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MUJERES COCINERAS

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CALDO, Paula Mujeres cocineras. Hacia una historia sociocultural de la cocina. Argentina a fines del siglo XIX y primera mitad del XX * Alrededor de las prácticas culinarias se despliega un friso de problemáticas que los historiadores han comenzado a considerar en las últimas décadas. Cocinar es mucho más que preparar los alimentos para el consumo humano: es nombrarlos, combinarlos, transformarlos, en ἀn, es bañarlos en las aguas de la cultura. Mujeres cocineras…, es un libro que, capitalizando esta reciente tendencia, se propone historiar las notas del vínculo mujeres-cocina en la Argentina y, especialmente, en la provincia de Santa Fe entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX. Cada capítulo está acompañado de recetas de la época que ilustran los temas tratados en el libro.

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Mujeres cocinerasHacia una historia sociocultural de la cocina

Argentina a fines del siglo XIX y primera mitad del XX

Paula CaldoRosario, 2009

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Índice

Prólogo, por Sandra R. Fernández...................................................................... 9

Introducción ........................................................................................................ 17

CAPÍTULO I Julia y Sofía. Luz y contraluz del ideal femenino de Jean-Jacques Rousseau 27Retratos de mujeres: Julia y Sofía ...................................................................... 30El lado negativo de la trama, el lugar de las mujeres en el proyecto político de Rousseau................................................................... 39Finalmente ......................................................................................................... 45

CAPÍTULO II Soñar con Wollstonecraft y despertar con RousseauReflexiones en torno a la educación de la mujer doméstica argentina en los tiempos del Centenario.......................................................................... 49¿Por qué Mary y Jean-Jacques?.......................................................................... 50Soñar con Wollstonecraft.................................................................................... 55Despertar con Rousseau...................................................................................... 60Un despertar con cargas eclécticasConsideraciones finales ...................................................................................... 67

CAPÍTULO III Las niñas cocineras de Ángel Bassi. Un estudio de caso acerca de cómo la escuela consideró la transmisión del saber culinario ................ 73Consideraciones teóricas e historiográficas........................................................ 75Un pedagogo preocupado por la educación femenina ....................................... 80El contenido de la forma .................................................................................... 83Los lineamientos de una gramática culinaria ..................................................... 87Finalmente .......................................................................................................... 89

CAPÍTULO IVLas cocineras, la cocina y las prácticas culinarias en ámbitos rurales del sur de la provincia de Santa Fe, primera mitad del siglo XX................ 93Entre lo macro y lo micro: la cocina santafesina ............................................... 96

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Ellas saben cocinar y por eso pueden hacerlo.................................................... 99Manuela amasa la masa… Cocinar para los otros ............................................. 102Mamá amasa la masa… Cocinar para los propios ............................................. 110Finalmente .......................................................................................................... 121

CAPÍTULO V Saber hacer, saber decir y saber escribir… Historias de mujeres escritoras de recetarios de cocina .............................. 125La conquista de la voz, la conquista de la letra.................................................. 128Escritoras de las prácticas culinarias: Juana Manuela, Marta y Petrona............ 132Finalmente .......................................................................................................... 139

CAPÍTULO VI Cultura, cocina e historia ................................................................................ 145Cultura y cocina.................................................................................................. 147Cultura e historia ................................................................................................ 149Historia, cultura y cocina.................................................................................... 155Finalmente ......................................................................................................... 162

Bibliografía ......................................................................................................... 169Fuentes impresas................................................................................................. 178Entrevistas........................................................................................................... 179Archivos, bibliotecas y museos consultados ...................................................... 180

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PRÓLOGO

Amediados de 2008, Paula Caldo me comentó que quería organizar una seriede materiales que había ido produciendo y recopilando para compaginarlosbajo el formato de libro. La idea, comunicada en un almuerzo, me pareció

singular. Era poner manos a la obra sobre un corpus que, si bien era fundamental parasu tesis de doctorado, se encontraba al margen de ésta. Buena parte de sus lecturas,sus artículos, sus reflexiones y apuntes, tomarían la forma de un texto que sistemati-zaría su particular forma de ver un problema con tantas aristas como el de la cocina,la alimentación y la educación de la mujer.

Saludé su propuesta, me pareció que era fundamental para ella poder poner enpapel un esquema de ideas y argumentos que, como una cartografía conceptual ubi-cara precisamente el norte de su original investigación posterior. En un brindis mate-rial y simbólico, Paula selló su decisión de realizar el ejercicio de pensar y escribir suprimer libro. En ese mismo brindis me comprometió a prologarlo. No dudé en acep-tar sabedora de la valía de su autora, de su calidad académica y humana. En diciem-bre de 2008 recibí el borrador acabado. Lo leí de un tirón en los primeros días delnuevo año. Señalé palabras, escribí los márgenes, tomé notas.

Pero hacer un prólogo no es una tarea sencilla. En su escritura también se deba-ten nuestras propias incumbencias, deseos y límites. En su diseño se plasma el rol quequeremos otorgarle a libro y autora. Hablamos de lo que sabemos, de lo que conoce-mos, pero además hablamos de lo que aprendimos a través de la lectura del texto.Evaluamos su lógica interna, su trazo, su letra. Encontramos a la autora de la obra, laevocamos, así como imponemos distancia con sus palabras para poder convocarlanuevamente.

