Meszaros Istvan - Mas Alla Del Capital Tomo 2

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    Ms all del capital

    Hacia una teora de la transicin

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    Istvn Mszros

    Fundacin Editorial Elperro y la rana, 2009

    De la traduccin: Eduardo Gasca

    Centro Simn Bolvar

    Torre Norte, piso 21, El Silencio

    Caracas, Venezuela.

    Telfonos: 0212-3772811 / 0212-8084986

    Correos electrnicos:

    [email protected]

    [email protected]

    [email protected]

    Pginas web:www.ministeriodelacultura.gob.ve

    www.elperroylarana.gob.ve

    Edicin al cuidado de:

    Fundacin Editorial El perro y la rana

    Hecho el Depsito de Ley: lf40220093202320

    ISBN 978-980-14-0572-6

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    PARTE DOS

    EL LEGADO HISTRICO DE LA CRISIS SOCIALISTA 1:

    EL DESAFO DE LAS MEDIACIONES MATERIALES E

    INSTITUCIONALES EN LA RBITA DE LA REVOLUCIN RUSA

    No hay alternativa

    Margaret Thatcher

    Podemos hacer negocios con el seor GorbachovMargaret Thatcher

    No hay alternativaMikhail Gorbachov

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    CAPTULO SEIS

    LA TRAGEDIA DE LUKCS Y LA CUESTIN DE LASALTERNATIVAS

    6.1 La aceleracin del tiempo y la proeca retrasada

    6.1.1A nales de 1988, Hungra ue testigo de un evento editorial muy poco comn.

    Porque, como gran novedad de la temporada de estividades, apareci un librode 218 pginas de Lukcs en la coleccin popular de Magvet Kiad, con unprecio de apenas 25 forines: una bagatela. Nombre de la serie popular: Acele-rar el tiempo; ttulo del volumen: Presente y uturo de la democratizacin.

    Lo que haca tan popular a este evento era el hecho de que el libro de Lukcsahora celebrado en la prensa del Partido ue escrito no menos de veinteaos antes de su publicacin, entre la primavera y el otoo de 1968. Extraa-mente, entonces, ue puesto en cartelera en las postrimeras de 1988 como si latinta del escritor acabara de secarse sobre un manuscrito que se ocupaba de unasunto surgido de repente.

    Al leer el libro hoy, no sorprende demasiado que en la poca de la escriturade su estudio y examen de conciencia acerca del imperativo de democratizartodas las sociedades posrevolucionarias, Lukcs sintiese que a la luz de laintervencin militar rusa en Checoslovaquia en agosto de 1968, que le puso unnal trgico a las esperanzas asociadas con la Primavera de Praga muchascosas que incluso en el pasado reciente eran mantenidas en el terreno de lostabes polticos tenan que ser sometidas urgentemente al escrutinio pblico.

    Despus de completar su obra, el autor, un tanto ingenuamente, le presentsu manuscrito al comit central del Partido y pidi permiso para publicarlo. Apesar de las decepciones del pasado, continuaba alimentando la esperanza (y lailusin) de que se le permitira intervenir de una manera eectiva, con su estudio

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    polticamente bastante osado, en el convulsionado proceso de redenicin delsignicado del socialismo contemporneo. Sin embargo, bajo las circunstanciasde la llamada doctrina Brezhnev dolorosamente evidenciada en Praga porlos tanques del Ejrcito Rojo su solicitud ue rechazada categricamente. De

    hecho, Presente y uturo de la democratizacin estuvo prohibido durante doslargas dcadas, no obstante toda la retrica de la reorma y la reconciliacin bajoel rgimen post-1956 en Hungra. La obra de Lukcs que abogaba apasiona-damente por la democratizacin urgente ue echada a un lado sin ms ni mspor la misma jerarqua del Partido que a nes de 1988, en medio de una crisiseconmica y social del pas que ya no se poda seguir negando, pareca estar tanansiosa de darle prominencia poltica y diusin popular.

    El cambio de actitud para con Presente y uturo de la democratizacin anales de 1988 les recordaba a todos aquellos que siguieron los sucesos de 1956en Hungra que, en la secuela del XX Congreso del partido sovitico, un textopoltico de Lukcs supuestamente extraviado desde haca mucho tiempo Lastesis de Blum de 1928-29, que haba marcado sendero internacionalmente yue denunciado por el liderazgo estalinista ue encontrado de nuevo como

    resultado del discurso secreto de Khrushov acerca de la era de Stalin. En mediodel volcn poltico que haca erupcin en ese momento, ueron descubiertosde pronto en los archivos secretos del partido hngaro y debatidos en el veranode 1956 en una importante reunin del Crculo Pet1. Siguiendo un patrn muysimilar, en 1988, medidas como la sbita decisin de publicar Presente y uturode la democratizacin daban aviso del deseo del partido hngaro de llegar a unacuerdo, a su manera desganada, con las exigencias de la aceleracin del tiempo.

    Como tributo irremediablemente retrasado, el ltimo da de 1988 el libro deLukcs ue reseado en un artculo a toda pgina en el rgano central del parti-do, Npsbadsg, con el ttulo: Proeca retrasada? El testimonio de GyrgyLukcs2. Ms an, unos pocos meses ms tarde un miembro del Politbur,Resz Nyers (que en el nterin se haba convertido en Presidente del rebautizadopartido) public un artculo titulado: Presente y uturo de la reestructuracin.En ese artculo Nyers adoptaba positivamente no slo el ttulo del libro de Lukcs

    durante tanto tiempo prohibido, sino adems declaraba que

    del movimiento comunista siento proundamente como si uese ma desde el pasado

    remoto la lnea que es posible denir mediante los nombres de Jen Landler y Gyrgy

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    Lukcs, y en cierto grado Jsze Rvai, una lnea que en ese entonces se diundi y

    se intensic, y, en el Sptimo Congreso del Comintern, se convirti en una nueva

    concepcin de la poltica de Frente Popular... Estoy plenamente de acuerdo con

    Gyrgy Lukcs, aunque durante mucho tiempo no acept sus opiniones y cuando

    tengo que elegir un pasado, estoy pensando en el espritu de Lukcs. 3

    Sin embargo, tal despertar de los dirigentes del partido en Hungra y en todaspartes de la Europa del Este ocurri demasiado tarde como para tener un impactocreble. A los pocos meses del anuncio ocial de la prometida reorientacinde la poltica de acuerdo con la creciente demanda de democratizacin, todaesperanza de que el viento de cambios que soplaba sobre la regin pudiese

    tener cabida dentro de los lmites trazados por el ensayo de Lukcs sobre elPresente y uturo de la democratizacin result ser un anacronismo histricodolorosamente obvio. La aceleracin del tiempo para nada la especialidaddel Este, independientemente de la manera desigual en que tiende a hacersevaler en dierentes perodos de la historia dio un giro sumamente dramtico.

    SIN duda, no es posible que el tiempo histrico que se origina en la

    dinmica de los intercambios sociales pueda correr a paso sostenido. Dadala intensidad altamente variable de los confictos y determinaciones sociales,podemos experimentar intervalos histricos en que todo parece empearse enun estancamiento, y se niega empecinadamente a moverse durante un perodoprolongado. Y con las mismas, la erupcin e intensicacin de confictos estructu-rales pueden resultar en la ms inesperada concatenacin de eventos indeteniblesen apariencia, llevando a cabo en cuestin de das incomparablemente ms queen las dcadas previas.

    En ese sentido, despus de un perodo de relativa inmovilidad, el tiempohistrico aceler su paso en los ltimos aos de la dcada, incorporando en 1989una parte del planeta mucho mayor que la sola Europa del Este. Y an as losgraves problemas estructurales de los pases capitalistas dominantes podan serpuestos uera de la vista bajo las circunstancias. Esto se poda hacer a pesar delhecho de que los problemas en cuestin incluan no slo la astronmica deuda

    interna y externa de los Estados Unidos, sino tambin las generalizadas prcticasproteccionistas que acarrean el peligro de una guerra comercial de envergadura,como la desengaante contraparte al idealizado y en nuestros propios tiempossin existencia real en ninguna parte del mundo libre mercado.

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    Igualmente, no se poda permitir el que el inconciliable conficto de interesesentre los pases capitalistamente avanzados y los del Tercer Mundo estructu-ralmente dependiente perturbase la euoria de la celebracin. Por consiguiente,haciendo caso omiso de las condiciones bien poco libres de problemas del

    mundo Occidental bajo todos sus aspectos principales, los dramticos eventosque se desarrollaban en 1989 en el Este podan ser utilizados a convenienciacomo la justicacin para pintar un cuadro rosa y triunalista de la salud y lasperspectivas uturas del sistema capitalista en s.

    6.1.2POR coincidencia, el ao 1989 resultaba ser el bicentenario de la Revolucin

    Francesa. Sin embargo, ese ao ser recordado como un hito crucial por mritospropios. Porque no puede caber duda de que incluso en nuestro siglo tan ricoen eventos no hubo desde los diez das que estremecieron al mundo en1917 un solo ao que produjese tanta aceleracin del paso en los cambioshistricos como 1989. Ciertamente, lo ms probable es que las repercusionesde los cataclismos de 1989 se sientan no solamente durante largo tiempo porvenir, sino tambin en todas partes. Porque los grandes eventos y convulsiones

    histricas no pueden ser mantenidos en compartimientos estancos en nuestromundo contemporneo globalmente interrelacionado.

    No es exageracin decir que con 1989 una larga ase histrica la iniciadapor la Revolucin de Octubre de 1917 lleg a su n. A partir de all, cual-quiera que pueda ser el uturo del socialismo, tendra que ser establecido sobreundamentos radicalmente nuevos, ms all de las tragedias y los racasos deldesarrollo de tipo sovitico, que se vio bloqueado muy pronto luego de la con-quista del poder en Rusia por Lenin y sus seguidores.

    Debemos regresar a esta cuestin en los ltimos captulos del presente estudio.Lo que interesa ahora es indicar brevemente la dedicacin de Lukcs a la causade la transormacin socialista durante un perodo de ms de cincuenta aos,como dirigente poltico por un tiempo y luego de su expulsin del campo dela poltica directa en 1919 como intelectual proundamente comprometido.

