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El Yo destituido: Un estudio a partir del concepto de Ipseidad en la filosofía de Claude Romano por Diego M. Márquez Arancibia 1 Resumen: Este estudio intenta evaluar hasta qué punto la noción de ipseidad, de Romano, logra hacerse cargo y satisfacer las nociones de natalidad, singularidad, y responsabilidad que son tratadas en la obra del autor. El autor de Acontecimiento y mundo articula la idea de que en el desarrollo de la aventura humana, el yo es imposible de seguir instanciándose y el sujeto de la predicación viene a ser reemplazado por la idea de un viniente que es afectado por el acontecimiento que, en su aparecer irruptor, viene a destruir el horizonte de sentido. Palabras clave: Fenomenología, Hermenéutica, Romano, ipseidad, acontecimiento, sentido. 1 Estudiante de tercer año de Filosofía en la Universidad Alberto Hurtado, para el seminario: Nuevas fenomenologías en Francia, dictado por el profesor Patricio Mena M. Fecha: 05 de julio de 2013.

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El Yo destituido:Un estudio a partir del concepto de Ipseidad en la filosofía de Claude Romano

por Diego M. Márquez Arancibia1

Resumen: Este estudio intenta evaluar hasta qué punto la noción de ipseidad, de Romano, logra hacerse cargo y satisfacer las nociones de natalidad, singularidad, y responsabilidad que son tratadas en la obra del autor. El autor de Acontecimiento y mundo articula la idea de que en el desarrollo de la aventura humana, el yo es imposible de seguir instanciándose y el sujeto de la predicación viene a ser reemplazado por la idea de un viniente que es afectado por el acontecimiento que, en su aparecer irruptor, viene a destruir el horizonte de sentido.

Palabras clave: Fenomenología, Hermenéutica, Romano, ipseidad, acontecimiento, sentido.

Abstract: This study attempts to assess to what extent the notion of selfhood, of Romano, manages to take over and meet the notions of natality, uniqueness and responsibility that are treated in the author’s work. The author of Event and World articulates the notion that in the development of human adventure the “I” it’s impossible to continue instantiating and the subject of the preaching is to be replaced for the notion of a becomer that is affected by the event that, in his appear in irruptive, comes to destroy my horizon of sense.

Keywords: Phenomenology, Hermeneutics, Romano, Selfhood, Event, Sense.

1 Estudiante de tercer año de Filosofía en la Universidad Alberto Hurtado, para el seminario: Nuevas fenomenologías en Francia, dictado por el profesor Patricio Mena M.Fecha: 05 de julio de 2013.

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El proyecto de Claude Romano, en su obra Acontecimiento y Mundo, se erige

en una hermenéutica de lo contecedero donde la noción de Historia, viene a experimentar

un vuelco radical: ya no se comprende al Ser a partir de una biografía ni a un

encadenamiento de sucesos Intramundanos por medio de una causalidad que se pueda

encapsular en el conocimiento experiencial de un sujeto. El proyecto de Romano, intenta

hacer el ejercicio Hermenéutico de la vivencia, por medio de un <<yo>>2 siendo en la

historia, fundada y posibilitada a partir de la irrupción de un acontecimiento que viene a

hacer historia en mi propia vivencia. La noción de Ipseidad desarrollada por Romano,

busca escapar de la noción de la fenomenología clásica que entiende un “yo” transparente y

fundante, que puede llegar a adquirir, al modo de Husserl, un carácter trascendental; y en

cambio se entiende como un aspecto indisociable de su acontecimiento que, sin embargo,

no deja de lado el concepto de singularidad. Este estudio busca exponer la articulación y

necesidad de la noción de ipseidad en sentido contecedero en la filosofía de Romano, e ir

develando las posibles implicancias y problemas que surgen a partir de ésta noción en su

filosofía en diálogo con el pensamiento de distintos autores, que pueden servir para

justificar o refutar las nociones del autor.

