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SUPLEMENTO DE LOS ESTUDIANTES DE PERIODÍSMO MULTIMEDIOS DEL COLEGIO DE COMUNICACIÓN Y ARTES CONTEMPORÁNEAS - ISSN 1390-7999 Clase de Producción Editorial. Profesores: Iván Burbano, Eric Samson. Textos: Juan Sebástian Barriga, Carolina Vega, David Guzmán, José Daniel Alvarez, Daniel Prieto. Fotos: David Guzmán, Daniel Prieto. Dirección Creativa: Iván Burbano. Edición de Contenidos: María José Guitierrez, Eric Samson. Comité Editorial: Hugo Burgos, Ph.D., Eric Samson, M.A., Santiago Castellanos, Ph.D., Lic. Alejandro Querejeta, Iván Burbano, M.A. Marzo 2015

Marzo 2015 - usfq.edu.ec · Aprender a tatuar es un proceso para Juan. Además de tener destrezas para el dibujo y un buen pulso, para ser tatuador uno debe arrancar desde lo más

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SUPLEMENTO DE LOS ESTUDIANTES DE PERIODÍSMO MULTIMEDIOS DEL COLEGIO DE COMUNICACIÓN Y ARTES CONTEMPORÁNEAS - ISSN 1390-7999

Clase de Producción Editorial. Profesores: Iván Burbano, Eric Samson. Textos: Juan Sebástian Barriga, Carolina Vega, David Guzmán, José Daniel Alvarez, Daniel Prieto. Fotos: David Guzmán, Daniel Prieto. Dirección Creativa: Iván Burbano. Edición de Contenidos: María José Guitierrez, Eric Samson.

Comité Editorial: Hugo Burgos, Ph.D., Eric Samson, M.A., Santiago Castellanos, Ph.D., Lic. Alejandro Querejeta, Iván Burbano, M.A.

Marzo 2015

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Motivos

Llenar la piel designificados

Es casi imposible determinar una causa concreta para saber el porqué la gente se tatúa. Las razones varían dependiendo de la persona y del contexto social y cultural al que uno pertenece. Por ejemplo, en culturas como la Maorí en Nueva Zelanda, un cu-erpo no se considera completo a menos que haya sido marcado. Pero de igual manera, sectores más conservadores de las socie-dades rechazan esta práctica.

Lo simbólicoEl antropólogo Juan Pablo Vi-teri explica que “el tatuaje tiene diversos significados sociales. Cada uno depende del contexto en el que se de y cómo se ge-nere. No hay un solo uso. Hay una historicidad que tiene que ver con los sentidos tribales y étnicos. Otros se generan por cuestiones subculturales, de identidad o pertenecía a una cultura urbana y otros por cues-tiones de marginalidad”.

Muchos tatuajes suelen llevar una fuerte carga simbólica de-trás y conmemoran momentos o cosas importantes en la vida de las personas. Sebastián Be-nalcázar tiene seis tatuajes en su brazo izquierdo. “Todos mis tat-uajes representan algo en la vida y están hechos en un momento específico que me ha marcado y que lo puedo plasmar en mi piel con algún diseño”, explica. “Por ejemplo, mi primer tatuaje fue a los 15 años y es un memorial tattoo que me lo hice después de que mi prima murió”.

La decisión de tatuarse no debe ser tomada a la ligera ya que

es una marca que quedará de por vida en la piel de uno. José Miguel Santelices desea hacerse un tatuaje pero todavía no lo ha hecho porque no ha decidido el diseño. “Apenas esté seguro de qué me quiero hacer y qué qui-ero tener el resto de mi vida, me lo hago de una. Creo que marcar el cuerpo con algo que te identi-fica es importantísimo”, explica. “Yo no me voy a llenar el cu-erpo de cosas al azar y creo que la decisión es importantísima”, agrega.

La modaPero hay quienes se toman los tatuajes más a la ligera y no pi-ensan en las consecuencias. Para Juan Pablo Viteri, hay gente que se tatúa “simplemente por moda. Por adscribirse a tendencias contemporáneas de estilo que muchas veces no tienen senti-dos muy profundos”. Opina que “más o menos eso se ve dentro de la juventud, (el tatuaje) se ha vuelto un artículo de consumo bastante común, es chistoso ver como la gente se tatúa símbolos orientales sin tener un cono-cimiento profundo de lo que esto representa”.

