Maten al Mensajero #1

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“Amamos la ficción y venimos a proponerles un amor, de los que no abundan hace tiempo. Esta es una revista para lectores." Maten al Mensajero, revista mensual de narrativas contemporaneas.Literatura - Historieta - FotografíaPablo Vigo; Federico Reggiani - Angel Mosquito; Chelo Candia; Hotel de las Ideas; Max Aguirre; CJ Camba y Gonzalo Penas.Elizabeth Lerner - Diana Benzecry; Florencia Castellano - Erica Villar; Susy Shock - Florencia Pastorella.Rafael Urretabizkaya; Jorge Spíndola; Nahuel Banurera; Bruno Di Benedetto. Luján Tilli; Mariana D’Agostino; Agustín Argento; Pablo Díaz Marenghi; Mariano Massone; Alejo Valdearena - Max Pérez Fallik; Laura Di Marzo - Clara Muslera.M.A.f.I.A. - Supay Fotos

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  • 1Ao 1 / VoLUMEN 1Abril 2014AR: $40

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    Cuando lean sto va a ser demasiado tarde.Craneamos obsesivamente el asunto durante un ao y monedas. Perseguimos a autores consagrados; sedujimos a plumas nveles y embaucamos a otro tanto para que traigan sus relatos, sus miradas y sus tintas a estas pginas.En un gesto ludita, cuando la carrera estrella es ir detrs de una revis-ta digital, un blog, una app, nosotres estrenamos una revista en papel. No slo eso: convencimos a narradores de que se pongan a escribir novelas de folletn, aguafuertes, literatura juvenil; persuadimos a escritores de que nos cedan textos inditos de literatura breve -en este nmero, desde la Patagonia-; fuimos tras el colectivo fotogrfico ms revulsivo de los ltimos aos y les prometimos papel a color. Y, entre tantas otras cosas que leern cuando den vuelta esta pgina, fuimos tras los, las, les historietistas que ms nos gustan, a pedirles que sean parte. No somos nostlgicos, no se equivoquen. Tampoco somos mrtires de la tinta y el papel ni buscamos serlo.Creemos, en la escritura, en la pasin de la lectura, en las lecturas apasionadas, en las historias posibles, las que valen ser narradas, en las mltiples formas de contar un mundo. Eso es todo. Amamos la ficcin y venimos a proponerles un amor, de los que no abundan hace tiempo. Porque estamos ante el inicio de algo que esperamos sea un romance. Nuestra relacin, este enamoramiento, debe ser mutuo, y al amor exige carne, de los ojos y las manos tensas sudorosas, expectantes, de los lectores sosteniendo estas pginas, de estas hojas, el cuerpo de estas historias. Un frente a frente irrepetible.Ah estaremos, lectores, con literatura, mes a mes en el puesto de diarios ms cercano a sus casas, o en la librera, o en el buzn y ustedes estarn esperndonos con ansia contenida, la prxima histo-ria, el prximo captulo. Esa es nuestra apuesta, nuestro deseo. No les vamos a hablar de libros o comics, ni reseas, ni entrevistas: sino que les traeremos textos inditos cada nmero.Todo tiempo pasado fue anterior, como dicen en el barrio. Y no venimos a inventar la plvora: hubo decenas o cientos de revistas en las que nos inspiramos -y ojal florezcan mil ms-, pero la mayora hace dcadas que dejaron de editarse. Simplemente recuperamos lo que nos gustara encontrar en una publicacin literaria. Con el impulso de Internet para llegar a ms lectores, esperamos hacer de cada entrega un objeto de coleccin. Algo que uno quiera atesorar en su biblioteca. Y, a la vez, por ms paradjico que suene, que nos queme en las manos. Que no podamos darnos el lujo de que alguien se lo pierda.Todo con un solo objetivo: Maten al Mensajero.

    /matenalmensajero

    @matenlo

    EDITORIAL

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    La Loreta

    JUaN GraNDe

    rW BetY La Fea MaFIa

    SUPaYFotoS

    taKaNaKUY

    4X4 a FULL

    INtroDUCCIoN

    UN CUeNto De CarLItoS CHaPLIN

    eL SaBor DeL DUraZNo

    06

    34FolletInes

    realIDaDaUmentaDa

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    FeLICIDaD

    La Marea

    eL Bar De La MeSa 3

    SILVIa

    FBULa De La SartN Y La HorMIGa

    LoS VISItaNteS DeL aGUJero DeL CoMeDor

    VeNtaNaS eNCeNDIDaS

    aCCIDeNteS GeoGrFICoS

    La SUeQUIta

    LoS oBLIGaDoS

    SatLIte De aMor

    De UN SaQUeLoS oCoteS FraCtaLeS De GaNMeDeS

    CaNSaDoS

    La FUNCIN

    HoteL De LaS IDeaS

    MISaNtroPa

    SUMARIO

    COLABORAN EN ESTE NMEROSTAFFDISTRIBUCIN

    Maten al Mensajero

    aGUaFUertes HIstorIeta FotoGraFa

    lIteratUra BreVe

    meDIaneras

    IlUstracIn De tapa: Pablo Vigo

    HIstorIeta: Federico reggiani - Mosquitochelo candiahotel de las ideasMax aguirrecJ caMba - gonzalo Penas

    realIDaD aUmentaDa:aleJo garca ValdearenaMax Prez Fallik

    meDIaneras:laura di Marzoclara Muslera

    aGUaFUertes:Mariana dagostinoagustn argentoPablo daz MarenghiJorge galeanoMariano Massoneleila sucari

    lIteratUra BreVe: raFael urretabizkayaJorge sPndolanahuel banurerabruno di benedetto

    Folletn: Federico reggianiMax aguirreFabin zalazarelizabeth lernerdiana benzecryFlorencia castellanoerica Villarsusy shockFlorencia Pastorella.

    DIrector:santiago kahn

    consejo eDItorIal:elizabeth lernergino cingolaniluJn tillilaura di Marzo

    eDItores:elizabeth lerner (Folletn)luJn tilli (aguaFuertes)M.a.F.i.a. (FotograFa)

    sUBeDItores:laura di Marzo (Medianeras)Juan Martn bregazzi (lit. breVe) correctora:Mara c. [email protected]

    WeB: gino cingolani

    DIrector De arte: daMin Martonewww.daMianMartone.coM.ar

    LoS aNtIGUoS De BUeNoS aIreS

    Distribucin en capital: distriloberto www.distriloberto.coM.ar

    Distribucin en el interior: d.i.s.a. Pte luis senz Pea 1836 (c1135abn) (011) 4305-0114ediciones la Parte Maldita. boliVia 269 4to a

    eDitor responsable:santiago kahnboliVia 269 4 a, cP 1406 - buenos aires, [email protected]

    reDaccin: uruguay 239 8 b

    publiciDaD: [email protected]

    ISSN 2362-2253

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    Ya sin un taco la Loreta corri. La ruta era apenas una luz que se mova titilante delante de ella, a veces desapareca producto de la nublazn de los ojos que entre la tierra y el sudor y el maquillaje estropeado le empastaba la visin. Solo necesitaba llegar a esa luz, pedir desesperada una ayuda y despus encontrarla, es obvio. Hace media hora estaba subiendo al auto del muchacho. Hace vein-ticinco minutos estaba bajndole la bragueta de su jean. Hace veinte l la apunt con la navaja. Hace diecinueve la Juana se meti en el auto en su ayuda. Hace dieciocho forcejearon los tres. Hace diecisiete la suerte estaba echada: la Juana ensangrentada en el piso y el muchacho huyendo auto arriba. Hace 15 das que corren sus pies, segn sus pies.

    La Juana era hbil para las cuestiones domsticas. Ese mundo del hogar oculto en el hogar. Esa licenci-atura de los caos de desage y de los cables de luz, o de correr muebles o acarrear lavarropas de un piso a otro. mientras estas mariquitas solo le ponen rouge a la casa, con cuadritos de Madonna por ac, con telitas de leopardo por all, la nica que salva las papas reales de su esqueletera soy yo. Y as era La Juana, esta otra tucumana, primas hermanas con la Loreta, con el nico certificado familiar ganado en

    LA LORETA

    CAPTULO UNO

    porSUSY SHOCK

    ilustraFlOrenCia PaStOrella

    el trajn de la calle y en el convivir bajo la rama de la pobreza o la abundante guisada de los buenos tiem-pos, ese lazo que se va construyendo entre sus calles y en los afiebrados aos. Con la galleta de la ternura distante entre ambas, pero con el hilo indeleble del amor trava surcndole la sangre. Esa sangre tinta china que nos hace el rbol genealgico elegido. No se conocan de antes. De ese pasado de Santa Luca comn y esos juegos de varoncitos de calle de tierra y abrazo de caa. Ellas fueron coprovincianas de su artesana del despus. Ese volver a pintar el lienzo de una misma. Esa recreacin.

    Corra el final de los aos 80 cuando La Loreta hizo pi en Retiro. Con su bolsito marrn de ganas. A medio mutar en su propia feminidad. Como si su loba agazapada hubiese estado esperando ese hecho fundante de estacin de tren de ciudad nueva. Entr derechito al bao de varones por ltima vez. Solo para soltarse el pelo y pintarse de rojo tomate los labios e inaugurarse la seal de largada de esa ansiada y nueva vida.

    All entre los mingitorios hambrientos del bao estaba la Juana, o todava el Juan. Ese robusto morocho de mirada perdida y tamao pene de mejor mirar, con quien termin en ese hotelucho del Bajo, primereando en ese coger la noche inaugurante del placer de Buenos Aires.

    - Pensar que es mi primera noche en la Capital. Yo me lo imagin en un hotel como en la pelculas argentinas en blanco y negro, a lo Zully Moreno Que marica! Si me vieran mis amigas en este hotelucho. Igual no te creas que me molesta, eh, mejor que el banco turista del Estrella del Norte

    es Adems por lo que sale bastante que tenga agua caliente. Cmo se ver Buenos Aires desde la terraza? Subiste tan alto alguna vez como para poder verla? Yo en mi habitacin tena en la pared pegada una foto de Retiro. Me imaginaba viviendo ac desde chica, pero no pens que no haba casas cerca del tren.

    -No te vas a sacar la camisa? O quers que lo hagamos as, a medio vestir?

    As que tucumano tambin, mir que casual-idad. No debas estar nunca vos en tu casa, yo a los changos de ah los conozco a todos. No hay uno que no lo conozca. Decime: tu apellido cmo es?

    -Chupmela.

    c o n t I n U a r . . .