I. La necesidad de un viniente.

En la delimitación que Romano hace del acontecimiento en la primera parte de

Acontecimiento y mundo titulado: “El acontecimiento”, se desprenden los cuatro rasgos

fenomenológicos que dan el fundamento al desarrollo del acontecimiento, y que es preciso

conocer previamente al estudio de la ipseidad:

1. Su asignación unívoca que hace que en todo acontecimiento me ponga en juego yo

mismo en mi ipseidad.

2. Su carácter instaurador-de-mundo para el viniente

3. Su an-arquía constitutiva según la cual, siendo inexplicable, hace son embargo

sentido en la propia aventura humana

2 En este primer momento tomaremos el “yo” un poco a la ligera, entendiéndolo en el sentido trivial que utilizamos cotidianamente; y sin evaluar las implicancias que conlleva en la filosofía de Claude Romano el concepto de “yo” o “sujeto”, lo que se evaluará ampliamente un siguiendo un poco más adelante esta investigación.

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4. La imposibilidad de cualquier datación por la cual no sobreviene en el tiempo sino

que abre el tiempo o lo temporaliza. (Romano 2012, p.80)

De esta forma, se dice que el acontecimiento no acepta una “condición de posibilidad”

arraigada en el sujeto, para darse, sino que está fuera de toda condición a priori ontológica

que devele o evidencie su posibilidad de manifestarse.

Así, podemos ver que la determinación del sujeto (como sub-jectum) implicaría, al modo de

Aristóteles en su Metafísica, una disociación entre una sustancia y la predicación que se

hace de ella, se impondría una limitación al acontecimiento para que pueda llegar a un

<<sujeto>>, y reduciría al acontecimiento a un atributo del sujeto. Para Romano, entonces,

se hace preciso adoptar una suerte de “instancia del acontecimiento”: El viniente, a quien le

sobreviene el acontecimiento, se denomina así para describir la implicación misma de mí en

mi propia aventura3, en otras palabras, la denominación de viniente viene a usarse como la

“ipseidad” en un sentido contecedero.

II. Nacimiento y sentido

El viniente presenta, para Romano, la característica de ser quien nace, el nacimiento

instancia el momento en que el viniente originariamente Es, sin embargo no originalmente.

Esta distinción originario/original, tiene relación con el horizonte de posibilidades4 a partir

de los cuales el viniente desarrolla un proyecto. El acontecimiento del nacimiento abre el

mundo, y es aún más radical, el acontecimiento del nacimiento es el nacimiento del mismo

mundo. El viniente solamente es-en-el-mundo en cuanto nace, el nacimiento se vuelve

entonces el a priori de la comprensión y el advenimiento, que se hace solamente a

posteriori.

El problema fundamental del nacimiento con respecto a la ipseidad, resulta ser, la posición

de singularidad del viniente en el advenir del acontecimiento:3 La aventura, para Romano, remarca el sentido de la historia en la que, por estar siempre implicado en ella, ya no hay vuelta atrás: el acontecimiento no es un predicado que se dice de mí, sino algo que viene a constituirme de manera indisociable y, a su vez, la aventura designa la misma “aperturidad” del viniente a lo que ad-viene.4 Estamos entendiendo el horizonte de posibilidades no como un posible lógico, como un absolutamente posible, sino en su posibilidad de efectuación para el viniente, tema que detallaremos más adelante.

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“¿A quién le sobreviene el acontecimiento? En un sentido, es cierto que soy necesariamente yo el que nace.

Pero ¿qué quiere decir esta afirmación? En el momento en que nazco en efecto, no soy ni capaz de decir

<<yo>>, ni capaz de comprenderme a mí mismo a partir de ese acontecimiento apropiándome los posibles

que ha abierto asumiéndolos como tales en un proyecto libre; y todavía menos soy yo n cuanto a comprender

su sentido. Lo que ahí pasa, en rigor me sobrepasa. (Romano 2012, p. 114).