    La trayectoria de la participacin de Lukcs en el movimiento comunistainternacional solamente se puede caracterizar como trgica. Debe ser consideradatrgica no simplemente porque el rumbo actual del desarrollo en las antiguas

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    sociedades de socialismo real transcurre directamente en el sentido contrariode los ideales que deendi y para los cuales vivi. Mucha gente compartiese destino con l. Mas su tragedia no podra ser vista a la misma luz que la deRosa Luxemburgo, que hizo su entrada a la escena histrica con sus ideas radi-

    cales excesivamente temprano, y se mantuvo desesperanzadamente desasadade su tiempo, y hasta del nuestro. (En ese sentido, y en contraste con Lukcs,podemos reconocer en su atalidad la tragedia de alguien cuyo tiempo no hallegado todava).4

    La tragedia de Lukcs ue en verdad de un tipo muy distinto. Consisti enla concienciacin poltica e intelectualmente representativa de ese desarrollo

    bloqueado del cual l esperaba la realizacin de sus ideales desde el estallidode la Revolucin de Octubre. Habiendo hecho su escogencia en 1917, no pudonunca considerar la posibilidad de asumir una posicin radicalmente crticahacia ella sin traicionar los principios que lo llevaron a hacer esa escogencia.Trgicamente, sin embargo, mantenerse el a la perspectiva adoptada cuandoabandon, por prounda conviccin, la clase privilegiada en la que haba nacido,lo dej al nal materialmente sin margen de accin como intelectual compro-

    metido polticamente.

    La situacin de Lukcs resultaba tanto ms dolorosa en vista del hecho deque hasta el pequeo espacio que le qued desde 1918-29 hasta el nal de suvida para la intervencin activa en asuntos culturales y polticos ue consideradodemasiado grande como para ser tolerado por la burocracia del partido. Aunquenunca titube en su dedicacin a la causa que abraz en 1917, la ocialidad par-tidista lo someti a eroces ataques y a la indignidad de las autocrticas orzadas,y suprimi todo el tiempo que pudo la evidencia de sus preocupaciones vitales,no solamente Las tesis de Blum y Presente y uturo de la democratizacin,sino tambin su Testamento Poltico nal.

    Se debe recalcar en este contexto que por el contrario de todas las acu-saciones de amoldamiento oportunista y capitulacin en procura de privilegiosal estalinismo que se le hacen la concienciacin de la experiencia posrevo-

    lucionaria en Lukcs ue cabalmente autntica. Lejos de ser producto de unacoyuntura poltica limitada, tena hondas races en el pasado intelectual dellsoo hngaro, que se remontaba a sus estadios ms antiguos.

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    Nada ilustra mejor la autenticidad personal de la orientacin de Lukcs quedos de sus ltimas entrevistas, cuya publicacin ue permitida apenas reciente-mente. Concedi esas entrevistas grabadas el 5 y el 15 de enero de 1971, cuandoya saba con certeza que cuando ms le restaban unos pocos meses de vida, a

    causa del cncer que acab con l el 4 de junio de ese ao. Trat de claricar enesas entrevistas no slo su relacin con el partido, como su militante por msde cinco dcadas, sino tambin la perspectiva poltica desde la que juzgaba laspolticas seguidas por la direccin y la necesidad de cambiar algunas de laspolticas criticadas a n de evitar el tipo de levantamientos que se haban vistoen Polonia en esos das.

    Dadas las circunstancias en que se condujeron las entrevistas, resultara pordems absurdo que a alguien en la cercana de la muerte de la que estabaplenamente consciente lo motivara la necesidad de ajustar su perspectivaen inters del amoldamiento personal y la recompensa de privilegios. Y bien,al argumentar su posicin con absoluta conviccin, Lukcs continu suscri-biendo la legitimidad de la divisin del trabajo institucionalizada y en eectocompletamente paralizante entre polticos e intelectuales en una sociedad

    posrevolucionaria, enatizando muchas veces en el transcurso de las entrevistasque l no era ningn poltico, sino simplemente un intelectual preocupado porlos intereses de la cultura y la ideologa. Es ms, respondi a todos los puntosimportantes surgidos en las entrevistas planteando en relacin con ellos esen-cialmente la misma perspectiva que anim sus escritos durante cuatro dcadas.

    La concienciacin antes mencionada se mantuvo tan claramente en evidenciaen las entrevistas de enero de 1971 como en los escritos suyos que se remontan acomienzos de los aos treinta. A los problemas precisados les ideaba solucionesdesde dentro del desarrollo bloqueado que l criticaba. Y todo esto viniendo deun moribundo para el que los privilegios y los avores del partido ya no podantener signicado alguno. Tena que haber razones mucho ms undamentalespara el mantenimiento de esa perspectiva no importa cun problemticas enalgunos respectos que las propuestas por los adversarios y detractores deLukcs no slo en el pasado, cuando an viva, sino incluso en aos recientes

    Ocurri que, a pesar de las constricciones limitadoras aceptadas de buengrado que quedan claramente en evidencia en las entrevistas de 1971, las ree-rencias crticas a las polticas seguidas por el partido hngaro le resultaban del

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    todo inadmisibles a la direccin, incluso hasta en echa tan tarda como nalesde 1988, cuando Presente y uturo de la democratizacin ue saludado comoel Testamento de Gyrgy Lukcs. Ciertamente, estaban consideradas comopeligrosamente revisionistas, incluso cuando el nuevo Presidente del partido

    insista, como vimos antes, en que l se identicaba sin reservas con el espritude Lukcs.

    Las entrevistas del lsoo moribundo que de hecho ueron eectuadas apeticin del partido, con la promesa de publicacin pronta e inalterada tuvie-ron que permanecer enterradas en los archivos secretos durante otros diecisismeses despus de terminado 1988. Slo se les consider publicables despus de

    que se hizo evidente que el partido hngaro, uere cual uere su nombre, tenaque entregarle las riendas del poder a las uerzas polticas opositoras, comoconsecuencia de su demoledora derrota electoral. Es as como nalmente se nospermiti leer por segunda vez en dos aos el Testamento Poltico de Gyr-gy Lukcs5, publicado en el rgano terico del partido, Trsadalmi Szemle:un peridico del que Lukcs estuvo proscrito durante muchos aos de su vida.

    6.2 La bsqueda de la individualidad autnoma

    6.2.1COMO ya se mencion, la concienciacin de los desarrollos posrevolucio-

    narios posea hondas races en el pasado intelectual de Lukcs. En trminosloscos tena mucho que ver con la manera como concibi, desde el comienzomismo de su carrera literaria, las condiciones de la realizacin del individuo ensu relacin con las uerzas supraindividuales.

    As expresaba el joven Lukcs, en uno de sus ensayos undamentales, Me-tasica de la tragedia (1910), una preocupacin de toda su vida:

    El milagro de la tragedia es el de la creacin de la orma; su esencia es la individua-

    lidad, con la misma exclusividad que, en el misticismo, la esencia es el olvido del

    yo. La experiencia mstica es el surimiento del Todo, la trgica es la creacin del

    Todo. ... El yo arma su individualidad con una uerza que todo lo excluye y todo

    lo destruye, pero esa armacin extrema le imparte una dureza acerada y una vida

    autnoma a todo lo que toca y al alcanzar la cima ms elevada de la individualidad

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    pura nalmente se suprime a s misma. La tensin nal de la individualidad se

    superpone a todo cuanto es meramente individual. Su uerza eleva a todas las cosas a

    la condicin de destino, pero su gran contienda con el destino que se crea a s mismo

    hace de ella algo suprapersonal, el smbolo de cierta relacin atal denitiva. De esa

    manera el modo mstico y el modo trgico de experimentar la vida se tocan el uno alotro y se suplementan entre s. Ambos combinan misteriosamente la vida y la muerte,

    la individualidad autnoma y la disolucin total del yo en un ser ms elevado.

    La rendicin es la va del mstico, la lucha la del hombre trgico; uno, al nal de su

    camino, es absorbido por el Todo, el otro se estrella contra el Todo. 6

    Comprensiblemente, el joven Lukcs nacido en el seno de la alta burguesa

    como el hijo de un banquero muy rico y poderoso polticamente no podaaislarse del individualismo imperante en los debates culturales de la poca. Sinembargo, lo inquietaban en grado sumo los escollos ocultos del individualismoy trataba de concebir una sntesis viable entre las uerzas individuales y su-praindividuales, y entre lo platnicamente suprahistrico/esencial/eterno y losprincipios histricos.

    Los mritos de la individualidad verdadera (que siempre quiso preservary realzar, incluso cuando solamente poda hablar acerca de ella en lo que lllamaba un lenguaje espico) ueron enaltecidos por el autor de Metasicade la tragedia como sigue:

    La tragedia es el hacerse real de la naturaleza esencial, concreta, del hombre. La tragedia

    le da una respuesta rme y segura a la interrogante ms delicada del platonismo: la

    interrogante de si las cosas individuales pueden tener idea o esencia. La respuesta de la

    tragedia pone la pregunta en trminos invertidos: solamente algo cuya individualidad

    sea llevada al lmite extremo es adecuado a su idea es decir, es realmente existente.

    Lo que sea general, lo que abarque todas las cosas pero carezca de color o orma pro-

    pias, es demasiado dbil en su universalidad, demasiado vaco en su unidad, como para

    hacerse real. ... el anhelo ms proundo de la naturaleza humana es la raz metasica

    de la tragedia: el anhelo de individualidad del hombre, el anhelo de transormar la

    estrecha cspide de su existencia en una vasta pradera a la que cruza serpenteando la

    senda de su vida, y su signicado hasta llegar a una realidad cotidiana.7

    En cuanto a la inescapable dimensin histrica de la existencia humana, eljoven Lukcs trataba de conciliarla con el esencialismo platnico de esta manera:

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    La historia aparece como un smbolo proundo del destino de la normal accidenta-

    lidad del destino, su arbitrariedad y su tirana, que, en el ltimo anlisis, siempre es

    justa. La pelea de la tragedia por la historia es una gran guerra de conquista contra

    la vida, un intento de encontrar el signicado de la historia (que est inconmensu-

    rablemente lejos de la vida comn) en la vida, de extraer de la vida el signicado dela historia como el verdadero sentido oculto de la vida. Un sentido de la historia

    constituye siempre la necesidad ms viva, la uerza irresistible, la orma en que

    ocurre es la uerza de gravedad del mero acontecer, la uerza irresistible dentro del

    fuir de las cosas. Es la necesidad de que todo est conectado con todo lo dems,

    la necesidad negadora de los valores; no existe dierencia entre lo pequeo y lo

    grande, lo signicativo y lo insignicante, lo primario y lo secundario. Lo que es,

    tena que ser. Cada momento sigue al anterior, sin infuencia de objetivo o propsito.8

    As, el signicado de la historia slo poda ser descirado segn el jovenLukcs gracias a los buenos servicios de la tragedia y su extremadamente pa-radjica pelea por la historia. Porque solamente esta ltima poda prometerextraer el signicado de la historia de la vida misma como el sentido oculto dela vida, y hacerlo en contra de la uerza de la historia descrita como necesidad

    negadora de los valores.

