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LOPE DE VEGA Y LAS DAMAS DOCTAS MENCIONAR el nombre de Lope de Vega en relación con las mujeres es algo arriesgado porque habrá quien sospeche que dicha unión onomás- tica se hace con motivo de nuevas aventuras tenoriescas recién descu- biertas. Pero las líneas que siguen defraudarán rotundamente a cuantos esperen más revelaciones acerca de otras Marfisas y cortesanas. Pues an- tes que nada hay que distinguir entre las relaciones amorosas y las amis- tosas que el Fénix sostenía con los miembros del otro sexo. Hizo un verdadero culto de la amistad en que ocupaban un destacado lugar las damas honestas, dedicadas al cultivo de ciencias y artes. En este aspecto fue cien por cien renacentista, pues siguió su filoginia erudita el rumbo de Plutarco, Cicerón, San Jerónimo, Dante, Petrarca, Boccaccio, Polizia- no, Rodríguez de la Cámara, Juan Luis Vives, Ravisio Textor, Pérez de Moya y cómo en el pleito sobre las capacidades intelectuales de la mu- jer, entre los misóginos y los filóginos, cuya actualidad no había cejado desde el Renacimiento florentino, incondicionalmente se ponía del lado de los panegiristas. Por lo tanto cuando Lope encumbra a las damas doctas quedan de una parte las Filis, las Belisas, las Marcias Leonarda (y casi dijéramos las Amarilis) y entra toda una serie de sabias, tanto an- tiguas como modernas. De las antiguas que abarcan tanto las mitológi- cas (las Musas, las Sibilas, Casandra, Nicostrata), como las históricas (Débora, Safo, Cornelia de los Gracos, y Santa Paula), no hablaremos, fi- jándonos exclusivamente en las "modernas", es decir las coetáneas de Lope y las que le precedieron inmediatamente. Para no cansarles con una enumeración de todos los poemas y co- medias donde Lope honra a las doctas, nos limitaremos principalmente a un centón que figura en el libro IV del Peregrino en su patria (1604), donde el Fénix consuela a Tomás Gracián, matemático, numismático, amante de lenguas, literatura y pintura, por la muerte de su esposa Lau- rencia, que puede competir con las mujeres más famosas: Doña Isabel Esjorgia, fue illustrissima En letra y virtud, y en Milán Fenis Doña Oliua de Nantes Musa decima, Y Doña Valentina Pinelo, La quarta gracia, ó verso, ó prosa escriua, Que hermosura ha nacido en nuestros siglos, como Doña María Enriquez tuuo, 909

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LOPE DE VEGA Y LAS DAMAS DOCTAS

MENCIONAR el nombre de Lope de Vega en relación con las mujeres esalgo arriesgado porque habrá quien sospeche que dicha unión onomás-tica se hace con motivo de nuevas aventuras tenoriescas recién descu-biertas. Pero las líneas que siguen defraudarán rotundamente a cuantosesperen más revelaciones acerca de otras Marfisas y cortesanas. Pues an-tes que nada hay que distinguir entre las relaciones amorosas y las amis-tosas que el Fénix sostenía con los miembros del otro sexo. Hizo unverdadero culto de la amistad en que ocupaban un destacado lugar lasdamas honestas, dedicadas al cultivo de ciencias y artes. En este aspectofue cien por cien renacentista, pues siguió su filoginia erudita el rumbode Plutarco, Cicerón, San Jerónimo, Dante, Petrarca, Boccaccio, Polizia-no, Rodríguez de la Cámara, Juan Luis Vives, Ravisio Textor, Pérez deMoya y cómo en el pleito sobre las capacidades intelectuales de la mu-jer, entre los misóginos y los filóginos, cuya actualidad no había cejadodesde el Renacimiento florentino, incondicionalmente se ponía del ladode los panegiristas. Por lo tanto cuando Lope encumbra a las damasdoctas quedan de una parte las Filis, las Belisas, las Marcias Leonarda(y casi dijéramos las Amarilis) y entra toda una serie de sabias, tanto an-tiguas como modernas. De las antiguas que abarcan tanto las mitológi-cas (las Musas, las Sibilas, Casandra, Nicostrata), como las históricas(Débora, Safo, Cornelia de los Gracos, y Santa Paula), no hablaremos, fi-jándonos exclusivamente en las "modernas", es decir las coetáneas deLope y las que le precedieron inmediatamente.

Para no cansarles con una enumeración de todos los poemas y co-medias donde Lope honra a las doctas, nos limitaremos principalmentea un centón que figura en el libro IV del Peregrino en su patria (1604),donde el Fénix consuela a Tomás Gracián, matemático, numismático,amante de lenguas, literatura y pintura, por la muerte de su esposa Lau-rencia, que puede competir con las mujeres más famosas:

Doña Isabel Esjorgia, fue illustrissimaEn letra y virtud, y en Milán FenisDoña Oliua de Nantes Musa decima,Y Doña Valentina Pinelo,La quarta gracia, ó verso, ó prosa escriua,Que hermosura ha nacido en nuestros siglos,como Doña María Enriquez tuuo,

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Que oy llora Tormes, y la embidia misma?Y si en hombres se sufre esta alabanzaEl Duque de Pastrana fuera Adonis,A no auer sido Marte con la espada.

