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EL CASTILLO DE CULLERA EN SU HISTORIA.
Luis Bohigues Vallet. Hª y Gestión del Patrimonio Artístico. Curso 2013-2014
ÍNDICE
I. Introducción………………………………………………………………………………...3
II. Los inicios del castillo. Fortificación musulmana………………………………………4-7
III. Castillo medieval cristiano……………………………………………………………....8-12
IV. El castillo en la edad moderna…………………………………………………………13-15
V. El castillo en época contemporánea……………………………………………………15-17
VI. Bibliografía………………………………………………………………………..18
2
I. INTRODUCCIÓNPresidiendo a la ciudad de Cullera, visible a lo lejos, se puede apreciar imponente, en lo alto
de la montaña de les Raboses, precedido por un camino zigzagueante que recibe el nombre
de Camino Blanco o Camino del Calvario, el monumento más emblemático de la ciudad de
Cullera: el castillo. Abarcable desde su ubicación es, tanto la vida que transcurre en la villa,
a los pies de la montaña, como la bahía que se abre al Mediterráneo. La ubicación del
monumento histórico-artístico posibilita obtener una imagen panorámica más amplia de la
ciudad de Cullera, pudiendo observar tanto su casco antiguo como el resultado del boom
turístico que experimentó la ciudad en los años sesenta y setenta, un ensanche turístico de
altos edificios.
Declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento en fecha 27 de abril de
1983, la imagen que presenta el Castillo es el resultado del devenir histórico que en esta
ciudad costera, de considerable importancia, ya sea por la desembocadura del río Júcar en
ella, como por la presencia del mar Mediterráneo, han acontecido.
Si bien, la imagen que el Castillo refleja en la actualidad dista bastante de lo que antaño fue
dicha edilicia. El castillo de Cullera, no obstante, a pesar de su belleza y constituir el
monumento por excelencia de dicha localidad, es un ejemplo de la actitud que no debería
adoptarse frente al patrimonio. Construcciones, como por ejemplo el santuario edificado en
el siglo XIX, han eliminado los vestigios de épocas pasadas, convirtiendo al primitivo castillo
en un híbrido, que personalmente, en este caso, lejos de enriquecer empobrece puesto que
se han perdido huellas que el tiempo y la historia habían dejado en el edificio.
Recorrer ahora las vicisitudes que a lo largo de las épocas han determinado la función y la
importancia del edificio es el objetivo propuesto con este trabajo.
3
II. LOS INICIOS DEL CASTILLO. FORTIFICACIÓN MUSULMANADe todos es sabido que en el año 711 se produjo la conquista de la Península Ibérica por
parte de los musulmanes, tras una disputa entre dos culturas, entre la recta espada latina y
el corvo alfanje arabesco, la cruz y la media luna, el Evangelio y el Corán1, que cambiaría el
devenir histórico de la Península Ibérica.
Cullera fue dominada por los bereberes en el año 713, pasando a formar parte de diferentes
distritos regionales administrativos en años posteriores2. En los inicios de la dominación
musulmana los castillos no poseían el carácter de fortificación defensiva, sino que
constituían un recinto que amparaba un poblado rural, y que aprovechaba la orografía para
su construcción.
Fue concretamente el siglo XI, transcurridos ya cuatro siglos de dominación musulmana en
la Península, en el que con el nacimiento de las taifas, dividiendo el poder central que hasta
entonces se focalizaba en el califato de Córdoba, seguido ello de la aparición de los
almorávides y la presencia del Cid Campeador3 los motivos que llevaron al abandono de las
construcciones rurales anteriores y dieron origen a las nuevas fortificaciones de índole
defensiva, pues la creciente inseguridad militar y social así lo propiciaban.