    FolletInes

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    Dos cosas pueden ocurrir cuando alguien lee la palabra aguafuertes: que se funde en su mente un signo de interrogacin bien pronunciado, o bien, que resuene ruidosa-mente el apellido arlt. ambas situaciones tienen estrecha relacin con esta seccin. la propuesta ac no es homenajear inc-esantemente a nuestro querido roberto arlt con copias pre-lavadas de su gnero, las aguafuertes, esos textos que conden-saron impecables imgenes de poca como pocos otros. lo mejor que podemos hacer, por l y la narrativa, es retomar esa escritura que inaugur y ponerla a rodar, habilitando la posibilidad de la impre-visin del goce: que las cartas no estn echadas, sino que haya juego todava, como bien supo escribir sobre el doloro-so acto de escribir, roland Barthes, en El placer del texto.

    en estas pginas estaremos en lo profun-do de ese juego, peligroso y atrapante juego, de modo permanente, sin buscar un punto de llegada, un cors, un techo. Sin huir tampoco de nada de eso. asumir ese subrayado grueso llamado aguafuerte es todo un compromiso, un acto de fe con lo que se escribe, con lo que se entrega a los lectores. la tarea ser dejar que las letras hagan en el texto, marcndoles apenas la ruta, abrindoles paso a las imgenes nuevas, de estas pocas y geografas, es-tos presentes, de este tiempo mltiple y saturado.

    por lUJn tilli

    R E C I B L A R E V I S T A E N T U B U Z NE N C U A L Q U I E R P U N T O D E L P A S

    [email protected]

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    LOs AnTiguOs dE BuEnOs AiREs (i)

    poraGUStn arGentO

    veces me pregunto por qu los grupos de msica como The Rollings Stones, Black Sabbath, Paul McCartney o Roger Waters siguen teniendo xito entre los jvenes argentinos. Lo parad-jico, digo, de ese xito, es que est

    3 dcadas. Todos objetos, que se ganan con holgura el calificativo de fetiche, deseados por los vidos porteos.

    Charlando con un amigo, Carlos, coleccionista de remeras de ftbol, lo inquir para este asunto: Las camisetas son pedazos de historia. Poder atesorarlas es un orgullo personal; ser parte de la mstica. Se trata de recrear un partido que nunca vi, pero que evidentemente tengo en m su carga. Si me apurs, te contesto: `Estoy conservando un pedazo del ftbol argentino en mi casa.

    Otro amante de la historia como Augusto, un msico psicodlico con inclinacin a los vinilos, tambin me explicaba: Todos mis discos son primera edicin, por la impronta que tiene algo que sali en el mismo momento que estaban ocurriendo los hechos, y no por algo pura-mente comercial. Ah la cosa pasa tambin por el valor histrico. Eso me sugiere un sentimiento que no lo exper-imentara con nada fabricado hoy, fuera de contexto.

    Suena lgico. Suena racional. Pero, todava, me retumban en la cabeza las palabras de Desmond. Msica de viejos. O, ms extensivo, cosas de viejos.

    Dnde radica, entonces, la atraccin que los jvenes porteos tenemos por lo antiguo? Ser en el aire bohe-mio de Buenos Aires, con sus viejas libreras de la Calle Corrientes y los teatros? Ser en la necesidad de recrear una poca porque todo pasado fue mejor? O, como me dijo mi padre: Ustedes buscan la identidad, porque creen no tenerla. l, que se acaba de comprar un coche 0 kilmetro.

    basado en canciones de hace ms de 30 aos. En cuanto pisan suelo argento generan un torbellino de pasin y fanatismo consagrado en estadios repletos de fans. Ser que no hay nada bueno dentro de lo moderno que recurri-mos a los gustos de nuestros padres? La msica es solo un ejemplo, porque tambin la ropa, los muebles y hasta las casas, de ser preferible, deberan ser de dcadas pasadas.

    Pero, lejos de ser una caracterstica de la humani-dad en su conjunto, esto de inclinarse a lo antiguo digo, es una extraa particularidad en quienes vivimos en Buenos Aires.

    Hace unos aos se me ocurri viajar a Europa y prestar atencin a las costumbres del Viejo Continente. Grande fue mi asombro al notar que nadie, absolutamente nadie, tiene esa pasin por lo antiguo que hay en la Ciudad Autnoma. Por ejemplo las bandas, como las que nombr ms arriba, en su pas no convocan ni a un tercio del pblico que acude en el territorio patrio. Es msica de viejos. En Inglaterra esos grupos ya no se escuchan, me explicaba, con sorna, Desmond, un simptico ingls, en la puerta del mtico Brixton Academy de Londres.

    Regresando a Buenos Aires, puedo dar fe de otro fenmeno: el nmero de casas de antigedades, o antiq-uits, es infinitamente superior a las que existen en otros lugares del globo. San Telmo, Caballito, Flores, Palermo y hasta Nueva Pompeya ofrecen una variedad innumerable de muebles y vestimentas que superan holgadamente las

    un FiLM dE CARLiTOs CHAPLin

    porMarianO MaSSOne

    ujn tiene alma de pueblo, y como dicen las viejas, pueblo chico, infierno grande. Pero esta ciudad es la de la fe y la de la historia, lejos est del infi-erno. Todos los Papas vienen a darse un paseo por la ciudad de la virgen. Mi viejo dice que l solo cree en la

    Abro un gajito color violeta y lo pongo en mi boca, lo saboreo. Camino por San Martn, la calle principal de Lujn. Las motos de los adolescentes pasan haciendo ruido como diciendo ac estoy yo, mrenme. Otros, ms desafortun-ados, pasan en bicicletas playeras, en bandada, taponando todo el trnsito. Ac no existe ese afn snob de la bicicleta que s existe en Capital. En Capital es cool tener una bicicleta antigua, ponerla a tono y pintarla de naranja fluor. Ac las bicicletas son todas playeras o Montain Bike recauchutadas, despintadas. Tienen olor a Oeste, a lejano Oeste, a barrio perdido de Moreno o Ituzaing.

    Llego a la pollera La Taba, pienso que es principio de mes y que tengo que asegurarme la comida antes de que se me acabe la plata. Compro vorazmente pollo, milanesas de pollo, patitas de pollo, mozzarella. Todo lo indispensable para tener carne rica por unos cuantos das. La pollera se llena de gente. Son las siete de la tarde y es el momento donde todo el pueblo sale a hacer las compras. En la poll-era hay una cajita naranja que contiene los nmeros para evitar malos entendidos. Entrs y sacs un nmero. La gente espera parada. A veces encontrs algn conocido y te pons a hablar, generalmente del tiempo y de laburo. En los pueblos siempre se habla de laburo. Es el contacto que tens con otras personas. En mi caso, que soy profe, me preguntan en qu colegios estoy, cmo hago para soportar a los chicos y, con eso, surge el comentario de que los adolescentes vienen cada vez ms avivados, que antes uno a los trece aos jugaba con los muecos y que ahora ya andan dndose besos, teniendo sexo o robando y esas cosas.

    Por fin, vuelvo a mi casa. Camino quince cuadras hasta el barrio Zapiola, lejos del centro, que queda cruzando la ex ruta 7, la misma ruta que te lleva a Mendoza. Cuando llego a mi cueva separo las milanesas de pollo con papeles de nylon para ponerlas en el freezer. Dejo dos afuera para comerlas a la noche con los fideos que quedaron del medioda. Pienso en la pipa que me voy a fumar en unas horas. Pienso que Marquitos, mi pareja, ya estar llegando del curso de mandatario y que vamos a jugar a la Wii.

    virgen de Lujn porque es de mrmol, y aclara, si fuese de carne y hueso ya la hubiesen desvirgado. Sin embargo, la virgen de Lujn es de barro, cosa que a mi pap se le pasa por alto. Por eso no dejan sacar fotos a los visitantes ni prender velas, porque la virgen se derrite. Hoy camin por el centro de Lujn. Marzo dio paso a abril y abril dio paso a las lluvias del otoo. Ya empiezan todos los clichs de esta estacin: las hojas que se caen, las tardecitas de calor suave casi fras, el color grisceo del cielo. Fui a la farmacia Falanga a dejar mi receta de antirretrovirales. Como es la costumbre, mientras esperaba para dejar la receta, me pes en la balanza. Dej mi receta y pregunt cuando me podran dar mis medicamentos. Como de costumbre, la farmacutica me dijo que estaban tardando, que haba problemas con las obras sociales. Siempre, en provincia, hay problemas con las obras sociales. Siempre es difcil conseguir un medicamento, tarda das, muchos das en aparecer. Uno llama muchas veces a la farmacia, la farmacutica te dice que las obras sociales son as, que hay que esperar, que, parece, que en la provincia no se acuerdan de los enfermos.

    Sal de la farmacia y fui al kiosquito que hay al lado. Un kiosco donde todo se mezcla con todo, donde los caramelos y los chocolates forman un collage de colores y sabores. Compr cinco pesos de caramelos gajitos. Me acord cuando con cinco pesos comprabas caramelos, alfajores y chocolates. Mir al pasar los CDs de las pelculas truchas que se venden en el local. Todas las pelculas, ltimamente, me parecen una porquera. El mercado yanqui invadi de tal manera que todas se pueden catalogar en terror pedorras, romnticas pedorras, de animacin pedorras, cmicas pedorras, dramas pedorros. Tambin se da la fusin comedias romnticas, terror cmicas. Pero, al fin, son todas pedorras.

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    ACCidEnTEs gEOgRFiCOspor

    Mariana DaGOStinO

    u es lo que hace que un viajero, un turista, arribe como paracaidista a la Feria de Mataderos? Abro la gua Buenos Aires Day&Night o bien Live Buenos Aires o Get the Juice Out of Buenos Aires. ltima-mente,vengo observando que, para

    vacas). La otra forma en que se relaciona el espacio con su nombre propio es a travs de lo memorable (lo que se recuerda, lo que se repite o sola repetirse, aquello que dicta Mataderos es un punto cercano a tu lugar de origen, la matanza colectiva, el olor a sangre), todo eso convivi conmigo muy cerca, sin conocerlo, sin haber hecho mi relevo de lugar ya experimentado, recuerden que vivo para conocer. Por ltimo, la tercera manera en que se relaciona el espacio y su designacin es por medio de lo primitivo (los sueos, el origen infantil). As, la primitividad de este emplazamiento me arroja sin otra posibilidad al deseo, retorno. Ahora que vuelvo y todos van y se dirigen a buscar algo que escribir, algo para deletrear en una aguafuerte, en una crnica, en un textito. Ellos van y yo regreso, no a escribir, tampoco a recordar. Cmo deba haber sido en aquel tiempo Mataderos? Cmo lo soaba? Por qu un punto tan prximo es ahora una atraccin recomendada para el visitador?

    Mataderos: punto huidizo de la ciudad, irrepresentable, invisitable. El gaucho, el museo, los nios bailando el pericn, tortas fritas. Enumeraciones vanas, porque nada de eso es la feria de Mataderos: punto y aparte de Buenos Aires; el sueo de un lugar impenetrable cuyos habitantes uno ignora, al igual que los vecinos que viven en los pasajes. Solo se hace presente la algaraba fingida de la feria. Y mientras tanto, sus gentes se guardan en el patio a morirse de fro y esperar que pase el domingo para recuperar el barrio que les pertenece.

    Pienso, entonces, qu me pertenece de ese gesto y puedo afirmar que es la posibilidad de que la feria sea ignota, es decir, inexistente. Se trata de un lujo que ya no puedo darme. El mapa no es el territorio, pero, tarde o temprano, el territorio llega al mapa. Tambin llega a m, para reformular lo que fue ese costado oloroso que vena de all atrs y que, cuando vuelvo, me hace volver a la imagen mental quebrada por la abrupta contundencia de lo real.

    (01) LA FERIA

    el forneo, los hitos urbanos son los que estn en la Lonely Planet. No los culpo: ocurre lo mismo al revs. Y uno hasta se enoja cuando viaja y la realidad no coincide con la gua, maldita realidad que no sabe adaptarse a lo que nosotros nos armamos como destino cuando viajamos!