Habla Doña Ana de Zuacp, y cantaQue tordo encanta, quanto canta, y habla,Puede Doña María de los Cobos,Mouer las piedras otra vez en Tebas,Con los Perazas singulares hombres.. -1

La Laurencia que Lope ensalza al principio de esta silva es doñaLorenza Méndez de Zurita, madrileña que se casó con don Tomás Gra-cián Dantisco, de la familia del autor del Criticón (1651-7). Doña Lau-rencia murió en 1599. Según testimonio de sus contemporáneos estabamuy versada en aritmética, retórica, latín, música y era notable poetisa,autora de unos Himnos sacros que alcanzaron gran fama,2 cualidadesque Lope recuerda en la Silva I del Laurel de Apolo (1630). SegúnLope se rindieran Nocostrata, inventora de las letras latinas, Safo y PolaArgentaría, esposa de Lucano, que corrigió sus Pharsalia, cuando Lau-rencia quisiera competir. Después de Laurencia madrileña el Fénixexalta a Isabel Esforgia —Isabella en italiano— y prole de la gloriosacasa de los Sforza de Milán. De tan singular mujer se conoce un tratadoDella vera tranquilina dell'animo (Venecia 1544) .3 Fue este libro aten-tamente leído y gustado por Lope de Vega, quien en otro pasaje del Pe-regrino en su patria (Sevilla 1604, pág. 120) cita de "Ysabel Esforgia, ensu libro de la quietud del Alma". Finalmente le dedica unos versos en suLaurel de Apolo (Silva VIII). Fue la Tranquillitá uno de sus libros de

1 Lope de Vega, El peregrino en su patria, Bruselas, 1608, p. 43g. (Ed. príncipe:Sevilla, 1604). Cf. F. C. Sáinz de Robles, Ensayo de un diccionario de mujeres céle-bres. Madrid, 1959, pp. 1024, 957> l°22. (CEL.), C£. LdV, Colección de Obras sueltas,ed. F. Cerda y Rico. Madrid, A. de Sancha, 1776-9, t. V, p. 345. (OS). [LdV = Lopede Vega.]

Este Tomás Gracián Dantisco dio aprobaciones a 17 comedias lopescas para repre-sentación en Madrid entre 1600 y 1617 y en Valladolid en 1604. También aprobóla príncipe del Peregrino, Parte I de las comedias de LdV, Valladolid, 1604 y 1609, yParte IV, Madrid, 1614. Véase LdV, Carlos V en Francia, ed. Arnold G. Reichenber-ger. Philadelphia, Univ. of Pa. Press, 1962, p. 145. Cf. Agustín González de Amezúa yMayo, Una colección manuscrita y desconocida de Comedias de LdV Carpió. Madrid,1945, pp. 26, 29, 31, 47-48, 58, 60. Cf. LdV, Obras, ed. Real Academia Española. Ma-drid, 1890-1913, t. V, 360b. (Ac).

2 Un ejemplar de LdV, Laurel de Apolo. Madrid, 1630, p. 10, dice, con motivo deDoña Laurencia de Zurita, en una nota ms. de la época: "Muger del secretario TomasGracian eloquente en la lengua Latina, i Poetisa a lo diuino". (Laurel). Ej. Bibl. Nac.Madrid, sign. R 177.

3 Existe un ejemplar de este libro en la Biblioteca Nal. de París: sign. Res. R. 154.

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filosofía moral preferidos, desconocidos de otros poetas de España y ad-vertido apenas en la Italia de su tiempo. Lope de Vega en el torbellinode su vida, en las numerosas tempestades de su alma y en su gran de-seo de "quietud", solía consolarse con este precioso libro.4

Cómo sucedía esto se puede apreciar en la Jerusalén conquistada(1609). Su libro 13 relata que "pelea Garzeran con Ismenia por declara-lle su pensamiento", mientras que el héroe cruzado a la princesa de Chi-pre le dice en versos:

Bien puedo yo, que he dado tantos passosHuyendo del amor tres años justos,Boluerme a el, y referir mis casosA quien apenas sabe mis disgustos.5