A esta nueva tipología pertenece el castillo musulmán de Cullera, el cual aprovechó en su
construcción la morfología de la montaña de les Raboses. Tipológicamente presentaba una
planta tripartita y espacios funcionales bien diferenciados4, pudiendo distinguir entre el
albacar, cuyo recinto amurallado albergaba a la población en caso de peligro; en el recinto
superior y un tanto aislado se hallaba la torre Celoquia, que como construcción edificada
más elevada, su funcionalidad se basaba en la de vigilar la proximidad de los invasores,
además, de ser el espacio del estado; y la parte inferior, denominada medina que albergaba
al poblado y cuyo espacio estaba delimitado por unas sólidas defensas de muralla.
La construcción del castillo se llevaría a cabo sobre construcciones ya existentes.
1 IBARS PILES, Andrés. Historia de Cullera, (1893) tercera edición 1979, Ajuntament de Cullera, p. 113.2 FONT BORRÁS, Miguel Ángel. <<Història i art. Evolució arquitectónica del Castell de Cullera>>, III Jornades d’ Estudis de Cullera. 1997, 7 i mig, Cullera, p. 4033 ARCINIEGA GARCÍA, Luis. Sistemas de defensa en Cullera: Castillo, murallas y torrres, Ajuntament de Cullera, 2003, p.24.4 ARCINIEGA GARCÍA, Luis, 2003 (nota 3), p.25.
4
Al menos, nos habla de otro asentamiento la existencia de antiguas
construcciones más arriba del emplazamiento del castillo islámico que
Jaime I encontró en su asedio. Quizá el punto más elevado y
enriscado, el que presentaba mejores condiciones de defensa, sobre
el que se establecieron unos ermitaños en época medieval cristiana y
donde se construyeron dos fuertes en el siglo XIX, pudo ser la
primera elección de los ejércitos del Islam que llegaron en el siglo
VIII, y que adoptaría una estructura sencilla, propia de los castillos
rurales. Cabe pensar que con el tiempo este enclave se abandonó y
ganó en importancia al actual, quedando el superior como lugar de
vigilancia en los casos en que el enemigo sólo pudiera aparecer por
el mar. 5
Textos como los de al-‘Udrî, de finales del siglo XI, o los de Al-Idrîsî, a mediados del XII,
atestiguan la presencia de murallas y un castillo en la ciudad de Cullera. Así como el Cantar
del Mio Cid, obra literaria en la cual el Campeador deja patente la presencia de un castillo en
Cullera, así como su propia estancia en el mismo el 15 de Junio de 1094.
Acercándonos a las postrimerías de la dominación musulmana, el papel de la cristiandad va
adquiriendo una creciente importancia, alcanzando su zenit en la Reconquista que más
tarde abordaremos.
Bajo este contexto, fue cuando Alfonso VII de Castilla y Ramón Berenguer IV, en 1151, que
ostentaba el cargo de conde privativo de Barcelona, establecieron mediante capitulaciones
de amistad que las tierras del reino de Valencia comprendidas entre el Ebro y el Júcar
serían del reino de Aragón, poseyendo de esta manera el castillo de Cullera. El cual fue
donado en total integridad a la orden de San Juan del Hospital de Jerusalén en el año 1157.
Concretada fue dicha donación por el sucesor de Ramón Berenguer IV, Alfonso II, en abril
de 1171, y posteriormente por Pedro II el Católico en 1196.
Hechos relevantes y de considerable trascendencia surgen con la aparición de la figura de
Jaime I el Conquistador. Así como sus hechos, importante para conocer los mismos es la
obra que narra las crónicas del Rey, el LLibre dels Fets, pues en ella se narra tanto lo
acontecido en Cullera como la descripción del castillo. El rey llevó a cabo el intento de sitiar
el castillo de Cullera en el mes de Junio de 1235, tras ya un fracasado primer intento llevado
a cabo en 1233, cuyo desenlace en nada mejora al de aquel. Jaime I al llegar a Cullera 5 ARCINIEGA GARCÍA, Luis, 2003 (nota 3), p.25.
