Madrid, 1786. (Museo Mitre, 12-2-6).

    (18) Ibidem, p. 141.(19) Ibidem, p. 155.

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  • Hombre instruido bien en el asunto, el padre Tru-xillo sabia que la escasez de libros era grande en Am-rica y para salvar esa dificultad dispuso que todoslos conventos de su Orden entregaran al Sndico 200pesos cada trienio, con el fin exclusivo de adquirir lasobras que se necesitaban para la instruccin de los reli-giosos. Y aqui tiene el lector la explicacin de la espe-cial orientacin intelectual del claustro franciscano deBuenos Aires, cuya biblioteca era rica en libros pro-fanos, cuyos frailes tenan conceptos tan amplios, yen cuyas aulas se dictaba un curso de Fsica Claroest que con estos antecedentes a la vista no resultauna incgnita la gestacin de la idea revolucionaria enel clero. Por lo dems, los conceptos predominantes enEuropa despus del estallido de la revolucin francesa,fueron llegando paulatinamente a Buenos Aires conaquellos jvenes que, como Belgrano, se encontrabanen Espaa ms o menos en esa poca, y que regresaronal pas natal a fines del siglo XVIII y principios del

    siguiente. El mismo aludido lo dice en su autobio-grafa:

    "Como en la poca de 1789 me hallaba en Espaa y larevolucin de Francia hiciese tambin la variacin de ideas yparticularmente en los hombres de letras con quienes trataba.

    (20) El mismo lo dice: "Sospechamos prudentemente que las provin-cias americanas sufrirn una escasez general de libros, por cuyo defecto ser

    gravsima la pobreza literaria de sus conventos". (Pg. 234).(21) En una poca lo dict fray Cayetano Rodrguez, del cual se

    conservan en el archivo franciscano unos apuntes titulados: Secunda PhysicaePars, seu Physica Particalaris, etc. Cf. OTERO, Fray Cayetano, p. 19. Enla Universidad de Crdoba, otro fraile menor, fray Elias del Carmen, dict,aunque con anterioridad a esta poca (en 1784), un curso de fsica. Losapuntes de este curso pueden verse en el tomo II de la Biblioteca centenariaeditada por la Universidad Nacional de La Plata (1911), pp. 175 y ss.

    22

  • se apoderaron de m las ideas de libertad, igualdad, seguridad,propiedad, y slo vea tiranos en los que se oponan a que elhombre, fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos queDios y la naturaleza le haban concedido" (^^)

    .

    Segn salta a la vista, el clero no se improvis revo-lucionario, como lo han proclamado los que, sin mayorbagaje de informacin, han hecho de la historia nacio-nal un tema declamatorio. El clrigo que en 1810 sepuso del lado de la Junta, gest su actitud en un largoproceso mental, iniciado primariamente en la consi-deracin egosta pero humana del achatamiento en quelo colocaba su dificultoso ascenso, y robustecido luegopor las ideas, dir cientficas, que, en el fuero de suconciencia, justificaban la rebelin contra la metrpoli.Su concepto de la independencia, por eso, expuesto enla ctedra sagrada horas despus del estallido emanci-pador, fu claro y defendido con ahinco. Vemoslo.

    Domingo Victorio de Achega en el discursoque pronunci en la catedral de Buenos Aires en 1813,argy, apelando a raciocinios filosficos, que el nue-vo gobierno se haba "fundado en toda razn y justicia

    y que l en nada se opona a los principios de la religiny de la sana moral" '^^^ Luego defendi la tesis de que,caducada la autoridad real en la pennsula, Amrica

    Para no ser tachado de falacia histrica, dejo constancia de que la fsica delos claustros de entonces no era la misma fsica de nuestros gabinetes, sinque tal observacin signifique negar que la aludida enseanza representabaun importante adelanto.

    (22) Museo Mitre: Documentos del Archivo de Begrano, tomo 1,p. 176.

    (23) Estudi en Buenos Aires y haca tres aos que estaba ordenadosacerdote cuando pronunci este discurso. Era, pues, un representante delclero joven de la poca.

    (24) Museo Histrico Nacional: El clero argentino, tomo 1, p. 46.

    23

  • tena el derecho de constituir su gobierno, el cual, sien*-do por ello legtimo, deba ser obedecido y reverencia-do. El den Funes, por su parte, en la oracin patri-tica que en el mismo templo dijo en mayo de 1814,sostuvo que la "revolucin que libertara al nuevomundo del poder de la tirana" deba conceptuarse"el acontecimiento ms digno de la memoria de loshombres"

    Y a propsito de esa tirana habl as:"Pero qu importa que el jefe no sea ni opresor ni tirano

    si los ciudadanos oprimen a sus conciudadanos? El despotismode cada particular, si se hallase sin freno, no sera menos terri-

    ble que el despotismo del jefe. Por todas partes el intersindividual ataca al inters de todos, todas las fortunas se daan,todas las pasiones se chocan: la justicia es la nica que puedecombatir y precaver esta anarqua. Por qu fatalidad, lo quees entre todos los hombres el origen del bien, pudo venir a serla fuente del desorden? Esa justicia santa, el apoyo y el garantede la sociedad, fu en tiempo de nuestros tiranos el principiomismo de su destruccin. Lejos de velar las audiencias sobre lascostumbres y ser los orculos de la verdad, no hicieron msque multiplicar a nuestros ojos ejemplos de venalidad y dejusticia que contrastaban enormemente con las lecciones de pro-bidad que deban dar. Semejantes sus ministros a esos desertores(por servirme de un pensamiento de un gran sabio) tanto mspeligrosos cuanto ms instruidos en todos los lugares por dondepuede sorprenderse una plaza, se dira que ellos no haban estu-diado la ciencia de las leyes, sino para saber las sendas oblicuas

    y los caminos engaosos por donde un magistrado puede hacersedueo de todas las avenidas de la justicia".

    Finalmente, fray Pantalen Garca, franciscano,en 1814 hablaba de este modo:

    "Es necesario tranquilizar la piedad alucinada. La autori-

    (25) Ibidem.. p. 65.

    24

  • dad emana de los pueblos sostenida por la Providencia, que

    deja nuestras acciones a la voluntad libre. La omnipotencia notoma inters en que el gobierno sea monrquico, autocrtico

    o democrtico; que la religin ni sus ministros pueden condenar

    los esfuerzos que hace una nacin para ser independiente en el

    orden poltico, dependiendo de Dios y sus vicarios en el ordenreligioso".

    Y agregaba:"Hablemos ms claro y demos otro argumento no menos

    convincente y decisivo. Aun cuando fueran incontrastables losderechos del Borbn, bastara la injusticia, la fuerza y elempeo con que se arranc su juramento, para destruir su vali-dez, desde que lleg a conocerse que era opuesto a nuestros

    intereses y funesto a nuestra tranquilidad. Tal es la naturalezadel juramento prestado a los conquistadores o a los herederosde stos mientras tenan oprimidos los pueblos con la fuerza.De otro modo no hubiera recobrado legtimamente su libertadla Espaa juramentada a los cartagineses, romanos, godos,rabes".

    "Demos ms luz a la razn. La fidelidad no es un derechoabstracto que obliga materialmente en todo evento: es la obli-gacin de cumplir el contrato social que liga las partes con eltodo. Su obligacin es recproca: tan deber es de la cabeza serfiel a sus colonias como de stas a ella. Debemos guardar res-peto, obediencia al rey y a la metrpoli, pero stos deben guar-darnos nuestros derechos, promover nuestra felicidad" (^^)

    .

    La lectura de los trozos transcritos evidencia elconcepto que el clrigo revolucionario de mayo tenade la emancipacin, a la que, si se pleg desde la pri-

    (26) Museo Histrico Nacional: El clero ^argentino, tomo 1,pp. 89 y ss. El padre Garca era orador de renombre, al punto de que sufama de tal salv los lmites de Amrica y lleg a Europa, en forma queanim a fray Teodoro de Ocampo a dar a la estampa sus sermones, publi-cando en 1810 en Madrid, por la imprenta de Collado, seis tomos de lospanegricos pronunciados por el franciscano bonaerense. (Un ejemplar dedicha obra puede consultarse en la biblioteca de la Facultad de Filosofa yLetras: 49-5-7).

