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LA MONJA '. \o

Pacheco, Ramon_La Monja Endemoniada

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Novela de finales del s.XIX chileno, del escritor y ensayista Ramón Pacheco.

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  • .--------~

    LA MONJA

    ENDEMO~IADA~

    '. \o

  • LA

    NOYELA HIuTO.;lICA

    \ POR

    RAjllOV 2.1 CIlEOO.

    AUTOR DE "UN~ DE :"'fA 1 U.' BANDIDO,""EJ, PUAL 1 LA SOTANA", "LOS TRIUNFOS r PERCAN.

    CES DE UNA COQUET.~." etc.

    TOMO SEGUNDO.

    ANTiAGO DE CHILE.

    IMP. DE B. :MOI:.AN, CALLE DEL CAlmASC'AT., NIT:\[. 28.

    1 8 7 G

  • "EL SALON DE NUESTROS ABUELOS.

    La:; fiestas cvicas con que el cabildo de Santiagohaba celebrado la llegada del Tlueyo presidente el '2de abril de 1808, no habian bastado para hacer olvi-dar a los habitantes de la capital qne en la noche deese mismo dia tenian que asistir a un espectculo demncho mayor intereso

    Hacia tiempo que todos, o casi todos los vinles,llegada la oracion, el pueblo se agrupaba al rededor deuna caRa situada en la calle de San Antonio, entre laalameda i la qne hoi lleva el nombre de Ohirimoyo.

    La casa era vasta, i sns patios i corredores no loeran mnos.

    Entrando por un pasadizo de la derecha, se llegabaa un gran salan con dos ventanas al patio, i una pller-ta que lo unia con otras habitaciones.

    Desde la oracion, como hemos dicho, empez la

  • S t.A ~!oNJA ENDEMONBDAjente a invadir la casa, llegando en grupos mas o' m-no con iderables.

    Todos e esforzaban por ganar un lugar cerca de lapuerta del pa aclizo, o inmediato a las dos ventanascn} al> per iana permanecian cerradas.

    De cuando en cuando, i abrindose paso por entrela multitud, llegaban tambien algunos caballeros en-vueltos en mplias capas,o alguna seoras arrebujadasen grue o rebozos de bayetrlla. Aquellos i stas, autori-zado in duda por el dueo de ca a, franqueaban lapuerta qne parecia esta.r vedaBa a la muchedumbre.

    Momento por momento, la afluencia de jente au-mentaba i el agrllparniento en el patio se hacia mascompacto.

    Lo que mas llamaba la atencion, era que aquellamultitud de hombres, mujeres i nios, agrupados to-dos, ajitndose todos, tratando todos de avanzar hciala yeutanas, guardaban sin embargo un silencio rela-tivo.

    1 .i decimo relativo, e porque en el agrupamientodel pueblo hai iempre bulla i de rden, algazara iconfu ion, i en el que de cribimos ola se oia un IDur-mullo Bordo, confu o, como el runrun que form unenjambre de abejas. .

    Era que todos hablaban quedo.Entre la personas que entraban al interior de la

    cu@a atrayndo e la eoyidia de los que permancianfuera, contban -e mncbas sacerdotes de todal> rdenesi algunos clrigo'. Tanto los primeros como los lti-moti, llegaban prMi -tos de sendos libros que por su

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 7pasta i cortes dorados, se conocia que eran rituales.

    Cuando esto sucedia, es decir, cuando algun sacer.dote pasaba por entre la multitud, los hombres se des.cubrian, las mujeres se inclinaban i todos a una lesabrian camino.

    Era que el pueblo,. en aquel tiempo, miraba a lossacerdotes como a verdaderos ministros de Dios.

    Ellos, (los sacerdotes) pasaban rectos, rjidos, i conpaso mesurado.

    Era que los' minisLros de Dios principiaban a olvidarla humildad ensefiada por el Salvador.

    La ltima vez que la muchedumbre di6 paso a unsacerdote, corri de boca en boca un rumor que n08seria imposible traducir en palabras.

    A quel sacerdote venia acompaado de nn lago quetraa varios paramentos sacerdotales, i una gran calde-ra llena de. agua bendita.

    Como los demas, entr a la casa seguido del lego ide las envidiosas miradas de los concurrentes.

    Acompamoslo.Despues de haber atravesado el pasadizo, abri6 una

    puerta que daba a un segundo patio, i entr a una pie-za construida bajo un corredor.

    Unas v,einte personas entre frailes, caballeros i seo-ras que habia en la pieza, vinieron a saludarlo conmarcadas muestras de deferencia.

    -Pase usted a tomar asiento, frai Melchor, dijo elque parecia dueo de csa sealando al recien llegadouna silla de alto respaldo colocada en el sitio de honor", .

    Frai Melchor Martinez. el sacerdote que ya a la li

  • 8 LA MON,lA ENDEMONIADA.jera hemos presentado en otra ocasion, a:vanz salu-dando con cortesana a la concurrencia, i fu a ocuparel lugar que se le habia cedido.

    - Qu tenemos de nuelo? pregunt al mismo quelo habia invit::tdo a ,entar e.

    -Nada aun, lteverendo Padre; pero s creo que estanoche tendremos funciono

    -Ha estado con los sntomas?-Con todos ellos. Desde que amaneci, ha cantado

    sin cesar ha ta las diez de la maiana. Cada dia su can-to e mas dulce i conmovedor.

    -1 qu canta? pregl1 nt el padre.-A "ece~ algunos cnticos de iglesia; otras una

    tonada; pero de ordinaric su canto se reduce a unaentonacion tri te, flostenida, que se aflemeja al llantodel cucul. DeRpues su voz e apaga poco fl. poco, BI1mirada languidece i se queda inmvil, oprimindo eel corazon 1 mirando de hito en hito al cielo. Si se lababIa, no contesta; si le tocan laR manos, la cabeza oel cuerpo, salta i se estremece. Lo nico que inflnyepodero~f.mente en ella e la m ica. Cuando ha estadoa , i por una ca uaJ1dad llegan a sus odos los acor-des de una m ica, e cucha con marcada atencion, sesonrie, suspira i concluye por llorar.

    -1 vuelve de BU po tracion, e reanima?-X, Reverendo Padre. Contina en ella hasta que

    le vienen grandes convulsiones.\ -1 qu hace despnes? Qu dice?

    -No se acuerda de nada. Cre que ha dormidomucho. 1 como ha perdido la memoria....

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 9- Ha perdido la memoria, dice usted?-Casi del todo. Hui oca ioes en qne es una verda-

    dera idiota que no sabe ni Sil nombre;-pero lo sorpren-dente qne hai en esto, es que aun en esos mismos ios-talltes, DO olvidajamas Ull no ubre que repite sin cesar.Mas aun: ha. I1cediJo que ha e tado muchas vecescompletamente priva(la de s2ntid ; i al Dombrar a esaper.ona e ha incorporado vivamente preguntando:D6nde est? Pero e to no dura sino UD solo instante.Inmediatamente vuelve a su postracion i se ha nota-do qne cnando P.'to ucede e mas dnradera, i ella sufrema . Cre I1sted, Re"Verendo Padr(', qt e efectivamenteest poseida por el d monio e.. a pobre creatnra?

    - Lo creo fi rmr.mE'nte; i ya nsted La visto c6mo elvirnp pasado, gracia a 1:Toe tI' Seor Je ncristo, lohe hecho huir.

    -E que cuando Yuestm Paternidad lleg{),ya el malcedia, i por e. to no b;1 tenido usted lugar a oir las co-sas prodij1osas que ella habla.

    - "J1e dicen que divulga algunos secretos?- , seilor; i no es oJo eso, sino que tambien 111'-

    le decir a grit s lo que alguno de los qne la. rodeanest pensando.

    -E'e e el demonio: no lo dnde u ted, el jo FraiMeIchal' con aire de con viccon. Ya e ha visto milveces lo mismo. 'a(,antl., sabeedor (h todo, habla porboca de las per 'on" '3 de quien l se ha po 'esionado ise complu('e mucha V' es en echar en cara. a los hom-brfs sus defectos o en sl1ponrselos para averg0n ozarIos.

  • 10 L.AMOXJA. ENDEMONIADA.-Pues yo no habria creido nunca esto de los ende.

    moniados, si no lo estuviera viendo, dijo el dueo deca 'a.

    -Hace usted mal en dudarlo. En las sagradas escri.turas se babIa a menudo de ellos, i sobre todo del reiSaul cuando era libertado de los demonios por el rpaque tocaba David.

    -1 qu fruto pueden sacar los cristianos de esteespectculo? pregunt sencillamente el dueo de casa.

    -El robustecer su f. Hai ocasiones en que Diospermite al demonio que tome posesion de un criatu.ra, para castigarla: otras para probar su virtud i varias veces solo para manifestar el poder de Satanas.

    El dueilo de casa levant los hombros como parasigmficar que no comprendia, i guard silencio por uninstante.

    En el patio, el rumor sordo, confuso, que reinabaa la llegada de Frai Melchor, habia ido aumentandopoco a poco i amenazaba tomar las proporciones deun desrden.

    -Voi a hacer callar a esa jente, dijo el dueo decasa parndose i atravesando el salon.

    La noche babia cerrado por completo; pero la lunailuminaba profu amente el patio.

    La muchedumbre habia aumentado de tal modo,que despues de llenar el patio i los corredores, habiainvadido la calle.-j eores! dijo el dueo de casa en voz alta. Si no

    guardan ustedes un profundo silencio, los har salir icerrar mis puertas. Permaneciendo callados, podrn

  • LA MONJA ENDEUONIADA. 11tambin oir 10 CJne digft la endemoniada.

    Un murmullo recorri de boca en boca, i un instan.te despues todos aguardaban en silencio.

    Frai Melchor habia continuado su cbnversacion conalgnnos otros sacerdote qne ocnpaban el salon, i leshablaba con un si es no es de superioridad i satisfac.cion, de los machos aos que habia ocupado en la conversion de infiele , i de los favores que debia al cielopor haberlo librado un millon de veces del martirio.

    Las seoras, todas ellas matronas venerables, escu-chaban con relijiosa atencion las pah.bras de Frai Mel-chor; i a cada portento que l narraba, ellas repetianen coro una alabanza al Seor.

    Vrjen aun en aquellos tiempos la f en los milagro;" ninguna convE'rsacion era mas bien acojida quela que tenia por fin el comentarlos.

    Frai Melchor, por otra parte, gozaba de gran famacomo telogo i hombre de letras, i Sil palabra era aca-tada con veneracion entre los sacerdotes. (l se creapor e to qne era nn sabio, ni que sus conocimientossuperasen en mncho a los que reci'bian los demas: n,era que el padre Martinez se daba aires de hombredocto i lucia u poco talento mas que lo que lo hacianlos verdaderos sabios.

    Esto no debe admirar: hoi mismo vemos a la igno-rancia atraer. e los laureles de la'gloria, mintras elverrladero saber permanece modesto e ignorado.

    Volvamos a nuestra narracion.El rlneo de casa, cnando hubo aqnietado a la mul-

    titurl, en vez de dirijir e al salon en que estaba Frai

  • 12 LA MONJA. ENDEMONIADA.Melchor, abri la puerta de la sala que tenia dos ven~tanas al p3.tio.

    Hall{tba. e 1:, sala iluminada por varias bujas coloca-das en dos candelabros de plata, qne a su vez descan-saban en otras tantas me as llamadas de m'rimo enaquella poca. Un'), estera cn idadosamen te trenzadacubria el pavimento, i una docena de sillas, de alto res-paldo, i tapizadas con terciopelo color de guinda, ro:deaban la murallas.

    Al fren te de la puerta que acababa de franq uear eldupio de ('a~ 1, o mas bien al m!}dio de las dos ventanas,hab::1 una tarima. como de un ')i de altura cubiertacon nna alfombra de victo os colores, i rodeada do ta-buretes tapizado con el mismo jnero de las sillas.Entre esto. taburetes de. ti nadas a soportar el peso denue tra ahupla" e bre,alian algnnol-l cmodos sillo-De;; con el mi.mo tt1i'iz que]o. antpriores, pero dife-rcncindo:e ele ellos en que estos tenian brazos i es-taban de tinaftos a los sacerdotes u otros hom! res dealta supo icion, i por e. O se ballaban colocados en elestrado, es decir en el 'itio en que solo eran admitidaslas eeioras i los fr:liie~.

    Para describir por completo el ajun.r de los salonesde aquell[l l oca, agregarmos que sobre las me. as ba-bia una ,erdal~e:"amiscelanea de vi tosas car ;l oles, fio-rJro dorado

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 13muchas pj inas de nuestro libro.