5
asentó sus tropas delante de la villa, entre el castillo y el río. Entre la Villa y el castillo
estaban <<todos los sarracenos de las alquerías, sus vacas, caballerías y cabras; y toda la
cuesta desde el castillo hasta la torre situada al pie, a la cual bajaban a tomar agua, estaba
llena de sarracenos, sarracenas, niños y ganado>>6. Al ver tan repleta de gente la ladera de
la montaña la estrategia que optaron para sitiar el castillo se les presento de manera nítida.
La utilización de los fundíbulos sería la solución elegida, siendo al mismo tiempo el motivo
que imposibilitó la realización de dicho propósito. Ascendiendo por la montaña desde el mar,
buscando la altura pertinente desde la cual llevar a cabo el asedio, dos fueron las torres, que
desprotegidas, se encontró por encima de su posición, y por tanto, por encima del castillo
musulmán. Pudiendo ser ambas, torres de vigilancia enclavadas en puntos altos, por un
lado, o restos de un antiguo castillo, cuyo uso se hizo estéril tras la construcción de un
castillo de nueva planta a partir de su torre albarrana, tal y como indica el profesor Pedro
López Elum.7 Una vez establecida la ubicación de los fundíbulos y viendo factible la
empresa de apoderarse del castillo, se percataron de la ausencia de piedras con las que
darle utilidad a los fundíbulos, suspendiéndose la expedición.
Transcurridos tres años, en 1238, el 28 de septiembre, para ser más exactos, la cruz latina
sustituyó a la media luna en la ciudad de Valencia. Valencia pasó a ser de Jaime I el
Conquistador, tras llevar a cabo un pacto con Abu-Giomail-ben-Zeyán, último walí de
Valencia, cuya parte esencial del mismo dice así:
<<Nos, Don Jaime, por la gracia de Dios rey de Aragón y de Mallorca,
conde de Barcelona y de Urgel, y señor de Mompeller, prometemos a
Vos, rey Zaén, nieto del rey Lobo e hijo de Modofé, que todos los
moros, así hombres como mujeres, que quisieren salir de Valencia,
vayan salvos y seguros bajo nuestra fe y custodia, con armas y
cuantos bienes pudieren llevar consigo, siempre que estén fuera de la
ciudad en el transcurso de veinte días consecutivos, que comenzarán
a contarse desde hoy. Concedemos, además, que todos los moros
que quisieren continuar en Valencia, puedan quedarse, sin otra
obligación que la de entrar en composición con los señores que
lleguen a poseer los bienes inmuebles. También por Nos y nuestros
vasallos os damos firmes treguas por siete años, no causándoos
daño por mar ni tierra, ni permitiendo se le haga en Denia y Cullera, ni
en sus términos; y, si, acaso, alguno de nuestros vasallos y hombres
os le causare, haremos que por entero y en proporción al perjuicio
sea la enmienda… Y yo, el sobredicho rey Zaén, prometo a Vos, Don
6 PILES IBARS, Andrés, 1979 (nota 1), p. 136.7 FONT BORRÁS, Miguel Ángel. 1998 (nota 2), p. 408.
6
Jaime, rey de Aragón por la gracia de Dios, que os entregaré en el
plazo convenido todos los castillos y villas que hay y poseo a esta
parte del Júcar, hecha excepción de los castillos de Denia y Cullera.
Dado en Ruzafa, a 28 de Septiembre de la era 1276 >>.8
Las preguntas que subyacen de dicho tratado son diversas. ¿Cómo, estando establecido en
el pacto que la tregua perduraría hasta el 1245, pues fue redactada en 1238 y en ella se
estipulan siete años de tregua, puede estar documentada la posesión de Jaime I del castillo
de Cullera en 1239? ¿Es posible que Jaime I violara dicho pacto y tomará por las armas el
castillo de Cullera? ¿Fue otro motivo de diversa índole el causante de la cristianización del
castillo de Cullera en 1239?