El marcar la piel con sím-bolos vacíos de un signifi-cado profundo y personal, que responden más a una tendencia, una moda, que a una decisión bien pensada, puede llevar a un arrepentimiento del tatuaje. “ El que tu te arrepientas de algo que te pusiste en la piel se puede volver como una cicatriz, como algo no

deseado, como un recuerdo o un arrepentimiento de algo que te puede avergonzar”, co-menta Juan Pablo Viteri. Otro problema que viene con el ar-repentimiento son las largas, dolorosas y además costosas se-siones de láser si es que la per-sona decide retirarse el tatuaje.

Existe también un tema de presión social y marginalidad dentro de los tatuajes. Existen culturas urba-nas don-de son

comunes los tatuajes y la gente se ve obligada a tatuarse si quiere ingresar o ganar la con-fianza del grupo. De una forma similar, funcionan las pandillas, las cuales tienen símbolos dis-tintivos que los nuevos integran-tes deben tatuarse para formar parte de la familia.

Siempre debe existir un reflex-ión previa antes de alterar el cu-erpo de uno. Un tatuaje es una marca que se lleva toda la vida por lo cual la decisión de hac-

erse uno no debe ser tomada a la ligera.

Desde hace siglos, hombres y mujeres alrededor del mundo han tatuado sus pieles con y por distintos motivos. Marcas rituales, evoluciones personales, homenajes, recuerdos y estética son algunos de los motivos para mar-carse el cuerpo.

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Crónica

De la idea a la tinta,el proceso de marcarse la piel

Sentado con la cabeza hacia abajo, siento como la aguja de la máquina para tatuar se acerca a mi espalda. Recuerdo todo lo que pasé para llegar a este momento. En este punto, la experiencia es casi irreal, y en me-dio del dolor y el olor a tinta, pienso en los motivos y en la felicidad de que, al fin, el tatuaje estará plasmado en mi piel.

Desde muy pequeño, soñé con tatuarme. Era fascinante ver por la televisión a la gente que llevaba estos increíbles diseños en su piel. Pero cuando creces en un hogar cristiano, las cosas fuera de la norma no son una opción. Para las personas que me rodeaban, un tatuaje representa algo terrorí-fico. “Eso es algo inmundo”, “que feos que se ven” y hasta “eso es pecado” escuché de mis mayores por años. Pero la idea se man-tuvo en mi cabeza a pesar de que para mi familia fuera feo o atemorizante.

Para muchos los tatuajes son un arte, aunque existen diferentes significados. En la Po-linesia el tatuaje indicaba aspectos como clase social, genealogía o madurez sexual. En el Japón, el Irezumi (tatuaje tradicional) es un largo ritual de varios días.

Para mí, mi tatuaje tiene un significado pro-fundo porque no es como un arete que se puede remover con facilidad. Un arte que se exhibe en el cuerpo y te acompaña por

siempre. El tatuarse ayuda a tomar una es-pecie de soberanía sobre el propio cuerpo, darle un adorno que estará presente eterna-mente. Por eso, es importante decidir con cuidado lo que se llevará en la piel.

Una vez que estuve seguro, encontré nuevos problemas: conseguir plata y convencer a mi familia. Decidí empezar por el segundo, y lentamente convencí a mis familiares que tatuarse no tiene nada de malo. Es impor-tante recordar que los menores de edad necesitan permiso firmado de sus padres para ser tatuado por un artista profesional. Además, en muchos casos, los tatuadores prefieren no realizarlos cerca de la cara o

manos si se trata de menores.

El segundo problema era el dinero. El alto precio de los tatuajes se debe a los materi-ales que utilizan. Las tintas, las agujas, po-madas, todo debe estar en perfecto estado para evitar que se infecte el tatuaje o peor, contraer una enfermedad por malos tintes o agujas reutilizadas. Los costos varían de-pendiendo del tamaño, diseño y tatuador. Sin embargo, estos varían entre 40 dólares o más de 500 dólares. En mi caso fueron 250 dólares, casi un salario mínimo.

Así fue como un viernes por la tarde me senté en la silla del tatuador. El diseño es un árbol basado en la especie acacia, y en el trono lleva el nombre de mi madre. Se encuentra ubicado en mi espalda, sobre el omoplato izquierdo.

