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LEY ORGÁNICA DEL TRIBUNAL DEL JURADO...de 21 de septiembre de 1923 Y, la primera causa criminal que fue conocida única-mente por Magistrados (pues acababa de ser suspendida la ley

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COLEXREADER

Jacobo Barja de Quiroga

Miguel Ángel Encinar del Pozo

Jordi Gimeno Beviá

Nicolás González-Cuéllar Serrano

María de los Ángeles Villegas García

Comentarios, concordancias y jurisprudencia

LEY ORGÁNICADEL TRIBUNAL DEL JURADO

CÓDIGOS COMENTADOS

LEY ORGÁNICA DEL TRIBUNAL DEL JURADO

EDICIÓN ESPECIAL • 25.º ANIVERSARIO

Jacobo Barja de QuirogaMagistrado del Tribunal Supremo

Ex Vocal del Consejo General del Poder JudicialDoctor en Derecho

Miguel Ángel Encinar del PozoMagistrado Coordinador del Gabinete Técnico del Tribunal Supremo

Doctor en Derecho

Jordi Gimeno BeviáProfesor Doctor de Derecho Procesal de la Universidad de Castilla la Mancha

Nicolás González-Cuéllar SerranoCatedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Castilla la Mancha

María de los Ángeles Villegas GarcíaMagistrada Coordinadora del Gabinete Técnico del Tribunal Supremo

Doctora en Derecho

COLEX 2020

COMENTARIOS, CONCORDANCIAS Y JURISPRUDENCIA

El trabajo doctrinal y jurisprudencial ha sido realizado por:

Ley Orgánica del Tribunal del Jurado Artículos

Jacobo Barja de QuirogaMaría de los Ángeles Villegas GarcíaMiguel Ángel Encinar del Pozo

1 a 35 y 52 a 70

Nicolás González-Cuéllar SerranoJordi Gimeno Beviá 36 a 51

Copyright © 2020

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sigs. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) garantiza el respeto de los citados derechos.

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I.S.B.N.: 978-84-1359-001-1Dep. Legal: C 402-2020

Imprime: Fragma Reprografía

SUMARIO

LEY ORGÁNICA 5/1995, DE 22 DE MAYO, DEL TRIBUNAL DEL JURADO

INTRODUCCIÓN A LA LEY TRIBUNAL DEL JURADO � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 9

EXPOSICION DE MOTIVOS � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 15CAPITULO I� Disposiciones generales � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 28CAPITULO II� Los jurados � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 45

Sección 1�ª Disposiciones generales � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 45Sección 2�ª Requisitos, incapacidades, incompatibilidades, prohibiciones y excusas � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 45Sección 3�ª Designación de los jurados � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 47

CAPITULO III� Del procedimiento para las causas ante el Tribunal del Jurado � � � � � � � 51Sección 1�ª Incoación e instrucción complementaria � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 51Sección 2�ª Audiencia preliminar � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 54Sección 3�ª Cuestiones previas al juicio ante el Tribunal del Jurado � � � � � � � � � � � � � 59Sección 4�ª Constitución del Tribunal del Jurado � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 63Sección 5�ª El juicio oral � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 66

CAPITULO IV� Del veredicto � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 79Sección 1�ª Determinación del objeto del veredicto � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 79Sección 2�ª Deliberación y veredicto � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 84

CAPITULO V� De la sentencia � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 91

DISPOSICIONES ADICIONALES � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 93

DISPOSICIONES TRANSITORIAS� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 93

