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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA SUR ÁREA DE CONOCIMIENTO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE HUMANIDADES MAESTRÍA EN HISTORIA REGIONAL
OASIS Y REGIONES ECONÓMICAS TEMPRANAS EN LA PENÍNSULA DE
CALIFORNIA, ‘SIGLO XVII-XIX’
TESIS
QUE, PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRO EN HISTORIA REGIONAL,
PRESENTA
JULIO CÉSAR MARTÍNEZ GONZÁLEZ
DIRECTOR: DR. GILBERTO JESÚS PIÑEDA BAÑUELOS
LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR, 12 DE DICIEMBRE DEL 2011
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................... 3
OBJETO DE ESTUDIO .......................................................................................................... 4
MÉTODO DE INVESTIGACIÓN ...........................................................................................12
OBJETIVOS .......................................................................................................................12
HIPÓTESIS ........................................................................................................................13
METODOLOGÍA ................................................................................................................14
FUENTES...........................................................................................................................15
MÉTODO DE EXPOSICIÓN .................................................................................................23
CAPÍTULO I:LA GEOGRAFÍA SUDPENINSULAR Y LA ARTICULACIÓN DE SUS
ESPACIOS SOCIALES: EL OASIS COMO SUJETO HISTÓRICO .....................................27
I.1 La geografía sudpeninsular y sus oasis ......................................................................28
I.2 Los Californios y su relación con el medio ...................................................................61
I.3.Territorios de recorrido de los Californios y los oasis ..................................................80
CAPÍTULO II: EL NACIMIENTO DE REGIONES ECONÓMICAS TEMPRANAS DENTRO
DE LA ECONOMÍA MISIONAL .............................................................................................95
II.1. El sistema de misiones en el Noroeste ......................................................................95
II.2. La economía misional ............................................................................................... 109
II.3. La misión como epicentro regional, su ubicación en el espacio y su relación con el
medio................................................................................................................................ 126
CAPÍTULO III: LAS REGIONES ECONÓMICAS EN LOS LÍMITES DE LA ECONOMÍA MISIONAL Y LA
ECONOMÍA MERCANTIL ......................................................................................................... 154
III. 1 La expulsión de los jesuitas y la reorganización territorial. .................................... 154
III. 2 La reorganización espacial y el desarrollo de la propiedad privada ....................... 164
III.3.Oasis y pueblos originarios: Producción y distribución de mercancías ................... 172
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................... 181
3
INTRODUCCIÓN
El espacio, la ocupación del suelo y las antiquísimas actividades
económicas en los oasis sudpeninsulares y sus alrededores —hasta las primeras
décadas del siglo XIX—,son nuestro objeto de estudio; por lo tanto, explicaremos
el funcionamiento de una economía de subsistencia, basada en: una economía
natural de apropiación; una economía agropecuaria misional; y una economía
mercantil simple, en dondeel mundo de los oasis representó,al momento del
contacto con los españoles, la seguridad y subsistencia de más de 40 mil
pobladores de la península,y de los poco más de seis mil pobladores que
habitaban a finales del siglo XVIII.Con la presencia del hombre, los oasis dejaron
de ser solamente una entidad natural biodiversa y adquirieron un valor de uso
determinante, el cual fungió como apoyo material para el desarrollo de una
economía de subsistencia.
Pese a que al final del periodo que abordamossurge en la economía
sudpeninsular la producción de mercancías; que por definición se producen con el
objeto de cambiarse; y por lo tanto, pudiera clasificarse como una economía de
valores de cambio, en realidad se trata deuna economía de
subsistenciateóricamente identificada como una economía productora de valores
de uso; sobre todo porque elterritorio ocupado, que incluye a los oasis y el
aprovechamiento de ellos, permaneció en el mismo estatus hasta el final del siglo
XVIII.
4
OBJETO DE ESTUDIO
Nuestra investigación histórica inicia conla delimitación de nuestro objeto de
estudio dentro de un periodo muy temprano en la formación de regiones
económicas en la península de la California. Dentro de este periodo, las diferentes
formas de oasis constituyeron un factor fundamental en la formación de los
espacios sociales y económicos.
Para los primeros asentamientos humanos de la península, la ubicación del
recurso agua fue esencial para la formación de regiones económicas basadas en
la caza y la recolección,como primer etapa, y en la producción agropecuaria,como
segunda. Por lo tanto, los oasis peninsulares están directamente relacionados con
la vida humana y con las relaciones sociales de producción que se establecieron
tras la llegada de los jesuitas evangelizadores-colonizadores, la cual dio forma a
las regiones económicas tempranas. Por todo esto resulta pertinente hablar de
ello, relacionando la forma en que los californios aprovechaban los recursos
naturales; y analizando la forma en que se desenvolvían sobre su espacio,sobre la
existencia desus territorios de recorrido y en torno a la formación de regiones
económicas tempranas. Estos aspectos son el tema central de nuestra
investigación.
La construcción de estos modelos teóricos los iniciamos describiendo las
particularidades del régimen de producción y las características —propias de los
grupos cazadores-recolectores, que además es la categoría en la cual se
encuentran clasificados— políticas y social los indios californios. Entre ellas sale a
relucir su particular nomadismo, condición básica mediante la cual lograban
satisfacer sus necesidades alimenticias;y que a su vez era la principal
preocupación y ocupación de los indios californios.1
1 Martha Micheline Cariño Olvera, Historia de las relaciones hombre naturaleza en Baja California
Sur 1500 – 1940, México D.F., Universidad Autónoma de Baja California Sur, Secretaría de
Educación Pública, 2000, p. 32. Como el territorio en el que se desenvuelve está limitado por el carácter peninsular del espacio, el nomadismo al que nos referimos es muy relativo, pues el espacio ocupado es relativamente pequeño y sus recorridos se repiten anualmente con base en las
5
El nomadismo de los californios y la forma de organizarse, integrando
bandas familiares, estaba sujeto a la ocupación de ciertos espacios del territorio
peninsular dentro de los cuales realizaban continuos recorridos de carácter cíclico
enlas diferentes épocas del año. Así, dentro de cierta área o espacio geográfico,
iban aprovechando de forma eficaz y estacional los recursos que el medio les
brindabapara su subsistencia. Esta relación tan estrecha e íntima que lograron
desarrollar con el medio les permitió realizar un aprovechamiento integral del
recurso biótico. Por ende, iban conjugándose aspectos como la capacidad de
carga del ecosistema de acuerdo con la estación del año y el valor nutricional de
los alimentos existentes. Esta conducta tan efectiva, y que en nada corresponde a
una conciencia ecológica por parte de los californios, obedecía a la experiencia
que habían heredado a través de múltiples generaciones. Por consiguiente, se
convirtieron en individuos culturalmente adaptados a esa forma de vida.2
Al abordar el estudio de los territorios de recorrido de los indios californios, y
en el afán de comprender los patrones de movimiento dentro de su espacio; de
figurar sus posibles límites y la flexibilidad con que se establecieron, debemos
considerar una gran cantidad de factores, tanto físicos como culturales, en donde
sobresale —por su importancia definitoria— la existencia de depósitos de agua
temporales, así como de fuentes de agua permanente. Estos fueron el centro de
los territorios por donde transitaba la banda3 y,por consiguiente, reguladores de la
ocupación de aquellos espacios.Por otra parte, dando por entendido que el
recurso agua fue un factor determinante dentro de estos territorios, no se puede
obviar la fuerte influencia que las características físicas y ecológicas del ambiente
tenían en los territorios; y sin olvidar la flexibilidad que tenían los límites de su
zona de influencia. Es aquí donde toman importancia las particularidades
geográficas y orográficas que en la actualidad se pueden apreciar en el mismo
estaciones del año. Por eso, algunos historiadores prefieren denominarlo semi nomadismo o semi sedentarismo.
2 Rosa Elba Rodríguez Tomp, Cautivos de Dios, México D.F., Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología Social, Instituto Nacional Indigenista, Primera edición, 2002, p. 24.
3Cariño Olvera, op. cit., p. 36.
6
espacio; sólo que con más de cuatrocientos años de diferencia, es decir, después
del contacto con los españoles.
En este sentido, es pertinente señalar la diversidad de climas y microclimas
que a pocas distancias, en sentido latitudinal y longitudinal, se hacen manifestar,
modificando así las condiciones ambientales y de aprovechamiento del medio. En
el extremo sur peninsular, por ejemplo, dichas condiciones son un indicativo de la
diversidad de estrategias adaptativas que los californios desarrollaron dentro de
una misma unidad cultural4 y un mismo espacio. Entre los accidentes geográficos
más representativos, podemos destacar la existencia del Océano Pacífico, el Golfo
de California, una cordillera serrana, arroyos, planicies, llanuras y cañadas.
Otro aspecto fundamental, es la existencia de un equilibrio muy particular
entre el medio ambiente y la población, donde ante una mayor biodiversidad
ecológica del espacio se dio la existencia de una población nativa con menor
dinamismo en sus recorridos; mientras que a la inversa, con una biodiversidad
ecológica más pobre, la población flotante era más baja y con una mayor
movilidad dentro de su territorio.
La formación de las regiones con una economía misional agropecuaria,dentro
de nuestra área de estudio, tiene su inicio cuando se logró establecer el primer
asentamiento colonial permanente dentro del territorio peninsular, ya que a
diferencia de las civilizaciones indígenas que existieron en el centro del país y que
lograron constituir una de las regiones económicas y políticas más fuertes de toda
Mesoamérica, los antiguos californios no habían logrado desarrollar una
regionalización propiamente dicha;sino sólo la distribución de sus territorios de
recorrido alrededor de los oasis, que en cierto sentido se trata de una región
económica. Como grupos nómadas, su patrón de vida se desplegaba conforme
llegaba la maduración de los frutos que comían, la caza que practicaban y por la
ubicación de los aguajes temporales o permanentes que existían.
4Rosa Elba Rodríguez Tomp, Los límites de la identidad. Los grupos indígenas de Baja California
ante el cambio cultural, México D.F., Gobierno del Estado de Baja California Sur, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, 2006, p. 77.
7
Con la llegada de los misioneros a las tierras californianas dio inicio la
transformación de una economía natural de apropiación, practicada por los indios
californios, a una economía de tipo misional con base agropecuaria. Esta vendría
a implantar un nuevo sistema económico, político y social; con lineamientos y
formas totalmente ajenas y desconocidas para la comunidad indígena. De esta
forma, el proyecto jesuita tuvo como piedra angular a la Misión, por ser esta una
unidad económica diseñada para ser autosuficiente. Operaba como una unidad
motriz capaz de promover y estimular su propio desarrollo, así como el
surgimiento de nuevos centros misionales que también se ocupaban de desarrollar
la economía de aquellas que ya existían.5
La ubicación de las misiones dentro del territorio sudpeninsular obedeció
esencialmente a dos factores; el primero, quejustificaba la presencia de los
jesuitas sobre estas tierras,fue fundar la misión sobre aquellas zonas donde la
existencia de bandas o rancherías de nativos era más numerosa; el segundo,
obedecióa la necesidad de fundar el centro misional cerca de aquellos lugares
donde la presencia de ojos de agua dulce y tierras fértiles les permitieraobtener
sustento en el futuro6.Es precisamente en este punto donde nuestra investigación
se orientahacia el análisis del factor espacio geográfico, así como de su
vinculación con el desarrollo de los primeros núcleos socioeconómicos regionales.
Dentro del sistema misional, el factor espacio geográfico tuvo una fuerte
influencia dentro del proceso de construcción yconsolidación de las Misiones. La
presencia de tierras fértiles y ojos de agua que aparecían a manera de oasis
dentro de la geografía sudpeninsular,fue el escenario perfecto para el
establecimiento de Misiones; en especial por su base económica de corte
agropecuario. Este fue un periodo donde el medio geográfico, soporte de todas las
relaciones y acciones humanas, tuvo una posición dominante sobre el factor
espacio social. Existió, pues, una alta dependencia del medio geográfico dentro de
5 Francisco Altable, ―La economía misional‖, en Dení Trejo Barajas (coordinadora), Edith González
Cruz (ed.), Historia General de Baja California Sur I. La economía Regional, México, D.F., CONACYT, SEP, UABCS, PyB, 2002, p. 57.
6Ibíd., p. 64.
8
la economía misional, la cual requirió del apoyo de las Misiones de la contracosta
para su sustento, ya que su economía generaba bajos niveles productivos; pero
además era una sociedad que no contaba con la tecnología suficiente para
modificar cualquier espacio geográficoa su conveniencia.
Bajo estas circunstancias fue que el sistema Misional sudpeninsular se fue
desarrollando y, paralelamente a su campaña evangelizadora, fue dando vida a
los primeros núcleos regionales de la sudpeninsula, determinando así
suscaracterísticas productivas, donde no todos lograron consolidarse y
desarrollarse por igual debido a las dimensiones físicas del oasis donde fue
asentada y por las condiciones físicas del medio que determinaba la posibilidad de
desarrollar actividades como la agricultura y la ganadería.
Con la caracterización y el fundamento de cada uno de los factores antes
descritos, el resultado fue un mosaico de epicentros regionales,el cual estaría
constituido por las Misiones de San Ignacio, Santa Rosalía de Mulegé, Loreto–
San Javier, San José de Comondú, La Purísima Concepción, Santa Rosa de
Todos Santos, Santiago y San José del Cabo.
Con la expulsión de la compañía de Jesús en 1768, se dio el fin de una
economía de tipo misional que se había establecido a lo largo de 70 años bajo un
gobierno de corte religioso que se oponía rotundamente al modelo y
establecimiento de la propiedad privada en los medios de producción. Asimismo,
dio inicio un periodo de transición con el cual la Corona española trataría de
integrar, de manera concreta, a la península de California con el sistema
económico novohispano.
Las reformas borbónicas y sus nuevos procedimientos contables y
administrativos, «racionalmente» diseñados; y con los cuales se contrarrestaría la
corrupción, el fraude, el burocratismo y otros «cánceres» de la administración
pública,7 hicieron acto de presencia dentro de la península de California por medio
de la personalidad del reformador José de Gálvez, un personaje que, ―en su
7 Francisco Altable, ―Aparición y desarrollo de las actividades privadas‖, Ibíd., p. 119.
9
calidad de alto delegado de Carlos III en Nueva España‖,8 vendría a reestructurar
los aspectos económicos, políticos y administrativos que en ese momento
predominaban en el territorio peninsular y en todo el noroeste novohispano.
Los principales objetivos o prioridades que José de Gálvez pretendió
alcanzar en el escenario peninsular fueron:
[...] promover el comercio y la habilitación de puertos en el golfo;
fomentar la producción local para evitar, al menos en parte, las remesas
del exterior; reglamentar las operaciones marítimas y disminuir los
precios y salarios.9
Una vez logrado esto, y con el efecto de la disminución en los salarios, los
precios, los fletes y los pasajes, se formarían las condiciones ideales para la
llegada de nuevos colonos que se irían integrando a las actividades productivas y
mercantiles; mismas que en el futuro serían las generadoras de los ingresos
fiscales.
Gálvez siempre actuó bajo la firme intención de promover la emancipación
de las fuerzas del mercado, la integración y dinamización de los actores
económicos; todo esto bajo las innovaciones en la mejora y eficiencia del sistema
de comercio ultramarino y en la instauración de un nuevo sistema administrativo y
hacendario,10 el cual permitiría enterrarcontundentemente la antigua economía
misional e iniciar una rápida transformación hacia una economía de tipo mercantil.
Sin embargo, pese al amplio conocimiento que en materia de
administración pública tenía el reformador, y pese a las ordenanzas y proyectos
que en forma enérgica se propuso impulsar, la realidad peninsular terminó
superándolo debido a que la población indígena estaba cada vez más mermada,
lo cual se tradujo en escasez de mano de obra. De igual forma, su proyecto
colonizador se vio entorpecido a causa de la poca distribución de tierras existentes
8Francisco Altable, ―Los años de la gobernación de California. La reorganización administrativa y
sus efectos‖, en Edith González Cruz (Coordinadora General), María Eugenia Altable (Editora del Volumen) Historia General de Baja California Sur II. Los Procesos Políticos , , México, D.F.,
CONACYT, SEP, UABCS, IIH, PyB, 2003, p. 129.
9Altable, ―Aparición y desarrollo...‖, op. cit., p. 124.
10Ibíd., p. 120.
10
entre los indígenas; y por lo difícil y costoso que resultaba el abasto de víveres y
bastimentos hacia la sudpenínsula.11 Por otra parte, las difíciles y extremosas
condiciones físicas y medioambientales del territorio, también contribuyeron al
fracaso.
Alejándonos un poco de los ilusorios proyectos galvecianos; y
acercándonos, a su vez, a la dura y difícil realidad sobre la cual caminaría la
economía sudpeninsulara inicio del siglo XIX, es preciso resaltar la continuidad de
la ocupación de ciertos espacios bajo un tipo de economía bastante similar a la del
periodo misional, sólo que con la diferencia sustantiva de una economía mercantil
simple; sobre todo en la producción perlera y minera.Existió pues, de acuerdo a la
época y a la lejanía de los principales centros industriales, una ausencia de
tecnología que permitiera modificar las condiciones naturales en favor del
desarrollo de actividades productivas que pudieran sustentar el nacimiento de
nuevas poblaciones; es por ello que la existencia de ciertos lugares con
características diferentes al seco y estéril suelo peninsularsiguió condicionando,
aunque en menor medida, el establecimiento y desarrollo de las poblaciones
sudpeninsulares.
Es por esto que:
[...] como los escasos manantiales, aguajes o arroyos estaban por lo
general ubicados en tierras que para estas fechas estaban bajo
jurisdicción misional, los asentamientos civiles se desarrollaron de
manera primordial en los mismos lugares que ocupaban los centros
misionales y ranchos aledaños...12
Esta condición no se dio con los nacientes reales mineros del sur
peninsular, pero, sin lugar a dudas, difícilmente pudieron haber subsistido sin el
apoyo de los núcleos misionales.
Con el inicio del siglo XIX, las condiciones sobre las cuales caminaba la
economía sudpeninsular comenzaron a variar poco a poco; principalmente por las
11
Dení Trejo Barajas, Espacio y economía en la península de California 1785 – 1860, México, D.F., Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1999, p. 33.
12Ibíd., p. 34.
11
reformas galvecianas; y puesto que no dieron los resultados esperados desde su
inicio, comenzaron a producirse los primeros efectos. El tráfico mercantil por el
Pacífico y el Golfo, por ejemplo, comenzóa tener una mayor importancia, y el
hecho de que los puertos peninsulares fueran considerados a partir de
180313comopuertos menores, dio inicio a una nueva etapa donde la actividad
mercantil comenzó a dinamizar la economía de algunos de los antiguos poblados
de la sudpenínsula. El mercado interno, por su parte, comenzó a despertar poco a
poco al producirse ciertas relaciones mercantiles, aunadas a movimientos de
población en el espacio. Esto, a su vez, provocó modificaciones en el escenario
general existente, cuya época marca la formación de un nuevo mosaico regional.
13
Ibíd., p. 65.
12
MÉTODO DE INVESTIGACIÓN
La dimensión de nuestro objeto de estudio nos planteó un problema de
investigación histórica, el cual se centra en la relación que existe entre las
actividades económicas del hombre y los oasis durante una temporalidad de tres
siglos en la región sudpeninsular de la California. Así pues, nos
proponemosalcanzar nuestros objetivospartiendo de una hipótesis preliminar de
trabajo, y aprovechando las herramientas metodológicas habituales.
OBJETIVOS
El objetivo general que direcciona la presente investigación consiste en
identificar las regiones económicas que se forman tempranamente en el espacio
sudpeninsular durante la colonización española y jesuítica, y buscar una
explicación histórica a la dependencia que tuvieron estos primeros espacios con
los oasis sudpeninsulares. Por tal motivo, los objetivos específicos son los
siguientes:
1) Presentar un nuevo acercamiento hacia la forma de vida y relación que los
californios tenían con el medio ambiente, haciendo énfasis en la forma en que
ocupaban y utilizaban su espacio, y de cómo se desplazaban sobre el mismo.
2) Elaborar una caracterización detallada y gráfica, sobre los aspectos
económicos, sociales y medioambientales década uno de los núcleos misionales
en observación.
3) Analizar, desde las regiones, el desarrollo de las actividades económicas
existentes al inicio del siglo XIX a través de la integración de todos los agentes
económicos y de su ligazón a un determinado espacio físico.
4) Contribuir con un enfoque geoeconómico en la construcción e interpretación de
una historia regional sudpeninsular.
13
HIPÓTESIS
1) La existencia de fuentes de agua, tanto permanentes como temporales; y las
condiciones medioambientales de ciertos espacios del territorio sudpeninsular,
fueron determinantes para la definición de los territorios de recorrido y la movilidad
que sobre ellos realizaban los indios californios.
2)La presencia de pequeños ecosistemas (oasis) con características ecológicas
diferenciadas a la generalidad del seco y árido clima sudpeninsular, tuvieron un
carácter primordial dentro del proceso de fundación de los primeros asentamientos
coloniales-permanentes del territorio.
3)La conformaciónde las regiones económicas dentro del territorio sudpeninsular
tiene como su primer antecedente la implantación del sistema misional, puesto
quemediante él se logró la fundación de los primeros asentamientos coloniales-
permanentes dentro del territorio,incluyendo el desarrollaron las primeras
actividades productivas.
4)La primera regionalización económica se materializa con la Misión, queera una
unidad económica diseñada para autosatisfacer sus requerimientos, tomando el
papel de unidad motriz, y convirtiéndose en el epicentro de dicha regiónal tiempo
que apoyaba el surgimiento de nuevas Misiones.
5)El establecimiento de las primeras actividades productivas por parte de las
misiones definió la base económica sobre la cual se sustentarían los primeros
ranchos y pueblos sudpeninsulares. Esto abrió paso a una nueva regionalización
sobre la base de las antiguas misiones y el surgimiento de una economía
mercantil.
14
METODOLOGÍA
El estudio de la investigación histórica se planteó de la siguiente forma:
1) Se asumió que las características físicas y medioambientales del pasado
sudpeninsular son semejantes a las del presente.
2.)Se determinó que los aspectos económicos, políticos y sociales de los
indígenas californios, son factores que facilitaron la reproducción de su cultura, su
relación con el medio natural y su espacio.
3)Se determinó que los aspectos económicos, políticos y sociales del sistema
misional, fueron factores que facilitaron la influencia que cada núcleo misional tuvo
dentro del espacio sudpeninsular. Asimismo, la capacidad que cada uno desarrolló
para modificar el espacio que ocupaba, también fue importante.
4)Se determinó que los aspectos económicos, políticos y sociales de la economía
sudpeninsular en los fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, permitieron
identificar los núcleos económicos más sobresalientes, así como su ligazón con la
extinta economía misional.
La forma de abordar el problema en este orden, nos conduce a profundizar
acerca de los criterios teórico-metodológicos relacionados con el espacio como
valor de uso y como valor de cambio del territorio. En el caso que nos ocupa, el
espacio ocupado por los indios californios tuvo un carácter de valor de uso, y por
lo tanto, el territorio recorrido obedece a las exigencias propias de su naturaleza;
por otro lado, ese mismo espacio empieza a tener un carácter de valor de cambio
después de la expulsión de los jesuitas, que fue el punto de partida a la
privatización del territorio sudpeninsular; sobre todo en los espacios cercanos a los
oasis. En este marco conceptual, el concepto de espacio geográfico cobra
relevancia metodológica.
15
FUENTES
Sin las crónicas de los misioneros jesuitas —como fuente primaria—,que
ocuparon la Antigua California en los siglos XVII y XVIII, hubiera sido imposible
resolver el problema histórico que nos hemos planteado en relación al papel
determinante que jugaron los oasis en la formación de las primeras regiones
económicas, las cuales se convirtieron posteriormente en regiones históricas, pues
han permanecido como pueblos hasta el presente; aunque no con la misma
importancia que otros pueblos misionales adquirieron.
El uso de estas fuentes no representa en sí mismo una novedad, pues han
sido reiteradamente utilizadas. Sin embargo, la pertinencia de esta investigación
histórica es la conexiónde las crónicas con la geografía sudpeninsular,
considerando el espacio como sujeto histórico.
Una de estas crónicas utilizada como fuente primaria es el trabajo realizado
por el jesuita Miguel del Barco. Historia Natural y Crónica de la Antigua California
es sin duda una de las mayores referencias históricas y una de las fuentes
primarias que existen sobre la historia natural y etnológica de la península de Baja
California. Su trabajo está dividido en dos grandes apartados; donde, en la primera
parte, trata la historia natural junto a temas etnológicos y lingüísticos, y la crónica
de la antigua California, en la segunda. Del Barco va detallando en cada uno de
sus capítulos las circunstancias existentes y los hechos sucedidos en la escena de
la antigua economía misional y vida natural de los indígenas californios. En la
primera parte de su obra, describe en once capítulos las generalidades y
especificidades sobre la geografía del territorio peninsular; los animales marinos y
terrestres que habitan; las plantas; y sobre minerales existentes, además de
cuatro capítulos que hablan sobre temas etnológicos y lingüísticos. Este apartado
merece particular importancia por la cantidad datos, reseñas e información
etnológica que deja como legado, particularmente en asuntos como la descripción
de animales, de insectos, de su habitad y de sus nombres en las lenguas
dominantes en la California. También habla sobre los árboles, arbustos y raíces;
sus características físicas, su habitad, su utilidad, sus frutos y sus nombres; de los
16
minerales, sus tipos, su abundancia, su ubicación y sus usos. En los capítulos
dedicados a los temas etnolingüísticos, el autor nos deja, una vez más, una rica
narración sobre las bandas de indígenas peninsulares; sus nombres, su
organización, su distribución, sus costumbres, su vestimenta, su lengua y su
religión.
Las descripciones y señalamientos realizados por el autor, derivadas de la
observación cuidadosa del ambiente y de la vida misional y natural del indígena
durante su estancia en la California, le dan a su obra un carácter original y una
posición fundamental como fuente primaria dentro de la historiografía de la
California; por ello, resultó de suma utilidad e importancia para el desarrollo de la
presente investigación.
Otro trabajo de enorme peso en nuestra investigación es el que realizó el
jesuita alemán, Juan Jacobo Baegert (Noticias de la Península Americana de
California). El trabajo de Baegert, quien estuvo casi dos décadas en la península
de California al frente de la misión de San Luis Gonzaga, es otra obra esencial y
de primera mano dentro de la historiografía de la California; aunque, como fuente
primaria, el lector debe aislar de su análisis e interpretación el discurso en tono
ácido y despectivo que, sobre la California y sus habitantes, refiere el autor en
repetidas ocasiones. Pese a esto, su trabajo nos da a la vez una visión bastante
realista sobre la geografía y vida de los californios, así como del inicio, desarrollo y
fin de la empresa jesuita.
La obra está integrada por tres grandes apartados y un anexo. El primero
de ellos titulado: ―De California en general, su carácter, clima y productos‖, integra
una descripción muy detallada y clara sobre los aspectos geográficos de la
península y golfo de California, de su clima, de las características de su tierra, de
las plantas y sus frutos, de los animales, insectos y de los recursos minerales con
los que cuenta. El segundo apartado de esta obra, titulado: ―De los habitantes de
California‖, refiere a temas específicamente etnolingüísticos al ir detallando los
hábitos, costumbres y particularidades culturales de los indígenas californios,
como; su aspecto, su vestimenta, sus actividades, sus bienes materiales y
17
organización, sus costumbres, su forma de vida y su lengua. La tercera parte de
este trabajo titulada: ―De la llegada de los españoles a California e introducción de
la fe cristiana, de las misiones y otras cosas anexas‖, nos relata, entrelineando el
mismo tono irónico, el inicio de la empresa jesuita en la California; su
afianzamiento y desarrollo; su administración; su agricultura y ganadería, sus
bienes materiales, su gente de tierra, mar y de oficios, así como de la expulsión de
su orden de la California. Esta obra al igual de la realizada por Del Barco, además
de narrar generalidades y particularidades sobre los aspectos físicos de la
península y las costumbres y lengua de los indígenas, va describiendo situaciones
puntuales que le tocó vivir durante sus 17 años de estancia en la porción central
de la sudpeninsula, lo cual enriquece infinitamente su trabajo.
Otro de los testimonios tomados para el desarrollo de nuestro trabajo es la
compilación que se hizo de lo escrito en algunas cartas por Juan María de
Salvatierra en tiempos de la fundación de la empresa jesuita en la California. Éstas
se encuentran en La fundaciónde la California jesuítica, siete cartas de Juan María
de Salvatierra, S.J. (1697 -1699)14. Las cartas de Juan María de Salvatierra,
compiladas en este volumen, y los hechos en ellas narrados, dan estructura y
nombre a este trabajo que documenta la fase inicial de la empresa jesuita en la
California. Dichas epístolas estaban dirigidas a personalidades como la Virreina
duquesa de Sesa, el presbítero Juan Caballero y Ocio, el Virrey conde de
Moctezuma y su correligionario: el padre Juan de Ugarte. Naturalmente, son
documentos de un apreciable valor histórico y etnográfico para la historiografía de
la California debido a la forma en que fueron escritas, su extensión, el orden de los
hechos y su detalle, lo cual las hace trascender más allá de un documento de
lectura, convirtiéndolas en un documento de primera mano y alto valor histórico
para quien se interese en los inicios de la empresa jesuita en la California y el
contacto interétnico. En estas cartas se tratan temas como la llegada a la
California y la fundación del real y misión de Loreto, el agradecimiento de
14
Ignacio del Río (edición, introducción y notas), Luis González Rodríguez (estudio biográfico de
Juan María de Salvatierra), La fundación de la California Jesuítica, siete cartas de Juan María de Salvatierra, S.J. (1697 – 1699), México, D.F., Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1997, p. 191.
18
Salvatierra a quienes lo apoyaron en los inicios de la empresa evangelizadora, los
incidentes del viaje de Salvatierra a la California y de su paso por la sierra junto a
los tarahumaras. Se exponen, también, los conflictos sucedidos con los indígenas
en los inicios de la conversión, los primeros viajes de exploración, el
reconocimiento de las naciones que habitaban la zona y la entrada al valle de lo
que sería la misión de San Francisco Javier. Es por todo esto que el trabajo
realizado por el Dr. Ignacio del Río se convierte en un documento sumamente útil
y necesario para nuestra investigación, especialmente en lo que atañe a los inicios
de la administración jesuita en la California, además de la información etnográfica
divulgada en las cartas.
Otra importantísima fuente utilizada en nuestro trabajo son los testimonios
de los jesuitas; Jaime Bravo, Juan de Ugarte y Clemente Guillen, los cuales, reu-
nidos en el trabajo titulado: Testimonios Sudcalifornianos, nueva entrada y
establecimiento en el puerto de La Paz 1720, nos dan cuenta de lo sucedido
durante el proceso fundacional de la misión de Nuestra Señora del Pilar de La
Paz. Los testimonios reunidos de estos tres grandes pioneros de la California
jesuita; y por consiguiente, de nuestra California actual, vienen a enriquecer en
gran medida la historiografía existente sobre los inicios de la vida misional, así
como de la vida, usos y costumbres de la población nativa del sur peninsular.
Todo esto, desde los relatos y testimonios registrados antes y durante el proceso
de fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz, producto del
trabajo emprendido por los tres religiosos. El trabajo se integra por tres relatos
sobre la fundación de la misión de La Paz, donde cada uno de los cronistas, desde
su propia perspectiva, relatan a manera de testimonio, carta y diario, la
experiencia vivida antes y durante la fundación del núcleo religioso, lo cual, en
conjunto, nos da una magnifica fuente de primera mano para futuros trabajos.
El primer apartado del documento en cuestión es el testimonio que el jesuita
Jaime Bravo nos da sobre la entrada al puerto de La Paz, la relación establecida
con los indígenas y la fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar de La
Paz; viaje que inicia por mar desde la misión de Loreto en la célebre Balandra, El
Triunfo de la Santa Cruz,y que en su crónica nos va detallando lo sucedió en el
19
viaje a la gran bahía, su visita a las islas y el encuentro con los naturales.
Asimismo, nos detalla la llegada al puerto, el proceso de búsqueda y encuentro
con los naturales, sus costumbres, la relación entre indígenas de tierra e isleños,
así como los trabajos de limpieza, exploración y fundación de la misión. La crónica
del padre Jaime Bravo, quien llegara a la península como hermano lego en uno de
los viajes realizados por el padre Salvatierra a la contracosta, es una rica fuente
de particularidades y detalles sobre la vida indígena en una zona donde muchos
intentaron fundar un establecimiento permanente y no lo lograron. Fue hasta la
llegada del aragonés, y su comitiva, que se lograría la fundación de una Misión
que, a la postre, sería punto de partida para otras fundaciones como Santiago,
San José del Cabo y Todos Santos; satisfacción más que merecida para quien
dedicara 40 años de su vida a la California.
El segundo apartado de este documento es la carta del jesuita Juan de
Ugarte al virrey Marqués de Valero. En ella comenta las vicisitudes sucedidas en
el viaje que realizó desde Loreto a la bahía de La Paz junto con el padre Bravo.
Desde su perspectiva, este religioso de origen hondureño, quien además participó
en la fundación de la misión de San Francisco Javier, narra la experiencia vivida
con los indígenas isleños y habla también sobre los conflictos que estos tenían
con los de tierra firme. Asimismo, habla sobre los trabajos iníciales de la fundación
de la misión y sobre la forma en que pericúes y guaycuras se reconciliaron.
Sumamente valiosas son las descripciones que hace el padre Ugarte sobre el
viaje y la fundación de la misión. Él fue un hombre que trabajo durante tres
décadas sobre territorio peninsular, y en sus últimos años fue conocido como ―El
padre atlante de la California‖.
El último apartado del documento tiene que ver con el diario llevado por el
padre Clemente Guillen, donde describe el camino, el paisaje y las vicisitudes que
afrontó durante su travesía de casi un mes entre la misión de San Juan Bautista
Malibat —en la Sierra de la Giganta— y la bahía de La Paz. En su viaje, este
misionero nacido en Zacatecas, quien además fue el primero en realizar el viaje
por tierra a la bahía de Magdalena, va explicando las distancias recorridas, las
características físicas del terreno; y va designando nombres a cada uno de los
20
sitios por los que avanza, así como de las actividades realizadas en cada uno de
ellos. Este tipo de información viene a ser una fuente de primera mano para un
trabajo como el que hemos desarrollado, donde el espacio físico, sus
características y la relación de sus habitantes con él, cobran gran importancia.
Otra importante obra utilizada como fuente primaria es la realizada por el
jesuita Francisco Xavier Clavijero, la cual tituló: Historia de la Antigua o Baja
California. Este trabajo realizado por elveracruzano es, sinduda alguna, uno de los
mayores esfuerzos realizados en cuanto a historia californiana se refiera. Aunque,
por otro lado, es importante señalar que el jesuita nunca estuvo en la península de
California.
Su trabajo está divido en cuatro grandes apartados con los que trata de
hacer una historia más completa y elaborada, cubriendo, así, ciertos huecosu
omisiones que —desde su perspectiva— otros trabajos dejaron pendientes sobre
la realidad peninsular. El primero de ellos habla particularmente de las
características geográficas de la península, de sus tierras, minerales, islas y clima,
realizando una particular descripción de cada uno de ellos. Esto supone un arduo
trabajo para un retrato tan detallado como el que hiso. De igual forma, hace
mención de las plantas, árboles y arbustos existentes en la sudpenínsula, al
tiempo que describe sus frutos, la utilidad de estos y sus características, lo cual
resulta sumamente útil por el detalle de la descripción y la relación que hoy se
puede realizar con nuestros paisajes, flora y fauna. El reino animal sudpeninsular
también es descrito con gran detalle al hablar de los insectos, reptiles, peces, aves
y cuadrúpedos, de quienes también menciona el tipo de especie, tamaños,
distribución en el espacio y utilidad. Finalmente, cierra este nutrido apartado con la
información etnológica al describir y comparar el origen, lengua, vestimenta y
forma de vida de los antiguos californios. El segundo apartado de la obra trata
mucho de lo sucedido en el proceso de conquista de la península californiana, la
consumación de esta con la fundación de la misión de Loreto y las vicisitudes del
inicio de la colonia y del proceso de evangelización. En este apartado, el autor nos
detalla toda una serie de procesos que inician con las tentativas de conquista de
Hernán Cortes sobre la mar del sur, las cuales, al ser continuadas por la Corona
21
española en el esfuerzo por descubrir nuevas tierras y riquezas, dan como
resultado una rica fuente de información geográfica, pero no su objetivo principal.
El paso de los años, y con el cambio en la estrategia de conquista, evidenció que
la estrategia misional resultaba la más adecuada. Posteriormente, el autor detalla
el inicio de la empresa jesuita en la California; su organización, la llegada de
nuevos misioneros, la fundación de nuevos núcleos religiosos y los problemas que
la colonia empezó a padecer por la falta de bastimentos. El tercer apartado de
esta obra integra todo lo relativo al arranque e implantación del proyecto
evangélico, sus inicios, sus procedimientos, sus misioneros y sus Misiones. Sin
duda alguna, un apartado que nos muestra en forma clara el procedimiento de
implantación, organización y operación de los núcleos misionales sudpeninsulares,
el método de conversión, las dificultades de operación dadas las características
culturales de los aborígenes, las rebeliones, condiciones de producción y del
estado de aislamiento.
En el cuarto y último apartado de esta obra, el autor trata sobre las
dificultades que aquejaron al periodo misional durante su etapa final. Asimismo,
expone la preocupación y acción constante de expansión hacia el norte —en aquel
entonces— a fin de conectarse por tierra con el macizo continental. De igual
forma, comenta la perdida y la labor realizada por hombres de mucha entrega,
como fueron el padre Bravo, Antonio Tempis, Sebastián Sistiaga, Clemente
Guillen y Don Esteban Rodríguez Lorenzo. Finalmente, el autor hace un resumen
del estado y la población de las misiones existentes para después describir el duro
proceso de expulsión de la Orden tras la real ordenanza.
Por último, referenciamos otra extraordinaria fuente elaborada por el
español Francisco Palou, cuya obra es igual de importante que el resto de los
trabajos anteriormente citados. Invaluable documento que nos da cuenta de lo
sucedido a la diestra mano de las indias en un periodo posterior a la
administración jesuita, y el cual tuvo, como hilo conductor, la labor realizada por
fray Junípero Serra durante su estancia en la sudpenínsula como presidente de
las misiones, además de su extraordinaria faena como misionero en las tierras
norteñas de la Alta California.