Y apunta en la apostilla: "Esta pelea no se ve[n]ce co[n]trasta[n]do, sinohuyendo, doña Ysabel Esforcjia en su libro de la quietud del alma" (JEII 452: 100-27). P° r poco que Lope siguiese este consejo de huir de laterrible tentación amorosa, al menos meditaba sobre esta solución comoremedio en la desdicha. Y es muy característico que con este objeto seaconsejaba con una mujer. Pues el Fénix, que en su azarosa vida habíaconocido la antítesis de la Elena (Osorio) y la Isabel (de Urbina)—véase el romance "Hortelano era Belardo" (h. 1589) y el soneto 131de los Rimas (1602) "Es la mujer del hombre lo más bueno"— encarecíamucho la idea de la mujer que salva lo que otra ha perdido, o para ha-blar en términos patrísticos, "Eva occidendo obfuit: Maria vivificandoprofuit" (San Agustín). El Fénix, siempre en busca del contraste pa-ronomástico del Ave/Eva, escribe en el Isidro (1599): "Si Eva tinieblanos trujo, / vos la luz; si ella la muerte, / vos la vida y dulce suerte"(SR 448) y en La hermosa Ester (1610): "Lo que mujer dañó, mujerlo sana." 6 Así Israel Sforza, en el plan amistoso, como Isabel de Urbina

4 V. Arturo Farinelli, "Peregrinos de Amores en su Patria de LdV", en Homenatgea Antoni Rubio y Lluch, Miscellania d'Estudis literaris histories i lingüistics I. Bar-celona, 1936, p. 601.

5 LdV, Jerusalén conquistada, ed. J. de Entrambasaguas. Madrid, 1951-4, t. II,p. 100: 25-28. (JE). Cf. LdV, Obras escogidas, ed. F. C. Sainz de Robles, tomo II:Poesías liricas-poemas-prosa-novelas. Madrid, 1961, p. 779. (SR).

6 Ac. III 343. Sobre Lope como autor filoginista habla detenidamente: IvánMonteiro de Barros Lins, LdV 1562-1635. Río de Janeiro, 1935, pp. 152-163. Véasetambién: LdV, El conde Fernán González. Tragicomedia. Introduction, édition etnotes de Raymond Marcus (P. 1963) p. 75 (Acto III, vv. 2784-2800). Pero estas yotras vehementes defensas de las mujeres no quieren decir que Lope no las cono-ciera en todos sus aspectos: Agustín G. de Amezúa, LdV en sus cartas. Introduc-ción al Epistolario de LdV Carpió II (M. 1940) pp. 547-578, 565. Cf. Juan Miguel!

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en el plan amoroso y María en el plan religioso, se hizo la anti-Filis,la que tenía que expulsar filosóficamente los malos efectos de su amorjuvenil.

Mientras que la aparición de un libro de filosofía, escrito por unamujer, en Italia fue curiosa, un caso semejante en España fue inaudito.Pero completamente fingida es la erudición de Oliua de Nantes (OlivaSabuco Barrera de Nantes), a quien su padre, Miguel Sabuco, endosónada menos que la Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre y Lavera medicina. Treta desde luego bastante hábil, pues tales obras, sa-liendo de pluma femenina, habían de causar enorme sensación, cualpatentiza la expresión Musa decima del mismo Lope. Se descubrió laverdadera autoría cuando la hija entabló un proceso contra su padrepara cobrar los derechos de escritora. Mientras que su gloria ficticia seevapora ante la luz derramada por los documentos,7 resulta duradera lafama de Valentina de Pinelo, "cuarta gracia". Sobrina del cardenal Do-minico Pinelo, nació, según se cree, en Sevilla de padi'es genoveses. Ala edad de cuatro años entró de educanda en el convento de religiosasagustinas de San Leandro, donde más adelante profesó. Se dedicó alestudio de las Sagradas Escrituras y de las letras latinas, distinguiéndoseademás por su piedad.8 En un verso laudatorio en los preliminares desu Libro de alabangas y excelencias de la gloriosa Santa Ana (Sevilla1601) Lope por su paciencia en el escribir y su fidelidad para con el Es-poso Divino la llama "Penelope Christiana". En otro lugar intentaremosprobar la influencia de la Pinelo sobre La Madre de la Mejor (1610-15),comedia sobre la vida de Santa Ana y la Inmaculada Concepción. Elcaso de Valentina, en comparación con el de Oliva, nos enseña, además,que la dama erudita en España a menudo fue monja, ya que la opi-nión pública no aceptaba que la mujer desempeñara un papel fuera delos límites del hogar y de los deberes propios del matrimonio. Al mismotiempo hace notar que lo que fue cosa de recibo en Italia, donde unaIsotta Nogarola (1420-1466) de Verona mantuvo correspondencia enhebreo con los papas Nicolás V y Pío II mientras que Venecia impedíala salida a la corte de Fernando el Católico por la humanista Cassan-dra Fedele,9 en España se consideraba como algo sensacional.

de Mora y Vaquerizo, Notas para un estudio sobre el Fénix de los ingenios FélixLdV Carpió visto por sus cartas. México, 1962, pp. 21-22.

"7 M. Serrano y Sanz, Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas. Ma-drid, I, 1903, II, 1906. T. II, p. 173. (Serrano), Cf. NEL. 17-18.

