Mirabilibus Mundi

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El año 2010, se cumplen 10 años de las becas de arte para artistas jovenes que se celebran en el Valle de Lecrín en Granada, Este es el texto del catálogo que se publico con ocasión de ese décimo aniversario

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Pensaba Goethe que la autorreflexin se originaba cuando la vivencia de algn modo se vea inhibida

NO AL PRINCIPIO, SINO HACIA EL FINALLa Era de Restbal, como toda buena trampa o boca, se cierra sobre aquello a lo que se abre, es un centro y al mismo tiempo un extremo: fiel de la balanza y platillo. Un lugar marginal situado en pleno corazn del pueblo. Un yermo a la vez que un refugio para los que necesitan alejarse de la rbita de sus hogares y encontrarse. All la noche de verano viene a convocarnos. Hay lugares que demandan ser abiertos y hay objetos y seres que abren, basta que se aproximen a una cerradura y abren, a veces incluso descubren tesoros que es una de las muchas maneras en que se manifiesta la apertura. El rayo en la tormenta, tambin abre (y con qu embriaguez!). El que abre dice el Conde de Gubernatis- siempre, en el fondo, es un pjaro: es un pjaro y una rama Todos los que han intentado abrir.., valindose de la expresin para sacar la realidad de su silencio y dejar que se despliegue esa infinitud que constantemente se anuncia.., son convocados en estas lneas. La realidad es tan extensa como la tensin que seamos capaces de aplicar a su plasticidad, como lo desproporcionadas que alcancen a ser nuestras descripciones.

A menudo, se le ha dado el nombre de mal a todo aquello que supone una aberracin de la ptica habitual; el efecto, en este caso: el miedo a lo desconocido, ha proyectado sus fantasmas sobre la causa, confundiendo lo desconocido con lo perverso como una sola amenaza (F. R. de la Flor nos descubre, en un viejo grabado de Valads, al diablo representado como un vendedor de lentes). El poder trasgresor de ciertas imgenes no depende tanto de la originalidad de sus temas o de sus propuestas formales como de las alteraciones del espacio y del tiempo que pueden llegar a inducir en el espectador por el solo hecho de tratar de mirarlas. Lo que nos fascina es ese dispositivo ptico que la imagen pone en juego: despus de haber visto de una manera nueva, ya nada es igual. La autntica revolucin est en el propio ojo, para el que la imagen no pasa de ser un mero modelo de enfoque que conduce la mirada hacia una dimensin desconocida de las cosas. La imagen seduce, despierta el deseo de ser vista, pero es el ojo el que asume la accin y se moviliza. Cada vez que cambiamos las condiciones habituales respecto a los espacios o a las duraciones, lo real se nos revela con una infinitud y una complejidad sobrecogedoras. Toda una fantasmagorizacin de lo real suscitada a partir de un sencillo cambio de perspectiva. Esto, antes que ser una especie de inmersin alucinada en un mundo ilusorio, supone una completa relativizacin del mundo tal y como lo conocemos, su virulenta expansin (con su consecuente correlato en lo relativo a las ideas). Finalmente acaso no estamos ante un ejercicio de hiper-sensibilidad que nos empuja a acceder a un hiper-realismo? La imagen como objeto de demora, ralentiza el tiempo que dedicamos a percibir, restituyndonos el infinito potencial de estmulos de la realidad contingente en toda su riqueza sensitiva. Lo virtual se constituye as en una ocasin de retorno a lo ms real.

Mi propio reflejo es una aberracin ptica, algo por as decir: grotesco. Como toda imitacin: exagera y deforma. La visin de s es necesariamente pantommica: con cierta dosis de humor histrinico y tambin de espanto. El paso de lo sublime a lo ridculo. Recuerdo las mltiples combinaciones del gag del espejo: Groucho (Rufus) / Harpo (Pinky). El reflejo -por cierto- tambin es mudo.