22
Francisco Palou, quien nació en la isla de Palma de Mallorca, España; y a
su llegada a la Nueva España se desempeñara como misionero en la Sierra Gorda
de Querétaro —incluyendo la California—, dedico mucho de su tiempo a la
compilación y organización de lo sucedido durante su labor misionera y, en lo
particular, a la tarea realizada por su maestro e incansable compañero Junípero
Serra en la Alta California, labor que le permitió elaborar dos trabajos que dan
cuenta de la historia inicial de la Alta Californiana. El trabajo que aquí referimos es
el que dedicó a la labor misionera, influenciado por su maestro (Junípero Serra), y
el cual tituló: Vida de fray Junípero Serra y misiones de la California septentrional.
Este trabajo, dividido en LXI capítulos, comienza dando cuenta de los inicios de la
vida religiosa del misionero, su llegada al puerto de Veracruz y de su estancia en
el colegio de San Fernando. Sin embargo, del capítulo XII al LVII, Palou da la
crónica —sobre la asignación de las Misiones de la California al colegio de San
Fernando— del viaje de estos misioneros a la California, de su embarque en San
Blas y de su llegada a Loreto. En el texto se puede encontrar una rica cantidad de
datos y referencias sobre la vida misional a la salida de los jesuitas, así como de
las gestiones para la colonización de la Alta California y la fundación de nuevas
misiones. En este gran número de capítulos, el autor, junto a la crónica de la vida
de Serra, detalla de manera cronológica todo el proceso colonizador emprendido
sobre estas tierras septentrionales. Por otra parte, también menciona las
condiciones en que se dio el proceso; todo con extraordinario detalle y objetividad,
lo cual lo posiciona como una gran autoridad dentro de la historia de las Misiones
altacalifornianas.
23
MÉTODO DE EXPOSICIÓN
El capítulo I, titulado: ―La geografía sudpeninsular y la articulación de sus
espacios sociales: el oasis como sujeto histórico‖, se encuentra integrado por tres
apartados donde se analizan los aspectos geográficos y medioambientales del
territorio sudpeninsular; la relación que en ese medio desarrollaron los indígenas
peninsulares con su espacio; y por último, se habla acerca de cómo estos grupos
sociales, dadas las características del medio y sus rasgos culturales, estaban
organizados dentro de sus territorios. Asimismo, se resalta la importancia del oasis
como espacio diferenciado dentro de la geografía sudpeninsular, además de su
función dentro de los espacios sociales y su aprovechamiento por parte de las
bandas de nativos.
En el primer apartado, titulado: ―La geografía sudpeninsular y sus oasis‖, se
caracterizan los aspectos geográficos y climáticos más relevantes del territorio
sudpeninsular, incluyendo su relación o pertenencia a una región más amplia
como lo es el Noroeste de México, así como una caracterización de los distintos
oasis —y sus categorías— para resaltar su importancia como área geográfica
diferenciada. El segundo apartado de este capítulo lo hemos titulado: ―Los
californios y su relación con el medio‖, puesto que el desarrollo de este tiene por
objetivo entender cómo habitaron las primeras sociedades del territorio
sudpeninsular, cómo se relacionaban con su entorno, así como cuál fue la
importancia de este dentro de su vida social, material y económica; qué recursos
obtenían de él y cómo los utilizaban. De igual manera, se analiza el tipo de
relación que establecieron con los oasis; cuál fue la importancia de este en su vida
social y económica; y cómo influyó en la ocupación y organización de los espacios
sociales sudpeninsulares. En el tercer y último apartado de este capítulo se
expone la forma en que los indígenas californios, como sociedad cazadora–
recolectora, se organizó socialmente al interior de sus unidades sociales básicas,
y cómo se relacionaron con los demás grupos indígenas, además de analizar la
forma en que se organizaron para ocupar el espacio y definir sus territorios.
Asimismo, se analiza la forma en que, por medio de una estrategia de adaptación
24
(Nomadismo), ocupaban y desocupaban ciertos espacios mediante una constante
acción territorializadora, la cual era influenciada por la presencia de los oasis.
El segundo capítulo, titulado:―El nacimiento de regiones económicas
tempranas dentro de una economía misional‖,se divide en tres apartados donde se
analiza la misión como unidad económica y como parte integral de un sistema de
misiones dentro del noroeste novohispano. Asimismo, se expone cual fue su
desarrollo social y económico dentro de la sudpenínsula; cuál fue el impacto que
genero su inserción dentro de la economía natural; y cuál fue su papel dentro la
formación de las primeras regiones económicas generadoras de valores de uso. El
primer apartado de este segundo capítulo lo denominamos:―El sistema de
misiones en el Noroeste‖,en élse expone cómo se fue gestando y desarrollando el
sistema misional en el Noroeste de México, cómo funciono, qué características
tuvo y cuál fue su impacto en la región. De igual manera, se expone la forma en
que este sistema logró consolidar una base económica solida,la cual sirvió como
soporte para la colonización de la península de California.En el segundo apartado,
titulado: ―La economía misional‖, se realiza una caracterización de la Misión como
núcleo evangelizador–colonizador, profundizando en aspectos como
sufuncionamiento económico, político y social,y señalandohechos como el objetivo
de la presencia jesuita y qué implicaciones tuvo en los indígenas peninsulares su
establecimiento en la zona. También se resalta la importancia de la fundación de
las Misiones en las inmediaciones de los oasis y lo que esto implico en el futuro
desarrollo de las poblaciones. El último apartado de este capítulo se titula:―La
misión como epicentro regional y su relación con el medio‖,y en él se analiza la
forma en que la Misión irrumpió el orden espacial existente en la economía natural
y de cómo, mediante la implantación de una nueva forma de ocupación y
aprovechamientodelespacio, se fuealterando la organización y distribución de la
población indígena dentro del territorio peninsular. Se expone, además, cómo la
misión tomo el papel de núcleo rector, interviniendo todo lo que pasaba dentro de
la sudpenínsula, creando su zona de influencia mediante la ocupación del espacio
al establecer áreas de cultivo, de pastoreo y fundaciones depueblos de visita,
estableciendo, así, lo que hemos definido como microrregiones misionales.
25
El tercer capítulo lo hemos titulado: ―Lasregiones económicasenloslímites de la
economía misional y la economíamercantil‖. En él abordamos lo relativo al proceso de expulsión de
la Compañía de Jesús, el proceso de transición de una economía misional
agropecuaria productora de valores de uso a una etapa de reformas borbónicas,
donde se priorizaba la colonización civil, la liberación del comercio marítimo, la
secularización de la tierra y el desarrollo de la iniciativa privada; hecho que fue
dando forma a un nuevo mosaico de regiones económicas, las cuales combinaban
la producción de valores de uso y valores de cambio.
El capitulo esta divido en tres apartados aligual que los dos anteriores, y la
primera parte se titula:―La expulsión de los jesuitas y la reorganización territorial‖,
en él, como su nombre lo indica, analizamos las causas que posiblemente dieron
pie al decreto de expulsión, el proceso administrativo de la misma y las
consecuencias que trajo este hecho para la población indígena, la cual no se
integró por completo a la vida misional ni mucho menos dejó por completo la caza
y la recolección. El segundo apartado de este tercer capítulo lo titulamos: ―La
reorganización espacial y el desarrollo de la propiedad privada‖.En él exponemos
la forma en que los núcleos misionales y sus antiguas jurisdicciones fueron
cediendo poco a poco su protagonismo y espacios para la formación de ranchos y
productores privados. De igual forma, se exponen las ordenanzas e instrucciones
que con base en el Plan de Reformas para el Noroeste permitieron integrar a la
sudpenínsula al sistema económico novohispano; sin olvidar cómo el escenario
sudpeninsular imposibilitó que, en lo inmediato, se lograran dichos objetivos. El
tercer y último apartado de este capítulo se titula: ―Oasis y pueblos originarios:
producción y distribución de mercancías‖. En él exponemos cómo se comienzan a
producir ciertas circunstancias que dan como resultado el nacimiento de un
mercado regional —dentro del Noroeste de México— donde los puertos
sudpeninsulares comienzan a participar. Por otro lado, también analizamos la
manera en que ciertos espacios comienzan a destacar por encima de otros,
producto del desarrollo de sus actividades productivas e incremento de su
población, lo cual, una vez más, genera nuevos espacios socioeconómicos al
26
tiempo que pierden fuerza otros, formando, así, una economía interna un poco
más dinámica y un nuevo mosaico regional en los inicios del siglo XIX.
27
CAPÍTULO I:LA GEOGRAFÍA SUDPENINSULAR Y LA
ARTICULACIÓN DE SUS ESPACIOS SOCIALES: EL
OASIS COMO SUJETO HISTÓRICO
La geografía sudpeninsular forma parte de una zona geográficabastante
amplia, Al ser parte integral del Noroeste de México. Desde que fue poblada por
el hombre hace 10 mil años, se articuló a un espacio social milenario que no
puede explicarse sin la vinculación directa con el oasis peninsular.15 En ese
sentido, siguiendo a Braudel, el Oasis, para los californios y su economía natural;
y después para los religiosos y su economía misional agropecuaria, se convirtió en
un sujeto histórico indiscutible.16
En este trabajo, llamaremos californiosalos pobladores de la geografía
peninsularque lleva el mismo nombre. Su relación con el medio natural fue
sumamente estrecha, al grado de que pueden considerarse como parte de el; y
por lo tanto, su economía cazadora-recolectora-pescadora es considerada como
una economía natural.
15
Los datos cronológicos en torno a la época sobre los primeros pobladores que llegaron a la península han ido cambiando en la medida en que los descubrimientos arqueológicos y
antropológicos se van ampliando. No obstante, esta fecha es la más común dentro de los estudios disponibles realizados por especialistas a partir del análisis de una punta Clovis encontrada en la parte centro-norte de la península; aunque, recientemente, se han hecho descubrimientos que dan
como resultado fechas más lejanas del poblamiento. Vease María de la Luz Gutiérrez M., ―La punta Clovis de El Batequi‖ , en Arqueología Mexicana, vol. II, núm. 8, México, 1994, p. 27.
Encontrada en la parte centro–norte de la península, aunque recientemente se han hecho
descubrimientos que dan como resultado fechas más lejanas del poblamiento.
16Braudel utiliza el concepto de personaje histórico para aplicarlo a un espacio geográfico, que aquí
se traduce como sujeto histórico,y cuando estudia el vasto espacio geográfico del mar
Mediterráneo del siglo XVI se refiere a él como el Mediterráneo de la historia, para diferenciarlo del Mediterráneo del geógrafo, del oceanógrafo o del geólogo; y por lo tanto, considera al Mediterráneo como personaje histórico.Véase el prólogo a la primera edición francesa de La
mediterranée et le monde méditerranéen a L´époque de Philippe II, en: Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II , FCE, México, primera reimpresión, 1981, pp.12-20. Parafraseando a Bradel y siguiendo el criterio metodológico que sugiere en la
geografía sudpeninsular podemos considerar a los Oasis como personaje histórico o como sujeto histórico; es decir, los Oasis para la historia por el papel fundamental que jugaron en la vida de los Californios y posteriormente en las misiones jesuitas.
28
La geografía sudpeninsular cuenta con recursos biodiversos y microclimas
permanentes; los oasis son un ejemplo. Sin embargo, los cambios climáticos
necesariamente repercuten en ciclos de vida de los recursos animales y vegetales;
tanto marinos como terrestres. Esto obligó a los californios a construir territorios de
recorridos que a la postre trazaron verdaderos caminos naturales; mismos que
utilizarían los colonizadores religiososen el siglo XVII.
I.1 La geografía sudpeninsular y sus oasis
El estudio del espacio geográfico, como base o soporte de la actuación del
hombre, es parte fundamental del análisis y el entendimiento de la forma en que
las sociedades han habitado, aprovechado y utilizado sus espacios; de ahí la
importancia por conocer generalidades y especificidades de lo que
geográficamente ha sido el soporte de los espacios sociales sudpeninsulares en el
devenir histórico de nuestro periodo de estudio.
La conformación física de un territorio puede ser un factor secundario si la
sociedad que lo habita ejerce pleno dominio sobre él. Esto, a su vez, es producto
del desarrollo de su cultura y de la aplicación de su tecnología. Sin embargo, al ser
la sociedad una realidad histórica, tambiénsu influencia sobre el medio se
convierte en un proceso histórico; tan es asíque podemos hablar de tres
momentos dentro de la relación espaciogeográfico-hombre. El primero de ellos
surge sin la presencia y actuación humana sobre el espacio geográfico; en el
segundo, ya aparece, aunque con un delicado equilibrio entre él y la naturaleza; y
finalmente hay un tercer momento donde el hombre, con su cultura y tecnología,
domina y aprovecha el espacio geográfico. Históricamente, el espacio geográfico
ha sido un factor que ha llevado hacia diferentes desarrollos a cada grupo social
que lo ha habitado. Tal es el caso de las sociedades cazadoras–
recolectorasdonde no se ejercía un dominio sobre él, sino un relativo equilibrio.
Para los indígenas sudpeninsulares, esto se reflejó en la movilidad sobre sus
territorios,el lenguaje y el uso dado a los recursos naturales.
29
Por consiguiente, en el presente apartado, explicaremos los aspectos
geográficos más relevantes del territorio sudpeninsular, su pertenencia geográfica
a una región más amplia, como es el Noroeste de México, así como la influencia
que el medio ha ejercido enla adaptación, la obtención de los recursos, la
satisfacción de las necesidades materiales y el desarrollo de las primeras
sociedades que habitaron nuestra área de estudio.
Conectar geográfica y culturalmente nuestra área de estudio dentro de un
contexto más amplio como lo es el Noroeste, tiene como finalidad resaltar los
rasgos que históricamente han unido el escenario de la sudpenínsula con el
universo del Noroeste de México; región que se ubica como una de las áreas más
áridas del norte de nuestro país, y quese integra por dos históricas áreas
culturales: Oasisamérica y Aridoamérica, de acuerdo con el antropólogo Paul
Kirchhoff.17Este factor propició que sus sociedades prehispánicas tuvieran como
modo de producción esencial; la caza, la pesca y la recolección.
Actualmente, el Noroeste de México se encuentra integrado por los estados
de Sonora, Baja California, Baja California Sur y Sinaloa18, organización
geopolítica que viene a ser, en el devenir histórico de esta región, la última versión
de una organización espacial, la cual daba soporte a grupos indígenas como los
totorame, los guasave, los pimas, los ópatas, los seris, los pápagos, los
guaycuras, los pericués y los cochimíes durante la época del contacto con los
europeos.19 Posteriormente, se fundaría sobre la costa sinaloense la villa de San
Felipe y Santiago, cabecera de lo que fue la provincia de Sinaloa, y lugar donde
llegaron los primeros jesuitas, actores principales de una conquista espiritual que
ya controlaba las provincias de Sinaloa, Ostimuri y Sonora a fines del siglo XVII; o
17
Sergio Ortega Noriega, Un Ensayo de Historia Regional, El Noroeste de México 1530 – 1880,
México, D.F., Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1993, p. 23 – 27.
18 La configuración actual de la región Noroeste está en función de la regionalización de zonas
económicas establecida en México desde la década de los setentas. El estado de Nayarit también corresponde a la región.
19Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…, op. cit., p. 29.
30
lo que es lo mismo, la porción norte del actual estado de Sinaloa, incluyendo toda
la llanura sonorense.
En la actualidad, el Noroeste20 (Véase mapa ) cuenta con un área
aproximada de 382, 248 kilómetros cuadros, de los cuales Baja California Sur
representa el 3.8% de la superficie, con un área de 73, 922 kilómetros cuadros;
Baja California tiene el 3.6%, con un área de 71, 446kilómetros cuadros; Sonora el
9.2%, con un área de 179, 503kilómetros cuadros; y Sinaloa el 2.9%, con un área
de 57, 377 kilómetros cuadros. En conjunto, la región representa el 19.5% de la
superficie nacional, la cual equivale a 1, 964, 375 kilómetros cuadrados.21Cabe
destacar que los límites geopolíticos actuales delimitan un área mucho menor a la
que culturalmente ocuparon los grupos originarios y el sistema de misiones,
respectivamente.
En general, podemos decir que el Noroeste es un territorio desértico, al
tiempo que cuenta con áreas biologías perfectamente diferenciadas las cuales
contrastan con la generalidad del clima en la región y que además influyen de
manera directa en la variación de los climas y microclimas locales. Entre ellas,
podemos mencionar la porción oriental del estado de Sonora, donde la Sierra
Madre Occidental alcanza una elevación mayor a los 2,600 metros, como la sierra
Los Ajos y el cerro Pico de Guacamayas. La zona Sureste del estado de Sinaloa,
que cuenta con zonas boscosas y selváticas como Concordia y El Rosario; el
extremo norte de Baja California, con la Sierra Juárez y San Pedro Mártir,rebasa
los 3,000 metros; y la porción austral del territorio sudpeninsular con formaciones
boscosas de pino–encino en la Sierra de La Laguna, más los dispersos y distintos
oasis que marcan diferencia en el árido suelo de la región.22
20
Al referirnos a la región Noroeste, solo estaremos consideramos los estados de Baja California,
Baja California Sur, Sonora y Sinaloa.
21 INEGI, Marco Geoestadístico municipal, II Conteo de Población y Vivienda 2005.
22 INEGI, Geografía, Aspectos del Territorio Estatal. Véase http://www.inegi.org.mx.
31
Mapa 1. El noroeste de México
En lo que respecta a sus características climáticas, podemos decir que
dentro de cierto marco homogéneoesta región se encuentra clasificada como una
zona seca de tierras áridas, de lluvias escasas e intenso calor. De ahí la
generalidad del clima seco que impera en la geografía peninsular y que tiene su
origen natural por la pertenencia a la región de tierras áridas continentales que
conforman el desierto de Sonora, Arizona y California, ecosistemas que surgen
como uno solo en Estados Unidos, pero que al entrar en territorio nacional y
encontrarse con el Golfo de California, se dividen en el desierto continental de
Sonora y los desiertos costeros de la península de Baja California.
Fuente: Elaboración propia con base en Sergio Ortega Noriega, Un Ensayo de Historia Regional, El Noroeste de México 1530-1880, México,
D.F., Universidad Nacional Autónoma de México, 1993, mapa 1.2 y 3.1, p. 20 y 56. La imagen JPEG originalmente fue laborada en el programa CorelDraw X3.
32
Sobre lo anterior, debemos considerar que la existenciade accidentes
geográficos como la Sierra Madre Occidental, la serranía peninsular, el Golfo de
California y el Océano Pacífico van más allá de favorecer la presencia de zonas
biológicaso climáticas diferentes por su riqueza natural. Las llanuras, los ríos, las
costas o las serranías, son elementos naturales que influyeron en el asentamiento
o partida de los grupos humanos en un determinado espacio.De igual forma, el
espacio geográfico propició a los grupos humanosel desarrollo de innumerables
rasgos culturales —muy particulares—, delineados con el paso de los siglos;
producto de la relación tan estrecha que tenían con él, así como por la relaciones
entre los mismos grupos de la región y por posibles relaciones con culturas más
avanzadas, como las mesoamericanas.
Una mirada alespacio geográfico que actualmente tiene la región
sudpeninsular no es tan diferente a la mirada que tuvieron los colonizadores de la
California en los siglos XVI, XVII y XVIII. Las observaciones dela naturaleza
realizadas por Miguel del Barco así lo confirman: son prácticamente los mismos
oasis, los mismos arbustos, matorrales, cactáceas y árboles mayores; es
prácticamente la misma fauna y flora marina y terrestre; son prácticamente las
misma rocas.23
Miguel del Barco da cuenta de la fauna y la flora que él observó durante su
estancia de más de 30 años en la California: en la fauna identificóa los borregos
salvajes conocidos por los indígenas monquis como tayé; los berrendos conocidos
porlos indígenas cochimíes como ammo-gokio; los venados, las liebres, los
coyotes, y loszorrillosconocidos por los cochimíes como yijú; los pumas,
mencionados comoleopardos por los jesuitas e identificados por los cochimíes
como chimbiká; el gato montés, el tejón, las nutrias, los lobos marinos, las ardillas,
las lagartijas, los ratones y la tuzas.24
23
Miguel Del Barco, Historia Natural y Crónica de la Antigua California (Correcciones y adiciones a la noticia de Miguel Venegas), Edición, estudio preliminar, notas y apéndice: Miguel León Portilla,
Universidad Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, México, 1968, Segunda Edición, p.3-166.
24Ibíd., p.13 - 22.
33
En cuanto a la flora, dio fe de la existencia de árboles y arbustos de
acuerdo a su forma y estructura natural, a lo cual añadió detalles sobre su
localización en el espacio geográfico y habitad, además de dar cuenta de árboles
como el palo chino, los álamosblancos, laspalmas coloradas, los güéribos y pinos
de la zona sureña, los ciruelos —cuyo hábitat se extiende por todo el territorio
pericú y parte de la zona guaycura—, los encinos de las faldas serranas, los
mezquitesde las llanuras y arroyos, el palo blanco, llamado por los cochimíes:
gokio o kokio, del cual consumían su semilla, los salates; llamados anabá, el palo
verde —cuya semilla era altamente estimada por los californios— lo conocían
como medesá en la lengua cochimí; o dipuá, en la legua de los indios Loreto; o el
corcho utilizado por los indígenas en la confección debalsas, los manglesy el palo
Adán,que los cochimíes conocían como agigandú. Asimismo, Del Barco describe
plantas como las pitahayas dulces, nombradas por los cochimíes como tammia o
dammia; y la pitahayaagridulce cuya fruta llamabanfajuá;elgarambullo conocido
por los cochimíes como gakil; el nopal, cuyas tunas en lengua cochimí nombraban
a, al cardón;loscirios y las choyasotasajo.En cuanto a los arbustos, clasificó a las
parras silvestres —conocidas en lengua cochimí como kadeibí—,la jojoba, elguijil,
la pimentilla, el nombó, lasavilay el orégano que crece en las cañadas, los juncos,
cuyo hábitat son los arroyos, humedales y oasis, el teddá; semilla muy apreciada
por los californios solo por debajo del medesá, el estafiate, la higuerilla y los
güísapoles; estos últimos, presentes en toda la geografía peninsular.25
Ecológicamente, hay similitudes y distinciones sobre la región que
atendemos. Quienes se han encargado del estudio profundo de esta cuestión,han
identificado la existencia de zonas ecológicas y climáticasbien definidas a las que
han denominado provincias bióticas.26 Es así, que altomar como referencia esos
estudios, hemos identificado las 7 provincias bióticas que integran nuestro
Noroeste y que a continuación describiremos:
25
Ibíd., p. 55-114.
26Las provincias bióticas son, en esencia, unidades del paisaje, en cuya definición se enfatizan las
comunidades bióticas características. Su uso principal ha sido como unidades biogeográficas o
faunísticas apropiados para la interpretación de distribuciones de especies y la diferenciación evolutiva de especies y subespecies. Definido de esta manera en:http://www2.ine.gob.mx.
34
La provincia bióticacaliforniense27
comprende la parte noroeste de la
península de Baja California, con extensiones hacia el norte sobre territorio
estadounidense; yhacia el sur sobre las vertientes occidentales de las sierra San
Pedro Mártir y Sierra Juárez, hasta alcanzar las planicies costeras del
Pacífico.Espacios geográficos que al tiempo del contacto eran ocupados por
grupos indígenas como los cochimí y los dieguino28(Véase imagen 1).
Imagen 1. Paisaje de valles y montañas a las afueras de Ensenada Baja California ( provincia biótica
californiense)
Por su ubicación geográfica, esta provincia incluye ecosistemas costeros,
de llanura y serranos, y alcanza los 2, 000 metros de altura en sus principales
elevaciones. En cuanto a su flora, podemos mencionar especies como el pino, el
cedro, el encino, el palo amarillo y el chamizo. Y en su fauna más representativa
se encuentran especies como el venado, el puma, el coyote, tuzas, topos, ardillas,
gavilanes, cóndores, cenzontles y aguilillas.
27
Javier Delgadillo Macías, ―El escenario geográfico‖, en David Piñera Ramírez (Coordinador),
Visión Histórica de la Frontera Norte de México, Tomo I, La Frontera en General, México D.F, Universidad Autónoma de Baja California, Instituto de Investigaciones Históricas, 1994, p. 8.
28Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional, op. cit., mapa 1.4, p. 29.
Foto: Julio César Martínez, diciembre 2008.
35
La provincia biótica guadalupense29comprende el espacio de la isla del
mismo nombre ubicada a la altura de la costa noroeste de Baja California, sobre el
Océano Pacífico. Su origen es volcánico y cuenta con características bióticas muy
particulares; por ejemplo,su flora y fauna endémica, su clima —muy semejante al
de la costa californiana estadounidense— y sus islas cercanasque la definen como
una provincia biótica única.
La provincia biótica sudcaliforniense,30cuyo espacio también fue ocupado
por indígenas cochímies y guaycuras,31se extiende por buena parte de Baja
California y Baja California Sur, incluyendo las islas existentes en ambos litorales.
Hacia el norte limita con la provincia biótica californiense antes mencionada y
hacia el sur con la sanluquense, la cual se caracteriza por la aridez de su territorio
y la presencia de plantas xerófilas.32En cuanto a su flora, podemos mencionar
especies como la gobernadora, el ocotillo, el cirio, el palo verde, el palo Adán, el
cardón, entre otros (Véase imagen 2). Respecto a su fauna, destacan especies
como el venado bura, el borrego cimarrón, el berrendo, la liebre, el conejo, el
coyote, la zorra, el gato montés, entre otros.
29
Delgadillo Macías, ―El escenario geográfico‖, op. cit., p. 8
30Idem.
31Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…,op. cit., mapa 1.4, p. 29.
32 Este tipo de plantas ocupan la totalidad del área del desierto Sonorense y algunas extensiones a
lo largo de la costa del Golfo de California en la región del Cabo. Comprende una variedad de asociaciones fisonómico-florísticas dependientes tanto de posiciones topográficas como latitudinales, tipos de suelo e influencia litoral. Sobre este punto véase: José Luis León de la Luz y
Roció Coria, Flora iconográfica de Baja California Sur, México, Centro de Investigaciones Biológicas de Baja California Sur A.C., Word WildlifeFound, 1992, p. 12 y 13.
36
Imagen 2 . Paisaje con vegetación xerófila
tramo carretero Guerrero Negro–San Ignacio (Provincia biótica sudcaliforniense)
La provincia biótica Sonoronse33 comprende una gran extensión territorial
que abarca toda su llanura con zonas de altitudes menores a 200 metros,
interrumpidas por pequeñas serranías de poca altura, las cualesincluyen la Isla
Tiburón sobre el Golfo,llegando hasta el suroeste de Arizona.Al igual que la
provincia biótica Californiense, ésta se caracteriza por la aridez de su territorio y la
presencia de vegetación xerófila como la gobernadora, el cardón, el palo verde, la
uña de gato y el ocotillo. En esta amplia zona geográfica se asentaron grupos
indígenas como los pápagos, los pimas, los seris, los ópatas, los joba, los chínipa
y los cahíta34. En cuanto la fauna destacan especies comoel venado bura, el
coyote, el oso, el zorrillo, el mapache, el jabalí y el berrendo.
La provincia biótica Sinaloense35limita al noroeste con la provincia biótica
sonorense, y al sur con el río Santiago. Además se extiende por toda la costa
nayarita y parte de la costa sur y central de Sinaloa donde hace un quiebre para
33
Delgadillo Macías, ―El escenario geográfico‖, op. cit., p. 8 y 9.
34Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…, op. cit., mapa 1.4, p. 29.
35Delgadillo Macías, ―El escenario geográfico‖, op. cit., p. 9.
Foto: Julio César Martínez, diciembre 2008.
37
extenderse tierra adentro sobre territorio sonorense. En esta área se asentaron
grupos indígenas como los cahíta, los pima, los jova, los guasave, los tahue y los
totorame.36 La región que integra tiene características semiáridas por las escazas
lluviasque en ella se presentan. En su flora, destacan especies como la acacia, el
guayacán y el cacahuate, en su fauna destacan mamíferos como el tigrillo, el
jabalí, el venado cola blanca y aves como el gavilán, el codorniz y el pájaro
carpintero.
La provincia biótica oesteserranense37es una franja de tierra que cubre las
partes altas de la Sierra Madre Occidental por ambas vertientes. Nace en la
frontera norte del país y se extiende por toda la cordillera serrana hasta la porción
norte de Jalisco abarcando zonas de los estados de Sonora, Chihuahua, Durango,
Nayarit, Jalisco y Zacatecas;y por la altitud de las zonas que abarca, destacan en
su flora las coníferas, los álamos, encinos y arbustos como la manzanita. En estos
espacios se asentaron grupos como los ópatas, los jova, los pimas bajos y los
chinipa.38En su fauna destacan el oso negro, el oso gris, el venado cola blanca y el
puma. Entre las aves más representativas está el guajolote, el gorrión y el pájaro
carpintero.
La provincia biótica sanluquense39comprende la parte meridional de la península,
y fue ocupada espacialmente por el grupo etnolingüística pericú. Esta región
cuenta con un conjunto montañoso cuyos picos más altos alcanzan los 2,000
metros sobre el nivel del mar. Las plantas xerófilas crecen en las planicies de las
costas, pero hacia el interior de la tierra prospera cierta vegetación de selva baja
caducifolia. En las alturas superiores a los 1,200 metros, hay formaciones
boscosas de pinos y encinos. (Véase imagen 3)
36
Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…, op. cit., mapa 1.4, p. 29.
37Delgadillo Macías, ―El escenario geográfico‖, op. cit., p. 9.
38Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…, op. cit., mapa 1.4, p. 29.
39Ignacio del Río, María Eugenia Altable Fernández, Breve Historia de Baja California Sur, México,
El Colegio de México, Fideicomiso Historia de las Américas, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 19.
38
Imagen 3. Bosque de pino en la reserva
de la biosfera- sierra de La Laguna (provincia biótica sanluquense)
En lo que corresponde a la geografía sudpeninsular y a la península de
Baja California, es una franja de tierra de aproximadamente 1, 500 kilómetros de
longitud que naturalmente se desprendió del macizo continental, desarrollando su
forma y contorno actual a lo largo de los últimos 5 y 10 millones de años;40sin
olvidar que continuamente se sigue separando mar adentro sobre la placa
tectónica del Pacífico. Pero además, tiene una correspondencia geográfica con el
noroeste de México y el suroeste de los Estados Unidos. Tal fenómeno es
imposible de soslayar. Dentro de las particulares geográficas y naturales que tanto
enriquecen a estatierra, y que la han dotado de una identidad propia, podemos
mencionar agentes específicos como la circulación de losvientos, la temperatura,
la precipitación,los tipos de suelo y las corrientes oceánicas, agentes que, en su
conjunto, han delineadoa lo largo de la historia el clima y la geografía de nuestros
espacios.
40
Emigdio Z. Flores, Geosudcalifornia, Geografía, agua y ciclones, La Paz, México D.F., Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1998, p. 85.
Foto: Julio César Martínez, noviembre 2005.
39
El territorio sudpeninsular se extiende desde el paralelo 28 hasta los 22, 50’
de latitud Norte. Cuenta con una longitud de 750 kilómetros y una
anchurapromedio de 100 kilómetros, alcanzando los 115 kilómetros en la porción
más amplia, y una anchura no mayor a los 30 kilómetros entre costa y costa en su
parte más estrecha.41 Su formación peninsular le permite tener amplios litorales
que alcanzan los2, 2020 kilómetros lineales, los cuales rodean al 94% del
perímetro territorial y representan el 25.7% de los litorales a nivel nacional, lo cual
coloca a Baja California Sur como el estado con más costas en México.
Otro aspecto a destacar es la riqueza y particularidad de sus dos litorales.
Por el lado del Pacífico o costa occidental se conjugan una serie de factores que
hacen de ella una zona rica y abundante en recursos marinos. Entre ellos
podemos mencionar, por su gran importancia e influencia sobre el clima de la
región, a la corriente marina de California, la cual corre en paralelo a la costa, de
Norte a Sur, alimentando las aguas con una corriente fría mayor oxigenada y rica
en nutrientes; de ahí surge su importancia en recursospesqueros de bahías y
esteros comoBahía Tortugas, Bahía Asunción, Punta Abreojos, San Juanico y
Bahía Magdalena en la porción centro y norte del Estado, cuya región presenta
una abundancia en peces como garropa, pámpano, pargo, huachinango, mojarra,
pierna, jurel, lisa, sierra, lenguado, atún, barrilete, sardina, anchoveta, macarela,
charrito, palometa, mantarraya, pez guitara y tiburón; crustáceos como el
camarón, la langosta, la jaiba; ymoluscos como caracol, almeja, ostión, mejillón,
abulón, pulpo y calamar. A su vez, la corriente de California provoca a su paso
ascensos de aguas profundas —ricas en nutrientes— conocidas como surgencias,
lo cual eleva la productividad de las aguas. Otro factor de gran importancia en la
riqueza biológica de la zona es la diversidad de hábitats como bahías, lagunas,
esteros y marismas que se presentan a lo largo de toda la costa y en sus islas,
41
León de la Luz, Flora Iconográfica…,op. cit, p. 11.
40
dando pie a la existencia de espacios ricos y fértiles para el desarrollo de recursos
marinos.42
Por el lado del Golfo de California —o costa oriental de la sudpenínsula—
se presenta una plataforma continental muy reducida que da pie a grandes
profundidades cerca de la línea de playa, principalmente en el extremo sur; con las
excepciones de la bahía de La Paz y bahía Concepcióndonde se presentan fondos
menos profundos. Las corrientes marinas juegan un papel de suma importancia
sobre esta costa, conjugándose la corriente de California, que llega a tocar la
entrada del Golfo, con la corriente del Golfo de California, la cual choca con la
primera. Además existe una corriente de agua cálida que viene de Costa Rica. Por
otra parte, la temperatura de estas aguas es mayor a las registradas sobre la
costa occidental, situación que se maximiza en los cuerpos de agua protegidos
donde hay menos circulación de corriente, agua menos oxigenada y una
evaporación más elevada.
Parte importante de la riqueza de esta costa se debe a su gran número de
islas e islotes donde se presentan una diversidad de hábitats como esteros,
arrecifes, bahías y lagunas, las cuales potencializan su flora, su fauna y la
presencia de especies endémicas. Las islas del golfo pertenecientes a la costa
oriental sudcaliforniana son: Tortuga, San Marcos, Santa Inés, San Ildefonso,
Coronados, Del Carmen, Danzante, Monserrat, Santa Catalina, Santa Cruz, San
Diego, Las Ánimas, San José, San Francisco, Los Islotes, Espíritu Santo–Partida,
Ballena, Gallo, Gallina y Cerralvo.43
El interés por la descripción y el conocimiento detodos estos espacios y
hábitats cobra importancia para nuestro estudio por la relación que los indígenas
sudpeninsulares desarrollaron con los espacios de playa. Las costas, como lo
hemos mencionado, ofrecieron innumerables espacios. Bahías, lagunas y esteros
fueron lugares para la práctica de la pesca y la recolección por parte de las
42
Oscar Arizpe C., ―El ambiente marino‖, en Diagnostico Ambiental de Baja California Sur, La Paz
B.C.S., Sociedad de Historia Natural Niparajá, A.C., Universidad Autónoma de Baja California Sur, Fundación Mexicana para la Educación Ambiental, A. C., 1998, p. 245 - 286.
43Yolanda Maya,‖Recursos terrestres y suelo‖, Diagnostico Ambiental…, op. cit., p. 1988 y 199.
41
bandas de indígenas sudpeninsulares. Es así que al tomar como base las
referencias misionales sobre las destrezas y habilidades de los californios en la
captura de peces; y considerando la movilidad que como grupo mantenían, es
posible pensar que, si no todas, la mayoría de las bandas de peninsulares
integraron dentro de sus territorios de recorridos alguna porción de costa;por ser
esta una fuente segura e inagotable de recursos alimenticios y materiales durante
todo el año (Véase mapa 2).
Mapa 2. Lagunas, esteros, islas y bahías de
las costas sudpeninsulares
Fuente: Elaboración propia con base en: Óscar Arizpe C., ―El ambiente marino‖, Diagnostico Ambienta de Baja California Sur, La Paz, México, Sociedad de Historia Natural Niparajá, A.C., Universidad Autónoma de Baja California Sur, Fundación Mexicana para la Educación
Ambiental, 1998, p. 248.
42
Imagen 4. Bahía Concepción
Imagen 5. Vista de la costa occidental de la sudpeninsula, playa Punta Lobos,
Todos Santos.
Foto: Julio César Martínez, julio 2011.
Foto: Julio César Martínez, abril 2008.
43
El relieve peninsular se encuentra ampliamente variado al contar con
enormes costas, desiertos, valles y regiones serranas. Hacia su interior, la
península es atravesada por una alargada cordillera serrana que recorre
prácticamente toda la península de Baja California —desde Tijuana— hasta
alcanzar la zona austral de Los Cabos. Corre prácticamente cargada hacia el
límite oriental y casi totalmente paralela al Golfo de California, generando, así, la
existencia de dos importantes vertientes; la vertiente suave del Pacífico y la
vertiente abrupta del Golfo (Véase mapa 3).
Mapa 3. Serranías más representativas de Baja California Sur
Fuente: Elaboración propia con base en: Emigdio Z. Flores, Geosudcalifornia, Geografía, agua y ciclones, México, D.F. Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1998, p. 103.
44
Dentro del territorio sudpeninsular, la cordillera serrana inicia (De Norte a
Sur) con la sierra de San Francisco —o San Francisquito— hasta la región sur del
estado, con la Sierra La laguna. Sus nombresson; Sierra de San Francisco, Sierra
de San José Castro, Sierra Santa Lucia, Sierra Santa Clara, Sierra de Guadalupe,
Sierra de la Giganta —que es la más grande en extensión [Véase imagen 7]—,
Sierra de Las Cruces, Sierra La Gata, Sierra La Trinidad y Sierra La Laguna, la
cual cuenta con la mayor elevación del territorio, logrando alcanzar los 2,090 m.44
Imagen 6. Vista de la sierra de La Giganta y del
valle de San Juán Bautista Londó (lado oriental)
44
Z. Flores, Geosudcalifornia…, op.cit., p. 116.
Foto: Julio César Martínez, julio 2011.