    Un mapa que abarca desde La Boca hasta Palermo, los dos sitios extremos que abrazan el centro. Mapa turstico: tranquilizadora sensacin de dominio de la geografa ajena. Pero no. El mapa no llega a Mataderos: no alcanza la ciudad para ponerlo a la vista, para demostrar grficamente su distancia del lugar donde todo sucede. Sin embargo, la feria aparece como la gran atraccin turstica para el recin llegado. To enjoy a typical criollo Sunday point yourself to the Fair of Argentine Popular Handicrafts and Traditions. There are free workshops on folk dance, tango, guitar, woodcarving, etc. You can also enjoy a folk music and dance festival, admire innumerable gaucho skills and of course chose among a wealth of regional meals. Y otra vez, el nombre ausente en la descripcin hiperblica, donde todo es fantstico, gratis, disfrutable, admirable e innumerable. Dicen por ah que un espacio se relaciona con el nombre propio que lo designa de tres maneras: una es travs de lo creble (lo que autoriza; la leyenda que hace que Mataderos haya sido puerta de entrada al campo y su punto de llegada; la leyenda que reza aqu haba corrales, aqu se mataban

    ace unos meses invadieron un baldo de las afueras de San Miguel. Segn pude saber era un predio de Radio Nacio-nal, hectreas y hectreas de soledad. Ni una sola vaquita, solo una antena solitaria repit-iendo voces al aire, rodeada de nada. Estaba pegadito a un

    ro tembloroso, un hilito de agua contaminada. Siempre haba un patrullero en la entrada, custodiando qu? Censurando lo que se repite? No creo, casi siempre duermen la siesta.

    Era invierno. Pas mi mano por el vidrio del colectivo para poder verlos, entre la bruma maanera logr ver cmo haban montado un pueblo con telas, chapas y cacharros. Mis viajes se transformaron en la desventura de querer saber qu ms haba ocurrido all. Esperaba el momento de cruzarlos para ver cmo segua su aventura de hacer un barrio.

    Evidentemente en un territorio donde las cosas se hacen por izquierda, se decidi avanzar por derecha. Una maana el colectivo se desvi de la lengua de Gaspar Campos. Muchos cami-ones de Gendarmera tenan que echar a ningn lado a los invasores y ah estaban haciendo su

    LOs OBLigAdOspor

    JOrGe GaleanO

    trabajo. Cuando el 303 retom su ruta habitual, ya estaba instalado, con una eficacia hasta aquel da desconocida en esos lados de San Miguel, un gigante paredn. Frente a ese baldo, haba un barrio de emergencia, llamado paradjicamente Barrio Obligado como si fuese una neurosis del destino, como si el tiempo les tuviera prepa-rada una trampa. No es extrao hoy que algunos aseguren que hay gente que nace chorra. Obligados estuvieron los invasores de ir a ampliar ese barrio precario. Cruzaron el asfalto, que brillaba como si contuviera una pelcula de hielo por el fro de aquellos das, y se dedicaron a levantar otra villa de emergencia. Esta parece no joder, todava no estren nombre propio, artculos periodsticos o coberturas televisivas. La semana pasada fueron las elecciones. Sobre ese paredn rematado por la solitaria antena, hoy discurseaba el intendente.

    Barrio Obligado limita del otro lado del ro con Hurlingham, ah tampoco pudieron acomodarse en un descampadito, los anuncios de un parque recreativo los dejaron afuera. Ahora est cerrado con candado, con los pastos largos entre los que se pierden los bancos que pusieron de cortina. Hoy el 303 volvi a desviarse del camino, hay un cartel de gran tamao al costado: Estamos construyendo la entrada que nos merecemos.

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    l pasto es spero. Busco la f razada de osos de cuando era ch ica mi pap todava la guarda y me acuesto. Estoy en el campo, rodeada de rbo-les secos. El sol de la tarde se siente como una caricia tibia. Vuelve la piel ms suave y los pensamientos ms livianos. Cierro los

    ojos y recuerdo las siestas en el silln de mi abuela. La oscuridad me obliga a escuchar de otra forma: el canto de los pjaros se hace ntido y se mezcla con el ladrido de un perro viejo que viene de lejos. Se parece al ladrido de mi perro Cholulo: seco y ronco. El s i lencio del campo es una i lusin. Si me quedo quieta y no pienso en nada, los soni-dos se multiplican y hasta puedo or cmo la hormiga tropieza y pierde la rama que cargaba desde haca horas. Es casi imperceptible, como las hojas de los rboles que al chocar con el viento producen una lluvia suave que no moja. El silencio del campo es solo para quienes no tienen tiempo de escuchar.

    Al lado mo hay un camino de hormigas negras. La hormiga pierde su rama pero sigue caminando. Ms tarde levantar una hoja. Cunto tiempo vive una hormiga? Sern meses? O das como las maripo-sas? La vida de la hormiga es caminar con la espalda pesada. Cmo sabe la hormiga que ese es su camino?

    EL sABOR dEL duRAznOpor

    leila SUCari

    Se pierden las hormigas? La vida de la hormiga me da lstima. No son felices las hormigas. Las abejas por lo menos tienen una visin ms superadora, sobre-vuelan los campos y observan a las hormigas fracasar una y otra vez. Incluso las ven morir. La muerte de la hormiga es lenta. Muchas veces muere aplastada, otras envenenada pero nunca de manera sbita. Es una luchadora. Se resiste, estira las patitas, intenta seguir caminando aun cuando le falta un pedazo de cuerpo. Mueve la cabeza, sacude las antenas y parece gritar auxilio. Pero nadie la escucha. Despus, cuando el cansancio y el dolor son demasiado, queda boca arriba y por primera vez en la vida conoce el cielo. Lo ltimo que ve la hormiga antes de morir es el cielo. En eso se parece a las cucarachas. Aunque tambin es un poco como los elefantes. Una vez le que las hormigas enfermas se alejan de la comunidad y van a morir en soledad para evitar que otras mueran. Prefi-eren morir pisoteadas o ser devoradas por un pjaro antes que contagiar a sus compaeras. Son altruistas las hormigas. Aunque ahora que lo pienso nunca vi una hormiga trepada a la copa de un rbol. Quiz s buscando una hoja, pero nunca conoc a una hormiga contemplativa. La hormiga se ciega en su objetivo y no disfruta el camino. Pobre hormiga. En cambio las abejas son ms como los pjaros, tienen cierta libertad. Aunque no dejan de ser un insecto laburador. Son insectos las abejas?

    Respiro hondo. El sol tiene sabor a durazno. O quiz sea el perfume de las flores del ciruelo que se mete en el aire, se calienta y llega a m como una fruta dulce.

    esde el ventanal de mi depar-tamento me distraigo de vez en cuando con la rutina de desconocidos bien de cerca. Nadie se entera. Cada hogar del edificio de enfrente es caja aptica y hermtica, circular y esttica. Bales de

    intimidad provisorios de modo permanente. Los viejos suelen salir al sol a las siete de la maana, a las dos de la tarde, a las ocho de la noche. Las familias-tipo cenan a las diez y media, los adultos miran televisin y los pendejitos juegan a la Play los sbados a la noche, los domingos se levantan tarde. Los que viven solos, se asoman cada dos por tres a la ventana, se duermen a las tres de la maana, se levantan a las siete y se van sin abrir las persianas. Los que tienen conflictos matrimoniales salen seguido y de repente al balcn a apurar un pucho.

    La televisin est en casi todas las ventanas. Encendida y abandonada, salvo en lo de un par de viejos que se sientan delante de ella durante horas. Ah ven cmo se trasmiten mltiples opciones posibles para ser feliz el fin de semana. Shopping, cine, cenas, salidas a navegar, escapadas de fin de semana, boliche. Ah pasa La Vida. El plan, el gran sueo. Reventarse mientras cres que sos feliz y morirte en ese instante de duda, en el que se sabe que no lo ests siendo, pero no importa, porque se

    VEnTAnAs EnCEndidAspor

    lUJn tilli

    parece tanto que te cres que ests sindolo. Mir vieja qu bien la pasa la juventud ahora dir, posiblemente, el anciano de una gamba en silla de ruedas, a la canosita que tiene al lado que vaya a saber si todava escucha algo.

    Ventana roja, ventana verde, ventana gris. Ventana blanca. Ah, en la ventana blanca, est la rubia de unos sesenta aos, que le encanta mirar el Facebook a la tarde y la tele con su marido a la noche. Vive con el brushing perfecto, impecable, debe dormir con los tacos puestos. Hace poco descubr una de sus pasiones: le gusta mirar en la tele partidos de tenis, ftbol, hockey. Deportes. Sobre todo los sbados y domingos.

    Ventana gris, el matrimonio con nio enjau-lado. Ya me conozco todos los calzones del tipo y sus espantosas y estiradas camisetas de Boca. Se la pasa fumando en pelotas apoyando los codos en la baranda, mirando la calle, con cara de qu vida de mierda.

    Ventana verde, viejo choto. Se pone a mirar para afuera a cada hora, colgando del balcn como buscando algo en la vereda y relojea a las solteritas de mi edificio que no tenemos cortinas.

    La ventana roja est en mi edificio, sexto noveno. Siempre encendida para que se diviertan los del edificio de enfrente.

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    LA suEquiTApor

    PaBlO Daz MarenGHi

    ra joven. Diecisiete aos. No se tena que morir. Aquella maana de 1977, cuando entr a la casa de su amiga Norma Burgos en el Palomar; no se tena que morir. Cuando vio sus rostros, rectos, verdes, y sali corriendo aterror-izada rumbo a cualquier parte, no se tena que

    El Palomar. Los abri en la ESMA. El tigre Acosta repeta todo el tiempo: Qu mierda hacemos con la suequita?!. As le llamaban. La confundieron. Iban tras Mara Antonia Berger, sobreviviente de la Masacre de Trelew. Qu mierda hacemos con la suequita!. La buscaban cual gauchos matreros su padre, la embajada sueca, la estadounidense y Amnista Internacional. La cancillera argentina tapizada de gendarmes no daba abasto con los envos de telegramas hipcritas que prometan profundizar la bsqueda hasta encontrar a la adolescente.

    El rostro de Dagmar Hagelin, la suequita, ilustr centenares de peridicos europeos. Dagmar fue arrojada al mar, titul la prensa sueca en 1979. Su padre, Ragnar, le dedic un libro Mi hija Dagmar y jams dej de buscarla, cual Padre de la Plaza. La sociloga alemana Elizabeth Ksemann, las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon comparten con Dagmar tres adjetivos: extranjera, mujer y desa-parecida. El Palomar, depsito de sus ltimas pisadas y suspiros, contuvo a dos epicentros del exterminio: el Colegio Militar y la Base Area. El terror no fue casual.

    En tiempos de efervescencia progresista, hay rastros que se nublan, algunos nombres se enciman por sobre otros. Los juicios a militares se aceleran. Astiz viejo, mohoso cuenta con varias cadenas perpetuas en su vitrina de trofeos de la muerte. Los procesos sociales caminan a ritmo paquidrmico, polivalentes. El recuerdo de la suequita se interpone con intermitencia, jugando pulseadas ante el olvido. Las veredas erosionadas, el tempo cansino del oeste que se mantiene constante al igual que el silencio. El supermercado chino corona un escenario difunto.

    morir. Cuando el ngel rubio, rodilla en el piso y brazos extendidos, apret el gatillo de la pistola que dispar una bala hacia su crneo, no se tena que morir. La suequita ni siquiera era un digno exponente del algo-habrhechismo. Colegio Militar. 24 de marzo de 2004. Nstor Kirchner. Proceda. El teniente general Bendini descolgaba los cuadros de Videla y Bignone dando inicio a una dcada nutrida de juicios a militares por torturas, secuestros, robo de bebs y masacres. Liturgia oportunista para algunos, polticas ejemplares para otros, crcel para muchos; aos kirchneristas sobrecargados de derechos humanos. En el mismo cuadrante del conurbano, 27 aos atrs, la suequita desapareca. Hoy no es ni una calle, un monumento, una plaqueta escondida en alguna placita desvencijada. La casa donde viva su amiga, la que fue a visitar aquel 27 de enero, el tiempo la transform en un supermercado chino. All mismo Astiz y el subcomisario Peralta la cargaron en el bal de un taxi descuajeringado.