    25

  • mera hora, no fu ni por espritu de veleidad ni porintuicin de lo que vendra, sino simplemente porqueesa actitud era el resultado lgico del proceso a queme he venido refiriendo y en el que colabor, despusde todo, la doctrina jesutica, bastante en boga enton-ces, acerca del origen del poder. Segn se sabe, el padreSurez (1548 - 1617), en su obra De legibus (Lib.III, cap. IV)

    , haba sostenido que el poder temporal noemana inmediatamente de Dios sino del pueblo, aun-que Dios sea su fuente primera como creador de lanaturaleza humana y que la forma de gobierno y laeleccin de la persona de los gobernantes, es de exclu-sivo derecho humano y procede, por ende, de la colec-tividad Contemporneamente al padre Surez,otro jesuta, el padre Mariana (1537 - 1624), justi-fic la rebelin popular cuando ella es la corona-cin de un justo anhelo pblico. Tales ideas pulula-ban en el ambiente intelectual de la colonia, y as seexplica que fray Pantalen Garca para citar unejemplo de entre muchos dijera aquello que acabode recordar: "La autoridad emana de los pueblos, sos-tenida por la Providencia que deja nuestras accionesa la voluntad libre". La doctrina del derecho naturaltena aqu seguidores acrrimos, quiz ms que pornada por razones de ambiente, desde que, trabajadoslos espritus por la consideracin de lo que reputabaninjusticias, lgico era buscar en la argucia filosficaun paliativo al torniquete amargador de la conciencia.

    (27) STAHL, en su obra Historia de la filosofa del derecho, libro III,seccin V, captulo I, trata bien este punto, filiando, dentro de la escuela

    del derecho natural, a los telogos de la Compaa de Jess.(28) )g; i-gy y g Id institucin real, libro I, captulo VI y VII. (Co-

    leccin de autores espaoles, de RiVADENEYRA, tomo XXXI)

    .

    26

  • Y entre nadie cuaj mejor la doctrina en cuestin queentre la clereca pensante de Amrica, la cual no podaolvidar que el doctor Luis de Betancurt y Figueroaconsultor del Santo Oficio, fiscal de la Canaria, chan-tre de Quito y procurador general de las Indias, habaformulado argumentos para demostrar que por derechodivino, natural, cannico y de Indias, los hijos delnuevo mundo deban ser preferidos en los oficios ybeneficios de las dicesis Claro est que habaexcepciones entre aquellos de espritu poco apegado alas cosas de la tierra, pero la mayora de los clrigos,tanto regulares como seculares, que se embanderaronen la revolucin, vivieron, durante el perodo colonial,anhelando prebendas. No apunto aqu cosa algunaantojadiza. En el Archivo de Indias abundan las prue-bas del aserto, algunas de las cuales figuran publicadasen un tomo de documentos dado a luz por la Facultadde Filosofa y Letras de Buenos Aires En la sec-cin manuscritos de la Biblioteca Nacional, tambinexisten documentos que permiten filiar las aspiracio-nes del den Funes y de algn otro clrigo revolucio-nario Y en un informe annimo y secreto que,alrededor de 1817, varios emisarios hicieron al gobier-

    no espaol, sobre los principales hombres de la revo-

    (29) Derecho de las iglesias metropolitanas y catedrales de las Indiassobre que sus prelacias sean provedas en los capitulares de ellas y naturalesde sus provincias. Madrid, 163 7. (Museo Mitre, 12-3 - 23).

    (30) Documentos relativos a los antecedentes de la Independencia(Asuntos eclesisticos)

    .

    (31) Hojese, cuando menos, el Catlogo de manuscritos y se ver cu-les y cuntos eran los trabajos que el den Funes, entre otros, haca paraobtener prelacias y prebendas. [Da luz a e:;te respecto el artculo del Pbro.AMRICO a. Tonda, Los apoderados del Den Funes en la corte de Ma-drid a la luz de su correspondencia indita, publicado en la revista ARCHIVUM,T. I, Cuad. 1, pp. 136-158. Buenos Aires, 1943. N. del E.]

    27

  • lucin, hay, asimismo, expresiones de ciertos modosde interpretar sus actitudes. Titlase este documento:Relacin circunstanciada de personas ms o menos visi-bles que figuraban y tenan algunas influencias respec-to al estado revolucionario, con tendencia a independi-zarse, que existan en Buenos Aires, y dice de algunosclrigos lo siguiente ^^^^ :

    "AnCHORIS: clrigo secular: atrabiliario, de ideas revolu-cionarias: tiene imprenta y ha publicado algunos papeles queno han merecido concepto: goza de bastante influjo por sucarrera revolucionaria, en la que ha desempeado empleos deconsecuencia y por ser miembro de la extinguida logia deAlvear". AI margen se lee: "confirmado".

    "ACHEGA: clrigo: fu provisor. Es joven timorato deluces regulares y genio dulce; aborrece la anarqua, mira condolor lo que padece la moral pblica: es capaz de avenirse conlas ideas espaolas, que respeta". Al margen: "confirmado".

    "Agero: cura de la Catedral: de suma prudencia, pro-bidad y literatura; bien quisto entre los hombres de bien; perotachado de espaolismo a causa de sus ideas nacionales: es hom-bre en quien se puede depositar la confianza ms decidida:aborrece la insurreccin, aunque se le ve aparecer en pblicocuando sus funciones le llaman". Al margen: "confirmado".

    "Ramrez: arcediano. Joven impaciente e insultante, ami-go de la independencia. Se le atribuye, en gran parte, la muerteimprovisa del ltimo obispo de Buenos Aires". Al margen:"casi confirmado. Malo para valerse de l".

    "ChorroARN: cannigo de Buenos Aires y bibliotecariopblico; hombre honradsimo, de mucha literatura, de grandeinflujo en la opinin pblica por su carcter y por ser maestrode los principales jvenes de Buenos Aires que han cursadocolegios. En todo movimiento revolucionario tiene parte porquees llamado. Se le ha querido hacer provisor y no ha admitido.

    (32) Este curioso documento se halla en el Archivo de Indias,123-2-4. La seccin de historia de la Facultad de Filosofa y Letrasposee un traslado fiel, del cual me he valido.

    28

  • Su conducta pblica es juiciosa y l es, sin la menor duda,espaol de corazn. El ministro de Espaa actual ha conside-rado a este individuo ms digno y ms a propsito para ocuparla silla episcopal. Es eleccin de grande... y el juicio que heformado es sobre datos de la mayor consideracin obtenidosde todos los partidos". Al margen: "confirmado y tilsimo".

    "Castaeda, Francisco: fraile franciscano muy esti-mado en Buenos Aires por su carcter benfico y sus serviciosa la educacin pblica".

    Funes: doctor, den de Crdoba; de mucho crdito porsu literatura, tmido patriota por las circunstancias, pero amigode la pacificacin y sosiego pblico. Es lisonjero y en sus com-posiciones, plagiario". Al margen: "confirmado"

    .

    "Guerra, fray Celestino: ex - provincial de predica-dores, de antigua literatura y respetado en Buenos Aires. Supatriotismo es forzado y su voluntad espaola. Ha procuradoen sus sermones poner un dique a la licencia pblica, pero

    se ha visto insultado por los libertinos y conminado por elgobierno". Al margen: "Es moderado, pero no tanto comose pretende".

    "Orela : provincial actual de Santo Domingo. Patriotaturbulento, audaz, revolucionario e insultante en sus discursos

    con los que disienten de sus opiniones. Deja con facilidad suconvento por abandonarse a convicciones polticas y otros finesde revolucin interna y externa".

    "Soler, fray Hiplito: franciscano de genio caballero,pero est complicado en la revolucin. Es tmido. Alvearista,

    y se espanta de or el nombre de Espaa, a quien obedecera silo considerase posible, pues se halla disgustado con la revolu-cin. Fu secretario de la comisara general de regulares creadaen virtud de la revolucin". Al margen: "parece confirmado".

    Zabaleta: cannigo, hombre justo, literato, goza delmayor concepto en Buenos Aires y ha renunciado el proviso-riato que sirvi con prudencia. Es llamado a toda asambleapblica; no admite empleo alguno; se le quiso diputar al con-greso y lo resisti; conoce las miserias y desrdenes de larevolucin y es, sin duda alguna, de sentimientos espaoles".Al margen: "confirmado".