8 Serrano II, p. 132." V., U. Renda, P. Operti, Dizionario storico della lelteratura italiana. Torino,

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Por lo tanto, cuando no se trata de familias de descendencia italiana,a veces la fama parece más bien fantástica. Así por ejemplo, segúncierta leyenda a la cual alude Lope, al encumbrar Doña Marta Enri-quez, doña Feliciana Enríquez de Guzmán (con quien por lo visto esidéntica), gran dama, poetisa y dramaturga española en disfraz de hom-bre, hubiera asistido a las aulas salmantinas donde, enamorada de undoncel llamado don Félix, se viera obligada a declarar su sexo. Lope,quien trató el mismo tema en Hazaña de las donzellas de Simancas(1625), e n e^ Laurel le atribuye la misma historia a doña Feliciana, he-cho por lo cual su identidad con Doña María Enriquez consta.10 En laSilva III la compara con Lasthenia Mantinea que, vestida de hombre,seguía las clases de Platón,11 acontecimiento que posiblemente creó laleyenda salmantina. Aún queda oscura la alusión al duque de Pastrana,título creado en 1572 para el príncipe de Eboli (m. i573)-12 De familiaigualmente noble era Doña Ana de Zuago o Zuazo, que nació en Ma-drid en 1580 y perteneció a la cámara de la Reina doña Margarita, es-posa de Felipe III. Era poetisa y música excelente.13 Llama la atenciónque Lope de Vega hace que Laurencia, mujer noble, compita con otrasmujeres de su alto rango social, como Doña María de los Cobos. Nopodemos dar seguridad acerca de la identidad de esta dama, pero supo-nemos que se trata de Doña María de Mendoza, hija de Francisco delos Cobos, secretario de Carlos V, la que casó con Gonzalo Fernándezde Córdoba, de quien también descendía el Duque de Sessa, el protector de Lope de Vega. Aunque el íntimo trato y la dilatada privanzacon este mecenas no dio principio hasta dos años después de terminarseel Peregrino en su patria, es de suponer que ya buscaba el favor delque entonces era Conde de Cabra y Marqués de Poza.14

Lo poco que el ambiente en España estaba preparado para la acep-

1952, p. 779. Cf. Girolamo Tiraboschi, Storia della letteratura Italiana. T. VI, P. II,Roma, 1784, p. 191.

10 Serrano, I p. 356. NEL. 147, 149. CEL. 403. Laurel 3.1 (Silva III). Cf. CarmenBravo-Villasante, La mujer vestida de hombre en el teatro español. Siglos XVI-XVII-Madrid, 1955, p. 188. Cf. B. B. Ashcom, "Concerning 'la mujer en hábito de hombreen la comedia'", en Hispanic Review, a8 (1960), pp. 59-61.

11 CEL. 693.12 Diccionario de Historia de España. Madrid, 1952 t. II, p. 778.13 Serrano, II, p. 620. NEL. 73V. CEL. 1210.14 V. LdV, Obras I. Nueva Bibliografía por Cayetano Alberto de la Barrera

(Madrid 1890) 141. La primera ed. del Peregrino estaba dedicada a Don Pedro Fer-nández de Córdoba: Américo Castro, Hugo A. Rennert, Vida de LdV (M. 1968) pp.150, 160. Cf. Serrano, I, p. 645. Ignoramos si los Perraza, organistas famosos, estu-

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tación de la mujer docta lo demuestra no sólo el caso de una monjaespañola de familia italiana, sino también el de "Juliana, barcelonesa",que cosechó laureles en Francia. En La Prueba de los ingenios, proba-blemente escrita por los años 1612-13, Florela, apoyándose en la auto-ridad de Aristóteles, explica las excelencias de su sexo que es más hábil"Para las divinas ciencias". Camacho le contesta que está probado. Yapoyándose en las autoridades de Ravisio Textor, Estobeo y Séneca,inserta una extensa enumeración de hembras famosas, diciendo al final:

Hoy vive, en honra de España,Juliana, barcelonesa.Que en París, públicamente,Enseña todas las ciencias;De catorce años, y menos,Imprimió libros, que dejanLos filósofos y sabiosSin respuestas y sin lenguas.15