    El dueo de casa pas6 a una pieza inmediata, don~de lo que primero llamaba la atencion era una especiede altar en que babia un crucifijo, nna Dolorosa i unSan Jos, amen de algunas estampas de San Antonio,San Jer6nimo i otras, todas ellas alumbradas por cua-tro bujas puestas en enormes candeleros de bronce.

    A los pies del crucificado se veia un vaso casi llenode agua bendita, que a guisa de hisopo tenia una ramade arrayan.

    En un ngulo de esta pieza habia un catre de ma-dera, i sobre ste i una cama cubierta con una colchade vistosos colores, estaba recostada una j6ven comopletamente vestida de blanco.

    AlIado del lecbo, arl'Odilladas i recitando en voz ba-ja algunas oraciones, se hallaban dos mujeres. La unaera la esposa del dueo de casa, i la otra una sirviente,

    Al ver la primera a su e poso, interrumpi6 el rezo.se par6, i llegndose a l, le dijo:

    -Est mui tranquila: solo de cuando en cuando see5tremece i lanza un suspiro. Yo creo que nuestro rezoha impedido que el demonio se acerque: no he descuidado, tampoco, el rociarla a menudo con agua bendita.

    -Pero est como aletargada, observ el esposo; lomismo que ha estado otras ocasiones ntes que el demonio tome completa posesion de ella.

    -S, pero ya es mui tarde, i creo que si continuamas rezando, el calchillas (nombre con que las beatas nombran a Satanas) no se atrever a llegari se contentar con hacerla dormir.

  • ue esta noche so le entrara (el dernmio? , '-Seria mui posible : anda i l lbmdos

    1 E l duefio 'de casa ~o'lvi6 mbre sus pasos, i cuando

    egaba al pasadizo, py6 un sonoro grito que lanzaba la j&n vestida de blanco.

    A l mismo tiempo, dos caballeros entraban al paz%& '

    nas que acababan de llegar* .bL .

  • El-doctor Rzas; cansado con el viaje como el mis mo lo habia dicqo, se ddspidi tambien al poco rato d sus amipos, pensando rec~jerse luego a palacio.

    Peqo sucedi al salir n la calle, se enoontrt5 de rntinop a boca con un caballero que, al verlo, se detu-

    '- vo i se qued mirndolo de hito en hih. , -iBernardo~ Wera! eraalam Rzas gratadente sor-

    pendido. -El mismo en carne i hueso'? contest el nQ&bi.a- '

    do, abrien& b brazos i estrechando1 entre ellos al se* - cretario del Presidente. ,

    9

  • 16 LA MONJA ENDEN0NIA.DA-Ya sabia qne estab3.s aqll[! dijo Vera. Tu llegrt.

    da ha causado mas novedad qne la del mismo Gober-nador.

    -Es posible?... Yo te hacia fuera- de antiago,con tanta mas razon, cuanto que no has estado hoi enla recepcion oficial. Por qu me has privado de bra-zarte otes que ahora?

    -Llego en este momento del campo, i vengo solopor satisfacer una. curiosidad.

    - La de ver al nuevo Gobernador? interrog6 R6.zas jocosamente.

    -'Quia! n, la de ver una monja endemoniada.-Diablo. Eso tenemos?-S pues: no lo has odo decir?-N: he tenido mucho de qu ocuparme. I tt.

    piensas volverte al campo cuaado halla satisfecho tucurio idad?

    -:Maana mismo.-Eso no puede ser. Si hubieras estado con noso-

    tros aqu, (i Rzas indic la casa del doctor Cmpos)verias que tu pre encia en Sautiago es indispensable.

    -Ipara qu? .. Perovamo. andando, irmos juntos a ver ese diablo de monja, o lo que es lo mismo,esa monja endiablada.

    -Est mui ljos de aqu?- , a pocas cuadras: en la caHe de San An tonio.-Vamos, pues, contest el doctOl' Rzas tomn-

    dose del brazo de don B~rnardo Vera i Pintado, quetal era el nombre del nuevo personaje que presenta-mos en escena.

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 17-Con que has resuelto, al fin el dejar tus hoga-

    res del lSur? dijo Vera apnas se pusieron en marcha.-S, pero con un gran objeto. T sabes cunto he

    amado la iJea de que algun dio. seamos independientesrechazando la esclavitud en que vivimos. Hace largotiempo Do que yeo con placer los tmstornos de Espa-

    -fia, i a que esturtio las fases que toma la poltica. Creoque ha llegado el momento oportnno, i aq u ma tienesdispnesto a trabajar sin descanso por conseguirlo.

    -Pero no comprendo lo que pretendes. Para conse-guir la independencia, debias principiar por destruirel gobierno que nos viene de In. monarqua; i en vezde hacer esto, llegas como secrJtario del pre:-ideute iformas parte del gobierno.

    -Es que amo demasiado mi causa i mi cabeza paracomprometerlas en ma aecion de cabellada. Qu sa-cara con sublevar uno o dos batallones, con des-tronar un presidente i con que corriera In. sangre denuestros hermanos, cua do tendria a toda la Naeian en'contra? Las grandes efrmas, Bernan., no se llevana cabo de un golpe sin producir un catacli:mo. Yo noquiero eso. Minar lentamente el edr.io qlle quierode

  • 18 LA MONJA E DEMONIADA.sus actos al fin de nuestra causa, i conquistar pOCO:l.poco adicto.:) a nuestras ideas.

    -La cosa es mas difcil de lo que parece, dijo Vera.-Yo no lo niego, replic Rzas; pero no por eso

    desmayo; i si entre mis amigos encuentro adeptos, creoseguro el triuufo.

    -Pues yo no soi de tu opinion.~El dia mnos pensa.do encuentras en tu camino un espa o un delator, itodo cae por tierra de un golpe. En el mismo caso, esverdad, se halla el sublevar un pueblo i un ejrcito;pero hai mas probabilidades de no set' traicionados porel mnos tiempo que media entre la idea i la ejecucion.

    --Eso es cierto, replic Rzas. Pero como el cimen.tal' nuestra indepeudencia no depende :tanto de des.tronar este o aquel gobiefllo, como de hacer compren-der a. nuestros mismos compatriotas lo que ganarnsiendo libres, necesitamos .vanzar lentamente, conquistndolos uno a uno, De otro modo, ellos seriau losprimeros en desaprobar nuestra. conducta i en pensarque cometamos un crmen, atentando contr~ el poderReal.

    -1 cmo piensas, entnces, atraerlos a tu partidosi no principias por atacar al re?

    -Atacar al rei, pero nJ a la monarqua.-Pero uno i otra estn tan ligados, qne no se pue.

    de herir lil uno sin que la otra ]0 sienta.-Ro no sucede eso. Se puede atacar al monarca

    i defender us derechos.-Cada rato te comprendo mnos. Quieres espli.

    carte?

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 19- Voi a hacerlo. Sabes t las intrigas de la Corte?-S que tenemo'J una reina mu bondadosa con BUS

    sltbditos i en pa7'to'cula7' con el ?niJnstl'O {/odo, respon-di6 Vera acentuando con voz maliciosa las palabrasque subrayamos.

    -1 que Crlos IV cierra los ojos para no ver lasinfamias de su mujer,. no lo sabes tambien? pregu::lt6R6zas.

    -S, pues, as como s que el, deseado FernandoVII no es sino un papanatas que conspira contra suspadres.

    -Bien, lo sabes todo, ent6nces, i (;lsto me ahorra eldecrtelo. Dime ahora: qu efecto causan estas noti-cias en el nimo de los mas partidarios del rei ?

    -Se murmura, se desea que el rei abdique en suhijo, i por fin se censnra la conducta de la reina.

    -Pues lo que se hace aqu, se hace en todas partes.Cundo hasta hoi se habia atrevido nadie a censurar la conducta de los reyes, siendo as que al nom-brarlos, solamente, se descubrian la cabeza como si es-tuvieran ante Dios? Eso prueba que los reyes handescendido de su pedestal i que ya no tienen el pres-tijio que ntes poseian. Lo que yo me propongo, esque se pierda poco a poco la idea de que dependemosde la metrpoli: en seguida, negar la obediencia a Crlos para drsela a Fernando; i finalmente, que se nosd representacion, que se nos d comercio libre, que senos d ilnstracion. Estas pretensiones iru sucedin-dose poco a poco, a medida qne los chilenos vayan convencindose de SUB necesidades, a fin de qu, el dia

  • ~", LA MONJA ENDEMONIADA.en que el trono se nieglle a sati~facrno!llas, tengnmosderechos para dtclar:lr nne, tra illd~pendenCla.Esto enlo que re.::pecta a ht idea en jeneral. Ahora para llevar-la a trmino, tratar de apartar del gobierno, tvmbienpoco a poco, :J. todos los qne no sean partidarios denuestras idea;, i a los espalloles que sean un obstculoa nnestra pretensiones.

    -Eso tarubien lo creo difcil, dijo Vera.-Cuento para ello con mi influjo aute Carrasco. El

    pOOl e hombre es un ciego que se dejar{l guiar al abis-mo; i de tal modo me respeta, que aun cnando se veaen l, no se atrever a ech,rmelo en cara. Ya verascmo bien pronto dUUlO~ prilleipio. Ahora que ya sabesa lo que yellgo, dime si me ayudas.

    -Eso no se pregunta: soi contigo. En qu debo~yndurte?

    -}lt ana no te irs al campo.-Est bien: i qu hago aqu?-Te ver' con tus amigos cabildantes i les dirs

    que El selior CalTasco es nn sabio, es un justo, es todolo qUl' t qn'cra, i q le tal alhaja, seria una lstimaque la. perdiramos.

    -Ya coml1'elllto: elevar al sellar Pre idente a losCI:er;J" de b lutla.

    -O mas arriba i es preciso, a fin de que el cabildo~e reu la i eleve Ulla splica al Sobel'ano pidindolellomo 'e ~()hcrn:Jor propietario al seor Carmsco.

    -Est bien. [ des pues Cjlle lwr?-Tomars tu pluma i lucirs tu talento de poeta

    e"cribiendo versos en descrdito del re.

  • LA MONJA ENDEMO JADA. 21-Diablo! UQ he en ayado mi mnsa eu esa materia.

    Veremos lo qne sale. 1 qu mas debo hacer?-A i tir a las conf(;rencias que tendremos en casa

    del doctor Cmpos. .-A~istil' a elia... Hai mas?-Lo ltimo es que en el crculo de tus amigos h:;..

    gas proslitos pam U1IP. tra causa.-Bien, los har. Xo tienes ma~ qne eXljir?-Solo me 1J.ue rb ad,crtirte qne esta es una cuesti0n

    sria; que nos bemo'3 ligado pOl' un jllramento, i quejugamos en ella uue tras cabezas. Si la. tuya se hallamui bien obre tus hombros, no nos acompaes i veteal campo.

    Bernardo de Vem se detu \TO, i con voz bastul.lte sria i algun fuego en su palabras, le dijo:

    -Si mi cabeza e t bien sobre mis hombros, micorazan de chileno e t 111:11 con la e:>clavitnd.

    -Bravo! as quiero oirre hablar! le

  • LA ENDEMO~IADA.

    Vera i Rzas entraron sin difi~ultad a la casa apesar de la multitud de jente que iuvadia el patio,pue en aquellos tiempos de ni,mas e ignorn.ncia, losaristcratas gozaban de un respeto absoluto por partedel bajo pueblo.

    -Mi seior don Anjel, dijo Yera al dueo de casaque en rquel momento corria fJ. llamar a los sacerdotes.

    Volvi e aquel un tanto digl1stado, pero al reconoceral poeta, se acerc a l tendindole afectuosamente lamano.

    -Pasen ustedes, les dijo; pasen usteoes: llegan muia tiempo. Voi a traer a los sacerdotes porque el demonioprincipia a hacer su oficio.

    Vera i Rzas pasaron al salan, mintras el seorAnjel de Torrealba, que tal era el apellido del duefode casa, se uirijia a la pieza en qne hemos dejado a fraiMelchor.

  • LA MONJA END5MONIADA. 23- Quin es este caballero? pregunt el doctor a

    Vera.-Un antiguo amigo, i uno de los hombres de mas

    importancia por la fama de su virtud. Es sndico devarios conventos, i presidente de casi todas las cofra-dias.

    - La endemoniada es alguna hija de l? ,-N6. Hace mas de veinte aos a que es casado, i no

    ha tenido hijos. Has observauo que todas las mujeresque se llevan dia i noche en las iglesias son estriles?

    -N, contest Rzas sonrindose.-Pues yo lo he notado en muchas. Parece que el

    incienso fuera un impedimento para la maternidad.Rzas iba a replicar, pero en aquel instante apare-

    cieron en la puerta frai \1elchor jIartnez re,estido deestola i sobrepelliz, i un lego qne lo seO'uia con la cal-dera de agua bendita.

    Tras de estos marchaban don Anjel Torrealba, i lossacerdotes i seoras que hemos mencionado en captu-los anteriores.