DISPOSICIONES FINALES � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 94

LEY ORGÁNICA 5/1995, DE 22 DE MAYO, DEL TRIBUNAL DEL JURADO

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INTRODUCCIÓN A LA LEY DEL TRIBUNAL DEL JURADO

Jacobo Barja de QuirogaMagistrado del Tribunal Supremo

INo hay duda de que en la historia del Tribunal del Jurado cabe bucear hasta épocas

muy antiguas en las que aparece1� Si bien ahora no quiero remontarme y exponer sus vicisitudes históricas sino referirme concretamente a un aspecto de su nacimiento en Inglaterra� Escriche / Caravantes nos dice que el Jurado se estableció «al principio solamente para los señores, los cuales teniendo á menos comparecer como reos ante los tribunales y jueces á quienes el Rey había delegado la administración de la justicia, obtuvieron el privilegio de no ser juzgados sino por sus iguales, por sus pares, es decir, por otros señores de su rango (…); y por fin, los individuos del estado general, para sus-traerse á la jurisdicción de los jueces de señorío, quisieron también lograr ser juzgados por sus iguales»� Añade, inmediatamente, que «lo que se ha preconizado como obra de la libertad y de la sabiduría no fue, por una parte, más que obra de la vanidad y del orgullo, y por otra un golpe de política con que Enrique III trató de disminuir el poder de los barones»2� En el mismo sentido, Lastres3 señala que el origen se debe a los anglo-sajones «y no como institución liberal, sino como defensa de la aristocracia contra el Rey, (…) pero sólo en favor de la nobleza»� Precisamente «para abatirla y reducir sus fueros, ocurre á un Monarca que el sistema se haga extensivo al país en general, y á partir de Enrique III quedó consagrada la institución como una de las características del pueblo inglés»�

Tampoco voy a entrar en su regulación en otros países4�

Como es sabido el jurado es una institución que fue examinada por los constituyen-tes de 1812 y no encontrándose del todo convencidos la dejaron para un momento posterior� En efecto, el art� 307 de la Constitución de 1812 dispuso: «si con el tiempo creyeren las Cortes que conviene haya distinción entre los jueces del hecho y del dere-

1 Véase, al respecto, la magnífica exposición de Escriche, Diccionario razonado de Legislación y Juris-prudencia (Joaquín Escriche / León Galindo y de Vera / José Vicente y Caravantes), III, 1875, pág�677 y ss�; y, en relación con España, págs� 710 y ss�2 Escriche, Diccionario …, cit�, pág� 682�3 Lastres, Procedimientos civiles, criminales, canónicos y contencioso-administrativo, II, 10ª ed�, 1896, pág� 254�4 Al respecto, Esparza Leibar, «El jurado inglés»; S� C� Thaman, «El jurado norteamericano»; Planchadell Gargallo, «El escabinato francés»; Planchadell Gargallo, «El escabinato alemán»; Planchadell Gargallo, «El escabinato italiano»; Planchadell Gargallo, «El escabinato portugués»; Planchadell Gargallo, «El sis-tema mixto austriaco»; S�C� Thaman, «El jurado ruso»; todos ellos en VV�AA� Comentarios a la Ley del Jurado (Coord� Montero Aroca / Gómez Colomer), 1999, págs� 61 y ss�

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INTRODUCCIÓN A LA LEY TRIBUNAL DEL JURADO

cho, la establecerán en la forma que juzguen conducente»� Ocho años después proba-ron el sistema del Tribunal del Jurado en relación con la Ley de Imprenta (Ley de 22 de octubre de 1820 y la adicional de 12 de febrero de 1822) y se procedió al estudio de si convenía introducir el juicio por jurado para el resto de los delitos�

La Constitución de 1837 se refiere al Poder Judicial en los arts. 63 y ss. donde no se menciona al jurado. Ahora bien, en su art. 2, párrafo 2º, se establece que «la califica-ción de los delitos de imprenta corresponde exclusivamente a los jurados»� Es decir, no se generaliza el juicio por jurados para los demás delitos, sino que se sigue mante-niendo únicamente para los denominados delitos de imprenta�

De forma algo comedida la Constitución de 1869, en su art� 93, ordena que «se establecerá el juicio por jurados para todos los delitos políticos, y para los comunes que determine la ley» (párrafo 1º)� «La ley determinará también las condiciones nece-sarias para desempeñar el cargo de Jurado» (párrafo 2º)�

Siguiendo lo establecido en esta Constitución, se dictó un Decreto de 11 de julio de 1872 nombrando una Comisión especial para la formación de un Proyecto de Ley de Enjuiciamiento Criminal y organización del Jurado� Y, en la ley de Enjuiciamiento Crimi-nal de 22 de diciembre de 1872 (siendo Ministro de Gracia y Justicia el Sr� D� Eugenio Monteros Ríos) se introdujo el procedimiento del juicio por jurado� Ahora bien, poco tiempo después y vista la experiencia (el Ministerio de Justicia instruyó al efecto un expediente en 1874), por Decreto de 3 de enero de 1875 (siendo Ministro de Gracia y Justicia el Sr� D� Francisco de Cárdenas) se suspendió la parte de la LECrim� de 1872 que se refería al Jurado�

Posteriormente, se dictó la ley de 20 de abril de 1888 (publicada en la Gazeta de Madrid el miércoles 25 de abril de 1888) que entró en vigor el 1 de enero de 1889 (mediante Real Decreto de 20 de abril de 1888, publicado en la misma Gazeta, a conti-nuación de la Ley del Jurado) que volvió a introducir el Jurado� El Ministro de Justicia era el Sr� Alonso Martínez y la Reina Regente, María Cristina�

Esta ley será suspendida durante la dictadura de Primo de Rivera mediante Decreto de 21 de septiembre de 1923� Y, la primera causa criminal que fue conocida única-mente por Magistrados (pues acababa de ser suspendida la ley del jurado) fue la del asesinato del Sr� D� Eduardo Dato, Presidente del Consejo de Ministros; la vista se celebró en Madrid en octubre de 19235�

En la Constitución de 1931, en su art� 103, se establece que «el pueblo participará en la Administración de Justicia mediante la institución del Jurado, cuya organización y funcionamiento serán objeto de una ley especial»�

De ahí que se dictara el Decreto de 27 de abril de 1931 (siendo Presidente de la República el Sr� D� Niceto Alcalá-Zamora y el Ministro de Justicia el Sr� D� Fernando de los Ríos Urruti), por el que se reestableció (art� 1) la institución del Jurado, conforme a su Ley Orgánica de 20 de abril de 1888 con las modificaciones que en dicho Decreto se establecieron. Pocas fechas después se dictan otros Decretos modificando la redac-ción de varios artículos� Incluso se autoriza al Gobierno a presentar un texto refundido (Decreto de 1 de octubre de 1934), siendo Presidente de la República el Sr� D� Niceto Alcalá-Zamora y Presidente del Consejo de Ministros el Sr� D� Ricardo Samper Ibáñez�

Al poco tiempo de iniciarse la Guerra Civil, mediante Decreto de 8 de septiembre de 1936 (firmado en Burgos por el Sr. D. Miguel Cabanellas) se suspendió la aplicación de la Ley del Jurado�

El siguiente paso será la actual Constitución de 1978, la cual en su art� 125 establece que «los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participar en la Administración

5 Sobre el asesinato de Eduardo Dato, véase Villegas García, «El asesinato de Eduardo Dato e Iradier», en AA�VV�, Los procesos célebres seguidos ante el Tribunal Supremo, II, 2ª ed�, 2014, págs� 107 y ss�

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INTRODUCCIÓN A LA LEY TRIBUNAL DEL JURADO

de Justicia mediante la institución del Jurado, en la forma y con respecto a aquellos procesos penales que la ley determine, así como en los Tribunales consuetudinarios y tradicionales»�

Esto dio lugar a que, aproximadamente diecisiete años después, se dictara la Ley Orgánica 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal del Jurado, cuyo vigesimoquinto aniver-sario se cumple este año�

IILas opiniones a favor y en contra del Tribunal del Jurado son muy abundantes�

Ahora expondremos únicamente la de algunos autores que escriben estando vigente alguna de las leyes del jurado que hemos tenido a lo largo de su historia�

Escriche / Galindo / Caravantes tienen una idea bastante severa sobre el Tribunal del Jurado. Se refieren al instaurado para los delitos de imprenta. Nos dicen: «nunca, nunca quisiéramos, por el interés de la nación española, que se llegase á ver estable-cido el jury para todas las materias criminales»; añade que en tiempos de tormenta «sería, como lo ha sido en las revueltas de todos los países, un tribunal de sangre y venganzas, un tribunal de persecución frenética y de terror y consternación para los hombres de bien de todas las opiniones»; y, en tiempos de bonanza, «no es ni ha sido ni será ni puede ser otra cosa que un tribunal absurdo y peligroso, un tribunal basado en principios falsos, un tribunal arbitrario é irresponsable, sin regla que le guie ni freno que lo contenga, un tribunal de lotería, donde se juega al primer extracto la formula, la libertad, la vida, y la reputación y la honra de los ciudadanos»6.

Acudiendo a Fábregas7, que escribe estando vigente la ley de 1888, diremos que «el Jurado es a la vez una institución política y judicial� Como judicial tiene pocos parti-darios, reconociendo la mayoría sus defectos e inconvenientes; pero como institución política tiene muchos partidarios, porque ven en ella un medio por el que el pueblo par-ticipa de la función de juzgar, y, como observa Azcárate, así como el pueblo participa del poder legislativo por medio de los mandatarios que envía a las Cortes, y participa en cierto modo del ejecutivo, porque todos pueden obtener los cargos públicos, debe participar también, según las doctrinas democráticas, de la función judicial, lo cual se logra, por una parte, sometiendo los fallos de los Tribunales al crisol de la opinión por medio de la publicidad, y, sobre todo, tomando parte activa en la administración de justicia por medio del Jurado� Este representa, pues, la aplicación del self government, o gobierno del pueblo por el pueblo, o la administración de justicia, es decir, es la intervención del pueblo en esta administración, y por esto todas las escuelas liberales lo aceptan con entusiasmo, y por esto se ha implantado entre nosotros y subsiste, a pesar de reconocer todos, sus inconvenientes»� Sin perjuicio de que seguidamente examine las razones a favor de la institución desde el punto de vista judicial y considere más acertadas las críticas que se hacen a dicho sistema8�

Ahora bien, dejemos aparte las encendidas críticas contra el Tribunal del Jurado, pues como dijimos, también existen importantes partidarios con defensas muy brillan-tes de este sistema de enjuiciamiento�

Señala la Exposición de Motivos de esta ley que «cada período de libertad ha signi-ficado la consagración del jurado; así en la Constitución de Cádiz de 1812, y en las de 1837, 1869 y 1931, y por el contrario cada época de retroceso de las libertades públi-cas ha eliminado o restringido considerablemente ese instrumento de participación ciudadana, en paralelo y como complemento a las restricciones del conjunto de sus derechos y de los instrumentos de participación en los asuntos públicos»�

6 Escriche / Caravantes, Diccionario …, cit�, pág� 713; las críticas continúan en la página siguiente�7 Magín Fábregas y Cortés, Lecciones de procedimientos judiciales, 2ª ed�, 1921, págs� 42 y ss�8 Fábregas, Lecciones …, cit�, págs� 46 y ss�

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INTRODUCCIÓN A LA LEY TRIBUNAL DEL JURADO

Por ello es conveniente detenernos, siquiera someramente, en reflexionar por qué las épocas de libertad establecen o restauran el Tribunal del Jurado y por qué en otras épocas se suprime�

Desde mi punto de vista y con perspectiva histórica, tal vez se deba a que, en el sistema del jurado, las personas son juzgadas por sus iguales� La sociedad española durante muchos años –incluso pasada la Edad Media– ha sido una sociedad estamen-tal, claramente estamental, y, al tiempo, los delitos establecidos en los Códigos eran visiblemente dirigidos a ciertos estamentos (por regla general)� Y, precisamente la judi-catura no formaba parte de esa categoría�

