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Epígrafe 2 del temario de literatura elaborado por Sheila Agustín (2º de Bachillerato)
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IES “COMUNIDAD DE DAROCA”, Daroca (Zaragoza). Curso 2011-2012.Dpto. de Lengua Castellana y Literatura. 2º de Bachillerato.
Trabajo colaborativo. Literatura. Novela del XX. Sheila Agustín.
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Epígrafe nº 2. El realismo social en algunas novelas de los años 50: Temas. Técnicas
y estilo. Títulos emblemáticos (La colmena, de Cela; El Jarama, de Sánchez Ferlosio).
Durante la década de los 50 la economía española se industrializa y se produce un
desplazamiento de la población del campo a las ciudades. A nivel internacional, la Guerra
Fría enfrenta al mundo occidental, liderado por los Estados Unidos, contra el bloque
socialista, encabezado por la Unión Soviética (mientras en España continúa el régimen
dictatorial de Franco).
Tras la visión existencial de la narrativa de los 40, en los 50 aparece el REALISMO
SOCIAL. Ahora, el escritor, consciente de la realidad histórica y social, utiliza su obra
como vehículo de protesta y denuncia.
El tema predominante de este género literario es, pues, la crítica social, que se lleva a
cabo a través de la severa descripción del mundo rural, de la clase obrera y de la
burguesía, además del conflicto que se establece entre el individuo y la sociedad. Son
obras que relatan la dureza de la vida cotidiana de la clase trabajadora y del
campesinado de manera objetiva, eliminando los aspectos más fantásticos o subjetivos que
se alejan de la realidad. También son utilizados otros temas más cercanos al lector como la
infidelidad, el dinero, los conflictos matrimoniales...
Por otro lado, las técnicas narrativas y el estilo del realismo social, presentan una gran
influencia del neorrealismo italiano y de escritores norteamericanos conocidos como
“lost generation”. Se suelen distinguir dos tendencias dentro de este grupo de autores:
una neorrealista (Aldecoa, Fernández Santos, Martín Gaite, Sánchez Ferlosio, Ana María
Matute) y otra social (García Hortelano, los hermanos Goytisolo).
Resulta muy frecuente la utilización de un narrador omnisciente en tercera persona
(conoce todos respecto al mundo de la historia, aunque a menudo no se quiere interponer
entre el lector y el relato-), además del uso de diálogos en estilo directo y monólogos. A
veces también se suele utilizar la técnica del narrador oculto (mirada de una cámara
cinematográfica que solo muestra al espectador –lector- el comportamiento externo de los
personajes).
Es frecuente el comienzo in media res, es decir, en la mitad de la historia, por lo que los
autores utilizan recursos como el flashback, la concentración de acciones en cortos
periodos de tiempo y la sucesión de diferentes puntos de vista para ayudar al lector a
IES “COMUNIDAD DE DAROCA”, Daroca (Zaragoza). Curso 2011-2012.Dpto. de Lengua Castellana y Literatura. 2º de Bachillerato.
Trabajo colaborativo. Literatura. Novela del XX. Sheila Agustín.
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seguir la historia. Además, el autor busca limitar el protagonismo de los personajes,
basándose más en sus actos y no tanto en la manera de expresarlos o en su mundo interior.
Es frecuente que no haya un personaje principal, se habla de protagonista colectivo: todos
los personajes aportan algo a ese gran mosaico que es el relato. Los conocemos por lo que
hacen y dicen, por eso el lenguaje es especialmente importante. No les interesa tanto
experimentar con la lengua como usarlo como medio de concienciación y cambio social.
Coloquialismos, vulgarismos, argot… el lenguaje está relacionado con la ocupación de los
personajes. Predomina, pues, un lenguaje sencillo y descriptivo, con el objetivo de reflejar
de manera veraz el habla cotidiana de los personajes.
Los títulos más emblemáticos de esta época son:
- La colmena (1951): Es una de las obras más importantes de Camilo José Cela,
considerada la inauguradora del realismo social de los años 50. Está compuesta por
seis capítulos y un epílogo, dentro de los cuales se encuentran un conjunto de
secuencias que realizan descripciones tanto de los múltiples personajes como de
sus acciones. Uno de los objetivos principales del autor es hacer que un conjunto
de vidas, aparentemente diferentes, se crucen en algún momento de la obra
relacionándose entre sí (de ahí el símil con la colmena de abejas). Como
consecuencia, no existe un argumento fijo, si no el de casi cuatrocientos
personajes (personaje coral), que se desarrollan a lo largo de tres días en el
Madrid de 1942. A su vez, la obra se caracteriza por el intento del autor de
hacerla aparentemente objetiva; sin embargo, el narrador adopta una actitud
omnisciente que hace visible esta falsa objetividad.
- El Jarama (1956): Escrita por Rafael Sánchez Ferlosio, se considera el máximo
exponente del objetivismo, ya que no introduce ningún valor sentimental en todo su
desarrollo. Narra la historia de unos jóvenes que acuden a bañarse a la orilla del río
Jarama y de unos adultos que están tomando algo en una taberna cerca de los
jóvenes, durante 16 horas. La historia se ve interrumpida por la muerte en el río de
una muchacha. El lenguaje utilizado es coloquial, reflejando las escenas de las
diferentes generaciones presentes a través de los numerosos diálogos, que ayudan
a la objetividad. No existe un único protagonista, sino un grupo. Cabe destacar la
simultaneidad de las escenas, que se observa en la relación entre los jóvenes y la
conversación entre los mayores.