A continuación Camacho da unos ejemplos de la valentía femeninay termina desafiando a cualquier hombre que niegue la verdad de loque acaba de decir. La aludida Juliana no puede ser sino Juliana Mo-rell (Barcelona h. 1593— Lyon 1653). Siendo muy niña siguió al padreen el destierro a Lyon, donde se dedicó al estudio con un aprovecha-miento pasmoso. Era políglota, filósofa, teóloga, jurisprudente y música.Ya en 1606, a la edad de trece años, sostuvo ciertas conclusiones filosó-ficas que dedicó a Margarita de Austria, reina de España, a quien ser-vía doña Ana de Zuazo. Recibió el grado de doctora en el palaciopontificio dé Aviñón. Profesó en el convento de las dominicas. No sesabe si "De catorce años, y menos" imprimiese libros, como afirma Lope.La bibliografía de Serrano no conoce impresión suya antes de 1617 enLyon, con una reimpresión en París 1619. Tampoco parece muy pro-bable que en la Sorbona enseñara "públicamente todas las ciencias",como presume Camacho, ya que toda su vida se desarrolló en la ve-cindad de Lyon y de sus conventos. En la biografía que escribió supadre, dice que el cardenal Du Perron "francés hombre muy doto, lavino a ver .y le dio el primer lugar del más grande griego que hubiese

viesen emparentados con Doña María de los Cobos. Véase Enciclopedia Universalt. 43, c. 528-9.

15 Ac. XIV 21 ib. Cf. S. G. Morley, C. Bruerton, Cronología de las comedias deLdV (M. 1968), p. 386. (MB).

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visto".16 El certamen poético, celebrado con motivo de la beatificaciónde Teresa de Jesús en 1615 fue otra ocasión para honrar a la doctabarcelonesa, cuya gracia, en los endecasílabos sueltos que Lope hizoservir de introducción va precedida de las de toda una falange de no-tables damas griegas. Esta enumeración tenía que convencer al lectorde lo equivocado que estaba Platón, al agradecer a los dioses por nohaber nacido como mujer. En su celo galante hasta ataca unos pasajesmisóginos de la Biblia, mal citados y peor interpretados. En reparo delperjuicio causado a la fama del Antiguo Testamento, finalmente, aludeal abecedario áureo de la buena ama de casa, que es el elogio de lamujer fuerte en el libro de los Proverbios (31:10-31): "Mulier fortis,quis inveniet?":

Valerosas mugeres tuuo Italia,Notables Grecia, Hypolitas, Zenobias,Artemisas, Nicostratas, y Aspasias:Bien merecen lugar dos EspañolasDe nuestra edad, (entre otras) celebradas.La vna en Cataluña; Otra en Castilla.Iuliana de Morella, allí fue assombroDe tantas, pues leyó en publico Catreda [isicl],De todas las siete artes Liberales:Y aqui se las leyó, y algunas lenguasA siete hijos varones, y a dos hijas,Cecilia de Morillas, cuyo túmuloImpressa deja en marmol su memoria,Y vn Elogio, en que dize, que era ARTIVM,

ET L1TERARVM VARIETATE DOCTA.17

Así el poeta repite la fantasía que atribuye a Juliana Morell el ha-ber enseñado en una universidad (aquí finge que es la de Barcelona, envez de la parisiense) las siete ciencias que estudiaban los bachilleres deartes: el trivio (gramática, dialéctica y retórica) y el cuadrivio (geome-

i« Serrano, II, pp. 63-66. CEL. 873. De este cardenal Du Perron (1556-1618)Lope citó cuatro versos en francés en La Circe (1623).

!7 Véase "ORACIÓN Y DISCURSO / que para dar principio al certamen Poético /hizo LdV en alabanza de / N. M. S. Teresa de Iesus", en: COMPENDIO / DE LA SOÜNESFIESTAS QUE / en toda España se hicieron / en la Beatificación de / N. Ai. S. TERESADE IESVS FVNDA / DORA DE LA REFORMACIÓN DE / Descalzos y Descalzas de N. S. deCarmen / EN PROSA Y VERSO. (M., Viuda Alonso Martin, 1615) 5. Título citado deacuerdo con el ej. R. 6115 de la Bibl. Nac. Madrid. El ejemplar R 461 de la mismaBiblioteca tiene en la portada: N. B. M., así citado por J. de Entrambasaguas, Estu-dios sobre LdV II (M. 1964), p. 530. Defectuosa reproducción del texto en: OS,XVII, pp. 231-2.

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tría, música, aritmética y astronomía). En un artificioso.cruce comparaa la barcelonesa con Cecilia de Morillas, a cuyo apellido casi asemejael de Juliana Morell, transformada en Juliana de Morella. Era DoñaCecilia esposa de Antonio Sobrino, caballero pinciano. Nada sabemosde sus escritos o publicaciones, sí de la muy esmerada educación quedio a sus hijos. Los títulos de las obras de una hija suya se incluyenen la bibliografía de Serrano y Sanz: Sor Cecilia Sobrino, que adquiriónotables conocimientos en latín, humanidades, pintura y poesía y queprofesó en el Carmen descalzo de Valladolid (m. 1646). Escribió la vidade su hermana, María de San Alberto, notable música, que falleció confama de santidad en el año 164o.18

Si en este caso el motivo directo del Fénix era contribuir a la gloriade España y de la mujer, no siempre pasa así. A veces tenía inten-ciones de un carácter más complejo.