La autorreflexin es finalmente la consecuencia inexorable de cualquier reflexin. En el espejo no hallar otra cosa que mi propio reflejo. Es espejo siempre en referencia al sujeto que mira. Es una cuestin de ptica determinada ms por el ojo que por el cristal.

Pensaba Goethe que la autorreflexin se origina cuando la vivencia sufre algn tipo de inhibicin, es decir: al mermar la percepcin de lo externo se opaca la transparencia sensorial y la conciencia es llevada hacia lo interno; como el azogue hace espejo al cristal o como la oscuridad del paisaje revierte la ventana hacia el interior. No se trata tanto de que al no atender al afuera se repare en lo de adentro, como que sea precisamente ese afuera lo que viene a revelarme mi yo ms profundo, en una suerte de contorsionismo anamrfico.

Toda relacin especular puede visualizarse como un segmento de lnea entre dos extremos. Cada extremo de este segmento existe en funcin de su extremo opuesto (:opuesto pues ya se les sobrentiende enfrentados en una especie de rivalidad). En la balanza, el fiel hace que los extremos evidencien est oposicin: cuando uno sube, el otro baja y viceversa. La balanza no es otra cosa que una palanca en la que se alternan los papeles de potencia y resistencia. El sujeto y su reflejo componen igualmente una balanza, o una palanca segn quiera verse-, echan un pulso donde la superficie reflectante hace la funcin del fiel o punto de apoyo. De este modo mi propio reflejo se me resiste, me reta, me roba el alma; nada me es ms contrario, nada ms ajeno. El espejo es la clausura, el gran lmite, lo opuesto a lo ilimitado de ese amor de lejos de la tierra prometida del rostro. Qu quiere decir: rostro? la parte prominente de la faz, su fantasmal bestialidad, lo que de pico, aun sutilmente, queda en una cara que en otro tiempo fuera hocico, aquello que solo se penetra con labios y dientes. El espejo configura una balanza pero tambin un ancla y un bozal. A qu se refieren los antiguos tratados taoistas de fisiognoma con su invitacin a que busquemos nubes en los rostros?

Cuanto ms asilvestrada es la naturaleza ms claramente se manifiesta la supervivencia de los antiguos mitos. Es intil buscar complicidades, en este lugar solo encontrars hroes y dioses de cuerpos de oro, ojos de minio y cabellos barnizados, fieras parlantes, flores msticas y paisajes extticos. Tomars tus propias huellas por figuras de caracolas, peces espadas y lotos. Defendiendo los cuatro puntos cardinales te enfrentars a: un len, una oveja, una serpiente y una bella dama de pupilas dilatadas por el beleo. Muvete entonces, pues la pasividad es aqu objeto de todas las miradas y presa segura. Como Bergson deca: no hay continuidad, solo instantes absolutamente nuevos - piensa bien esto ltimo: instantes nuevos. Puedes ordenar a tu mano que avance y roce la cara de aquella desconocida que al mismo tiempo parece estar ordenando a su mano que avance y alcance el fruto del rbol, hasta crear entre ambos una especie de maquinaria nica que se activa a la orden de un tercer personaje, permanentemente hechizado por su propio poder. Y ahora si.., ya recuerdo a lo que quera referirme al hablar de construir un rito para poner en marcha algo, por ejemplo: elegir una msica mientras se mira una imagen y dejarse llevar. l no sabe lo que hace su mano, no interviene en sus propios gestos, sus ojos resultan tan inanimados, tan dependientes de una voluntad externa, como los de un ttere. Ella tampoco mira lo que hace, auque por su frontalidad pueda resultarnos, en una primera impresin, ms consciente. Tambin en la tensin de su brazo alzado se percibe un atisbo de intencionalidad. Pero enseguida, si miramos ms atentamente, comprenderemos que tampoco ella es el motor de sus propios movimientos. Todo sucede en tu imaginacin y, como en un sueo, tampoco t eres consciente de ser el responsable ltimo de toda est mecnica de gestos.En la oscura jungla, el soldado extiende la palma de su mano hasta la boca de un joven indgena. No hay violencia. La mano no cierra nada, ms bien resguarda, ms aun: parece como si el propio indio fuera el que arrimase la cara a la palma, incluso podra estar besndola. Al poco tiempo omos los disparos.Distingo el cielo de la tierra solo por un cambio de tonalidad, por lo dems ambos no son ms que una superficie continua de color desvado, apenas separados por una incierta lnea de horizonte. Como si cielo y tierra no fueran ms que una simple pgina que despus de doblada por la mitad se volviese a extender, manteniendo una ligera diferencia de luz a cada lado del pliegue. Como si cielo y tierra fuesen el anverso y el reverso de lo mismo. Flexin y re-flexin. Semejante ambigedad se da entre los dos personajes, que bien podran ser uno solo en dos momentos distintos. El primero, casi al alcance de nuestra mano, inclina la cabeza como vencida por la liviana tela con la que se cubre, como un turbante deshecho, como un precario disfraz. El segundo, al que podemos ver de cuerpo entero, detrs, a unos metros del primero; no est claro si camina o permanece quieto, las rodillas ciertamente se arquean como para iniciar un avance, pero los brazos cuelgan inertes sin acompaar el paso; en todo caso enmarcando la gran estrella amarilla de cinco puntas que se dibuja en el centro de su pecho. Pero, de qu estoy hablando, qu estoy diciendo?

