Lucesysombras

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    Viene hacia nosotros con el brazo apuntando al cielo y una sonrisa en la cara.Nos ha visto con la cmara y sabe que esta puede ser una buena oportunidadpara ganarse unos pesitos:

    Quieren ver cmo vive un cubano?Quien lo dice lleva una cadena al cuello con la bandera de Cuba y se

    protege de los malos espritus con una pulsera roja y negra, la de los hijos deEleggu. Nos tiende la mano y nos invita entrar en su casa, una cuartera dela calle Crespo, en el corazn de Centro Habana. Se llama Raael N, eso es lo

    que pone en su carnet del Policlnico de Carlos III, donde al parecer trabajacomo celador.

    En el largo pasillo que conecta la puerta que da a la calle con el patiointerior donde se suceden los dierentes cuartos, cada uno ocupado por unaamilia, se apilan algunos sacos de cemento. Mientras nos abre la puerta dela miserable habitacin nos dice que el hospital es bueno, que la gente estbien atendida all. En unos pocos metros cuadrados se observa la cama conuna sbana por encima, la ropa doblada sobre unas herrumbrosas sillas y losrincones dedicados a los santos. Me seala una columna que se yergue a suespalda y precisa que le cost diez dlares (le llaman dlar al peso converti-ble) asegurarla con un poco de cemento, que los sacos cuestan a cinco dla-res, que la casa est muy mala y que no tiene dinero para arreglarla. Tambindice que vive all con su madre anciana y su hermana retrasada mental, yque los tres duermen en la misma cama (me cuesta creer este ltimo retrato

    amiliar, demasiado apropiado para que, como terminamos haciendo, le ten-damos unos billetes al despedirnos).

    El Consejo Popular de Coln, donde se abre la cuartera de Raael, es unode los ms pobres del municipio. Como si se desplegasen por las pginas de Pa-radiso, los vecinos de Jos Lezama Lima habitan en esa esttica milagrosa, enpalabras de Jos Antonio Ponte, capaz de conservar en pie los edicios de unaciudad que crece hacia dentro. La escasez de vivienda obliga a la densicacinde las ya existentes, as que en las azoteas se alzan nuevos agregados, en las es-tancias surgen paredes arbitrarias que generan pequeos habitculos o entre lossuelos y los techos prolieran las barbacoas, como se conoce a los entrepisos

    de nueva actura. Jos Vzquez, encargado de Relaciones Internacionales dela Ocina del Historiador de La Habana aporta el dato elocuente: cuandoentramos en la ltima casa que nos quedaba por restaurar de la Plaza Vieja, nosencontramos que donde deban habitar doce amilias haba cuarenta y cuatro.Cada morador de estos edicios milagrosos se ha transormado, por impera-tivo de la necesidad, en improvisado albail, ontanero o electricista: una delas imgenes ms comunes en estas calles es el trasiego continuo de hombrestransportando materiales de obra o trabajando para parchear sus casas.

    A otros inmuebles, sin embargo, ni los esuerzos de los Orishas les hanlibrado del derrumbe. En los barrios ms antiguos de La Habana, la ruinay los lotes vacos se integran al paisaje como un elemento ms, componenun decorado posible al que se le pueden dar los usos ms variados, desdeparkings para motos a pequeas plazuelas, talleres, mercados, improvisadascanchas de pelota o terrazas para caeteras en busca de algn turista.

    La ruina y sus metoras: en la secuencia de homenaje a la ciudad de Fresay chocolate(1994), Vladimir Cruz, quien interpreta al joven militante del Par-

    Francisco Carrillo Martn

    Luces y sombras en el centro

    histrico de La Habana

    La decadencia de La Habana colonial. Las imgenes de sus calles se reiteran en las pelculas, los noticiarios o las fotografasdel turista que recala por unos das: constituyen todo un reclamo en el mercado de iconos internacional, tambin como una delas metforas ms poderosas de la evolucin del gobierno revolucionario. Pero, qu hay ms all de las fachadas ruinosas? El

    caminante que recorre las calles de la Habana Vieja y Centro Habana se encuentra con un universo de luces y sombras, con unjuego de atraccin y rechazo que, si mantiene los ojos abiertos, cuestionar cada uno de sus juicios de partida.

    En la pgina anterior: achada de un edifcio en La Habana, Cuba. Fotgrao: Joe Shom; arriba: plano de la ciudad de La Habana donde se ven destacados los barrios de la Habana Vieja

    y Centro Habana.