Lo mismo puede decirse en la época de la Dictadura de Franco, pues la depuración después de la Guerra Civil y el sistema de nombramientos llevaba a que la judicatura estuviera formada en una parte importante por personas adeptas al Régimen� Eviden-temente, en un sistema de Tribunal del Jurado es mucho más difícil de predecir cuál va a ser el rumbo que va a tomar, y lógicamente que el acusado (sobre todo, pero no sólo, el político) prefiriera ser juzgado por sus “iguales”.

Pero, esa sociedad ya no existe y los delitos abarcan actividades muy dispares que son llevadas a cabo en los diversos segmentos de la actividad que existen en la socie-dad, por lo que, si la visión antes expuesta pudo ser correcta en ciertas épocas, en la actualidad, desde luego no lo es� Por ello, a mi juicio, no debe verse el jurado como un síntoma de libertad, sino como un sistema de enjuiciamiento que puede gustarnos o no, pero es independiente de lo más o menos defensor de la libertad que la persona sea� En otras palabras, se puede ser «juradista» o «antijuradista» sin que ello implique una posición ideológica determinada�

Así pues, dejando aparte esa cuestión, conviene examinar cuál es la ventaja de este sistema de enjuiciamiento�

IIIA mi manera de ver, la mayor ventaja –que no es de menor importancia– es que los

que van a juzgar (los Jurados) no han tenido contacto alguno con el material probatorio que, por consiguiente, debe ser desarrollado y explicado por completo en su presencia� Y, si se hace bien, debe existir –sin su presencia– una auténtica discusión sobre los medios (o los elementos) de prueba que van posteriormente a desenvolverse ante el Jurado� Ni todos los documentos son admisibles, ni todos los testigos o peritos tienen razón para ser llamados, ni todas las preguntas a los testigos y peritos son pertinentes�

Precisamente, el sistema ante el Tribunal del Jurado posibilita o, mejor exige, esa forma de actuar ante él� Así pues, la ausencia de todo contacto con la instrucción de la causa y la absoluta necesidad de explicar todo ante el Jurado, es sin duda una clave muy importante de este sistema, que lo hace digno de un gran respeto�

Y, qué duda cabe que el Jurado en su aspecto político es un elemento democrático de participación ciudadana en uno de los poderes del Estado�

Concretamente Tocqueville9 parte de que es preciso distinguir dos cuestiones: «el Jurado como institución judicial y como institución política»10 y añade que debemos situarnos en la visión política de esta institución, pues, es singularmente estrecho el limitar el pensamiento al ámbito judicial� Y, al respecto, resalta que el Jurado «ejerce una gran influencia en los resultados de los juicios, pero una mucho más grande influencia en los destinos de la sociedad. Así pues, el Jurado es ante todo una institu-ción política� Debemos juzgarlo siempre desde este punto de vista»11�

9 Tocqueville, Democracy in America, ed� Eduardo Nolla, trad� del francés por James T� Schleifer, 2012�10 Tocqueville, Democracy …, cit�, pág� 443�11 Tocqueville, Democracy …, cit�, pág� 444�

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INTRODUCCIÓN A LA LEY TRIBUNAL DEL JURADO

Explica que su carácter democrático se presenta desde el momento en que «coloca la dirección real de la sociedad en las manos de los gobernados, o en una parte de ellos, y no en las manos de los gobernantes»12� «El hombre que juzga en un Tribunal Criminal es realmente el señor de la sociedad� Ahora, la institución del Jurado coloca al pueblo, o al menos a una clase de ciudadanos, en el sillón del Juez� Así la institución del Jurado coloca realmente la dirección de la sociedad en las manos del pueblo o de esta clase»13�

«Cualquiera que sea la manera en que se aplique el jurado [está explicando que no sólo debe aplicarse el Jurado a asuntos criminales sino también a asuntos civiles], él no puede dejar de ejercer una gran influencia en el carácter nacional»14�

El Jurado «hace sentir [a los ciudadanos] que tienen deberes que deben cumplir hacia la sociedad y que ellos entran en su gobierno [de la sociedad]»�

«No sé si el jurado es útil para aquellos que tienen procedimientos legales, pero estoy seguro de que es muy útil para aquellos que los juzgan� Lo veo como uno de los medios más eficaces que la sociedad puede utilizar para la educación del pueblo»15�

«Así el Jurado, que parece disminuir los derechos de los magistrados realmente establece en ello su dominio, y no existe país donde los jueces tengan tanto poder como aquél donde el pueblo comparte sus privilegios»16�

Y Tocqueville termina el capítulo dedicado al Jurado diciendo que «así el Jurado, que es el medio más enérgico para hacer que el pueblo gobierne, es también el medio más efectivo para enseñarle a gobernar»17�

12 Tocqueville, Democracy …, cit�, pág� 445�13 Tocqueville, Democracy …, cit�, pág� 445�14 Tocqueville, Democracy …, cit�, pág� 448�15 Tocqueville, Democracy …, cit�, pág� 448�16 Tocqueville, Democracy …, cit�, pág� 450�17 Tocqueville, Democracy …, cit�, pág� 450�

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LEY ORGÁNICA 5/1995, DE 22 DE MAYO, DEL TRIBUNAL DEL JURADO

–BOE núm. 122, de 23 de mayo de 1995–

JUAN CARLOS IREY DE ESPAÑA

A todos los que la presente vieren y entendieren,Sabed: Que las Cortes Generales han aprobado y Yo vengo en sancionar la

siguiente Ley Orgánica:

EXPOSICION DE MOTIVOS

I

FUNDAMENTO CONSTITUCIONALEl artículo 125 de la Constitución española de 1978 establece que «los ciuda-

danos podrán participar en la Administración de Justicia mediante la institución del Jurado, en la forma y con respecto a aquellos procesos penales que la ley determine».

Nuestro texto constitucional cumple con ello lo que puede considerarse una constante en la historia del derecho constitucional español; cada período de libertad ha significado la consagración del jurado; así en la Constitución de Cádiz de 1812, y en las de 1837, 1869 y 1931, y por el contrario cada época de retro-ceso de las libertades públicas ha eliminado o restringido considerablemente ese instrumento de participación ciudadana, en paralelo y como complemento a las restricciones del conjunto de sus derechos y de los instrumentos de participa-ción en los asuntos públicos.

Se retoma por tanto un instrumento de indiscutible raigambre liberal, y se hace desde el dato indiscutible de que, desde el primer esbozo de 1820 hasta su sus-pensión en el año de 1936, pocas instituciones jurídicas han padecido -y por tanto han sido enriquecidas- con una depuración crítica tan acentuada como el Tribunal del Jurado, lo que ha permitido extraer la masa ingente de datos sueltos, experien-cias y precedentes que han facilitado la captación íntegra de la Institución.

Por encima de concepciones pro o antijuradistas, nuestra Norma Fundamental enlaza el instrumento del jurado, de forma indiscutible, con dos derechos funda-mentales: La participación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos, del artículo 23.1 de la Constitución española, y el derecho al juez ordinario predeter-minado por la ley del 24.2 de nuestro texto fundamental.

En efecto, nos encontramos, de una parte ante una modalidad del ejercicio del derecho subjetivo a participar en los asuntos públicos, perteneciente a la esfera del «status activae civitatis», cuyo ejercicio no se lleva a cabo a través de represen-tantes, sino que se ejercita directamente al acceder el ciudadano personalmente a la condición de jurado. De ahí que deba descartarse el carácter representativo de la Institución y deba reconocerse exclusivamente su carácter participativo y directo.

