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LOS TRABAJOS EN EL PERSILES Aurora Egido Universidad de Zaragoza Dice Ovidio en su Ars amandi que la juventud es la edad de las fatigas y los trabajos, incluidos los del amor. Lo recuerda Cesare Ripa al dibujar los propios del estío en la figura de una mujer leyendo junto a un chotillo, para distinguir así entre los trabajos del alma y los del cuerpo 1 . No es, por ello, extraño que Los trabajos de Persiles y Sigismundo tengan como protagonistas naturales a dos jóvenes enamorados cuyos pasos avanzan en consonancia con una obra que representa también los afanes del autor al escribirla. Éste, que ya había ironizado sobre el tópico prologal de los trabajos del escritor en el Quijote de 1605, los tomará, esta vez, como índice y lema, en toda su anchura". La voz trabajos se menciona a este respecto con distintas variantes en los preliminares, y la licencia hace hincapié en el "mucho estudio y trabajo" que el propio Cervantes había puesto en ella 3 . De este modo, corren parejas en ella no sólo la peregrinación de los protagonistas por el camino de la vida con la del autor por la escritura, sino la de los trabajos de unos y otro a lo largo de la misma. Consecuente con ello, es que la identificación aparente entre peregrinación y trabajos haya forzado en ocasiones la traducción del título, como apunta Carlos Romero, aunque es evidente que Cervantes distingue a la perfección ambos voca- blos 4 . La fusión o relación mencionada concuerda además con el doble juego de toda alegoría, compuesta tradicionalmente por la peregrinatio y la bellum intestinum, bien que trasladadas, en este caso, al camino y la batalla del diario vivir. Asunto bien cono- cido, si tenemos en cuenta el título completo del Cavallero del Sol de Hernández de Villaumbrales, como veremos más ade- lante 5 . ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Aurora EGIDO. Los trabajos en el «Persiles»

LOS TRABAJOSEN EL PERSILES - cvc.cervantes.es · Los trabajos de Persiles y Sigismundo tengan como protagonistas ... desgracias y trabajos cuando se comunican suelen aliviarse"

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LOS TRABAJOS EN EL PERSILES

Aurora Egido Universidad de Zaragoza

Dice Ovidio en su Ars amandi que la juventud es la edad de las fatigas y los trabajos, incluidos los del amor. Lo recuerda Cesare Ripa al dibujar los propios del estío en la figura de una mujer leyendo junto a un chotillo, para distinguir así entre los trabajos del alma y los del cuerpo 1. No es, por ello, extraño que Los trabajos de Persiles y Sigismundo tengan como protagonistas naturales a dos jóvenes enamorados cuyos pasos avanzan en consonancia con una obra que representa también los afanes del autor al escribirla. Éste, que ya había ironizado sobre el tópico prologal de los trabajos del escritor en el Quijote de 1605, los tomará, esta vez, como índice y lema, en toda su anchura". La voz trabajos se menciona a este respecto con distintas variantes en los preliminares, y la licencia hace hincapié en el "mucho estudio y trabajo" que el propio Cervantes había puesto en ella 3. De este modo, corren parejas en ella no sólo la peregrinación de los protagonistas por el camino de la vida con la del autor por la escritura, sino la de los trabajos de unos y otro a lo largo de la misma. Consecuente con ello, es que la identificación aparente entre peregrinación y trabajos haya forzado en ocasiones la traducción del título, como apunta Carlos Romero, aunque es evidente que Cervantes distingue a la perfección ambos voca­blos 4 . La fusión o relación mencionada concuerda además con el doble juego de toda alegoría, compuesta tradicionalmente por la peregrinatio y la bellum intestinum, bien que trasladadas, en este caso, al camino y la batalla del diario vivir. Asunto bien cono­cido, si tenemos en cuenta el título completo del Cavallero del Sol de Hernández de Villaumbrales, como veremos más ade­lante 5 .

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Ya Terzano corrigió en 1945 los supuestos de Schevill y Bonilla acerca de la equivalencia de peregrinación y trabajos, repetida por Hurtado y Palencia o por Cejador y mantenida con oscilaciones por Romera Navarro. Terzano fue rotunda al respecto, afirmando que, en El Persiles, "ni una sola vez aparece la palabra trabajos con el sentido de peregrinaciones y, por el contrario, siempre con el significado -aparte, claro está, del de ocupación- de penalidades y sufrimientos, que es el que concuer­da con la etimología" 6. Desde nuestro análisis, Cervantes atiende en esta obra a la doble definición que ya Covarrubias asignó a la palabra en su Tesoro, donde trabajo significa, por un lado, el cuidado y diligencia en el obrar (sobre todo si se trata de trabajos manuales) y, por otro, la dificultad, necesidad o aflicción corporal o anímica 7.

Obviamente el sentido más claro del término asoma ya en el capítulo II del libro I donde el mancebo dice a Taurisa "que las desgracias y trabajos cuando se comunican suelen aliviarse" (p. 134) 8. Allí se pone además en evidencia que la mayor encomien­da de El Persiles era la de tratar de los trabajos del alma, y que la primera muestra de éstos consistía en todo cuanto conlleva para Periandro verse vestido de mujer; sacrificio que discurre en para­lelo con el que sufre la paciente Auristela 9. Claro que la obra va a tener en cuenta también las fatigas corporales, patentes en el esfuerzo del remero, como paradigma de la fortaleza y constan­cia que su ejercicio implicaba 1 0. Pronto, sin embargo, salta a la vista que dichos trabajos son consustanciales a la miseria del hombre, que se verá abocado a hechos como el del "suceso miserable de la abrasada isla" (p. 180) o a las "desgracias" acumuladas en las historias de Antonio o del "bárbaro italiano" (p. 184). El relato de cada una de las vidas que se abren a la consideración de los oyentes y lectores, incide constantemente en ese aspecto crucial de la doble concepción -digna y miserable del hombre-, tan afín a los presupuestos del Renacimiento, que es la que, en realidad, articula El Persiles de principio a fin". El traba­jo tenía además, por definición, un componente de concierto y concordia que nos parece esencial, tratándose de una obra que busca como término la armonía 1 2 .

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Pero si el trabajo se considera como desgracia de la condición humana, agravada por el pecado, también es cierto que tiene un papel de liberación que no puede atajarse por caminos perversos, como ocurre cuando Rutilio trata de conseguir la libertad de su prisión por las mañas de una hechicera 3 . Su relato aclara también, por si hiciera falta, los téminos humanos en los que él y ella se mueven, pues no sólo se describe a sí mismo como un "miserable", sino que tilda de otro tanto a la que finalmente morirá a sus manos 1 5 . En el plano simbólico, la prisión de Rutilio parece ser el paradigma del hombre encarcelado que no debe salir de su estado miserable a requerimientos diabólicos, sino por su propio esfuerzo, según hará él mismo más tarde cuando vaya a la ciudad noruega en la que aprenderá el oficio de "orífice". El Persiles consagra así la dignidad del trabajo de las manos con el que Rutilio cumple el mandato bíblico de ganar el pan con el sudor de su frente desde una perspectiva afín, como luego veremos, a los dictados paulinos que valoraron la faz de un Cristo obrero que arremetió contra la pereza 1 6 . Cervantes hace con ello un canto al quehacer del aurífice (muy en la línea del paso propiciado por el Renacimiento de artesano a artista), que se prolonga en el plano económico cuando este personaje aprende además a vender su mercancía por las islas (p. 192). Rutilio encarna así la posibilidad de alcanzar el rumbo de un viaje feliz gracias al cielo, pero, sobre todo, a sus manos que le han permitido sobrepasar con diginidad sus miserias. 1 7 De esta forma, como ocurre en otros muchos planos, las historias particulares dan sentido a la principal complementándola y enriqueciéndola.

Pero el trabajo manual se cristaliza particularmente en los trabajos del mar cada vez que los personajes se embarcan, y en otros muchos que les esperan cuando llegan a las islas y se ponen a unir esfuerzos que les permitan seguir adelante, ya sea al hacer fuego o al construir una barraca que les proteja 1 8 . Cervantes pare­ce ir así construyendo a lo largo de la obra una pequeña historia de los avances de la humanidad en este punto como parte de los progresos de la dignidad del hombre mismo 1 9 . El Persiles recoge con ello la idea renacentista del homo faber que el cristianismo había hecho suya, destacándolo como participación en la obra divina de la creación, lo que le dio un valor salvífico en el que

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también contaba su valor penitencial" . Cervantes asimila de esta forma los presupuestos modernos que consideraban positivo el trabajo manual, especialmente el de los oficios artesanales, abo­gando por la labor frente al ocio, vicio execrable que también denunciaron muchos de sus coetáneos, como Pedro de Guzmán 2 1 .

El aspecto menestral de los trabajos de Rutilio cobra, sin embargo, un giro radical en la historia de Manuel de Sosa, tan cargada de infortunios anímicos que le llevarán a morir de pena. Toda una filosofía del trabajo como desgracia amorosa cristaliza en la vida de este melancólico in extremis, de la que Periandro y Amístela sacarán sus propias conclusiones. El soneto del derre­tido portugués marca ya la idea de una navegación segura que sortea Scilas y Caribdis hasta llegar a buen puerto merced a la honestidad y a la firmeza (p.196). Dichos presupuestos se am­plían además con el añadido de la esperanza implorada por Auristela para "derribar infortunios" y sacar luz de las tinieblas"". Es entonces cuando la superación se incardina en el ejercicio de esa virtud teologal que, combinada con las otras dos, resulta de tanta significación a lo largo de toda la obra, pues gracias a ella se consigue progresar e incluso superar el desaliento que puede llevar al suicidio. En este sentido, Cervantes dice que el "traba­jado" no debe acabar "desesperado", sino tener puesta su espe­ranza en la misericordia infinita de Dios que le impide quitarse la vida.

El camino de la existencia está lleno de trabajos de todo tipo que el hombre debe cumplir o sortear, a tenor de las mudanzas o cambio de fortuna 2 3. También cabe considerar, a este propósito, el valor del trabajo como prueba, consustancial al libro de Job, y que en esta obra conforma la filosofía misma que la sostiene, ceñida a la superación constante de todos los obstáculos que se interponen en el camino hasta llegar a buen puerto 2 4 . El final feliz de la obra es, por ello, consecuente con el sorteo y superación de barreras y sufrimientos que llevan a cabo los protagonistas. Ya las figuras bíblicas de Job y Tobías habían logrado además ver en vida la cuarta generación, alcanzando esa longevidad y felicidad que van a ser el término de Periandro y Auristela como justo premio a su virtud 2 5 .

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A lo largo del libro I el lector toma conciencia de que todos los personajes han trabajado o sufrido y que la acepción cubre tanto los padecimientos del alma como los esfuerzos que requiere cualquier oficio, incluido el de los remeros que conducen las naves o el que conlleva la astrología judiciaria a la que Mauricio ha dedicado sus estudios. Aunque Cervantes no da el mismo tra­tamiento a la ciencia del mago que al oficio de danzar o al de sastre, del que habla con cierta ironía 2 6 . Los trabajos o desven­turas del mar son los más acuciantes, por estar a merced de la fortuna, en ese primer libro en el que las "desventuras" marcan la vida de los protagonistas. Y otro tanto ocurre con el concepto de "desgracias" aplicado a las que ha pasado Auristela, según dice Arna ldo 2 7 .

El título completo de la obra no sólo abre el capítulo primero, repitiéndolo parcialmente en el ventiuno del primer libro, sino que lo cierra, engarzándolo con el principio del libro II que, sin embargo, evitará la reiteración al final, lo mismo que el tercero. Dado que el cuarto y último recogerá completo el epígrafe al principio y lo repetirá casi por entero en el colofón, nos damos cuenta de que, en este punto, además de la simetría existente entre los libros uno y cuatro, dos y tres respectivamente, domina, en todos los casos, el enunciado de los "trabajos" de Persiles y Sigismunda (patente en los inicios de todos los libros y en los finales de dos de ellos) sobre el de "peregrina historia", que aparece al final del segundo, y sobre el de "historia", que se da en el tercero 2 8 .

Es evidente, sin embargo, que Cervantes trata por todos los medios de evitar reiteraciones inútiles de la palabra en cuestión, tejiendo una red de correspondencias léxicas que lo hacen posi­ble, y que van desde las penalidades y sufrimientos a las mudan­zas adversas de la fortuna, pasando por las desgracias y sucesos miserables en todos los planos de la existencia. Claro que no faltan, a cambio, como decimos, los conceptos positivos del tra­bajo como superación y alivio o como aprendizaje, oficio e industria, estudio y ejercicio. Como siempre, Cervantes lo dice hilando, al mostrar a los ojos de los lectores el decurso de una vida bullente, llena de trabajos corporales y anímicos, sin que sea necesario nombrarlos, toda vez que se han delimitado los equiva-

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lentes léxicos y conceptuales en los primeros capítulos. La formu­lación clave de la obra no los evitará, sin embargo, en su enun­ciado, cuando Periandro diga de sí mismo y de su "hermana" Auristela que son dos "miserables peregrinos desterrados de su patria" que van de camino a la "santa ciudad de Roma" ( pp. 232-3). De este modo, la peregrinación se une también a la condición miserable del hombre desterrado que busca el norte de la patria perdida en el orden religioso, dando sentido a todos los avatares que se interpongan en el camino.

En los dos primeros libros Cervantes recogerá además un tópico ampliamente conocido al que no fueron ajenas las Sole­dades gongorinas y que había sido acrisolado por Antonio de Guevara en su Libro de los inventores del arte de marear, y de muchos trabajos que pasan en las galeras, donde se daba cuenta de los infortunios propios de la navegación que, por cierto, llenarían tantas novelas de aventuras, memoriales y libros de viaje 2 9. Los trabajos son así coherentes con el género mismo de la obra, pues de ellos están hechos todas las novelas bizantinas en sus múltiples variantes.

El libro II se centrará con mayor ahínco en los trabajos de los protagonistas principales, aunque sin olvidar los que sufren aque­llos míseros que se quejan en medio de la tormenta (p. 281). La grande y "lastimosa historia" tragicómica que el autor pergeña mezclará, no obstante, las dichas con las desdichas, dando señas, por otro lado, de hasta qué punto el ejercicio de la escritura no está exento de perturbaciones semejantes a las que sufren los protagonistas 3 0. La conciencia de los trabajos y desasosiegos sufridos por Auristela le hacen, a su vez, esperar en un futuro más apacible, alejado de las tormentas, aunque también parece posible alcanzar eventuales remansos en el largo camino de la existencia, como ocurre en el palacio del rey Policarpo donde los protago­nistas descansan de "los trabajos pasados" (p.289). Esa paz mo­mentánea está, sin embargo, constantemente amenazada por la incertidumbre y la posibilidad de peligros futuros, que incluso hacen prever los más temidos, como dice la misma Auristela a Periandro:

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-Esta nuestra peregrinación, hermano y señor mío, tan llena de trabajos y sobresaltos, tan amenazadora de peligros, cada día y cada momento me hace temer los de la muerte y querría que diésemos traza de asegurar la vida, sosegándola en una parte, y ninguna hallo tan buena como ésta donde estamos... 3 '

De este modo, la obra avanza gracias a las coordenadas de la peregrinación y los trabajos, pues unos y otra resultan insepa­rables, lográndose así un sentido dinámico de la progresión vital y literaria.

La filosofía de los trabajos de la vida, del amor y de la muerte encuentran en Auristela su mejor pregonera. Ella es precisamente la que detalla ante Sinforosa el valor de avance que aquéllos suponen en el camino de búsqueda hacia el sosiego 3". Toda la peregrinación a Roma está marcada por los continuos trabajos y peligros, pasados y porvenir, pues, como dice Periandro a su amada "hermana", conviene que ésta tenga salud para proseguir ese largo viaje, "que aunque Roma es el cielo de la tierra, no está puesta en el cielo, y no habrá trabajos ni peligros que nos nieguen del todo el llegar a ella, puesto que los haya para dilatar el camino" (p.320). El momento es esencial, pues el lector toma conciencia de esa suerte de metanovela que los trabajos suponen en El Persiles como forma de dilatarla en sí misma. Por todo ello, tanto la progresión vital como la novelística necesitan de los afa­nes y trabajos para hacerse efectivas. Sin ellos no parece posible vivir, ni tampoco que se desarrolle el arte de novelar. El parangón entre los trabajos vividos por los protagonistas y los que atañen al autor se hace más evidente en el elogio de la diligencia que aparece en el sueño relatado por Periandro, donde éste arremete contra la ociosidad 3 3. Allí Cervantes muestra además, bien a las claras, como en El Quijote, que cada uno es artífice de su propia fortuna y que todos deben aspirar a buscar mejor suerte.