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    tido Comunista, se aleja caminando mientras al ondo se eleva el esqueletode un edicio derruido. Desde entonces la imagen domina el retrato de estaCuba que nunca se sobrepuso al Periodo especial, La Habana que se desvelatras cada del muro de Berln, la del proyecto social que parece agotado paralas nuevas generaciones. Reto poltico o cuestin de imagen, denuncia vivade un rgimen o smbolo del envejecimiento de una aventura utpica loscalicativos que acompaan la decadencia sica de la ciudad tambin refejanlas tensiones de cualquier acercamiento a la poltica de la isla: La Habana invitaa una interpretacin apasionada de lahistoria social que la recorre.

    En contra de algunas de estas pa-siones, puede decirse que el descui-do de La Habana colonial viene de

    lejos y que los estudios del periodorepublicano ya sealaban los proble-mas urbanos agudizados hoy en daentre sus pobladores. A tanto llegla alta de compromiso con este le-gado histrico del rgimen anteriora 1959, que el Plan Piloto de La Habana (1956) realizado por Josep LluisSert propona acabar con la ciudad antigua para unir el puerto con los re-partos de El Vedado y Miramar mediante un entramado lecorbuseriano deautopistas y parques. Desde inicios del siglo XX numerosos anlisis y testi-monios abundan en las allas seculares: hacinamiento, proletarizacin de losbarrios histricos, ciudadelizacin de los inmuebles y abandono guberna-mental. Alejo Carpentier escribe un artculo en 1940 titulado La Habana,ciudad sin terminar:

    La Habana es la ciudad de lo inacabado, de lo cojo, de lo asimtrico, de lo aban-donado. Desde nios estamos habituados a tropezarnos, cada da, con solares

    yermos, donde se amontonan latas cada vez ms seculares, desperdicios cada vezms diversos []. El Malecn ue poblado de casas en pocas en que los contra-

    tistas catalanes hacan estragos en nuestras avenidas y repartos, con sus columnascompradas al por mayor y balaustradas a tanto el metro []. Nos habituamosa tropezarnos con los mismos terrenos cercados por las mismas vallas; con lasmismas casas a medio construir, con las mismas aceras hundidas en torno a una

    placa de alcantarilla mohosa []. Y no hablemos del hermano bache que nosespera en todas partes, dando muestras de un prodigioso don de ubicuidad.

    A pesar de las deciencias estructurales con las que se encontr el gobiernorevolucionario, su acercamiento a LaHabana ha carecido de una sensibili-dad que respondiera a estas necesida-des sin cubrir. De hecho, el procesopoltico que se inicia en 1959 desarro-

    lla una particular conceptualizacinde la vida en La Habana, motivadapor un ncleo revolucionario para elque la capital encarna el oco de lacorrupcin y la dependencia norte-americana contra la que se combate.

    Tras la toma del poder, los planes de desarrollo regional del nuevo gobierno seorientarn a disminuir el desequilibrio entre una ciudad cuyo grado de sos-ticacin, atraccin de recursos y modernidad se poda equiparar a las grandesmetrpolis occidentales, y el subdesarrollo campesino.

    La Habana tradicional se alza hoy como el resultado de dcadas de desidiainstitucional y luego, de la ausencia de recursos por la aguda crisis econmicaque a partir de los aos noventa ha imposibilitado la adopcin de medidas ur-gentes. A estos actores se deben sumar otros, como la constante llegada de inmi-

    grantes interiores y su progresivo hacinamiento en los inmuebles, el deterioro sinrepuesto de la inraestructura de servicios y el rpido desgaste de las edicaciones(cuando no el derrumbe) por el salitre, los huracanes y otras inclemencias deltrpico. No obstante, como seala una de las voces ms autorizadas sobre eltema, el arquitecto Mario Coyula, esta inmovilidad administrativa ha evitado,

    Centro histrico de La Habana

    La escasez de vivienda obliga a la

    densifcacin de las ya existentes, as que

    en las azoteas se alzan nuevos agregados

    o entre los techos y los suelos prolieran

    las barbacoas

    Izquierda: plaza del Cristo, esquina calle Villegas. La Habana Vieja; derecha: Ca Escorial. En restauracin. Calle Mercaderes, La Habana Vieja.

