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LA MUSICA TRADICIONAL EN LA PROVINCIA DE VALLADOLID Joaqu ín Díaz Valladolid es una prov inc ia con peculiares características para la cultu- ra tr adicional. Lejos de sufr ir la des- población habitual de prov inc ias cero ca nas cu yos núcleos rura les quedaban deshabitados al emigrar sus pob lado res hacia una gran ciudad, Valladol id ha conseguido un status grac ias al cual sus hab itantes pueden trabajar en cua lqu ie- ra de las industrias existentes en la capital, y vivir en el med io rural. Esta circunstancia permite que muchos de los háb itos y costumbres tr adicionales mant engan -en el ámbito que les fue siempre más propicio, el rústico- una cierta vitalidad. Por supuesto. se han perdido las canciones y ritos que acorn- pañan, por ejemplo. las tareas agrfco- las, ahora mecanizadas; pero de otro lado han vue lto a renacer fiestas que. como el Carnaval, estuvieron "dormi- das " durante años. Este movimiento pendular de desaparición y renovación de elementos tradic ionales. tan pecu - liar y explicable en estos momentos. tiene en nuestra prov incia un compás ligeramente diferente al que pudiera tener en las circundantes. Como hemos di cho, una zona presum iblemente esté- ril para el investigador es. de hecho, una riquísima veta merced al hecho. ya expuesto. de la proximidad. de la inexistencia de distancias entre la ciudad y el campo: Cualquier persona puede part icipar en su vida cotid iana de ambos ambientes si lo desea; el 26 rural. -xícnde hab ita. part icipa de . costumbres y fiestas popu lares , conv i- ve, etc. - y el urbano -donde trabaja y se divierte- o Son muchas las zonas naturales de Valladolid (algunas pertenecientes tam- bién a otras provincias) que por una u otra razón influyen en determina- das áreas de la cultura tradicional: La Tierra de Campos, la T ierra de Pinares, el valle de la Esgueva, la Hi- vera del Duero, la Tierra de Medina. los Torozos, el valle del Horn ija... poseen caracteres propios que no se podr ían ab ordar en un breve artículo como éste, pero que sirven para dis- tinguir y delimitar zonas y personas. En una investigación de campo lleva- da a cabo hace años con la ayuda de José DelHn Val y Luis Díaz Viana, recopilamos más de 700 temas, parte de los cuales ya ha sido publ icada por la Institución cultural Simancas, de la Exce lentís ima Diputación prov incia l. dentro de su Catálogo folklór ico de Valladolid; en esta serie de volúmenes (cuatro hasta el momento y el qu in- to en preparación) expon íamos con c ierta amplitud los géneros y est ilos más característicos así como los ins- trumentos más uti lizados. Para mayor comod i dad. seguiremos -aunque no somos muy partidarios de las clasifi- ca ciones- esta división. que refleja- ría el siguiente orden: ROMANC ES Abundant fsirnos en la zona. Part i- cipan de las siguientes caracte ríst icas: 1. Estru ct ura dramática, esto es. divi- sión en tres partes de l argumento a comunicar. Estas tres partes son: Al Exordio o iniciación (en el que se habla de los personajes que interviene y su vinculación; ta les personajes tienen en los romances de pliego o ciego sus nombres propios y lugares de origen bien especificados como sucede en' las leyendas para dar más verosimilitud al relato). 8) Nudo (en que a través de diálogo se des- arrolla la parte central y más viva del texto) y C) Desenlace o ep ilogo (en qu e a tr avés de una mor aleja -no siempre coincidente con la moral "ofic ial"- se cier ra la narración con prem io o castigo para los pro- tagonistas. 2. Sintetismo. El hecho de que hayan sido du rante cientos de años las ma- dres o las abuelas y abuelos qu ienes han transmitido los romances ha dejado en ellos ciertas huellas. El cantor -dertamente especializado. aunque no profesionalizado-. acos- tumbraba a segu ir con atenc ión en veladas o reuniones fam iliares (don- de habitualmente se transmitran los romances) las "deserciones" de su auditorio. circunstancia que le obli- gaba en ocasione s a acortar o eli-

MUSICA TRADICIONAL EN LA PROVINCIA DE VALLADOLID

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Page 1: MUSICA TRADICIONAL EN LA PROVINCIA DE VALLADOLID