    -Por aqu, Reverendo Padre, dijo don Aujel addan.Mudo e e il1dicando a frai 11elchor la pieza en queestaba sn esposa.

    Frai 1elcho1' avanz con paso lento i grave, lanzan-do miradas a los ngulos del salan como si buscaseen ellos al enemigo que iba a combatir.

    L legados a la pieza en que e hallaba la jven ves-tida de blanco, frai 1\1elcho1" orden a todos que searrodilhlran porque iba a recital' algunos salmos.

    Vera i Rzas, que habian seguido a la comitiva, per-

  • 24 LA. MONJA. ENDEMONIADA.manecieron de pi, n porque fueran irrelijioso sinoporque el e pectelculo que tenian a la vista, habja cau-ti\'ado tod:-t su atencioll.

    La V"e::;tida de blanco. no parecia una mnj~r puestenia a1.-:-o de divino: tampoco parecia. un ujel, puesteDia alero ele humano.

    Rllb',~, blanca, plida, delgada, e. belta, tenia todas1:-1.- forma: de l:t nllljer; pero todo en ella aparecia t.n'le, tra . ' rente, diMano, i ~i se nos permite hablar

    ~ i!le rp6reo.Par cia un e:-pl'itn que h, Lia t()llH~do forma para

    b 't't"e p"l'e l t: lle a la vi'ita rle lus mortales, o bienla apnriein 1 va~a, eVQcuAh pe l' 1J11 tro deseo, qne le-';':1 Ita b, lnz:t flll1L'.tl'ia de IHU tnmba, al lll'gur la me-di;l nO;;;le. Pero :q,ella ap~r: i)11, ",i o et'H, no tenia na-dile 'errihl" i se la, podin contemplar sin e!'panto.

    .... u "emblalltc e1'::1. lule, l'll. mo, iluminado pordecirlo a , con 11110S jos grallt1e,:, ra..gados, de un mi-rar llave i pl'Ofll'ldo, i con nna. c.ibellera lu.enga, profu n., de un tinte plido como el oro que empaa la hu.mer''ld.

    E doctor rr{z~s sinti deHle el primer momentouna. .impata profunt a por [le uella desgraciada jven:i al "el' BUS mej Has pliJas como la cera, i sns lbiossin nnn gota de sangre, tf'mi sriamente por su vida.

    E 1 el ro lment en qne tal entramn a la pipza, laj\Ten tt>nia la ,i"ta elevilda al cip.!o i con Sil mano de-re lln. "lI'PCi'l oprimir.' el C('l'l\,on.

    E'e u'el lui,;, al cielo de Junde ha venido i adonde pronto volver, dijo el doctor al odo de Vera.

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 25El padre Martnez, intertanto, habia abierto su ri-

    tual, i haciendo seas a los otros sacerdotes para quelo rodearan, di principio a. la oracion.

    Apna se dej6 oir la. voz ronca e imponente del pa-dre, la j6ven ve tda de blanco se e tremeci6 como toocada por un golpe elctrico, i lanz un grito desgarra-dor.

    Frai Melchor interrumpi sn tarea por un instante,pero lllego la vohi a emprender con fervor.

    Sucedi6 ent6nces algo que el doctor Rzas i su comopaero estaban mui ljos de esperar.

    La jyen se incorpor "ivamente en el lecho, i lamirada dulce, inalterable de sus ojos, trocse instanta-neamente en airada, vaga i terrible.

    Las seiloras huyeron a otro aposento, i aun los mis-mos sacerdotes, que hacian esfuerzos para mantenerseserenos, retrocedieron algnnos pa 'os.

    Frai Melchor elev la. voz para recitar los salmos, itrat de colocar un estremo de In. e tola que endia desu cnello, sobre la. cabeza de l::t e pirituada. Pero sta,que miraba con nna fijeza e trna al exorsist.a, arrojun grito, i de un salto, se baj de la cama tratandode huir.

    El padre Mnrtnez crey que los salmos hacian suefecto, o mas bien que el demonio se batia en retirada;i armndose de toda su f de cristiano, tendi el bra-zo derecho en actitud ele mando, i con voz imponenteesclam6:

    -Satanas! te ordeno en nombre de Dios, qne :i.han-dones el cuerpo de esa crcatura!. ..

  • 26 LA MONJA ENDEMONIADA.Laj6ven lanz una carcajada chillona, horripilante,

    que reson en la sala ele nn modo pavoroso.-Huye, Satanas! agreg frai Melchor sin desalen-

    tarse i avanzando algunos pasos hcia la jven.Una nueva carcajada, pero mas estrid6lnte, mas es

    tralla qne la anterior, contest a este nuevo mandato.Las mejillas de la jven se haban encendido, sus

    pupilas centelleaban, su pecho se elevaba con una aji.tacion pesada i trabajosa, i un temblor nervioso reco-rria todos sus miembros.

    Al ver acer

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 27tuarlo ponindose entre ella i el catre.-jMiserable!. .. grit6 la j6ven crispando los puos

    con desesperaeion.Despues de esto, mir en torno de s, i viendo el

    claro que habia quedado al apartarse frai Melchor delsitio que ocupaba, se laliz6 al salan, i habria pasado alpasadizo, si una multitud dejente que habia en la puer.ta, no le hubiera obstruido el pasaje.

    Ent6nces, como poseida de una desesperacion, deuna amargura infinita, dej6se caer nuevamente al suelo i rompi a llorar.

    -- Maldita!' .. maldita!' .. maldita yo!. .. esclam retorcindose los brazos, mezndose el c!:1bello, i gol-pendose la cabeza en el suelo.

    El dOJtor Rzas, compadecido del infortunio deaquella desdichada, corri6 a leventarla.

    -No la toque usted! le dijo frai Mdchor. Esa in-feliz necesita otra clase de auxilios!-iPero es necesario levantarla de ah! replic6 el

    doctor. Concluir' por destrozarse la frente!..~ .-N1. .. Yo le mandar que lo efecte! Usted

    no sacara nada! ......Frai Melchor se interrumpi6, porque en aquel mo-

    mento vi una cosa que estaba mui ljos de esperar.La j6vcn, desde el momento

  • 28 LA MONJA ENDEMONIADA..-Favorceme t!. .. Esos son unos pcaros!Rzas, por 10 inesperado del caso, se turb un tan-

    to i permaneci perplejo.-j Ese es el demonio! dijo rrai 1felchor lleno de

    una. indignaciou que l llam santa. Aqu 110 debianhaber seglares, porque son para tentacion! ..

    1 al decir esto, se apoder de llna mano de la jveni la tir con violencia hcia l dicindole:-j atanas! ... Espritu impllro, avandona tu pre-

    sa!. .. Yo te 10 mando de parte de Dios!. ...La jvon lallZ un alarido i cay de bruces azotando

    la cabeza en el suelo.El doctor se mordi los lbios con despecho i no

    quiso decir una palabra por no promover una cuestiono-- Huye, Sa.tanas! ... Huye, rprobo! decia iote-

    tanto el padre l\fartnez siguiendo las desesperadasconvul iones de la endemoniada.

    Pero como. u palabra no va tn e para ser obeLleci-do, tom nna mano de la jven i le dijo:

    - Oye!. .. Yo te mando que me oig-as! ......Con gran admiracion de los concurrente~, la. jven

    se aquiet, se pas la mano que tenia lbre por la. fren-te, i murmur algunas frases inentelijibles.-jHabla.. le dijo frai Melchor con voz imponente.La jven ajit un momento la cabeza como resis-

    tiendo al mandato.-iYola mando. agreg el padre cada vez con ma

    f i mas imperio.- Qu quieres ? pregllnt ella C01\ rabin, como qui'n

    obedece a u pesar.

  • LA .MONJA ENDEMONIADA. 29- Dime que es lo qne tienes 1-' acla!. .....-E o es falso: d lo que tienes!-Te be dicho qne nada!.. ...- Por qu, elltLlces, son esos gritos, esos llantos,

    esas cOllvubiones?- 1\0 quiero decrtelo!- Yate lo mando ~ RabIa! .....-i Pues biell! ... Sabe que es Gabriela la que huce

    eso!...Frai Melchol' se volvi al dneio de casa para decirle:- o e ese el nombre de esta jven?- ', el mi mo, le dijo el caballero.-1 por qu dices que es Gabriela la que hace eso?

    interr('g nuevamen l e frai 1\1elchor a la endemoniada.-Porque yo no soi ella, coutest la jven.-I quin eres t, entnces?-Un espritu.- Un espritu infernal?-Como tl quieras.- Respo(leme bien! Yate lo ordeno! .....-Bieu, lo har pero si me sueltas, dijo la jven. Tu

    contacto me ['cpugna,- le seguir' Cl ntestando si te interrogo?- S; lel'o s1l61tallle pronto, retrate de m !.....Frai Melchor :wtlndoo la mano de lajven, e indio

    cndole una silla que haba cerca, le dijo con voz demando:

    "':" t t b' r- ulCI1 a e al ......-Infame!... murmur la jven abandonando la

  • 30 LA MONJA.. ENDMONLADA.mano del sacerdote i dirijindose con paso lento a lasilla indicada por l.

    La sorpresa de los concurrentes lleg a su colmo,cuando notaron que bjven habia ido a sentarse conlos p~pados completamente cerrados.

    - jMilagro!. ... dijeron muchos. j Ha vencido al diablo1. ... iEl demonio le obedece!. ..

    Frai Melchor l\Iartnez pase una mirada de tL'unfo por todos los concurrentes como dicindoles:- Mirad cunto es l1li poder! .....

  • PRONSTICOS.

    El mISIOnero ~postlico, el hombre que habia dedi-cado tantos anos a la conversion de infieles en el obispado de Concepcion, no estaba exento del pecado dela vanidad. Por el contrario, habituado a las lisonjasque ha:bia merecido por su celo apost6lico, teniaen demasiado aprecio su valimento i saher:

    Sea por vanidad, sea por dar una prueba de lo quel llamaba "el poder o la misericordia de Dios", fraiMelchor quiso ostentar su triunfo ordenando al duen.o de casa que abriera las ventanas que daban al patia a fin de llue todos presenciasen el milagro operadopor Dios en aquel instante.

    Vera i el doctor Rzas se habian colocado en unngulo del salon, i desde ah contemplaban en silen-cio aquella estraa escena.

    La que decan endemoniada, se habia sentado pesa-damente en una silla; i apollando la cabeza en el res

  • 32 LA MONJA ENDEMONIADApaldo, permaneca tranquila, con los prpados cerra-dos i los braz03 cruzados obre el pecho.

    Frai Melchor, que 00 cabia en s de sati faccion, su-bi a la tarima que ya nies hemos mensionado i des-de ah continu su interrogatorio en medio del mas ab-soluto silencio.

    -Gabriela! ..... le dijo. Por quin ests poseida?- Gabriela no puede contestarte! replic ella.-Por qu?-Porque est dormida.-I t que hablas, quin eres, entnces?'-El diablo.- Por qu has tomado posesion de esta creatura?-Porqne EL lo ha querido.- Quin es l?-EL, el que todo lo puede.-Por qu no dices Dios?-Porque no quiero.- Cunto tiempo tienes de licencia para atormen-

    tar a esta creatura?_.l'o lo s.- Por qu no la abandonas ann, a pesar de habr-

    telo ordenado en nombre de Dios ?....La jven lanz una carcajada.-Por qu te ries? le prt'gnnt frai Melchor.-Porque cree!! de que podras sanarla con solo que-

    rerlo t.-1 no suceder a, i?-N.- Cundo, entnces, sanar completamente?

  • LA. MONJA ENDEMONIADA. 33-j Faltan muchos anos!-1 si yo apelo a los exorcismos que prescribe la

    iglesia?- La hars dormir como ahol'[I. Pasar dormida el

    rato que debia pasar poseda.- ada mas, entnces, podr obtener?-S, el saber alglinas cosas por m.-Podr saber algo de el porvenir?-N, est reservado a L.- A. quin llamas l? volvi a preguntal' frai 1\lel.

    chor deseando que el diablo pronunciara el nombrede Dios.

    -Al que t adoras i yo maldigo, contest la jven.Mas de uno de los circunstantes se santigu con te.

    1'1'01', figurndose que de un momento a otro iban a vera Satanas en carne i hueso, o ma bien en fuego i garras.

    Aquella voz era para casi todos la misma de Luci-fer, i no faltaba quien en su imajinacion se figuraraque aquella nia de contornos delicados, de formascorrectas, no era sino un disfraz que habia tomado eldiablo para venir al mundo.