45
Imagen 7. Vista de la sierra La Laguna
desde la comunidad de Todos Santos
En lo relativo a las zonas bajas, éstas, a diferencia de las zonas serranas,
se encuentran cargadas hacia el costado occidental sobre la vertiente suave del
Pacífico, pero corren en una posición similar. De Norte a Sur, estas zonas
iniciancon el desierto de Vizcaíno y continúan con una serie de llanos, valles y
planicies entre las que se destacan el Valle de Santo Domingo, los Llanos de
Magdalena, el Valle de La Paz, el Valle de El Carrizal, el Valle de Los Planes, el
Valle de Santiagoy el Valle de San José (Véase mapa 4).45
En lo que respecta a sus características climáticas, estas son sumamente
variadas dadas las características físicas antes mencionadas y al hecho de que
ésta se encuentra posicionada dentro de una zona subtropical de alta presión con
ausencia en los procesos de condensación. Sin embargo, su clima se puede
generalizar en; muy seco, semicálido y cálido. Un determinante más que se suma
a la definición del clima es la precipitación media anual que esalrededor de los 180
mm, cantidad que la posiciona como la entidad federativa con menor precipitación
45
Ibíd., p. 99.
Foto: Julio César Martínez, noviembre 2011.
46
a nivel nacional, aunque cabe destacar que el extremo austral resulta más
favorecido por la llegada de los huracanes en verano y por las precipitaciones
derivadas de las lluvias orográficas.
Mapa 4. Llanos y valles más representativos de Baja California Sur
De ahí que la vegetación en la mayor parte del estado sea de matorral
xerófilo como el sarcocaule, crasicaule, sarco-crasicaule, halófilo y de dunas46y,en
46
Matorral sarcocaule: especies de tronco y ramaje grueso, generalmente tortuoso. Matorral crasicaule: dominancia de cactáceas columnares y con otro tipo de crecimiento en el estrato inferior. Matorral sarco-crasicaule: combinación de especies de tronco y ramaje grueso con
cactáceas columnares y con otro tipo de crecimiento en el estrato inferior. Matorral halófilo: especie que crece próxima al litoral, o bien cubre superficies llanas de escasa elevación, sufre la influencia de un sustrato alcalino y salino. Matorral de dunas: especie que crece en terreno arenoso,
sumamente arenoso y se caracteriza por la baja cobertura vegetal y su pobreza florística. Selva baja caducifolia: se localiza típicamente sobre las laderas de las montañas de la región del Cabo, ocupando un rango altitudinal entre 400 y 1000 metros. Bosque de pino – encino: ocupa una
Fuente: Elaboración propia con base en: Z. Flores, Geosudcalifornia…, op. cit., fig. 4.5, p. 99.
47
menor media, deSelva baja caducifolia y una pequeñísima proporción de bosque
pino-encino.47
Los oasis peninsulares se encuentran dispersos por todo el territorio
sudpeninsular; y un pequeño grupo sobre el territorio correspondiente al actual
estado de Baja California. Por su naturaleza, los oasis sedistinguen dentro de la
árida geografía por la presencia de un cuerpo de agua superficial o por
laexistencia dezonas húmedas, con una mayor vegetación, donde predominan las
plantas leguminosas como la vinorama (Acacia brandegeana), el mezquite
(Prosopis articulada), el palo fierro (Olneyatesota), el palo verde
(Cercidiumfloridum) y algunos palmares (washingtonia robusta).
De acuerdo con Laura Arriaga y Ricardo Rodríguez Estrella, hay 184oasis
sobre el territorio peninsular, quesegún sus características, como la presencia o
ausencia de agua superficial, el tamaño del cuerpo de agua, la duración de
cuerpos de agua y la existencia comunidades vegetales asociadas a un humedal,
fueron agrupados en siete categorías que a continuación explicaremos.
En la categoría 1 fueron integrados todos los oasis con cuerpos de agua
permanentes cuya extensión es relativamente grande (De 0.15 a 2.70 km. [Véase
mapa 5]). Los oasis aquí clasificados son el de La Purísima, el de San Isidro,el de
Mulegé (Véase imagen 8) y el de San Ignacio (Véase imagen 9), ubicados sobre la
parte media y norte del territorio sudpeninsular; más el oasis de San José del
Cabo, ubicado sobre la porción más austral de la media península.48 Todos los
oasis antes mencionadosse formaron sobre el lecho de arroyos que nacen de las
partes altas de la Sierra de la Giganta y Sierra de La Laguna;y que al alcanzar
zonas bajas o llanuras con capas rocosas impermeables en el subsuelo, dieron pie
a la formación de lagunas y manantiales.
reducida superficie sobre las montañas del sur del estado y está compuesta de casi un 15% de
especies endémicas en su flora vascular, y en ella participan mayoritariamente elementos de la flora Californiana. Sobre este punto véase: León de la Luz, Flora Iconográfica…, op. cit., p. 12 y 13.
47Ídem.
48Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖ en Laura
Arriaga y Ricardo Rodríguez Estrella, Los Oasis de la Península de Baja California, La Paz, México, Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S.C., 1998, p. 8 y 9.
48
Mapa 5. Oasis más representativos del (grupo 1)
Los oasis, aquí clasificados, tienen una significancia historia sin
precedentes, ya que son espacios geográficos cuya existencia brindó la
posibilidad de concretar la colonización peninsular; son espacios donde la
presencia humana ha sido constante, primero con la economía natural, después
con la economía misional y finalmente con una economía agropecuaria.
Fuente: Elaboración propia con base en: Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖ en Laura Arriaga y Ricardo Rodríguez Estrella, Los Oasis de la
Península de Baja California, La Paz, México, Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S.C., 1998, p. 8 y 9.
49
Imagen 8 . Oasis de San Ignacio (grupo 1)
Imagen 9. Oasis de Mulegé (grupo 1)
En la categoría II fueron integrados14oasis, siendo de los más
representativosel deSan José de Comondú, Santa Águeda, Santiago y Todos
Santos, todos ellos agrupados por ser considerados oasis cuyo manto freático ha
dejado de ser superficial,tanto por la construcción de obras hidráulicas, que
impiden su recarga natural, como por el continuo aprovechamiento del recurso
para el uso doméstico y la agricultura.
Foto: Julio César Martínez, diciembre 2010.
Foto: Julio César Martínez, diciembre 2010.
50
Imagen 10. Oasis de Todos Santos (grupo 2)
El tamaño de los oasis, aquí incluidos, oscila entre los 0.05 y los 1.5
kilómetros,49 al igual que los oasisde la categoría I, los aquí mencionados se
formaron sobre el lecho de arroyos que nacen de las partes altas de la Sierra de la
Giganta y Sierra de La Laguna; excepto el de Todos Santos que se formó a partir
de manantiales que florecieron al inicio de un pequeño bajío que se extiende hasta
la costa por donde corre un pequeño riachuelo(Véase mapa 6).El
aprovechamiento de estos acuíferos ha sidolargamente utilizado, principalmente
desde el periodo misional; en el caso de Santiago, San José de Comondú, Todos
Santos y durante el periodo porfiriano para el caso de Santa Águeda.
49
Ídem.
Foto: Julio César Martínez, octubre 2010.
51
Mapa 6. Oasis más representativos del (grupo 2)
En la categoría III fueron considerados todos los afloramientos de agua de
carácter intermitente que se formaron sobre el lecho de arroyos de la vertiente
occidental de la Sierra de la Giganta (Véase mapa 7). El tamaño de estos cuerpos
de agua es mucho menor que el de las categorías pasadasal oscilar sólo entre
0.05 y 0.59 kilómetros. En total, 54 oasis fueron integrados para esta categoría,
siendo los más representativos el de Santa Rita, San Pedro de La Presa, Las
Pocitas–El Pilar y la Isla Margarita50.
50
Ibíd., p. 8,9 y 10.
Fuente: Elaboración propia con base en: Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo
Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖, op. cit., p. 8 y 9.
52
Mapa 7. Oasis más representativos del (grupo 3)
Por su tamaño y capacidad de carga, sólo algunos soportan el desarrollo de
una pequeña agricultura de autoconsumo,albergando pequeñas comunidades de
palmares.La gran mayoríade estos oasis, por su mismo carácter de
intermitentes,son conocidos como tinajas y aprovechadoscomoabrevaderos para
el ganado por todas las rancherías de la zona, lo cual no nos hace dudar que por
sus característicasy su ubicación fueran ampliamente aprovechados por
losindígenas guaycuras en su constante deambular a lo largo de sus territorios de
recorrido.
Los oasis correspondientes a las categorías 6 y 7 (Véase mapa 7) son
espacios que carecen de agua superficial y se distinguende la árida geografía
peninsular porformar islas de vegetación donde predominan los palmares y las
Fuente: Elaboración propia con base en:Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖, op. cit., p. 8.
53
leguminosas (Véase imagen 11). Estos oasis se desarrollaron sobre el lecho de
arroyosprosperando gracias a la humedad del subsuelo.
Imagen 11. Oasis de San Bartolo
Mapa 8. Oasis más representativos del (grupo 4 y 6)
Foto: Julio César Martínez, noviembre 2011.
Fuente: Elaboración propia con base en:Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo
Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖, op. cit., p. 8.
54
En conjunto suman 98 los oasis correspondientes a estas dos categorías,
aunque solo tres pertenecen a la categoría 4, constituidos por comunidades de
palmar, y 95 a la categoría 6, formados por comunidades de leguminosas. Los
oasis más representativos de ambas categorías son el de La Candelaria, San
Bartolo y San Isidro (2) para la categoría 4, y el de Guadalupe de la Herradura,
Matancitas, San Juan Bautista Londó, San Juanico y el de la zona arquitectónica
de La Bocana para la categoría 6.51
En una quinta categoría fueron integrados cinco oasis creados a partir de
lagunas estacionales formadas por el agua de la lluvia. Estas lagunas tienen una
permanencia prolongada gracias a las propias características del subsuelo y a la
construcción de pequeñas obras de retención que evitan su escurrimiento (Véase
mapa IX). Dependiendo del tamaño de la laguna, el recurso es utilizado para el
desarrollo de la agricultura, para el uso doméstico de las comunidades aledañas y
como abrevaderos para la ganadería. Los oasis más representativos de esta
categoría son el de Agua Caliente, Boca de la Sierra (A), Boca de la Sierra (B),
San Dionisio y San Jorge, todos ellos ubicados en las inmediaciones de la sierra
de La Laguna.52
En la última categoría quedaron integrados los oasis formados a partir de
lagunas costeras —de pequeñas dimensiones— fundadas en la desembocadura
de arroyos,los cuales ven interrumpido su tránsito a causa de una barrera de
arena que cíclicamente se abre y se cierra, permitiéndolela salida y entrada del
agua. Entre los oasis más representativos de este grupo está el de Los Inocentes,
sobre la costa occidental de la media península, y el de Punta Lobos y Punta San
Pedro; también sobre la costa occidental, pero en el extremo sur peninsular. El
tamaño de los ocho oasis que conformaron este grupo oscila entre los 0.02 y 0.34
kilómetros.53
51
Ibíd., p. 10, 19 y 20.
52Ibíd., p. 9 y 10.
53Ibíd., p. 10.
55
Mapa 9. Oasis más representativos del (grupo 5 y 7)
Es importante no perder de vista que la caracterización del clima
sudpeninsular —antes descrita— nos va detallando un escenario un tanto árido y
agreste. No obstante, la regiones poseedoras de una inmensa riqueza biológica,
tanto terrestre como marina; una riqueza que venía sustentando a una sociedad
de cazadores–recolectores desde hace miles de siglo atrás y que ha continuado
sustentando a cientos de generaciones hasta el día de hoy.
Como una prueba de la riqueza vegetal sudpeninsular, cabe mencionar la
existencia de dos regiones fitogeográficas diferenciadas. La región desierto
sonorense y la región del Cabo54 se componen de otras subregiones entre las que
54
Ibid., p. 12.
Fuente: Elaboración propia con base en:Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖, op. cit., p. 8.
56
podemos mencionar el desierto Sarcófilo, el desierto Sarcocaule, región de
Magdalena, región Sierra de la Giganta y la región Árido–Tropical.
Mapa 10. Regiones vegetales
La región desierto Sarcófilo —o región de Vizcaíno—se caracteriza por la
asociación de plantas suculentas como el agave y hiervas como la ambrosia que
se da sobre suelos arenosos. Esta región se extiende sobre la vertiente occidental
del territorio, naciendo desde territorio bajacaliforniano y extendiéndose hacia el
sur hasta las inmediaciones del volcán de Las Tres Vírgenes, en donde hace una
curva hacia la costa del Pacífico bordeando la cadena montañosa y extendiéndose
Fuente: Elaboración propia con base en: Yolanda Maya, Juan Guzmán ―Recursos terrestres y suelo‖ en Diagnóstico Ambiental…, op. cit., p. 167-171.
57
un poco más sobre la llanura costera hasta las inmediaciones de la localidad de
San Juanico. La región se caracteriza por contar con extensas zonas arenosas
que formangran cantidad de dunas y amplias áreas de salinas naturales que se
extienden varios kilómetros tierra adentro. Entre las comunidades vegetales que
se asocian a esta región destaca el matorral de dunas, con especies como el
chamizo, la gobernadora, el jumete y la frutilla; el matorral halófilo con especies
como el chamizo y la salicornia; el matorral micrófilo, con especies como la
vinorama, el palo verde, la gobernadora y la frutilla. Y entre las especies perenes
destaca el maguey, el datilillo, el cirio, el copalquin y la pitahaya agria.55
La región correspondiente al desierto Sarcocaule, donde predominan
plantas de tipo arbustivo y de tallos carnosos, ocupa una franja terrestre que se
extiende sobre la vertiente abrupta del Golfo de California; desde una línea
imaginaria a la altura de Bahía de Los Ángeles —en territorio bajacaliforniano—
hasta las inmediaciones de la bahía de La Paz. También se integran las islas e
islotes que se encuentran frente a la costa por donde se extiende esta región,
además de la Isla Cerralvo —una pequeña zona al este de la bahía de La Paz— y
toda la llanura que se extiende desde San José del Cabo hasta la comunidad de
Los Barriles. Entre las especies vegetales que se encuentran en esta región
destacael lomboy, el copal, el torote, la matacora, el palo verde, el palo Adán, el
palo fierro, el ciruelo, la cholla, el cardón y diversas especies de nopales y
biznagas.56
La región de magdalena, una de las más grandes del territorio, se
caracteriza por incluir en su vegetación una composición florística tipo sarco–
crasicaule, donde se conjuntan plantas tipo arbustivo, carnosas y de tallo grueso,
con plantas de tallo suculento y jugoso(Véase imagen 12). La región se extiende
sobre la parte media de la sudpenínsula ocupando la vertiente occidental del
territorio, limita al norte con la región de Vizcaíno y se extiende hacia el sur hasta
alcanzar la bahía de La Paz, incluyendo las islas Santa Margarita y Magdalena. En
55
Ibíd., p. 167 y 168.
56Ibíd., p. 169
58
esta región predominan cactáceas como el cardón, la pitahaya agria, la pitahaya
dulce y la cholla. También hacen presencia plantas como el torote, el lomboy, la
matacora, el palo Adán, palo verde, mezquites y palo blancos en cañadas o en
arroyos.57
Imagen 12. Paisaje de la región de Magdalena
a la altura del poblado de Santa Rita
La región Sierra de la Giganta, como su mismo nombre lo indica, ocupa el
espacio donde está conformada la serranía del mismo nombre, extendiéndose
desde la bahía de La Paz hasta alcanzar el extremo norte de la bahía Concepción.
Por las características topográficas de la misma serranía que dan pie a la
formación de la vertiente del Golfo y la vertiente del Pacífico, la región queda
atrapada entre las demás regiones al limitar al Este con la región Sarcocaule; al
Oeste con la región de Magdalena; al Norte con la región de Vizcaíno y al Sur con
la región árido–tropical. La composición florística de esta región tiene como
especies dominantes a las leguminosas como el mauto, el palo blanco, el palo
57
Ídem.
Foto: Julio César Martínez, julio 2011
Lio César Martínez
59
fierro, el mezquite y el palo verde. De igual forma, podemos encontrar algunas
cactáceas como la pitahaya dulce y los viejitos; además de diversos tipos de
arbustos.58
La región Árido–Tropical localizada sobre el extremo sur del territorio
sudpeninsular, ocupa prácticamente todo el espacio restante de la sudpeninsula
sur del istmo de La Paz; con la excepción de las pequeñas zonas de desierto
Sarcocaule que alberga y lacomunidad vegetal de la sierra de La
Laguna.Prácticamente tiene los mismos límites que la región del Cabo;salvo las
pequeñas franjas de desierto Sarcocaule que posee. En sus llanuras se encuentra
matorral sarcocaule, en el que las especies dominantes son: lomboy, matadora,
torote, copal, palo Adán, ciruelo y cardón.59En la cadena montañosa de la Sierra
de La Laguna se encuentran comunidades de selva baja caducifolia, de bosque de
encino y de bosque de encino pino.
Es de entenderse, pues, que la conjugación de zonas bajas como los valles
y llanos, con las zonas serranas, costeras, desérticas y los oasis dentro de un
espacio relativamente angosto; especialmente para la movilidad de los Californios,
les permitió acceder a una diversidad de ecosistemas y espacios naturales que se
hacían manifestar a cortas distancias. Esto, a su vez, modificaba las condiciones
ambientales y de aprovechamiento del medio.Esta movilidad, que resultó ser una
eficaz estrategia de adaptación, resultó ser mayor en los territorios del norte
debido a la escasa vegetación de la zona, la cual fue producto de una menor
humedad y precipitación; mientras que hacia el sur las poblaciones fueron un poco
menos dinámicas como consecuencia de una mayor riqueza biótica, la cual era
insuficiente para sustentar a un grupo en un territorio determinado.
58
Ibíd., p. 170.
59Ibíd., p. 171.
60
Imagen 13. Paisaje de la zona serrana
en el extremo sur de la sudpeninsula
Foto: Julio César Martínez, noviembre 2011.
Lio César Martínez
61
I.2 Los Californios y su relación con el medio
El apartado que a continuación desarrollaremos tiene como objetivo
analizar la forma en que las primeras sociedades habitaron el territorio
sudpeninsular; específicamente aquellas que se desarrollaron dentro de una
economía natural, y que por ende, las que establecieron estructuras sociales de
armonía con su espacio geográfico;presumiblemente agresivo y hostil, dadas las
condiciones de extrema aridez y sequedad de la zona. Por otra parte,
analizaremos cuál fue la relación que estas sociedades desarrollaron con su
entorno; cómo se articularon con él; y cuál fue la influencia de este en la obtención
de lo que el geógrafo Jean Brunhes refiere como primeras necesidades vitales
(Alimentación, techo y elaboración de utensilios domésticos). La importancia dada
al estudio del espacio geográfico, y la influencia de este en el grupo social, cobran
importancia porque la naturaleza ha influido directa o indirectamente en la
satisfacción de las necesidades humanas y porque:
La filiación de los hombres a su entorno es uno de los primeros
elementos que deben ser considerados cuando se estudia la forma de
vida de una comunidad humana.60
60
Rosa Elba Rodríguez Tomp, Cautivos de dios, Los cazadores-recolectores de Baja California durante la colonia, México, CIESAS, Instituto Nacional Indigenista, 2002, p. 19.
62
La relación entre el indígena californio y el espacio geográfico, marco físico
donde se producen y reproducen todas las actuaciones del hombre, no pudo
haber sido de otra forma más que de un apego total y un conocimiento profundo
de su entorno. Dicho factor le permitió realizar una aprovechamiento amplio y
eficaz sobre él, y utilizándolo no sólo para la obtención de bienes alimenticios, sino
también para la elaboración de instrumentos, herramientas, confección de
vestimenta, como refugio, para fabricar ornamentos y como medio de vida. Esto
dio por resultado que la vida de las bandas de indígenas estuvieran íntimamente
ligadas a la naturaleza, pues esta parte de su cultura era condicionada por lo que
su espacio geográfico les brindaba como materia prima o como alimento; de ahí
―la denominación de cazadores–recolectores [que] hace alusión al elemento
central, estructural, de la cultura de estos grupos, es decir, al régimen de
producción.‖61
Tomando dicho factor como base, se puede aseverar que el apego, el
conocimiento y el amplio aprovechamiento que del medio tenían los indígenas
californios, son un conjuntode herramientas y respuestas culturales hacia los
problemas que su entorno les presentaba y que como grupo utilizaban en la
búsqueda delo que toda sociedad exitosa debe conseguir y asegurar. Esto dio pie
al desarrollo de una cultura milenariagracias a que la estructura social era
perfectamente coherente con su espacio, de tal forma que su articulación y su
dinámica propiciaron la reproducción de su cultura.
Para su alimentación, elindígena californio hiso uso de todas las
herramientas culturales que poseía, utilizando su conocimiento y adaptándose a
su espacio geográfico. Esto le permitió que mucho de lo que la flora y la fauna le
ofrecía de forma estacional, y en diferentes espacios, pudiera ser integrado a su
dieta; de ahí que haya tenido a su disposición una gran variedad de especies
vegetales y anímales, tanto marinos como terrestres, de los cuales echó mano
para su subsistencia. Esta situaciónse hacía más benéfica cuando existía dentro
del espacio geográfico —reconocido como suyo [territorio de recorrido]— un
61
Ibíd., p.25.
63
cuerpo de agua permanente o humedal con características bióticas diferenciadas
que lo destacaran como nicho ecológico de mayor potencial.
La existencia de estos espacios brindó una mayor combinación y diversidad
de recursos medioambientales que podían ser libremente utilizados y
aprovechados, convirtiéndose así en espacios históricamente ocupados mediante
un consumo de bajo impacto. Los nativos respetaban los ciclos naturales de
recuperación de cada uno de los recursos de los que se proveían,asegurando así
la permanencia de los recursos y la subsistencia de su propio grupo. Un ejemplo
de estos espaciosdonde la existencia de un ambiente de oasis, en combinación
con un ambiente marino, se conjugo para brindar escenarios de hábitat idóneos
para las bandas de cazadores–recolectores, son los oasis deTodos Santos, San
José del Cabo, Mulegé y La Purísima (Véase imagen 14).
Imagen 14. Oasis de Todos Santos visto desde la playa La Poza.
De la fauna terrestre, podemos decirque les bastaba y sobraba para
elaborarse suculentos menús, ya que la amplitud de su consumo integraba desde
venados hasta grillos, y gusanos.Consumían carnede berrendos ammo-gokio,
borregos tayé, liebres, conejos, tecolotes, palomas, murciélagos, víboras, ratones,
lagartijas, arañas y demás cuadrúpedos, reptiles e insectos existentes. Era tan
fuerte y capaz su boca y estomago para el ejercicio de alimentarse, que con gran
asombro el jesuita Juan Jacobo Baegert escribió al respecto:
Foto: Julio César Martínez, noviembre 2011.
64
[…] un anciano, de unos setenta años, que estaba despedazando entre
dos piedras, un zapato viejo hecho de cuero crudo de venado, y que se
llenaba boca y estómago con los trozos duros y rasposos.62
En general, consumían todo lo que podían atrapar y matar, exceptuando los
animales o plantas venenosas que les causaban algún repudio como el caso del
tejón, el cual no comen ―porque dicen que es comer como gente‖,63 según
comenta Miguel del Barco.
El ambiente marino les brindó otra fuente inagotable de recursos, tanto en
la recolección como en la pesca. Se sabe que fueron excelentes navegantes que
utilizaban balsas de carrizo y ramas, al igual que aprovechaban la existencia de
lagunas costeras o esteros para atrapar y pescar peces de aguas poco profundas.
En alta mar ―demostraron una destreza admirable en la pesca y caza de la
caguama‖,64misma que también les debió servir para la pesca de grandes peces
como el tiburón, mantarrayas y delfines, tal como lo demuestran algunas
evidencias encontradas en sitios arqueológicos de la región del Cabo.Según
algunas descripciones misionales, la pesca en aguas poco profundas también era
un arte que dominaban:
[…] con redes, y ya con atajar alguna parte del estero con palos y ramos
cuando ha subido la marea; para que al bajar ésta, se halle el pescado
en poco agua. Y queda en tanta abundancia, que fácilmente cogen
mucho.65
La recolección de moluscos fue una actividad que rendía grandes
dividendos a las bandas de californios. Ya fuera en ambientes rocosos o arenosos,
se podían obtener almejas pata de mula (Anadaramulticostata), almeja roñosa
(Chionecaliforniensis), almeja blanca (Codakia distingüenda), almeja chocolate
(Megapitariasqualida), ostión de roca (Ostreafisheri), ostión de mangle
62
Juan Jacobo Baegert, Noticias de la península americana de California, México, Gobierno del Estado de Baja California Sur, 1989, Segunda edición española, p. 91.
63Del Barco, op. cit., p. 206.
64W. Michael Mathes, ―Indígenas sudcalifornianos en el servicio marítimo español‖ en Memoria de
la IV semana de Información Histórica de Baja California Sur, La Paz, México, 1984, p. 15.
65Del Barco, op. cit., p. 128.
65
(Ostreapalmuda), Madreperla (Pinctadamazatlaniza), callo de hacha (Pinna
rugosa), caracol chile (Fasciolalaria princeps), caracol chino rosa
(Hexaplexerythrostomus), caracol de uña (Strombusgracilior), caracol burro
(Strombusgaleatus), caracol porcelana (Turbo fluctuosus), entre otros.66 Esta
actividad ha logrado ser ampliamente estudiada gracias a investigaciones
realizadas en sitios arqueológicos como los Concheros de la ensenada de La Paz
y el Médano en Cabo San Lucas.
Otra parte importante de su alimentación era satisfecha por raíces, semillas
y frutos silvestres que las mujeres, principalmente, iban recolectando durante sus
constantes recorridos. Por medio de las descripciones misionales se sabe que de
las raíces o plantas más utilizadas estaban los mezcales o alóes, altamente
valorados por los californios y de muy buena disponibilidad durante el año. Sobre
la forma de consumirlos, Miguel del Barco lo describe de la siguiente forma:
Cerca de la ranchería encienden fuego, en el cual echan piedras no muy
gruesas. Cuando se ha consumido la leña y las piedras están
encendidas como ascuas, con unos palos largos extienden un poco de
fuego y piedras, y van acomodando, entre uno y otro, los mezcales como
conviene para el intento. Todo ello queda en forma de montón, y le
cubren con la tierra cercana y caliente: con lo cual queda reconcentrado
el calor y tarda mucho en disiparse. Así lo dejan por lo menos
veinticuatro horas, y más frecuentemente dos noches y un día; y lo
sacan todo bien cocido [tatemado]…‖67
A los mezcales se sumaban plantas como la yuca, nombrada por los
cochimíes como ujuí, y de la cual consumían su raíz. La jícamasilvestrey el
túle, también eran ingeridos; el tronco tierno, su raíz y la espiga cuando se
encontraba tierna.68
66
Alfonso Rosales – López, HarumiFujita, La antigua california prehispánica: la vida costera en el
conchalito, México, D.F., Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2000, p. 114-115.
67Del Barco, op. cit., p. 123 y 124.
68Ibíd., p. 105 y 126.
66
Las semillas y frutos eran otra importantefuente de alimento y energía para
los indígenas; aunque de estos, el que destacaba como el manjar más codiciado
eran las pitahayas. La llegada de su periodo de maduración era motivo de fiesta y
alegría, consumiendo el fruto hasta vomitarse. Como una referencia de esto, cabe
mencionar la crónica que nos da el jesuita Miguel del Barco en el caso de los
indios californios y su relación con la temporada de pitahayas.
El tiempo de las cosechas de las pitahayas era como el tiempo de su
vendimia. En el estaban más alegres y regocijados que en todo lo
restante del año. << Los tres meses de la pitahaya [dice el venerable
padre Salvatierra] son como en algunas tierras de Europa los tiempos
carnestolendas, en que buena parte salen de sí los hombres. Así estos
naturales salen de sí, entregándose del todo a sus fiestas, bailes,
convites de rancherías distantes, y sus géneros de comedias y
bufonadas que hacen,en que suelen pasarse las noches enteras con
risada y fiesta…69
A estas se les sumaban lastunas, las ciruelas silvestres e higueras salvajes.
Entre las semillas que solían recolectar e ingerir, una vez tostadas y molidas,
estabanlas del zacate, las del de mezquite, palo fierro,jojoba,caribe y palo
verde.Sobre el modo de tostar las semillas, Del Barco nos da la siguiente
descripción:
[…] echan en la batea tres o cuatro puñados de semillas: sobre ella
ponen brasas, y lo mueven todo continuamente, para que toda la semilla
participe del fuego sin quemarse ella ni la batea. Cuando conocen que ya
tiene su punto lo tostado, quitan el fuego o los carbones (que ya
entonces lo son), con sus manos.70
Sobre la forma de consumir y preparar sus alimentos, podemos decir que
las referencias antes mencionadas sobre el tostado de las semillas yel consumo
de los mezcales fue de lo más elaborado que hacían, lo cual se puede entender
dada su gran movilidad y los utensilios e instrumentos con que contaban y que
69
Ibid., p. 192.
70Ibid., p. 204.
67
podían transportar. Sobre esto, nos dice Juan Jacobo Baegert que ―ellos queman,
chamuscan y tuestan en la lumbre todo lo que no comen crudo.‖71
En lo correspondiente a sus bebidas, parte importante de su alimentación y
necesarias para su subsistencia, eljesuita Baegert nos da una referencia con las
charcas de agua de lluvia:
[…] algunas quedan verdes de inmundicias y podredumbres, algunas
bien saladas, otras claras y de buen sabor… Algunas alcanzan para todo
el año, otras se secan de pronto. De esas bodegas sacan, tanto los
californios como otros habitantes de esta península, sus vinos del Rhin o
del Mosela, su Rosóli y su aguamiel. En estos pantanos se bañan; con
estas aguas se recrean o se refrescan las gentes y las bestias, y en fin,
ante ellas se echa de barriga el californio y bebe como una vaca, porque
generalmente no tiene con que tomarla…72
Una referencia muy descriptiva sobre la relación que las bandas de
californios establecieron con el medio y los recursos que este les brindaba para su
alimentación, es la división que estos realizaron del año en función de los recursos
que el medio les brindaba por temporadas:
No dividen el año en meses, sino en seis estaciones: la primera, que es
la llamadameyibóy la más alegre porque en ella se coge la cosecha de
pitahayas, comprende parte de junio, todo julio y parte de agosto; la
segunda, que también les es tan grata como la primera por la cosecha
de pitahayas agridulces, tunas y otras frutas y semillas que aprecian,
llaman amadá-appí,y comenzandoen agosto, abraza todo septiembre y
partede octubre, en cuyo tiempo reverdecen las plantas con las lluvias
que entonces caen, aunque escasas; la tercera tiene el nombre de,
amadá-appigalá, y comprende parte de octubre, todo noviembre y parte
de diciembre, tiempo en que la yerba nacida en la estación anterior
empieza a amarillear y secarse; la cuarta,nombrada mejibél, es la más
fría, y comprende parte de diciembre, todo enero y parte de febrero; la
quinta que se llamamejiben, comienza en febrero y abraza todo marzo y
71
Baegert, op. cit., p. 93.
72Ibíd., p. 25
68
parte de abril;finalmente,la sexta incluye parte de abril, todo mayo yparte
de junio, y se llama mejiiben-maají, esto es, la estación mala…73
El hecho de que los indígenas californios tengan la denominación de
cazadores-recolectores lleva implícito características de su régimen de producción
y de su vida;en primer término porque tomaban del ambiente todo lo que
ocupaban sin integrarlos dentro de algún proceso de mayor significancia; y en
segundo lugar, debido a la movilidad que como bandas realizaban dentro de un
territorio de trashumancia. El número de herramientas o artículos en relación con
su peso y su proceso de elaboración no debió haber sido ni tan numeroso ni tan
elaborado, esto sin demeritar la cultura del indígena y sin dejar de reconocer la
existencia de artículos de gran valor simbólico y de difícil confección.
Al igual que con su alimentación, los indígenas californios ocuparon,
utilizaron y establecieron sus territorios de recorrido sobre el espacio
geográficosin realizarle mayoresmodificacionesoconstrucciones. En su estado
natural, la geografía sudpeninsular fue su medio de vida, sufuente de recursos,su
casa y su resguardo, se trataba de un auténtico valor de uso.Al no contar con
casas, cuevas o lugar fijo donde vivir, y si con la constantenecesidadde estar en
movimiento continuo para aprovechar lo que el medio les brindaba durante ciertos
periodos y en forma dispersa, cada espacio o paraje dentro de su territorio de
recorrido donde existiera alimento y agua cercana, eralugar propicio para un
campamento estacional, lo cualse transformaba en su casaen ese preciso
instante.
Como una referencia de lo antes dicho y como una muestra de la relación
tan íntima y tan necesaria entre el indígena y su entorno, nos dice el jesuita Juan
Jacobo Baegert que para los indios californios el espacio geográfico en el que
habitan; y en lo específico el suelo:
[…] viene a ser su mesa […] su sillón, su canapé y su consultorio, su
gabinete y su alcoba; su cocina y su comedor. Las desiertas serranías y
73
Francisco Xavier Clavijero, Historia de la Antigua o Baja California, Estudios preliminares Miguel León-Portilla, México, Porrua, Quinta edición, 2007, p. 50 y 51.
69
peñascos son sus cortinas y sus tapicerías; los zarzales, verdes o secos
[…] son sus parques y vergeles […] los charcos [sus] enormes
espejos…74
Por medio de las descripciones misionales se sabe que su arquitectura se
reducía a la confección de pequeñas estructuras de ramas a manera de
mamparas o pequeñas enramadas para cubrirse del viento, Del Barco describe las
encontradas en la parte norte, por encima de los 30 grados, de la siguiente
manera:
[…] tienen por lo regular estas chozas del norte menos de dos varas de
diámetro y, no pudiendo extenderse para dormir, duermen o encogidos o
medio arqueados.75
Otro tipo deconstrucciones eran los corralitos de piedras apiladas(Véase
imagen XV) y la elaboración de hoyos en el suelo para cubrirse del frio y del
viento, en ambos casosteniendo como único techo el cielo, y con la necesidad de
albergar una familia entera.76
Imagen 15. Caracterización de un corralito
de piedra museo de San Ignacio, B.C.S.
74
Baegert, op. cit., p. 85-86.
75Del Barco, op. cit., p. 189.
76Ídem.
Foto: Julio César Martínez, diciembre 2010
70
Otra referencia que tenemos de la época jesuita y que nos muestra la perfecta
adaptación del indio californio a su espacio, y el desarrollo de rasgos culturales
sumamente eficientes para contrarrestar lo agresivo del medio, nos la da Juan
Jacobo Baegert:
No pueden salir, durante todo el año [el indio californio], de un lugar
determinado, temprano en la mañana, para regresar al mismo en la
noche, porque un terreno limitado no es suficiente para proveerlos todo
el tiempo con el sustento diario, y esto, a pesar de que cada horda se
compone de tan poca gente; en un lugar se acaba tal vez hoy el agua y
mañana tienen que estar en otro lugar para recolectar oportunamente
cierta semilla que ya está por caerse y diseminarse.77
En lo que respecta a su tecnologíay vestimenta,esta era elaborada con
materiales comunes del medio geográfico y de fácil obtención como ―diferentes
tipos de piedra, hueso, asta, concha y madera.78Podemos decir que para la caza
el instrumento más utilizado, según las crónicas de los misioneros, era el uso del
arco y la flecha, cuya elaboración era de varejones de madera dura que se iban
maleando con el fuego, para después darle la consistencia y forma deseada.
Como cuerda utilizaban nervios o tripas de venado que ataban hábil y fuertemente
a cada uno de los extremos del varejón. En cuanto a las flechas, las elaboraban
de dos tipos de materiales; una parte de carrizo y otra de madera dura, pero de
poco peso. Para darle firmeza a los materiales, utilizaban nervios de animal; para
una buena dirección, integraban plumas de gavilán en la cola de la flecha; y para
darle mayor gravedad a las heridas que producían, le agregaban un pedernal en la
punta.79
77
Baegert, op. cit., p. 78.
78Gema Poyatos de Paz, HarumiFujita, ―Equilibrio entre el hombre y la naturaleza: Los indígenas
costeros de El Médano, Baja California Sur”, Revista española de antropología americana, Nº 28, 1998 , p. 26.
79Del Barco, Op. Cit., p. 194.
71
Imagen 16. Atlatl o lanza dardos, casa de
la cultura “Néstor Agúndez Martínez” Todos santos B.C.S
Imagen 17. Puntas de flecha o pedernales, casa de la cultura “Néstor Agúndez
Martínez” Todos Santos, B.C.S
Foto: Julio César Martínez, octubre 2004.
Foto: Julio César Martínez, octubre 2004.
72
El uso de la lítica tiene mayor preponderancia sobre los demás materiales,
ya que su uso fue sumamente variado y eficaz. De la piedra se elaboraban
herramientas como lascas, cuchillos y navajillas para cortar carne. También se
elaborabanraspadores y raederas para cortar carne y hueso más duro, mientras
que los tajadores y tajaderas se utilizaban para cortes de poca precisión y
mediante un golpe seco. Las manos y metates eran utilizados en la significativa
tarea de la molienda de semillas. Por último, podemos mencionar las puntas de
proyectil o pedernales, piezas de gran significancia para la caza, y que en la
actualidad aún pueden ser encontrados en diversas regiones de nuestro territorio.