El trabajo físico se equipara entonces al de la propia actividad creadora de quien apunta a cosas grandes y convierte la azada en espada, o, como el propio autor, se ocupa de asuntos elevados semejantes al que concurre en esta obra 3 4 . Poco a poco la novela va dando cuenta de la amplísima área semántica que los trabajos

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suponen a todos los niveles, entendidos éstos como tarea, ocupa­ción y labor, pero, sobre todo, como actividad permanente y consecuente con la inquietud agustiniana de quien busca el sosiego perdido 3 5 . Lo corporal y lo espiritual están debidamente representados en una proyección dinámica, consustancial fuerza misma que la peregrinación implica, y a la par, se ha plasmado también en la obra ese sentido de penalidades y dificultades, a veces forzadas, que requieren un esfuerzo constante. Trabajos que, en definitiva, cansan y conllevan un gran esfuerzo de supe­ración 3 6 .

Cervantes identifica además en este libro los trabajos soñados y vividos por Periandro con los escritos por él mismo, mostrando de qué forma unos y otros, para ser contados, requieren distancia y ánimo sosegado, igual que cuando en el libro II destruya varios papeles para dar con las palabras que desea comunicar a Auristela. Como en caja china, El Pcrsiles introduce los trabajos soñados por Periandro dentro de aquellos supuestamente vividos por los protagonistas, de modo que éstos cobran patente de verdad a expensas de aquéllos j 7 . La intervención de Arnaldo es, en este punto, fundamental, puesto que hace patente la necesidad de armonía y sosiego a la hora de relatar algo, ya sea vivido o soñado 3 8 . La relación de las cosas pasadas, vistas desde la dis­tancia y contadas desde el estado de prosperidad producen además un placer evidente, como el que experimenta Periandro 3 9 . Y otro tanto ocurre a Renato cuando está en la isla de las Ermitas, donde, a mitad de la tormenta, da cuenta de su historia con Eusebia (p. 408). La madeja se va así enredando y todo termina por confluir en la propia esencia de lo literario a la que los trabajos contados remiten.

En este punto, cabe recordar que no sólo las palabras de Periandro, sino las de Renato son parecidas a las que Eneas pronuncia en la Eneida: "Quizá os alegre recordar aquí estos trabajos, muestra de una concomitancia más de El Persiles con el modelo virgiliano 4 0. La vinculación con esta parte, además del presupuesto de la Eneida como larga labor, entendida como suma de inspiración y trabajo, o la deuda con Virgilio del museo del porvenir cervantino -sobre la que volveremos en otro lugar-, lo sitúa en la órbita de una épica nueva que no olvida los

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modelos. Con ello, Cervantes no sólo toma la idea de una meta santificada por el espíritu de sacrificio a la luz de los ideales cristianos, así como los viajes marítimos y la arquitecmra organizada de sus libros, sino la fábrica de su propia obra en relación con los mencionados trabajos 4 1. Pues lo fundamental es la sinonimia que existe entre éstos e infortunios en el libro I de la Eneida, vv. 240-5, así como el paralelo entre el libro II de Virgilio y las dos primeras partes de El Persiles respecto a las navegaciones y la búsqueda de la patria como meta, aunque Cervantes le añada un componente religioso a la peregrinación y al trabajo de sus héroes, como es evidente.

El episodio incide además en otra clave del asunto que nos ocupa, relativa al sentido de la ociosidad, ya sea la eremítica a la que se dedican los personajes mencionados, o a la más compleja y discutida del elegido retiro de Carlos V en Yuste 4 2 . Periandro y Auristela representan, en tal aspecto, una laboriosidad perma­nente, que no tiene que ver, por supuesto, con el trabajo de las manos -por ser quienes son-, sino con una vida activa en todos los planos del existir. El libro II, al acabar con el relato del caballo de Cratilo, hace, ante el lector, aun más ambiguo el concepto de trabajo real o ficiticio, pues la historia termina con la mención de las penalidades sufridas por Periandro junto a las de Carino y Solercio (p. 417), y como si quien cuenta o imagina algo se compadeciese con los sufrimientos de los protagonistas de su relato, buscando también la conmiseración en los oyentes.

La peregrinación por tierra a Roma, mencionada al comienzo del libro III (p. 434) no estará exenta de nuevos sucesos y perso­najes que implicarán el renuevo de peligros y situaciones a sortear por los protagonistas. Respecto al trabajo de poeta, al parecer, de más ingenio que honra y provecho, aparece clara­mente parodiado a través del que ejercita el enmorado comedió­grafo de Auristela; figura en la que el propio narrador parece reflejarse con tanta sorna como distancia, distinguiendo, una vez más, entre poesía y poeta 4 3 . El lector toma conciencia así, en esta parte, de que los trabajos por mar han quedado atrás y que otros esperan a los peregrinos conforme vayan discurriendo por las tierras que cruzan, como cosa propia de la condición humana en cualquiera de sus estados, sometida además al arbitrio de la

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fortuna. La historia misma de Feliciana de la Voz se considera como trabajo que la hace llegar a buen término; ejemplo claro, al igual que tanto otros en la obra, de hasta qué grado ésta se ofrece como ejemplo contra la ociosidad mal entendida y contra la pereza 4 5 .

Por otro lado, los aspectos económicos que la peregrinación implica hacen necesario el papel de tesorera encarnado por Riela, que hará más verosímil el viaje por España y Francia hasta llegar a Roma, gracias a unas provisiones con las que afrontar las nece­sidades del camino. En ese contexto de laboriosidad, también te­ñido de sufrimiento y de misericordia, ocupa un lugar relevante la Virgen María, pues al paso por el monasterio de Guadalupe, no resulta gratuita su aparición, no sólo como símbolo salutífero en la enfermedad y en el cautiverio, o como madre de huérfanos, sino como general "reparo de las desgracias" (p. 471). Ese papel misericordioso y medianero será fundamental tanto en el progreso de la peregrinación, como en la superación de trabajos y desdichas venideras 4 6 . Frente a esos valores religiosos, la falsa peregrina mostrará más adelante la faz de la impostura repre­sentada por quienes aprovechan su ejercicio para "disculpar su ociosidad" (p. 486). De esa forma, Cenantes no sólo deslinda la peregrinación verdadera de la falsa, sino que descubre en qué consisten los verdaderos trabajos en relación con el ejercicio de la virtud.

En líneas generales, creo que la referencia directa a los trabajos disminuye claramente a partir del libro III, como si el cambio a la catolicidad y al peregrinaje a pie los hiciese menos evidentes y más ligeros, aunque también es cierto, que los sufri­dos por Periandro y Auristela se acumularán al final del libro IV. Por último, querríamos señalar que en esta segunda parte, una vez desarrollado como hilo de continuidad el amor como trabajo, tanto en los personajes principales como en los secundarios, se detalla también el que conlleva el del amor paterno, mucho más desprendido, según Cervantes, que el filial4 .

En el último libro de El Persiles culminarán a un tiempo la peregrinación y los trabajos, no sin que unos y otra se retarden hasta alcanzar un feliz término. En él, Cervantes redondeará toda la filosofía desplegada a lo largo de la obra, no sólo respecto al

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trabajo como razón vital y hasta mandato divino, sino como energía y fundamento amoroso. Ya al principio del capítulo I Auristela dice a Periandro, desvelando además su verdadero nombre:

Sólo una voluntad, ¡oh Persiles!, he tenido en toda mi vida, y esa habrá dos años que te la entregué, no forzada, sino de mi libre albedrío; la cual tan entera y firme está agora como el primer día que te hice señor della; la cual, si es posible que se aumente, se ha aumentado y crecido entre los muchos trabajos que hemos pasado (p. 628).

Cervantes daba con ello la vuelta al conocido título de Sha­kespeare, Love 's Labour Lost, convirtiendo los trabajos de amor perdidos en trabajos de amor ganados o vencidos a lo largo de una peregrinación basada en la firmeza y en la constancia. Ambas permiten que los protagonistas alcancen la felicidad, prolongán­dola incluso en sus descendentes, como -de otro modo- hicieron, con el correr de los siglos, Urbano y Simona en la conocida novela de López de Ayala, haciendo honor a la estirpe de Helio-doro 4 8 . Auristela confirma además con sus palabras la fuerza del amor, capaz de sortear todos los obstáculos. En este aspecto, conviene no olvidar la larguísima tradición que acarrearon los Amores de Ovidio, donde su autor desarrolló una milita amoris que invitaba a la diligencia y a la huida de la ociosidad 4''. Sus palabras respecto al amante parecen pintiparadas a la hora de leer El Persiles, en el que se cumple al pie de la letra la imagen ovidiana del amor que impulsa a la peregrinación y a la actividad constante:

Arremeterá contra los montes que se le pongan por delante y contra los ríos crecidos por el aguacero; pisará él por encima de montones de nieve, y si tiene que cnizar el mar, no pondrá como pretexto para no hacerlo los euros huracanados ni buscará las aguas y las constelaciones propicias 5 0 .

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No en vano el Arte de amar ovidiano también expresaba una idea dinámica tanto del amor como del arte mismo, desde los primeros versos, dando por descontado que aquél andaba sujeto a constantes penalidades".

Pero aparte de los trabajos amorosos, Cervantes confirma además los que atañen a la salvación del hombre, encamados en los sufridos por la figura de Cristo. La historia de la Redención se idéntica así como trabajosa historia, paradójicamente sufrida por un Dios que descendió para sufrir padecimientos humanos. La humanidad de Cristo se convierte, de este modo, en el paradigma del mayor rebajamiento de su divinidad, realzando y dando así sentido a los trabajos pasados por los protagonistas de la obra. Con ello culminan además las enseñanzas que Auristela recibe en Roma por parte de los penitenciarios acerca de los misterios de la fe:

Mostráronle la muerte de Cristo, los trabajos de su vida, desde que se mostró en el pesebre hasta que se puso en la cruz. (p. 657)

Así las cosas, desde Belén al calvario, la vida de Jesús se concibe en esta obra cervantina como una sucesión de trabajos que, sin duda, son el paradigma del verdadero modo de afron­tarlos para el cristiano. Sus protagonistas se nos presentan como seres ejemplares en el cumplimiento de ese deber en todos los planos de la existencia, incluido el amoroso. A lo largo del ca­mino se han ido perfeccionando, en ese como en otros terrenos, afrontando en los últimos capítulos las mayores pruebas, inclui­das la de la enfermedad y la cercana muerte, con la mayor ente­reza, junto a otros personajes. No es gratuito, por tanto, que cuan­do Antonio le diga a Auristela que le confiese la verdadera identidad de ella y de Periandro, pues parecen principales y experimentados, añada: "que puesto que ayer salimos de la isla bárbara, los trabajos que has visto que hemos pasado han sido nuestros maestros en muchas cosas, y por pequeña muestra que se nos dé, sacamos el hilo de los más arduos negocios, especilmente si son de amores" (p. 695). El mismo secreto y silencio guardado hasta el final por lo perfectos amadores consituye otra clave más

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de los trabajos a que amor obliga. El término de la peregrinación y el de las aflicciones culminará con la unión de los amantes, juntando, en platónica y feliz armonía, dos almas en una y pese a que Auristela considere su vida como tragedia (p. 625).

La novela, al igual que la vida, se construye como trabajada senda de perfección y aprendizaje para el hombre que, tras vencer los cambios y mudanzas de la fortuna (p. 71 lss.), termina, como la de Auristela y Periandro, "en su larga y feliz prosperidad"(p. 714). Se cumple así el dictado implícito en la obra, al cabo de una vida de trabajos sobrellevados con paciencia y entereza.

Por todo lo dicho, creemos que El Persiles no es ajeno a la revalorización de las actividades manuales y mercantiles o a la conciencia de dignidad y honra que el trabajo y el comercio supusieron a la altura de 1600, gracias a obras como las de Cello-rigo o Pérez de Herrera, que tanto hicieron por el fomento de una laboriosidad a la que no fue tampoco ajeno el trabajo político 5 2 . El reformismo social agrario del siglo XVII está plagado de referentes bíblicos y religiosos relativos a la valoración del tra­bajo, aunque no falten voces disidentes, como la de Pedro de Valencia, que trató de desvincular el asunto del providencialismo tradicional 5 3. Felipe III, tras la pax hispana, aclamada en 1610, se vio abocado a asumir la defensa de la Iglesia y a ejercer una política europea que abarcaba los cuatro puntos cardinales y que veía en el septentrión un espacio brumoso y lleno de peligros 5 4 . No es por tanto supérfluo que el trabajo se vincule también a los servicios religiosos hechos en tierra de misiones y frente a los herejes o al cautiverio sufrido por la fe de Cristo, como muestra, por ejemplo, un sermón de la época predicado a los esclavos de Argel 5 5 . De este modo, la obra más ambiciosa de Cervantes se incardina en el contexto de los problemas más acuciantes de la España de su tiempo y que los lectores podían sentir como pro­pios.

En los más diversos tipos de literatura religiosa de la época, desde las vidas de santos a los sermones, pasando por la ascética y la mística o los mismos autos sacramentales, las penas de la vida debían soportarse por las glorias del cielo, siguiendo el ejemplo aludido de los sufrimientos de Cristo. Ya el tomismo había hecho hincapié en el valor redentor del trabajo de los

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hombres respecto a sus culpas así como el que conlleva resistir a las tentaciones del demonio 3 6 . A su vez, la susodicha hagiografía estaba plagada de títulos en los que se encarecían los trabajos de los santos, sin que faltasen al concurso los que padeció la Virgen María; y lo mismo puede decirse de la poesía cancioneril, afecta al motivo en los grados más diversos 5 7 . Es curioso, por otro lado, cómo el asunto se vinculó también a la defensa de la Tierra Santa, llevada a cabo por las órdenes religiosas, entre ellas la de San Francisco, según puede comprobarse en ese género de las rela­ciones que tantos datos proporciona para el análisis literario 5 8. Aunque tampoco haya que olvidar la literatura ya mencionada de viajes y descubrimientos, plagada de títulos y textos en los que no faltan las referencias a dicho término 3 ' '

El trabajo y la peregrinación, distintos léxica y conceptual-mente, son, sin embargo, indisolubles en la concepción novelís­tica cervantina. Ambos prestan dinamismo al relato y configuran su eje conceptual de principio a fin. Como ya dijimos, la unión de ambos en el entramado novelístico no fue ajena a otro tipo de discursos que convendría tener, por cierto, muy en cuenta a la hora de estudiar la ascendencia y descendencia de Lázaro de Tormes 6 0 . Me refiero a los opúsculos autoexculpatorios o a las relaciones de méritos. Pongo por caso el que escribió Pedro Cubero de León cuando presentó a la merced real "sus trabajos y peregrinaciones" al servicio de la monarquía y de la propagación de la fe 6 1 . La vida como tal servicio implicaba esa doble entrega, patente en numerosas relaciones y memoriales de la época, enca­minadas al logro de mercedes o a la restauración de la honra personal perdida o cuestionada 6". De ahi que el final feliz de El Persiles sea también consecuente con los esfuerzos de su prota­gonistas, que obtienen así su merecido premio.

La relación de trabajos abunda en todos los campos, tanto religiosos como profanos, sin que falten al concurso los que los vinculan a los diluvios y otros desastres de la naturaleza, asunto nada ajeno al Pcrsdes63. Tampoco faltan curiosamente las relaciones de trabajos o infortunios de amor, como confirma un romance de principios del siglo XVIII sobre la trágica historia de unos amantes de Ronda 6 4 , de esta forma, los trabajos terminan

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por identificarse con todas las obras humanas como signo vital a veces vinculado a la moral estoica 6 5.

De toda la literatura al uso, es en la religiosa donde abundan por doquier los títulos relativos a los trabajos ya aludidos, que tienen siempre como modelo los sufridos en la figura de Cristo 6 6 . Ya Santa Teresa recogía el asunto en sus cartas, dando por buenos todos los sufridos por el amor de Dios que antes los padeció por los hombres. También fray Luis de León se preguntaría en los Nombres: "¿Qué lengua podrá decir los trabajos y dolores que Cristo puso sobre sus hombros?" 6 7 . La monja carmelita tenía una doble idea, muy cristiana, de los valores positivos y negativos del trabajo, considerándolo como miseria, pero también con valor redencional, y distinguiendo claramente entre los trabajos del cuerpo y los del espíritu, a veces más dolorosos que aquéllos, como muestran tanta páginas de su Vida".

Lo cierto es que una buena parte de la literatura ascética y mística del Siglo de Oro se basa en los presupuestos de labo­riosidad y sufrimiento constantes, sublimados por la trascen­dencia del modelo de Cristo, María, San José o los santos. Y lo que es más interesante, no sólo la vida de Jesús en el Nuevo Testamento, sino numerosos textos del Antiguo parten del con­suelo y la luz alcanzados en los trabajos de la vida, según el propio Fray Luis (tan buen lector de Job) cuando expresa sus ansias de evasión desde dictados paulinos: "Porque cuando volare de esta cárcel de tierra en que ahora nuestra alma presa trabaja y afana, como metida en tinieblas..." 6 9. Frase hecha a la medida de los desvelos de Persiles y Sigismunda, porque el texto luisiano va precedido además de otro en el que se integran a la perfección los trabajos de la vida y la peregrinación de la existencia °. La clave de todo ello creo está en las Epístolas 1 y 2 de San Pablo a los Corintios, sin las que difícilmente tienen sentido Los trabajos de Persiles y Sigismunda 1.