    Ambos somos nrdicos. Nos parecemos. No cierto? le susurr Astiz mientras acariciaba su frente teida de rojo. Ella no entenda. Cerr los ojos en

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    Este teatro nace como un espacio de recuperacin, encuentro y resistencia para las genuinas expresiones de los creadores de nuestra cultura. La Escuela de Tango Orlando Goi, por otra parte, encara la tarea de formar no slo buenos instrumentistas, sino msicos capaces de desarrollar y sostener nuevas propuestas culturales que reflejen el entorno en que viven. Las actividades que aqu se realizan son posibles gracias al trabajo y la colaboracin de mucha gente que suea con nosotros.

    Teatro Orlando Goi Espacio de tango y culturas en resistenciaCochabamba 2536, Bs. As.

    Teatro Orlando Goi

    Sala de concierto Escuela Compaa de teatro

    Orquestas Discos y libros Lanzamientos

    Cochabamba 2536 San Cristbal, Buenos Aires Capacidad limitadaTel: 15-6802-1896 (lunes a sbados de 16 a 20 hs.)[email protected]

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    a FUllFUll.

    Era un da hermoso. El sol brillaba en el cielo y en la radio sonaba una tonada alegre. Manejaba tarareando, con el codo apoyado en la ventanilla, feliz y canchero. La vida era una fiesta dentro de mi viejo sedn cuatro puertas. PeroDe golpe el sol desapareci. Una siniestra sombra se me ech encima y un fro sobrenatural hizo que se me contrajeran el alma y los esfnteres. Avanzando hacia m sin vacilacin vena la camioneta 44 ms grande que haba visto jams. Sobre la parrilla delantera, que tena ms o menos el tamao de un pizarrn escolar, llevaba una placa con la marca: KRAKEN.Frenamos al mismo tiempo, exactamente a mitad de cuadra. La calle era lo suficientemente amplia como para que dos coches (de tamao normal) pudieran cruzarse sin problemas, pero la Kraken ocupaba todo el ancho, de cordn a cordn. Estbamos trabados. Uno de los dos iba a tener que retroceder.Le met una buena pia a la bocina.El monstruo no contest a mi aullido de furia. Tampoco se movi. Ni siquiera hizo unas tibias luces. Ni el ms mnimo signo de vida se adivin detrs de su parabrisas ilegalmente polarizado, grande como una pantalla de cine. Simplemente se qued ah, haciendo regular su silencioso y (pre)potente motor de gama estratosfrica. Asum el silencio como un insulto. Para m, me estaba diciendo: Movete, gil. No ves que no vals ni un bocinazo. Y entonces sent que era mi destino asumir un rol histrico: yo iba a ser el primer hroe o el primer mrtir de la resistencia a la invasin de las 44.

    poraleJO ValDearena

    ilustraMax Prez FalliK

    4x4realIDaD

    aUmentaDa

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    Sal del coche, me trep al techo para darle el necesario aire teatral al asunto y, frente a las fauces mismas de la bestia, inici un discurso en nombre de todos los conductores de vehculos de tamao normal.Dije, ms o menos, algo as:Conozco a las de tu especie. Oh, s! Las conozco desde el principio. Las vi llegar. Las vi meterse por el boquete que la dcada maldita abri en nuestro sentido comn. Fui testigo de cmo sedujeron primero a los futbolistas de lite y a las estrellas de TV, aprovechn-dose sin escrpulos de su permeabilidad a todo lo superfluo. Asombrado, presenci la evolucin hacia el lujo obsceno que les permiti conquistar a la clase alta; vi crecer tapizados de cuero sobre la tela y la cuerina; vi brotar climatizadores donde haba aires acondicio-nados. Las vi, despus, disfrazarse de econmicas para instigar el vano deseo de ascenso social de una clase media siempre ansiosa por endeudarse. Y vi cmo le robaron, descaradamente, el otrora dignsimo apodo de chata a sus parientes laburantes.Oh, s! Las conozco. S que su diablico encanto es capaz de convencer incluso a personas razonables de que necesitan traccin en las cuatro ruedas para ir al supermercado. Pero sepan que existimos otras personas inmunes a sus hechizos. Existimos otras personas que seremos fieles hasta a la muerte a nuestros sedanes, a nuestras cups, a nuestros modestos utilitarios. Y sobre ellos, daremos pelea.Porque ustedes quieren las calles, la autopistas, los caminos de ripio, la rutas provinciales y nacionales. Quieren todos los estacionamientos, los pasos bajo nivel, los puentes, las rectas, las curvas y hasta los lomos de burro. Quieren las rotondas, los cruces y los vados. Quieren todo el mundo para ustedes; quieren dejar la marca de sus neumticos premium en cada uno de sus rincones y chuparse todo su petrleo. Si hasta se hacen llamar Todo Terreno, admitiendo cnicamente ese afn expansionista.Todo Terreno las bolas! El terreno no se vende, no se entrega, no se negocia. Para conquistarlo todo, antes tendrn que pasar por encima de nuestras humildes carroceras.Llegado este punto levant el mentn, saqu pecho, y, seguro de estar escribiendo una pgina gloriosa de

    la historia vial que los conductores principiantes del futuro estudiaran con emocin, pronunci las sigui-entes palabras:Hac marcha atrs o aplastame.La Kraken rugi como un len ofendido; sus neumti-cos giraron sobre s mismos, a infinitas revoluciones por minuto, rechinando de forma ensordecedora y empezando a cavar dos surcos en el pavimento.En ese instante sent la sbita necesidad de revisar mi voluntad y le descubr un montn de grietas. Para mi asombro, result que estaba mucho ms aferrado a la vida de lo que mi boca imaginaba. Pegu entonces un salto olmpico hacia la calle tras el cual hilvan un estilizado clavado hacia la zona ms verde y segura de la vereda.Con la cara hundida en el pasto, escuch como mi coche cruja bajo el peso del Leviatn. Supongo que entonces me desmay.

    Abr los ojos. El sol brillaba otra vez. No haba sido real. Haba sido un sueo, una pesadilla. Seguramente alguien me haba puesto algo en la Coca-Cola. Maldi-tos traficantes de droga! Eran ellos los culpables de la horrible alucinacin que acababa de sufrir. Eso lo explicaba todo, menos al bombero que intentaba ponerme un cuello ortopdico.

    Naciste de nuevo, macho me dijo.En el medio de la calle haba otro bombero. En cuclil-las, estudiaba fascinado el cadver de mi automvil que haba quedado chatito como queda Willy Coyote cuando lo agarra la topadora.

    No hay duda dijo, palpando la marca indeleble que los neumticos agresores haban dejado sobre mi pobre sedn: son huellas de Kraken.

    Ves? Naciste de nuevo insisti el bombero que me socorra, sacudiendo la cabeza como si no pudiera creer mi suerte. La Kraken full full viene con licencia para matar.

    Qu chata! celebr el otro.

    4X4 aFULL FULL

    Por aLeJo VaLDeareNa

    realIDaD

    aUmentaDa

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    [ Colectivo de comunicacin comunitaria y cultura libre // Capacitacin // Audiovisual // Bar ] Casa Lambar 873. Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Correo [email protected]

    Tel.(05411) 4861.8928 Fax (05411) 4865.7554

    fmlatribu.com

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    La Marea

    Haba sido un pequeo flash ante la marea, un periodo justo para que las aguas se empiecen a acer-car. Le dolan mucho los pulmones, la vieja le deca

    Fbula De La Sartn Y La Hormiga (Historia Verdica)

    Estoy por poner la sartn al fuego para hacerme una omelette cuando, en el fondo de la sartn, veo pasear una hormiga colorada. Como tengo las manos un tanto pringosas de huevo y queso fresco, acerco la cara al utensilio y soplo suavemente con la idea de hacer caer la hormiga a la mesada. Pero el maldito himenptero decide aprovechar el vientito para prac-ticar un poco de aladeltismo, y termina aterrizando en mi prpado derecho. Suavemente introduzco mi dedo meique entre los anteojos y el rostro, con la delicada intencin de que se quede pegada a la yema de huevo y as sacarla despacito, sin aplastarla... Pero la muy turra me pica el prpado!

    Moraleja: la prxima vez sals con fritas, hormiga de mierda.

    naHUel BanUrera / neuqun

    BrUno DI BeneDetto / Puerto Madryn

    Cansados

    Doa Enrica solo tiene ganas de que llegue Adol-fito para mandarlo de una buena vez por todas a la recontra mierda, pero en un minuto atorador ve llegar desde abajo, desde el lado del ro, a su hijo con el amigo y por la huella de arriba, al delegado caminando tres pasos adelante del to Anbal.

    El delegado es el delegado, ni siquiera es poltico ni es de otra parte. Es vecino pero delegado, y es el que maneja la planilla que deja el poltico. El delegado es como si el poltico se quedara espiando, piensa doa Enrica, que no le gusta que la espen, ni la mandon-een, ni la atoren, pero el to Anbal sirve para bien poco y para cebador de mate en la casa ya lo tiene al destungado; as que tampoco le gustara que al to

    raFael UrretaBIzkaya / neuqun

    AuTOREsPATAgniCOs

    Juan Grande

    Josefa sabe de lugares habitados por los espritus antiguos; por eso me cont la historia de Juan Grande, el Fta Kuan que anduvo en las cordilleras con mi abuelo arriero. Y su fama an perdura en parajes de Patagonia que algunos llaman desierto y otros ms prudentes llamamos por sus nombres, Talagapa, Pampa de Agna, Sierra Rosada, Lomas de Quichaura, Coln Conhu y tantos otros nombres de la tierra.

    Una noche de viento vena Juan Grande bajando por unos caadones montado en su zaino patas blan-cas, y a la vuelta de un cerro negro se encontr de lleno frente a las calles de un pueblo iluminado. Le pareci raro, no hallaba seas de cul poblado fuera ese; atrs haba dejado Jos de San Martn y estaba, segn su juicio, a varias leguas de Paso de Indios todava. A medida que se iba adentrando en esas calles la claridad era ms grande y creca un gran bullicio; haba como una fiesta parece as que desmont, le afloj la cincha

    jorGe spInDola / neuqun

    lIteratUra BreVe

    que era por los puchos que de joven Y ah, toda una vida delante de las nadas y los todos, apreciada segn la especie de ojo al papel, le clamaba por los aos feroces de guetos. l era un reformado gracias a un tema que lo marcaba en su otra realidad: el lapso, y un algo vinculado a la necesidad de moverse. Para que exista el movimiento inercial, las aguas, tuvieron que desbordarse.

    al animal y busc un bar.El lugar estaba lleno de gente pero l no reconoci

    a nadie, sin embargo todos se portaron muy amables, incluso en algn momento de la noche alguien le acerc una guitarra, hacindole seas para que tocara algo pero Juan Grande jams haba ni rozado con sus manotas una encordada.