    29

  • "Muoz, Bartolom: clrigo secular, natural de Madrid.Teniente vicario castrense, compositor del calendario de BuenosAires. Public un papel semanal furioso patriota y titulado elDesengao; acrrimo detractor de Espaa; soberbio y maldi-ciente. Presume de sabio en todas materias, pero su literaturaes ramplona. Es compositor de odas y otros rasgos poticos enfavor de la independencia". Al margen: "confirmado"

    .

    "Planchn: cannigo, hombre justo, de vida asctica,amigo declarado de Espaa, por cuyo motivo no se [le] remo-vi del provisoriato. Est bien querido del pblico sensato y delo general del clero". Al margen: "confirmado"

    .

    "Rodrguez, fray Cayetano: ex provincial de fran-ciscanos, famoso por su literatura: su carcter fluctuante y con-temporizador".

    "Segurla, Saturnino: clrigo que pasa por patriotamoderado; es curioso de libros y mquinas; tiene caudal y hacontrado el mrito de conservar la vacuna en Buenos Aires yadministrarla gratuitamente". Al margen: "benemrito"

    .

    Como se echar de ver, no ha sido transcrito loque antecede ms que con el propsito de ilustrar, enrazn de que el documento del cual se toman las refe-rencias es, desde el punto de la crtica interna de quehablan los metodlogos, un documento parcial y cons-ciente. Despus de todo, y haciendo abstraccin decasos concretos que afectan la biografa de los prota-gonistas, si alguna mengua queda como precipitado delanlisis hecho, ello no ha de ser, sin duda, para la ver-dad. Las condiciones en que la clereca tuvo que viviren el Ro de la Plata, ech la semilla de la emancipa-cin en su seno, y las ideas de una mejor instruccinque la comn del medio, la hizo germinar a maravilla.Y es sta la conclusin a que he llegado en mi pesqui-sa del asunto. El lector ha de ver en seguida, cmoacta en los hechos sucesivos de la crnica, ese cleroque se sinti rebelde mucho antes del pronunciamien-to de mayo.

    30

  • II

    LA REVOLUCION

    Caducidad del poder espaol en el Plata. Intervencin del clero en ladestitucin del virrey y constitucin del gobierno propio. Actitud

    contraria del obispo Lu y Riega. Instalacin de la Primera Jun-ta. El obispo le presta acatamiento. Solicitud para efectuar una

    visita pastoral. Negativa de la Junta. Relaciones tirantes entre

    el diocesano y su cabildo. Crisis de la animosidad. El obispoes obligado a substraerse a toda concurrencia a la catedral. Primerasconsecuencias de la revolucin en el orden religioso. Relajacin yprdida de la disciplina monstica. El gobierno constituido enarbitro supremo. Intensificacin de las regalas. Desrdenes san-grientos en un convento. Intervencin del gobierno en la designa-cin de provinciales. El clero desafecto a la revolucin. Medidasen su contra. Prohbese a muchos el ministerio del confesonario. Expulsin de sacerdotes espaoles. La obra del clero patriota. Suayuda al nuevo gobierno. El plpito, por mandato oficial, conver-tido en tribuna revolucionaria. La independencia y la Iglesia.

    Substitucin de rituales. La irreligin caracteriza la primera pocadel movimiento de Mayo. Asomo de la heterodoxia. Don Fran-cisco Ramos Meja predica un nuevo evangelio.

    JL ^ O cuadra a la ndole del trabajo que realizouna detallada narracin de los acontecimientos queconstituyen la primera pgina de la historia de la eman-cipacin argentina; pues, debiendo circunscribirse auno de los factores que intervinieron en el suceso, toda

    (1810 - 1820)

    31

  • superfluidad, en lugar de bonificarlo, pondra trabasa su cabal desarrollo. Fuera de ello, la circunstancia deno ser necesario para la mejor noticia de lo que aquse expone la reconstruccin de todos los episodios vin-culados a la cesacin del gobierno espaol en el Rode la Plata y a la consiguiente constitucin del gobier-no propio, me exime de la tarea de abundar en detallesde la historia civil. Dando por sentado que el lectorconoce lo que a todo elle se refiere, entro de lleno ami particular tarea.

    Como es sabido, la creacin de la Primera Juntafu el corolario de una trabajosa gestin que tomcarcter en el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810.Pues bien: a ese cabildo prestaron su concurso, ademsdel diocesano, veintisis sacerdotes de ambos cleros,que, con reducida discrepancia, se pusieron de lado delos que opinaban que deba cesar el virrey en su man-dato y pasar el gobierno a manos del cabildo El

    (1) Estas discrepancias son las de fray Ramn Alvarez, provincialde San Francisco, el cual formul su voto diciendo que, a su juicio, debacontinuar el virrey, "pero en caso de que, a pluralidad de votos, resulte

    haber cesado en su autoridad, es de sentir que [el gobierno] recaiga en elexcelentsimo Ayuntamiento: la de fray Pedro Cortinas, guardin de laObservancia; la de fray Pedro Santibez, guardin de la Recoleccin; lade fray Vicente de San Nicols, prefecto betlemtico; la del doctor NicolsCalvo, cura de la Concepcin, que opinaba que deba esperarse a conocerlo que pensaban los pueblos del interior; y la del doctor Bernardo de laColina. (Actas del Cabildo)

    .

    Los sacerdotes concurrentes al cabildo abierto fueron los siguientes:

    Doctor Juan Nepomuceno de Sola, cura de Montserrat; fray IgnacioGrela, de la Orden de predicadores; fray Pedro Santibez, guardin dela Recoleccin; fray Pedro Cortinas, guardin del convento de la Obser-vancia; padre prefecto del convento betlemtico, fray Jos Vicente de SanNicols; doctor Julin Segundo de Agero, cura rector del sagrario de laCatedral; doctor Nicols Calvo, cura rector de la parroquia de la Concep-cin; doctor Domingo Belgrano, cannigo de la Catedral; doctor Melchor

    32

  • diocesano, doctor Lu y Riega, en cambio, fu el sos-tenedor de la tesis contraria. A su juicio, aun caduca-da la Suprema Junta central, no se justificaba ladeposicin del virrey y la constitucin de un nuevogobierno, pues habiendo Espaa conquistado, pobladoy civilizado la Amrica, corresponda el mando, antesque a las poblaciones de aqu, a cualquier ciudad penin-sular, libre de franceses.

    Los acontecimientos que sucedieron a esta clebretenida, son conocidos. Conviene, sin embargo, dejarconstancia de que la solicitud popular presentada alcabildo en la maana del da 25 de mayo, pidiendola constitucin de una Junta y el envo de expedicionesmilitares al interior, costeadas con los haberes de varios

    funcionarios coloniales, va suscrita por diez y siete

    sacerdotes y que en el primer gobierno patrio cons-

    Fernndez, dignidad de chantre de la misma; doctor Florencio Ramrez,dignidad de maestrescuela de la misma ; doctor Antonio Senz, secretariodel cabildo eclesistico; fray Manuel Torres, provincial de la Merced; frayJuan Aparicio, comendador de la misma orden; doctor Luis Jos Chorroa-rn, rector del real colegio de San Carlos; fray Ramn Alvarez, provincialde San Francisco; doctor Pascual Silva Braga; fray Manuel Alvario, priorde Santo Domingo; doctor Domingo Viola; doctor Bernardo de la Colina,presbtero; doctor Dmaso Fonseca, cura rector de la Concepcin; doctorPantalen Rivarola, presbtero; doctor Manuel Alberti, cura rector de SanNicols; doctor Jos Len Planchn, presbtero; doctor Juan Len Ferra-gut, capelln del regimiento de dragones; doctor Vicente Montes Carballo,presbtero, y doctor Ramn Vieytes, presbtero. Vase PlAGGIO, Influenciadel clero en la independencia argentina, pp. 6-7.

    (2) He aqu sus nombres: Fray Manuel Antonio Ascorra, mercedario;fray Hilario Torra, provincial de la Merced; fray Nicols Herrera, presen-tado; fray Roque Alvarez; fray Jos Miguel Arias; fray Manuel Saturni-no Benegas, lector de Nona; fray Jos Troli; fray Juan Buenaventura Rodr-guez de la Torre; fray Juan Manuel Aparicio, comendador; fray EstebanPorcel del Peralta, vicario del convento; fray Santiago Meo, capelln cas-trense; fray Gregorio Maldonado; fray Manuel Aguilar; fray Pedro Pacheco;fray Isidro Viera; fray Isidro Mena y fray Pedro Chaves. Ibidem, p. 23.