LA MUSICA TRADICIONALEN LA PROVINCIA DE VALLADOLID

Joaqu ín Díaz

Valladolid es una prov inc ia conpeculi ares caracterís t icas para la cu ltu­ra tradicional. Lejos de sufr ir la des­pob lació n habitu al de prov inc ias ceroca nas cuyos núcleos rura les quedabandeshabitados al em igrar sus poblado reshacia una gran ciudad, Valladol id haconsegu ido un status grac ias al cual sushabitantes pueden trabajar en cualqu ie­ra de las indust rias existentes en lacap ital , y vivir en el medio rural. Estac ircunstancia permite que muchos delos hábitos y costumbres tradicionalesmantengan -en el ámbito que les fuesiempre más propicio, el rústico- unacierta vitalidad. Po r supuesto. se hanperd ido las canciones y rit os que acorn­pañan, por ejemplo. las tareas agrfco ­las, ahora mecanizadas; pero de otrolado han vuelto a renacer fiestas que .como el Carna val, estuv ieron " do rmi­das " durante años. Este movimientopen dular de desaparición y renovaciónde elementos tradicionales. tan pecu ­liar y explicable en estos momentos.t iene en nuestra prov inc ia un compásligeramen te diferente al que pudierate ner en las ci rcundantes. Como hemosd icho, una zona presumiblemente esté­ril para el investigador es. de hecho,una riqu ísima veta mer ced al hecho.ya expuesto. de la prox imidad. de lainexistencia de distancias entre laciudad y el campo: Cualqu ier personapuede participar en su vida cotidianade ambos ambientes si lo desea; el

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rural. -xícnde hab ita. participa de .costumbres y fiestas populares , conv i­ve, etc. - y el urbano -donde trabajay se d ivierte-o

So n muchas las zonas naturales deValladol id (algunas pertenecientes tam­bién a otras provincias) que por unau otra razón influyen en determina­das áreas de la cultura tradiciona l:La Tierra de Campos, la T ierra dePinares, el valle de la Esgueva, la Hi­vera del Duero, la Tierra de Medina.los Torozos, el valle del Horn ija...poseen caracteres propios que no sepodrían abordar en un breve artículocomo éste, pero que sirven para dis­tinguir y delimitar zonas y personas.En una investigación de campo lleva­da a cabo hace años con la ayuda deJosé DelHn Val y Luis Díaz Viana,recopilamos más de 700 temas, partede los cuales ya ha sido publ icada porla Institución cultural Simancas, de laExce lentísima Diputación prov incia l.dentro de su Catálogo folklórico deValladol id; en esta serie de vo lúmenes(cuatro hasta el momento y el qu in­to en preparación) expon íamos conc ierta amplitud los géneros y est ilosmás característicos así como los ins­trumentos más uti lizados. Para mayorcomodidad. seguiremos -aunque nosomos muy partidar ios de las clasifi­caciones- esta división. que refleja­ría el siguiente orden:

ROMANC ES

Abundant fsirnos en la zona. Part i­cipan de las siguientes característ icas:1. Est ructu ra dramática, esto es. divi­sión en tres partes de l argumentoa comunicar. Estas tres partes son:Al Exordio o in iciación (en el que sehabla de los personajes que intervieney su vinculación; ta les personajestienen en los romances de pliego ociego sus nombres propios y lugaresde origen bien especificados comosucede en' las leyendas para dar másvero similitud al relato). 8 ) Nudo(en que a través de diálogo se des­arrolla la parte cent ral y más viva deltexto) y C) Desenlace o ep ilogo (enqu e a través de una moraleja -nosiempre co incidente con la moral"oficial"- se cier ra la narracióncon prem io o castigo para los pro­tagonistas.2. Sintet ismo. El hecho de que hayansido du rante c ientos de años las ma­dres o las abuelas y abuelos qu ieneshan transmitido los romances hadejado en ellos ciertas huellas. Elcantor -dertamente especializado.aunque no profesionalizado-. acos­tumbraba a seguir con atención enveladas o reuniones fam iliares (don­de hab itualmente se transmitran losromances) las "deserciones" de suaud it or io. circunstancia que le obli­gaba en ocasione s a acortar o eli-

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minar los versos o grupos de versosen que el interés de la audienciadecaía. Esta costumbre se convirtió,con el tiempo y el lISO , en una ca­racterística de estilo, al depurar ylimpiar los textos de elementos su­perfluos.3. Interpretación peculi ar. Los intér­pretes de romances son, por lo gene­ral, de dos t ipos: Especia lizados yprofesiona les. De los pr imeros he­mos hablado ya ; viven en el med iorura l, y en él (a través de veladas,reuniones fam ilaires o trabajo d ia­rio) se van transmit iendo de padresa hijos el corpus romanc ístico. De lossegundos, por lo común ciegos y ven­dedores ambul antes de pliegos, cabriareseñar su incidencia en la tradiciónoral, al haber contribu ído con su li­teratura de mayor o menor calidad,a injer ta r una cierta vitalidad - decarácter culto o pseudo-culto, casisiempre- en el árbol tradiciona l.Tanto unos intérpretes como losotros participan, generalmente, dedos estilos interpretativos que po­dr íamos definir como melódico ymelopeico. El primero, el más co­mún , es aquel en que el romance seinterpreta acompañado de una me­lod ía con estructura más o menoscomplicada, para cuya ejecución sehace uso de dos forma s diferentes:Silábica (en la que cada sílaba co in­cide con una nota mus ical), y melis­mática (donde una sílaba puede iracompañada de varias notas de adornoo melisma); esta última forma puedeconducir a error al recop ilador queconsidere siemp re tales notas de ador­no como características de la zona,cuando no se t rata, a veces, más quede una "flamenquización" de unamelod ía or iginalmente silábica .