8 ANDRES PILES PAGINA 145,146
7
III. CASTILLO MEDIEVAL CRISTIANO.Si el castillo de Cullera fue asediado o por el contrario, estuvo la paz al amparo de dicha
cristianización es un hecho que suscita controversias y discrepancias entre historiadores y
cronistas, pues opiniones divergentes del mismo hecho se han llevado a cabo. Así pues, en
esta línea encontramos a Andrés Piles Ibars, el cual en su obra Historia de Cullera, se
muestra partidario de la idea de que Cullera no fue tomada por las armas, junto con
historiadores como P. Bleda, Ribelles o el canónigo Chabás; mientras que cita a Béuter,
Escolano y Diago como historiadores que fantasearon ataques a Cullera.9
No obstante fuere como fuere, lo cierto es que la edilicia formaba parte de la cristiandad en
1240, convirtiéndose en un enclave defensivo de considerable importancia. Si bien, cabe
mencionar que el castillo no perteneció de forma íntegra a Jaime I, pues el maestre de la
orden del Hospital manifestó al monarca la cuestión de quién debía ser dueño de la Villa de
Cullera y de su Castillo. Diversas fueron las razones que se adujeron para la susodicha
posesión confluyendo ambos intereses el 15 de Julio de 1240.
El Rey, por sí y sus sucesores, dio para siempre al maestre y freires
de la casa del Hospital de Jerusalén la mitad del castillo y su término,
reteniéndose para sí la otra mitad. La orden entraría en posesión del
castillo edificado en la parte superior, y el Rey podría construirse otro
debajo de la puerta del castillo que tuviese la orden, si quedaba
espacio suficiente; y, si no le había, sería partido el castillo ya
edificado. […]
En ningún caso podría el Rey dar, vender, empeñar, o enajenar en
cualquier forma el castillo, como no fuese a la orden, o sin
consentimiento de ella, si la enajenación no se hacía a la misma. Las
mismas obligaciones tendrían para con el Rey el maestre y los freires
en caso de venta, donación, empeño o enajenación del castillo por
parte de la orden, renunciando, además, al derecho que pudiesen
tener a la mitad del castillo que el Rey se retenía.
El dominio compartido entre ambas partes induce a pensar que pudieran
llevarse a cabo obras en el castillo. Pues el nuevo sistema social cristiano-
feudal imperante, así como una nueva frontera recién trazada instaban a ello,
pues se sucedieron algunos vaivenes militares.
9 PILES IBARS, Andrés, 1979 (nota 1), p. 151.
8
Posiblemente, durante la posesión compartida por unos y otros se llevaran a
cabo ciertas obras en el castillo, pues el nuevo sistema social cristiano feudal
precisaba de espacios de uso permanente, y los tiempos de paz ni mucho
menos habían llegado. En 1247 se inició una insurrección de los moros
valencianos, que no pudiendo soportar por más tiempo el ominoso yugo del
vencedor10, se levantaron contra los cristianos, liderados por Al-Azrach, tal y
como haría de nuevo en 1276. Sucumbidas ambas insurrecciones,
propiciaron un vacío en el reino que originaron repoblaciones por parte del
Rey en 1248.
En este mismo año, 1276, se produjo la muerte de Jaime I el Conquistador, el
cual en 1260, cedió el castillo de Cullera a su hijo bastardo Ximen, si bien,
pasó en 1273 al que sería su sucesor, su hijo, Pedro III el Grande. El cual
ocuparía el trono a partir de entonces. Sin mayor trascendencia, que la de
realizar algunas intervenciones en el castillo, pues Cullera suponía una de las
cuatro dársenas de la Corona de Aragón, siendo las restantes Barcelona,
Valencia, Tortosa y Cullera.11 Finalizado el reinado de Pedro III, le sucedió
Alfonso III, su hijo, en 1285. El cual, enajenó el castillo a Jazberto, vizconde
de Castellnóu, cuyo linaje se vio recompensado con dicho privilegio por los
servicios prestados tanto a la Corona. Ya en el reinado de Jaime II, en el
período que abarca los años 1300 y 1303, hay que fijar la época en que
Cullera fue incorporada de nuevo a la Corona. Semejante suerte corrió los
años posteriores. Pues Jaime II, al contraer nupcias con doña Leonor hija del
Rey de Castilla, se consignaron las rentas de diversos castillos, el de Cullera
entre ellos, a la reina doña Blanca, hija de Carlos II de Valois. Pasando en
1319 al primogénito de Jaime II.