    De aquella numerosa conClll'rencia que rodeaba aGabriela (ya el lector habr adi vinado que e..:tv, jvenes nuestra antigua conocida del convento) los nicosque no atribuian a cosas del demonio, 10 que presencia.ban eran Vera i el doctor Rzas.,

    Para ste ltimo, sobre todo, aquello era sumamen.te admirable.

    o concebia que aquella jven, tan inocente i can.dorosa como pareca, tan delicada i perfecta, se ocupara

    3

  • 34 LA MONJA ENDEMONIADAde finjir. Tampoco Sil ilustracion i buen sentido le peromitian peno al' lo que el vulgo i cuanto habia ah aseveraban.

    Sin dar crdito a ninguna de las dos cosas que aparecian como mas razonables, nuestro doctor observa.ba sin perder el menor jesto del padre l\hrtnez.

    Este permaneca en la. brima, i desde ah continua.ba, il1terrogando a Gabriela.

    - Qu pruebas podrias darme, le decia, de que teres un espritu iufernal?

    - Te dir tus defectos.- Habla .... le dijo frai Melchor con voz vacilante.-T tienes mucha vanidad, Melchor, lo que se avie.

    ne mui mal con tu carcter de sacerdote. Te crees elhombre de mas saber gne hai eu Chile, i no pa. as deser un ignorante. QUb sabes t? Tu vanidad te hallevado mil veces n. peusar' en qne aqu no puedes lu-cir tu talento, i has tratado d~ irte a la pennsula. paraah( unirte al trono de los reyes. J, j, j. Harasbien en ir a absolver a Crlos de su torpeza, a Fernan-do de Sil ambicioi.l, i a Maria Luisa de su liviandad ...E cambio de tu conciencia do fraile te daran una, mi-tra de obispo o un cardan de comendador.....-j Calla! le elijo fra11l1elchor.-j X, no callo; t has querido que hable i habla-

    r. abes adnde podria conducirte tu valliebd? Porser t el favorito del favorito Godoi, serias capaz dedar el 01'0 de tu mitra de obispo, para que le hicieranuna diadema a la voluptuosa i desenft'enacla Tud.

  • LA. :1lfONJA ENDEMONIADA. 3-Yo te ordeno que calles! esclam el padre Mar-

    tnez sudando a mares.-S, me caller, dijo la jven con voz reconcentra-

    da; pero no ser ntes de decirte que aun de la mismasituacion de esta pobre j6ven, de Gabriela, has queridosacar ventajas para tu vanidad. Has pensado que tsers el nico que podrs elecir: Yo lanc al diahlodelcuerpo de esa nia. Pero te :llluncio que pronto seeclipsar tu estrella, i que aqu, en esta misma casa,tendrs que huir rabioso i avergonzado al \'erque habrotro que te sobrepujar en ciencia i en poder.

    -T bas dicho que no puedes prono:5ticar el por-venir! le dijo [ra :Melchor creyend,) pescar al diabloen una contradicion.

    -S, es cierto; pero yo, como espritu, soi mil ve.ces mas sabio que todos los hombres, i por deduccio.nes ljicas del presente, preveo el porvenir.

    -1 quin ser el que aSl va a \'encermo? preguntfra Melchor con una leve sonri!'lu de incredulidad idesprecio.

    -Camilo Henrquez.- Quin es Camilo Henrquez?-Un fraile como t; pero un fraile segun sn mues.

    tro, un fraile instruido i que con su talento C01l1110ver a todo Chile.

    -1 cundo ha de venir? pregunt el e_ orci ta sinavanelonur su aire de incrednlidad i menosprecio.

    -No tardar mucho. Ya esta noche, sin pens::trlo,han principiado a prepararle su campo de accion. iPre.gtntalo a ese sellar!

  • LllroXJA ENDE~IO 'T ADA.

    I al decir esto, indic a Rzas con un jesto.El doctor i Vera se miraron asombrados, i frai Mel-

    chal', que vi una ocasion oportuna para que los cir-cunstantes creyeran que cuanto habia dicho la posei-da era solo una palabrera sin fundamento, se apresura. decirle:

    -Tll quieres hacer risa de nosotros.-Como t quieres hacer una farsa con Gabriela.-Pero si eres t, Gabrieb, por qu hablas como

    \si no lo fuese ?

    -Porque b-abriela es el cuerpo inerte, sin vida, queves t aqu: cuerpo que no se mueve si yo no lo

    quie~'o: mintras que yo, yo el que hablo, yo el que po-dia leer en tu conciencia, soi un espritu: ya te lo hedicho otra vez. Por ahora basta: para el otro virneshablarmos.

    -Vas a dejar libre a Gabl'iela?Frll.i Melchor esper en vano una contestacion.La jven se ajit un momento en la silla, i cay de

    bruces al suelo.Ah, comenz a retorcerse, a saltar, a dar alaridos.El padre Martnez crey que el diablo se le habia

    revelado, i apel nuevamente a los salmos i oraciones.Pero e ta vez parece que no hicieron efecto alguno.Gabriela gritaba, maldecia i blasfemaba. Palabras

    incoherentes, nombres aislados, i las frases mi padre,mi madre,~ salian a cada instante de sus lbios.

    Una escena distinta iba tenE'r lugar.

    I l'. r

  • FHAI ~fELCHOR S, CONFUNDE.

    Gabriela corri a un ngulo de la pieza, i se acurl'l1Cen l como deseando preservarse de la vista de los frai-lei i de los clrigos. Ocult la cabeza en las manos i enseguida entre las rodillas, i permaneci as largo ratosin moverse, sin dar la ml;nor seal de vida.

    Por fin, lo que vino :1 sacarla de su inmovilidad, fuque frai Melchor, deseoso de que tuviera mayor efi-cia un evanjelio que rezaba en alta YOZ, se acerc aella. p~tra colocar sus manos sobre la. cabeza de la jven,i dar as maR fuerza a su oracion.

    Pero Gabriela no le di tiempo de acercarse.- Retrate! mocho, monigote!. ..esclam. No te acer-

    ques a m porque te estrangular.....Frai Melchor se deluvo. Al ver qus Gabrieb no se

    habia descubierto la caTa, crey que habia conocido uaproximacion por el eco de u voz.

  • 3 LA MONJA ENDEMONl.ADA.Ces6 de rezar, e hizo sea. a los demas sacerdotes

    para que callaran.--Bien, bien, murmur6 Gabriela, dejen de mortifi~

    carme' ya me tienen lastimados los odos.1al decir esto, ocult6 mas i mas la cabeza. entre susrodil1a~.

    Durante unos diez minutos, rein6 un profundo silen.cia.

    Frai Melchor se alej6 en puntillas al e~tl'emo opues-to de la sala i llam6 a los clrigos i demas sacerdotesa su lado.

    --Hagamos algunas prueba I les dijo en voz baja,para convencernos ne que est. espirituada i procedera exorcidarJa..-j Tonto!... tontos! creen que no les oigo! mmmu-

    raba intertanto Gabrieln.. Qnicron hacer pruebas?..,..J, j, j.. .. Imbciles!

    Los sacerdotes se mirn.ron estupefactos. Frai Mel-chal' habia lJablado tan que(~o, qne era imposible queGn.briela le hubiera odo. in embargo, no podia. du-dar.e.

    -Ya. tI tee es 10 ven, agl'eg& el padre :JIartnez envoz ron Laja aun; La otlo 10 que be dicho......

    -110 (lile e~t{ s dicienrb ahora, tambien, interrum-pi ti3.briela sin levantar la cabeza ni a undonar lapostm'u en que se halbba.

    -Yeamo. , acrquese usted, le dijo frai 1\1elchor aun p:lllre de la l\fercer}; acrCJu0 se a. ella sin hacer rui.do......

    - L T , n; que no se allegue ningnno de eso' polle.

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 39rudos R. m! grit la endemoniada.

    El n.sombro snbia de punto entre los circunstanteR.El padre Martne~ hizo seas al doctor R6zas para

    que se acercara.-T s, esclam ella permaneciendo con la cara

    tapadi; t s, ven, yo te quiero......Habia' en el metal de vo~ empleado en estn.s pala.

    bras tanta diferencia del que usaba cuando se dirijia alos sn.cel'do tes, qne todos no pudieron mnos de notar-lo al instante.

    La voz de Gabriela se habia hecho dulce, insinuan-te, apasionada.

    Hasta entnces habia permanecido, como ya lo he-mos dicho, acurrucada en un ngulo del salan i ocul-tando el semblante entre las manos i sus rodillas; peroen aqnel momento, se levant6 i estendi los brazos tndireceion del doct(Je. No obstante, perm:lllecia con losprpados cerrados.

    S\illo en sns labios vagaba ahora una sonrisa quetenia algo de voluptuoso, i en su semblante habia cierta animacion qtle la embelleca.

    - Esa, es tentaeion dcl demonio! murmur fraiMelchar al oido de Rzas.

    - '~ecio. esclam la j6ven con un jesto de sobera-no desden.

    Al decir esto, di algunos pasos vacilantes, inciertos,como marcha la sOllnbnla (Fle al Ilegal' la media no-che abandona su lecho para correr en busca de su fan-tstica visiol).

    Gabriela, con los prpados cerrados, las mejillas/

  • 40 LA MONJA ~NDEMONIADA.animads, el cabello en desrden, di algunos pasosmas, i principi6 a entonar nna cancion triste i apasio-nada.

    Su voz era lnguida, su acento conmovedor, i masde uno de los Cil'CllUstuntes esperiment6 por la j6ven

    . .

    una Vl,a compaslOn.Sin embargo, la creencia de que aquella voz no era

    modulada por sus lbios; que aquel acento amargo i lle-no de dulzura a la. vez no nacia de su pecho, ;iq.o delas influencias del demonio, hacia' que todos escuchar;,ncon una mezcla de cOtllplasenc:a i terror.

    Si aquel canto era del demonio, mas de nno pensque si de tal mudo se cantaba en el infierno, no seriaste tan terrible como lo pintaban los ministros deDios.

    1 al pensar as tenian razono El cnnto de Gabrielatenia todas las armonas del canto de los njeles, sinque en liada se pareciera a los gritos deste.oplados conque deben celeurar sus fiestas los diaLlos.

    Frai Melchor Martnez crey mas prudente limitar-se a obs'?n'ar por el momento. Convencido como sehalbba de que aquella jyen estaba poseida por el de.monio, quera que todos participasen de su convenci.miento presenciando los estraos caprichos a que laj .ven era arrastrada por una ftlerza superior.

    Las superticio a creencias de la poca no necesi-taban de tanto pa.ra aceptar como l~jieo i verddero,lo que ahora. se creeria dificultoso o irrea1ir.uble, Ases que tanto el pueblo qne miraba con avidel'J desde las,cntanas, como las seoras, sacerdotes i caballeros que

  • LA. MONJA ENDEMONIADA. 41contemplaban con admiracion desde el estrad') delmismo aposento, estaban acordes con las creencias defrai Melchor.

    El doctor don ,Juan Mal'tncz de Rzas i el poetadon Brnardo Yern.' i Pintado, eran los nicos queno aceptaban lns influencias del demonio.

    Aunque plra ellos era ine, plicable lo que sucedia,no daban crdito a una cosa sobrenatural i tan contrria a la razon.

    El doctor, como mas acostumbrado a mauisfesLarsu opiuion, o bien como mas interesado, tah'ez, en elalivio

  • 42 LA MONJA ENDEMONIADA,canto, se habia levantado, i bailaba con ardol' dando repetidas vuelta.s i siguiendo el compaz con las manos'

    Al presentir que frai Melchol' se acercaba, la jvense par al instante, i retrocedi hasta tocar con la. es-palda en la pared.

    r si decimo al presentir, es porque Gabriela, conti.nuaba con los prpa

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 43bia pronunciado eran tan vagas, tan incoherentes, tansin iliacion, que nada podia deducir de ellas.

    Aquel nombre de Camilo, repetido tantas veces ya,habia influido, a no dudarlo, poderosamente en el es-tado de lajven.

    El padre :M:artnez, deseoso tambion de saber algomas de ese Camilo que segun G:tbriela habia de an ular-lo en su poder, quiso nprovechar la. ocasiono

    - Quin es ese Camilo que nombras? le pregunt.Gabriela guard silencio.- Responde, Gabriela! agreg el sacerdote.Pero lajven ces de temblar, abri los prpados, i~e sent6- naturalmcnte en el suelo.

    --Oh! murmnrconvozdlllcc; cunto he darmillo!Se pas las mallOS por la frente como una persona

    que acaba de despertar, i vohi a decir:-j Cunto he dormido!. ....El dneo de casa, don Anjcl Torrealba, se acerc a

    frai 1\1elcbor dicindole:-Ya volvi en Sl. Es lo que dicc siempre despues

    del ataque.-i Cmo! esclam el sacerdote. Cre usted que ya

    no est poseida por el demonio? rJ o ser e te estadouno de los que toma Satn,nas para. engaJlarnos?