Parece ser que, similar al pensamiento de Paul Ricoeur, la expresión de Romano alude a

que en realidad no se accede a un yo fundante, sino al carácter del sí. Lo, anteriormente

comentado sobre lo originario de Romano trae a colación la concepción de la temporalidad

en Heidegger cuya primacía impide al existente fijarse en una identidad estática con él

mismo. Para Heidegger, el sentido que el Dasein otorga, es lo que mueve la

comprensibilidad de algo, sin que ello caiga explícita y temáticamente bajo la mirada.

“Sentido significa el fondo sobre el cual se lleva a cabo el proyecto primario, fondo desde el cual puede

concebirse la posibilidad de que algo sea lo que es. En efecto, el proyectar abre posibilidades, es decir, abre

aquello que hace posible algo” (Heidegger 1998, p. 341).

La noción de mantenimiento de sí, para Heidegger termina siendo una conquista y no un

dato más de la experiencia, lo que nos lleva a establecer un enlace con el proyecto de

Romano con Heidegger, cuya tarea es la de crear una hermenéutica del sí. Para Romano la

ipseidad implica la posibilidad de relacionarse en persona con el acontecimiento

(claramente de manera a posteriori), parece verse sobrepasada en el nacimiento, donde es a

mí a quien le ocurre el nacimiento, pero donde el yo no se reconoce como el yo del

acontecimiento.

La ipseidad, entonces, implica una capacidad de apropiarme de los posibles que son

abiertos en el acontecimiento del nacimiento, sin embargo, se encuentra desfasada de la

pertenencia intrínseca de lo originario y de la originalidad del sentido, que el

acontecimiento del nacimiento abre en el viniente. La ipseidad, según Romano, se mantiene

en una apropiación de lo propio, en una captación interminable de la mismidad que me ha

constituido previamente. Como es expresado por Romano:

“El nacimiento abre mi presente a un pasado más antiguo que cualquier pasado asumible, a un pluscuam-

pasado que nunca ha sido presente (...) Naciendo, soy adelantado y prevenido por posibles que trascienden

cualquier proyecto mí, y se dirigen por tanto a mí excediendo cualquier comprensión” (2012, p. 119).

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La captación de una identidad estable y estática para Romano, parece difuminarse en el

surgimiento del acontecimiento mismo del nacimiento –en el viniente-, de esta forma

parece ser que el nacimiento me pone en relación con mi ipseidad solamente por medio de

la relación que se me da con la alteridad, y donde, lejos de mantener una subordinación con

la alteridad, el acontecimiento precede a cualquier otorgación de sentido. Para Romano, el

lenguaje expresa el prevalecer de la alteridad sobre aquello que soy, el “ser nombrado”,

para Romano expresa en gran parte la forma en que una palabra viene a designarme. Este

nombrarme, viene ser el símbolo de la propiedad de mí mismo, de una identidad

prevaleciente, pero a la vez, el nombrarme designa una impropiedad inicial de mi

“identidad”.

Podemos recordar el talante de “impropiedad del nombre” en tanto designación de

identidad, en el cómo el filósofo Sören Kierkegaard, escribía sus obras con diferentes

pseudónimos, para retratar este intento angustioso de capturar al “yo” por medio de la

palabra. Esto en vista de que Kierkegaard, estremecido por el devenir constante de la

existencia, mantenía que la “repetición” venía solamente desde la alteridad. Una idea

similar prefigura en la obra El tratado de la desesperación: “El yo es una relación que se

refiere a sí misma o, dicho de otro modo, es en la relación, la orientación interna de esa

relación; el yo no es la relación, sino el retorno a sí misma de la relación” (Kierkegaard

2005, p. 21). Kierkegaard retrata el carácter relacional que constituye al yo, y que sin

embargo se constituye solamente a partir de la relación misma, esto desata la angustia de

escoger el “yo” cada vez en el transcurso del devenir, de la misma forma en que para

Romano el viniente viene a tratar en todo momento de encapsularse en los posibles que le

han sido dados en el acontecimiento inmemorial e in-experimentable del nacimiento.