Durante estos años nació de la unión de las órdenes del Temple y del
Hospital, la orden de Montesa. Concretamente en el año 1317, mediante bula
papal fue instituida la orden militar de Nuestra Señora de Montesa para
defensa del Reino contra los sarracenos, aplicándose a la nueva institución
todos los bienes, derechos y cuanto pertenecía a las órdenes que la
constituían, entre cuyos bienes estaba presente el castillo de Cullera.
Tomándose posesión del mismo dos años después de dicha institución, por
parte del maestre fray Arnaldo de Soler.
10 PILES IBARS, Andrés, 1979 (nota 1), p. 167.11 ARCINIEGA GARCÍA, Luis, 2003 (nota 3), p. 40.
9
En 1327 murió Jaime II, sucendióle en el trono Alfonso IV, el Beningno. En su
corto reinado, concedió a Cullera varios privilegios, y la enajenó siendo
apenas sentado en el trono Pedro IV, el responsable de recuperarla, en 1336.
El reinado de Pedro IV constituye uno de los más fecundos en cuanto a
acontecimientos concernientes a Cullera se refiere. Caracterizándose su
reinado principalmente por las constantes desavenencias que tuvo con la
orden de Montesa en cuanto a las obras en el castillo; las diversas
enajenaciones que llevó a cabo de la villa y el castillo y el enfrentamiento con
el reino de Castilla y los berberiscos.
La cuantía de veces que enajenó la villa de Cullera es otro de los rasgos
característicos del reinado de Pedro IV. Cuyo motivo es sin duda, la falta de
dinero. Por esto enajenaba posesiones del Real Patrimonio. Por esto vendió
Cullera indebidamente, como lo dice Martín el Humano.12 Lope de Luna, señor
de Segorbe, recibió el castillo de Cullera en la dote matrimonial de la infanta
Violante; rescatada posteriormente por Valencia, fue empeñada de nuevo villa
y castillo en 1344 al noble Nicolás de Janvilla, conde de Terranova. A esta
lista, se añade la venta del castillo y de la villa al infante Ramón Berenguer
cuyas nupcias de su hija Juana con don Juan Manuel, tuvieron como dote
dicha venta, entre otras enajenaciones.
Consolidada la propiedad compartida, y delimitadas las partes, perteneciendo
a la orden de Montesa la parte de poniente, con la Celoquia y al rey, la mitad
hacia el mar, se inició un periodo de fortificación y defensa tanto de la Villa
como del castillo. Si bien, la orden no asumió la parte que le correspondía en
la construcción de las obras del castillo. El Rey se presentó en el propio
castillo de Cullera en 1339 e hizo sabedor al maestre de la orden de Montesa
las obras cuyo fin defensivo debían realizarse: demoler la torre que miraba
hacia el mar, también la interior y los lienzos de muro que no reunían las
condiciones adecuadas, y, por supuesto, substituir lo derribado; junto a estas
disposiciones acompañaba otras de guarnición y munición.13 No obstante,
empezaron los conflictos entre ambas partes, pues la orden incumplió lo
pactado en 1240, en cuyo pacto se atribuía el pago de los costes a partes
iguales entre la villa real de Cullera y la orden -por aquel entonces de San
Juan del Hospital- de Montesa como heredera de la anterior. De lo estipulado
12 PILES IBARS, Andrés, 1979 (nota 1), p. 236.13 ARCINIEGA GARCÍA, Luis, 2003 (nota 3), p. 42.
10
en 1339 poco fue lo que se materializó, pues en 1353 Pedro IV instó al
maestre de Montesa que cumpliera lo establecido en dicho año. Pues los
refuerzos de las defensas eran menester, ya que el devenir de los
acontecimientos así lo requerían, pues el conflicto con Castilla era inminente.
Y constituía una necesidad vital para la villa y el castillo su reforma y
mantenimiento de los sistemas defensivos.