    333

  • titudo ese mismo da, entr a formar parte, comovocal de la Junta, el doctor Manuel Alberti, cura dela parroquia de San Nicols

    Y ahora bien: el nuevo gobierno estaba constitu-do. Cul fu su actitud con respecto a la Iglesia?Como primera manifestacin, en este particular, apa-rece la comunicacin hecha al obispo, doctor Lu yRiega, dndole cuenta de la instalacin de la Juntay solicitando su acatamiento. A esta nota contest elprelado con otra en la que deca:

    "Obedecer a-V.E-, le cumplimentar y felicitar en cuantome corresponde, prestndome a sus disposiciones, como autori-dad superior del virreinato, hasta la congregacin de junta gene-ral en la forma que lo previene el bando publicado en estacapital el da de ayer; con lo que concepto tener cumplidosmis deberes, en obsequio de los respectos de V.E. Por lo mismo,y no habindoseme exigido hasta ahora, de autoridad alguna(a excepcin de la soberana) , otro homenaje ms que el indi-cado, consultando con ello el decoro del sagrado ministerio queejerzo, y en conformidad por lo dispuesto por las leyes divinas

    y humanas, espero que V.E. se d por satisfecho con sta misincera manifestacin de obediencia a la autoridad constituidadel virreinato y me exima de concurrir esta tarde y la demaana a la Sala capitular a los efectos que me hace presenteen su oficio de este da, dndome por legtimamente excusado".

    (3) Mis informaciones, en todo lo narrado hasta aqu, proceden delas Actas capitulares: de la carta que el 22 de junio de 1810 dirigi Cisne-ros a Espaa, narrando los sucesos de Buenos Aires (Archivo de Indias,122 - 6 - 26) y de la copiossima correspondencia de don Jos MaraZalazar, comandante general del apostadero de Montevideo, que durante losaos 1810 y 1811 inform al gobierno peninsular, casi diariamente, de todolo que por aqu ocurra. (Esta documentacin la posee en copia la Seccinde Historia de la Facultad de Filosofa y Letras)

    .

    34

  • El documento es de fecha 26 de mayo de 1810 '-^KLa forma exterior haba sido llevada y oficialmen-

    te aceptado el acatamiento, pero, como se va a ver, laJunta recelaba de la absoluta sujecin del doctor Lual nuevo rgimen. Hechos producidos en seguida, aslo parecen evidenciar.

    Fu el caso que el 1 5 de junio de 1810 el obisposolicit de la Junta los pasaportes necesarios para rea-lizar una visita pastoral a la dicesis que, segn f,tena proyectada mucho antes de los sucesos de mayo,al punto de haber enviado, el da 8 de ese mes, unacircular a todos los curas de la jurisdiccin de Monte-video, anuncindoles la cannica excursin Con-tra lo que el obispo esperaba, la junta contest a suoficio el da 28 de junio, manifestndole que aunquese habra complacido en facilitar la licencia y auxiliosnecesarios para la visita pastoral, opinaba que consi-deraciones preferentes indicaban la necesidad de queel diocesano no abandonara su sede. A este respectodeca la nota de la Junta:

    "Las circunstancias delicadas del da presentan un teatro

    espinoso en que los respectos del prelado proveern muchasveces al nuevo gobierno de recursos seguros para calmar lasagitaciones...".

    Salta a la vista del que ha seguido los hilos de lossucesos revolucionarios, que la manifestacin de laJunta fu una simple excusa para retener al obispo

    (*) Original en el Archivo General de la Nacin. Este documentofigura en la publicacin: Archivo General de la Repblica Argentina,tomo V, pp. 70-71.

    (5) Original en el ARCHIVO GENERAL DE LA NACIN, Secretarade Gobierno, 1810, y CARRANZA, Archivo general de la Repblica Argn-tina. V. p. 78.

    35

  • en la capital, donde se le poda vigilar suficientemente.Ni el pueblo ni el nuevo gobierno crean en su sinceroacatamiento, y ms de uno sospechaba que el doctorLu aprovechase la visita pastoral para sembrar lasemilla del levantamiento contra la Junta. Y ello, des-pus de todo, resultaba la lgica consecuencia de laactitud que l asumiera en el ya mentado cabildo abier-to del 22 de mayo. Esa actitud fu trada a colacinsiempre que alguien se propuso ocasionar molestias alprelado, siendo precisamente su cabildo el que msahinco demostr en esto ltimo, aun antes de la insta-lacin de la Junta, pues, como se recordar, combatilodesde la primera hora de su gobierno El conflicto,que fu el estado ordinario de las relaciones entre Luy los miembros del cabildo, acrecentse con los sucesosde mayo, e hizo finalmente crisis un mes despus. Lasnotas cambiadas entre ambos contendientes y entreellos y el nuevo gobierno, revelan un estado de cosas

    grave, y de ellas se desprende que el obispo haba per-dido toda autoridad sobre su cabildo. Previendo unasituacin difcil, el prelado envi a la Junta, el 12 dejunio, un oficio en el que manifestaba que, enteradode la actitud que a su respecto haban asumido tresmiembros del cabildo que se proponan querellarloante el gobierno, solicitaba una audiencia verbal para

    hacer los descargos que eran de justicia La Junta,cuatro das despus, hizo saber al doctor Lu que le

    (6) Vase CarBIA, Historia eclesistica del Ro de la Plata, tomo II,p. 226. Los libros de documentos originales: Cabildo eclesistico (t. I) yDocumentos varios (t. II) del Archivo de la secretara de la Curia de Bue-nos Aires, conservan muchos testimonios de esta animosidad.

    (7) Carranza, Archivo, tomo V, p. 84.

    36

  • complacera as que lo tuviere por conveniente Perocuando menos lo deba esperar

    '-^K el obispo recibi unoficio de la Junta en el que le deca que: habiendo tras-cendido al pblico las continuadas desavenencias consu cabildo con positivo escndalo de los fieles, y debien-do cortar el gobierno la ocasin de unas disensiones enque [el prelado] se explicaba con voces descompasadasdentro del mismo templo en el acto de celebrarse lasfunciones ms serias de nuestro sagrado culto, habaresuelto, por providencia precautiva, que se abstuvierade toda asistencia a su iglesia, hasta tanto se tomaseuna resolucin definitiva que cortase radicalmente lasdiferencias existentes entre el prelado y su cabildo

    El da 28 inmediato, el obispo respondi que obede-cera la inesperada providencia precautiva, pero quelo hara declarando que descargaba su conciencia delos perjuicios que ella poda originar a su cometidoepiscopal, y que esperaba tranquilo, sin la menor tur-bacin, zozobra, ni recelo, la anunciada medida guber-nativa

    La separacin del obispo de las ceremonias pbli-cas de la Catedral, tuvo varias incidencias. A juiciode la Junta nota de agosto l'de 1810 la provi-dencia antes aludida fu tomada sin pensar que ellaentorpecera las funciones espirituales del prelado, o

    pondra embargo a la administracin de los santossacramentos, pues el objeto que se persegua era impe-

    (8) Ibidem. p. 85.

    (^) Esta providencia fu tomada sin escuchar al prelado. El lo diceas en nota de agosto 3 de 1810. Ibidem, p. 92.

    (10) Ibidem, p. 85.

    (") Ibidem, p. 91,

    37

  • dir concurrencias en consorcio. Tal declaracin fuhecha para que el doctor Lu no entendiese equivoca-damente aquella orden, cuyos motivos cesaran por lapronta solucin de las competencias pendientes Elobispo hizo el descargo que corresponda, diciendo queno haba entendido equivocadamente la resolucin dela Junta, la mejor prueba de todo lo cual era que pri-vadamente segua administrando los sacramentos, yque si no haca lo propio con las funciones pblicasde altar y pulpito, era debido a que para ello necesita-ba el concurso del cabildo '-^^K En el oficio que en estaocasin pas el prelado a la Junta quejbase, tambin,de que siguiese rebajado en los respetos que merecay de que tal se hubiera hecho sin escuchrsele como, asu juicio, corresponda.