Respecto al segundo est ilo, elmelope ico, está cercano a al",moscauces inte rpreta tivos renacent istasy se basa en la repetición de dos ot res en forma de melopea , de modosimilar a como sabemos se pod íainterpretar el "Conde Claros" enla época de fijación por escrito delromance.

Respecto a las escalas y modosut ilizados en la provincia, son diver­sos y abundantes, aunque ningunode ellos sirva para caracterizar enexclusividad a la zona , como hemosdemostrado en los volúmenes " yIV del Catálogo Folklórico.

CANCIONES

Siguen un orden preciso a travésde los ciclos del año, que van engar-

zados con hábi l seguridad las fiestasprescrit ianas, con las posteriormen­te cr istianizadas o las propiamentecr istianas. Así, desde el día de reyes,"la primer fiesta de l año" comienzauna especie de rosario cuyas cuentas ofiestas se irán desgranando a lo largode los doce meses. del calenda rio, yde algunos de cuyos hitos nos ocupa­remos brevemente a continuación.

San Antón (el d iecisiete de ene ro,San Antonero) solía reun ir alrededorde la iglesia los animales de t iro odomésticos que se hab ían de bendecir.Tal bendición iba acompañada de unacostu mbre que, con el tiempo y laconsiguuente mecani zación del campoes prácticamente la única que se haconservado: La de los "refranes" o"verdades"; con ellos los mozos ob­sequ iaban , aunque su tono no fuesesiempre elegíaco, a las mozas que lesgustaban:

Oh glorioso San Santón!el d iecisiete de eneroqué hacen ah í esas mozas !que se las quema el puchero.

Las Candelas, el d ía dos de feb rero,fiesta de la presentación con su ritua lde las velas y las tórtolas ha quedadoreducida a mero pórtico de la fiestade las Aguedas:

El d ía de las candelas!el día dos de febrerosale la Princesa a misa!Marra Madre de l Verbo .

Es en la fiesta de Santa Agueda ,con su ritual de inversión tantas vecesestud iado , donde las mujeres tomanel mando en el pueblo, ocupándoselas cofrad ías de solte ras y casadas deprepa rar la fiesta, e inclu so de "ajus­ta r" co n los du lzaineros los bailes.

Las marzas apenas se interpretanya, au nque ex isten todav la, fu nda­mentalmente en la zona norte. Por logenera l han dism inuido las constum­bres que significasen comunicaciónvecinal aunque muchos de los temasque acompañaban tales ritu ales se ha­yan conservado en la memoria indiovidua l.

Esta noche entraba marzo!media noche pa aba jo.Sale marzo y viene abr il!con las flores relucir ...

Carnaval y Cuaresma, indefect ible­mente un idos pese a su antagonismo,se celebran con diverso tratamientoen la prov inc ia: Las murgas y hasta los

enti erros de la sardina han vuelto ahacer acto de presencia desde haceunos años , mientras que la SemanaSanta tiene un repertorio pecu liar quese basa en dos sólidos pilares : Loscatorce Romances de la Pasión (enrealidad textos de Lope de Vega y Val­divielso que la gente tiene y a por anó­nimo s o tradicionales) y la Pasión d íaa día de la semana, ingente colecc iónde qu int illas que va describiendo pasoa paso la mue rte y resurr ección deCristo.

En abr il comienzan por San Marcoslas rogativas que estarán presenteshasta San Isidro. Cada pueblo tienesus prop ios textos y melod las, de tonosuplicante y respetuoso :

El agua de grac ia!todos te ped imoshombres y mujeres!ancianos y niños.

Los pueblos que no t ienen su roga­tiva utilizan una letan ía popu lar parasalir por los campos y reclamar el finalde la sequ ía.