Un prólogo no es sólo un estudio preliminar. Es una presentación del asunto, dela obra en sí misma, de su autora y de su proyección. Un prólogo, finalmente, tieneese ambiguo doble rol de poseer una naturaleza crítica y a su vez el cálido matiz dela consideración académica y sensible. Metafóricamente hablando un prólogo escomo la obertura de una ópera, nos introduce el tema, nos adelanta las notas. No haycanto, ni cuadros, ni escenografía. Eso es para más adelante.

Tardé días en encarar este prólogo y tardé más días en escribirlo, reescribirlo yfinalmente terminarlo. La composición del texto lo exigía. Porque el libro de Paula esun libro de historia, más allá de su título que puede invocar referencias que superenese campo. Este también es un libro que se adentra en un tema como las prácticasculinarias, contextualizadas históricamente, pero con reflexiones constantes proce-dentes desde la antropología, la sociología, la educación y lo más importante desde laperspectiva de género.

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Este es un libro escrito por una joven investigadora, y en su contenido se expre-sa quien ha colocado en estas páginas buena parte de las inquietudes intelectuales yprofesionales desplegadas a lo largo de casi diez años. Como graduada en Historia,su preocupación constante alrededor de las discusiones en torno de la historia cultu-ral, dejó una huella que marcó un ángulo de acercamiento a los problemas históricosque se mantuvo hasta hoy. Como egresada en Ciencias de la Educación, su persisten-te voluntad por dotar de significación histórica a los procesos inherentes a las tramaseducativas, en especial esos segmentos que pueden ser comprendidos como fuera delo que consideramos educación formal, se plasmó, por un lado, en su participación endistintos grupos de investigación y, por otro, en muchísimas colaboraciones y artícu-los que permitieron observar esta asociación entre historia y educación que nuestraautora se había trazado como norte. Ya como investigadora formada, su intervenciónen proyectos de investigación de neto corte histórico y la realización sistemática decursos de postgrado, por un lado profundizaron sus viejas inquietudes y, por otro,abrieron un horizonte de nuevas miradas relativo a los condicionantes culturales de laformación de género, pero fundamentalmente a sus vínculos con los procesos de natu-ralización de lo femenino como propio del hogar, sus incumbencias domésticas, el rolde la educación –la formalmente contextualizada y por supuesto la estructurada sobrela base de una supuesta “informalidad” y despreocupación– en la consecución dellugar femenino dentro de la sociedad.

Es también un texto que transita los márgenes interdisciplinarios a los que lasinvestigaciones en ciencias sociales en estos últimos años se han dedicado asidua-mente. Bordes, entrecruzamientos, préstamos, articulaciones teóricas, metodológicase instrumentales, son las constantes de los avances más interesantes dentro de uncampo más complejo y vasto, que las simples circunscripciones de las disciplinasdecimonónicas. En muchos casos las apelaciones constantes a que el horizonte inter-disciplinario se encuentra lejano, por no decir inalcanzable, que la práctica transdis-ciplinar es compleja y difícil, se le opone una realidad representada por trabajos quetienen su razón de ser justamente en transitar, complementar, ajustar miradas pro-puestas desde diferentes tradiciones y enfoques disciplinares sobre objetos de estu-dios “aparentemente” (sólo aparentemente) propios de un campo de la ciencia social.Quizás buena parte de las preocupaciones y pruritos sobre la investigación interdisci-plinar provenga de su implementación a partir de equipos científicos, de colectivosdonde siempre es difícil acordar metodologías y puestas al día; pero tenemos que con-siderar que buena parte de los mejores textos que se han escrito desde la segunda post-guerra en adelante, escritos que son considerados hoy liminares dentro de las distin-tas tradiciones historiográficas, han sido desarrollados por sus autores en la comple-jidad de estas miradas transversalizadas en la ciencia social.

Los historiadores culturales y de las ideas –toda una clasificación en el anchocampo de este tipo de estudios en la actualidad– han ido incorporando, a lo largo deestos últimos veinte o treinta años, toda una batería de textos, aportes y fuentes escri-

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tas y visuales, provenientes de la literatura, la antropología, el cine, la plástica, la filo-sofía. Sin embargo, el vínculo de la historia cultural con la cocina aparece marcadocon por lo menos dos estigmas. El primero de ellos provisto por la preeminenteinfluencia de los historiadores franceses abocados a la historia de la vida cotidiana–esa tradición francesa tan influyente de los años sesenta en adelante, que ha genera-do obras de un alto valor como por ejemplo La Historia de la alimentación, dirigidapor Jean-Louis Flandrin y Massimo Montanari–, y por los lineamientos provistosdesde la antropología que resaltando los aspectos claramente tribalizados de la coci-na, en tanto acto de cultura, introducían los debates levisatraussianos sobre lo crudoy lo cocido, naturaleza y cultura, la matriz transformadora y a su vez transformada deeste vínculo entre otros.