También cabe vincular esta angustia existencial Kierkegaardiana –Quizás algo

precipitadamente- con la noción de <<renacimiento>> expuesta por Romano, en la cual,

dado el carácter ulterior de todo acontecimiento, el viniente posee la posibilidad de

apropiarse de los posibles que el acontecimiento abre para él. Esta noción no trata de un

“segundo nacimiento”, sino de una capacidad de experimentar el acontecimiento como la

transformación radical y absoluta de mis posibles y de mí mismo, lo que para Romano será

el fenómeno originario de la ipseidad. A pesar de ello, hay que mencionar que el carácter

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tomado por Romano en su capacidad de experimentar los posibles a diferencia de

Kierkegaard, se verá radicalizado en el hecho de que la reconfiguración de mis posibles no

es tal o cual posible fáctico, sino más bien, la totalidad de lo posible, que viene a darse de

manera absolutamente distinta. De otra forma, sería posible concebir al acontecimiento

como precedido por estructuras ontológicas previas a su aparición.

III. La noción de “Instauración de mundo”

Romano sentencia que: “Para cualquier hecho intramundano en general, la <<posibilidad>>

significa por consiguiente la propensión a ser realizado” (2012, p. 126), a partir de esto, se

dirá que la <<realidad>> de lo posible radica en su efectuación: a mayor cercanía de

efectuación del hecho intramundano, mayor es su posibilidad. Todo proyecto a darse en el

viniente llega o “apunta” hacia lo posible, y por tanto posibilita, y de esta forma, se dice

que el viniente no puede darse a sí mismo fines en el mundo de otra forma que

comprendiéndose en su ipseidad a partir de los posibles que articulan éste. Es por esto que

para Romano es más originaria la posibilitación por el acontecimiento que la posibilitación

por que se da por el proyecto.

“¿Qué pasa cuando <<algo>> pasa y hace historia en mi propia aventura? Los mismos posibles que antes se

articulaban para mí en el mundo y a partir de los cuales o conformemente a los cuales me era posible

comprenderme a mí mismo, se iluminan ahora con una nueva luz: la que no surge sino con el acontecimiento

en cuanto es él mismo instaurador de mundo”. (Romano 2012, p. 129).

Es así, como podemos conectar el papel instaurador de mundo del acontecimiento Claude

Romano, con el papel de la trama de Paul Ricoeur, en tanto el primero viene a establecer

un nuevo sentido que constituye, en definitiva, un nuevo mundo; y por parte de Ricoeur, “la

trama viene a establecer la síntesis de acontecimientos y sucesos en una historia, que se

organizan por medio de la narración en un todo inteligible” (2006, p. 11). Este alcance a

Paul Ricoeur no es casual, la instauración de una historia se hace, para este autor, mediante

la “configuración de la trama”, que se conforma en un proceso de integración entre la

unidad concordante de una historia con la discordancia de los acontecimientos.

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“El acontecimiento es fuente de discordancia en tanto urge de manera inopinada y que pone así en peligro la

estabilidad de ese modo constante de comportamiento que se llama carácter. Pero es también fuente de

concordancia en la medida en que toda narración procede por ruptura, que lejos de interrumpirle, hace por

contrario avanzar la historia”. (Dastur 2005, p. 93).

De esta forma encontramos un paralelo –a pesar de darse por caminos distintos en la obra

de Ricoeur y en la obra de Romano-, en el ámbito de la comprensión del acontecimiento en

su forma de “instaurar un mundo” que es recibido en la singularidad del ipse.

Sin embargo ¿Desde qué punto el acontecimiento llega a instaurar el mundo? ¿Se antepone

la noción de ipseidad en sentido contecedero a una noción de racionalidad “ideal”? ¿Cómo

se entendería esta instauración de mundo en el ipse en los aspectos más “primitivos” de la

vida humana? Responderemos a esta pregunta haciendo un paralelo –posiblemente más

lejano pero igualmente válido-, entre esta noción de instauración del mundo en la obra de

Mircea Eliade Lo Sagrado y lo profano: En la lectura antropológica y religiosa del autor, se

introduce el término de Hierofanía, definida como el mostrarse o el aparecer de lo sagrado,

al hablar sobre diferentes culturas y sus distintas divinidades, Eliade se referirá al objeto

que “sustantiviza” lo sagrado de la siguiente manera:

“La piedra sagrada, el árbol sagrado no son adorados en cuanto tales; lo son precisamente por el hecho de ser

hierofanías, por el hecho de «mostrar» algo que ya no es ni piedra ni árbol, sino lo sagrado” (Eliade 1981,

p 10).