    Esa situacin a la que el prelado alude, sin embar-go, prolongse. El 6 de marzo de 1811, en vista deque la semana santa prxima pareca indicar la conve-niencia de su concurrencia a la CatedraL solicit laautorizacin del gobierno, y como ella le fuera dene-gada, en nota del 20 del mismo mes, propuso que secelebraran los oficios mayores de la Pasin en la iglesiade la Recoleta, pero en este ltimo pedido recay lamisma resolucin que en el anterior Segn se des-prende de las comunicaciones originales que han pasa-do por mis manos en la requisa histrica, el obispo sehallaba, no slo privado de su autoridad, sino desam-parado de la proteccin oficial ^^""K

    (12) Carranza, Archivo, tomo V, p. 91.(13) Ibidem. p. 92.(14) Archivo General de la Nacin, Culto, leg. 1811.(15) Ibidem, nota del obispo Lu, fechada en Buenos Aires el 2 de

    enero de 1811, donde tal cosa consta.

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  • No fu, con todo, tan difcil y tan amarga la situa-cin del obispo mientras el conflicto en que viva seredujo a sus relaciones con el cabildo. Pero ocurrique un da alguien hizo llegar a la Junta una supuestacarta suya dirigida al provisor de Santiago de Chile,

    y en la que l apareca producindose en forma desco-medida acerca del nuevo gobierno. Enterado de lanovedad, elev el doctor Lu una nota a la Junta, pro-testando contra la autenticidad de la misiva y remitien-do otra para que, por intermedio del gobierno, le fueraenviada al referido provisor. En ella el obispo pedaal funcionario eclesistico chileno que le devolviesetodas las cartas que hubiera recibido de l, despus del26 de mayo de 1810, para justificarse y probar quela que fuera entregada a la Junta era fraguada ^^^KNaturalmente, dado el concepto que acerca de su adhe-sin al viejo rgimen se tena en Buenos Aires, el ap-crifo en cuestin tuvo que molestarle. Y sumado esteincidente a los que ya se conocen, fcil es formarse unaidea de la situacin en que vivi el doctor Lu, luegode producida la revolucin, y hasta su muerte. Ful quien ms de cerca sufri las consecuencias naturalesdel cambio, precisamente porque por lo espiritual desu misin se vi obligado a continuar en el desempeode su cargo entre gente que le era adversa y hostil. Larevolucin, por eso, en lo que llamar el orden episco-pal, tuvo como consecuencia, segn se ha visto, inha-bilitar al diocesano para el cabal desempeo de su apos-tlico cometido. Y si esto ocurri en el orden episcopal,veamos lo que aconteci en el de ambos cleros.

    (16) Carranza, Archivo. V, pp. 106 - 108.

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  • Sabe ya el lector, pues a ilustrarlo en el particular

    fu consagrado el anterior captulo, que haba dentro

    del clero del Ro de la Plata espritus dispuestos parala emancipacin, por descontentos con las prcticas

    seguidas en lo relativo a los ascensos, y que haban

    hallado una justificacin filosfica a la rebelin en las

    doctrinas jesuticas acerca del origen del poder, para

    cuya aceptacin los preparara cierta instruccin un

    poco ms amplia que la comn de la colonia. Puesbien: ese clero, que no era, sin embargo, la totalidad

    del que aqu haba, como luego lo hemos de ver, se

    pleg de inmediato a la revolucin, resultando en segui-

    da la Junta provisoria y ms tarde los gobiernos quele sucedieron, el receptculo de todos los desahogos

    necesarios a las reyertas intestinas. Basta hojear ladocumentacin que encierran los legajos caratulados

    Culto, del Archivo general de la Nacin, para tener

    una idea de ello. Y no fu, precisamente, el clero secu-lar el que ms sobresali en esto. Lo fu el regular,

    entre cuyos miembros los desacuerdos llegaron hasta

    asumir carcter de actos delictuosos. Rotos por la revo-

    lucin los lazos que unan a los conventuales de aqu

    con las autoridades de la Pennsula, los descontentos

    creyeron llegada la hora de la venganza tolreseme

    la frase en obsequio a lo que tiene de precisa y las

    quejas contra lo que llamaban injusticias de los supe-

    riores llovieron al gobierno. De hecho qued quebrada

    toda disciplina monstica, y escudados en el carcter

    de patriotas, que invocaban para el caso, los religiosos

    hallaron amparo contra sus superiores en la Junta, que

    desde el primer da ejerci sobre los monasterios un

    regalismo ms hondo y ms rgido, si cabe, que aquel

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  • que extremaron los reyes de la casa borbnica. El padreCastaeda es un espcimen a este respecto, pero no uncaso nico, pues tuvo numerosos imitadores '^"K Y haqu los casos concretos.

    El mismo da que se constituy la primera Jun-ta gubernativa, celebrse en el convento franciscanode Buenos Aires un captulo provincial que tuvo lavirtud de provocar las protestas de cuatro conventua-les, entre los que figuraban el predicador general, unex - guardin, un cura jubilado y un maestro de gra-mtica. La protesta fu elevada a la Junta, por escrito,el 25 de junio inmediato, y comenzaba con la mani-festacin de que la dirigan al nuevo gobierno por con-ceptuar que posea legtimamente la autoridad enrepresentacin de su seor natural. Y la justificabandiciendo que estaban en el abismo del ms esquivoabatimiento y depresin... subyugados bajo un poderarbitrario que faltaba a las leyes ms sagradas. El pedi-do se concretaba a solicitar el nombramiento de ameri-canos para ciertos cargos de la provincia, y se abro-

    chaba con la declaracin de que haba en el claustro

    (1'^) Me permito invitar a los que, naturalmente, harn anotacionesmarginales de protesta a cuanto acabo de decir, a que estudien los docu-

    mentos que el Archivo General de la Nacin conserva en los legajos deCuito, de 1810 a 1820, por lo menos. No hago aqu alegato ni peco contralos cnones de la moderna metodologa de la historia. Simplemente expongolos resultados de una investigacin, que si son novedosos y afectan la inte-gridad de ciertas fbulas patriticas, culpa ser de los que aceptaron los

    datos de la tradicin, sin hurgar primero los acervos del archivo. Por lodems, la figura del padre Castaeda, desde el punto de vista de su carcterreligioso, no ha sido estudiada, y, cuando lo sea, quien se apechugue laempresa tendr que llegar a la conclusin a que yo he llegado: el padreCastaeda fu un religioso rebelde que no obedeci ms que a los dictadosde su extrao criterio, y que vivi en pugna contra todo lo que fueraautoridad monstica. En los legajos del Archivo General de la Nacin,ya citados, hay un centenar de pruebas de sto.

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  • superiores que recelaban de los que en el cabildo abiertodel da 22 de mayo votaron por la deposicin delvirrey La junta di trmite a la solicitud, pero el25 de agosto pas un oficio al guardin de la Obser-vancia, hacindole presente que deba poner de mani-fiesto a su comunidad que el gobierno censuraba ydesaprobaba la conducta de los religiosos que selevantaban contra las autoridades monsticas '^^K Estaactitud gubernativa empeor la inquietud de los con-ventuales e hizo crisis. Lo que pasaba en el claustrofranciscano nos lo revela una nota del provincial frayCayetano Rodrguez, en la que dice al gobierno queciertos religiosos, traspasando las leyes de la caridad,de la moderacin y del respeto, y abusando enorme-mente del sagrado nombre de patriotas... se han pro-puesto desplegar sus desarregladas pasiones y atropellara sus hermanos, bajo el pretexto de humillarlos porser europeos. Agrega que en los actos conventuales,en el templo y en todas partes, les hieren con expresio-nes indecorosas e insultantes, y que todo ello lo eje-cutan con el convencimiento de que siempre tendrana la Junta gubernativa de su parte '^'^K La informacinno parece haber exagerado la verdad, pues no bien frayCayetano marchse al interior, en misin de su cargo,los padres fray Ramn Castillo, fray Manuel Nazar,fray Antn Campana, fray Pedro Quintana y frayAntonio Zagala, se presentaron a la Junta acusandoal provincial ausente de que los quera desterrar por

    el solo delito de ser patriotas. La presentacin fu

    (18) CARRANZA, Archio, V. pp. 229 y ss.(19) Ibidem. p. 246.(20) Archivo General de la Nacin, Culto, legajo 1811, nota

    del 2 de julio.