    Fotografa:SarahKinosian

    Fotografa:SarahKinosian

    Fotografa:SarahKinosian

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    al menos, las transormaciones traumticas y ya irrecuperables que han suridootras ciudades antillanas, como Santo Domingo o San Juan de Puerto Rico.

    En medio de este panorama destaca la labor que desde los momentos msduros del Periodo especial realiza la Ocina del Historiador de La Habana.Este organismo, econmicamente independiente y nanciado mediante lared de tiendas, hoteles e inraestructura turstica de la empresa Habagua-nex, adems de las aportaciones de instituciones internacionales, ha supuestotodo un hito de la autogestin en momentos de dicultades extremas paralas cuentas del estado cubano. A lacabeza destaca Eusebio Leal, unode los personajes ms conocidos yrespetados en Cuba, verdadero ar-tce de un proyecto en continua

    expansin. Desde la aprobacin delDecreto ocial para la restauracin yconservacin del centro histrico deLa Habana (143 de 30 de octubrede 1993) que sucede a la declaracindel centro histrico de La Habanacomo Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982, la ocinade Leal ha recaudado e invertido ms de 1500 millones de dlares en LaHabana Vieja, y no slo en la restauracin de edicios, plazas y jardines, sinoen proyectos comunitarios que gestiona la propia ocina, ya sean asilos paraancianos, clnicas, hospitales de especializacin o centros para nios discapa-citados, como si se tratara de un gobierno municipal en la sombra. El 60%del presupuesto se destina, de hecho, a esta rehabilitacin social que comple-menta una rehabilitacin sica con un importante impacto en otros sectores,

    pues a partir de ella se han recuperado ocios, ormado a proesionales eincluso se ha creado una titulacin universitaria en Gestin del Patrimonioque pretende convertirse en una reerencia internacional.

    A pesar de ello, las voces crticas contra la orientacin de los proyectos queauspicia la Ocina del Historiador marcado una constante entre la refexin

    que se ha producido, particularmente, desde uera de la isla. Ensayistas comoRaael Rojas o Antonio Jos Ponte han apuntado las coincidencias entre laestrategia urbana de Leal y la estrategia poltica del gobierno cubano trasel desplome de los noventa, cuando la imagen del pas recupera, con nescomerciales, algunos de los tpicos de los que abjur el primer discurso revo-lucionario. El resurgimiento de La Habana como destino turstico y ciudadde servicios para el extranjero con divisas rescas rescata la nostalgia de lagesta revolucionaria, la memoria de la guerra ra o la suntuosidad del pasado

    colonial La cita es de Rojas:

    A partir de 1992, reaparecieron todasLas Habanas que la revolucin se pro-

    puso barrer, como espectros invocados

    en una sesin espiritista. Aquellas LasHabanas espectrales reaparecan porobra de una poltica ofcial o inormalde la memoria: los antasmas urbanosque no reproduca el turismo o la Ofci-na del Historiador regresaban solos, por

    pura nostalgia o por una misteriosa recuperacin de roles perdidos [] Las callesse atestaban de viejos Chryslers, Chevrolets y Oldsmobiles y los cocteles en emba-

    jadas, ministerios, galeras y palacetes remedaban la antigua elegancia antillana.La Habana se teatraliz como una Venecia silvestre, se entreg al espectculo de sustransfguraciones, a la sublimacin del deterioro de sus casas y vecinos.

    Jos Vzquez, consciente de las crticas, deende el trabajo de la Oci-na, qu quieren que les diga? nosotros no tenemos la culpa ni los medios

    para resolver la situacin general. El turismo que nosotros vendemos es unturismo dierente; no es playa, sol y mulatas, es un turismo cultural. En suspalabras se advierte el cambio de perspectiva que introdujo Leal, cuyo xitose debe, sobre todo, al imperativo de rentabilidad y atraccin de capitalesque slo pareca posible a partir de la inversin en actividades producti-

    Centro histrico de La Habana

    Puede decirse que el descuido de La Ha-

    bana colonial viene de lejos y que los estu-

    dios del perodo republicano ya sealaban

    los problemas urbanos agudizados hoy en

    da entre sus pobladores

    Izquierda: Imgenes de la restauracin de los edifcios de la Plaza Vieja. La Habana Vieja; derecha: calle Crespo, Centro Habana.