Diversas fueron las entradas que Pedro el Cruel realizó en Valencia.
Sembrando el terror y la devastación en 1363 en Cullera, siendo ocupada por
éste debido a la inferioridad de las defensas, armas, avituallamiento y
hombres frente a lo que traían los atacantes14 y reconquistada por el
Ceremonioso en mayo de 1364 al asalto, mediante la utilización de ingenios
llamados Bou i l’ Acavot, cuyo resultado fue el de importantes destrozos en el
castillo.15
<<Después que Nos recobramos de poder del rey de Castilla el
castillo y villa de Cullera, parte de la fortaleza fue derrruída, y
después reedificada>>.16
Finalizada la guerra con Castilla, el deseo insistente en las reparaciones tenía
esta vez una justificación más que consistente. Pues la importancia de la
situación geográfica en la que se hallaba el castillo y la villa, tanto como el
riesgo de nuevos ataques, por parte de Castilla; así como por el reino de
Granada o los piratas musulmanes, hacían pertinente poseer unas sólidas
defensas. Sin embargo, de nuevo brillo el acuerd por su ausencia entre la
Villa y la orden de Montesa. Por mandato real, se dictó la obligación que
tenían las partes de contribuir de manera equitativa al fin de hacer defendible
el castillo. No obstante, alrededor de un año se demoró la ejecución de las
obligaciones acordadas, en 1375 aún no fueron llevadas a cabo. La constante
retitencia por parte de la orden a contribuir en las obras de defensa,
propiciaron que el propio rey pidiera a Clemente V la disolución de dicha
orden. No obstante, en el año 1389 la orden seguía vigente así como las
protestas hacia la misma. Durante estos años, finales del XIV, el Rey vendió
de nuevo Cullera, su castillo, alquerías y territorio a la ciudad de Valencia, en
1381, para finalmente, ser comprada por los propios vasallos del Rey
haciéndole entrega de la misma.
14 ARCINIEGA GARCÍA, Luis, 2003 (nota 3), p. 46.15 ARCINIEGA GARCÍA, Luis, 2003 (nota 3), p. 46.16 PILES IBARS, Andrés, 1979 (nota 1), p. 265.
11
A caballo entre el fin del siglo XIV y el inicio del siglo XV, más concretamente
del 1396 al 1410, el trono fue ocupado por Martín I el Humano, hijo de Pedro
IV.
Durante estos años se edificaron diversas atalayas para ampliar la defensa,
pues los corsarios empezaban a hacer incursiones por el Mediterráneo.
Precaución cuya razón o motivo se reflejará en años posteriores cuando los
corsarios lleguen a Cullera. Así como su contribución a la defensa de la Villa,
Martín el Humano se preocupó por recuperar lo que antaño perdieron sus
antecesores, consiguiendo la redención de Cullera y estableciendo el 19 de
diciembre de 1402 un privilegio según el cual, la villa no sería enajenada por
fuere cual fuere el motivo.
Tras el reinado de Martín el Humano, finalizaba la vasta dinastía de reyes
catalanes de Aragón, para iniciarse, con la figura de Fernando I la dinastía
castellana de los reyes de Aragón.
Tras las visicitudes que acompañaron la llegada al trono, en 1412, de
Fernando I, el castillo de Cullera experimentó una nueva faceta en su función
inexistente hasta el momento. A la utilidad defensiva se le añadió la de
prisión. El 30 de noviembre el castillo de Cullera recibiría como prisioneros a
doña Margarita de Monferrato, condesa de Urgel, y madre de Jaime de
Aragón, así como a diversos criminales más, resultado todo ello de las
indiferencias surgidas en el Compromiso de Caspe (1412). Poco más se
podría añadir en cuanto a los usos que se le dieron al castillo a lo largo del
siglo XV. A lo largo del mismo la función defensiva ha sido la que ha
caracterizado al castillo, como demuestra el interés que Alfonso V puso en su
conservación. Por último, mencionar la ausencia de la orden de Montesa en
documentos de dicha cronología de lo cual se infiere que la orden, fuera por
voluntad propia o no, quedó desvinculada de dicho monumento.