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  • hecha el 1 6 de agosto de 1811, y ese mismo da laJunta orden que se suspendiese toda disposicin dadapor el provincial en el sentido de deportar a los padresaludidos, debiendo de inmediato informar el definito-rio a este respecto. El da 1 7 los miembros de ese cuerpomonstico hicieron saber al gobierno que no podanevacuar el informe sino en carcter de conjueces, puessu presidente no se hallaba en la ciudad. Aceptadoello por la Junta, el da 21 se expidieron dando larazn a los firmantes de la protesta y acusando al pro-vincial, fray Cayetano, de ser poco afecto a los hijosdel pas Y cuando todo pareca estar apaciguado,prodjose la crisis a que antes alud, en forma de uncolosal escndalo nocturno. En l hubo tiros, palos,tentativas de incendio y un herido grave: el hermanoportero fray Antonio Palavecino, a quien los revolto-sos molieron a palos. Tal result el escndalo, que tuvoque intervenir la comandancia de armas para restable-cer el orden Y ste fu el eplogo de uno de lostantos desacuerdos entre los conventuales, a raz

    del pronunciamiento de Mayo, y que los culpables qui-sieron siempre escudar en el patriotismo. La interven-cin que, dados los hechos, tuvo que tomar el gobiernoen la vida ntima de los conventos, lo llev, podradecirse que subconscientemente primero y en plenaconciencia ms tarde, a tener ingerencia en los captulospara que fueran elegidos provinciales patriotas, y hasta

    a reformar la vida monstica. Luego hemos de vercmo se prepar y se fu precisando lo que haba de

    (21) Archivo General de la Nacin, legajo 1811.(22) Proceden estos datos de la presentacin que el 7 de octubre de

    1811 hizo al gobierno el guardin serfico, fray Mariano Chambo. Ibidetrt,leg. 1811.

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  • concretarse en la reforma de 1822. El por qu de laintervencin del gobierno en los captulos de las rde-nes monsticas, lo establece la nota oficial del 7 denoviembre de 1816, pasada al provisor del obispado,doctor Zavaleta, y en la que el Supremo Director ledice que ello responde a que los prelados regularesinfluyen en las opiniones de los pueblos, as por sucarcter como porque en muchos momentos de graveinters para la patria son convocados entre las corpora-ciones del estado a intervenir en los negocios pbli-cos ^^^^ Este concepto se tuvo desde el primer da dela revolucin, no slo para lo que haca a los provin-ciales, sino para todo lo que, en el fuero religioso,representase autoridad. Y esto alcanz hasta las mon-jas. Para atestiguarlo est el caso de la abadesa de lascapuchinas de Buenos Aires, que en noviembre de 1810fu depuesta por orden de la Junta, a causa de estarsindicada de mantener correspondencia con los ene-migos

    La forma en que comenz el nuevo gobierno aejercitar las regalas, autoriz a muchos clrigos a haceraqu lo que antes gestionaban en Espaa, no siemprecon xito.Y los pedidos de prebendas siguieron a la

    (23) Archivo General de la Nacin, Obispado, legajo 1816.(24) Carranza, Archivo, tomo V, pp. 120, 129 y 133. La inge-

    rencia legalista a que aludo, produjo en muchos casos la total relajacinde la disciplina claustral. Entre otros hechos que as parecen evidenciarlo,est el de fray Francisco Carballo, quien anulado el captulo que lo eligiprovincial, se exclaustr mota ptoprio y vivi sin prestar obediencia alos superiores monacales. A su muerte, ocurrida en diciembre de 1821, elprovincial de su Orden, fray Hiplito Soler, orden que en ninguno de losconventos franciscanos se celebrasen oficios en su sufragio, pues conceptua-

    ba que haba desertado de la Orden. El gobierno, sin embargo, despus deor al provisor del obispado, mand revocar la disposicin del provincial.(Archivo General de la Nacin, Culto, leg. 1820).

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  • declaracin de fidelidad a la Junta. El doctor Carran-za en su coleccin de documentos de 1810, ha publi-cado algunas piezas que as lo evidencian, y en loslegajos de Culto del Archivo General de la Nacin,se conservan otras que hacen lo propio. Tal result,a la postre, una de las consecuencias del espritu conel que muchos clrigos se plegaron a la revolucin.

    Contra lo que parece desprenderse de la literaturahistrica dedicada a la accin del clero en la indepen-dencia, hay que establecer que ni fueron revoluciona-rios todos los sacerdotes que al concretarse el pronun-ciamiento haba en el Ro de la Plata, ni su accinde propaganda patritica respondi en toda hora apropios entusiasmos. Una y otra cosa van a conocerseen seguida, segn lo que revelan los archivos.

    He dicho, en primer trmino, que el movimientode mayo no tuvo la virtud de aunar en su favor atodo el clero, y debo aadir que ello respondi no sloa modos personales de interpretar los hechos, sino,tambin, a cuestiones de conciencia. El arzobispo deLa Plata, don Benito Mara de Mox y Francol, habaexpedido, el 22 de febrero de 1810, una pastoral acer-ca del obedecimiento y fidelidad que se debe a la auto-ridad legtima, y ese documento, reimpreso en BuenosAires en la imprenta de los Nios Expsitos, y circu-lado a mediados de ese ao, provoc interpretacionesencontradas Para unos, la autoridad legtima aque la pastoral aluda era la del virrey, cuya designa-

    cin haba emanado del legtimo soberano, y para otros

    (25) Este impreso, no citado por Zinny ni Gutirrez, se halla en elMuseo Mitre, bajo la designacin: 20 - 5 - 102. Primitivamente pertenecial seor Alejandro Rosa.

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  • lo era la Junta, por las razones que ya el lector conoce.Y as como hubo quien hall en esto nuevos argu-mentos en favor de la revolucin, hubo, tambin, quienlos encontr para contradecirla. La Junta se di cuen-ta, muy en seguida, de que le era indispensable tener alclero de su parte, dada la influencia que l ejerca sobrela poblacin, y para lograrlo tom sus medidas. Enlos legajos caratulados Secretaras de Gobierno, delArchivo General de la Nacin, abundan los documen-tos que no slo revelan la existencia de esas medidas,sino que notician, tambin, de que la resistencia de unaparte del clero hacia el nuevo rgimen era seria. Elpadre Justo Arboleya, franciscano, es un espcimenen este particular. Segn informes de fray Jos Casi-miro barrla, "desde los principios de nuestra revolu-cin poltica haca pblico alarde de ser contrario, noslo al sistema de la Patria, sino al actual gobierno dela Provincia...". Y el mismo informante agregaba queel aludido padre, en un sermn predicado en Monte-video, haba dicho:

    "Me avergenzo de ser porteo, y si supiera por qu vename corra esta maldita sangre, desde luego me la picara, parano llevar en m sta ponzoa" (^^)

    .

    Las medidas contra los clrigos que no aceptabanel nuevo estado de cosas, usadas desde el primer dadel gobierno propio, recrudecieron hacia fines de 1815y durante todo el ao 1816, especialmente. En esaltima fecha, el gobierno solicit del provisor delobispado la suspensin de los eclesisticos americanos

    (26) Informe del 6 de agosto de 1814. ARCHIVO GENERAL DE LANacin, Obispado, Cabildo eclesistico y Conventos. 1816. En noviembrede 1816 fray Pedro Nolasco Iturri inform que el padre Arboleya estaba"curado de su antipatriotismo". Ibidem.