    La actibilidad de xito de tal empresa ue nada ms postulada en Metasicade la tragedia. No se daba ninguna indicacin acerca de cmo se poda llevara cabo en realidad. Ciertamente, los trminos del anlisis de Lukcs apuntabanen una direccin diametralmente opuesta a la sntesis deseada.

    Reminiscente de la concepcin irracionalista de Max Weber de la historia ysus demonios personales concomitantes (o sea, las guas de valoracin de lossujetos orientados hacia el yo, puramente subjetivas y absolutamente irreconci-liables entre s), la irracionalidad de la procura de los individuos de sus objetivosautnticamente esenciales era rigurosamente puesta rente a la irracional realidadde la historia. Por consiguiente, el joven Lukcs no poda orecer ms que dico-tomas y paradojas como soluciones, y un cuadro totalmente sombro de lo quea n de cuentas realmente vena a ser la postulada realizacin del anhelo que

    tienen los individuos de plenitud de la vida y autenticidad de la individualidad:

    La historia, a travs de su realidad irracional, les impone la universalidad pura a

    los hombres; no le permite a un hombre expresar su propia idea, que a otros niveles

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    resulta ser igual de irracional: el contacto entre ellos produce algo que les es ajeno

    a ambos: el entendimiento, la universalidad. La necesidad histrica es, despus de

    todo, la ms cercana a la vida de todas las necesidades. Pero tambin la ms distante

    de la vida. La realizacin de la idea que resulta posible ac es tan slo un rodeo para

    lograr su realizacin esencial. (La mencionada trivialidad de la vida real es reprodu-cida aqu al nivel ms elevado posible). Pero la vida total del hombre total es tambin

    un rodeo para alcanzar otras metas ms elevadas; su anhelo personal ms hondo y

    su lucha por obtener lo que anhela son simplemente los ciegos instrumentos de un

    capataz mudo y ajeno.9

    Pero cmo se podra resolver la paradoja de que lo que est ms cercano a

    la vida es tambin lo que est ms distante de ella? Sera posible hallar sentidoen una historia que no aparezca como una uerza de gravedad misteriosa quese hace valer a travs del tumulto carente de signicado de los aconteceres,y que tan slo les revela un orden inteligible a los individuos cuando todo estirreparablemente enterrado en el pasado? Cmo se podra superar la oposicinaparentemente inconciliable entre el valor y la realidad histrica? Era la condi-cin humana inevitable que quienes logren alcanzar el nivel de la autorrealizacin

    y satisacer el anhelo de individualidad del hombre necesariamente se estrellencontra el Todo? Cmo se podra rescatar a los individuos enrascados en sulucha por la totalidad de la vida a la cual se dice igualmente que anhelande ser dominados por una universalidad irracional, y de la atalidad de ser uninstrumento ciego en manos de un capataz ajeno? Se podra concebir un manejode la historia no en trminos abstractamente dados por supuestos y universa-listas, sino de manera tal que la personalidad de los individuos involucrados enla empresa de la autosatisaccin autntica encuentre cauces genuinos para surealizacin global y, en el mundo real, sostenible?

    Esas preguntas no podan ser ormuladas ni respondidas por Lukcs antesde Historia y conciencia de clase, donde desarroll su amosa sntesis deHegel y Marx y redeni la aspiracin anteriormente abstracta de personalidadautntica, en relacin con la causa de la emancipacin humana. Sin embargo,la visin trgica de la conexin entre la necesidad histrica y la lucha por la

    individualidad autntica esbozada en Metasica de la tragedia proporcionlos cimientos para su concepcin de esos temas cuando abraz el marxismo, alnal de la Primera Guerra Mundial, y en un sentido signicativo que veremosen el transcurso del presente estudio nunca lo abandon.

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    6.2.2SIGNIFICATIVAMENTE, la orma en que Lukcs le dio la vuelta a la inte-

    rrogante ms delicada del platonismo aseverando audazmente que el problemade la esencia deba ser subsumido bajo el de la individualidad, concebida como

    lo nico realmente existente, anticipando as un tema central del existencialismodel siglo XX estaba en el espritu de las preocupaciones individualistas dela poca. ste result ser el caso, no obstante el hecho de que el joven Lukcsquera denir su posicin en relacin con las ormas de individualismo cultu-ralmente dominantes desde una distancia crtica, mientras preservaba lo que lconsideraba era la esencia vlida de tales preocupaciones.

    En consecuencia, la universalidad adquiri una connotacin extremadamentenegativa en su misin, y se convirti en sinnimo de lo que Hegel llamaba uni-versalidad abstracta. De igual manera, la idea de unidad, denida en trminosde lo general englobador, slo poda tener una connotacin marcadamentenegativa en su marco conceptual. Porque al autor de Metasica de la tragediale pareca demasiado dbil, y su unidad demasiado vaca.

    En total contraste con la universalidad abstracta rechazada, el color, laorma y la concrecin en su intrincada relacin con el papel que el jovenLukcs le asignaba a la tragedia ocupaban el polo de la positividad en elabanico de sus conceptos. En ese sentido, tena que caracterizar la naturalezaesencial del hombre como concreta: una determinacin que a su vez el au-tor de El alma y la orma slo poda hacer inteligible ponindola a surgir delpretendido poder metasico de la tragedia creadora de la orma.10

    Sin embargo, todo esto sonaba demasiado misterioso. De hecho, Lukcsno hizo ningn esuerzo por ocultar el carcter misterioso de las relaciones yprocesos identicados. Para empezar, describi como irracional no solamentela sombra realidad de la historia tirnica, impositora de la universalidad, sinoincluso a su antpoda, la legtima idea del hombre esencial concreto. En cuantoa la uerza positiva de la tragedia, tambin su intencin creadora de la ormatena que ser calicada de milagro.

    El hecho de que la concepcin de racionalidad de Lukcs pudiese contenersin inconsistencia como sus trminos de reerencia claves la realidad irracionalde la historia (junto con los instintos igual de irracionales de los individuos

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    en procura de la idea legtima del hombre, en contra de la tirnica irracionalidadde la historia), el milagro de la tragedia y la experiencia mstica, hablaba pors solo, e indicaba la denitiva insostenibilidad del sistema del joven lsoo.Porque aunque la manera en que Lukcs buscaba con an soluciones viables en

    Metasica de la tragedia identicaba claramente algunos retos existencialesundamentales que arontan los individuos, simultneamente introduca tambinuna tensin inmensa en lo que l oreca como marco explicatorio racional.Un marco que quera hacer loscamente inteligibles y convincentes las pre-ocupaciones existenciales del autor, pero no poda lograrlo sin apelar a la tanescasamente explicatoria autoridad del misterio.

    Ciertamente, Metasica de la tragedia caracterizaba al papel de la tragedia,al igual que a la experiencia mstica misma, con una problemtica comn. Era surelacin de oposicin nada ms en la supercie lo que realmente lo decida todoa los ojos del autor: el absoluto tico de la individualidad. Slo conrindole tanto ala experiencia mstica como a la tragedia su determinacin comn sustantiva podaLukcs sostener recprocamente, mediante la aseveracin de su prounda naturalezacomn el signicado y la legitimidad de cada una por separado, sin importar lo

    ntidas y mutuamente excluyentes que al observador no iniciado le pudiesen parecer aprimera vista sus dierencias. Es por eso que al nal de su anlisis tena que culminarcon la aseveracin de que ambas combinan misteriosamente la vida y la muerte,la individualidad autnoma y la disolucin total del yo en un ser ms elevado.11

    Sin duda, lo que Lukcs nos oreci en Metasica de la tragedia y en losdems ensayos de El alma y la orma concebidos en la misma vena constituauna poderosa visin, a pesar de sus tensiones inherentes. En verdad, el poder yel atractivo de esa visin para todos los que compartan el perturbado punto devista individualista provenan precisamente de la manera en que sus tensionesinherentes no ueron ocultadas a la vista por Lukcs, sino que aparecan procla-madas y combinadas abiertamente en la visin trgica de una totalidad complejay humanamente autntica. Ningn argumento intelectual directo poda alterarde modo signicativo el poder de sugestin de esa visin a los ojos de quienescompartan la perspectiva social de la que haba surgido la sntesis terica ju-

    venil de Lukcs. Notar los aspectos problemticos de esa sntesis requera de laaparicin de alguna motivacin para traspasar el horizonte social que animabasu bsqueda de respuestas compatibles con los lmites de ese horizonte, comoen eecto le aconteci al autor pocos aos despus.

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    Naturalmente, a este respecto les son aplicables reglas muy dierentes a loslectores que resultan compartir un punto de vista social dado y se identicanincondicionalmente con sus articulaciones tericas y con el intelectual creadorde gran talla. Porque ste debe enrentar tarde o temprano las tensiones internas

    de su propia visin a n de elaborar una solucin humana e intelectualmente mssostenible para ellas. Por el contrario, la no resolucin de las tensiones y contradic-ciones identicadas por el lsoo pueden de hecho proporcionarles considerabletranquilidad y seguridad a sus lectores, que perciben espontneamente en su propiaexperiencia no slo las contradicciones de su condicin social, sino tambin lainercia aparentemente inescapable que acompaa a esas contradicciones.

    En cuanto concerna a Lukcs, su constante apelar en un marco explicatoriosupuestamente racional al milagro de la tragedia y la idea consecuencial de laexperiencia mstica constitua una de las dos tensiones principales y para elmomento del todo insuperables que tendan al quebrantamiento de su sistemainicial. La otra era la ausencia de dimensin histrica en l, a pesar de todas lasreerencias a una historia metasicamente transubstanciada.