    Fotografa:SarahKinosian

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    Fotografa:SarahKinosian

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    vas: en vender un modelo de turismo. La experiencia de independenciananciera respecto de los organismos del estado podra exportarse a otraspropuestas de intervencin urbana, si bien ue precisamente la coyuntura dequiebra econmica y la urgencia de generar entradas de divisa lo que originun proyecto hasta ahora nico dentro de la contabilidad centralizada del

    modelo cubano.El paseante de La Habana Vieja se topa en su camino con mltiples obras

    de remocin, cuyas mejoras comienzan a crear un tejido urbano cada vezms slido a partir de los ejes que marcan la calle Obispo, Mercaderes uOcios y las plazas que las vinculanla Plaza de Armas, la Plaza de SanFrancisco y la Plaza Vieja, comoprimeros ncleos de actuacin. Elpanorama cambia en otros sectoresintramuros y, especialmente, en elmunicipio contiguo de Centro Ha-bana, cuya decadencia representa elretrato ms acabado del abandonocapitalino, sin que se avizoren medi-

    das que palien los graves problemasde habitabilidad, sanitarios o de servicios bsicos, a pesar de los anunciadosplanes de rehabilitacin. Luisa iguez, gegraa e investigadora del Centrode Estudios de Salud y Bienestar Humano de la Universidad de La Habana,considera que en el caso de Centro Habana, estos problemas son irreversibles(mientras con sorna cubana menciona el TNT como nica solucin). Enla multitud de estudios que ha auspiciado su centro se refejan unas proun-das carencias que convierten el problema habitacional de este barrio en ocode una desigualdad y una marginacin social en crecimiento continuo desdelos aos noventa.

    Cuarteras como la que nos enseaba Raael, con sobrepoblacin, cortesde agua y luz, en calles con graves deciencias en la gestin de las basuras, elalcantarillado, la iluminacin pblica o las redes telenicas, sita en cercadel 80% las viviendas milagrosas por su prctica inhabitabilidad. A esto

    hay que sumar que el municipio de Centro Habana es el que concentra unamayor densidad de poblacin del pas, con 46.784 habitantes por kilmetrocuadrado, el doble que La Habana Vieja. El dato no es accesorio, pues unade las primeras causas del deterioro de la zona se deriva directamente delhacinamiento en los inmuebles, con el agravante de que este crecimiento

    hacia dentro se ha producido con especial intensidad durante los primerosaos del Periodo especial, momento en que los barrios histricos de La Ha-bana reciben una inmigracin interna que supera con creces la emigracinque parti desde ellos hacia otros pases, de la que tambin ejercieron comobase principal.

    Tanto en Centro Habana como en La Habana Vieja alrededor del 60%de sus pobladores son emigrantes interiores, lo que plantea el reto de la au-sencia de recursos e identicacin barrial que podra colaborar en un mejormantenimiento de las inraestructuras. Para Mario Coyula, este hecho ha

    resultado clave en la conservacinde las zonas histricas: en trmi-nos sociales, la salida masiva de losestratos ms ricos de la poblacingener una signicativa ractura enla sonoma de algunos barrios, queueron tomados por una poblacincuyos patrones de conducta no asu-man el valor cultural y los ritualesde los espacios y edicios ocupa-

    dos. No obstante, este fujo parecehaberse detenido tras la aprobacin del polmico Decreto 217 de 1997que regula la inmigracin interna desde las provincias hacia la capital. Dehecho, el saldo migratorio de los ltimos aos arroja ciras negativas paraestos municipios histricos, mientras en el resto de La Habana la pobla-cin sigue creciendo.

    Inhabitabilidad y densidad aparecen como las dos constantes que marcanel ritmo en estas calles que no dan respiro, donde la vida transcurre, ms pornecesidad que por amabilidad, de puertas para auera. Este es otro de losretratos posibles de La Habana extica y turstica, la de los cuadros con unChevrolet antiguo en primer plano o los vdeos de Buena Vista Social Club.Raael se despide de nosotros y nos solicita una ltima cosa. Que si pasamospor la Ocina del Historiador le comentemos su caso. Nos escribe su direc-cin en un papel y reitera la demanda, que por avor le digamos que le hacen

    alta unos sacos de cemento.

    Francisco Carrillo Martn es licenciado de periodismo por la UCM ydoctorando en la Universidad de Pensilvania (EE.UU)

    Centro histrico de La Habana

    La decadencia de Centro Habana

    representa el retrato ms acabado del

    abandono capitalino, sin que se avizoren

    medidas que palen sus graves problemas

    de habitabilidad

    Calle Dragones, Centro Habana.

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