Esta relación con el mundo trastoca –de la misma forma que el acontecimiento- el sentido

ulterior del mundo. Se podría decir (evidentemente, tomándose varias libertades con

respecto al tema) que existe una noción de acontecimiento en la religiosidad, en tanto el

aparecer de lo sagrado viene a instaurar un sentido renovado de las cosas, y otro modo de

darse el mundo ante la ipseidad; y a su vez, parece ser que el acontecimiento está

disponible para ser destinado a un uso más allá de la racionalidad tal como la

consideramos: “la racionalidad occidental”, sin embargo ¿cuál es entonces la condición que

hace del viniente un ipse? Y ¿cómo se erige a partir de ello la singularidad?

IV. Ipseidad: Responsabilidad y Singularidad

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Una de las cuestiones vitales que Romano esboza para definir su concepción de ipseidad en

la aventura del viniente, es la capacidad misma del viniente de estar abierto a los

acontecimientos, esta capacidad trae consigo el estar implicado uno mismo en lo que

acontece, y de esta forma, de comprenderse a sí mismo a partir de una historia y de los

posibles que ella articula.

En este sentido, Romano expone tres momentos que co-determinan la ipseidad en sentido

contecedero:

- Pasibilidad: entendiéndola como la abertura del viniente al acontecimiento en

general, su carácter es primeramente pre-personal, es decir, la abertura impersonal

al acontecimiento. Este carácter de pasibilidad se da, para Romano, en el simple

<<hecho>> de nacer.

- Implicación: la posibilidad del viniente de estar implicado él mismo y no otro,

siendo este momento indisociable de la pasibilidad, y que constituye la base de la

ipseidad.

- Singularidad: la apropiación de los posibles configurados en el acontecimiento por

parte del viniente dados previamente por la pasibilidad y la implicación, que

termina en la constitución de la ipseidad en su sentido total.

Los tres momentos que la articulan, designan la posibilidad de darse la ipseidad en sentido

contecedero. Ipseidad donde el viniente, por estar abierto al acontecimiento, tiene la

posibilidad de responder ante él apropiándose de los posibles que en el acontecimiento se le

destinan. A esta capacidad de responder, Romano, le denomina Responsabilidad, donde, no

siendo yo causa ni motivo del acontecimiento que irrumpe en mi horizonte de sentido, me

hago responsable de él, o dicho de un modo sartreano, me hago responsable de lo que hago

con lo que él ha hecho de mí.

Parece ser que, entonces, la articulación de la ipseidad se da por estos 3 momentos, según

los cuales se entiende al viniente como tal. “La ipseidad, en cuanto posibilidad de responder

de mi pasibilidad es responsabilidad” (Romano 2012, p. 141).

Ser uno mismo, para Romano, es insistir en la abertura que me expone sin medidas al

acontecimiento, y volverse libre por este, es decir estar disponible con respecto a aquello

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que nos ocurre. Solo por medio de la responsabilidad, en sentido contecedero, se vuelve

posible el tercer momento de la ipseidad: la singularidad, para el autor, en cuanto se tiene

que responder insustituiblemente de lo que le acontece, en cuanto es él mismo insustituible

en esta respuesta en la cual se origina la ipseidad, el viniente es uno y el mismo a través de

toda su historia:

“Esta unidad significa pues, aquí insustituibilidad en la responsabilidad. El viniente es uno en la medida en

que siempre es a él como a sí mismo a quien incumbe la tarea de responder a la inyunción de los

acontecimientos; no es uno en cuanto singular, es decir, determinado como éste u otro. Al contrario, su

singularidad no cesa de declinarse de modo diferente a través de su historia, en el transcurso y a medida que

cambian las épocas, es decir, las constelaciones de sentido inauguradas por acontecimientos” (Romano

2012, p. 146).