Sin embargo, este panorama se ha ido alterando. Poco a poco, con el correr delos años, un sinnúmero de investigaciones, de reflexiones, se han ido colando por elamplio territorio del análisis social. Muchas veces sin diálogo, hasta que un estudioatento las conectaba, para comenzar a prestar atención a nuevas miradas sobre pro-blemas más o menos transitados, la mayoría de las veces para alertarnos, que la com-plejidad de una mirada diversa, sobre lo aparentemente simple. Los sedimentos deestos intercambios permitieron exploraciones, observaciones, que cuajaron en estu-dios que en especial ponían a contraluz lo hasta entonces evidente, y de tan evidente,oculto. Y justamente la problemática de las prácticas culinarias como objetos de aná-lisis social, sus formas de transmisión, bajo modalidades orales y letradas, y sus vín-culos íntimos con sus principales actrices, fueron una de las expresiones más origina-les de transversalidad ocurridas sólo en estos últimos años. Tradición, entre las cua-les este libro y su autora se encuentran.

Sacar el análisis de la culinaria de ese callejón ha sido para los y las historiado-ras una tarea compleja. Los análisis referidos a la historia de la alimentación hanencontrado cada vez más fortaleza y se han desarrollado fundamentalmente en Euro-pa, pero también en Argentina. Hace diez años aparecía el artículo de Eduardo Arche-ti –“Hibridación, pertenencia y nacionalidad en la construcción de una cocina nacio-nal”– en el libro compilado por Carlos Altamirano La Argentina en el siglo XX. Pero,en realidad, el trabajo pionero sobre la temática fue el realizado por Aníbal Arcondo,Historia de la alimentación en Argentina desde los orígenes hasta 1920. Sustancialreferencia a la hora de pensar el estudio de esta problemática en nuestro país, el libro,publicado en 2002, poco antes de la muerte de su autor, marca un hito en el acerca-miento al tema. En la senda de la historia de la alimentación, pero diferenciándose deArcondo, otro historiador cordobés, Fernando Remedi, publica sólo cuatro años mástarde que el anterior, Dime qué comes y cómo lo comes y te diré quién eres. Una his-toria social del consumo alimentario en la modernización argentina. Córdoba, 1870-1930. Por eso que hoy pueda publicarse un libro como el de Paula, reaviva no sólo elinterés por un tema atractivo, sino fundamentalmente por una forma de pensar estalínea de trabajo en continuidad.

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En ese camino, Paula Caldo dice: “Si el género es el baño cultural que convier-te a los sujetos dotados de sexo en varones y mujeres, y si la cocina es una prácticaeminentemente humana; entonces, nos permitimos jugar con una analogía entre laproblemática de género y las prácticas culinarias. Tanto la construcción de la identi-dad de género como el gesto de cocinar resultan ser producciones inscriptas en elorden de la cultura”.

De aquí se desprende su posición historiográfica, su perspectiva teórica, susvariaciones alrededor de lo que Paula califica como central en su análisis: que la pro-blemática por ella abordada parte de la consideración contextual de una historiasociocultural de la alimentación que interpreta a estas prácticas culinarias no sólodesde su praxis sino desde su escritura y principalmente desde las formas en que fue-ron prescriptas y transmitidas. Dicho de otro modo, la escritura de las prácticas culi-narias es el nudo de este libro, pero no cualquier escritura, sino la escritura destinadaa la transmisión de dicho saber en manos de mujeres-cocineras-letradas. De enseñara cocinar, de eso se trata, y de sus efectos sobre la reproducción de discursos y prác-ticas.

El texto de Paula propone un camino que no muchos colegas han recorrido. Suviaje (porque esto no deja de ser un viaje intelectual) por las alternativas de la culina-ria como expresión, como manifestación de sujetos sociales históricamente situados,tiene una riqueza exquisita. Su texto se diferencia en mucho de los anteriormente cita-dos dentro de la historiografía argentina, porque no pretende ser una investigaciónexhaustiva sobre un recorte específico, sino una puesta al día, necesaria y obligadapara comprender el abordaje de un problema y un objeto de difícil resolución.

Por ello su libro es él mismo un prólogo, un prólogo vibrante y complejo paraintroducirnos a un tema fascinante. Es el camino de búsqueda intelectual y sensiblepara comprender un objeto de estudio, para establecer un estado empático con lasdomesticadas, disciplinadas, educadas en la tradición culinaria.

En un tiempo en donde la culinaria nos embate desde cientos de programas decable y de TV abierta, que nos dicen qué, cómo y cuándo comer; que nos describendesenfadadamente qué comen, cómo preparan sus comidas las gentes de innombra-bles villas perdidas, los habitantes de populosas ciudades, “las estrellas del espectá-culo vernáculas”, una nueva categoría de lo exótico, se ha infiltrado en los programasde cocina, “mostrando”, tal como los viajeros decimonónicos, la exotopía de otrosmundos en su cocina. Mundos lejanos o cercanos en el territorio, pero siempre dis-tantes para los televidentes comunes. Así la mujer de la villa innombrable, el chef dela Picardía o la actriz en su cocina del country, son seres que se encuentran ausentesde las cocinas de la mayoría de la población. Recetas y tradiciones son avasalladaspor estos nuevos estándares mediáticos.