San Pablo dignificó el trabajo y la fatiga, atacando la ocio­sidad y la pereza, considerándolos también como paradigma del hombre libre en Cristo Pues si Job había dicho que el hombre ha nacido para trabajar como el pájaro para volar, y el trabajo gozaba de estatus propio con anterioridad al pecado, como com-

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plemento de la obra divina de la creación -según el Génesis- el sentido de sufrimiento y castigo había gozado, a su vez, de una amplia tradición bíblica que luego fue seguida, en parte, por el Nuevo Testamento13 San Pablo dio así nuevo sentido a la tradi­ción bíblica personificada particularmente en Job, Jacob, David y Tobías que prefiguraron la figura de Cristo-hombre y, por exten­sión, la de María, los santos y los mártires que dignificaron su vida con el trabajo. El catálogo de obras que trataron del tema se haría interminable, incluidas obras teatrales como Los trabajos de Tobías de Rojas Zorrilla, Los trabajos de David de Gaspar Lozano o Los trabajos de Job de Lope de Vega, sin olvidar la variante entremesil que puso dichos trabajos en la picota de la risa ni toda la historia del arte que los plasmó en pinturas y esculturas de variado signo 7 4 . El mismo Rojas Zorrilla perfiló desde esa perspectiva la trágica historia amorosa de su comedia Persiles y Sigismundo, donde se vinculan a la pobreza inicial y al disfraz de los protagonistas, así como a los muchos avatares y desgracias por los que pasa su vida amorosa, que termina con la muerte de ambos al querer permanecer juntos. 5 Otros personajes bíblicos, entre ellos Moisés, Gedeón, Saúl y José, aparecen también como paradigma del trabajo enviado por voluntad divina que el Antiguo Testamento consolidó como deber del hombre desterrado 7 6 .

Pero al lado de la variante religiosa, es evidente que Cervantes tuvo plena conciencia de la tradición pagana. Más allá de la teoría de la navegación en Los trabajos y los días de Hesío-do, vinculados al mito de Pandora y al de Prometeo, fueron las figuras de Ulises y Hércules las que gozaron de una mayor tradición relativa al tema que nos ocupa como muestra, entre otras obras, la comedia de Luis de Belmonte Los trabajos de Ulises". En la época de Carlos II, los Trabajos y afanes de Hércules, del caballero Juan Francisco Fernández de Heredia, muestra a las claras esa variada y rica fusión de fuentes cristianas y paganas acumulada con el correr de los siglos que El Persiles podía representar, aplicada, en este caso, a un espejo político de príncipes, pues no en vano se partía de Hércules como fundador de la monarquía hispana 7 8 . Ello casa perfectamente con el rango principesco de Persiles y Sigismunda, que sortean con hercúlea

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paciencia y fortaleza todos los obstáculos con los que se encuentran en el camino, incluidos los "triunfos del amor" de Alcides invocados por Fernández de Heredia, que, "como todos los demás (nos dice), sirvieron para hacerle inmortal" 7 9 .

Desde don Enrique de Villena a los preciosos grabados de Tempesta, los trabajos hercúleos gozaron de amplísima tradición en la literatura y en el arte, sin olvidar el anchísimo campo de la emblemática donde tanto abundan 8 0 . El propio Lope utilizó con largueza el tema, mezclándolo con el bíblico-nacionalista, que veia en la casa de Austria la encarnación de David-Cristo y Hércules, en un proceso de cristianización patente en otros mu­chos escritores de la época 8 1 . Sin olvidar cuantos trabajos conte­nía, por otro lado, El peregrino en su patria, incluidos los padecidos en el mar 8 2 . Lo cierto es que la tradición alegórica de los Doze trabajos de Hércules de Villena había dejado sus secuelas como modelo de ideales éticos que ya analizara con tiento Margherita Morreale 8 3 . A la altura de El Persiles, el sincretismo sacroporfano era inmenso, y Cervantes supo apro­vecharlo a su modo tratando de dar un sentido renovador al concepto, como paradigma de la vida del hombre en su más amplio sentido. Él muestra además un alto grado de lexica-lización de los trabajos de Alcides, desprendidos ya de la ganga mitológica y apenas vislumbrados en el eje alegórico- moral de su obra. Pues si Villena había plasmado la idea de Hércules como "espejo actual a los gloriosos cavalleros en armada cavalleria", y ejemplo de virtudes, Cervantes trasladó el paradigma a las acciones virtuosas de los príncipes y demás personajes que en la obra van "desfaziendo la texedura de los vicios", por decirlo en palabras del marqués, pero ya sin la veladura mitológica 8 4 . En este caso ya no se trata de trabajos divinos, sino humanos, llevados a cabo por príncipes, nobles o personas del común, pero marcados siempre por un ideal virtuoso que otros personajes, sin embargo, deturpan con sus vicios. Lejos de connotaciones mitoló­gicas, éstos podrían servir de paradigma a los lectores, cualquiera que fuese su condición, no sólo del esfuerzo tenaz y magnificado, sino del camino discreto a que toda elección obliga en el bivio humano que el mito de Hércules implicaba desde antiguo.

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Por otra parte, la defensa en las tragedias de Séneca aplicadas al mito de Hércules, quien planteó en ellas el debate de la ratio frente al furor, facilitó la lectura de los avatares de Alcides en clave moral, lo que permitiría a Cervantes un tratamiento que aparece también cristalizado en la comedia de Felipe Godínez, La paciencia en los trabajos?' Pero El Persiles, que presenta bien a las claras la complejidad de la existencia, ofrece, como decimos, en su tejido, un nutrido catálogo de personajes viciosos a quienes la ociosidad y merma de virtud lleva al castigo o a la destrucción, siendo éstos los que, paradójicamente, prestan más moralidad y dinamismo al relato 8 6 . Frente a ellos, la felicidad y la salvación esperan a los virtuosos. Vistas así las cosas, es evidente el desgaste que debió suponer la impostura que el mal uso de la palabra supuso en numerosas relaciones de la época en las que sus autores, como nuevos Lázaros, trataban de rescatar o afirmar su honra contando los trabajos y adversidades sufridas al rey o a quien se lo demandara. Y a ese propósito es cuando El Persiles se nos aparece como el reverso de una autobiografía que conocía muy bien su autor. Me refiero, claro está, a la Vida y travajos de Gerónimo de Passamonte, supuestamente escrita con ínfulas morales por un autor que parecía haber sido acusado constan­temente de todo lo contrario 8

La lejanía desde la que Cervantes se situó respecto a las fortunas y adversidades de la picaresca encontró en la obra que nos ocupa un capítulo sustancial, a leguas de los trabajos, más viciosos que edificantes, de Jerónimo de Pasamonte. Cervantes pudo leer, como es plausible, la poco admirable historia de quien se dibuja a sí mismo amigo de reliquias y agnusdeis, sufriendo constantes enfermedades y dolores como hombre miserable, y desde luego conoció al personaje y tuvo noticia cabal del título del libro y probablemente de su contenido 8 8 . Los trabajos pasamontinos se hilan en el entremado de una vida viajera y sin norte que el autor se fuerza a cada paso en teñir de providen-cialismo 8 9 . El pliego de descargos que componen los cuarenta y cuatro artículos de su infamia poco tiene que ver con los trabajos cervantinos, sus antípodas 9 0 . El parámetro de una vida compuesta de argumentos que exageran hasta la náusea el talante religioso para encubrir las miserias de su autor está a leguas de distancia

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del ideal que rige la obra cervantina 9 1 . La larga peregrinación sin rumbo de Pasamonte, que incluso pasa por Roma y pretende ir a Jerusalén, son el reverso de los que configuraron El Persiles92.

Ya en El Quijote Cervantes había delimitado un particular y amplio sentido de los trabajos, y son muchos los lazos econó­micos, jurídicos y anímicos que, en tal sentido, muestra con su última novela 9 3 . En el "Discurso de las amias y las letras" de la Primera Parte había hablado de la necesidad de mezclar cuerpo y espíritu en los trabajos de la guerra, comparando también los del soldado con los del letrado y sin olvidarse de los del estudiante 9 4 . El asunto no escapó al apócrifo Avellaneda, que también los identificó con los esfuerzos, sufrimientos, afanes, tribulaciones y aventuras de un héroe que él calificó como "Caballero de los Trabajos", sin olvidar los que conllevaba el amor, con otros muchos desasosiegos y peligros del camino 9 5 . Pero fue en El Persiles donde Cervantes los tomó como motor de la existencia que permite al hombre seguir adelante hasta lograr una meta digna que premie el esfuerzo de superarlos.

La relación entre los Trabajos de Pasamonte y el título de El Persiles no pasó desapercibida a la sagacidad de Martín de Riquer, más allá de todo lo relativo a la presencia de su autor en las dos partes de El Quijote y de su posible identidad con Avellaneda; ésta afirmada recientemente con rotundidad por Alfonso Martín 9 6 . El título pasamontino, deducido de los preli­minares y conectado con la larga tradición inaugurada por La Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, identifica lo que de éstas hay en los trabajos, además de la adscripción genérica de unas y otras al título y al texto del anónimo 9 7 . Si Cervantes no sólo tuvo noticia antes de publicar El Quijote de la Vida que Pasamonte había empezado a redactar en 1593, sino que, como es plausible, lo llegó a leer, ello afectaría también a El Persiles, donde consagraría la medida y el talante de los verdaderos trabajos frente a los de un impostor como aquél. Aunque, también es cierto, había ya suficientes motivos para otro tanto a la vista de la impronta que el susodicho término tenía en las novelas picarescas de entonces. El tema desborda el alcance de estas páginas en cuanto se refiere a la identidad de Pasamonte y Avellaneda, pero ilumina un Persiles que se alzaría no sólo

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contra los trabajos del soldado aragonés, sino contra todos cuantos los cifraban en desgracias viciosas sin rumbo ni meta en relaciones auténticas o ficticias más o menos relacionadas con las novelas picarescas y publicadas bajo especies de moralidad. 9 S .

Cervantes quiso construir una nueva épica, fundada, como quería López Pinciano, en "la imitación de una acción grave, hecha para quitar las pasiones del alma", y basada en una fábula protagonizada por un príncipe digno, cuya historia fuera vero­símil y admirable, y no como la que construyeron Pasamonte y la larga descendencia de Lázaro de Tonnes 9 9 . El autor de El Per-siles prefirió los amplios caminos épicos de la novela de aven­turas para representar el ideal de los verdaderos trabajos que el hombre de su tiempo podía y debía sufrir y librar, alejándose de la impostura que representaban los relatos picarescos supues­tamente reales o aquellos que daban fe de una existencia atrabiliaria justificada ante terceros.

El cerco entre La Vida de Pasamonte y el Quijote de Ave­llaneda, donde aparece el mencionado Caballero de los Trabajos, se va estrechando cada vez más, aunque no deja de ser llamativa la notable mejoría que, como escritor, experimentó el primero, andando los años, caso de que los dos autores fueran el mismo 1 0 0 . Pero ni la obra firmada por Pasamonte ni la que rubricó un tal Avellaneda se acercaron a la dignidad del concepto que Los trabajos de Persilesy Sigismundo supusieron, tan alejados, éstos, de la tradición de la autobiografía exculpatoria, entre otras muchas cosas ' 0 1 . Desde el punto de vista literario, lo fundamental es que los trabajos cervantinos no son azarosos como los que nutren las novelas picarescas o los afanes pasamontinos -por no hablar de los de Avellaneda- sino que se construyen como eslabones de una larga peregrinación trazada en función de una meta determinada. Ellos incluyen prisión y llanto, disfraces que trastocan su condición y su sexo, con toda clase de sacrificios sin cuento que van desde el abandono de la patria y las incomo­didades del camino a las desgracias aberrantes a que la circuns­tancia obliga, como en el caso de Transila.

Todo tipo de naufragios y penalidades esperan a los vivos. Trabajos de amor y celos, de enfermedad y muerte, hechicería, desarraigo, cautiverio, robos, engaños, raptos, perjurio y viola-

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ciones, aparte los que se derivan de los fenómenos de la naturaleza adversa. Los ataques de enemigos y corsarios, los saqueos y venganzas, y un sin fin de padecimientos que bordan la tela de la experiencia se van cruzando sin descanso en la vida de unos seres que sucumbirán o acabarán felizmente si son capaces de superarlos y vencerlos virtuosamente. La novela bizantina, incluida la que nos ocupa, se sitúa, de este modo, en el polo opuesto de la relación de vidas mendicantes y ociosas sin meta alguna, propias de la picaresca, que, como El Guzmán de Alfa-rache, trataban con doble filo "los trabajos que Dios manda", exaltando aquellos que se basan en una progresión vital, activa y virtuosa, con un destino concreto 1 0 2 . A Cervantes no podía haber­le pasado por alto la tremenda contradicción y la confluencia entre el caminar por la vida y los trabajos que representaba la obra de Mateo Alemán. El Guzmán III, 8 se cerraba precisamente en el monte de las miserias al que el vicio había encumbrado a su protagonista, quien se decía a sí mismo: "Estos trabajos, eso que padeces y cuidado que tomas en servir a ese tu amo, ponió a la cuenta de Dios". Tal parecía ser el precio de la gracia, sumado al que pagó Cristo con los suyos, y que a Cervantes (como a los críticos modernos del Guzmán) pudo sumir en la duda no sólo acerca de la fiabilidad de semejante conversión, sino del trasfondo de estas palabras surgidas de una boca infame en la que Dios "banquetea" con pobreza, trabajos y persecuciones a sus elegidos:

¿Qué tuvo Dios, qué padeció Dios? Trabajos. Pues cuando partiere dellos contigo, mucho te quiere, su regalado eres. Fiesta te hace...

La palabra "desgracias" con la que se remata El Guzmán, poniéndole fin, no distaba un ápice de la de "trabajos". Estos y aquélla, como justificaba en el "Elogio" Alonso de Barros, sólo podían ser leídos como producto de una "figura inconstante" cuyo "modo de vivir" el lector debía tener como "antípoda". Y esa y no otra debió ser la lectura que Miguel de Cervantes hizo de la novela de Mateo Alemán 1 0 2 .

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También cabria la tentación de leer El Persiles en la línea ya mencionada de los espejos de príncipes, tal y como hiciera Enrique Suárez de Mendoza y Figueroa, años después, en su novela Eustorgio y Clorilene. Historia moscóvica. En ésta se desarrolla la idea de que "tras los trabajos vienen las glorias", haciendo además que los protagonistas vivan felizmente en la esperanza de su descendencia 1 0 3 . Pero la novela cervantina parece ofrecerse como un espejo ideal para todos, que sublimase en personajes principales la forma más excelsa y virtuosa de pasar los trabajos de la existencia, a través de una historia tan admirable que mereciera la pena el trabajo de contarla y, ¿por qué no decirlo?, de leerla.

En ella se presenta con luminosidad la transformación de los trabajos épicos de la lucha caballeresca que El Quijote ya había cubierto con el polvo del camino, proponiendo otros de nuevo cuño que podían ser reflejo de los que padecían los hombres de su tiempo en sus distintos estamentos y escalas vitales 1 0 4 . Cenantes recogió en sus páginas el sentido de esfuerzo físico que el término conllevó a partir del siglo XV, cuando se fue estrechando su uso aplicado al ejercicio de las actividades manuales, digni­ficándolas, pero no se olvidó, sino que engrandeció hasta los extremos las labores del espíritu, que eran las que más le inte­resaron 1 0 5 Sin dejar de lado el valor material del trabajo y del comercio, a la hora de la verdad, lo que realmente le preocupó y ocupó en El Persiles fue la concepción moral del mismo en todos los planos de la existencia, tal y como lo había encarecido largamente la literatura religiosa de su tiempo y el propio decurso de la novela bizantina. De ahí que los trabajos de esta obra se distancien tanto de los picarescos, e incluso del significado que el lenguaje de gemianías les había concedido en el Vocabulario de Hidalgo, de prisión o galeras.