    Dicen que estaba rojo de vergenza, tijera de esquila me hubieran dado, pensaba Juan. Con ternura de padre sus manazas crudas acariciaban ese cuerpo de madera, las cuerdas en hilera le traan imgenes lejanas de unos alambrados largos en otra pampa, recuerdos de chico all en Baha Bustamante, Malaspina.

    Dicen que sin querer le entr a las cuerdas, le arranc primero unos aires de milonga que le venan por adentro, dicen que enseguida se hizo como un silencio de respeto entre esa gente. Que las manos sin saber se le iban encaramando al instrumento mientras sus sentidos se envolvan en un aroma de tomillos de ese que crece algunas tardes. Rancheras tiernas, polquitas redondas, quin sabe cuntos valses le nacieron esa noche, dicen.

    Juan Grande vivi muchas cosas en ese pueblo y, segJuan Grande vivi muchas cosas en ese pueblo y, segn dice Josefa, unas cuantas mujeres lo quisieron, hizo amigos, gan y perdi algunas que otras partidas de naipe y aprendi de esa gente a hacer silencio cuando alguien entra con el viento sobre el cuerpo. Un da dicen que sali a hacer unas diligencias a orillas del poblado con su caballo patas blancas y cuando quiso acordar se hall perdido entre unos caadones, volvi la rienda y la vista hacia atrs pero el pueblo ya no estaba, no haba calles, nada. Slo l y su caballo, un poco ms viejos y en delante la pampa pelada, solo las Sierras Rosadas a lo lejos.

    Dicen que Juan Grande nunca supo adnde estuvo pero est claro que eso fue una salamanca porque hay salamancas que se aparecen en la noche como ciudades

    en el medio de los campos y hay gente que se pierde ah dentro y ya no vuelve nunca ms; son sitios adnde habita algn espritu; solo a veces alguno que otro sale de esos lugares encantados y vuelve para este lado del mundo.

    Pero a Juan le dur ese encanto hasta su muerte, a veces andaba como borracho hablando solo, se perda buscando una calle que solo l conoca, entraba en esos bares del cerro, El Trompezn, Los Calbucanos, El Cabildo, donde tuvo fama de ser el guitarrero ms grande que conocieron los paisanos.

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    le reclamaron precisin.siete, ocho, once ...El matuasto se mir los dedos y el cndor desde

    all mir el chivito que dos, que tres, que cinco pasos se alej de su madre.

    siete, cinco, treinta ...Se mir los dedos y movi la cabeza adelante

    y atrs, adelante y atrs con recuerdos y olvidos de lluvias y ardores.

    doce, dos, tres. El cndor toc el suelo al tocar el chivito que

    mir a su madre y con eso supo.El chico cumpli cincuenta aos de un saque, con

    achaques resignaciones y todo, ni juguetes ni velitas.

    La funcin El partido sigue cero a cero y la gente comienza a

    hincharse las bolas. Entra Sicardi al rea con la pelota arremangada en la derecha y sin muchas opciones Prat lo baja. Es penal y en la tribuna alta el vendedor de coca da un vuelto y se pone en puntas de pie para mirar qu cosa pasa. Lo pateo yo, digo tan resuelta-mente que no se saca a discusin. Los relatores dale con que l va a patear, atencin, la hinchada est de pie, el estadio enmudecido. Ella viene y corre la pelota dos centmetros ms all del punto del penal donde la acomod antes, me quejo y el refer le dice que se quede en el arco. Vuelvo a poner la pelota en el lugar exacto pero mi nimo est desbalanceado. S que voy a errar. El refer da la orden. Ella me mira fijamente a los ojos. Est hermosa y me siento seducido por su labio inferior que muerde dos tres veces, y por su cuello fuerte de yegua que la mantiene tan arriba, sin una

    herida. Da un pequeo imperceptible salto avisando que es su arco y que saltar hasta cualquier sitio para evitar que caiga. Doy un paso hacia atrs. S que voy a dar tres o cuatro ms para encontrar desde donde venir con fuerza. En una ruka de Aucapn est la radio encendida sobre la mesa entre dos panes y una jarra azul y el relator dice que de seis uno y que los ltimos cuatro, pero la gente de la ruka se encuentra afuera porque parece que alguien viene. Ella se apoya casi a un tiempo las manos en las piernas flexionadas, las levanta apenas y vuelven a quedar ah. Siente que sus piernas protegen y celebran su sexo humedecido con el grito del pblico, la mirada del vendedor de coca, la radio en la mesa de Aucapn entre dos panes y una jarra azul y mi mirada que le avisa que s que voy a errar. Entonces abre de par en par los brazos justo cuando termino de dar mi cuarto paso hacia atrs. Tomo aire y junto fuerza, ella aprieta la boca y suelta energa por la nariz. Est tan hermosa, tan fuerte, tan segura.

    Comienzo a correr hacia la pelota y me siento feliz, despojado de todo sufrimiento.

    En Aucapn dos hombres corren una tela verde que hace de puerta. El ms joven pregunta, gol de quin?

    Anbal lo retiren de la planilla porque 150 son 150 y la plata escasea, qu novedad.

    As que entre la rabia con Adolfito y con su marido y con el atoramiento incluido, saca una pacien-cia de quin sabe dnde, se la clava en el pecho y mordiendo un suspiro pone la pava.

    Adolfito y Sergio comprenden de un vistazo toda la situacin, as que dan un beso rpido y se hacen cargo del mate y de las tortas.

    Como pensaba Enrica el delegado trae una queja de la capataza. Lo nombra a Anbal y a la planilla y entrevera al descuido frases hechas como tirar parejo o incluso la ms sentenciosa de una misma vara para todos. Las larga as como se llama al perro que comi los huevos, para meterle un voleo o un cuchillazo.

    Sentado en la rueda del mate, el to Anbal escucha con una atencin ms parienta del respeto que del inters. l sabe que no es flojo, comparte incluso que la ley para ser ley debe ser pareja y sabe mejor que nadie que no puede tirar parejo con gente joven, que si de bueyes se tratara el arado girara en redondo, y sabe del mismo modo que sus msculos y su fuerza, con el fro y el tiempo y el poco charqui duro, las heladas a reventar de sus aos en la estancia del otro, que su vida de trabajo toda ha sido extranjera de l mismo, mucho por poco, por deuda, por vicios, por estar, por manten-erse apenas, sostener la pobreza, nunca ganarle a las costuras con su ropa siempre de trabajo y el vino necesario una vez al mes y la fiesta una vez al ao adonde llegar a permanecer y mirar hasta saltar el cerco de s mismo y poder desbocarse por todo un da hasta quedar cansado, tirado, hasta desvanecerse de olvido, sabe, bien que sabe que todo lo ha aflojado, y que eso es bien distinto que ser flojo; aunque el pobre delegado y la capataza

    hoy no lo entiendan, aunque la vida se los est enseando de a poquito, pasito a paso, sin aflojar, tirando parejo del destino de venirse viejo en Quetal Quetal, hasta que un da ellos mismos amanezcan cansados, preguntndose cuando se le pusieron tan secas las mandbulas, tan grises de cansados, cuando naci este amargo de hiel que desde atrs de la lengua les viene a alimentar el sudor de las muelas y les dice: cansados, cansados, cansados, cansados, cansados, cansados, cansados, cansados.

    De un saque Quedaba tanto por hacer que se sent a descansar.Solt la mirada por el cerro agrandado de puro

    neneo, ahora en flor.El aire seco anduvo en l, amarillo y blanco y gris.Entonces tir una puteada que a medio andar se

    le encaj entre el paladar y la lengua.Sei, siete, ocho, nueve ...Una ensoacin lo camin entre el descanso y el

    desmayo, sinti que andaba con cabeza de cntaro y que a cada paso entraba y sala.

    Pero diez, once ...El matuasto mir al cascarudo y eso lo hizo visible.siete, ochoEl cndor dej el aire caliente y comenz un

    crculo que lo llev hasta el Cerro Len y hasta detrs del Cerro Mocho pero que lo traera para aqu.

    ocho ... pero la put ...Mir las chivas y se mir los dedos, interrogndo-

    los; el matuasto no hizo nada y el cndor no se supo.nueve, diez ...Las chivas lo rodearon y con su mirada geomtrica

    aUtoreSPataGNICoS

    lIteratUra

    BreVe

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    FELiCidAd

    CAPTULO I: MANTRAS

    porelizaBetH lerner

    i lustraDiana Benzecry

    Le haban encargado que lo hiciera para fines de agosto. l lo pate para noviembre. Era enero, treinta y ocho grados, el sol escondido detrs de unas nubes que parecan recubiertas con una piel tirante y gris. Una pareja, sentada en la mesa cercana al cordn de la vereda, permaneca en silencio. El hombre pisoteaba una colilla de cigarrillo. La colilla estaba absolutamente extinta pero el hombre insista; el pie oprima la colilla, que se desin-tegraba, apelmazada contra la vereda roja y acanalada. Elas Montt miraba a la mujer y al pie del hombre alterna-tivamente. Montt podra haberse jugado la mano derecha a que la mujer tena el cuerpo cubierto de hematomas. Era enero, treinta y ocho grados y la mujer una chica en realidad llevaba una remera azul petrleo, mangas largas y un jean gris, gastado y con hilachas como sogas blancas, que se desplegaban sobre la vereda. Montt crey ver sobresalir del cuello de la remera azul, la sombra de

    un golpe. Y la sombra era una nube, una nube de piel tirante, casi satinada, azul, roja y violeta. En la

    sombra del hematoma estaban todos los colores de ese atardecer de enero y supo Montt que

    la bsqueda de la felicidad estaba en el color azul de esa marca en la piel. Supo

    o record que no exista la felicidad sin dolor. No logr distinguir si eso que

    pensaba formaba parte de su propio pensamiento o de algn tipo de

    idea heredada y ahora, repetida.

    Folletn

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    [Del cuaderno de anotaciones de E. Montt]

    Diciembre, Navidad, Buenos Aires, 1982Llena el vaso. Dos dedos de hielo. Bebe el lquido rojo

    y dorado, en un solo movimiento contundente. Mira a un lado, mira a otro. Cierra el placard. Animal furtivo. Animal de secretos, mi madre. El pelo tirante en un rodete rubio, pintado de un amarillo extrao e irreal. La frente brillosa, la seda del vestido rosado tiene pliegues perfectos, rosa claro y bord y pinceladas de turquesa. Comprado en Roma, 1979.

    Se qued en el caf un rato ms. Levant los ojos de los renglones grises y transparentes del anotador y vio las palomas de la Plaza Congreso. Las vio levantar vuelo, pesadas y sucias. Pidi un caf doble. Volvi a la hoja de papel y escribi

    LA VIDA ESUN CONSTANTE EJERCICIO

    DER E P R E S I N

    Enunci la frase en voz muy baja y de forma continua, como un mantra. El mozo lleg con el caf y lo vio: un hombre alto, morocho, de unos treinta y cinco aos, que murmuraba algo que el mozo escuchaba como un idioma incomprensible. Esta plaza est llena de locos, pens, y dej el caf, el papelito de la cuenta y un vaso de soda fra, sobre la mesa. El mantel de cuerina naranja y este atardecer en la plaza, en enero, cuando hay menos autos y transentes y la plaza es ms bien de las palomas, de los vendedores ambulantes y de los turistas.