Huelga decir que estos programas tanto los que nos dicen, como los que nosmuestran han sido colonizados por varones. Infinitos cocineros, chef de distintos orí-genes y variopintos ropajes, se entronizan en cocinas y parrillas, al aire libre, casas y

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estudios de TV. Pocas mujeres han quedado en la escena. Algunas a fuerza de perse-verancia mediática, otras en virtud de ser custodias de saberes inescrutables. Pero lointeresante es que cuando estos cocineros viajan y buscan ese deseado y revisitadoexotismo, sólo abordan a mujeres, mujeres que pacientemente reproducen día a día ladomesticidad de la cultura culinaria. Los varones están para el permiso o ya comoconsagrados cocineros de hoteles internacionales. Cuando se busca el sabor, las tex-turas, los secretos de la comida, el occidental y mediático cocinero-viajero-periodis-ta se introduce en las cocinas femeninas, busca respuestas y saberes en las manos ylas voces de mujeres que conciben a la cocina como un espacio más de la reproduc-ción del trabajo doméstico, sin oropeles, sin cámaras, sin explicaciones obvias, sincomentarios vacíos para una audiencia globalizada.

Pero en el sinfín del capitalismo actual, son otras mujeres las que pacientes fren-te a televisores y pantallas son nuevamente domesticadas, por otros muchos varonesy menos mujeres, por y a través de la comida. Aromas y texturas, prácticas puestasen palabras e imágenes, humildemente transmitidas por las mujeres que desde la pan-talla, son mediadas, traducidas, por su interlocutor gourmet y su cámara. Nuevamen-te arrojadas a su posición de iletradas. Despojadas ahora sí de la posibilidad de con-vertir su “cocina”, sus formas culinarias en un saber escrito capaz de trascenderlas.Apartadas aún de la condición de reproductoras de un lugar social real y simbólico,más allá de su espacio geográfico, su matriz identitaria y su cultura.

La culinaria es una forma cultural refinada, oculta muchas veces por la hojaras-ca que la recubre. Nos presenta con una claridad singular no sólo cómo la gente viveo vivió explorando cómo preparan sus alimentos y cómo fueron o son comidos, enqué ceremonias y rituales estas prácticas se desarrollan, sino además cuáles son losineluctables elementos que estas formas adquieren para dominar, educar, conmover yfinalmente reproducir mecanismos materiales y simbólicos de poder. Esto es lo quePaula expone con meridiana claridad en sus páginas, de esa materia se imprime suletra, en esa convergencia de prácticas, palabras, cocinas y mujeres se encuentra laclave para entender la novedad y originalidad de su propuesta.

Porque como bien dice Paula en sus páginas, los abordajes sobre el conjunto deinterrogantes que presenta el tema de la cocina y de la alimentación no ubican susinterpretaciones desde la problemática del género o los estudios de historia de muje-res. Y si bien algunos como el clásico de Yvonne Verdier de fines de los años seten-ta y los de Rebekah Pite sobre Doña Petrona son una excepción, este ha sido uncampo con escasísimo desarrollo, fundamentalmente desde los abordajes de netocorte histórico.

Aquí, entonces estriba la gran originalidad del texto de Paula al convertirse nosólo en un gran estado de la cuestión sino al construir una trama de interpretación quecongrega diferentes perspectivas. Así, si bien recupera esa tradición de la historia cul-tural de matriz annalista, de sesgo antropológico que consigue tempranamente ubicarel problema de la cocina como objeto de análisis de la cultura, también se coloca en

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la mirada chartiana de esa historia cultural resignificada que se concentra no sólo enel estudio de las prácticas, sino fundamentalmente en cómo ellas son transmitidas, enespecial en las formas escritas de tal transmisión. Ello no obsta para que Paula buceepor los estudios de las prácticas culinarias interpretadas desde una historia social dela alimentación, recupere sus análisis más significativos e introduzca la perspectiva degénero y la crítica feminista en el rescate del signo femenino de la culinaria. Esto últi-mo como un enfoque de excepción de estas páginas: pensar en el enfoque de génerocomo pertinente y funcional a los estudios socioculturales de la cocina.

Por ello, Paula se permite afirmar que “cocinar es mucho más que combinaringredientes y guisarlos. Las prácticas culinarias involucran una serie de valores,hábitos, costumbres, que estallan lo estrictamente culinario. La cocina implica nutrirel cuerpo pero también el alma. Es así como, cocinando pero también comiendoadquirimos gustos y preferencias alusivas a una identidad, a una nacionalidad, a unaedad, a una región, a una cultura, a una religión y también a un sexo determinado.Entonces, alrededor de los actos de cocinar y comer van entramándose relacionesintergenéricas que no demoran en afectar las vidas de los sujetos”.

Las mujeres, entonces, son sujetos privilegiados, para ser abordados desde unahistoria de la culinaria, en especial por estar preformadas por estas prácticas ligadasa la cocina, y también porque son las encargadas de transmitirlas en acto y palabras.Paula comprendió tempranamente esta cualidad, la hizo su objeto de estudio. Este esel primer resultado de esa empresa. Un excelente resultado por cierto.

Sandra R. FernándezBarreal, febrero de 2009

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A mi abuela Elsa, porque, desde mis primerosaños de vida, me introdujo en el universo de laspublicaciones masivas orientadas a la formaciónde las mujeres en general y en el de las recetas decocina en particular.