La nueva épica en prosa, tal y como la habían anunciado los preceptistas italianos y españoles, vale decir, la cifrada en cosas grandes, pedía también grandes peregrinaciones y grandes traba­jos, encarnados en personajes igualmente grandes y principales que los hacían aún más valiosos y admirables a los ojos de los lectores. Un nuevo heroísmo surgía de ello, basado no en los avatares de la milicia caballeresca -ni siquiera desde la perspec-

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tiva de sus traslaciones a lo divino-, sino en la batalla del diario vivir, tanto exterior como interior, y en todos los órdenes de la existencia. Cervantes se situaba con ello en el polo opuesto de una historia "de sujeto humilde y bajo", como la de Guzmán de Alfarache, tal y como su propio autor la califica en el capítulo I de la Segunda Parte. Con el paso del tiempo, Baltasar Gracián crearía nuevos modelos de heroísmo y perfilaría un curso y un discurso llenos de trabajos desde una perspectiva muy distinta en El Criticón, donde volvía al perdido armazón alegórico de la novela de caballerías a lo divino, aunque situando los términos de la peregrinación en el terreno de lo humano.

Trabajos y género son inseparables. Unidos tradicionalmente a la épica clásica y a los afanes de Odiseo y de Eneas, en versiones y traducciones múltiples a las que habría que añadir los del mentado Hércules, fueron perdiendo carga mítica para ganar en ese significado moral que se ha mantenido a través de los siglos para expresar las penalidades y miserias de la vida que deben ser afrontadas con juicio y entereza. En El Persiles brillan en cada uno de sus capítulos los modos de padecerlos y sufrirlos virtuosamente. Su desenlace es así consecuente con la filosofía que la obra desgrana, cerrando el círculo iniciado por el título de tal forma, que los trabajos bien llevados, padecidos y sufridos reciben -ya en vida de sus protagonistas- el merecido pago 1 0 6 .

La novela bizantina acarreaba finales felices que, en oca­siones, implicaban al término de la peregrinación el triunfo del amor y el del catolicismo, como ocurre en Florio y Blancaflor101. Cervantes siguió en su novela esa corriente que le prestaba además un valor político añadido de cariz universalista. Los títulos de la época habían recogido además la doble vertiente de las fortunas y adversidades, destacando unas u otras, según los casos, como hicieron los traductores de Heliodoro o de Aquiles Tacio 1 0 8 . Pero fue Alonso Núñez de Reinoso en la Historia de los amores de Clareo y Florisea y los trabajos de la sin par Isea, quien presentó el mejor expolíente de esa doble faz que la obra deslinda, más allá del modelo clásico, y que buscaba en los lectores, además del deleite, la conmiseración y las lágrimas 1 0 9 . En ese sentido Cervantes trató de mezclar los efectos deleitando y conmoviendo a un tiempo. El motivo, largamente ilustrado y

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repetido en la historia del género, lo redondea también un epígono dieciochesco claramente deudor de la obra cervantina: Los trabajos de Narciso y Filomela de Vicente Martínez Colo-mer, cuyos sufridos protagonistas se casan tras aprender "en la escuela de las desgracias, que es en la que se forman los mayores hombres"" 0 .

Volviendo al comienzo, creo que fue el ya mencionado Cavallero del Sol. Libro intitulado peregrinación de la vida del hombre puesto en batalla debaxo de los trabajos que sufrió, de Hernández de Villaumbrales, el que, a la altura de 1552, vertía a lo divino tanto los trabajos como las peregrinaciones de la caballería andante, mostrando hasta qué punto ambos eran fundamentales en el género en cuestión" 1 . Pero Cervantes, al igual que hiciera en El Quijote, sometía esta vez la herencia caballeresca en su variante religiosa a un proceso de desa-legorización y desmitificación que implicaba también el de la peregrinación y los trabajos, vistos ahora a la luz de la vero­similitud propia de la novela bizantina que hacía más plausible y efectiva la filosofía moral que la tradición conllevaba"". Periandro y Auristela, como el Caballero del Sol, salen de su corte, pero no para buscar la honra y prez de la cristiana caballería en su viejo sentido alegórico, sino el camino individual de la virtud a través de mares y caminos que remiten a una topografía y a un tiempo verificables por los lectores" 3 . Que sea la Prudencia la verdadera "autora" del Cavallero del Sol no es asunto menor, pues será ella la que rija los afanes de su protagonista, lo mismo que, como hemos demostrado en otro lugar, los de Periandro y Auristela. Su discreción, sin embargo, se emplazará ya en los márgenes de una moral moderna que ha dejado en el camino el lastre alegórico y mitológico, lexica-lizando símbolos y mitos.

Lejos de la impostura que podía representar la picaresca al respecto. Cenantes buscó en los caminos de la épica en prosa que la bizantina proporcionaba la razón y el modo de un Persiles con el que pretendía mover a los lectores, siguiendo los dictados de López Pinciano, "porque -como él decía- si otro que Ulises contara sus errores y miserias, y otro que Eneas contara sus trabajos y desventuras, no fuera la narración tan miserable, ansí

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como de la trágica viene parte de la compassión y misericordia: faltara mucho al deleyte de tal acción"" . Y es que las novelas también las escriben los lectores en la medida en que éstas se proyectan en una visión del mundo con la que se pretende aleccionarlos. Claro que Cervantes no sólo se ocupó de los tra­bajos graves, sino de todos cuantos cristalizan en el prisma vital, convirtiéndolos en la sustancia de una novela en la que la lección del Quijote, de las mismas Ejemplares y hasta de los Entremeses y Comedias, aparece constantemente en la mezcla de géneros y vidas que la componen" 5 . Finísimo hilado en el que se tejieron también los trabajos y los días de un novelista que demostró con creces, en El Persiles y con El Persiles, no sólo que omnia vincit amor, sino sobre todo, que labor omnia vincit.

NOTAS

1 Cesare Ripa, Iconología, Madrid. Akal. 1987.1 pp. 398 ss. La mujer desarrapada se asienta sobre la hierba verde como la esperanza que la mantiene (Cicerón. Tusculanas II). El choto, la hoz y el buey simbolizan los trabajos del cuerpo. La idea también la desarrolla Ovidio en Amores. ed. de Vicente Cristóbal López, Madrid, Gredos, 1989, p. 234: "La edad idónea para la guerra conviene también al amor. Cosa inútil es un soldado viejo, cosa inútil es el amor de un viejo". En El Persiles ello se cumple fielmente, no sólo por la juventud de los peregrinos amantes, sino por la critica al viejo enamorado Policarpo.

" Para ese aspecto en El Quijote de 1605: "Porque te sé decir que, aunque me costó algún trabajo componerle, ninguno tuve por mayor, que hacer esta prefación que vas leyendo. Muchas veces tomé la pluma para escribille. y muchas la dejé, por no saber lo que escribía", véase J. M. Martínez Torrejón. "Creación artística en los prólogos de Cervantes". Anales Cemuitinos XXIII. 1985, p. 170.

3 El titulo: Historia de los trabajos de Persiles y Sigisinunda y la tasa ("Historia de los trabajos...") aluden a ellos. No así el prólogo ni la dedicatoria. El subtitulo los retoma luego, como veremos.. Y véase Miguel de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismundo, ed. de Carlos Romero. Madrid. Cátedra. 2002. p. 125 (por la que citaremos siempre). Convendría estudiar con detalle la traducción de la obra a las distintas lenguas. En algunos casos se confunde trabajos con viaje y peregt inación. como puede verse en la lista recogida por Romero, desde

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la francesa. Les Travaia de Persiles et de Sigismundo, Paris, Pean Richer, 1618, y la inglesa Travels of Persiles and Sigismundo. A Northern Histoiy, London, H. L. for M. L., 1619. Muchas de ellas limitan el principio a los nombres de los protagonistas. Y véase también Gabriel Martín del Río. Catálogo bibliográfico de la Sección de Cenantes en la Biblioteca Nacional de Madrid, Madrid, RABM, 1930, pp. 302 ss. Las ediciones castellanas reproducen el originario con variantes, como el de Historia de los trabajos de Persiles y Sigismundo, Barcelona, Pablo Campins, 1734. Las traducciones modernas de Romero, Marculescu, Richmond y Clark, Molho, Canavaggio y otros también muestran oscilaciones. Sobre los epígrafes de los distintos libros volveremos luego.

4Los trabajos, p. 105. Romero anota el término mostrando que los traductores lo hacen equivalente a angustias, dificultades, pruebas, pero también a viajes y aventuras, aunque a veces se les da los dos sentidos como él mismo hizo en la ed. de Milán, Mursia, 1971, Le traversie di Persile e Sigismondo. Storia Settentrionale, a cura di Franco Meregalli. Para otros títulos, Ib., pp. 86-7.

5 Ello casa además, como veremos, con la tradición vetero y novotestamentaria. Para esos presupuestos, véase nuestro estudio La fábrica de un auto sacramental: "Los encantos de lo Culpa". Univer­sidad de Salamanca, 1983. Sobre la peregrinación, A. Vilanova "El peregrino andante en El Persiles de Cervantes", Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 22, 1949, pp. 97-159; J. B. Avalle Arce, "Persiles and Allegory", Cervantes, 10, 1, 1990, pp. 7-16; S. Hutchinson, Cervantes Journey's, Madison, University of Wisconsin, 1992; A. R. Williamsen, Co(s)mic Chaos: Exploring "los trabajos de Persiles y Sigismundo, Newark, Delaware, Juan de la Cuesta, 1994, cap. 4, quien discrepa de la peregrinación como resultado de la cadena del ser (infra); y L. Deffis de Calvo, Viajeros, peregrinos y enamorados. La novela española de la peregrinación del siglo Xl'II, Pamplona Eunsa, 1999, pp. 67-96. Sobre el estado de la cuestión, Isabel Lozano, Cervantes y el mundo del Persiles, Alcalá de Henares, CEC, 1998, pp. 149 ss. Peregrinación o viaje y trabajos se unen en todas las novelas bizantinas de un modo u otro. Véase A. Cruz Casado, "El viaje como estructura narrativa: Los trabajos de Narciso y Filomela, de Vicente Martínez Colomer, una novela inédita (presentación y textos)", Dicendo. Homenaje a Francisco López Estrada 7, 1987, pp. 309-325. Para el tema del viaje en general, veáse ahora Giovanna Rabitti, "La letteratura di viaggio nell'ett Barroca", / capricci di Proteo. Percorsi e linguaggi del Barroco. Atti del Convegno di Lecce 23-26 ottobre 2000, Roma, Salerno, 2002, pp. 379-418, y AA. W . La letteratura di viaggio dal Medioevo al Rinascimento. Generi e problemi, Alessandria, ed. dell'Orso, 1989. Téngase en cuenta el incremento de viajes por Europa en el 600.

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6 Enriqueta Terzano, "Los trabajos del Persiles". Revista de Filología Hispánica. VII. 1945, pp. 51-7. recoge diversos usos del término que hemos tratado de completar y analizar aquí a nueva luz. Apunta además varios testimonios provenientes del Libro de Apolonio ("penas", "miserias"), el Cancionero, Garcilaso. la Guía de pecadores de fray Luis de Granada, las obras de Santa Teresa y El Quijote, entre otros que confirman su identificación con sufrimientos, penalidades, tormentos, etc., pero nunca con peregrinaciones. Véase al respecto Miguel de Cenantes. Persiles y Sigismundo, ed. de R. Schevill y A. Bonilla. Madrid, Bernardo Rodríguez, 1914, Obras completas, vol. I y II. p. XI. Ellos identifican peregrinaciones con trabajos y señalan concomitancias con las mudanzas y trabajos de Los amores de Clareo y Florisea de Aquiles Tacio a través de la versión de Núñez de Reinoso (infra) y de los trabajos y lances de Amadís y Oriana (Ib., pp. XIX y XXIX, respect.). También vislumbran en la obra reflejos de autobiografismo (Ib., p. XXXVII). Alberto Sánchez, "El Persiles como representación de moralidades". Anales Cervantinos, 1954, pp. 199-223. recuerda que ya Novo y Chicharro, en su Bosquejo para una edición crítica de "Los trabajos de Persiles y Sigismundo ", Madrid. 1928. declaró el título como equivalente a tribulaciones, fatigas o trabajos sufridos por los protagonistas, recogiendo diversas citas al respecto.

"Trabajo. Latine labor, el cuydado y diligencia que ponemos en obrar alguna cosa, especialmente las que son manuales que por esto llamamos trabajadores a los que las exercitan; a qualquiera cosa que trae consigo dificultad, o necessidad y aflicción de cuerpo o alma llamamos trabajo, de aquí se dixo". Autoridades recoge casi una treintena de entradas relativas a tal área, incidiendo en todas las esferas del esfuerzo físico e intelectual en cualquier oficio o ministerio. También tiene la acepción de "vencer alguna cosa", tan importante en la obra que nos ocupa, incidiendo en la implicación de cuidado, orden y método. Además lleva el significado metafórico de perturbación e inquietud y el de dificultad, impedimento, miseria, necesidad, etc. Trabajado equivale a cansado ya en la Eneida . Aparece también la equivalencia a escrito en Antonio Agustín y recoge la cita de fray Luis de Granada: "Unos hai que. por inefable providencia de Dios, reciben el premio de sus trabajos antes de los mismos trabajos, y otros después de los trabajos". Corominas-Pascual documentan la acepción de trabajar, sufrir que passó a esforzarse y laborar, ya en Berceo. A partir del XIV abunda con significado de laborar, obrar. Insisten en el sentido de sufrimiento, pena, desde Juan Ruiz a los escritores del Siglo de Oro, incluyendo El Persiles. Y véase el análisis etimológico allí recogido.

8 Romero anota en Ib., p. 134, n. 4. el tópico de las desdichas comu­nicadas que alientan el ánimo de quien las cuenta con variedad de fuentes.

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9 Ib., p. 148. Téngase en cuenta que Auristela, vestida de hombre, va a ser sacrificada como un manso cordero (p. 152), lo que, salvada la lexica-lización, la emparenta con los sacrificios de Cristo (infra).

10 Ib., p. 168. El relato del bárbaro Antonio, que cuenta "el continuo trabajo" de sus brazos al remar durante su viaje a Lisboa e Inglaterra, así como sus paradas de agotamiento y el renuevo de sus esfuerzos es bien elocuente al respecto.

" En ello se acercará ostensiblemente El Criticón. Véase nuestro estudio Humanidades y dignidad del hombre en Baltasar Gracián, Universidad de Salamanca 2002, a cuya bibliografía nos remitimos. Para el tema de la miseria del hombre es muy útil Karl Alfred Blüehr, Séneca en España, Madrid, Gredos, 1983, ss., con abundancia de fuentes, entre ellas, fray Luis de Granada y Rivadeneira, Tratado de la tribulación, donde habla de los remedios consolatorios frente al infortunio partiendo del dogma estoico (infra).

1 2 Así define el mencionado Tesoro de Covarrubias "7>a¿>íi/ar...bolver las cosas de una parte a otra y ocuparse en concertarlas; todos los que no están ociosos dezimos que trabajan o trevejan, haziendo cosas de provecho y muy útiles para si y para la república".

1 3 "Di el sí a lo que la hechicera me pidió de ser su marido, si me sacaba de aquel trabajo" (p. 186). Ella promete liberarlo y lo saca milagrosamente de la cárcel con un manto volador. En ello vemos, aparte de la bondad y de la maldad, la doble función de la palabra, tanto en sentido dinámico como estático; en ambas con acepción de desgracia.

14 Ib., pp. 189 y 191, respect. La hechicera aparece además como "desventurada" y ser maléfico. Nótese cómo el trabajo asalta en la pregunta a Rutilio sobre si tenia "algún oficio en que ganar de comer" (p. 190), considerando que el de bailarín no existía como tal en tierras noruegas.

" "Yo aprendí su oficio y, en pocos meses, ganaba de comer por mi trabajo", p. 192. Véase Génesis 3, 16 y 17; Job, 652; Eclesiastés, 795 y Eclesiástico, 833. Para la concepción bíblica del asunto. Ermanno Ancilli. Diccionario de espiritualidad, Barcelona, Herder, 1984. La idea del hombre como colaborador en la progresiva organización del universo, en Génesis 2. 15, aunque por el pecado se convirtió en castigo, según el Génesis 3, 17-9. El Nuevo Testamento magnificó la figura de Jesús obrero e hijo de obrero, glorificando el trabajo de las manos con San Pablo, como luego veremos. Así surge la idea de liberación y dominio, y a la vez de expiación.

1 6 Al ver que puede irse en barca, Rutilio dirá: "doy infinitas gracias y agora espero en la del cielo, que pues nos sacó de tanta miseria a todos, nos ha de dar, en este que pretendemos felicísimo viaje" (p. 194). Nótese

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que el episodio de Rutilio se basa en el oficio de aurífice. que requiere un maestro que le enseñe, además del comercio que dé salida al producto.

1 "Y como todos trabajaban en un punto, se vio levantada la pobre máquina donde se recogieron todos" (Ib., p. 198). En el episodio aquí citado de la isla, como en el ejercicio constante de los remeros, se ve claramente la necesidad del trabjo en común que beneficia a todos.

