La profecía del capítulo 37 del libro de Ezequiel nos lleva de la mano

en el inicio de este nuevo año. Allí Dios le dijo al profeta lo siguiente:

“9 Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y dí al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. 10 Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.” (Eze 37:9-10)

En nuestra reflexión anterior observamos el uso que el profeta le da a las metáforas cuando redacta su libro. Vimos allí que una cantidad significativa de ellas gira alrededor del viento. Vimos también que

una razón clave para este uso es la relación que existe entre el concepto hebreo viento (“ruah”, H7307) y la Persona y las acciones del Espíritu Santo. Otra vez reiteramos que este concepto se usa para definir al viento y para identificar al Espíritu Santo y en ocasiones para definir las actividades del Espíritu de Dios.

Ezequiel no es el único que usa el concepto “ruah” para hablar del viento y del Espíritu Santo o sus acciones. La Biblia está llena de experiencias en las que los escritores no teniendo otra forma de

explicar lo que acontecía, acudieron al uso del “ruah” para informar acerca de la Presencia de Dios o de sus actividades.

Uno de las experiencias iniciales con la manifestación del “ruah” aparece en Gen 8:1-4, cuando Noé se encuentra a la deriva junto a los suyos y a los animales que Dios trajo al Arca que le había ordenado

construir. Noé había obedecido el mandato divino y el proceso del diluvio anunciado por Dios se había extendido por varios meses. El arca y sus tripulantes no tenían manera alguna de saber cómo ni dónde habrían de atracar como puerto seguro.

Gn 8:1-4 1 Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas. 2 Y se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas de los cielos; y la lluvia de los cielos fue detenida. 3 Y las aguas decrecían gradualmente de sobre la tierra; y se retiraron las aguas al cabo de ciento cincuenta días. 4 Y reposó el arca en el mes séptimo, a los diecisiete días del mes, sobre los montes de Ararat.

Esta es la historia representativa de todos aquellos que han experimentado sentirse a la deriva en algún momento de la vida habiendo obedecido la voluntad de Dios. Noé no había tendido dificultad alguna

para creerle a Dios y obedecer sus órdenes. Dios no podía dejar en vergüenza a su siervo. La respuesta a esta crisis se ofrece en ese capítulo 8 cuando se nos informa que Dios hizo pasar un “ruah” (viento) sobre la tierra y esto hizo que las aguas disminuyeran.

Al Hno. Javier Solís por su cumpleaños 12 de enero, muchas felicidades.

La Iglesia AMEC Casa de Alabanza se honra en felicitar a nuestro querido Dr. Abelardo Vargas por su cumpleaños el 11 de enero,

que el Señor le continue bendiciendo grandemente.

Muchas bendiciones a Freddie A. Nieves y Myrna Fuentes por sus 34 años de casados el 15 de enero.

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15 de enero de 2017 • Volumen XII • No. 568

El tercer jueves de cada mes

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...vestíos de amor,que es el vinculo perfecto. Colosenses 3:14...vestíos de amor,que es el vinculo perfecto. Colosenses 3:14

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Se trata de la presencia manifiesta de Dios usando el “ruah” para disminuir las inundaciones que nos atacan en la vida. Se trata

de la acción de Dios para hacernos saber que llegaremos a puerto seguro, que atracaremos en el lugar preciso que Él ha diseñado para nosotros. Se trata del “ruah” de Dios iniciando el proceso para llevarnos al lugar en el que veremos el pacto de Dios y sus señales (el arcoíris, Gn 9:8-17) y en el que haremos altares nuevos para adorar a Dios. Otra experiencia con el “ruah” la tenemos en Exo 14:15-22, cuando Moisés se encuentra buscando el rostro de Dios para que este le indique cómo se resuelve el problema de tener al ejército Egipcio a sus espaldas y no tener por dónde salir de esa encerrona.

Exo 14:15-22 15 Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Dí a los hijos de Israel que marchen. 16 Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco. 17 Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; 18 y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo. 19 Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, 20 e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros. 21 Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. 22 Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.

Dios le dice allí a Moisés que esa situación no se habría de resolver con oración sino con acción; “¿Por qué clamas a

mí?” (Ex 14:15b). Hay momentos en los que hay que orar, pero hay otros en los que hay que poner la fe en acción. Inmediatamente después Dios instruye a Moisés a usar la vara que tiene en sus manos y proceder con ella a dividir el Mar Rojo. Los lectores no pueden perder de vista que la vara que Moisés tiene en sus manos había dejado de ser su vara y se había convertido en la vara de Dios. En los capítulos 3 y 4 del libro de Éxodo encontramos que la vara es de Moisés. Esto cambia luego de las experiencias que Moisés tiene en el monte santo con el Dios que se revela. La Biblia dice que a partir de ese momento la vara de Moisés se convierte en la vara de Dios (Ex 4:20). En otras palabras, Moisés había decidido previamente ceder a Dios sus herramientas de trabajo y sus habilidades. Es por esto que Dios puede instruir a su siervo a que divida el mar con la vara, porque la vara que Moisés usaría dejó de ser suya para convertirse en una herramienta del arsenal de Dios.