    --N, mi pa.dre, dijo don Aojel. Fjese usted en loque hace i se cl"nvcucer.~r'Gn,briela habia n,po n,do la f['ente en una de sus ma-r ...

    no , i permanecia cilllada i pensativa.~, De repente dijo:

    ~Quiero agua! .....

  • -La dueo de casa se apresur a traerle en un vaso, i la jven la bebi lentameate, sin: precipitarse, i?m,

    N Deyolvi el vaso a la seara sin mirala, i dijo como , bblando cansigo misma:

    -2 Se habrr levantado Camilo ?. . , Pero jzh !. ;. Ya e rriyt(icuerd o... Se f d ; si, se fw ... Pero leer oup, me-

    rnyias. Aqu la3 ten'go, al 1:rdo de mi'coraaon ... .... ... Busc largo mt& en #u pecho un objeto iiuajinario,

    . ;i #aiball&ndolo, eaclarur c,on voz desolada:

    I 1 . -LO he perdido! ...... 1 '

    . Ocult la flce~nte entre sus manos, i principi6;a 110. Par. 'M )silenbia: o .-Ya ustedes la ~ I I , dijo don Anjdl diliilJ.inddse a

    $;, c, Y jclai S + ) 46dob .loa qae la rodeaba?: es hria.idibta. Ahora tiene L. ,r'

  • l opinion de mi amigo. Esta debe ser una enfermedad; ;, . desconocida ... . . :

    . l

    -Lo diido mucho, dijo don Anjel Torrealba; uste- des no han viqto nada ahora, pues barece que solo se le ha entrado un demonio, mintras que en otras ocasio- . . iies CITO que los ha tenido por 1e.jioues.

    -Ya.los lanzarmos a todos, esclam el R. con n- fasis.

    Don Anjel se acerc al padre parra si. ' no seria mas f4cil lanzar a1 demonio o a los aemonios que se introducinn en Gabrieln, hacindolos pasar al cuerpo de algunos cerdos u otros aniinales, pues l re- , cordaba hnber ledo e"n las sagradas epcrituras, que una Piara de cerdos se hnbian arrojado al mar 1 causa1, de 'habrsele,s introducido una lejion de demonios.

    El padre Martnez di6 slgunai razones para ma- r '%

    nifestar que seria mas fcil mmdar a los diablos al isz- fieisno, pues iban a su casn, que no hacerlos entrar en , , los puercos. ,

    . ! Mintras tanto) el doctor Rzas decia a Vera: , E 8 -T queltienes amistad con el dueio de casa, su,,

    plcalq que nos cuente cnanto sepa de esta jven. Ten- - gun gran interes en eoilocer s u historia para formar-

    / me algunadiden de.10 que puede teiier. J

    /

    -Bien, le conteat Vera; apnas se retire una parte de la jente, se 1.0 dir. Yo a mi vez esperimento una gran curiosidad.

  • ,'N VOTO INCONSIDERADO.

    Media Lora dcspnes, la jente se habia retirado, i donAnjel Torrealba, don Juan Martnez de R6zas i elpoeta senor Vera i Pintado, toma.ban asiento en el sa-lan, a orillas de un brasero colmado de fuego, a cuyocalor hervia el agua contenida en una teter de cohre.

    Un mate con su bombilla, una cajita. con yerba i azcal' i un paito lleno de calados i encajes, habia en nnade las mesas, al alcance de las manos de don Anjel.

    -S, seor Secl'etario, decia a R 6zas el selOr Torrealba' ya hoi a la llegada del seor gobernador mehabian dicho que era usted el eor doctor Rzas. A-gredezco, pues, a mi a irro Vera, que me haya pro-porcionado el placer de . amistad con usted tanpronto. Pero, no perdamos el tiempo i la historia esmui larga. Gustan ustedes un l1wtecito? La yerba esparticular.....

    -Gracias, dijo el c1octori)ro no acostumbro el mate.

  • T,A MONJA ENDEMONIADA. 47O tampoco, agreg6 Y'era; prefiero un cigarro o

    una narigada de rap.-Pues eutnces, dijo don Anjel, ustedes me van a

    permitir que yo me cebe algunos, pues si no 10 hago as,me daria jaqueca i no podria. contar a ustedes la histo-ria de Gabriela,.

    Obtenida la. licencia, el buen seer Torrealba d.i6principio a la opcracion sin omitir la mas mnima delas cere~ nias; es decir, principi por echar agua ca-liente al mate para lavarlo, i concluy6 por hacer unacruz con la bombilla al introducirla.

    Debemos advertir que don Aojel decia que los ni-cos mates qne ]Jodian tomarse, eran los cebados por lasmonjas, por su Conchita i por l.

    --Voi, pues, lijo don Alljel, a dar principio.I as como los oradores humedecen sus fauces con

    un sorbo de agua :11 comenzar su peroracioo, as l diun::t chupada a . u mate ntes de empezar.

    -Gabriela, dijo, es una jven natural de ValcEvia.Sus palIres no podian llamarse ni pobres ni ricos, peros podian contarse entre los mejores cristianos.

    Hacia muchos aos a qne los padres de Gabriela erancasados, i no habian tenido el gnsto de tener un hi-jo. Desconsolados por esto, acordaron hacer un voto.

    Fueron a una iglesia, comulgaron, i prometieron aDios el dedic?r a sacerdote el hij o que les diera si erahombre, o a monja si era mujer.

    Dios oy su petision, i les di6, por hija a Gabriela.~o ha~ pElc1ido avcrigl1ul'se por qu esta jven, cria-

    da en medio de pa lres relijiosos, manifest tanta aver~

  • 48 LA MONJA ENDEMO lADAsion no los monasterios de de el dia en que se lc dijoque a ellos estaba dedicada. Es vedad que los padreshan tcnido en mucha parte la culpa de esto, pues contristados ellos mismos con la idea de qne debian se-para 'se de ella, nunca le dijeron una palabrn. en su in-p ranCla.

    Gabriela Cl'eci en Valdi ~in. como la flor en los cam-pos que ni eu sueilos ha pensado jamas que puede sertransplautada a un estrecho j ardin.

    A los diez i siete o diez i nueve aos, no lo s muibien fu necesario a los padres de Gabriel:t resignarsea la separacion.

    Los pobres viejos iban a quedar solos en la edaden que mas necesitaban de ver a la. hija qne DiJS les ha-bia dado. 1 aquella hija era un njel, no solo en su al-ma, sino en su fisonoma. Podreis figuraros cun her-mosn. seria a los diez i nueve abriles, cuando ahora,aniquilada por esa terrible enfermedad, con mas aosque eutnces, aun es tan bella.

    Los padres de GabrieJa la amaban con delirio, i ha-brian dado la mita 1 de su existencia, con tal de vivirla otra mi.tad con ella; pero a esto se oponia el voto so-lemne que habian hecho, i aunque sentian despedaza-do el COl'azon, era nece ario cUlliplirlo.

    Por fin, lleg el dia en que resolvieron comunicar ala jven su resolusion.

    La madre, que se llamaba Margarita, lloraba en unngulo de la pieza; i don Jacinto, que era el padre, sepaseabt\ cabizbajo i pensativo,

  • LA. MONJA ENDEMONIADA.. 49-jVaya! esclam al fin este ltimo. iEs necesario

    resolyerse!Ise c1iriji c n larg 9 pasos n. la puerta de la habi-

    tacion para llamar de~de abl a Gabriela.Era. una maana de primavera, i la jven regaba nn

    , jardinito que ell~ babia plantado con sns manos.Acudi ::tI llamamiento de sn padre, risuea, can-

    tando, mas alegee que los pajarillos que iban a pico-tear sus HOl'es.

    Unas cnantas rosas entretejidas con sus rubios cabe-ollos, se vean ca.:i plidas comparada tL sus mejillas.-iVal. lOS ! para qu me llama usted? preguut

    Gabrieb. a su padre acerc,lnc1ose a l ri:'u a i festtvn,.Al sonido de :1(1uella. voz j uven iJ, cuyo timbre ar-

    monioso reson como una nota llena ete melodas en elcorazou de los p bre padres, cloiia :JIargarita no pu.do reprimir un sollozo

    Gabrie1a, al sentirlo, S8 apercibi deque estaba tambien ah su mn.l1i'

  • 50 LA"MONJA ENDElIIKIADA.gojado padre, tu madre i yo hicimos un voto; ... un 'Vato que ahora nos destroza el corazon, pero qne ser ne-cesario... digo mal, es necesario cumplir aun cuandosea a costa de nuestra vida .....

    Se interrumpi un momento porque la emocion 10ahoga.ba, i luego agreg:

    -Nue tra pl'omes:1. i el cumplirla, debia ser dulcepara nosotros; peL'O no podemos... se nos oprime el co-razon, ... apesar de que 'Vemo qne es tu felicidad, tueterna felicidad, hija mia.

    Gabriela mil'aba a su padre sin poder adi'inar quseria aquello que de tal modo aftijia a los autores de suexistencia, i dona Margarita. enjugaba sus lgrimassin atreverse a levantar la vista del suelo.

    Don Jacinto se resolvi al fin a salir pronto de aque-lla angustiosa sltnacion, i acerdtudose a la jven ledijo:

    -~uestro yoto, hija mia, fu de qne t serias monja.-Yo. esclam la jven mirando estupefacta a su

    padre i palideciendo hasta la lividez.-S, t, hija mia, contest don Jacinto delll1odo

    mas suave posible.Gabrieb baj los ojos con hnmildac1.- No nos con testas nada? interrog l con su mas

    cariosa voz i tomndola de nna mano.Algunas palabras temblaron en los lbi03 de la j 6-

    ven, pero no pudo pronunciarlas, tan "int era su emo-Clono

    -Esa vida, Gabriela, la dijo l, es la mas dichosaqtte puede tener la cl'iatlll'::t. Encerrada en los olaus.

  • LA MONJA E~DE}roNIADA. 51tros, ljos del mundo i de sus tentaciones, rodeada demultitud ele compaieras que solo se ocupan en alabara Dios, t podrs vivir enteramente feliz, i rogar pornosotros a Dios... Ko te gustara esa vida, Gabriela?

    La j6ven levant6 sus ppilas, empaliadas ,por laslgrimas, ha ta'encoutrar In. mirada de su padre.

    Yi6 ste que no se atrevia a contestar, i le dijo:-Comprendo, hija mia, (lue una CONa tan inespera-

    eh te ha de cansar una viva impresion; pero meditalobien i preprate para que dentro de un mes partmspara Santiago, donde estn.n los majores conventos, i tpodrs elejir el que mas te agrade... Ahora, vete a tujarllinito i rigalo i cidalo miu tr~ .. e..ts con nosotros,que yo ser c1eJpues tu jardinero.....

    Gabrie1n. sali del aposento reprimiendo sus sollozos,i se fn a sn jardin, pero 110 a regarlo con el agua queda viJa a h. flore~, sino con las lgrimas de sn dolorque deban marcliitarlas.

    -j.}acinto! esclam dOlla Margarita apnas sali laj6ven de la pieza. Jacinto! .Yo seria po ible com u-tal' este voto? Yo no podr vivir sin mi hija! ... Sinnuestra nica h~a, Jacinto! ... Ya somos viejos: quharemos solos, cnt ntmente sol f' ?.....

    - :Jhrg;arita. dijo don Jacinto esforz{lllc1ose poraparecer conform . i Dios nos lrt lli6 i Dios nos la qui-ta! Prometimos al Creallor dcdictl'le su creatu m, i 110poc1enJo. vol \"el' atms sin cometer un sacrilej io, sin te-ner qno da.r estrechsima cuenta a Dio' de nuestrasfals:ls promesas1... Llenos estn lo. libros santos delos cr.stigos que han recibido los que han querido bur..

  • 52 LA MONJA ENDEMONIADA.lar al Eterno, as como tambien est lleno el infiernode perjuros. i i pensarlo! Aunque se destroce nuestrocorazon, aunque nos muramos de pena, debemos cumplir nuestro juramento!... Sufrirmos, es verdad; perono perdermos nuestra alma !.....

    -Pero ella, J acillto! nuestra Gabl'iela, poddL ircontenta? ella, tan joven, que podia tener un feliz por-venir?

    -1 qu porvenir ma, dichoso qlle el que le prepn,-ramos? Ah aseguramos Sil salvacion.

    -I si ella no ha nacido para ser monja, no come-termos mas bien un crmen en forzar ,u voluntad?-'No digas eso, Iargarita, porque puede ser una

    hhsfemia.. Cl'men el cnmplir una promesa hecha aDios!. .. No vuelvas ni a pensarlo, por Dios! Tu n,morde madre te hace desconocer la razon, i ser impa.

    -Talvez, dijo la seora; pero hai en mi corazon unavoz que me dice que hacemos mal en sacrificar, talvez,a nuestra. hij a, as como hicimos mal en disponer deella como habramos podido disponer de un talego dedinero.