La tecnología utilizada para la pesca iba desde la fabricación de balsas
hasta la elaboración de fisgas de madera y arpones, mismos que eran utilizados
para la pesca tiburones, lobos marinos, delfines en alta mar; y hasta especies
propias de arrecife y aguas poco profundas como el pez perico, sardinas, manta
rayas etc.Sobre el modo de fabricación de las balsas, Del Barco escribió:
[…] todo su artificio se reduce a juntar cinco palos, pero de suerte que el
que va enmedio (sic) sea más largo que los laterales, con lo cual forman
una especie de proa. Por medio de unas estacas de dos puntas, que
clavan en los palos, juntan unos con otros; y para más seguridad, los
afianzan más con cordeles.80
En la elaboración de utensilios tenemos otro inmejorable ejemplo del
eficazuso de los recursos naturales.Las bateas, por ejemplo, eran elaboradas con
ramas de una planta regional, la cual tostaban, machacaban y una vez dividida en
pequeñas correas, iban tejiendo en forma fuerte y apretada, de tal manera que
una vez lista la batea podía contener agua sin escurrírsele.81De igual forma,
plantas, conchas, caracoles y demás, eran utilizados generalmente por los
indígenas peninsulares parala confección de sus vestimentas y adornos. Al
respecto, Miguel del Barco anotó:
80
Ibid., p.70.
81Ibid.,p.100 – 101.
73
[…] Los pericúes […] adornaban toda la cabeza de perlas, enredándolas
y entreverándolas con los cabellos […] Entretejían con ellas unas
pequeñas plumas blancas, resultando todo un adorno postizo.82
Los indígenas de la zona de Loreto:
[…] ceñían generalmente la cintura con una faja […] y la frente con una
redecilla curiosa. A esta añadían algunos un collar, con ciertas figuras de
nácar bien labradas, guarnecidas a veces con unas frutillas redondas, a
manera de cuentas.83
En el caso de las mujeres que habitaban el extremo sur, perteneciente a la
nación Pericú:
[…] para elaborar sus faldellines, tomaban cierta especie de palma
regional. Para esto golpeaban sus hojas, como se hace con el lino, hasta
que salen esparcidas las hebras, las cuales, si no son tan delicadas
como las del lino, a lo menos quedan, machacadas de este modo, más
suaves que las del cáñamo. Suvestido se reduce a tres piezas, dos que
forman juntas una saya, de las cuales la mayor, poniéndotela por detrás,
cubre también los dos lados volteando un poco para delante, y llaga
desde la cintura hasta media pierna o poco más. La otra pieza se pone
por delante, cubriendo el hueco que dejo la mayor, pero sólo llega a las
rodillas o muy poco más. La tercera pieza sirve de capotillo o mantelina
con que cubren el cuerpo desde los hombros hasta la cintura o poco
más…84
Como una referencia tenemos la descripción que nos hace Miguel del Barco
en relación a los bienes materiales que comúnmente transportaban las bandas de
californios:
Éstos, pues, se reducen a una batea grande, que, en su hechura y
tamaño, es como un platón grande, una taza u hortera, como copa de
sombrero […] un hueso, que les sirve de alesna, para componer las dos
piezas dichas; un palillo pequeño para hacer lumbre; una red de pita
grande en que las mujeres cargan cuanto tienen que cargar,
82
Ibid.,p.183.
83Ibid., p.184.
84Ibid., p.185.
74
exceptuando la leña; otra, en forma de bolsa, que usan los hombres,
para recoger en ella pitahayas, […] dos tablitas de menos de un palmo
de largo, y medio de anchas […] entre las que guardan las plumas de
gavilán […] algunos pedernales […] el arco y las flechas […] Los que
viven en las playas, tienen, además de esto, algunas redes grandes para
pescar.85
Por el hecho de no haber desarrollado la agricultura u otros rasgos
culturales que los llevaran de la mano al sedentarismo, lo cual espacialmente
implica la ocupación permanente de un territorio, los grupos indígenas
peninsulares utilizaron el nomadismo86 como estrategia de adaptación a las
difíciles condiciones del desierto y como una forma de apropiarse de ciertos
territorios, donde, mediante un continuo deambular, lograran proveerse de los
recursos que el medio les brindaba en forma dispersa y por temporadas.
Con el nomadismo como estrategia de supervivencia y la definición de
ciertos territorios para sus recorridos, las bandas de cazadores–recolectores
desarrollaban un proceso de territorialización, que es ―el proceso de producción
del espacio sociala través de la acción humana‖.87Esta territorialización, podemos
decir que era una de las relaciones más fuertes que los indios californios
establecían con su medio. A partir de ahí, desarrollan toda una serie de patrones
de comportamiento involucrados conel aprovechamiento de su territorio, producto
de su base cultural y tecnológica.Cabe mencionar que este proceso de
territorialización era sumamente dinámico y flexible, dado lo cambiante del medio y
las relaciones existentes con los demás grupos. La territorialidad de las bandas se
definía por fronteras invisibles existentesentre sus territorios de recorrido y los
territorios de recorrido de otras bandas, aunque también existieron fronteras que
limitan con tierras de nadie o inhabitadas.
85
Ibid., p. 190.
86Se trataba de un nomadismo relativo, pues la ocupación de los oasis en sus diferentes
modalidades (manantial, ojo de agua, arroyo, humedal) fue permanente, aunque de manera cíclica.
87Joan Eugeni Sánchez, Espacio, economía y sociedad, Madrid España, Siglo XXI de España
editores, S. A., Primera Edición, 1991, p. 6.
75
Sobre esto, cabe destacar que aunque la movilidad de las bandas surgía
por el agotamiento de un recurso y la intención de aprovechar otros disponibles en
diferente lugar, también se daba por el hecho de no generar la sobreexplotación o
exterminio de tal o cual recurso. Y es que lejos de suponer que tenían una
conciencia ecologista, este mecanismo social evitaba un abuso en el
aprovechamiento de los recursos pusiera en peligro su misma subsistencia.
En esta economía —denominada natural o de apropiación— que se basaba
en la caza, la pesca y la recolección, aparte de la elaboración de herramientas de
caza, la confección de algunos artículos como bateas y algunas prendas u
ornamentos, no se producía y no se integraba nada a un proceso de manufactura
o elaboración compleja por el hecho de consumirse o utilizarse todo lo que el
medio les brindaba en estado natural. No se generaban excedentes, no existían
clases sociales; y su prioridad vital era asegurar su supervivenciadía a día; aunque
algunos investigadores aseveran que bastaban ―unas cuantas horas de recorrido
fructíferos para satisfacer las necesidades básicas de una comunidad, lo que da
lugar a una rica y diversa actividad extraalimentaria‖.88 Por esta razónse estableció
el concepto desociedades originales de la abundancia.
Por tratarse de una región peninsular escasa en lluvias, está claro que no
toda la alimentación de los californios —como los que se ilustran en el cuadro
inferior— procedía de la periferia de los oasis. Sin embargo, éste resulta
determinante para la vida humana y animal, sin la cual no hubiese sidoposiblela
presencia de miles de indígenas en la península.
88
Rodríguez Tomp, Los límites de la identidad..., op. cit.,p. 17.
76
Cuadro 1. Flora terrestre utilizada por los indígenas
Nombre Descripcion Imagen
Biznaga
(Ferocactusspp.)
Es de tallo ovoide,
globoso a cilíndrico, con costillas prominentes yespinas grandes y
fuertes. El fruto es una baya, comestible en la mayoría de los casos, con
paredes delgadas, se-micarnosas y pequeñas semillas oscuras.
Cardón
(Pachycereuspringlei)
Cacto columnararborecen-
te, con ramas ascendentes y que puede llegar a medir hasta 18
metros de alto
Caribe
(Cnidoscolusangustidens T.)
Subarbusto o hierba
robus-ta, de un poco más de un metro de alto, con hojas palmatífidas y con
pecíolos largos.
Carrizo
(Arundodonax L.)
Pasto robusto, cespitoso,
crece como arbusto peren-ne, ligado a sustratos con humedad
permanente; 2a 6 metros de alto.
Ciruelo
(Cyrtocarpaedulis)
Árbol de hasta 10 metros
de altura, con hojas pinnadas y caducas, los folíolos redondeados en el
ápice, opuestos y densa-mente pubescentes. El fruto es una drupa
puberulenta de color amarillo claro de unos 2 centímetros de largo.
77
Dátil cimarrón
(Yucca valida Brandegee)
Árbol, de 3 a 7 metros de altura, generalmente poco
ramificado, con hojas rígi-das a manera de bayoneta, con los
márgenes lisos, de 15 a 35 centímetros de largo y de 1 a 2 de ancho. El fruto
es una baya.
Dipúa, Medesá
(Cercidiummicrophylum )
Árbol o arbusto con corteza de color verdoso, con ramas espinosas, de
hojas bipinnadas con folíolos muy pequeños y caducos. Los frutos son
vainas con una sola semilla.
Encino (QuercusbrandegeiGoldman)
Árbol de hasta 10 metros de altura con hojas alter-nas, perennes,
pecioladas, verde oscuro, grandes, de 5 centímetros o más. Los frutos son
bellotas alarga-das, de 5 centímetros de largo.
Frutilla (LyciumbrevipesBenth)
Arbustos dioicos de hasta 2 metros de altura, semile-ñosos, con hojas alternas,
fasciculadas, glabras a pu-bescentes, algo carnosas. El fruto es una baya
comes-tible de color rojo.
Garambullo (Lophocereusschottii)
Cacto columnar erecto, arborecente, ramificado
sólo en la base, se desa-rrolla formando grupos de 10 a 35. El fruto es
comestible.
Jícama (Exogoniumbracteatum)
Trepadora leñosa, con hojas enteras, amplias,
pe-cioladas y que caen des-pués de que aparecen las flores.El fruto es una
cáp-sula, con semillas velludas.
No se tiene la imagen
78
Jojoba (Simmondsiachinensis)
Arbusto dioico, con hojas correosas, persistentes. El
fruto es una cápsula ovoide, de 15 milímetros por 10 milímetros de
ancho.
Mezcal
(Agave spp.)
Planta perenne de hojas
suculentas que nacen en espiral desde la base del tallo cónico, con una
espina en la punta y con dientes en los márgenes. El fruto es una cápsula.
Mezquite
(Prosopis articulada)
Árbol de hasta 8 metros
de alto, con espinas nodales, hojas bipinnadas, caducas. La flor es
pequeña, blanco-verdosa, arreglada en espigas nodales densas. El fruto
es una vaina alargada, constreñida, casi indehis-cente, caracterizada por la
presencia de resina
Nopal, Tuna (Opuntia pycnacantha)
Planta con tallos articu-lados, aplanados, exten-
didos, erectos o procum-bentes, con espinas en las areolas. La floración se
presenta durante abril y junio, los frutos son bayas de 4 a 6 centímetros de
largo, de color púrpura o verde, jugoso o seco, con pocas o muchas semillas.
Palma colorada
(Washingtonia robusta)
Árbol de hasta unos 18
metros de alto, con hojas en forma de abanico, de hasta 1.5 metros de
ancho. Con fibras en sus márgenes, los pecícolos se encuentran armados
marginalmente con fuertes espinas ganchudas. El fruto es drupáceo, globoso
o elipsoide con menos de 1 centímetro de diámetro, de color negro, con pulpa
delgada y seca.
79
Palo blanco (Lysilomacandida)
Estas plantas tienen un desarrollo derecho; debajo
muestran, en general, un tronco deshojado, mientras en alto se
ensanchan para formar la copa. El palo blanco es de la talla grande puede
alcanzar los 17 m de grandeza; en otoño toma una coloración amarilla.
Estas plantas no siempre son verdes, entonces pierden las hojas por
algunos meses al año.
Pitahayaagria (Machaerocereusgummosus)
Planta suculenta, con tallos procumbentes, muy espino-sos. Las flores se
presentan entre julio y septiembre, son grandes, blanco–rosados.El fruto es
globoso, de color rojo purpura, con semillas color negro, numerosas,
punteado-reticuladas.
Pitahaya dulce (Lemaireocereusthurberi)
Planta erecta, muy rami-ficada, con tronco corto,
de 3 a 8 metros de alto. La flor es de color púrpura rojizo, se presenta de abril
a julio; es fruto es ovoide a globoso, de 4 a 8 cen-tímetros de diámetro, con
semillas pequeñas, negras, en gran número y con la pulpa jugosa.
Fuente: Elaboración propia con base en León de la Luz, op. cit., 17 – 127. Fotos: Julio César Martínez, junio 2011 - enero 2012.
80
I.3.Territorios de recorrido de los Californios y los oasis
Es importante entender la forma en que el espacio geográfico —medio en el
que actúa, se desarrolla y se relaciona el hombre— participa como una variable
activa dentro de sociedades, particularmente la cazadora–recolectora; y cómo el
espacio geográfico puede forzar a actuaciones diferenciadas en las estructuras
sociales que sobre él existen. Mediante una estrategia de adaptación, como fue el
nomadismo, se propició que diferentes regiones se ocuparan y desocuparan, a
través de una constante acción territorializadora, que es nuestra base para la
interpretación y compresión de la influencia que tuvieron ciertos espacios
geográficos diferenciados en la ocupación y la distribución de los territorios de
recorrido.
De acuerdo con la información historiográfica existente, se ha estimado que
para el momento en que se suscitó el contacto entre europeos e indios
peninsulares, estos podrían haber alcanzado una población cercana a los 41 500
habitantes, según el cálculo de Sherbourne Cook; o alrededor de las 40 000 y 50
000 mil almas, según la estimación del misionero Juan Jacobo Baegert,89 la cual
basó en un estudio hecho sobre una superficie superior a los 145 mil kilómetros
cuadrados; es decir, un promedio de 0.35 habitantes por kilómetro cuadrado de
toda la península de la California; considerando una densidad mayor en la parte
Sur, que es donde se encontraban la mayor parte de los pobladores. Esta
población estaba organizada en tres grandes grupos etnolingüísticas: los pericués,
que habitaban la porción austral de la península y algunas islas del Golfo; los
guaycuras, que se extendían desde las inmediaciones de Todos Santos hasta
Loreto; y los cochimíes, que ocuparon todo el territorio existente desde Loreto y
San Javier hasta el límite del Golfo de California, según la descripción del jesuita
Francisco Xavier Clavijero. La población que componía estos conjuntos
etnolingüísticas estaba organizada socialmente por grupos integrados con un
89
Rosa Elba Rodríguez Tomp, ―El declive de la población indígena en la península de California‖,
en Edith González Cruz (coord.), Francisco Altable (ed.) Historia General de Baja California Sur III. Región, Sociedad y Cultura, , México, CONACYT, SEP, UABCS, IIH, XI Ayuntamiento de La Paz, Primera edición, 2004, p. 320 y 321.
81
nutrido número de familias que compartían un territorio en común, que se
reconocían como grupo y que se diferenciaban de los demás por prácticas
espaciales diferenciadas. A estos grupos se les ha denominado genéricamente
como bandas.
Estas bandas, que son concebidas como enormes unidades familiares, y
cuyo número de integrantes pudo haber sido de entre 100 y 250 personas según
el calculo del geógrafo H. Homero Aschmann90 o de entre 20 y 50 familias,91
según algunas investigaciones, lograron mantener una unión e integración cómo
grupo, gracias a la existencia de un territorio que compartían en común y a los
lazos consanguíneosymatrimonialesque los unían; mismos que se redefinían
continuamente gracias a la existencia de actividades de cooperación y conjunción
como lo eran las cacerías y las festividades. Cabe destacar, que las relaciones de
parentesco jugaban un papel trascendental en la organización social y espacial de
la población aborigen, puesto que este tipo relaciones funcionaban comofiltros al
regular los accesos de los individuos entre las diferentes bandas y los diferentes
espacios. De tal manera que la relación de enemistad que pudiera existir entre
distintas bandas por la ocupación de ciertos territorios y el aprovechamiento de
ciertos recursos, podía diluirse con el paso del tiempo al aparecer relacionesde
cooperación y reciprocidad; ypropiciar con esto la integración de un grupo social
más numeroso, con acceso a un espacio geográfico mucho más amplio.
Por otra parte, estos mismos mecanismos internos que daban cohesión a
cada grupo, y que a su vez delineaban las formas de las relaciones intergrupales,
debieron tener una relación funcional en cuanto a dos necesidades
trascendentales de cada grupo; por un lado mantener la exclusividad enel
aprovechamiento de ciertos recursos en un territorio determinado, mientras que
por el otro lado mantenía la estabilidad entre los distintos espacios.92 A esto
90
Rodríguez Tomp, Cautivos de dios…, op. cit., p.57.
91 Ignacio del Río, ―Cazadores-recolectores en la Baja California Misional: una tradición cultural en
crisis‖ En: Nómadas y sedentarios en el norte de México,Homenaje a Beatriz Braniff, Durango, Dgo,1995,p.4.
92 Del Rio, ―Cazadores – recolectores en la Baja…‖, op. cit. p. 4.
82
podemos añadir que dichos territorios de trashumancia no solo estaban
compuestos por una dimensión espacial y material, sino que al mismo tiempo
integraban una dimensión simbólica cultural, misma que engendraba en el grupo
social que la habita un sentimiento de pertenenciay arraigo; por lo tanto:
[…] para una comunidad de cazadores-recolectores, el espacio local
representaba una experiencia colectiva y compleja, en la que el territorio
se define como [un espacio apropiado mítica, social, política o
materialmente por un grupo que se distingue de sus vecinos por
prácticas espaciales propias]…93
Como referencia de esto, tenemos las palabras de Juan Jacobo Baegert cuando
menciona:
[…] cada californio, cada grupo y cada tribu, tienen su patria, de la que están tan locamente enamorados como otras gentes de la suya y hasta
aún mucho más por ser ellos menos juiciosos, de modo que no se dejarían cambiar ni cincuenta o más horas de camino del lugar donde nacieron.
94
Los territorios de recorrido, estos espacios socialesa los cuales nos hemos
venido refiriendo; y que algunos autores mencionan que hay bases para proponer
—con ciertas reservas— que podían haber tenido un tamaño entre los 20 y los
150 kilómetros, eran territorios que las bandas de californios solían recorrer de
manera cíclica durante su eterna laborpor subsistir, movimientos que dependían
en gran parte de factores como la capacidad nutricional de los alimentos
encontrados y la potencialidad de caza y recolecta de los espacios ocupados.
Como un ejemplo claro de la capacidad que tenían ciertos espacios para propiciar
estancias de ocupación más prolongadas o más frecuentes dentro de los
territorios de recorrido, tenemos el caso de la zona de El Médano, donde la
presencia de una laguna de agua dulce junto al mar, la presencia de esteros, una
mayor abundancia y variación de la flora, la presencia reptiles, anfibios, aves,
diversos tipos de mamíferos y una abundante cantidad de especies marinas,
93
RodríguezTomp, Los límites de la identidad…, op. cit., p. 64.
94Baegert,op. cit., p. 73.
83
conformaron un nicho biótico diferenciado dentro del árido suelo peninsular, que
para los grupos humanos de la zona se traducía en una zona con factores muy
favorables para la ocupación y en una fuente constante de alimentos.
De igual manera, podemos mencionar los espacios donde actualmente se
encuentran poblaciones como La Purísima, Mulegé, San Ignacio, San José del
Cabo, San José de Comondú, Santiago y Todos Santos. Lugares que actualmente
muestran características diferenciadas ante la aridez peninsular, y que brindan a la
ocupación humana una ventaja comparativa frente a la generalidad de la geografía
sudpeninsular; ventaja que sin duda fue bien aprovechada por las poblaciones
aborígenes, principalmente en épocas de sequias.
Un recorrido imaginario de los indios californios por los oasis
sudpeninsulares nos da una idea del territorio ocupado:
Imagen 18. Territorio de recorrido imaginario: banda Cochimí
Fuente: Elaboración propia. Imagen tomada de Google Earth (2008)
84
El espacio geográfico, aquí expuesto, pertenece a la provincia biótica
Californiense e integra diversos hábitats como el oasis de San Ignacio, el desierto
de Vizcaíno, la costa del Pacífico; con la laguna de San Ignacio y la serranía de
Guadalupe. Estos espacios, donde la banda de indígenas —que denominaremos
cochimí— obtenía alimentos y agua durante sus constantes recorridos dentro de
su territorio, está representado por la línea. El punto ―A‖, espacio correspondiente
al oasis de San Ignacio, sería el sitio donde la banda Cochimítendría un contacto
un tanto más frecuentecon las distintas colectividades de la región por ser este un
nicho biótico diferenciado de la aridez de la zona, donde las otras bandas también
solían acudirpara su abastecimiento de agua, practicar la caza, la recolección y
posiblemente para la realización de festividades en temporadas de abundancia,
como la cosecha de la pitahaya.Estos eventos se lograban por los vínculos
familiares entre las distintas bandas y por las relaciones de amistad que
funcionaban como mecanismos culturales de integración.
Avanzando desde el oasis con rumbo Suroeste, la banda podía seguir el
cauce del arroyo e integrarse a una zona mucho más desértica sin perder la
oportunidad de aprovechar la humedadque el cauceles brindaba. En la zona del
punto ―B‖, aproximadamente a 18 km. del oasis, la banda podía aprovechar
recursos como los magueyes, la frutilla, las pitahayas agrias y el datilillo, por ser
especies típicas de la zona. Asimismo, podían realizar la caza de mamíferos como
liebres, venados, berrendos, ardillas y diversos tipos de reptiles.Siguiendo el
mismo rumbo, a unos 38 km.aproximadamente del oasis, la banda tenía acceso a
un rico ecosistema marino con la presencia de la laguna de San Ignacio; espacio
donde se podía realizar la recolección de moluscos como almejas, ostiones,
mejillones, caracoles y abulones, así como la capturade tortugas, crustáceos y
peces.
De la laguna con rumbo hacia el Este, aproximadamente a unos40 km., se
encuentra la Sierra de Guadalupe, zona de mayor altitud con relieve irregular y
con gran abundancia de cañadas y arroyos que nacen de las partes altas, y que
descienden en dirección a la costa y al desierto. Esta zona, al igual que las
anteriores, ofrecía recursos valiosos parala subsistencia de la banda, tanto en la
85
caza como en la recolecta, así como pequeños aguajes en los lechos de cañadas
y arroyos. En la actualidad esta zona cuenta con evidencia rupestre que denota la
presencia de los indígenas y de la fauna terrestre y marina que consumían. Desde
este sitio (40 km al norte) se encuentra el oasis de San Ignacio; punto inicial
denuestro recorrido imaginario.
Imagen 19. Territorio de recorrido imaginario: banda Pericú
El espacio geográfico —arriba expuesto— corresponde a la porción este del
sur peninsular, zona donde dibujamos nuestro territorio de recorrido imaginario de
una banda pericú. Este espacio pertenece a la provincia bióticasanluquense, la
cual integra tierra adentro una zona montañosa con formaciones boscosas de
pinos y encinos sobre los 1,200 metros de altura, además de zonas deplanicies
costeras sobre el nivel del mar con vegetación xerófila. El punto ―A‖, espacio
correspondiente al oasis de Santiago, sería el sitio que la banda estaría
constantemente visitando y negociando con las distintas colectividades de la zona
Fuente: Elaboración propia.Imagen tomada de Google Earth (2008)
86
mediante una relación funcional que permitía un aprovechamiento compartido. El
punto ―B‖, ubicado aproximadamente a 11 km del oasis en dirección noreste,sería
un campamento estacional donde la banda aprovecharía los recursos de la zona
durante su trayecto del oasis a la costa. Este sitio por las características
geográficas del área, ofrecía recursos comola pitahaya dulce, pitahaya agria,
agaves, mezcales, ciruelos y diversas semillas. En la práctica de la caza, podían
obtener presas como el venado, liebres, conejos y ardillas.
Imagen 20. Zona serrana de Los Cabos vista
desde el costado Este del sur peninsular
Los puntos ―C‖ y ―D‖ corresponden a ambientes de playa a una distancia
aproximada de 20 y 25 km desde el oasis. Estos espacios de oleaje, no muy
enérgico yde temperatura más elevada que las aguas del Pacífico, permitían a los
indígenas realizar la práctica del buceo durante buena parte del año y la pesca
con arpón sobre balsas que ellos mismos confeccionaban. La porción de costa
que toca nuestro territorio de recorrido imaginario es una de las zonas con mayor
diversidad biológica del noroeste de México, por la presencia del sistema de
arrecife coralino Cabo Pulmo; de ahí que los indígenas pericúes tuvieran acceso a
la pesca de especies como el pez dorado, el pez gallo, la garropa, la cabrilla, el
pargo y el pez perico. En cuanto a los moluscos,los nativos tuvieron acceso a
especies como el caracol chino y la madre perla. La tortuga fue otro recurso que
Foto: Julio César Martínez, noviembre 2011.
87
tuvieron los indígenas para su consumo, destacando especies comola caguama,
la tortuga prieta, la tortuga laúd, la tortuga carey y la tortuga golfina. Asimismo, de
la franja costera hacia adentro, podían realizar la caza de reptiles, libres y
venados. Del punto ―E‖, hacia el suroeste o tierra adentro, la planicie costera va
cediendo terreno a una zona montañosa que se caracteriza por ser el espacio
donde se registra la mayor precipitación anual sobre todo el territorio, por lo cual
nacen sobre ella diversos arroyos que, en su cauce, preservan durante buena
parte del año pequeños veneros o lagunas de agua dulce que seguramente fueron
ampliamente aprovechados por las bandas de pericúes. Las laderas
serranaspermiten el desarrollo de una selva baja caducifolia, mientras que los
pequeños manantiales o escurrimientos dan pie al florecimiento de pequeños
palmares, carrizales y tulares.
Imagen 21. Territorio de recorrido imaginario: banda Guaycura
Fuente: Elaboración propia. Imagen tomada de Google Earth (2008)
88
El territorio de recorrido imaginario, que ahora describiremos, se encuentra
inmerso dentro de una zona áridaperteneciente a la provincia biótica
sudcaliforniense. Dicho espacio fue ocupado por el grupo etnolingüístico
denominado como guaycura. Por el tipo de zona, la característica principal es la
aridez y la presencia de plantas xerófilascomola gobernadora, el ocotillo, el palo
verde, el palo Adán, el cardón, entre otros. El punto ―A‖ corresponde al oasis
conocido como San Pedro de la Presa, ubicado sobre el lecho del arroyo Las
Animas,se constituye de varias pozas que varían de tamaño de acuerdo con la
temporada. Fueseguramente un punto de visita obligado para las bandas de
indígenas que ocupaban dicha zona. En el recorrido imaginario de la banda que
denominaremos guaycura, el punto ―B‖,de aproximadamente 10 km de distancia
respecto al oasis, fue posiblemente una zona propicia para la caza; donde el
relieve de la zona, con cañadas y barrancos, pudo funcionar para el
acorralamiento del venado, el borrego cimarrón, la liebre, el conejo, el coyote, la
zorra, el gato montés y demás. Los punto ―C‖ y ―E‖ correspondiente a ambiente de
playa, entrelazados con el punto ―D‖, seguramente formaron un espacio
continuamente transitado por la banda, debido a que los recursos que el mar
lesofrecía encuantía y constancia difícilmente podían ser igualados en tierra. Es
importante comentar que, dado lo estéril de zonas como esta; donde la presencia
de agua es sumamente escaza y con una flora de tipo matorral xerófilo que no
ofrecía recursos con alto valor nutricional, la banda fue seguramente menor en
número de integrantes que la pericú. El espacio ocupado —mucho más transitado
debido a la necesidad de aprovechar lo que había— y los limites, fueron
seguramente más marcados por la necesidad misma de su subsistencia.
Los territorios de recorrido no fueron constantes ni en su número ni en su
territorialidad, sino que se redefinían constantemente tanto por las relaciones
internas del grupo como por la influencia de grupos externos, incluyendo la
disponibilidad de los alimentos existentes. Fue así como su misma existencia y
conformación funcionaron como un regulador en la distribución de la población
sobre el espacio geográfico, generando un mosaico de fronteras móviles con
espacios sociales y espacios no habitados. Incluso:
89
[…] es probable que las llamadas fronteras lingüísticas hayan delimitado
zonas con un mayor potencial para el suministro de recursos como la del
extremo sur, que por su mayor régimen pluvial es más rica para la caza y
la recolección.95
Este rasgo cultural es claramente identificable en las crónicas realizadas
por los primeros exploradores de la región, quienes en un mismo sitio; pero en
diferente tiempo, dan fe de la presencia de grupos nativos con diferentes
características. Como referencia está la bahía de La Paz, de la cual:
Se sabe que entre 1632 y 1636 esta zona estaba habitada por indígenas
de filiación Pericú, pero hacia 1667 al parecer, estos habían sido
remplazados por los Guaycuras, según las descripciones hechas por los
diferentes expedicionarios.96
Según algunas de las concepciones actuales,los territorios no poseían
limites perfectamente rígidos y definidos que los pudieran catalogar como
fronteras, sino que más bien estos eran elásticos y permeables, por lo que más
que una frontera los podemos definir como límites de los puntos de unión e
intercepción entre los diferentes espacios sociales pertenecientes a una misma
unidad cultural; los cuales, como es de pensarse, se hacían más laxos cuando se
presentaban las épocas de abundancia o se recrudecían en las temporadas de
escasez. Respecto a esto se sabe:
[…] que en un territorio de unos veinte kilómetros de largo y una anchura
máxima de unos cincuenta kilómetros, donde se asentaron las misiones
de Loreto y San Francisco Javier, se localizaban en un principio
veintinueve bandas.97
Esta territorialización, basada en los patrones de asentamientos, se
encontraba espacialmente incrustada dentro de un espacio geográfico que les
daba soporte y les permitíareproducir su cultura; hecho que se lograba gracias a
95
Rodríguez Tomp, Cautivos de Dios, op. cit.,p. 45.
96Rosales - López,La antigua California prehispánica…, op. cit., p. 17.
97 Del Río, Cazadores-recolectores en la Baja…, op. cit.,p. 3.
90
que, como bandas de cazadores–recolectores, tenían estructuras sociales
perfectamente adaptadas y articuladas para con su espacio geográfico. Esta
relación tan directa y necesaria que desarrollaron con su espacio; atribuyéndole un
alto valor social;y con gran interés por ser usado y aprovechado, nos marca la
referencia de que en este tipo de sociedades (cazadoras-recolectoras) el espacio
encontraba un valor especial; es decir, un valor de uso.98
Por otra parte, es importante señalar que aunque la capacidad de carga de
los territorios del Sur peninsular era más grande, esta nunca fue suficiente para
mantener a un grupo estático y propiciar el desarrollo de rasgos culturales propios
del sedentarismo. De igual forma, ―los sitios arqueológicos llamados concheros,
que son grandes acumulaciones de conchas que indican un prolongado y continuo
consumo de moluscos‖99 por parte de las bandas de californios, tampoco lo fueron.
Tomando en cuenta lo anterior, es un hecho que el espacio geográfico ha
sido una variable activa en la formación de estructuras sociales al igual que en sus
manifestaciones culturales; de ahí la importancia que se le debe otorgar a dichas
áreas, incluyendo alos oasis. Dentro de la sociedad de los indios californios, y más
tarde dentro de la economía misional, esto fue fundamental. No pretendemos
caminar sobre posicionamientos que nos lleven a caer en un determinismo
geográfico; pero tampoco podemos pasar por alto la relación espacio geográfico-
sociedad.Sin lugar a dudas, deben tenerse bienpresentes las distintas
características geoespaciales de cada periodoen la historia.
Un oasis como tal, es el resultado de la existencia de capas rocosas e
impermeables en el subsuelo, las cuales impiden que el agua —que proviene de la
superficie de la tierra— llegue a los mantos acuíferos. Producto del agua retenida,
se crean humedales o cuerpos de agua superficiales que llegan a alcanzar la
denominación de lagunas. Cabe mencionar que por la misma naturaleza de su
98
Valor de uso: se le considera como valor de uso, [al espacio] cuando se le atribuya una valoración social como bienútil; con capacidad e interés, por ser usado. Véase en: Eugeni
Sánchez, Espacio, Economía y Sociedad, op. cit., p. 7.
99Ignacio del Río, María Eugenia Altable Fernández, Breve historia de Baja California Sur, México,
D. F., El colegio de México, Fondo de cultura económica, 2000, p.23.
91
formación, los oasis no son iguales ni en su tamaño ni en su contenido biótico, y
por lo tanto,tampoco en su capacidad de carga. Por esta razón, los 184oasis,
queen la actualidad se encuentran ubicados en la geográfica sudpeninsular, están
clasificados en7 categorías.
La importancia de los oasis —o humedales peninsulares— estriba en el
hecho de que dentro de la geografía de la sudpeninsula no existe ningún cuerpo
de agua permanente con la categoría de río o lago. Por ello, estos nichos bióticos,
que poseían una vegetación diferenciada al matorral xerófilo de la geografía,
fueron un referente en la vida económica y social de las bandas de indígenas
peninsulares; rasgo cultural que parece lógico dada la relación tan íntima que
desarrollaron con el espacio. Por ello, es importante señalar que el valor que los
californios le daban al espacio estaba basado en su valor de uso, ya que este era
el medio en el que actuaban y obtenían su principal fuente de recursos —
alimenticios o materiales— para la confección de herramientas o artículos.
Los oasis o humedales debieron marcar la pauta en la organización
espacial de los territorios de recorrido, puesto que en el deambular continuó de
loscalifornios, el agua era un recurso vital que no podía faltar. Por otra parte, es
ilógico pensar que cada banda dentro de su territorio de recorrido mantuvieracierta
exclusividad sobre un ojo de agua o manantial, por no existir tantas fuentes de
agua como bandas de peninsulares. Por otro lado, el aprovechamiento de estos
espacios tan necesarios para la vida misma se lograba por medio de la aplicación
de una carga cultural muy basta, y mediante un complejo sistema de relaciones y
negociaciones entre las distintas bandas con el fin de aprovechar los recursos
existentes.
Por otra parte, el humedal u oasis no sólo representaba la oportunidad de
acceder al recurso agua, sino que también era contenedor de una riqueza biótica
en cuanto a flora y fauna; esto representaba una vasta fuente de caza y
recolectapara el grupo que lo ocupaba, la cual estaba supeditada al tamaño del
humedal u oasis y de la presencia o ausencia de agua superficial. Cabe aclarar
que no todos los humedales exponen una lámina de agua; existen algunos que no
92
la exponen, pero que se diferencian dentro de la geografía peninsular como
manchones verdes entre las tonalidades grisáceas y cafés de nuestro paisaje:
esto es así debido a la abundante presencia de plantas leguminosas como la
vinorama (Acacia brandegeana), el mezquite, el palo fierro (Olneyatesota)y el palo
verde. Estos nichos bióticos, son espacios habitados por otras especies vegetales
y visitados frecuentemente por especies animales, ya sea para alimentarse o
como refugio, lo cual convertía a estas islas bióticas en excelentes zonas de caza
y recolecta.
Así pues, podemos generalizar que los oasis o humedales eran esenciales
por ser un espacio con una ventaja comparativa, pues eran usadosy
aprovechados. Su valor de uso se ve maximizado por la presencia de agua y una
mayor riqueza biótica. A su vez, es muy probable que estos espacios fueran
ocupados para la realización de festividades, congregaciones o ritos ceremoniales,
lo cual implica que el espacio poseía una fuerte carga simbólicapara el grupo que
lo ocupaba.
En cuanto al tamaño de la población que podían soportar —que es lo que
se conoce como capacidad de carga—, dependía de varios factores. El primero
tiene que ver con el tamaño de humedal u oasis y con la presencia de agua,
puesto que esta característica va íntimamente ligada con la fauna y la flora que
alberga el nicho biótico. Por otra parte, también debemos considerar la capacidad
nutricia de los alimentos que en él había; considerando que algunos se
encontraban al interior de la sudpeninsula como es el caso del oasis de San
Ignacio, el de Santiago o el de San José de Comondú, incluyendo otros que se
localizan junto a las líneas costeras como es el caso del oasis de San José del
Cabo, el de Todos Santos o el de Mulegé y La Purísima, cuya característica
ampliaba el escenario de caza y recolecta. Por otra parte, está el dato que
corresponde al número de integrantes de la banda, que como ya mencionamos;y
de acuerdo con algunos autores, estos grupos se constituían aproximadamente de
entre 100 a 250 personas.
93
Independientemente del tamaño del humedal u oasis, o el tamaño de la
banda —o bandas— que ocupaban estacionalmente estos espacios, podemos
decir que la relación banda-nicho biótico fue sumamente estable. El amplio
conocimiento que de la naturaleza tenían los indígenas peninsulares, y la riqueza
cultural que poseían como habitantes de zonas áridas, les marcaba el ritmo en el
aprovechamiento de los recursos, sabiendo de antemano que un uso excesivo
podría ir en detrimento de su propia existencia. Esta relación tan íntima y delicada
entre el hombre y la naturaleza es denominada por Miguel León-Portilla
comoécosis.100
A partir de lo expuestoanteriormente, podemos darnos cuenta del papel
central que tenían los cuerpos de agua superficiales o humedalesdentro de los
territorios de recorrido. Estos se manifestaba como un nicho biótico diferenciado
en su flora y faunaa sus alrededores;y a su vez, permitía la obtención del vital
líquido. Sin embargo, no deben soslayarseque para su importancia eran
necesarios ciertos aspectos como su tamaño y su capacidad de carga. Así pues,
estos espacios bióticos diferenciados u oasis eranespacios que desde mucho
antes de que se suscitara el contacto con los europeos ya venían definiendo
factores como la ocupación de los espacios y las características culturales de los
grupos humanos que los ocuparon.
Por lo tanto, los oasis determinaron la formación de regiones económicas
provocadas por factores exógenos una vez que estos fueron ocupados en forma
permanente por los colonizadores. Posteriormente se establecieron unidades
económicas, político-administrativas y religiosas conocidas como las Misiones
jesuíticas de la California, las cuales formaron parte del sistema misional de
Sonora y Sinaloa. Sin embargo, los oasis fueron, en la milenaria economía
cazadora-recolectora-pescadora de los Californios, el epicentro de auténticas
100
Entendemos por écosis aquellos fenómenos que se producen cuando grupos humanos entran en contacto continuo con un medioambiente, y en tanto que ejercen su acción sobre él, son afectados por el mismo. Sobre este punto véase: Miguel León–Portilla, ―Aculturación y Écosis,
adopción de un término para expresar un concepto antropológico‖, Anales de la antropología, Vol. 2, N 1, 1965, p. 135.
94
regiones de la economía natural, precisamente por la enorme biodiversidad que
existía.
95
CAPÍTULO II: EL NACIMIENTO DE REGIONES
ECONÓMICAS TEMPRANAS DENTRO DE LA ECONOMÍA
MISIONAL
Desde sus inicios,la Misión en la California, como unidad económica,
administrativa y religiosa, se constituyó como un epicentro regional por su obligado
asentamiento en los oasis californianos, contrario alo que sucedió en Sonora y
Sinaloa donde los ríos lo determinaron todo. En resumen, se trata del nacimiento
de una región económica temprana, la cual rompió con el ciclo de vida de los más
de 20 mil indígenas que poblaron la región sudpeninsular de la California.