16

EXPOSICION DE MOTIVOS

Por ello, puede predicarse que el Instituto que se regula difiere de otros mode-los por la forma peculiar en que se articula el derecho-deber del ciudadano a par-ticipar de manera directa en un poder real del Estado; nos encontramos ante un derecho-deber, lo que tiene reflejo en el texto legal al adoptar medidas coerciti-vas que aseguren el cumplimiento de la obligación y, consiguientemente, el esta-blecimiento de aquellas otras encaminadas a mitigar, en lo posible, la excesiva onerosidad del cumplimiento del deber, a través de la retribución de la función y la indemnización de los gastos ocasionados por su ejercicio. La Ley parte de la concepción de que el Estado democrático se caracteriza por la participación del ciudadano en los asuntos públicos. Entre ellos no hay razón alguna para excep-cionar los referidos a impartir justicia, sino que por el contrario se debe estable-cer un procedimiento que satisfaga ese derecho constitucional de la forma más plena posible.

No se trata, en definitiva, de confiar en la capacidad de los ciudadanos, como si fuera tolerable en un sistema democrático la alternativa negativa. Se trata sólo de tener por superadas cualesquiera razones explicativas no ya de su discutible fracaso histórico, sino de su autoritaria y antidemocrática suspensión.

Pero la institución del Jurado es al mismo tiempo y de forma complementa-ria, una manifestación del artículo 24 de la Constitución que declara que todos tienen derecho al Juez ordinario predeterminado por la Ley; cumple por tanto una función necesaria para el debido proceso, pero lo hace desde una óptica distinta a la que tenía atribuida en su recepción en el Estado liberal burgués; no hay reti-cencia alguna al Juez profesional; no se trata de instaurar una Justicia alternativa en paralelo y menos aún en contradicción a la de los Jueces y Magistrados de carrera a que se refiere el artículo 122 de la Constitución, sino de establecer unas normas procedimentales que satisfagan al mismo tiempo y en paralelo todas las exigencias de los procesos penales con el derecho-deber de los ciudadanos a participar directamente en la función constitucional de juzgar.

El artículo 125 de la Constitución supone en definitiva un inequívoco empla-zamiento constitucional que fuerza el largo paréntesis de limitadas vivencias y expectativas de participación del ciudadano en los asuntos públicos, y en el que la institución del Jurado reaparece con una renovada carga de sugerencias y matices capaces de dar sentido y proyección a la realidad social, hoy suficiente-mente contrastada, que demanda un cambio urgente en los modos de adminis-trar justicia.

Su desarrollo no es, en consecuencia, tan sólo un imperativo constitucional, sino que es una urgente necesidad en cuanto que pieza decisiva de una reforma en profundidad del conjunto de la Administración de Justicia, que es sentida como necesidad inaplazable por buena parte de los ciudadanos.

Esta realidad ha sido también reconocida por el Consejo General del Poder Judicial. Así, en las memorias elaboradas en los años 1991 y 1992 y en la Rela-ción Circunstanciada de las Necesidades de la Administración de Justicia para el año 1993, en el epígrafe referente a las modificaciones legislativas que estimaba convenientes para el adecuado ejercicio de la potestad jurisdiccional tendentes a conseguir una agilización de los procesos, al referirse al proceso penal, destaca que «la implantación del Jurado, prevista en el artículo 125 de la Constitución española, requerirá una sustancial modificación de la institución mediante su incardinación en el sistema procesal, sin que ello suponga un elemento retarda-tario de la justicia penal».

Con la aprobación de esta Ley se da un paso cualitativo más, desde una pers-pectiva técnico-legal, encaminada a cerrar el modelo básico de la Justicia dise-ñado por la Constitución y la Ley Orgánica del Poder Judicial, facilitando la par-ticipación de los ciudadanos en la Administración de Justicia. El establecimiento del Tribunal del Jurado debe ser considerado como uno de los contenidos cons-

17

EXPOSICION DE MOTIVOS

titucionales aún pendientes de desarrollo. Con su regulación en esta Ley se da cumplimiento a un mandato constitucional tantas veces diferido y se establece una de las piezas básicas en el funcionamiento de la Administración de Justicia diseñado por el constituyente.