    La inslita conguracin de los elementos poderosamente sugestivos y de-nitivamente insostenibles que se pueden ver en El alma y la orma resultabams paradjica an en vista del hecho de que los constituyentes msticos delsistema del joven Lukcs tenan en sus races una determinacin racional clara-mente identicable, sin importar cun inconsciente. Porque la intencin objetivade su teora no era el deseo de deender el misticismo. Era, ms bien, poner enrelieve algunos problemas existenciales importantes que, dada la ausencia de losparmetros histricos objetivos requeridos desde su perspectiva, Lukcs tan slopoda destacar en esta etapa de su desarrollo intelectual en orma de un discursometasico atemporal. Despus de todo, para el momento en que el joven Lukcshaba articulado su visin trgica en El alma y la orma, los voceros intelectualesde la clase con la que l todava se identicaba, a pesar de su rebelin tica queemerga lentamente pero era an vaga y carente de objeto, haban abandonadoms o menos abiertamente la procura de la temporalidad histrica.

    As, el reto de superar la impotencia tica del discurso metasico atemporaltraa aparejada la necesidad de escapar de los connes de las mismas determina-ciones sociales que producan el abandono de la temporalidad histrica genuinaincluso por parte de los pensadores liberales ms destacados de la poca. Ello

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    no era concebible sin un viraje radical de las valoraciones es decir, un cambioverdaderamente undamental en lo que respecta al punto de vista social delintelectual, a partir del cual la sntesis terica se haga actible.

    TAL y como andaban las cosas en la poca en que escribi Metasica de latragedia, la vaguedad y la resultante impotencia de la rebelin tica de Lukcsse poda reconocer en la manera como combinaba la orma con la tica. Noobstante su anhelo de soluciones genuinas y humanamente satisactorias y,signicativamente, el anhelo constitua una de las categoras utilizadas conmayor recuencia en los ensayos del joven Lukcs l tan slo poda derivar dela identidad entre orma y tica, arbitrariamente decretada y meramente verbal, un

    estancamiento paralizador y resignador, en vez de una invitacin a la accin com-prometida y eectiva en el mundo real. As, se nos dice en El alma y la orma que

    la orma es el juez supremo de la vida... una tica; ... la validez y la uerza de una tica

    no dependen de si se aplica o no la tica. Por consiguiente, slo una orma que haya

    sido puricada hasta convertirla en tica puede, sin volverse ciega y empobrecida

    como resultado de ello, olvidarse de la existencia de cuanto sea problemtico y

    desterrarlo para siempre de sus dominios.12

    La acotacin acerca de no volverse ciega y empobrecida sonaba comple-tamente hueca: otro at irrealizable ms, aun si se le proclamaba con la voz dela preocupacin genuina pero impotente y no con la de la mala e. Porque unatica que puede olvidar la existencia de cuanto sea problemtico y desterrarlopara siempre de sus dominios, inevitablemente se condena a s misma no sloa ser ciega y empobrecida, sino adems a la irrelevancia total.

    Resignarse a vivir permanentemente dentro de los connes de una visinas el callejn sin salida ms autntico existente tan slo era concebible,por consiguiente, en un mundo en el que nada ocurriese, pero no en el mundoreal. El hecho de que Lukcs reconociese al menos en orma de una acotacinla contradiccin entre la tica carente de objeto e inaplicable que l propugnaba,y el peligro de su utilidad ciega y empobrecida, mostraba que ya haba comen-

    zado a cobrar conciencia de lo insostenible que era en trminos de sus propiosobjetivos el sistema expuesto en El alma y la orma.

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    Los dilemas y retos existenciales identicados por Lukcs en Metasica de latragedia algunos de ellos problemas bien reales, que claman por una ruptura delas constricciones del discurso metasico adoptado y piden en cambio un avalosocialmente especco de lo que est sobre el tapete, precisamente a n de poner

    en primer plano esa concrecin genuina que el autor considera sinnimo de loesencial lo ayudaron ms tarde a escoger una senda intelectual muy dierente.Apuntaban bastante ms all de las soluciones originales de Lukcs, aunquemucho haba de ser cambiado antes de que las cuestiones ms radicales, que enlos ensayos de El alma y la orma eran nada ms implcitas, pudiesen ser arti-culadas, y mucho ms an respondidas, adecuadamente, por el lsoo hngaro.

    6.2.3COMO un siguiente paso adelante de gran importancia, en Teora de la

    novela escrita en 1914 y 1915 la rebelin tica tan problemtica de Lukcsadquiri un marco de reerencia ms tangible y ms radical en su intencin, sibien por el momento apenas puramente utpico, segn el juicio retrospecti-vo del autor. (Era utpico porque nada, incluso a nivel de la inteleccin msabstracta, contribua a mediar entre la actitud subjetiva y la realidad objetiva,13

    como lo expres en 1962).

    Sin embargo, al rechazar sin vacilaciones en ntido contraste con su amigoMax Weber la gran guerra, y reaccionar ante el torbellino causado por ellaen el espritu de la condena de Fichte del presente como la edad de la peca-minosidad absoluta, Lukcs intensic su rebelin tica de manera tal quepudo sostener jurdicamente ms tarde que

    Teora de la novela no es de naturaleza conservadora sino subversiva, si bien est

    basada en un utopismo altamente ingenuo y totalmente inundado: la esperanza de que

    una vida natural del hombre pueda brotar de la desintegracin del capitalismo y de la

    destruccin, vista como idntica a esa desintegracin, de las categoras econmicas

    carentes de vida y negadoras de la vida.14

    Como mencionamos antes, la lgica interna del marco conceptual del joven

    Lukcs y las tensiones maniestas en Metasica de la tragedia tendan aquebrantar su sistema. El reto intelectual de superar las tensiones de ese sistemade acuerdo con su lgica inmanente ue muy importante para el subsiguientedesarrollo de Lukcs. Sin embargo, el elemento decisivo en este respecto lo

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    constituy la irrupcin de la realidad, en orma de la confagracin global misma,en su mundo autorreerencial de la orma pura, en el cual era posible considerarcon toda seriedad el olvidarse de la existencia de cuanto sea problemtico.

    La guerra aceler en gran medida el proceso de la autodenicin terica conlos pies sobre la tierra de Lukcs, y produjo en Teora de la novela

    una concepcin del mundo que apuntaba hacia una usin de tica de izquierda y

    epistemologa, ontologa, etc., de derecha. ... una tica de izquierda orientada hacia la

    revolucin radical apareada con una exgesis de la realidad tradicional, convencional.15

    Comprensiblemente, entonces, la nueva visin de Teora de la novela quemarc en la reorientacin intelectual de Lukcs no solamente una transicinde Kant a Hegel, sino tambin una kierkegaardizacin de la dialctica dela historia hegeliana16 no poda traer consigo la solucin de sus dilemas yparadojas. No poda sino representar un punto de partida algo ms viable paraposteriores viajes en el complicado rumbo de su desarrollo intelectual.

    Sin embargo, Teora de la novela seal un avance importante en relacin conEl alma y la orma, si bien a causa de la insostenibilidad de su perspectiva,debida a la contradiccin entre los imperativos ticos del autor y su diagnsticoacrtico de los parmetros estructurales undamentales de la sociedad en contrade la cual quera rebelarse tena que permanecer inconclusa, para que prontolos eventos histricos en desarrollo la sobrepasaran. Pero aun as, Teora de lanovela constituy un avance importante en el desarrollo de Lukcs. Porque eldeseo subyacente en esta obra era realzar la racionalidad del marco explicatoriodel autor, combinando el radicalismo tico y poltico al que l aspiraba con unaconcepcin de la historia sostenible empricamente: un reto cualitativamentenuevo para el lsoo hngaro.

    Fue la posibilidad de realizar esta sntesis viable en la prctica lo que Lukcsvio aparecer en el horizonte, dos aos despus de escribir las lneas nales deTeora de la novela, con el estallido de la Revolucin de Octubre. Abraz laperspectiva del uego puricador y la transormacin radical implcita en larevolucin con un entusiasmo sin lmites, puesto que estaba convencido de queella representaba la encarnacin de su anterior anhelo de una salida de la crisis.Esta vez no una salida en orma de la revelacin pura de la experiencia ms

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    pura,17 y ni siquiera a travs de las aventuras del Espritu Mundial hegelianokierkegaardizado, sino a travs de la intervencin consciente de un agenciahistrica socialmente tangible en el proceso histrico real.

    Naturalmente, esa reorientacin no poda signicar nada ms darle la espalda anuestro propio pasado. Muchos de los temas importantes articulados por el jovenLukcs continuaron regresando a la supercie en sus escritos subsiguientes; algu-nos de ellos como preocupaciones positivamente redenidas y vivientes, en tantoque otros como obstculos negativos, precisados con exactitud por el intelectualcomprometido polticamente a n de que uesen combatidos y legtimamenteeliminados. En ese sentido su batalla de toda la vida contra el irracionalismo,

    por ejemplo, no era el rechazo libre de problemas que el ajeno indierente hacede una tendencia undamental del desarrollo cultural/intelectual moderno, sinouna crtica angustiada que resultaba ser simultneamente tambin la autocrticadel autor. Enoc la atencin una y otra vez tanto en sus ormas viejas comoen las nuevas en constante resurgimiento en las maneras intelectualmente mstentadoras en que las respuestas prcticas tan necesitadas podran sustituir a lasseudosoluciones y evasiones irracionalistas: tentaciones que el propio Lukcs

    haba experimentado no menos que cualquier otro intelectual, desde dentro.

    En un plano ms complejo, la visin trgica de sus primeras obras continu sien-do en una orma superada/preservada (augehoben) el ncleo estructuradorde los escritos posteriores de Lukcs. Como tal contribuy en gran medida a la sig-nicacin representativa de la obra de toda una vida concebida entre dos mundos,cuyo autor jams dej de luchar contra los dilemas que surgan del imperativocategrico del socialismo y las tremendas dicultades de su realizacin histrica.