La relación de la Misión con los oasis fue tan estrecha como lo fue para los
californios; la única diferencia fue que la Misión tuvo una base económica
agropecuaria, la cual implica un factor de subsistencia y apropiación de los valores
de uso. Esto, a su vez, fue la sentencia de muerte de los californios.
II.1. El sistema de misiones en el Noroeste
Para poder entender por qué la Compañía de Jesús logró en la California lo
que otros no había logrado antes, es necesario dirigir nuestra atención hacia la
contracosta continental; y en específico al sistema de misiones jesuitas de Sonora
y Sinaloa, que fueron, en gran medida, las que funcionaron como soporte de la
colonización de la península californiana. Muchos reconocidos conquistadores y
afamados navegantes como Hernán Cortes, Francisco de Ulloa, Pedro Porter y
Casanate, Francisco de Ortega y Sebastián Vizcaíno, también lo intentaron;
aunque de manera trágica e infructuosa. Tuvo que pasar poco más de siglo y
medio para que esto se hiciera una realidad.
El proceso que a continuación describiremos tiene como primer referente la
llegada de los jesuitas Gonzalo de Tapia y Martín Pérez a tierras sinaloenses.
Estos llegaron a la villa de San Felipe y Santiago un 6 de julio de 1591; apropósito
96
de la solicitud realizada por el gobernador de la Nueva Vizcaya, Rodrigo del Río
de la Loza,101 para que realizaran labores de evangelización entre los indígenas
de Sinaloa. A partir de este primer hecho histórico, iniciaría el proceso de
mayorsignificancia sobre el noroeste novohispano del siglo XVII; proceso que
tendría a la Misión como su punta de lanza y que, con el apoyo de los presidios,
lograría dar cohesión a una inmensa área geográfica mediante la fundación de
núcleos religiosos, la implantación de una económica de base agropecuaria y la
instalación de nuevas formas de gobierno, administración y orden social.
Geográfica y culturalmente, el sistema misional jesuita se instaló desde la
porción norte del actual estado de Sinaloa, en las inmediaciones del Río Mocorito;
más allá de la actual frontera entre México y Estados Unidos, en el estado de
Arizona. Este se expandía sobre el corredor natural que se forma entre la Sierra
Madre Occidental y la costa sonorense, incluyendo la península de California que
sería integradaa partir de 1697 con la fundación de la misión de Loreto. Dicha área
geográfica, históricamente había sido ocupada por culturas como la hohokam, la
seri y la mogollón;102 pero al momento del contacto ésta era ocupada por grupos
nativos como los totorame, tahues, guasaves, cahitas, chinipas, pimas, jovas,
opatas, seris y papagos103 (Véase mapa 11).
101
Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones jesuíticas‖, en Sergio Ortega Noriega, Ignacio
del Río (coordinadores), Tres Siglos de Historia Sonorense (1530 – 1830), México, UNAM, 1993, p. 51.
102 Beatriz BraniffC, ―La historia prehispánica de Sonora‖ en Arqueología Mexicana, Las Culturas
de Sonora. Entre el mar y el desierto, mayo – junio 2009, vol. XVII, número 97, p. 35.
103 Sergio Ortega Noriega, Un Ensayo de Historia Regional, El Noroeste de México 1530-1880,
México, UNAM, IIH, mapa 1.4, p. 58.
97
Mapa 11. Principales grupos indígenas del
Noroeste de México al momento del contacto
Dadas las características culturales de los grupos indígenas y las
condiciones geográficas de la región, la Misiónfue un instrumento de conquista
necesariamente utilizado dentro de las regiones septentrionales de Oasisamérica
y Aridoamérica. Para la Corona española, ésta fue una alternativa eficaz contraria
a los métodos utilizados en la conquista de la zona Mesoamericana, en donde, ―la
simple superposición del grupo de conquistadores en el lugar que antes ocupaban
los dirigentes indígenas‖,104 les era suficiente. Para los religiosos, la Misión fue
una estrategia de conquista que consistía en penetrar en los territorios de los
grupos indígenas; y mediante la figura de un misionero apacible, piadoso y
104
Alejandro Moreno Toscano y Enrique Florescano, El sector externo y la organización espacial y regional de México (1521-1910), México, D.F., Universidad Autónoma de Puebla, 1977, p. 14.
Fuente: Beatriz BraniffC, ―La historia prehispánica de Sonora‖ en
Arqueología Mexicana, Las Culturas de Sonora. Entre el mar y el desierto, mayo – junio 2009, vol. XVII, número 97, p. 35.
98
generoso,propiciar el contacto en forma pacífica, para posteriormente, una vez
ganada la confianza de los grupo indígenas, invitarles a radicar en un territorio fijo
ubicado dentro de la región que reconocían como suya; mediante la integración de
comunidades o pueblos indígenas en las cuales era establecido el núcleo religioso
o misión. Este nuevo tipo de núcleos sociales, de carácter cerrado, lograba su
sustento mediante el desarrollo de una base económica de tipo agropecuaria.
La denominación de sistema misional estriba en el hecho de que todo el
conjunto de misiones jesuitas fundadas sobre el noroeste de México;
especialmente las establecidas en lo que hoy es Sinaloa y Sonora, estaban
estrechamente interconectas y eran parte de una estructura que, por más lejana o
aislada que estuviera geográficamente una Misión, estaba interconectada y era
parte de un proyecto perfectamente planeado y administrado por la Compañía de
Jesús. Asimismo, existía un continuo intercambio de alimentos, productos,
misioneros, indígenas, además de otros apoyos que se requerían para mantener
estables a los núcleos misionales en casos de hambrunas, desastres naturales,
epidemias, o por la falta de producción o mano de obra en el caso de las nuevas
fundaciones. Internamente, la mecánica de este sistema funcionaba de la
siguiente manera:
[…] las misiones consolidadas aportaban misioneros experimentados y
conocedores de la lengua, indios cristianos para auxiliar a los religiosos,
granos y ganado para sostener a la nueva reducción indígena hasta que
estuviera en condiciones de producir sus propios alimentos.105
Administrativamente, el sistema de misiones y toda la orden jesuita a nivel
mundial tenía como máxima autoridad a un superior general que radicaba en la
ciudad de Roma. En segundo nivel estaba la figura de un superior provincial que
tenía a su cargo el gobierno de la orden dentro de tierras novohispanas, teniendo
como asiento la Ciudad de México.106 Dentro de la región noroeste, las Misiones
conformaron lo que se denominó provincias, surgiendo así la de Sinaloa, Ostimuri,
105
Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional, op. cit., p. 54.
106Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖, op. cit., p. 80.
99
Sonora y Baja California. En un nivel más abajo, las provincias se integraban por
lo que se conocía como rectorados, los cuales tenían a la cabeza un rector y un
visitador.107 Los rectorados estaban subdivididos en partidos donde cada uno tenía
a la cabeza un misionero, estos, a su vez, estaban constituidos por varios núcleos
misionales, mismos que tenían a su cargo desde dos a tres pueblos de visita
(Véase mapa 12).
Mapa 12. Rectorados de las misiones de Sinaloa y Sonora Siglo XVIII
107
Ídem.
Fuente: Elaboración propia en base a Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖, op. cit., p. 80.
100
El sistema de misiones tuvo como punto de partidala región de los ríos
Sinaloa, Mocorito y Ocorino, zona donde se fundaron las primeras misiones
jesuitas del noroeste: Guasave, Tamazula, Nio, Bamoa y Ocoroni en 1591.108 En
esta primera etapa fundacional, los misioneros y el sistema mismo sentaron las
bases del orden y la organización que rigió durante los 150 años siguientes: la
institución hegemónica del noroeste virreinal. Fue en esta etapa cuando se inició
el aprendizaje de las lenguas nativas, la enseñanza de oficios a los indígenas;
además se estableció el presidio de la villa de San Felipe y Santiago al mando del
capitán Diego Martínez de Hurdaide, y se fundó el Colegio de la villa de Sinaloa,
institución clave del desarrollo de lo que sería la base económica misional: la
producción agropecuaria. Esta primera etapa también recibió el impulso del virrey
Luis de Velasco.
Cuadro 2. Sistema de misiones de Sonora y Sinaloa (1591-1608)
ETAPA AÑO NOMBRE DE LOS PUEBLOS DE MISIÓN
PRIMERA ETAPA(1591 -1608)
1591 GUASAVE, TAMAZULA, NÍO, BAMOA, OCORONI
1608 OQUERA
108
Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖,op. cit., p 57.
Fuente: Elaboración propia en base a Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖, op. cit., cuadro 2.1, p. 57.
101
Mapa 13. Nacimiento del sistema de misiones de Sonora y Sinaloa(1591 –
1608)
Posteriormente, ya con más de una década de evangelización en la zona, y
con un sistema cada vez más afianzado y fortalecido, continuaría una etapa de
gran impacto en la región, la cual podemos calificar como consolidación del
sistema de Misiones. Este periodo se inició en 1614 con la penetración de la zona
conocida como Cahita, comprendida entre los ríos Sinaloa, Fuerte, Mayo y Yaqui,
una de las más densamente pobladas del noroeste, ya que el promedio era de 4.2
habitantes por kilómetro cuadrado.109 Duranteel periodo de 1614 a 1653 se
fundaron alrededor de 73 núcleos misionales dentro de las zonas Cahíta, Pimería
Baja y Opatería.110Este proceso de aculturación se fue expandiendo de manera
gradual hacia el norte y, al igual que en su inicio, tomó la estrategia de utilizar las
laderas de los ríos para ir fundando misiones e ir consolidando su economía de
base agropecuaria, la cual constituyó, en definitiva, el sustento de todo el sistema
y la base para el desarrollo de las futuras empresas de carácter privado como los
reales mineros y el comercio.
109
Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖,op. cit.,cuadro 2.2, p. 74.
110Ibíd., p. 59-60.
Fuente:Elaboración propia en base a Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖, op. cit., cuadro 2.1, p. 57.
102
Durante esta etapa,el proceso de aculturación que desarrollaron los
misioneros de manera significativa mostraba ya su impacto en la zona. Los
cambios en la vida de los grupos indígenas eran notorios, la alta densidad de la
población, que permitía un rápido contacto con los grupos en espacios cercanos;
además de las favorables condiciones geográficas para el desarrollo de la
agricultura, dio pie a la proliferación de los núcleos misionales. Para la zonas
ocupadas, las jornadas de caza, pesca y recolección iban quedando atrás a causa
de los profundos cambios de tipo cultural, organizacional, económicos, políticos y
sociales a los estaban siendo sometidos los nativos.
Cuadro 3. Sistema de misiones de Sonora y Sinaloa (1614-1653)
ETAPA AÑO NOMBRE DE LOS PUEBLOS DE MISIÓN
ETAPA DE CONSOLIDACIÓN
Y EXPANSIÓN(1614
-1653)
1614 CHICORATO, BACUBIRITO, MOCORITO, MOCHICAHUI, SAN MIGUEL, SANTA MARÍA, AHOME,TEHUECO, SIVIRIJOA, CHARAY, SANTA CRUZ DE MAYO, TÁBARE, ETCHOJOA, NAVOJOA, CORIMPO, TESIA, CAMOA.
1616 TEPAHUI
1617 RÁHUM, PÓTAM, TÓRIM, VÍCAM, BÁCUM, CÓCORIT
1619 TECORIPA, CUMURIPA, SUAQUI (GRANDE)
1620 TORO, BALMENA, CHOIX, VACA, HUITES
1621 CONICARI
1622 MACOYAHUI, ONAVAS, MOVAS, NURI
1627 SAHUARIPA, ARIVECHI, BACANORA
1628 TÓNICHI
1629 MÁTAPE, NÁCORI, ALAMOS, BATUC, SAN FRANCISCO JAVIER DE BATUCO
1636 TEPACHE, URES
1638 NACAMERI
1639 ACONCHI, BAVIÁCORA, HUÉPAC, BANÁMICHI
1644 OPOSURA, CUMPAS
1645
HUASÁBAS, OPUTO, TECHICADEGUACHI, BACERAC, BAVISPE, HUACHINERA, NÁCORI (CHICO), BACADÉHUACHI, SEREVA
1646 SINOQUIPE
1647 CUCURPE, TUAPE
1648 ARIZPE, CHINAPA
103
1649 OPEDEPE
1650 BOCOACHI
1653 CUQUÍARACHI, CUCHUTA, TEURICACHI, TIBIDÉGUACHI
La zona ocupada que incluía los ríos Sinaloa, Mocorito, Fuerte, Mayo,
Yaqui, Sahuaripa, Sonora, Moctezuma, San Miguel, entre otros; y que fue
ocupadahasta 1653, brindaba particularidades geográficasque fueron
aprovechadas durante el desarrollo de la agricultura. Esto se logró mediante el
trabajo metódico y sistemático. Posteriormente, como consecuencia de una alta
productividad, surgió el sustento de sus núcleos sociales y la estabilidad
económica del sistema, y finalmente desarrollaron un comercio con los nacientes
reales mineros y las villas de españoles. El trabajo indígena, el recurso agua, las
tierras fértiles y la buena administración de los jesuitas, convirtieron a las misiones
en unidades económicas sumamente sólidas y de base agropecuaria;
circunstancia que convertiría al sistema misional en el proveedor natural de todas
las poblaciones civiles y militares de la región, lo cual, a su vez, otorgó una alta
influencia sobre la estabilidad y el dominio de una zona de frontera como el
noroeste virreinal.
Cabe aclarar que los jesuitas no fueron los creadores absolutos de dichas
estrategias,aunque sí desarrollaron sus métodos con bastante eficiencia, ya que
fueron la última orden de religiosos regulares en llegar a territorios novohispanos.
Los franciscanos, por ejemplo, ya habían llevado a la práctica estrategias similares
con los indios nómadas que habitaban los territorios norteños del virreinato.
Fuente: Elaboración propia en base a Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones jesuíticas
1591 - 1699‖, en Sergio Ortega Noriega, Ignacio del Río (coordinadores), Tres Siglos de Historia Sonorense (1530 – 1830), México, UNAM, 1993, cuadro 2.1, P. 57.
104
Mapa 14. Desarrollo del sistema de misiones de Sonora y Sinaloa
(1614 – 1653)
La última etapa fundacional sobre tierras sonorenses ocurrió entre los años
de 1673 y 1699. Durante este periodo se evangelizó la zona conocida como
Pimería Alta,111pero no ocurrió lo mismo en la zona Cahíta, cuya región, un tanto
más septentrional, exponía un escenario diferente. La población era menor y más
dispersa, lo que se traducía en una menor densidad poblacional. Además, la falta
de misioneros era frecuente, ya que era una zona considera de alto riesgo debido
a la belicosidad de los indígenas. Durante este último periodo fundacional, se
lograron erigir 25 pueblos de misión como Tubutama, Atil, Oquitoa, Sonoita, Bac,
Tucubavia, Santa Cataria, entre otros; mas este fue el último estirón que logró dar
la Compañía de Jesús sobre tierras sonorenses, aunque sí se extendió más allá
de los actuales límites entre México y Estados Unidos.
111
Ibíd., p. 60-62.
Fuente: Elaboración propia con base a: Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones
jesuíticas 1591 - 1699‖, en Sergio Ortega Noriega, Ignacio del Río (coordinadores), Tres Siglos de Historia Sonorense (1530 – 1830), México, UNAM, 1993, cuadro 2.1, p. 57.
105
Cuadro 4. Sistema de misiones de Sonora y Sinaloa (1673-1699)
ETAPA AÑO NOMBRE DE LOS PUEBLOS DE MISIÓN
FIN DE LA
EXPANSIÓN(1673 -1699) 1673 YÉCORA, REBEICO
1674 MATZURA
1676 MAYCOBA, TEÓPARI
1677 ONAPA
1679 PÓPULO
1680 CHICUROS
1687 DOLORES, REMEDIOS, COCÓSPERA, CABURICA, MAGDALENA, IMURIS
1689 TUBUTAMA, ATIL, OQUITOA, CABORCA, PITIQUITO, SÁRIC, AQUIMURI, SUAMCA, SAN
LAZARO, BACOANCOS, SUAMCA, SAN LÁZARO, BOCOANCOS
1691 GUÉVAVI, SONOITA, TUMACÁCORI, BISANIG
1692 BAC, TUCSÓN
1697 SONOITA
1698 TUCUBAVIA
1699 SANTA CATARINA
A diferencia de los primeros años de la expansión del sistema, en esta
etapa ya se contaba con una sólida base económica y una estructura
organizacional más afianzada y funcional. Sin embargo, la Compañía de Jesús
encontraría otros obstáculos que mermarían su proceso de desarrollo y expansión;
aun más que los propios alzamientos indígenas. El conflicto de intereses entre
españoles y religiosos por la ocupación de las tierras y la protección de los
indígenas, fue uno de ellos. Asimismo, la controversia sobre la exclusividad de las
tierras norteñas entre jesuitas y franciscanos, la falta de misioneros que apoyaran
la titánica labor emprendida porel jesuita Eusebio Francisco Kino, y el desinterés
de la misma Compañía por atender una región donde sus núcleos misionales eran
menores en comparación con otras regiones de fundación más temprana, también
fueron parte del problema.
El surgimiento y desarrollo del sistema de Misiones enSonora y Sinaloa fue
un suceso que trascendió más allá de los límites de la misma institución misional,
pues al ser la Misión una institución evangelizadora de carácter cerrado y con una
vida no mayor a diez años para su posterior secularización, logró convertirse enun
Fuente: Elaboración propia con base a: Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones jesuíticas 1591 - 1699‖, en Sergio Ortega Noriega, Ignacio del Río (coordinadores), Tres Siglos de Historia Sonorense (1530 – 1830), México, UNAM, 1993, cuadro 2.1, p. 57.
106
sistema de núcleos evangélicos capaz de integrar a toda una región denominada
de frontera. Esto fue posible gracias a una eficiente administración y métodos
disciplinados de trabajo sistemático y rutinario; sin olvidar el importante papel que
tuvieron las relaciones sociales y económicas entre las mismas misiones, las villas
de población española y los reales mineros. Estas relaciones económicas
fortalecieron la permanencia de núcleos sociales y mineros ajenos a las misiones
eimpulsaron también el desarrolló del propio sistema, ya que la alta productividad
en recursos agropecuarios que lograron, colocaron a las misiones como las
proveedoras de toda la región. Esta situación les sirvió a los ignacianos como una
variable de control política con la cual lograrían sus objetivos. Sin embargo,la
caída demográfica indígena, el crecimiento de la población española, aunada a
sus inconformidades contra el sistema, fueron la causa de múltiples problemas y
conflictos que mermarían de manera significativa la permanencia del sistema.
107
Mapa 15. Desarrollo del sistema de misiones de Sonora y Sinaloa
(1673-1699)
Para la Corona española, la función de la Misión sobre el noroeste era muy
clara; esta debía operar como un instrumento de avanzada que permitiera integrar
a toda una población nativa dentro del sistema colonial novohispano. Dicha región,
dadas sus características geográficas y culturales, ya no permitió los antiguos
métodos de conquista utilizados en el altiplano —o zona Mesoamericana—. Por
esta razón, su permanencia fue transitoria, pues ―la legislación establecía que la
misión duraría 10 años al cabo de los cuales vendría la secularización‖.112 Sin
embargo, para los misioneros, la región noroeste y su contexto de zona de
112
Ibíd., p. 54.
Fuente:Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones jesuíticas 1591 - 1699‖, en Sergio
Ortega Noriega, Ignacio del Río (coordinadores), Tres Siglos de Historia Sonorense (1530–1830), México, UNAM, 1993, cuadro 2.1, p. 57.
108
frontera y de tierra inhóspita,brindó la oportunidad de anteponer sus intereses e
ideales por encima de los intereses de la Corona. Esta situación fue posible por la
dinámica y fuerza que adquirió el sistema de Misiones, y por ser la Misión una
institución evangelizadora de carácter cerrado sin fines de lucro o de racionalidad
mercantilista. Así pues, desencajó totalmente con la lógica de los reales mineros y
las villas españolas.
A mediados del siglo XVIII,la situación del sistema era de franco
decaimiento. Su expansión sobre Sonora había terminado desde 1699 y el
esfuerzo realizado en Baja California era de muy poca significancia comparado
con lo realizado con zonas como la Cahíta. Por otra parte, la resistencia de las
misiones ante el repartimiento de los indígenas —o su incorporación como fuerza
de trabajo en haciendas o minas— les acarrearía fuertes conflictos con la
sociedad regional y las autoridades virreinales. No cabe duda que las Misiones
resintieron fuertemente la caída demográfica de los indígenas.La productividad fue
menor y, por ende, se volvieron vulnerables. Así, los reales de minas se
convirtieron en los máximos impulsores de la economía regional gracias a su
conexión con el exterior.
109
II.2. La economía misional
Partiremos de la proposición de que―todo espacio concreto es resultado, a la
vez, de los nuevos determinantes sociales que se desarrollan en su seno y de las
formas cristalizadas del espacio históricamente constituido‖.113Así pues,
iniciaremos la búsqueda de factoresque nos ayudenaentender el porqué y el cómo
de la ruptura y reorganización de los espacios socio-económicos organizados
sobre el espacio geográficosudpeninsular; antes y durante el proceso de conquista
y aculturación occidental.
Iniciaremos el presente apartado teorizando un poco acerca de cómo la
península de Baja California, uno de los territorios más apartados del centro
virreinal y apéndice de lazona de frontera conocida como Aridoamérica, se integró;
o mejor dicho, inició su incorporación al sistema económico novohispano. El
proceso da inicio como producto de los intereses y deseos que el capitán general
de la Nueva España —el ilustre conquistador, Don Hernán Cortes— tenía en torno
a las desconocidas aguas de la mar del Sur y de todo lo que el Océano Pacífico le
pudiera brindar. Entre los objetivos que el conquistador quería alcanzar, y que a su
vez propiciarían la exploración y el reconocimiento de las costas del noroeste
novohispano, podemos mencionar la obtención de cuatro logros principales:
encontrar nuevas tierras vírgenes y ricas para su conquista; encontrar una nueva
ruta marítima para el provechoso comercio de las especies; encontrar un acceso
capaz de unir las aguas continentales del Atlántico Norte con las del Pacífico;114 y
fortalecer su cada vez más deteriorada y menoscabada imagen.
Su proyecto de exploración y conquista dio inicio con el viaje realizado por
Álvaro de Saavedra Ceróna las islas de la Especiería, en 1527.115 La primera de
cinco expediciones que financió el marqués del Valle de Oaxaca —que sobresale
113
Moreno Toscano, El sector externo y la…, op. cit.,, p. 11
114 Woodrow Borah, ―Hernán Cortés y sus intereses marítimos en el Pacífico. El Perú y la Baja
California‖, Estudios de Historia Novohispana, vol. IV, 1971, p. 3.
115Ibid., p. 3.
110
para nuestro estudio— la dirigió Hernando de Grijalva en1533. Dicha expedición;
aunque de manera accidental, logró el descubrimiento de la península de
California.
Tras su descubrimiento, cuantiosos y costosos fueron los viajes realizados a
la ―mítica isla de California‖, cuyo objetivo era poseer los legendarios e inmensos
tesoros que en oro y perlas resguardabauna supuestaisla poblada por mujeres
amazonas. Entre estos viajes podemos mencionar el de Diego Hurtado de
Mendoza, fechado el 30 de julio de 1532, el de Diego Becerra y Hernando de
Grijalva en octubre de 1533, el de Hernán Cortés en abril de 1535, el de Francisco
de Ulloa en julio de 1539, el de Hernando de Alarcón, el de Pedro de Alvarado, el
de Juan Rodríguez Cabrillo, un27 de junio de 1542, Sebastián Vizcaíno en 1596 y
el de Isidro de Atondo y Antillon un 17 de enero de 1683.A la luz de estos viajes,
podemos deducirque, en definitiva, no era la salvación de las almas indígenas lo
que la Corona; y sobre todo los explores privados de la época, pretendían con las
referidos expediciones en dirección al territorio peninsular, sino que más
bienanhelaron el aprovechamiento intensivo de sus recursos naturales, humanos y
geográficos.
Basta decir que para finales del siglo XVI, un siglo antes de que se suscitara
su conquista por parte de los ignacianos, la península era ya un territorio prioritario
para la Corona española; que no necesariamente respondía al interés de atender
necesidades y beneficios internos de la región, sino que, geográficamente, se
había convertido en punto estratégico de abastecimiento y resguardo para los
Galeones de Manila116 en su tornaviaje desde las Filipinas a la Nueva España,117 y
en especial para la defensa de los intereses españoles contra las intentos de
colonización por parte de ingleses y holandeses en la entonces llamada Mar del
116
Los Galeones visitaron la misión de San José del Cabo durante el periodo de 1740–1767. Véase en: Del Barco,op.cit., p. 248.
117 Las embarcaciones que salían de Manila con destino a la Nueva España se dirigían primero a
las inmediaciones del archipiélago del Japón; desde allí iniciaban su travesía del océano y venían a surgir frente a la apenas conocida región septentrional de California, más o menos a los 40º de
altura, latitud Norte. Véase en: Ignacio del Río, A la diestra mano de las indias. Descubrimiento y ocupación colonial de la Baja California, México, D.F., Gobierno del Estado de Baja California Sur, 1985, p. 31.
111
Sur. Lo anterior nos permite suponer que el territorio peninsular; al igual que la
mayoría de las regiones económicas que fueron surgiendo sobre el noroeste
novohispano,118 debieron su colonización e integración al sistema económico de la
Nueva España gracias a una racionalidad que atendía beneficios y requerimientos
externos; en este caso, los del gobierno virreinal dentro de territorio novohispano y
los intereses de su metrópoli, España. Esta proposición la plantea Alejandra
Moreno Toscazo y Enrique Florescano:
Los reales de minas, los centros productores de materias primas,
las ciudades comerciales y aun las capitales administrativas de Nueva
España se crearon y desarrollaron no en función de necesidades
internas o regionales, sino para satisfacer los requisitos de la
metrópoli…119
El proceso histórico que a continuación relataremos da inicio en elaño de
1697 con la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Loreto Concho en la
ensenada conocida como San Dionisio, sobre la costa del litoral interno de la
península de California; sitio ubicado al sur del efímero real de San Bruno,
fundado por el almirante Isidro de Atonto y Antillón en octubre de 1683; y
abandonado en mayo de 1685120 en uno más de los intentos fallidos por colonizar
la esquiva península californiana.
118
Reales de minas, fuertes, presidios, congregaciones y misiones.
119 Moreno Toscano, El sector externo y la…, op. cit., p. 17.
120 W. Michael Mathes, ―Datos biográficos sobre el almirante de las californias, Isidro de Atondo y
Antillón, Estudios de Historia Novohispana, Vol. 5, No. 005, 1974, p. 6.
112
Sin duda alguna, la fundación de Loreto fue un suceso trascendental dentro
de la historia peninsular y un parteaguas de los primeros procesos aquí
desarrollados. Este asentamiento colonial precedió a toda organización social,
económica y política de corte occidental sobre estas tierras. Con su
fundación,inicia simultáneamente lo que podemos denominar como dos
conquistas; una territorial yuna espiritual: la territorial se da en el momento en que
la Corona española funda sus asentamientos. Los medios que utilizaron para
llevar a cabo la explotación de los recursos naturales y humanos, más tarde le
permitirían generar ingresos para ensanchar el tesoro de la Real Hacienda y, por
supuesto, de España. La segunda —que haría factible la primera—fue realizada
por la Compañía de Jesús, que por medio del entusiasmo de los padres Eusebio
Francisco Kino y Juan María de Salvatierra iniciaron un proyecto evangelizador en
tierras peninsulares, el cual se extendió durante siete décadas y dio vida y forma a
Imagen 22. Vista frontal del
templo de la misión de Nuestra
Señora de Loreto
Foto: Julio César Martínez
113
un sistema de Misiones y, por ende, a una economía de tipo misional.121 Por esta
razón partimos de este hecho cronológico a fin de explicar los procesos que
posteriormente fueron sucediendo; mismos que tienen una dimensión histórica
muy amplia, y que van más allá del simple momento en que triunfó la cultura
occidental sobre el medio sudpeninsular.
La economía misionaltenía a la Misión como su piedra angular, que era una
unidad económica, política y social diseñada para ser autosuficiente, y que al
mismo tiempo promovía y estimulabael surgimiento y desarrollo de nuevos centros
misionales. Sin duda alguna, fue una institución hegemónica en el noroeste del
siglo XVII, cuya trascendencia permeó a toda una región de frontera con un
accionar que no se reducía al cumplimiento de un solo objetivo. Desde el punto de
vista religioso, la Compañía de Jesús instaló un sistema que desde su
conformación en tierras peninsulares fue diseñado para operar bajo un sólo
objetivo, el cual era llevar la palabra de Dios sobre todo lo largo y ancho del
territorio, con el firme propósito de que por medio de la evangelización se llevara a
cabo la salvación de las almas indígenas.Sobre esto Ignacio del Río no dice:
Mientras los jesuitas permanecieron en California lograron hacer
que la idea misional, es decir, la de que había que convertir a los indios
al cristianismo y mantenerlos luego como cristianos practicantes, se
convirtiera en el principio rector de las más decisivas instancias de
organización de la provincia, ya en el nivel local dominado por cada una
de las unidades misionales, ya en el de todo el espacio peninsular sobre
el que se fue extendiendo…122
Sin embargo, desde el punto de vista colonizador, la Corona utilizó la
Misióncomo un medio de conquista,la cual se internaría en los territorios
denominados de frontera para establecerlas condiciones necesarias que a la
121
Este tipo de economía no fue una única de la península de California ni del noroeste de México, sino que dentro su estructura organizacional desarrollo paralelismos con la experiencia vivida por los jesuitas en el Paraguay. Véase en Miguel Messmacher, La búsqueda del signo de dios,
ocupación jesuita de la Baja California, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 389.
122Ignacio del Río, Conquista y Aculturación en la California Jesuítica 1697-1768, México, IIH,
UNAM, p. 115.
114
postre le permitieran la explotación y el aprovechamiento de los recursos naturales
por medio de las empresas españolas. Sobre esto,Ignacio del Río y María Eugenia
Altable comentan:
[…] desde el punto de vista de la Iglesia católica, la misión no
podía ser sino una institución transitoria, llamada a desaparecer cuando
los indios se hubiesen convertido al cristianismo; las misiones en que se
presentara esa situación deberían ser secularizadas, es decir, pasar a
manos del clero secular convertidas en curatos. También entonces, los
indios pasarían a ser tributarios efectivos de la Corona española.123
En la práctica esto nunca sucedió, pues del número de indígenas que había,
sólo unos cuantos quedaron en la misión hasta finalmente extinguirse, por
consiguiente, nunca pudieron ser tributarios efectivos de la Corona.
Otras dos funciones que lefueron asignadas a la Misión, pero que en
territoriosudpeninsular difícilmente se le pudo exigir, dado el desarrollo económico
que registraron y las características de su población, era la de ser abastecedoras
de alimentos a la sociedad. Asimismo, se le concibió a la Misióncomo ―una
institución disciplinaría orientada a formar trabajadores dóciles que se integraran al
sistema económico colonial‖.124Esta solicitud provenía de la exigencia de los
gobiernos civiles y empresarios privados.
Fue así que,pese a ser una institución de carácter transitorio, en teoría,
―que preparaba el terreno para la ulterior implantación de otras formas de dominio
más acordes con los intereses preponderantes de la sociedad y el estado
coloniales‖,125su desarrollo y eficacia en el Noroeste novohispano la convirtieron
en una institución hegemónica y necesaria durante un largo tiempo. Así
pues,operó con gran fuerzaeconómica y política sobre la región. En tierras
peninsulares, el sistemade Misiones no solo fundó núcleos religiosos, sino que al
123
Del Río, Breve historia…, op. cit., p. 39.
124 Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…,op. cit., p. 58.
125 Ignacio del Río, ―Repartimientos de Indios en Sonora y Sinaloa‖ en Ignacio del Río, Vertientes
Regionales de México Estudios Históricos sobre Sonora y Sinaloa (siglos XVI-XVIII), La Paz, B.C.S., S.E.P, UABCS, p. 10.
115
igual que en otras regiones de la Nueva España, funcionó como un medio de
conquista que iba trasformando territorios desconocidos e inhóspitos en nuevos
espacios sociales y núcleos económicos, determinando sus características
productivas; las cualesperduraron—en el caso de la sudpenínsula— por más de
dos siglos y medio después de su fundación.
Económicamente hablando, las Misiones peninsulares lograban su sustento
por medio de la conjunción de tres vías: por las producciones agropecuarias que
generaban en sus núcleos misionales; porel abastecimiento periódico que desde el
exterior les enviaban las misiones de Sonora y Sinaloa; así como por la existencia
de un fondo financiero que fue creado por medio de donativos, y que posteriormente
fue administrado enforma absoluta por los misioneros.El fondo,126 por su misma
naturaleza, fue nombrado Fondo Piadoso de las Misiones de la California127 y
resultó ser una excelente maniobra para solventar los gastos derivados de la
expansión misional, puesto que ―según escribe clavijero, erigir una misión costabaun
capital de diez mil pesos para que con el rédito anual de 500 pesos se sostuviera el
misionero que atendería la misión‖.128
El desarrollo de las actividades agropecuarias dentro de la sudpenínsula fue
uno de los mayores retos que tuvo que afrontar la colonización jesuítica una vez
que llegaron a estas tierras. Sólo el esfuerzo, la paciencia y la dedicación
empleada por los que así mismos se consideraban soldados de Dios, les permitió
lograr lo que nadie antes había logrado: como el caso de Hernán Cortés y
Francisco de Atondo y Antillón, quienes en sus conocidas expediciones de
colonización vieron frustrados sus anhelos debido a la falta de adaptación sobre el
medio hostil y al fallido intento de desarrollar alguna actividad productiva que
permitiera apoyar el sustento de la nueva colonia.
126
El Fondo Piadoso de las Californias fue un excelente mecanismo de financiamiento que permitió
a las Misiones peninsulares contar con una fuente constante de recursos que en mucho ayudo en la subsistencia del sistema, al tiempo que reforzó la autonomía administrativa con que los jesuitas desarrollaban su empresa.
127María del Carmen Velásquez, El Fondo Piadoso de las Misiones de California, México,
Secretaria de Relaciones Exteriores, Archivo Histórico Diplomático, 1985, p. 15.
128Ídem.
116
En términos generales, las Misiones peninsulares fueron productivamente
insuficientes, dado que difícilmente lograban generar los mediosnecesarios para el
sostenimiento de cada uno de los núcleos fundados, los cuales, hay que decir,
muchas veces albergaban de forma intermitente a poblaciones notablemente
pequeñas. Tan complicado fue a veces producir quela misión de Guadalupe, por
ejemplo, hacia 1726 —seis años después de su fundación—, no había logrado
aún entablar siembra de ningún tipo.129 Sin embargo, también hay que mencionar
que independientemente de la cantidad producida, el solo hecho de obtener
alguna producción dado lo difícil del terreno, la falta de agua, la falta de tierras
fértiles, la falta de mano de obra y la falta de herramientas, es por sí solo un
indicativo de un arduo trabajo.
En el caso de la agricultura, indudablemente no fueuna actividad fácil de
desarrollar. En primera instancia por el completo desconocimientode los grupos
indígenas y probablemente también por el rechazo cultural que se manifestó
desde el primer momento. En segunda lugar, por las características físicas del
suelo peninsular que, tal como lo son hoy en día, se caracterizaban por ser secas,
rocosas y poco fértiles. Un aspecto más a considerar es que debido a la escasez
de las lluvias y ante la necesidadde las Misiones por obtener cultivos durante todo
el año, era prácticamente imposible establecer las siembras denominadas de
temporal. Por tal motivo, la agricultura se desarrolló en su totalidad mediante la
implementación de rudimentarios sistemas de riego, que fueron las primeras obras
hidráulicas existentes en la península, y que consistieron en improvisadas
represas y canales capaces de transportar el agua desde lejanas distancias. Es de
comprenderse, pues, que la agricultura misional no se expandió, sino que se acotó
a pequeños huertos y sembradíos cuya limitante mayor fue la ausencia de agua.
Los primeros cultivos en la California, como ya mencionamos, fueron
apareciendo a manera de pequeños huertos Misionales, los cuales en un primer
momento fueron cultivados por los mismos misioneros e integrantes de la tropa 129
Francsico Altable, ―La economía misional‖ en Dení Trejo Barajas (coordinadora General) Edith
González Cruz (Editora), Historia General de Baja California Sur I. La economía Regional , CONACYT, SEP del Gobierno del Estado de Baja California Sur, UABCS, Plaza y Valdés, S.A. de C.V. 2002, p. 74.
117
militar, debido a la ya mencionada inexperiencia y ausencia de la fuerza de trabajo
indígena. Estos primeros cultivos fueron básicamente granos, hortalizas y frutos
de diversos tipos entre los que destaca el ―maíz, trigo, garbanzo, mijo, arroz,
lenteja, calabaza, zapote, granada, lima, melón, sandía, naranja, plátano, limón,
dátil, higo, uva, aceituna, ciruela, col, lechuga y caña de azúcar, así como la planta
del algodón‖, pero cabe destacar que los cultivos básicos fueron el maíz, el trigo la
vid y el olivo.130
Es importante aclarar que la presencia de estos cultivos, así como la
cosecha lograda de cada uno de ellos, variaba tanto por el tiempo como por las
características naturales de la zona en que se encontraba ubicada cada Misión. Es
por eso que al intentar acercarnos a la realidad productiva de algunas misiones
durante momentos asilados del periodo jesuita, encontramos casos como el de la
misión de San Ignacio, una de las más favorecidas en tierras y agua, y que llegó a
producir por año ―unas 100 tinajas de vino y aguardiente y unas 100 arrobas de
higos‖;131 la misión de Santa Rosalía de Mulegé, a pesar de contar con algunas
tierras y agua, hacia 1753 sólo pudo cosecharse fanega132 y media de maíz, pero
nada de trigo, mientras que ha nivel más general, según datos del padre José de
Utera, en 1755 ―la producción anual de maíz en la provincia oscilaba entre las
2500 y las 3000 fanegas, mientras que la de trigo superaba ligeramente las 3500
fanegas‖.133
En lo que concierne a la forma cultivo, estos se realizaban mediante la
implementación de un rustico arado con el cual se preparaba la tierra para
posteriormente ir depositando y enterrando los granos mediante el uso del bastón
sembrador.134
130
Ibíd., p. 77.