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  • enemigos de la libertad o indiferentes y en cumpli-miento de este pedido, la curia de Buenos Aires, des-pus de consultar la medida con veinte consejeros, pro-cedi a retirar las licencias para confesar a 1 7 sacerdotes

    y amonest a 5, por parecerle sospechosos e indiferen-tes al sagrado sistema de nuestra libertad civil... '-^^KLos 17 suspendidos eran los siguientes:

    Doctor Juan Len Ferragut, doctor Domingo Vio-la, doctor Bernardo de la Colina, Eugenio Conde,Mariano Gainza, Pantalecn Rivarola, Mariano Some-llera, Manuel Pereda, Manuel Lpez, Manuel Anto-nio Fuentes, Jos Reyna, Ignacio Acosta, JulinGainza, Feliciano Martnez, Mateo Blanco, FelicianoRodrguez y Jos Saturnino Urizar

    A esta suspensin de clrigos seculares siguieronotras de regulares, en tal proporcin que, en el mes demarzo de 1816, slo en el convento de la Recoletahaba 12 sacerdotes privados del ministerio de la con-fesin. El guardin de esa casa religiosa, dada la faltade confesores, solicit del gobierno el levantamientode la pena para algunos, pero a su pedido se le respon-di que era imposible acceder, en razn de que la medi-da se haba tomado bajo el temor de que los referidossacerdotes, abusando del confesionario, extraviasen lasconciencias ^^K Dos aos ms tarde de estos sucesos,en 9 de marzo de 1818, el entonces provisor Fonseca

    (27) Nota del 9 de enero de 1816. Ibidem, 1816.(28) Nota del provisor Achega, fechada el 19. de enero de 1816,

    Jbidem. 1817.(29) El provisor, en nota del 25 de enero de 1816, pidi al gobier-

    no la nmina de los sacerdotes que hubieran hecho donativos, para levantarla suspensin a aquellos sospechosos que tal cosa hicieren.

    (30) Nota y providencia del 17 de marzo de 1816. ARCHIVO GENE-RAL DE LA Nacin, Obispado, etc., 1816.

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  • solicit se levantara la suspensin que pesaba sobre 1

    6

    clrigos, y a ello contest el gobierno, el 11 de abril,que no tena inconveniente en que tal cosa se hiciera,con la condicin de que los aludidos sacerdotes protes-taran ante la autoridad eclesistica de su adhesin ala causa de la libertad, y de que dicha protesta se publi-cara, previamente, en la Gaceta, avisndosele de quie-nes se resistiesen a ello Posteriormente, y con elpropsito de evitar ocasiones de nuevos temores, el Di-rector Supremo, por decreto del 18 de mayo de 1818,resolvi que todos los eclesisticos, regulares y secu-lares, espaoles, europeos que no hubiesen obtenidocarta de ciudadana, abandonasen el territorio del pasy se trasladaran a Europa dentro del trmino de dosmeses. A este decreto prest inmediato acatamiento elprovisor del obispado, que slo se redujo a preguntarsi el decreto alcanzaba tambin a los enfermos o muyancianos, recibiendo, en oficio del 3 de junio, la con-testacin de que la orden era general sin excepcinalguna. En consecuencia de ella, se intim la salida delpas a 17 clrigos y 32 religiosos. Las nicas excep-ciones las constituyeron 5 seculares y 3 regulares, aquienes el gobierno acord la gracia en vista de su esta-do de salud u otras razones Y esto puso fin a lasmedidas contra los clrigos contrarios a la revolucin.Debe advertirse, sin embargo de lo dicho hasta aqu,que en muchos casos, especialmente despus del ao 13,se mezcl en las medidas contra los clrigos aludidosun factor extrao: la poltica. Y a muchos se persi-

    (31) Archivo General de la Nacin, Gobierno, Cabildo Ecle-sistico, etc. Legajo 1818.

    (32) La documentacin que hace al particular se halla en el ARCHIVOGeneral de la Nacin, Legajo: Gobierno, Cabildo eclesistico, etc. 1818.

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  • gui, de ello abundan pruebas, no precisamente porantipatriotas, sino, ms bien, por ser contrarios a laspersonas de los gobernantes o a la direccin de susgobiernos.

    Con bastante caudal de informacin documentalimpresa, ha sido expuesta ya la obra del clero patriotay su influencia en la independencia del pas peroa pesar de ello corresponde dedicar aqu algunas lneas,pues que representa el contrapeso de lo que se acabade decir.

    Fuera de toda duda, el cabildo eclesistico de Bue-nos Aires comienzo as por la cabeza estuvo atoda hora del lado del nuevo rgimen y se caracterizpor la vehemencia del apoyo que prest a la obra revo-lucionaria Al cabildo acompa un ncleo desacerdotes que, desde el primer da de la emancipacin,se declar por ella. La Gaceta abunda en testimonios,no slo de la adhesin de los clrigos aludidos, sino,tambin, de su cooperacin pecuniaria al sostenimien-to de los ejrcitos libertadores. Hojese el peridico encuestin, en lo que va de 1810 a 1821, y se constatarcmo entendan ellos el sostn que deban a la revo-lucin. Hubo casos, como el del padre Zambrana,dominico, que no teniendo otra cosa que dar a la patria,

    (33) Monseor Agustn PiaGGIO, Influencia del clero en la tn'dependencia argentina.

    (34) En octubre de 1820, el cabildo eclesistico de Buenos Airesrecibi una nota de la legacin espaola en Ro, solicitando su apoyo a

    fin de que el pas gozara las ventajas del sistema constitucional que regaa la monarqua. La nota estaba fechada el 1 8 de julio. No bien lleg eldocumento a su poder, el Cabildo lo remiti al gobierno, con la ms cate-grica declaracin de adhesin a la independencia del pas. El original deldocumento se halla en el ARCHIVO GENERAL DE LA NACIN, Culto, le-gajo 1820.

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  • don un negrito esclavo '^^^ ; como el del doctor Maria-no Medrano, que puso a disposicin del gobierno todassus rentas del curato de La Piedad como el delpresbtero Romero y Reyes, que ofreci su personay como l tantos otros que dieron ddivas, segn elpoder de sus recursos. Por lo dems, el clero que acep-t el nuevo estado de cosas, contribuy en toda formaa su sostenimiento y solidificacin, desde la instalacin

    de la primera Junta hasta tiempos posteriores al Con-greso de Tucumn, en el que culmin, ello es sabi-do el gesto de un sacerdote: el padre fray JustoSanta Mara de Oro Y si en el cabildo abierto del22 de mayo estuvo numerosamente representado el cle-

    (35) Gaceta, juILo 5 de 1810.(36) Carranza, Archivo, tomo II, p. 151.(37) Ibidem. p. 278.(38) Me refiero, segn se sospechar, a un episodio bastante popu-

    larizado por la crnica, vale decir, a la actitud que dicho religioso asumiera

    en la sesin del 15 de julio de 1816, cuando al formular el diputadoMalavia la mocin de que, con toda preferencia se entrase a tratar lorelativo al rgimen de gobierno que tendra el pas, tom la palabra elpadre Oro para decir que antes de resolverse a ello era necesario consultarla voluntad de los pueblos, y que en caso de procederse sin ese requisito,

    a adoptar el sistema monrquico constitucional, al que le pareca ver incli-nados a algunos diputados, se le pertimiera retirarse del Congreso.

    Debo dejar constancia, en beneficio de la verdad histrica y aunquede ello puedan deducirse amenguamientos en la gloria de alguien, que elpadre Oro no parece haber obedecido a "ideales democrticos", como seha sostenido siempre, sino, ms bien, a los dictados de una escrupulosidadde conciencia para con sus mandantes populares. Porque, en realidad, lslo hizo cuestin de procedimiento. No se opuso a que se adoptase formadeterminada de gobierno, sino a que ello se llevase a cabo sin un previoplebiscito. Y la prueba parece hallarse en lo que declarara el 20 de julio,cuando el Congreso le intim que concurriera a las sesiones: pidi la cons-tancia escrita de que era obligado a ello, a fin de exhibirla, como justifica-tivo, a los que le confiaran el cargo de representarlos. Vanse los extractosde las sesiones del Congreso de Tucumn, en FRAS, Trabajos legislativosde las primeras asambleas, tomo I, pp. 160 y 161.

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  • ro, su presencia fu efectiva en las asambleas que losiguieron, desde 1812 hasta el Congreso de Tucu-mn As fu cmo colabor en la tarea de formaral pas.

    Dije, pginas atrs, que la propaganda patriticaefectuada por el clero desde el plpito no respondisiempre a propios entusiasmos, y voy a exponer, ahora,lo que a ello respecta y se desprende de la documenta-cin que conozco.