    6.3 De los dilemas de EL ALMA Y LA FORMA a la visin activista deHISTORIA Y CONCIENCIA DE CLASE

    6.3.1HISTORIA y conciencia de clase de Lukcs tena que ser no slo una crtica

    de las determinaciones alienadas de la sociedad capitalista sino, igualmente, unarevaloracin de la visin explicada en sus propios escritos iniciales. Porque unintelectual de solidez no puede simplemente vaciarse a cada cambio de viento dela moda y el acomodo cultural/poltico. El crecimiento intelectual real no puede

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    ser sino un proceso orgnico que reemplaza y proundiza con tenacidadno obstante los cambios cualitativos que deben acompaar a la redenicindel escritor o escritora de su relacin con la turbulenta dinmica de la historia.Cambiar de posicin saltando de una tbula rasa a otra, sin siquiera intentar

    justicar el abandono de las creencias antes proesadas y la proclamacin de lascertidumbres recin adquiridas (que a menudo son abandonadas con la mismaacilidad cada vez que la conveniencia lo requiera) no puede resultar ms queen vaciedad carente de principios.

    La adopcin de la perspectiva marxiana por Lukcs bajo el impacto de laguerra y las revoluciones que la siguieron no slo en Rusia sino tambin en

    Hungra: una revolucin en la que particip en cuerpo y alma ue autntica ycreativa. No poda alcanzar la ructicacin terica sin reormular los principiosy preocupaciones centrales de sus primeras obras en relacin con las potencia-lidades histricas recin identicadas.

    El viraje conceptual y axiolgico posrevolucionario trajo consigo en algunosrespectos un vuelco completo en los trminos de reerencia de Lukcs articu-

    lados en El alma y la orma y Teora de la novela, si bien decididamente noel abandono de sus preocupaciones sustantivas implcitas o explcitas. Si nose le concede el debido peso a la determinacin orgnica de la continuidaden la discontinuidad en el desarrollo de Lukcs resultara del todo imposiblecomprender la perspectiva expresada en su primera sntesis marxiana, Historiay conciencia de clase.

    En un aspecto crucial, preocupado por el objetivo estratgico de superarla inercia de las determinaciones sociohistricas establecidas, Lukcs reiteralgunos elementos de su visin inicial (incluidas sus asociaciones de valorpositivas o negativas) y los redeni radicalmente mediante la manera en quelos situ ahora en la concepcin totalizante socialmente activista de Historiay conciencia de clase. Para tomar un ejemplo caracterstico, es as como ellsoo hngaro redeni y reintegr crticamente su preocupacin juvenil porla naturaleza intrnseca y por la revelacin pura de la experiencia ms pura

    en la pieza capital de Historia y conciencia de clase, su celebrado ensayo sobreLa cosicacin y la conciencia del proletariado:

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    ... la unin de una naturaleza intrnseca, puricada hasta el punto de la abstraccin

    total, con una losoa trascendental de la historia s se corresponde en verdad con

    la estructura ideolgica bsica del capitalismo.18

    A travs de esa continuidad categorial ueron retenidos algunos de los cons-tituyentes vitales de la visin inicial de Lukcs, mientras otros tuvieron que serrechazados. Y, claro est, incluso los que ueron retenidos en la nueva sntesishan adquirido un signicado cualitativamente dierente al ser situados dentrode una red conceptual muy dierente. Porque en el pasaje que acabamos de verLukcs realiz un viraje undamental desde la connotacin negativa que le uedada a la historia como tal en Metasica de la tragedia a la condena de la -

    losoa trascendental de la historia, de orientacin capitalista. En otras palabras,Lukcs caracterizaba ahora el objetivo negado como una concepcin loscatendenciosa que se origina no de errores o distorsiones tericas subjetivas (queen principio seran corregibles), ni tampoco de la deectividad metasicamentedeterminada de la historia misma (que en principio sera absolutamente insu-perable), sino como asunto de necesidad creada por el hombre y por endehumanamente alterable del refejo de la naturaleza ms prounda y la articu-

    lacin histricamente concreta del orden social establecido.

    As ue como se hizo posible retener en Historia y conciencia de clase laasociacin de valores de la universalidad abstracta y sus corolarios con lanegatividad, y de la de carne y hueso (o en otros contextos: la totalidad y laconcrecin sustantivas como opuestas a la ragmentaridad e inmediatezinesenciales y naturalistas) con la positividad. Del primer conjunto de valores,negativo, se esperaba que quedase eliminado por completo en el transcurso de lastransormaciones histricas en marcha; y del segundo, positivo, que se realizaragracias a la empresa histrica polticamente especicada que el autor propugnaba.

    Ms an, los enmenos condenados no eran rechazados por Lukcs comovalores incorpreos y entes metasicos atemporales como tendan a serlo enlos ensayos iniciales, particularmente en los de El alma y la orma sino comodeterminaciones estructurales objetivas que se corresponden con la estructura

    ideolgica bsica del capitalismo. Los problemas con los que trat de llegar a unacuerdo en El alma y la orma adquirieron de ese modo una dimensin cualita-tivamente nueva. Porque la bsqueda de soluciones en el plano de la naturalezaintrnseca, sin importar lo autntica que uese su intencin subjetiva ni lo rigurosa

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    en su procura de la revelacin pura de la experiencia ms pura poda carecer detoda validez en la nueva perspectiva de Lukcs. De igual modo, el rechazo utpicodel capitalismo en Teora de la novela en orma de su ingenuo descarte de lascategoras sociales y econmicas en general tena que ser reexaminado radi-

    calmente a la luz de la experiencia histrica real y desde el punto de vista de lasalternativas, materialmente actibles, propugnadas. Sin este tipo de investigacin dela relacin entre la estructura ideolgica bsica del capitalismo y las ormas deconciencia ms abstractas que emanan de ella, no podra existir ninguna oportuni-dad de producir una crtica vlida de la ideologa dominante: una tarea que Lukcsconsideraba absolutamente vital para la empresa histrica de la emancipacin.

    As, segn el autor de Historia y conciencia de clase, haba que darle un sig-nicado demisticado, undamentado en lo material, no solamente a la naturalezaintrnseca y al alma, sino tambin, y ciertamente de suma importancia, a lacategora de orma. Se tena que hacer todo esto no slo a n de volver verdade-ramente inteligible lo que l llamaba la estructura ideolgica del capitalismo, sinotambin para despojar irreversiblemente a esa estructura de su asxiante eectividad.

    6.3.2ESTE complejo de problemas ue explicado muy claramente en un pasajede Historia y conciencia de clase en el que la crtica que haca Lukcs de suantiguo amigo cercano, Ernst Bloch, contena tambin una redenicin radicalde sus propias categoras claves como las ormul en El alma y la orma y enTeora de la novela. El autor de Historia y conciencia de clase resuma laposicin recientemente adquirida como sigue:

    Cuando Ernst Bloch pretende que su unin de religin con revolucin socioecon-

    mica [en las sectas revolucionarias, por ejemplo Thomas Mnzer y sus seguidores]

    marca la pauta para una proundizacin de la perspectiva meramente econmica del

    materialismo histrico, no logra darse cuenta de que su proundizacin simplemente

    le escurre el bulto a la proundidad real del materialismo histrico. Cuando concibe

    entonces que la economa constituye una preocupacin por las cosas objetivas a las

    que el alma y la naturaleza intrnseca tienen que oponerse, pasa por alto el hecho

    de que la revolucin social real solamente puede signicar la reestructuracin de la

    vida del hombre real y concreta. No ve que lo que se conoce como economa no

    es ms que el sistema de ormas que denen esa vida real. Las sectas revoluciona-

    rias estaban obligadas a evadir ese problema porque con su situacin histrica tal

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    reestructuracin de la vida e incluso de la denicin del problema resultaba obje-

    tivamente imposible. Pero no servir aerrarse a su debilidad, su incapacidad para

    descubrir el punto de Arqumedes desde el cual la realidad en su conjunto puede ser

    vencida, y a su condicin que las obliga a apuntar demasiado alto o demasiado bajo

    y a ver en esas cosas una seal de mayor proundidad.19

    Como podemos ver, Lukcs adopt aqu caractersto a su propio modola gran percepcin marxiana de que las categoras bsicas del pensamiento sonormas del ser (Daseinormen), en trminos de las cuales la dinmica histricareal de los complejos socioeconmicos establecidos, as como las constitucionesde sus estructuras ideolgicas y ormas de conciencia correspondientes, pueden

    y deben ser entendidas dialcticamente. De manera inevitable, entonces, las cate-goras de alma y naturaleza intrnseca tenan que ser puestas en su lugar en esavisin totalizante undamentada en lo material, marcando una desviacin radicaldel discurso de Lukcs. Porque a la cuestin crucial cmo reestructurar lavida real y concreta del hombre haba que darle un nuevo sentido en virtuddel hecho de que el marco terico sintetizador marxiano adoptado le coneraun sentido nuevo a la categora que le serva de sostn a todas las dems en el

    universo conceptual original del joven Lukcs, a saber, la categora de orma.

    A travs de esta revaloracin orientada hacia la prctica emprendida enHistoria y conciencia de clase, la categora de orma de Lukcs haba perdidosu carcter misterioso anterior, puesto que su signicado se volva sinnimo deuna concepcin enticamente mecanicista de la economa como undamentodel ser social. Entendido en este sentido, era el sistema de ormas histri-camente condicionado lo que tena que ser considerado de importancia capitaly no la vaga generalidad de la orma en s, tal como se la adoptaba a partirdel sistema de Platn. Porque se deca que el sistema de ormas histricamenteconcreto dene la vida real mediante el obligado intermediario material dela economa. En consecuencia, en la nueva visin de Lukcs no poda caberninguna reestructuracin de la vida real y concreta del hombre sin un adecuadomanejo de la compleja red de determinaciones reales que estn cristalizadasen el sistema de ormas histricamente identicable. En otras palabras, no

    era posible concebir la emancipacin en el dominio del alma y la naturalezaintrnseca sino a travs de la revolucin social real que implicaba el controlconsciente del sistema de ormas establecido objetivamente por los hombresen su vida real. Por consiguiente, la nocin de punto de Arqumedes que

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    deba ser tomada en su especicidad estratgica a n de obtener el control sobrela totalidad adquiri un signicado sociohistricamente tangible para Lukcsal volverse sinnimo del sistema de ormas, concebido no como un conjuntode categoras loscas abstractas, sino como las Daseinsormen cruciales de

    la sociedad capitalista contempornea.