131Ignacio del Río, El régimen jesuítico de la antigua California, México, D.F., Instituto de
Investigaciones Históricas, UNAM, 2003, P. 104-110. Una arroba equivale a 11.5 Kg.
132Ídem. Una fanega equivales a 55.5 litros.
133Ídem.
134Ibíd., p. 103.
118
La ganadería, por su parte, tuvo una historia muy diferente en comparación
con lo sucedido en la agricultura, la actividad pecuaria, a diferencia de la agrícola,
encontró condiciones más favorables para su desarrollo dentro del entorno
peninsular, hecho que tuvo un proceso rápido de adaptación con el que pudo
ajustarse a su tasa natural de reproducción. No obstante, cabe destacar que por la
poca existencia de pastizales yla imposibilidad de cultivar pasturas, el ganado
existente se dejó libre a fin de que él mismo buscara su propia agua y alimento.
La existencia de ganado dentro de cada Misión representó un activo de
suma importancia con el cual cubrir las necesidades de sus habitantes, y para el
propio sostenimiento delsistema. Es así que los productos pecuarios venían a
complementar la carencia de los recursos agrícolas, aunque sin lograr cubrir
satisfactoriamente la demanda de alimentos que se requerían.
El tipo de ganado existente en cada Misión variaba en tipo y cantidad; tal
como sucedía en el caso de los cultivos agrícolas. Entre los principales tipos de
ganado con que contaba cada misión, sale a relucir la presencia del ganado
vacuno, caballar, asnal, cabrío y lanar.135 Sin embargo, el ganado vacuno o
ganado mayor, como también se le consideraba, destacaba en presencia y
número de entre todos los demás debido a la importancia que se la daba por el
suministro de carne; aporte que debía su jerarquía al tipo de producto, y no por la
cantidad ni la calidad que este tenía, puesto que según ciertos datos:
[...] Todo el ganado es muy pequeño. Al grado de que de un buey
apenas se obtienen tres o cuatro quintales de carne y huesos. La leche
basta apenas para los becerros. ... el ganado está excesivamente flaco
durante las tres cuartas partes del año y que no tiene en esta época ni
una libra de sebo en todo el cuerpo ... de unas trescientas o
cuatrocientas cabezas de ganado mayor no se saca, amén de la carne
mala para poca gente...136
Entre las Misiones más afortunadas por la presencia de ganado
mayordestacaba la de Todos Santos, mientras que en el caso opuesto estaban la
135
Altable, ―La economía misional‖, op. cit., p. 87.
136Baegert, op. cit., p. 181.
119
de San Luis Gonzaga, Loreto, Santa Rosalía de Mulegé y San Francisco Javier.
En lo referente al ganado menor donde quedan incluidas las cabras ylas ovejas,
este tuvo presencia en la mayoría de las Misiones, aunque también se cree que
algunas se especializaron con otro tipo de animales; por ejemplo, hay informes
que:
[...] destacan a San Ignacio, La Purísima Concepción, Guadalupe, Todos
Santos, Santiago y San José del Cabo como principales productoras de
ganado bovino, y a San Ignacio, San José de Comondú, La Purísima
Concepción y Guadalupe por sus manadas de cabras y ovejas...137
Según datos, el hato Misional llegó a sumar en sus tres primeros años―alrededor
de 938 cabezas de ganado vacuno, 177 caballos y unos cuantos cerdos, ovejas y
cabras‖.138
Las tareas pecuarias consistían en:
[...] la alimentación del ganado, las corridas o lazadas de reses cerriles,
la construcción de corrales y chiqueros, la doma o entrenamiento de
caballos y mulas, el pastoreo de cabras y ovejas [...] por otra parte,
estaba el sacrificio y desmembramiento de reses y cerdos, el esquileo de
las ovejas, la ordeña de vacas y la extracción de sebo, cueros y otras
partes aprovechables del animal.139
La presencia del ganado en la Misión no solo contribuyó a complementar la
pobre dieta que se tenía en los pueblos misionales, sino que también fue utilizado
como medio de transporte, de carga, como fue el caso del ganado caballar y el
asnal. Un aporte más que hay que atribuir a la presencia del ganado en la
misiónes que este era proveedor de materia prima para la confección de algunos
artículos:
137
Altable, ―La economía misional‖, op. cit., p. 87.
138Ídem.
139Ibíd., p. 84 - 86.
120
[...] de la lana [;] y del pelo de cabra las indias hilaban y tejían frazadas y
sayales [...] del ganado [...] el cuero para hacer contenedores y aparejos
de caballería y zapatos…140
El desarrollo de las actividades pecuarias dentro del sistema misional tuvo la
característica, al igual que la agricultura, de no lograr obtener altos niveles de
producción. Por consiguiente, no logró gestar alrededor de sus productos un
comercio que le permitiera obtener ingresos procedentes de la venta de sus
esquilmos. Sin embargo, en el caso de la ganadería, esta sí logró cubrir de
manera normal las demandas de carne y otros productos que de ella se derivaban.
En lo que respecta a la elaboración de productos procesados y la confección
de artículos manufacturados, puede señalarse que este tipo de trabajos logró
tener presencia en todos los núcleos Misionales. Gracias al desarrollo de este tipo
de labores, los misioneros lograron obtener un variado número de productos que
difícilmente podían adquirir dentro de la península. Sin embargo, lograron
innovarotros productos de acuerdo a sus propias necesidades. Pese a que su
desarrollo no puede calificarse de excepcional; incluyendo los volúmenes de
producción, el solo hecho de que este tipo de prácticas se hayan logrado gestar al
interior de los núcleos Misionales,constituyó un gran aporte para el propio
desarrollo del sistema y para el proceso de integración de los grupos indígenas
hacia las labores productivas, hecho que sí se consiguió con la agricultura y la
ganadería.
La principal dificultad que afrontó el proceso de enseñanza–aprendizaje de
este tipo de trabajos o artes hacia los indígenas, fue —como en todos los casos—
el desfase cultural entre ambas grupos y la escasa presencia de personal
calificado para la práctica y enseñanza de algún oficio. No obstante, gracias a la
férrea labor de los misioneros, hay indicios que en la recién fundada Misión de
Loreto:
[...] los indios [...] ya ayudaban en la tala de árboles y en la recolección
de ramas para la fabricación de algunos muebles, chozas y cercas para
el ganado, así como en la canalización de aguas [...] y perforación de
140
Ibíd., p. 92.
121
De igual forma, en lo tocante a la producción de productos procesados
derivados de las labores agropecuarias, se tiene conocimiento de su destreza en:
[...] curtir la piel del ganado y aprovechar el cuero para hacer
contenedores y aparejos de caballería y zapatos. Trenzando pelo de la
cola de las reses hacían cabestros [...] se producía jabón, sebo y
manteca [...] Mediante el procesamiento de la caña se producía la
panocha o piloncillo [...] se preparaban dulces de leche [...] vinos y
aguardientes... 141
Es así como los misioneros, con sus carencias y necesidades, fueron
formando por medio de la instrucción los primeros zapateros, sastres, albañiles,
talabarteros, molineros, panaderos, barberos, boticarios, médicos,142 y una gran
cantidad de múltiples practicantes de oficios que posteriormente fueron
desapareciendo ante el declive de la población indígena. Tal suceso provocó
fuertes carencias de mano de obra, dando lugar a la llegada de gente de la
contracosta y de la propia gente que se retiraba de las obligaciones militares.
Es por esto que al intentar caracterizar el desarrollo productivo de una
economía como la establecida por los jesuitas en la California, deben considerarse
en, forma particular, aspectos como el medio físico y natural; el nivel cultural de la
población nativa; su posicióngeográfica con respecto a los centro productores; la
posibilidad de contar con materias primas e instrumentos para la producción, entre
otros aspectos. Así pues, y con base a un contexto bien representado, se pueda
entender de mejor forma el cómo y el porqué de las características productivas de
la economía Misional.
Como ya se comentó con anterioridad, otra de las vías necesarias para el
sostenimiento económico de las Misiones sudpeninsulares fue el abastecimiento
externo realizado periódicamente por los padres procuradores desde lejanos
lugares como la ciudad de México, Guadalajara; y principalmenteSonora y
Sinaloa. Por las características antes mencionadas de la producción agropecuaria
local,el abastecimiento periódico que desde el exterior recibían las misiones
141
Ibíd., p. 92- 95.
142Ibíd., p. 92.
122
jesuitasdurante todo su accionar; más que un apoyo, fue una necesidad que no
haberse dadohubiera hecho insostenible la empresa jesuita en la California.
Bajo este escenario, la administración jesuítica se vio en la necesidad de
instalar lo que podemos denominar como un sistema de procuración. Este
consistió en colocar a Padres —con el cargo de procurados— en los lugares que
operarían como centros abastecedores de la sudpenínsula. Básicamente, ellos se
encargarían de recibir las memorias con las demandas, y,posteriormente,
renviartodo lo solicitado. Desde la ciudad de México, operaron como padres
procuradores: Juan de Ugarte (1697-1700) y luego, sucesivamente, los padres
Alejandro Romano (1700–1719) y José de Echeverría (1719–1729), el hermano
Juan Francisco Tompes (1729–1750) y por último el padre Juan de Armesto
(1750–1767).143 Todo lo enviado era recibido en Loreto por otro misionero con el
título de procurador, quien era el encargado de ―recibir y despachar los barcos,
cuidar del almacén, distribuir las memorias de los misioneros, proveer a los
soldados del presidio y llevar los registros contables‖.144 Posteriormente, todo lo
recibido era renviado a cada una de las Misiones, tanto las memorias de los
religiosos como el situado de la tropa.
Sobre él envió delas mercancías de México a la California, nos dice
Francisco Javier Clavijero:
Todo lo que se mandaba de México se llevaba comúnmente al puerto de
Matanchel, y de allí en el buque se transportaba a Loreto, en donde
residía otro procurador. Este era al mismo tiempo misionero, y además
de los ministerios de catequizar, bautizar, predicar, confesar y otros
semejantes, entendía en lo temporal de la península. Él recibía el
cargamento de los buques, despachaba a cada misionero lo que le
pertenecía, pagaba los sueldos a los soldados y marineros, o todo en
numerario, o parte en lienzos y otras cosas según ellos querían cuidaba
del almacén general y despachaba oportunamente los buques a los
puertos de la Nueva España, el mayor a Matanchel y a veces a Acapulco
143
Del Río, El régimen Jesuítico…, op. cit.,p. 135.
144Ibíd., p. 137.
123
a recibir los géneros que se enviaban de México, y el menor al Yaqui o a
otro puerto de Sinaloa a traer víveres o ganado…145
Al igual que en la ciudad de México, la presencia de padres procuradores en
la ciudad de Guadalajarase hizo necesaria. Como en cualquiera de los grandes
centros urbanos de la época colonial, estos lugares tenían que ser regidos; por tal
motivo, padres como Pedro Matías Goñi y Feliciano Pimentelocuparon el puesto.
Asimismo, las provincias de Sonora y Sinaloa fueron lugares en los que residieron
Padres procuradores como Juan Manuel de Basaldúa, Pedro de Ugarte, Juan de
Ugarte y Francisco María Píccolo
En sufuncionalidad, la Misión —y por lo tanto todo el sistema— se regía bajo
el principio de la colectividad; es decir, todos los integrantes o miembros de una
Misión se esforzaban en la consolidación de una producción económica capaz de
sostener al grupo, y que generara, a su vez, la mejora física de la misión.146 Por
ello, en―la organización misional, solo los trabajadores que no eran catecúmenos –
soldados, marineros, sirvientes, vaqueros, gente de oficio y mayordomos– recibían
un sueldo, o sínodos si se trataba del misionero‖.147A esto hay que agregar que el
sistema no permitía la existencia o desarrollo de ninguna otra empresa o actividad
ajena a los fines misionales.
Básicamente, tanto las misiones peninsulares como sus homologas de la
contracosta, tuvieron como base económica el desarrollo de actividades
agropecuarias, lo cual fue determinante para el futuro desarrollo del núcleo
misional. Para los misioneros no era desconocido poder lograr, en el menor tiempo
posible, lapermanencia de la Misión para así convertirse en un productor
agropecuario.Al mismo tiempo, el logro de este objetivo les permitiríaatenderdos
cuestiones prioritarias del proyecto evangelizador; la obtención de alimentos y
materias primas de primera necesidad, así como la inducción de los indígenas
145
Francisco Javier Clavijero, Historia de la Antigua o Baja California, estudios preliminares de
Miguel León Portilla, México, D.F., Porrúa, quinta edición, 2007, p. 235.
146Altable, ―La economía misional‖, op. cit., p. 68.
147Ídem.
124
hacia una actividad integradora que, mediante su enseñanza, propiciara el
abandono de la vida nómada a la cual estaban acostumbrados.
En términos generales, la economía misional se caracterizó en primera
instancia por ser una economía incapaz de desarrollar una plena autosuficiencia.
Fue una economía que tuvo que ser apoyada, de principio a fin, por las misiones
de Sonora y Sinaloa. Además, fue enteramente de autoconsumo, perdiendo así la
oportunidad de desarrollar el comercio debido a la falta de excedentes, ya que la
poca producción que se lograba pertenecía a la colectividad. No obstante, mucho
después de la fundación de la economía misional, no se desconoció en forma
absoluta la existencia de pequeñas e insipientes manifestaciones de un comercio
hacia su interior; tal fue el caso de las menudas y fugases relaciones comerciales
suscitadas en la porción sur de la península por parte de los misioneros y los
pequeños pueblos mineros que comenzaron a surgir; o bien,del diminuto comercio
que se comenzó a realizar en la misión de Loreto por parte de los indígenas que
exponían a la venta pequeñas manufacturas con el fin de obtener alguna
retribución. De igual manera, hay que mencionar que dadas lasrazones antes
referidas, y algunas otras de carácter cultural, los núcleos económicos misionales
no lograron implantar una economía estable, y a su vez desarrollaron una
economía mixta: natural–agropecuaria, que en el tiempo fue causando mella en la
población indígena.
A manera de conclusión, debemos comprender que con la fundación de la
primera Misión californiana, no solo inició un proceso que hemos denominado
como economía misional, sino que a su vez, fue el momento en que la cultura
occidental, con su posición dominante y conquistadora; ymediante un proceso de
aculturación, irrumpió el delicado equilibrio de una sociedad dedicada a la caza, la
pesca y la recolección. Fue un periodo en que la economía natural —desarrollada
por los indios californios— encontró un punto de inflexión dentro de su larga
duración, y comenzó a declinar mientras se abría paso una nueva economía
mixta: misional–natural; fue el momento en quese trastocarontanto la ocupación
de los espacios como la organización de territorios indígenas, debido a la inserción
de una nueva sociedad con una nueva cultura y una concepción diferentesobre el
125
espacio geográfico peninsular. En definitiva, fue el momento en que la Corona —
una vez más y por medio de una de sus instituciones de avanzada como lo fue la
Misión y el presidio— logró ampliar su área de dominio y alcanzó esta nueva
región para el beneficio de España; aunque en el caso de la economía misional de
la California, no lo fue tanto, pues nunca rebasó los límites de una economía
productora de valores de uso.
Alejandra Moreno y Enrique Florescano explican este suceso:
[…] estas nuevas fundaciones tuvieron como propósito explotar los
recursos, ampliar el área de dominación o integrar las regiones coloniales
para beneficio de España y sus representantes, por lo que básicamente
se puede decir que estaban orientadas hacia el exterior…148
148
Moreno Toscano, El sector externo y la…,op. cit., p. 15.
126
II.3. La misión como epicentro regional, su ubicación en el espacio y su
relación con el medio.
Para los ignacianos, la fórmula para la permanencia y expansión de sus
núcleos misionales sobre territorios de frontera había sido más que probada en las
provincias de Sonora y Sinaloa; por ello, el buen funcionamiento y la futura
consolidación de las Misiones peninsulares dependieron de que tan bien se
podían desarrollar o adecuar dichas estrategias sobre el escenario que la
sudpeninsula ofrecía. Es por esto qué desde su llegada a tierras peninsulares, los
ignacianos se dieron a la tarea de buscar, a lo largo y ancho del territorio
sudpeninsular, cualquier tipo de espacio geográfico que fuese diferente a la aridez
generalizada, y que a su vez permitiera el desarrollo de actividades agropecuarias,
así como el desarrollo de la base económica misional.
A diferencia de las empresas que llegaron a la California antes de la
conquista ignaciana, y cuya intención era arrancar los míticos tesoros que
aparentemente resguardaba entre sus mares y territorios, la empresa jesuita tuvo
como objetivo principal la salvación de las almas indígenas. Contó, de inicio a fin,
con el apoyoeconómico de las provincias jesuitas de la contracosta continental, lo
cual les sirvió como soporte entre la llegada y el inicio de las actividades
productivas. Sin embargo, el desarrollo agrícola interno en cada una de las
fundaciones que se fueron logrando, constituyó una necesidad que, más allá de
generar una estabilidad económica para los establecimientos misionales, fue una
actividad primordial del proceso de integración de las bandas de indígenas hacia
una vida sedentaria. Era tal la importancia de encontrar tierras aptas para el
desarrollo agrícola y pecuario que, dentro de los relatos realizados por los
misioneros en las primeras jornadasde exploración, se puede notar un entusiasmo
y una alegría un tanto exagerada por la presencia de agua o tierras
aparentemente cultivables. Para ejemplificar esto tenemos la referencia del viaje
realizado en mayo de 1699 por el padre Francisco María Píccolo, sobre la sierra
de la Giganta:
127
[…] de repente se […] abrió una cañada tan espaciosa, tan amena, con
árboles y arroyos, que todos se llenaron de alegría […] fueron gozando
de la vista de muy buenas sabanas, llenas de pastos, abundancia de
tunales grandes, hermosos mezcaleras por todas partes, con muy
grandes raíces, y árboles frutales […] a todos pareció tierra de grande
bendición y fertilidad y de las mejores que tenga la Nueva España de
pastos para ganados y tierras para siembras…149
Lo anterior puede ser entendido como una exageración relativa, pues
evidencia la presencia de oasis en la región montañosa de la Giganta y lo
complaciente que puede ser la tierra cuando es receptora de las escasas lluvias.
Caberecordar que los jesuitas tenían entre sus objetivos más altos salvar
las almas indígenas; y, por otra parte, el escenario les pareció perfecto para la
materializaciónde sus más animosas proyecciones religiosas. A decir verdad, los
jesuitas eran parte de una institución de avanzada enviada por la Corona; y como
tal, tenían que responder e informar sobre los avances realizados en cada una de
sus actividades; principalmente las que tenían que ver con razones político-
económicas; por ejemplo, cuando llegaban a encontrar una bahía segura de la
costa del Pacífico en la que los Galeones de Manila se pudieran resguardar y
abastecer. Asimismo, debían rendir cuenta sobre la situación de las pesquerías de
perlas en las costas peninsulares e informar también sobre la presencia de
metales preciosos. Fue así como la conjunción de necesidades y
responsabilidades dio pie a múltiples jornadas exploratorias sobre
tierrascalifornienses. Este proceso permitió el descubrimiento paulatino de cada
uno de los oasis que resguardaba el territorio, que además fueron el verdadero
tesoro que la sudpeninsula brindóal proyecto colonizador.
Considerando lo anterior, es evidente que la fundación y ubicación de las
Misiones dentro del territorio sudpeninsular obedeció esencialmente a dos
factores. El principal, quejustificaba la presencia de los ignacianos sobre estas
tierras, era el de fundar la Misión sobre aquellas zonas donde la existencia de
149
Pablo L. Martínez, Historia de Baja California, edición crítica y anotada, Mexicali, México, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Autónoma de Baja California, cuarta edición, 2005, p.207.
128
bandas o rancherías de nativos fuera más numerosa; y el segundo obedeció a la
razón de fundar el centro misionalcerca de aquellos lugares donde la presencia de
manantiales de agua dulce y tierras fértiles les permitiera generar un sustento a
futuro. Lo ideal era, por obvias razones, que se lograran conjugar ambos aspectos;
sin embargo existieron casos en que, debido a la presencia de nutridos grupos de
naturales, fue necesario erigir algunas misiones en zonas carentes de agua y
tierras fértiles; tal fue el caso de la misión de San Luis Gonzaga,Nuestra Señora
de Guadalupe, Nuestra Señora de los Dolores del Sur y Nuestra Señora del Pilar
de La Paz. Estas misiones tuvieron un desarrollo e importancia menor en
comparación con otras fundaciones; razón por lo cual terminaron como pueblos de
visita de otros núcleos misionales más favorecidos; o en el peor de los casos,
totalmente abandonadas. Por otro lado, ninguno de los oasis con cuerpos de agua
permanentes de extensiones relativamente grandes —o con mantos freáticos
considerables y manantiales superficiales generadores de comunidades vegetales
como los palmares— quedaron exentos de un asentamiento misional. Es así como
se fundaron las misiones de Santa Rosalía de Mulegé, San José de Comondú, La
Purísima Concepción, Santiago, San Ignacio, San José del Cabo y Santa Rosa de
las Palmas(Véase mapa 16). Sin duda alguna, dada la época del proceso en
cuestión, la insularidad del territorio,las características del medio y los recursos
materiales y tecnológicos de los cuales se podía echar mano, el espacio
geográfico ysus características geofísicas no podían ser un aspecto más o un dato
a priori, sino un factor que modificaba las posibilidades de permanencia y de
producción.
Con el establecimiento de los primeros núcleos misionales; iniciando con
las misiones de Nuestra Señora de Loreto Concho y San Francisco Javier Vigge,
fundadas entre 1697 y 1699 dentro de una zonasobre la cual deambulaban grupos
de diferente filiación lingüística, y ubicada espacialmente entre el interior de la
sierra de la Giganta y la planicie que se extiende desde su pie hasta la costa del
Golfo de California, se fueron generando dos procesos: uno, en detrimento del
otro, y que cambiaría históricamente la ocupación de los espacios peninsulares.
Por un lado, los Jesuitas, con su posición de colonizadores y poseedores de una
129
cultura dominante ante las prácticas de caza, pesca y recolección de los indígenas
peninsulares, fueron generando un proceso territorializador al ir estableciendo
asentamientos permanentes a lo largo y ancho del territorio. Proceso que, cabe
aclarar,se dio de forma lenta y diferenciada en cuanto al impacto y reacción
producida en los espacios sociales afectados por el núcleo misional.
Mapa 16. Misiones más favorecidas con agua y tierras fértiles
Por otro parte, también se fue produciendo un proceso de desterritoriali-
zación al irse desquebrajando un mosaico de espacios sociales conformado por
Fuente: Elaboración propia.
130
los territorios de recorrido de los indígenas peninsulares. Este proceso, en un
primer momento, no pareció impactar mucho en la dinámica de las bandas de
naturales, principalmente por estar acostumbrados a continuos procesos de
conflictos y negociaciones ante la ocupación de sus territorios; a esto debe
añadírsele la lentitud del proceso colonizador y la falta de eficiencia en los
procedimientos de aculturación:
[…] por lo que, al principio de la relación, los indígenas siguieron
comportamientos similares a los que adoptaban antes del contacto.150
Sin embargo, lo cierto es que los lugares privilegiados de los indígenas —
los oasis—, epicentros de sus recorridos, fueron ocupados por extraños. (Véase
mapa 17).
Mapa 17. Misiones y distribución de grupos tribales sobre el sur peninsular
En el mapa 17, ejemplificamos en forma gráfica el establecimiento de las
microregiones misionales sureñas en las inmediaciones de oasis y la distribución
espacial de los grupos etnolingüísticos de la zona. Este ejercicio nos permite
observar como las misiones con su papel de núcleos sociales aglutinantes y sus
150
Rodríguez Tomp, Los Limites de la Identidad, op. cit., p. 177.
Fuente: Elaboración propia con base en: Aguilar Marco, et al., Misiones en la península…, op. cit., p. 26.
131
áreas jurisdiccionales, quedaron incrustadas en una geografía social, que aunque
dinámica y cambiante, era milenariamente funcional.
Fue así como el sistema misional comenzó a desarrollar estrategias de
aculturación desde su llegada, y, aunque untanto disfrazadas por la actitud
pacífica y bondadosa de los misioneros, iban totalmente en contra de la tradición
cultural desarrollada por los californios. Conforme se fue expandiendo el sistema y
se fueron evidenciando los objetivos del proyecto, se generó en ellos una fuerte
resistencia al cambio. Cada nueva Misión, cada nueva fundación que se realizaba,
iniciaba un proceso de alteración y desequilibrio en la ocupación y
aprovechamiento de los espacios habitados por los naturales, la cual ya no tendría
vuelta atrás.
En el modelo de ocupación misional, el lograr atraer a los indígenas hacia la
Misión no solo implicaba la oportunidad de iniciar en ellos un proceso de
aculturación, sino que tambiénse propició un desplazamientoinusual el cual estaba
en contra de los trayectos que comúnmente efectuaban. Como consecuencia, y
por circunstancias ajenas a sus tradiciones culturales, se originaron desajustes en
sus rutinas de recorrido, se modificó la espacialidad de sus territorios y se
suscitaron fricciones o alianzas entre los grupos convergentes en el núcleo
misional.Comenzaba pues, la fuerza aglutinante del modelo misional ha
desquebrajar un mosaico espacial formado por territorios de recorrido, al tiempo
que aparecían otros núcleos sociales que vendrían a reorganizar los espacios
mediante formas distintas de apropiación.
La Misión se desempeño como centro rector; fue ―una institución hegemónica
y ordenadora que dio sentido a todas las demás instituciones que en ese entonces
fueron introducidas y desarrolladas por los jesuitas en el ámbito peninsular‖.151 De
igual forma, y como ya se comentó, fue también una institución de conquista y
unidad evangelizadora que, aunque en teoría era de carácter transitorio, en la
sudpeninsula fue dotada de un poder excepcional que le permitió organizar, dirigir
151
Ignacio del Río, Conquista y Aculturación en la California Jesuítica 1697-1768, México, IIH, UNAM, p. 115.
132
y modificar su estructura de gobierno de acuerdo con sus propios ideales y
convicciones durante siete décadas. De las diecisiete misiones fundadas, Loreto
se convirtió en elprincipal núcleo político–administrativo durante todo el periodo
que duro la administración jesuita en la sudpeninsula. Este lugar fue donde
residieron los padres presidentes al igual que los procuradores. Asimismo,
también residió ahí el capitán Gobernador, se instaló el Presidio, ahí se ubicó el
Almacén General y en élse recibían las mercancías venidas de la contracosta para
luego ser distribuidas al resto de las misiones peninsulares.
Mapa 18. La misión de Loreto como núcleo político - administrativo
Fuente: Elaboración propia.
133
Loreto y todas las demás misiones peninsulares organizaron su vida social,
política y económica en función de alcanzar dos de sus más altos propósitos: la
evangelización de los indígenas y el desarrollo de actividades agropecuarias.
El nacimiento y erección de cada núcleo misional era la consecuencia de
largas jornadas exploratorias por parte de los ignacianos en búsqueda de las
siempre dispersas bandas de naturales y de los parajes idóneos que permitieran el
desarrollo de actividades agrícolas. Así eligieron y fundaron todos los núcleos
misionales. De ellos, podemos mencionar la fundación de la misión de La Paz, la
cual se encuentra sobre un paraje de la antigua Bahía de la Santa Cruz —des-
cubierto durante un viaje realizado por el padre Jaime Bravo y Juan de Ugarte
hacia el territorio sureño en 1720—. Otro ejemplo, producto de los viajes de
exploración realizados por Juan María Salvatierra (1701), Francisco María Piccolo
y Juan María Basaldúa152 en agosto de 1703, fue la fundación de la misión de
Santa Rosalía de Mulegé, la cual se yergue cerca de un oasis pegado a la costa
del Golfo.Por otro lado, el establecimiento de Todos Santos como pueblo de visita
de la misión de La Paz —paraje descubierto por el padre Jaime Bravo [habitado ya
por indígenas] y el cual considero bueno para la siembra— fue elevado a
categoría de Misión en 1733.Una vez elegido el sitio, la Misión o el pueblo de visita
se fue materializando poco a poco con la edificación de chozas o cabañas que
fungían como templo o viviendas para los indios, los sirvientes, religiosos o
marineros. De esta forma, la zona se iba modificando poco a poco por el
desmonte de áreas para uso común o por la necesidad de preparar los primeros
cultivos. Como un ejemplo de los antes dicho, exponemos un fragmento de los
inicios de la fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz.
Los tres días siguientes [del desembarque] se gastaron en despejar el
monte, en que poner unas barracas, así para vivienda de los padres y
iglesia como para la gente de mar y indios cristianos, […] reconocióse
también paraje a propósito para fundar la misión, iglesia y vivienda, que
152
W. Michael Mathes, Las Misiones de Baja California 1683 – 1849, una Reseña Histórica Fotográfica, Gobierno del Estado de Baja California Sur, II. H Ayuntamiento de La Paz,p. 65.
134
se halló muy a propósito en una loma alta, que domina las playas a tiro
de escopeta corta del aguaje y de suelo duro y llano con una mesa muy
espaciosa […]153
Imagen 23 y 24. Dibujos del padre Ignacio Tirsch Misión de San José del Cabo – Misión de Santiago
En el caso específico de los pueblos de visita o visitas, como comúnmente se
les acostumbro llamar, cabe aclarar que su condición material, económica, política
y social fue casi siempre mucho menor que el núcleo misional al cual pertenecían.
Las visitas fueronsitios que ocasionalmente eranprocurados por el misionero para
atender las cuestiones religiosas y cuidar de pequeños huertos. De manera
general, podemos decir que fueron ―núcleos pequeños de población dependientes
de la cabecera misional. Tales asentamientos con frecuencia tuvieron poca
estabilidad y duración‖.154
El núcleo misional era diferencia de los territorios de recorrido, un
asentamiento estable que se fue materializando poco a poco. El pobladotenía
como edificio principal la capilla o templo, el cual ―primeramente se procuraba
hacer y mejorar, dado que constituíauna indispensable base material para el 153
Jaime Bravo, ―Razón de la entrada al puerto de La Paz: conquista de la nación guaycura, y
fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar en California, año de 1720, por el padre Jaime Bravo‖ en Jaime Bravo et. al. Testimonios Sudcalifornianos, nueva entrada y establecimiento en el puerto de La Paz, 1720,La Paz, México, Gobierno del Estado de Baja California Sur, 1989, p. 30.
154 Lilia Margarita Trejo Gallegos, Santa Rosa de Todos Santos, una misión californiana (1723-
1854), Tesis de Licenciatura, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, p. 21-22.
Fuente: Altable, ―La economía misional‖, op. cit., p. 70.
Fuente:L. Martínez, Historia de Baja California, op. cit., p. 209.
135
cumplimiento de la función religiosa‖,155pero que además era la referencia
principal para organizar la ocupación de los demás espacios. Asimismo se
construía un variado número de chozas alrededor de la iglesia. Estas tenían un
aspecto sumamente rustico y estaban hechas de materiales propios de la zona
como el carrizo la palma, el barro etc., y que servían como morada para el
misionero, los soldados y los indígenas.
Concretamente:
El poblado misional era una especie de pequeño caserío levantado en
derredor de la iglesia y de la morada del misionero. Además de las
edificaciones, siempre sencillas y escasas, cada misión tenía por lo
común una huerta de frutales y hortalizas, así como terrenos de
agostadero para el ganado ytierras para la siembra de maíz, trigo y otros
granos. A veces la escasez de agua obligó a emprender cultivos en sitios
alejados de la cabecera misional; en tales casos se formaban allí pueblos
de visita, lugares que, pese al nombre, no siempre contaron con una
población arraigada de fijo.156
―Con premura se emprendía la obra de lo que modernamente llamaríamos
infraestructura económica: delimitación de áreas de cultivo, roturación de tierras,
apertura de caminos y canales de riego, acopio de ganados y especies
vegetales‖.157A partir de este momento se producía elquiebre —la ruptura— del
orden espacial y de la forma de ocupación que ancestralmente venían realizando
los nativos. Al establecerse un cambio significativo en la forma de ocupación de
los territorios se estableció la asignación de un territorio específico para el
desarrollo de las acciones económicas, políticas y sociales.La sola presencia de la
Misión en un espacio geográfico determinado pudo haber significado, dentro de la
organización territorial de los californios, el abandono total de una zona de caza o
155
Del Río, Conquista y aculturación…, op. cit., p. 120.
156Ibíd., p. 118.
157 Delfina E. López Sarrelangue, ―Las misiones jesuitas de Sonora y Sinaloa, base de la
colonización de Baja Californio”, Estudios de historia novohispana, vol. 2, 1968, p. 10.
136
recolecta para ciertas rancherías; o bien, la obstaculización de su acceso a ciertas
zonas de trashumancia como las playas, oasis o serranías. Como seguramente
sucedió en la misión de Todos Santos, donde ―durante los primeros tiempos de
existencia casi no tuvo la oportunidad de impartir la doctrina entre los Guaycuras,
ya que estos rehuyeron toda relación con el misionero‖.158
Una vez afianzado el núcleo misional, este comenzaba a interveniry a dejar
sentir su influencia sobre todo lo que espacialmente pudiera injerir; empezaba a
colocarse como foco de atracción social y generador de gérmenes de
poblamiento. Es por esto que, inmediatamente después de la fundación, el
misionero iniciaba su labor sustantiva queconsistía en propiciar el contacto
pacífico con los indígenas, atraerlos a la Misión y lograr su pronta conversión para
la salvación de sus almas. Iniciaba, pues, un proceso social que produjo una
desorganización mayor, pues en el fuerzo de la actividad evangelizadora, la Misión
comenzó a congregar temporalmente a diferentes rancherías. Este hecho propició
que fueran realizados diversos desplazamientos —inusuales— dentro de sus
territorios de recorrido; lo cual desestabilizó sus formas tradicionales de
organización espacial. A esto debemos agregar la creación de los pueblos de
visitas, fundados en sitios jurisdiccionales de la misión donde los religiosos
congregaban a diferentes rancherías con la intención de propiciar asentamientos
estables. Sin embargo, esto se tradujo en encuentros forzados por parte de las
diferentes rancherías que históricamente habían sido enemigas. Al respecto,
Ignacio del Río nos dice:
…el solo hecho de que diversas rancherías convivieran en la m isión,
aunque fuera por poco tiempo, debe haber contribuido a reducir
antagonismos tradicionales y a abrir cauces para la interpretación social
de los grupos.159
La Misión y sus alrededores formaron lo que podemos llamar microrregiones
misionales, las cuales tenían como epicentro a un poblado o núcleo misional. Este
núcleo contaba con un área un poco menos definida o específica que podemos
158
Trejo Gallegos, Santa Rosa de Todos Santos…, op. cit., p. 24.
159 Del Río, ―Cazadores–recolectores en la baja…‖, op. cit., p. 6.
137
denominar como su hinterland.160 El hinterland estaba constituido por espacios
comúnmente habitados y utilizados por la Misión, como las tierras para cultivo; los
terrenos de agostadero; los aguajes; los pueblos de visita y los territorios
reconocidos como áreas jurisdiccionales. La fuerza aglutinante de cada una de
estas microrregiones misionalesdependía tanto del número de rancherías (en
contacto con ellas) como de la astucia y habilidad por parte del misionero para ir
establecimiento ―visitas‖ e ir arraigando en ellas un buen número de rancherías;lo
cual ampliaba considerablemente su área de influencia. Como una referencia de
esta estrategia, tenemosel testimonio del padre Juan Bautista Luyando, en su
misión de San Ignacio:
[…] todas las rancherías [dispersas en el amplio distrito de la misión]
están sujetas y a obediencia del padre […] y sólo con licencia del padre
pueden ir a sus distantes tierras, pero dejando siempre a los viejos, niños
y mujeres encinta[s] y enfermizos en el pueblo perteneciente a ellos,
cercano a la misión, para cuyas cabeceras se les señalaron los parajes
más cercanos y mejores de la misión, en que tienen su iglesia y algún
ganado menor y gallinas…161
La presente organización espacial obedecía, sin duda alguna, al eficaz modelo
misional de penetración y afianzamiento de territorios eslabonados que iniciaron
sobre el noroeste. Aunque el modelo misional estaba más que probado, su
desarrollo social, económico, espacial y temporal no fue igual en cada uno de los
núcleos misionales de la provincia californiana, como tampoco lo fue en Sonora y
Sinaloa. Sobre el territorio peninsular, el espacio geográfico jugó un papel
trascendental al ser una variable activa e influyente para los grupos sociedades
asentados en él. Los religiosos, a diferencia de las bandas de cazadores-
recolectores, no encajaban con el espacio y el escenario que la California les
ofrecía, puesto que culturalmente no estaban adaptados a este tipo de territorios,
de ahí que el espacio era ―redefinido desde fuera por los intereses extralocales
160
Territorio o área de influencia de un asentamiento.
161 Del Río, Conquista y aculturación…, p. 122.
138
que observan en él rasgos de pobreza y esterilidad‖;162tal como lo dejó
entreverJuan Jacobo Baegert:
[…] es un desierto sin agua e intransitable, debido a tanta piedra y
espinas […] o en otras palabras, una extensa roca que emerge del agua,
cubierta de inmensos zarzales y carente de hiervas, praderas, montes,
sombras, ríos y lluvias.163
Conforme fue avanzado la actividad evangelizadora, yse fueron descubriendo
los oasis peninsulares, el sistema de Misiones fue estableciendo en ellos los
gérmenes de poblamiento más longevos de la historia peninsular: es decir,
Misiones que bajo una economía de oasis fueron destacando, en cuanto a
producción y permanencia, debido a los recursos que estos les brindaron, y los
cuales les permitieron tener cierta capacidad productiva.
Mapa 19. Microregión Santa Rosalía de Mulegé
162
RodríguezTomp, Los Limites de la Identidad..,op. cit., p. 180.
163Baegert, op. cit., p.29.
Fuente: Elaboración propia.