Los amoríos de Lope con doña Marta de Nevares dan nuevas alasal tema de las damas doctas. Pone en obra el Fénix toda su erudiciónpara ensalzar al objeto de su sacrilego cariño, a la cual se rinden (¡otravez este verbo de ambiente militar!), según afirma el introito de Laviuda valenciana "Laura Terracina, Ana Bins Alemana, Safo Griega,Valeria Latina y Argentaría Española". Citamos aquí literalmente dela Parte Catorce de las comedias (Madrid, 1620, íoorv) porque ciertosautores, de conformidad con la edición de la Academia y confundidospor el paralelismo parcial de adjetivos geográficos, escriben Terracinacon minúscula, separando con coma el nombre del apellido.19 El con-junto pertenece a una poetisa napolitana que vivió de 1519 hasta 1577/8de modo que Lope, para ser exacto, debiera escribir Laura TerracinaNapolitana, pero este conjunto de tres apoyos métricos rompería la ar-monía del total, a base de dos apoyos por nombre. La razón de lacita debe de ser la presencia de unos versos laudatorios, dedicados porla poetisa al autor de La flor de Gnido, a modo de epitafio, en suDiscorso sopra il principio di tutti i canti d'Orlando Furioso (Venecia1557). Es una aplicación feliz de una octava de la famosa epopeya deAriosto (c. XVI, 72), la cual empieza por "Un giovinetto che col dolcecanto..." Lope debió de conocer este epitafio por su inserción en lasObras de Garcilasso anotadas por Fernando de Herrera y por las deTamayo de Vargas (1622), amigo toledano de Lope.20 Creo que aquí

38 Serrano, II, p. 473.!í> Ac. XV 492. Cf. J. de Entrambasaguas, Vida de LdV, Madrid-Buenos Aires,

1942, pp. 224, 228.20 Fernando de Herrera, "La vida de Garci Lasso", en Obras de Garci Lasso

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se trata de una cortesía devuelta por parte de Lope a la poetisa quehonró al gran renovador de la poesía española. De la misma manera sedebe explicar la mención elogiosa del calvinista Du Bartas que honróen La Seconde Sepmaine (1584-93) a:

Gueuare, le Boscan, Grenade, et GARCILASSE,

lo que explica la presencia del nombre de "Bartras" en el Garcilaso deTamayo y en una enumeración de vates del Parnaso francés, que figuraen El laurel de Apolo.2-1 En su relación con las literaturas extranjerasy en toda su vida Lope actúa de acuerdo con el antiguo refrán español"el amor con el amor se paga".

Pero una mención, según Lope, no bastaba para honrar a la elogia-dora de Garcilasso, a la cual la crítica moderna considera como pertene-ciente a las muy mediocres. La encumbra tres veces más, por ejemploen la primera silva del Laurel, donde le da el nombre de Laura Terra-china, cacografía explicable por la ortografía hispanizada que luego seconcibió como ortografía italiana, que, españolizada, dio el resultadoconocido.22

Cuando Lope de Vega, en el prólogo de La viuda valenciana, hacecompetir a su Amarilis con una serie de poetisas antiguas y modernas,se unen, por caso excepcional, las relaciones amorosas y las amistosasaunque aquí "amistad" se debe entender en un sentido más amplio yaque ninguna de las que se rinden a Amarilis seguía viviendo por aquelentonces. Sin embargo cabe decir que no siempre que Lope se vale deeste nombre bucólico alude a su amiga. Pues en la Epístola VIHde la. Filomena (1621), que trata del jardín del Fénix, preconiza:

de la Vega. Sevilla, 1580, pp. 18-20. Thomas Tamayo de Vargas, Obras de Garcilasso.Madrid, 1622, p . 14. (Tamayo). Cf. B. J. Gallardo, Ensayo de una biblioteca de li-bros raros y curiosos, ed. M. R. Zarco del Valle, J. Sancho Rayón. Madrid, 1863-89,t. III, p. 326. Cf. E. Percopo, "G. Boscán e Laura Terracina", en Rassegna critticadella letteratura italiana, 17 (1913), pp. 20955.

2 1 Tamayo 3rv, Introducción n r v . Estas alabanzas de Garcilasso por Du Bartasdieron motivo a la leyenda, referida por Navarrete y por Altolaguirre, que se co-nocieron los dos poetas en una de las embajadas a Francia del primero. Pero DuBartas, guerrero valiente y poeta pacífico como Garcilaso, estaba por nacer, cuandoéste ya había muerto hace 5 años. Véase Eustaquio Fernández de Navarrete, "Vidadel célebre Garcilasso de la Vega", en Colección de documentos inéditos para lahistoria de España, t. 16. Madrid, 1850, p . 192; cf. pp. 29, 124. V. Manuel Altola-guirre, Garcilaso de la Vega Madrid, 1933, p. 117. Mención de Bartas en Laurel 26v.

2 2 Laurel 9. Serrano, II, p. 147. En Silva IX (8ov): Terracina.