    -Tambien esn. es una impiedad! Recuerda cuntosen la le :\ntigua hacian iguales i peores voto., i loscumplian,-'Ah! esclam don, :Margarita; ahora me pesa

    tanto ese voto inconsiderado, que .- Calla! le dijo don Jacinto, no blasfemes i te cas-

    tigue Dios ......La seora inclin la cabeza i guard silencio, re. '

    solvindose a consumal' el sacrificio.

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 53Un mes despues, la pobre madre abrazaba a su hi-

    ja por la ltimn. vez, i don Jacinto emprendia su mar-cha con ella para Santiago.

  • LA. VIDA L' LOS :lIO~AsTERI05.

    El seuor Torrealba ces6 de halJlar nn instante paraconcluir el quinto matc,-pues dlll':llIte la Mtrracioulo habia desocnpa o i vuelto a Henar CUrlt 'o yeces,-icuana hl1bo ab orvido ha;:;ta h. ltima gota del agnn.impregnada coa el snmo ele 1 yerba del Parnguay,agreg:

    -Par: que consenTcis algllll interesen escl1ch:u' e5ta.hi tori~, gllal' 1ar hasta lo ltimo el (~e""i!'os cmo betenido conocit"niento de elb. Por a!wra "ai' a leer unacorre pondencia qlle os dan " conocer mejnr qlie nadael veru dero carcler a" esaj\' 11. Permitic1me un ins-tante: yoi a traerla.

    Oinc minutos desplle8, clan .Anj ..l volvi con Hnpeqllefio legajo de papeles,

    -Parece in~reiblc, dijo, qne el estilo do estas cartassea el de una muchacha crenda en Yaldivia, cuando aqumismo, en la capital, no encontraramos quien hiciera

  • LA MONJA Er DEi\WNIADA. 55un reugloD parecido a estos. Yo no s cmo esta ninaha podido adquirir tanta ilustracioll. Vais a juzgar.

    El seor Torrealba despabil las velas, se ac~mod6en la silla, ley6:

    PADRE,".

    Perdneme, padre mio; perd6neme madre mia, sien vez de darle:- un consuelo, voi a mmtirizar sus ,co-razones, P ro no puedo mas: me ahogada si callara;me moriria i mintiera.

    Hace ya seis me es a flne lucho noche i dia; a quepido a Dios, a ~hra i a los sant0s, que obren en m elmilagro de darme valor. 1 esto lo ho pedido cien, milveces caela dia, ya en el templo, ya en mi celda, yacuando voi a re pirar el ai'e del j arelin para no ahogar-me entre las c latro paredes del Clla.rtO lIue habito. Hesuplicado con fervor, con torla mi alma, regn.ndo milveCQS el suelo con mis lgrimas. Pero todo ha sidoinLiI: cada dia se h< ce mi vida mas insoportarble i hellegado a sentir odio por e ta santa casa.

    En mi cerebro hai una i

  • 56 LA MONJA ENDEMONIADAA los sirvientes de esta. casa., les he odo un sabio

    proverbio. Aqu, die o, entran sin conocerse, vivensin amarse, i mueren ~in llorarse.

    i Cu,ia cierto es esto!. .....Poeo da h:1 a que dejt) de exi tir uoa de la mas

    respetaLles, una de In. mas queridas i antigua' monja::;.iNi una lgrima, ell su tun:iln! i ... Ti nn sUf'piro por

    su prdida! .....Se rezaba aDios por ella, he al todo!Aqu cada hora. nos prepara a. morir. El matutino

    toque de las campana' ]0'; tristeti rezos tI 1 coro, lasmonja con su' vetititlos tatuo,::;, el ,'ilencio (le los clau '.tro', el hablar en voz baja: el r n cojimiel1to, la auste-ridad, el no oir jamaR una risa i ver siempre correrlas ]oTimus: todo e.'tl1. padres mios Ce11l3 algo de !ti-gubre, algo de mui p,.VOl'C o pal'~ una j'>:Cll como yoque ha nacido para ser libr J qne hu, nacido )am am, l'i el' amad,1 !

    i A,.h. 11 iJerled no sahen lo que es un ona 'terio!En mi casa, al lad el n. tecleti, yo era de pcrtac1n,

    por el canto ele las avecilla,;, i apn,L3 aMia 10H ojosme entre..!:n.ba n. en,;1.!zal' a Diosj'luto con elhs. En se-guida alia al hllert i ah continuaba a1ab:~ 1(:010, j nn-to con el Sut qne nacia, junto cun las tlul'CS que eill-bal amaban el aire, i junto con el al'l'0Yl1eJo que ser-pentealn por mi jarc1in .....

    Hoi n: me del'piert o lo:; lgubreti tfliliilo ' de unacampana, de mi lecb nece~ito pasar al COro. Al co-ro, saloo oscuro i rclent1 l1e cortinajes negroti parainterceptar esa luz que Dios ha hecho para que In. go-

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 57cemo. '" Ah dicen CjIL ~amos a alabar a Dios. Debeser a", pero yo no comprendo que se adore a Dios,ahuecando la. ,"OZ, padnclose o hincndose cuando el libro de oficios lo indica, i sobre toclo, qne sea necesario adorarlo en latiD, enando nuestro idioma tiene tanhermosas palabras para decirlo que lo amamos, i pedir-le que l nos ame. Y no entiendo de esa jerigonza niuna palabra, i en vez de a1::tbar al Eterno como lo h[),.cia en mi casa, no puedo mnos de ocuparme en mur-mnrar.

    Des mes

  • 58 LA MONJA :!INDEMONIADA.tarnos a la mesa. Usted, padre mio, bendecia !lues-tro5 alimentos i desde ese instante comamos i hablbamo3 alegremente hasta que conclll amos por ua,rgracias a Dios con una sencilla pero hermosa oracion.

    j Cun distinto es aqu!Se toca una campana, i todas las monjas deben acudir

    pronto, pero sin hacer ruido, al r.efectorio. Se llega a, li al a iento que desde el primer dia se ha destinado acada una, i nadie pueue sentarse mintras no d unaseal la superiora.

    Entnces todas se sientan; todas con la vista fija enel suelo' todas reprimiendo hasta sn respil'acion. Sediria que son esttuns.

    Principia el serYicio de la. mesa, i una monja de lasmas caracterizadaR toma Illl libro, sube a un plpitopreparado al efecto, i con voz clamoro!:'a, destemplada,principia a leer .

    abeis qu, padres mios?i Las postrimeras del bombre!!A veces entre plato i plato se ere oir el ronco son

    de la. trompeta que llama a .i l1icio a los mortales; aveces tambien se cre yer a,l demonio con su gran co-Ia enro cada, i no pocas vece, cundo la lectura es dela muerte, vienen a mezclarse :1lll1estro alimento losgusanos roedores de la carne i la pestilencia de las

    tumba~.En miloca -iones me he quedado sin comer dias en-

    tero, porque con ideas tan repugnantes, con pensa- Imientas tan tenebrosos, e.. imposible comer.

    Yo no dndo, padres mios, que si permanezco aqu,

  • LA MONJA ENIJEMONIADA.. 5Dmorir bien pronto .

    Esta "ida ei:i insoportable pflra lli.. ... Yo creo queel voto de ustedes podria conmutarse en algo que fue-ra mas agradable a Dios i provecuoso a los hombres.Qu saca L con mi sacri6.cio? No seria mas meritorio ql el dinero de mi dote se repartiera entre lospobre.:;? . Cu{mtas alabanzas al eilor! Cuntos nece-si tados qne bendecirian a ustedes! ....

    E n fin, si ustedes lo (J. uieren, cow;umar mi &acrificio aunque sea a costa de mi "iJa.

    Yuestra de graciada bija.Gab1'iela."

    t~Don Anjel ce.; de leer al sentir que tocabar: horasen el rel\,j ele las Ca,jas.-' Caballerof', esclam6, hemos trasnochado! son las

    dos de la maiana!-Yn? interrog Yera. i mo ha pasado la no-

    che!. .... SeJ' con -enieute, entnces, que suspendamosla lectura.

    -Yo e toi a la di:\\posiciml de u 'tecles, dijo don An-jel; mnilanu, o cuando ustedes gll~teo, podemos continnar.

    Vera i ei doctor Rzas se despidieron del dllelo decasa, i salieron a la calle con pa o precipitados.

  • .. NUEVO CmIPROlnSO ca TRAIDO POR EL DOCTOR.

    Recojerse a las dos de la maana. en aquella. poc,era una empresa qne rarsima \'ez i mui pocos acome-tian.

    La lobreguez de las calles, los salteos que de cuan-do en cuando llenaban de pavor alas habitantes de lacapital, i mas que todo, la ca.si absolu tu cvrencia depolica, eran motivos mas que suficientes para que lossantiaguinos no salieran de sus casas despues de lasdiez de noche.

    l.Tuestros dos personajes, marcharon pue3~ apresura-damente i in hablar una palabra, embebido cada cualen sus meditaciones. .

    La escena que habian presenciado era tan orijinal,la belleza de Gabriela tan peregrina, qne no podianapartar un momento d'l' . u imajinacion, el triste cua.dro de los sufrimientos de que ella era vctima.

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 61El doctor R6zas, sobre todo, no habia olvidado na-

    da de lo que habia odo. El nombre de Camilo Henr-quez, aquella.s palabras vagas que encerraban un mundo de misterios, esas memorias qne ella buscab:.t en suseno, todo en fin, era para el C' actor motiva de un es-tudio detenido i de la mas gl'an curiosidad.

    Enteramente entregado a estas ideas, march6 alIa-do de su amigo hasta llegar a la plaza.

    -Hasta aqu no mas te acompao, le dijo Vera.--Ah! esclam6 R6zas. Venia tan preocupado con

    lo que hemos visto, qlle no tenia conciencia de m.-Igual cosa me ha pasado, dijo Vera. Dara no se

    qu de mu precioso, por estar e!l. posesion de la verdad.-La descubrirmos, dijo R6zas. Ven maana, o

    mas bien ahora a las once a verme, i hablarm03 de to-do. Tengo aun mil cosas que decirte.

    - En qu parte te alojas?-En palacio. D mi nombre a la guardia, i te de-

    jarn libro paso.-Est bien: hasta luego, ent6nces.-Hasta las once, mi gran poeta, le dijo Rzas.El doctor se diriji al palacio, nica parte en que

    aun qnedaba uua luz en la puerta.Golpe6, acudi la guardia, di6 sn nombre, le abrie

    ron, i entr6.l-Icia la derecha, en el ngulo del patio, estaban las

    piezas que habian sido destinadas al doctor.Dirijise a ellas, se provey de luz, i despues de j un-

    tar la pnerta qne daba al patio, comenz6 a pasearse,preocupado siempre con la endemoniada.

  • 62 LA UONJA ENDE~IONLiU~\.Al cabo de un cuarto de hora, tom la lz i se diri-

    ji6 con ella a la pieza en que esta)a sn cam[1, con elnimo de recojerse.

    Pero no bien haba dejad.o 1a.ltmpara sobra una mesa, cuando sinti un ruido cercano, como el que pro-duce un hierro que cae en el paYimento.

    Siguiendo la direccion ue aquel ruido, se acerc6 auna puerta que daba, al parecer, a otra pieza.

    La puerta e~taba junta, pero Rzas vi la 119;veen la cerradura.

    El doctor aplic el odo.Durante nn momento, no oy el menor ruido; pcro

    un instante despues, sinti unos golpe-:itos, i el pequc'o ro;t' de un cuerpo duro en una hoja de adera.

    -Qu sed csto? se pregunt el doctor. Quinpodr permanecer en pi a estas horas? Segnn creo,en e~te cuerpo ele edificio no deb haber mas que otrapieza, que no s a que est destinada; rnes por lo qnchace a las habitaciones del Presidellte, e't' n en el otrocostado..... Pero el rnielo que s siente es lejano.....Jo debe ser en esta puerta.

    Escuch nneyamente i dijo:-Bah! sern algunos ratones que roen un trozo

    de madera..... os aeo tarmos.Se dirijia ya a su cama, cnando oy distint:ul1cnte el

    chirrido de los goznes de una puerta; pero casi

  • LA. MONJA ENDEMONIADA. 63calcular cunto interes tenian en no ser sentidos.

    -Yo puedo abrir esta puerta, se dijo el doctor, des-de que est aqu la llave. Me han sealado solo dospiezas, es verdad, para mi habitacion; pero el hecbo decolocar la llave por este lado, me indica que esta salidao entra la cs de mi dominio.... Pero escuchemos unmomento mas: pueda qlle se esplique el misterio ....

    Al cabo de algunos minutos, le pareci oir el ro~ede un yestido i luego unos pasos levsimos, que soloel silencio de la noche podm. hacer perceptibles.