    Montt tom un sorbo de caf. Vio al mozo alejarse: un chico joven, ms joven que l, seguro. No ms de treinta. Y escribi debajo de la primera frase

    FELICIDAD DE LA SEGURIDAD

    Y comprendi entonces que s, que efectivamente se haba convertido en un escriba de libros de autoayuda y que cualqui-era que se preciara de artista o incluso de artesano vomitara sobre esas dos oraciones mal trazadas. Empez en ese exacto momento a recitar el otro mantra, ese que l llamaba la listita cuando estaba de buen humor o el infierno, los das en los que entenda que la escritura, ese oficio que le haba tocado, era, en realidad, lo ms parecido a una maldicin.

    FeLICIDaD

    Por eLIZaBetH LerNer

    Folletn

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    siLViA

    porSantiaGO KaHn

    29 de marzo

    Es lunes. Silvia sale de su casa en Sargento Cabral al 200 a eso de las 7 y media de la maana, rumbo al banco. En la ciudad de Rafaela, provincia de Santa F, abren ms temprano que en muchos lugares del pas. Silvia camina tres cuadras y cruza la plaza 25 de Mayo. A la distancia, saluda a un vecino, el Oso Croce. Posiblemente va pensando en el viaje a Pars en el que acompaar a su hermano Hugo. Se viene preparando para ello: est aprendiendo a bailar tango.

    Vuelve pasadas las 8 y media al local, una tala-bartera contigua a su casa, para preparar todo para la jornada laboral. En algn momento pasa alguien, pregunta por un mate y se va. Conforme pasan los minutos todo se pone ms difuso: alguien, otra persona, posiblemente un hombre, entra al local, la golpea y la deja inconsciente. Esa persona, quizs con la asistencia de otro, la arrastra hasta el fondo del local, detrs de un mostrador. Entre las 9 y las 10 de la maana de ese lunes 29 de marzo de 2010, apualan a Silvia Suppo a plena luz del da rafaelino.

    Nam, ne volest min rest dolorit aut exeratquas rehenis minihitiat maximagnit aut am qui utatus.

    Ximolorrovit aut hillupta natur, optium eatum et volest latiaero moluptius et volorume porion comn-impor archil ium voluptamusti sequati oritas sament lab id quatem fuga. Busanduscius non nima quia quia solo blanimus accae dis mossum conseque magnis por sum rem. Tinvele cuscium inctotae. Ad mod quostor esciment que soluptam laturehenis ea que veles dolor aborum fuga. Em soluptam, omnihit, quissim illorem nos endipsus eos aliquia ntibusa pietur aut ut aceptur

    sus, volut aliquae pellant isquam et fugitio con rest-essunt reritatiis min ped quatusam que nis molupta spictectate perro voluptatiis solestibusam de estisit emporesti vel min con consectamet volectem harum quatate mporatem quis as volupta turiatenis ma dunt.

    Aqui rempor maximus velit volor rehende bisquo conse occus, cullupta nullumenia inci qui voluptat.

    Oluptate esti ut ut esciumqui coreium ventibus volest dolut doloreiunt, simoditaspit dolor sam, vitiis et acerum atur, unt lab ium rerum quo que voleser spitaes truntia nobit debitiis eritam, seris ut unt dolo exeris aut harum alitem con nullaciae. Aximin praerunt eicil min nonsequas et utet qui que aut denduciati vellaut unt, quam, consenis nis as dolorpor audiosanist volorup tatemporror aliberf ername vendant que nestotatem ad es simus alibus vernate nonsequ odigeniment iusam enimolore autem ad unturehenime nonse ipsaperibus repernam quia dolor serita verepudiam, tent.

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    Folletn

  • 5150

    Nam, ium evellaut enda inihici dest omnissim que nonsequibus.

    Bis am autatem. Lorero to eum rem volectotat vernatiati torestestiis ab inctore remquatem faccupt atetum et et licipsant, ut eium am vid ut ad quiam, excea as incid que explaborro omnis evenist ibusdanti sed moluptat et, comnimillam, ulpa que volupta tiore-cearum dicto eumque sitionseces rem. Itaquatquia sit, ulpa etur a del eatio maximus andaectae volore veles alicimi llentur, iumquas num quunt diandebitate vitate enienda esectinit facestion cum ea nam, siminct atatur ma volectios culluptis volorrum es moluptati autet est, aut aut re ea sinvel es apis rehene secto consequis di deserrum et magnis eraerciae. Nempediti voluptur, cus aliqui sere quatusantis re volest alique voluptate sit de none mo cus verchilitium quaecatur?

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    SILVIa

    PorSaNtIaGo KaHN

    Folletn DEJE QUE LE VAYAN CON CUENTOS(SI SON COMO STOS)

    PERO TAMBIN CON NARRATIVA DIBUJADA Y HUMOR GRFICO PARA CONTAR

    Ediciones de la Flor Gorriti 3695 (C1172ACE) Buenos Aires, Argentina

    www.edicionesdelaor.com.ar

    Cuentos completos. Rodolfo Walsh. Edicin y prlogo: Ricardo Piglia. (Tercera edicin). A los relatos ya publicados en Un kilo de oro, Los oficios terrestres, Variaciones en rojo, Cuento para tahres y otros relatos policiales y Zugzwang/Un oscuro da de justicia, se suman muchos textos que aparecieron en revistas pero nunca en libros, dos que se incluyeron en antologas de varios autores y uno totalmente indito: Quiromancia.

    Perramus El piloto del olvido y El alma de la ciudad. Alberto Breccia y Juan Sasturain. Los tomos 1 y 2, juntos, de la formidable novela grfica: La primera obra cumbre sobre la dictadura argentina est aqu, en este libro de imgenes inquietantes como las pesadillas del amanecer. Todos aquellos temas que los polticos y los intelectuales eluden por arduos y compromete-dores, aparecen descarnadamente en la magistral pluma de Breccia y en los sutiles, desbordantes textos de Sasturain. (Osvaldo Soriano). Simultneamente la reedicin del tomo 4: Diente por diente.

    Pip Cuc. Decur. Prlogo dibujado: Alberto Montt Una nueva explosin de humor surrealista, en delicadas acuarelas, por el autor de Merci!, esta vez, apto para menores.

    Bife angosto 3. Gustavo Sala Tercer volumen del humor sarcstico y desafiante alrededor del mundo del rock y anexos. Como siempre, no apto para menores ni prejuiciosos.

    Gaturro 22. Nik.La recopilacin de las tiras ms recientes del gato ms ledo de la historia de la historieta.

    Negar todo y otros cuentos. R. Fontanarrosa. (Cuarta edicin).El ltimo volumen de relatos del autor que se publica en forma pstuma. Veinticuatro cuentos profundamente fontanarrosianos en su estilo, sus temas, su lenguaje y en el originalsi-mo ingenio que ya ha hecho del dibujante y escritor rosarino un clsico del humor contemporneo en lengua castellana.

    Ofelia 2. Julieta Arroquy. El segun-do volumen con las aventuras de un personaje que lleg para quedarse: una chica de hoy a golpes de chat con el mundo y el amor. Ofelia es para releer cuando estamos tristes o desanimadas, para compartir con una amigaante todo un libro feliz (del prlogo de Carolina Aguirre al tomo 1).

    Mafalda. Todas las tiras. Quino. Celebrando los 50 aos del eterno personaje, una compilacin de las tiras incluidas en los 10 tomitos de la edicin argentina con algunos bonus tracks en un imponente volumen: un regalo que ser bien recibido.

    Snoman 2. Oswal. Una nueva recopilacin de las historietas a restallante color del superhroe de los poderes musicales, un clsico siempre vigente.

    Lucha peluche 2. Tensa calma! El Nio Rodrguez. Otra recopilacin de la cida tira del autor que revolucion las redes sociales con Ni una sola palabra de amor. Un recuento de la absurda realidad argentina, corrosivo y divertido a la vez.

    num aut voles dolupita cone re vendit laborio reicia explabo rernatem con nem. Nam faccuptatiur atur aperum quis nia est verspelit eum quamus rem rerum re nulparu ptatem alic to tem nesto most, ute pererem facillorro te quam, unt aperro eossuntin non et dolore erum qui de simperi tiatur? Il int, sus, od mod et ariae velist, tempperum escia pra estias eos eatem comnis dere landebis eum nime aut quis mi, occum acestrum quo quatur sim everum quam, ut quam entur aut labore, nobis dit hillam ipsuntem dolorro int.

    Ebitem re rehent harcimu stist, sitia ditiuria nobis elia as accus volore voluptas doluptas ex exped moluptatibea cus quis ent delique venis siminiet explabo. Lab iur sust parcillenis a consequi doluptas solor sitibus.

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  • 5352 53

    M.A.f.I.A.Somos 12 fotgrafxs que en octubre de 2012 se encontraron a partir de la interaccin

    en las redes sociales. La calle fue el escenario de una suerte de cita a ciegas y lo

    primero que hicimos juntxs fue fotografiar. Entre todxs y de a poco nos dimos cuenta

    de que ya no ramos doce personas trabajando en hacer sus fotos sino que estbamos

    construyendo una mirada colectiva.

    Fuimos asomndonos a algo que estaba ah para ser mirado en lo cotidiano, en cada

    convocatoria de la que participaba LA GENTE. Y fue en el encuentro ntimo donde

    descubrimos que LA GENTE no existe: siempre se trata de personas.

    Creemos que es importante lograr un abordaje intimista, relevando los hechos desde

    sus protagonistas para contribuir a una narracin de la realidad sin mediaciones

    comunicativas. Las redes sociales nos permitieron una llegada horizontal y directa de

    nuestro trabajo a diferentes espacios.

    Lo mostramos como lo vemos.

    52

  • 5554 55

    CIRCOMiren hacia arriba, con los ojos clavados, la boca entreabierta,

    esperando que algo suceda. Sucede en el aire, en la respiracin

    cortada y en los msculos, fibrosos, de esos que cuelgan de la parte

    ms alta de una carpa inmensa.

    Cuando las luces se apagan, la magia de los acrbatas permanece.

    Texto: Paula Brecciaroli

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  • 5756 5756

  • 5958 59

    + SUPAYFOTOSSomos un colectivo de fotgrafos peruanos unidos por nuestro compromiso con la fotografa

    documental, en la que creemos como herramienta de difusin e interpretacin de nuestra cultura.

    Nuestro objetivo es dar a conocer las historias y personajes que nos cautivan, gente que crea su

    propio mundo, o que persigue un sueo y trata de construirlo a su manera. En una sociedad llena de

    violencia y belleza como la peruana, encontramos muchas historias valiosas para contar y compartir,

    esforzndonos en dar un punto de vista propio: honesto y subjetivo a la vez.

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  • 6160

    + TAKANAKUYEn Chumbivilcas, Cusco, la paz navidea se

    consigue a golpes: cada 25 de diciembre los

    locales dedican la jornada a la realizacin

    del takanakuy (de takay, golpear y nakuy,

    hacerse algo mutualmente), una celebracin

    en la cual parejas de hombres y mujeres

    que hayan tenido disputas a lo largo del

    ao, se enfrentan a patadas y puetes con

    un solo objetivo: resolver sus problemas

    y comenzar una nueva etapa de equilibrio

    en la localidad. Este peculiar mecanismo

    de conciliacin popular se mezcla con la

    religiosidad cristiana al representar los

    nutridos bandos de contendores a La

    Virgen Mara y el Machu Nio, entre otros,

    y convertir una jornada de golpes en un

    homenaje al nacimiento de Jesucristo.