La sesión duró una hora y media, y sí, tatu-arse duele. Los tatuajes son permanentes porque las agujas penetran la piel hasta la dermis, donde se encuentran fibras nervio-sas. Sin embargo, el grado de dolor depende de cada persona y del lugar donde se en-cuentra el tatuaje. El rostro, cuello, manos, tobillos, costillas, pelvis, columna, codos y rodillas son los lugares más dolorosos seg-ún varios tatuadores y personas tatuadas. Pero al final, el dolor no importa cuando el tatuaje está listo.

En noviembre del 2012 me hice un primer tatuaje. Luego de un largo camino, tomé una decisión y superé los obstáculos de prejuicios sociales y falta de presupuesto.

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Artistas

Los artistasde la piel

U no de los pioneros del tatuaje en Ecuador. Como muchos otros, Díaz fue prac-ticante en un estudio. “Era bien difícil que alguien te enseñe a tatuar, tenías que hacer un aprendizaje fuerte, ser prácticamente un esclavo del estudio sin paga

ni nada”, recuerda. Dio sus primeros pasos en este mundo en Nueva York, donde vivía en 1991. Años después, el ‘boom’ por los tatuajes empezó en los Estados Unidos. “Antes era una nota mucho más exclusiva de la sociedad, con mucho tabú, que era más escondido”, cuenta.

En 1998, cuando volvió por vacaciones, se encontró con un mercado con muchos vacíos. “Ex-agerando había unos 8 tatuadores y ninguno sabía exactamente lo que hacía. Ninguno de ellos tuvo una formación, fueron autodidactas”, añade. Al encontrar este espacio, Díaz regresa a Ecua-dor en 1999 para abrir su estudio: Diablo Loco Tattoos.

Su estudio se ha convertido en uno de los más reconocidos de Quito. Ahora cuenta con dos locales, uno en La Mariscal y el otro en Cumbayá, donde trabaja él. Santiago se encarga de la for-mación de sus tatuadores. “Es un oficio que acarrea muchas cosas atrás y si no sabes y respetas esas cosas jamás lo vas a hacer bien”, concluye.

N ardi Ink abrió cerca del Quicentro Shopping en Quito hace aproximadamente un año. Su dueño, Patricio Nardi, comenzó a tatuar a los 18 años. Siete años más tarde, su fama en la capital ha crecido poco a poco hasta posicionarse como uno

de los más tatuadores cotizados.

Nardi siempre se inclinó hacia las artes. Estudió con un pintor ecuatoriano. Con una técnica per-feccionada, el dinámico e impredecible mundo de los tatuajes ganaron su atención. En su taller, podemos encontrar algunas de sus pinturas que evidencian el gran talento del tatuador.

“El tatuaje es todo un mundo. Es mi vida, es mi medio de expresión purito. Es un vínculo que tengo con mis clientes, mis amigos y muchos artistas que admiro”, cuenta Nardi con una amis-tosa sonrisa. “Es muy amplio, no es sólo arte”.

Para tatuajes artísticos, con un diseño más gráfico que lineal y colores vivos bien marcados, Patricio Nardi es una de las mejores opciones si quieres hacerte un tatuaje en Quito.

T rabaja en el estudio Diablo Loco Tattoos de La Mariscal. Tiene 30 años, seis como tatuador. Comenzó su aprendizaje visitando constantemente el estudio y conociendo a la gente de este mundo. Poco a poco empezó a ver los tatuajes como una forma de

arte. “Me enamoró bastante el concepto del tatuaje en sí. Me di cuenta que no es que te cansas de un diseño, solo que si te gusta algo solo te lo haces, sin que signifique que el primer diseño ya no te gusta o haya perdido su valor”, comenta.

Aprender a tatuar es un proceso para Juan. Además de tener destrezas para el dibujo y un buen pulso, para ser tatuador uno debe arrancar desde lo más básico como la limpieza de instrumentos y de la piel. Para Juan, el trato con la gente y el poder conceptualizar un diseño satisfactorio para el cliente implica tiempo y dedicación. “No es algo que coges, pagas en un curso y aprendes en dos meses. Toma tiempo, es algo que depende uno, de cuanto te comprometas tú para que puedas llegar a hacer tu primer tatuaje”. Juan Rodríguez

Patricio Nardi

Santiago Díaz

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