El contexto que engloba el siglo XVI fue propicio para el mantenimiento del
carácter defensivo tan arraigado en el castillo. Cullera como ciudad
mediterránea costera, tal vez no participará directamente en el conflicto que
entre españoles y otomanos se desarrollaba por el control de sus aguas, si
bien, el temor a un ataque por parte de los otomanos mantenía alerta y
atemorizada a la población. A ello contribuye la creciente presencia de piratas
berberiscos, que causaban el caos con los constantes saqueos que en
13
enclaves marítimos, como Cullera, llevaban a cabo. Tal y como aconteció en
1503, cuyas consecuencias fueron desastrosas, pues gran parte de la Villa
fue incendiada. El castillo sirvió como refugio para las gentes de la población.
En 1532 se produjo una nueva incursión pirata, aunque ésta de menor
trascedencia e importancia. Más tarde, en 1550 y con el pirata Dragut a la
cabeza Cullera sufriría otro asedio, el cual también propició estragos de
considerable magnitud. Años antes, a lo largo de la segunda década del siglo,
tendría lugar las Germanías. Guerra civil originada en Valencia y Mallorca y
cuyo origen fue la voluntad de la población de poner fin a las demasías de la
nobleza. En este papel el castillo de Cullera volvió a desempeñar un papel
defensivo. Como la fortificación de la Villa no reunía buenas condiciones de
defensa, la guarnición, sin disputar la entrada al enemigo, se encerró en el
castillo, donde ya se habían refugiado las mujeres y los niños con cuantos
objetos de valor tenían en sus casas17.
Es pues, bajo este contexto, en el cual el castillo experimentó durante el siglo
XVI numerosas obras para asegurar su mantenimiento y óptimo estado para
el uso correspondiente. Un ejemplo de ello es la construcción del Baluarte
que data de 1582. Es un espacio macizo de cuatro lados destinado a albergar
artillería. Patente queda la preocupación y la importancia por mantener el
castillo, pues abundantes son las estimaciones y las inspecciones llevadas a
cabo, materializadas en diversas reformas y nuevas construcciones. El
castillo, era una estructura heredera de un planteamiento medieval cuyas
iniciativas para hacerlo eficaz oscilaban entre la consolidación de las
estructuras antiguas y la introducción de otras más modestas que
permietieran adaptarlo a nuevos usos y recursos.18 Cabe destacar las
intervenciones que se llevaron a cabo en la muralla, que aunque
independiente del castillo, motivo de este trabajo, permitió que cesaran los
saqueos por parte de los piratas.
No obstante, a finales del XVI la preocupación y consideración que se había
tenido del castillo a lo largo de esta centuria fue disminuyendo
paulatinamente, pues estas nuevas construcciones, como la muralla o las
torres de defensa, reemplazaron al castillo, pues eran éstas las que
empezaron a desempeñar las funciones desarrolladas anteriormente por el
castillo, la de defensa y la de vigilancia de la costa, llevadas a cabo ahora por 17 PILES IBARS, Andrés, 1979 (nota 1), p. 347.18 ARCINIEGA GARCÍA, Luis, 2003 (nota 3), p. 65.
14
la muralla y las torres de defensa respectivamente. Y puesto que eran éstas
las que se utilizaban eran las destinatarias de recibir el mantenimiento
oportuno.
Con el advenimiento del siglo XVII y con el transcurso del mismo, esperanza
ninguna podía albergar el castillo, pues si bien los acontecimientos históricos
serían los únicos capaces de devolverle la grandeza que antaño tuvo éstos se
tornaron en su contra. Pues con la expulsión en 1609 de los moriscos
valencianos se desvanecía la posibilidad de que éstos, en alianza con fuerzas
exteriores, llevaran a cabo un ataque en Cullera y fuera el castillo el lugar de
resguardo de la población19. Es evidente, que el uso del castillo iva
degradándose hasta alcanzar prácticamente el abandono. No obstante, si
carecía de valor estratégico para Cullera, progresivo era el aumento del valor
como santuario del castillo. Con un creciente fervor y veneración hacia la
Virgen de la Encarnación, o denominada también, del Castillo, pues es en
dicho lugar donde se custodia. Se celebraron misas a lo largo del siglo XVII y
se llevaron a cabo diversas obras para mejorar el santuario, creando espacios
propicios para la actividad religiosa.