1 8 Para el tema en general, J. Alfaro, Hacia una teología del trabajo humano, Barcelona, Herder. 1975 y K. V. Truhlar, "Labor christianus". Teología del trabajo. Madrid, Razón y fe, 1963. Y véase la bibliografía recogida respecto a Lavoro en Diccionario enciclopédico de Teología morale, ed. de G. Campanini, Roma, 1973. pp. 460-478. Covarrubias, en su mencionado Tesoro, dice de "trabajado. El necesitado o cansado del trabajo. Trabajador, el jornalero. Proverbio: "No hay atajo sin trabajo". Trabajarse, afligirse y acongoxarse", con otras sentencias sobre el asunto.

1 9 Véase la voz trabajo en Hans Rotter y Günter Virt. Diccionario de moral cristiana. Barcelona, Herder. 1993. A. Diez Maldonado y S. Bartina. edd. Enciclopedia de la Biblia. Barcelona, Garriga. 1963. hacen un estudio léxico del término en hebreo, identificándolo con sufrimiento, fatiga y dolor. La Biblia lo considera propio de la condición humana y consecuencia de la caída del hombre, pero también acarrea sentidos positivos en el Eclesiastés y en el Eclesiástico, como ya se ha dicho. Al lado hay que considerar la tradición platónica y aristotélica, común a Homero y a Hesiodo (sobre el que volveremos), de infravaloración del trabajo manual. José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía Barcelona, Herder, 1998. matiza, sin embargo, dicho menosprecio en los clásicos. La Edad Media también lo identificó con la esclavitud, pero el artesanado se valoró cada vez más. Hay toda una metafísica sobre la valoración del mismo que lo dignifica y humaniza.

2 0 Pedro de Guzmán, Bienes del honesto trabajo y daños de la ociosidad en ocho discursos, Madrid. Imprenta Real, 1614; Luis Mexía, Appologo de la ociosidad y el trabajo..., glosado y moralizado por Cervantes de Salazar, Obras, I, Alcalá, 1546.

La frase es además un alegato contra el suicidio: "No seria esperanza aquella -dijo a esta sazón Auristela- a que pudiessen contrastar y derribar infortunios, pues, así como la luz resplandece más en las tinieblas, así la esperanza ha de estar más firme en los trabajos: que el desesperarse en ellos es acción de pechos cobardes y no hay mayor pusilanimidad ni bajeza que entregarse el trabajado, por más que lo sea. a la desesperación" (p. 197). Periandro había asegurado al portugués que. "pues yo soy vivo, no habrá trabajos que pudan matar a alguno" (Ib.)

" El concepto de mudanza es fundamental y no siempre negativo, pues a veces el buen rumbo marca los destinos, como ocurre en el relato de Manuel de Sosa: "agradezco esta mudanza y esta mejoría de navio" (p.

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197). Sobre ello y los ñudos que conforman el laberinto de la obra. Javier González Rovira. La novela bizantina de la Edad de Oro, Madrid. Credos. 1996. p. 77. Cenantes sigue con ello la tradición ariostesca. Y véanse pp. 134 ss., para la tradición de los "impedimenti" tratados por la preceptiva de Cintio y de Leonardi. en relación con la épica virgiliana acerca de la cual teorizó Tasso.

" , Claro que también cabe recordar la navegación de Ulises, sobre la que tratamos en La fábrica de un auto sacramental y sobre la que volveremos. Para Job. véase Sagrada Biblia, ed. de Nácar Colunga. Madrid, BAC, 1977, Job, 5, 17. Dios lo prueba, pese a ser justo y recto, pero él bendice los envíos del cielo que se ceban en su salud, diciendo: "¿No es milicia la vida del hombre sobre la tierra y son como los del jornalero sus días?". El caso de Tobías plantea, a su vez, el problema de los sufrimientos del justo, patentes en la obra cervantina. En ambas se desarrolló también el tema de la paciencia y el considerarlos como prueba. Su caso implica además el cautiverio y el ejercicio de la mise­ricordia. Téngase en cuenta además, como recoge Feliciano Blázquez. Diccionario de las ciencias humanas, Navarra, Verbo Divino. 1997. que para Montaigne, el trabajo tuvo también la idea genesíaca de pena o castigo, fundamentada en su origen de tripalium. instrumento de tortura.

Véase Tobías. 14. y Job, 42. 16 y 652, además de las últimas lineas de El Persiles. que parecen aplicar el concepto de felicidad del justo de ambos libros bíblicos.

""' "Señalé los sitios y cosas necesarias para que respondiese mi trabajo a mi deseo" (p. 219), dice Maruricio al explicar a su hija las técnicas de la astrología. Más adelante expondrá su filosofía sobre el contrapeso de las dedichas respecto a las buenas andanzas (p.221) que conforman la obra. Y véase p. 242 para el sastre.

"6 Ib., p. 235. para desgracias. También se identifican con fortunas: "Miserables son y temerosas las fortunas del mar" (p. 253).

"' Aparte lo ya dicho, el título completo se repite en la fe de erratas. La licencia y la aprobación hablan de "Los trabajos" (pp. 109 y 111). Luego aparecen, por este orden: "Libro primero de la historia de los trabajos de Persiles y Sigismunda" (p. 125); "Capítulo veinte y uno del Primer libro de los Trabajos de Persiles y Sigismunda" (p. 261); "Fin del primer libio de los Trabajos de Persiles y Sigismunda" (p. 276): "Libro segundo de los trabajos de Persiles y Sigismunda" (p. 277); "Y aquí dio fin a este segundo libro el autor desta peregrina historia" (p. 4255); "Libro tercero de los trabajos de Persiles y Sigismunda. Historia setentrional" (p. 427); "Y aquí dio fin nuestro autor al tercero libro desta historia" (p. 624); "Libro cuarto de los trabajos de Persiles y Sigismunda. Historia seten­trional" (p. 625); y "Fin de los trabajos de Persiles y Sigismunda" (p. 714). Respecto al empleo de la palabra, es evidente que se usa más al

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principio y que, una vez establecida la red de correspondencias léxicas y conceptuales, disminuye, sobre todo en el libro III respecto a los ante­riores, haciéndose imperceptible en el IV, donde, sin embargo, hay una acumulación de trabajos, particularmente amorosos, hasta las últimas lineas.

"8 He manejado la ed. de Coimbra. Manuel Díaz. 1657. Guevara se remonta al arte de navegar de griegos y latinos, señalando las múltiples dificultades que entraña "el trabajo del marinero" (f. 22). con el peligro de los cosarios (f. 25). En el cap. VI y en el VII habla de los muchos trabajos que pasan en galera. Véase también Mateo de Brizuela. La vida de la Galera... da cuenta en ella de los trabajos grandes que allí se padecen, Sevilla. Bartolomé Gónez de Pastrana. 1618. con una xilografía en la que se dibujan barcos en el mar. También Pedro de Aguilar, Memorias del cautivo de la Goleta en Tune:. Madrid, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1875, pp. 113-4; soneto que empieza: "Mi alma de trabajos así llena" (ms. de 1575). Fondos de la B. N. de Madrid.

2 9 Nótese que el narrador habla de la cabeza del autor comparándola con la nave volcada. Perturbado por ello, le dio al capitulo "cuatro o cinco principios, casi como dudando qué fin en él tomaría" (p. 282).

30 ib., p. 300. Téngase en cuenta que ella terminará llorando y ofre­ciéndole luego ayuda a Sinforosa, pues Roma queda lejos y teme morir antes. Los trabajos de la vida parecen culminar en los de la muerte. En relación con el tema de la ociosidad ya aludido, véase su condena en el personaje de Clodio, p. 290.

3 1 "Mis trabajos y los de mi hermano nos van leyendo en cuánto debemos estimar el sosiego y, pues que el que nos ofreces es tal, sin duda imagino que le habremos de admitir..." (/fe., p. 314). Romero anota, en la ed. que manejamos, la equivalencia leyendo, enseñando, que evidentemente hace más ilustrativo el parelelo entre la progresión vital de la novela y la de la lectura, pues además Auristela ha calificado antes a Periandro de "andante peregrino". La enfermedad es otro de los trabajos fundamentales de la obra. Sobre ella, nuestro artículo "La enfermedad como camino de perfección en la Vida de Santa Teresa". Actas del I Congreso Anglo-Hispano. de. de A. D. Deyermond y R. Penny. Madrid, Castalia, II. 1994, pp. 161-173. y "El Persiles y la enfermedad de amor" (1994). en Cervantes y las puertas del sueño. Estudios sobre "La Calatea". "ElQuijote"y "ElPersiles". Barcelona. PPU. 1994.

3~ "La baja fortuna jamás se enmendó con la ociosidad ni con la pereza: en los ánimos encogidos nunca tuvo lugar la buena dicha; nosotros mismos nos fabricamos nuestra ventura y no hay alma que no sea capaz de levantarse a su asiento" (p. 360). Para Cervantes, uno mismo puede mejorar su suerte si abandona "el pobre ajuar de unas redes y de

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unos estrechos barcos" y busca los tesoros encerrados en "el generoso trabajo" (p. 361).

1 1 Dice Periandro: "Llamo generoso trabajo del que se ocupa en cosas grandes" (p. 361). Ello tiene que ver obviamente con el elevado género de la épica, que es al que pertenece esta obra. Frente a la ociosidad o incluso frente al trabajo humilde de la pesca. Cervantes incita a la superación, al negotium basado en la elevación de asunto y rango. Nótese además que en el relato "soñado" del protagonista principal, Arnaldo le interrumpe diciendo: "Prosigue, Periandro, tu cuento sin repetir sueños, porque los ánimos trabajados los engendran muchos y confusos", uniendo, una vez más el asunto con la propia creación literaria.

3 4 Véase sobre el motivo en San Agustín, la introducción de J. B. Avalle-Arce a su ed. de Miguel de Cenantes, Los trabajos de Persiles y Sigismundo, Madrid, Castalia, 1969, y Angelo J. Di Salvo, "St. Agustine and the Persiles of Cervantes ", Studies on "don Quixote" and other Cervantine Works , ed. de D. W. Bleznidk, York, S. C. Spanish Lit. P., 1984. pp. 55-64. Carlos Romero apostilla, respecto a la idea expresada en El Persiles. p. 429. n. 1. relativa a que nuestras almas buscan el centro divino, la herencia agustiniana, más allá de las fuentes platónicas aducidas por Avalle y Molho. Téngase en cuenta además la relación con el tema de la cadena del ser, que el primero trató en su ed. cit. de Los trabajos, pp. 20-22, y que refrendó A. A. Forcione, Cervantes Christian Romance. A Study of "Persiles y Sigismundo", Princeton University Press, 1972. p. 142. Los trabajos también creo tienen que ver con esa confusión de la vida del hombre y el ordenamiento divino.

Cabe añadir que. sobre las referencias al léxico obrero o al capital modernos, pocos aspectos actuales del área semántica del trabajo recogidos en el Diccionario de María Moliner son ajenos al espíritu y la letra de El Persiles, que incluso los amplía, como vemos, en matices psicológicos y anímicos en general. No es nuestro porpósito enumerar todos los oficios de la obra, pero sí podemos decir que son relativamente escasos si los comparamos con los que eran comunes en la época, aunque son desde luego muy variados, y suficientes para dar la sensación de multiplicidad. Véase al respecto el extenso cómputo de oficios recogido por Ángel San Vicente Pino, Instrumentos para la historia del trabajo en Zaragoza en los siglos XV y Xl'I, Zaragoza. Real Sociedad Económica de Amigos del País, 1988, II, pp. 411-2.

36 Los trabajos, pp. 397-8. Periandro no sólo asienta además la base de que los peligros y enfermedades se cuentan mejor toda vez que ya han pasado, sino la de que en la condición humana las cosas buenas, como las malas, llaman unas a otras. Así que sus trabajos, por lo crecidos, parece que han llegado ya al último paradero de la miserable fortuna, y es forzoso declinen. La muerte aparece en ese momento como el último de

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los trabajos posibles. Si ésta no acude, entonces es forzosa la mudanza a bien (p. 398). Sigue en todo ello el tópico vuelco de la rueda de la fortuna. Para muerte y peregrinación, Víctor Turner, "Death and the Dead in the Pilgrimage Process", Process Permonce and Pilgrimage: A Study in Comparative Symbology. New Delhi. Concept. Pub., 1979, pp. 121-142.

3 7 La fusión entre lo onírico y lo literario es evidente en todo el episodio, lo mismo que ocurre en El Quijote en el episodio de la cueva de Montesinos, como vimos en Cenantes y las puertas del sueño .

3 8 "Dulce me ha de ser a mi ahora contar mis trabajos en este sosiego"(/¿>„ p. 397) Y véase infra.

3 9 Compárese la frase citada supra con las palabras de Renato: "Cuando los trabajos cuentan en prosperidades presentes suele ser mayor el gusto que se realiza al contarlos que fue el pesar que se recibió al sufrirlos", con Virgilio. Eneida. Madrid. Gredos. 1992, p. 126 ( y véase Ib., nota 280). El editor de esta obra, Vicente Cristóbal, hace alusión a las palabras de Renato, remitiendo también a los datos aportados por Schevill y Frank Pierce sobre la influencia virgiliana en la obra cervantina. Creo importante señalar también la huella de la visión de Eneas en el infierno acerca de los héroes romanos que estaban por venir, y que también tuvieron en cuenta Ariosto y Estacio, respecto al museo del porvenir de El Persiles.

4 0 Hay además otras similitudes basadas en la concepción arquitectónica y simétrica, en la mezcla de lo particular con lo histórico, en el perspectivismo, en las profecías, en la éckphrasis, en las técnicas de "flash-back". y en la intromisión del autor en la acción, que convendría tener más en cuenta respecto al Persiles y la Eneida.

4 1 "Modos hay de vivir que los sustenta la ociosidad y la pereza, y no es pequeña pereza dejar yo el remedio de mis trabajos en las ajenas, aunque misericordiosas manos" (Ib., p. 413). Para la cuestión relativa a la transformación de la clase ociosa, véase el cap. 3 de José Antonio Maravall. El mundo social de " La Celestina ", Madrid. Gredos. 1986. pp. 32 ss.̂

4" Es tópico cervantino, como acusa Romero en p. 442. nota 9. 4 3 "Paréceme. hermano mío -dijo Auristela a Periandro-, que los

trabajos y los peligros no solamente tienen jurisdición en el mar, sino en toda la tierra, que las desgracias e infortunios así se encuentran sobre los levantados sobre los montes como con los escondidos en sus rincones" (Ib., p. 457). La historia de Feliciana, tal y como la ve Auristela. no deja de contener sus pespuntes irónicos respecto al género, pues ésta dice que aunque no se trate de una "caida de príncipes" (véase infra). puede ser ejemplo para doncellas (p. 458). En esta parte, Cervantes liga nuevamente trabajos a fortuna , señalando la ceguera de ésta, que levanta a los que debían estar por el suelo y derriba a los que tendrían que estar sobre los

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montes de la luna. También hace hincapié en los peligros de la pereza y de la ociosidad (p. 459).

4 4 Así, dentro de la Historia de los trabajos de Pensiles y Sigismundo, se inserta la de los de Rosanio y Feliciana, o más bien los de ésta, que empieza tenebrosamente y acaba con la felicidad de ambos en la línea de la logrado por los protagonistas principales, pero por muy distintos caminos.

4 3 Ib.. p. 471. Véase nuestro trabajo "Poesía y peregrinación en El Persiles. El templo de la Virgen de Guadalupe", Actas del Tercer Congreso de ¡a Asociación de Cervantistas, Palma de Mallorca, Universität de les Ules Balears, 1998, pp. 13-41.

4 6 "Porque el amor que el padre tiene a su hijo deciende, y el decender es caminar sin trabajo; y el amor del hijo con el padre aciende y sube, que es caminar cuesta arriba" (p. 572).

4 / Sobre los trabajos de amor desde la alquimia. Ruth El Saffar, "Persiles Retort. An Alchemical Angle of Lovers'Labor", Cervantes, 10, 1990. pp. 17-33. Ramón Pérez de Ayala. Los trabajos de Urbano y Simona. Madrid. Bullón. 1963. los escribió como continuación de Luna de miel, luna de hiél, dibujando una curiosa estampa de la educación sexual española en su tiempo, que acaba con el feliz embarazo de la protagonista. La espera del hijo con la que se cierra la obra es la prolongación de "la antorcha encendida" que simbolizan los protagonistas. También cabe recordar Los trabajos del infatigable creador Pió Cid, Madrid, 1898, de Ángel Ganivet. que merecerían consideración aparte. La felicidad final de las bizantinas la anunciaba ya desde el título, como se ve en La muy deleytosa y agradable historia de los afortunados amantes Théagenes y Clariclea, según la escribió Heliodoro, Toledo, Francisco de Guzmán. 1563. Las ediciones de 1554, 1581 y 1583 se refieren sólo a "La historia". Calderón tituló su comedia como Los hijos de la fortuna Theágenes y Cariclea. El triunfo de la castidad y el sufrimiento de la enfermedad que vemos en las Etiópicas, también se da en las Efesíacas de Charitón de Afrodisía y en Leucipe y Clitofonle de Aquiles Tacio. tras las que siempre hay un final feliz.