La Biblia nos informa que cuando Moisés escucha esta instrucción no vaciló en obedecer a Dios. En Ex 14:21 nos

informan que al extender su mano sobre el mar, Dios envió un “ruah” recio que sopló toda la noche hasta dividir el mar en dos (2). Esta es una de las experiencias que la Biblia recoge para todos aquellos que se sienten atrapados, entre la espada y la pared, perseguidos y amenazados por esos enemigos que a la vida trae en algunas ocasiones. Se trata de esas situaciones en las que creemos que todo se acabó y que no hay salidas ni soluciones para nuestra situación. En esas ocasiones es clave escuchar a Dios y obedecer sus órdenes. Son situaciones en las que nos convencen que no es el tiempo para orar; es el tiempo para poner en acción la obediencia al mandato divino. Es allí donde Dios decide hacer soplar el “ruah” celestial hasta conseguir que sean removidas las paredes, los mares, los obstáculos que nos impiden seguir hacia adelante. Ese es el mismo ambiente en el que validamos que Dios usa aquello que nos impedía el paso para destruir lo que nos oprimía.

El pueblo pudo pasar por un camino seco hasta el otro lado del mar porque el “ruah” de Dios dividió el Mar Rojo para ello.

Otra experiencia poderosa con el “ruah” la encontramos en Nm 11:16-21, 31-34; la narrativa de las codornices que Dios le trajo a Su pueblo en el desierto.

Nm 11:16-21, 23, 31-34 16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. 17 Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo. 18 Pero al pueblo dirás: Santificaos para mañana, y comeréis carne; porque habéis llorado en oídos de Jehová, diciendo: ¡Quién nos diera a comer carne! ¡Ciertamente mejor nos iba en Egipto! Jehová, pues, os dará carne, y comeréis. 19 No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, 20 sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto? 21 Entonces dijo Moisés: Seiscientos mil de a pie es el pueblo en medio del cual yo estoy; ¡y tú dices: Les daré carne, y comerán un mes entero!....23 Entonces Jehová respondió a Moisés: ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o no....... 31 Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. 32 Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento. 33 Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con

una plaga muy grande. 34 Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso.

Este pasaje nos relata en su historia la atención que Dios le presta a las oraciones que hace Su pueblo. Israel decidió convertir su

oración en una plataforma para exponer sus quejas. Dios les había sacado de Egipto con mano fuerte. Las manifestaciones del poder y de la autoridad de Dios eran más que evidentes. Las plagas derramadas junto a la división del Mar Rojo fueron solo algunas de las manifestaciones del poder de Dios para sacarlos victoriosos de la esclavitud de Egipto. Moisés le repasa esta historia a Israel en su discurso final (Dt 29:1-3).En el camino a la tierra prometida Dios había hecho provisión de agua y de maná (Dt 8:15-16). Además, el Señor hizo provisión para que ni sus calzados ni sus vestidos se envejecieran (Dt 29:5). Israel caminaba de día bajo una nube que los guiaba y de noche tras una columna de fuego para alumbrarles (Ex 13:21).

Estas manifestaciones del poder maravilloso de Dios no fueron suficientes para el pueblo de Israel. La naturaleza humana es

así. Casi nunca podemos estar conformes con lo que Dios nos da. El capítulo 11 del libro de Números relata la historia de esa insatisfacción que llegó a los oídos de Dios. Se trataba de una excentricidad; Israel quería comer carne y Dios decidió responder a esa petición. Hay que tener mucho cuidado con algunas peticiones que elevamos delante del Señor. No olvidemos que Dios nos ve como sus hijos y cada oración que elevamos es considerada con mucha seriedad. Es muy cierto que hay peticiones que Dios simplemente no concede porque están fuera de Su voluntad. Sin embargo, hay peticiones que Dios decide conceder para convertirlas en una escuela en la que podamos aprender a analizar y evaluar las razones que nos llevan a desear o anhelar algo en particular. Israel deseaba carne y Dios le dijo a Moisés que se las traería. La respuesta de Moisés es muy interesante:

21 Entonces dijo Moisés: Seiscientos mil de a pie es el pueblo en medio del cual yo estoy; ¡y tú dices: Les daré carne, y comerán un mes entero!

Moisés está diciendo que hay mucho más de 3 millones de bocas a las que hay que alimentar. Seis cientos mil (600,00) de a pie

es el número que identifica los hombres hábiles para la guerra. Ese número hay que multiplicarlo por 5 para tener el número aproximado de mujeres y niños. A esto hay que añadir un número significativo de ancianos no hábiles para la guerra. La respuesta de Dios es que su mano no se ha acortado y que Él va a traer carne. El “ruah” de Dios sopló desde el mar y trajo codornices en un perímetro de 5 Km alrededor de todo el campamento y eran tantas que se elevaban 3 pies sobre el nivel del suelo.

La verdad absoluta de este pasaje es que el “ruah” de Dios trae provisión abundante aun en medio del desierto. Dios no escatimará

para traer la provisión a sus hijos en medio de cualquier situación. Dios usa su “ruah” para esto. Ahora bien, hay que tener cuidado y ejercer la prudencia al pedir al Señor cosas como estas, particularmente cuando estas pueden ser excentricidades. Un ejercicio prudente que debemos realizar antes de pedir es examinar nuestro corazón para saber cuáles son las motivaciones que sustentan y/o provocan nuestras peticiones. En este ejercicio debemos ser capaces de identificar si lo que pedimos es esencial y necesario o si se trata de una petición periferal, aleatoria o suplementaria. Esto nos puede evitar el tener que enfrentar situaciones difíciles y antipáticas relacionadas con lo pedimos. Hay muchas otras narrativas bíblicas que sustentan la tesis presentada hasta aquí. Compartiremos algunas otras en nuestra próxima reflexión.