A mi madre María y a mi padre Nardo, por estarsiempre.

A mis sobrinos Santiago, Francisco y Genaro,porque con sus palabras de niños me enseñaronque los sueños son posibles.

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INTRODUCCIÓN

“El pasado es siempre el pasado, el pasado nuncaserá el presente. Sin embargo, mientras trabajo,tengo el sentimiento de estar acompañada poraquellas personas que descubro al hilo de misinvestigaciones… Muy a menudo, el pasado nosofrece, en efecto, la memoria de lo posible, queno es lo posible a imitar, un repertorio de mode-los, sino más simplemente lo posible de otrosmundos, de otras formas de vivir que nosotrostuvimos antaño, aquí o en otra parte…”1

“Pero no os he retratado a las tres como simplesresignadas. También he demostrado cómo lasmujeres aprovechaban al máximo su posición. Mehe preguntado qué ventajas tenían al estar en losmárgenes…”2

En estas páginas se dan cita las experiencias de un conjunto de personajes cuyosperfiles identitarios oscilan entre la mayor celebridad y el silencio propio delas vidas anónimas. Sin embargo, algo tienen en común: en algún rincón de sus

biografías se escabulle algún indicio que nos permite pensar la problemática de la for-mación de la mujer doméstica en general y de las mujeres cocineras en particular.Concretamente, Mary Wollstonecraft y sus contemporáneas de ficción, Julia y Sofía,las mujeres de las novelas de Jean-Jacques Rousseau; el pedagogo y autor de manua-les de Economía Doméstica, Ángel Bassi; la escritora Juana Manuela Gorriti; la ecó-noma Petrona Carrizo de Gandulfo; las señoras santafesinas Elvira Aldao y MercedesCullen de Aldao, como así también mujeres casi anónimas, como lo fue Manuela, lacocinera de la casa de campo de Elvira Aldao, y como lo son Elsa, Maruca, María yEstela, damas del sur santafesino y del noroeste bonaerense… Ellas y ellos, valiéndo-se tanto de los utensilios de cocina pertinentes como de la pluma, el papel y las diser-taciones pedagógicas, se vincularon con el mundo y con los secretos de la cocina.

1 ZEMON DAVIS, Natalie Pasión por la historia. Entrevista con Denis Crouzet, EUG-PUV, Valencia,2006, p. 13 y 22.

2 ZEMON DAVIS, Natalie Mujeres de los márgenes. Tres vidas del siglo XVII, Cátedra, Madrid, 1995,p. 12.

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Si bien cada uno de los capítulos del presente libro se construye alrededor denombres propios, preferentemente de género femenino, este, lejos de ser un libro dehistoria de vidas, es un texto de historia de mujeres. Un escrito motivado por pregun-tas acerca de la formación de las mujeres cocineras, las recetas que preferían, las prác-ticas culinarias; las formas y el contenido de la transmisión de dicho saber como asítambién los soportes textuales elegidos para la misma. Sin dudas, se trata de interro-gantes y objetos que se sitúan en los márgenes del campo historiográfico y del propiode la historia de las mujeres. Respondiendo a las preguntas de una entrevista, CarloGinzburg sostuvo que, mientras algunos temas de investigación histórica se justificansolos, otros ameritan explicación.3 Esta afirmación nos resulta pertinente para descri-bir el perfil de los artículos reunidos en el interior de nuestro libro.

Parafraseando a Natalie Zemon Davis, las mujeres cocineras son “mujeres de losmárgenes”. Historiar sus qué, cómo, por qué, para qué, para quiénes, dónde y cuán-do, es una decisión que conduce nuestras reflexiones por los bordes de la historiogra-fía. En tal sentido, asumimos la tarea compartiendo el pensamiento del historiadorindio Ranahit Guha: “El saber histórico ha desarrollado a través de sus prácticas recu-rrentes una tradición que tiende a ignorar los pequeños dramas y los sutiles detallesque caracterizan a la vida social, especialmente en sus recovecos más soterrados. Unahistoriografía crítica puede encargarse de rellenar esta laguna y, para ello, debe incli-narse hasta quedar al ras de la tierra, con el objeto de observar las huellas que ha deja-do una vida subalterna a lo largo de su recorrido temporal…”4 Justamente, cuandoGuha se dispone a seguir los rastros de “esas vidas subalternas”, considera crucial alas experiencias femeninas.5 Oportunamente, Isabel Morant sostiene que, si bien loshistoriadores6 manifiestan ciertos temores respecto al tratamiento de temas propios dela vida privada, de la intimidad y de la cotidianidad, en la bisagra de los siglos XX yXXI han proliferado una serie de estudios que merodean por estas problemáticas.7Nuestro trabajo es una gota más que viene a sumarse a este caudal de reciente forma-

3 GINZBURG, Carlo “Historia y cultura: una conversación con Carlo Ginzburg”, en Revista Entrepasa-dos, Núm. II, Buenos Aires, 1992.

4 GUHA, Ranahit “La muerte de Chandra” en Hemeroteca Virtual ANUIES, http://www. hemerodigi-tal.unam.mx/ANUIS, p. 2. (La versión en inglés de este texto se publicó en Subaltern Studies V, NuevaDelhi, Oxford University Press, 1995, pp. 135-165).