V. EL CASTILLO EN LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA.
19 ARCINIEGA GARCÍA, Luis, 2003 (nota 3), p. 137.
15
Dichas construcciones se siguieron llevando a cabo en el siglo XVIII, pues el
valor religioso del castillo seguía imperando, hasta tal punto de que ello era el
motivo de que el castillo permaneciera erguido en la montanña de les
Raboses, y como tal, debía acondicionarse para dicho uso. Esta intensa
actividad constructiva eliminó la apariencia medieval del castillo y le confirió la
pobretona y lugareña actual20.
A caballo entre el final del siglo XVIII y el inicio del XIX las tensiones políticas
originaron, aunque de forma efímera, la recuperación de la consideración del
castillo como enclave defensivo. Si bien, esto no impidió que el edificio
prosiguiera con la decadencia que llevaba arrastrando. Fue en estos años,
en 1806 y 1807, concretamente, cuando se construyeron las revueltas que
anteceden al castillo, denominadas Camino Blanco o Camino del Calvario.
Durante los conflictos bélicos de la Guerra de la Independencia y las guerras
carlistas se realizaron obras en el castillo para mejorar su sistema defensivo.
Cullera fue tomada por los franceses desde diciembre de 1811 a julio de
1813. Durante las guerras carlistas se construyeron dos fortines que
definitivamente postergaron los sistemas defensivos tradicionales, el castillo y
la muralla. Otro aspecto reseñable del siglo XIX y que caracteriza la imagen
actual del castillo a la par que abre un amplio debate en cuanto a la
consideración del patrimonio, es la construcción del santuario de la Virgen del
Castillo como culmen de ese valor religioso que había caracterizado al castillo
desde el siglo XVII. Su construcción se concreta entre los años 1891 y 1897.
Y en 1922 los franciscanos fueron los encargados de preservar el santuario,
cuya capilla pasaría a convertirse en un recinto en el cual los franciscanos
ejercieron la docencia hasta su cierre en 1982 con cierto lapso de tiempo en
el que se interrumpió, de 1931 a 1944. Una vez finalizada la docencia ejercida
por los franciscanos en el castillo se empezaron a emprender trabajos de
arqueología a finales de siglo.
Declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento
en fecha 27 de abril de 1983, el castillo en la actualidad es el monumento más
representativo de Cullera. A pesar de las recientes restauraciones el castillo
es visitable. En la actualidad alberga un museo en la capilla gótica del mismo,
con la exposición de restos de carácter arqueológico e histórico desde la
20 ARCINIEGA GARCÍA, Luis, 2003 (nota 3), p. 137
16
Prehistoria hasta la contemporaneidad. Su visita resulta enriquecedora tanto
en el conocimiento de Cullera como de su edilicia más significativa.
VI. BIBLIOGRAFÍA17
- PILES IBARS, ANDRES: Historia de Cullera. (1893) tercera edición
1979, Ajuntament de Cullera.
- ARCINIEGA GARCÍA, LUIS: Sistemas de defensa en Cullera: Castillo,
murallas y torres, Ajuntament de Cullera, 2003.
- FONT BORRÁS MIGUEL ÁNGEL: <<História i art. Evolució
arquitectònica del castell de Cullera>>, III Jornades d’ Estudis de
Cullera. 2000, 7 i Mig, Benicull de Xúquer, pp. 401-421.
Fuentes de Internet. http://www.nostravalencia.com/cultural/castillodecullera/web/index.htm
http://www.museoscullera.com/el-museo
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