139
El espacio geográfico —arriba expuesto— corresponde a lo que hemos
denominado microrregión Santa Rosalía de Mulegé, construcción teórica
delmodelo de ocupación misional. En ella representamos los espacios que en
conjunto constituían las microrregiones y sus jurisdicciones: pueblos de visita,
zonas de cultivo, zonas de agostadero y el núcleo misional, el cual intervenía a
todos los demás espacios. Esta microrregión fundada en un oasis junto al mar,
integró a grupos etnolingüísticos como los cadegomeños, los didiu, los laimon y
los monqui según la distribución degrupos tribales realizada por William C. Massey
y J.Ángel Ochoa Zazueta.
Con lo expuestohasta aquí, podemos señalar la importanciatan grande que
tuvo la existencia de nichos bióticosen la vida social y económica de las primeras
poblaciones de nuestra área de estudio. Ya desde los grupos de cazadores-
recolectores, estos espacios adquirían un gran significado e importancia como
zonas de caza y recolecta; eran espacios necesariamente habitados por los
grupos tribales, y podrían haber sido incluso el centro de sus territorios de
recorrido.164Sin embargo, con el establecimiento de las Misiones, estos espacios
tan necesarios y tan importantes para las bandas de indios californios, que en
épocas de abundancia seguramente fueron escenario de grandes festividades,
dejaron de cumplir la función que durante siglos desempeñaron; y que en gran
medida daba estabilidad a la vida trashumante de las diversas bandas de
indígenas que los visitaban estacionalmente.
La hipótesis aquí expuesta, resalta que estos espacios geográficos —los
oasis— no pasaron a segundo término ni dejaron de ser utilizados con la extinción
de la población indígena, sino simplemente pasaron a ser el asiento estable que
dio soporte a una institución como la Misión y a una sociedad culturalmente
diferente, cuya capacidad de accesibilidad y obtención de recursos naturales era
más elevada que la de los californios.
164
Martha Micheline Cariño Olvera, Historia de las relaciones hombre naturaleza en Baja California Sur 1500 – 1940, México D.F., Universidad Autónoma de Baja California Sur, Secretaría de Educación Pública, 2000, p. 36.
140
Con el establecimiento de la Misiones, los oasis peninsulares se irían
convirtiendo en epicentrosmicroregionales. Es por esto, que planteamos como una
de nuestras hipótesis, que la presencia de pequeños ecosistemas (oasis) con
características ecológicas diferenciadas a la generalidad del seco y árido clima
sudpeninsular, tuvieron un carácter primordial dentro del proceso de fundación de
los primeros asentamientos coloniales-permanentes del territorio. Lo cual, nos
permite plantear a su vez, que la conformación de las regiones económicas dentro
del territorio sudpeninsular tiene como su primer antecedente la implantación del
sistema misional, puesto que mediante él se logró la fundación de los primeros
asentamientos coloniales-permanentes dentro del territorio, incluyendo el
desarrollaron las primeras actividades productivas.
Aunque la orden jesuita logró fundar alrededor de 17 núcleos misionales en
territorio sudpeninsular, no todos fueron establecidos en las inmediaciones de los
oasis, razón por la cual no todos lograron prolongar su existencia, ni brindar la
posibilidad de albergar poblaciones futuras. Es por esto que plantemos a los
núcleos misionales establecidos en los oasis sudpeninsulares, como las
primerasmicrorregiones económicas locales. Estas misiones favorecidas con agua
y tierras fértiles fueron al igual que las demás, estableciendo pueblos de visita,
definiendo áreas jurisdiccionales por zonas de agostadero, cultivo, y por la
presencia de bandas de indígenas en sus territorios aledaños; sin embargo, el
desarrollo de sus actividades económicas fue más estable, permitiéndoles
albergar un número mayor de rancherías de forma estacional y desarrollar una
infraestructura material más grande y perdurable, lo cual se traducía en una mayor
intervención e inferencia sobre todo lo existen en la sociedad sudpeninsular. En
conjunto, estas misiones, más las menos favorecidas intervenían, controlaban y
dominaban toda una región misional en la península de California.
Es pertinente hacer notar que, nuestro planteamiento encuentra una
singularidad en las misiones de:Santa Rosalía de Mulegé, San José de Comondú,
La Purísima Concepción, Santiago, San Ignacio, San José del Cabo y Santa Rosa
de las Palmas; que es la presencia del oasis, la prolongada ocupación de dichos
espacios y el desarrollo de las primeras actividades productivas, esta constante,
141
que brinda cierta homogeneidad al conjunto de misiones, nos permitió construir el
modelo teórico de microrregiones económicas. Espacios sociales, políticos y
económicos que hemos diferenciado del total de Misiones fundadas, por contar
con características específicas como: sus condiciones naturales similares, sus
características productivas similares y su infraestructura social, que las destacan
de un todo mayor.
Así pues, los asientos Misionales en los oasis fueron los núcleos económicos
más tempranos que se conocen y los espacios sociales más longevos de nuestra
historia. Epicentros regionales de nuestras microrregiones y que a continuación
caracterizaremos.
La misión de Santa Rosalía de Mulegé, fundada en 1705 por el padre jesuita,
Juan María de Basaldúa,aun costado del arroyo de Mulegésobre una meseta llena
de mezquites,desde su establecimiento, destacó por la presencia de agua y
tierras fértiles que le permitieron establecer cultivos de maíz y trigo, y
posteriormente huertos con cultivos de palmas dátiles, algodón y uvas. Sin
embargo, sus tierras y cultivos fueron continuamente afectados por las avenidas
de agua que arrasaban todo durante la época de lluvias y huracanes.
Entre los pueblos de visita que fueron parte integral de esta microrregión,
podemos mencionar a San Luis, Santa Lucia, Santísima Trinidad, San Patricio,
San Marcos, Santa Águeda, San Lucas y San José de Magdalena165, los cuales
junto con la misión, aglutinaron a bandas de indígenas de tipo: cadegomeño,
didiu, laimon, monqui e ignacieño. Para 1745, su población oscilaba entre los 300
individuos, cifra que se redujo significativamente para 1800, cuando sólo se
contaron 90 personas. La misión de Santa Rosalía de Mulegéfue abandonada en
1828, por falta de población.
165
W. Michael Mathes, Las Misiones d Baja California 1683 – 1849. Una reseña histórico – fotográfica, La Paz, México, Gobierno del Estado de Baja California Sur, II H. Ayuntamiento de La Paz, 1977, p. 65.
142
Imagen 25. Vista satelital del oasis y comunidad Mulegé
Por su parte, la misión de San Ignacio fundada sobre la parte norte del
territorio sudpeninsular, en las cercanías del desierto de Vizcaíno, y al norte de la
misión de Santa Rosalía de Mulegé, estuvo a cargo de los padres jesuitas, Juan
Bautista Luyando y el padre Sebastiano de Sistiaga en 1724. Por su ubicación en
las inmediaciones de un oasis, esta misión, núcleo de otra de nuestras
microrregiones, contó con agua y tierras fértiles para realizar labores de cultivo de
las que se obtenía trigo, higos, uvas, dátiles y granadas. Unos de sus fundadores,
―Juan Bautista Luyando, sembró en esta misión, a los dos años de haber llegado
dos fanegas y media de trigo y poco más de seis de maíz, aunque originalmente
disponía de tierras para mayores siembras.‖166 En sus inmediaciones estableció
pueblos de visita como San Borja, San Joaquín, San Sábas, Santa María
Magdalena, Nuestra Señora de Los Dolores, San Atanasio, Santa Monoica, Santa
Martha, Santa Lucía, Santa Ninfa, Santa Clara, Santa Ana y San Juan Bautista.
166
Del Rio, El régimen jesuítico, op. cit., p. 110.
Fuente: Google Earth (2008).
143
Nutrido número de visitas que daban a notar la capacidad de integración que
desarrollo esta microrregión. Fueron tan halagadores sus registros productivos
que se lograba la cosecha suficientede maíz y trigo para alimentar a más de 1,200
indígenas; y al mismo tiempo, ayudar a las Misiones menos agraciadas. Sin
embargo, por su fundación en las cercanías de un arroyo —al igual que en Santa
Rosalía de Mulegé—, esta misión perdió tierras y cosechas debido a las grandes
avenidas de agua que se registraban en épocas de lluvias y huracanes.
En sus buenos tiempos, esta Misión logró producir hasta 100 tinajas de
vino y aguardiente por año. En 1745 se logró registrar una población de 800
personas, que para 1800 sólo sumaron 130. Posteriormente, fue abandonada en
1840.
Imagen 26. Vista satelital del oasis y comunidad San Ignacio
OS
Fuente: Google Earth (2008).
144
La misión de San José de Comondú logró su desarrollo gracias a la mano
de los misioneros; Julián Mayorga, Francisco Javier Wagner y el padre Franz
Inama. Fue fundada en 1708 por Mayorga, y destacó como una de las más
provechosas y mejor equilibrada en cuanto al desarrollo de sus actividades
agrícolas y pecuarias. Para el año de 1753, la Misión logró cosechar ―72
toneladas de trigo y 33 de maíz, cantidades que probablemente excedían en un
diez o veinte por ciento a las necesidades de la misión‖.167 Este hecho viene a
constatar la presumible ventaja que tenía dicha misión debido a sus excelentes
recursos de agua y tierra. En cuanto a lo pecuario, también fue una Misión
afortunada, destacándose en la crianza de ganado bovino, cabras y ovejas. Para
1773, a seis años de la expulsión de los jesuitas, todavía contaba con un hato
conformado por 1,413 ejemplares de ganado lanar, 249 de ganado cabrío y un
total de 293especímenes, el cual estaba integrado por ganado caballar, asnal y
mular.168
167
Altable, ―La economía...‖, op. cit., p. 77-78.
168Ibíd., cuadro 5 y 6, p. 89-90.
Imagen 27. Vista satelital del oasis y comunidad San José de
Comondú
OS
Fuente: Google Earth (2008).
145
La misión de Santa Rosa de Todos Santos nació primeramente como un
pueblo de visitafundado en1723 para la misión de La Paz. Sin embargo, gracias a
las condiciones geográficas y naturales del sitio, y a la caridad de una
benefactorade nombre María Rosa de la Peña, este pueblo de visita tomaría en
1733 el rango de Misión a cargo del padre Segismundo Taraval. Su calificativo fue:
Santa Rosa de Todos Santos.
A diferencia de otros espacios donde hubo núcleos misionales, esta Misión
contó con el recurso del agua y de tierra fértil en abundancia, por lo que su
desarrollo agropecuario fue uno de los más constantes dentro del sistema misional
iniciando desde 1723 con los primeros desmontes, la preparación de tierras y con
la construcción de los primeros canales de riego. Entre sus cultivosdestacaba por
su importancia el maíz y la caña de azúcar, seguido porel arroz y el trigo, aunque
también se cultivaron granos como el fríjol y el mijo. Asimismo, se obtuvieron
Imagen 28. Vista satelital del oasis y comunidad de Todos
Santos
OS
Fuente: Google Earth (2008).
146
productos —derivados de la caña— como la panocha, el aguardiente y la miel,
gracias a la existencia de los conocidos trapiches, que para el año de 1744 ya
existían en estaMisión. En 1755, Todos Santos produjo 250 fanegas de maíz, 120
de trigo y 130 de arroz.169
En cuanto a la cría de algún tipo de ganado, la misión de Santa Rosa de
Todos Santos se destacó por sus manadas de ganado bovino, de ganado caballar,
mular y asnal, las cuales doblaban, por lo regular, el número existente en las otras
misiones.170 Para 1762, estaMisión contaba con un hato integrado por 1,200
reses, 137 caballos y 69 bestias entre mulas y burros.171De acuerdo con los
registros dejados por Segismundo Taraval, la misión contaba en 1733 —fecha en
que alcanzo el rango de misión— con una población integrada por el sacerdote
algunos soldados y ochocientos indígenas;172de estos, según decía:
[...] estaba formada por ochocientos indígenas agrupados en [siete]
rancherías, y éstas en tres gremios. Uno de la rama y variación de los
indios de la misión de los Dolores, que son los callejues, otro de
huchitíes [...] el otro es una corta ranchería que ha quedado de las islas
adyacentes y son de la nación pericú, el gremio de los huchitíes que se
compone de cuatro rancherías, de aripes, coras, pericúes o vinees, y los
que llaman por antonomasia huchitíes[...]173
De aquí en adelante, la población de esta misión, al igual que toda la de la
región sur, sufriría grandes estragos, propiciados principalmente por la muerte de
muchos de ellos en la rebelión de 1734 y por las fuertes epidemias que azotaron la
zona; de tal forma que, para 1768, sólo quedaban 83 indígenas que no eran ni
siquiera los que le dieron vida al centro misional, puesto que en 1748, al
suprimirse la misión de La Paz, esta población fue trasladada a Todos Santos y la
de Santiago.
169
Trejo Gallegos, Santa Rosa de Todos Santos...,tabla 1, p. 75.
170Altable, ―La economía misional...‖, op. cit., p. 88.
171 Trejo Gallegos, Santa Rosa de Todos Santos…, op. cit., tabla 2, p. 79.
172Ibíd., p. 88.
173Ibíd., p. 30.
147
La misión de Santiago fue fundada primeramente por parte del padre Ignacio
María Napolí en 1721, para posteriormente ser mudada y vuelta a fundar en 1723,
sólo que esta vez por medio del padre Jaime Bravo y el Capitán Esteban
Rodríguez en la zona que actualmente ocupa el poblado de Santiago. Esta misión,
al igual que los otros núcleos misionales como Todos Santos y San José de
Comondú, tenía la ventaja de encontrarse ubicada en una zona con abundancia
en agua y tierras fértiles. Estaba sobre la porción sur de la península y contaba
con un clima menos seco. Aunque no existen datos precisos sobre el desarrollo
agrícola de esta misióndurante el periodo jesuítico, se sabe que junto a la casa del
misionero pasaba un pequeñoriachuelo que se utilizaba pararegar ―una laborcita
harto buena, capaz de tres fanegas de maíz de sembradura‖.174Asimismo,
estableció siembras que lograban alcanzar ―...anualmente unas 1, 100 fanegas de
maíz y unas 1, 500 de trigo‖.175 Esto nos hace suponer que su desarrollo agrícola
fue de mediano a bueno, por las circunstancias que ya antes mencionamos. En lo
que respecta a la crianza de algún tipo de ganado, se estimó como una Misión de
mediano desarrollo, destacándose por sus manadas de ganado bovino y vacuno,
cuyo periodo —que va de 1761 a 1763— alcanzó una población de 16,000
cabezas, más 500 de ganado equino.
174
Del Río, El régimen jesuítico..., op. cit., p. 105.
175Ibíd., p. 106.
148
En 1755, Santiago contaba con una población de232 indígenas; 159en él,
que ya era el principal nudo administrativo de nuestra región, y 73176 en San
José,el cual fue reducido a pueblo de visita pese a que generaba una importante
producciónagrícola. Posteriormente, la población siguió declinando. Para el año de
1762 había 198 personas, y para la fecha de la expulsión de los jesuitas sólo se
registraron 178 indígenas.
La misión de San José del Cabo, que después fue pueblo de visita, y que
acompañó a Santiago en el desarrollo y conformación de nuestra región, se
fundóun 8 de abril de 1730 por medio del padre Nicolás Tamaral sobre la costa de
la porción más austral de sudcalifornia. Esto fue posible gracias a la entrada de
fondos frescos al proyecto misional y por la llegada de nuevos misioneros. Al igual
que Santiago —dado la cercanía existente entre ellas y por estar situadas sobre la
176
Del Río, Conquista y aculturación..., op. cit., p. 139.
Imagen 29. Vista satelital del oasis y comunidad de
Santiago
Fuente: Google Earth (2008).
149
franja que divide a la costa del Golfo con el complejo serrano de La Laguna—su
condición fue muy favorable gracias a la abundancia de agua y tierras fértiles.
La misión de San José del Cabo, a pesar de haber perdido el status de
Misión, y pese a haber perdido a su dirigente en la rebelión indígena de 1734, fue
un núcleoproductivo y social que logró su permanencia desempeñando un papel
trascendental dentro de la conformación de nuestra región. En términos
productivos, esta misión logró tener consistentes cosechas de granos, hortalizas,
caña de azúcar, al igual que un cuantioso huerto de árboles frutales. Para
diciembre de 1730, a ocho meses de su fundación, ya había logrado establecer
siembras en un paraje llamado La Soledad. Ahí se fabricó un canal de 2,592
varas177 con buen golpe de agua,178del cual podían cultivarse hasta cinco fanegas
de maíz. Asimismo, contaba con otro sitio llamado Santa Rosa donde la presencia
de agua y tierras fértiles lo hacían propicio para el cultivo. De hecho, en algún
momento —junto con Santiago— llegaron a producir anualmente hasta cien
cargas de panocha.179
Para 1755, San José del Cabo, ya convertido en pueblo de visita de
Santiago, contaba con una población de 73 indígenas. Dicha población
permanecería casi constante durante las siguientes dos décadas, al registrase una
poblaciónde 61 indígenas en 1762; y de 71 seis años más tarde.
177
Una vara cuadrada equivale a 0.702244 metros cuadrados
178 Del Río, El régimen jesuítico..., op. cit., p. 105.
179Ibíd., p. 106.
150
Por otro lado, San José del Cabo tuvo la oportunidad, dado su estratégico
lugar de asentamiento y por contar con un puerto natural, de realizar ocasionales
intercambios con el galeón de Manila que se acercaba a las costas peninsulares
en busca de agua, leña y provisiones para continuar con sus travesías. Esta
conexión, más que una mera asistencia del pueblo de San José al galeón,
representaba la oportunidad de hacerse de algunos artículos que para ambos eran
de suma necesidad y de difícil alcancé de acuerdo a las condiciones en que se
encontraban. El galeón inició los arribos a la Misión desde 1740180 hasta la
expulsión de los jesuitas en 1768. En este tiempo el galeón fue asistido con:
180
Del Barco, op. cit., p. 248.
Imagen 30. Vista satelital del oasis y Comunidad de San José del Cabo
OS
Fuente: Google Earth (2008).
151
[...] tanto número de ganado mayor y menor, vacas y carneros, cuanto
el general o comandante del navío pide por lista que remite al padre
como también alguna porción de maíz [...] hortaliza, gallinas y otras
menudencias [...] Si el comandante pide, o se insinúa por unas cabras
[...] o por unas vacas con sus becerrillos ...el padre las manda embarcar
[...] Todo esto han dado siempre los padres liberalmente y sin poner
precio a cosa alguna; y en correspondencia de ella envía el general [...]
algún regalo de ropa de algodón, alguna ceda para la iglesia, y platos
de china con sus tazas...181
El hecho de que esta Misión haya establecido un contacto con el galeón, y
que a su vez realizara algunos intercambios a manera de regalos o apoyos,
legos de colocarla como una Misión de mayor rango económico o comercial, la
posicionó como una Misión un tanto diferente; calificativo que acentuamos al
añadir que a raíz de la rebelión Pericú de 1734, también contó con la presencia
de un presidio en las inmediaciones de su jurisdicción.
Las misiones y pueblos de visita que se asentaron en los oasis con mayor
diversidad de recursos u abundancia de agua perduraron como regiones
económicas.
La Misión de La Purísima Concepción, fundada el 1 de enero de 1720 por el
padre Nicolas Tamaral en las inmediaciones de un oasis, fue otro núcleo religioso
que conto con agua y tierras fértiles para el desarrollo de su base agropecuaria.
Con su establecimiento, se iniciaron cultivos de trigo, maíz, frijol, garbanzo,
granadas, higos, uvas y algodón. También se establecieron huertos donde se
plantaron frutales aprovechando los beneficios que le brindaban las aguas del
arroyo cercano. Fue tal su capacidad de intervención con las bandas de indígenas
que logro establecer 7 pueblos de visita entre los cuales destacaron Santa María y
San Miguel de Comondú, microrregión que llego a tener una población de 2,000
almas.
181
Ibíd., p. 247.
152
El padre Tamaral informaba que hacia 1730 la misión contaba con los siguientes
cultivos:
La viña, de sesenta y cuatro varas de largo y treinta y ocho de ancho,
con doscientas y ochenta parras en sus tapestles, con una cerca de
granados de cincuenta y cinco plantas y… otra cerca, despúes de los
granados, de tuna mansa, y después de ésta, cercando y guardando
todo, una cerca muy tupida de mezcal manso. Alrededor de la viña, en
distancia suficiente, [hay] treinta y nueve higueras. Item dos suertes de
caña de humedad, y tierra dispuesta para otra suerte. Item una huerta de
sesenta y seis varas de largo y diez de ancho, toda cercada y sembrada
de hortaliza, y el primer cuartel sembrado de nardos y el último de rosas
y flores para el adorno de la iglesia.
En dicha huerta [hay] algunos arbolitos frutales de limón,
guayabo y zapote. Item un pedazo de tierra de humedad cercado,
para sembrar fruta de verano. Item los manantiales de agua
sembrados de sauceda tupida para que se conserve.182
Entre los grupos etnolinguisticos que esta misión puedo haber integrado,
podemos mencionar a los cadegomeños, los laimon y los guaycura. No
obstante lo antes mencionado, esta misión al igual que todas las demás,
padeció un declive catastrófico en su población con la aparición de las
epidemias, razón por la cual para 1800 sólo se contabilizaron 54 indígenas.
182
Del Rio, El régimen jesuítico, op. cit., p. 108.
153
Imagen 31. Vista satelital del oasis y Comunidad de La Purísima
OS
Fuente: Google Earth (2008).
154
CAPÍTULO III: LAS REGIONES ECONÓMICAS EN LOS LÍMITES
DE LA ECONOMÍA MISIONAL Y LAECONOMÍA MERCANTIL
En la práctica, la economía misional agropecuaria; como economía
productora de valores de uso, concluyó con la expulsión de los jesuitas fuera del
territorio sudpeninsular, permaneciendo la producción —agrícola, ganadera y
artesanal— como una economía combinada productora de valores de uso y
valores de cambio, que finalmente tomo la fuerza de una economía mercantil
simple.
III. 1 La expulsión de los jesuitas y la reorganización territorial.
Con el extrañamiento de la Compañía de Jesús en 1768, se dio fin en la
península de California a uno de los periodos más importantes y trascendentales
de la historia peninsular y del mismo noroeste novohispano. La compañía de
Jesús, institución evangelizadora que desde 1592 iniciara en Sinaloa su expansión
sobre el noroeste virreinal, y que durante 70 años operó en tierras peninsulares
gozando de las excepcionales prerrogativas que se le habían concedido, encontró
el fin de su proyecto tras el decreto de expulsión firmado en el palacio de El Pardo
el 27 de febrero de 1767.183El entonces monarca, Carlos III, decretó que aplicaba
tanto para la nación española como para todas sus colonias.
Varias pudieron ser las causas que dieron pie al decreto de expulsión de la
Compañía de Jesús, pero sin duda alguna, estas obedecían a razones que iban
más allá de las problemáticas locales o regionales que los ignacianos afrontaron
durante su estancia en el noroeste virreinal. Entre ellas podemos mencionar el
descontento y la oposición, que muchas veces no era abiertamente expresada por
183
Ignacio del Río ―La nueva Política Imperial‖, véase en: Ortega Noriega, Tres Siglos de…,op. cit., p. 262.
155
la Compañía. ―La política del nacionalismo regalista‖,184 que la corona venía
implementando, caminaba sobre la idea de maximizar el poder y control del rey
sobre las principales instituciones y corporaciones existentes; entre las cuales se
encontraba la institución eclesiástica. Dicha política colocaba a los jesuitas en una
posición sumamente incomoda, pues les imponía, por encima de su lealtad al
Papa, una obediencia absoluta al monarca por ser la autoridad máxima de los
dominios españoles. A esto se le puede sumar la rivalidad que la compañía
afrontaba con otras órdenes religiosas y el poder económico y político que los
ignacianos lograron acumular, y que muchas veces utilizaron para superponer sus
intereses por encima de los de la Corona. Al respecto, el Obispo de puebla (1647)
hace referencia en torno al poder económico de la orden:
[…] [considero] indecente que dos colegios tuvieran 300 mil ovejas,
así como ganado, y que la orden misma fuera dueña de seis grandes
plantaciones de azúcar que valían entre 500 mil y un millón de pesos
cada una, con ingresos de 100 mil pesos, haciendas prósperas de 4 a
6 leguas de extensión, talleres, tiendas y rastros, y que además
llevara a cabo el comercio con China a través de las Filipinas.185
A todo esto, se agregaba la ―sospecha de que en algunas partes de
América, como el Paraguay y la Baja California […] habían instaurado formas
relativamente autónomas de gobierno que reñían con el ejercicio de la autoridad
real.‖186 La versión oficial del extrañamiento nunca fue abiertamente expresada. El
monarca sólo argumento que ―los verdaderos motivos de la expulsión […] se
callaron por razones de estado.‖187
El proceso general de expulsión —en el noroeste virreinal— inició cinco
meses después de firmado el decreto. El gobernador de las provincias de Sonora
y Sinaloa, Juan Claudio de Pineda, abrió el sobre que contenía la pragmática
184
Ibid., p. 262.
185Messmacher, La búsqueda del signo…,op. cit., p. 203.
186 Del Río ―La nueva Política Imperial‖,op. cit., p. 263.
187Ibíd., p. 262.
156
sanción el 11 de julio 1767 en San Miguel de Horcasitas.188 Inmediatamente
después de conocido el contenido, se giraron instrucciones para que militares
comisionados realizaran la labor de reunir a los jesuitas en las cabeceras de sus
rectorados. De ahí los condujeron hacia un viaje sin regreso; al exilio fuera de los
dominios españoles. Para Sonora y Sinaloa, el encargado de la expulsión fue el
mismo gobernador, don Juan de Pineda; para la región Tarahumara fue Don
Lopez de Cuellar; y para la California el capitán Gaspar de Portolá.189
Este hecho, que ya se había presentado en Portugal (1759) y en Francia
(1764),190 impactó de manera significativa a una región que estaba aún lejos de
asimilar el proceso de aculturación emprendido por los jesuitas, principalmente
debido a las características culturales de sus habitantes nativos y por la extensión
de sus territorios. Fue así cómo se cortó de tajo un lento proceso iniciado en 1591
sobre las inmediaciones del rio Sinaloa, y cual alcanzó su máxima plenitud al
finalizar el siglo XVII, con el establecimiento del os primeros asentamientos
coloniales de carácter permanente en la península de california; incluyendo el
empuje fundacional ejercido por Eusebio Francisco Kino en la Pimería Alta.
Como ya se señaló, para el territorio peninsular, el ejercicio del decreto
recayó en la persona del capitán Gaspar de Portolá, quien fue comisionado por
José de Gálvez para dar lectura a la ordenanza, coordinar la salida de los
religiosos y encargarse temporalmente del gobierno peninsular. Bajo esta
encomienda, el capitán partió del puerto de Matanchel en octubre de 1767,191 y en
el mes de diciembre, tras haber sorteado varias complicaciones, ya tocaba tierra.
Una vez ahí y ―en presencia de los padres Benno Ducrue, Lucas Ventura y
Francisco Javier Franco, de un hermano coadjutor y de tres testigos, el capitán dio
188
Ibíd., p. 266.
189 María Luisa Rodríguez-Sala, Los Gobernadores de las Californias 1767–1804, México, Instituto
de Investigaciones Sociales, El Colegio de Jalisco, Gobierno del Estado de Baja California, Instituto
de Cultura de Baja California, Universidad Autónoma de Baja California, 2003, p. 42.
190L Martínez, Historia de Baja California, op. cit., p. 299
191 Francisco Altable, ―Los años de la gobernación de California. La reorganización administrativa y
sus efectos‖, véase en: Edith González Cruz (Coordinadora General), María Eugenia Altable (Editora del volumen), Historia Generalde Baja California Sur II. Los Procesos Políticos, México, CONACYT, SEP, UABCS, IIH, PYB, 2003, p. 133.
157
lectura a la orden en cuestión‖;192pasaría poco más de un mes en lo que se logró
reunir al grupo completo de misioneros y posteriormente se realizó la despedida
final en el puerto loretano, al embarcarse en La Concepción el 3 de febrero de
1768.
Para la península de california, el fin de la administración jesuita marcó el
inicio de un periodo histórico no menos complejo y embarazoso para la nueva
administración territorial. Para1769, la escasa población peninsular sumaba la
cantidad de 6 133193 habitantes, cifra muy alejada de los 40 000 habitantes
calculados para fechas del contacto. Esto refleja en forma evidente la catástrofe
demográfica ocurrida sobre estas tierras. En cuanto a las condiciones de la tropa y
marinería que Portola encontró a su llegada e informó lo siguiente:
[…] el presidio contaba con 60 soldados, la mitad de ellos destinados al
servicio del norte y la otra al del sur. Los primeros tenían asignado un
salario anual de 450 pesos y los del sur, 412 […] al frente de los 60
soldados [estaba] un capitán con salario anual de 620 pesos y de un
teniente con pago de 450. Además de los soldados de tierra, prestaban
servicio en el astillero 27 personas, conformadas por: dos
contramaestres, un calafate, un carpintero y un herrero con sueldo de
150 pesos cada uno; dos prácticos, uno con sueldo de 180 pesos y el
otro con 144 anuales, 15 marineros, de los cuales siete cobraban 120
anuales y los ocho restantes 96 pesos y, finalmente, dos cocineros con
pago anual de 96 pesos, […] la cantidad total a la que ascendían los
pagos de militares y del personal del astillero, la calculo el gobernador en
35 410 pesos con dos reales…194
Para un territorio de frontera como este, el cual debía la existencia de toda
organización política, económica y social, de corte occidental, a la presencia
ignaciana, la expulsión de los soldados de Loyola tuvo una significancia mayor a
192
Francisco Altable, ―Los jesuitas de California, un poder de excepción e la Nueva España‖, véase
en: Edith González Cruz (Coordinadora General), María Eugenia Altable (Editora del volumen), Historia General de Baja California Sur II. Los Procesos Políticos, México, CONACYT, SEP, UABCS, IIH, PYB, 2003, p. 107.
193Ignacio del Río, Población y misiones de Baja California en 1772. Un informe de fray Juan
Ramos de Lora, Estudios de Historia Novohispana, vol. 5, 1974, p. 4.
194 Rodríguez-Sala, op. cit., p. 44 y 45.
158
un simple hecho cronológico que marcaba la conclusión de un proyecto
evangelizador–colonizador en términos administrativos. Al igual que su llegada, la
retirada significó la desarticulación de los escasos espacios sociales existentes
sobre el territorio y la desatención de 14 misiones que funcionaban en una
situación de pobreza generalizada, es decir, con una población agónica y
desconcertada que después de 70 años de evangelización continuaba ― en la más
completa indigencia, con un pie puesto en el nomadismo y otro en la vida
sedentaria‖.195
Como ya se comentó, la Misión era más que un centro evangelizador; era
un núcleo económico de base agropecuaria, productora de valores de uso.
Entrelazada con las otras misiones mediante un sistema de intercambio; era un
núcleo social donde la congregación de las distintas bandas de indígenas incitaba
a la integración y a la unidad propiciando el arraigo de los grupos indígenas a un
territorio fijo. La expulsión de los jesuitas redujo lo que fue un sistema de misiones,
con cierta racionalidad y coherencia, a simples grupos de indios dispersos y
desarticulados en una las regiones más alejadas, incomunicadas y pobres del
virreinato. La ausencia del misionero, como figura de autoridad máxima, y la
pérdida de muchos de los rasgos culturales que le daban cohesión a las bandas
de indígenas, propició que difícilmente existiera algún factor favorable para la
unidad o la integración de los indígenas aún existentes. Así, lo que podría
entenderse como un hecho liberador para el indígena, en realidad pudo haber
provocado más desconcierto e inestabilidad, en lugar alegría. A esto se le suma
que por los traslados de indígenas de unas misiones a otras, y la utilización de un
sistema de visitas alternadas a la misión, los nativos carecían del apego a un
espacio o territorio específico con el cual identificarse y engendrar arraigo e
identidad.
Hechos como este, además del inicio de los nuevos procesos que
experimentaría el territorio tras la súbita expulsión, dejan ver de manera clara que
al igual que siete décadas atrás, el futuro de la sociedad peninsular, así como el
195
Del Río, ―Población y misiones…‖,op. cit., p. 6.
159
conjunto de regiones periféricas que existían en el virreinato, continuaba siendo
trastocadas por una racionalidad que no operaba en función de las necesidades
internas del territorio ni de la región; misma que no emergía de ella; sino que más
bien se trataba de un fenómeno impuesto desde el exterior, y como respuesta a
una racionalidad que se gestaba más allá del mismo virreinato; en este caso, la
Corona española y su reformismo borbónico.
El fin del exclusivismo jesuítico y la preocupación por parte de la Corona
ante la ingobernabilidad de un territorio de frontera, marcaron el inicio forzado de
una nueva administración territorial influenciada por las nuevas reformas
borbónicas e instaurada por el mayor representante de dicha corriente sobre
territorio novohispano: el visitador José de Gálvez. Así dio inicio un proceso de
transición entre lo que era una administración misional; con núcleos sociales
cerrados, un gobierno religioso y una economía donde la producción pertenecía a
la colectividad, a lo que sería un proyecto totalmente antagónico que pretendía el
crecimiento de la colonización civil, la liberación del comercio marítimo, la
secularización de la tierra y el desarrollo de la iniciativa privada, primordialmente
en el sector agropecuario, minero y perlero.
En cuanto a lo administrativo, el territorio peninsular pasó de una división de
tres rectorados —con un padre presidente— a un territorio dividido en dos
departamentos: el del Norte, con sede en Loreto; y el del Sur, con sede en el
pueblo minero de Santa Ana. Por encima de los departamentos estaba la
autoridad de un gobernador quien dependía directamente del Virrey, y cuya cede
fue el antiguo centro administrativo jesuita. En esta nueva estructura de gobierno,
el soldado no era un subalterno ante el misionero, sino una autoridad. La idea para
el reformador era clara:
[…] la instauración de un gobierno permitiría instrumentar una serie de
medidas con cuyo curso podría fomentarse el crecimiento demográfico
de la provincia y su desarrollo económico […] [además] la presencia de
160
un gobernador acabaría con los malos manejos administrativos del
presidio de Loreto.196
Los principales objetivos que José de Gálvez pretendía alcanzar en el
escenario peninsular fueron ―promover el comercio y la habilitación de puertos en
el golfo; fomentar la producción local para evitar, al menos en parte, las remesas
del exterior; reglamentar las operaciones marítimas y disminuir los precios y
salarios‖,197 una vez logrado esto, y con el efecto de la disminución en los salarios,
los precios, los fletes y los pasajes, se formarían las condiciones ideales para la
llegada de nuevos colonos que se irían integrando a las actividades productivas y
mercantiles, mismas que en el futuro serían las generadoras de los ingresos
fiscales. Fue pues el inicio de lo que en teoría podemos considerar como el
comienzo de la colonización civil y los primeros pasos de una futura integración de
la península californiana al sistema económico novohispano; en síntesis, el
surgimiento de una economía mercantil, la cual inicialmente utilizaba las regiones
económicas tempranas, como fueron las misiones. Algunas de ellas como Todos
Santos, Santiago, Loreto, Santa Rosalía de Mulegé y San Ignacio sirvieron de
epicentros regionales, aunque hoy se han convertido pueblos misionales. De
nueva cuenta, los oasis determinaron la continuidad de los pueblos misionales, al
tiempo que surgían nuevos puertos.
Por otra parte, en lo que compete a la presencia misionera, la expulsión de
los jesuitas y la inmediata visita del reformador, José de Gálvez, marcan un punto
de inflexión dentro del proceso histórico en estudio; cabe mencionar que la
presencia misionera no desapareció del territorio peninsular ni del mismo Noroeste
novohispano, sino que sólo constituyó la llegada de dos nuevas órdenes
religiosas; los padres franciscanos del Colegio de San Fernando de México (1768-
1772) y los dominicos (1772-1833).198Estos, con su labor administrativa y
196
Altable, ―Los jesuitas de California, un poder…‖, op. cit., p. 131.
197 Francisco Altable, ―Aparición y desarrollo de las actividades privadas‖, en Dení Trejo Barajas
(coordinadora General) Edith González Cruz (Editora), Historia General de Baja California Sur I. La
economía Regional, CONACYT, SEP del Gobierno del Estado de Baja California Sur, UABCS, Plaza y Valdés, S.A. de C.V. 2002,op. cit., p. 124.
198Del Río, ―Población y misiones…‖, op. cit., p. 1.
161
evangelizadora, complementarían el trabajo de la nueva administración territorial,
cuyo principal objetivo era estabilizar las difíciles condiciones del territorio.
Bajo el mando del padre Junípero Serra, los padres franciscanos del
Colegio de San Fernando (México) llegaron a tierras peninsulares el primero de
abril de 1768. Con su llegada, y la inmediata asignación de sus respectivos
centros de trabajo, se inició también la retirada de sus colegas de la provincia de
Santiago de Jalisco, quienes por un inesperado cambio de planes habían sido
enviados a tierras peninsulares. La entrega oficial de las misiones fue realizada
por el capitán Gaspar de Portolá, en su calidad de Gobernador interino,
procedimiento con el que también se notó el cambio en la nueva política sobre la
administración de los bienes temporales de las Misiones. De esta forma, los
misioneros solo tendrían bajo su custodia a la Iglesia y los bienes litúrgicos,
mientras que las temporalidades estarían al cuidado de los soldados
comisionados. Desde un principio, este hecho dejó en claro que la nueva
administración misional no contaría con las mismas prerrogativas que sus
antecesores, en donde la Corona y su reformismo borbónico habían iniciado un
proceso en el que se pretendía fortalecer el control de los diferentes rubros para
encausar de mejor manera las nuevas directrices de Estado.
Para los franciscanos y su proyecto evangelizador, el no poder administrar
las temporalidades, como lo hicieron los expulsos jesuitas, los colocaba en una
situación muy desventajosa ante el escenario tan adverso que se les presentaba,
dado el estado de las Misiones y de la población indígena. Los religiosos supieron
claramente que para poder integrar a los pocos indios dispersos en los centros
misionales y reiniciar el proceso de aculturación, tenían que ofrecerles alimento y
vestido a cambio de obediencia y trabajo dentro del núcleo misional, situación que
no podían propiciar al no tener el control de las tierras, herramientas, ganados y
demás bienes temporales necesarios para la producción. Esta necesidad la hace
evidente Ignacio del Río:
162
[…] como el objetivo era dotar de las necesarias provisiones de boca a la
población que se incorporara a las Misiones, la base de dicho sistema
debía ser necesariamente agropecuario.199
No pasó mucho tiempo para que la realidad peninsular diera pie a un nuevo orden
de ideas y fueran regresadas las temporalidades a los misioneros en turno.