Esta noción de singularidad en Romano, parece ser una noción que acepta su abertura en

tanto viniente, y a su vez entiende la singularidad del viniente como insustituiblemente

responsable, pero que no niega el devenir estableciendo un tipo de “esencia” estática de la

singularidad, sino que es contenida dada en las múltiples transformaciones que se vive en la

aventura del viniente. Esta insustituibilidad de la responsabilidad, que otorga el carácter

singular a la ipseidad, es similar a la expresada por Heidegger en Ser y Tiempo que cito a

continuación:

“(...) la posibilidad de sustitución fracasa completamente cuando se trata de la sustitución de la posibilidad de

ser que constituye el llegar-a-fin del Dasein y que, como tal, le da éste su integridad. Nadie puede tomarle al

otro su morir” (1998, p. 261).

Esta cita que es a la vez citada en la obra Lo posible y el acontecimiento de Claude Romano

(2008, p. 115), muestra el rasgo ontológico de la ipseidad contenido en la posibilidad de la

muerte como carácter fundamental de su Ser; carácter que cada Dasein debe experimentar

en “primera persona”, y que se manifiesta de manera insustituible la singularidad, que

Claude Romano intenta rescatar pese a que su proyecto destituya la noción de “yo”.

Conclusiones a partir del estudio

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Hemos descrito cómo a partir de la hermenéutica del acontecimiento de Claude Romano el

Yo queda destituido como sujeto del cual predicar un hecho, y es reemplazado por un

viniente, que viene a ser irrumpido en su aventura, y lo largo de este estudio se han

develado ciertas interrogantes que surgen en torno a la idea de la ipseidad y las condiciones

que ella impone a la luz de un diálogo con varios autores que se podrían conectar y que

podrían ser estudiados a la luz de las ideas propuestas en la filosofía de Romano.

Además hemos intentado ampliar la discusión, en alguna medida, de la naturaleza del

acontecimiento en tanto afección en el viniente, en un contexto distinto al contexto desde el

cual nos situamos, haciendo un pequeño guiño al trabajo etnológico y religioso de Mircea

Eliade.

Por otro lado hemos dado cuenta de que el tratamiento del nacimiento, la singularidad y la

responsabilidad, nos han llevado a concebir la ipseidad –en sentido contecedero- de

Romano como una cualidad rigurosamente articulada que, ciertamente, posee una

singularidad, incluso en su condición de ser trastocada de manera constante por nuevos

acontecimientos que vienen a alterar el horizonte de posibilidades de sí.

Finalmente, como en todo estudio, quedan abiertas variadas interrogantes que podrían

ampliar el estudio del novedoso proyecto que es propuesto a partir de la obra de Claude

Romano: ¿Cómo a partir de la hermenéutica del acontecimiento, se llegan a comprender de

manera diferente los estudios de la psicopatología?, ¿Cuál es el punto de partida desde el

cual establecer una filosofía como la de Romano? O en otros ámbitos como por ejemplo:

¿Cómo concebir una teoría estética una vez que se asume una posición que disuelva el

“yo” y a su vez conserve la singularidad, tal como la de Ricoeur o la del mismo Romano?

Bibliografía utilizada:

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- Dastur, Françoise (2005), L’ipséité: Son importance en psychoparhologie. Paris.

PSN editions.

- Eliade, Mircea (1981), Lo sagrado y lo profano. Guadarrama. Punto Omega.

- Heidegger, Martin (1998), Ser y Tiempo. Santiago de Chile. Editorial Universitaria.

- Kierkegaard, Sören (2005), Tratado de la Desesperación. México D.F. Grupo

editorial Tomo S.A.

- Ricoeur, Paul (2006), La vida: Un relato en busca de Narrador. Santiago de la

Compostela. AGORA.

- Romano (2012), El acontecimiento y el Mundo. Madrid. Sígueme.

- Romano (2006), Lo posible y el acontecimiento. Santiago de Chile. Ediciones

Universidad Alberto Hurtado.

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