5 Guha destaca la importancias de la historia de mujeres tanto en su artículo GUHA, Ranahit “La muer-te…”, cit., como en su libro GUHA, Ranahit Las voces de la historia y otros estudios subalternos, Crí-tica, Barcelona, 2002.

6 El original del texto estaba redactado siguiendo los cánones del lenguaje no sexista. Es un criterio edi-torial utilizar el artículo, sustantivo o adjetivos genéricamente, siendo claro que la autora se refiere, porejemplo en este caso, a historiadores e historiadoras. Si la expresión no da lugar a confusión, se propen-de a la utilización del neutro para no entorpecer la lectura. [N. del Ed.]

7 MORANT, Isabel Discursos de la vida buena. Matrimonio, mujer y sexualidad en la literatura huma-nista, Cátedra, Madrid, 2002.

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ción. Por lo tanto, acepta el desafío de destejer la trama experiencial típica de lossaberes y las prácticas de las mujeres cocineras que, aunque al ras del suelo, revelanun espesor de sentidos que delatan lineamientos de una cultura susceptible de sersituada temporal y espacialmente.

“Mujeres cocineras…”, está compuesto por una serie de capítulos cuya preocu-pación común es el vínculo, casi naturalizado, entre mujeres y cocina. Cuestión que,poco a poco, fue abriéndose en múltiples preguntas: ¿por qué cocinamos? ¿Qué noshace la cocina? ¿Qué les hacemos a los otros desde la cocina? ¿Cuándo y dónde coci-namos? ¿Qué cocina nos pertenece? ¿Qué relación tenemos con la producción delsaber culinario? ¿Son de origen femenino las decisiones tomadas a la hora de coci-nar? ¿Cómo se articula la gramática culinaria con el contexto de época? ¿Dime quécocinas y te diré quién eres? En fin, la lista se vuelve infinita y, por lo tanto, esmomento de comenzar a ensayar pequeñas respuestas. En consecuencia, cada uno delos trabajos que conforman este texto resultan ser ejercicios acotados de reflexiónacerca de aquellos interrogantes.

Este no es un libro de mujeres cocineras a secas, sino que es un texto de histo-ria sociocultural orientado a tratar el universo de problemáticas desplegado alrededorde las mujeres cocineras. Nos preocupa tanto la carga cultural que contiene el acto decocinar como también las marcas que las prácticas culinarias imprimen sobre la vidade los sujetos. La variable temporal será quien oriente a la trama del texto. Es decir,nuestro interés se detendrá en un momento y en un espacio particular de la historia,la bisagra de los siglos XIX y XX, para después avanzar hasta la primera mitad delsiglo XX, en Argentina.8 Se trata de un recorte de tiempo en el cual, poco a poco, lasmujeres fueron remitidas, con énfasis legal, estatal, moral y también religioso, haciael universo de los quehaceres domésticos. Allí, la mujer ama de casa será una exper-ta en Economía Doméstica y, por ende, en la cocina. Para tal fin, fueron publicadoslibros de urbanidad, recetarios de cocina, prescripciones escolares, libros de memo-rias femeninas, que hoy nos sirven de “trampolín” desde el cual lanzarnos a la inter-pretación histórica.

Aunque sugerente y poco explorada, nuestra temática revela una arista proble-mática: la obtención de los fondos documentales. Dónde abrevar las marcas que lascocineras imprimieron en la historia. Una primera respuesta provino de los recetariosde cocina de autoría femenina; así reunimos los nombres de Petrona C. de Gandulfo,Juana Manuela Gorriti y Marta. Corpus que no demoró en ser contrastado con otroslibros sobre el tema, esta vez escritos por varones. El tratado de Economía Domésti-ca de Ángel Bassi nos resultó pertinente porque asume la misión de formar mujerescocineras desde el espacio escolar público y obligatorio. Finalmente, consideramos

8 Por tratarse de una primera aproximación al tema, en realidad abordaremos cuestiones vinculadas a laprovincia de Buenos Aires y a la de Santa Fe.

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que tanto los recetarios escritos por mujeres como los propios de varones, junto a laescritura de las prácticas culinarias, revelaban el deseo de performatear a la cocineraen el relieve del cuerpo femenino. Entonces, urgía la necesidad de encontrar algúnatajo que se alejara del deber ser y nos acercara al ser de las mujeres. Dicho senderofue la memoria, tanto en su forma escrita como en la oral. Justamente, acudimos a loslibros de “recuerdos” de la santafesina Elvira Aldao y a la memoria oral de mujeresde sectores rurales como lo son Elsa, Maruca, Estela y María. De este modo, triangu-lando distintas huellas logramos dar forma al basamento documental de nuestra inves-tigación.

El trabajo de detección y compilación de dichas fuentes no resultó sencillo.Estas, más que ordenadas y catalogadas en un archivo, se encuentran desperdigadasen reservorios de diferente naturaleza. Algunas se conservan en bibliotecas públicas,pero otras, la mayoría, se escabullen en archivos privados. Al decir archivos privadosestamos pensando en baúles de recuerdos de alguna abuela querida o, en el casomenos feliz, entre la serie de textos destinados a ser procesados por los usos del olvi-do. De esta suerte, la tarea tiene aires de familia con las “cacerías furtivas”, donde losrastros de la presa se muestran evanescentes, animados por la lógica del fragmento.Entonces, respondiendo al vaivén de nuestra búsqueda, este libro resulta ser un frisodonde se hilvanan los retazos producto de una investigación que, con sus marchas ycontramarchas, se propone arrancar del olvido las prácticas, creencias, saberes, ava-tares, problemas y pasiones de las mujeres cocineras.