Mayo, mes de exaltación de la pri­mavera por exce lencia , contempla unagran d ivers idad de ritos cuya génesisdiversa se ha entremezclado da ndo ori­gen a costumbres de curiosa índole.Así, el mayo clavado como símbo lode fert ilidad en la plaza del pu ebloy de cuya venta obtiene los mozos d i­nero suf iciente para una mer ienda co­mún; y la maya , o representación cr is­t iana de la primavera que va por lascalles pid iendo acompañada de susdamas:

A pedir venimos!tengan buenos díasla hostia y el cá liz!la Virgen María .dignos de alabar!der ramó su sangre!por la crist ianda d.A ped ir venim os!cuatro pandorgonastó lo que alleguemos!todo pa nosotras.

Son múlt iples los temas de qu intos- tan to los específicos de cada año ypueblo, como los pecu liares dentro dela tradición.

Ya se van los quin tos madre!ya se va mi corazónya se va qu ien me po n la!ramitos a m i balcón,que la prov incia conse rva'aún.

En San Juan, ce ntro de l año , aún

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se ven ho~eras y se escuchan cancio­nes en dist intos núcleos rurales y urba­nos de Valladolid. Lo mismo se pod ríadecir del resto de las fiestas que com­ponen el calenda rio anual: La Virgende Agosto , San Roque (con sus bailesde procesión delante del patrono) , lavendimia (con sus lagarejos y bromastodavía en uso en algunos pueblos),las bodas (generalmente celebradasdespués de la cosecha) co n sus ant iguasy venerables galas:

A la gala de la bella rosaa la gala del galán que la goza :Las ánimas, las matanzas (en que aúnSe escuch a a alguna persona mayorcant ar algún romance) y todo el con ­junto de villancicos y canciones seria­das o didác t icas

De las doce palabra s dichas yretorneadas, dime la una.La una buen sol y buena luna,hombre y mujer hombreSanct i Domine,que compone el c iclo de Navidad.

BAILES

No es sólo la jota el baile favorito- al menos no lo fue hast a aho ra-,y de ello pueden dar testimonio losmuch os du lzaineros y tambori lerosque la provincia tu vo y tiene y de losque hicimos un censo en nuestroCatá logo. Las habas, la Ent radilla, elbaile de rueda, los co rridos, e incluso

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los bailes de época como pasadoble,mazurca, polca, pericón, tango, chotisy otros tuv ieron la aceptación y apre­cio populares. Una época difíci l parala canción tradicional (pero más aúnpara el baile) provocó desde hace trein­ta años gran cantidad de deserc ionesentre los propios du lzaineros que sepasaban a los rit mos mode rnos, y,consecuentemente (o al. revés) entreel público. El hecho es que, pese aque en nuest ros d ías renace con tue r­za el interés por los autóctono, muchasde las más bellas melodías populareso tr adicionales están seguramente per­didas por falta de atenc ión o po rsimple desidia.

Creo que entre las danzas merecenla atención, por lo vetustas e intere­santes, las de paloteo que aún se con­servan, y por su interés para los aman­tes de lo mágico la denominada del"rnirrio" (birr ia o diablo) que, en Tor­dehu mos, iba levantando las faldas delas chicas co n permiso de la Autoridad.

INSTRUMENTOS

Cabría destacar finalmente los ins­trumentos más uti lizados en la prov in­cia, que son la dulzaina y tambo rily las tejas o palillos. De la dulzaina,con o sin llaves, pod ría dec irse quetuvo su renacimient o en Valladolid,donde dos famosos artesanos, Velascoy Onto ria, surt ieron de instru mentosa toda la zona (incluyendo provinc iaslimít rofes). El pito de caña (hecho

de caña vegetal) y el pito de llaves(especie de flauta dulce hecha de éba­no y con dos o tres llaves, con la quelos dulzaineros ensayaban y con la quese organizaban después del baile en laplaza las veladas de salón acompaña­da de vial ín y guitarra) han sido, jun­to con otros instrumentos ciertamenterúst icos como la gaita de centeno, losque han seguido en popularidad a ladulzaina.

Respecto a las tejas y a los palilloshan ten ido y t ienen una pro fundatr adición como instrumentos de pe r­cus ión. Raro era encontrar hace añosen cua lquier pueblo de la prov inciaa un niño que no hub iese tenido ent resus manos y hecho sonar dos t rozosde plato o dos tablillas.

Hay casos, no muy abundantes, debuenas pandereteras, y respecto a losinst rumentos cordófonos una feliztradición de rondallas (bandu rrias, lau­des y guitarraa) que constituyenacompañamien to insust itu ible para jo­tas y pasacalles.

Se pod ría concluir con la considera­ción que una realidad insoslayable nosofrece: Es posible que Valladolid,lugar de paso y encruc ijada de cami­nos haya perdido muchos temas queaún se co nservan en núcleos aisladosde otras prov incias, pero lo que haquedado t iene una vital idad innegablepor no haber perd ido, en la mayo ríade los casos, el ritmo del tiempo y lasociedad.