Nuestro problema bibliotecario

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  • 7/25/2019 Nuestro problema bibliotecario

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    NUESTRO PROBLEMABIBLIOTECARIO

    Guillermo Feli Cruz - 1963

    No recuerdo el caso - hace treinta y ocho aos que estoy en la

    Biblioteca Nacional - de un Ministro de Educacin que

    seriamente hubiera querido conocer el funcionamiento

    bibliotecario del pas. Tampoco recuerdo el de un subsecretario

    que tuviera inters en saber lo que la Biblioteca.

    Los Directores se han estrellado con las paredes de las salas y

    antesalas, sin despertar la curiosidad por sus proyectos, sus

    observaciones, sus deseos de mejorar lo que implacablemente sedestrua. Los Ministros de Hacienda, por otra parte, sin

    consideracin a nada borraban con lpiz rojo del presupuesto

    bibliotecario cuanto les pareca conveniente para producir

    economa.

    Consultaron alguna vez que significaba lo que supriman?

    En realidad, en el caso de los servicios de Bibliotecas,

    Archivos y Museos, parece increble que haya sido el Estado

    quien haya ido contra el Estado, inutilizando servicios que

    merecan consideracin como testimoniales de un grado de la

    cultura nacional.

    As se arruinaron los servicios.

    Junto con ellos se produjo, naturalmente, la desmoralizacin

    del personal por el desprecio que el Estado ha hecho de la

    profesin bibliotecaria, mal rentada, postergada y vejada

    frente a situaciones expectables y lisonjeras de otros

    funcionarios. Ha debido convencerse de que es intil esperar

    justicia del poder pblico al cual sirve en una misin

    educadora que es de tanta resonancia en la formacin de la

    cultura y orientacin de ella como la del magisterio primario o

    secundario, y aun de ms importancia todava si se la mira como

    colaboradora de ella y en el sentido social amplsimo de su

    rol.

    Queremos cambiar el sistema de asistencia a las bibliotecas

    inscritas en el servicio por el de la peticin directa de los

    libros de acuerdo con las necesidades y la experiencia de cada

    biblioteca, en lugar de hacer nosotros los envos. En las

    peticiones que se nos hicieron observamos una desorientacin

    verdaderamente lastimosa. No se tena idea de lo que es laseleccin de libros. A veces ni siquiera se saba cules son

    los textos de estudio que se requieren para los cursos. Otras

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    veces las obras solicitadas indicaban un completo

    desconocimiento del medio que debe servir la biblioteca.

    Semejante estado de cosas nos ha persuadido, una vez ms, de la

    urgencia de propender a formar cursos rpidos de bibliotecarios

    para instruirlos en lo esencial, en lo elemental, de la

    profesin. Sobre este particular nos habamos ya dirigido al

    seor Decano de la Facultad de Filosofa y Educacin de la

    Universidad de Chile, en oficio N 1.091, de fecha 12 de

    Diciembre de 1962. Ante l insistimos en la importancia de un

    personal especializado para atender las bibliotecas,

    invitndole a participar en la coordinacin de un plan de

    organizacin y fomento de ellas, como Jefe de la Escuela de

    Biblioteconoma.

    Sabemos que la Facultad secund nuestro propsito. Pero no

    encontr en el ambiente un eco que hiciera pensar

    halageamente en mejores resultados para el futuro. La falta

    de inters por los estudios de Biblioteconoma, no obstante lasbecas otorgadas por la Facultad, reside en que la carrera

    carece de destino, est psimamente mal rentada y no ha

    encontrado ni en las bibliotecas fiscales ni particulares, o de

    cualquier gnero que stas sean, un rango, una situacin digna,

    en lo econmico y social. Este triste y vergonzoso estado

    inhabilita las mejores iniciativas de quienes denodadamente

    luchamos por dignificar la profesin, en primer trmino, y, en

    segundo, por darle al pas a travs de sus bibliotecas en los

    grados que sean, lo que el desarrollo de su cultura necesita.