    En la poca en que escribi El alma y la orma y Teora de la novela, lasconcepciones loscas de Lukcs y Bloch tenan mucho en comn. Ciertamente,en Teora de la novelaLukcs expuso algunas ideas que pocos aos despus apare-cieron tambin entre los principios centrales del expresionismo que Bloch deenda.Todo esto, sin embargo, cambi undamentalmente con el distanciamiento entre

    los dos amigos despus de la Revolucin de Octubre. Lukcs ya no poda seguirsoportando las contradicciones que le imponan las categoras de sus primerosescritos; ni tampoco expresar sus preocupaciones socialmente especcas en lostrminos de tica de izquierda y epistemologa de derecha de Teora de la novela.Ernst Bloch, por el contrario, no alter signicativamente su posicin al respecto.20

    Sus dierencias principales, que ya hemos visto en la ltima cita de Historia yconciencia de clase, guraban prominentemente en su conrontacin en torno al

    expresionismo en los aos 30,21

    que sent la tnica de la polmica contra Lukcsen los crculos literarios y loscos alemanes tambin para el uturo. Comprensi-blemente, entonces, Lukcs caracteriz ms tarde el debate sobre el expresionismoy el realismo, en el que l estaba condenado con una argumentacin de ndolepeculiar por haberse apartado de su anidad juvenil con el enoque expresionista,como una situacin un tanto grotesca, en la que Ernst Bloch invocaba la Teorade la novela en su polmica contra el marxista George Lukcs.22

    En lo tocante a Lukcs, la eleccin se hizo irrevocable hacia nales de 1917.Ya no haba manera de regresar al mundo de El alma y la orma, y sobre todoa la ms posada sobre la tierra pero no menos ahistrica visin de Teora de lanovela. En el torbellino de las revoluciones en marcha se comprometi de porvida no slo con la perspectiva marxiana, sino simultneamente tambin con loque consideraba su nico vehculo de realizacin posible, el partido de vanguar-dia. De all en adelante todos los dilemas y desaos, antes sorprendentemente

    articulados en los amosos volmenes iniciales, tuvieron que ser redenidos en elespritu del materialismo histrico, no en abstracto sino en estrecha vinculacincon la instrumentalidad del partido. La tragedia de Lukcs era que el alcance de suproyecto emancipador se rustraba cada vez ms por las exigencias que la inercia

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    institucional/instrumental del partido le segua imponiendo, en grado cada vezmayor, al marco terico adoptado bajo las circunstancias histricas prevalecientes.

    6.3.3

    EL carcter activista de la nueva visin de Lukcs era evidente en la maneracomo l resolvi por s mismo, poco despus de 1917, las preocupaciones ticasexpresadas en sus primeros escritos, sin abandonar en lo ms mnimo su intensocompromiso moral.

    En la poca en que escribi El alma y la orma argumentaba vigorosamentea avor de la necesaria puricacin de la orma hasta convertirla en tica.23 No

    obstante, como hemos visto antes, quera mantener la orma puricada y almismo tiempo extraamente eticada, bien lejos de cuanto sea problemtico,condenando as toda la empresa a la utilidad.

    La nueva orientacin adquirida en las etapas nales de la guerra, que coin-cidi con el estallido de la revolucin rusa, le oreci a Lukcs una salida deese atolladero. Porque pudo intensicar sus preocupaciones ticas y vincularlas

    a objetivos claramente identicables dentro del marco de la concepcin de lasormas marxiana: las ormas del ser social que se desarrolla histricamente. Esavisin le oreci tambin una solucin para la dicil interrogante del signicadodel trabajo del intelectual o, como lo deca l, el liderazgo intelectual de lasociedad. Es as como resumi el punto en Tctica y tica:

    Es en este punto donde surge la interrogante epistemolgica del liderazgo de la

    sociedad, que en nuestra opinin nicamente el marxismo se ha mostrado capaz

    de responder. Ninguna otra teora social se las ha ingeniado jams para plantear la

    interrogante sin ambigedades. La interrogante misma es doble, si bien ambas partes

    apuntan en una sola direccin. Primero tenemos que preguntar: cul debe ser la

    naturaleza de las uerzas que mueven a la sociedad y las leyes que la gobiernan, de

    suerte que la conciencia las pueda aprehender y la voluntad humana y los objetivos

    humanos puedan intervenir signicativamente en ellas? Y en segundo lugar: cul

    debe ser la direccin y la composicin de la existencia humana, de suerte que pueda

    intervenir signicativamente y con autoridad en el desarrollo social?24

    A continuacin de esta manera de ormular las posibilidades de una intervencinactiva en el proceso social, en el prrao siguiente Lukcs describi los principios

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    orientadores primordiales de la teora marxiana como centrados directamente en elpapel de la conciencia,25y lleg a la conclusin de que el liderazgo intelectual nopuede ser sino una sola cosa: el proceso de hacer consciente el desarrollo social.26

    Ms an, el modelo de conciencia utilizado por Lukcs era el del conocimiento

    moral de s mismo del hombre, por ejemplo su sentido de responsabilidad, su con-ciencia en contraste con el conocimiento de las ciencias naturales, donde el objetoconocido se mantiene eternamente ajeno al sujeto conocedor, con todo y que loconoce. Por lo tanto puede argumentar que de acuerdo con esta manera de ver laconciencia la distincin entre sujeto y objeto desaparece y con ello, por consiguien-te, desaparece tambin la distincin entre teora y prctica. Sin sacricar nada desu pureza, imparcialidad y verdad, la teora se convierte en accin, en prctica.27

    A la luz de su posicin recin asumida, Lukcs se convenci de que la tensin(y, en verdad, la contradiccin) anterior entre tica de izquierda y epistemologade derecha haba quedado del todo resuelta. Ahora, su visin activista modeladasobre la conciencia moral le permita hablar acerca de la verdad y el sistemade una manera radicalmente distinta. Como contraste, en el pasado slo podaimaginar anhelar el sistema,28admitiendo al mismo tiempo la denitiva carencia

    de esperanza de todo anhelo.29

    Comprensiblemente, entonces, en los ensayosde El alma y la orma lleg a la conclusin, con gran resignacin, de que enninguna parte hay sistema, porque no es posible vivir el sistema.30 Le contrapusoal sistema el ideal de la escritura de ensayos, que describi como una orma dearte31 una idea que el Lukcs marxista rechazaba con escarnio haciendosuyo el juicio del viejo Schlegel acerca de Hemsterhuis, de que los ensayos eranrealmente poemas intelectuales.32Y cuando durante los aos siguientes, antesde comprometerse con la causa socialista, soaba con escribir algn da una obratica de envergadura y emprendi en ocasiones el largo viaje de producir una obraesttica sistemtica,33no logr llevarla a ninguna cercana de la conclusin deseada,y la abandon por completo en el momento en que se radicaliz polticamente.Hablndome en 1956 acerca de su sistema esttico de la juventud, desech laempresa en su totalidad, sin la menor simpata incluso por los aos de esuerzo queinvirtiera en ella, diciendo que en esa etapa de su desarrollo intelectual y polticolo nico que haba logrado producir era un monstruo: una cabra con seis patas.

    La visin del sistema expresada en El alma y la orma estaba ligada a laconcepcin de la verdad segn la cual la verdad es solamente subjetiva... quizs,pero la subjetividad es con toda certeza la verdad.34En una visin del mundo en

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    la que Sren Kierkegaard cobraba excesiva importancia y en la que incluso Hegelpudo ser admitido unos aos ms tarde slo en una orma kierkegaardizada, laverdad solamente poda ser subjetiva y el concepto mismo de sistema slo podaser absolutamente problemtico. Sin embargo, una vez que los trminos de ree-

    rencia epistemolgicos que ms tarde redeni sin vacilar y acertadamentecomo ontolgicos y no simplemente epistemolgicos ueron especicadosen el sentido que ya vimos, como centrados en una visin social del mundo, enla que la intervencin signicante era posible y necesaria, el elitesco rechazokierkegaardiano del sistema (ese mnibus en el que la chusma las masasdel pueblo poda, horror de horrores, viajar), tena que ser echado a un lado.Al mismo tiempo, la proposicin hegeliana, que constitua el undamento con-

    ceptual del sistema, segn la cual la verdad es el todo tena que ser plenamenterehabilitada, y con ello la concepcin inicial de subjetividad de Lukcs aunadaa una concepcin de la individualidad autnoma del individuo aislado comoundamento de la verdad se borr del horizonte. Fue revisada por el lsoo hn-garo al aseverar que el desarrollo social era objetivo, no en un sentido etichista/cosicado sino en trminos de la supuesta identidad del sujeto y el objeto y launidad/identidad de la teora y la prctica. Es as como la idea de que la verdad

    es el todo poda a la vez ser abrazada por Lukcs y redenida como el punto devista de la totalidad que se le conere al proletariado. Ciertamente, el principiolukcsiano metodolgicamente necesario del punto de vista de la totalidad ueaunado por l a la proposicin de que el proletariado es la identidad sujeto/objetode la historia, a travs de cuya agencia la teora se convierte en accin y la vitalmisin histrica mundial de crear un orden social nuevo resulta actualizada.