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Amarilis bella IndianaEn versos Sapho, en flores primavera.23

Cuesta trabajo identificar a esta Amarilis Indiana que también en-cumbra la Silva II, insertada al final de la Filomena, en contestacióna una Epístola que dicha Amarilis le hubiera dedicado al Fénix. Algu-nos la han identificado con María de Alvarado, americana, según otrosse trata de una broma que gastó con Lope uno de sus enemigos.24 Detodos modos, no hay que confundirla con la Amarilis, pseudónimo dedoña Marta de Nevares.

Otro problema de homonimía ofrece el nombre y título de VittoriaColonna, que figura cuatro veces en los escritos de Lope, aunque nosiempre indica a la misma persona. En el primer acto de La Dorotea(1632) Fernando (el mismo Lope) dice a Julio, vacilante en mostrarleunos papeles escritos por la protagonista, que así "en esos papeles sepuede ver y conocer el entendimiento de Dorotea, como en sus Rimas elde Laura Terracina o la Marquesa de Pescara". También en la Jerusalény en el Laurel de Apolo Lope la apellida así a la esposa de FranciscoFerrante de Pescara, que murió en 1547. Sin embargo no es dudoso queLope de Vega supiera que la marquesa de Pescara se llamaba VittoriaColonna.35 Pues en su comedia La contienda de Diego Garda de Pa-redes (1600) el marqués de Pescara lee una carta, donde Vittoria Co-lonna, su esposa, le aconseja que no se deje elegir rey de Ñapóles, encontra de los derechos de Carlos V. Después de leerla el marqués elo-gia el nombre de Victoria y el apellido Colonna y exclama: "Viva Car-los".26 También la comedia Los esclavos libres (1599-1603, MB 50, 81)canta el elogio del marqués (NAC.V 434b). De este modo no cabe dudade que la admiración que Lope profesaba a dicha poetisa más se ex-plica por la galantería frente a Felipe III y los miembros de la casa deAustria que por razones de entusiasmo poético.

En sus escritos posteriores Lope siempre la llama por su titulo: lamarquesa de Pescara.27 La razón será, aparte de honrar a la nobleza y

23 LdV, La Filomena. Madrid, 1621, p . 157.24 Serrano, I, pp. 26-7. CEL. 43.25 LdV, La Dorotea, ed. E. S. Morby. Madrid, 1958, p. 100 (acto I, esc. V, nota

114). (Morby).26 Ac. XI 490. Cf. Diego Marín, La intriga secundaria en el teatro de LdV.

Toronto-México, 1958, pp. 43-44.27 La Marquesa de Pescara "que Italia celebra y honra" también se encumbra

en Las bizarrías de Belisa (1634, MB 72, 101). V. LdV, Obras editadas por la RealAcademia Esp., Nueva Serie (Madrid 1916-30) XI 457b. (NAC).

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a su marido, que el nombre de Vittoria Colonna le recordaba una fi-gura de su juventud. Y así se presenta en el acto quinto de la acciónen prosa. Allí César, personaje que, según generalmente se acepta, re-presenta a Luis Rosicler, cuñado de Lope, astrólogo y bordador, sedisculpa diciendo que tiene que "lleuar un epigrama que ha escritoa los felicissimos casamientos de la excelentíssima señora D. Vitoria deColona y el conde de Melgar, hijo del gran almirante".28 Murió esteHenríquez de Córdoba, conde de Melgar, en 1600. La Vittoria Colonnacon quien estaba casado era hija de Marco Antonio de Colonna, duquede Paliano y Virrey de Sicilia (1535-1584), uno de los victoriosos deLepanto.29 Al contrario la Vittoria Colonna del acto primero fue hijade Fabricio Colonna, y la conocemos como poetisa y coetánea de MiguelÁngel. Como tantos otros episodios de La Dorotea el casamiento conel conde de Melgar alude a un acontecimiento de la juventud de Lope,y también de aquel entonces datan sus amistades con los Colonna. AAscanio Colonna, hijo de Marco Antonio, que estudió en Salamanca de1572 a 1585 y que probablemente fue su bienhechor, Lope le dedicósu versión del De raptu Proserpinae (¿1585?), obra que no escribió a latierna edad de diez años, según han ido repitiendo la mayoría de loseruditos, sino cuando contaba los veinte bien pasados. Marco Antonio,quien murió camino de España, había traído consigo parte de su familiay quizá por entonces ya se hablaba del matrimonio de una hija suya,doña Vittoria, con el conde de Melgar, con quien había de casarse pocodespués de 1587, según se recuerda en La Dorotea. Su llegada a Madridtendría lugar en enero o febrero de 1588.30