4 8 Ovidio. Amores, v. 234. Y véase, en esa misma ed., Arte de amar, p. 400: "El amor es una forma de milicia: apartaos los sediciosos", seña­lando todo tipo de esfuerzos en la empresa.

w Ovidio, Ib.. p. 235. Y más adelante: "El que no quiera volverse perezoso, ¡que no se enamore!". También en el libro II aparece unido el amor al tema de las navegaciones. Muchos son los obstáculos que se interponen entre los amantes ovidianos, incluido el clausithyron y sus variantes (/6.,pp. 313 ss.)

*° Ovidio, Ib.. p. 349. Como indica Cristóbal López (pp. 78-9). el autor transformó el modelo amoroso pacifista de Propercio, presentándolo

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como actividad bélica llena de peligros. Téngase en cuenta además la fidelidad cervantina al Ovidio de los Amores II, 13 y al Ars amamii I. 315-6 en el tema de la solicitud del amante cuando la amada está enferma {Ib., pp. 404-5). a la hora de interpretar la última enfermedad de Auristela. Y véanse pp. 14 ss. para las huellas de Ovidio en España: y pp. 413-1. acerca de las penalidades amorosas. También cabría recordar que Cervantes, como Ovidio en los Remedia amoris, cumple con el dictado de no dar crédito a los remedios brujeriles (Ib.)

' 1 Martín González de Cellorigo, Memorial de la política necesaria y útil restauración a la república de España, Valladolid, 1600. Sobre ello, Juan I. Gutiérrez Nieto, "El pensamiento económico y social de los arbitristas". Historia de España. XXVI. El siglo del Quijote, ed. de José Cepeda. Madrid, Espasa- Calpe. 1968. Y véase en p. 279 el valor social de la laboriosidad. Es también interesante, para la comprensión de El Persiles, el capítulo de José M. Jover y M. V. López Cordón, "La imagen de Europa y el pensamiento político internacional". Ib., p. 396, donde se habla del iberocentrismo provocado por el ideal de una Europa diversa que debía ser reconquistada espiritualmente en todas sus partes desde la perspectiva propiciada por Rivadeneira, en su Historia eclesiástica del cisma de Inglaterra (1588), que predicaba la afirmación del catolicismo frente a la herejía. Sobre el concepto moderno del trabajo en Juan de Robles. Pedro de Valencia y otros coetáneos de Cervantes, José Antonio Maravall, Utopia y rejormismo en la España de los Austrias, Madrid. Siglo XXI, 1982, c a p p . 4 y 5 .

'," Para El discurso sobre la labor de la tierra, del comentarista de Góngora. véase J. A. Maravall. Utopía y rejormismo, pp. 252. 257 ss. y 303. quien lo sitúa dentro de la corriente utópica, pero con un alto sentido práctico de las necesidades del país. Véase también, del mismo. La literatura picaresca desde la historia social (siglos XVIy XJ'II), Madrid, Taurus, 1986, pp. 188ss., en relación con el tema de la ociosidad contra el que se rebelaron Pedro de Valencia y Zabaleta o Saavedia Fajardo, entre otros.

"v' José M. Jover y M. V. López Cordón, art. cit„ en op cit, p. 410. Todavía en tiempos de ese rey se cree en la Universitas christiana, partiendo de los términos de paz y unidad que tuvieron los primeros cristianos, y sintiéndose defensores del Papa y de la cristiandad en lucha contra el turco y los herejes.

54 Sermón exhortativo que el illustrissimo Señor D. Fray Antonio de Gouveia, de la Orden de San Agustín... predicó a los esclavos de Argel, persuadiéndolos a conservar la Fe, y la paciencia en la persecución, y trabajos de su dura esclavitud, Mallorca. Manuel Rodríguez y Juan Piza. 1621. A partir del recuento de tribulaciones y tormentos de la esclavitud, se dice: "suframos lo que Dios ordena, y permite para nuestra salud, y

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gloria". Véase también Sebastián Padrón y Mendoza, Relación verdadera de los sucessos que ha tenido la Redemptión de cautivos de la orden de nuestra señora de la Merced en la ciudad de Argel... en que se cuentan los trabajos que los redemptores passaron..., Madrid, Julián de Paredes, 1670: Relación verdadera donde se refieren los trabajos, destierros y modestias que han padecido los Católicos del Reyno de Inglaterra ocasionados de la irritación y encono de los protestantes anglicanos. (España, s. a. ¿16797): y Juan Antonio Baltasar, Carta del P. Provincial... en que da noticia de la e.xemplar vida, religiosas virtudes y trabajos del fervoroso misionero el venrable P. Francisco Mario Picólo, México, 1752. Este padre murió, según se dice, a manos de los indios.

" Véase Labor. Labores, Laborum, etc., en Index Thomisticum Sancti Thomae Aquinatis Operum índices et Concordantiae Frommann-Holzborg. 1979. III. 3, coll. 44632 ss.

^ Antonio Agustín, Epitome de la vida, virtudes, trabajos, prodigios, ecstasis y revelaciones del venerable padre fr. Domingo de Iesus María. Zaragoza, Juan de Ybar. 1669. donde el trabajo equivale a las pruebas del demonio. Véase también Alonso de Orozco. Lamentación devota de los grandes trabajos y martyrios de Nuestra Señora. Obras, Madrid, 1736, y Jaime Barón y Arín. Remedio universal de todas las necessidades y trabajos, el Rosario de María Santissima, Zaragoza. Luis de Cueto. 1732. Orozco emplea "lamentación" partiendo del sentido de trabajo como castigo por el pecado original que Cristo restauró con su vida y obras. Para los alcances teológicos del asunto, véase la ed. de Alonso de Orozco. Obras completas, ed. de Teófilo Aparicio, Madrid, BAC, 2001, pp. LXXVIIIss. y LXXXVIss. Téngase en cuenta que también escribió una Lamentación muy devota de los trabajos y grandes martirios de Nuestra Señora. La poesía de cancioneros muestra abundantes ejemplos del término en su más amplio sentido. Véanse Dos cancioneros españoles, ed. de Eugenio Melé y Adolfo Bonilla, Madrid, RABM, 1904, I, f. 174 v°: "Tiénenme los trabajos tan cansado..", y f. 190v°: "Descripción de la vida y trabajos que passan los estudiantes de Alcalá"; y "Glosa de Boscán a esta canción de don Jorge Manrique que dice: No sé por qué me fatiga". Empieza: "Pues trabajo en offenderme". Cancionero general de obras nuevas, nunca hasta aora impresas..., Zaragoza, Esteban G. de Nágera, 1550. No faltan los trabajos amorosos en la Segunda parte del cancionero llamado Sarao de Amor, Valencia, Juan Navarro, ff. 73v- 74v, en el villancico "Trabajo ha nascido en veros", junto a los trabajos en sentido espiritual, como en los sonetos del Vergel de flores divinas. Compuesto y recopilado por el Licenciado Juan Lope: de Úbeda, Alcalá de Henares, Juan Iñiguez de Lequerica, 1582, ff. 205v-206r; así como en la Segunda parte de las flores de poetas ilustres de España, de Juan Antonio Calderón y otros. Sevilla, Rosco. 1896, VIII, pp. 322-3: "A Dios

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en un trabajo". Véase además Alonso de Bonilla. Peregrinos pensa­mientos, de mysterios divinos en varios Versos, y Glosas Dificultosas, Baeza. Pedro de la Cuesta. 1614. f. 44v°: "Acerca de dar a Dios los trabajos por medida".

3 Blas de Buiza, Relación nueva, verdadera y copiosa, de lo sagrados lugares de Jerusalen y Tierra Santa... De los muchos trabajos y ajliciones, que por conservarlos en piedad christiana padecen los religiosos del Seráfico San Francisco, Madrid, Viuda de Alonso Martin, 1622 (con tasa de 1602. pero alusiva al viaje del obispo de Cartagena en ese año). En ella se da cuenta de los padecimientos sufridos por los franciscanos durante siglos, protegiendo además a los peregrinos pobres (ff. 72ss). Habla de los "trabajos que en el camino passaren" (f. 73v).

~8 Manuel Rodríguez, El Marañan y Amazonas: historia de los descubrimientos, entradas y reducción de naciones, trabajos malogrados de algunos conquistadores y dichosos de otros, assi temporales como espirituales, en America, Madrid. Antonio Goncález, 1684.

' 9 Véase, por ejemplo, en la B. N. de Madrid, el opúsculo de Fernando Crou. Señor, El universal escándalo que ha dado a todo el mundo... la calumnia con que... fui perseguido... me obligan a que aora salga a luz este papel con la sumaria relación de mis trabajos, si. sn. s.a (1677). Como sugerimos más adelante, este tipo de relaciones son los que justifican el Lazarillo y familia.

6 0 Pedro Cubero de León, Señor. Don Pedro Cubero... se presenta a sus Reales pies presentando sus trabajos y peregrinaciones... en el senecio de ambas majestades, y propagación de la Santa Fe Católica, si. s.n. s.a (1665). Y véase A los MMM. RR. PP. priores... del Orden de predicadores. Fr. Joseph Muñoz... en medio de los continuos trabajos, desasoiegos y afanes que trae consigo el cuidado de tan dilatada Provincia. Plaencia, s.n., ¿,1796? Todos ellos en la B. N.. como los que siguen.

6 1 Jacinto de Alcázar, Señor... del Santo oficio, dize que a servido a \M... suplica... en atención a los dichos servicios y trabajos... se siiye hazerle mercedes, si. s.a.. 1652, y Breve apuntamiento y tanto del memorial que se dio a la ¡unta de hazienda y Excelentissimo Señor conde de Castellar, Virrey del Perú, por el Maestro de Campo Gaspar de Salcedo en que le representa sus seivicios, trabajos y necessidades, si. 1., s.a. (posterior a 1668 y publicado en Perú). También aparece la susodicha palabra en relaciones de servicios eclesiásticos, como la citada de fray José Muñoz en su papel de provincial.

6 2 Véase el pliego suelto de la BN.:VE. 95-50: Copia desta carta que escrivio un cavallero de Sicilia dando cuenta de los trabajos que se han padecido en la ciudad de Dalmacia... Y por ella declarava el diluvio.

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lastimosa ruyna, que fue Dios servido de emviar a esta dicha ciudad, Málaga, Pedro Casteras. 1670

61 Primera parte. Nueva relación, y curioso romance, en que se da cuenta del caso singular, de los amantes, naturales de la ciudad de Ronda... se declaran sus trabajos y tragedias... año de 1712 (Sevilla, Francisco de Leefdael, s. a.). También se da el reverso virtuoso en Simón de Castelblanco. Trabajos del vicio, afanes del amor vicioso, monstruos de la ingratitud, Madrid, Lorenzo García, 1680. Y véase Simón de Castel­blanco. Trayciones de la hermosura y fortunas de don Carlos, trabajos del vicio, exemplos para la enmienda, Madrid, Lorenco García de la Iglesia. 1684. Otro asunto es el que reclama la Satyra graciosa y entretenida... donde se refiere los usos nuevos de las señoras damas... y sus visitas, y los trabajos que lloran sus tripas. Granada. Nicolás Prieto. 1715.

6 4 Teodoro de Almeida. El hombre feliz, independiente del mundo, y de la fortuna o Arle de vivir en qualesquier trabajos de la vida. Madrid. Imprenta Real, 1790. Y véase Felipe Godínez, La paciencia en los traba­jos, en Calderón de la Barca y otros. Comedias escogidas A'I '¡¡II. Madrid. Gregorio Rodríguez. 1662. ya citada. Para la moral estoica en relación con las aludidas miserias del hombre, K. A. Blüehr, opus cit.. pp. 355ss., donde se recoge la Epístola 107 de Séneca en la que habla de las "mudanzas" que Dios envía, mostrando ese vaivén de tormenta y calma, tan propio de la obra cervantina que analizamos. Y véase en p. 357 la larga nómina de autores que siguen el dictado senequista.

6 í Véase fray Alejo de Meneses, en religión fray Thomé de Iesus, Trabajos de Iesus, Madrid, Juan de San Vicente, 1647.

6 6 Escritos de Santa Teresa, ed. de Vicente de la Fuente, Madrid, BAE, 1879, p. 116. En carta a Jerónimo Gracián, dice:"Bien parece que lo merecen, y yo los trabajos, y con todo me dé Dios muchos por su amor". Fray Luis recoge el texto de Isaías 49.4: "Trabajado he por demás, consumido he en vano mi fortaleza por donde mi pleito es con el Señor y mi obra con el que es Dios mío".Y véase p 131. Para la carta al obispo de Osuna, p. 288. También Fray Luis de León, De los nombres de Cristo. Obras, completas I, ed. de F. García, Madrid, BAE, p. 578.

6 En otra carta muestra cómo a la oración hay que acudir con vestidura de boda y no de trabajo. El hacerse cortesano del cielo y letrado en letras soberanas, exige "tiempo y trabajo de espíritu" Véanse Escritos... p. 287.

6 8 Fray Luis, opus cit.. p. 403. Recuérdese su Libro de Job. en Poesías Completas, ed. de Cristóbal Cuevas, Madrid. Castalia, 2001, pp. 507 ss. En la "Profecía del Tajo", vv. 19-20, aparecen también los "trabajos inmortales' a ti y a tus vasallos naturales", en un pasaje horaciano en el que el Tajo insta a Rodrigo a la guerra. Y véase también

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la "Imitación de Petrarca" que comienza: "Mi trabajoso día/ hacia la tarde un poco declinaba" (p. 338).

6 9 "Que entre tanto que andamos peregrinos de El en estas tierras de lágrimas...". Véanse en la dedicatoria a Portocarrero de los Nombres, ed. cit., p. 422. Otros ejemplos: "y dice esto así para declarar todas las dificultades y trabajos nuevos que se le recrecieron con los de Egipto" (pp. 674-5): "Y (Cristo) vino a descubrir visiblemente a su Esposa vestido de su librea de ella y sujeto, como ella lo es, a los trabajos y a las malas noches que en la obscuridad de esta vida pasan" (Ib.). En el Nuevo Testamento es también muy importante la figura de José de Nazaret artesano, particularmente rica en la pintura de los siglos áureos, donde también aparece como peregrino. Esa misma pintura cultivó por doquier las imágenes de una María Virgen, niña y madre laboriosa.

\Cor, 13, 12; y 2 Cor, 5, 6. San Pablo encarece el trabajo y se gloría de ello en 1 Cor, 412. Y véase Act 183 y 20, 34. Él fue quien situó la misión del trabajo en la santificación y reconducción de la obra divina (Rom 8, 21). Surge así un modo de participar en el misterio redencional de Cristo, añadiendo la idea de perfección de la vida humana ya patente en el Génesis 35, 53, 64 y 67. Mostraba además que el cristiano trabaja y peregrina a un tiempo. San Pablo dice de los cristianos: "andamos vaga­bundos y penamos trabajando con nuestras manos" (1 Cor , 4). También le da al trabajo un sentido espiritual (2 Cor. 10). sobre el tema en general, M. D. Chenu, Hacia una teología del trabajo, Barcelona, Herder, Estela, 1965.

' 1 Cor 15, 10. Con el trabajo se redime al hombre, que colabora así en la obra divina.

7 2 Véase Job 5, 7; Génesis 2, 15. Para Jesús obrero e hijo de obrero, Marcos 6, 3 y Mateo 13, 55. Ermanno Ancilli, opus cit.. p. 524, señala los dos polos opuestos en el Nuevo Testamento respecto al tema que nos ocupa.

7 3 Francisco de Rojas Zorrilla, Los trabajos de Tobías. Comedia famosa, en Parte Treinta de Doze comedias famosas de varios autores, Valencia, Claudio Mece, 1642, ff. 1-24. Tobías, viejo, pobre y ciego, prefigura a Cristo. Su pobreza y la de su mujer Ana chocan, en esta comedia, con el desfile (casi valleinclanesco) de pobres fingidos, como Morión. Al final se premiarán sus buenas obras, y el ángel, que había aparecido como "médico peregrino", le devolverá la vista. Véase también Lope de Vega, Los trabajos de Tobías, l'entidos parte perfecta de las comedias, Madrid, luán Goncález, 1635, y Gaspar Lozano Montesino, Los trabajos de David y fuerzas de Michol, en Comedias nuevas de los más célebres autores, Amsterdam, David García Henríquez, 1726. ff. 43-92. En ésta, la vida de David es una sucesión de oficios, incluidos los que libró frente a Goliat, "porque los trabajos son /quien haze a los hombres

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buenos" (p. 48). También los trabajos de amor de David y Michol triunfan felizmente. Respecto al género entremesil, véase Antonio de la Cueva, "Entremés cantado de Felipe Rapada". Empieza: "Olvidando los trabajos", en Flor de entremeses y Saínetes de diferentes autores, Madrid, s. 1., 1657, ff. 206-10; o, más a nuestro propósito, el Entremés cantado. Las manos, y cuaxares, "Por la puerta del trabajo...", en La mejor flor de entremeses, Zaragoza. Herederos de Diego Dormer, 1679, ff. 88v°- 92 v°), y Loa en alabanza del trabajo, en Emilio Cotarelo. Colección de Entremeses. Loas, Bailes. Jácaras v Mojigangas, Madrid. NBAE. 1911, II, pp. 427-8.