    La dimensin tica del agente histrico en la visin de Lukcs era obvia.Cuando pensamos en el corolario de la idea de la teora convertida en accin queLukcs emiti al unsono esto es, que las decisiones, las decisiones reales,preceden a los hechos35ello adquiere su sentido solamente si recordamos queue ormulado por l sobre el modelo de su denicin de la conciencia moral. Enel espritu de esta ltima argument en pro del necesario compromiso sin reservasdel intelectual al servicio de la misin histrica mundial de la identidad sujeto/objeto (que se deca estaba objetivamente en proceso de ser realizada) como un

    rumbo ticamente vlido que seguir. Porque l insista en que las consideracionesticas inspiran en el individuo la decisin de que la necesaria conciencia histrico-losca que l posee pueda ser transormada en accin poltica correcta, es decir,componente de una voluntad colectiva, y puede tambin determinar esa accin.36

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    6.4 La continuada rearmacin de las alternativas

    6.4.1EL trasondo histrico para todo esto ue la revolucin en el eslabn ms

    dbil de la cadena (Lenin). Como veremos, una de las razones principalespor las que Historia y conciencia de clase impact de inmediato y adquirisu signicacin representativa ue la manera como el autor argument que lasdebilidades del eslabn ms dbil deban ser consideradas de hecho un haberpositivo precisamente en relacin con el punto undamental de la conciencia.Porque, como l lo expuso, la ausencia de una larga tradicin de movimientoobrero en Rusia, en contraste con el impacto negativo del reormismo y el eco-

    nomicismo de la Segunda Internacional en Occidente propiciara inevitable-mente una solucin ms acelerada de la crisis ideolgica del proletariado.37Esaperspectiva estaba sostenida en el anlisis de Lukcs mediante una armacinasombrosamente voluntarista de la relacin global de uerzas entre el capital yel trabajo, argumentando que el capital ya no es ms que un obstculo parala produccin.38As, una tendencia objetiva del desarrollo socioeconmico queincluso hoy, casi ochenta aos ms tarde, tan slo puede ser recalcada con validez

    en sus trminos de reerencia histrico-mundiales, en una escala trascenden-tal, era caracterizada por Lukcs como un hecho inminente, aunque para esemismo momento l era bastante sarcstico acerca de los hechos inminentes,39

    y citaba con una aprobacin sin reservas el aorismo extremadamente idealistade Fichte de que si los hechos nos contradicen, tanto peor para los hechos. 40

    La ascensin del capital en el terreno global, en nada agotada, tena que ser noslo minimizada sino adems ignorada en su discurso, centrado en la crisisideolgica del proletariado y en el papel de los intelectuales comprometidospolticamente y moralmente responsables de ayudar a resolver esa crisis.

    En su argumentacin, dirigida a sus colegas intelectuales, Lukcs insista enque bajo las circunstancias histricas en desarrollo, la conciencia y el sentido deresponsabilidad del individuo son conrontados con el supuesto de que ste debeactuar como si de su accin o de su inaccin dependiese el cambiar el destinodel mundo, cuya aproximacin se ve ayudada u obstaculizada inevitablemente

    por las tcticas que est a punto de adoptar... Todo aquel que en el presente optepor el comunismo queda por consiguiente obligado a cargar con la responsa-bilidad individual correspondiente a cada uno de los seres humanos que porl mueran en la lucha, como si l mismo les hubiese dado muerte a todos. Pero

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    responsabilidad haba que acreditarle la parte del len a los partidos reormistasde la Segunda Internacional.

    La uerza motriz tras el trabajo intelectual que prevea Lukcs tena que ser

    un proundo compromiso tico, que en su opinin tena que caracterizar no so-lamente a los individuos sino, como veremos ms adelante, tambin al partido.Continu repitiendo por muchos aos hasta que esas opiniones ueron puestasuera de la ley como herticas y peligrosas, y condujeron a su expulsin delcampo de la poltica que la misin del partido es moral y que el liderazgointelectual ejercido por el partido (y por los intelectuales que ingresaban a l)tena que ser merecido, en el sentido tico propiamente dicho del trmino. Y

    aunque las anticipaciones con mayor o menor acento voluntarista de un desenlacepositivo para la lucha en curso continuaron jugando un papel en la perspectivade Lukcs, no hubo nunca ninguna seal de optimismo simplista. Por el con-trario, siempre estuvo ansioso por poner en relieve la dimensin trgica de ladialctica de la historia y la manera en que sta estaba destinada a aectar lasoportunidades de vida de los individuos.

    Hemos visto en la Seccin 1.4.3 el elogio de Lukcs de la visin hegelianade la tragedia en el terreno de lo tico. Este tema apareca de una u otra or-ma, sin reerencia alguna a Hegel, ya en sus primeros escritos, y ue rearmadocon rmeza tambin en la poca en que abraz por vez primera la perspectivamarxiana. En ese espritu escribi en Tctica y tica que

    No es tarea de la tica inventar prescripciones para la accin correcta, ni allanar o

    negar los insuperablesy trgicos confictos del destino humano. Por el contrario:

    la conciencia de s mismo tica deja bien en claro que hay situaciones trgicas

    situaciones en las que resulta imposible actuar sin cargarnos de culpa. Pero al

    mismo tiempo ello nos ensea que, aun de cara a la escogencia entre dos maneras

    de incurrir en culpabilidad, todava tendramos que descubrir que hay una pauta

    ligada a la accin correcta o incorrecta. A esa pauta la llamamos sacricio. Y as

    como el individuo que escoge entre dos ormas de culpabilidad nalmente hace la

    escogencia correcta cuando sacrica su yo inerior en el altar de la idea superior,

    de igual manera se requiere de uerza para considerar ese sacricio en trminos de

    la accin colectiva. En este caso, sin embargo, la idea representa un imperativo de

    la situacin histrica mundial, una misin histrico-losca.45

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    La perspectiva marxiana haba signicado para Lukcs que la inevitabletragedia en el terreno de lo tico poda estar ligada a una estrategia de latransormacin social radical. Haba signicado para l la promesa de que lastragedias que nos aguardan en la ruta hacia la sociedad sin clases disminui-

    ran en alto grado a medida que los individuos hiciesen que su conciencia des mismos sea conciencia para s mismos y a travs de la ormacin de laconciencia de clase imputada la agencia histrica se vuelve consciente de sumisin histrico-losca de capacitar a la humanidad para tomar el controlde su propio destino, ms all de la acostumbrada procura de intereses de claseparticularistas. Por implicacin eso haba signicado tambin en la opinin deLukcs que la vida diaria de los individuos ragmentados, aislados, privati-

    zados y dominados por la cosicacin bajo el capitalismo se volver cadavez ms genuinamente social y autorrealizadora, conrindole as un signicadoa los sacricios que inevitablemente estaban llamados a hacer, en la ruta haciala sociedad socialista prevista, y convirtiendo la conquista de la alienacin y lacosicacin en una empresa graticadoramente compartida.

    Como veremos en el Captulo 10, en ese respecto la tragedia personal de Lukcs

    en tanto que terico era que esa visin, como resultado del desarrollo irremedia-blemente bloqueado de las sociedades poscapitalistas, tena que ser vuelta haciaadentro. La retorcida lgica de las transormaciones posrevolucionarias lo obliga darle marcha atrs al impulso principal de su propia bsqueda despus de 1917,proyectando en sus obras de sntesis nales como una va bien plausible desuperar la condicin social de la alienacin el poder del imperativo, originadoen la conciencia moral de los individuos, de pelear contra su propia alienacinpersonal. Y aunque al nal critic a su viejo amigo, Ernst Bloch, por depositar sue en el Prinzip Honung el Principio de la Esperanza46 como la catego-ra clave en trminos de la cual se deben evaluar las expectativas del desarrollohumano, el propio Lukcs acab por asumir una posicin muy similar, a despechode sus declaraciones en contra.47 Porque en su Ontologa del ser social, al igualque en los esbozos ragmentarios de su tica estaba conando esperanza sinesperanzas en el postulado poder de la tica como mediacin. l arma-ba su eectividad en ausencia de uerzas sociales identicables y movimientos

    involucrados en la lucha por escapar del crculo vicioso de las mediaciones desegundo orden del capital. Es as como sucedi que la conmovedora preocupacinde Lukcs por la tragedia en el terreno de lo tico que conronta directamenteal individuo hubo de tener la ltima palabra en su sistema.

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    6.4.2COMO hemos visto en la Seccin 6.2.1, el joven Lukcs estaba buscando

    una manera de combinar la individualidad autnoma y la disolucin total delyo en un ser ms elevado como asunto de prounda escogencia existencial y

    compromiso autntico. Para la poca en que escribi Tctica y tica, el miste-rio inicial haba sido dejado atrs, pero el imperativo del autntico compromisoexistencial a travs de la escogencia autnoma se mantena, si bien sus trminosde reerencia haban sido redenidos. La cuestin no se trataba simplemente delimperativo de hacer una escogencia, sino de hallar la escogencia correcta.Y, al igual que en el pasado, cuando la solucin autntica era descrita como lacombinacin de la individualidad autnoma y la disolucin total del yo en un

    ser ms elevado, tambin para el Lukcs marxicador el individuo tenaque sumergir su yo inerior en la idea superior, que resultaba inconcebiblesin una orma adecuada de accin colectiva. En cuanto a sta, el criterio desu correccin de la cual dependan tambin la autenticidad y la validez delcompromiso existencial del individuo tena que ser denido en trminosobjetivos, en relacin directa con la coyuntura histrica dada y las alternativasvitales que surgan de ella, y conrontaban a la humanidad en su conjunto. Es

    por eso que Lukcs tena que decir que la accin colectiva representaba unimperativo de la situacin histrica mundial, convertida en sinnimo de unamisin histrico-losca. En cuanto a las alternativas mismas, estaban descri-tas en los trminos ms dramticos, no simplemente en lo que atae al individuomoralmente responsable de quien se esperaba que sacricase su yo inerior,orientado estrechamente hacia s mismo, a la idea superior sino tambin enrelacin con la agencia histrica de la accin colectiva prevista. As, como loveremos en la Seccin 7.5.1, Lukcs describe el destino de la clase por cuyaconciencia atribuida o imputada estaba preocupado en oposicin a suconciencia psicolgica, correspondiente en su opinin a la conciencia de smismo, estrechamente orientada hacia el yo, del individuo diciendo que opereca ignominiosamente o cumpla su tarea a plena conciencia.