    Junto con la migracin de los Andes a la

    capital, el Takanakuy lleg hace algunos

    aos a Lima. En San Juan de Lurigancho,

    ste ya no se restringe a la jornada

    navidea o al ao nuevo, sino que se

    despliega constantemente a lo largo del

    ao. Las peleas ya no se dan por disputas

    personales, los de faldas, negocios

    problemticos o derechos de cultivo: la

    razn de fondo de esta celebracin en la

    capital es, ms que cualquier cosa, una

    lucha por no olvidar lo propio.

    M.A.F.I.A. + Fotgrafos Curados

    60

  • 6362

    Esa misma maana, cuando la mam de Bety fue a despertarla para ir a la escuela, la encontr plida y con los ojos hinchados. Le pregunt si se senta mal y Bety le respondi que casi no haba podido dormir.Por qu no me llamaste, querida? le dijo cariosamente, mientras con un brazo la protega y con la otra mano se fijaba si tena temperatura.Fiebre no tens, pero ser mejor que te quedes descan-sando.Cerca del medioda, Bety ya se senta mejor y se levant. Pareca completamente recuperada as que la mam se qued tranquila.Por la noche, Bety volvi a tener miedo y la mam volvi a dejarle la luz del velador encendida.Acostada boca arriba, Bety cerr los ojos con fuerza. Por ms que intent mantenerlos cerrados, no pudo, pareca que algo la obligaba a abrirlos. Cuando no resisti ms, vio una sombra que se proyectaba sobre el techo de la habitacin. Se dio vuelta y su mirada qued enfocando el espejo. Una luz sala de l. Tena un tono rojizo en su centro y hacia los bordes se iba aclarando. Bety se dio vuelta para el otro lado. Como tema encontrarse nuevamente con la sombra, entre-cerr los ojos, pero esto no la ayud. La sombra se desplaz suavemente sobre el cielo raso.Bety quera gritar y llamar a su mam pero la voz no le sala. Decidi levantarse e ir al cuarto de sus padres. Con los ojos cerrados, se sent en el borde de la cama. Pens que as no llegara ni a la puerta de su habitacin. Abri los ojos y un fuerte reflejo dorado golpe sus pupilas.Los paps corrieron al cuarto de Bety cuando oyeron el golpe. Desde la puerta, la vieron desmayada en el piso. La alzaron con cuidado y enseguida se recuper, pero no dej que sus padres abandonaran la pieza. No s qu le est pasando a esta chica coment la mam en voz muy baja.Habr que llevarla a un mdico susurr el padre.Pasaron la noche al lado de su hija. Cuando se hizo de da, ya haban decidido que Bety no ira a la escuela y que haran una consulta con el doctor.El pap pas a tomar unos mates con su madre como lo haca todos los das antes de ir a trabajar. Le coment lo que haba sucedido la noche anterior

    Cuando los padres volvieron, la encontraron tirada sobre su cama y llorando a mares. La mam logr calmarla y cuando Bety le cont lo que le pasaba, se dio cuenta de que tenan que comprarle un espejo para su cuarto. Convers con el pap, que aunque no quera gastar dinero, acept conseguir uno.Cuando salga del trabajo, voy a ir a esos lugares donde venden muebles usados a ver qu encuentro -dijo.La mam pens que eso sera mejor que nada.A la noche, cuando lleg, el pap cargaba un gran espejo casi tan alto como l. Vale aclarar que los paps de Bety tambin eran petisos. Vena contento porque lo haba pagado muy barato.Durante la cena cont que el vendedor le haba dicho que el espejo haba pertenecido a una familia muy rica y en la cual vivan damas muy elegantes.Bety y su mam estuvieron probndose ropa frente al espejo hasta que se hizo la hora de ir a dormir. Cuando la mam estaba por apagarle la luz del cuarto, Bety se acord de lo que la abuela deca sobre los espejos y le dio un poco de miedo. La mam la tranquiliz dicin-dole que esas eran cosas de gente mayor. En realidad, haba pensado vieja bruja pero no se lo dijo a su hija. Le ofreci dejarle la luz del velador prendida as dorma ms tranquila. Lamentablemente, a veces las mams se equivocan.

    La abuela de Bety viva en otra casa a unas cuadras. Como se habrn imaginado, era la mam del pap. Cuando su hijo le cont que haba comprado un espejo para que Bety pudiera arreglarse bien y que en el cole-gio no se burlaran de ella, la abuela empez con que esas eran ideas de la mujer, que es una barbaridad, que van a hacer que la chica se haga una presumida, que va a querer empezar a comprarse ropa, que seguro que la que quera mirarse en un espejo todo el da era la madre, que va a empezar a andar hecha una loca por ah y un montn de cosas ms. Termin la conversacin diciendo: En mi casa nunca hubo un espejo porque yo siempre fui una mujer decente. Y las mujeres decentes no necesitamos andar hacindonos las artistas de cine. Su hijo tom el ltimo mate y le dijo No es para tanto, vieja.

    BETTYLAFEA

    Todos decan que el problema de Bety era que en su casa no tena un espejo para mirarse mientras se peinaba y se vesta. Por eso andaba siempre desprolija, con la camiseta salida en la cintura y las mechas que se le escapaban de las gomitas. Las polleras, cuando se sacaba los vaqueros remendados y se vesta de seorita, le quedaban torcidas.La abuela de Bety le haba contado que era malo tener espejos en la casa, porque en ellos vivan las almas de los que se haban mirado y ya se haban muerto. Pero la verdad era que los paps de Bety no tenan dinero para andar gastando en espejos, solo tenan el del bao que estaba roto y manchado. Y a Bety le quedaba alto para mirarse, porque ella era un poco, mejor dicho, bastante petisa.En la escuela siempre le decan algo por su aspecto. La seorita la retaba porque iba sin peinarse, aunque ella le explicaba que s lo haba hecho. Los compaeros se burlaban porque se abrochaba mal el delantal o porque las medias tenan agujeros en los tobillos, atrs, donde Bety no poda verse.Volva siempre triste y un da no quiso ir ms. Por mucho que los padres le insistieron y le insistieron, no hubo manera de convencerla. A la maana siguiente fueron a hablar con la maestra y Bety se qued con su abuela. Esta le dijo que si no estudiaba se iba a convertir en una mula y que ya le estaban empezando a crecer las orejas. Bety, asustada, fue corriendo hasta el espejo del bao para mirar las puntas que le estaban saliendo. Pero no pudo verse.

    i lustraclara muslera

    porlaUra Di MarzO

    meDIaneras

  • 6564

    y su preocupacin por Bety.Es el espejo sentenci rpidamente la abuela.El espejo... Qu tiene que ver el espejo? pregunt su hijo.La abuela dud antes de responder.Ese espejo la est volviendo histrica.Ay, vieja, qu pavadas se te ocurren.Yo ser vieja como vos decs, pero hasta que no saquen ese espejo Bety no se va a recuperar. Y te digo algo ms, mientras lo tengan en tu casa, yo no volver a pisarla.Cmo la tens con ese espejo, m le dijo su hijo sin darle importancia. La bes en la mejilla y se despidi hasta el da siguiente.Durante la cena, su esposa le cont que el doctor no le haba encontrado nada a Bety pero que le haba sugerido que le diera una taza de leche caliente antes de dormir, as poda descansar mejor. Lamentablemente, los mdicos a veces tambin se equivocan.El marido coment la charla de esa maana con su madre, casi como una broma. Pero Bety se asust al recordar lo que su abuela le haba dicho sobre los espejos. La mam de Bety volvi a pensar vieja bruja, pero no dijo nada. No tena ganas de empezar a discutir con su esposo. Le llev a Bety la taza de leche caliente a su cuarto y esper que se durmiera. Estuvo a punto de apagar la luz del velador, pero pens que era mejor dejarlo encendido por si su hija se despertaba en mitad de la noche.Entre sueos, la pequea comenz a sentir que algo le oprima su estmago. Pareca como si una mano estuviera a punto de retorcerle los intestinos. El grito de dolor y la visin de una luz enceguecedora fueron simultneos.La mam corri al cuarto y la encontr llorando con la cara tapada por la almohada. El olor que inundaba la habitacin era nauseabundo. No le hizo falta destaparla para darse cuenta que su hija estaba toda sucia. Con la ayuda del pap, la tranquilizaron y limpiaron, a ella y a la cama.Por esta noche vas a dormir con nosotros, pero maana vamos a ver qu hacemos inform el pap.Al da siguiente, la mam le pidi al padre que le dijera a la abuela si poda quedarse un rato con Bety mientras ella iba a hablar con la maestra. No saba qu hacer ni a quin consultar y no se le haba ocurrido una idea mejor. La abuela se neg rotundamente.

    Ya te dije que mientras est el espejo no voy a ir.El pap intent persuadirla pero no hubo caso. La abuela no entraba en razones y a l se le haca tarde para ir a trabajar. Llam por telfono a su esposa.Hagamos una cosa, guardemos por un rato el espejo en la baulera, as tu mam se queda tranquila. Despus lo volvemos a poner le dijo la mam de Bety mientras pensaba, pero no lo deca, vieja bruja.Cuando la abuela estaba por tocar el timbre del depar-tamento, la puerta se abri y apareci la mam de Bety cargando el espejo. No le haba dado tiempo a sacarlo.Lo apoy un instante y, sin querer, la abuela qued refle-jada sobre la plateada superficie. Por un segundo los rasgos que se vieron en el espejo fueron aterradores. La nariz fina y alargada se doblaba como un gancho sobre los gruesos labios. Mechones de pelo caan sobre el rostro tapando apenas las grandes arrugas y el lunar velludo de la mejilla izquierda. Los ojos apenas abiertos dejaban entrever unas pupilas rojizas. Desgraciada! Maldita! gritaba la abuela mientras bajaba corriendo las escaleras del edificio.La mam de Bety haba quedado paralizada por la impresin, pero cuando se recuper entendi lo que haba sucedido. Entr el espejo al departamento y le dijo a su hija:Se me acaba de ocurrir una idea. Vamos a colgar este espejo en el comedor para que podamos mirarnos antes de salir y vos vas a volver a dormir con la luz apagada.Y lo acomod de manera tal que cuando alguien entrara al departamento no le quedara ms remedio que reflejarse en l. Abraz a su hija, segura de que esa noche dormira bien y de que al da siguiente podra ir al colegio prolija y arreglada como Bety quera.No le dijo nada, pero record una antigua historia que deca que los espejos reflejaban el verdadero rostro de las personas.Ya deca yo: vieja bruja murmur.Cuando Bety volvi a la escuela, bien peinada, con la pollera derechita y sin agujeros en las medias, la maestra la felicit. Pero sus compaeros siguieron burlndose de ella.No haba nada que hacerle, Bety siempre se parecera a su abuela.

    BettYLa Fea

    PorLaUra DI MarZo

    meDIaneras

    Es posible trabajar dieciocho aos en un cabaret? En una oficina puede ser: aguants dos aos ms y te dan un reloj. Pero en un cabaret Y la respuesta es s. Se puede. Salvo que seas una de las chicas. Ah es ms difcil, aunque en el Ganmedes hubo un par de casos.

    Fui empleado en el Ganmedes por dieciocho aos. Sigo ac: esta oficina que uso para recordar es mi oficina. Porque ya no soy empleado en el Ganmedes: ahora soy el dueo, y ahora ste es un establecimiento de categora. Por eso hay oficina, antes no haba una oficina. Cierto que el dueo anterior ni vena; cuando pasaba a buscar la recaudacin me citaba en un bar. Dale, Marquitos, no me hags ir a esa mugre que las chicas enseguida me mangan.

    dE gAnMEdEsLOs OCOTEs FRACTALEs

    CAPTULO UNO:DIECIOCHO AOS Y UN DA

    porFeDeriCO reGGiani

    i lustranMax aguirre / Fabin ZalaZar

    Era cierto: cuando el establecimiento no es de categora, las chicas mangan mucho. Ahora nada que ver, vos las ves siempre sonrientes, siempre dispues-tas, es otra cosa. Yo no me quiero dar corte, pero me tendran que reconocer el mrito. Cierto que las chicas no reconocen nunca nada. Es una lstima, pero as son las cosas.