    Entnces ya no dud mas tiempo. De improvisotorci la llave, abri la puerta i se lanz sobre un bul-to que habia como a tres paso", i que no pudo repri-mir un 'ahogado grito de terror.

    - Quin es usted? pregunt el doctor asiendo atientas a la pcrsona que habia arrojado el grito.

    Pero' apnas la habia tocado, cuando retir la ma.no, i cambiando de tono, agreg:

    -Perdone nsted, seiorita; yo no sabia......El doctor habit!. cdnociclo que era una mujer, i :;tI

    conocerlo, adivin i previ varias cosas.Entre las que habia adivinado, figuraba en primer

    trmino el que aquella finjer era j6ven, pues el brazclque habia e trcchuelo tenia tocla la dureza, morbidez ifrescura de la juventud. 1 de esto se com'enci tantomas, cuanto qne aquel brazo estaba desnudo i teniaun cts tan suave como la seda. Lo que tambienadivin el doctor, ru que aquella jven no era unacualquiera, a juzgar por los encajes qne habia rozadosu mano nI caer sobre ella; i como en aquellos tierno

  • 64 LA MONJA El\DE~[O~IADA.pos como en los de ahora se Juzgaba por el hbito almonje, 1:.'1. creencia del doctor era en cstremo funda h.

    Ahora si hemos de decir lo que l pens6 en aquelinstante cortsimo, con la velocidad de la imajiuacion,aadil'mos qne se dijo lo siguiente:

    -He hecho mal en ceder a, mi clll'ioJidud. Tvc1ava.no conozco las illterioriL1f~des de esta caSll, ni aun slas personas que vi'Ten en ella.... Tah'ez sta. niiia vaya n. una cita con su al1lunte-alguu oficial de la mis-ma guardia-i yo he ,cnido a sorprender su secreto ...Diablo! He hecho mal, mui mal!

    Todo esto, concebido en un iestante cortsimo, hizodar al doctor las escusas qne hemos con gnado.

    Pero la j,-en se hallaba tau turbadcl, que solo alcabo de nn rato, i cuando el doctor se iba a yolver asu pieza pa'u no tomar ma parte en aqnel asunto, ellapudo decirle con voz sijilosa pero snplicante:-j J..~o o varai caballero! escuchatlme, por Dios,

    aunque sea un momento !... :.El lugar en qne se hallaban era un pasadizo, que

    comunicab al patio principal con otros interiores.Rzas comprendi, pOl' el modo sijiloso con qne ha-

    blaba la jYen, Cj,ue deseaba ocultarse i no ser nperci.bida.

    -Pase usted, seorita, para mis piezns, le dijo. Enellas podemos hablar, si usted no tiene aJgun obtcu-lo para que yo la conozca.

    -.einguno, seor, contest ella con voz trmula,pues creo que hablo con un caballero.

  • LA MONJA ENuE~roNIADA. 65- Pase usted, seiori ta; pase usted: aqu podra ver

    nos la guardia..La jven entr sin vacilar, i el doctor, por mas pre.

    veni.do que estaba para ver ante s una jven i elegan.te mujer, no pudo mnos de lanzar unn. pequea esclamacion de asombro al contemplarla.

    La persona' que tena ante s, Yestia con esplendi.dez. Una. fina mantilla con qne tmtaba de cubrirse,dejaba. ver IlO obstante un rico faldelln de lama de plu-ta, i. un atavo en todo conform" a esta. costosa pieza.El doctor abarc de una ojeada, !lO solo el traje de sudesconocida, sino su incomparabl belleza.

    Ojos centcliantes i po(lero,'()s, formas correctas, re-dondas, voluptuo~:lS; un llljO, en iin, cb juventud, debellezll., de atracciones.

    Parecia, con su tm'bantc de gJza i cinta. de platapendiente a la cabeza, con su vebtido corto que dejabaal mil'ar las 1 !leas faertes i ondulantes el sns pauto-n'illas, Ul1lt c1e e"as rrdientes i voluptuoss sultanas,que encerrada en un retrete del harem, esperan ata.viadas i adormecidas por la pasion, al esposo q lle ha deapurar en SllS lbios la co:)[I. del placer.

    Aonclla ]'Ve11 era Yiriinia Acosta.:.l ,

    Yji!la con Sil gala de novia, tal como se babin presentad al a~nn.nte que debia. pa. nr a esposo.

    Estaba nn tanto plic1a, pe '0 esa 1 Sllla pa.lidez real.zaba su hermosura.

    Era. la blanca a:mcena, entrister.c1a pero n mnertapor una nocho de tempestad.

    Aunqne atemorizada, apareca en su frente la re80.[)

  • 66 LA MONJA ENDEMONIADA.lucion. Aunque abatida un tanto por el dolor i la in-certidumbre, en su mirada profunda i poderosa apa-recia el valor.

    Aquella cabeza de nio, orlada con una profusacabellera, parece que habria a.parecido mejor coronadacon el brillante cazco ae un guerrero.

    'Era en fin, su espresion, la que habria buscado unartista para pintar en un solo todo, la hermosura i elvalor.

    Animada por las pasione , Viljiuia aparecia irresis-tibie; herida por el dolor, su belleza se habia poetizado.

    -Sintese usted, le dijo el doctor al cabo de uninstante, i cuando pudo reponerse de .su admiracion.,Sintese usted, seorita, agreg, i cral11e qne estoi ver-daderamente apesarado de mi indiscrecion.

    Aquella voz franca, llna de sinceridad, as comola frsono.ma severa i simptica a la vez, del doctor dinimos a Yirjinia para decirle:

    -Talvez sea una felicidad para m, seor, el queusted me haya sorprendido en mi evasion.....

    --En sn evasion!. .... Est usted presa, por acaso?-S, se110r; deade esta noche._Permtame usted cen'< l' las puertas. Aun 1)0 s

    yo lo que podemos temer en este palacio.El doctor se par a poner llave a la puerta qlle habia

    abierta, i yolvi6 trayendo una silla que coloc frente ala. jven.

    -Antes de que usted me diga una palabra mas, di.jo a Yirjinia, creo un debe~ deci.r a usted que, aunquetendra una verdadera satlsfacclOn en conocer lo que

  • LA MONJA ENDEMONIADA:. 67a usted aflije para ofrecerle mis servicis, sin embal'.p;o renunciar a ella si a usted por cualquier motivo lees mas conveniente callar. Esto no obstar{l, sin embar.go, para que usted me ocupe si cree que puedo Ber-virla. .

    -Gracia~, serror, replic Vil'jinia enteramente comoplacida. Bastaria su jeneros:c1ad para que yo lo impu-siese en todo, aun cuando me fuese sensible hacer-lo. Pero felizmente no sucede esto. Mi historia, masdesgraciada que criminal, crco que ser escuchadn.por usted con compasion; i ojal ella sea causa, seor,de qne usted se conduela. de lUi infortunio, i trate dealiviarlo.

    -Doi a usted mi pn.la.bm de caballero, replic R.zas, de hacer por usted cuanto e t en mi mano.

    -Oh! gl'ucias, seor, gracias; Dios pap;ar a us-ted, .. Yo soi Yljinia Acosta.....

    -'Yiljinia Aco..:tu! esclam el doctor. E usted hi-ja de don Tomas Acosta?

    - i S, seor!-Es usted, entnces, a quin yo he visto peqlle-

    iita, ahora aos, en U:1a ocusion 11 ue vine a Santiago ifu a visitar a don Tomas?

    -Talvez, seQi', porqne yo so su nica hija.-iDio' mio! i q l1 sucede a n ted? Ahora s que

    le pido no omita nada... La escuchar con tanta atencion como si usted fuera mi hij, .....

  • EL ASILO m: VIRJINIA.

    Virjinin, animada por la e~per:1Dza, narr6 al doctorR6zas la historia de sus amores sin omitir el menordetalle. La salilla del monasterio, su permnnencia enel sur, la jenerosa proteccion de Cirineo, sn rara. conducta, todo, en fin, lo que le pareci6 que debin. inspi.rar interes a su nuevo protector.

    Lo nico qne no e pEc Jebidamcnte, fll su amistan con Gabriela creyendo qne a n:tda conducia elhacerlo.

    _ En el convento, dijo, sin duda para que yo mcresolviera a profesar, se empeaban en hacerme tenermiedo con mil ridculos mnejos,: pero yo no he crei.do en la existencia de las nimas, ni creo que el de-monio venga al mundo, as es que despreci tales su-percheras.

    En seguida continu su historia hasta el momentoen que habia sido hecha pri ionera.

  • LA MONJA ENDE?liO~IADA. 69Ya en este punto, la. luz que iluminaba la pieza del

    doctor habia palidecido, i por las ventanas penetrabala de la anrora.

    Virjinia estaba un tanto fatigada con el insomnio i sulargo relato, i el secretario crey conveniente decirle:

    -Uted est fatigada, hija mia, i convendria quetornara algu'n descanzo. ",uiere usted hacli'rlo?-iOh! n, seor. Ha llegado el dia i aun no s qu

    hacer-Pues bien, entnces, le dijo el doctor; para tomar

    algunas medidas, dgame usted lo que desea.-j Ai. salir de mi prision, i cprrer a indngar el pa-

    radero de Paulina!- No sabe usted dnde est?-N, seor; pero andaria todo el mundo si fuera

    preciso para encontrarlo.-Eso talvez no serviria a usted ele nada. Vale mas

    que nteR de dil.r ningnn pa 'o, lo acordmos i medit-mo:! con detencion.

    -Pero en una hora mas, seor, se descubrid mievasion, me encontrarn aqu, i ser llevada a casa demi padre..... I luego el mismo seor Gobernador....

    Yirjiuia se detll\-o sin atreverse a continuar.-Hable usted, hija ma, le dijo Rzas con voz p-

    ternal; no tema usted comunical'lne cnanto piense odesee....

    -Temo tanto, 'eor, al Gobernador, como a mi pa.c.re.

    -El sefior Carrasco se ha puesto de parte de donTomas?

  • 70 LA :IIfOXJA ENDEMONIADA.-No del todo, seor: mas bien de la mia; pero......-jAh! comprendo! dijo TI za frucicndo lijeramen-

    te las ceja. al notar el ,ivo rubor que teia las meji.lla de la jveD.

    l\1edit.uu instante i luego dijo a Vjinia:- ~ -ted pa ar el dia aqu , en mis piezas, i nadie

    penetrar en Ha. Creern que usted. e ha evadidosobornando la guardia, o de otra manern, i posotrosteDdremos tiempo pal':1lllec1itar lo qlle uebemos hacer.He prometido a usted proteeei D, i 'e la dar cuestelo que cue-te.....

    Yjinia se acerc al doctul', i con los ojos preadoS"'en higrima i la voz trm lb por la gratittlLl, le dijo:

    G ' ~"i)' '" 1- raCH1S, senor .... ". 10, premJara. n ustec .El doctor apart ,11uvempnte a la j('j\'en, i sintin-

    dose conmoyiJo, El le,ant i .'e L1il'iji a la puertascon el pl'ete to de ver si estalx1l1 asegurada.' con llave,

    En eguida abri un baul de 10s que COIl.tituian snequipnje i sac ue l una botella con licor del cual pllSOeu un va o i pas a Yil'jinia dicindole:

    -Tome usted un poco de vino: e. to reanimar susfuerzas.

    Yirjil ia bebi sin y[[eilar.El doctor se sirvi a sn vez, i yoh'i a E'entarse cer-

    ca de la jven.-Tenerno' todo el dia a lluestra c1isposit;ion, le di.

    jo. Convendria mas qne usted tomara algun descauzo.Ahi tiene una cama en la cual p eele dormir tranqui-lamente, i con: la segl'ridad ele que nadie, ni aun el mis-mo gobernador vendr a turhar .'u snelO.

  • LA MONJA ENDEi\IOJ.HADA. 71-Pero, seior, esa es su cama, i usted tambien ha

    velado toda la noche..... De ningun modo.... ,- Bah! hizo el doctor sonrindose. Yo estoi acos-

    tambmdo a no dormir, i a mas, tengo donde hacerloen la otra pieza. De ca.nce usted, que yo la' despertarcuando , ea necesario.

    Virjinia iba'a replicar, pero l no la di tiempo.-Si usted quiere mi apoyo, le dijo sonriendo con

    benignidad, es necesario que me obedezca.Viljinia contest con ,una mirada i ulla sonrisa de

    gratitud, i el doctor 'pas a la otra pieza cerrando lapuerta 1ue comunicaba las dos habitaciones.

    ~i Pobre jven! se dijo el doctor al encontrarse so-lo. Estos viejos creen qne las hijas han de sacrificarhasta su corazon por obedecerles i sujetar e a SllS ridculos caprichos. j r o ser as, vive Dios! ya qnc hallegado a mis manos el impedirlo!