Cada uno de esos “retazos” resulta ser un texto que se abre y se cierra en símismo pero que, además, aporta sentidos al libro en general. Los dos primeros capí-tulos persiguen el propósito de reflexionar sobre los orígenes, características, discu-siones y fundamentos de la construcción de la mujer doméstica moderna. Precisa-mente, interrogan la operación transformadora que el pensamiento ilustrado realizósobre la identidad femenina. Así, el primer capítulo tiene por protagonistas a Julia ya Sofía, las mujeres de las novelas de Jean-Jacques Rousseau. Éste, varón ilustrado,dedicó parte de su producción bibliográfica a reglamentar y prescribir las caracterís-ticas que toda mujer debía reunir para ser considerada perfecta. Sus féminas se dis-tinguían por ser sumisas, obedientes, pasionales y expertas en “los saberes del sexofemenino”. Ambas, niñas burguesas, desde pequeñas aprendieron todos los quehace-res del hogar para luego, cuando adultas, poder dirigir y supervisar el trabajo del per-sonal doméstico o, en su defecto, desempeñarlo por sí mismas. El segundo capítulo,“Soñar con Wollstonecraft y despertar con Rousseau”, utiliza la disputa dieciochescaentre la escritora inglesa y el filósofo ginebrino, como clima de ideas a partir del cualpensar y trabajar la situación de las mujeres argentinas en los tiempos del Centenariode la Revolución de Mayo. El ambiente festivo del Centenario fue el caldo de cultivodonde germinaron, entre tantos eventos, dos encuentros de mujeres con ideologías ypresupuestos sociales y políticos encontrados. Las mujeres tuvieron la oportunidad dereconsiderar el lugar que la historia les había asignado hasta entonces. No obstante,

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mientras que algunas se dispusieron a seguir orientando sus pasos rumbo al feminis-mo, otras optaron por defender el sitio que desde siempre se les había otorgado. Pero,mientras las mujeres se hacían oír, en paralelo, el pedagogo Ángel Bassi, desde elescenario escolar, daba rienda suelta a sus disertaciones sobre la formación de lamujer como “Ángel del Hogar”. Una mujer doméstica, obediente, altruista, guardia-na de su cría y de su varón, asexuada, entregada al universo de los cuidados y las tare-as del hogar. Para ello debía ser sabia, ya no “en los saberes de su sexo” propuestospor Rousseau, sino en “Economía Doméstica”, un cuerpo de conocimientos que gra-vitaba sobre los hogares con peso científico. Ahora bien, en sintonía, estos dos capí-tulos se proponen explicar cómo el pensamiento moderno y masculino intervino, consentido pedagógico, sobre la identidad femenina. Una intervención cuyo cometido erahacer de las mujeres las reinas del hogar, naturalizar en ellas los valores y sentimien-tos maternales y, finalmente, transformarlas en expertas en “Economía Doméstica”,ciencia compuesta de múltiples ramas, entre las que se destaca la formación de lasmujeres cocineras.

Si hasta aquí presentamos a un Ángel Bassi preocupado por la enseñanza de la“Economía Doméstica”, en el tercer capítulo nos detendremos exclusivamente en lashuellas que éste imprimió en materia de transmisión del saber culinario en la escuelaargentina pública, gratuita y obligatoria. Su propuesta consistía en esculpir en el cuer-po y en la sensibilidad de las niñas los saberes de las amas de casa y, por ende, de lascocineras. Para educar a sus cocineras, pidió el auxilio de un médico higienista, JoséBassi, y dispuso un corpus de saberes que, en su conjunto, expone la gramática culi-naria del hogar argentino.

El cuarto capítulo, emprendiendo un trabajo sobre la memoria, presenta a lasmujeres cocineras en acción. Precisamente, se recuperan historias de cocineras en con-textos rurales del sur de la provincia de Santa Fe y del noroeste de la provincia de Bue-nos Aires. Aquí las preguntas motivadoras son: ¿qué se cocina?, ¿cómo se cocina?;pero también nos preocupan las formas de transmisión del saber culinario y las condi-ciones de posibilidad que timoneaban la concreción de dichas prácticas. Condicionesque llevan impresos signos de clase, de género y de etnia. Dijimos que el trampolínempleado es la memoria; la memoria escrita por Elvira Aldao, pero también la memo-ria oral de mujeres como Maruca, María, Estela y Elsa… Mujeres que recuerdan cómococinaron o cómo aprendieron a cocinar, mirando a la madre o a la mucama.

El quinto capítulo se aleja del recuerdo de las prácticas para introducir la proble-mática de la transmisión escrita del saber culinario. En este caso, se da cita a las muje-res escritoras, Juana Manuela, Petrona y Marta para comparar sus vidas, obras y expe-riencias en un contexto donde las mujeres luchaban por conseguir momentos y luga-res propios de escritura.