4 Francisco de Rojas Zorrilla, Persiles y Sigismundo, primera Parte de las Comedias, Madrid. María de Quiñones. 1640. ff. 125-148v. El colofón dice: "Y aquí da fin el poeta/ a la Historia de Persiles/ sus trabajos y tragedias". Los amantes mueren contentos tras una vida azarosa en la que parecen mezclarse El Persiles cervantino y La vida es sueño de Calderón.

También se habla del trabajo en la Biblia como bendición y voluntad de Dios, que aparece hasta en la historia de Noé. Job fue. tal vez, el más tratado en la literatura y el arte sacro de la época cervantina. Véase Gastón Duchet- Sucheaux y Michel Pastoureau. La Biblia y los santos. Madrid, Alianza, 1994, además de Los trabajos de Jacob de Lope de Vega en I 'entidosparte. Madrid. Viuda de luán Goncález, 1635.

7 6 Véase Carlos Miralles, "Hesiodo sobre los orígenes del nombre y el sentido de Los trabajos y los dias ", Boletín del Instituto de Estudios Helenísticos, 9, 1975, pp. 3-36; y Hesiodo, Trabajos y días, en Obras y Fragmentos, ed. de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Diez, Madrid, Gredos. 1990, pp. 115 ss. El tema de los trabajos, en w . 286-316, 383ss. y 618ss. Para la crítica de la ociosidad, p. 739. Sobre honra y trabajo, pp. 141 y 155. La edición princeps se publicó en Milán. 1480, pero no fue traducida al castellano hasta el siglo XVIII. Consúltese en particular Elvira Gangutia. "Sobre el vocabulario económico de Homero y Hesiodo", Emérita 37. 1969, pp. 63-92. Véase también Luis de Belmonte Bermúdez. Los trabajos de Ulises, Comedias nuevas, escogidas de los mejores ingenios de España. Parte cuarenta y cinco, Madrid. Imprenta Imperial. 1679, pp. 8o-117. El tema odiséico es desbordante, ya que abarca todos los géneros. A él hicimos amplia referencia en nuestro estudio cit. la fábrica de un auto sacramental. Claramente conectado con la lucha frente al vicio y la ociosidad, también fue afecta a ello la novela caballeresca a lo divino. Véase el soneto de Diego Carrión: "Ponga silen­cio en su Ulissea Homero", en Andrés de Losa. Batalla y triunfo del hombre contra los vicios. En el qual se declaran los maravillosos hecho del cavallero de la clara Estrella, Sevilla, Bartolomé González, 1580.

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Juan Francisco Fernández de Heredia, Trabajos, y afanes de Hercules, Floresta de sentencias, y exemplos dirigida al Rey Nuestro Señor don Carlos II, Madrid, Francisco Sanz, 1682. En la linea del Rómulo de Malvezzi y del Marco Bruto de Quevedo, es obra muy graciana que cuenta con diversas ilustraciones animando a los príncipes a empresas mayores. Véanse las sentencias de pp. 1 y 3 en torno a la definición de trabajo como oficina de la felicidad y océano del comercio, las artes y las ciencias. Sin él los navegantes zozobran y a los príncipes se les cae el cetro. Detalla los doce que le hicieron famoso al pasarlos "en el sufrimiento y paciencia" (p. 309. Desde el nacimiento, el trabajo va unido a su vida, hasta su casamiento con Deianira. No se olvida de los trabajos de Job (p. 313) ni de la lucha contra los vicios (pp. 340 ss.). Sobre los triunfos del amor, p. 465. También aparecen, como en El Persiles, los trabajos de la muerte (p. 503), aunque, gracias a todos ellos, alcanzó Hércules la gloria. Para la fortuna del tema, Karl Galinsky, The Heracles Theme: The Adaptation of the Hero in Literature from Homer to the Twentieth Century, Totowa, N. J. Rowman and Littlefield, 1972.

7 8 Juan Francisco Fernández de Heredia, opus cit., pp. 465 y 512. 7 9 Véanse los grabados de Antonio Tempesta (1555-1630), Los doce

trabajos de Hércules en la B. N. de Madrid (fondo antiguo): ER/ 1467. Sobre la amplitud del tema en el arte véase "Heracles" en The Oxford Cuide to Classical Mythology in the Arts. 1300-1990, New Yor, Oxford Universiry Press, 1993, I. Y en particular, pp. 553ss„ con otras obras tan destacadas como las de Rubens y Mazo. También "Hércules", en Rosa López Torrijos, La mitología en la pintura española del siglo XVII, Madrid, Cátedra, 1985, con numerosísimos ejemplos. Tampoco faltó en la emblemática, como se ve en Alciato, Emblemas, Madrid, Akal, 1985, pp. 75-6, 95, 177-180, 22-3 y 253, con erudición variada de Santiago Sebas­tián, a la que me remito. Téngase en cuenta que Zurbarán pinto los doce trabajos de Hércules como protector de la monarquía hispana (p. 180). Alciato no olvidó tampoco los trabajos de la elocuencia con el motivo de las cadenillas (p. 223).

8 0 Simón A. Vosters, Lope de Vega y la tradición occidental. Valencia, Castalia, 1977, Y, pp. 447 ss., y 455 ss., con amplitud de fuentes sobre la fusión cristiano-pagana. En Lope se mezcla tanto el tema de Hércules en la encrucijada (crucial en la obra cervantina que estudiamos), como el de los trabajos, en una psicomaquia que es símbolo de vida activa (pp. 465 ss.).Y véanse pp. 471 ss., para el Alcides hispano que generará también pinturas alusivas a los trabajos de la monarquía. "Un reciente trabajo de Francisco Javier Escobar Borrego, "Erotodidaxis y Meloterapia en el Hércules animoso de Juan de Mal Lara", Voz y Letra XIV/1 (2003), pp. 19-34, ilustra los alcances de un poema épico-alegórico en el que se comparan las gestas del héroe mítico con las del emperador

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Carlos V, al hilo de un trasfondo crítico acerca de los peligros del amor hereos frente a los beneficios del amor temperado que culmina en el matrimonio; asunto nada ajeno, por cierto, a la obra que nos ocupa". Sobre la confusión deliberada de David, Cristo. Hércules y Atlante como predecesores de los Austrias. pp. 501-2, donde Vosters recoge las fuentes coetáenas de las que partió Lope. Y véanse pp. 471 ss. Otros aspectos en E. Frenzel. Diccionario de argumentos de la literatura universal. Madrid. Gredos. 1994. que recoge el tema de Hércules como modelo de fortaleza en la desgracia. El Humanismo rescató la tradición homérica y hesiódica destacando, como en Ulises. su papel de héroe constante que supera las dificultades. Y véase en especial el clásico estudio de E. Panofsky, Hercules am Scheidemvege, Leipzig, 1930.

8 1 S. A. Vosters. opus cit.. I, pp. 183 ss.. trata el marianismo de Lope respecto a la estrella de los mares que en Cervantes se ofrece, sin em­bargo, en las aventuras terrestres simbolizadas por la Virgen de Guadalupe (supra). con todo lo que ello implica.

8 2 Véase en su ed. de Enrique de Villena, Los doze trabajos de Hércules. Madrid, RAE, 1958, p. XIII, y pp. XXVI. con amplitud de fuentes que van desde la Eneida (pp. XXXIIss) a Séneca (pp. XXVIss). Ténganse en cuenta las diversas ediciones, con preciosos grabados, de la obra. Villena contaba con el precedente de Coluccio Salutati. De laboribus Herculis, ed. de B. L. Ulmann, Zurich, 1952, Consúltese, de la misma Morreale, "De laboribus Herculis (1406) and Enrique de Villena s Los doze Trabajos de Hercules (1417)", Studies in Philology. LI, 1954, pp. 95-106. Cenantes no trató, distanciándose de Villena. los doce trabajos como paradigma de los doce estados, sino con un sentido más diverso y amplio, como hemos visto.

8 3 Enrique de Villena. opus cit.. p. 447. Éste muestra, según Morreale, paralelos con Séneca. Hercules j'urens y Hercules Otaeus, aunque el marqués lo plantea desde una perspectiva cristiana. Téngase en cuenta además su presencia en los códices medievales y en el arte de los siglos XVy XVI. incluidos Palladlo y Miguel Ángel, además de lo citado anteriormente.

8 4 En Pedro Calderón de la Barca y otros. Comedias escogidas XI 'III. Madrid, Gregorio Rodríguez, 1662. Y véase Séneca, Tragedias, ed. de Jesús Luque Moreno, Madrid, Gredos. 1979, I. p. 31, donde el editor apunta además el canto de libertad que representa Hércules en Eta. En las tragedias senequistas aparece la lucha de fuerzas antagónicas a que llevan las pasiones, cosa fundamental en la obra cervantina. Véase también K. A. Blüehr, opus cit.. pp. 325-6. quien habla del senequismo y de la predi­lección cervantina por las Tragedias, como muestran las prosopopeyas de la guerra, la enfermedad y el hambre en El cerco de Numancia. a imitación del clásico. Y véanse, para las edd. de las tragedias senequistas.

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pp. 127-8. También habría que tener en cuenta el Libro contra las adversidades de la fortuna, así como la importancia que en su obra tiene la entereza (pp. 522, 543, 544ss.), tan básica en El Persiles, como decimos.

8 3 Ello afecta incluso a la mezcla genérica de la obra. María Alberta Sacchetti, Cervantes "Los trabajos de Persiles y Sigismundo. A Study of Genre, London, Támesis, 2001, la ve como suma de novela bizantina y picaresca, aunque hay mucho más, como es evidente. Sobre ello vol­vemos luego.

8 6 Sigo la ed. de R. Foulché -Delbosc, "Vida y travajos de Gerónimo de Pasamonte", Revue Hispanique, LV, 1922, pp.. 311446. Nacido en Ibdes, cerca de Calatayud, en 1553, conoció, como es sabido, a Cervantes y llevó una vida atrabiliaria y viajera. Téngase en cuenta que el título lo entresacó Foulché de la introducción y así lo han repetido Cossío, Riquer y tantos otros. Pasamonte dice que la escribe para que a "las llagas del Hijo de Dios se de remedios e tantos daños como ay entre catholicos", cubriéndose así de acusaciones contra la herejía. Partiendo de que no hay mejor maestro que el bien acuchillado, escribe su "vida y trabajos" desde la infancia (p. 316).

8' Vida y trabajos, pp.370- 3. Pasamonte identifica los trabajos con todo tipo de desgracias y miserias físicas y morales, incluidas la bastardía y la enfermedad, haciendo gala de los muchos padecidos por él (p. 381). Sus maldades se entreveran de milagrería y alusiones constantes a la Virgen del Pilar (p. 380), o a gente de la curia, como Cerbuna (p. 302), fundador de la Universidad de Zaragoza, en cuyo entorno pareció moverse con soltura el autor. Sin que falten las referencias angelicales (de hecho, un ángel le impide suicidarse, p. 387). Trabajos equivale también a avatares del viaje (p. 363), heridas de arma de fuego y fatigas o desgracias de la vida en general (pp. 323, 361 y 387). Habla del "camino y trabajo y poca charidad" que le costó llegar a Nuestra Señora de "Lorito", haciendo hincapié en sus "trabajos y devoción" (p. 367). También visitará en Roma a Nuestra Señora del Popólo (p. 369). El recuento propiamente de sus trabajos y padecimientos empieza en el cap. 18. Hasta ahí todo son supuestos milagros en su azarosa vida. Compárese todo lo dicho al respecto sobre la devoción mariana en Cervantes en nuestro trabajo "Poesía y peregrinación...", cit., y las referencias de Pasamonte a la Virgen de Montserrat, a la Anunciata, etc. (pp. 372, 380 y 390). El abuso de la protección divina en su relato es abrumador (p. 390).

8 8 "Eya Pasamonte; quesistes ser soldado sin pensar que el apóstol San Pablo lo fue, y San Sebastian, y otros sanctos.... Pues alegremente, que a grande ánimo, grandes trabajos se aparejan", Vida y travajos, p. 323. Nótese la supuesta intervención divina de la gracia en p. 361.

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Ibid.. pp. 422 y 429. Se dibuja a sí mismo entre parámetros de oraciones, latines, letanías y misereres, que serían el pasmo de cualquier lector erasmista. Firmado a 20 de diciembre de 1603. "jurando en confession sacramental" y con el deseo de contar su vida espiritual, rubrica esta excusatio non petita de sus miserias y pecados.

''" Véase su descargo contra las acusaciones de meacamas o de impotente (p. 405). Autobiografía a la defensiva de un ser acosado (p. 419). su autor dibuja en ella la otra cara de la infamia en la que vive (cap. 54), como si fuese un defensor de la fe y un elegido por Dios, que le protege en todo.

Ib., p. 338 9~ La bibliografía es muy amplia y variada. Véase León Martín

Granizo. El trabajo y don Quijote, Madrid, F. Doménech. 1958; José Montenegro Baca, El derecho del trabajo en el Quijote. Tmjillo (Peni). Bolivariana. 1972. pp. 39 ss. y 49 ss„ sobre aspectos salariales y jurídicos; y pp, 121ss., para los trabajos de Sancho.; y Alfredo Montoya Melgar, El labrador Juan Haldudo y su flagelado criado Andrés (un episodio laboral del Quijote)". El trabajo en la literatura y en el arte. Madrid. Civitas. 1995. pp. 61-5. Otras cuestiones sobre relaciones laborales y salarios, en Antonio Uribe Prada, Don Quijote abogado de la Mancha. Bogotá. 1978: Antonio Seluja Cecin. Los oficios en la época de Cervantes, Montevideo. Universidad del Trabajo de Uruguay, 1972. pp. 6, 15. 27 ss., y 43 ss.; y Eusebio Ramos. Don Quijote en el derecho mexicano del trabajo, México, Cárdenas. 1979. Complétese con J. Fernández S. J., Bibliografía del "Quijote" por unidades narrativas y materiales de la novela. Alcalá CEC. 1995. pp. 378-85. y las relativas a los "Trabajos del soldado" (Quijote, I, 37, 38). Juan Bautista-Avalle Arce, Enciclopedia Cervantina, Alcalá de Henares. CEC. 1997. recoge al respecto los "Trabajos, aflicción y desconsuelo, tercetos sobre los Trabajos del poeta sevillano don Andrés de la Plaza".

9 3 Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Madrid. Espasa- Calpe, 1967, III, p. 3o, Parte I, cap. XXXVII: "Los trabajos del espíritu exceden a los del cuerpo, y que las armas sólo con el cuerpo se ejercitan, como si fuese un ejercicio de ganapanes, por el cual no es menester más de buenas fuerzas". Y véase p. 323. Parecen mayores los trabajos del "milite glorioso" (pp. 324-5). El tema merecería mayor detención, vistas las entradas que facilita la Guía de uso de la versión electrónica de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. ed. dirigida por Francisco Rico, Madrid, Crítica, Instituto Cervantes. 1999. José Antonio Maravall. Utopia y contrautopía en "El Quijote". Santiago de Compostela, Pico Sacro, 1976. dedicó un capítulo a "la reforma del hombre y de la sociedad", relacionando el concepto de trabajo con el de virtud.

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Para trabajo y sus derivados en el Quijote apócrifo, véase Enrique Ruiz-Fornells, Concordancias del Quijote de Avellaneda.Madiid. Fundación Universitaria, 1984. pp. 1251-2. No falta en la lista la refe­rencia: "El amor no se alcanza sino con muchos trabajos". También se comparan, como luego en El Persiles, los trabajos presentes con los pasados.