    No bien producida la revolucin, y luego de apa-recer la Gaceta, la Junta pas al obispo un oficioindicndole que impartiera las rdenes necesarias paraque los das festivos, despus de misa, los curas convo-caran a los feligreses y les dieran lectura del aludidoperidico, rgano oficial del gobierno. La razn deesta medida la expona la misma Junta en su oficio,en el que le deca al obispo:

    "V.S.I. sabe muy bien ser de rigurosa justicia que todociudadano, despus de instruido de los dogmas de la religinque profesa, debe tambin estarlo del origen y forma del gobier-no que se ha constituido y a quien ha de prestar obediencia;

    y como los slidos fundamentos en que se apoya la instalacinde esta Junta, tal vez son desconocidos en muchas partes dela campaa de esta jurisdiccin, por la falta de educacin desus moradores y la miseria en que viven, espero que V.SJ.,propendiendo con su pastoral ministerio, se sirva expedir circu-lares a los curas de la dicesis, para que en los das festivos,

    despus de misa, convoquen la feligresa y les lean la Gacetade Buenos Aires" .

    Esta medida no fu la nica tomada por el gobier-

    (39) Este particular puede verse en el libro de monseor Piaggio, yacitado.

    (40) Carranza, Archivq, tomo V, p. 118.

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  • no en el sentido indicado, pues las rdenes respecto alparticular resultaron frecuentsimas Entre otrasmuchas, estn las tomadas en mayo de 1812 para queen todos los sermones se tocase y aclarase un puntodel nuevo sistema implantado por la revolucin, ycuya forma, a pedido del gobierno, proyect el provi-sor Zavaleta Es de advertir que en esa misma poca,y por decreto del Zl de mayo 1812, en la colecta dela misa se rogaba "pro pia et sancta nostrae libertatiscausa" obligndose as a todos los sacerdotes aaceptar el estado de cosas que fuera la ms inmediataconsecuencia de la emancipacin. Por lo que he podidoconstatar, llego a la conclusin de que, con ms omenos regularidad, las rdenes aludidas se cumplieron,no obstante lo cual cada vez que se not frialdad enello, el gobierno llam la atencin del provisor. Enenero de 1815, sobre todo, las medidas se reiterarony se insisti en que el clero deba explicar desde elplpito el sistema de nuestra libertad. Y estas indica-ciones fueron repetidas, todava, un ao ms tarde,con el agregado de que era indispensable exhortar alpueblo a la defensa de su independencia contra los

    (41) Deduzco esto de la documentacin que se conserva en el ArchivoGeneral de la Nacin, secciones: Secretaras de Gobierno, Obispado, Cuito.

    etc., aos 1810 a 1820.(42) Archivo General de la Nacin, Obispado. 1816, car-

    peta: Cabildo eclesistico. Mayo.(43) Ibidem. [No olvidemos que, al menos, en las dicesis de Salta

    y Crdoba no lleg a introducirse este aditamento a la Colecta de la Misa.Por lo que a Salta se refiere, vase Pbro. GABRIEL FONCILLAS ANDREU,Un importante documento indito de Mons. Videla del Pino, en Archiuum,I-l (1943) 195-225. Respecto de Crdoba, vase el informe dado enRoma por Fray Pedro Luis Pacheco, en PEDRO LetURIA, S. J., La accindiplomtica de Bolvar ante Po Vil, pp. 290-291. Madrid, 1925.N. del E.].

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  • enemigos de la patria Como se echar de ver, cono-ciendo estos antecedentes, la explicacin de ciertas par-ticularidades de la historia nacional resulta muchomenos dificultosa.

    Y entro a un asunto capital. Con la proclamacinde la independencia llevada a cabo en 1816, la vincu-lacin de la Iglesia argentina con la espaola queddefinitivamente rota. Ya en 1813 la soberana asam-blea, por ley del 1 6 de junio, haba declarado desatadosesos vnculos, pero todo se concret, por entonces, alorden legal y a lo que haca al patronato. En el ordeninterno las cosas siguieron sin modificacin, hasta queel provisor Achega, el 10 de octubre de 1816, modificla liturgia de acuerdo con el nuevo estado del pas.Por esa modificacin se agreg, despus de la conme-moracin de San Pedro y San Pablo, en los sufragios,a Santa Rosa de Lima, proclamada patrona de la inde-pendencia por el Congreso, y se dispuso que la partecorrespondiente de la colecta se rezase as: "et fmulostuos Papam nostrum Pium, Impert nostri potestates.Populo sibi commiso, et exercitu suo ah omni advevsi-tate custodi, pacem et salutem nostris concede tempori-bus et ab ecclesia tua" , etc. Adems de esta novedad, elprovisor orden, que siempre que se rezasen las letanasse dijese: "Ut imperii nostri independentiam, perficeredigneris; te rogamus, audi nos" Al tomar estas dis-posiciones, Achega declar que, en su oportunidad, so-licitara de Roma la aprobacin necesaria. Por su parteel gobierno, al aprobarlas, dej constancia de que se

    (44) Archivo General de la Nacin, Culto, legajos 1815 y1816, notas del 18 de enero de 1815 y del 9 de enero de 1816.

    (45) Ibidem, Obispado, legajo 1816.

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  • haca necesario providenciar para que de los libros derezo desaparecieran todas las oraciones en favor de losmonarcas ^^'^K Posteriormente, el 9 de agosto de 1817,el provisor proyect el cambio del rezo, substituyendoal acordado por privilegio especial a las colonias espa-olas, con el de rito universal La iglesia as, inde-pendizse, conjuntamente con el poder civil, del troncoespaol. En el captulo inmediato han de precisarseotros detalles que a esto respectan, en el orden de loque fueron preparativos de la reforma, y en el captuloVII lo que esto afect a las relaciones con la Santa Sede.

    Resumiendo ahora todo lo expuesto hasta aqu,puede formularse la conclusin de que el clero estuvodividido en dos bandos opuestos durante la revolucin,y que sta produjo serios trastornos a la Iglesia con elrelajamiento de la disciplina monstica, la rotura delas relaciones con Roma y todos los otros hechosvinculados a estos que acaban de quedar expuestos.Respecto a la propaganda patritica en los plpitos,el lector est ya capacitado para filiar su origen.

    En fuerza de la lgica, y no obstante lo dicho,todava queda por determinar lo que naturalmente fuel corolario de ese estado de cosas. Quiero referirme ala debilitacin del espritu religioso y a la introduccinfurtiva de la heterodoxia. En un manifiesto a la Juntade Observacin, datado el 26 de septiembre de 1816,el gobernador del obispado, doctor Domingo VictorioAchega, hizo la sntesis de las consecuencias que en elorden espiritual haba tenido la revolucin y, despusde establecer que ella se estaba caracterizando por un

    (46) Oficio del 14 de octubre de 1816. Ibidem.Archivo General de la Nacin, Culto, 1817.

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  • marcado desprecio de las cosas sagradas, dijo a losrepresentantes del poder:

    "Os gloriis de sugir (?) a el pezn de nuestra dulce Ma-dre, la Iglesia Catlica, siendo sus solapados tiranos. Dignaosponer en lugar debido la valenta de mi expresin: zeus domusmeae comedit me. Nadie os ofende menos, como el que llorandoa vuestros pies se olvida de s mismo para clamaros por vues-tros hijos y por vosotros mismos".

    Y luego agreg:"Conducida en los principios nuestra revolucin por genios,

    no s si demasiado brillantes o superficiales para montarla sobrebases slidas, empeados neciamente en formar un remedo deEuropa, de que slo tenan una copia sacada de vertientes tur-bias, chocando con nuestras costumbres y convencimientos, nosexpusimos al borde del precipicio, de donde an forcejamos porsalvar".

    Y termin sintetizando la obra realizada, con estaspalabras:

    "Entre dolores y nuseas de muerte visteis revolcarse avuestra patria por el desenfreno: por el centro de la irreliginfu bautizado nuestro pueblo; como que de l partan las lneasdel oprobio..." (^^)

    .

    Paulatinamente hemos de ir viendo si las manifes-taciones del doctor Achega eran o no la expresin dela verdad. Por de pronto, debe apuntarse que en unade las sesiones del Congreso de Tucumn, la del10 de octubre de 1816 el diputado Castro Barroshizo mocin, que fu apoyada, para que el poder pbl-

    (48) Este manifiesto fu publicado en un folleto de 15 pginas porla imprenta de la Independencia (Buenos Aires, 1816). El Museo Mitreposee