Extraña, entre tantas españolas e italianas encumbradas por el Fé-nix, no encontrar más que alguna de otras naciones, pues María Es-tuardo, a cuya muerte dedicó un libro entero, y Anna Bijns, poetisaflamenca, a cuyas relaciones con el Fénix dedicaremos otro trabajo, que-dan fuera del ámbito de este estudio, pues pertenecen más bien al pro-grama de la Contrarreforma que no al ambiente profano del Huma-nismo. La excepción a la regla es Bernarda Ferreira de Lacerda (Opor-to 1595-1644), autora de Hespaña libertada (Lisboa I 1618), poema, se-

28 Morby, p . 412 (acto V, esc. III, nota 93).29 Marco Antonio Coloma [¡sicl] se honra en Tanto hagas cuanto pagues, co-

media de atribución dudosa: NAC. IX 660a. Cf. MB 563-4.3 0 A. S. Trueblood, "The case of an early Dorotea, a reexamination", PLMA,

71 (1956), p. 779. J. Millé Giménez, "LdV traductor de Claudiano", en Verbum, 17(Buenos Aires, 1923). Referencias a Claudiano en: JE, I, p . 479 (2i2-9d), II, p . 478(270-8); LdV, Iusta poética... San Isidro. Madrid, 1620, 90V y Laurel 81.

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gún Ticknor, fastidiosísimo, más bien crónica rimada. Vivió muchotiempo en España y escribía en castellano. Lope, en las Rimas huma-nas (1634), la califica de Safo portuguesa. Le concedió el laurel deApolo en la Silva tercera y le dedicó la Filis, última poesía que escri-bió. Muchas poetisas contribuyeron a la Fama postuma del Fénix, perodoña Bernarda ya le encumbró durante su vida, lo cual aboga por sugratitud, pero no por el juicio de Lope.31 Sería larga la lista de es-critoras muy secundarias, y hasta de las que no sabían escribir, que, deeste modo, por un rasgo de la generosidad lopesca, entraron en la eter-nidad. Pero tampoco aquí es todo oro lo que reluce: Lope, que teníamucho de niño, estimulaba su propia fama, concediéndola a diosas ydioses menores. En su Laurel reside como un Apolo en el Parnaso, ro-deado de sus aduladores y admiradores a los que largamente concede,con una arbitrariedad principesca, el néctar y la ambrosía que le so-braba.

Podemos aquí aplicar la teoría de la "identidad de espejo", formu-lado por el sociólogo Charles H. Cooley (1902):

Nuestro concepto de nosotros mismos está muy influido por lo quecreemos que otros aprecian en nosotros. Semejante espejismo parece te-ner tres elementos principales: la imaginación de nuestra apariencia parala otra persona; la imaginación de su juicio de aquella apariencia; ycierta clase de autoconcepto, como orgullo o mortificación. La compa-ración con un espejo apenas sugiere el segundo elemento,, el juicio ima-ginado, el cual es de importancia primordial. El carácter y el peso delotro, en cuya mente nos miramos, constituye toda la diferencia connuestro concepto. Un hombre se ufanará delante de cierta persona deuna acción —digamos de algún negocio hábil— que le daría vergüenzaconfesar a otra.32

Es cosa consabida que Lope de Vega no se llevaba bien con lamayoría de los grandes autores de la época: Cervantes, Góngora, Ruizde Alarcón, Tirso de Molina, porque le censuraban en vida y obra o

31 Laurel 27. Serrano, I, p. 409. NEL. 146. SR. 13. CEL. 444-5. LdV, Rimashumanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos. Madrid, 1634, p. ig.

32 Goodwin Watson, Social Psychology. Issues and Insights. Filadelfia-Nueva York,1966, p. 25. En una Justa poética en que Lope fue la figura principal figuran variasglosas de damas doctas. No nos extrañaría si resultara que por ejemplo las de"Iacinta Hypolita" fueran del mismo Lope: AIL SANTIS/SIMO SACRA-/mentó, en sufiesta, Iusta Poética, que LdV Car-/pio, y otros insignes Poetas de la Ciudad deToledo, y fuera del tuuieron en la Parrochial de san Nicolás de la / dicha Ciudad,a veynte y cinco / de Iunio de 1608. años. / Recopilada por Alonso García / mer-cader de libros. Toledo, Pedro Rodríguez, 1609, pp. 37-38, 45-46, 59.

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porque le emulaban en el teatro. Hizo un verdadero culto de la amis-tad, pero era muy orgulloso en todo lo tocante a su creación literariay era escaso su juicio crítico. Así los grandes poetas de la época a ve-ces son objeto de menos consideración que ciertos poetastros. Por otraparte, de este modo, a menudo Lope es el único que nos facilita por-menores sobre la vida y las obras de numerosas autoras desconocidas,que también definieron el ambiente literario, si no por su talento eneste aspecto, por sus dotes musicales, por su entusiasmo y su estímulode poetas que, en emulación con Italia, contribuyeron a la emancipa-ción cultural de la mujer.

SIMÓN A. VOSTERSUniversidad de British Columbio,