II

LOS CIUDADANOS JURADOS

Ya hemos advertido que la presente Ley parte de que el Jurado implica una manifestación del derecho de participación, y ello determina sin duda que las cuestiones verdaderamente esenciales a dilucidar sean la del ámbito de conoci-miento del Tribunal del Jurado y, dentro de éste, la función que viene reconocida a los ciudadanos participantes.

Una elemental prudencia aconseja la graduación en el proceso de instauración de la Institución, tanto a la hora de seleccionar el número de asuntos, cuanto la naturaleza de éstos. Razones para su adecuada implantación aconsejan que todos los que han de intervenir en este tipo de procesos se familiaricen con sus peculiaridades tan distintas a la actual manera de celebrarse los juicios. La con-creción del objeto del juicio, las alegaciones de las partes, el material probatorio a atender, el lenguaje a utilizar, el contenido mismo de las resoluciones deben variar sustancialmente.

La Ley tiene muy en cuenta que el juicio por Jurados constituye expresión plena de los principios básicos procesales de inmediación, prueba formada con fundamento en la libre convicción, exclusión de pruebas ilegales, publicidad y oralidad. Por ello se han seleccionado aquellos delitos en los que la acción típica carece de excesiva complejidad o en los que los elementos normativos integran-tes son especialmente aptos para su valoración por ciudadanos no profesionali-zados en la función judicial.

El ámbito competencial correspondiente al Tribunal del Jurado se fija en el artículo 1. Sin embargo, el legislador en el futuro valorará sin duda, a la vista de la experiencia y de la consolidación social de la institución, la ampliación progre-siva de los delitos que han de ser objeto de enjuiciamiento.

La conformación del colegio decisor dentro del Tribunal del Jurado requiere una respuesta legislativa cuyo acierto no pasa necesariamente por resolver la vieja cuestión lógica sobre la escindibilidad entre el hecho y el derecho.

Los autores de nuestra vieja Ley de Jurado, vinculando el origen histórico del instituto al testimonio de los vecinos como fórmula de decidir el litigio, patroci-naron para el ciudadano jurado una intervención limitada a la proclamación del hecho probado.

Tal origen es discutible y, además, no siempre es posible decidir sobre la vera-cidad de una afirmación histórica, presupuesto típico del delito, sin pensar en valoraciones jurídicas. Pero, en todo caso, y ello es lo más relevante, el modelo ahora propuesto en la Ley alcanza una profundidad legitimadora entonces ina-tendida. Por eso, en la Ley, el Jurado no se limita a decidir si el hecho está o no probado, sino que valora aspectos como son los componentes normativos que dan lugar a la exención o no de la responsabilidad penal.

En la Ley, la opción adoptada respecto al proceso selectivo de los jurados es coherente con la consideración de que su participación constituye un dere-cho-deber. La ciudadanía, en las condiciones que habilitan para el pleno ejercicio de los derechos cívicos, constituye el índice de la capacidad presunta no necesi-tada de otras exclusiones o acreditaciones de capacidad probada, salvo aquellas que notoriamente impedirían el ejercicio de la función de enjuiciamiento.

ISBN: 978-84-1359-001-1

Conmemorando los 25 años de publicación de la Ley Orgánica 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal del Jurado, la Editorial Colex le rinde homenaje sacando a la luz esta edición especial que contiene la mencionada norma con concordancias al articulado, jurisprudencia y comentarios.

La selección jurisprudencial ha sido realizada por autores con más que contrastada autoridad y organizada sistemáticamente para su mejor comprensión y visualización.

CÓDIGOS COMENTADOS

LEY ORGÁNICA DEL TRIBUNAL DEL JURADO