9 j Martín de Riquer. Cervantes, Pasamonte y Avellaneda, Barcelona, Sirmio. 1988. pp. 393 ss. Y véase la cuestión crítica en pp. 444ss. Sobre la presencia de Pasamonte en el Quijote, I, ver p. 451. Las cautelas de Riquer en su argumentación han ido más lejos en el libro de Alfonso Martín Jiménez. El "Quijote " de Cenantes y el "Quijote " de Pasamonte, una imitación recíproca. La "Vida" de Pasamonte y "Avellan3da", Madrid, CEC, 2001, pp. 425 ss., para quien, ya desde el tínilo, la autoría de Pasamonte respecto al Quijote de Avellaneda no deja lugar a dudas. Martín Jiménez presupone que Cervantes y éste conocieron respecti­vamente sus obras. Véase el resumen en pp. 430-1 y su afirmación: "En definitiva, es evidente que Cervantes escribió la segunda parte del Quijote desde su inicio con el propósito fundamental de dar réplica al Quijote de Avellaneda, seudónimo tras el que se escondía el aragonés Jerónimo de Pasamonte" (p. 442). Un futuro trabajo de Juan Antonio Frago aportará nuevos argumentos a un debate que creemos está lejos de resolverse, aunque todo apunta al círculo académico zaragozano en el que Avella­neda parece surgió y en el que pudo también redimir a Pasamonte del ataque cervantino con una obra que sobrepasa con creces en calidad a la Vida de este último.

9 6 Martín de Riquer, opus cit„ p. 459. Insistimos en la necesidad de leer el Lazarillo no sólo en la órbita del género picaresco ulterior que el libro inaugura, o dentro del epistolar sin mayores precisiones, sino en el de . las relaciones de trabajos enviados a una instancia superior como exculpación de acusaciones o como carta de petición de prebendas por los trabajos y servicios realizados, como muestran muchos de los ejemplos anteriormente citados, aunque de fecha posterior a la obra en cuestión. Para la voz trabajos en el sentido de adversidades, véase La Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, ed. de Alberto Blecua, Madrid. Castalia, 1972: "y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades", p. 89. Blecua anota el equivalente de las primeras a "desgracias, tormentas". La ambigüedad es grande, pues la obra acaba, como se sabe, "en la cumbre de toda buena fortuna" (p. 177) y en el "buen puerto" (p. 89) a que remite el prólogo. También tiene fortuna el sentido de destino (p. 94). pero está claramente vinculada a la miseria y los desastres de "esta trabajosa vida" (p. 121). Los "trabajos" como desgracias y apuros aparecen en el episodio del arca (p. 121) y los llora el protagonista, como las fatigas, cuando está con el escudero (p.

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132), aludiendo a "aquella trabajada y vergonzosa vivienda" (p. 143), en el sentido de género de vida. No faltan en el episodio del alguacil: "todos mis trabajos y fatigas hasta entonces pasados fueron pagados con alcanzar lo que procuré: que fue un oficio real" (pp. 172-3). Respecto a Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. de M. a. Teijeiro y F. Lázaro. Barcelona, PPU, 1990. p. 104. en el episodio de Cabra, aludirá a que "pasamos en este trabajo hasta la Cuaresma".

9 7 Martín de Riquer, opus cit., pp. 473ss. y 492 ss., recoge el área semántica de trabajos en Pasamonte equivalente a sufrimientos, refi­riéndose tanto al título de El Persiles como al de la Vida (p. 493). El cree en la coincidencia entre los títulos de ambas obras que, si pudo ser casual, debe también relacionarse con el "Don Quijote de los Trabajos" de la última página del Quijote de Avellaneda (Ib., p. 495). Para avanzar más en la cuestión de la identidad de Avellaneda.convendría hacer una comparación entre ese Quijote, la Vida de Pasamonte y El Persiles.

9 8 Tomo la cita de la Philosophia Antigua Poética de López Pinciano, de Deffis de Calvo, opus cit., p. 72. Entre los géneros que conforman la obra, según la autora, p. 95 (pastoril, bizantina, caballeresca y morisca), no cabe el género pseudopicaresco que representa la obra de Pasamonte, a no ser la variante entremesil del episodio del episodio de los falsos cautivos, desvirtuando, a nuestro juicio, en todo El Persiles la esencia de El Lazarillo, y sus aledaños.

" Con los argumentos de Riquer y los aportados por Martín Jiménez sigue siendo también plausible que Avellaneda fuese alguien cercano a Pasamonte, que se moviera en la órbita universitaria zaragozana donde tuvieron lugar las justas que anunciaron la Segunda Parte del Quijote y a la que había pertenecido su fundador, don Pedro Cerbuna, que, como se ha dicho, aparece en la Vida y travajos, p. 302. Véase nuestro estudio "Certámenes poéticos y arte efímero en la Universidad de Zaragoza en los siglos XVIy XVII", Cinco estudios humanísticos para la Universidad de Zaragoza en su Centenario IV, Zaragoza, 1983, pp. 39 y 42, y Apéndice II. También A. Martín Jiménez, opus cit., pp. 44ss.

1 0 0 Martín de Riquer, como remacha Alfonso Martín Jiménez, opus cit., p. 65, ya había visto la crítica que Cervantes hizo en el Quijote I, 22 del relato pasamontino que recuenta su vida a la altura de los cuarenta años (cosa que también podía decirse de Lázaro). Nótese que Ginés se presenta a don Quijote como hombre que ha pasado muchas calamidades (Ib., p. 66). El destino, como proyecto de peregrinaje encauzado desde los inicios, es crucial al respecto, y, en tal sentido, si Cervantes leyó la Vida sin rumbo de Pasamonte, aún sería más irónica la meta romana de El Persiles, leída a la luz de la visita casual que aquél hace, para ver a la Virgen de Loreto y haciendo hincapié en "la necesidad del camino y trabajo" (Viday travajos. pp, 366-7)

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1 0 1 La picaresca tocó además la cuestión de la marginación social, según se ve en el Guzmán de Alfarache, como señaló J. A. Maravall, La literatura picaresca en la historia social, pp. 45 ss. A Cervantes, en El Persiles, no parece interesarle ésta per se, exaltando la vida de los que trabajaban con sus manos o con su espíritu para sustentarse o perfec­cionarse, y condenando a los que no lo hacían. El destino es esencial y, en tal sentido, si Cervantes leyó la Vida sin rumbo de Pasamonte aún sería más irónica la meta romana de El persiles, vista a la luz de aquélla, donde el aragonés hace una visita en busca de la Virgen de Loreto y hace hincapié en "la necessidad del camino y trabajo" que le llevó hacerlo (Vida y trabajos, pp. 366-7). Claro que también debió pesar al respecto el vaivén que experimenta el itinerario trazado por El peregrino en su patria de Lope de Vega. Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, ed. de José María Mico, Madrid. Cátedra, 1987, vol. 1. p. 166. nota 16. alude a los trabajos que Dios depara, presentes en Guevara, Juan de Avila y el Marcos de Obregón, de Vicente Espinel, distinguiéndolos de los que él se buscaba. En ese episodio se ve claramente la unión de éstos con el peregrinaje vital: "comencé a caminar, y así en todas partes nunca me faltaron". También se acuerda de los trabajos pasado en I. p. 331. Y véase II. 404: "Olvidé los vicios, acomódeme con cualquier trabajo, por todas vías intenté pasar adelante y salí desgraciado dellas". También los sacó en su San Antonio de Padua. II, XXIX, f. 168v. Y véase en particular II, 8 (Ib., pp. 505-6) del Guzmán, donde alude a los trabajos de Cristo. Tanto en los preliminares de la Primera parte, a los que aludiremos luego, como en los de la Segunda. Alemán insistirá en el ejemplo a contrario que el Guzmán debe representar para los lectores. El P. Lupo dirá en los preliminares que la vida de ese "mozo perdido" es una voz del cielo que está gritando: "Huid de ser lo que éste ha sido" (Ib., p. 31). No faltan en Alemán las referencias a la doblez de los trabajos del protagonista y los del "autor" al confesarse. Francisco de Quevedo en El Buscón, no tratará de engañar ni andar con ambigüedades, anunciando en el título que se trata de un "exemplo de vagamundos y espejo de tacaños" y añadiendo en el prólogo al lector (ed. cit.. p. 80) que la obra es ejemplo de engaños y sutilezas nacidas del ocio para vivir " a la droga".., II. p. 43.

1 0 i Véase la ed. de Madrid. Juan de la Cuesta, 1629, f. 8v. Ya en la Dedicatoria al Duque de Feria ofrece sus "trabajos" como respuesta a las mercedes del Duque, aludiendo a los trabajos del ingenio en el prólogo, y entendiendo que. en los trabajos, se manifiesta la gloria de Dios, que también envía los remedios (f. 3v). Véase f. 8 v, para la idea de espejo de principe perfecto, elegido por Dios, del protagonista Eustorgio. "que le avía de purificar en el crisol de los trabajos", como dechado de príncipes perfectos" (f. 121). La obra conlleva igualmente el "trabajo de la nave­gación " (f. 121). Eustorgio y Clorilene, como recuerda González Rovira,

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opus cit„ pp. 311 ss., retrata en sus páginas al principe perfecto, en la linea del Argenis de Barclay. Y véanse pp. 321 ss.

1 0 3 "Hizóse preñada Ciorilene y Eustorgio fuesse a Mosca con toda su corte. Y si el hijo que naciere fuese de tan admirable vida como sus padres ofrezco el trabajo de escribirla". Eustorgio y Ciorilene, f. 152 v.

1 0 4 J. A. Maravalí. en La literatura picaresca, pp. 164 ss., rastreó el sentido bélico inicial de trabajos en la Crónica de Alfonso XI y en los Trabajos de don Enrique de Villena. Se equivoca, sin embargo, al identificar, con Schevill y Bonilla (supra), el término con el de pere­grinaje en El Pensiles (p. 165)

J. A. Maravall, Ib., p. 169, analizó en el Guzmán y otras obras de la época las implicaciones mecánicas y económicas del término. Sería interesante un careo entre El Pensiles y la obra de Alemán por lo que al protagonista de éste tiene de figura contradictoria, pues no es un holgazán y. sin embargo, desestima el trabajo manual que tantos repudiaban (pp. 176ss). Varias obras picarescas trataron también del ocio forzoso. Ni Guzmán, ni Estebanillo, ni Teresa, ni Justina rechazaron trabajar y tener un oficio, pero el picaro nunca se ve a sí mismo como trabajador o asalariado, mostrando la compleja diatriba entre trabajo y servicio, amo y criado en la época (pp. 195 ss).

1 0 6 La felicidad premiaba el ejercicio de las virtudes en multitud de géneros, pues no en vano era madre de ellas que. coronada de flores y a la puerta de la fortaleza, esperaba a los peregrinos que confiaban en ellas y no en la fortuna, como se ve en el diálogo socrático Pine.x o Tabla de Cebes, traducido al castellano desde la ed. de París. 1535. Véase, junto a Erasmo, en Libro de vidas y hechos graciosos... anadíasele la Tabla del Cebetes philosopho. en la qual se representa toda la vida humana , para incitar los ánimos al uso de las virtudes, Amberes. Juan Steelsio, 1549.

1 0 Véase el anónimo Florio y Blancaflor. La última novela bizantina de caballería, ed. de José Antonio Moreno Jurado. Sevilla. Padilla. 1996. En esa novela de la época de los paleólogos, llena de amor y aventuras, confluyen al final la unión de los protagonistas y la conversión al catolicismo de los reyes árabes. No falta en ella el tema de la peregrinación a Santiago de Compostela y a Roma (//».. p. 21). Pasan por todo tipo de aventuras y avalares, incluidos los de la enfermedad de amor. En esa historia se inspiraría Bocaccio en el Filocolo. El final no puede ser más esclarecedor respecto al género: "Recorrimos lugares ocultos y desconocidos, / paisajes y lugares y montañas, prados, cauces de los ríos/ y sufrimos mucho hasta llegar aquí" (p. 68).

1 0 8 Para Heliodoro. supra. Y véase Alonso Núñez de Reinoso, Los amores de Clareo y Florisea y los trabajos de la sin par Isea, de. de Miguel Ángel Teijeiro Fuentes. Universidad de Extremadura, 1991. El texto es mucho más que la traducción libre de Leucipe y Clitojonte, de

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Aquiles Tacio, como se sabe. Publicado en Venecia, 1552, por Gabriel Giolito, lleva en el tirulo tanto la historia de los amores de los susodichos, como la de los trabajos de la viuda solitaria y triste, que sale en busca de aventuras, claramente diferenciados. También aparece la mezcla de ale­grías y tristezas en Calimacos y Crisorroe. Véase la ed. de Juan Bautista Avalle Arce, La novela bizantina, Madrid, Clásicos Bergua, 1965. p. 531, que acaba felizmente (p. 601). Alban A. Forcione. opits cit., pp. 30 ss.. vio en El Persiles un ciclo de caída- redención que es también digno de tenerse en cuenta al respecto.

1 0 9 Ya en el cap. I empieza diciendo: "Sí mis grandes tristezas, trabajos y desventuras por otra Isea fueron oídos, yo soy cierta que serán no menos lloradas que con razón sentidas". Ib., p. 67. Véasen el cap. XV: "Los trabajos de Clareo". Otros, en pp. 145. 181 y 193-4.

1 1 0 Vicente Martínez Colomer. Los trabajos de Narciso y Filomela. Una novela cervantina del siglo XVIII, ed. de Antonio Cruz Casado, Córdoba, Diputación Provicial, 2000, p. 186. Cruz Casado recuerda también otro ejemplo dieciochesco: La historia de Liseno y Fcnisa de Francisco Párraga Martel de la Fuente, y aporta diversos ejemplos de esta obra, fiel al Peregrino de Lope y a El Persiles. También añade en nota 1, p. 187, la presencia de los trabajos en Antonio Eslava, Noches de invierno, ed. de Julia Barella. Navarra, Instituto Príncipe de Viana, 1986, p. 159, arrancando de otras anteriores.

111 Cavallero del sol/ Libro intitulado peregrinación déla vida del hombre puesto en batalla deba.xo de los n-abajos que sufrió el Cavallero del sol en defensa de la Razón, que trata por gentil artificio y estrañas jiguras de vicios et virtudes/ embolviendo con la arte militar la philosophia militar, y declara los trabajos que el hombre sufre en la vida y la continua batalla que tiene con los vicios y finalmente enséñales los caminos de la vida y de la perdición y como se ha de vivir para bien acabar y morir... compuesto por Pedro Hernández de l'illaumbrales. Impreso en Medina del Campo en casa de Guillermo de Millis, 1552. En la obra se ve claramente la vinculación arriba apuntada de los trabajos con la miseria hominis, patente en el argumento, donde se copia a Job V. I: "Ser el hombre nascido para trabajo" y a Lactancio I; mostrando, como antes Vives y luego Gracián. la inferioridad del hombre para defenderse si se le compara con los animales, según expusimos en Humanidades y dignidad del hombre. El joven caballero cambia la quietud y el sosiego por los trabajos que engendran la virtud. La obra no sólo trata del tema de la ociosidad y el de la paz. sino el de la honra que se alcanza por la virtud en la "cavallería del hombre", al que promete, por ello, "renombre de bueno en esta vida y la desseada bienaventuranca en la otra".

"" Véase Cavallero del sol,, p. XXXIII, donde la peregrinación y la lucha contra los vicios son inseparables en cada uno de los capítulos a

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través de un camino discrecional que no sólo es gobernado por la Prudencia, sino que es ésta quien lo escribe y describe, pues ella es la "autora" del libro (p. 1 ). Al final el Caballero del Sol llevará en la mano el libro escrito por Prudencia. Sobre el tema, véase nuestro estudio "La prudencia y elcamino de la felicidad en El Persiles".

1 1 1 En la obra cervantina la topografia y la cronografia son, como todos los elementos que conllevan el ejercicio de la verosimiltud. consecuentes con la filosofía de unos trabajos equiparables a los que pocía sufrir cualquier lector de su tiempo y, por extensión, del futuro. Gracián corrigió ostensiblemente la pauta cervantina, sobre todo en relación con el desenlace. Sobre ello. "El Persiles y El Criticón o lo que va de Amor a Roma", Gracián, L Europa, L 'Italia. Congreso Internacional (Nàpoli, 14-15 die. 2001), Nápolés, Istituto Universitario Orientale, en prensa. Y véase en particular, para la cuestión aludida, "La felicidad y el arte de la discreción en El Persiles", In limine al lì' Centenario del "Quijote" (1605). Primer Colloquio Internationale de la ACEÌ'E (ì'enecia, 11 aprile 2003). ed. de Carlos Romero, Venecia, en prensa.

114 Filosofia Antigua Poètica, ed. de A. Carballo Picazo. Madrid. CSIC. 1947. III. p. 209.

"' En Miguel de Cenantes, Novelas Ejemplares, ed. de Jorge García. Barcelona, Critica, 2001, se ve claramente el sentido de trabajo como dificultad y desgracia y como esfuerzo (véanse pp. 354. 501, 9. 259, 378 y 470). En La española inglesa, obra clave para El Persiles. aparece la frase "restaurados los trabajos de la navegación", en el sentido de recu­perarse de las fatigas del viaje (p. 252).

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