    Nunca me pregunt mucho cmo fue que se me pasaron esos dieciocho aos. No me hubiera parecido tan raro si no fuera porque otros me lo preguntaban. El dueo, sin ir ms lejos, me deca: Marquitos, vos ests en el inventario. No s qu inventario sera. Cierto que l saba perfectamente lo que se gastaba en jabn, en coimas, en whisky: tena todo en la cabeza. No s cmo haca. Yo, si no anoto, no me acuerdo de nada. Ahora me anot en un curso de excel. Cuando uno es dueo de un local de categora, tiene que ser profesional. El dueo no, l tena todo en la cabeza pero, un inventario? Difcil. Tanto no haba para inventariar. Unos muebles: las mesas del bar, las camas

    Folletn

  • 6766

    en los cuartitos, las estanteras. Se hace inventario de las cosas que no se pueden mover? No creo: los inodoros, la pileta de lavar. Marquitos.

    Las chicas iban y venan. A las chicas el dueo s que las deba tener inventariadas, calculo, pero todo en la cabeza. Qu memoria. Saba cunto le rendan, las tena medidas. Deca que eran como los autos, hay que hacerles el service y venderlas cuando precisan mucho mantenimiento. As que un da apareca y le deca a una, a Mona, ponele: Mana junt tus cosas porque te vas. As, sin explicacin. Mona tena tetas grandes: las de tetas grandes rinden mucho pero se gastan enseguida. Me dio lstima Mona, pero ella no dijo nada, porque saba bien cmo era la cosa. Qu habr sido de Mona? La podra buscar, ahora que soy el dueo y nadie se gasta. Qu habr hecho? Si hizo la calle, son, pero capaz que consigui en un comercio. Ella quera trabajar en una lencera, pero qu se gana en una lencera? Listo, me decid: despus salgo y la busco.

    As que no creo que el dueo tuviera un inven-tario, pero igual me deca siempre: Marquitos, vos ests en el inventario. Yo ya estaba cundo l le compro el Ganmedes al Rengo y me qued. No jodo, sirvo los tragos, no robo. Me hago lo mo, pero son pavadas. Me haca lo mo, ahora todo es mo. Pero antes, me haca lo mo pero con prudencia. A las chicas

    nunca les peda nada. Algn servicio, o les haca un mandado, pero nada ms. Y me venda mis sangu-chitos, o los cigarros. El dueo nunca pens que la gente tiene hambre. No es que vienen noms a tomar whisky y a c (esto lo puede leer un chico, no cuesta nada ser decente).

    No. Vienen a c, seguro. Pero les da hambre. Antes, despus. Los sanguchitos me los preparaba en casa y los traa y los venda para m, pero no rob nunca. Por eso estuve dieciocho aos en el Ganmedes y ningn problema. Hasta que vinieron los marcianos.

    CAPTULO DOS:LA VIDA DE LAS ESTRELLAS

    Marcela era la estrella del Ganmedes. En esa poca. Hubo otras estrellas, es como si se pusieran de moda: antes, ahora son todas estrellas con la nueva administracin. Pero en esa poca estaba Marcela, y haba que tratarla como a una reina.

    A m las chicas siempre me respetaron porque soy una persona razonable y justa, pero firme. Me respetan porque me hago respetar. Hasta Marcela,

    LoS oCoteS FraCtaLeSDe GaNMeDeS

    PorFeDerICo reGGIaNI

    Folletn

  • 6968

    que era medio dscola, me respetaba. Me acuerdo que me deca: Marquitos, no te mando a la m porque le vas con el cuento al dueo. Y se quedaba mansita, aunque fuera la estrella.

    Una chica se vuelve estrella cuando puede tener cola esperando: todas las estrellas son cometas por ac. Al Ganmedes le convena, porque el negocio era el porcentaje de cada servicio, pero tambin las bebidas que las chicas les hacan tomar a los tipos. Si el tipo llega, se toma un whisky y se va enseguida a un cuartito, se gana uno. O diez. Lo que sea: se gana X. Pero se gana dos, veinte, doble x, ms, si el tipo dice espero a la estrella. A veces dicen el nombre, los que se la dan de habitus, te dicen, a m no, a la chica que lo va a atender, no, est bien, la espero a Marcela, que dan ganas de decirles agachate y conocela, una vez Mirtha se lo dijo a uno. Ya estaba gastada, Mirtha, deca lo primero que se le ocurra hasta que el dueo le dijo que juntara sus cosas y se fuera.

    As que un tipo deca la espero a Marcela, o poda decir, la espero a la de rulitos, o a la dien-tudita, o cualquier rasgo que le hubiera llamado la atencin, y los ms tmidos decan espero, noms, y se quedaban relojeando para verla aparecer. Y mientras tanto, las chicas les hacan compaa si no tenan otro servicio, les daban charla, y en todo caso el reglamento del Ganmedes es claro: o consums o te vas. Y consuman hasta que la vean aparecer.

    Era Marcela, pero todas las estrellas hacen ms o menos lo mismo. Cuando le tocaba salir, demoraba el momento todo lo posible. Abra la puerta pero no sala, y uno le miraba la cara a los tipos que la esperaban y pareca que les hubieran levantado la cabeza con un hilo a todos a la vez, o no, mejor con un hilo no. Qu mueco hay con la cabeza atada con un hilo? Mejor como esos muecos que estn hechos de pedacitos, con hilo, pero que el hilo les pasa por adentro a los pedacitos, y estn como cados hasta que los aprets por la base, que es un poco como si le metieras un dedo en el c, y ah todos los pedacitos se juntan y el mueco se pone tieso y alerta. As pasaba con las estrellas: asomaban de a poco, y hacan que los tipos se pusieran tiesos,

    alertas, calculando a quin le tocaba el turno. Y Marcela o la que fuera que le tocaba el estrellato asomaba una pierna, o dejaba ver un poco de la bata, y se meta para adentro, y hasta cerraba la puerta de nuevo, y despus iba saliendo otra vez, de a poco, hasta que al final se mostraba de golpe, como una reina, miraba el local con cara de ac no hay nada a mi altura, aunque al rato iba a estar en pleno servicio con el que tocara, porque altura tenemos todos.

    Nunca supe qu haca estrella a una estrella. A Marcela, por ejemplo, la prob, y era como las dems, incluso menos que las dems. Capaz que es eso, que hay que ser un poco menos, hacer las cosas un poco peor, para diferenciarse. O tambin puede ser que yo las probaba cuando no eran estrellas, porque despus estaban siempre ocupadas y fuera de horario descansaban. Capaz que volverse estrellas las haca estrellas: deb pagarle a Marcela y ver, pero nunca me pareci correcto pagar, y ahora que soy el dueo se termin porque estrellas somos todos.

    Eso pasaba siempre, pero una noche, temprano, Marcela sali sin ceremonias. Abri la puerta, sali y se me vino para la barra. Problemas, pens. El tipo la haba querido joder, o era rarito, o se le haba muerto. Porque al tipo no lo haba visto salir: uno alto, con la cara largusima, medio peladito, que me haba llamado la atencin porque la piel pareca de cartn. Pero me equivoqu, no haba problemas, o por lo menos no haba problemas sencillos, que son los que uno puede tratar de resolver.

    Marcela tena los ojos muy abiertos y le brilla-ban, pero no como si hubiera llorado, sino que noms le brillaban y estaba ms linda. Los tipos que esperaban deben haber pensado todos al mismo tiempo: vale la pena.

    Marcela se me vino al humo, y me trat como corresponde:

    Marquitos, me dijo. Le anots otro turno al seor de adentro? Se va a quedar un rato ms.

    Los lentos y los empeosos son malos clientes para locales comerciales como el Ganmedes, as que le dije que no. Y se volvi loca.

    LoS oCoteS FraCtaLeSDe GaNMeDeS

    PorFeDerICo reGGIaNI

    Folletn

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    En el jardn delantero de su casa, estilo medi-terrneo, Julieta esperaba con ansiedad el rems que la llevara al Centro a una reunin de trabajo impor-tante. El auto estaba demorado tres minutos y eso la fastidi especialmente porque no era extrao que el Corsa se lo hubiera llevado Pablo. Le haba dicho que poda ir en bicicleta, ya que ella haba sido ciclista casi profesional en su adolescencia; pero detrs de ese chiste ridculo se ocultaba un incipiente desinters en los asuntos profesionales de su mujer. Era invierno pero el clima deca primavera. Ese cambio inesperado, como en las pelculas de terror opera la tormenta, simbolizaba para Julieta el indicio de un giro y un deseo profundo. Y tambin constitua, lo saba, el producto del calentamiento global.

    Mir la hora y el auto no llegaba. Prendi un Virginia ultra fino y ni bien aspir la primera pitada apareci un auto negro. En el rems haba un fuerte olor a limpio, como si recin lo hubieran sacado del lavarropas. Eso la descoloc pero igual le indic al

    chofer la direccin exacta. Segundos despus el GPS daba instrucciones con una voz espaola, que ella juzg como una intrusa. Viajaban en silencio y, por eso, aprovech para chequear si llevaba el frasco pequeo de flores de Bach que le haba recetado Graciela, la astrloga. La haba visitado por ltima vez en abril, para su cumpleaos. En la etiqueta deca: Mimulus-Olm-Holly.

    Los rboles de los bosques de Palermo pasaban a los costados como guerreros del pasado y llevaban impresos, en forma invisible, esos nombres. Mimulus: miedo a lo desconocido, a situaciones concretas; Olmo: exceso de responsabilidades, mente abrumada; Holly: celos, desconfianza, rencor, para quienes necesitan amor, situaciones de duelo.

    Para los que sabemos hacer asados estos pues-tos de choripanes al paso son un insulto sentenci el remisero. Ella record que Pablo haba mandado a construir una parrilla que nunca usaba porque sus mejores amigos eran veganos. Mientras, el tipo se despachaba con una lista de los mejores cortes de carne. Julieta revis si traa el guin que le haban pasado la semana pasada. Lo haba repasado anoche, de 12 a 2 de la maana, cuando su marido y sus dos hijos dorman. Una botella empezada de Pinot Noire

    sATLiTE dE AMOR

    porFlOrenCia CaStellanO

    i lustraErica Villar

    CAPTULO UNO

    Folletn

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    SatLIteDe aMor

    PorFLoreNCIa CaSteLLaNo

    haba estado presente en la lectura como un gato de patas oscuras que malla un noctambulismo creativo.

    Julieta era actriz, egresada del conservatorio, excelentes notas y vocacin, pero haca ocho aos que no estaba en actividad. Hoy tena una reunin clave con un dramaturgo de la nueva ola, de esos que escriben realismo delirante y llenan las salas de lugares como Lgrimas y rosas en Palermo o El estrafalario de San Telmo. No responda propuestas laborales desde el nacimiento de su ltimo hijo, Mateo; por esta razn, durante el viaje, la ansiedad daba mecha a su cerebro como si fuera una bomba atmica.

    En ese momento, el remisero le pregunt si le molestaba escuchar ms