Lo que tenga que decir lo dir a pesar de todo -decir algo resulta siempre tan inapropiado, tan torpe y sin embargo, en su misma torpeza, hay un sentido ntimo por el que quedan expresadas grandes verdades. S que, hable de lo que hable, estar diciendo exactamente lo que debo decir y no obstante necesito construir la ceremonia: el escenario que hace al personaje, la fe que surge de la devocin: para ser tengo que componer las semejanzas en un espejo... Durante todos estos aos -cuando hago comparaciones- siento como si los objetos y las personas fueran perdiendo presencia. Es un lento desgaste. Todava suceden los momentos en que parece que se est a punto de tocar -esa es la palabra- la clave de todo, resuelta en un signo asombrosamente sencillo. Ahora mismo, mientras escribo esto, me alejo una vez ms de las cosas, rodeado de libros sobre animales, plantas, viajes; me evado de todo aquello en lo que justamente intento concentrar mi pensamiento. Queda la posibilidad, ya que tratamos de los extremos: escribir-leer, de que la lectura sea solo una parodia de la escritura, un imitador que se confunde de sombrero y a ratos traspasa el espejo inexistente. La posibilidad de hacer que las palabras se abalancen sobre ti que ests leyendo, hacindote sentir con verdadera contundencia la sacudida elctrica del pensamiento, poniendo ms intencin en descargar un dinamismo que en expresar una idea. Siente como lector el sobresalto de una frase que directamente te nombra, dispuesta para ti como si fuera tu reflejo, acechndote en algn imprevisto recodo de la pgina Contina leyendo bajo esa sospecha.

Hazte a ese nuevo mundo, habtalo desde el principio.., busca los smbolos, traza los mapas, sernate un poco y olvida. Olvida.., confa en el gen de la conciencia inocente.., vuela ms all de la cultura y.., como pjaro, toma tu rama y abre.Pero no te olvides de decir por lo menos sus nombres: Arcadio, lvaro, Cesar, Clara, Cristina, Javi, Juan Diego, Fran, Mara, Sara. Cesar tiene que tener el cartel para el lunes.Temo no haberme explicado con claridad.

Vctor BorregoSe trata de la celebre escena de Sopa de Ganso. HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/wiki/Max_Linder" \o "Max Linder" Max Linder se anticipo con una escena semejante en la pelcula HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Siete_a%C3%B1os_de_mala_suerte&action=edit&redlink=1" \o "Siete aos de mala suerte (an no redactado)" Siete aos de mala suerte. Despus la hemos podido disfrutar en innumerables versiones, incluida la del propio Harpo en un episodio de la serie I Love Lucy.