    El punto culminante de la creencia de Lukcs en un desenlace tangiblementepositivo ue el 21 de marzo de 1919, cuando los dos partidos obreros hngaros el

    Socialdemcrata y el Comunista unieron sus respectivas organizaciones durantela emera Repblica del Consejo. Hasta el normalmente ms cauto Lenin saludeste evento con gran entusiasmo, y escribi una carta dirigida a los trabajadoreshngaros maniestando que: Ustedes le han dado al mundo un ejemplo aun

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    mejor que el de la Rusia Sovitica, porque han sido capaces de unir a todos lossocialistas desde un comienzo sobre la plataorma de la dictadura del proletariadoreal.48 Lukcs, en el mismo espritu, habl del acto de unicacin como sigue:

    Los partidos han cesado de existir: ahora hay un proletariado unicado. sa es la sig-nicacin terica decisiva de esta unin. No importa que se autodenomine partido: la

    palabra partido signica ahora algo muy nuevo y dierente. Ya no es una agrupacin

    heterognea constituida por clases dierentes, que aspira a realizar algunos de sus

    objetivos dentro de la sociedad de clases gracias a todo tipo de medios violentos o con-

    ormistas. Hoy el partido es el medio a travs del cual se expresa la voluntad unicada

    del proletariado unicado; es el rgano ejecutor de la voluntad que se est desarrollando

    en la nueva sociedad a partir de nuevas ormas de uerza. La crisis del socialismo, quehall expresin en los antagonismos dialcticos entre los movimientos partidistas, ha

    llegado a su n. El movimiento proletario ha entrado denitivamente en una nueva

    ase, la ase del poder proletario. El logro ms prodigioso del proletariado hngaro ha

    sido conducir a la revolucin hasta esta ase. La revolucin rusa ha demostrado que el

    proletariado es capaz de tomar el poder y organizar una sociedad nueva. La revolucin

    hngara ha demostrado que esa revolucin es posible sin luchas ratricidas en el seno

    del proletariado mismo. La revolucin mundial se ve as llevada un paso ms adelante.Y es para crdito y honor perdurables del proletariado hngaro haber sido capaz de

    extraer desde dentro de s la uerza y los recursos para asumir ese papel de conduccin,

    para dirigir no slo a sus propios dirigentes sino a los proletarios de todos los pases.49

    Esta valoracin de los hechos no signicaba para Lukcs que la necesidadde la tragedia en el terreno de lo tico poda ser dejada atrs. Signicaba queen el horizonte haba grandes logros histricos, siempre y cuando la concienciamoral prevaleciera sobre las tentaciones corruptoras de la autoconsciencia de losintereses inmediatos, o cualquier otra orma de inmediatez desorientadora,sea en el consumo material directo o en el terreno de las ormas de actividad lo-sca y artstica aparentemente ms sosticadas, con su culto de la inmediatez:todo lo que el lsoo hngaro conden enrgicamente a lo largo de su vida.

    Mientras las expectaciones de un gran momento crucial histrico se iban

    retirando del horizonte con la brutal consolidacin del reinado de la necesidadestalinista, Lukcs continuaba insistiendo, en trminos de su discurso moral, enque inevitablemente existira una alternativa positiva la realizacin de una huma-nidad no alienada a pesar del obligado dtour histrico. Y lo hizo incluso en

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    el momento en que tuvo que experimentar personalmente la tragedia en route ala meta imaginada durante su prisin en Mosc y la simultnea deportacin de suhijo, el ingeniero Ferenc Jnossy, a un campo de trabajo en Siberia. Unos pocosaos ms tarde, en 1947, reaparecan en los escritos de Lukcs incluso las grandes

    expectativas positivas. Y describa los desarrollos de la posguerra en estos trminos:

    La verdadera democracia la nueva democracia produce en todas partes transiciones

    reales y dialcticas entre la vida privada y la vida pblica. La encrucijada de la nueva

    democracia es que ahora el hombre participe en las interacciones de la vida pblica y la

    vida privada como sujeto activo y no como objeto pasivo. ... La nueva ase ticamente

    emergente demuestra por sobre todas las cosas que la libertad de un hombre no constituye

    una traba para la libertad de otro, sino su precondicin. El individuo slo puede ser libreen una sociedad libre. La conciencia de s misma de la humanidad que ahora emerge

    anuncia como perspectiva el n de la prehistoria humana. Con esto, la autocreacin

    del hombre adquiere un acento nuevo; ahora vemos como una tendencia el surgimiento

    de una unidad entre la autoconstitucin humana del individuo y la autocreacin de la

    humanidad. La tica es un vnculo intermediario crucial en todo este proceso.50

    Por consiguiente, si bien exageraba desmedidamente el signicado positivode las transormaciones en marcha, todava estaba hablando de cambios polticosy sociales en conjuncin con los cuales conceba que la tica cumplira su papelcomo vnculo intermediario crucial del propugnado proceso emancipador.El ao del viraje (1949) ocialmente gloricado, que sigui a la ruptura delCominorm con la Yugoslavia de Tito, le puso n a todo eso, e impuso el msestricto rgimen estalinista tambin en Hungra. Este viraje de los aconteci-mientos una burda caricatura de la gran encrucijada histrica proyectada porel movimiento socialista marxiano volvi a poner en peligro a Lukcs y losometi a violentos ataques y hasta la amenaza de encarcelamiento durante eldebate sobre Lukcs de 1949-51. Comprensiblemente, entonces, la esperanzapuesta en la poltica lo abandon. Tan slo una vez ms en su vida, durante ellevantamiento de octubre de 1956, Lukcs asumi un papel poltico directo. FueMinistro de Cultura en el gobierno de Imre Nagy, por lo que lo deportaron aRumania; y cuando lo liberaron continu suriendo ataques durante ocho aos

    por sus imperdonables pecados. No obstante, la apasionada promocin de Lukcsde una va alternativa para el ordenamiento de la vida humana mediante laintervencin directa de la tica sigui teniendo la uerza de siempre, aunquetuvo que sonar ms abstracta que nunca en los ltimos aos de su vida.

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    CAPTULO SIETE

    DEL HORIZONTE CERRADO DEL ESPRITU MUNDIAL DE HEGELA LA PRDICA DEL IMPERATIVO DE

    LA EMANCIPACIN SOCIALISTA

    7.1 Concepciones individualistas del conocimiento y la interaccin social

    7.1.1LA relacin entre conciencia y realidad, y entre conciencia individual y con-

    ciencia totalizadora, demostr ser un arduo problema para los lsoos durantesiglos. La losoa ha considerado siempre como bastante problemtico el cono-cimiento obtenido meramente sobre la base de la experiencia, al igual que en el

    campo del arte y la literatura el objetivo del artista nunca estuvo limitado al registrode las impresiones inmediatas de los individuos particulares. Paradjicamente, sinembargo, el verdadero objeto del conocimiento aqul que est oculto bajo laapariencia engaosa tena que seguir siendo elusivo, desde las ormas de Pla-tn hasta la cosa-en-s kantiana, por cuanto el problema no poda ser ormuladoen trminos de la conciencia social: un concepto inherentemente histrico. Lagran dicultad consista en percibir la validez universal en la experiencia real,y limitada en el espacio y en el tiempo, de los seres humanos particulares. Esto sepresentaba necesariamente como un problema insoluble, puesto que se pensabaque lo universal era un ideal opuesto a la realidad de la experiencia vivida.

    La introduccin de la idea de una conciencia social que se desarrolla histri-camente, no importa bajo cul nombre, cort denitivamente el nudo gordiano deesa paradoja. Porque ahora la universalidad era considerada como inherente,y no opuesta, a la particularidad en evolucin dinmica. As, se podra reconocerque la identidad histrica especca de, por ejemplo, una obra de arte en particular,no es la negacin de la universalidad sino, por el contrario, su realizacin: bienlejos de la concepcin del arte de Platn como la copia de la copia ontolgica yepistemolgicamente inerior. Porque la obra de arte poda alcanzar la universalidad

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    slo y precisamente en la medida en que lograse captar por los recursos a ladisposicin del artista en su medio de actividad nico en su gnero las caracte-rsticas espacio-temporalmente especcas de la experiencia real como momentossignicativos del desarrollo sociohistrico. La unidad dialctica de lo particular y

    lo universal era concebida, por consiguiente, como continuidad en la discontinui-dad y discontinuidad en la continuidad: un enoque diametralmente opuesto alas ormas noumnicas y las esencias metasicas estticamente permanentes.As, la historia y la permanencia, al igual que la conciencia individual y la social,aparecan como inseparablemente interrelacionadas en una concepcin dialctica.

    Signicativamente, este estar consciente de la dimensin histrica y de la dimen-

    sin colectiva de la conciencia pas a primer plano en una poca de enorme tumultosocial: la Revolucin Francesa y las guerras napolenicas, que co-envolvieron latotalidad de Europa y no slo de Europa en una serie de conrontaciones yrealineaciones violentas. En espacio de apenas pocos aos se derrumb ms de lo quese haba derrumbado en los siglos precedentes. Con tales cataclismos elementales seabrieron de par en par las compuertas de un desarrollo social ms dinmico, y pen-sadores como Hegel as lo observaron, si bien de una orma abstracta, especulativa.

    Sin embargo, ni siquiera la losoa hegeliana que representaba la cspidedel desarrollo de la conciencia histrica burguesa pudo superar las limitacionesde su horizonte, es decir el punto de vista de la economa poltica (Marx). Eneecto, el concepto de Hegel de la List der Vernunt (la astucia de la Razn)expona en orma grca tanto los logros undamentales como las limitacionesestructurales de ese enoque. Por una parte, destacaba enticamente la objetividadde las tendencias histricas, puesto que se deca que prevaleca en contra de losplanes limitados y centrados en s mismos de los individuos particulares, anulandola inclinacin subjetiva necesariamente inherente a las voluntades individuales. Porotra parte, sin embargo, hipostatizaba el hecho de la interaccin social como unaentidad supraindividualmtica. Ciertamente, era esta ltima la que misteriosamentese haca cargo de la historia, imponindole su propio designio al mundo de losindividuos reales, y haciendo que ellos ejecutasen de manera inconsciente el des-tino, la teodicea, de ella, en el espritu de una teleologa en denitiva teolgica.

    Pero aun si le quitamos la hipostatizacin mtica al esquema hegeliano, esaestructura de pensamiento no puede dar razn de las transormaciones histricasreales, ya que le alta el concepto de una agencia colectiva genuina. Lo que est

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    hipostatizado (no slo por Hegel, sino igualmente por muchos otros lsoos) enorma de la elaboracin supraindividual trtese de la astucia de la Razn, laodisea del Espritu Mundial, la mano oculta del espritu comercial o, cier-tamente, de las vicisitudes de la conciencia en general no es otra cosa que la

    totalizacin inconsciente de las interacciones individuales atomistas dentro del mar-co del mercado capitalista. Y puesto que la verdadera agencia de la historia losgrupos y las clases sociales, en oposicin a los individuos aislados no puede seraprehendida por esa losoa, ya que para eso habra que p