Cabe aclarar que para la orden franciscana, los trabajos de reducción entre
indios gentiles no era algo nuevo, puesto que fueron ellos los primeros en lograr
asentar en un lugar fijo a grupos de cazadores–recolectores de los territorios
norteños. Al respecto citamos una crónica de la labor realizada por los
franciscanos entre los indios Zacatecas en el siglo XVI, en el territorio que hoy
pertenece al estado de Durango:
[…] Juntos y congregados comenzaron [los indios que habitaban la
región donde quedaría fundado el pueblo de San Francisco del Nombre
de Dios, al noroeste de Zacatecas], con la industria de su devoto y
religioso maestro, a cultivar y sembrar la tierra de maíz, calabazas y
otras semillas que les dio el padre fray Gerónimo, y fue la cosecha tan
abundante de todo que se admiraron los gentiles recién convertidos con
la abundancia, teniendo desde entonces las palabras de su minis tro
como oráculo, experimentando que de su político obrar siempre les
provenía mucho bien y que, teniendo lo necesario para su
mantenimiento, para aprender la doctrina les sobraba tiempo.200
Aunque de inicio se marcaron cambios significativos con miras de alcanzar
nuevos horizontes —o por lo menos así quedó establecido en el papel y en el
imaginario de quienes los establecieron—. Muchas más serían las continuidades
que prevalecerían tras el fin del periodo jesuita y que el nuevo gobierno y la orden
franciscana no podrían resolver, entre ellas podemos mencionar la falta de
capacidad de las misiones para dar sustento a una población indígena que rotaba
de una vida sedentaria dentro de la Misión hacia una situación de caza, pesca y
recolección, tras la falta del sustento; además de la drástica caída demográfica de
199
Del río, El régimen jesuítico, op. cit., p. 96.
200Del Río, El régimen jesuítico, op cit., Véase en José Arlegui, Crónica de la provincia de N. P. S.
Francisco de Zacatecas, México, Cumplido, 1851, p. 27-28.
163
la población indígena como producto del choque cultural; la exigua producción
agropecuaria derivada de la falta de agua, alimento para el ganado y mano de
obra para el laboreo de las tierras; la escaza población civil como consecuencia
del monopolio jesuita y las difíciles condiciones de vida en la península.
Sin embargo, al igual que se presentaron continuidades, también las
rupturas en los procesos marcaron el establecimiento de nuevas directrices a
mediano y el largo plazo, una de ellas fue el rencauzamiento del papel de la
Misión como un instrumento de penetración y colonización.
Al igual que siete décadas atrás —y esta vez con más fuerza—, la Corona
necesitó consolidar su presencia en los territorios norteños debido a la latente
posibilidad de una invasión por países como Rusia o Inglaterra. Es por esto que la
presencia franciscana sobre estas tierras fue utilizada por el Gobierno virreinal
para expandir la frontera e impedir cualquier intento de invasión. Esto produjo un
cambio significativo en la labor desarrollada por los franciscanos con respecto al
proyecto jesuítico. Curiosamente, los nuevos derroteros de la política imperial se
manifiestan claramente cuando a poco más de un año de la expulsión de los
jesuitas, los dos personajes más importantes para atender en lo político y religioso
la escena sudpeninsular; el capitán Gaspar de Portolá, como Gobernador interino
y Francisco Palou como líder de la orden franciscana, fundaron la misión de San
Fernando Rey de España de Velicatá, como parte de un urgido proyecto de
colonización hacia la alta california. Este hecho merece particularmente nuestra
atención, puesto que aunque muchos esfuerzos se aplicaron para la colonización
y el repartimiento de tierras en la sudpeninsula, su población se vio sensiblemente
reducida por los enganches realizados para la colonización de la Alta California, y
dejar poco a poco relegada a la que en el futuro comenzaría a denominarse vieja o
antigua California.
Una vez más, la organización territorial de los espacios sociales
sudpeninsulares y el proceso de territorialización encausada por el nuevo
gobierno, no priorizaría la articulación de los espacios locales o dentro de la
región, sinoen atención a un factor externo.
164
III. 2 La reorganización espacial y el desarrollo de la propiedad privada
Desde 1697, año que la Compañía de Jesús iniciara su labor
evangelizadora en la península de California, el territorio peninsular experimentó
un proceso de territorialización y desterritorialización donde la aparición de
núcleos misionales —en determinados espacios geográficos del territorio—;
principalmente en los oasis, fueron irrumpiendo los antiguos territorios de recorrido
de las bandas de indígenas peninsulares mediante el establecimiento de una
forma de vida sedentaria y la aplicación de nuevas forma de apropiación,
distribución y utilización del espacio. Esto provocó desajustes en la organización
espacial de los grupos indígenas y en el establecimiento de sus relaciones
sociales, induciendo a la larga las mayores alteraciones y modificaciones
sucedidas al sistema cultural aborigen. Con la presencia y las acciones
emprendidas por los religiosos, especialmente, se fueron reocupando espacios
que pertenecían socialmente a las bandas de indios peninsulares; pero que
dejaron de ser utilizados al reorganizar sus territorios de recorrido ante la
presencia invasora.
Como ya lo anotamos, las Misiones peninsulares se fundaron de forma
dispersas por toda la geografía peninsular. La causa se debido a que la
racionalidad de su establecimiento obedecía principalmente a la presencia de
indígenas y a la existencia de agua y tierras fértiles para el desarrollo de las
actividades agropecuarias. No obstante, aunque lejanas y poco comunicadas,
existía un orden jerárquico, una estructura y una organización entre ellas, donde la
misión de Loreto, madre del sistema misional peninsular, era el asiento de las
máximas autoridades en cuanto a lo religioso y militar. Fue aquí donde residieron
los padres presidentes al igual que los procuradores; residió también el capitán
gobernador; se instaló el presidio y se ubicó el almacén general. Hacia el interior
del territorio, Loreto extendió a manera de delgados hilos su área de influencia
conforme se iba expandiendo el proyecto evangelizador; así quedó ligado a cada
uno de los centros misionales, tanto en lo económico como en lo administrativo.
Hacia el exterior, Loreto estableció ligas que unieron a la California con las costas
de Sonora y Sinaloa; y por ende, con toda la Colonia. Este vínculo (Loreto-
165
Sinaloa-Sonora) fue sin duda alguna el más importante de toda la California
Jesuita, ya que de él dependía el funcionamiento de todo el sistema dado la gran
cantidad de suministritos, personas e información que por él transitaba.
Con la expulsión de los religiosos y la consecuente necesidad por parte de la
Corona de reorganizar la administración territorial y fomentar el desarrollo de
actividades productivas, incluyendo su crecimiento demográfico, la racionalidad de
sociedad cerrada y de bienes colectivos del monopolio jesuita tuvo que ceder lugar
a una nueva configuración espacial donde se pretendió privilegiarla aparición de la
propiedad privada sobre la propiedad comunal, lo cual finalmente incentivó el
desarrollo de actividades productivas como la minería, las pesquerías, las
actividades agropecuarias y el comercio como agentes dinamizadores de la
economía local; incorporadoras del espacio sudpeninsular a una economía
regional y mundial. No obstante, la propiedad comunal no desapareció del todo,
como tampoco lo hicieron las misiones. Esto llevó a que coexistieran sobre el
territorio dos tipos de tenencia de la tierra.
El nuevo proyecto administrativo, influenciado por el reformismo borbónico,
implicaba un cambio estructural en lo político–administrativo, por esta razón, se
optó por dividir a la Baja California en dos departamentos como una estrategia
para mejorarsu administración y buen gobierno. Así quedaron instalados el
Departamento del Sur, en el real de Santa Ana donde residieron el teniente
gobernador y el comisario real. El primero se encargó de ejecutar las
disposiciones del gobernador y de impartir justicia en la jurisdicción del sur, el
segundo, de administrar la Real Hacienda con una jurisdicción que abarcaba
desde el Cabo de San Lucas hasta las inmediaciones de la misión de San
Francisco Javier, mientras que el Departamento del Norte, con sede en Loreto,
abarcaría desde su núcleo rector hasta las tierras desconocidas del norte
peninsular. Con esta nueva administración territorial, se pretendió que la
conformación de los nuevos espacios sociales y productivos, así como la
organización de los ya existentes, obedecieran a nuevos procesos y
circunstancias, en los que la Misión —como centro evangelizador— dejaría de ser
el núcleo aglutinante, concediendo ese protagonismo al desarrollo de las
166
actividades agropecuarias, el desarrollo de actividades mercantiles; y con mayor
énfasis al desarrollo de la actividad minera.
No obstante la nueva política administrativa, el escenario era adverso y
complejo en ambos Departamentos. En el Departamento del Sur, la población era
muy escaza y la que quedaba seguía muriendo de enfermedades o era enviada en
las expediciones a San Diego en la Alta California, lo cual se traducía en falta de
mano de obra para las tareas agrícolas y pecuarias. Por otra parte, el hecho de
que en el periodo jesuita se haya impedido el desarrollo de actividades privadas
ajenas a sus intereses, propicio que fuera de las misiones, no hubiera desarrollos
sociales o económicos de alguna significancia. Santa Ana, San Antonio y el Real
del Oro, son lo que podemos calificar, como los únicos gérmenes de población
fuera del ámbito misional y que no eran otra cosa que jacales o casillas donde
vivían en forma muy precaria, algunas familias buscando algún poco de oro que
beneficiar de forma muy rudimentaria. Junto a estos pequeños núcleos de
población, aparecían de forma muy dispersa y aislada, algunos ranchos que
cuidaban de algún ganado y pequeños huertos para su sustento. Junto a estos
espacios, estaban las misionesahora curatos de San José del Cabo, Santiago y la
Misión Todos Santos, los cuales, a pesar de contar con tierras fértiles y agua,
carecían de población, mano de obra, y ganados por haberse alzado el poco que
tenían.
En este mismo sentido, el proyecto colonizador y de fomento económico
aplicado para el territorio peninsular, cimentado en el plan de reformas para el
noroeste; y presentado al virrey por José de Gálvez (1768), refería cuestiones
como ―la reorganización de los gobiernos fronterizos, la apertura de sendas ferias
comerciales en Guaymas y Loreto, el arreglo de los ramos de Real Hacienda, la
inspección de presidios y la fundación de nuevos pueblos‖,201 propuestas que a
todas luces referían un cambio radical con respecto a la administración jesuita. De
esta forma, el plan de reformas para el noroeste fue la base teórica sobre la cual
se comenzó a construir el futuro desarrollo económico y demográfico de la
201
Altable, ―Aparición y desarrollo…‖,op. cit., p. 121.
167
península; plan que, aunque proyectaba acciones en lo económico y demográfico,
probablemente no contenía reformas específicas para problemas particulares de la
escena peninsular, puesto que de un inicio, no se contemplaba a la California
dentro del plan de reformas noroccidentales.
Con la llegada de Gálvez (Abril de 1768) aparecieron también en las
instrucciones y las ordenanzas, que según la racionalidad ilustrada del reformador,
definían a la perfección las directrices sobre cómo y por quienes se debían
ejecutar los nuevos procedimientos. Fue así que en un lapso de diez meses,
mismo que el reformador permaneció sobre territorio peninsular, se fueron girando
instrucciones como la de agosto de 1768. Ahí se estableció que las prerrogativas y
condiciones para conceder solares y suertes de tierra en los nuevos pueblos y
distritos de las tres misiones de este departamento del sur de la california, y en los
demás parajes que se vayan poblando en ella;202 pretendían impulsar el
surgimiento de ranchos y productores independientes a las Misiones, generando
nuevas formas de apropiación y utilización de los espacios geográficos, en donde
las antiguas jurisdicciones misionales y sus fundos legales tendrían que ceder o
incluso desaparecer ante una nueva forma de propiedad. Por otra parte,
desconoció toda concesión de tierras otorgadas por los jesuitas a mayordomos o
soldados retirados, argumentando que ―no pueden regularse ni merecer el nombre
de títulos por notorio defecto de jurisdicción y facultad de aquéllos ante quienes se
hicieron los registros‖,203enterrando aún más el pasado jesuítico —que de cierta
manera repudiaba—; y por otro lado, enalteciendo su reconocimiento al Rey como
autoridad suprema.
De acuerdo con las instrucciones de Gálvez, donde se establecían las
prerrogativas y condiciones indispensables para que los pobladores de la Baja
California solicitaran las suertes y solares de tierras, que propiciarían la formación
de los nuevos ranchos y pueblos en la península, cada suerte de tierra debería
medir doscientas varas de largo por cien de ancho, terreno intencionalmente
202
Ulises Urbano Lassepas, Historia de la colonización de la Baja California y decreto del 10 de marzo de 1857, México D.F., Universidad Autónoma de Baja California, 1995, 321.
203Altable, ―Aparición y desarrollo…‖, op. cit., p. 134.
168
suficiente para sembrar una fanega de maíz, pues esperaba que estos predios
fueran la semilla que propiciara el nacimiento de los primeros ranchos y
productores independientes. En esta misma línea, estableció que los solares y
suerte de tierra concedidos tendrían el carácter de ser hereditarios con
perpetuidad en los hijos y descendientes de los solicitantes, perdurando su
carácter de indivisibles e inalienables. Asimismo, estipuló que ―los pobladores ni
sus herederos, [podrían] imponer censo, vínculo, fianza, hipoteca ni otro gravamen
alguno, aunque sea por causa piadosa, sobre la casa y suerte de tierras que se
les conceden‖.204
Enérgicas y radicales fueron las reformas establecidas para el territorio. En
ellas se incluyeron una serie de cambios político-administrativos que priorizaban la
dinamización de los actores económicos a fin de elevar los niveles de producción y
así generar más ingresos. La estructura social existente en ese momento,
compuesta principalmente por indígenas, misioneros, soldados presídiales y uno
que otro minero y ranchero, aglutinados en 14 misiones, un real de minas y un
presidio, no tenían una articulación sobre el espacio que permitiera reflejar los
cambios esperados de manera inmediata. Tuvieron que pasar algunos años y
varias administraciones territoriales para que la nueva estructura social y las
relaciones sociales de producción mercantil conformadas empezaran a reflejar los
cambios esperados.
En tiempos no tan lejanos, durante la administración de Mathías de Armona
como gobernador, ya se mostraba el resultado de las designaciones
administrativas realizadas por José de Gálvez y su labor realizada en sus
respectivos puestos. En el caso de los quintos recaudados al ramo perlero y de la
sala cargo del capitán de milicias, Manuel García Morales, poco es lo que se pudo
obtener. Esto demuestra que el asunto de las perlas se daba por la escaza y difícil
vigilancia de dicha actividad, aunada a la mermada labor de los armadores,
quienes muchas veces solo sacaban los costos. En el caso de la sal, el ingreso
204
Ulises Urbano Lassepas, Historia de la colonización…, op. cit., p. 322.
169
era sumamente escaso por las fluctuaciones de su precio —casi siempre bajo— y
por la lejanía de las salinas con respecto a los principales centros mineros.
En cuanto al surgiendo y promoción de nuevas poblaciones, también a
cargo del capitán García Morales, poco fue también lo que se pudo avanzar. Los
argumentos fueron: la falta de recursos que se tenían para la compra de
materiales de construcción y la falta de mano de obra. Situación que se
complicaba por la escaza población indígena existente, la cual tuvo que participar
como mano de obra y al mismo tiempo como moradora.
En la minería, informaba el capitán Bernardo Moreno que el desarrollo de
dicha actividad era poco y con pérdidas. Informaba también que durante su
administración:
[…] el total extraído […] oscilaba entre 210 y 215 marcos de plata de
fuego y nada de azogue. Moreno añadió que, a la fecha, existían
alrededor de 18 000 quintales de material para sacar de él la plata y que
se si los trabajaban adecuadamente, bien se podrían producir 36 000
onzas, a dos por cada quintal. A esta ganancia era necesario rebajarle el
costo de su beneficio, cerca de 7 000 pesos.205
No obstante, la primera manifestación sobre el desarrollo de actividades de
carácter privado se presentó desde tiempos del periodo jesuita, cuando en 1748,
el exsoldadodel presidio de Loreto, Manuel de Ocio, quebrantando la autoridad
religiosa, dio inicio a las actividades privadas en el ramo minero. Lo hizo de forma
independiente y en contra del sistema misional. Por otro lado, es bien sabido que
fue el mismo sistema misional quien inconscientementesembró la semilla de lo
que a futuro sería el surgimiento de la propiedad privada dentro de su mismo
monopolio religioso, ya que fueron los mismos mayordomos misionales y los
soldados presídiales quienes socavaríanla autoridad religiosas e iniciarían el
desarrollo de actividades privadas dentro del ramo minero. Sin embargo, con la
llegada del reformador, José Gálvez; posterior a le expulsión jesuita, fue que se
sentaron las bases del proyecto formal para la colonización y el desarrollo
económico del territorio sudpeninsular.
205
Rodríguez-Sala, op. cit., p. 96 y 97.
170
El surgimiento del pueblo minero de Santa Ana, sobre la porción sur de la
península, marcó el inicio de una economía minero–agropecuaria. Curiosamente,
el lugarfue el mismo sitio en el que el jesuita, Ignacio María Napoli, fundó la misión
de Santiago. Cabe aclarar que, aunque el pueblo minero de Santa Ana no surge
en torno a un oasis, su surgimiento y futuro desarrollo no se podría explicarse sin
la presencia del sistema de misiones y las relaciones que, aunque difíciles, se
lograron gestar entre ambos espacios sociales.
Con la aparición de la zona minera en el extremo sur y la existencia de
núcleos misionales como San José del Cabo, Todos Santos y Santiago; todos
ellos beneficiados con la presencia de agua y tierras fértiles, por su asentamiento
en los oasis, además de la presencia de la sierra de La Laguna; complejo
montañoso que registra los mayores niveles de lluvia dentro de la geografía
sudpeninsular, fue favoreciendo la ocupación de dicha zona y el desarrollo de
actividades agropecuarias de carácter privado por los mayordomos y exsoldados
que aprovechaban las tierras ociosas de las Misiones. Era clara la grave situación
que atravesaban los antiguos centros misionales de la zona sureña; y este hecho
se agravó cada vez más por la extinción de la población indígena.
A diferencia del comportamiento demográfico que presenta el territorio
sudpeninsular a finales de siglo, que fue propiciado por la caída demográfica de la
población indígena, la zona sureña de la sudpeninsula comenzó a dar muestra de
una nueva dinámica,en comparación a lo registrado a finales de siglo, al duplicar
su población a inicios del siglo XIX. En términos más exactos ―los sureños, que en
1795 representaban apenas el 19% de la población peninsular, en 1812 pasaron a
conformar el 40%‖.206 Este cambio en la dinámica demográfica de la zona también
fue significativo en cuanto al tipo de población que repoblaba la región, puesto que
era imposible que se tratara de un resurgimiento de la población nativa. La mayor
parte de esta población ―eran mestizos y mulatos, en segundo lugar estaban los
indios provenientes del macizo continental, en tercer sitio los españoles y por
206
Dení Trejo Barajas, Espacio y economía en la península de California, La Paz, México, Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1999, p. 35 y 36.
171
ultimo unos cuantos europeos no hispanos‖.207 Esta recomposición en la
población, de gente que llego como soldados, como mineros o simplemente
buscando nuevas oportunidades, fue lo que comenzó a demandar espacios para
el desarrollo de sus actividades productivas y de subsistencia, creando así un
dinamismo en el desarrollo de la propiedad privada. Se sabe que:
[…] a Antonio Navarro, procedente de Tepic, Nayarit, se le dio posesión
de sitios para ganado en la zona minera de San Antonio en 1807, 1811 y
1812; a Antonio Belloc, de origen francés, se le adjudico un sitio para
ganado en La Paz en 1817; al inglés John Collins se le concedió tierra en
1819 en San José del Cabo, lo mismo que a Pablo Gastélum, y Manuel
Salgado se le doto en Todos Santos en 1821.208
En el caso de las Misiones, por ser estos núcleos sociales de base
económica agropecuaria, y por haber sido fundadascerca de aquellos lugares
donde la presencia de ojos de agua dulce y tierras fértiles que les permitiera
proveersede sustento a futuro, fueron los puntos iníciales de un lento proceso de
colonización civil. A diferencia de lo sucedido en las Misiones de Sonora, Ostimuri
y Sinaloa —donde los indígenas dieron vida con su trabajo en la agricultura y la
ganadería a comunidades estables yproductivas—, en la sudpeninsula el
surgimiento productivo o resurgimiento productivo de las tierras pertenecientes a
las misiones se dio cuando la población indígena estuvo al borde de la extinción y
cuando las tierras ociosas empiezan a ser solicitadas y trabajadas por
mayordomos o ex soldados jubilados,ante la falta de mano de obra (nativa). Tal
fue el caso de los primeros mayordomos de la misión de Todos Santos:
[…] Juan Crisóstomo de Castro y José Antonio Domínguez. El misionero
proporciono a los mayordomos habitación y, a cada uno de ellos, una
pequeña parcela para su usufructo; además estos capataces recibían
salario por su trabajo, el que se les retribuía en especie.209
207
Ibid., p. 40.
208Ibid., p. 41.
209Trejo Gallegos, Santa Rosa de Todos Santos…, op. cit., p. 77.
172
III.3.Oasis y pueblos originarios: Producción y distribución de mercancías
Aprincipiosdel siglo XIX, en regiones periféricas como las del noroeste de
México; y en lo específico la península de Baja California, se seguían padeciendo
muchos de los problemas y vicios derivados del esquema comercial monopólico
ejercido desde la ciudad de México.Como ya hemos comentado, la organización
espacial de esta zona integrada por reales de minas, fuertes, presidios y misiones,
espacios económicos y sociales que precedieron a toda organización de corte
occidental en la región, estuvo determinada por el tipo de relación que
establecieron con el centro y por la relación que éste tenía con España;hecho que
evidenciaba un tanto la insuficiente acción de las medidas liberalizadoras
emprendidas por la Corona con las reformas borbónicasy que le redituaba a la
Nueva España ganancias promedio de 27.9 millones de pesos.
―…De 1800 a 1809, su comercio desde el importante puerto de
Veracruz ascendió a una media anual de 27,9 millones de pesos y en la década
de 1811 a 1820 a la de 18 millones entre importaciones y exportaciones … Esta
actividad económica producía grandes ingresos, directamente e indirectamente,
a la corona española. Entre el 9 y 10 por 100 del producto total de Nueva
España (cerca de 24 millones de pesos) se ingresaba en el tesoro real o en las
arcas eclesiásticas, y de éste cerca de la mitad (12 millones de pesos) salía de
la colonia hacia la península…‖210
Sin embargo, el fin de siglo traería consigo una serie de acontecimientos
que habrían de provocar profundos cambios estructurales y espaciales en el
escenario económico y político del noroeste de México; especialmente con la
creación de la Comandancia General de las Provincias Internas, el cambio de la
capital californiana al puerto norteño de Monterrey yelinicio del
210
Timothy Anna, JanBazant, et. al., Historia de México, Barcelona España, Crítica, 2003, segunda edición, p. 9.
173
procesoindependentista, tiempo en el cual florecieron ciertasprácticas mercantiles
al margen de la ley.
La guerra de independencia, aunque no afecto de manera directa nuestra
área y tema de estudio, es decir, no fue cede de las revueltas independentistas, sí
ocasiono efectosal producirse el rompimiento de los esquemas y estructuras de
comercio y abastecimiento de esta región. De igual forma, generó un desequilibrio
urbano en la época al afectar con más intensidad a dos de las regiones que más
se habían desarrollado en los últimos años del virreinato: el Bajío y la zona del eje
México-Veracruz. El dislocamiento del sistema de ciudades, provocado por la
independencia, trajo consigo un debilitamiento del papel central que venía jugando
la ciudad de México, Veracruz y Acapulco. A su vez, esto produjo las condiciones
necesarias para el surgimiento de nuevos espacios regionalescon fue el puerto de
Tampico en las Provincias Internas del Oriente y el puerto de San Blas en las
provincias Internas de Occidente constituida por las provincias de Nueva Vizcaya,
Nuevo México, Sonora, Sinaloa y Californias.
Dentro de la región noroeste, los comerciantes de la intendencia de Arizpe
comenzaron a utilizar el puerto de San Blas con la intención de remplazarlas
líneas de comercialización que tenían con la ciudad de México y así continuar
abasteciendo al noroeste de México; región que se vio beneficiada al recibir
productos a un precio mucho menor al que pagaban a los aviadores con el antiguo
sistema de avituallamiento.Estrategia que en nada agradaba a los almaceneros
capitalinos al afirmar que:
―…por Guadalajara y San Blas se abastec ían todas las Provincias
Internas y Californias en una competencia ilegal y desleal (puesto que las
mercancías transportadas por Veracruz y México se veín recargadas hasta en
un 40 por ciento en su precio por los diferentes impuestos de guerra y por los
fletes), y que a ese paso ls ciudad de México se convertiría en un mercado de
Guadalajara.‖211
211
Juan Domingo Vidargas, ―La Intendencia de Arizpe y la Independencia‖, en Ortega Noriega, Tres siglos de…, op. cit., p. 408.
174
Fue así como al amparo del tráfico comercial, presente ya desde fines del
siglo XVIII; pero potenciado con la apertura que trajo la guerra independentista, se
fueron creando grupos de mercaderes que, si al principiose desempeñaban como
intermediarios de los comerciantes de México y de Guadalajara después,
empezaron a emprender acciones por su cuenta y se dedicaron a consolidar sus
propios intereses. De esta forma, invirtiendo su capital en mercancías de
contrabando, los comerciantes locales obtenían mayores ganancias.
Puertos como Guaymas, Mazatlán,San Blas, La Paz y San José del Cabo
empezaron a serlos puntos de contacto con los navíos extranjeros desde los
cuales se comenzó a realizar el abastecimiento de prácticamente todo el territorio
noroccidental.Poco a poco, los comerciantes extranjeros que llegaban a los
puertos del noroeste empezaron a interesarse por los productos regionales y a
demandar productos agropecuarios que podían colocar con facilidad en sus
lugares de origen. Fue así como la región comenzó a recibir productos como la
seda, papel, azúcar, cacao, té, brandy, aceite de ballena, abarrotes y
manufacturas diversas. Estos productos eran distribuidos por los comerciantes
locales, pero esto también propició la comercialización de productos como la
harina, palo de Brasil, conchas de perla, cueros, sebos, sal y carne seca.
Pare el territorio sudpeninsular, una vez pasada la etapa de las reformas dio
inicio un periodo que hemos definido como de reorganización. En él se aprecian
diferencias y pequeñas mejorías en las características productivas de cada uno de
los rubros económicos que ya se venían definiendo. Poco a poco, sin poder hablar
de un mayor dinamismo económico, se fueron asentando y consolidando las
diversas ramas productivas enfocadas al establecimiento de una economía
mercantil principalmente en el extremo sur del brazo peninsular.
Para finales del siglo XVIII, la economía sudpeninsular comenzaría a
experimentar pequeños cambios en las condiciones sobre las cuales había venido
caminado. Las reformas galvecianas, que en un inicio no dieron los resultados
esperados, empezarían a producir los primeros efectos positivos; producto de un
mayor tráfico mercantil por el Pacífico y una mayor dinámica comercial sobre el
175
Golfo de California, consecuencia de las medidas de apertura comercial
impulsadas por el gobierno, y en la cual comenzarían a tener participación los
puertos peninsulares al ser considerados —a partir de 1803212— en la categoría
de puertos menores.Fue así como dio inicio una nueva etapa en la cual la
actividad mercantil de altura y de cabotaje comenzaría a dinamizar la economía de
algunos de los antiguos poblados de la sudpenínsula; por ello, esta etapa marca la
formación de un nuevo mosaico en la economía regional.Esto es señalado por la
Dr. Dení Trejo Barajas cuando puntualiza que:
―…Las instrucciones del visitador para la Baja California, la
instauración del gobierno civil, el establecimiento del puerto de San Blas, las
franquicias otorgadas al comercio que se llevara a cabo en las costas del Pacífico
noroeste, así como el desarrollo de la navegación extranjera, favorecieron dicho
proceso, de tal manera que se puede apreciar con certeza su efecto positivo, por
lo menos en una pequeña región de la península, su extremo sur.‖213
Durante la administración misional, la navegación comercial había tenido un
pobre desarrollo cuyo origen era producto del mismo sistema jesuita. Loreto, con
su carácter de primera capital de las californias, sede de un presidio militar,
asiento del almacén general y suelo donde radicó —a partir de 1730— un religioso
con título de procurador, encargado de ―recibir y despachar los barcos, cuidar del
almacén, distribuir las memoriasde los misioneros, proveer a los soldados del
presidio y llevar los registros contables‖,214 fue el núcleo misional que más se
destacó en cuanto a prácticas comerciales o de intercambio. El hecho de que
Loreto haya sido la única puerta de entrada a las Californias, lo que puede
traducirse en que era el único puerto por donde ingresaban mercancías y
bastimentos a la península, le permitió tener pequeñas relaciones comerciales con
algunos puertos de Sinaloa y Sonora sobre la contracosta continental.
Específicamente, Loreto era abastecido por dos rutas:
212
Trejo Barajas,op. cit.,p. 65.
213Ibid., p. 34.
214Del Río, El régimen jesuítico, op. cit.,p. 137.
176
[…] una que se podría llamar de altura por la distancia a recorrer y por
la capacidad de los navíos, partía de Acapulco o de Matanchel,
puertos a los que llegaban los situados procedentes de México con
artículos que sólo podían obtenerse en Nueva España y,
ocasionalmente, en nueva Galicia. La otra ruta tenía su origen en el
vecino litoral de Sonora y Sinaloa, desde donde las misiones jesuíticas
del continente apoyaban con el envío de alimentos a los frágiles
establecimientos de la árida península…215
La segunda ruta denominada de cabotaje, tocaba varios puntos de la
contracosta continental como: Guaymas, puerto del yaqui, Santa Cruz
(desembocadura del río Mayo), Agiabampo y Santa María de Ahome
(desembocadura del rio Fuerte).
Otras manifestaciones de carácter comercial se presentaron sobre la porción
austral de la península de California, específicamente en las cercanías de las
jurisdicciones de la misión de Todos Santos y de Santiago,donde, un ex militar que
dio inicio a las primeras actividades independientes al sistema misional dentro del
ramo minero, provocó la demanda de ciertos productos y demás géneros que
comenzaron a ser solicitados a los núcleos misionales más cercanos,hecho que
abrió una pequeña y esporádica relación comercial,la cual no paso de ser una
relación poco benéfica para ambas partes y poco amistosa.
Otro lugar donde se presentaron algunas relaciones de intercambio o
cambalache, como también fueron definidas por los mismos jesuitas, fue sobre las
costas inmediatas a la misión de San José del Cabo, donde ocasionalmente
hacían escala algunos galeones en su travesía desde las filipinas hacia los
principales puertos del virreinato. Sin embargo, para finales del siglo, las costas
peninsulares —especialmente las del Pacífico— comenzaron a ser visitadas por
embarcaciones extranjeras, principalmente de procedencia inglesa y
angloamericana para realizar la caza de nutrias y ballenasde forma ilegal y bajo
215
Juan Domingo Vidargas del Moral, Navegación y Comercio en el Golfo de California 1740–1824, Tesis de LicenciaturaUniversidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, p. 115 y 116.
177
múltiples escusas. Esta actividad fue generando esporádicos contactos entre las
embarcaciones y los residentes peninsulares, puesto que los primeros se
acercaban a las costas peninsulares en busca de agua, leña y provisiones para
continuar con sus travesías. Fue así como los esporádicos contactos de asistencia
comenzaron a ser utilizados poco a poco por ambas partes como una buena
oportunidad para realizar algunos intercambios de bienes y manufacturas que les
resultaban en mucho beneficiosas. Por un lado, productos como plata, oro, carne
seca, sebo, cueros, queso y frutos pasados comenzaron a ser demandados en los
puertos o lugares de origen de las embarcaciones visitantes, y por el otro, los
habitantes sudpeninsulares comenzaron a demandar manufacturas que
difícilmente podían adquirir en el mercado interno y aprecio más bajo.
Posteriormente, a esta actividad de carácter ilegal, propiciada por la captura
de mamíferos marinos y que en cierta medida apoyó el desarrollo de una
economía local poco dinámica, vino a sumársele el desarrollo de un comercio
menor o de cabotaje desplegado entre los puertos de ambas costas del Golfo de
Californiacomo: San Blas, Guaymas, Mazatlán, San José del Cabo, La Paz y
Loreto.Con este tipo de enlaces mercantiles, la economía local de tipo minero–
agropecuaria,comprendida entre La Paz y San José del Cabo —y en menor
medida en puertos como Loreto y Mulegé—, comenzó a reforzar y desarrollar su
mercado interno, al tiempo que daba salida a productos y recursos que dentro del
marcado local ya no tenían cabida. Por otra parte, se comenzaron a recibir
recursos y mercancías que revitalizaron el mercado interno.
Poco a poco, apoyada en la actividad mercantil generada sobre el Golfo de
California y el Océano Pacífico, más la dinámica interna de una economía minero–
agropecuaria, dio pie a que la región sur de la sudpeninsula cobrara fuerza e
interés por pequeños y medianos comerciantes de puertos como San Blas y
Guaymas. Esta dinámica queda de manifiesto en las noticias correspondientes a
los últimos meses de 1816 y los primeros meses de 1817 donde:
[…] se deduce que de dos a cuatro embarcaciones de cabotaje salían o
entraban cada mes en el puerto de San Blas. Los lugares de destino o
procedencia eran: Acapulco, Mazatlán, Guaymas, los ríos Yaqui y Mayo,
178
y en la Baja California: San José del Cabo, Ensenada de Muertos, La
Paz y Loreto…216
El desarrollo de las actividades económicas de la zona se generó en estrecha
relación con la evolución que registraba la actividad minera en Santa Ana y San
Antonio, así como el desarrollo de las actividades agropecuarias en los antiguos
centros misionales de San José del Cabo, Santiago y Todos Santos. Estos
núcleos sociales sobresalieron por su crecimiento demográfico y su carácter de
núcleos de atracción en el desarrollo de las actividades agropecuarias, dando vida
a pequeñas comunidades con carácter de ranchos y congragaciones.Poco a poco,
esta economía regional comenzó a registrar diferencias en las características
productivas en cada uno de los rubros económicos que ya se venían definiendo.
Sin poder hablar de un mayor dinamismo económico, se fueron asentando y
consolidando las diversas ramas productivas enfocadas al establecimiento pleno
de una economía mercantil.
La industria minera, puede catalogarse como una actividad estancada y de
poco desarrollo, la extracción era realizada por unos cuantos mineros que trabajan
en las bocaminas de San Antonio y en las arenas de las cañadas y arrollo de la
zona. La estructura de estas empresas era la misma familia, empleando en muy
pocas ocasiones operarios o mano de obra asalariada. Por la falta de capitales,
estas pequeñas empresas familiares realizaban asociaciones casi obligadas con
comerciantes de cabotaje, quienes los aviaban con herramientas, materiales e
insumos para el laboreo de las minas, lo cual dio como resultado una gran masa
minera quebrada por lo poco que pudo extraer y un reducido grupo de
comerciantes, dueño de la mina y poseedor de la plata extraída. Sin embargo, el
solo accionar de los reales mineros, propicio un impulso a la actividad agrícola,
ganadera y comercial, creando nuevos escenarios para el intercambio de
mercancías.La explotación de las salinas,por su parte, siguió operando bajo el
sistema de arrendamiento, puesto que a decir de las autoridades y
administradores, esta era la mejor forma de aprovechamiento de acuerdo a las
216
Trejo Barajas, op. cit., p. 65.
179
circunstancias; y por lo tanto, permitía tener un significativo crecimiento en dicha
actividad.
En lo que respecta al desarrollo de la agricultura, su desenvolvimiento en
este periodo siguió mostrando una producción practicante de autoconsumo,
debido principalmente a que la mayoría de los ranchos eran productores
familiares, que con un poco de ganado y algo que cosechar en sus huertos
familiares, iban prolongando su existencia, mostrando síntomas de una pequeña
mejoría y crecimiento,paulatinamente.
En lo que respecta al desarrollo de la agricultura, su desenvolvimiento en este
periodo siguió mostrando poco a poco síntomas de mejoría y crecimiento,
logrando registrar, en un censo realizado en San José del Cabo para el año de
1833, ―un total de 1 259 habitantes, 263 de los cuales correspondían a los jefes de
familia e hijos mayores de edad que eran dueños de tierras agrícolas y ganado o
ejercían algún oficio. Esta población económicamente activa estaba integrada por
60 labradores, 70 criadores de ganado, 120 operarios, 3 silleros, 4 herreros, 2
zapateros, un carpintero, un jabonero, un cazador y un obrero‖.217 Asimismo, cinco
años después con la existencia de 134 operarios se contaba con un conjunto de
más de 8 000 cabezas de ganado vacuno y producían alrededor de 1 146 fanegas
de maíz, 344 de trigo y 3 310 arrobas de queso, además de otros animales y
frutos de menor relevancia. En general, la ganadería fue desarrollada por un
amplio sector de propietarios donde aparecían pequeños criadores, en su
mayoría, y una menor cantidad de criadores que satisfacían la demanda interna y
externa de productos como vaquetas, cueros, carne, queso, jabón y sebo.
El mercado interno de estos insumos pecuarios estaba conformado por
soldados presídiales, empleados públicos y la gente avecindada en los pueblos
misionales, ranchos y congregaciones.
La actividad comercial continuó con su proceso de consolidación sobre las
décadas iniciales de la primera mitad del siglo XIX, impulsada por el crecimiento
de los niveles productivos, la diversificación de las actividades económicas y el
217
Ibid., p. 90.
180
fomento de la actividad comercial; logrando asíexpandir las fronteras del mercado
peninsular dentro de la misma economía local y la economía nacional.
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