    El doctor se recost en un sof de alto respaldo itapizado con tela de crin) a fin de dormir i reCL! peral'sus fuerzas para acometer las muchas empresas quemeditaba.

    Pero el dia i la noche habian sido demasiado fecnndos en ucontecimientos, para qne el doctor pudiera 01vidarlos i elltregtU'se a un suerro reparador, por mas ne-cesario qne le fuera despues de su viaje i de la tnis.nochada.

    Durante media hora, 1l1ch6 en vano por dormir, has-ta que cansado de apartar de su imajinacion las milideas que lo asaltaban, se entreg de lleno a ellas.

    Una de las cosas que mas lo preocnpaban, era el

  • 72 LA. ~IOXJA. E DE~roNIADA.cosinar ~u planes de independencia.

    La idea era gmllde i demasiado atrcvit1a, i el doctorcon su clara iutclijencis. conocia a ma que era snma-mente costosa.

    Arrancar de todo uu pueblo ideas que ha mamadojunto con la leche Llc Sil infancia; q Iitade sns cos-tnmbres para darlo otras mui diVCl':;as; most,'al' 01bien a qniel) es 110 lo conciben talvez, ,'e comilrenderque em una tarea ingrata i tra1)njosa.

    Don Juan jIartnez sin el'lbargo, se baIlaba confllerzas para emprende~la. Ea su :maj in:>.cioll habiacalculada paso a pas el call1ilo lleno Lle punzantesespinas que tenia que r~L:O,Tel', i n se :bia amina-lado.

    -Sembrar el grano. :llltl11e ,e::, s~ habia dicho, illli~ hijos o mi~ nietos reoj"r:n el f1'l1to.

    El sembrar aq'lel grano no o lstante, necesita a demucha refiecc:oll. P,)dia p l' el' e al arrojarlo al ten'c-110 i entnces de nada .en'iri'), e. surco profundo labra-do con dI paciencia.

    Era, pue, nece.~ario ro, e~d() ,le mil cnie1uc1os i hacercon l lo que el jardinero :,(m nn:1.

  • LA )lO~JA ENDEMONIADA. 73tisffio lo impulsaba a. salvar de un salto la barrera quelo separaba de su sueno dorn.do, pero su prudencia leaconsejabn. marchar con lentitud si no queria. cner a.la mitad del cn.mino.

    F~~cil le habria sido seguir los consejos de Vera. Suprestijio le n.bririn. muchas puertas, su talento le atraera. muchos adeptor; pero llila re"olucion es ca.si siempre una revoluciono Un poco de humo, un poco desangre, i un millar de lgrimas.

    El no quera eso, n6. Siempre es doloroso ver llnamancha roja donde 010 l1ebia lucir el bbnco de In. paz.

    La risa nunca es del todo :1legre clw'J.rlo ha sido pre.cedida por las lgrimas.

    El doctor Rzas queria llevar a trmino su idea, siera posible sin derramar I1na gota de sangre, pues deese nico modo concebia l la flj)licidad para. la patria.

    "Una madre no est. contenta si faltan algunos desos hijos el dia en que se celebra un festin.

    - El porvenir es mui OSCl1ro, se dijo el doctorabnnelon::mdo el sof i comenzando a pasearse en la.pieza; pero no i111 porta; yo leo en l cual si estu vieraimpreso en grand.?s Garactres ante mi \'ista. Tendremas patria, me lo dice el cornou. Qu debo hacer?AUll no \..) s, es verdad; pe) Dios iluminar mi ca-mino. Por abora cimentemos el gobierno ele don Fran.cisco Antonio Cari:asco, que nos conviene por ser deun cadcter dbil i cOtlc1ecendiente, i ya v'rmos des.pus 10 que conviene hacer. Redactar la splica queel cabildo elcbe el.cvnr al re, i de este modo, ellos no

  • 74 LA MONJA ENDEMONIADA,tendrn mas que firmarla i quedar a medida de misdeseos.

    1 el doctor al decil' esto, se acerc a una mesa enqne habia recado de escribir, i sin acordarse para nadade las fatigas de su viaje ni de la mala noche, comenza escribir.

    Las ideas alian fciles i sin o3fuerzos de su imnji-nacion, i durante Una hora llen carilla tras carilla depapel sin soltar na momento la pluma, ni detenerse ameditar lo que iba a decir.

    uando ~concluy, no habria podido quitar nada:tlestenso e erito in desperfeccionarlo, ni habria. podidoagregarlo una sola palabra sin descomponerlo. Hai ta-lentos as. Obran como una mquina; pero como unamquina perfecta, en que nada hai dcspues que puliro enmendar.

    Llenado aquel deber,-porque tallo crea el doc-tor Rzas-pas a ocuparse de Gabriela i Virjinia.

    Aquellas dos jvene~ le haban interesado sobre ma-nera, i por efecto de su misma bondad, pensa.ba quetenia obligacion de protejerlas.

    Por lo que bace a Gabriela, ya el doctor se habiaformado el plan que debia. seguir. Pero como de Vir-jinia aun no sabia ni lo qne necesi ta.ha, resol vi aguar-dar que la jven concluyera de contarle su hi~tori;,t.

  • IXOCE~TES POR PECADORES.

    l\Iintra tanto, el dia avanzaba, i en el patio d-el pa-lacio se oiuElos pasos de lajente qne traficaba por ellos.

    El doctor medit por primera vez en el compromi-o en qne Virjinia lo ponia con el presidente i don To-

    mas. Por lo que ella habia dado a entender, el Gobel'-nadar haba sido indnljente, demasiado induljen-te, tal vez, con ella; a8 es que no habria perdonadoa su secretario el que se viniese a interponer entreella i las bondades con que l tl'ataba de protejerb.

    -Es nece:ario que salga pronto de aqu, e dijo; amas taraar, e ta noche. o podl'ia permanecer muchotiempo sin ser descubierta... Dnde la coloco? .. y averemos' por abara. escuchemos: parece que e ocupande buscarla.

    El doctor se acerc a la puerta i oy que una vozdccia:

    -En el interior no hai la mas mnima Real de que

  • 76 LA MONJA ENDEMON1ADA.haya huido por ah. Debe, pues, haber salido por lapuerta.

    -Por la puerta no ha salido, eso yo lo a eguro, dc-eia otra persona.

    -1 d6nde est, entnces?-E~o seria necesario adivinarlo.-Pues toda la guardia quedar arrestada, min.

    tras el seilor presidente se levanta... Ah! ... ahora recuerdo! Para qu se abri6 la. puerta anoche, despuesde las dos?

    -Para que entrara el seior secretario ..-Est bien: haga usted releYar la guardia, i que

    permanezca arrestada.-j Pobres diablos! se dijo el doctor; ellos van a lJa-

    !la!' el pa tooI sin dar mas importancia a este asunto, se entreg

    por completo a sus mec1itacione .'Media hora des pues, sinti6 unos g01pecitos a la

    puerta. del patio.Fu a abrir, i vi que era un oficial.- El seor presidente, dijo ste, suplica a II ted,

    que si no tiene algun inconveniente, se sirva pasar asu de pacho.

    - y oi en seguida, contest el doctor.El oficial c alej6, i Rzas se diriji6 sin hacer ruido

    a la pieza en que estaba Yirjinia.En estremo delicado, no quiso entrar donde la j

    vcn sin anunciarse primero. Mas como sn llamado noobtuviesc contestacion, fu a la mesa en que habia es-

  • LA MONJA ENDEMONIADA. 77tado escribiendo, i traz en un pai~ellas lneas siguien-tes:

    Seorita Virj inia:No tenga usted cuidado al encontmrse sola. "\ oi a

    hablar con el presidente i no s el tie'llpo que puedademorarme.

    Besa a usted las manos.

    Juan Jllart.ne:: de Rzas.

    Concluido esto, abri la puerta con gran cuidado ise acerc al lecho de Virjinia en la pnnta de los pies.

    La jven se habia acostado :vestida, i dormia pro-fundamente.

    Uno de sus desnudos brazos seguia las graciosas on.dulaciones de su cuerpo, mintras el otro, rodeando sucabeza, parecia servir de aureola a su frente.

    Su pecho, rodeado de tra. paren tes encajes, se levan.taba a tiempos iguales para dejar salir una re. piracionun tanto ajitada por entre sus lbios rojos como uncoral.

    Una de sus piernas, graciosamente recojida sobrela otra, permitia admirar el contorno de sns caderas,as como las atrevidas ondubciones de sus PUll torri-lbs, estrechamente aprisionadas en sus medias de seda.

    El conjunto era en estremo bello, demasiado seduc.tal' i atrayente para contemplarlo con detencion.

    Don Jnan Martnez e qued por un in tante embe-lesado, i cualquiera que no fuera l habria permaneci.do como en x~asisJ ante esa jven cuya hermosura

  • 78 LA MO 'JA ENDEMONIADA.cautivaba. el corazon. Pero l, habitnado a ser duebde s mismo, dej el papel sobre )a almohada ue la j.ven, i se alej sin vacilar, aunque confe n.lldose que lehabria sido mui grato permauecer cerca-de ese lechoque sostenia tan bello tesoro.

    Al salir, cerr la puerta que daba nI patio, le pusolla,e, i se guard sta en el bolsillo.

  • LOS CONFLICTOS DEL PRESIDENTE.

    El sefiOl' gobernador se hallaba a la sazon en :su des.pacho, i conversaba con un militar que ostentaba losgrados de capitan.

    - Dice usted que ha reji

  • 80 LA :MON.JA E.TDf,)IOrTIADA.-Porque me recoji mui tarde, i en seguilla me
  • LA MONJA ENDEMONI' DA 81otros. Tiene usted razon, capit::m; es necesario descu.brir al traidor.....

    El doctor Rzas crey prudente mesclarse en elasunto e impedir aquella. flajelacion que iba a caer so-bre tantos inocentes.

    --Ante!:? de apelar n. una providencia tan estrema,d~o al presidente, desearia que S. E. me oyera a olas.

    -Con el mayor gusto, doctor. Capitan, agreg, vol.,indose l, srvase usted pasmo a la antesala i espe-rar ah mis rdenes.

    -Seor: dijo don J ua.n :Martnez apnas hubo saliodo el capithn. Seor presidente: solo ayer ha princi-piado su gobierno, i ya que S. S. me ha hecho el ha.nor de confiarme el cargo de se Ct'el ario o cOlls~jel'O,creo de mi deber manifestar a S. E. que ser.. mui tris-te i de mui mal efecto pam su.~ sbditos, el saberque se ha azotado a quince o veinte hombres, que abuen seguro, Catorce o diez i nueve son inocentes, su-poniendo que entre ellos est el culpa.ble. Yo ignoroaun la importancia que tenga para S. E. la eva ion deesa jveu; pero creo gue cualquiera que sea, no se de-ba apelar a un meclio tan rigoroso.

    -Tiene usted n zon1 esclam el Gobernador quedndose un momento pensatiyo. Pero es el caso, agreg, qne me afecta uun. gran responsabilidad, Oiga usted. La prfuga, es hija de nn seor Acosta., que segun creo es uno de los hombre mas influyentes deesta capital. La j(Sven ha.cia algunos aos que habiaabandonado la casa paterna para. seguir a un bandido

    6

  • 2 LA MO~JA ENDEMONIADA.del snr i anoche fueron sorprendidos en la calle delas Cenizas, pero l se escap. Don Tomas-me pediaque le entregara a u hija para llevarla a su casa i cas-tigarla ah; pero ella. se ech a mis pies i llorando mepidi que no lo hiciera. Confieso a usted que no puderesistir a esas lgrimas porque la jven es hermos-sima i la promet que quedaria en palacio mintras seresolviera lo mas conveniente. El seor Acoata mead,irti que esta jven estab:l. acostumbrada a huirsede los monasterio pero yo fe asegur que no sucede.ria tal cosa en palacio.Sobre todo, yo no he temido porun momento que tal hiciera, vista la paternal solicitudq ne despues la he manifestado, prometindole que per-maneceria. cerca de m i que gozara de mi particular es-timacion.

    El doctor comprendi cunto valia aquella particu-lar estimacion del presidente, i no pudo mllos de fe-licitarse en sn interior de impedir que tuviera lugar amanifestrsela.

    El gobehlador continu:-Usted v, doctor, que el caso es grave i sensible.

    La jven es bellsima, como usted no puede tener unaidea; i por otra. parte, qn podr decir al padre, ahora.cuando me la. reclame?

    -~o hui mas que decirle la verdad. Cmo iba asuponer S. E. qUE: esa nia fuera a huir en la mismanoche?

    -Tiene usted razon, doctor, dijo el presidente co-mo a su pe 'al'. Ha hecho mal en huir, agreg como

    h~blando consigo miamo pues yo no la habra hecho

  • LA MONJA. ENDEMONIA