Finalmente, en el último capítulo, detenemos el trabajo histórico-empírico parapreguntarnos por las condiciones de posibilidad que el campo historiográfico actualofrece a los historiadores de la cocina. Para ello reflexionaremos en torno a la rela-

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ción entre historia, cultura y cocina. Este ejercicio, no sólo ofrece el soporte concep-tual de los capítulos precedentes, sino que, además, realiza un estado de la cuestión,describe los cruces interdisciplinarios y ensaya fundamentos y entradas posibles parahistoriar el mundo de la cocina.

Para cerrar esta introducción sólo resta mencionar que lo que hoy sale a la luz enestas páginas es el producto parcial de un trabajo de larga data. Es decir, lejos de serun libro escrito de un tirón, es la compilación de los distintos estadios –cristalizadosen pequeñas producciones– de un proyecto de investigación que aún está en curso.Que la cocina se convirtiera en el eje de mis investigaciones es algo que, eternamen-te, deberé a la Lic. Cristina Godoy. Aunque ya no esté entre nosotros, siempre larecordaré por ser quien, una tarde del año 1998, puso en mis manos el libro de Petro-na Carrizo de Gandulfo, y me sugirió “hacer algo con él”, alegando que la historia dela cocina era un terreno fértil y poco visitado por los historiadores argentinos.9 Para-lelamente, la problemática de la historia de mujeres fue un territorio que pude transi-tar de la mano de la Prof. Élida Sonzogni, cuando realizaba mi tesina de Licenciatu-ra en Historia, por el año 2002.10 Identificadas así las problemáticas de la historia dela cocina y las propias de la historia de mujeres, sólo bastaba efectuar el cruce. Hechoque pude concretar en mi tesina de Licenciatura en Ciencias de la Educación, dirigi-da por la Dra. Silvia Serra y la Dra. Sandra Fernández.11 Este último trabajo me per-mitió pensar las formas de la transmisión escrita del saber culinario y el impacto deestas sobre la subjetividad femenina. Finalmente, en el marco de una beca doctoralotorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas12 y de miproyecto de tesis doctoral, ambos dirigidos por la Dra. Sandra Fernández, pude abor-dar la problemática de la cocina desde una perspectiva regional –Santa Fe entre 1920-

9 P.I.D. “Textualidad y representación: los tratados de buenas maneras en la cultura de la Argentina demasas”, dirigido por la Lic. Cristina Godoy y radicado en el Instituto de Investigaciones de la Facultadde Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, durante los años 1999-2003.

10 Tesina de Licenciatura en Historia: “De historias rurales y pasiones femeninas. Una biografía de muje-res trabajadoras, 1920-1960”, dirigida por la Prof. Élida Sonzogni y defendida en el año 2002 en laFacultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Realizando este trabajo conocí amuchas de las mujeres cocineras que aparecen mencionadas en este libro.

11 Tesina de Licenciatura en Ciencias de la Educación: “Recetar, transmitir, leer y escribir las prácticasculinarias. El aporte de Petrona C. de Gandulfo en el proceso de formación de la subjetividad de los/asargentinos/as en los años treinta (1934)”, dirigida por la Dra. Silvia Serra y la Dra. Sandra Fernández;defendida en el año 2006 en la Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario.

12 Proyecto de Beca doctoral CONICET: “La construcción de la identidad regional desde la literatura culi-naria en la provincia de Santa Fe, 1920-1950. Libros, revistas, folletos para la transmisión escrita de lasprácticas culinarias”, dirigido por la Dra. Sandra Fernández a partir del año 2007.

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1950– y en clave de historia de mujeres.13 Finalmente, la Dra. Carolina Kaufmann meconvocó a trabajar en un proyecto de investigación que indagaba cuestiones en tornoal tratamiento de “la urbanidad” en las escuelas argentinas de la primera mitad delsiglo XX. En aquel contexto pude aportar la problemática de la cocina y de la alimen-tación como una arista del tema central.14 Así, gracias a todos estos trabajos pero, yfundamentalmente, gracias al aporte de mis directoras he podido construir un espaciode investigación, cuyos primeros resultados se cristalizan en el presente libro. (*)

Cañada Seca, enero de 2009

13 Proyecto de tesis doctoral: “La construcción de la identidad femenina a partir de la transmisión escritadel saber culinario, Santa Fe, 1920-1250”, dirigido por la Dra. Sandra Fernández en el marco del Doc-torado en Humanidades y Artes con mención en Historia, radicado en la Escuela de Postgrado de laFacultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario.

14 P.I.D. “Textos escolares. Manuales de Urbanidad argentinos en la primera mitad del siglo XX” dirigidopor la Dra. Carolina Kaufmann y financiado por la SICTFRH-UNER, durante el período 2005-2008.

(*)Agradezco a Sebastián Milanesio la lectura atenta y las observaciones de escritura y gramática sugeri-das.

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15 GANDULFO, Petrona El libro de doña Petrona. Recetas de Arte Culinario, Talleres Gráficos Cía. Gral.Fabril Financiera, Buenos Aires, 1934, p. 329.

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16 GANDULFO, Petrona El libro de doña…, cit., pp. 331-332.